Capitulo 23
Estaba comiendo
de mi almuerzo junto con Leonardo, Vivian y Benjamín. Mi nuevos conocidos eran
muy simpáticos y sin duda estaban haciendo reír un montón a Leonardo, pero mi
mente estaba en otro lado. Quería tener pronto el tiempo para poder ir a
averiguar lo que sucedía realmente en ese salón misterioso.
— ¿Amaya? –me
tensé al escuchar aquella voz a mis espaldas. Leonardo de inmediato dejo de reír
y miró de mala forma a Damián. Me giré y lo encontré sonriendo, no pude evitar
devolverle el gesto, era tan cínico que me sorprendía.
—Damián –me
miró confundido al ver que sonreía, pero luego de concentrarme mi expresión se
volvió más seria.
—Necesito
hablar un minuto contigo.
—Estoy
comiendo.
—Solo será un
momento –bufé y miré a Leonardo que estaba muy atento a diferencia de Vivian y Benjamín
que seguían conversando entre los dos.
—Cuida mis
cosas ¿sí? Voy y vuelvo –me puse de pie y fui con Damián hasta la salida de la
cafetería — ¿Qué sucede?
— ¿Qué sucede?
Me has estado evitando todo el día –tensé mi mordida, quería darle una bofetada
por ser un descarado, pero no era el único que podía mentir de esta forma.
—Bueno, supuse
que estabas enojado conmigo, no quería discutir.
—Yo tampoco
quiero discutir, menos contigo –sonrió al ver que no le estaba gritando o
tratando de recordar lo que había pasado ayer y como se había comportado.
—Fue una linda
la cita de ayer.
—Que terminó
mal ¿has hablado con Leonardo? –sus ojos se entrecerraron ¿es qué acaso estaba
tan seguro de que Leo podía tener algo que esconderme? Esto era extraño.
—No hablé sobre
el tema.
—Lo sabía, no
te atreves a perderlo ¿cierto? –en ese momento dentro de mi cerebro sonó un
“clic”
—Es mi único
amigo –claro, ahora todo tenía sentido –no me puedo arriesgar a perderlo.
—Me tienes a mí
–tragué saliva al sentir un nudo en mi garganta. Damián estaba jugando con mis
debilidades, era un manipulador.
—Llegó a mis
oídos un rumor –susurré un tanto “apenada” –te vieron con Eve.
— ¿Con Eve? –Su
rostro expresaba confusión, no podía creer esto –con ella no hablo desde que
sucedió aquello de la manguera.
—Entonces debe
ser mentira, lo siento –él me quedó mirando unos segundos.
—Está bien, hay
todo tipo de rumores sobre mí, el otro día Leonardo me encaró por el tema de
las drogas, ese perro cree que puede andar pidiéndome explicaciones como si
nada ¿Quién se ha creído? –Me quede unos segundos sin decir nada –eso es
mentira también, no he estado metido en esas cosas desde hace tiempo, como te
dije.
—Te creo –sonreí
falsamente, sonrisa que hace mucho que no utilizaba, pero que había hecho caer
incluso al más manipulador: Andrade –me dijiste que no estabas metido en ello,
te creo.
—Me alegro Amaya,
estaba preocupado de que le creyeras.
—No me ha dicho
nada –aquello lo tomó por sorpresa, por lo visto todo este show era por ser
descubierto, pero ahora tenía la misma duda que Leonardo ¿Por qué yo? –le voy a
preguntar.
—No, mejor no…
solo traerá problemas –me miró sonriendo –me alegro que no sigas enojada.
—Es imposible
estarlo contigo realmente, aunque seas un idiota –llevó su mano hasta mis
labios y pasó su pulgar por el inferior, pero me alejé, todo tenía su límite
–aquí no.
—Bueno, te paso
a ver esta tarde ¿sí? Oh mejor aun, puedes ir a leer.
