miércoles, 29 de enero de 2014

Entre los dos y la luna - Capítulo 4


Capitulo 4

Íbamos caminando por una avenida que nos daba una hermosa vista de la torre Eiffel.
— ¿A qué hora llegarán Melisa y Dante? –pregunté sin entender mucho sobre los horarios.
—En una hora, debemos enviar alguien a buscar sus cosas para que vayan de inmediato al centro del ejército Francés –asentí. Quería que llegara Melisa, me sentía desprotegida aquí sola con Oliver, quien no era alguien que conocía –estás nerviosa –asentí.

—Sí, bueno es la primera vez que vamos a presentar el software —me acerqué a una banca que había debajo de un árbol y me senté.
—Has pasado mucho tiempo trabajando con Melisa, debes confiar en lo que has hecho.
—Sí, lo sé, pero no es como si trajéramos un software para entrar a cualquier computador del mundo, eso es más simple, esto es más grande y… —miré hacia un lado incómoda.
—Estás preocupada, lo entiendo, por lo que me dijo Emma, es un tanto peligroso ¿no?
—Muy peligroso, se nos asignó esta misión y la tomamos hace tres años –él frunció el ceño.
—Pero tú tienes 24…deberías haber salido de la universidad hace un año –sonreí.
—Jamás fui a la universidad, es una pérdida de tiempo para lo que me gusta.
— ¿Estás diciendo que todo ese conocimiento lo aprendiste sola? –negué.
—Me enseñaron lo básico en algún momento, creo que fue mi profesora Cynthia –él enarcó una ceja.
— ¿Y qué edad tenias?
— ¿6 o 5 años? –Él me miró sorprendido –hay muchos más como yo, no te sorprendas.
— ¿Y Melisa?
—Ella es mayor, ella fue a la universidad y siguió el conducto regular.
—Ya veo ¿y cómo llegaste a esto? –levanté los hombros.
—Lo típico, me metí donde no debía a los catorce años y me encontraron los del gobierno, el pentágono no tiene la seguridad que cree.
— ¿Te metiste al sistema del pentágono?
—No es la gran cosa, no creas que soy buena por haber hecho eso…lo que sí es mi orgullo y mi medalla de presentación a un trabajo, es haber roto la conexión y haber entrado a la información de nuestro satélite, eso sí fue algo grande –sonreí al recordar lo emocionaba que estaba ese día, la adrenalina que corría por mi cuerpo al entrar cibernéticamente a lugares donde no debía entrar –tenía 18 años…de ahí no me dejaron sola, me propusieron trabajar para ellos, lo cual acepté, la paga es increíble.
—Ten a tus amigos cerca, pero a tus enemigos aun más cerca, solo es un dicho –su tono irónico me hizo sonreír — ¿y qué intenciones tenias en entrar al satélite?
—Puff...ninguna, solo saber que nada me podía parar, podía entrar a cualquier lugar.
— ¿Podías? –asentí.
—Si…bueno, hay sistemas tan secretos a los que no puedo entrar, los creados por mí.
—Entonces te has puesto sola una trampa.
—Lo que es mejor –dije sonriendo –tengo que superarme a mi misma ahora para poder entrar.
— ¿Cuándo niña te caíste y te diste en la cabeza? –sonreí.
—No, ese fuiste tú quien ahora busca que lo maten en cada misión.
—No es lo que crees –rodeé los ojos –no es como si fuera el agente 007, Julie.
—Bueno, supongo…que el agente 007 jamás diría que es el agente 007 ¿o sí? Conlan, Oliver Conlan –dije con tono serio, como en las películas.
—Sinclair, Julie Sinclair deja de burlarte…y mejor sigamos que llegaremos tarde —suspiré. Él me quedó mirando de tal forma que me puso un tanto nerviosa, ya que su mirada iba a mi boca, así que decidí cambiar de tema.
—Esto no me gusta, debería venir otra persona a hablar de mi trabajo.
—No seas cobarde y débil, saldrás bien de esto, en serio —me dio un leve empujón. Lo quedé mirando, me había gustado esta conversación, por lo visto Oliver no solo pensaba con la cabeza inferior de su cuerpo, sino que tenia cerebro.
— ¿Débil? No fui yo quien quedó atado a una cama, desnudo –reí y me apresuré en alejarme de él, quien se había quedado estático mirando cómo me alejaba.

