sábado, 1 de febrero de 2014

Demonio Blanco - Capítulo 16



Capitulo 16

Miré el reloj de mi muñeca y eran las diez de la noche. Estaba apoyada en el capo de mi auto, mirando el colegio, estaba completamente oscuro y no había más de diez autos en el estacionamiento. ¿Qué tipo de “fiesta” era a la que iba?
Metí mis manos en los bolsillos de la chaqueta de cuero que traía y comencé a caminar, hacía frío y por lo que se notaba desde aquí, parecía que pronto iba a comenzar a llover. Era mejor que entrara, si lo hacía pronto, más rápido podría volver a casa.
Subí las escaleras de la entrada hasta cruzar las grandes puertas, que aun estaban abiertas. No había guardia y cuando entré al pasillo principal, donde destacaba el alfombrado rojo vino junto con los cuadros en las paredes, sentí un mal presentimiento. Esto se veía muy raro ¿no era una fiesta? Debería haber más alumnos.

Al ver que no tenía ningún indicio de a donde tenía que ir, ya que no se escuchaba música ni tampoco se veía algún otro alumno, decidí ir al patio del colegio, para ver si desde ese ángulo podía visualizar algo que me orientara.
Llegue hasta el centro del patio, entre el césped correctamente cortado, rodeada de bancas a unos metros a la redonda y miré hacia el colegio. Si, sin duda alguna parecía un castillo, desde este ángulo, con algunas luces encendidas tenía aun más ese aspecto.
Puse atención a una luz donde se veían sombras cruzar por la ventana, debía ser ahí. Estaba en el último piso y no era una sala, sino que por mis cálculos, pude notar desde aquí que habría que subir esas escaleras extrañas que habían cada ciertos metros por los pasillos.
Cuando volví a entrar al colegio, ya caían algunas gotas de lluvia sobre mi rostro. Caminé rápidamente hasta llegar a la escalera que suponía que me llevaría a esta “fiesta”. Subí de forma cautelosa, tratando de escuchar algún ruido, pero lo único que me animaba a seguir subiendo, eran las luces que habían en los costados de piedra, ya que esto lucia un tanto tétrico.
Alcancé el quinto piso y antes de llegar, pude visualizar la puerta de madera antigua de un color rojizo, abierta. Antes de entrar, me quedé a un costado, escuchando las voces que llegaban hasta mí.
— ¿Qué te pasa, Damián? –no sé quien le estaba hablando, no podía ver nada, pero era una mujer.
— ¿Por qué? –su tono de indiferencia no me asombró.
—Estás muy tranquilo, además… —algo más le dijo, pero otras voces se mezclaron.
—Solo espero a Amaya, dijo que iba a venir… no debiste aceptar que viniera, Joan –abrí mis ojos sorprendida, por lo visto se habían alejado de la puerta porque esas frases se escucharon con claridad.
—Amalia la invitó ¿ella igual viene esta vez?
—No –respondió tajantemente –yo tampoco debí venir hoy.
— ¡Oh, vamos! Estás exagerando, sin ti estas reuniones no son lo mismo ¡Ey, Tobías! –Le gritó Joan al tal Tobías — ¡no te la acabes toda! Aun queda noche –fruncí el ceño al escucharla.
—Solo no quiero que se meta en esto.
—Consecuencias de tus ambiciones ¿no? –me apegué más a la pared para poder subir unos escalones sin que me vieran.
—Cállate, no sabes de lo que estás hablando.
—La quieres tener, es así de simple, por eso estás haciendo todo este espectáculo, eres tan falso… conmigo no juegas.
—Cállate, Joan –abrí mis ojos sorprendida ¿Joan se había dado cuenta de nuestro plan para que Damián estuviera con Cloe?
—Está bien, pero después no salgas con que estás enamorado… ya pasó una vez ¿no? –fruncí el ceño, esto no estaba calzando.
Cuando escuché que unos pasos se acercaban decidí subir los últimos escalones y aparecer en la famosa “fiesta”.
Al traspasar la puerta me encontré de inmediato con la mirada de Damián, pero puse atención a lo que estaba sucediendo aquí. Esto no era una fiesta, para nada, tenían algo de música clásica mientras un grupo de unos siete alumnos, donde se encontraba el rubio, Tobías y Cloe, tomando algo de alcohol alrededor de una mesa, sentados en cómodos sofás. Por otro lado estaban pequeños grupos conversando, pero justo cuando observé a tres chicas, pude ver como una le entregaba unas pastillas a la otra. Fruncí el ceño.
