sábado, 1 de febrero de 2014

Demonio Blanco - Capítulo 15



Capitulo 15

Joan y Amalia me quedaron mirando, la primera lucía molesta como algo obvio ya que me estaba besando con el chico que a ella le gustaba, pero la segunda me observaba un tanto sorprendida.
— ¡Qué bien que te encuentro! –Dijo Amalia, mirándome ahora de forma reprobatoria, de inmediato recordé cuando me dijo que no me podía atraer Damián –justo estábamos organizando una fiesta que haremos hoy en la noche, es aquí en el colegio.

—Amalia –ella subió unos escalones, hasta llegar a donde su hermano — ¿de qué estás hablando?
—Amaya –dijo ella, alejándose de él para ubicarse al frente mío — ¿te gustaría venir?
—Bien, basta –la interrumpió Damián –es hora de irnos a clases. De forma brusca y sorprendente me tomó del brazo para hacerme avanzar hasta que nos mezclamos entre los demás alumnos.
— ¿Pero qué te pasa? –Estaba en shock por su comportamiento — ¡Suéltame ahora mismo! –no me importó que varias personas nos quedaran mirando, no iba a dejar que me tratara de esta forma.
La expresión de Damián cambió al momento de ver a Amalia y Joan juntas, era irreconocible, inclusive me dio un poco de miedo ¿Qué demonios le pasaba?
—No vuelvas a tomarme de esa manera –no dejé que me dijera nada, solo corrí hasta alcanzar a Leonardo que me miraba sorprendido por haber gritando al medio del pasillo.
— ¿Estás bien?
—Solo avanza ¿sí?
— ¿Te hizo algo? –no le respondí, solo avancé hasta llegar al salón, donde entré sin mirar atrás y me senté. No podía creer la fuerza con la cual había tomado mi brazo derecho, sobé esa zona por unos segundos, me había dolido.
—Amaya… —escuché la voz de Leonardo, pero no podía responderle, solo recordaba cierta escena del pasado — ¡Amaya! –levantó la voz y movió mis hombros, ahí salí del trance en el que estaba.
—Lo siento.
— ¿Estás bien? ¿Qué pasó? –gracias al cielo llegó la profesora de arte, de esa forma podía evadir sus preguntas. No había explicación que no dejara mal a Damián. Sin embargo, nos dieron nuestra tarea de hoy y Leonardo siguió preguntando.
—Nada, solo tuvimos una discusión.
—Pero sobabas tu brazo ¿es qué te hizo daño?
—Se enojó un poco, nada que no pudiera controlar, no te preocupes –él frunció el ceño al escucharme, un tanto sorprendido –me sé cuidar muy bien –sonreí un poco para poder darle más confianza sobre mis técnicas de defensa, pero no se quedó tranquilo.
—Sabes que no tienes porque permitir algo como eso, hablaré con él.
—No hagas drama por algo pequeño, yo lo solucionaré –él negó de inmediato –Leonardo… —tomé su mano para que me pusiera atención –si llegó a tener otro problema te lo diré, así podrás golpear todo lo que quieras a Damián ¿te parece? –él miró nuestras manos y presionó la mía, pasando su pulgar por mi muñeca.
—Está bien –retiré con cautela mi mano y sonreí por el gesto que había tenido, hizo que el mal rato con Damián pasara al olvido.
—Pintar no es lo mío –dije mirando el set de acuarela que tenía en la mesa.
—Entonces te puedo ayudar, a mí se me da muy bien, me gusta dibujar, cuando vayas a mi casa algún día de estos te mostraré lo que he hecho.
— ¿Tan bien como para dedicarte a ello? –él sonrió y negó a mis palabras.
—No se come gracias a los dibujos, Amaya.
—Estoy segura que el señor Pablo Picasso no diría lo mismo o por lo menos su familia –él negó, pero por lo menos ya no seguía preocupado por Damián.
Después de las siguientes horas, donde en los dos recreos que tuvimos no me encontré con Damián, pudimos con Leonardo salir del colegio, hartos de estar en ese lugar. Nos dirigimos hacia la heladería y pedimos sabores de mora y vainilla, además de los barquillos para poder hacer los helados en casa. Nos fuimos, él en su moto y yo en mi auto.
— ¿Estás segura que no hay problema con que venga a tu casa? –preguntó cuando bajó de su moto.
—Claro que no, además solo estará mi Nana, mis padres llegan más tarde y no tendrían problema alguno en verte aquí, es más, se alegrarían, hace mucho que no traigo amigos a casa.
—Bueno, eso suena excelente –dijo cuando entramos –pero me refería a Damián.
