domingo, 9 de febrero de 2014

Demonio Blanco - Capítulo 26


Capitulo 26

—Tú y yo vamos a hablar –miré asustada a Damián y no pude decir nada cuando comenzó a caminar conmigo a la rastra, llevándome hasta el patio, ya que cubrió mi boca bruscamente con su otra mano.
— ¡Damián! –Le grité cuando se dirigía hacia el gimnasio y pude zafarme de su mano que cubría mi boca — ¡suéltame! ¡Suéltame, por favor! –grité cuando sentí dolor en mi brazo.
No me tomaba en cuenta, simplemente avanzaba sin tomar en cuenta mis gritos. Ya no había nadie en el colegio que pudiera ayudarme. Leonardo de seguro me seguía esperando en la sala con nuestras cosas, pronto me buscaría por no regresar.

— ¡Entra! –me empujó para que ingresara al gimnasio.
— ¡Solo estás logrando que te odie aun más!
— ¿Y crees que eso me importa? ¡Avanza! –volvió a empujarme hacia detrás de las graderías.
Abrió una puerta y me hizo entrar de un solo movimiento. Prendió la luz de esa pequeña sala, el lugar estaba lleno de retratos y cuadros que ya no estaban en el colegio, era donde iban a tirar todo.
— ¡¿Qué pretendes?! Leonardo me buscará –mis manos se empuñaron para prepararme por si tenía que darle algún golpe. Busqué algún tipo de arma, algo que me sirviera para golpearlo, pero no había nada.
—Me importa una mierda lo que pueda hacer tu perro faldero –lo miré enojada, sabía que mi expresión tenía que ser de furia pura. Como deseaba arrancarle la sonrisa a ese maldito.
—Solo de verte ansió tenerte solo para mí, has sido un desperdicio.
— ¡Cállate, infeliz! –le grité enojada ¿Cómo era capaz de hablar tanta basura junta?
—Si solo hubieras sido diferente, habrías estado conmigo en la cúspide de este colegio –bufé riendo ¿yo tenía que ser diferente?
—Prepárate para caer muy feo Damián, después de lo de hoy… no creo que estés en ninguna cúspide –él rió ante mis palabras y después tomó un cuadro que mostraba a un chico de ojos verdes, como los de él, lucía como Zacarías, aunque esa confusión se fue a la basura cuando tomó otro cuadro y pude ver claramente a su padre, pero de adolescente. Los dos cuadros tenían la misma sonrisa un tanto sospechosa, la misma sonrisa de Damián.
— ¿Ves quiénes son?  Es mi abuelo y mi padre, desde esos tiempos han estado siempre al mando de este colegio, ya sea una temporada u otra… ¿no ves qué no tiene caso que vengas en mi contra?
—Estás enfermo –dije sin poder creer en sus palabras –caerás y tu ego hará que el golpe sea más fuerte. No puedo creer que me hayas traído a esto, estás loco.
Incluso sonreí un poco por lo que estaba viendo, era insólito.
—Oh Amaya ¿de vedad crees que eso será posible? Date cuenta que lo que estás haciendo solo pondrá en riesgo a tu propia familia, después no andes llorando por los pasillos del colegio, ya fue tu novio ¿Quién crees que será mi próximo objetivo?
—Basta –me dirigí hacia la puerta, tenía que salir de aquí.
— ¿Dónde crees que vas?
— ¡Basta! No eres más que un tipo caprichoso con poder, eres inmaduro y esto hará que la pases muy mal en tu vida Damián ¿no te das cuenta? ¿No ves qué tu futuro será una mierda por cómo te comportas? ¿Crees qué por tratar de intimidarme me quedaré tranquila? –él tomó con brusquedad mi rostro, hizo que lo mirara a la fuerza.
—Amaya… quédate a mi lado –dijo repentinamente –deja a ese perro y veras que te irá mucho mejor conmigo, podrías manejar este colegio  –mis ojos se llenaron de lágrimas por tenerlo tan cerca, lo quería a metros de distancia.
— ¿Sabes? Antes… por un momento pensé que si Amalia no me hubiera chantajeado lo nuestro habría sido natural, pero ahora que te conozco y veo como eres en realidad, no me causas nada más que repulsión y asco, estás enfermo, si sigues así te quedarás solo ¿Por qué alguien te elegiría si no eres más que tormento? –él sonrió ante mis palabras.
—Eres testaruda, como me gustas… —cuando se acercó para besarme, le di un golpe en su entrepierna, lo que provocó un grito de su parte y retrocedió varios pasos. Me miró con odio.
Abrí la puerta para salir de su vista y correr de su lado, pero me giré ante cierta duda que daba vuelta en mi cabeza.
—Cuando te encontré descontrolado en el prado ¿eso también fue parte del espectáculo? –él aun con sus manos en la entrepierna me miró y sonrió.
—No era del todo mentira —suspiró ante el dolor que sentía –cuando te dije que mi padre no quería que estuviera metido en drogas era cierto –negué a sus palabras –me ayudaste esa vez y por ese estilo de cosas es que no me he metido más allá contigo, pero mi paciencia no es infinita y estas logrando que me canse –sequé las lágrimas que mojaban mis mejillas.
—Debes buscar ayuda.
—Y tú debes irte de este colegio antes que mi paciencia se acabe.
Sin escuchar otra estupidez de Damián, corrí con todas mis fuerzas hacia donde estaba Leonardo. Pude ver cómo me buscaba en el patio, cuando me vio de inmediato corrió hacia mí.
— ¿Dónde está? ¡¿Qué te hizo?! –exigió saber enojado.
—Nada… vámonos de aquí, por favor, ese tipo está enfermo.
— ¡¿Dónde está?! –dejé mis manos en su pecho para que no avanzara.
—Solo vámonos ¿sí? –ya eran muchos problemas por un día, quería algo de calma.
Logré que con Leonardo saliéramos del colegio, tenía que ir a dejarlo a su casa, además que debíamos estudiar para los exámenes. Durante el camino ninguno dijo nada, podía saber que él estaba enojado, ayer nunca supe porque lo había estado, pero ahora era obvio.
—No era necesario que lo encararas, te dije que también me sé cuidar –él miraba hacia la ventana, sin responderme –si vas a estar así, es mejor que no estudiemos hoy, no tengo cabeza para estar discutiendo.
— ¿Qué te dijo? –volvió a repetir, no quería decirle todas las proposiciones que me hizo Damián.
—Nada importante, solo me mostró que su familia rige este colegio desde hace años… tiene un gran complejo de superioridad.
— ¿Qué más?
—Nada más.
— ¡Venías llorando! ¿Cómo no te iba a decir algo más? ¿Crees que soy idiota? –Miré a Leo sorprendida –estuviste prácticamente en una relación con él, no tengo idea que pudiste hacer con Damián ni me interesa, pero de un día para otro no te puede causar nada, el tipo trato de violarte cuando habías confiado un poco en él.
—Estaba drogado en ese momento –él me miró incrédulo.
— ¿Lo estas excusando? ¿Cómo sabes eso?
—Él me lo dijo –Leonardo bufó molesto.
— ¿En qué momento?
—Cuando se metió a mi habitación esa noche ¿Qué te está pasando? ¿Es qué es un ataque de celos? Te adelanto que no me gusta para nada –Leo comenzó a masajear su frente para tranquilizarse. Me sorprendió que no me respondiera — ¿de verdad estás celoso? ¿De Damián? –dije con un tono más relajado.
— ¿Me vas a negar que sentiste algo por él? –eso en parte era cierto, pero siempre había tenido a Leonardo en mi cabeza, él era quien me hacía sentir mariposas en mi estómago y me encantaba.
— ¿Sabes? Damián tenía razón –dije mirando hacia al frente, aun seguía manejando –él no saldrá perjudicado por la justicia, nada sobre el intento de violación y menos por las drogas.
— ¿Por qué dices eso? –lo miré triste.
—Porque incluso tú piensas que aun puedo sentir algo por él, quien me ha hecho bastante daño junto con su hermana, ellos jugaron conmigo y aun así puedes pensar que tengo sentimientos hacia él ¿Qué crees que pensará el juez? ¿Crees qué servirá que vaya a declarar? Si ni siquiera mi casi novio es capaz de ver cuánto desagrado tengo hacia Damián.
—Amaya –podía sentir su tono diferente, pero no le hablé, solo puse la música y seguí manejando. Nos fuimos en silencio, escuchando Somewhere only we know.
