Capitulo 25
Presioné con
fuerza mis manos contra el volante. Había salido de casa sin querer avisarle a
nadie, pero cuando mamá me vio en la puerta le dije a donde iba. No le di
tiempo de decir nada.
Llegué en cosa
de minutos al hospital, corrí hasta entrar a urgencias y preguntar si estaba
aquí Leonardo. Cuando me encontraba hablando con una enfermera pude ver qué
pasaba la madre de Leonardo, Sara.
— ¡Disculpe!
–dije dejando sola a la enferma y corriendo hasta donde la Sra. Ulloa.
— ¡Amaya! ¿Qué
haces aquí? –dijo sorprendida.
— ¿Dónde está?
¿Cómo está? –no podía decir que el infeliz de Damián me había avisado de esto.
—Está bien,
aunque bastante herido… recién se fue tu padre de aquí, estaba conversando con
él.
— ¿Qué paso?
—Hace un par de
horas llamaron diciendo que estaba Leonardo en el Hospital, unos hombres lo
golpearon cuando volvía de tu casa, una mujer que iba manejando lo vio tirando
al lado de la carretera y dio aviso a la policía ¿quieres verlo?
— ¿Puedo? –mi corazón
latía desesperado por lo que estaba pasando.
—Claro, Bruno
ya se fue a casa para tratar de buscar a quienes hicieron esto, sabemos de
quien viene, pero no hay pruebas, así que puedes entrar en su turno –los padres
de Leonardo sabían todo lo que había detrás del ataque de Damián en el colegio,
además de las drogas.
—Gracias.
Subimos hasta
el tercer piso, donde Leonardo estaba en una habitación individual. Sara me
indicó cual era y corrí rápidamente hasta abrir la puerta. Me quedé ahí unos
segundos, en shock por lo que estaba viendo.
Leonardo tenía
su brazo derecho con una escayola, mientras que el otro tenía marcas muy feas. Podía
ver que su rostro también tenía hematomas por haber sido golpeado brutalmente.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y corrí hasta donde estaba. Traté de quedarme
callada porque él estaba durmiendo, eran más de las tres de la madrugada.
Tomé su mano
con cuidado y me senté a su lado, mirando como dormida. Sequé mis lágrimas con
mi mano libre.
—Lo siento
–susurré al darme cuenta que si él no hubiera estado siempre a mi lado, nada de
esto habría ocurrido.
— ¿Amaya? –Volví
a hacer un mohín por haberlo despertado –es tarde ¿Qué haces aquí?
—Estaba solo
paseando por aquí y se me ocurrió venir a verte –él sonrió, tenía una expresión
cansada –lo siento mucho –él sonrió.
— ¿A sí que tú
fuiste la que me golpeó? Creo que tendrás que pasar unos días detenida, Amaya
¿sabes? No te ves tan alta y ancha como para golpear tan fuerte.
—Deja de
bromear –él puso sus ojos en blanco.
—No tienes la
culpa de esto, no seas melodramática, además solo es un brazo roto, pasará en
unos meses –pasé mi mano por su frente, tenia hematomas por toda su cara. Se
quejó un poco cuando acaricié su mejilla.
—Lo siento.
— ¿Amaya? –Dijo
frunciendo su ceño — ¿estás con pijama? –recién ahí me di cuenta de cómo andaba
vestida.
Solo había
tomado una sudadera ancha y había salido de casa, incluso estaba con mis
pantuflas rosas que tenían una oveja bordada en cada pie. Gracias al cielo
estaba usando mi pijama con pantalones largos, aunque los múltiples colores que
tenía, me hacían ver como una loca en pijama.
—Sí, salí
rápido de casa al enterarme de lo que pasó.
— ¿Cómo lo
supiste? –suspiré al ver que las malas noticias no acababan nunca.
—Damián se metió
a mi habitación, me informó de todo lo que pasaría con él, como no saldría
perjudicado… lo que estoy empezando a creer.
— ¡¿Estuvo en
tu habitación?! –se trató de sentar, pero se quejó.
— ¡Alto, alto!
no intentó hacer nada, solo estaba siendo escalofriante y tratando de
intimidarme –cosa que le resulto después de decir que Leonardo estaba en el
hospital.
—Hijo de puta
¿Qué pretende?
—Que me vaya,
me quiere fuera del colegio –él sonrió y negó a mis palabras.
—Claro que
quiere eso, eres la prueba de la duda, nada seguirá siendo igual para él en ese
colegio.
—Solo por un
tiempo, cuando llegue un nuevo año escolar todo será favorable para él, quizás
hay alumnos que no tienen idea de nada.
—Entonces
tenemos que dejarlo expuesto –negué a sus palabras.
—Tú no te meterás
más en esto… no quiero que en la próxima semana te rompan el otro brazo o algo
peor.
—Amaya no.
—No, esto es
injusto, ellos son los malos y mira lo que está pasando, no hemos logrado nada
–solté la mano de Leonardo y me puse de pie. Sentía tanta rabia –lo mejor es
que no te vean conmigo, no quiero que luego seas un rechazado por todo el
colegio, ellos saben manipular muy bien.
— ¿De qué estás
hablando? No seas ridícula.
— ¡Ah! –empuñé
mis manos, quería golpear a Damián por lo que había hecho, quería que esa
estúpida sonrisa se borrara de su boca y que su vida se volviera un infierno en
el colegio, exactamente como eran sus planes para mi propia vida –se acabó, me
las pagarán, no permitiré que hagan lo que deseen con nosotros.
—Basta… —trató
de sentarse de nuevo.
—Tranquilo, no
te muevas que te duele.
—No me alejaré
de ti por lo que piensan los demás, eso sería una estupidez –lo quedé mirando,
pensando en que mis planes tendrían que adelantarse.
