martes, 4 de febrero de 2014

Demonio Blanco - Capítulo 20


Capitulo 20

— ¿Amaya?
Simplemente cerré mis ojos y esperé unos segundos, ya sea para sentir sus labios o para escuchar lo que me tenía que decir.
Su mano rodeo la mía que estaba sobre mi falda y sin más hizo que diera unos pasos hacia adelante.
—Nos tenemos que ir por aquí, nos mojaremos menos y podremos llegar a casa –sin más comenzó a caminar entre los árboles, sin soltar mi mano y llevándome mientras estaba en shock ¿Qué había pasado?
Avanzamos entre los árboles hasta que llegamos al patio trasero de su casa, en ese momento soltó mi mano y siguió caminando. Llegamos a la puerta y sin más entró. Me quedé ahí, sin dar un paso más ¿pero qué demonios estaba pasando conmigo? ¿Es qué acaso estaba esperando que Leonardo me besara? ¿Por qué me sentía triste?

— ¿Amaya? –Dijo mirándome desde la puerta — ¿te quieres seguir mojando? Vamos, entra –asentí y lo seguí.
Estábamos en la cocina, era amplia y muy acogedora, me gustaba. No pasaron muchos segundos cuando su padre llegó.
— ¿Se han mojado mucho? Leonardo, lleva a Amaya a la habitación de Rebeca para que tome algo de su ropa o si no se resfriará –él asintió ante aquellas palabras, pero antes de que pudiéramos dar paso alguno, apareció una hermosa mujer, bastante alta, de contextura delgada que llevaba su largo cabello suelto, era de piel morena y tenía los ojos de Leo, color marrón. Vestía con unos jeans y una blusa azul que se ajustaba a su cuerpo.
—Hola –dijo sonriendo y levantando su mano –mi nombre es Sara, la madre de Leonardo –me quedé de una pieza, nunca había escuchado sobre ella.
—Ella es Amaya –aclaró Leonardo, sonriendo –una amiga, nos ha atrapado la lluvia.
—Llévala a que se cambie, tu igual hazlo, poco te falta para estar enfermo, te salvaste ese día que fuiste en moto al colegio –dijo ella, frunciendo su ceño ¿estaba regañando a Leo?
—Vamos –Leonardo tomó mi mano y nuevamente me llevó como si yo no fuera capaz de moverme. Lo seguí sin decir nada, sintiendo lo tibia que era su mano junto a la mía.
Atravesamos la sala que era bastante grande y con el mismo estilo que el resto de la casa, todo de madera. Subimos las escaleras hasta que llegamos al segundo piso, donde entramos a una habitación. Era claro que era de una chica, había posters de diferentes artistas y diferentes peluches que estaban en estantes.
— ¿No crees que Rebeca se pueda molestar? –dije sin soltar la mano de Leo, pero él se alejó de mi para llegar al mueble blanco, de donde sacó unas prendas.
—No, ni siquiera se dará cuenta, ella y Roció están en la universidad, en Chicago, vienen cada ciertos meses –abrí aun más mis ojos al darme cuenta de que no tenía idea sobre la familia de Leo.
Me acerqué hasta el estante que había a mi derecha, donde pude ver que habían varias fotos, ahí me di cuenta que sus hermanas, las cuales eran gemelas, eran la copia fiel de su madre.
—No sabía que tenías hermanas, ni siquiera había escuchado algo de tu padre.
—Su nombre es Bruno –dijo sonriendo, mirándome con la ropa en sus brazos –y no preguntaste –asentí, tenía razón — ¿Tú tienes hermanos? –negué mirando las fotos.
—Te dije que no, antes –sonreí al ver una foto de las dos gemelas más pequeñas con un niño de unos cinco años, era Leonardo –pero que guapo eras de niño ¿Qué te pasó?
—Ja ja… muy graciosa, aquí tienes algo para que te cambies, hazlo rápido antes de que te enfermes –dejó la ropa sobre el cobertor blanco de la cama con bordados de diferentes colores –apresúrate.