—Bueno, yo no me rijo bajo las reglas que él pueda tener –claro que no, me regía bajo las reglas que estaba imponiendo Amalia.
Dejamos nuestras cosas en la sala y nos dirigimos a la cocina, le dijimos a Nana que nosotros nos encargaríamos de hacer los helados. Lavamos nuestras manos y nos sentamos a hacer el primer barquillo.
—Así que no traes amigos a casa con facilidad…
—Bueno, después de lo que te conté en la costanera, debes entender que no tengo… amigos –él frunció el ceño al escucharme –eso es bastante triste.
—Si no encuentras uno que valga la pena, es mejor no tener ninguno.
—Supongo –sonreí al ver mi barquillo de vainilla listo, mientras que Leonardo ya comía el suyo de mora.
—Cuando vayas a mi casa, te presentaré a mis amigos de allá, estoy segura que te agradarán.
—No necesito amigos de lastima, gracias –él negó a mis palabras.
—De verdad te caerán muy bien.
— ¿Por qué? ¿Son como tú? –me sorprendió ver como se sonrojaba, sonrió nervioso y negó a mis palabras.
—Será entretenido, este fin de semana podrías ir, te aseguro que no habrá ninguna interrupción esta vez.
—Si… bueno, no creo que sea buena idea, Juliana está un tanto pesada y estoy segura que no le agradaría verme por allá y no quiero causarte problemas –él volvió a sonreír.
—Juliana es mi problema, tú no te preocupes de esas cosas.
— ¿Amaya? –Miré a Nana que estaba mirándonos desde la puerta de la cocina –hay una joven en la sala, dice que necesita hablar contigo –suspiré al escucharla y asentí.
—Dame un minuto, Leo, no me demoro nada… tu sigue tomando helado.
—No lo dudes –dijo un tanto precavido.
Me apresuré en llegar a la sala. Encontré a Amalia mirando hacia la ventana, aun seguía con su uniforme así que supuse que venía desde el colegio.
— ¿Si? –dije llegando a su lado. Me quedó mirando unos segundos –lo del beso…yo…
—No tienes nada que explicarme, si esos son tus métodos, no es cosa mía, solo no dejes que te manipule de esa forma, es muy astuto –suspiré cansada ¿métodos? No era ninguna experta en sacar a chicos de problemas.
— ¿Entonces a qué has venido? Estoy un poco ocupada.
—Vine a hablarte de la fiesta, es hoy en la noche y de verdad ayudaría a que fueras, es en el colegio.
— ¿Por qué estabas con Joan? –ella sonrió.
—Bueno, hago mi parte para ayudarte, le estaba diciendo que dejara de molestar a Damián, que debía hacerse respetar. Solo la estaba engañando para que no sea una piedra en tu camino, pero debes ir esta noche, entrarías al círculo social de Damián.
— ¿Tu estarás ahí? –ella negó de inmediato.
—Solo sé sobre la fiesta porque a Joan se le escapó, es por eso que te invite al frente de ella, nada del otro mundo, es más, encontrarlos allí ayudó bastante, de esa forma ella no se podría negar.
—No sé si sea buena idea, además es un día de semana –ella me quedó mirando, sin decir nada, pero por su expresión sabia que no le había gustado mi respuesta –está bien, haré lo posible ¿sí?
No tenía ningún ánimo de encontrarme con Damián, pero era cierto, esta era una oportunidad para saber más sobre sus amigos y entender qué demonios pasaba ahí, más rápido seria si iba a meterme a la boca del lobo, sabría más sobre sus amigos y lo que hace realmente ahí.
Amalia no me dijo nada más y se despidió, diciendo que desearía poder hablar otro poco más pero tenía cosas que hacer. Cuando la despedí en la puerta, me quedé pensativa sobre esa fiesta, no me causaba gracia tener que ir.
Al dirigirme hacia la cocina, encontré a Leonardo reflexivo, tomando de su helado. Me miró cuando entré y tenía esa expresión preocupada que había aprendido a identificar.
—No era mi intención, pero escuché lo que hablabas con Amalia –enarqué una ceja.
— ¿No fue tu intención acercarte hasta la sala y escuchar conversaciones ajenas?
—Lo siento, pero esa cercanía con ella es muy extraña… ¿Qué están planeando y por qué hablaba de Joan como una molestia para ti? ¿Cuál es tu necesidad por entrar al grupo de Damián? Ellos son muy extraños.
—Es mi novio ¿no? –Dije sentándome al frente de él –debo conocer a sus amigos.
— ¿Y sobre Joan? ¿Por qué es una molestia?