—No, luego del
club de lectura estudiaré con Leonardo, tenemos pruebas y se vienen un tanto
difíciles, siempre tenemos los exámenes antes que tu –pude notar como tensó su
mordida.
—Está bien… nos
vemos mañana entonces –se acercó para besarme, pero giré mi rostro y su beso
llegó a mi mejilla.
—Nos vemos.
Rápidamente volví
con Leonardo y los demás. Todos me miraban un tanto expectantes, pero Leo no me
creyó la sonrisa que formé.
Volvimos a la última
clase antes de tener que ir al club de lectura, ese era el momento donde
necesitaría la ayuda de Leonardo y se lo dije mientras estábamos en clases de
arte. Le expliqué cuál era mi plan mientras él escuchaba atento.
—Tú te debes
quedar abajo, vigilando, si alguien llega sigues tu camino, pero me llamas de
inmediato, así tendré tiempo de hacer algo, esconderme o actuar ¿sí?
—No creo que
esto sea lo mejor ¿Qué pasaría si le dices a la Andrade malvada que no seguirás
con su juego? Sería mejor ¿no?
—Porque no me
quiero ir de aquí ni seguir con ese tema, quiero tener a la muy perra en mis
manos, como ella lo ha hecho conmigo, estoy segura que algo hace ella cuando se
va durante el club de lectura, todas estas semanas siempre se retira. No sé qué
hará, pero lo averiguaré hoy mismo, tengo buenos instintos y ellos me dicen que
debo ir a esa sala hoy mismo.
—No es seguro,
esa gente te puede hacer algo, por lo que me has dicho… Amaya, esto se puede volver
en un infierno –lo miré un tanto preocupada, tenía razón.
—Es verdad, no
me ayudes, no quiero que salgas perjudicado –él bufó negando.
—No me refiero
a eso, temo por ti –sonreí por sus palabras.
—Soy más fuerte
de lo que te imaginas, además soy astuta, no me ganaran.
—En la
confianza esta el error.
—Y el que
arriesga no gana, señor Ulloa –él quedo pensando unos segundos.
—Bien, si estás
tan segura, comenzaremos a vigilarlos ¿sí?
—Gracias.
La hora de
clase la seguimos en bromas, pero llegó el momento donde sonó la campana y con
normalidad nos dirigimos hasta la sala donde tenía mi club de lectura. Leonardo
tomó su posición habitual al final del salón y yo espere a que Amalia llegara,
hoy tocaba un nuevo libro ya que el lunes pasado habíamos comentado otro.
—Buenas tardes
a todos –dijo ella sonriendo como si fuera un ángel, la gran cantidad de
hombres que habían en este club era por Amalia Andrade. Llegó uniformada
correctamente y se dirigió hasta el pizarrón –esta vez iremos más rápido y les
dejo este libro para que lo busquemos y leamos ¿sí? –anoto Del amor y otros demonios de Gabriel
García Márquez –está en nuestra biblioteca así que pueden ir, como siempre
busquen un lugar que les guste para leer… yo haré lo mismo ¿sí? –todos
asentimos.
Tomé mi bolso y
lo cruce sobre mi hombro, pero cuando iba a buscar el libro, Amalia se acercó
hasta donde estaba.
— ¿Cómo van las
cosas con Damián? –todos ya estaban saliendo de la sala, menos Leonardo que
estaba bastante atrás, no nos escucharía.
—Hola Amalia,
tanto tiempo ¿Cómo has estado?
—Lo siento
–dijo un tanto abatida –estoy un poco nerviosa, tengo cosas que hacer y Damián
gasta mi tiempo ¿Cómo estás?
—Bien y con Damián…
bueno, las cosas van paso a paso. Me debiste decir que estaba involucrado en
drogas –ella sonrió.
— ¿Ya te lo
dijo? Ah, es perfecto, esta confiando en ti entonces, soy fiel testigo de que
ha cambiado, me gusta que este a tu lado, gracias.