Cuando llegamos a su casa, me pidió que esperara unos minutos en el auto, que iba a hablar con sus padres sobre la suspensión. En realidad debería irme a casa, pero tampoco quería hacer una gran cosa esta discusión con Leonardo. Mejor era esperar.
Así que para matar el tiempo mientras regañaban a Leonardo, fui hasta la playa, me senté en una estructura de piedra que había debajo de casa de Leonardo, por el costado y me quede mirando las olas. Observando cómo había personas caminando por toda la playa, niños corriendo, parejas tomadas de la mano y otros más deportistas trotando. Sonreí al estar tranquila aquí, la brisa marina me ayudaba, pero el golpe que dio Leonardo al cerrar la puerta principal de su casa, me avisó que no había más tranquilidad.
Se sentó a mi lado, sin decir nada. Lo quedé mirando, él solo se fijaba en el mar. Supongo que había discutido muy feo con sus padres, para nadie era gracia que nos suspendieran por casi dos semanas. Aun tenía que dar la mala noticia a mis padres.
Tomé su mano que estaba apoyada en el cemento, quería que me dijera algo.
—Soy un idiota, lo siento, no debí hablarte de esa manera en el auto.
—Está bien.
—No, no lo está… de verdad lo siento –tiré de su brazo para que se inclinara un poco, al hacerlo besé su mejilla.
—Dije que está bien, si no lo estuviera, no estaría aquí, ahora dime ¿Qué te dijeron? Se escuchó el portazo hasta acá –volvió a fruncir el ceño, enojado.
—Me regañaron por lo que hice, piensan que de esta forma me expongo a que me vuelvan a golpear y… —suspiró frustrado –dijeron algo de cambiarme de colegio, pero no seguí escuchando, salí de ahí antes de enojarme aun más.
—Wow… no pensé que tuvieras un carácter fuerte, te enojas rápido.
—Lo sé, es algo que debo controlar, es como si mi cabeza se calentara y dijera cosas que no debo… es una estupidez –volví a tomar su mano, lo que iba a decir podía lograr que su cabeza se calentara.
— ¿Por qué no te quieres cambiar de colegio? Sabes que sería la solución para tus problemas.
—No te dejaré ahí sola ¿o tú también te cambiarás de colegio? –lo quedé mirando sin decir nada. Él frunció el ceño al darse cuenta que no le respondía — ¿te vas a cambiar?
—No –dije negando y tomando con mayor fuerza su mano. Esto no era fácil.
— ¿Entonces? –tomé aire, si seguía aplazando esto… iba a ser peor.
—Bueno, mis padres no se irán a ningún lado, no este año por lo menos y no quiero que se sigan cambiando de ciudad por mi culpa, es por eso que llame a mi tío Evan.
— ¿El de Italia? –asentí. Esperé unos segundos para que se diera cuenta de lo que estaba pasando –Amaya ¿me estas queriendo decir que te irás a Italia con tus tíos?
—Antes de comenzar el nuevo año escolar, ya lo tengo hablado con mis padres y mis tíos, siempre voy para mis vacaciones, manejo el idioma y la idea es quedarme hasta que termine mi educación, estaría un colegio donde hablan español –él se quedó en silencio unos minutos, yo no dije nada más, no era necesario.
— ¿Cuándo pensabas decírmelo?
—No sabía cómo, no me gusta tener que irme, pero creo que finalmente podre estar tranquila estudiando… solo será por un año, volveré, solo nos queda el próximo año antes de entrar a la universidad.
— ¿Por qué tiene que ser en otro país? –seguía con su ceño fruncido.
—Porque ahí tengo familia –él suspiró y esquivó mi mirada.
—Si… bueno, supongo que no estoy en posición de decir nada –volví a tirar de su brazo para que me mirara.
—Leo, tú eres importante para mí, no digas eso.
—Pero si te digo que no te vayas, lo harás de todas formas ¿no?
—Ellos me quieren fuera, para mí esta es la única opción.
—Entonces ellos ganarán, te sacarán de aquí –me controlé para no comenzar a hacer un mohín.
—Leonardo… no es cierto, ellos ya han quedado expuestos hoy, me has ayudado tanto. Deberías tomar la propuesta de tus padres, no quiero que te quedes en ese colegio… Damián seguirá ahí el próximo año y te hará la vida imposible –era cierto que Amalia y Cloe se graduaban, pero ese infeliz seguiría ahí y no podría estar tranquila pensando que podrían hacerle daño a Leonardo.
—Me sé defender, gracias.
— ¡Leo! Esos hombres pueden volver de nuevo y ahora con lo que hemos hecho… no es correcto que te quedes en el colegio –él soltó mi mano y se puso de pie.
—No creo que estudie hoy –de inmediato entendí que me estaba diciendo en simples palabras que me largara, pero no quería pelear, solo deseaba aprovechar mi tiempo con Leonardo.
—Sí, lo haremos… deja de comportarte de esta forma, no sacas nada, es lo más inteligente que podemos hacer.
—No, eso es lo más cobarde –me puse de pie también.
—No… hay que saber cuándo retirarse, solo somos dos adolescentes, no podemos hacer nada más, es la realidad, incluso ya hicimos más de lo que debíamos –Leo llevó la mano hasta su frente, moviendo su dedo índice y anular de un lado a otro. Estaba enojado.
— ¡El tipo trató de violarte! ¡¿Cómo crees que puedo pensar de esa manera?!
—Y no lo hizo gracias a ti ¡ya basta! –dije al ver que seguía enojado, tomé su mano para que no siguiera atacando su frente de esa forma –Ya basta…
—No es justo.
—Debes aceptar lo que dicen tus padres, nadie desea verte con otro yeso en tu cuerpo, mira lo que pasó por involucrarte conmigo –dejé mi mano sobre su brazo fracturado –por favor Leo.
Nunca había visto a Leonardo enojado de esta forma, tenía su ceño fruncido y parecía que nadie pudiera lograr que su expresión volviera a su normalidad.
—Creo que deberíamos conversar con ellos ¿no? –Él negó –mientras comemos algún dulce que hay en tu casa ¿no quieres? –Cuando dije eso fue como usar un hechizo, su expresión cambió por completo y sonrió un tanto triste –no estés enojado, eso no ayuda en nada, Leo.
No me respondió, simplemente tiró de mi suéter y me acercó a él para que pudiera besarme. Me empiné y rodeé su cuello al mismo tiempo que mi corazón latía con rapidez. Sonreí nerviosa cuando nuestros labios se movían contra los del otro. Tuve cuidado con su brazo fracturado cuando él me acercó aun más. Mis manos acariciaron su cuello, era muy agradable hacerlo mientras él exigía más de mis labios.
—Leo… —dije sonrojada.
—No quiero que te vayas –apoyó su frente junto a la mía. Le di un corto beso en sus labios.
—No hagas esto, volveré… nos encontraremos después cuando ambos seamos universitarios ¿no? –él sonrió y me miró como si estuviera diciendo alguna estupidez.
—Bien, supongo que no hay nada que hacer, a pesar de todo… no quiero que ese bastardo este en tu vida –me empiné de nuevo para poder besarlo, pero no pasó mucho para alejarme cuando sentí que me estaba faltando el aire —Tu ganas, supongo que mis padres estarán felices cuando vuelva como un perro arrepentido a aceptar su proposición.
—No un perro –dije acariciando su mejilla –un lobo ¡me encantan tus ojos! –dije observando lo oscuros que eran. Aquello lo hizo reír, pero no lo tome en cuenta, él era mi lobo.
—Muy bien, casi novia –dijo con un tono burlesco, claro, como yo había dicho primero la palabra casi correcta para lo que éramos se estaba burlando.
—Bueno, si quieres puedes seguir siendo mi amigo –dije caminando hacia su casa, pero sentí como su mano atrapaba mi cintura y me levantaba unos centímetros hasta que sus labios chocaron contra los míos.
¡Dios! Esos movimientos hacían que mi cabeza girara y más cuando sentía sus besos. Me aferré a su suéter y tiré de este, pero después lo empujé al ver que mi respiración y todo mi cuerpo se estaba descontrolando.
—No puedes tener esta fuerza, tienes un brazo fracturado –él sonrió.
—Para que veas –dijo con una mirada seductora. Me sonrojé y comencé a caminar de nuevo.

