jueves, 30 de enero de 2014

Demonio Blanco - Capítulo 11


Capitulo 11

— ¿Qué mierda está sucediendo aquí? –con Leonardo nos separamos al mismo tiempo cuando escuchamos la voz de Juliana detrás de nosotros.
—Nada —dije rápidamente. Me puse de pie para alejarme de Leonardo, esto no debía lucir bien a los ojos de Juliana –Leo solo estaba…consolándome.
— ¿Y sobre qué? Si se puede saber, claro –su tono hizo que me desagradara aun más Juliana. Sin embargo antes de comenzar a pensar en una mentira, Leo se me adelantó.
—Sobre algo que no te interesa ¿Qué haces aquí? ¿No tenías una de tus famosas reuniones con las porristas?
—Vine porque quería pasar tiempo contigo, sé que he estado desaparecida esta semana…tu padre me dijo que estabas acá, pero veo que estás muy bien acompañado ¿no?
—Realmente si –respondió Leonardo, dejándome atónita. Juliana me miró con odio.
—Pensé que eras mi amiga –no fui capaz de responderle nada porque realmente no era su amiga y me desagradaba, solo conversaba con ella últimamente porque es la novia de Leonardo, ahora no lo seguiré haciendo aunque sigan juntos.

—Amaya –dijo Leonardo llamando mi atención.
—No te preocupes, creo que ustedes deberían hablar y siento mucho haber provocado esto…me iré a casa, no te preocupes Leo –él frunció el ceño, preocupado. Había venido con él y no tenía idea como iba volver, pero me las arreglaría —Tengo a quien llamar ¿no? –él sonrió.
—Muy bien –Juliana tomó la mano de Leonardo y ni siquiera se despidió de mí, Leo solo me hizo una seña despidiéndose y yendo hacia su moto.
Caminé en dirección contraria, no tenía idea a donde iba, pero me quería alejar de ellos, simplemente me desagradaba ver que Leonardo tuviera una novia tan…estúpida.
Tomé mi celular y marqué el único número que me podía salvar en este momento.
— ¿Qué ha sucedido? –por su tono, sentía que estaba un tanto molesto.
—Damián ¿estás ocupado?
—No ¿Por qué? ¿Ya has vuelto de la playa? –me senté mirando hacia el mar.
—Estoy en la costanera, sola…hubo un problema ¿podrías venir por mí? –Se quedó callado por unos segundos — ¿estás ocupado? Si es así.
—No, dame unos minutos ¿sí? –escuché una voz femenina que lo llamaba, pero lo deje pasar.
—Nos vemos —ambos cortamos.
Me quede mirando como las olas llamaban mi atención, sin duda alguna este era el lugar más tranquilo en el que había estado, era hermoso. Esperando a Damián pude dejar que la brisa marina llenara mis pulmones, que desordenara mi cabello y que eliminara todo lo sucedido entre Juliana y Leonardo, no quería estar en una situación tan fastidiosa como esta.
Miré hacia donde Leonardo se había ido con Juliana y pude ver como un auto venía como si esta fuera una pista de carrera, dejando atrás el polvo que se levantaba producto de la velocidad.
Me puse de pie y esperé a que Damián estacionara.
— ¡Qué suerte la mía! –Dijo desde el interior del auto –no siempre se encuentra una señorita tan linda por estos caminos –rodeé los ojos, siempre estaba bromeando. Antes no se comportaba así conmigo, ahora simplemente se dejaba llevar por lo que pensaba.
