domingo, 5 de enero de 2014

Demonio Blanco - Capítulo 1


Demonio Blanco

En la vida de una adolescente, cada hecho marca tu vida como si fuera el ultimo día de esta, sin embargo, una cosa era entrar a un colegio nuevo a principio de año escolar, a los diecisiete y otra muy diferente era llegar a una nueva ciudad, a un nuevo colegio, a mitad de año justo después de que tu terapeuta te haya dado el alta.
—Muy bien, Amaya –dijo Miriam, mi madre. Sentí como mi estómago se revolvió por los nervios –no debes estar asustada, es tu primer día en el instituto, todos están igual que tu y ya has pasado por esto ¿no? –asentí.
—Pero ellos se conocen de antes, lo que es diferente.
—Amaya, tienes diecisiete años, eres hermosa y debes aprender a manejar estas situaciones –suspiré, sin quedar tranquila con sus palabras.
Que tu mamá te diga “hermosa” no significa que lo seas y menos que te trate de dar ánimos de esa forma, sobre todo con mi forma de ser, que me impedía ser lo que ella esperaba. Quizás fue muy pronto para dejar a mi terapeuta.

—Muy bien –sin mucho ánimo le respondí porque prefería salir del auto antes de tener que seguir escuchando sus consejos sobre cómo debería sobrellevar esta situación –me iré, o sino llegaré tarde y no quiero eso –ella me sonrió, aun en su mirada la podía ver preocupada.
—Espero que te vaya bien, trata de hacer amigos –asentí y me acerqué para besar su mejilla. Abrí la puerta para salir, pero Miriam me detuvo, atrapando mi brazo con delicadeza.
—Amaya… —dijo acercando un papel hacia mi –no seas tan despistada –tomé lo que me ofrecía y noté que era mi horario. No pude evitar sonreír y sonrojarme por la gran estupidez que estaba cometiendo.
—Lo siento –bajé del auto y lo quedé mirando hasta que vi a mamá desaparecer de mi vista.
Estaba en el Colegio Altair, de la Ciudad Blanca, lugar que quedaba a varias horas de mi antiguo hogar, que tampoco extrañaba, sin embargo, este lugar era bastante oscuro, escondido entre bosques y la humedad era horrible. Nos habíamos mudado porque mi padre, Cristian, era el Jefe de la Unidad de Narcotráficos, bajo su cargo estaba este lugar y además la ciudad La Luna, de dónde veníamos, era bastante grande comparada con esta, pero me podía acostumbrar a ello.
Todo este nuevo proyecto de vida por parte de mis padres, fue definitivo en junio, hace tan solo dos meses atrás. Tuve que dejar mi colegio, lo que fue bastante difícil ya que mis notas estaban volviendo a estabilizarse luego del año pasado, curso que aprobé con mucha dificultad debido a mi comportamiento.
Esperaba que este lugar no se volviera un infierno, es más, mi esperanzas recaían aquí, justo en el Colegio Altair, tan solo debía pasar muy desapercibida y no meterme con nadie, tan solo ir y venir por un par de meses antes de comenzar el último año y después ir a la universidad. Pan comido ¿no? solo debía controlar mi carácter y volver a tener la habilidad de comunicarme con otras personas, cosa que había perdido estos últimos meses, donde me enclaustre en casa para estudiar.

