viernes, 31 de enero de 2014

Demonio Blanco - Capítulo 13


Capitulo 13

Prácticamente escapé de la sala de clases, era la ultima hora e iba a ir directo a hablar con Amalia, tenía que decirle que este juego se acababa, no quería volver a hablar con Damián nunca más, por ser un traidor y mentiroso.
—Presiento como si en cualquier segundo fueras a matarme –mire hacia mi lado y Leonardo tenía una expresión preocupada –desde que volviste a clases has estado un tanto…furiosa –suspiré, molesta por hacer que Leo se preocupara.

—No es nada, lo siento —sonreí al ver que él también sonreía, era agradable tener a Leonardo al mi lado –yo debo atender un asunto antes de irme, así que te dejaré hasta aquí –dije a unos metros de la sala.
—Muy bien, nos vemos mañana –se acercó y besó mi mejilla, de inmediato sentí como me sonrojaba, pero simplemente le dije adiós y le di la espalda para ir directo a donde se podía encontrar Amalia.
Subí hasta el cuarto piso de este ostentoso colegio, rodeada de algunos cuadros en los pasillos hasta que  por fin la vi salir de su sala junto con el rubio que era el capitán de mi club de ajedrez.
— ¡Amaya! –dijo ella sonriendo, su acompañante me miro y sonrió también.
— ¿Cómo has estado? –lo mire un tanto curiosa, no estaba considerándolo alguien con quien también debía cruzar palabra.
—Necesito hablar contigo, a solas –dije mirando al rubio para que notara la indirecta.
—Oh…gracias por preguntar –dijo ella, sonriendo –estoy muy bien, las clases han estado un poco pesadas y aun no sé que quiero estudiar en la universidad pero va todo bien ¿Cómo has estado tu? –fruncí el ceño ante su actitud.
—No estoy para bromas, se acabó el trato —toda sonrisa se fue de sus labios y miró a Simón.
—Déjanos solas amor, por favor, pronto te alcanzo ¿sí? –Le dio un beso en los labios y él asintió, para luego hacerme una seña y retirarse –vamos…
Sin más comenzó a caminar por estos malditos pasadizos y subimos por una escalera, también en forma de caracol, hecha de ladrillos como lo era toda la infraestructura base del colegio. Abrió la puerta que apareció ante nosotras y llegamos al techo del colegio.
—Linda vista ¿no? –dijo mirando hacia el bosque que estaba por los lados.
—Se acabo el trato —ella bufó un tanto molesta y se giro a mirarme. Sus ojos verdes brillaban enojados y de cierta forma su cabello rubio la hacía ver más peligrosa.
— ¿No te puedes detener a ver este paisaje? Es muy lindo.
—No estoy para tus juegos, Amalia, me da lo mismo lo que pueda suceder, solo estoy siendo cortés e informándote de lo que haré –sonrió al escuchar esto último.
—No dudo que has de tener un buen fundamento para tomar esta decisión, ya que a veces Damián se puede comportar como un verdadero idiota… —asentí ante tal afirmación –pero ¿Por qué me estas informando de tu cambio de opinión? Si quieres romper el trato, simplemente dejarías de acercarte a Damián, nada más.
—Bueno, solo pensé que sería correcto decirte que se acabó todo –ella volvió a sonreír de una forma que me dio escalofríos, quizás…no era buena idea subestimarla.
—Amaya… —se acercó sonriendo hasta quedar al frente mío –si estuvieras decidida de este cambio, no vendrías a infórmame, sabes que las consecuencias de esto serán mucho peor de lo que podrás manejar.
—Estoy dispuesta a enfrentarlas –ella volvió a sonreír, pero de la misma forma que lo hacía Damián, curvando sus labios...en ella no le quedaba bien, sino mas bien, era terrorífico.
—Si estás aquí es porque no es así, sabes que tu vida puede volverse insoportable ¿podrás con la presión de cargar con el apodo de “asesina”? Sé que no queda mucho de este año, pero puedo hacerlo un infierno para ti, como para también volver insoportable el año que viene.
—Lo hice antes, puedo hacerlo de nuevo –ella levantó su dedo índice para hacerme callar.
—Ahí estas equivocada ¿cierto? –tomó una de mis muñecas y subió mis mangas hasta mostrar mis muñequeras, que cubrían mis cicatrices.
Me aleje de ella rápidamente por su atrevimiento, estaba logrando que me enfureciera, pero aun así el recuerdo de todo lo que pase antes, estaba carcomiendo de nuevo mi mente. Volver a escuchar esas horribles palabras, soportar las miradas prejuiciosas y…tener que aislarme de nuevo, no era algo que fuera muy favorable, menos cuando había hecho por lo menos un amigo.
—Estoy segura que tienes la razón, que Damián ha hecho algo mal, pero ambas tenemos un trato y a menos que no sepas que demonios hace en esa secta que tiene con la idiota de Cloe, además de alejarlo de ella…tu no escaparás de mi –mi corazón se disparó al escucharla, me estaba asustando –tu seguirás siendo la novia de Damián para todos los demás, no me importa como lo hagas o que hagas, pero cumplirás tu parte del trato porque recuerdas cómo fue en tu antiguo colegio, ten en mente esa imagen, porque lo puedo hacer mil veces peor, no me conoces Amaya y realmente no te quiero mostrar esa parte de mí, eres de mi agrado y sé que eres la única que puede ayudar a mi hermano…ya que tienes su atención.