—Gracias –dije cuando él salió de la habitación, cerrando la puerta.
Me senté sobre la cama, mirando cada detalle de la habitación, me gustaba, seguía siendo acogedora como el resto de su casa. No pude contenerme y volví a ver el resto de las fotografías, habían varias de Leonardo a través de toda su vida, por lo visto era el benjamín de la familia y como tal, era muy querido, el regalón. Sonreí al pensar en cómo debían de consentir a Leo.
Me saqué mi ropa, doblándola y dejándola sobre la cama. Tomé los jeans negros que habían y me los puse, después la camiseta azul, pero cuando estaba en ello me giré al escuchar la puerta.
—Te dije que fueras rápida –mi rostro se volvió rojo como un tomate cuando vi a Leo ya con otra vestimenta, deportiva de color negro. Me miraba mientras yo estaba como una idiota observándolo solo con los jeans puestos y dejando expuesto mi sujetador negro. Con rapidez me puse la camiseta azul y tomé mi ropa.
—Es de mala educación entrar a un lugar sin tocar antes, Leonardo –dije pasando por su lado, pero puso su mano sobre el marco de la puerta, sin dejar que avanzara. ¿Por qué me sentía tan nerviosa?
— ¿Amaya? –lo miré aun sonrojada.
— ¿Si? –susurré al ver que nuevamente estaba muy cerca de mi rostro, aunque nada me hacía sospechar de que haría algo ¿Por qué no retrocedía? ¿A qué estábamos jugando?
—Dame eso –dijo estirando su mano hacia mi ropa. Como una autómata estiré mi uniforme para que lo tomara –ahora vamos a comer algo, tengo hambre.
En silencio bajamos las escaleras hasta que llegamos a la cocina, donde Leonardo le entregó mi uniforme a Sara, para que lo secara. Bruno nos sonreía mientras sacaba algunas cosas de la nevera. Leonardo estaba cómodamente sentado mientras su papá nos servía.
—Te tratan como un bebé ¿no? –dije al verlo tan cómodo.
—Él es el bebé de la casa –dijo Sara –como es el único que nos queda lo tratamos como tal ¿cierto, Leo? –ella acarició la cabeza de Leonardo, desordenando su cabello.
—Mamá –dijo él apenado, lo que me hizo reír –no hagas eso, me avergüenzas –ella me sonrió y me guiñó un ojo.
—¿Por qué te avergüenzas? –Siguió incomodando a Leo, lo que me entretenía bastante — ¿es qué acaso Amaya no es tu amiga? Ella debe conocerte como eres en el colegio y como eres en casa.
—Basta –respondió él enojado, no pude evitar reír cuando la miró como si fuera solo un niño.
—Deja al chico –Bruno tomó la mano de Sara y la alejó de Leonardo, para después darle un tierno beso en los labios. Mi querido amigo solo puso los ojos en blanco ante la muestra de cariño de sus padres –bien, mejor coman… nosotros no los molestaremos –se fueron, dejándonos solos y con muchas cosas ricas para comer.
—Tus padres son simpáticos –dije tomando de mi café.
—Claro, te gusta verme avergonzado ¿no? –él llevó un gran pedazo de pastel sabor chocolate a su boca.
—Ve lento, te vas a atorar y no sabría salvarte –dije viendo como comía –aun espero que tu madre venga a mostrarme tus fotos de bebé, donde estés desnudo –no pude evitar reír al imaginarme la cara de Leonardo ante eso, pagaría por verla.
—Si me quieres ver desnudo, solo dilo, lo puedo arreglar –prácticamente escupí mi café al escucharlo –tranquila –dijo dando pequeños golpes a mi espalda –no te vayas a trapicar.
—Muy gracioso ¿no? –Limpié mi boca con la servilleta –supongo que ahora estamos bien.
—Supones bien, aunque sigo pensando lo mismo sobre tu relación con Andrade, tiene demasiado rumores rondando… eso nunca es bueno –lo quedé mirando unos segundos. No podía decirle la relación que había entre Damián y las drogas, pero Leonardo tenía razón, los rumores siempre traen algo escondido.