—Amaya –sonreí al ver que Damián ya estaba a mi lado. Sin embargo, miré el resto del salón.
Era bastante amplio el lugar, tenía los mismos diseños que el resto del colegio, pero con todas las comodidades. Sofás negros, televisión, mesa de billar, incluso había un bar ¿pero a dónde mierda me vine a meter?
—Hola –respondí un tanto incómoda y se podía sentir que no era la única, Damián estaba nervioso.
La madera de las paredes eran igual como al resto del colegio, tenia también un alfombrado rojo vino y cuadros en sus paredes, pero no colecciones que destacaran, sino que de diferentes alumnos, no me tomó nada reconocer a Damián en el último cuadro… Dios santo.
El cuadro estaba colgado justo en la pared de al frente, junto a la ventana del medio. Estaba vestido con su uniforme y lucía muy serio, se veía igual de guapo que en la realidad, pero destacaban sus ojos verdes y ese cabello oscuro. Se veía bien.
—Eso… —dijo un tanto incómodo –es por los presidentes que ha tenido el colegio –podía ver que antes de él, estaba Cloe — ¿te quieres ir? –vi un brillo en sus ojos, pero no le respondí de inmediato.
Damián se veía increíble, estaba vestido con unos jeans negros y una camisa azul marino, además estaba usando una chaqueta de cuero. Se veía muy sexy, así me desconcentraba.
— ¿Por qué crees que me querría ir? Recién acabo de llegar –sonreí para darle un poco de confianza, aunque no era cierto lo que decía, él no me conocía tanto como para saber que mentía.
—Estás incómoda, se te nota –bien, por lo visto si me conocía lo suficiente para saber que estaba mintiendo, odiaba que nos lleváramos tan bien y que hayamos congeniado de esta forma.
—Sorprendida es la palabra correcta —dije avanzando unos pasos y llamando la atención de los demás, incluso algunos dejaron de hablar. Era una intrusa en su pequeño mundo.
—Buenas noches –dije saludando con la mano a todos. Varios respondieron con una sonrisa y haciendo una seña, pero en cambio otros, principalmente mujeres, solo me miraron para después girarse y seguir conversando.
—Hola, Amaya –llegó Joan a donde estábamos y me saludó con un beso en la mejilla –me alegro que hayas venido, así te vas integrando un poco más ¿no?
—Si –dije sonriendo –por eso he venido –di un paso hasta atrás, hasta quedar al lado de Damián –bien, los dejo para que platiquen, me necesitan por allá –dijo indicando al grupo que estaba bebiendo alrededor de la mesa.
— ¿Y tú no estás bebiendo nada? –dije mirando a Damián.
—No, esta es una reunión para ver lo planes del colegio a futuro, como alumnos influyentes dentro de los demás, aparte de ser del comité –antes de decirle que no le creía nada y regalarle una mala broma, llegaron dos personas más.
— ¡Siento la tardanza! –dijo Nicole, la chica que me había ayudado en el baño, acompañada de un chico que lucía más grande que Damián. De inmediato recordé que Leonardo habló de este chico, Felipe creo que era su nombre.
Los miré mientras se acercaban hasta nosotros. Ella vestía bastante casual, igual que yo y para nada parecida a las demás chicas que lucían un tanto… elegantes. Jeans claros y una camiseta escocesa de color azul y blanco era lo que traía la porrista; en cambio su acompañante y supuesto novio, vestía con unos jeans azules y una camiseta negra con mangas que se ajustaba a su cuerpo.
—Hola Amaya –dijo ella cuando llegaron hasta nosotros. También me saludó con un beso en la mejilla y después saludó de la misma forma a Damián.
—Hola –dijo el grandote, mirando de reojo a Damián –me llamo Felipe y supongo que tú eres Amaya ¿no?
—Te tienen bien informado, estás en lo correcto –dije saludándolo también con un beso en la mejilla. Él me sonrió y luego saludo a Damián, estrechando su mano — ¿llegamos muy tarde? –observó a los demás, pero cada uno estaba metido en su grupo hablando.
