lunes, 6 de enero de 2014

Demonio Blanco - Capítulo 2


Capitulo 2

Arreglé el cuello de mi blusa que era parte de mi uniforme y miré mi reflejo en el espejo. Tenía mi cabello como todos los días desde hacía ya un tiempo, pelirrojo, ondulado, suelto hasta arriba de mis hombros y tapando los lados de mi rostro. Pensé por un segundo hacer algo diferente, pero luego deseché esa idea ya que era inútil ¿para qué haría eso? o ¿por qué demonios haría algo así? La respuesta a esta última pregunta vino a mi mente de inmediato, estaba la imagen de aquel chico, Damián, sonriéndome y haciendo una seña de despedida. Mi estómago se revolvió afectado por los nervios que sentía al pensar que hoy quizás lo vería de nuevo.

Lo mejor que pude hacer fue ir hasta la cocina para desayunar, mis padres ya me esperaban abajo.
—Hola a todos –dije saludando a mis padres y a nuestra nana, quien le servía café a Cristian, mi padre.
—¿Cómo te fue ayer, hija? ¿Ya has hecho amigos? –me senté y tomé la caja de leche para llenar un poco mi taza.
—Sí, normal ¿han dormido bien? –tomé el café y llené mi cuchara pensando en cómo demonios podría hacer amigos para dejar tranquilos a mis padres, porque de seguro ya comenzarían con el mismo tema de siempre.
—Amaya, debes conversar más con los demás, así no podrás hacer ninguna amiga…o amigo –terminó diciendo mi mamá. Los miré y suspiré frustrada.
—Hablé con varias personas ayer, tres, ellos viven aquí a un par de casas mas allá —comencé a recordar el apellido.
— ¿No serán los Andrade? –dijo Cristian. Asentí cuando los nombró –ellos parecen buenos chicos — levanté los hombros sin afirmar o negar lo que él decía, no tenía la menor idea de cómo eran en realidad, solo había cruzado un par de palabras con ellos y por el tiempo que llevo en esta vida estoy segura que las apariencias engañan.
—¿Has dormido tranquila, cariño? –Preguntó Miriam — ¿no has tenido alguna pesadilla? –hice mi mano un puño.
—No, ninguna –era cierto, no había tenido ningún sueño extraño, pero el tema me incomodaba.
—Sabes que no te debes sentirte mal ¿sí?
Miré a mi nana que llenaba mi taza con agua caliente. Ella me regaló una sonrisa comprensiva ante las palabras de papá, a veces mis padres podían invadir mi espacio, no era una mal agradecida, sabía que ellos se preocupaban por mí, pero me incomodaban con sus preguntas frecuentemente.
—Gracias –tomé mi taza y comencé a beber de ella, mientras tomaba una galleta.
—Amaya —dijo papá, tratando de tomar el tema de nuevo.
—Basta por favor, ese tema no es agradable para que lo hablemos en la mañana, denme un respiro, es mi problema.
— ¿Tu problema? Amaya no puedes seguir de esa forma, pensé que el psicólogo había progresado contigo y que por eso te dio el alta…
De alguna forma me quede mirando a Cristian, observando cómo sus labios se movían y me hablaba, pero no lo escuchaba, solo me concentré en beber rápidamente mi café con leche y comer algo.
—Debo llegar temprano al colegio, nos vemos –dije sin esperar a que papá terminara de hablar.
—Amaya –dijo Miriam con el ceño fruncido –tú te vas conmigo ¿no es así? Debes esperar a que yo termine, siéntate hija –negué.
—Pediré un taxi, no te preocupes, iré a lavar mis dientes y me voy, que tengan un buen día, adiós.
No alcanzaron a decir nada cuando desaparecí de la cocina y subí a mi habitación. Lavé mis dientes y al escuchar la bocina del taxi bajé corriendo con mi bolso.
Al cerrar la puerta, pude ver como mi taxi comenzaba a irse sin mí, corrí para tratar de detenerlo, pero no hubo caso. Aunque cuando aquel auto se movió, apareció otro detrás de este, dejando expuesto a un chico que me levantaba la mano, haciendo una seña, sonriendo.
Me quede estática por varios segundos ¿qué demonios estaba haciendo Damián Andrade al frente de mi casa? Tragué saliva, nerviosa, cuando vi que se acercaba. Creo que era a la única persona que le quedaba tan bien su uniforme del colegio.
El pantalón gris más su blazer azul, le quedaba sin duda perfectos, incluso con el suéter blanco y las líneas verdes en el cuello; su corbata color rojo vino y su camisa blanca…lo hacían parecer como un modelo con el uniforme del Colegio Altair. Este chico sin duda era muy apuesto y sus ojos verdes resaltaban con fuerza.
En cambio yo… no debía lucir ni siquiera un poco decente con mi uniforme, ya que iba con el blazer abierto, la blusa no la había acomodado bien bajo mi falda y se veía la punta de esta.