No pude decirle nada, simplemente me quede mirándola con mi corazón saltando muy rápido por el miedo. Ella era peligrosa y por primera vez que empezó todo esto…me sentí atrapada, todo el valor que había tomado durante la tarde, se había esfumado.
—Que estés bien y estudia –me guiñó un ojo y se fue del lugar.
Al escuchar el sonido de la puerta al cerrarse desperté de mi estado de shock. Caminé hasta llegar a la orilla y miré hacia abajo, como salían los alumnos del colegio, entre conversaciones y risas. Sin embargo en lo único que podía poner atención, era en los latidos de mi corazón y en las palabras que había dicho Amalia…estaba jodida, ella tenía razón.
Cerré mis ojos al sentir un brisa que desordeno mi cabello, miles de pensamientos pasaron por ese segundo, pero al abrir mis ojos, me encontré con una mano que me hacia señas desde abajo. Agudicé mi mirada y pude ver a Leonardo quien se despedía desde su moto.
Levanté mi mano, también despidiéndome. Suspiré cansada y me senté.
— ¿Qué voy hacer?  –mi atención se fue hasta una esquina del estacionamiento, donde se encontraba Damián y Eve, podía ver desde aquí que estaban discutiendo, ella gesticulaba con sus manos hasta que lo empujó y salió corriendo del estacionamiento.
Damián se apoyó en su auto, mirando hacia Eve.
—Idiota –susurre enojada –maldito promiscuo…
En ese momento él levantó su mirada, lo más probable que recibió mis energías negativas. Sabía que me estaba mirando. Decidí poner mi atención en algo más importante y miré hacia un lado, observando los arboles…aquel bosque que Amalia había indicado antes.
—Realmente hermoso –era inmenso y desde acá se podía ver a un mejor, cientos de arboles rodeando el colegio. Fruncí el ceño ¿desde cuándo existía este colegio? Parecía como si fuera un antiguo castillo escondido por estos lados…pero era ilógico, por acá no había castillos, aunque claramente esto era algo bastante parecido.
Me puse de pie y miré de nuevo al estacionamiento, el auto de Damián seguía ahí, pero sin su dueño. Corrí hasta la puerta por las sospechas de que el idiota número uno del país, estaría dirigiéndose hasta acá.
Antes de poder abrir la puerta, él apareció ante mis ojos, respirando agitadamente y mirándome como si sus ojos pudieran lanzar llamas.
— ¡Has hecho que suba siete pisos! ¡Tú! –Dijo apuntándome, caminando hasta donde yo estaba – ¡te atreviste a mojarnos como si fuéramos unos animales! ¡Pero quien te has creído! –debía decir que me sorprendió que me estuviera gritando, pero no era algo que no pudiera controlar.
Simplemente ignoré las palabras de Damián y camine hasta la puerta, pero el rápidamente tomó mi brazo con fuerza y me hizo mirarlo.
— ¡Respóndeme, Amaya! –no sé como lo habré mirado, pero alejó su mano de mi brazo.
— ¿Cómo tienes el descaro de preguntarme?
— ¿Es qué acaso te pusiste celosa? –su actitud cambio repentinamente, dejándome desconcertada. Estaba sonriendo y su postura era mucho más relajada.
—No seas ridículo, el tema aquí es que me mentiste, no voy hacer el hazmerreir de todos aquí… —no quería hablar con él, estaba enojada y no podía decirle todo lo que deseaba por culpa de Amalia y su maldito chantaje.
—No fue mi culpa, me he estado portando bien…pero ella insistió mucho –me giré hacia él, indignada.
— ¡No te atrevas de culparla! –No podía creer lo que desagradable que podía llegar a ser Damián –no eres más que el típico niño rico que piensa que puede hacer y deshacer con las personas –su expresión seria me indicó que lo que había dicho, le había dolido.
—Eso no es cierto —sonreí por sus palabras.
—Naciste así y seguirás siéndolo hasta que mueras, nadie te hará cambiar y no cambiarias por nadie tampoco.
—Me hablas como si fueras una pobre chica, por lo que sé tú también has tenido una buena calidad de vida ¿no? –rodeé los ojos.
— ¿Me estás diciendo que porque mi padre gana bien debería comportarme como tú o tu hermana? ¿Qué piensan que pueden usar al mundo? ¿O como Cloe? ¿Qué puede usar a sus amigos o lo que sea como mascotas? Espero no conocer a tus padres nunca, porque son los precursores de lo que eres ahora, no han de ser mejor que tu. Nada más que una persona podrida, solo tienes a tu favor ser guapo Damián porque esa es tu mascara para esconder toda la mierda de persona que eres.
Bien…había traspasado un límite que no debía, no tenia porque decirle eso siendo que no era cierto, en parte ¡Me estaba desquitando con él! Su hermana era quien había provocado todo este ataque de furia.
Damián me quedo mirando sin decir  nada. No fui capaz de permanecer en ese lugar y salí corriendo de ahí, necesitaba escapar.
Baje rápidamente todos los escalones y corrí hasta mi auto, donde mire hacia el techo y pude ver que él aun seguía ahí. Me sentí culpable y aceleré el auto para no tener que verlo de nuevo.

