miércoles, 29 de enero de 2014

Demonio Blanco - Capítulo 10


Capitulo 10

Ya estaba en mi cama, había vuelto hacía cinco minutos del “regalo” de Damián y no pasaba segundo donde no me arrepintiera de haber bajado por esa ventana para ir con él. Me di vuelta por enésima vez, abrazada a mi almohada, tratando de despejar mi mente y poder dormir, pero fue inútil. Los recuerdos de lo sucedido me invadían una, otra y otra vez.


— ¿Qué sucede? –él sonrió un tanto nervioso, así que supuse que esto no podía ser algo bueno para él, pero excelente para mí. Estaba jurando que me diría toda la verdad.
—Necesito que hagas algo por mi…por eso te traje aquí, es un regalo por tu cumpleaños, pero espero que me ayudes a cambio.
— ¿Qué tipo de regalos haces si esperas algo a cambio? –me estaba confundiendo y todo esto ya no era tan lindo como al comienzo, menos cuando estaba hablando de algo que no me interesaba en realidad.
—De verdad quiero que seas tú quien me ayude…con Cloe –rodeé los ojos, cansada de este tema, no habría otra respuesta de mi parte.
—Ya te dije que no iba a hacerlo, tienes a Joan, hasta puedes pasar un buen rato con ella.
—No quiero que sea Joan.
—No lo haré Damián y no insistas…no me arriesgaré a que esa chica me odie, sé que tiene demasiadas influencias en el colegio, es obvio que es peligrosa.
—Por favor —se acerco a mí, con esa mirada de cachorro abandonado, sus ojos brillaban bajo las estrellas –ella no se prestara para eso, si logramos que funcione, ella solo tendrá comunicación conmigo, para tratar de persuadirme, Cloe no se presta para esas cosas.
—Ella puede que no lo haga, pero si tu club de fans ¡ni siquiera eres así de guapo para tener chicas psicóticas detrás de ti! –él sonrió, pero no permitió que cambiara el tema.
—Yo cuidare de ti, no dejare que te hagan algo, estaré al pendiente –su mirada lucía un tanto desesperada por conseguir una respuesta de mi parte.
— ¿Por qué no Joan?
—Porque le expliqué que no me gustaba de esa forma hace un tiempo…después de lo que pasó entre los dos, que solo fue algo de una vez y que no quería que se volviera a repetir ya que no había conexión, es así de simple –no podía creer lo que estaba escuchando ¿Damián era así de patán con las chicas? Prácticamente le dijo que no le gustaba porque era mala en la cama.
Fruncí el ceño, molestándome por sus palabras ¿Qué creía que eran las mujeres? ¿Juguetes para su entretención? Si no fuera porque Amalia me había amenazado con mi pasado, ahora mismo le daría una bofetada a Damián, por ser un idiota, pero no me podía arriesgar a perder su “amistad”. Por lo que decía, Joan estaba demasiado interesada en Damián y él tenía la desfachatez de decirle que era solo una aventura.
—Bien –respondí decidida, era hora que alguien le diera un escarmiento a Damián y esa…no sería yo, sino que sería Cloe quien le rompería el corazón en pedacitos, enseñándole lo que él había hecho hacia las demás chicas.
— ¿Qué? –me miró sorprendido ante mi cambio de pensamiento.
—Dije que está bien, pero con ciertas condiciones –no me iba a arriesgar a tener problemas por su culpa, pero si las cosas terminaban mal, tendría que estar respaldada –primero que todo, no seré la idiota de nadie, si vamos a jugar a ser novios no puedes estar con nadie más ¿has escuchado? No quiero que anden riéndose cuando a mi espalda.
—Hecho –su tono seguro me dejo en claro que había entendido ese punto, que era el menos importante en realidad.
—Bien, nada de besos ni caricias, no me gustas de esa forma y realmente estaría incómoda…has sido demasiado promiscuo.
— ¿Qué? ¿Pero cómo haremos que crean nuestro noviazgo? Eso es imposible, no me gusta esa condición –lo miré sin poder creer lo cara dura que podía llegar a ser.
—Te estoy haciendo un favor y ya veremos cómo lo hacemos, pero nada de besos ¿entendido?
—Bien…
—Tu celular siempre debe estar disponible para mí, eso quiere decir que si te llamo porque estoy en problemas, no debe pasar ni un segundo antes que te marque y tú me busques ¿claro?