—Está detrás de él, solo eso… —me miró desconfiado mientras mordía el barquillo.
—No luces como su novia ¿sabes? –Rodee los ojos por su comentario –y no me refiero a apariencias y cosas por el estilo, porque cumples con todo lo que el estereotipo del colegio busca, de cierta forma, pero… los dos no lucen como si fueran novios –ciertamente este chico era perceptivo.
—Puede ser porque recién estamos juntos –él negó rápidamente.
—Es algo de poder… como decirlo –dijo pensativo, dándole otro mordisco al barquillo –no es correcto ¿sabes? Así es como lo veo.
— ¿No es correcto? Bueno, yo te pude decir lo mismo de Juliana y tú, no era correcto que estuvieran juntos.
—Por eso terminamos nuestra relación, pero ustedes recién están comenzando ¿Qué escondes, Amaya? –llamó mi atención su tono de voz.
—Estas siendo paranoico, no escondo nada, Damián y yo nos llevamos bien, tiene un sentido del humor parecido al mío, es inteligente, simpático, además de ser guapísimo ¿Qué mejor? –Leo me quedó mirando con el ceño fruncido.
—Pero eso no basta ¿de verdad es tan superficial tu atracción a él? ¿Sabe de tus muñecas? ¿Lo conoces más allá del niño educado y correcto que hace ver al resto del colegio?
— ¿Hace ver? –me llamó la atención sus palabras.
— ¿De verdad crees que él es así? Se nota que está metido en problemas, que todos se comporten como ciegos respecto a eso es un tema completamente diferente.
— ¿Qué sabes? Escúpelo, vamos –quizás esta reunión con Leonardo, más que hablar sobre Juliana, podría ser fructífera respecto a Damián.
—Nada realmente, solo es un presentimiento –eso no me servía de nada –pero… bueno, Tobías es parte de sus amigos ¿no? –no tenía la menor idea realmente, solo sabía que ese rubio era el novio de Cloe –estuvo metido en problemas el verano pasado y sé que se fue de intercambio en el segundo semestre, habían rumores de que era por haber tenido problemas con la justicia.
— ¿Cómo sabes eso? Eres un chismoso, Leonardo –él sonrió.
—Juliana me comentaba esas cosas, además piensa Amaya, Damián solo está protegido porque su familia lleva años en ese colegio, su padre había sido también presidente del centro de alumnos y créeme… esa familia no es nada normal, que lo aparenten es otra cosa, mi padre dijo que habían rumores que los involucraban con drogas.
— ¿Qué? –Eso era imposible — ¿me estás diciendo ahora que los Andrade son narcotraficantes?
—No sé, solo digo lo que ha llegado a mis oídos –levantó los hombros, negué, eso debía ser falso.
—Sí, eres un chismoso, apuesto que te quedabas tardes enteras hablando de los demás con Juliana.
— ¿Cómo lo estoy haciendo contigo ahora? –sonreí, estábamos haciendo eso, comportándonos como chismosos.
No supe que contestarle así que tomé la cuchara de helado y la llené un poco para después rápidamente ensuciar la nariz de Leonardo. No podía parar de reír, él me hacia hacer cosas tontas.
—Oh… no, estás en problemas –se puso de pie con la cuchara llena de helado de mora, pero cuando estaba rodeando la mesa, me levanté y corrí hasta la sala gritando por los nervios que provocaba que me siguiera.
Sin embargo, a pesar de ser muy buena corriendo, no pude parar de reír cuando rodeó mi cintura desde atrás con su brazo libre, justo al lado del sofá más grande, donde planeaba defenderme, pero no tuve el tiempo.
Me hizo caer sobre este, quedando sobre mí y  me inmovilizó con demasiada facilidad. Me miró sonriendo para después pasar la cuchara por mis mejillas mientras yo no paraba de gritar y de reír, rogándole que no lo hiciera, pero de todas formas ensució mi cara.
— ¡Leonardo! –traté de mover mis manos para quitármelo de encima y poder limpiar mi cara, pero él tomó mis muñecas y las dejó sobre mi cabeza.
—Dulce venganza, Amaya –respiraba rápidamente por la actividad física, ni siquiera me había dado cuenta en qué posición estábamos sobre el sofá hasta que la sonrisa de Leonardo se esfumó y me quedó mirando bastante serio –tienes mi sabor favorito en tus mejillas.