—No te hago ningún
favor, ambas lo sabemos –antes que pudiera decirme algo, su teléfono comenzó a
sonar, sonrió al segundo de ver de quien se trataba, de seguro era Simón.
—Me tengo que
ir, es cierto que no me haces esto como un favor, las palabras correctas deberían
ser, estás haciendo un excelente trabajo y sé que eres lo suficientemente
inteligente para no cagarla ¿cierto, Amaya? No quiero ver después que terminas
almorzando escondida en el baño.
—Lo tengo muy
claro, gracias por esas palabras de ánimos.
—Cuando quieras
–sonrió de nuevo y se fue como si fuera la más buena de todas las alumnas.
—Estoy cansada
de verle la cara, la quiero en el suelo, llorando de frustración –dije enojada.
—Wow –Leonardo
me quedó mirando extrañado –que feas palabras –puso sus dedos en forma de cruz –sal
de ahí demonio ¡yo Leonardo te invoco! –no pude evitar reír por cómo me
distraía.
—Lo siento, pero
estar metida en todo este lio está sacando lo peor de mi… otra vez.
—No quiero que
te conviertas en una bruja.
—No… solo
quiero tener algo de ella, necesito una simple prueba para ser libre, quiero
estar tranquila.
—Bien, mejor
vamos a buscar ese libro, hasta a mi me entusiasmó –lo miré y sonreí.
—Gracias por
hacer esto.
—No te
preocupes, me gustas, te voy a apoyar en lo que crea que es bueno –dijo
mientras salíamos de la sala.
—Me dijiste que
esto podía ser peligroso.
—Sí, lo sigo
pensando, pero si te quedas tranquila haciendo tu maquiavélico plan, te ayudaré
–sonreí y antes de girar hacia la biblioteca tomé del suéter a Leonardo e hice
que se inclinara, bastante, para poder besar su mejilla.
—Gracias.
Pedimos el
libro y luego nos quedamos en la biblioteca unos minutos hasta que decidí que
era hora de subir. Con Leonardo nos fuimos hasta que alcanzamos esa escalera
que me llevaría a esa horrible sala.
—Recuerda lo
que te dije, no trates de detener a nadie, solo sigue tu camino y me avisas.
—Está bien –Leonardo
se apoyó al lado de la entrada a la escalera.
Sigilosamente subí
cada escalón, para mi suerte no había problema esta vez, no venia nadie. Tenía
en mi estómago mil mariposas, presentía que algo bueno iba a encontrar. Sin
embargo para cuando llegué hasta la puerta y trate de abrirla, esta se
encontraba cerrada.
—Me lleva el…
—Tranquila
–casi me dio un infarto al sentir la voz de Leonardo detrás –después dicen que
jugar a los ladrones de pequeño no sirve –llevó su mano a mi cabello y saco dos
pinches negros que evitaban que mi pelo molestara mi vista. Sin más los metió en la cerradura y
abrió la puerta con cuidado.
—Voy a comenzar
a sospechar de ti.
—Vamos, esto lo
enseñan hasta en youtube… ahora ve,
agradece que tienes un amigo tan habiloso con los dedos –sonrió de tal forma
que me sonrojé por su comentario.
Espere a que Leonardo
desapareciera y abrí lentamente la puerta. Entré con cuidado y me fije en el
suelo y vi la llave de la puerta, aquí había alguien porque la puerta estaba
asegurada desde adentro.
Comencé a husmear
en todos los cajones que había, encontré alcohol, preservativos y unos papeles
que contenían información de algunos alumnos. Busqué mi archivo y en rojo decía
“Hija del jefe de narcóticos”
—Demonios –esta
gente de verdad me estaban dando miedo, para mi sorpresa al abrir mi carpeta
encontré todas las noticias que salieron en el diario sobre lo que hice en antes,
no podía creerlo ¿Qué estaba pasando aquí?
Tomé mi celular
del bolso y comencé a sacarle fotos a los demás archivos, además de los licores
y preservativos. Tomé mi carpeta donde estaba toda la información y la guardé
en mi bolso, sabía que podrían encontrarla en internet, pero no quería que
gente ajena me tuviera en un archivo.