—Como el agua…de eso no te preocupes, además que no deberíamos separarnos por mucho tiempo, somos novios ¿no?
Por su expresión podía jurar que pensó en todo momento que yo aceptaría, de todas formas se veía feliz.
—Cállate, ahora dime ¿Por qué yo? No soy el prototipo de chicas con las que sales –no era de las populares, era nueva y sabía que él era un sinvergüenza.
—Primero que todo, nadie sabe el tipo de chicas que me gusta porque nadie me ve con nadie…y segundo, porque eres mi primera amiga, me agradas y todo sería muy fácil contigo.
— ¿Fácil?
—Me refiero a que no habrá problemas de sentimientos y cosas así… —lo quede mirando desconfiada.
—Entonces estamos bien –me gire para salir de aquí, era tarde y mis padres podrían ir a mi habitación, aunque no les intrigaría que tuviera mi puerta con seguro, pero sí que no contestara a sus llamados.
—Yo también quiero poner una condición –se ubicó a mi lado y caminó a mi paso.
—No tendrías porque tener una, pero dila, ahora tengo curiosidad.
—Si yo no puedo salir con nadie, tu tampoco —lo mire incrédula, yo no tenía planes para estar con alguien hasta un futuro bastante lejano.
—No te preocupes, no tengo a nadie bajo la mira, así que acepto tu condición.
Seguimos caminando, ahora en un silencio un tanto incómodo mientras mis pensamientos se concentraban en lo que estaba ocurriendo.
— ¿Damián?
—Dime… —subimos el monte nuevamente para poder llegar hasta las bicicletas.
—Yo no cambiare mi forma de ser o de vestir por este plan, tenlo claro…no me convertiré en la chica “de oro” para Damián Andrade —si analizaba a Cloe, Joan o Eve, tenían las tres algo en común, eran hermosas y muy sofisticadas, cínicas e interesadas, pero eso se notaba cuando ya se les conocía un poco; yo no las conocía, pero tenía experiencia en el tema. Me gustaba poder descubrir cómo eran las personas, a pesar de que trataran de esconderlo.
— ¿Y por que habrías de cambiar? Eres perfecta como eres, que no te quepa duda… —inevitablemente me sonroje por su halago, no estaba acostumbrada a esos tratos, menos con Damián.
—No sacas nada hablándome de esa forma, la condición de no besos sigue en pie.
—No me puedes culpar por intentarlo –dijo riendo, pero cuando llegamos a la cima del monte tomó mi mano para que no avanzara más y me hizo mirarlo –no estoy bromeando, lo decía en serio.
—Sí, me queda claro que tratabas de intentarlo –él negó ante mis palabras. Me estaba confundiendo.
—Eres perfecta tal como eres –alejé mi mano de la suya, lo que lo hizo reír –no te espantes, solo es un cumplido y ahora…vamos a hacer esto de la forma adecuada, Amalia Varela… ¿quieres ser mi novia? –Cubrí mi boca para evitar reír ante lo que estaba haciendo — ¡vamos! Esto es serio, jamás le he pedido a nadie que sea mi novia.
—Estás loco —me quede atenta, mirando a Damián. Habían momentos que lo odiaba por ser tan cabrón, pero otras veces era como si saliera un chico que estuviera escondido detrás de Andrade, lleno de mentiras y defectos, esos momentos eran los cuales me convencían sobre seguir el plan de Amalia…y claro, su estúpida amenaza.
— ¿Y bien? –sus ojos verdes, brillaban ante la emoción de su estúpida broma.
—Acepto, Damián Andrade, rompecorazones del Instituto Altair, el lugar más raro en el he estado.
—Gracias por el honor, señorita Varela –hizo una reverencia de tal forma como si yo fuera parte de la realeza.
—Estás enfermo…y ya bajemos de aquí que debo estar en mi cama.
—Muy bien —comenzamos a bajar con extremo cuidado.
— ¿Damián? –Él me miró esperando que siguiera. Era el único que podía responder esto — ¿Cómo es que nos volvimos tan cercanos en tan pocas semanas?
—Eso se llama destino, Amalia, estabas destinada a llegar a mi vida y sacarme de la oscuridad –lo mire feo porque seguía bromeando –no te enojes, es una broma y creo que congeniamos bien porque…simplemente lo hicimos, no me molesta.
