Capitulo 2
Arreglé el
cuello de mi blusa que era parte de mi uniforme y miré mi reflejo en el espejo.
Tenía mi cabello como todos los días desde hacía ya un tiempo, pelirrojo,
ondulado, suelto hasta arriba de mis hombros y tapando los lados de mi rostro.
Pensé por un segundo hacer algo diferente, pero luego deseché esa idea ya que
era inútil ¿para qué haría eso? o ¿por qué demonios haría algo así? La
respuesta a esta última pregunta vino a mi mente de inmediato, estaba la imagen
de aquel chico, Damián, sonriéndome y haciendo una seña de despedida. Mi
estómago se revolvió afectado por los nervios que sentía al pensar que hoy
quizás lo vería de nuevo.
Lo mejor que
pude hacer fue ir hasta la cocina para desayunar, mis padres ya me esperaban
abajo.
—Hola a todos
–dije saludando a mis padres y a nuestra nana, quien le servía café a Cristian,
mi padre.
—¿Cómo te fue
ayer, hija? ¿Ya has hecho amigos? –me senté y tomé la caja de leche para llenar
un poco mi taza.
—Sí, normal
¿han dormido bien? –tomé el café y llené mi cuchara pensando en cómo demonios
podría hacer amigos para dejar tranquilos a mis padres, porque de seguro ya
comenzarían con el mismo tema de siempre.
—Amaya, debes
conversar más con los demás, así no podrás hacer ninguna amiga…o amigo –terminó
diciendo mi mamá. Los miré y suspiré frustrada.
—Hablé con varias
personas ayer, tres, ellos viven aquí a un par de casas mas allá —comencé a recordar
el apellido.
— ¿No serán los
Andrade? –dijo Cristian. Asentí cuando los nombró –ellos parecen buenos chicos —
levanté los hombros sin afirmar o negar lo que él decía, no tenía la menor idea
de cómo eran en realidad, solo había cruzado un par de palabras con ellos y por
el tiempo que llevo en esta vida estoy segura que las apariencias engañan.
—¿Has dormido
tranquila, cariño? –Preguntó Miriam — ¿no has tenido alguna pesadilla? –hice mi
mano un puño.
—No, ninguna
–era cierto, no había tenido ningún sueño extraño, pero el tema me incomodaba.
—Sabes que no
te debes sentirte mal ¿sí?
Miré a mi nana
que llenaba mi taza con agua caliente. Ella me regaló una sonrisa comprensiva
ante las palabras de papá, a veces mis padres podían invadir mi espacio, no era
una mal agradecida, sabía que ellos se preocupaban por mí, pero me incomodaban
con sus preguntas frecuentemente.
—Gracias –tomé
mi taza y comencé a beber de ella, mientras tomaba una galleta.
—Amaya —dijo papá,
tratando de tomar el tema de nuevo.
—Basta por
favor, ese tema no es agradable para que lo hablemos en la mañana, denme un
respiro, es mi problema.
— ¿Tu problema?
Amaya no puedes seguir de esa forma, pensé que el psicólogo había progresado
contigo y que por eso te dio el alta…
De alguna forma
me quede mirando a Cristian, observando cómo sus labios se movían y me hablaba,
pero no lo escuchaba, solo me concentré en beber rápidamente mi café con leche
y comer algo.
—Debo llegar
temprano al colegio, nos vemos –dije sin esperar a que papá terminara de
hablar.
—Amaya –dijo Miriam
con el ceño fruncido –tú te vas conmigo ¿no es así? Debes esperar a que yo
termine, siéntate hija –negué.
—Pediré un
taxi, no te preocupes, iré a lavar mis dientes y me voy, que tengan un buen
día, adiós.
No alcanzaron a
decir nada cuando desaparecí de la cocina y subí a mi habitación. Lavé mis
dientes y al escuchar la bocina del taxi bajé corriendo con mi bolso.