Levanté la mirada hacia el camino que me llevaba a la entrada del colegio. Habían muchas personas a mí alrededor conversando entre ellas, chicos, chicas y todos lucían como si fueran amigos desde hace ya tiempo, lo que era lógico, en un lugar como este, lo más seguro es que dejaran la escuela para entrar a secundaria juntos. Acomodé mejor mi mochila sobre mis hombros, avancé con rapidez hacia la puerta, con la vista hacia abajo, mirando mis zapatos.
No me gustaba estar en un colegio privado, pero por lo menos tenía una preocupación menos, la seguridad era mejor y esperaba que no hubiera problemas tan fácilmente entre los alumnos. Además el punto extra, el uniforme del Colegio Altair, no era horrible.
Un blazer azul oscuro, un suéter blanco con dos líneas verde en el cuello en V que tenia, además de una blusa blanca con una corbata color vino tinto. Mi falda iba plisada a cuatro dedos de mi rodilla, de color verde oscuro y negro. No era tan feo, me agradaba y era diferente al de mi antiguo colegio, lo que ayudaba a olvidar sucesos del pasado.
Subí las escaleras con cuidado de no tropezar, pero al pisar el tercer escalón unas chicas pasaron a mi lado con tanta rapidez y brusquedad, que me empujaron, incluso ellas resbalaron, pero lograron equilibrarse y salir del paso, en cambio yo… yo traté de sujetarme del pasamano pero fue imposible. Era el primer día y ya escuchaba los apodos que me pondrían por haber caído debido al hielo de los escalones.
 Simplemente cerré mis ojos, esperando a los golpes que recibiría al nivel de mi espalda y cabeza. Me rendí ante mi mala suerte.
— ¡Cuidado! —sentí que unos brazos evitaron que me desplomara, ayudándome a quedar sobre mis pies nuevamente. Me volteé asustada ante tanto movimiento –casi caes arriba de mi.
No puedo negar que por unos segundos me quede mirando aquellos ojos verdes tan sorprendentes. Mi propio héroe por lo visto, irónico, este podría llegar a ser un buen momento televisivo si estuviera insertada en alguna serie sobre adolescentes.
— ¡Damián! ¿Qué estás haciendo? ¡Vamos! –él aludido llevó su mano a su desordenado cabellos negro y sonrió.
—Ya voy  –le dijo a un chico alto de cabello oscuro que lo miraba con una expresión de enojo porque se estaba retrasando — ¿estás bien? –dirigió sus ojos verdes hacia mí. Tragué saliva sin ser capaz de decir nada. Él me miró un tanto extrañado –mi nombre es Damián Andrade, estoy en tercero, por si necesitas algo –dijo estirando su mano hacia mí.
Lo miré sin entender lo que estaba haciendo, además de que mi corazón estaba yendo a cien latidos por segundo.
— ¡Damián! –volvió a gritar su amigo.
—Bien –dijo bajando su mano –me tengo que ir, que tengas buen día –subió el resto de los escalones con rapidez hasta llegar a donde su amigo, que le dio un golpe en el hombro.
— ¡Apresúrate! Nos están esperando –me sujeté del pasamano nuevamente.
—Demonios –dije susurrando, de lo cual me arrepentí al ver la mirada asustada de una niña que me escuchó.
Soy una inútil, aquel chico guapo y de mi año había sido capaz de ayudarme para así no quedar con alguna contusión, me había saludado y además se había presentado amablemente ¿y yo lo dejé con su mano estirada? Soy una idiota, me había vuelto en alguien sin gracia, definitivamente.
Derrotada entré abatida al colegio sin poder dejar atrás el momento ocurrido hace solo unos minutos. Miré mis manos y noté que no tenía mi horario. Volví hacia la entrada para ver si la había dejado caer, pero no había nada.
Miré a mí alrededor y todos estaban entrando, ya no quedaban demasiados alumnos como para atreverme a preguntar. Empecé a jugar con mis manos, nerviosa. Sin otro remedio tuve que entrar y buscar la recepción del colegio, gracias al cielo no me tomó mucho ya que estaba a unos metros de la puerta principal.
—Buenos días –dije con voz baja. Había una mujer mayor en el mesón, tomaba de su café.
—Alumna nueva, buenos días –me sonrió amablemente, lo que me ayudó a hablar un poco más fuerte.
—He perdido mi horario de la semana –ella enarcó una ceja.
— ¿Cómo qué lo has perdido? –tragué saliva incómoda, su actitud ahora era diferente.
—Sí, yo lo perdí, lo siento —ella bufó cansada.
—Estos niños no son capaces de hacerse responsable de nada, tu nombre –dijo mirándome despectivamente.