—No pienso
pasar por lo mismo dos veces, ni dejaré que esto te afecte, es mi problema y…
—Cállate de una
vez –dijo ahora mirándome enojado –estas actuando como si quisieras ser algún
estilo de mártir, no estás sola y no me molesta estar contigo en el colegio. No
te comportes de esta forma, te hace quedar pésimo.
—Mira donde
estás por mi culpa –él negó.
—Esto fue
porque me desquité con Andrade ese día, es su venganza por haber golpeando su
estúpida cara.
—Leonardo, me
vengaré… no dejaré esto así como así, sé muy bien que la justicia no hará nada
contra ellos, tienen al juez de su parte, además no dudo que el fiscal a cargo también
pueda estar involucrado, eso ya escapa de nuestras manos… pero en ese colegio
–tensé mi mordida, deseando ver a los Andrade acabados –se sabrá la verdad de
una u otra forma.
— ¿No crees qué
ir por ese camino solo logrará que el fuego aumente? –era cierto, lo más
probable es que las cosas empeoraran contra nosotros.
—Por eso mismo…
no puedo seguir a tu lado, no te involucraré –miré la hora y era mejor irme, así
dejaba descansar a Leonardo.
— ¿Qué estás
diciendo? Eso es una estupidez ¿crees qué te haré caso? –no podría ser suave
con él.
—No quiero que
vuelvas a ir a mi casa, no debes tener relación alguna conmigo –mis hombros
decayeron al decir eso –lo mismo corre en el colegio, ahora debes descansar.
—Amaya –dijo
sorprendido por mis palabras.
—Siento todo
esto.
Sin más salí de
la habitación y me encontré con Sara, agradecía que nos haya dejado solos. Me despedí
de ella y me fui.
Mientras
manejaba iba pensando en mis próximos pasos, Damián me las pagaría por todo lo
que había hecho, al igual que Amalia, ella si saldría perjudicada, pero tendría
que ser cautelosa. No iba a arriesgar a que todo se arruinara, la venganza es
un plato que se sirve frio y con los Andrade… seria una exquisitez, les daría
donde más le duele: su prestigio.
Cuando llegué a
casa tuve que explicarle todo a Miriam, que me regañó por haber salido así de
casa, pero Cristian me ayudó con mi justificación cuando le dijimos lo que había
pasado con Leonardo. No les dije nada sobre Damián, eso solo causaría más
problemas y no quería tenerlos en este preciso segundo.
Me fui a
dormir, sintiendo como mi corazón pesaba al pensar en el estado de Leonardo.
Malditos matones que lo hirieron, en estos momentos hasta me odiaba porque era
todo mi culpa, si no lo hubiera involucrado nada de esto habría ocurrido, pero
ya estaba hecho, no podía lamentarme, tenía que actuar y crear una maldita
venganza.
No quería
alejar a Leonardo, sabía que ahora con su brazo derecho fracturado, necesitaría
ayuda y me encantaría dársela, pero… todavía había una posibilidad de que esto
no lo afectara en su totalidad, además del hecho que yo arruinaría todo aun más
y luego desaparecería, era un acto ruin dejarlo con todos los problemas. Tendría
que ser fuerte y hacer la vista gorda con él… aunque me doliera no seguir
pasando mis tardes y mis días con él.
Me desperté
tarde al siguiente día, le había dicho a mis padres que no iría al colegio,
ninguno me dijo nada sobre eso. Me tenía que enfocar en salir con excelentes
notas este semestre y esta semana junto con la próxima serían los exámenes,
lamentaba no poder estudiar con Leonardo, era mucho mejor de esa forma, pero no
era correcto. Sin embargo, como era él, lo más probable es que fuera a clases,
no quería que chocara con Damián, eso lo podría meter en más problemas.
Parecía una
leona enjaulada, dando vueltas por toda la casa, pensando en cómo había
amanecido Leonardo. Quería tomar el auto e ir hasta su casa, donde debía estar
hoy, pero recordar su situación solo me hacía sentir culpable, así que para
distraerme de mis caminatas dentro de casa, fui hasta mi habitación y tomé el
respaldo de las pruebas que tenia contra Damián y Amalia. Era hora de comenzar
con mi plan.
Salí de casa
hasta el centro de Ciudad Blanca, donde busqué un cibercafé y mandé a imprimir
las imágenes que necesitaba, después fui hasta una fotocopiadora y me gasté una
pequeña fortuna en ese lugar. Nadie preguntó nada cuando vio las hojas. La
suerte estaba de mi lado, no eran curiosos, así que pude hacer todo lo que
necesitaba. Para cuando eran ya pasada las siete de la tarde pude volver a casa,
pero cuando estaba por llegar recibí un mensaje en mi celular, era de Leonardo.
“Si te sientes culpable, tienes que venir a
ayudarme, no puedo escribir o estudiar con mi brazo derecho fracturado. Ven a
hacerte cargo de lo que provocaste”
Podía
imaginarme a Leonardo sonriendo mientras escribía este mensaje. Era un
manipulador, pero aunque las ansias por ir a verlo eran grandes, solo apagué el
celular y me concentré en manejar.
Cuando llegué a
casa llevé las cajas con las fotocopias hasta mi habitación, tratando de que
Nana no viera nada, no fue difícil ya que no estaba en casa. Dejé todo en mi
armario, detrás de mis zapatos.
— ¿Está
estudiando? –dije pensando en el mensaje de Leonardo. Si solo anoche estaba
hospitalizado, era un terco, debería estar durmiendo o descansando.
Miré hacia la
ventana y ya estaba anocheciendo, quería ir a verlo y poder ayudarlo ¡Demonios!