—Oh por favor, deja de bromear, no estoy de humor Damián –me dirigí hacia la puerta del copiloto, pero él puso seguro al auto y no me dejo entrar, me indico que diera la vuelta de nuevo para que me acercara a él — ¿ahora no me dejaras ir contigo?
—Bueno, señorita Varela ¿Qué me dará a cambio por venir?
— ¿Algo a cambio? –lo miré sorprendida ¿de qué estaba hablando?
—Sí, he venido por ti –me apoyé en la ventana.
—Bueno, ya lo he hecho –su mirada estaba confundida –pasaré por alto la voz de una chica que escuche al otro lado de la línea ¿te parece? Has roto el trato.
—Esa era Amalia, estábamos conversando algo importante –por el tono, parecía decir la verdad. Quizás Amalia estaba tratando de que entrara en razón sobre su secta misteriosa –ahora, si es por eso tu también has roto el trato, ya que una novia no se va con otro chico en motocicleta.
— ¡Oh basta! Estás exagerando, además quería conocer el lugar.
—Dame un beso –di un paso hacia atrás al escucharlo –en la mejilla por lo menos, será tu pago por hacerme venir.
—No.
—Solo es en la mejilla, Amaya –lo miré desconfiada ¿Qué tenía Damián sobre los besos? –lo prometo, me lo merezco.
—Si mueves la cara, olvídate de todo trato ¿has escuchado? –él asintió sonriendo, con esa mirada triunfadora. Me acerque a él, lentamente, mirando como su rostro estaba fijo hacia adelante. Posé mis labios sobre su mejilla por dos segundos que lucieron una eternidad, pude sentir como sonreía.
— ¿Ves? Nada difícil, ahora sube al auto y explícame lo que ha sucedido para que ese chico te haya dejado sola.
Hice lo que me dijo y sin problemas le explique lo que había pasado con Juliana, claramente sin detalles sobre mis muñecas, ni nada que provocara más preguntas.
—Si te gusta Leonardo deberíamos dejar el trato hasta aquí, Amaya –lo mire sin entender porque decía eso.
—Claro que no, el trato no es mi idea favorita, pero Leonardo no me gusta, es un amigo.
—Entonces debes tener cuidado en como tratas a tus amigos con novias, te dije que si seguías siendo tan linda ibas a provocar que más de una relación terminara por ti.
— ¿Sabes? No se para que te cuento todo esto, eres un idiota que no comprende nada –me cruce de brazos, enojada porque él no entendía la situación.
—No te pongas así, te estoy diciendo la verdad, sin bromas ¿Qué harías si tuvieras un novio y lo encontraras en esa situación? –eso era obvio.
—Seria lo bastante madura para ver que es un abrazo de consuelo y no de coquetería.
— ¿Consuelo? ¿Por qué estas triste? ¿Ha sucedido algo en tu casa?
—No es nada, Damián, ahora solo ¿me podrías llevar? –él frenó en la carretera a Ciudad Blanca, estacionando a un lado.
— ¿Sabes? Eres muy injusta –me miró un tanto enojado –yo te he dicho bastante como para que tengas confianza en mí.
—No es eso, solo que no quiero hablar ahora, mejor maneja…tengo que hacer mis tareas.
—Yo igual, pero no me moveré de aquí hasta que me digas que demonio está ocurriendo, eres extraña y quiero saber porque, yo te dije el motivo de mi comportamiento, ahora es tu turno.
—Es algo demasiado privado y no te lo diré, así que por favor maneja de nuevo o saldré de aquí y pediré que alguien más me lleve.
—Eres demasiado testaruda ¿sabes? Eso no te llevar a ningún lado y seguirás usando esa Amaya falsa del comienzo.