—No –le respondió Damián a mi lado, podía sentir desde aquí que estaba tan tenso como un elástico.
—Siempre me haces correr y ni siquiera están hablando algo serio –le criticó él a su novia, Nicole.
—Sí, pero que ellos empiecen tarde no es mi culpa, ahora ¿quieres algo para pasar la sed? –dijo con una sonrisa en su boca, que hizo que el enojo de Felipe desapareciera.
—Una cerveza estaría bien –ella fue hasta el bar.
—No quiero quedar como una puritana –dije mirando especialmente a Damián –pero ¿Cómo demonios es que pueden tener alcohol en el colegio? Esto parece más un bar que un salón de reuniones.
—Esto es exclusivo para el centro de alumnos –agregó Felipe, sin dejar hablar a Damián –tanto para ellos como para los representantes de los grupos de actividades extracurriculares, cuando se hacen estas reuniones la mayoría tiene que venir. Ningún profesor o parte de la directiva entra aquí, nunca, es por eso que lo adecuamos para nuestros requisitos.
— ¿Y alguien sabe de esto? –Damián y Felipe rieron.
—Claro que no –dijo mi supuesto novio –como te dijo mi amigo, es para ciertos alumnos.
—Entiendo, pero cada año cambian ¿no? –Eso era lo obvio, pero ambos se miraron con esa sonrisa extraña –ya veo, manipuladores de pobres e ingenuos alumnos, hacen que siempre sean los mismo ¿no?
—Exacto –dijo Nicole llegando con dos cervezas, una para ella y otra para Felipe –ya sea como capitana de porristas o de atletismo, como presidente o como capitán del equipo de futbol –asentí, esto era realmente turbio y raro.
Sorprendentemente las palabras de Leonardo llegaron a mi mente.
“Juliana me comentaba esas cosas, además piensa Amaya, Damián solo está protegido porque su familia lleva años en ese colegio, su padre había sido también presidente del centro de alumnos”

—Increíble –susurré –en el colegio de mi madre sucedía algo parecido, aunque ahí hasta los hijos de los hijos seguían teniendo los mismos puestos, no sé como lo hacían, supongo que con intervalos de años para poder dejar el poder durante un tiempo –eso era mentira, pero quería saber más sobre el tema.
—Aquí se hace algo parecido –respondió Nicole –también se dan los intervalos de años, ya que desde que salieron nuestros padres y nacimos nosotros, hay cierto trecho de años ¿no? pero siempre queda entre los mismo círculos sociales.
—Ya veo.
— ¿Quieres beber algo? –me preguntó Damián, un tanto cauteloso, parecía como si me estuviera probando.
—Me tomaría una cerveza, pero manejo –él asintió con una sonrisa –no me molestaría beber una coca cola.
—Bien, te la traeré, así gano puntos ¿no? –se fue sin decir nada más, dejando a sus amigos un tanto confundidos. No preguntaron nada.
Después de unos minutos, donde estuvimos conversando y donde disimuladamente pude notar como algunos de los alumnos se perdían detrás de una puerta y como también recibía unas miradas extrañas tanto de Cloe como de Tobías, la supuesta reunión comenzó.
Me fui a sentar junto a Nicole y Felipe, al medio de ambos, me veía pequeña. Damián en cambio con un control remoto hizo que apareciera un plasma en la pared y comenzó a hacer una presentación sobre los posibles proyectos para este año y como se organizarían para las futuras fiestas y fechas importantes donde se recaudaba dinero. Mi duda era simple ¿para qué necesitaban dinero si en su mayoría eran alumnos de familias acomodadas?
Miré hacia atrás cuando vi que Tobías se iba sin decir nada hacia esa puerta misteriosa, tendría que averiguar lo que había detrás de eso.
—Es el baño de chicos –dijo Nicole susurrando en mi oído cuando notó mi mirada –el de chicas está más abajo, hay algunas que no les importa meterse ahí, pero no te lo recomiendo.
— ¿Por qué está el de chicas abajo? –pregunté sin entender su respuesta.
—Porque en el pasado, este salón solo tenía hombres, para su mala suerte, llegamos nosotras –dijo sonriendo, le respondí el gesto un tanto incómoda ¿me estaba mintiendo?