Fuimos con Sara y Bruno, Leonardo se disculpó por haber salido de esa forma de casa y aceptó la idea de irse del Colegio Altair cuando acabara este año. Les comenté de mi plan y eso animó aun más a los padres de Leo para que aceptara ir a otro colegio que quedaba en una ciudad cercana, incluso lo animaron diciendo que le comprarían un auto para que el viaje no fuera más largo de lo que era, pero él se negó, amaba su moto.
Ese día no estudiamos, simplemente nos quedamos conversando con sus padres sobre lo sucedido. No estaban nada felices, pero ya no podían hacer nada, les pedí disculpas por meter a Leo en esto, pero ambos coincidieron en que él ya estaba mayor como para saber donde se metía y que debía tener conciencia de sus actos.
El resto de la semana, la pasamos estudiando y recorriendo la playa. Como mis padres trabajaban y en casa de Leonardo solo estaba Sara, me iba con ellos, debía aprovechar este tiempo que tenia con Leonardo, ninguno había hablado sobre mi partida de nuevo, era mejor, no quería ponerme triste y tampoco quería que Leonardo estuviera enojado. Además faltaban más de dos meses para mi partida.
Durante el fin de semana fue el turno de Leonardo para ir a mi casa, ya que yo también debía pasar tiempo con mis padres, así que estos días fueron increíbles, nadie nos molestaba.
Sin embargo, no todo fue color de rosa, era cierto que no veíamos a los Andrade y que estábamos tranquilos esos días de la semana, pero llegó el lunes y teníamos dos exámenes, uno de ellos era matemáticas y quedaba al final del día escolar, así que con Leo tuvimos un gran espacio antes de volver a clases, lo cual usamos para ir a comer un helado y estudiar los últimos puntos sobre matemáticas, ya que era la debilidad de él.
Cuando fuimos a dar el examen, fue lo mismo de siempre, incluso peor, los comentarios ahora no eran susurros, pero no hablaban mal de nosotros, sino que siempre estaban comentando lo sucedido con los papeles arrojados de la azotea, por lo visto la intachable imagen que tenia Damián, se había ido por el escusado, por lo que cuando Vivian estaba cerca de nosotros, no corría peligro alguno, eso me aliviaba, en parte habíamos limpiado nuestra imagen.
Aun así me sorprendió mucho cuando Juliana, al salir del examen, nos detuvo.
—Escuche el audio que subiste, Damián es un infeliz –dijo ahora con una mirada diferente, no parecía pedante ni mal intencionada.
—Que bien –dije un tanto nerviosa, ella me causaba desconfianza y además ¡me desagradaba que se acercara a Leonardo después de verlos como novios! Aunque después se haya arruinado todo por culpa de ella, por volverse una descerebrada.
—Que estés bien, Juliana –le dijo Leonardo, dándome la señal de que saliéramos de este colegio, teníamos planes más interesantes que esto.
— ¡Esperen! –Dijo ella cuando avanzamos hacia la salida –disculpa Leo –tensé mi mordida al escuchar como lo llamaba, “Leo” que tono tan desagradable usaba, me molestaba.
—No hay problema –le respondió un tanto frio, supongo que era porque yo estaba presente, ya que sabía que él le guardaba cierto cariño, habían sido amigos antes de ser novios.
— ¿Me puedes prestar a Amaya un momento? –Fruncí el ceño al escucharla –solo quiero hablar algo contigo, de mujer a mujer –él la quedó mirando, confundido, al igual que yo –solo quiero decirte unas palabras, no tomará más de cinco minutos.
— ¿Amaya? –dijo él esperando mi respuesta. Suspiré cansada, no podía volverme una pesada ni menos guiarme por tontos celos que me causaba Juliana por estar cerca de Leonardo, mejor salía de esto rápido.
—Espérame en el estacionamiento ¿sí? –dije con mi mejor cara, realmente no había de que preocuparse, todo el mundo sabía la realidad de los Andrade y creo que Juliana de verdad se estaba sintiendo mal por cómo nos trató, además de seguro quería hablar algo de Leonardo, no teníamos nada más en común.
—Bien, nos vemos –los tres salimos de la sala, pero cuando estaba cruzando la puerta, Vivian me detuvo.
— ¡Ey! Espera –dijo tomando mi brazo, me giré a verla — ¿estás ocupada, Amaya? –dijo mirando a Juliana un tanto extrañada.
—Cinco minutos y luego me voy con Leo –respondí.
—Tengo una maldita duda sobre un ejercicio que hay en física y sé muy bien que Leonardo es un cero a la izquierda con los números.
— ¡Ey! No seas injusta, el esfuerzo vale –lo miré sonriendo, él de verdad era un cero a la izquierda, su nota más baja era en asignaturas de este estilo.
—Dame cinco minutos, espérame con Leo ¿sí? Vuelvo enseguida.
—Está bien –dijo Vivian, riéndose aun de Leonardo –pero primero iré al baño, nos vemos.
Nos dispersamos y caminé con Juliana, me sentía extraña al estar a solas con ella, además no sabía a dónde me llevaba.
—Siento de verdad todo lo que ha sucedido –dijo mientras caminábamos entre los alumnos que salían de clases, prácticamente corrían para escapar del colegio, los ánimos estaban tensos por todo lo ocurrido, pero ya no habían miradas feas hacia mí, me sentía bien, era lamentable que me tuviera que ir, pero era lo mejor.
—Bueno, supongo que eres parte de todos los que caímos por la imagen que representaba Damián ¿no?
—Es que es tan guapo ¿Qué te haría pensar que pueda tratar a una mujer así? –dijo girando hacia un pasillo, donde estaban los baños.
—Creo que por aquí está bien ¿no? ya no queda nadie.
—Ven, aquí hasta las paredes tienen oídos, es desagradable, son tan chismosos.
No tenía la menor idea del porque la seguí, pero mi mano inconscientemente fue hasta mi bolso y caminé tomando el aparato de descargas eléctricas. Sin embargo mi desconfianza no llegó a tal nivel como para retirarme.
— ¿De qué se trata todo esto? ¿Quieres hablar de Leonardo?
— ¿Leonardo? –Bufó de una forma que me desagradó –eso es cuento viejo –entró al baño y me quedó mirando, esperando a que la siguiera.
La curiosidad mató al gato… que sabias palabras eran aquellas.
Entré al baño junto con Juliana, pero cuando ella se apoyó en uno de los lavados, mirando hacia las puertas, supe que algo estaba mal. En ese segundo, antes de poder salir de ahí, tres puertas se abrieron de golpe, dejando ver a Amalia, Cloe y Nicole.
Me gire corriendo para escapar de ahí, pero solo alcancé a abrir la puerta y por un segundo vi que Vivian bajaba las escaleras. Siempre iba al baño del segundo piso. Cuando me miró se quedo pasmada, no se movió y la puerta se cerró ante mis ojos.
No supe quien era hasta que vi que Cloe no me tenía sujeta, pero Nicole me había tomado del cabello hasta hacerme retroceder y provocarme un dolor infernal, nunca nadie me lo había tirado. Hizo que mi cabeza quedara mirando hacia el techo mientras que Juliana y Amalia me tomaban con fuerza de los brazos, comencé a mover mis piernas para liberarme, pero en eso entró Damián al baño, pude saberlo solo por su risa.