—A mi tampoco, hay momentos donde me caes bien —él sonrió al escucharme.
— ¿Tan bien como para besarme?  —lo di un empujón y reí al ver que se resbalaba y bajaba arrastrando su trasero por el resto del camino.
—Eso es por hacer que caiga sobre ti desde mi ventana, saco de huesos y carne.

—Genial, simplemente genial, Amalia… —negué sin poder creer donde me había metido, pero ya no tenía escapatoria.

Me desperté después de las tres de la tarde, no pude dormir hasta que ya había amanecido. El sonido de mi celular vibrando en mi mesa de noche fue el culpable de que tuviera que abrir los ojos.
— ¿Hola? –me removí en la cama, esperando que mis parpados dejaran de pesar tanto.
—Mi querida novia, sigues durmiendo –rodeé los ojos.
— ¿Por qué me estas llamando? Estaba durmiendo —bostece ruidosamente mientras me estiraba en la cama.
—Porque son más de las tres de la tarde y solo te quiero molestar.
—Te odio —repentinamente sonaron dos pitidos en el celular, tenía una llamada entrante, aleje el teléfono de mi oreja y vi de quien se trataba…Leonardo –tengo otra llamada, dame un segundo –cambie de llamado y le hable a Leo — ¿Hola?
—Hola, Amalia ¿Cómo estás? –sonreí al escuchar su voz.
—Muy bien, gracias por lo de anoche…fue lindo lo que hiciste ¡Y Juliana! Claro, los dos, gracias.
—Que bien que te gusto, fui yo él de la idea, por supuesto —sonreí aun más por lo que dijo, me alegraba que a él se le haya ocurrido, en vez de Juliana, tenía un significado diferente, ya que lo consideraba más mi amigo que ella.
—Por supuesto —susurre un tanto nerviosa — ¿me das un segundo? Espérame.
—Bien –presioné el botón para volver a hablar con Damián.
—Te debo cortar, me ha llamado Leonardo, deja de estar despertando a las personas que no dejas dormir, adiós.
—Pero Amalia… —no alcancé a detener mi dedo cuando corte la llamada y volví con Leonardo.
—Ahora si ¿Qué ha sucedido?
— ¿Quieres conocer la playa de Ciudad Blanca? Hoy es sábado y aun hay tiempo mañana para que sigas con las tareas, sería mi regalo de cumpleaños, un súper tour hecho por mí.
—Suena interesante, pero ¿Cómo es que Juliana no tiene reunión con las porristas hoy? –hubo un silencio bastante prolongado.
—Si la tiene, por eso te he invitado, así ambos no nos aburrimos ¿te gusta la idea?
—Me parece genial, pero no sé dónde queda — ¡Ja! Sería un paseo sin Juliana, lo que era agradable, por el hecho de que no seguiría escuchando sus preguntas fuera de lugar.
—No te preocupes, te pasaré a buscar ¿Cómo en una hora?
— ¡Excelente! –me senté en la cama ante la emoción, me gustaba pasar tiempo con Leo y esta era la primera vez que nos veríamos fuera del instituto —Entonces me levantaré porque estaba durmiendo.
—Muy bien, entonces nos vemos, iremos en la moto.

Ambos cortamos y yo salté de mi cama para ir al baño, que estaba en mi habitación. No me tomó nada de tiempo poder bañarme, pero si estuve mirando mi armario por diez minutos hasta que mamá llego a mi puerta tocando.
— ¿Amalia? ¿Estás bien? –su tono preocupado me hizo abrir con rapidez.
—Sí, estoy bien…no sé que me paso, dormí mucho.
—Me preocupe —dijo tomando atención en mis muñecas y piernas. Cubrí mis manos detrás de mi espalda, no me gustaba cuando me miraba de esa forma.
—No sé que ponerme, un amigo me vendrá a buscar para conocer la reservación, es del Colegio.
— ¿Y cómo se llama? –Miriam entró a mi habitación y se fue directo a mi armario, donde comenzó a buscar ropa.
—Leonardo Ulloa, es muy agradable —me senté en la cama, teniendo cuidado de que mi toalla no se moviera de su lugar.
— ¿Y te gusta?