—Amaya, Amaya Varela.
— ¿Amaya Amaya Varela? –negué, empezando a jugar con un cordón de mi mochila.
—Solo Amaya Varela —ella escribió algo en su computador y luego no me dijo nada, hasta que supuse que estaba imprimiendo mi cronograma. La mujer se fue hacia un mueble y sacó un papel, la miré aliviada, aun estaba a tiempo de llegar a clases.
—Esta es una solicitud de tu horario de clases, ahora ve a la oficina de al frente –mis hombros bajaron desanimada ¿Por qué me pasaba esto a mi? ¿Quién era capaz de pedir una solicitud para sacar dicho horario? ¡O sea, se imprimen de internet!
— ¿Al frente? –dije mirando hacia atrás.
—Eso he dicho, toma –cogí el papel.
—Gracias —Salí de ahí para luego entrar a la nueva oficina a donde me había enviado, por suerte me encontré a una mujer más joven, de unos veintisiete años.
—Tienes rostro de haber sido atacada por la señora Beatriz ¿no? –la miré sin decirle nada, no podía responderle que esa señora tenía una actitud de ogro y que además parecía uno.
—Mi nombre es Amaya Varela –dije pasándole el papel.
—Muy bien –ingresó algo al computador e imprimió de inmediato lo que sospechaba era mi cronograma –Aquí tienes…y linda, cambia esa actitud –dijo mirándome amablemente –o este lugar te comerá.
Tragué saliva, malditos colegios.
—Gracias –dije tomando el papel y saliendo de ahí. Miré el pasillo principal y no había nadie. Excelente. Miré mi horario y tenia matemáticas en la sala 203—C
— ¿C? ¿A qué viene la letra? —Me giré para preguntarle a la mujer que recién me había atendido pero ella iba entrando a la oficina de la señora Beatriz, alias la Ogro. Ahí no volvería jamás.
Comencé a recorrer el colegio, esto de verdad que intimidaba. Era por completo de madera oscura, alfombrado, lleno de cuadros famosos. Miré por la ventana hacia al frente y rápidamente corrí hacia edificio al ver un pequeño letrero plateado que tenia marcado la letra C. iba treinta minutos atrasada. El tiempo siempre corre más rápido cuando deseas lo contrario.
Comencé a mirar todas las salas que estaban ya con sus alumnos adentro, no fue hasta que tuve que subir al segundo piso para encontrar la maldita sala 203. Tomé aire para animarme, pero me quede con la mano hecha un puño al frente de la puerta.
—Te recomiendo que no entres –sentí un balde de agua fría en mi espalda al escuchar esa voz de nuevo. Miré hacia mi izquierda –El señor Martínez es muy estricto –tragué saliva nerviosa de nuevo, sin poder formular palabra –mira…haremos algo –pude ver que estaba con un libro de clases –vamos a decir que mi profesor te pidió un favor y que te hizo demorar ¿sí? –asentí sin poder volver a recuperar el habla.
Damián Andrade, este chico desconocido, tan guapo, me estaba hablando y ayudando de nuevo. Obviamente tuve que comportarme como una idiota y no responderle nada.
Se acercó a mí, muy seguro en su caminar y tocó con confianza la puerta. No se escuchaba ningún ruido en su interior hasta que un caminar llamó nuestra atención.
—Tu sígueme la corriente –dijo sonriendo, volví a asentir, como si no tuviera la capacidad para hablar.
Una chica abrió en ese momento la puerta y abrió los ojos al vernos ahí parados, aunque sospecho de que realmente abrió los ojos asombrada por el chico que tenia al lado.
—Damián –dijo ella con sus ojos grandes, demostrando lo sorprendida que estaba.
—Hola ¿podrías llamar al profesor Martínez, por favor?
—Claro –dijo ella con tranquilidad — ¡Profesor! –no tomó más de tres segundos para que el temible hombre apareciera ante nosotros.
Era bajo, moreno y con canas, llevaba pantalón de tela negro y una camisa blanca, sin corbata. Tenía el ceño fruncido y si, parecía terrible.
—Señor Andrade y –me miró por unos segundos –desconocida ¿Qué sucede?
—Profesor, he traído a la alumna Varela a su sala, la profesora Abigail nos pidió ir por su libro de clases, creyó que también estaba en su clase —el profesor enarcó una ceja y yo comencé a sonrojarme por aquella mentira, creo que Damián era bueno en esto.
—Así que la confundió, evite mentirle a los profesores señor Andrade. Bien, váyase a su clase y usted –dijo mirándome muy serio, lo que causó un escalofrió por mi parte –Señorita Varela, espero que sea buena en matemáticas para no tener que arrepentirme por dejarla entrar —asentí rápidamente.