Al cerrar la
puerta, pude ver como mi taxi comenzaba a irse sin mí, corrí para tratar de
detenerlo, pero no hubo caso. Aunque cuando aquel auto se movió, apareció otro
detrás de este, dejando expuesto a un chico que me levantaba la mano, haciendo
una seña, sonriendo.
Me quede estática
por varios segundos ¿qué demonios estaba haciendo Damián Andrade al frente de
mi casa? Tragué saliva, nerviosa, cuando vi que se acercaba. Creo que era a la
única persona que le quedaba tan bien su uniforme del colegio.
El pantalón
gris más su blazer azul, le quedaba sin duda perfectos, incluso con el suéter
blanco y las líneas verdes en el cuello; su corbata color rojo vino y su camisa
blanca…lo hacían parecer como un modelo con el uniforme del Colegio Altair. Este
chico sin duda era muy apuesto y sus ojos verdes resaltaban con fuerza.
En cambio yo…
no debía lucir ni siquiera un poco decente con mi uniforme, ya que iba con el blazer
abierto, la blusa no la había acomodado bien bajo mi falda y se veía la punta
de esta.
—Buenos días Amaya
—cuando llegó al frente de mí, me alejé un paso.
—Buenos días
–mi tono sonó frio. Realmente no me agradaba lo que estaba sucediendo aquí.
—Noté que te
ibas a ir en taxi, le pagué por el viaje que hizo hasta acá, pero puedes irte
conmigo, no tengo ningún problema de llevarte al colegio, así te ahorras un
gasto inútil –enarqué una ceja al darme cuenta de lo él había hecho.
—Eso es un atrevimiento
de tu parte –mi estómago se revolvió cuando dije eso ¿Por qué le había dicho
eso?
—Oh…bueno –dijo
un tanto incómodo –era para ayudarte –me sentí mal de inmediato ¿Cómo demonios
le había dicho eso? Y no lo decía porque no fuera cierto, sino porque ¿Cómo me atreví
a decirle algo que de verdad pensaba? Tan solo necesitaba sacar de mi camino a
este chico –entonces déjame llevarte por causarte este problema ¿te parece?
–hice mis manos un puño.
No me debería
subir al auto de un chico que solo vi ayer, menos cuando su hermana me dijo que
tenía un club de fans un tanto psicópatas.
— ¿Sí? ¿Amaya?
–asentí insegura, pero él comenzó a caminar hacia su auto, un Toyota yaris
negro del año, hermoso.
No quería irme
con él, pero tampoco deseaba llegar atrasada a otra clase. Gracias al cielo que
mis horarios no coincidían con los de Damián, a pesar de estar en el mismo año,
teníamos diferentes cursos.
Abrió la puerta
del copiloto y me quedó mirando, esperando a que avanzara hacia él. Suspiré
rendida. Fui hacia el auto y me senté incómoda por toda esta situación.
—Siento haber
molestado.
Sentía unas
ganas increíbles de decirle que no tenia porque tomarse estas atribuciones, que
no le correspondía y que no tenía el derecho de tomar decisiones por mí, pero
asentí callada ante lo que él dijo y durante todo el viaje no salió ni una sola
palabra coherente de mi parte, la única respuesta que tenia por mi parte, eran
monosílabos.
—Ya nos queda poco, tu suplicio acabará
pronto.
Creo que él
esperaba que yo le dijera que estaba equivocado en lo que decía, que este viaje
había sido lo más maravilloso, pero no era así, había sido sin duda algo incómodo.
Solo asentí irritada y al momento que estacionó le dije un humilde “gracias” y salí corriendo de ahí.
No quería que
nadie me viera cerca de él porque sinceramente sabia de lo que hablaba Amalia,
entendía que este chico era deseado por muchas en este colegio y no estaba con ánimos
de tener problemas con ellas solo porque él me quería como proyecto de trabajo
voluntario.
Miré hacia
atrás y vi como Damián me miraba con el ceño fruncido desde el auto, aquello me
hizo caminar más rápido.