—Claro que no –respondí de inmediato –es un amigo, él tiene novia, se llama Juliana –tomó una camiseta negra, de mangas cortas, que cubría mi cuello. Luego tomo una de mis pañoletas grandes a cuadros que me había traído tía Sulpicia un día y por ultimo tomo mis pantalones verdes.
—Te verías linda así.
—Me gusta –dije mirando el atuendo –gracias.
—Ahora me es muy fácil saber lo que te gusta, irónico siendo que estas en plena adolescencia.
—Bueno, no diremos que soy las niña más normal del mundo –tomé la ropa y ella aprovecho ese momento para acariciar mi rostro.
—Tú eres normal, no seas tonta…por lo menos eres normal para mí –se rió y fue hacia la puerta –por lo visto hoy saldrás, me gusta que tengas amigos Amalia…solo ten cuidado ¿sí?
—No te preocupes, todo saldrá bien.
Ella cerró la puerta y yo me seguí vistiendo hasta que cinco minutos después pude tomar mi casaca de cuero que había usado anoche y baje rápidamente las escaleras para poder comer algo antes de salir mientras arreglaba mis muñequeras.
Cristian no estaba  y Miriam se quedo en su oficina trabajando, así que me tome una leche  y comí una fruta, sin que me regañaran por comer tan poco.
— ¿Señorita Amalia? –mire a Nana que estaba en la puerta de la cocina mirando –primero que todo, tomar una leche y comer una fruta no es comida para el resto del día.
—Lo siento, es que estoy atrasada, me vendrán a buscar.
—Sí, un chico está afuera…en una moto —asentí emocionada y le di el ultimo mordisco a mi manzana para luego arrojarla en el basurero.
— ¡Excelente! –Me puse la casaca y me acerque a Nana –deje mi cama desecha, no te preocupes que yo la haré cuando regrese –me empine y le di un beso en la mejilla. Nana me miro sorprendida, creo que no recordaba la última vez que había hecho eso.
Salí corriendo hacia la puerta principal, donde me esperaba Leonardo sobre su moto y con esa blanca sonrisa que me gustaba tanto, era una sonrisa envidiable.
— ¡Hola! –me acerqué y lo salude con un beso en la mejilla.
—Hola, sube pronto —me pasó un casco y me lo puse de inmediato. Nerviosa me subí detrás de Leonardo –sujétate bien –se dio unas palmaditas en el abdomen, mis brazos lo rodearon como si fuera lo que más deseaba hacer.
No pude evitar sorprenderme al sentir lo marcado que estaba su torso.
— ¿Haces ejercicio? –él rió de inmediato, en cambio yo solo me sonroje por no controlar mi boca.
—Todos los días corro en la playa y hago flexiones…me gusta mantenerme en forma, me acostumbré.
—Y pensar que te vi tan niño la primera vez —volvió a reír por lo que dije.
—Sujétate bien ¿sí? No quiero que termines volando por la calle –asentí a sus instrucciones.
— ¡Amalia! –miré hacia atrás cuando escuche mi nombre.
— ¿Ese es Damián Andrade? –preguntó Leonardo tan asombrado como estaba yo.
—Si… —mi tono no representaba gran alegría al ver esos ojos verdes.
—Hola, Leonardo –saludó de una forma desagradable, extraño en él que siempre trataba de quedar bien con todos.
—Hola –respondió Leo.
— ¿Qué sucede, Damián? Ahora voy de salida, a conocer la playa –sentí como Leonardo se tensaba bajo mi agarre.
—Nada, solo quería verte —su tono cambio a ser más dulce. Fruncí el ceño, no teníamos que empezar la obra de “Perfectos novios” ahora, justo cuando estaba con Leonardo…no me gustaba mentirle, era un amigo cercano.
— ¿Hay algún problema? –preguntó curioso Leonardo, mirándome un tanto confundido.
—No, no hay ningún problema ¿cierto, Damián?
—Claro que no, solo quería saber donde ibas a llevar a mi novia, en esa moto.
— ¿Novia? –Preguntó Leonardo sin creer lo que Damián estaba diciendo, al igual que yo — ¿Amalia? ¿Es cierto? –suspiré apenada por todo esto.
—Sí, es cierto….
—Entonces –continuo Leonardo mirando a Damián –llevare a tu novia, la que es mi amiga, a la playa…nos vemos.
Sin más Leonardo aceleró y salimos de ahí como si escapáramos de un tornado. Me aferré a él porque era la primera vez que me subía a estas maquinas.