Cuando estaba
fotografiando el bar escuché un ruido extraño, miré mi celular para saber si tenía
una llamada perdida de Leonardo, pero nada, el ruido venía desde otro lugar.
Tragué saliva,
nerviosa, y me dirigí hasta la puerta misteriosa donde entraban los demás
alumnos esa noche de la reunión. Mi corazón latía con fuerza al caminar hasta
ella, con mi mano temblorosa por la ansiedad hice girar el picaporte de aspecto
antiguo. Al girar mi rostro hacia la izquierda, sentí como un escalofrió
recorría mi cuerpo al ver el cuadro donde estaba Damián. Este lugar era
tétrico.
—Bien… —susurré
cuando la puerta se abrió.
Era un pasillo,
con los mismos colores que el resto del salón, pero aquí había más puertas,
como si se tratara un pasillo de un hotel. Había alrededor de ocho puertas,
este lugar era gigantesco.
Me concentré en
el ruido y pude averiguar que venía desde la primera puerta, con cuidado la
pase hasta llegar a la que seguía. Al abrirla me quede helada.
— ¿Qué
demonios? De verdad es un hotel.
Seguía con esa
decoración que tenia terciopelo, en el centro había una cama gigante que se cubría
con un cobertor de seda negro. A este lugar venían a tener sexo, de seguro Damián
había salido de aquí junto a Eve. Cerdos.
No pude seguir concentrada
en que más había ahí, ya que los ruidos de una cama chocando con una pared, eran
notorios. Rápidamente le saqué fotos al lugar y después al salir hice lo mismo
con el pasillo. Tenía suficiente para poder revelar lo que sucedía aquí al resto
del colegio, pero cuando pasé por la primera puerta… no lo aguanté, tenía que
ver si mis sospechas eran ciertas.
Con delicadeza abrí
la puerta y activé la opción de video en el celular. No podía asomar mi cabeza
para ver de quien se trataba, pero si mi mano.
—Vamos a ver… —susurré
concentrada, tratando de enfocar la cámara. Como el pasillo era un tanto
oscuro, no notarían que la puerta estaba un poco abierta, menos si esos gritos
eran de verdadero placer, estarían en un mundo paralelo, donde tener sexo en un
colegio dentro de una sexta, era normal.
Miré la imagen
que se veía en el celular y sonreí. Había dado en el clavo y más me lo aseguro
cuando mi querida amiga Amalia comenzó a llamar a Simón mientras este la tenía
sobre sus manos y rodillas, sujetándola de sus nalgas y penetrándola un tanto
salvaje, ella aun mantenía la falda de su uniforme. Pude ver que tenía sus
manos atadas a la cama. Demonios.
— ¡Simón! ¡Más!
–dijo entre sollozos, mi boca se abrió al ver como él le daba una nalgada que
me dolió hasta mi ¿Quién lo hubiera dicho? Simón se veía tan tranquilo.
—Cállate –siguió
penetrándola como si no hubiera un mañana, pero decidí que era momento para
retirarse.
Guardé el video
y sonreí triunfal. Cerré la puerta dando gracias a Dios por haberme dado esta
intuición, si la hubiera utilizado antes, nada de esto hubiera ocurrido, pero
ya estando aquí, no había nada que hacer. Cuando guardé el video vi que tenía
una llamada perdida de hace un segundo.
—Mierda… —era
de Leonardo.
Corriendo salí
del pasillo y alcance a cerrar la puerta para quedar mirando el cuadro de Damián
cuando sentí que alguien más entraba al lugar. Desde aquí no se podían escuchar
los gritos de Amalia, solo un leve ruido que daba la cama al chocar contra la
pared.
—Amaya –me giré
al escuchar la voz de Damián. Esto no pudo haber salido peor.
Frunció el ceño
de inmediato, pero me tragué los nervios y me concentré, había pasado por cosas
peores.