—Leonardo –dije llamando su atención, aunque mis ojos ya no estaban atentos a los suyos, sino que sus labios había captado toda mi concentración. Sonreían prácticamente por si solos, eran carnosos y su labio inferior llamaba a ser mordido por alguien más –debemos estudiar, ya se hará tarde.
—Tienes razón –él asintió con rapidez y se movió para dejarme libre. Podía sentir como mi rostro estaba todo sonrojado. Él se sentó a mi lado.
—Pero que sorpresa –me tensé al escuchar esa voz. Me giré y pude ver como estaba Nana con Damián a su lado; ella me miró como si la hubiera cagado de verdad… lo que había hecho –pensé que estarían estudiando, no jugando.
—Damián –me puse de pie, logrando obtener la mayor normalidad que podía alcanzar en una situación así. No me iba a sentir mal, yo con Damián no teníamos nada en la realidad — ¿Qué haces aquí? –mi Nana se retiró, sin decir palabra alguna.
—Vine a ver si podía ser de ayuda a sus estudios –bajó el escalón y se acercó hasta donde yo estaba –Mora… —dijo mirando mis mejillas, pasó su pulgar por una de ellas y se llevó el resto de helado que sacó a la boca –no es de mis sabores favoritos, muy dulce –fruncí el ceño cuando dijo esto mirando a Leonardo, pero aun así quedé mirando el pulgar que había ido a su boca ¡Eso había sido tan sexy!
—Iré a lavar mi rostro, vuelvo en seguida.
Con rapidez fui al baño más cercano y lavé mi rostro para después volver a donde se encontraban, pero antes de que me pudieran ver, escuché como susurraban, por lo que me escondí y puse atención.
—Vuelve a tocarla como lo hiciste en el colegio y date por muerto –pude ver como Leonardo lo miraba muy enojado, había usado un tono de voz furioso.
— ¿No crees que te estás metiendo en asuntos que no debes?
—Amaya es mi amiga y mientras tu estés con ella, será mi asunto –Damián sonrió de forma arrogante, no me agradó.
— ¿Mientras este con ella? Date cuenta que jamás tendrías oportunidad contra alguien como Amaya, no está a tu alcance —abrí mi boca, sorprendida por sus palabras ¿pero quién se creía que era? –no le gustan los niñitos tiernos.
—Cuida tu boca, te podrías morder con ella fácilmente.
—Mientras yo esté por estos lados, tu no la tendrás nunca –Leonardo sonrió.
—Cuando vea tu verdadera cara, créeme ni aunque le hagas un altar querrá estar a tu lado –Damián lo quedó mirando unos segundos, sin decirle nada. Era mejor entrar en escena.
—Bueno –dije sonriendo, estaba nerviosa por lo que había escuchado; ambos se habían comportado de una forma que jamás imaginé –Ya todo está limpio… ¿puedes venir conmigo un minuto, Damián? –dije sonriendo, de forma falsa, obviamente, no quería darle sonrisas a alguien que me había hecho enojar solo hace un par de horas.
Fuimos hasta el despacho de mi padre, cerré la puerta para que Leonardo no estuviera escuchando conversaciones ajenas.
— ¿Qué haces aquí? –él miró a su alrededor, observando los libros y el escritorio de papá.
—Como dije, vine a ver si podía ser de ayuda, pero por lo visto… estabas bastante entretenida ¿no?
—Mira, no vengas con celos que lo de nosotros no es real, no te confundas.
—Si pides exclusividad, yo pido lo mismo. Lo que vi en ese sofá, no era para nada un juego –me miraba molesto, siendo que yo debería ser quien estuviera enojada.
—No sé porque te estoy dando explicaciones, pero debido a que tienes una mente tan pervertida y no puedes comprender un juego, debo decirte que nada estaba pasando… Leonardo es mi amigo, uno que aprecio mucho y no dejaré que por tu culpa, se aleje de mí.
—Eso no era un juego.
— ¿Sabes? Ni siquiera deberías estar aquí, haciendo esta escena de celos, es mejor que te vayas, estoy enojada contigo por lo que pasó en el colegio –en ese momento él se tranquilizó y su expresión cambió completamente.
—También venia a eso, te debo una disculpa, es solo que Amalia me enfurece, invitándote a fiestas y poniéndote en una situación incómoda, sé que no irás y que…
—Voy a ir –lo interrumpí –no me incomodó para nada, pero si me molestó mucho por cómo me tomaste, me dolió Damián.
—Lo siento, no medí mi fuerza, no era mi intención hacerte daño, no se volverá a repetir.
— ¡Claro que no! una vez más y olvídate de nuestro trato.