Miré a mi alrededor mientras Damián hablaba temas que no me interesaban y comencé a observar a los demás. Todos estaban con una copa de algún trago en sus manos, dudaba que dejaran de beber porque estaban manejando.
Me tuve que acomodar en el sofá y esperar que no quedarme dormida mientras hablaba ahora Joan, esto era aburrido, pero todos lucían muy atentos. Al momento que el plasma volvió a su lugar, escondido detrás de la pared, las luces se volvieron pero de una forma más tenue, aunque hicieron que despertara.
Damián se acercó a nosotros mientras Joan ponía ahora algo de música, la reunión había acabado, pero por lo visto ahora venia lo mejor. Eran las doce de la noche y esto parecía que aun no terminaría pronto. Comenzaron a bailar alrededor de la mesa de billar, ahí se encontraban Felipe y Nicole.
—Ven –dijo Damián, tomando mi mano. Lo miré confundida –baila conmigo, así no te quedas dormida.
—Estás loco –me aleje de su agarre, no quería bailar, pero él se acercó a mí y tomando mi mano y cintura al mismo tiempo me sacó del sofá, mientras sonaba por los parlantes que habían en las paredes la canción Locked Out of Heaven de Bruno Mars — ¡Damián!
—Ven –dijo con una sonrisa, llevándome hasta donde todos bailaban, varias parejas estaban bajo los efectos del alcohol –Pensé que ibas a salir corriendo de este lugar –estaba bastante cerca, me ponía un tanto nerviosa, más cuando notaba que él se movía al ritmo de la canción así que tuve que seguir su ejemplo y bailar.
— ¿Por qué?
—No sé, esto se vuelve un tanto extraño a veces —claramente era extraño, esta reunión del centro de alumnos, no era nada parecido a lo que yo conocía o había escuchado en el pasado.
—No exageres –sonreí un tanto nerviosa cuando sus manos llegaron a mi cintura y me acercaron más a su cuerpo –esta canción no es ningún lento para que me tomes así –dije mirando su rostro, varios centímetros hacia arriba. Él levantó la mano y no sé a quién le dio aviso, pero la canción cambio de inmediato a un lento… Somewhere Only We Know de Keane.
—Tenemos un trato ¿no? –esta vez me acercó por completo hasta él, tuve que rodear su cuello con mis brazos mientras seguíamos la melodía que sonaba.
—Si –odiaba que mi corazón estuviera latiendo tan rápido, pero era inevitable, lo tenía muy cerca –y este momento es perfecto para llevarlo a cabo ¿no? ella nos está mirando desde los sofás –él frunció el ceño –Cloe –susurré para que me entendiera –ella nos mira desde atrás, escondida en la oscuridad.
—Eres tan observadora –sus manos bajaron unos centímetros desde mi cintura hacia mi trasero, pero de inmediato solté su cuello para subir su agarre.
—No te aproveches –dije ahora enredados mis dedos en su cabello.
—No me tientes entonces –rodeé los ojos, Damián era irremediable.
Me encantaba esta canción, así que solo cerré mis ojos y apoyé mi cabeza en su hombro mientras mis dedos acariciaban su cuello suavemente. Él me presionó más contra su cuerpo, logrando que mi corazón latiera con fuerza. Sonreí, era una tonta.
— ¿Amaya? –me separé de él unos centímetros, pero él se acercó, inclinándose y apoyando su frente junto a la mía, nuestras narices se rozaban cada ciertos segundos, logrando que mis ojos se cerraran un poco; me estaba dejando llevar por una situación que no tenía bajo control. Estúpido Damián.
—No… —susurré cuando noté que se estaba acercando a mis labios, pero como era habitual, no me escuchó.
Ahora una de sus manos estaba en mi cuello, regalándome suaves caricias en mi piel, logrando que mis ojos se cerraran por completo y permitiendo que sus labios rozaran superficialmente los míos, pero fuimos interrumpidos cuando mi celular comenzó a vibrar.
—Mi teléfono –dije alejándome de él. Frunció el ceño, pero no le di importancia, mire para ver de quien se trataba. Era Leonardo ¿Por qué me llamaba a esta hora?  –debo contestar.
—Ve con tu amiguito –lo miré sorprendida al notar el tono que uso y aun más, por la rapidez con la que vio mi celular.
—Disculpa –una voz femenina nos interrumpió. Era Cloe — ¿puedo hablar un minuto con Damián?