—Él es bueno conmigo, eso es lo que importa ¿no? –mi tono de voz carecía de emoción, no me interesaba hablar de Damián cuando estaba con Leonardo.
—No tengo ánimos de discutir, Amaya –fruncí el ceño. Debía cambiar el tema.
— ¿Cómo te has llevado con Juliana? Me dijiste el otro día que habías hablado con ella.
—Nada digno de hablar, ella ya dejó de ser la persona que conocí, además ahora es íntima amiga de aquella porrista, la chica que es fácil, Eve –fruncí el ceño al escucharlo, no debía dirigirse así de una mujer, pero en el caso de ella, estaba en lo correcto.
—Supongo que eso no es nada bueno.
—No tengo la menor idea, pero Santos, un amigo de aquí, me dijo que vio a Juliana con un chico del grupo de futbol, supongo que ya me ha superado –tomó un largo trago de su café y después volvió a comer de su pastel.
— ¿Y tú? ¿La has superado? –lo miré esperando ansiosa por su respuesta, él sonrió de una forma diferente a la de siempre, lucia más… ¿seductor?
— ¿Qué crees tú? –la lluvia caía con fuerza, llenando el silencio que se produjo entre ambos. De nuevo esa sensación extraña se estaba apoderando de mí.
—No sé, genio, ¿Por qué crees que te lo pregunto? Lucías bastante deprimido –él bufó a mis palabras.
—No solo perdí a mi novia, Amaya, sino que a mi mejor amiga, de toda una vida –si, por primera vez sentí una gran molestia al escucharlo hablar de esa forma sobre ella –nunca la olvidaré, es lamentable que las cosas terminaran de esa forma, sé que no iba a ser para siempre, pero me habría gustado tenerla de amiga.
—Entiendo –realmente no lo hacía, nunca había tenido un amigo o amiga que fuera así de importante. Eso era penoso –bueno, quizás la puedas recuperarla y sacarla de sus nuevas amistades.
—No –respondió rápidamente –no estoy interesado, eso ya se arruinó, ella puede hacer lo que quiera, no es mi asunto, aunque eso no quita que le tenga aprecio.
—Ya veo…
Seguimos comiendo y conversando temas sin mayor importancia, aunque de todas formas Leo me hizo reír por las ocurrencias que tenia. Después de dos horas decidí que mejor era volar a casa. Sara había traído mi uniforme seco, pero no me dejó cambiarme, así que después de despedirme de los padres de Leonardo, ahora me encontraba a las afueras de su casa con mi uniforme en las manos.
—Bueno… ya está por anochecer, tus padres me encantaron, son muy simpáticos –dije mirando a Leonardo, que estaba apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados.
—Me alegro.
—No te hago perder más tiempo, nos vemos el lunes –me empiné para darle un beso en la mejilla, pero me quedé helada cuando sentí que sus manos rodearon mi cintura y me acercaron a su cuerpo. De inmediato me sonrojé cuando él besó mi mejilla y segundo después me dejó libre.
—Nos vemos… —asentí como una idiota y me giré para ir hasta mi auto. Agradecí que ahora estuviera lloviendo suavemente, podía refrescar mi rostro de esa forma — ¡Ey, Amaya! –Gritó cuando estaba abriendo la puerta del auto –tienes un lindo sujetador –tensé mi mordida, nerviosa. 
—Idiota –susurré por estar jugando a algo que no entendía.
Me subí al auto y aceleré para salir de ahí, estaba en territorios desconocidos ¿Qué le sucedía a Leonardo? O peor aun ¿Qué me sucedía para permitir que su jueguito extraño siguiera?