— ¡¿Qué modelo es?! –grite en su oído, haciendo que Leonardo moviera su cabeza a un lado, riendo.
—No es necesario que me rompas el tímpano –lo presione más fuerte con mis manos, haciéndolo reír más fuerte.
—Es una Yamaha VStar XVS 650…
—Oh…me acabas de hablar en chino, pero no importa.
—Mejor sujétate bien, que no quiero que tu novio termine cortando mi cabeza… —suspire, inquieta porque esto se estuviera ya descubriendo, pero no quise decirle nada a Leonardo.
Solo cerré mis ojos y apoye mi cabeza en su espalda mientras lo abrazaba con fuerza. Me sentí extrañamente, muy cómoda.

La sensación de estar sobre la moto de Leonardo, de esa forma, era magnifica. Quería pasar el día entero sobre  una moto y sentir como el viento desordenaba mi cabello. Hubo un momento que me solté de Leo y deje mis brazos extendidos, apoyando mis piernas en las de él para asegurarme de no caer. Un solo grito de su parte me hizo rodear su abdomen nuevamente.
—Ten cuidado… —dijo cuando doblábamos para llegar a la costanera. No me importó el tono enojado, realmente me había sentido libre de esa forma, como si todo estuviera bien y tuviera la capacidad de volar.
—Esto es hermoso… —Leonardo había disminuido la velocidad y ahora era un paseo tranquilo, al frente del mar, por lo menos los primeros minutos hasta que  se detuvo y nos bajamos de la moto.
—Me duelen las caderas –dije moviéndome para que se me quitara el dolor por haber estado en la misma posición tanto tiempo.
Leonardo me miro y sonrió, pero luego se fue a sentar a la orilla del camino, mirando el mar. Estaba bastante concentrado, no lucia contento.
—Entonces… —dije como que no quería la cosa y me fui a sentar a su lado, mi pies no alcanzaban la arena por unos dos metros –no luces contento ¿estás teniendo problemas con Juliana? ¿Por eso me llamaste?
— ¿Por qué estas con Damián Andrade? –Su pregunta fue directa y bastante sorpresiva –él no es para ti, tu eres una chica tranquila que no le gusta sobresalir ni tener problemas con nadie, él te traerá problemas.
—Él es simpático…me hace reír –por su mirada, no se conformó con mi respuesta.
—Yo también te hago reír y no somos novios, ese no puede ser un parámetro para convertirte en novia de Damián –me quede helada por varios segundos al escucharlo, tenía razón, pero jamás me espere esta reacción de Leonardo.
—Oh vamos ¿Qué te sucede? No es tan malo…él no es como aparenta ser.
—Desaparecerás como lo está haciendo Juliana, eso es lo que sucederá. Te meterás a esos grupos de chicas y olvidaras a tus amigos, pensé que tú eras diferente…no sé, eras extraña al comienzo pero si uno te conoce dejas salir más a esa Amalia que llevas escondida, eres autentica.
— ¿Gracias?
—Pero dejaras de serlo si te conviertes en uno de ellos, como lo está haciendo Juliana… —supe de inmediato que este tema no estaba concentrando en mi “noviazgo” con Damián, sino más bien en lo que Leonardo estaba pasando con Juliana.
Me sentí mal por él, era un buen chico que se merecía a una buena chica, no a Juliana, quien se estaba convirtiendo en alguien muy diferente a lo que era.
—Quizás se le pase –deje mi mano sobre la suya, tratando de darle apoyo.
— ¿Dices que a Damián dejaras de gustarle? –Sonreí, seguía escondiendo sus problemas –tu eres alguien delicada, no puedes andar con ese tipo, me da desconfianza.
—No estoy hablando de eso, sino de Juliana –él me miro unos segundos sin decir nada, pero presiono mi mano –sé de qué estás hablando.
—No, no lo sabes…tú te abstienes de esas cosas, no te gusta entrar en un grupo.
—Cállate Leonardo —rodeé los ojos, me tenía en alta estima, eso era demasiado. Él me vio sorprendido por lo que le dije, generalmente era muy tranquila con Leonardo, incluso más callada de lo normal. Me gustaba estar cerca de él porque podríamos estar por minutos callados y no era incómodo, no después de que se diera cuenta que no era una habladora como él –si te digo que lo sé, es porque lo sé… —mire hacia las olas que chocaban en las rocas, a varios metros de donde nos encontrábamos.