Llegué a la
sala que me correspondía por un milagro del destino y me senté en el último
asiento como usualmente lo había hecho durante mi vida.
—¿Puedo
sentarme contigo? –Levanté la mirada y noté que había un chico, que gracias al
cielo no era Damián –no acostumbro a sentarme de los primero y tampoco al
medio….realmente me gusta el último puesto y veo que a alguien más igual ¿me
puedo sentar contigo? –asentí un tanto sorprendida.
Aquel chico me sonrió
mostrando una increíble dentadura, tan blanca como la de un comercial de pasta
dental. Sus ojos negros brillaban de una forma impresionante y realmente se
veía un chico agradable. Dejó su mochila en el respaldo y se sentó, estiró su
mano hacia mí.
—Soy Leonardo Ulloa,
un gusto –estreché su mano.
—Amaya Varela —después
de saludarlo comencé a jugar con mis manos, un tanto nerviosa.
—Eres nueva acá
¿no? –Asentí, era obvio siendo que llegaba a mitad de año a su curso — ¿y de dónde
vienes?
Dios…creo que
teníamos a un hablador por aquí, ya veo porque le gustaba sentarse de los
últimos.
—De la ciudad
de La luna
— ¿Y qué haces
por acá? ¿En este pueblo perdido?
—A mi papá lo
trasladaron —asintió sin decir nada.
Gracias al
cielo llegó el profesor y todos nos quedamos callados. Leonardo después de
varios intentos, tuvo que concentrarse en la clase y hacer los ejercicios de química,
ya que yo, no era ninguna conversadora.
Al tocar el
timbre Leonardo se despidió y se fue al recreo. Yo decidí quedarme en la sala
haciendo los ejercicios que nos habían
mandado como tarea a casa. Mientras seguían saliendo los demás alumnos
pude escuchar con claridad cuando unas chicas hablaban de Damián Andrade, aun
se mantenían en su puesto, delante del mío.
— ¿Vivian, con quién
crees que este de novio? –la chica del lado izquierdo rió.
—Es obvio que
está con Eve, estoy segura, es preciosa y creo que los han visto salir varias
veces juntos.
—Vivian deja de
ver tantas películas, no porque él sea el chico más lindo de aquí va a estar
con una descerebrada ¿no lo crees? Él es inteligente.
—Pero sigue
siendo un hombre.
—No lo creo, yo
creo que esta con Joan —Vivian frunció el ceño.
—No, ella es la
secretaria del centro de alumnos, no seas habladora –la chica que se llamaba
Vivian, de cabello negro y tomado en una trenza que apoyaba en su hombro miró a
su amiga como si estuviera loca.
— ¡Vamos! se la
pasan mucho tiempo juntos, debe ser así —ya iban dos nombres en la lista de Damián
Andrade.
—Se dice que
nunca lo han visto con nadie, quizás sea gay —Vivian se carcajeó al escuchar a
su amiga.
—Lávate la boca
con jabón antes de decir algo así Laura ¿Damián Andrade gay? Ni en tus sueños,
es más, creo que ese chico solo es una imagen, desde que ingresó al colegio que
es el presidente del centro de alumnos. Llevamos tres años votando por su
lista.
—Imagen o no,
haría lo que fuera por tenerlo ¡Es tan guapo! –recién ahí, Vivian y Laura
estuvieron de acuerdo en algo, hasta yo asentí pensando que lo que decían era
cierto.
Sin duda Damián
era guapo, pero no era el único, había más chicos que estaban más que bien.
Creo que estas chicas enloquecían por Damián porque tenía cierta popularidad y
aire de misterio.
—Otra razón
para que sea gay –ambas rieron. Notaron que estábamos solo las tres en la sala
y decidieron salir de esta, mientras yo me mantenía con la cabeza baja anotando
uno que otro número.
—Dios… —escuché
la voz de Vivian y vi que miraba a Damián casi hipnotizada.