—Claro –dije sonriendo y mirando a Damián, quien no tenía ninguna expresión agradable en su rostro.
Los dejé solos, esperaba que él tuviera alguna oportunidad para bailar con ella o quizás Cloe estaba celosa, eso sería mucho mejor.
Rápidamente salí de ese salón y bajé varios escalones para contestarle a Leonardo.
— ¿Hola?
—Amaya ¿Cómo va todo? –sonreí al notar el tono preocupado de Leo.
—No me han comido ¿es esa una buena noticia? –decidí bajar hasta el primer piso, así le daba más tiempo a Damián con Cloe.
—Sin duda alguna –dijo mientras bajaba — ¿aun estás allá?
—Sí, son muy extraños, la tal reunión era del centro de alumnos, es surrealista lo que pasa ahí adentro.
—Pero no te han hecho nada ¿verdad? –negué a sus palabras, ya sabía de que estaba hablando.
—No me digas que ya te llegaron los rumores de lo que sucedió en el baño.
—Sí, me encontré con Juliana cuando regresé… comenzó a discutir y dijo algo relacionado con eso ¿Por qué no me lo dijiste?
—Bueno, fue una tontera, no tienes de que preocuparte –dije apoyada en la pared de madera, en uno de los pasillos principales del colegio. Hubo un silencio de su parte.
— ¿Te has sentido cómoda ahí? –no pude evitar la sonrisa que se formó.
— ¿Estas preocupado de que encaje bien en este grupito? No te asustes, no te abandonaré, no me volveré en ninguna chica malévola.
—Eso espero —susurró –bueno, solo quería ver cómo iba todo.
— ¿Sabes? Este colegio se ve aun más tétrico de noche y sin alumnos –no quería colgar aun, me gustaba escuchar la voz de Leonardo en una situación como esta, era como un cable a la realidad.
—Me imagino ¿has ido en auto? ¿Tienes como volver?
—Si —por un segundo en mi cabeza pasó la idea de no haber venido en el auto y haberle pedido a él que viniera a buscarme en su moto, pero después me arrepentí, ya que vino a mi mente la situación del sofá en mi casa.
—Bueno, entonces no te molestó más, diviértete, nos vemos mañana.
—Nos vemos mañana, en el test de matemáticas —él rió.
—No me lo nombres, aunque ayudaste bastante.
—De nada, nos vemos.
—Adiós…
Ambos cortamos y no pude evitar quedar pensativa. ¿Qué había ocurrido en mi casa esta tarde? Leonardo estaba tan cerca de mí, que lo miré de una forma completamente diferente. No sé qué habría pasado si Damián no hubiera entrado a la sala.
Me giré al escuchar unos pasos. Desde las escaleras llegó Tobías, quien me miró y sonrió. Fruncí el ceño, él no me agradaba.
—Amaya Varela –dijo caminando hasta donde yo estaba, no me costó nada sentir el olor a alcohol que había en él.
—Ese es mi nombre.
—La novia de Damián –si, este chico estaba borracho, era hora de irse. Caminé hacia las escaleras, pero cuando pasé por su lado se movió con rapidez hasta acorralarme contra la pared. Pude notar mejor como era, su cabello rubio un tanto grasiento y con ciertas marcas de acné en su rostro, sin embargo, tenia brazos fuertes.
— ¡Ey! Aléjate –dije empujándolo, pero era más grande que yo.
—Solo quiero conversar contigo un rato ¿Cuál es la prisa? –bufé molesta.
—Yo no quiero hablar contigo, así que aléjate…
— ¿Sabes? Eres bastante linda, no lo había notado con el uniforme, muchas chicas pasan desapercibida por eso… aunque creo que Andrade es más astuto, ya tiene experiencia. Aunque tengo algo por las pelirrojas.
—Es todo un don el que tiene, ahora apártate –dije de forma irónica y ya molesta; no quería llegar al extremo de golpearlo.
—Solo quiero saber lo que ve en ti –pasó su mano por mi mejilla, de forma brusca y eso fue todo lo necesario.
Mi corazón ya latía con fuerza por la adrenalina que provocaba el miedo de la situación. Hombres, solo eran animales con un poco de razón, habían algunos que sin duda deberían haber sido abortados. El que tenía al frente tratando de acercar su rostro al mío de forma brusca para poder besarme, era uno de ellos.