Fui manejando hasta casa, en el camino me encontré con unas chicas que iban al colegio, me quedaron mirando cuando paré el auto ante un semáforo rojo, sus miradas no fueron nada agradables y pude reconocer que una de ellas, era Eve. No la tomé en cuenta y seguí manejando hasta casa, aun con mi cabeza llena de pensamientos sobre Leonardo.
Cuando estacioné el auto afuera de casa pude ver que alguien esperaba por mí, Damián estaba sentado en el escalón de la puerta, aun seguía con su uniforme. Cuando salí del auto me quedó mirando sorprendido.
— ¿Dónde estabas? –preguntó al ver que traía mi uniforme en las manos.
—¿Qué haces aquí? –lo quedé mirando enojada, aun no podía dejar de sentirme molesta con él, me cansaba.
—Vine de inmediato luego de que salieras enojada de la sala ¿Qué sucedió? –Se quedó mirando mi uniforme por unos segundos — ¿Qué estuviste haciendo con Leonardo? –su mordida estaba tensa y su ceño fruncido.
—Nos atrapó la lluvia y su familia me dejó usar la ropa de su hermana… solo eso –metí la llave en la cerradura para poder entrar a casa — ¿a qué vienes, Damián? –dije en la puerta, sin dejar que entrara.
— ¿Qué fuiste a hacer donde Leonardo Ulloa?
—Quería pasar tiempo con mi amigo ¿Por qué? –él negó a mis palabras.
—Estás jugando a dos bandos y eso es muy feo en una mujer ¿sabes? –sonreí por sus palabras ¿Quién se creía?
— ¿Muy feo en una mujer? Por tus palabras puedo entender que en un hombre es aceptable.
—Amaya –trató de decir algo, pero no lo dejé.
—Además no sé por qué dices aquello, no estoy jugando a nada… además no tienes ningún derecho para recriminarme algo –justo en el momento que iba a cerrar la puerta en su cara, pude ver como pasaba un auto bastante conocido, era Amalia que manejaba acompañada de su novio, Simón. Fue un golpe que sentí en la cara al recordar su chantaje, al darme cuenta que no podía alejarme de Damián hasta sacarlo de donde estaba… cosa que se estaba volviendo cada día más complicada.
—Bien –susurré rendida, mirando hacia un lado –no me comporte de la mejor forma hoy, disculpa ¿quieres pasar? –él no dijo nada, solo atravesó la puerta de mi casa hasta llegar a la sala, donde se sentó.
—Eres rara, no puedes ser más bipolar, no sé qué demonios quieres –dijo mirando hacia la chimenea, dándome la espalda.
—No quiero que cada discusión se basé en Leonardo, no sé que tienes contra él… pude escuchar el otro día cuando hablabas aquí mismo de una forma horrible con él.
—Estás ciega si no te das cuenta que a él le gustas –me quedé en silencio unos segundos, si eso fuera cierto él me habría besado cuando tuvo la oportunidad de hacerlo.
— ¿Y por qué tienes que alterarte tanto si ni siquiera me he acercado de esa forma a Leonardo? –no directamente, pero pareció que estuvimos a punto de besarnos el otro día en mi sofá y hoy, junto al árbol –quiero que te quede claro algo Damián, yo no voy a renunciar a mi amistad con Leo porque a ti no te cae bien ¿es qué acaso me has escuchado diciendo que te alejes de Cloe o todo ese grupo de drogadictos que solo se han aprovechado de ti? –Recién en ese minuto él se giró a verme, se veía molesto –responde mi pregunta.
—No.
—Entonces no tienes ningún derecho a inmiscuirte en mis amistades, además solo conozco a Leonardo y no lo perderé, es un muy buen amigo.
— ¿Aun siendo que nos llevamos tan mal? ¿Sabiendo que te quiere para él? –no vino ninguna idea a mi cabeza, nada que me salvara en este momento, algo que no fuera una mentira –es tu turno de responder ¿le harías eso a Leonardo? ¿Darle esperanzas siendo que no estás interesada en él? –Mi corazón latía con fuerza, estaba acorralada por sus preguntas — ¿O es qué acaso tú sientes algo por él? ¿Por eso no aceptaste ser mi novia?