El camino de vuelta fue en un absoluto silencio y solo me despedí agradeciendo que haya ido por mí.
El resto del fin de semana se basó en compartir con mis padres y en el estudio, no me comunique con Damián, ni con Leonardo, creo que ambos estaban molestos, aunque el primero  sin duda alguna estaba molesto conmigo. No me sentía mal por no contarle mis secretos, él era alguien que me agradaba, pero no deseaba que supiera sobre mi pasado, no teníamos tal confianza aun.
El día lunes me fui al colegio correctamente uniformada, pude usar mi auto porque papá dijo que no habría problema alguno, pero que hoy tendría que ir a clases de conducción para poder obtener mi licencia. Siendo este un pueblo tan pequeño, no había problema en desistir de algunas reglas del tránsito, no cuando Cristian tenía contactos en la fuerza policial.
Use mis audífonos para poder pasar desapercibida, sin tomar atención en nada más que mis zapatos, concentrándome en esconderme detrás de esa Amaya falsa, exactamente como lo había dicho Damián.
Inevitablemente llegaron a mi mente imágenes sobre el pasado, entrando por primera vez a la secundaria, aquella donde me había comportado tan mal con tantas personas, desde que estaba en primaria siempre había sido parte de las chicas “populares” y cuando por fin había llegado a mi futuro “reinado” nada cambio, no por los primeros meses.
Yo y mi grupo de seudo amigas fuimos capaces de humillar a quienes se nos interponía, a quien nos desagradaban y simplemente a alguien que nos sacara del aburrimiento. Sin embargo esa vida fue interrumpida abruptamente, acabando con todo lo que había conocido y siendo traicionada por el mismo grupo de amigas que me había acompañado durante toda mi vida.
—Buenos días –escapé de mis recuerdos al escuchar la voz de Damián a mi lado — ¿Cómo es posible que tengas una licencia tan rápido? He pasado por ti y me ha dicho tu empleada que ya te habías marchado –tiró de un lado de mis audífonos, interrumpiendo mi música.
—Me sigues hablando –susurré mirando a los lados, nadie se preocupaba de pasar desapercibido al mirarnos –pensé que estabas enojado.
—No –lo miré incrédula, su actitud distaba de haber cambiado su genio conmigo –no sigo enojado –sin más llevo su mano a la mía y la cogió, entrelazando sus dedos con los míos. Mi cuerpo entero se tensó al saber que el trato seguía corriendo y que estaba comenzando mi camino al mismo infierno –no te asustes.
—Sí, claro –él tironeó de mí para acercarme más a su cuerpo.
— ¿Damián? –una voz femenina nos llamo desde atrás. Nos giramos, aun tomados de las malditas manos y pudimos ver como Cloe nos miraba con su ceño fruncido…demonios, esto había sido rápido.
—Cloe, buenos días –dijo cortésmente, con ese tono amable que no era nada más que el Damián falso.
—Buenos días –sus ojos se fijaron en los míos.
—Hola –susurre nerviosa, esa chica me intimidaba, era peligrosa. Estaba vestida con el uniforme, dejando que su cabellera negra cayera bajo sus hombros, era hermosa y lucia letal.
— ¿Me puedes explicar algo? –su mirada se fijo hacia nuestras manos, traté de separarme, pero Damián me tomo con fuerza.
— ¿Qué debo explicarte? –Él la miro con gracia, como si su pregunta fuera ridícula –solo te presentare con Amaya, mi novia —ella no le dijo nada más, simplemente se fue.
—Bien, creo que deberás cuidar de mi desde este día –suspire y me solté de la mano de Damián, pero él no me dejo.
—Si no aceptas besos, no puedes negarme tu mano… —rodee los ojos y deje que me tomara la maldita mano –no te preocupes Amaya, no te sucederá nada.
—Como digas, ahora debo ir a clases, así que me acompañas o cada uno se va por su camino, ya Cloe te vio…no deberíamos seguir con el show.
—No, te iré a dejar a tu sala.
Caminamos por unos minutos, sin decir nada, solo seguidos por muchas miradas, unas de verdadero odio ¿Por qué había aceptado esto? Creo que la posibilidad de que Amalia hablara era mucho mejor a seguir con este juego de novios, pero ya no había nada que hacer, estaba en este problema y tendría que afrontarlo.
—No te pasara nada –dijo cuando llegamos a mi clase de matemáticas –solo llámame si alguien quiere hacerte daño ¿sí? –me miraba preocupado.
— ¿Por qué alguien querría hacerle daño? –miré hacia atrás de Damián y pude ver que estaba Leonardo con el ceño fruncido. Solté la mano de Damián inmediatamente.
— ¡Leonardo! Hola –dije sonriendo al ver que no venía con Juliana, quería saber que había pasado en el fin de semana con ella.
—Escuchar conversaciones ajenas es mala educación –Damián estaba serio mirando a mi amigo.