Parecía que alejarme de él no era tan fácil como pensé.
Me senté en la
cama y prendí el celular, no pasaron muchos segundos cuando llegó otro mensaje.
“Eres mi no solo amiga, deberías estar aquí
ayudándome”
Dejé el celular
a un lado y me recosté en la cama, mirando hacia el techo, mi corazón latía con
fuerza, estaba tratando de controlar las ansias de ir hasta la playa. Cerré mis
ojos cuando sentí que las lágrimas caían por mis costados ¿Por qué me tenía que
pasar todo esto?
— ¿Amaya? –Me
giré hacia la puerta y encontré a Cristian mirándome un tanto confundido –Amaya…
—dijo entrando a la habitación, se sentó al final de la cama — ¿estás así por Leonardo?
—Fue mi culpa,
papá –me senté y lo miré triste –si no fuera porque…
—Ah hija –me
interrumpió –esto no es tu culpa, además Leonardo esta grande para saber a quién
quiere tener como amigos.
—Lo mejor es
que me mantenga alejada.
— ¿Alejada de
él? –Asentí –Amaya, eso ya no ocurrió, en estos momentos debe necesitar tu
ayuda a menos que sea zurdo ¿no es época de exámenes? Pronto acabará el año,
estoy seguro que podrías ayudarlo.
—Papá… no
entiendes.
— ¿No entiendo?
¿Esto es por cómo se comportan en el colegio con ustedes? –Lo mire sorprendida
–el director me llamó por los papeles que pusieron en un pasillo del colegio,
cuando fui a hablar con él esa tarde, me enteré que estuvieron metidos en un
pleito dentro de la cafetería…
—Leonardo no se
merece esto.
—Ni tu tampoco,
es como si yo estuviera en depresión por ser policía y exponerte a tipos como Damián
–lo miré confundida –si yo no fuera el jefe de esta zona, si fuera no sé…
cualquier otro trabajador, él no habría planeado nada contigo, como tampoco te
habrían tratado mal en tu antiguo colegio cuando creyeron que yo había
interferido en las evidencias de ese infeliz –dijo refiriéndose a lo que pasó
en nuestra antigua ciudad –creo que con Miriam hemos criado a una mujer inteligente
y ahora uno de tus amigos necesita ayuda.
—Pero lo meteré
en problemas –él sonrió.
—No conozco
mucho a Leonardo, pero por lo que he hablado con él… estoy seguro que no se
haría el desentendido si te llegaran a tratar mal.
—No lo sé.
—Bruno me dijo
que Leonardo irá mañana a clases ¿tú irás? ¿Piensas no mirarlo? ¿No hablarle?
Es tu compañero de asiento Amaya ¿lo dejaras solo si lo tratan mal?
—Esto es
manipulación, quieres que vaya a clases por él.
—Eres fuerte…
yo pienso que tengo a una heroína de hija ¿me defraudarás?
—La grabación
de Damián fue un accidente, no soy ninguna heroína –él sonrió.
—No me refiero
a eso, sino a mi hija, quien ha soportado muchas cosas a su corta edad, para
tus padres tú eres una heroína –hice un mohín al escucharlo, me acerque a él y
lo abracé.
— ¿Papá? –Dije
aun abrazándolo –esto no hará que no me vaya con tío Evan –él suspiró y me
alejé –Iré a clases mañana –dije cuando él estaba saliendo de mi habitación.
—Esa es mi
hija, ahora baja a cenar.
Ya era un nuevo
día, mañana comenzaban los exámenes, así que mandaría al diablo lo que dije
sobre Leonardo. Hoy iría solo para verlo.
Todo transcurrió
de la misma forma que la vez pasada, ahora me miraban y susurraban. Pude ver
desde lejos como iba Damián con Amalia y sus amigos, sentí un dolor de estómago
por saber que me los encontraría, aunque fuera en la cafetería. Comencé a
buscar a Leonardo, pero no lo encontraba en ningún lugar, no estaba en el
estacionamiento y por lo visto tampoco en el patio.
Rendida me fui
hasta la sala y me senté sola, pensando en que quizás Leonardo despertó
sintiéndose mal, pero justo cuando el profesor entró, llegó con un acompañante:
Leonardo.
Se sentó a mi
lado sin decir nada, traía su brazo con el yeso cubierto con una maya azul que
hacia la función cabestrillo, aunque más llamo mi atención que la corbata de su
camisa estaba mal puesta.
— ¿Leonardo?
–él me miró un tanto enojado, de seguro porque no había respondido sus
mensajes.
— ¿Ahora tienes
planes de hablarme? –no le dije nada, simplemente llevé mis manos hasta su
corbata y la arreglé.
—Ahora te ves
mejor –él sonrió y supe de inmediato que ya no estaba enojado.
—Me costó
vestirme, no tener un brazo es complicado.
— ¿Te duele?
—No… para eso
hay pastillas, me quitan el dolor por largos ratos, te dije que esto no era
nada –claro, su cara aun con hematomas me decía algo diferente, pero no le
quise decir nada.
—Te busqué hoy.
—Mamá es muy
lenta para manejar, por eso llegue atrasado, además tuve que pasar a hablar con
el director para decirle que no podría escribir nada durante los exámenes, me
dijo que un profesor me iba a ayudar, ahora no sé como lo haré con los apuntes
de las clases –me quedó mirando, enarcando una ceja. Sonreí y mire a todos
lados, rápidamente me apresuré y le di un beso en su mejilla ya que nadie nos
miraba.