Gracias al cielo que no había nadie en casa, ni siquiera Nana, que de seguro estaba haciendo las compras. Subí a mi habitación y cerré con seguro para luego acostarme en mi cama y llorar por todo lo que estaba pasando, no sé cuánto tiempo transcurrió, pero me quede dormida sin tener una solución a mi problema.
Un golpe en la puerta de mi habitación me hizo despertar, era mamá que preguntaba por mí. Pude ver que ya había anochecido y que ya mis mejillas estaban secas luego de haber llorado tanto. Me estaba volviendo en una melodramática.
— ¿Hija, estas bien?
— ¡Sí! –Me puse de pie y abrí la puerta –solo estaba durmiendo, un día difícil… —ella paso su mano por mi mejilla.
—Dime si sucede algo mal ¿sí? –asentí, sintiendo como mi estómago se revolvía al recordar lo sucedido. Apenas podía levantar la cabeza  por el cargo de conciencia que tenia por Damián. Además deseaba tanto poder decirle la verdad.
—Solo discutí con un amigo, nada más —ella sonrió al escucharme para después abrazarme y guiarme hasta las escaleras.
—No siempre serán risas con los amigos, también habrán discusiones, incluso unas que serán muy largas, pero conversando y evitando malentendidos, todo se soluciona, así que no debes estar triste, solo habla con tu amigo y si todo se soluciona es porque de verdad su amistad vale la pena, sino…bueno, él se lo pierde.
—Supongo.
—Ahora vamos a cenar para que después te des un baño y duermas tranquila ¿sí? Tu padre ha estado preguntando por ti desde que llegamos, te dejamos tranquila porque sabemos que te gusta estar sola, pero ya nos preocupamos.
—Está bien —sonreí al notar que se estaba justificando por ir a mi habitación. Antes lo más probable es que aun estuviera gritándole por molestarme.
Quede pensando en esos recuerdos y tuve que tomar mi decisión, no podía correr con el riesgo de volver a mi pasado, ni por mi o por mis padres, nuestras vidas habían vuelto a estar tranquila y mejor de lo que eran antes. No podía arruinarles eso.