—Esto es entretenido de ver –dijo acompañado de alguien. Cuando Nicole me dejó mirar pude ver que era Simón y Felipe, quienes lucían muy entretenidos por las palabras de Damián, los tres estaban apoyados en la pared –te dije que mi paciencia se acabaría… aunque la de Cloe es peor, no puedo hacer nada por ti –dijo con sus ojos verdes, brillando de excitación al verme de esta forma ¡Infeliz! Disfrutaba viéndome sufrir.
— ¡Te lo dije! –me advirtió Cloe, tomando mi mentón y haciendo que la mirara –te lo dije ¿no? ¡Mira lo que has hecho! ¡Has arruinado todo! –de un solo golpe me abofeteó, dejando que sus uñas largas me rasparan la piel. Eso había dolido.
— ¡Basta! –grité asustada cuando sentí que otra vez sus uñas cruzaban mi mejilla. Trataba de soltarme pero Nicole y Amalia me tenían muy bien sujeta.
—Te lo advertí ¿no? –Susurró la perra de la hermana de Damián –esto se podía volver un infierno, mira lo que has hecho y yo que te quería ayudar para que te acercaras a Damián, así podrías ser nuestra amiga y poder ayudarlo los siguientes años, cuando no estemos.
— ¡Pero! –Dijo Cloe, como si estuviera loca — ¡tenias que arruinarlo! ¿Por qué simplemente no podías caer como las demás? ¿Ah? así tendríamos a su padre en la palma de nuestras manos y podríamos seguir con lo nuestro tranquilos –enterró sus uñas en mi cuello.
— ¡Noooo! ¡Por favor! –grité ante el dolor que eso provocaba. Cuando dijo eso, la puerta se abrió, mire esperanzada quien podía ser, pero al grupito se había agregado Eve, pero nunca me espere que viniera con la manguera contra incendios, no era como las que habían siempre en todos los establecimientos, si no que era de corto alcance, aun así me tensé por completo al verla.
— ¡Mira! –Dijo Damián sonriendo –la venganza es un plato que se sirve frio ¿no? –tomó de la cintura a Eve, de una forma grotesca mientras ella sonreía y sin más se besaban, al mismo tiempo que ella me miraba y presionaba el gatillo para empaparme de agua.
Nunca pensé que esa misma manguera que había ocupado contra Eve y Damián en el gimnasio, tendría tanta presión, con razón él se enojó cuando lo hice, pero cuando sentí el chorro de agua en mi cara al mismo tiempo que las demás me soltaban para no mojarse, realmente me di cuenta de la presión que tenia.
— ¡Para! –Dije ahogándome, quedando apoyada en uno de los baños, sin poder moverme por la maldita agua — ¡para! –ella se detuvo, pero cuando pensé que todo había acabado, Damián se metió en mi bolso que había caído cuando traté de escapar.
—Debe andar con esto… —dijo buscando entre mis cosas, antes de poder ir hasta él para detenerlo, las demás me sujetaron y evitaron que escapara — ¡sí! Tenía razón –me mostró el aparato de descarga eléctrica — ¿no te dije que mi paciencia llegaba a un límite? –abrí mis ojos asustada cuando entendí lo que quería hacer.
—No te atrevas, por favor… —dije sintiéndome un asco por pedirle algo de esa forma, él no se merecía ni una sola palabra de educación.
—Como cambian los papeles, Amaya –dijo acercándose hasta mí, mirándome muy serio — ¿no me habías amenazado una noche con esto?
—No lo hagas, Damián… —sin más subió mi suéter junto con mi  camiseta. Comencé a llorar por sentir sus manos sobre mi piel — ¡basta!
— ¿Sabes? –susurró en mi oído mientras seguía subiendo su mano por mi abdomen ¡¿es que acaso nadie me iba a ayudar?! ¿Vivian se había asustado de salir herida igual que yo? Aunque no quería que quedara expuesta de esta forma, nunca lo desearía –aun sigo pensando en ti –me tensé cuando sentí el aparato eléctrico en mi cadera –podrías pedir que nos quedáramos solos, no te haría daño –giró su rostro y de esa forma sentí superficialmente sus labios, me moví al instante.
Damián era un maldito psicópata.
— ¡Hijo de puta! –lo encaré, teniendo cuidado de no exponerme demasiado, no quería sentirlo de nuevo.
— ¡Damián! –Le gritó Felipe para que se detuviera –queda poco tiempo, ya basta.
— ¡Silencio! –dijo mirando hacia atrás al mismo tiempo que tomaba mi cabello con fuerza, reemplazando la mano de Nicole, me hizo mirarlo –te ves tan guapa con las marcas de Cloe en tu mejilla y en tu cuello –al decir eso paso su nariz por este, causando que comenzara a llorar desesperadamente, más cuando sentí el aparato eléctrico justo en mi abdomen.
— ¡Basta! –la puerta del baño se abrió, dejando expuesta toda la situación. Miré y estaba el Director observando toda la escena con una cara de asco ¿alguien se inmutó por su llegada? No, simplemente me soltaron, pero nadie salió corriendo ni tampoco tuvieron una expresión de pánico –ustedes… —dijo mirando a los demás mientras yo caía al suelo, llorando de forma histérica por el miedo –se acabó, llamaré a la policía ¿Qué tienen en su cabeza?
El Director, quien ahora vestía con un traje negro, lucia impecable y muy bien peinado, pero su expresión lo decía todo, se había hartado, aunque poco le servía.
— ¿Llamará a la policía? –Dijo Damián caminando y dejando el aparato de descarga eléctrica en mi bolso de nuevo — ¿es qué acaso cree que hemos hecho algo mal aquí? solo estábamos conversando ¿no, Amaya? –levante la mirada incrédula ante sus palabras.
—Sr. Andrade, su juego aquí se acabó.
—No lo creo –dijo muy seguro de sí mismo –solo somos un montón de chicos bromeando en el baño de chicas ¿cierto, Amaya? –estaba vez me miró con su ceño fruncido — ¿o es que quieres que tu padre aprenda ruso? –lo miré asustada al darme cuenta de su amenazada, quería enviar a esos tipos por mi padre.
— ¿Amaya? –dijo el director esperando mi respuesta, incluso él se había dado cuenta de aquel mensaje.
—Lo que dice Damián… —dije humillada, mirando hacia el suelo mojado, estaba igual de empapada.
— ¡Amaya! –escuche el gritó de Leonardo. Cuando miré de nuevo hacia la puerta pude ver que Vivian estaba a unos pasos detrás del Director. Miró hacia un lado, observando a alguien más, Leo.
Cuando apareció al frente de la puerta, se quedó helado por un segundo para después parecer que sus ojos comenzaban a volverse llamas de furia. Trató de acercarse a mí mientras estaba aun en el piso arrodillada, pero el Director lo tomó con fuerza desde los hombros.
— ¡Leonardo! Detente…
— ¡Hijo de puta! ¡Te voy a matar, Andrade! ¡Te moleré a golpes! ¡Cobarde, mal nacido! –el Director le dijo algo a Vivian y ella asintió mientras retiraban a Leonardo que estaba enfurecido. Mi amiga entró al baño y tomó mi bolso sin mirar a ninguno de los ocho espectadores que ahí había, me rodeó con sus brazos y me ayudó a levantarme. Me habían destrozado.
—Te lo advertí Amaya, no estaba jugando –dijo Amalia sonriendo al ver como caminaba con dificultad, me dolían las rodillas por el golpe con el que caí y además tenía mucho frio por el agua.
Cuando iba en la puerta del baño sentí que estaba acabada, pero me giré de todas formas, destrozada como estaba y estiré mi brazo para después darles una señal obscena, especialmente dedicada a Amalia.