— ¡Ah, basta! –dije enojada –te estás comportando como un niño, esto no es un juego de a quien le gusta quien, he creado una amistad bastante valiosa con Leonardo y no quiero alejarme de ello, no sé si te habrás dado cuenta, pero no he tenido muchos amigos en mi vida ¡Y si no fuera porque tu solo te has tratado de meter entre mis piernas más que ser mi amigo quizás mi respuesta hubiera sido diferente! –esto último se lo grité, sin poder controlarme.
— ¿Entonces si Leonardo llegara a pedirte que seas su novia, aceptarías? –abrí la boca para responderle, pero no fui capaz. Por un segundo en mi cabeza pasó la idea de Leonardo y yo siendo novios… no era una imagen que me desagradara, para nada ¡Ay! Dios ¿Qué iba a hacer?
—No –respondí a penas con un susurro, nada convincente.
—Bueno, algo bueno hemos sacado de esta conversación –sonrió de una forma que no me gustó, lucía un tanto… malvado –ya sé quien es mi principal enemigo para que seas mía.
— ¡Nada de ser tuya o de él! Esto no es una competencia ¿pero quién te has creído? ¿Qué demonios te sucede? Estas siendo un pesado, eso no me agrada ni un poco.
—Bueno, tu tampoco me agradas en este momento –se acercó hasta quedar unos pasos lejos de mí –te estás comportando como si fueras una cualquiera –no podía creer que me estuviera diciendo esto –dándole esperanzas a otro mientras estás conmigo, no conocía a esa Amaya… no conocía a la Amaya Puta.
Bien, podía esperar cualquier cosa de Damián, sabía que era un idiota, pero nunca pensé que podría comportarse como un bastardo. Mis manos comenzaron a arder para hacerle tragar sus palabras a través de bofetadas, pero lo quedé mirando con verdadero odio.
Tomé su mano e hice que caminara hasta que subimos las escaleras y llegamos a mi habitación, podía escucharlo reclamar por mi brusquedad, pero estaba tan enojada que ni siquiera se pudo soltar de mi mano.
Hice que entrara a mi habitación y cerré con seguro. Me miraba sorprendido, sin entender nada de lo que estaba pasando.
— ¡¿Quieres una Amaya puta?! ¿No? –Dije con lágrimas recorriendo mis mejillas — ¡bien! ¡La tendrás, a ver si así te quedas tranquilo de una vez! –Comencé a subir la camiseta azul que había tomado prestada, exponiendo mi sujetador negro — ¡¿esto es lo que quieres?! –Damián me miraba sin poder decir palabra alguna — ¡¿es qué acaso quieres que te la chupe como lo hacen las demás chicas en el colegio?!
—Basta –dijo cuando comencé a desabotonar los jeans, sus manos se pusieron sobre las mías –ya basta, Amaya.
— ¿Quieres que lo haga con tus amigos también? –Lo miré directo a sus ojos verdes –quizás me podrían dar algo de dinero, eso es lo que hace las putas ¿no? ¿O es qué acaso me darás droga para que me acueste contigo? ¿Ah? ¿No es así como funciona tu círculo social? ¡No tienes a nadie al lado por gusto, Damián! –Le grité con rencor — ¿quieres qué sea como el resto de tus amiguitas?
—Cállate –dijo frunciendo su ceño.
— ¿Por qué? ¿Duele escuchar la verdad? Te has negado a ver lo que sucede, dime ¿tenias amigos antes de que te metieras en drogas? –él tensó su mordida.
—Cállate de una vez, lo siento, no quise llamarte de esa forma, es solo que… —esquivó mi mirada –no quiero que te vayas con él.
—Eres un imbécil ¿crees qué por estas palabras te podría disculpar? Estás enfermo, sal de aquí –solté mis manos de las suyas y caminé hasta tomar la camiseta que había tirado y me la volví a poner –vete con otra que aguante tus gritos e insultos, no tengo ánimos de esta pasando por esto –estaba cansada, Damián solo me traía problemas, exactamente como me había dicho Leonardo.