En realidad me iba bien en todas las asignaturas desde que volví a concentrarme en los estudios, además del hecho de que no salía mucho y podía entretenerme en la escuela, cosa bastante triste, pero práctica a final de cuentas.
–Muy bien, entre –lo hice con la vista hacia abajo al comienzo, luego miré a todos mis compañeros. Los asientos estaban en su mayoría ocupados –ahí, atrás –dijo el profesor indicándome un asiento vacío, al final de la clase, solo era una mesa, por lo que no tendría compañero o compañera de asiento.
Me dirigí en silencio, sin mirar hacia atrás. Saqué mi cuaderno, libro y comencé a poner atención en la clase, bueno…en realidad no pude hacerlo. Realmente estaba pensando en aquel chico de ojos verdes, Damián. Era encantador, por lo visto tenía la confianza de los profesores, era bueno mintiendo y además deslumbraba a chicas.
—Señorita Varela –desperté de mi sueño cuando el profesor me habló –la he llamado por segunda vez, dígame el resultado de esta ecuación ¿no quedamos en qué era buena en matemáticas? De pie –tragué saliva nerviosa y me puse de pie lentamente.
—El resultado de X es tres séptimos –él sonrió.
—Muy bien, por lo visto no es una mentirosa como su amigo, el señor Andrade –al decir aquello un montón de susurros atraparon a los alumnos del salón.
—Él…él –dije mirando a toda la clase, sintiendo como me sonrojaba –él no, no es mi amigo –aclaré de inmediato para no dejarlo mal, ni llamar la atención. Era mi prioridad esta mitad de año que quedaba, pasar desapercibida.
—Muy bien…debería serlo, ahora asiento –hice lo que dijo y sentí mi rostro a mil grados de temperatura.
La hora de clase se sintió una eternidad, pero aun así agradecía que el señor Martínez no hiciera que me presentara. Estuve todo el tiempo en silencio, anotando lo que necesitaba de la clase y sin hablar con nadie, creo que no soy una chica a la que se acercaran fácilmente los demás. El timbre sonó  y todos con rapidez comenzaron a salir del salón.
Estuve todo el santo día sola, no era capaz de acercarme a nadie, ni una chica y menos a un chico. Cuando una compañera me miraba amablemente, yo bajaba la vista sonrojándome. Dios, tendría que aprender a hablar con los demás o si no iba a quedar como una rechazada por el resto de mi enseñanza, creo que estaba exagerando en pasar inadvertida.
Tomé mi mochila por última vez, ya completamente vacía porque había dejado todo en el casillero que se me había asignado, así que ahora tendría que dejar esta mochila en casa y venir mucho menos cargada que hoy. Ya más tranquila que todo el resto del día, me fui hacia la entrada principal para esperar a Miriam, pero mi celular comenzó a sonar al instante que toqué el cemento del estacionamiento.
— ¿Qué sucede, mamá?
—Amor, tendrás que llamar un taxi, no podré ir a buscarte –suspire frustrada –y quédate bajo un techo, que está lloviendo mucho –miré hacia el cielo y estaba normalmente nublado.
—Está bien –dije poco convencida.
Ambas cortamos y decidí irme caminando para evitar malgastar mi dinero, lo más probable era que llegara más rápido caminando que esperando a un estúpido taxi en este estúpido pueblo. Arreglé mi abrigo y me dirigí a la salida del estacionamiento.
Comencé a caminar tranquilamente mientras escuchaba mi música en el reproductor. Esto era relajante, ver y sentir como el viento movía todas las hojas y arboles, mientras iba escuchando una hermosa canción de Keane, Somewhere only we know. Sin embargo, no todo estaba saliendo como me hubiera gustado.
Una gota cayó en mi frente provocando que me preocupara al ver que me faltaba todavía mucho para poder llegar a casa y por lo que había notado en estos pocos días que había llegado a este lugar, el tiempo era un verdadero asco, además del hecho que este pueblo tenía una humedad que le hacía horrible a mi cabello rebelde.
Mi paso se volvió más rápido para que no mojarme por completo, pero me tensé cuando varios autos comenzaron a tocar la bocina, aquellos debían ser alumnos del colegio, había una gran cantidad de ellos que ya poseían un auto, personalmente no me llamaba la atención tener uno, además de no tener la edad suficiente para obtener uno, pero al parecer habían bastantes alumnos mayores de edad que tenían licencia.