— ¡Ya basta! –dije flexionando mi rodilla y tratando de darle un golpe certero en su entrepierna, pero para mi sorpresa él fue más rápido y evitó el golpe, alcanzando solo su muslo derecho.
—Mmm… ya veo, tienes tu carácter –empuñe mis manos y le di un golpe en todo su estúpido rostro, este si había sido sin fallas. Mi puño choco en toda su mejilla izquierda, hasta hacer que retrocediera de dolor.
—No te metas conmigo, idiota –me giré para poder subir rápidamente… fui tonta y descuidada. En clases de defensa personal, esto era más fácil.
Cuando estaba tratando de subir él me tomó de la cintura, era más alto por lo que mis pies no tocaban el suelo. Comencé a gritarle que me bajara mientras que trataba de golpearlo. Había aprendido defensa personal hace un tiempo atrás, pero este tipo era demasiado grande por lo que mis extremidades no podían alcanzarlo con facilidad.
— ¡Ey! –pude ver como Damián bajaba rápidamente hasta alcanzarnos.
Tomó los brazos de Tobías quien no se había dado cuenta de su llegada e hizo que me soltara. Caí sobre mi trasero, mirando como Damián tomaba de la camiseta a Tobías para darle un solo golpe en su cara, haciendo que cayera.
— ¡Hijo de puta! –le dio una patada en el abdomen. De inmediato me puse de pie cuando vi que seguía golpeándolo — ¡Jamás vuelvas a tocarla!
— ¡Damián! –Grité, tratando de alejarlo porque no se detenía, seguía golpeando al tipo en el suelo — ¡Damián! –me ubiqué justo delate de él, empujándolo para que no siguiera, no quería que se metiera en problemas — ¡Ya basta!
Damián respiraba rápidamente, mirando con una rabia impresionante a Tobías que se quejaba de dolor en el suelo. Solo pude hacer que retrocediera unos pasos.
—Se acabó, te quiero fuera de este colegio desde mañana…
— ¿Qué pasa aquí? –pude ver como llegaba Cloe, también bajando de las escaleras y mirando a Tobías que estaba en suelo.
— ¡Dile a tu novio que se va de aquí para siempre! –ella me miró unos segundos y para mi sorpresa, pareció comprender todo con mucha claridad. Ahí me di cuenta del estilo de hombre que era Tobías… hijo de puta. Lo miré tirado en el suelo y era claro que no era la primera vez que sucedía algo como esto.
Supongo que varios recuerdos vinieron a mi mente, pero mi cabeza comenzó a arder hasta que me acerqué Tobías, me incliné y lo tomé de su camiseta.
—Cuando una chica dice que no… es no, bastardo –sin más lo arrojé contra el piso y presioné con fuerza mi pie en sus testículos. Leonardo tenía razón, este sujeto había estado en problemas el año pasado y ahora entendía el porqué.
— ¡Aah! –gritó cuando lo golpeé, dejando tanto a Cloe como a Damián sorprendidos.
— ¿Estás bien? –dijo él tomando mi brazo y llevándome hasta el patio, alejándome del infeliz de Tobías. Le dio una última mirada a Cloe y a Tobías para después centrarse en mí — ¿Amaya?
—Estoy bien, me sé defender, pero debo decir que me salvaste esta vez, gracias.
—Estás temblando –no fue hasta ese momento que me di cuenta de lo que pasaba conmigo. Mi corazón latía con fuerza, sentía como había sudor en mi frente y efectivamente, mis manos estaban temblando –Infeliz, te juro que nunca más se volverá acercar a ti, ni siquiera lo tendrás que ver.
—Wow… —no podía creer que estuviera en este estado, yo me sabia defender.
— ¿Te hizo algo más? Dímelo, me encargaré de él, dime —lo miré inquieta ¿a qué se refería con eso?
—Debo ir a estación de policía, llamar a papá para decirle ¿esta situación ha sucedido antes?
—No te preocupes Amaya, no volverás a ver a ese sujeto en este colegio, esta es la última vez que hace algo como esto –fruncí el ceño; al escucharlo mis manos dejaron de temblar.
— ¿Qué estás diciendo? ¡Es un psicópata! Tiene que estar donde corresponde.
—Se irá de aquí, no tienes nada de que temer.