—Lo prometo –dijo él muy serio, tenía una expresión de arrepentimiento que hizo que mi enojo disminuyera, era creíble –no tienes para que ir esta noche.
—Claro que iré –ahora sonreí, si él tenía cosas que esconder y por lo visto Amalia tenía razón, tenía que ir esta noche a esa fiesta — ¿nuestra misión no es molestar a Cloe? Bueno, esta será una ocasión perfecta ¿no?
—Sí, pero… no te gustará el ambiente, te puedes sentir incómoda.
—Créeme que este colegio me ha adiestrado para manejar situaciones de ese estilo, iré y no hay vuelta atrás, así que anímate que esta noche será nuestra primera reunión social juntos –él tensó su mordida al escucharme, notando que no tendría escapatoria.
—Bien, no diré nada, estoy a tus ordenes… te lo debo –claro que me lo debía.
—Sí, suma esto a los puntos que tendrás que obtener para que te disculpe, ahora… mi amigo, Leonardo, me espera para que podamos estudiar ¿te puedes ir?
—Bien, no me interesa verle otro segundo la cara a tu amiguito –asentí, aceptando que se llevaban pésimo y no volvería a dejar que estuvieran cerca otra vez.
Damián se dirigió hacia la puerta, la abrí para que saliéramos de aquí, pero él llamó mi atención.
— ¿Amaya? –Me giré para verlo, ya estaba a mi lado –entonces ¿debo sumar puntos para que me disculpes?
—Claro que sí, no perdono con facilidad, así que tendrás que esmerarte.
—Muy bien… esto me agrada –llevó su mano derecha a mi mejilla y acarició mi piel –sin helado en la cara te ves mucho mejor –tragué saliva nerviosa.
—Que bien, ahora vamos –me giré para poder avanzar, pero él dejó su otra mano apoyada en el marco de la puerta, evitando que avanzara. Lo miré enojada por su comportamiento, pero cuando lo miré ya estaba a escasos centímetros de mi boca –No…
—Si… —cerró la puerta de nuevo al mismo tiempo que sus manos rodeaban mi cuello y me acercaban a sus labios ¡maldito besador!
—Damián —dije contra sus labios, tratando de alejarme, pero cuando me acorraló de nuevo entre la puerta y su cuerpo, no pude seguir luchando, era una maldita chica adolescente sin voluntad, entregada a mis hormonas.
Apoyé mi cabeza en la puerta mientras nuestros labios se movían lentamente el uno sobre el otro. Mis manos se aferraron al suéter de su uniforme, tirando de este cuando su lengua tuvo contacto con la mía… ¡Por Dios! Éramos tan buenos besando.
Mi respiración cada segundo comenzaba a ser más errática y como si estuviera hipnotizada llevé ahora mis manos a su cabello, tirando de este suavemente. Damián mordió mi labio inferior, lo que sorprendentemente me hizo despertar de la ensoñación en la que estaba, ya que recordé cuando desee morder el labio de Leonardo.
—Basta –dije empujándolo y tomando aire, sabía que debía estar sonrojada producto de este beso.
— ¿Gané puntos para ser perdonado? Con un beso así, creo que si ¿no? –sonreí al escucharlo, Damián era un caso perdido. Lo miré y mi atención volvió a su boca, tenía sus labios levemente hinchados, ni siquiera quería saber cómo estaban los míos.
—Te debes ir, además ya basta de besarme de esa forma, no es correcto, lo de nosotros es un juego ¿sí?
—Quizás –dijo sorprendiéndome –o quizás no deje de hacerlo –ahí entendí que se refería a los besos –ahora ¿gano puntos por irme?
—Sí, ganas, vete —él abrió la puerta y antes de salir volvió a unir nuestros labios, pero esta vez fue corto y bastante tierno, para mi sorpresa –te ves hermosa cuando tus ojos brillan excitados.
—Basta –le di un golpe en su hombro –vete… — ¡que se vaya antes que me haga caer ante la tentación que eran sus labios!
Ambos salimos del despacho de papá hasta llegar a la sala, donde solo se despidió con un Hasta luego de Leonardo y se fue. Miré a mi amigo que ya tenía un cuaderno afuera y lucía un poco molesto.
—No fue mi intención, pero alcancé a escuchar lo que hablaban –dije mientras sacaba mi cuaderno de matemáticas y mi calculadora –Gracias… —le respondí antes de que dijera cualquier cosa –Nunca he tenido un amigo que me defienda, pero no debes meterte en problemas, Damián no es para nada peligroso.
—De todas formas, para que no le queden dudas –sonreí.
—Bien, ahora… ecuaciones ¿no?