—Llama a tu
mamá y dile que te llevaré a casa, ahí estudiaremos para el examen de mañana,
yo te presto mis apuntes, de todas formas estudiaremos juntos y hasta ahora lo hemos hecho de excelente
forma ¿no? –Leonardo sonrió de una forma que llamó mi atención, se veía guapo
aun con esa marca en su labio y bajo su ceja izquierda.
—Espero que no
te arrepientas.
Las primeras
horas de clases pusimos atención sin ningún problema, en los recreos nadie nos
hablaba y solo nos fuimos a un lugar del patio, así no teníamos que soportar
miradas desagradables. Para cuando llegó la hora del almuerzo decidimos ir a comprar algo y luego salir, no quería
otro percance como el de dos días atrás.
Quería evitar
cualquier confrontación con los Andrade, pero él no me hacía caso cuando quería
irme por otro camino. Fue un milagro que solo nos cruzáramos a metros de
distancias con ellos.
—Por fin se
acabó el día –dije cuando caminábamos hasta el estacionamiento.
— ¿A dónde
iremos, chofer? –lo miré sonriendo, Leonardo se veía un tanto gracioso con su
yeso.
— ¿Me dejaras
escribir en él? –dije apuntando a su fractura.
—Ni muerto ¿Por
qué crees que lo haría? –bufé, quería escribir en él como siempre mostraban en
las películas.
—Porque es
entretenido, es como un recuerdo.
— ¿Y crees que
quiero recordar mi brazo fracturado? –lo miré unos segundos, tenía razón, ese
brazo no se había fracturado por una caída graciosa o una anécdota que valiera
la pena recordar.
— ¿Qué te pasó
en el brazo, Ulloa? –me tensé al escuchar aquella voz. Me giré y miré a Damián que
venía acompañado de Cloe.
—Y el brazo derecho
para tu mala suerte, es una pena ¿podrás dar los exámenes? –dijo ella. Leonardo
dio un paso hacia adelante, protegiéndome, pero lo esquivé y encaré al par de
infelices que tenia al frente.
—Sí, quizás
tengan que dar sus exámenes tarde –mentí, mirando a Damián –como tu ¿no? ¿Qué
te han dicho? ¿Podrás dar los exámenes o en la cárcel no tienes esa
oportunidad? –él sonrió, curvando sus labios en esa sonrisa tan característica
de él.
—No lo sé,
podrías ayudarme si llego a caer ahí, en las visitas conyugales, con esa
boquita podrás hacer grandes cosas –trató de tocar mi mentón, pero ni siquiera
pude prevenir lo que sucedió después. Leonardo de un solo movimiento le dio un
golpe a Damián en la cara, que provocó que cayera al suelo sin alcanzar a
evitar empujar a Cloe, los dos terminaron en el suelo.
Llevé mi mano a
la boca, sin poder creer lo que estaba viendo.
— ¿Ves? También
sirve la mano izquierda ¿no, Andrade? –no dije nada, simplemente tomé a Leonardo
para que nos fuéramos de aquí, lo empujé hacia el auto.
—Vamos, vamos
–a veces encontraba demasiado grande a Leonardo, me costaba empujarlo. Miré
hacia atrás y pude ver como Damián se puso de pie para venir tras de nosotros,
pero Cloe lo tomo del brazo y negó, mirando alrededor.
—La próxima
serán los dos brazos –le alcancé a escuchar. Él cubrió su cara con la mano,
sobando donde Leonardo le había golpeado. Le di una última mirada y le hice un
gesto obsceno con mi mano.
Leonardo entró
al auto y yo me apresuré a acelerar para escapar de este colegio.
—No podíamos
terminar bien el día ¿te duele la mano? –dije al notar que la había hecho un
puño.
—Un poco –dijo
extendiendo sus dedos.
Lo quedé
mirando unos segundos mientras estábamos en un semáforo. Tenía su ceño fruncido
y la mordida tensa. Tomé su mano y traté de que me pusiera atención.
—No puedes
hacer eso otra vez, te terminaran expulsando Leonardo… —él me miró un segundo
para después decir algo, pero todo quedó en nada, cerró su boca y solo asintió.
Seguí manejando
y puse algo de música al darme cuenta que Leonardo no tenia ánimos de decir
nada. Llegamos a su casa en veinte minutos, teníamos que estudiar Historia para
mañana, así que sería una larga tarde.
— ¿Tienes
hambre? –preguntó cuando entramos. Negué al notar el tono de su voz ¿Qué estaba
pasando?
—No, muchas
gracias, quizás más tarde ¿Dónde están tus padres? –dije al notar que no había
nadie. Deje mi bolso sobre el sofá.
—Papá debe
estar trabajando y mamá de seguro salió –me agradaban ellos y más cuando
estaban con Leonardo, lo trataban como si fuera un niño pequeño, lo que
provocaba un sonrojo en sus mejillas, me encantaba que lo dejaran así de
expuesto.
— ¿Te duele
mucho tu brazo?
—No, me iré a
sacar este uniforme ¿sí? espérame –subió por las escaleras hasta que desapareció
de mi vista.
Me senté en el sofá
y me quedé quieta, esperando a Leonardo, pero los minutos comenzaron a pasar e
incluso me estaba dando un poco de sueño.
Media hora después de que desapareciera me aburrí de esperar y subí las
escaleras para tocar suavemente a su habitación.
— ¿Leonardo? ¿Estás
bien?
—Si ¡ya bajo! –Abrí
mis ojos sorprendida por el tono de voz que usó, estaba enojado – ¿estás
vestido?
—Emm… algo así
–fruncí el ceño y sin importarme, abrí la puerta, cubriendo mis ojos por si
veía algo que no debía –puedes abrir los ojos –dijo al verme entrar –no haces
caso cuando te dicen que esperes ¿cierto?
