Capitulo 18
Me puse una
camiseta bastante ancha que tenía en mi ropero mientras Damián me miraba. Aun
seguía esperando mi respuesta… esto no era correcto, no de esta forma, no
cuando su hermana me había chantajeado para estar con él y ser su amiga, no
cuando hoy me entero que sus súper amigos de esa agrupación están metidos en
drogas…no cuento me entero que él estaba involucrado en ellas.
—Amaya –negué
cuando me nombró.
—No puedo –me
giré y él frunció el ceño cuando me escuchó –siento que esto no es correcto
¿sabes?
—¿Por qué?
–porque no quería solo sentir que mi cuerpo se calentaba cuando estaba con él…
no deseaba que una futura relación estuviera basada solo en atracción, quería a
alguien me adorara, que me amara, quería a alguien que lo primero que pensara
al despertar fuera yo y mi rostro estuviera en su mente cuando se fuera a
dormir. Eso no lo tenía con Damián y no creo que pudiera tenerlo en algún
momento — ¿es qué acaso es por Leonardo?
—¿Qué? Estás
hablando estupideces –me apoyé en el armario, mirando al chico que tenia sobre
mi cama, solo con sus pantalones –es solo que… —tomé aire nerviosa, tenía que
ser cuidadosa, no podía perder la relación con Damián o si no estaría acabada, tenía
que sacarlo de donde estaba para que Amalia me dejara tranquila –me gusta
tenerte de amigo, nos llevamos muy bien… siendo novios solo arruinaremos lo que
tenemos.
—¿Qué? ¿Amigos?
Yo no me beso con Felipe ni Nicole.
—Lo sé, pero…
entiéndeme, tú no tienes material de novio, eres promiscuo y te gusta jugar con
las mujeres ¿me vas a decir qué estas enamorado de mi?
—No –dijo
claramente, para mi sorpresa su respuesta me tranquilizó –pero me gustas, desde
eso se empieza ¿no?
Esto se sentía
tan extraño, era como si mi mente estuviera dividida en dos, una parte de mi
quería aceptar y otra no, conocía a Damián y no me agradaba ese lado de él, no
quería estar con alguien que me diera desconfianza.
—Amaya –dijo
apoyándose en su brazo –no he consumido nada desde hace bastante tiempo, hoy solo
me desesperé porque fui a la sala del centro de alumnos y todos comenzaron a…
meterse algo.
—Damián, claro
que no es por eso ¿pero no te das cuenta que si todo estuviera bien entre ambos
mi respuesta hubiera sido positiva al segundo después que me preguntaras?
—No entiendo
porque no quieres estar conmigo, quiero una explicación –sonreí, esto era
surrealista.
—No siempre
consigues lo que quieres ¿sabes? –me estaba alterando.
—¡Pero yo te
quiero a ti! –eso si me sorprendió, no esperaba que me dijera algo como eso.
—Estas
comportándote como un niño encaprichado… —se puso de pie enojado, buscando su
camiseta y suéter –Damián, no te enojes, no… por favor, nos llevamos tan bien.
—Eso pensaba,
pero por lo visto no es así –se puso su camiseta –es imposible que no me enoje
si me acabas de rechazar ¿esperas qué todo siga igual después de esto? ¡Claro
que no!
—Basta… —me
acerqué a él, tratando de detenerlo –no arruines lo que tenemos, te dije que lo
mejor no era involucrarnos de esa forma
y ¡mira donde acabamos!
— ¿Es qué acaso
no te gusté hace un rato? ¡Ni siquiera hicimos mucho! Esto son juegos de niños.
—Claro que me
gusto, pero no sentí… no sentí algo más.
—¿Algo más? El
problema aquí es que estas arruinada de aquí –dijo llevándose un dedo a la
cabeza — ¿crees que no sé lo que te ocurrió, Amaya? –mi cuerpo se tensó al
escuchar sus palabras.
—¿De qué estás
hablando?
—¡De que voy a
estar hablando! Sé muy bien lo que ocurrió en antes, pero fíjate bien… no todos
los hombres son de esa forma –mis ojos se llenaron de lágrimas al escucharlo
–llegas aquí como si fueras la maestra de todo, como si conocieras a todo tipo
de personas, pero te informo que no es así, eres prejuiciosa y te encierras en
esa imagen que proyectas, no hay una Amaya real en ti… solo eres una fachada.