Mis nervios sobre las bocinas comenzaron a aumentar más cuando uno de ellos bajó la velocidad e iba siguiéndome. Mi corazón comenzó a latir con rapidez por la preocupación de que fuera un psicópata.
— ¡Ey, tú! –dijo una voz femenina desde el auto. Me detuve y mire hacia adentro. En el interior de aquel Honda color negro no había solo una chica, había un chico también.
— ¿Si? –dije rindiéndome de nuevo a mi timidez.
—Sube, te mojarás –ella de cabello rubio y liso, que llegaba hasta bajo sus hombros, me miraba con esos ojos verdes increíbles, su piel acorde a este clima era blanca como la nieve. A su lado iba a un chico también rubio, de cabello corto con unos ojos azules, él era más bien pálido y bastante delgado, pero no por eso feo. Ambos traían el uniforme del Colegio Altair.
—No, muchas gracias –seguí mi trayectoria para que ellos siguieran la suya, pero ni por asomo tenían pensado hacer aquello.
— ¡Chica! Sube de una buena vez –fruncí el ceño por cómo me llamó de nuevo la chica que estaba manejando — ¡Te vas a mojar! E inevitablemente quedaré preocupada por una persona que no conozco va caminando en la carretera bajo la lluvia.
—No te preocupes, estoy bien –bajé la mirada y comencé a caminar más rápido.
—Disculpa que pregunte, pero… ¿eres sorda o algo parecido? No estás entendiendo –me tense al escuchar la voz del chico esta vez.
Realmente hablar con el sexo opuesto se había vuelto algo difícil los últimos meses, me había retraído hasta ese nivel.
— ¡Oh muy bien! –dijo la chica y frenó de manera brusca. Se bajó del auto y con velocidad se ubicó al frente mío.
Era como de mi estatura y de ultimo año. Me quedó mirando como si de verdad estuviera decidida a llevarme por las buenas o por las malas.
–Amalia Andrade –dijo estirando su mano hacia mí. La estreché con desconfianza, más al notar el apellido que tenía, era el mismo que el chico Damián –él es mi novio, Simón y te llevaremos ¿entendido? —quedé pensando en su proposición.
La verdad es que estaba comenzando a llover más fuerte y me estaba mojando, su oferta no lucía nada de mal. Además de pensar que de seguro ella estaba vinculada con ese maravilloso chico que me salvó de caer en las escaleras y de que no pudiera entrar a mi primera hora de clases.
—No hay motivo para desconfiar —de verdad lucía una buena persona o por lo menos me daba la impresión de ello.
—Gracias –dije mirando hacia el suelo. Ella abrió la puerta de atrás para mi e ingresé al auto –no tenían porque molestarse –dije cuando ella entró y comenzó a manejar. Pude ver como Amalia sonreía por el espejo retrovisor.
—Eres muy desconfiada —si, el mundo no estaba lleno de buenas personas y me había topado con un par de ellos.
— ¿Dónde vives? –preguntó el chico.
—En el condominio a la salida norte de Ciudad Blanca
— ¿En serio? –dijo Amalia volteándose por completo a mirarme, su novio la obligó a que se fijara por donde iba.
—Si –me concentré en mis rodillas.
—Eso es genial, ni siquiera tendremos que desviarnos del camino, vivimos ahí también –mi corazón latió con rapidez al notar que aquel chico, Damián, también vivía en ese lugar.
—Entonces ¿Cómo ha estado tu primer día? ¿Te han molestado por algo? –preguntó el chico.
—No –dije negando –me perdí al principio, pero… Damián Andrade me ayudó.
—Ya veo –dijo la chica –ten cuidado, Damián te puede meter en problemas, muchas lo quieren solo para ellas y actúan como verdaderas fieras cuando se acerca a una compañera –fruncí el ceño.
— ¿De qué hablas?
—Como notaras soy su hermana, bien, te contaré que Damián es muy cotizado entre las mujeres de ese instituto y mi hermano…tiende a acercase a niñas como tú, no me mal interpretes, me refiero a chicas nuevas que están perdidas, él es presidente del centro de alumnos –asentí para que siguiera hablando –chicas de ultimo año te pueden hacer la vida imposible si te ven muy cerca de él.
—Entiendo –dije finalmente.
— ¿Y bien? –Preguntó el chico — ¿has quedado en el curso de Damián o no?
—No, en otro.
—Lamentable…
El resto del camino Amalia y Simón se fueron hablando de trivialidades mientras yo me concentraba en mirar el paisaje, hasta que llegamos al condominio llamado Las Azaleas. Supuse que le habían dado ese nombre por la cantidad de aquellas flores que había en esta zona. Flores hermosas, sin duda.