—Buenos días Amaya —cuando llegó al frente de mí, me alejé un paso.
—Buenos días –mi tono sonó frio. Realmente no me agradaba lo que estaba sucediendo aquí.
—Noté que te ibas a ir en taxi, le pagué por el viaje que hizo hasta acá, pero puedes irte conmigo, no tengo ningún problema de llevarte al colegio, así te ahorras un gasto inútil –enarqué una ceja al darme cuenta de lo él había hecho.
—Eso es un atrevimiento de tu parte –mi estómago se revolvió cuando dije eso ¿Por qué le había dicho eso?
—Oh…bueno –dijo un tanto incómodo –era para ayudarte –me sentí mal de inmediato ¿Cómo demonios le había dicho eso? Y no lo decía porque no fuera cierto, sino porque ¿Cómo me atreví a decirle algo que de verdad pensaba? Tan solo necesitaba sacar de mi camino a este chico –entonces déjame llevarte por causarte este problema ¿te parece? –hice mis manos un puño.
No me debería subir al auto de un chico que solo vi ayer, menos cuando su hermana me dijo que tenía un club de fans un tanto psicópatas.
— ¿Sí? ¿Amaya? –asentí insegura, pero él comenzó a caminar hacia su auto, un Toyota yaris negro del año, hermoso.
No quería irme con él, pero tampoco deseaba llegar atrasada a otra clase. Gracias al cielo que mis horarios no coincidían con los de Damián, a pesar de estar en el mismo año, teníamos diferentes cursos.
Abrió la puerta del copiloto y me quedó mirando, esperando a que avanzara hacia él. Suspiré rendida. Fui hacia el auto y me senté incómoda por toda esta situación.
—Siento haber molestado.
Sentía unas ganas increíbles de decirle que no tenia porque tomarse estas atribuciones, que no le correspondía y que no tenía el derecho de tomar decisiones por mí, pero asentí callada ante lo que él dijo y durante todo el viaje no salió ni una sola palabra coherente de mi parte, la única respuesta que tenia por mi parte, eran monosílabos.
 —Ya nos queda poco, tu suplicio acabará pronto.
Creo que él esperaba que yo le dijera que estaba equivocado en lo que decía, que este viaje había sido lo más maravilloso, pero no era así, había sido sin duda algo incómodo. Solo asentí irritada y al momento que estacionó le dije un humilde “gracias” y salí corriendo de ahí.
No quería que nadie me viera cerca de él porque sinceramente sabia de lo que hablaba Amalia, entendía que este chico era deseado por muchas en este colegio y no estaba con ánimos de tener problemas con ellas solo porque él me quería como proyecto de trabajo voluntario.
Miré hacia atrás y vi como Damián me miraba con el ceño fruncido desde el auto, aquello me hizo caminar más rápido.
Llegué a la sala que me correspondía por un milagro del destino y me senté en el último asiento como usualmente lo había hecho durante mi vida.
—¿Puedo sentarme contigo? –Levanté la mirada y noté que había un chico, que gracias al cielo no era Damián –no acostumbro a sentarme de los primero y tampoco al medio….realmente me gusta el último puesto y veo que a alguien más igual ¿me puedo sentar contigo? –asentí un tanto sorprendida.
Aquel chico me sonrió mostrando una increíble dentadura, tan blanca como la de un comercial de pasta dental. Sus ojos negros brillaban de una forma impresionante y realmente se veía un chico agradable. Dejó su mochila en el respaldo y se sentó, estiró su mano hacia mí.
—Soy Leonardo Ulloa, un gusto –estreché su mano.
—Amaya Varela —después de saludarlo comencé a jugar con mis manos, un tanto nerviosa.
—Eres nueva acá ¿no? –Asentí, era obvio siendo que llegaba a mitad de año a su curso — ¿y de dónde vienes?
Dios…creo que teníamos a un hablador por aquí, ya veo porque le gustaba sentarse de los últimos.
—De la ciudad de La luna
— ¿Y qué haces por acá? ¿En este pueblo perdido?
—A mi papá lo trasladaron  —asintió sin decir nada.
Gracias al cielo llegó el profesor y todos nos quedamos callados. Leonardo después de varios intentos, tuvo que concentrarse en la clase y hacer los ejercicios de química, ya que yo, no era ninguna conversadora.
Al tocar el timbre Leonardo se despidió y se fue al recreo. Yo decidí quedarme en la sala haciendo los ejercicios que nos habían  mandado como tarea a casa. Mientras seguían saliendo los demás alumnos pude escuchar con claridad cuando unas chicas hablaban de Damián Andrade, aun se mantenían en su puesto, delante del mío.
— ¿Vivian, con quién crees que este de novio? –la chica del lado izquierdo rió.
—Es obvio que está con Eve, estoy segura, es preciosa y creo que los han visto salir varias veces juntos.