—Hola Amaya –se acercó y beso mi mejilla, dejando de lado a Damián, a quien ni siquiera tomo atención –entremos que ya viene el profesor.
—Muy bien –miré a Damián –nos vemos, adiós.
Entré a la sala y me fui directo a mi asiento. Me sorprendió ver que Leonardo se sentó a mi lado, quizás Juliana no vendría a clases.
— ¿Juliana está enferma o tiene alguna reunión? –Leonardo suspiró y justo en ese momento pude ver  como Juliana entraba, dirigiéndose hasta delante de nosotros, sentándose sola. Mire con los ojos bien abiertos a Leo, pero no me pudo decir nada, estábamos demasiado cerca, pero como todo estudiante adolescente, fui más creativa.
Al sacar mi cuaderno con mi libro, de inmediato arranque un papel y le envié uno a Leonardo, pregúntale que paso con Juliana, solo recibí una respuesta que me dejo sin aire y sin ganas de preguntar algo más hasta que fuera más tarde.
“Juliana y yo terminamos”
No lo podía creer, simplemente esto era maravilloso. No me gustaba Juliana para Leonardo porque se estaba convirtiendo en alguien cizañero y superficial, nada que fuera digno de estar cerca de mi amigo, una persona que valía la pena.
La clase paso lenta, mis ansias por saber lo que había pasado me dominaron. Sin embargo mi atención se fue a Juliana, quien me regalaba miradas de odio cada cierto tiempo.
Finalmente el timbre sonó y por primera vez ordené todo con rapidez en mi bolso y me quede esperando a Leonardo para que me dijera todo.
—Vamos a comprar algo, tengo hambre –dijo con su mochila puesta. Asentí y lo acompañe en silencio hasta la cafetería.
—Entonces… —dije como que no quería la cosa.
—Siento mucho haberte dejado sola Amaya ¿Cómo volviste? ¿Andrade fue por ti?
—Sí, lo llamé y llegó en unos minutos, pero no importa, iremos otro día ¿no? así me enseñas mejor el lugar.
—Claro –dijo sonriendo. Me gustaba la sonrisa de Leonardo, era…brillante o algo por el estilo, pero lo envidiaba.
—Leo… ¿Qué sucedió con Juliana? –Su mirada se entristeció al escucharme, lamente ser tan directa –lo siento.
—No, está bien —compro su barra de chocolate y caminamos hacia el pasillo del patio –las cosas iban mal, ya no quería soportarla más, así que decidí que mejor era darnos un tiempo.
— ¿Tú has cortado la relación? Porque esa excusa de “tenemos que darnos tiempo” no sirve Leonardo.
—Bueno —se apoyo en la muralla de piedra –si lo dices así, entonces yo terminé la relación.
—No puedo decir que me apena esta noticia, además que se veía venir, te advertí de su comportamiento.
—Lo sé, pero aun no puedo dejar de sentirme mal y de extrañarla —suspiró mirando hacia los demás. Le iba a dar palabras de ánimos, pero cuando le iba a proponer que fuéramos a comer algo luego de mi club de lectura, sentí como unos brazos rodeaban mi cintura y me hacia girar sin previo aviso, sobre varios centímetros de altura. No me tomó nada saber que era Damián el culpable.
— ¿Y esas caras largas? –Sonrió mirando a Leonardo — ¿Cómo estuvo tu clase? –lo miré de mala forma, no quería que estuviera aquí, estaba conversando con Leonardo algo muy serio.
Me acerqué unos pasos hasta él, quedando muy cerca de su rostro.
—Estoy ocupada ahora, hay un problema… ¿Por qué no nos dejas solos?
—Si te quedas así de cerca me tientas Amaya –fruncí el ceño al escucharlo ¡Damián estaba loco! Di unos pasos hacia atrás, pero él me tomó de las correas de mi mochila y me acerco a él de un solo movimiento –tenemos un trato… —tuve que mover mi cabeza hacia atrás o sino sentiría sus labios.
—Estoy hablando con Leonardo, aléjate un poco –lo empujé pero era inútil.
—Puedes utilizar las clases, todo tu horario es junto a él.
—Ahora no, vete ya Damián —él sonrió al escucharme.
— ¿Sabes? Has sido la única que me aleja siempre de su lado —rodeé los ojos, Damián y su ego acabarían conmigo un día –si me das un beso en la mejilla te dejare almorzar tranquila con tu Leonardo.
—No es mi Leonardo –susurre, mirando hacia mi amigo. Gracias al cielo que estábamos a varios metros, no me escuchaba. Por su expresión note que no estaba nada feliz por lo que sucedía.
—Ya has escuchado mis términos —rodeé los ojos y me empiné hasta besar su estúpida mejilla. Él me presionó contra él y aquel beso duró más de los segundos que deseaba.
—La odio —escuché decir a una chica que pasaba cerca, no pude notar quien era, pero su tono de voz me asusto.
—Damián —susurré ahora cerca de su oído –sueltamente ahora mismo o este plan muere aquí mismo.
—No te pasara nada, Amaya –me dejo libre y sonrió. Luego solo se giro y se fue como si nada hubiera pasado.
—Se ven bien juntos –dijo Leonardo, ni siquiera pude responderle ya que el timbre sonó y nos fuimos a clases.