Miré como se llevaban a Oliver, alejándolo de mí. Las lágrimas caían sin darme consuelo, hasta esa acción lograba dolor.
—Sigue vivo —no tenía la fuerza para articular palabra alguna, estaba cansada y tratar de esconderme en recuerdos esta vez fue demasiado difícil, los gritos de Oliver me lo estaban haciendo casi imposible –no ha sido tanta la carga eléctrica… —no levanté la mirada al escuchar quien decía eso, no podía salir del shock en el que me encontraba.
Esto se estaba volviendo un infierno ¿Por qué no simplemente nos mataban? Esto acabaría sin seguir siendo víctimas de la tortura un segundo más, sin la tortura de ver como hacían sufrir a mi Oliver.
–Llévenla a su celda —me desataron y llevaron de nuevo a ese lugar que odiaba, pero en momentos como estos…ni siquiera me importaba, solo quería sentir a Oliver, un abrazo de su parte, ver su sonrisa de nuevo. Este lugar me estaba matando lenta y dolorosamente.

—Este lugar me está matando, lenta y dolorosamente  –dije mirando a los lados, realmente nerviosa.
—No exageres Julie –Melisa estaba a mi lado, sonriendo ante mis nervios que según ella eran injustificados.
—Ya nos podemos ir ¿cierto? –ella levanto los hombros.
—No deberíamos.
—Pero la presentación ya se ha hecho, hablé, transpiré como si hubiera corrido kilómetros, tengo hambre y quiero dormir… —miré hacia atrás y vi a Dante con Oliver mirando atentos a los lados, analizando cada movimiento –me quiero ir Melisa…
—Muy bien Julie, vete, ya hablaste, yo me hago cargo de estos viejos ¿sí? –la miré emocionada.
— ¡Gracias! –la abracé y me despedí con un beso en su mejilla. Caminé hacia la salida y Oliver me siguió de inmediato, le hice una seña de despedida a Dante y crucé la puerta con rapidez.
— ¿Qué sucede? –Preguntó llegando a mi lado — ¿ya has terminado? –asentí.
—Sí, Melisa se encargará por ahora –miré a mis lados.
—Por acá… —dijo tomando mi brazo e indicándome delicadamente por donde teníamos que ir. Mire su mano un tanto nerviosa, como me tenía tomada y como me sentía ante su agarre. No pude evitar recordar el momento cuando estaba atado en la cama, desnudo, con sus brazos tan fuertes y preparados para lo que fuera.
Cuando salimos del edificio soltó mi brazo y miró con atención alrededor de nosotros para después pedir un taxi. Subimos sin ningún problema, Oliver caballerosamente abrió la puerta para mí, pero su expresión me estaba llamando la atención.
— ¿Te ha pasado algo? –él negó. Miré al taxista un tanto incómoda — ¿he hecho algo que te ha molestado? –él sonrió cuando pregunte esto, pero no tenía idea porque lo abordaba esa expresión de molestia por algo que no sabía.
—Simplemente deseaba estar en la reunión y así…ver de qué se trata tu software.
—Ooh…
—Dante pudo entrar.
—Dante es la pareja de Melisa, quien sabe todo sobre este proyecto, tú no has podido entrar porque eres prácticamente un extraño…que podría dar información a las personas equivocadas.
—Eso es un insulto –dijo subiendo su tono de voz levemente –he servido a este país por más de diez años, en misiones que asustarían hasta una roca ¿y se está desconfiando de esa manera sobre mi lealtad? –miré al chofer, estaba atento a Oliver y su capricho.
—Bueno, supongo que alguien está cansado luego del  viaje y la reunión.
—Lo siento… —dijo suspirando –es que no estoy acostumbrado a ir a ciegas, de verdad lo siento –su expresión llamó mi atención, parecía arrepentido, pero no se me olvidaría con tanta facilidad su momento de ansiedad.
—Sin duda debes descansar…además no es para tanto, si no te gusta estar a ciegas, bien, se paciente, quizás más adelante te diga que sucede, pero por ahora no, eres nuevo y no tienes nuestra confianza.
— ¿Más adelante? –sonreí.
—Hay que ser realistas agente 007 –miré hacia la ventana, concentrándome en las luces de los faroles como pasaban una detrás de la otra –tomará tiempo que cada uno se vaya por su camino.
—Ya veo…te he agradado ¿no? lo sabía –no pude evitar reír al escucharlo.
—Dios, tú y tu ego harán que me ahogue en este taxi.
—Negarlo solo lo empora aun más –lo miré enojada, este Oliver no me agradaba para nada cuando sacaba a la luz su lado petulante.
—Tú sí que eres arrogante, si te he dicho esto es porque tengo la razón, no podré separarte de mí porque Emma está convencida de que eres bueno en lo que haces, cosa que realmente no has demostrado porque no ha sucedido nada, pero aun así estoy atrapada contigo —él sonrió de nuevo, haciendo que mi molestia aumentara.
—Creo que estaremos bastante tiempo juntos si lo dices de esa manera –nuevamente esa sonrisa característica en él salió a la luz.
—Ohh…es inútil hablar contigo, Señor Profesional.
No tomé en cuenta lo que dijo Oliver durante todo el camino, sino que me concentre en mirar hacia la ciudad. Me sentía incómoda y molesta por ir junto a él.
Esa estúpida reunión me había puesto más nerviosa de lo que esperé, además las expresiones de los gobernadores eran sin duda no agradables, no les había gustado la idea y mucho menos el precio de este; ser controlados por alguien a pesar de que ellos puedan controlar a los demás, no había tenido su aprobación.
Me bajé del auto y me apresuré en llegar a las puertas del hotel, simplemente me quería dar un baño y dormir, estaba cansada. Con Oliver subimos por el ascensor y luego no tengo ni idea de porque me estaba acompañando hasta la puerta.
—Bien –me giré para despedirme. Lo miré extrañada –que descanses, adiós… —abrí la puerta para poder entrar.
—Woow alto ahí, ¿crees qué te dejare sola? –me volví a girar lentamente hacia él.
— ¿De qué estás hablando? – Él rodó los ojos y simplemente entró a la habitación — ¡Oliver! ¿Qué haces?
—Mira, me han dicho que te tengo que cuidar.
—Sí, pero aquí no pasara nada, estas exagerando, basta.