—¿Quién te lo
dijo? –él bufó al escucharme.
—¿Quién?
¡Google! Solo puse tu nombre para saber algo de ti, a los pocos días de tu
ingreso al colegio, salieron portadas de diarios y un reporte completo de lo
que te había pasado.
Me senté en la
cama, a su lado, con mis ojos cerrados para que las lágrimas no cayeran,
recordando todo lo que había pasado esa noche.
Siempre lo encontraba en el patio de su
casa, al frente de la mía, cuando salía e iba al colegio y cuando llegaba a
este, cada día nuestro vecino levantaba su mano, saludándome con una sonrisa.
Me parecía agradable, era un hombre de familia, un abogado y amigo de mis
padres. Tenía alrededor de unos cuarenta años, bastante alto y se notaba que
iba al gimnasio porque su cuerpo era ancho y musculoso. Su cabello color rubio
y esos ojos azules lo hacían parecer un buen hombre, esa sonrisa que siempre me
provocaba confianza lo hacían lucir guapo. Lo conocía desde que era una niña.
Un día, cuando llegué del colegio, no lo
encontré a las afuera de su casa regando su jardín, supuse que debería estar
trabajando o algo por el estilo, además estaba lloviendo. Aunque incluso en días
como estos lo encontraba afuera, arreglando algo en su casa o simplemente
fumando un cigarrillo en el pórtico.
Ese día mis padres se habían ido a cenar
para celebrar su aniversario y no llegaban hasta la madrugada, me habían dejado
por primera vez sola, regalándome la confianza que no merecía, ya que había
arruinado varias veces la relación con ellos, ya sea escapando de casa, tomando
el auto de mamá que choqué una vez, entre un sinfín de cosas. Era una rebelde y
testaruda, no les tomaba en cuenta y simplemente me creía la dueña del mundo.
Estúpida, esa era Amaya Varela.
Al entrar a casa y notar que todo estaba en
silencio, sonreí al saber que podría tener tiempo solo para mi, quizás sacar
algo de licor de la reserva de Cristian e incluso llamar a mis amigas para que
vinieran a pasarla bien un rato. Sin embargo cuando me estaba sacando mi ropa
para elegir otro atuendo, ya que de seguro tendría compañía en una hora,
escuché algo extraño en el primer piso de la casa.
Sin más y sin preocuparme salí de la
habitación solo con mis jeans y mi sujetador azul, mirando curiosa hacia los
lados. Quizás mis amigas me estaban tendiendo una broma y habían llegado antes.
Bajé las escaleras hasta que llegué a la sala.
—¿Qué demonios? –dije cuando vi las cortinas
de todo el primer piso cerradas.
—Es hora de que pasemos un tiempo a solas
¿no, Amaya? –mi cuerpo entero se tensó al escuchar esa voz. Me giré y me encontré
con mi vecino. Steven era su nombre.
Estaba mirándome desde la puerta de la
cocina, completamente mojado y con una expresión que me asustó de inmediato.
—¿Qué hace usted aquí? –dije tomando un cojín
del sofá para cubrirme.
—Vamos… no tienes para que cubrirte, estamos
en confianza ¿no? –ni siquiera se movía, solo podía notar que no era una
estatua por el movimiento de sus labios, parecía un maldito leopardo mirando su
presa, escondido entre la oscuridad que le daba las cortinas para alcanzarme,
para acabar conmigo. De cierta forma lo hizo.
—Mis padres no están, debería irse –sabía
muy bien que no buscaba a mis padres y tenía muy claro que sus intenciones no
eran buenas, por eso mi voz temblaba.
— ¿Estás asustada? Pero si nosotros nos
conocemos hace tanto tiempo Amaya ¿Por qué me temes? –comencé a dar pasos, para
esconderme detrás del sofá y tener algo que me protegiera. Miré hacia la puerta
principal, si corría muy rápido podría escapar.
—¿Qué quiere? –pregunté estúpidamente, era
obvio cual era su deseo: yo.
—A ti… —no podía esperar más, corrí hacia la
puerta principal y tiré de la manilla, pero esta no abrió.