Las horas comenzaron a pasar y no tenía tiempo de poder hablar con Leonardo, en cada recreo Damián llegaba a molestarme….de cierta forma, porque hacía que me riera bastante con las estupideces que decía. Aun así mi preocupación no disminuía, en cada minuto tenía más miradas un tanto malvadas por parte de las demás chicas.
—Ahora si –dije sentándome en la cafetería, ya tenía mi bandeja lista con mi comida –ahora quiero saber más… —Leonardo negó sonriendo.
—No hay mucho de qué hablar, debes saber lo que es terminar un noviazgo ¿no?
—Pues sí, pero eso fue hace mucho tiempo, quiero saber si ella te hizo algún escándalo ¿Cómo se lo tomo? –noté cierta incomodidad por parte de Leonardo, me sentí mal al pensar que podía estar siendo la que provocaba esa sensación.
—Fue una locura, hasta me saco en cara mi amistad contigo –abrí mis ojos sorprendida.
—Eso es ridículo.
—Lo mismo le dije yo –no sé porque me sentí mal al escuchar aquella afirmación –pero ella insistía que la dejaba por ti, que no la miraba como antes ¡parecía una discusión de casados! –Bufó tomando de su jugo –le aclare que tu solo eras mi amiga y que además eras novia de Damián.
—Ya veo, que ridículo…. –tomé también de mi jugo.
—La extrañaré, pero ella dejo de ser esa persona que me gustaba —lamentaba tanto que él estuviera triste por ella.
—Podríamos hacer algo hoy para que te animes, ir a comer un helado o algo por el estilo —él enarco una ceja al escucharme.
— ¿Crees que soy una chica que necesita comer kilos de dulces para animarse?
—No pierdes nada con probar, así te sentirás mejor, no sabes cuán bien hace –entrecerró sus ojos, mirándome con esos ojos negros tan profundos.
—Tú tienes club de lectura hoy.
— ¡Me puedes acompañar! –Tomé de nuevo jugo al notar lo contenta que estaba, no era correcto –aunque luego debo ir a clases para tener mi licencia de conducir.
— ¿Tienes un auto? –me miró sonriendo.
—Mis tíos me lo regalaron para mi cumpleaños, así que podre ir a verte a las afueras del pueblo.
—Eso sería genial, ahora nadie nos interrumpirá.
— ¿Cómo está tu almuerzo? –me tense al escuchar la voz de Damián. Miré hacia mi lado, estaba sentándose con nosotros.
—Esta bueno ¿Qué haces por aquí? –habíamos quedado para que el almuerzo fuera libre, nada de actuación.
—Estaba aburrido por allá –miré hacia donde se sentaba y pude ver como Cloe conversaba animadamente con un chico rubio, muy guapo.
— ¿Ese es Tobías? —él asintió, mirando de reojo a Leonardo, quien estaba ahora atento a su celular –puedes quedarte aquí entonces, come con nosotros –Damián me agradaba, no me gustaba que se sintiera mal porque Cloe estaba con otro, pero aun así…tenía esa sensación de satisfacción al ver que ella lo seguía rechazando, era exactamente lo que sentían las chicas a las que él había tratado mal, comportándose como un idiota.
—Muy bien, iré por mi almuerzo —se puso de pie y se alejo.
— ¿Cómo demonios sucedió esto, Amaya? –dijo Leonardo mirando a Damián que iba por sus cosas.
—No es tan malo como piensas.
—Si te llega a hacerte daño, tú dímelo, le romperé un par de huesos para que no quiera jugar con nadie más.
— ¿Jugar? ¿Crees que soy solo un juego? –me llamó la atención su tono de voz.
—No, pero él no se caracteriza por tener novias Amaya, no quiero pensar que esté tratando de utilizarte —fue lo único que alcanzo a decir, cuando Damián ya estaba de vuelta.