—Tú, te hundirás –dije mirando a esa hermana Andrade maléfica, parecía que habían nacido de la misma semilla del mismo demonio –y tu –dije mirando a Damián –tienes tus días contados, abre los ojos.
Esa había sido una hazaña completamente fuera de lugar, ya que mi moral se estaba cayendo a pedazos, pero aun así no saldría como alguien que se había rendido. Sin embargo cuando nos alejamos lo suficiente, me desmoroné por completo, podía ver al Director que trataba de calmar a Leonardo, pero no pudo hacerlo hasta que él me vio apoyada en la pared con la ayuda de Vivian, mientras me dejaba caer sobre el piso.
—Amaya –susurró preocupada Vivian, pero no la escuché, mí vista solo se fijó en Leonardo que venía hacia mí, corriendo, dejando al Director hablando solo.
—No, no, no… —sin ningún problema trató de levantarme, pero le costaba con su brazo fracturado. Aun así rodeó mi cintura con su brazo izquierdo y me apoyé en él mientras caminábamos hacia la salida del colegio. Solo le di una mirada al Director, era obvio que no tenía que decirle esto a nadie, no quería que mi padre corriera peligro.
—Hay que llevarla al hospital –dijo Vivian junto a nosotros.
—No, quiero ir a casa –miré casi suplicante a Leo –Nana tiene su día libre hoy.
—Muy bien, a tu casa entonces… —él entendió de inmediato –no dejaré que otro Andrade te haga daño, ese doctor esta siempre de turno, en urgencias, es mejor ir a tu casa.
Así lo hicimos, cuando entré al auto pude notar que Vivian y Leonardo hablaban algo, pero él se subió rápidamente y comenzó a manejar, con cierta dificultad por hacerlo con una mano.
Ya las lágrimas no caían cuando estaba apoyada en la ventana del auto, no podía seguir llorando, no ganaba nada de esa forma, no era bueno para nadie. Leonardo me hablaba solo para asegurarse que mi mente seguía con él.
Cuando llegamos a casa, ya sintiéndome mejor, caminé sola hasta que entramos. En silencio subí a mi habitación, él se quedó en el sofá, mirándome mientras subía las escaleras. Por su expresión sabía que estaba muy preocupado.
Me cambié la ropa como si no hubiera pasado nada y me tragué todos los nudos de sollozos, me había prometido que no lloraría más por estos temas, nunca antes me habían tratado con violencia, ni siquiera en mi antiguo colegio, pero era algo parecido, solo que psicológicamente. Tomé el libro y cuaderno de física, teníamos examen.
No me importó bajar con mi pijama y mi cabello casi mojado. Cuando llegué Leonardo estaba sentado esperándome, en el sofá.
—Siéntate aquí –dijo cuando dejé los libros sobre la mesa de centro. Hice lo que me pidió, me senté a su lado –fui al baño y encontré este botiquín.
— ¿Tengo heridas? –no me había visto al espejo, no quería.
—Sí, amor –con cuidado fue curando las marcas que Cloe había hecho con sus asquerosas uñas.
— ¡Auch! –me quejé, ardía.
—Así evitará que se infecte –después comenzó a poner las pequeñas suturas adhesivas. Cubrió parte de mi mejilla izquierda –deberíamos dar aviso de esto.
—No –negué de inmediato –no me perdonaría que le hicieran daño a mi padre, incluso aun me duele que te hayan hecho daño a ti.
—Amaya.
— ¡No! –dije alterándome, traté de ponerme de pie, pero Leonardo me tomó de un brazo para detenerme.
—Bien, bien… tranquila, no quiero que te alteres de nuevo –lo mire triste, él era quien había perdido el juicio cuando me vio en el baño.
—Hay que estudiar –dije suspirando –mañana hay examen de física —Leonardo dejó el botiquín a un lado y sin más se acomodó en el sofá.
—Ven, siéntate conmigo…
Me acomodé a su lado por lo que había dicho, pero finalmente terminé con mis piernas sobre las suyas, apoyada en su hombro y sin poder controlarme comencé a llorar mientras él acariciaba mi espalda, consolándome.
— ¡Es tan… injusto! –Dije entre sollozos –pero ¡ya verán!... esa Amalia me las pagará.
— ¿Sabes? Lo más sensato es que te dijera que no deberíamos seguir, es un ciclo que no se acabará, pero no puedo, lo único que quiero es romperle la cara a Damián.
—Abrázame Leonardo –dije al recordar que ese infeliz me había tocado –él… metió su mano bajo mi camiseta, me da asco –trataba de controlar las lágrimas, pero no funcionaba y al mirar a Leonardo que no se movía, podía saber que estaba enfurecido –no me pidas que me quede –dije recordándole lo que no hablábamos, que me iría en dos meses más –solo quiero aprovechar este tiempo contigo antes de irme, pero no quiero que él se vuelva a acercar… me tocó y… —él cubrió mi boca ante mi momento de desesperación y autocompasión, me estaba dando un ataque de pánico el haber estado tan cerca del tipo que casi me violó.
—Está bien, borraremos ese mal momento –lo miré extrañada cuando dijo aquello –siéntate sobre mis piernas, deja las tuyas en mis costados –hice lo que me pidió.
— ¿Qué haces? –Dije al ver que su mano izquierda se metía bajo mi camiseta blanca de pijama — ¿Leo? –las lágrimas habían dejado de caer y ahora su mano que estaba muy caliente pasaba por mi abdomen, piel contra piel.
— ¿Te molesta? –me tomé un segundo en responder. La verdad me estaba gustando mucho.
—No –era agradable sentir de esta forma su mano, borraba todo rastro de lo que había hecho Damián en el baño.
Me sonrojé cuando tomé su mano y la guié por donde había tocado Damián. La respiración de Leonardo se notaba más acelerada, al igual que la mía, mi corazón latía con fuerza y más lo hizo cuando lo guié hasta mi cadera, mi costado izquierdo. Sin embargo mi cabeza casi dio un vuelco cuando él se sentó mejor y levantó mi camiseta para después acercarse y besar mi abdomen, así que yo misma mantuve mi prenda arriba, bajo mis pechos, solo dejando mi abdomen expuesto.
— ¿Leo? –sus ojos estaban fijo sobre los míos, tan negros y profundos.
— ¿Estas mejor? –se alejó con una sonrisa.
—Deberíamos estudiar –él tomó mi mano e hizo que mi camiseta volviera a su lugar, ya que aun la mantenía arriba.
Sentía mis extremidades muy pesadas, al igual que mi respiración.
—Eso sería una muy buena idea, pero para eso debes… bajarte de mí –dijo riendo, cubrí rostro con mis manos y volví a mi puesto — ¿te sientes mejor? –era increíble, pero me sentía mucho mejor.
—Sí, gracias –me acerqué y lo besé –mañana hay examen de física.
— ¿Vas a darlo? ¿No temes lo que pueda pasar? –pensé en todo lo sucedido hace una hora atrás.
—No volveré a quedarme sola, de eso estoy segura.
—Vivian me comento que… —dijo un tanto inquieto –ella grabó parte de lo sucedido en el baño, me preguntó si querías que lo editara y lo subiera a internet.
—No –dije de inmediato –eso podría poner en riesgo a Cristian ¿sabes? Estoy cansada de todo esto, solo quiero estudiar como alguien normal y pasar estos exámenes ¿sí?
—Te entiendo, entonces estudiemos porque me falta mucho para sentirme bien con esa maldita asignatura…