—Vivian deja de ver tantas películas, no porque él sea el chico más lindo de aquí va a estar con una descerebrada ¿no lo crees? Él es inteligente.
—Pero sigue siendo un hombre.
—No lo creo, yo creo que esta con Joan —Vivian frunció el ceño.
—No, ella es la secretaria del centro de alumnos, no seas habladora –la chica que se llamaba Vivian, de cabello negro y tomado en una trenza que apoyaba en su hombro miró a su amiga como si estuviera loca.
— ¡Vamos! se la pasan mucho tiempo juntos, debe ser así —ya iban dos nombres en la lista de Damián Andrade.
—Se dice que nunca lo han visto con nadie, quizás sea gay —Vivian se carcajeó al escuchar a su amiga.
—Lávate la boca con jabón antes de decir algo así Laura ¿Damián Andrade gay? Ni en tus sueños, es más, creo que ese chico solo es una imagen, desde que ingresó al colegio que es el presidente del centro de alumnos. Llevamos tres años votando por su lista.
—Imagen o no, haría lo que fuera por tenerlo ¡Es tan guapo! –recién ahí, Vivian y Laura estuvieron de acuerdo en algo, hasta yo asentí pensando que lo que decían era cierto.
Sin duda Damián era guapo, pero no era el único, había más chicos que estaban más que bien. Creo que estas chicas enloquecían por Damián porque tenía cierta popularidad y aire de misterio.
—Otra razón para que sea gay –ambas rieron. Notaron que estábamos solo las tres en la sala y decidieron salir de esta, mientras yo me mantenía con la cabeza baja anotando uno que otro número.
—Dios… —escuché la voz de Vivian y vi que miraba a Damián casi hipnotizada.
—Buenos días chicas, espero que estén teniendo una buena mañana de clases –les dio una sonrisa que incluso a mí me dejó encantada ¿quién demonios era este tipo? —¿me dan permiso? Necesito hablar con Amaya… —ambas me miraron y odié de inmediato a Damián, ahora estaría dentro de sus habladurías, eso era algo obvio.
—Claro –ambas asintieron y se fueron.
—Amaya.
Damián se acercó y se sentó en el puesto de adelante, apoyando sus manos en el respaldo de la silla y ahí dejando su cabeza, buscando mi mirada.
—Damián —cerré mi cuaderno para poder irme de aquí.
— ¿Te puedo preguntar qué te sucede?
—Ya lo has hecho –él rió.
—Soy culpable, pero es en serio ¿qué te sucede? Hoy has salido corriendo —suspiré.
—Íbamos atrasados.
—Quince minutos adelantados Amaya, quince —miré su expresión y ya no estaba tan sonriente como hace cinco segundos y por mi parte, la paciencia que me caracterizaba para tragarme las palabras no estaba siendo muy efectiva hasta ahora, pero me controlé, no iba a dejar de no ser percibida por los demás solo por este chico.
—Yo venía atrasada –tomé mi cuaderno para guardarlo en mi mochila, pero Damián me detuvo, dejando su mano sobre este –Oye… —le quite de un solo movimiento mi cuaderno.
—Solo quiero saber —rodeé los ojos y no pude controlar mi temperamento.
—Pensé que las mujeres éramos las que se interesaban indebidamente en la vida de los demás —él frunció el ceño.
—Solo estoy preocupado.
—Por alguien que no conoces –dije interrumpiéndolo -debes aprender a respeta los espacio personales, hay límites y no por que seas el presidente del centro de alumnos tienes el derecho de meterte en la vida de los demás, mejor vete con alguna de las chicas que está esperando por ti, es una mejor elección que estar conversando conmigo.
Le di la espalda para guardar mi cuaderno, sin poder creer que lo que había dicho, demonios. Tomé mi bolso y mi lápiz sin guardar este ultimo y salí rápidamente de la sala, gracias al cielo que Leonardo llegó a esta cuando Damián me llamó, tratando de detenerme.
Dejé a ambos atrás.
Me apresuré en ir hacia el baño y me encerré ahí hasta que sonó el timbre para volver a clases. Esperaba de verdad que con lo que le dije, Damián no se acercara más mí, no iba a estar en problemas de nuevo solo por llamar la atención.
Fui hacia la sala que me correspondía y me senté en el último puesto. Esta vez Leonardo se sentó en otro lado, con otra persona, lo que agradecí porque no quería estar respondiendo preguntas por lo que vio en el otro salón, además quería estar sola. Pude ver que Leonardo estaba conversando animadamente con una chica, era de piel morena y su pelo llegaba hasta un poco más debajo de sus hombros con un corte recto. Ambos reían mucho y pude notar como él tomaba su mano suavemente, supuse que eran novios y lo aseguré cuando ambos se acercaron a mí.