—¿Tienes planes de salir? –su voz se escuchó
más cerca y cuando me giré, pude verlo cerca de mi rostro. Me quitó el cojín
que cubría mi sujetador y me miró de forma ladina –te he visto cuando estas con
tu noviecito ahí afuera, en la puerta –no era capaz de hablar, estaba
bloqueada, no podía creer que esto me estuviera sucediendo –como te besa… como
te toca, es como si creyera que fueras de él, pero ambos sabemos que no es así
¿cierto? –Pasó su mano por mi mejilla, sus ojos azules no dejaban de mirarme y
me provocaban escalofríos… de miedo –tu eres mía.
—¡Suélteme! –Le grité cuando llevaba una de sus
manos a mi pecho. Lo empujé para correr y salir por la puerta trasera o gritar
por la ventana, este tipo era un psicópata y no sé porque no me sorprendió del
todo, esa mirada cada día era algo que no era normal.
—¡Donde crees que vas! –me gritó, tomándome
de mi brazo; traté de golpearlo pero mis brazos y piernas eran débiles, no sabía
pelear y no sabía defenderme de un hombre como aquel. Hizo que cayera al suelo
en cosa de segundos –Podemos hacer esto de una buena forma, pequeña, o ir por
un camino más difícil, va a ser tu elección, pero de aquí no saldrás sin que yo
te toque… serás mía antes que te entregues a algún idiota.
—¡Suélteme! ¡Basta! –Lo trataba de golpear
con mis manos, de tirar su cabello, rasguñar su rostro, pero ninguno de mis
intentos resultaba —¡usted tiene hijas, por Dios!
—¿Y eso qué? – ¡como odiaba haber salido así
de desvestida! Ni siquiera llevaba mis zapatos, se le hizo muy fácil comenzar a
bajar mis jeans, tirando de ellos con brusquedad, solo dejándome con mi ropa
interior. Sin embargo, eso me ayudó un poco… aproveché el momento que tiró de
mis pantalones para empujarlo hasta que chocara contra la puerta principal y
tener tiempo para correr, pero ese hombre estaba obstinado.
Avancé hasta llegar al despacho de papá,
necesitaba llamar a alguien o gritar, pero Steven me tomó de la cintura,
levantándome varios centímetros por el aire y luego me hizo caer en el suelo,
dejando que me apoyara en mis pies y rodillas.
—Así te quiero, en cuatro como un perrita, Amaya
–cerré mis ojos al escuchar ese lenguaje tan soez y me giré de inmediato,
retrocediendo al ver como él se deshacía de su camisa azul y de su cinturón. Al
ver que me iba a levantar, me tomó de un pie y me arrastró hasta que su cuerpo
quedó sobre el mío. Fue en ese momento cuando comencé a desesperarme de verdad,
podía sentir como su cadera chocaba contra la mía.
—¡Ayuda! ¡Ayuda, por favor! –gritaba con
toda la capacidad de mis pulmones, pero no servía de nada, la lluvia escondía
mis gritos y nadie me escuchaba.
—¡Nadie te hará caso! –dijo riendo, dándose
por ganador; tomó con brusquedad uno de mis pechos sobre el sostén y tiró,
amasando como si se tratara de cualquier cosa –espere años por eso, solo tenias
que tener la edad correcta, muchas personas comienzan a los catorce años… —con
su mano libre tomó mis débiles muñecas y las dejó sobre mi cabeza para después
tratar de besarme, pero luche hasta el final, no iba a dejar que un hombre así
se las llevara tan fácil.
Se rindió cuando yo no dejaba de mover mi
cabeza de un lado a otro, pero ahora su mano que torturaba mis senos, bajo
hasta colarse sobre mis bragas y comenzar a moverme de forma brusca.
—Para… por favor –dije entre lágrimas,
sintiendo como arrancaba mis bragas, dejándome indefensa y expuesta. Llevó su
mano hasta su erección y la acercó a mi entrepierna, tratando de penetrarme,
pero no sé qué demonios pasó ahí, porque cuando retrocedió con todo su cuerpo…
él mío reaccionó por inercia.
Al flexionar mi pierna derecha, mi rodilla
choco directo con su mandíbula, haciendo que retrocediera por completo y se
quejara de dolor, eso me dio un segundo para moverme y escapar de sus manos. Corrí
hasta el escritorio de papá y saqué lo que necesitaba, aunque él arrastrándose
tomó mi pie hasta hacerme caer… pero para él, era demasiado tarde.