—Esa de ahí es mi casa –era la primera casa de dos pisos, bastante moderna y diseñada por mi Miriam.
—Tu madre tiene buen gusto –dijo Amalia –pero tú no te irás directa a tu casa, iras con nosotros.
—No puedo –mi tono asustado hizo que ambos se voltearan a verme mientras Amalia ya se había detenido.
— ¿Te dirán algo malo? –negué.
—Es que…debo ir a hacer las compras.
—Entiendo ¡te acompañaremos! –no pude decir nada.
Ella siguió manejando hasta que llegamos a un par de cuadras y la casa de los Andrade salió a resplandecer. Era bastante grande, de color blanco con unos jardines hermosos.
—Ven –dijo Amalia ya fuera del auto. Salí de este y seguí a los chicos –debes conocer más gente de aquí, hay varios chicos y chicas, así haces amigos pronto –asentí.
Entramos a su casa y por dentro era tan asombrosa como por fuera. Me senté en un sofá mientras Amalia dijo que se iba a cambiar, Simón se despidió de las dos, dijo que volvería pronto. Estaba sola en una casa desconocida, así que como toda una chica valiente, me puse de pie para salir de esa casa, no tenía ánimos de hacer vida social realmente.
Me dirigí hacia la puerta y estaba a punto de abrirla cuando una voz provocó que me estremeciera.
— ¡Ey, tu! –me volteé de inmediato y pude ver como de la escalera bajaba el mismo chico que me había salvado de caer.
No era capaz de hacerlo, no era capaz de responder a su saludo y menos explicar el motivo del porque estaba aquí, por lo que abrí con rapidez la puerta para salir de ahí mientras escucha los llamados de Damián.
Corrí con toda las fuerza que me permitían mis piernas, lo que era bastante ya que era corredora en mi antiguo colegio, dos años atras. No pasaron muchos segundos antes de volver a ver mi casa, sonreí satisfecha, estaba a salvo.
Miré hacia atrás y mi sonrisa se fue por completo, Damián venia corriendo hacia mí, por lo que corrí aun más fuerte para escapar. Entré a la casa y cerré la puerta, saludé a mi nana y subí corriendo por las escaleras hasta mi habitación. Arrojé mi bolso al piso y me saqué el abrigo, estaba empapada. El comunicador en mi habitación sonó, por lo que conteste sabiendo lo que ocurría.
— ¿Señorita Amaya?
— ¿Qué sucede? –mi corazón estaba ahora al nivel de mi cabeza.
—Aquí hay un joven que necesita hablar con usted.
—Estoy ocupada en estos momentos, dígale que vuelva después por favor.
—Señorita Amaya…esta empapado –suspiré, derrotada.
—Está bien, ahora bajo –tomé mi camiseta negra ancha y mis jeans. Me cambié la ropa mojada y tomé mi cabello en un moño desordenado.
Bajé las escaleras luego de unos minutos, mi nana tenía a Damián en el sofá de la sala, junto a una manta que lo cubriera, tomando un té. Me quedé a varios metros de distancia.
— ¿Si? –dije como si nunca hubiera visto a aquel chico.
—Wow…tu si corres rápido, deberías unirte al grupo de corredores, te iría bien –asentí no muy convencida — Quería saber ¿Por qué corriste de mi?
—Siento haber estado en tu casa.
—Amaya, no hay problema ¿te has encontrado con Amalia? Es raro como suenan junto sus nombres, muy parecidos, quizás se lleven bien ¿la viste? –Asentí –no debiste correr así –me miro un tanto preocupado — ¿Qué harás ahora?
—Hacer mi tarea –él asintió.
—Eso adecuado, pero llamé a Amalia y dijo que tenias que ir hacer unas compras ¿quieres qué te acompañe? Así te ubicas mejor en el pueblo –recordé lo que había dicho su hermana.
—No es necesario, gracias…además ya llegará mi mamá.
—Ya veo ¿te puedo meter en problemas por estar aquí? –dejó su te en la mesa, la manta en el sofá y dio unos pasos hacia mí, yo retrocedí de inmediato.
—Si –mi voz salió un poco más segura –gracias por tu ayuda, que estés bien –le dije despidiéndolo.
—Oh…muy bien, nos  vemos mañana en el colegio entonces, adiós –se giró y se fue hacia la puerta.
Fui corriendo hacia la ventana y me quede escondida detrás de la cortina, mirando cómo se alejaba aquel chico. Realmente se toma el cargo de presidente del centro de alumnos en serio, ya que se pasó el día tratando de ayudarme. Veremos qué pasará mañana, no quería estar en contacto con él de nuevo, por lo que dijo su hermana, Amalia.
—Gracias Damián Andrade.