Así estuvimos todos los días, a medida que pasaba la semana, todos estaban muy entusiasmados con el baile que había el viernes, todo se acababa, entregaban notas y finalizaba el semestre, para así salir de vacaciones por dos meses. A mis padres les llamó la atención las heridas de mi mejilla y cuello, pero solo me excusé con que me había pasado a llevar con un árbol cuando estaba en casa de Leo, me quedaron mirando raro, pero no dijeron nada más, supongo que me creyeron.
Vivian me había llamado para decir que había borrado el video de su celular, pero que me había enviado una copia a mi email, ni siquiera quise verlo, no era agradable saber que había un registro de cómo estaba ese día, aunque solo yo lo tuviera, no lo pude borrar. Leo seguía molesto porque no me pudo defender, pero lo que hicieron provocó que él entendiera que mejor abandonar este pueblo, así que no todo era negativo, lamentaría tener que irme y que él estuviera enojado.
Estaba en mi cama recostada, feliz de que todos los exámenes hayan salido bien, tuvimos muy buenas notas, aunque Leo seguía con tener las más bajas en matemáticas y física, no era lo suyo obviamente. Ahora solo había que esperar las fiestas, disfrutar de navidad, año nuevo ¡Y bienvenida vacaciones! Era agradable saber que por lo menos estos días, todo se había calmado.
Miré mi celular y ya era las nueve de la noche de este día viernes. Suspiré sin estar convencida de querer vengarme de Amalia, no era algo que me animara ahora, con todo lo que había sucedido, estaba conforme con que todo el colegio se diera cuenta de cómo eran los Andrade y ese centro de alumnos, pero debía vengarme, no podía estar tranquila hasta verla destrozada. Leonardo sabía cuál era mi plan y vendría por mí a las diez de la noche, una hora después de que la fiesta del colegio comenzara. Solo iríamos por cinco minutos.
Volví a mirar mi teléfono cuando comenzó a sonar, era Leonardo. Mi corazón saltó ante la emoción, conteste rápidamente.
— ¿Si, Sr. Ulloa? –dije bromeando.
—Srta. Varela ¿ya está lista?
— ¿Lista para qué?
—Para el baile de hoy, espero ver a mi novia muy guapa –fruncí el ceño, ese no era el plan, no pensaba arreglarme para ir a un lugar donde no estaríamos por muchos minutos.
—O sea, no tengo nada pensado, solo iré con lo que tengo puesto.
—No, quiero que te arregles, te llevaré a un baile, Amaya.
— ¿De qué estás hablando? No podemos ir porque el director nos lo prohibió con justa razón y además no podremos estar por mucho tiempo luego de lo que haremos.
—Hazme caso ¿sí? –tensé mi mordida.
— ¿Tendré que usar vestido?
—Eso sería perfecto, verte vestida como una niña.
— ¡Ja Ja! Que insolente eres para ser mi novio, que gracioso –que falta de respeto.
—Es una broma, solo te quiero ver como si fuéramos al baile, nos lo merecemos –fruncí el ceño, no entendía a que se refería con todo esto.
—Está bien, no sé qué te tramas, pero está bien.
—Muy bien, te paso a buscar en una hora entonces.
Ambos cortamos y yo me quede sentada en la cama sin saber qué hacer, esto ahora era un problema. No sabía que ponerme.
— ¿Saldrás con Leo esta noche? –me asusté al ser interrumpida de esa forma por mi madre.
—Necesito un vestido y no sé qué ponerme –sentencié como si fuera una de las peores cosas que me hubiera pasado en la vida, lo que era extraño para mi, ya que nunca he sido muy fanática de los bailes… bueno, ahora.
— ¿De qué hablas?
—Leo quiere que vayamos al baile –dije sin saber que responder, de todas formas tendrías que mentir sobre mi salida con él, ellos ya estaban enterados de que el director nos prohibió la entrada.
—Ustedes no pueden ir –se veía más sorprendida que molesta, lo que llamó mi atención — ¿quieren comportarse como unos rebeldes?
—Eso parece –ella sonrió al escucharme.
—Bueno, puede que esta noche sea tu hada madrina y no quiero ser yo quien te niegue el permiso para asistir a tu primer baile.
No supe lo que quiso decir hasta que volvió con una caja de alguna tienda, me la entregó para que la abriera. Lo hice de inmediato, esto traía demasiado misterio.
— ¿Qué es esto? –había un hermoso vestido color negro. Lo saqué de la caja y lo miré detalladamente –Es hermoso… ¿Cómo tenias esto?
—Hace unas semanas lo vi, como sabía que irías con Leonardo, pensé que podría gustarte, estaba emocionada comprándolo, así que lo compré, es un regalo anticipado de navidad.
— ¡Oh, mamá! ¡Muchas gracias! –dije abrazándola, pero noté como había una caja más pequeña escondida detrás de ella.
—Están incluidos los zapatos –no sé cual habrá sido mi expresión, pero estaba sorprendida. Miriam se rió de mí, pero me animó  a que me apresurara.