Al finalizar el almuerzo, estaba segura de dos cosas. Una, que no volvería a compartir un almuerzo como ese par y dos, que Damián y Leonardo no eran del agrado del otro. Fue realmente tenso el ambiente que nos rodeó cuando Damián volvió a comer con nosotros, pero todo paso al olvido cuando tuvimos que ir a clases de nuevo.
Las horas pasaron y Leonardo me acompañó hasta mi club de lectura, dijo que otro día podríamos ir a comer algo porque no estaba con buen ánimo y que solo sería un mal acompañante.
Amalia en la hora de lectura no me habló ni me interrogo sobre cómo iba todo con Damián, lo que agradecí mentalmente, no quería mas presiones porque iba a terminar colapsando.
Así que cuando salimos de la sala de lectura, ya que como me quede con Leonardo no pude ir a leer al leer como lo había hecho los lunes anteriores. De seguro Damián me estaba agradeciendo por no  interrumpir su hora feliz en aquel lugar.
— ¿Viniste en tu auto? –preguntó Leonardo cuando salíamos del colegio.
—Si ¿necesitas que te lleve?
—Claro que no, traje mi moto.
—Bueno, entonces nos vemos mañana –dije mientras bajábamos las escaleras de la entrada –y sube ese ánimo, por algo suceden las cosas…quizás hasta puedan volver a estar juntos.
—Si —susurro entristecido –como sea, nos vemos mañana  —se acercó para besar mi mejilla, pero en ese mismo instante unos brazos me rodearon con tal agilidad que me levantó varios centímetros del suelo, alejándome de Leonardo…de nuevo.
— ¡Damián! –dije nerviosa porque me tenía tan cerca. Tuve que cuidar que mi falda no se elevara dejando que se viera mi ropa interior — ¡Idiota, bájame! –comencé a reír de nervios por lo que estaba sucediendo.
—Era una broma —dijo a mi oído. Tuve que empujarlo para que me dejara en el suelo, cada momento que tenia no se podía controlar, era demasiado coqueto.
Mire hacia donde estaba Leonardo y vi que me hacia una seña para después irse hacia donde estaba su moto.
—Me estaba despidiendo de Leonardo –caminé hacia donde tenía mi auto –no debiste hacer eso Damián, eres un mal educado…
—Solo quería hacerte reír, además no fuiste hoy a leer, me estaba acostumbrando a que estuvieras ahí.
—Mentiroso, lo más probable es que estuvieras feliz, pensando en cómo conseguir a Cloe –lo empujé un poco, bromeando con él.
—Tú eres la mentirosa, me extrañaste, estabas aburrida con tu amigo deprimido –me empujo jugando, pero fue demasiado brusco, hizo que mi pie se doblara y que mi cuerpo fuera directo al cemento.
No tenía idea de que estaba hecho Damián o si se apodaba flash, pero me alcanzó a tomar de la mano, evitando que chocara con el suelo. Me apoyó mejor con su otro brazo, sujetándose de mi cintura, provocando que mi corazón saltara del susto y por sus movimientos.
Al segundo cuando abrí mis ojos, vi que estaba demasiado cerca. Rodeé los ojos, esto era increíble ¿Cómo se daba una situación así?
—Estas muy cerca –él sonrió al escucharme –aun no entiendo la facilidad que tienes para estar en situaciones como estas.
—Es porque tus labios me llaman.
—Eres imposible Damián, conmigo no te sirve tu plan seductor –se acercó unos centímetros más.
— ¿No? ¿Y porque estas sonrojada? –podía sentir su nariz contra la mía. Me quede helada al darme cuenta de que tenía razón.
— ¿Sera porque estuve a punto de estrellarme contra el piso por tu brutalidad?
— ¿Brutalidad? Tú empezaste…
—Deja de bromear y deja que me ponga de pie –rápidamente tapé sus ojos con mi mano libre, su mirada me estaba poniendo nerviosa.