Cuando se acomodó entre mis piernas de
nuevo, yo saqué el seguro del arma que Cristian guardaba en su escritorio, para
emergencias. No lo pensé dos veces y apunté a su cabeza…
—Solo recuerdo
el sonido del balazo y como atravesó su frente, haciendo que sus ojos perdieran
sentido… después, solo tengo imágenes de haber estado en el hospital –estaba
sobre la cama mirando a un Damián sorprendido –después todo se volvió un
infierno, en el colegio que estaba comenzaron a crear rumores, a decir que era
una asesina, que mi padre había arreglado todo para que no me formalizaran, fue
horrible… y luego empeoró, me cambié de colegio y también llegaron hasta ahí
los rumores y me encerré en un pequeño mundo, no hablaba y no estudiaba, solo
iba porque… había que hacerlo. Era un hombre importante dentro de la comunidad.
—Por eso estás
un año atrasada…
—Sí, no fue
para nada una buena época, pero ya después de tantas como estas –dije mostrando
mis muñecas y los cortes que habían ahí –mis padres pusieron más atención,
todos estábamos afectados… ellos me dejaban ser, no me hablaban mucho porque
siempre discutíamos, yo me pasaba el día gritándoles y culpándolos por dejarme
sola ese día.
—Amaya —susurró
él con una mirada que vi por primera vez, no era lástima ni nada por el estilo,
simplemente estaba preocupado. Tomó mi mano derecha y entrelazo sus dedos con
los míos.
—Mucha terapia
y muchas conversaciones con ellos, hicieron que la relación mejorara… ahora no
es todo miel sobre hojuelas, pero sin duda he mejorado mucho.
—Lo siento
–dijo presionando su mano con la mía –debí ser más cuidadoso ahora –si, debió
serlo, no quería que todo eso fuera tan carnal, aunque de todas formas no lo
había pasado mal.
—Después, el
año pasado… estaba tan furiosa con que mi mente me trajera esos recuerdos cada día
que solo para desquitarme conmigo, fui a una fiesta, habían chicos que bebían,
el punto es que me di cuenta que había tocado fondo cuando estaba haciéndolo
con un chico que no conocía… nunca fue un novio ni nada, dolía y fue muy
desagradable, fue demasiado brusco.
—Como lo he
sido yo, me has pedido que pare y no lo hice –mi mentón comenzó a temblar como
una tonta, deseaba que todo esto dejara de afectarme, pero por lo visto sería
algo que me perseguiría para siempre –lo siento tanto –las lágrimas comenzaron
a correr de nuevo por mis mejillas y Damián de inmediato me abrazó, tomó mis
piernas para que pudiera quedar mas cómoda mientras me consolaba.
—Soy una tonta,
no debería llorar.
—Claro que no
eres tonta, puedes llorar todo lo que necesites –me aferré a él, por primera
vez sentía que Damián se estaba preocupando por otra persona: yo –lo siento
tanto, hacer que hables de eso, de esta forma y después de… lo siento mucho –me
abrazó más fuerte –dime que me perdonas, por favor –sonreí contra su cuello.
—Está bien,
pero no te separes –nunca pensé que podría estar tan cómoda con él, de esta
forma. Era increíble, pero decirle la verdad sobre algo y quitarme un peso de
encima, era muy confortable.
—Necesitas a
alguien que sea dulce, lo entiendo —dijo en mi oído, susurrando –yo puedo serlo
si me lo propongo –negué a sus palabras ¿Cuál era su idea? ¿Por qué tenía que
ser tan obstinado?
—Tú eres dulce
cuando besas y seductor, pero… ¿Por qué ahora quieres tener una novia? –me separé
de su cuello para poder verlo.
—Yo no quiero
tener una novia, te quiero tener a ti –fruncí el ceño, eso sonaba como si fuera
algún estilo de propiedad.
—Sabes qué estás
más jodido que yo ¿cierto? –Él asintió –que no soportaría ningún tipo de juego
de tu parte.
—Lo sé, por eso
me gustas, no andas con juegos, eres directa y eres perfecta para mí.
—¿Y porque no
seguimos como estamos? –él frunció el ceño.
—Porque quiero
dejarle claro a cualquier idiota que no te puede tocar o mirar como si fueras
su novia… y sí, me refiero a tu amigo Leonardo.
—¿Quieres qué
acepte ser tu novia solo para marcar territorio?
—Si lo quieres
decir de esa forma, si… no me quiero arriesgar –negué a sus palabras, esa no
era la forma –no me quiero arrepentir porque no lo pregunté antes.