—Te estaba
buscando, fui al bosque, pero no estabas… pensé que te encontrarías aquí.
— ¿Ah, sí? ¿Y
me estabas buscando con Leonardo? Lo vi a un par de metros de la escalera.
— ¿En serio?
Ah… le dije que vendría sola, después de todo me dijo lo que temías.
— ¿Qué te dijo?
—Que te había
visto entregando droga –él frunció el ceño y cerró la puerta. Me tensé –no
quiero volver a hablar con Leonardo, no le creo.
— ¿No? –se giró
un tanto sorprendido.
— ¿Debería
creerle?
—Claro que no,
sabes que no es así –guardé mi celular en el bolso — ¿Qué hacías con tu
celular?
—Leonardo me
estaba llamando, le dije que no quería hablar con él.
—Si quieres
puedo arreglar eso.
—No, yo me
manejó con él, gracias –sonreí, tratando de calmar mis piernas que estaban por
temblar.
—Entonces –dijo
acercándose a mí de forma seductora — ¿para qué me buscabas?
—Solo quería…
hablar contigo.
— ¿Ah, sí? ¿Sobre
qué? –sus ojos verdes me miraban de una forma extraña.
—No quería que
te fueras enojado o pensaras que yo lo estaba, solo eso –tenía miedo, estaba
demasiado cerca y sabia que no tenía buenas intenciones.
—Yo sé de una
manera para que mi enojo se vaya –sonreí y traté de alejarme de él al sentirme
acorralada, pero su mano sobre mi cintura evito que diera otro paso.
— ¿Qué haces? –Su
agarre aumento de presión –Damián, no –dije cuando sus labios se acercaron a mi
cuello.
—Amaya, no me
hagas sufrir más —mordió el lóbulo de mi oreja y eso hizo que me alterara. Lo
empujé y me alejé.
—He dicho que
no ¿es qué no te quedó claro la vez pasada? –él tensó su mordida, estuve a un
segundo de gritarle todo lo que sabía, pero me arrepentí a tiempo, no podía
arruinar esto.
—No, no lo he
entendido –se acercó sin más hasta mí y me rodeó con sus brazos, empujándome
hasta que me hizo caer sobre el sofá.
— ¡Para, Damián!
¡No quiero! –me tenia atrapada, ni siquiera podía darle una patada para que
dejara de tocarme. Con fuerza su agarre subió a mi cuello para que pudiera
verlo.
— ¿Crees que
soy idiota? ¿Qué eres la primera que ronda por aquí buscando algo de
información? –sin más metió su mano a mi bolso y saco la carpeta con mi
información. No pude moverme, me quede helada por lo que dijo — ¿de verdad
crees que no me iba a dar cuenta de tu cambio? –sin más atrapó mis labios
dándome un beso que no respondí, trataba de mover mi rostro para que no
siguiera.
— ¡No! –le
grité. Con brusquedad separó mis piernas — ¡no! ya basta.
—Oh, pobre Amaya,
pasando por lo mismo dos veces ¿esperas qué tu amigo te busque? Dudo que pueda
ayudarte con la puerta cerrada –comencé a golpearlo, pero no podía hacerle
daño, mis brazos perdían fuerza por el miedo –esta vez no hay arma que te
ayude.
— ¡Amalia!
–grité tratando de buscar cualquier tipo de ayuda.
— ¿Mi hermana?
¿Crees qué te ayudara? Tiene mucho tiempo aun para seguir con su noviecito. Además
ella misma hizo que llegaras hasta aquí ¿de verdad creíste que ella no sabía
nada? Por favor, vivimos bajo el mismo techo, pero creo que el plan falló ahora
que sabes todo, no te sirve actuar de estúpida… ¿creerme sobre lo que te dijo Leonardo
solo porque era yo? Amaya, tú misma me has enseñado que eres más astuta que
eso, te has delatado sola por este nuevo comportamiento.