—Amaya Varela –sonrió curvando sus labios –eres a la única que le digo este tipo de bromas, así que no creas que este es mi plan seductor –finalmente dejó que me pusiera de pie. Baje mis manos de su hombro y ojos.
—Si claro, entonces ¿Cuál es tu plan seductor? Eres el típico idiota Damián, solamente que tu estas encubierto...de una forma magistral –me giré para seguir con mi camino.
— ¿Quieres saber cómo lo hago? –Caminó a mi lado rápidamente hasta adelantarme varios pasos –te hare una demostración, no es muy difícil y no es gran cosa.
—Muy bien, pruébalo… yo tengo una mejor técnica —caminó rápidamente hasta apoyarse en mi auto, esperándome.
Avance hasta él con una sonrisa, Damián tenía la gran facultad de hacerme reír cuando quedaba como un idiota.
 –Damián Andrade —dije como si fuera la primera vez que lo veía — ¿Qué haces aquí?
Su semblante serio y esa mirada profunda llamaban mi atención, pero no tanto para hacerme caer.
—Amaya ¿no? –asentí aun con mi sonrisa burlona.
Estaba esperando para que siguiera hablando, pero no lo hizo. Simplemente me tomó del brazo y me apoyó en el auto, dejándome atrapada con su cuerpo.
— ¿Esto haces? Debes estar bromeando… –sin más se acerco a mi nuevamente, dejando su rostro muy cerca del mío.
—No tengo una técnica —susurró sonriendo –cada chica es única y no puedo tener un repertorio; generalmente vienen a mí, pero la única a quien no le intereso…digamos que está interesada en otro o eso pienso.
—Ya verás que Cloe te eligiera a ti, Damián…ahora deja de actuar y aléjate.
—Claro, pero antes quiero probar algo —fruncí el ceño al entender lo que estaba tratando de hacer.
Me quede helada, no me podía mover y para mi sorpresa, no estaba intentando alejarme.
— ¿Este es tu estilo, Amaya? ¿Qué te tomen desprevenida? Eres muy buena leyendo a las personas, así que usualmente sabes cómo es alguien ¿esto es lo que te gusta?
—Basta… —susurré notando que su mirada alegre había cambiado a una mucho más seria.
— ¿Por qué? Si somos novios.
Cerré mis ojos al sentir que se acercaba otros centímetros, logrando que mi corazón saltara anticipadamente por poder sentir sus labios contra los míos. Sin embargo, aquel beso no llegó.
— ¿Ves que soy bueno? Estabas toda entregada para que te besara…que lamentable Amaya, pensé que eras resistente a mis encantos –fruncí el ceño molesta ¿se estaba burlando de mi?
—Eres un jodido idiota —sin más tire del suéter del colegio hacia mí y terminé con toda la distancia que nos separaba.
Deje que mis labios se posaran de forma suave sobre los de él. Los moví superficialmente al principio, dejando que se relajara ante aquel movimiento sorpresivo. Los labios de Damián eran increíbles, no pensaba que fuera tan agradable poder besarlo. Tan suaves, aunque fríos.
Mis manos como autómatas se fueron a su cabello para dejar que mis dedos se enredaran en el, tirando de ellos en una suave caricia. Sin duda le gustó ese movimiento.
Él llevó sus manos a mi cadera, empujándome contra el auto, pero al momento que trató de profundizar el beso, yo lo aleje con rapidez. Sonriendo victoriosa al ver su expresión de sorpresa.
—Y es así… como se hace, Damián Andrade —sonreí entrando a mi auto. Dejando a un Damián en estado de shock.


En la noche habrá otro capítulo ¡gracias a quienes leen otra vez esta historia! :D

3 Lectores:

  1. Oh ando un poquito retrasada en la lectura pero Wow yo en lo personal prefiero a Leo me cae mucho mejor me encanta Dani esta super la historia

    ResponderEliminar
  2. woooe amaya se las traeee..asi se hace!!

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

© Black Butterfly, AllRightsReserved.

Designed by ScreenWritersArena