—Esto está bien, dormiré en el sofá, aunque podríamos compartir la cama ¿no?
— ¡Oliver! –él rió sin ningún problema mientras se sacaba su chaqueta negra y se recostaba en el sofá. Él no podía hacer esto, era estúpido, no quería compartir mi habitación con él –ya están pagando tu habitación, estás mal gastando los recursos del gobierno.
—Ohh...ya no exageres ¿es qué te he puesto nerviosa? –rodeé los ojos, cansada de su actitud.
—Creo que mi visión sobre ti ha cambiado…de nuevo.
—Muy bien –suspiró y se puso de pie –te daré unos minutos para que te arregles y estés lista para dormir, pero no pienses que no haré mi guardia aquí.
—Estás exagerando –él negó y se fue, devolviéndome mi privacidad de nuevo.
Llené la tina de agua y me sumergí en ella por un largo tiempo, dejando volar mi cabeza y sintiendo a cada segundo como mi estómago se iba revolviendo ante la idea de todo esto, no me estaba pareciendo que fuera algo bueno el proyecto de comercializar el software. Controlar los misiles de los demás países aun bajo el control de América, no era algo que saliera de la mente de una persona, menos de dos, pero ya estaba metida en esto. Seguía con la idea de que esto debió ser solo para nuestro país, una forma de defensa, como lo habíamos planeado al principio.
Con Melisa habíamos pensado en este programa hace años, teníamos la idea de que los países debían tener la oportunidad de protegerse cuando había una guerra o cuando algún enfermo que tenía serios problemas psicológicos y deseaba asesinar cientos de personas.
Los misiles de hoy en día tiene siempre un control computacional tras ellos, no se pueden dirigir solo por un control remoto, debe tener programada una trayectoria y es aquel mandato que nuestro software podía bloquear, sin embargo, el gobierno nos había obligado a crear una nueva opción dentro del programa, que era manejar aquel misil para darle una nueva trayectoria, nuestra idea era bloquearla, pero no darle una nueva línea, ya que las opciones ahora eran dos: desactivar el misil dejando a todos vivos, y la segunda era desactivar la trayectoria del misil desactivando a este mismo, pero dándole un nuevo itinerario…pudiendo herir a más personas.
Melisa me había pedido que lo intentáramos, que pudiéramos darle ese nuevo código, esa nueva opción al software, yo no quería, pero sin duda el gobierno se había encargado de darnos un suculento pago por ello…lo habíamos hecho.
Aceptamos y creamos la opción de desactivar y dar una nueva dirección al misil, eso es lo que habíamos creado y sinceramente ya no me parecía un buena idea, menos cuando cada vez que Emma llamaba era para decir que tuviéramos cuidado, que mantuviéramos escondido el software…cosa de la que yo estaba a cargo, Melisa me dijo que solo una de las dos lo haría y que sería yo.
Acepté sin tener mayores problemas porque no pensé que tendría que preocuparme, pero ahora al ver las reacciones de esos gobernadores, siendo que era solo de un país, me había puesto nerviosa. Esto no era una buena idea.
Salí de la tina rendida, quería dormir y despertar sin tener cargo de conciencia sobre lo que estaba haciendo. Cubrí mi cuerpo con la tolla y comencé a secar mi cabello, solo me tomó unos minutos más. Salí del baño y tomé mi pijama, pero cuando iba a dejar caer la toalla, la puerta se abrió y pude ver como Oliver traía una frazada en su mano.
— ¡Eeey! –Dije sujetando mi toalla para que no hubiera algún accidente — ¡sal de aquí!
— ¿Todavía no estás lista? –Cerró la puerta y caminó un poco hasta llegar al medio de la habitación –ha pasado más de una hora, lindas piernas –bajé un poco más mi toalla que llegaba a la mitad de mis muslos. Mi rostro estaba todo rojo por la vergüenza
—Demonios –tomé mi pijama y camine hacia la puerta del baño –eres un idiota –antes de poder llegar a mi objetivo, Oliver rápidamente dio unos pasos hacia mí y tomó mi toalla desde mi espalda y la arrancó dejándola en el piso — ¡No! –Grité tapándome con mi ropa y girando para verlo, pero Oliver  camino hacia mí y terminé chocando contra la pared — ¿Qué haces? –logré cubrirme con mi ropa lo bastante como para que no viera nada, pero era demasiado tarde…ya había visto todo –basta –quería alejarlo con mis manos pero era imposible, ya que si lo hacía dejaría caer la prenda que cubría mis senos.
—Ahora estamos a mano ¿no? –miré hacia un lado al ver como se acercaba.
—Aléjate, le diré a Emma.
—Claro que no lo harás, porque yo le diré que me dejaste amarrado a la cama… desnudo.
—Basta, Oliver  —me moví aun contra la pared para escapar y entrar al baño, pero él dejo su mano al lado de mi cabeza –dijiste que eras profesional en tu trabajo –fruncí el ceño molestándome de a poco.
—Lo era, pero me has hecho las cosas difíciles —no entendí lo que me dijo.
—Pero si solo ha sido un día ¿Qué estás diciendo? Ya aléjate, me estas poniendo nerviosa —llevó su mano a mi mentón y me hizo verlo a sus ojos. ¿Qué estaba ocurriendo aquí que Oliver tenía esta actitud? –Oliver… —estaba completamente sonrojada, sintiéndome intimidada por la forma en que me tenía, además sus ojos no le daban escapatoria a los míos y su cercanía estaba acabando conmigo, mi cuerpo estaba reaccionado de la peor forma  –no es gracioso, muévete…
— ¿Qué harás si no lo hago? No puedes mover tus manos –acercó su rostro hacia el mío, pero su actitud tan arrogante me cansó por lo que no pude controlar lo que hice.
— Te crees muy astuto ¿no? –Dejé caer mi ropa y lo empujé –a mí nadie me intimida, agente 007 –lo alejé bastante para poder tomar mi ropa y entrar al baño sin darle oportunidad de decir nada –Dios… —dije sentándome en el suelo. ¿Qué demonios había sido eso? Estúpido Oliver con sus juegos. Abrí mis ojos lista para poder vestirme y enfrentarlo sin avergonzándome.