—Leonardo… —claro
que se estaba demorando tanto tiempo en bajar si tenía su camiseta gris toda
enredada. Gracias al cielo se pudo poner esos pantalones deportivos color negro
— ¿Por qué no me pediste ayuda? –caminé hasta él y le puse la camiseta como debía.
Me demoré un poco al notar que su abdomen estaba marcado ¡Dios! ¡Incluso se le
notaban sus oblicuos! O sea, sabía que era grande y que tenía una espalda
ancha, pero nunca me imaginé que tenía su cuerpo tan… trabajado. Me sentía
sedentaria.
—Es vergonzoso,
no poder ponerme la camiseta –lo miré sonriendo, no podía creer que se
entrenara y tuviera este físico — ¿Qué sucede? ¿Por qué te ríes?
—Dios… ¿tú qué
haces para estar tan marcado? –arreglé el cuello de su camiseta y lo quedé
mirando, sus mejillas se habían sonrojados ¡qué lindo!
—Solo salgo a
correr y ocupo las maquinas que tenemos en el pequeño gimnasio allá afuera –sonreí.
—Me haces
sentir que no hago nada –recién ahí el volvió a sonreír, estaba segura que
estaba enojado por algo.
—Tú no haces
nada, eso es un hecho.
—Muy gracioso,
yo corro, aunque no todos los días –dije girándome y mirando su habitación —
¡deberíamos correr juntos!
Comencé a mirar
con mayor detalle la habitación de Leo. La cama tenía un soporte de madera y
detrás había un mueble con el mismo tipo de madera, ahí tenia cd, películas,
revistas, un equipo musical y en los costados por la parte inferior había otras
cajas de colores. Su cama tenía un cobertor de franjas verticales color gris,
azul y celeste. Se veía cómoda.
Observé su
escritorio, donde suponía que estudiaba. Había un gran computador blanco Mac, a
los costados el mueble tenía varios libros. Finalmente me fije en el sofá que
tenia, en forma de L, que estaba al frente del plasma, donde también había un PlayStation
4.
—Este lugar es
mi respuesta a porque no estudias Leonardo, tienes muchas distracciones, ni
siquiera yo estudiaría aquí –dije sentándome en el sofá, era de género color azul
oscuro, muy lindo –se nota mucho que eres el regalón de tus padres.
— ¿Quieres
jugar antes de estudiar? –me ofreció un mando del juego. Sabía que no debíamos
hacer esto porque teníamos que estudiar, pero lo acepté.
—No soy buena Leonardo,
además tú tienes tu brazo fracturado.
—Veras que soy
muy habiloso –prendió todo y se sentó a mi lado. Lo miré nerviosa.
—No soy buena
en esto, creo que es mi primera vez…
—No te
preocupes, lo pondré en nivel fácil –asentí, concentrada en mirar el juego. Me
explicó lo que tenía que hacer y que botones tenía que presionar, así que
cuando comenzamos a jugar… todo fue un caos.
Comencé a
moverme como si yo estuviera dentro del juego, Leonardo me ganaba y solo estaba
apoyando el mando entre sus rodillas y moviendo todo con su mano izquierda.
Como soy muy competitiva e iba perdiendo, hice lo peor que se me ocurrió. Me
puse de pie y lo desconecté.
— ¡No se vale Leonardo!
¡Te sabes todas las técnicas para comer más monedas! Es injusto –él comenzó a reír
cuando me vio en ese estado –ahora tengo hambre y esta atardeciendo, no hemos
estudiado nada, esta habitación está llena de tentaciones.
Él me quedo
mirando con una sonrisa, por lo visto había logrado que dejara de estar
enojado, aunque quería averiguar el motivo.
—Bien, mejor
bajemos –asentí ante su idea.
Bajamos a la
cocina y él buscó en el refrigerador que podíamos comer. Sacó unos jugos y
porciones de torta ¡Dios! Aquí siempre había cosas dulces.
—Supongo que te
gustan los dulces ¿no? –dije cuando estábamos sentados y comiendo.
—Me encantan,
desde que era pequeño, soy muy fácil de comprar si me ofrecen algún dulce –sonreí,
cada día iba descubriendo algo nuevo de Leonardo… y me encantaba.
—Ese dato me
puede servir, además ya sé que tu sabor favorito es mora –mi porción era de
mora con crema. Lo quede mirando, pensando en algo que quería preguntarle desde
la noche del hospital — ¿Leonardo?
—Dime –dijo
comiendo de su pastel de chocolate.
— ¿Cómo sucedió
todo esa noche que te golpearon? –volvió a comer de su pastel y tomo un poco de su jugo –si no te molesta hablarlo.
—Claro que no
me molesta, no es como si hubiera quedado traumado o algo por el estilo.
—Entonces ¿Qué
paso?
—Cuando venía
de tu casa, a mitad de la carretera habían dos autos negros, unos Jeep Wrangler
negros, nunca los había visto por esta zona –volvió a tomar de su jugo –frené
porque no me dejaban pasar… tuvieron suerte de que nadie pasara a esa hora, se
bajaron dos hombres de cada jeep y se acercaron, no me dijeron nada,
simplemente comenzaron a golpearme… —tensó
su mandíbula por la rabia –me dejaron inconsciente al lado de la carretera, después
pasó alguien en un auto y vio mi moto… llamó a la policía, por lo menos esa
parte me la dijo mamá.
— ¿No
escuchaste algún acento o algo así?
—No, aunque si
me llamo la atención la apariencia que tenían, no eran de acá –hice una mueca,
aunque Leonardo los recordara con detalle, eso no serviría nada para incriminar
a los Andrade, no había forma para probar que eran los matones rusos que había
nombrado Damián en el pasado –bien, creo que nos hemos distraído lo suficiente
¿no?