— ¡Que no me importa! –Dije molesta –si no fui yo, después puede ser otra chica ¡o como lo que sucedió el año pasado!
— ¿Qué sabes del año pasado? –se veía confundido.
—Que tuvo problemas y lo enviaron lejos, si fueron líos de este estilo solo estás dejando que un psicópata este recorriendo el mundo –él suspiró al escucharme.
— ¿Sabes quién es Tobías? ¿Quién es su padre? –negué, no tenía idea, recién lo había conocido.
—Es Juez… de este sector, además de trabajar en Ciudad Blanca –bufé molesta y me alejé de Damián, no podía creer que por algo así no se hiciera lo que era justo.
— ¡Excusas! No puedo creer lo que estás diciendo –mi giré a verlo — ¡No eres más que uno de ellos! Un hipócrita que solo le interesa las apariencias.
—Oye… no empieces con los insultos, no soy yo el que te hizo daño.
— ¡No! pero tu negligencia puede hacer que otra chica si sufra las consecuencias ¿sabes? No me importa lo que digas, llamaré a papá ahora mismo –saqué mi celular para poder decirle todo lo que estaba pasando, pero Damián me lo quitó de las manos.
—Hablaré con sus padres, le diré al mío para que interceda, pero no puedes hacer nada más, yo arreglaré esto –aun no podía creer en sus palabras.
— ¿Sabes? Tú no eres la justicia, dame mi celular.
—Si quieres meter en problemas a Cristian, claro… te paso el celular –lo mire incrédula ¿a qué se refería con eso? –te he dicho que el padre de Tobías es Juez, créeme que hasta tu padre se podría quedar sin trabajo por algo como esto. Te prometo que se harán cargo de Tobías.
— ¡No eres más que un chico de 17 años!
—Con padres que tienen influencias, sabes que todo el mundo se rige a través de eso –caminé hasta una de las bancas, sin saber qué hacer, esto era ridículo; si Tobías había tenido otros episodios como estos, que quizás fueron peores, debería estar preso… o deberían castrarlo.
—Quiero que me digas que hizo el año pasado ¿es que acaso violó a una chica?
—No –respondió rápidamente, sentándose a mi lado –fue algo parecido a lo de hoy, pero un poco más grave.
—No pensé que eras este tipo de persona –esquivó mi mirada.
—Haré que jamás piense acercarse a una mujer de esa forma, te lo prometo, pero no puedes llamar a la policía.
—Dame mi celular, me largo de aquí –él me pasó mi teléfono y lo guardé en mi chaqueta, quería estar en casa.
Lo dejé solo, prácticamente corrí hasta alcanzar el auto y dirigirme hasta mi casa, ya serian la una de la mañana y debía cumplir un horario.
Cuando entré sentía que venía sucia, así que le di las buenas noches a mis padres, quienes aun estaban en la sala conversando y subí a darme un baño, sin responder sus preguntas sobre la “fiesta”
En la ducha fue inevitable recordar el pasado, pero me concentré para no caer en eso, me hacia mal y no lo iba a permitir, prometí que ese hombre no me volvería a ser daño, así que simplemente seguí bañándome y pensando en cualquier estupidez.
Me metí en la cama, dejando la luz de la lámpara encendida y me escondí bajo las frazadas, pero antes de poder refugiarme en la música de mi celular, alguien golpeó a mi ventana. Me senté y pude ver que era Damián, esta vez no llegaba con una sonrisa, sino más bien lucía preocupado.
Bufé ya más tranquila y fui a abrir la ventana, entró de un salto.
—Me gusta este pijama –miré hacia un lado enojada, avergonzándome por solo andar con mi camiseta violeta de tiras  y mis pantaletas de color azul marino.
— ¿Qué haces aquí? Mis papás siguen despiertos, te pueden encontrar –volví a encararlo.
—No quiero que te enojes conmigo, supuestamente tengo que ganar puntos para que me perdones por lo que sucedió hoy en la tarde, ahora con esto supongo que…
—Has quedado en cero, te daré un dato –me crucé de brazos, tomando más confianza –cuando estoy enojada no se me quita a los minutos ni a las horas, así que no vengas si solo provocarás que me enfurezca aun más.
— ¿Puedes confiar en mí por un minuto?
—No, claro que no, menos cuando he visto el tipo de amigos que tienes.