—Por favor… déjame
–su rostro estaba muy cerca del mío.
—Mmm ¿Por qué
lo lamentas tanto? Si solo nos has faltado muy poco para hacerte mía –pasó su
lengua por sus labios –me encanta que seas de sangre caliente y que no dudes
cuando quieres algo –volvió a besarme mientras su mano viajaba por mi cuerpo
hasta mis bragas.
— ¡Para, para!
–decía contra sus labios, pero me mordió con fuerza haciendo que gritara de
dolor.
—Esto pudo
haber sido muy placentero para ti ¿sabes? Pero mira, me has descubierto y ahora
debo cobrar lo que quiero antes de tiempo, además de dejarte muy claro que
desde ahora no serás nada más que mi puta personal. Te tendré en mi mano y con
eso a tu padre, así no sacaremos a la policía de encima –lo miré sin creer lo
que me estaba diciendo.
—Por Dios
¿Quién eres?
— ¿Sabes lo
conveniente que es tener en la palma de la mano a la hija del jefe de narcotráfico?
Luego si lo hubiera logrado por las buenas solo habría tenido que manipularte
para que me entregues datos y así mantener el negocio de mi familia en paz,
ahora tendré que amenazarte.
— ¿Crees qué no
iré a la policía? –era un idiota, sin embargo, no podía creer que él me
estuviera haciendo esto. Todo había sido una actuación ¡como fui tan tonta!
Siempre desconfié de él hasta que caí, incluso Amalia me lo advirtió.
— ¿Y qué les dirás?
¿Qué te violé? Créeme… esto está siendo grabado y no te ves en condiciones de
estar sufriendo, menos cuando todos saben que eres mi novia –sonrió con
suficiencia –Cloe tenía razón después de todo, me dijo que caerías como
cualquier otra, pensé que podrías ser más inteligente, pero no… eres simple y
ordinaria, de esa forma seguirás bajo mi control y bajo mis órdenes.
— ¡Hijo de
puta! –le grité frustrada.
—Ahora solo
quiero lo que debió ser mío hace mucho tiempo, si que tienes autocontrol –metió
sus manos bajo mis bragas –esto debió haber sido tan diferente, Amaya –susurró
en mi oído. Me quede inmóvil, no podía hacer nada, estaba perdida, ni siquiera tenía
fuerzas –si hubieras seguido mi juego –comenzó a besar mi cuello y a subir mi suéter
–no serás más que mi puta, pudiste haber sido mi favorita.
— ¡¿A quién
vienes a tratar de puta?! –mi alma volvió a mi cuerpo cuando escuche la voz de Leonardo.
Él tomó a Damián
desde el hombro y lo alejó de mí. Con rapidez me puse de pie y arreglé mi ropa.
Leonardo le dio un puñetazo que hizo que chocara contra el bar, para después
darle un golpe en su abdomen, provocando que gritara de dolor. Leo perdió el
control, comenzó a patear a Damián y a darle otros golpes en su rostro, sin
dejar que se recuperara.
Corrí hasta
donde Leonardo y lo tomé del brazo para que se detuviera.
— ¡Date por
muerto, perro! –le grito Damián con su rostro manchado por la sangre. Me giré a
verlo, me daba asco.
Me agache y metí
mis manos en sus bolsillos, saque lo que necesitaba y lo arroje a su lado, eran
papelillos de marihuana. Saqué mi celular y tome algunas fotos.
—Ahora veremos quién
será mi puta ¿no? –le di un golpe en sus testículos que provoco un grito que no
se escucho en ningún lado, simplemente tuvo la expresión de dolor. Me alegré.
Bajamos las
escaleras con Leonardo, cada escalón iba perdiendo más fuerzas. Él tuvo que
sostenerme del brazo hasta que llegamos al estacionamiento, mi vista estaba
nublada y me sentía pésimo.