—Cierto,
debemos terminar con buenas notas el año.
Nos fuimos a
estudiar a la sala y comenzamos a hablar de la materia de historia, tomando
apuntes y cada cierto momento… distrayéndonos. Estuvimos de esa forma hasta que
nos dio las nueve de la noche, sus padres ya habían llegado y me ofrecieron quedarme
a cenar, pero me disculpé por no poder acompañarlos, tenía que ir con mis
padres.
—No pares en ningún
lugar ¿sí? Y llama cuando llegues a tu casa –dijo Leonardo cuando me fue a
dejar a mi auto.
—Muy bien…
mañana me dejaras marcar tu yeso, seria entretenido –él negó de inmediato.
—Se vería
ridículo, no lo harás –guardé mi bolso en la parte trasera del auto y miré a Leonardo.
—Bueno, ya me
voy… —aun me ponía nerviosa estar con Leonardo, así que no me atrevía mucho a
tomar la iniciativa, pero parecía que él no tenía problemas.
Leonardo tomo
mi suéter y tiró de este para acercarme a él. Sin más se acercó y me dio un
beso, me empiné sonriendo, era tan alto que me costaba quedar a su altura.
Realmente no podía, el debía inclinarse.
—Tu brazo –dije
cuando choco contra mi cuerpo.
—Nos vemos
mañana –mi sonrisa desapareció, no tenia ánimos de ir al colegio después de lo
sucedido con Damián y Cloe, además estaba Amalia.
—Nos vemos
mañana y termina de estudiar, que me tendrás que salvar –lo miré con mala cara.
—Eres un cínico,
te va mucho mejor en esta materia que a mí, nos vemos –esta vez me empiné y le
di un beso en su mejilla para después entrar al auto.
Llegue a casa
sin ningún problema, llamé a Leonardo para avisarle que no había pasado nada
malo. Después de haber cenado con mis padres llevé sin que lo notaran las cajas
con todas las copias que necesitaba de las pruebas contra los Andrade, las metí
en el maletero y sonreí al darme cuenta que tendrían su primer trago de
venganza mañana cuando saliéramos de clases.
Me fui a dormir
con una sonrisa en mi boca, sin antes haber asegurado todas las puertas de la
casa y las ventanas, aquello también lo hice sin que mis padres lo notaran, así
podría dormir tranquila, sin imaginarme que el psicópata de Damián podría estar
en mi habitación como ocurrió noches atrás.
Al día siguiente
me desperté con un ánimo diferente, no me importaba que tuviera que ir a ese
colegio y tenía esa emoción anticipada por lo que iba a ocurrir. Tomé desayuno
con mis padres, una sonrisa en mi cara los despistó completamente, mamá dijo
que me estaba yendo muy bien con Leonardo… cosa que era cierta, pero mis planes
para hoy me hacían sentir emocionada.
Me despedí de
ellos y traté de concentrarme en que a la segunda hora de clases teníamos
nuestro examen de historia, así que debía dejar mis planes malvados para después.
Llegué al colegio
junto con Leonardo, me alegré de que eso fuera así, no quería que él o yo nos
topáramos con personas desagradables. Sin embargo, cuando me bajé del auto, me
encontré con Vivian que me miraba sonriendo.
—Lo siento
–dijo sin previo aviso, le iba a decir que no tenia porque, pero ella no me
dejo hablar –no debí darte la espalda cuando me miraste, no es correcto.
—Lo entiendo,
no es como si hubieran muchas opciones en este colegio ¿no?
—Exacto, pero
no pienso guiar mis acciones según las demás personas, sé muy bien lo que hago
–suspiré preocupada de que ella estuviera hablando de esa manera.
—No voy a negar
que tus palabras me alegran mucho Vivian, pero no es bueno que estés cerca de
nosotros… solo mira lo que le pasó a Leonardo por estar a mi lado –ella abrió
sus ojos sorprendida.
— ¿Ellos lo
hirieron? –Tensó su mandíbula, sorprendiéndome –infelices, no lo puedo creer
¿pero de qué está hecho este colegio?
—Por eso es
mejor que todo se mantenga como está, por ahora, no quiero que salgas
perjudicada, además pude notar como tu amigo Benjamín piensa igual ¿no?
—Él no decide
por mi y no me importa, no me sentiría bien conmigo misma después de dejar a
una buena persona de lado mientras que los demás le dan la espalda, yo te creo
–sonreí emocionada –por lo visto Damián Andrade no es quien aparenta ser.
—Vivian…
—Ahora dime
¿Qué harás? Lo que sucedió días atrás con esos papeles, es inaudito ¿planeas
hacer algo? –no podía meterla en mis planes, como tampoco a Leonardo, esto era
algo mío.
— ¿Qué puedo
hacer? El director es quien se encarga de esas cosas ¿no?
—Solo ha
quedado expuesto que es un inútil, mira todo lo que ha pasado, el colegio entero
sabe que fue Amalia con otras chicas quienes empapelaron los pasillos con esas
imágenes ¿Qué hizo el Director? Nada.
— ¿Quién no
hizo nada? –Miré a Leonardo que ya estaba con nosotras –hola Vivian.
—Hola Leonardo
–dijo mirando su brazo fracturado — ¿Podremos escribir algo en tu brazo? –reí
ante lo que dijo.
— ¿Estás
agrupando personas para rayar mi brazo, Amaya? –dijo él mirándome.
—Sí, vieras tú
todas las personas que hablan conmigo, exclusivamente para poder rayar tu brazo
–dije riendo.
—Oh oh… —dijo Vivian
mirando hacia la entrada del colegio. Con Leonardo hicimos lo mismo y fruncí el
ceño — ¿Qué hace el Sr. Andrade aquí?