Mientras me miraba al espejo y veía con más detalle el vestido. Era bastante elegante, cubria parte de mis hombros y antes de llegar a mis pechos tenía una transparencia con lunares negros. Era ajustado y provocaba que me viera con más curvas. Me gustaba sin duda alguna.
Mamá me peino, creando una trenza por el costado derecho para después terminar sobre mi hombro derecho, me tomaba todo el cabello.
— ¿No crees que es mucho? –dije sobre el maquillaje mientras me ponía los tacos negros que combinaban, eran cómodos.
—Ni siquiera he usado mucho, ya basta –dijo pasando el brillo por mis labios.
—Ya está afuera –dijo Nana, avisando que Leo estaba esperándome.
— ¡Dime que no ha venido en esa moto infernal! Tiene un brazo fracturado, no puede manejar de esa forma –dijo Miriam mirando angustiada a Nana.
—No,  ha venido en un auto –sonreí y me separé de mi madre para ir por un abrigo — ¡Este! –dijo Nana eligiendo uno que siempre dejaba de lado, lo encontraba muy elegante, pero para esta ocasión serviría. Era de color negro, con doble fila de botones y un cinturón que se ajustaba muy bien a mi cintura.
— ¡Bien! ya ve… incluso llegaran atrasados –las miré emocionada y les di un abrazo, no tenía idea porque estaba tan contenta si era ilógico que con Leo aprovecháramos el baile — ¡oh oh! –dije al darme cuenta que no llevaba mi venganza hacia Amalia, así que corrí hasta mi escritorio y guardé lo necesario en mi bolsillo para después despedirme y correr hacia donde estaba Leonardo mientras mamá repetía que no era correcto que él manejara con su brazo derecho fracturado, pero él ya había comenzado a manejar muy bien, además lo hacía despacio.
Abrí las puertas rápidamente y sonreí emocionada al ver a Leonardo, que estaba apoyado en el auto azul de su padre. Era un Audi, no sé qué modelo.
Subí el cuello de mi abrigo, muerta de frio por estar con un vestido, aun no se había templado el clima. Me quedé observando lo guapo que se veía Leo de traje, color negro, camisa blanca, corbata también oscura y con una elegante línea blanca en su bolsillo superior izquierdo.
Me quedó mirando con una sonrisa, esa que me gustaba tanto y cuando comencé a acercarme hasta él me concentré en esos ojos negros, tan profundos como los de un lobo, mi lobo.
—Te ves hermosa –dijo sin dejar de mirarme.
—Y eso que aun no me has visto sin el abrigo, como ves, estoy con vestido –él llevó su mano a mi mentón y su pulgar paso por mis labios.
—Era una broma, pero me alegro… te ves increíble –fruncí el ceño al notar su corbata.
— ¿Nadie te ayudo a vestirte? –dije ajustando la prenda gris, sin embargo él me hizo levantar la mirada por enfocarme en él.
—Estaba esperando que tú arreglaras la corbata, me gusta cuando lo haces, frunces el ceño y te ves guapa –me empiné un poco y él de inmediato unió sus labios a los míos.
Cerré mis ojos mientras mi corazón se aceleraba y apoyaba mi mano en su cuello y pecho, como me gustaba sentir su boca, durante este tiempo me había hecho una adicta. Sin embargo, me alejé cuando su mano ilesa viajo por mi espalda hasta mi cintura.
—Leo… —dije sonriendo sonrojada –debes decirme porque todo esto –apunté su vestimenta –además tenemos algo que hacer.
—Nuestra última venganza ¿no? –sonrió, me encantaba.
—Nuestra última venganza –dije sonriendo también –a todo esto, te hubieras visto más guapo si me dejaras rayar ese yeso.
—Ni es sueños.
Leonardo abrió la puerta del copiloto y mientras el caminaba para entrar y yo ajustaba el cinturón de seguridad, mi estómago dio varios vuelcos por los nervios. Habíamos hablado esto con Leonardo, estábamos protegidos, solo debíamos cumplir con el video y aprovechar nuestras ultimas semanas juntos. Respire profundamente para calmar las lágrimas que a veces llegaban al pensar en que tendría que irme.
— ¿Lista? –dijo sonriendo.
—Como nunca, vamos.