— ¿Lo sabes? ¿Por eso tienes estas? –paso su dedo índice por el interior de mi muñequera, tirando suavemente de esta, habían tres cicatrices, bastante blancas y muy delgadas. En mi otra muñeca había cinco. Su roce causo un escalofrió en mi cuerpo –las noté al poco tiempo que llegaste, el puño de tu suéter no se ajusta lo suficiente y a veces las muñequeras de mueven. Hay que ser muy observador para notarlo –dijo nuevamente pasando su pulgar por sobre las cicatrices. Me estremecí.
—Ya veo que lo eres –aleje mi mano de la suya.
—No digas nada si no lo deseas…siento haber traído recuerdos a tu cabeza –cerré mis ojos, para concentrarme en el ruido de las olas, era relajante y calmaban la ansiedad que me estaba abordando.
—Empezó hace dos años –abrí mis ojos y volví a concentrarme en las olas –yo…tuve problemas, estaba en el grupo de las populares ¿sabes? Era la típica chica de una serie, desagradable y muy…mala, no hay otro adjetivo para describirme en ese tiempo, humillaba a mis compañeros y me preocupaba de cosas tan tontas como que tipo de color le asentaban a mis uñas.
Mi mordida se tenso ante los recuerdos que me estaban abordando, no me sentía bien con esa parte de mi pasado, me avergonzaba.
— ¿Te hicieron algo tus compañeros? –Leonardo tomó mi mano derecha al notar que me estaba sintiendo mal. El calor que traspasaba su piel me agradable.
—No, nada de eso… —no era capaz de mirarlo, era mejor decir esto estando atenta al mar –sucedió algo realmente malo y cambie mi forma de ser, termine en otro colegio y me aislé, sentía que mi mundo se había desmoronado, que era una vergüenza para mi familia…fue una mala época, entonces para poder liberar ese dolor… —suspiré nerviosa de que Leonardo no me viera como lo hacía cinco minutos antes –tomaba unas hojas filosas y me cortaba las muñecas…también las piernas…era una forma de liberarme hasta que mi mamá me encontró cortándome…su expresión me hizo ver lo mal que estaba –la mano de Leonardo me presionaba más fuerte que antes, sabía que estaba tratando de darme su apoyo de esa forma –finalmente termine yendo a terapia y di el año por perdido, mis notas eran malísimas, poco repito por segunda vez el año pasado.
—Lo siento mucho Amalia —lo mire y sonreí al ver que estaba preocupado, notar que Leonardo se estaba convirtiendo en un verdadero amigo, me alegraba bastante, había pasado demasiado tiempo que no conversaba con alguien no fuera de mi familia.
— ¿Por qué? Tú no me hiciste nada, además eso fue el pasado, superado y olvidado, así que no me tengas lastima o te preocupes por mí, estoy sin mi psicólogo. Me dio de alta hace meses.
—No te hice nada, pero no me gusta que hayas sufrido…por eso lo siento —alejé mi mano de la suya y la pasé rápidamente sobre su rostro.
—Borra esa mirada triste, que me haces sentir mal…no te preocupes, en serio –él asintió, pero aun así con su mirada preocupada –esta demás decir que no quiero que Juliana se entere de esto ¿verdad?
—No te preocupes, ten más cuidado con tus muñecas eso sí, hace unos días lo notó y me preguntó, pero no te tengas duda que jamás le diré esto, será nuestro secreto ¿sí?
—Muy bien –repentinamente Leonardo se acerco a mí y me rodeó con sus brazos, acercándome más a él. Me quede helada al sentirlo tan cerca, pero al notar lo que estaba sucediendo, solo pude cerrar mis ojos y relajarme.
Jamás había sentido el olor de la piel de Leo, era agradable, más si estaba mi nariz muy cerca de su cuello. Cuando me acercó más, mis labios accidentalmente pasaron por su cuello, me sonroje de inmediato, pero Leonardo no me soltaba, a pesar que podía sentir su corazón latir muy rápido, al igual como estaba el mío.
— ¿Qué mierda está sucediendo aquí? –con Leonardo nos separamos al mismo tiempo cuando escuchamos la voz de Juliana detrás de nosotros.

Leo <3 <3 <3

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