—Buenos días
chicas, espero que estén teniendo una buena mañana de clases –les dio una
sonrisa que incluso a mí me dejó encantada ¿quién demonios era este tipo? —¿me
dan permiso? Necesito hablar con Amaya… —ambas me miraron y odié de inmediato a
Damián, ahora estaría dentro de sus habladurías, eso era algo obvio.
—Claro –ambas
asintieron y se fueron.
—Amaya.
Damián se
acercó y se sentó en el puesto de adelante, apoyando sus manos en el respaldo
de la silla y ahí dejando su cabeza, buscando mi mirada.
—Damián —cerré
mi cuaderno para poder irme de aquí.
— ¿Te puedo
preguntar qué te sucede?
—Ya lo has
hecho –él rió.
—Soy culpable,
pero es en serio ¿qué te sucede? Hoy has salido corriendo —suspiré.
—Íbamos
atrasados.
—Quince minutos
adelantados Amaya, quince —miré su expresión y ya no estaba tan sonriente como
hace cinco segundos y por mi parte, la paciencia que me caracterizaba para
tragarme las palabras no estaba siendo muy efectiva hasta ahora, pero me
controlé, no iba a dejar de no ser percibida por los demás solo por este chico.
—Yo venía
atrasada –tomé mi cuaderno para guardarlo en mi mochila, pero Damián me detuvo,
dejando su mano sobre este –Oye… —le quite de un solo movimiento mi cuaderno.
—Solo quiero
saber —rodeé los ojos y no pude controlar mi temperamento.
—Pensé que las
mujeres éramos las que se interesaban indebidamente en la vida de los demás —él
frunció el ceño.
—Solo estoy
preocupado.
—Por alguien
que no conoces –dije interrumpiéndolo -debes aprender a respeta los espacio
personales, hay límites y no por que seas el presidente del centro de alumnos tienes
el derecho de meterte en la vida de los demás, mejor vete con alguna de las
chicas que está esperando por ti, es una mejor elección que estar conversando conmigo.
Le di la
espalda para guardar mi cuaderno, sin poder creer que lo que había dicho,
demonios. Tomé mi bolso y mi lápiz sin guardar este ultimo y salí rápidamente
de la sala, gracias al cielo que Leonardo llegó a esta cuando Damián me llamó,
tratando de detenerme.
Dejé a ambos
atrás.
Me apresuré en
ir hacia el baño y me encerré ahí hasta que sonó el timbre para volver a
clases. Esperaba de verdad que con lo que le dije, Damián no se acercara más
mí, no iba a estar en problemas de nuevo solo por llamar la atención.
Fui hacia la
sala que me correspondía y me senté en el último puesto. Esta vez Leonardo se sentó
en otro lado, con otra persona, lo que agradecí porque no quería estar
respondiendo preguntas por lo que vio en el otro salón, además quería estar
sola. Pude ver que Leonardo estaba conversando animadamente con una chica, era
de piel morena y su pelo llegaba hasta un poco más debajo de sus hombros con un
corte recto. Ambos reían mucho y pude notar como él tomaba su mano suavemente,
supuse que eran novios y lo aseguré cuando ambos se acercaron a mí.
—Hola Amaya
–dijo Leonardo –te presento a Juliana, mi novia –ella se acercó y me saludó con
un beso en la mejilla — ¿quieres ir por algo a la cafetería? Así no te quedas
en la sala, aburrida –él me miraba serio, supongo que estaba hablando por lo
que sucedió en la sala en el recreo anterior, debió pensar que Damián me estaba
molestando.
—Así no te
aburres aquí –agregó Juliana, quien lucía bastante simpática.
—Está bien
–arreglé mis cosas y me fui con ellos hacia la increíble cafetería que tenia
este colegio. Juliana se fue hacia los dulces a comprar algo y Leonardo se
acerco a mí.
—¿Estás bien? ¿Damián
te trató de hacer algo? –fruncí el ceño.
—No, nada, es mi
vecino, solo conversábamos —me miró desconfiado. No dijo nada más, pero la que siguió
esta vez fui yo — ¿Por qué habría de hacerme algo? ¿Lo conoces?