—Amaya… —susurró tomando mi mano, sin hacerme girar, pero entrelazando nuestras manos –lo siento, solo fueron los celos, sabes que no pienso eso de ti. Eres con la única que no me puedo preocupar de lo que piense de mí.
—Bueno, eso no significa que me puedes tratar como cualquier cosa Damián, sal de aquí –solté su mano, no quería seguir viéndolo por hoy. Sin embargo cuando sus brazos rodearon mi cintura y pude sentir su cuerpo detrás del mío, los latidos de mi corazón se aceleraron considerablemente.
—Lo siento, solo estoy celoso de que te lleves tan bien con él, te puedes reír y hablar de muchas cosas con Leonardo porque se parecen.
—Eres un idiota –mi cuerpo enteró se tensó cuando sentí  sus labios en mi oreja derecha, con sus dientes tiró suavemente de esta, provocando que un gran escalofrió recorriera mi espalda. Estúpidas hormonas.
—Solo me preocupo.
Nos quedamos unos segundos así, sin decir palabra alguna pero sintiendo como sus brazos me rodeaban, al igual que todo su cuerpo.
—Estoy cansada de discutir  —entre Damián y Leonardo terminarían conmigo.
—Tenía amigos antes de todo esto ¿sabías? –Dijo sin soltarme –Nicole y Felipe, además de Simón… ellos son buenos amigos y nos conocemos desde que éramos niños.
—Todo lo que dije hace unos minutos, no me arrepiento, es cierto y lo sabes.
— ¿Es cierto que me la chuparas entonces?
— ¡Damián! –dije dándole un golpe en el estómago, haciendo que se quejara y me soltara. Lo miré negando, no había remedio con él, era todo un caso… y  no sabía si tenía salvación — ¿Qué quieres? Ya no te puedo entender, te dije que esto se complicaría si cruzábamos los límites.
—Te quiero a ti –me miró enderezando su cuerpo y dejando de quejarse por el golpe que le di –es así de simple y no dejaré que nadie te arrebate de mi lado –sin más se acercó y atrapó mi cabeza con sus manos para después besarme. Traté de separarlo, pero no había caso… sus labios se movían sobre los míos de una forma suave, cuidadosa, ni siquiera profundizó el beso. Después de unos segundos se separó –tus labios son tentadores, no te enojes porque quiero besarte siempre.
—Damián… —suspiré sin saber qué demonios hacer.
—Ahora descansa, has tenido un día complicado, nos vemos mañana –me guiñó el ojo y se fue de mi habitación sin decirme nada más.
Me senté en la cama, mirando la puerta por donde había salido Damián y pensando al mismo tiempo en Leonardo ¿es qué esto era posible? Simplemente parecía que había dos Amaya en mi cuerpo y mente. Necesitaba aclarar rápido todo esto, no podía seguir exponiéndome de esta forma.

Ultimo capitulo del día :D gracias por sus comentarios. Recuerdo para los demas que no es que yo escriba super rapido esta historia, sino que ya esta escrita, solo la edito.

3 Lectores:

  1. aaaaaaaaaaaaaaah! :c estupido y sensual Damian!!! deberia mandarlo a la chucha la Amaya .... pero lo si hiciera me daria muuucha pena :'ccc y Leo ... qe decir :c es un sol ese hombre <3 pero .... "Friendzone" XD ... hasta el momento :x espero capi pronto >o< me tiene ansiosa la historia... no me acordaba de esta parte xd

    ResponderEliminar
  2. Leo es todo un caballero ...mientras que damian.es un.imbecil..hay amaya la tentacion.es grandee xd

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

© Black Butterfly, AllRightsReserved.

Designed by ScreenWritersArena