—Leonardo es mi
amigo, no dejaré de estar cerca suyo por ser tu novia.
—Es un código
entre hombres, no debes buscar lo que ya fue encontrado por otro –me alejé de
él, para poder sentarme sobre la cama.
—No te voy a
negar que una parte de mi… quiere aceptar, no negaré que también me gustas,
pero hay otra parte que no me deja, algo como esto debería ser innato ¿no?
—Entonces te tendré
que conquistar —miré esa sonrisa coqueta y esos ojos que solo indicaban cosas
malas y peligrosas.
—Damián… si
alguna vez te sientes como hoy de nuevo, a punto de caer, puedes buscarme, yo
no te juzgaré ni te regañaré ¿sí? No es
fácil por lo que estas pasando –él esquivó mi mirada por unos segundos.
—Me has visto
llorar, que vergüenza —sonreí, era un tonto –supongo que estamos jodidos ¿no?
—Claro que no, estamos en rehabilitación.
—¿Entonces tu
me ayudarás cuando esté a punto de colapsar? –Su mirada cambio de nuevo y sin
más se acercó hasta que mordió mi oreja –Ya sabes cómo se me quita.
—Eres un idiota
–negué, no tenía remedio.
—Es broma,
gracias de todas formas, la ansiedad se fue –dijo mirando mis labios –tus besos
me pueden ayudar.
—Con los besos
me llevo fantástico ¿sabes? –apoyé mi frente en la suya, él con rapidez me
volvió a tomar para que quedara sentada sobre sus piernas.
—Me harás las
cosas difíciles ¿cierto? –susurró contra mi boca. Mi corazón volvió a latir
rápido.
—Algo así… si
te cuesta comportarte bien.
Ninguno dijo
nada y no esperamos otro segundo, ahora me sentía mucho mejor y con las pilas
recargadas. Sus labios tomaron los míos mientras acariciaba mi cuello, era cálido
y tranquilo, nada por lo que temer, creo que era nuestro primer beso, nada de
juegos ni tratos, solo nosotros y fue impresionante lo agradable que se sintió
eso.
—¿Me puedo
quedar aquí un poco más? No tengo ánimos de irme aun –sonreí nerviosa.
—Está bien,
pero te cambias de ropa, eso sigue mojado. Ahí tienes algo de ropa que robé de
papá, yo iré al baño.
Con rapidez me metí
a este y arreglé mi cabello que estaba desordenado, me puse ropa seca y salí hacia
la habitación, siendo cautelosa. Sin embargo pude ver como Damián se ajustaba
unos pantalones antiguos de Cristian, con su camisa negra abierta, que dejaba
expuesto ese abdomen marcado. Damián miraba hacia abajo, concentrado en ajustar
el botón hasta que lo logro.
— ¿Qué estas
espiando, Amaya? –Me sonrojé y avancé hasta sentarme en la cama –hace frio.
—Si… —sabia que
quería decir con eso, así que me metí bajo la cama y él me siguió, no me sentía
incómoda ni nada pareció.
—¿Esta la
puerta con seguro? No quiero que Cristian me persiga por todo el lugar si nos
encuentra aquí.
—Sí, está con
seguro –dije acomodándome entre sus brazos, apoyándome en su pecho. Era astuto,
se había dejado su camisa abierta –tengo sueño…
—Anoche te dormiste
tarde.
— ¿Damián? –Dije
con mis ojos cerrados —¿Cómo es que tu padre está metido en drogas? –su cuerpo
se tensó al escucharme, no era pare menos, estaba con la hija de la justicia,
específicamente con un detective de narcotráficos.
—Su profesión es
médico, uno muy bueno, pero… bueno, supongo que es el negocio familiar, él no
se encarga de muchas cosas pero si llega gran cantidad a casa, él la reparte a
ciertos lugares cada cierto tiempo… no se arriesga a manejar toda la mercancía
tan directamente. No le gusta mucho ese trabajo, por eso es que está furioso
conmigo… Solo llevaba un año cuando me descubrió con un poco de cocaína.
— ¿Y Amalia lo
sabe?
—Claro que lo
sabe, mi padre se encargó de gritarlo por toda la casa, es cómico que se haya
enfurecido tanto, siendo que él se encarga de hacer adictos a los demás, aunque
debo decir que se le da bien la droga de buena calidad.