¡Hello! bueno, comenzamos con el remake de esta historia jajajajaespero subir rapidamente para llegar al final, pero la idea igual es que se adapten a estos nuevos personajes :D ¡Gracias por leer!

10 Lectores:

  1. Amo esta Historia :') y ya la extrañaba :D AMAYA soy tu fan!!!! :D como amo ha esa chica, y Damian *-* simplemente encantador, estoy tan inmensamente feliz de volver a leer esta historia :D esperare con ansias el próximo capitulo.

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  2. Woww raro comentar de nuevo esta historia jaja.
    La verdad q no tengo mucho q decir, espero cn ansias el final pero también se q falta un poco para eso y ademas, como tu bien dijiste, la historia se tiene q amoldar a los nuevos personajes.
    Como siempre aquí estaremos al pendiente,
    Gracias por volver a subir la historia!
    Un abrazo y nos seguimos leyendo.

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  3. Darte las gracias por retomar esta historia . Q razón tienes de que ahora debemos de adaptarnos a los nuevos personajes. Hasta pronto linda.

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  4. yes! al fin quiero saber como va a terminar esta historia jajja es raro adaptarse a los personajes pero bueno, el tiempo ayuda! :D gracias dani!!

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  5. me encanto poder leerla nuevamente .......la verdad no recordaba al detalle esta historia........asi que se siente como nueva .......................... tranqui danii la amaremos como sucede con vicky y alex..:)

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  6. Al leerlo me hizo recordar a Bella y Edward la verdad pero ahora sera a Amaya y Demia es bueno el adaptarnos a los nuevos personajes esta historia me encanto desde el inicio a si que sera super el leerle de nuevo y sobre todo leer su final cuando este llegue .. Dani gracias por esta nueva adaptacion ..

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  7. OOOOhhhhh, esta historia es muy buena, ahora a adaptarme a nuevos nombres pero no importaaa

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  8. see muy buena esta historia la verdad dani es q solo alcanze a leer 3 de tus historiass asi q no habia leido esta pero se q le ira bien la adaptacion xq se ve q tiene buena tramaa asi q relax ademas para kienes leian tendran su tan ansiado final XD :D

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  9. Ohhh.!!! si!!! Cuando leí esta historia la primera vez, me quede a la mitad del primer capitulo y al dia siguiente que quise continuar leyendo ya no estaba :( ¡imagina que casi me infarto cuando leo el prologo! Asi que grite cuando realmete me di cuenta de que si era la historia (en mi casa se me quedaron viedo raro xD), asi que ahora por casualidad me encontre con este blog buscando otra historia.... ¡SOY FELIZ CUAL PERDIZ Y BRICO EN UN PIE DE FELICIDAD! Pasando a otros detalles, es un poco raro leer que tiene personajes propios... pero no perdió su encanto. ¡GRACIAS! Ahora no se como voy a hacer para poder hacer tareas, la escuela y tus historias X.X Eres super genial C:

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