Cenamos entre risas y mi ánimo mejoró mucho más con mi padre cerca, quien se encargó de hacerme reír, ya que sabía que no estaba con el mejor de mis ánimos. Luego me despedí de todos y subí para darme un baño, pero antes tenía otros planes.
Abrí la ventana de mi habitación y con mucho esfuerzo baje por la enredadera hasta llegar al suelo, esta vez no hubo accidentes.
Corrí rápidamente por las calles del gran condominio hasta que luego de unos minutos pude llegar a la casa de los Andrade, no estaba cercada tampoco, así que recorrí el lugar siendo cautelosa, para poder averiguar cuál era la habitación de Damián.
No fue nada difícil, ya que estaba sacándose su camiseta, quedando con su pecho descubierto, un extra por estar rodeando la casa, de esa forma estaba al lado de su ventana. Debo decir que me sorprendió ver que estaba bastante marcado, más de lo que me imagine. Me sentí mal al darme cuenta que lo estaba observando más de la cuenta.
Rápidamente subí por las estructuras cuadradas de cemento que había hasta la ventana de Damián, las cuales servían de maseteros, ya que había muchas plantas y flores. Esto iba a ser muy fácil.
Llegué hasta arriba y sin más pude abrir la ventana, sonreí al notar que era un descuidado por no tener el seguro. Miré hacia el interior de la habitación, pero no había nadie. Entré sin ningún problema y miré a los lados, fue en ese momento cuando pude ver que Damián salía del baño solo con una tolla azul, cubriendo…su cuerpo, que obviamente estaba desnudo, por lo visto planeaba darse un baño.
Sus ojos se abrieron ante la sorpresa de verme y de inmediato me gire para no seguir mirándolo.
— ¡Lo siento! –hubo unos segundos de silencio. No lo soporte y me tuve que girar para verlo, seguía con esa expresión de sorpresa –lo siento, no te quería molestar, pero mi conciencia no me dejaba tranquila, lo que paso al final del día…bueno, estaba enojada por algo más importante y me desquite contigo, lo siento mucho, dije cosas que no debía porque no son ciertas.
No me respondió nada, seguía en estado de shock mirándome, teniendo sus manos sobre su toalla, como si en algún momento mi intención fuera arrancársela, ya que la sujetaba con fuerza. No pude evitar ver su abdomen, el cual tenía varias líneas marcadas, al igual que sus brazos y podía evitar notar que su espalda era más ancha de lo que me imaginaba.
— ¿Q-que haces en mi habitación? –Enarqué una ceja al escucharlo, recién le había explicado –jamás ha entrado alguna chica a mi habitación –no pude evitar sonreír.
—Mira, vine a disculparme, pero si me sigues mintiendo tan descaradamente, harás que me enoje de nuevo.
—No —dijo frunciendo el ceño –es cierto, jamás he traído a nadie aquí…este….este es mi lugar, solo de mi propiedad –rodeé los ojos.
—No exageres, no es como si acabara de irrumpir un templo sagrado, además no me trajiste, vine sola…pero por lo visto estás ocupado –dije mirando su toalla azul oscura.
—Ya estás aquí –dijo molesto, pero no le di mayor importancia. Mi conciencia estaba tranquila por haber dicho que lo sentía.
Miré hacia mí alrededor y pude ver lo organizado que era Damián, no me lo hubiera imaginado. Al centro de la habitación estaba su cama, de dos plazas, con un cobertor negro. Todo lucía bastante moderno y muy masculino. Una pequeña biblioteca que estaba llena, más otros estantes con distintos álbumes de música, al otro lado su escritorio con su computador y más allá estaba la puerta que supongo que daba a su armario, ya que la otra era del baño.
Él camino hasta su mesa de noche y guardo algo que no alcance a ver. Fruncí el ceño, pero no le di mayor importancia, ya que de seguro era algo privado.
—Siéntate —dijo cuando él se sentó en la cama. Lo mire un tanto insegura, pero no tuve otra opción así que me senté, en el otro extremo –yo igual me debo disculpar, hice mal, teníamos un trato y lo he roto, no me sorprendería si me dices que no deseas ayudarme –suspiré, de verdad no quería, pero no había opción.