—¿Y tu llevas
al colegio? –volvió a tensarse.
—Solo a ciertos
grupos, ahí papá no se enoja… no dice nada, solo quiere que sus hijos estén
limpios de esa mierda.
—¿Y cómo
llegaste a probarla?
—Con Cloe… —dijo
abrazándome hacia él –siempre le vendía a ella, dejaba algo extra, por eso
comenzamos… una relación por decirlo de cierta forma, pero no yo podía seguir
en eso, me estaba volviendo un tanto adicto; lo de papá solo fue una
coincidencia, llevaba esos sobres conmigo hace unos días, solo por si acaso, no
estaba… consumiendo; cuando le dije a Cloe mi decisión, ella simplemente se fue
alejando.
—Realmente es
una mala influencia para ti –me acomodé mejor sobre él, aun no encontraba mi
lugar en su pecho —¿y tienes… así como matones? –realmente me era difícil
hablar esto con Damián, Cristian me mataría si supiera a quien conocí y en lo
que trabaja su padre.
— ¿Lo preguntas
por Tobías? –Asentí –si, hice solo una llamada… cuando lo vi tocándote ayer,
sabiendo lo que te había pasado en términos generales, simplemente no me
controlé, después te fuiste enojada e hice la llamada de inmediato. Era la
primera vez que los llamaba, son rusos, muy buenos.
—¿Eres como un
mafioso? –él negó de inmediato.
—Claro que no,
solo utilicé ese recurso por una emergencia… y ya le dejé en claro a mi padre
que lo mío no es estar relacionado con su otro negocio, que se hiciera cargo él
solo, ya ni siquiera llevo drogas al colegio, Joan y los demás me preguntan lo
que pasa, pero solo les digo que no quiero meterte en eso –abrí mis ojos
sorprendida, ahora tenía sentido las palabras de Damián y Joan la noche
anterior.
—Me alegra que
quieras salir de eso, tu padre debería hacer lo mismo, es una verdadera
contradicción que siga en ese negocio siendo medico.
—Si… bueno, él
no es ese tipo de personas que le vende a niños o cosas así, te podría decir
que le vende a cierto tipo de gente, solo te diré que el padre de Tobías es un
cliente regular, es por eso que hay que tener cuidado porque si cae uno, caen
todos… como un efecto dómino.
Lo quedé
mirando sin poder creer el estado en el cual lo había encontrado, era ridículo
pensar que solo hace una hora estaba colapsando y ahora estaba en mi cama, abrazándome.
Damián tomó mi
muñeca izquierda y la expuso a su mirada, sabía muy bien lo que quería ver.
—Me preguntaba
tu gusto por las muñequeras y las pulseras, sé que hace frio aquí, pero tus
tenias una fascinación por las camisetas con mangas y puños.
—Creo que esta
demás decirte que no puedes hablar de esto con nadie ¿verdad? –él asintió y
pasó su nariz por mi muñeca, donde estaban mis marcas. Lo miré sorprendida, ese
gesto no era algo que Damián podría hacer, no en mi mente por lo menos.
—Supongo que
pasaste por tiempos muy difíciles –separé mis muñecas, escondiéndolas de él ya
que lo único que vino a mi memoria fue cuando Leonardo acarició mi mano en la
costanera ¡¿pero qué demonios estaba pensando?! —¿Qué hice?
—Nada… nada
–respondí un tanto nerviosa. Suspiré, buscando una posición más cómoda entre
los brazos de Damián pensando en que excusa le daría a Leonardo. Demonios ¿por
qué tenía que venir a mi mente su rostro justo en este momento?
El segundo capitulo del día, gracias por leer
WOW! creo que Amaya se esta enamorando de los dos y no lo quiere aceptar!
ResponderEliminarAmaya Amaya qe haremos contigo ? :ccccc aunqe yo tampoco podria elegir entre esos dos xD los dos tienen sus cosas buenas y malas >< pero aaaaw cuando se ponen tiernos me derriten :cccc
ResponderEliminarque bueno... ya estamos a la mitad cierto? en fin me gusta mucho esta historia me muero de ganas por saber como acabara
ResponderEliminarCuatico lo.de amaya...lo.mejor que pudo.haber hecho.es decirle queno a damian...y mas si se le viene a la.mente la.imagen del leo <3
ResponderEliminar