Abrí mis ojos al sentir la luz de la luna en mis ojos. Me removí inquieta al sentir como mi cuerpo respondía luego de la agitación que provocaron los gritos por llamar a Oliver. Tosí tratando de relajar mi garganta, pero solo incitó aun más dolor.
Levanté con cuidado mi cabeza y mi corazón saltó al ver que había una bandeja con comida y agua. Avancé casi  arrastrándome para poder alcanzar un poco, el hambre ya era demasiada como para ser caprichosa, mi estómago sonaba y mi cuerpo comenzaba a tener respuestas ante la falta de comida. Bebí del agua rápidamente, refrescando tanto mi garganta como mi cuerpo.
Busqué por cada rincón de la bandeja la nota de Oliver, pero por lo visto Irina no estaba de turno esta noche, ya que no había nada o quizás…Oliver estaba muy mal o algo peor pudo haber sucedido.
Me levanté con toda la fuerza que me quedaba y comencé a golpear la pared de mi lado, llamando y gritando el nombre de Oliver, pero mi voz no salía de mi boca como verdaderamente deseaba, solo eran susurros.
—Oliver… —sentía que todas mis fuerzas y convicción ante nuestro trato con Oliver, iban desapareciendo. Lo quería a mi lado para que fuéramos felices sin tener que escapar de los cerdos que nos buscaban, quería mi vida de vuelta –Oliver… —mis piernas ya no me pudieron sostener y caí bruscamente en el suelo, volviendo a mis sueños…a mis recuerdos, volviendo a pensar en mi esposo.


En un rato más habrá un nuevo capitulo, por el que no subí ayer por quedarme leyendo jejeje

2 Lectores:

  1. mmmmm
    quede con ganas de mas sube pronto plis! esta bueno :D

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  2. Ufff estos 2 o se matan o se casan... ohh espera eso ya lo hicieron jaja.
    Te leo en el siguiente Danii!

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