Me miró por dos
segundos sin decir nada, un tanto incómodo.
—Bueno, solo
son rumores de él, no lo conozco personalmente, yo llegue este año al colegio,
pero Juliana ha escuchado de él, ya que ella comenzó hace dos años atrás.
— ¿Y qué sucede
con eso?
—Bueno, que
desde que está aquí, el tipo tiene algo por las chicas nuevas, pero no estoy
seguro Amaya, solo son rumores, ese chico sí que tiene una vida complicada, todos
hablan de él.
—Ya me imagino porque,
es un tanto entrometido.
— ¿Por qué?
–Levanté los hombros sin darle mayor importancia –por lo visto le gusta ayudar
a los demás, no lo sé.
—Iré a comprar
algo –me acerqué a las frutas y le pedí al encargado que me diera una manzana y
unas galletas.
Les avisé a los
chicos que iría al baño, que nos encontrábamos después.
Miré en mi
celular la hora y faltaba bastante aun para entrar de nuevo a clases, por lo
que decidí ir al cuarto piso, ya que aun no conocía por completo el colegio y
no quería interrumpir a Leonardo y Juliana. Este lugar era gigante.
Observé a
través de la ventana al llegar al cuarto piso, se veían a todos los alumnos en
grupos conversando, riendo o discutiendo, negué y me fui hacia el final del
pasillo donde estaban los baños, cuando llegué a la puerta me quede quieta al
escuchar la voz de una chica.
—Por favor… —esa
voz venía desde el baño de hombres.
¿Qué hacia una
chica ahí? Me acerqué un poco para escuchar, hasta que realmente pude ver como había
dos personas en un cubículo, sus pies quedaban expuestos.
—Dime que sí.
—No, no hagas
esto –yo conocía esa voz –Joan, vamos, no arruines esto, trabajamos juntos,
estamos en el mismo curso, no… —Damián no pudo seguir hablando porque algo
sucedió que salió un gemido de su boca –No, basta —volvió a gemir.
—Damián, por
favor…me encantas desde que estábamos juntos en el centro de alumnos —abrí mis
ojos sorprendida, pero antes de alejarme y escapar de ese lugar, Damián salió
del cubículo, con su pantalón desabrochado y apoyándose un tanto incómodo en
los lavados.
—Ya dije que no
¿no tienes la dignidad que una mujer debe tener? Cuando se dice no, es no, no
tienes que arrastrarte, eso es denigrante –me quede helada viendo como la chica
de cabello castaño y corto me quedaba mirando mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas.
Miré a Damián y
él frunció aun más el ceño al verme. Salí de ahí corriendo hacia las escaleras
mientras escuchaba como la voz de Damián me llamaba.
—¡Demonios!
–susurré entrando a los baños del tercer piso ¿Por qué esto me sucedía a mi? ¡Tenía
que pasar desapercibida! ¡Así no iba a funcionar!... ¿qué iba hacer ahora?
¿Cómo lo iba a mirar a la cara de nuevo? No, esto no estaba bien.
Este colegio
era gigante, podría esconderme de su vista ¿no?
Segundo capítulo, espero poder subir mañana de nuevo. Gracias por leer.
esperando con ansias el capi, ya me estoy entusiasmando con esta historia (otra vez) jajaj felicitaciones dani
ResponderEliminarDTB
que bueno que esta estaba esperando volver a leer esta historia que bueno que volvio la amo besos maru te felicito dani
ResponderEliminarQue bueno poeder leer de nuevo el cap y acostumbrarme a los nuevos personajes ..creo que si Amaya quiere pasar desapersibida su actitud debe ser otra porque asi de cortante lo que logra es que mas la sigan o quieran hablar con ella ... nos leemos en el sig cap y espero que sea pronto jejeje
ResponderEliminarme encanto!!!
ResponderEliminarkjajkajka q mala suerte tiene amya ojalas fuera un pokito mas simpatica si
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