—Él no es mi amigo, confía… por favor, no se le pasara por la mente hacer algo como esto de nuevo, con nadie –no tenía idea cual era su plan, pero por Dios… sonaba muy convencido. Lo quedé mirando unos segundos, soy una tonta, Amalia tenía razón, no podía permitir que me gustara Damián porque comenzaba a influir en mis decisiones, ahora solo de ver esos ojos verdes mirándome tan preocupados, hicieron que me rindiera.
—Bien, pero quiero saber que pasara con él –Damián fruncía el ceño pero finalmente aceptó, asintiendo. Me giré, dándole la espalda para ir a mi cama –ahora vete, es tarde y mañana hay clases.
—Tus padres ya están durmiendo.
— ¿Y eso que tiene? Ya vete –antes de poder meterme a mi cama, Damián rodeó mi cintura suavemente, provocando que girara a verlo por aquel movimiento. Me sorprendí cuando puso un audífono de su Ipod en mi oreja izquierda, él tenía ya puesto el otro.
—Tú me debes un baile —la luz de la lámpara lo iluminaba de tal forma que sus ojos verdes brillaban con intensidad.
Negué ante lo que estaba sucediendo, todo estaba tomando otro camino, aun más descontrolado de lo que ya estaba. Dejé mis manos en su pecho, empujándolo para tener distancia de sus ojos.
—Vete de aquí ahora, sabes que esto es solo un trato entre amigos, esta cercanía no puede ocurrir cuando estemos fuera del colegio o fuera de la vista de Cloe.
—Pero a mí me gusta tenerte cerca –a mi igual, pero eso no nos iba a llevar a un final agradable –y me gusta besarte… —acercó su dedo pulgar a mi rostro, donde acarició mis labios. No pude evitar fijarme en los suyos, se sentía tan bien cuando nos besábamos. Ambos somos muy buenos en ello.
Nuevamente sonaba esa canción de Keane, provocando que mi voluntad fuera decayendo cuando ahora su otra mano estaba en mi cintura, nuevamente llevándome hasta él.
—Baila conmigo —susurró mirando mi boca. ¡Demonios! Era como si fuera un maldito demonio que me estaba seduciendo. Sabía que no tenía que hacerlo, pero iba igual… como si fuera una polilla yendo hasta la luz de una lámpara.
Damián se inclinó hacia mí, pero giré mi rostro, alejándome solo unos centímetros de él; aun me quedaba voluntad.
—Esto no es correcto Damián —no iba a terminar bien si seguía con este juego. Me iba a quemar, terminaría achicharrada en el suelo.
Yo no era ninguna chica de hierro, era una persona de carne y hueso que inevitablemente estaba sintiendo cierta atracción por Damián, que además de ser guapísimo, era sin duda muy parecido a mí. Además no iba a negar que me sentía especial al saber que se sacaba esa mascara que tenía en el colegio.
— ¿Y quien dijo que siempre hay que hacer lo correcto? –sus labios prácticamente rozaban los míos, causando que mi corazón latiera aun más fuerte — ¿no te sientes bien así? ¿No te sientes bien cuando te beso? Porque yo me siento fantástico al sentir tus labios.
—Damián… —susurré tomando toda mi fuerza de voluntad –ya vete –dije dando unos pasos hacia atrás –y cierra la ventana cuando salgas –me metí con rapidez en la cama. Lo miré, esperando a que se fuera, pero sus ojos no dejaban de estar sobre los míos.
—No quiero ir a casa –sonreí.
—Aquí no te quedaras, así que ya vete y escóndete en tu habitación si no quieres ver a tu familia, ya son más de las dos de la mañana y tengo sueño… me levanto en cinco horas.
—En mi casa no lo notaran, ¿me puedo quedar contigo? Prometo no hacer nada que te incomode, solo por un tiempo –lo miré por unos segundos, después negué y solo apagué la lámpara.
—Ponle seguro a la puerta, si llegas a hacer algo que me incomode romperé tu cara, no lo dudes –me gire y escondí bajo las frazadas.  Damián se recostó a mi lado, lo miré enojada, pero no creía que hiciera algo así que solo me abracé a la almohada y cerré mis ojos, escuchando la música de fondo que se escapaba de los audífonos de Damián.


¡Espero que les haya gustado! :D

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