La tarde se pasó en completo estudio, omitimos el tema de “Jamás tendrías oportunidad con alguien como Amaya” ya que eso había sido algo incómodo, Damián no debió decirlo, idiota. Realmente fueron unas horas entretenidas, incluso Leo conoció a mis padres, pero no se quedó a cenar con nosotros, ya que debía ir con su padre, no le gustaba dejar que cenara solo, su mamá llegaba más tarde.
— ¡Pero qué tierno! –Dijo mamá cuando los tres estábamos comiendo –me agrada Leonardo, es lindo y se ve un buen muchacho.
—Es cierto, conocí a su padre hace unos días, buena familia, todo lo que tienen es a través de esfuerzo de generaciones, luce un buen chico… para que sea tu amigo –aclaró Cristian, mientras comía y me miraba de forma sospechosa.
—Si… bueno, es un excelente amigo.

Después de comer le pedí permiso a mis padres para ir un tiempo a una “reunión” que habría en el colegio, que llegaría antes de la una de la mañana. Ya había hecho mis deberes, por lo que no se negaron a fuera, solo tenía que volver temprano.
Me saqué el uniforme y lo dejé en el lavado, preparé mis cosas para mañana y me vestí con ropa normal. Solo unos jeans oscuros, una camiseta blanca con estampados y mi casaca de cuero. Tomé las llaves del auto y me despedí de mis padres.

Era hora de ver con quien se codeaba Damián, veremos que tan peligroso puede ser como para que Amalia me este chantajeando para sacarlo de ahí.
Quizás pueda subir otro más tarde tambien :D

1 Lectores:

  1. haaay noo esos besos serán la perdición de amaya... maldito y sexy damian !!

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

© Black Butterfly, AllRightsReserved.

Designed by ScreenWritersArena