— ¿Ese es su
padre? –el hombre era alto, iba de traje gris junto a sus dos hijos.
Era de cabello
oscuro y de piel blanca, no pude notar mucho de él, aunque cuando estaba por
subir las escaleras principales, se detuvo y miró hacia donde nos
encontrábamos. Tragué saliva nerviosa, esa mirada era peor que la de Damián.
— ¿Sera qué por
fin sus hijos se habrán metido en problemas? –dijo Leonardo a mi lado.
Puse atención
en Damián y Amalia, quienes también miraron hacia acá, él dijo algo a su padre,
pero este no se giró a hablarle. Después de unos segundos, los más largos de mi
vida, entraron finalmente al colegio.
—Ese hombre da
miedo –dije pensando en que detrás de Damián, él lo estaba respaldando, Zacarías
Andrade, según La información que tenía Leo.
—De seguro viene
a comprar al director –miré a Leonardo.
— ¿Tú crees? –Dijo
Vivian –demonios, pero que turbio es todo esto.
—Por eso, es preferible
que no… –ella no me dejo terminar de nuevo.
—Oh basta,
prefiero quedarme en el bando del bien –Vivian nos sonrió –bien, mejor vamos a
clases que hoy hay examen de historia y tenemos que concentrarnos.
—Parece que
alguien más tiene cerebro ¿no? –miré a Leonardo y me alegré de que estuviera
sonriendo por tener a Vivian cerca, eso de seguro lo hacía sentir mejor, no lo volvía
en un completo rechazado.
—Así es –dijo
ella sonriendo –mejor vamos a clases.
Para mi
sorpresa cuando entramos al colegio, Benjamín, que no era de muchas palabras se
unió a nosotros por Vivian, no hubo muchos comentarios de los demás estudiantes
y fue agradable por un segundo. Al entrar a la sala de nuevo todos se quedaron
mirándonos de una forma despectiva y al ver que Juliana se acercaba a nosotros…
no fue algo bueno.
—Espero que estés
pensando bien las cosas, Vivian –Dijo la ex de Leo.
Miré a Benjamín,
quien solo se ubicó al lado de su amiga o novia, no lo sabía, cuando Juliana
habló de esa manera.
—Deja de
molestar, Juliana –le dijo Leonardo de forma cansada. Me causaba rechazo
imaginarme como habían estado juntos en el pasado.
Nadie le
dirigió la palabra, simplemente nos fuimos a sentar y después llegó el profesor.
La clase de Ingles siguió sin ningún problema, pero en mi mente seguía rondando
Zacarías Andrade ¿Qué estaba haciendo aquí? Me ponía nerviosa saber que el
progenitor de un chico tan malo como Damián, estaba cerca de nosotros. Él era
alguien a quien yo no podía enfrentar, eso lo tenía claro, así que verlo
rondando por estos lados, me provocaba escalofríos.
Durante el
recreo estuvimos hablando de la materia de Historia para poder dar el examen así
que las siguientes horas se pasaron bastante rápido. Le pedí un par de
preguntas a Leonardo mientras estábamos en la prueba, las que esperaban que
estuvieran correctas, pude verlas claramente a pesar de que el profesor estaba
al lado marcando las alternativas por Leonardo; que envidia sentía, se le daba
tan bien este estilo de materias.
Después de
haber comido afuera con los chicos, en el patio, así no causábamos muchos
problemas, el resto del día se fue muy rápido, es por eso que cuando estábamos
en la última hora de clases, pedí permiso para ir al baño. Era hora de actuar.
El timbre sonaría
en quince minutos, ahora solo tocaba esperar y ser rápida. Fui hasta mi auto y
saqué las cajas que había guardado el día anterior. Subí sin que nadie me
notara hasta la azotea del colegio. Tenía que esperar a que el timbre de salida
sonara.
Miré las hojas
a las cuales había sacado cientos de copias, había fotos de lo que sucedía
dentro de ese salón de reuniones que tenía el centro de alumnos. El alcohol, la
droga y sobre todo… habían copias de Damián con la droga en el suelo y
golpeado, esa foto la había sacado antes que nos fuéramos con Leonardo de ese
lugar, para tener pruebas de que estaba involucrado con sustancias
ilícitas.
El prestigio de
Damián se iría al suelo, tenía las pruebas que no nos servirían en un juicio
legal, pero si para un juicio social.
Saqué mi laptop
y me conecté a internet, quería verificar si el audio que había subido a youtube estaba aun permitido. En cada
una de las hojas estaba el enlace donde Damián quedaba expuesto. De esta no podría
salvarse, nadie podría ayudarlo y yo limpiaría mi imagen y la de Leonardo.
Miré el reloj y
solo faltaba un minuto para que el timbre tocara. Sin embargo, la puerta de
acceso a la azotea se abrió de golpe.
— ¿Qué estás
haciendo aquí?
—Eso mismo te podría
preguntar a ti –dije mirando como Leonardo se acercaba.
— ¿Qué es eso?
–no le tomó ni un segundo saber de qué se trataba.
—Vete, no
quiero que estés metido en esto –él frunció el ceño, justo cuando el timbre
comenzó a sonar y todos los alumnos se preparaban para salir del colegio.
—Oh Amaya, estás
muy equivocada –dijo enojado.
—Lo haré de
todas formas, pero necesito que te vayas de aquí –él sonrió tomando un montón
de papeles.
—Te estuve
buscando porque te demoraste mucho y pensé que podría haberte pasado algo –miré
hacia abajo, ya estaban saliendo los demás alumnos.
—Leonardo…
vete, déjame hacerlo –él negó ¿es qué no me dejaría cumplir con mi venganza?