—Hola Amaya –dijo Leonardo –te presento a Juliana, mi novia –ella se acercó y me saludó con un beso en la mejilla — ¿quieres ir por algo a la cafetería? Así no te quedas en la sala, aburrida –él me miraba serio, supongo que estaba hablando por lo que sucedió en la sala en el recreo anterior, debió pensar que Damián me estaba molestando.
—Así no te aburres aquí –agregó Juliana, quien lucía bastante simpática.
—Está bien –arreglé mis cosas y me fui con ellos hacia la increíble cafetería que tenia este colegio. Juliana se fue hacia los dulces a comprar algo y Leonardo se acerco a mí.
—¿Estás bien? ¿Damián te trató de hacer algo? –fruncí el ceño.
—No, nada, es mi vecino, solo conversábamos —me miró desconfiado. No dijo nada más, pero la que siguió esta vez fui yo — ¿Por qué habría de hacerme algo? ¿Lo conoces?
Me miró por dos segundos sin decir nada, un tanto incómodo.
—Bueno, solo son rumores de él, no lo conozco personalmente, yo llegue este año al colegio, pero Juliana ha escuchado de él, ya que ella comenzó hace dos años atrás.
— ¿Y qué sucede con eso?
—Bueno, que desde que está aquí, el tipo tiene algo por las chicas nuevas, pero no estoy seguro Amaya, solo son rumores, ese chico sí que tiene una vida complicada, todos hablan de él.
—Ya me imagino porque, es un tanto entrometido.
— ¿Por qué? –Levanté los hombros sin darle mayor importancia –por lo visto le gusta ayudar a los demás, no lo sé.
—Iré a comprar algo –me acerqué a las frutas y le pedí al encargado que me diera una manzana y unas galletas.
Les avisé a los chicos que iría al baño, que nos encontrábamos después.
Miré en mi celular la hora y faltaba bastante aun para entrar de nuevo a clases, por lo que decidí ir al cuarto piso, ya que aun no conocía por completo el colegio y no quería interrumpir a Leonardo y Juliana.  Este lugar era gigante.
Observé a través de la ventana al llegar al cuarto piso, se veían a todos los alumnos en grupos conversando, riendo o discutiendo, negué y me fui hacia el final del pasillo donde estaban los baños, cuando llegué a la puerta me quede quieta al escuchar la voz de una chica.
—Por favor… —esa voz venía desde el baño de hombres.
¿Qué hacia una chica ahí? Me acerqué un poco para escuchar, hasta que realmente pude ver como había dos personas en un cubículo, sus pies quedaban expuestos.
—Dime que sí.
—No, no hagas esto –yo conocía esa voz –Joan, vamos, no arruines esto, trabajamos juntos, estamos en el mismo curso, no… —Damián no pudo seguir hablando porque algo sucedió que salió un gemido de su boca –No, basta —volvió a gemir.
—Damián, por favor…me encantas desde que estábamos juntos en el centro de alumnos —abrí mis ojos sorprendida, pero antes de alejarme y escapar de ese lugar, Damián salió del cubículo, con su pantalón desabrochado y apoyándose un tanto incómodo en los lavados.
—Ya dije que no ¿no tienes la dignidad que una mujer debe tener? Cuando se dice no, es no, no tienes que arrastrarte, eso es denigrante –me quede helada viendo como la chica de cabello castaño y corto me quedaba mirando mientras que sus  ojos se llenaban de lágrimas.
Miré a Damián y él frunció aun más el ceño al verme. Salí de ahí corriendo hacia las escaleras mientras escuchaba como la voz de Damián me llamaba.
—¡Demonios! –susurré entrando a los baños del tercer piso ¿Por qué esto me sucedía a mi? ¡Tenía que pasar desapercibida! ¡Así no iba a funcionar!... ¿qué iba hacer ahora? ¿Cómo lo iba a mirar a la cara de nuevo? No, esto no estaba bien.

Este colegio era gigante, podría esconderme de su vista ¿no?

Segundo capítulo, espero poder subir mañana de nuevo. Gracias por leer.

5 Lectores:

  1. esperando con ansias el capi, ya me estoy entusiasmando con esta historia (otra vez) jajaj felicitaciones dani
    DTB

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  2. que bueno que esta estaba esperando volver a leer esta historia que bueno que volvio la amo besos maru te felicito dani

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  3. Que bueno poeder leer de nuevo el cap y acostumbrarme a los nuevos personajes ..creo que si Amaya quiere pasar desapersibida su actitud debe ser otra porque asi de cortante lo que logra es que mas la sigan o quieran hablar con ella ... nos leemos en el sig cap y espero que sea pronto jejeje

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  4. kjajkajka q mala suerte tiene amya ojalas fuera un pokito mas simpatica si

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