Aaah y es aquí hasta donde subi en fanfiction, ahora debo comenzar a escribir el final :3 jejejeje 

5 Lectores:

  1. Ahora siiii que todo esta de color de hormiga realmente haran caer a Damian y a su hermana esa es la pregunta del millon aparte no creo que sea tan facil alguien va a salir lastimado y me imagino quien puede ser ya que pase lo que pase siento que alguien se va a querer vengar no creo que todo termine en que todos son feclices y para siempre jejej no me imagino un final asi en esta historia ... nos leemos en el sig cap que por lo visto ya no falta mucho para el final

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  2. Creo ue el final va a ser más intenso de lo que mi cabeza penso hace ya un rato u.u, a quien sacrificaras?

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  3. Quiero el próximo cap ya será genial saber sobre la venganza

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  4. bueno ahora sí voy a comentar. Por dios qué historia dani!!! De mas esta decír qué estoy mas que ansiosa por el próximo capítulo. Dios todavía tengo cierta nostalgia con Damian... siento como sí hubiera algo escondido muy dentro de él... como sí estuviera obligado a hacer todo eso !!!!! Pero creo qué ya me voy a dar por vencida en cuando a eso. Y hablando de Leo ... dios que HOMBRE mas dulce. ¿quién no daría todo por alguien qué se arriesgara así sólo por una ? Estos príncipes no existen en la realidad... nos estas ilusionando mucho dani.:( y ya después idealizamos a todos los chicos y nos terminamos quedando solas, viejas y con 48 gatos de compañía !!!!!!jajajajajaja y ni hablar qué con muchos buenos libros... y bueno quién necesita un Bombon de película cuando podemos tener muchos de tus chicos dani ??????
    Ya nos hiciste adictas a vos así que QUEREMOS MAS CAPÍTULOS !!!!!!!!!.
    Te quiero !!!!!!!!

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  5. Estoy lista para ese final desde hace tanto tiempo, habia olvidado el odio que me provoco Damian, nunca ningun personaje me habia hecho sentir tantas ganas de soltarle un buen, pero buen bofeton como esa bola de mafiosos...en fin, espero que pronto subas los otros capitulos, por que la intriga me va a matar¡¡¡
    por cierto, creo que nunca lo dije antes, pero me encantaron los nuevos nombres y caras que le has puesto a estos personajes....muy guapos :P

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