—Me rompieron
el maldito brazo Amaya ¿crees qué te dejaría hacer esto sola? También quiero mi
pedazo de venganza –lo miré sorprendida y más cuando sin más tiró el montón de
papeles que tenía en su mano –vamos, apresúrate o los arrojaré todos yo solo.
— ¡Demonios! ¡Eres
testarudo! Ahora te harán daño de nuevo –él volvió a sonreír.
—Deja de ser
melodramática y ayúdame –bufé molesta por su actitud, pero le hice caso.
Tiramos los
papeles durante varios minutos, creo que ninguna persona se quedo sin poder
leerlos. Todos miraban hacia arriba y después buscaban a Damián, pero no estaba
por ningún lado. Se conectaron a internet allí mismo, desde sus celulares y
computadores, era impresionante ver como estaba todo el colegio en el
estacionamiento, haciendo grupos, comentando las fotos y conectándose para
poder escuchar el audio.
Sonreí cuando
vi que Amalia salía junto a Simón y miraban las hojas para después levantar la
vista. Para ellos tendría un plato especial… ese se sentiría aun mejor.
— ¡Varela, Ulloa!
–dijo gritando desde la puerta. Nos giramos y vimos al Director, mirándonos
enfurecido. Bien, el juego se había acabado, por lo menos dejamos las cajas vacías.
Media hora
después seguíamos en el despacho del Director, escuchando como hablaba sobre la
moral y la ética, sobre el compañerismo y de cómo dos alumnos podían arruinar
el prestigio de un colegio de cientos de años. Me hizo borrar el audio de Damián,
pero no importaba, ya varios lo habían escuchado.
— ¡Entiendo que
usted esté enojada debido a lo que pasó días atrás! –Dijo mirándome y refiriéndose
a la pésima broma de Amalia –pero esto no se justifica, ambos deberán pagar por
lo que han hecho –aquí venia el problema — ¿está claro?
—Claro –dijimos
ambos.
—Están
suspendidos por esta semana y la otra, no podrán venir al baile de invierno,
solo darán los exámenes libres.
— ¿Qué no
podremos venir al baile? –Dijo Leonardo enojado, tomé su mano para que se tranquilizara
–eso no tiene nada que ver con todo lo que está pasando, si usted estuviera más
atento a lo que sucede ¡es un inútil!
—Leonardo –le
dije, para que se callara, no sacábamos nada discutiendo con el director.
—Miren –suspiró,
tomándose la cabeza, lucía cansado –sé muy bien lo que piensan de mi, pero hay
cosas que ni siquiera uno puede manejar –ambos lo quedamos mirando sorprendidos
¿el Director se estaba confesando? –yo he hecho lo posible con este colegio, es
uno de los mejores dentro del estado y más allá no puedo llegar, quiero que
sepan que el Sr. Andrade, medico prestigioso dentro de esta región, vino a
visitarme esta mañana, me pidió que expulsara a los que habían perjudicado la
imagen de su familia.
— ¿Qué? –dije
sin poder creer lo que estaba diciendo.
—Este sigue
siendo mi colegio, Srta. Varela, como le dije antes, lo más probable es que sea
mi último año como Directo, así que por este año no serán expulsados… no lo
serán por decir la verdad –mi boca se abrió ante sus palabras ¿es qué el Director
estaba de nuestro lado?
— ¿Estoy
escuchando bien? –Preguntó Leonardo sorprendido — ¿usted está de nuestra parte?
—No tengo
partes, soy el Director, Sr. Ulloa… pero tengo ojos para saber lo que está bien
y lo que no, es por eso que ahora están suspendidos, sin embargo, pueden dar
los exámenes que quedan.
— ¿Y el baile?
–miré a Leonardo sorprendida ¡qué importaba el baile! Nos estábamos salvando de
una muy fea, la expulsión.
—No, será mejor
que se abstengan de ese tipo de eventos… créanme, la suspensión será más
favorable para ustedes que para otras personas –no podía creer esto ¡por fin
algo bueno nos estaba pasando! –ahora se pueden retirar, llamaré a sus padres
para informarles de lo sucedido.
Con Leonardo
nos fuimos de la oficina del director sin decir ninguna palabra, solo nos
dirigimos hasta nuestra sala, donde estaban nuestras cosas.
—Increíble
–dijo él cuando estábamos en la puerta de la sala –prácticamente nos envió de
vacaciones antes de tiempo, las clases de esta y la otra semana son solo para
repasar antes de los exámenes…
—Estoy en
shock, por lo visto no está manipulado por los Andrade después de todo –sonreí
emocionada –Espérame aquí, necesito ir al baño y vuelvo, ahora sí es cierto –él
asintió y corrí hasta el pasillo donde estaban los baños.
Lavé mis manos
y después salí del baño, con una sonrisa al saber que quizás las cosas
mejorarían, pero cuando caminé hacia el pasillo donde me esperaba Leonardo, una
mano se apoderó de mi brazo y me hizo girar violentamente.
—Tú y yo vamos
a hablar –miré asustada a Damián y no pude decir nada cuando comenzó a caminar
conmigo a la rastra, llevándome hasta el patio, ya que cubrió mi boca
bruscamente con su otra mano.
Espero que les haya gustado el capítulo :P
jajaja esta suuuper!! jajajaja ya quiero mas! :D
ResponderEliminarque onda esos mafiosos danii... la volaitaaa...sube maaaaas!!
ResponderEliminaroh my god!!!
ResponderEliminarque intenso se pone esto xD, pronto se pondera mas bueno, me hubiera gustado que Amaya se quedara con Damian u.u pero es malo y la hará sufrir :( ojala un dia recapacitara u.u