—Ven, Amaya… —con
su ayuda llegué hasta mi auto –tus llaves –sin preguntarme metió sus manos en
mi bolso y sacó el llavero. Abrió la puerta de copiloto y me sentó –vamos,
despierta, no pasó nada… no alcanzó a hacer lo que quería, mírame –tomó mi
rostro en sus manos e hizo que me fijara en él — ¿tienes algo para atraparlo?
Yo voy a testificar, no te preocupes.
—Mi celular –rápidamente
buscó en mi bolso y me quedó mirando confundido.
— ¿Una nota de
voz? ¿Eso tienes? –lo mire confundida y tomé el celular en mis manos.
—No puede ser… —acepté
la opción de guardar que apareció luego de salir de la cámara y después apreté play para que comenzara.
Después de unos
segundos con Leonardo nos quedamos mirando sin poder creer lo que tenía en mis
manos.
— ¿Cómo es
posible? ¿Tenias planeado esto? –susurró sorprendido.
—De seguro él marcó
la opción cuando saco mi carpeta de archivos del bolso, Dios… esto es perfecto.
—Ya estás
recuperando el color, menos mal –abracé a Leonardo de inmediato.
—Gracias,
gracias ¿Cómo entraste?
—Ya viste como abrí
la puerta, no fue nada difícil –dijo sacando de su bolsillo mis pinches –Para
eso están los amigos ¿no? –volví a abrazarlo.
—Es hora de
destruir a esos bastardos y comenzaremos con Damián.
Leonardo me
llevó hasta la estación de policía, donde se encontraba por casualidad mi papá,
le dije todo lo que había pasado, no me importó sentir vergüenza ni nada por el
estilo. Le mostré la nota de voz y Cristian cada segundo que escuchaba se iba
volviendo más rojo de la rabia, con Leonardo y unos policías lo tuvimos que
detener, quería atravesar la cabeza de Damián con una bala, no me habría
molestado si eso sucedía, pero papá no podía ir preso.
Luego de
haberlo calmado, le explicamos todo lo que pasaba con la droga y el Sr. Andrade.
Le advertí a Leonardo que no dijera nada sobre Amalia, ese era un tema que arreglaría
personalmente y no faltaba mucho para cierto evento que había en el colegio,
antes de que saliéramos de vacaciones. Ese sería mi broche de oro para vengarme
por lo que me hizo pasar.
Leonardo fue
escoltado hasta el colegio, donde pudo volver a su casa en su moto. Lo obligué
a que aceptara, no quería que le hicieran daño y Damián podía llamar a sus
matones rusos.
Recibí el
regaño de mi vida al estar a solas con Cristian, me decía que había demorado
mucho en decirle todo el tema de las drogas. Acepté cada dicho en silencio, no podía
mezclar a Amalia en todo esto.
Papá envió a
uno de sus subalternos en búsqueda de Damián por intento de violación, además
de narcotráfico. Ahora comenzaba todo el papeleo con el juez, también advertí a
mi padre sobre el hecho de que ese hombre era padre de Tobías, quien estaba
metido en drogas al igual que su hijo.
Cuando llegamos
a casa, tuve que explicarle todo a mamá, quien se vio horrorizada. Sin embargo
con Cristian la tranquilizamos, todo iba a salir bien.
Ahora estaba en
mi habitación, guardé en una memoria USB el video de Amalia y sonreí. Querría
ver su expresión, sabía que ella sería la primera en dar el paso buscando
venganza. Me tenía que preparar, las cosas no mejorarían, incluso todo lo
contrario. Por eso mismo llamé a mis tíos de Roma, tenía que explicarles todo
lo que había sucedido, necesitaba de su ayuda.
¡hellooooo! Primer capitulo del dia..... Damián arruinó todo ¿que opinan? ya nos acercamos a donde quedamos wiii o sea como a un capítulo del final ajjajaja si, me falta un par hojas para terminar esta historia cuando la retire de fanfiction :3
Yo sabiaaa ...damian era un.hijo de putaa ...estoy en.shock ... Quiero maaas xd
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