—No lo vuelvas a hacer ¿está bien? ¿Qué te parecería si yo saliera con otros chicos delante de todo el colegio? Quedarías como un cornudo y el hazmerreir de todos, además deberías pensar en Cloe ¿no es en ella que está todo tu interés?  –él asintió.
—Tienes razón, lo siento, es solo que… —miró hacia el suelo.
—Mira, no puedo creer que tus hormonas sean tan incontrolables como para estar tan desesperado, haz de tener paciencia, luego tendrás a Cloe para ti solito.
—No es ella –dijo a un serio –desde que me besaste –fruncí el ceño –he querido repetirlo y tú tienes tus reglas por lo que cuando Eve se acercó… —enarqué una ceja sin poder creer lo que estaba diciendo.
—En simples palabras, tú quieres decir que… —él me miró y sus ojos verdes quedaron fijos sobre los míos hasta poner toda su atención en mi boca. Debí intuir lo que pasaría luego, pero actuó rápido.
—Que quiero tu boca de nuevo —sin más se acercó hasta alcanzar mis labios y atraparlos. Traté de alejarme y darle una buena bofetada por ser tan atrevido, pero no hubo caso. Su mano atrapo mi cuello por la parte posterior y no me permitió moverme.
Traté de golpearlo con mis manos en su pecho, pero fue inútil y el miedo que sentí al ver que estaba forzando aquel beso se fue debilitando hasta desparecer por completo. Hasta ese segundo no había respondido su beso, pero en el momento que liberó mi cuello y acarició mi mejilla solo con su dedo índice…no retrocedí.
Mis manos ahora no estaban golpeando sus pecho, sino que estaban apoyadas en sus hombros mientras mis labios se movían contra los suyos ¡Aah! Yo no quería hacer esto, pero el chico tenía una boca que llamaba a ser besada y bueno, era inevitable sentir algo.
Enredé mis manos en su cabello cuando sentí que su lengua pasaba por mi labio inferior. No pude controlar al suspiro que salió de mi boca. Me sorprendí al sentir como su mano subió por mi pierna, tocando mi piel desnuda ya que aun seguía con mi uniforme. Sin embargo al sentir que esto se podría salir de control en cualquier segundo, empuje delicadamente a Damián, quien se movió y me quedo mirando sonriendo.
—No vine a esto, Damián —me puse de pie al ver que esa cama podía ser peligrosa, tanto como su dueño, ni siquiera me había dado cuenta que él estaba quedando sobre mí.
—Lo siento, no debí presionarte —enarque una ceja ante su comentario –siento si te asuste.
— ¿Asustarme? –negué ante su arrogancia ¿es qué creía que era una ingenua respecto al sexo? Iluso –no comentare mi vida sexual contigo, pero no me voy a sentir intimidada por ti, si digo que no es no, solo diré eso, además no soy como tus amigas que hacen lo que pides  –sus ojos se abrieron al escucharme.
Ciertamente no me sentía orgullosa de tener 17 años y ya haber perdido mi virginidad, no había sido de la mejor forma ni en el mejor momento, además no fue para nada como en realidad alguien debe tener su primera vez. Sin embargo ya estaba hecho.
—Ya te pedí disculpas y tú a mí, supongo que te has de comportar de mejor manera.
—Sin duda alguna —fruncí el ceño al escucharlo, su mirada estaba un tanto extraña.
—Adiós.
—Buenas noches.

Salte hacia afuera, bajando por las masetas de cemento y corriendo para llegar a casa pronto y no ser descubierta, aunque aun sentía la mirada de Damián sobre mí, eso fue extraño y no me gusto.

Espero poder subir un nuevo capítulo durante la tarde-noche :D

2 Lectores:

  1. ahhhhhhhhhhhhhh!!! no quiero que se enamore ella de Damian!!
    y que maldita es Amalia

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  2. quiero a leo y amaya juntoos...porque a las mujeres nos gustan los idiotas xD

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