jueves, 6 de febrero de 2014

Demonio Blanco - Capítulo 23


Capitulo 23

Estaba comiendo de mi almuerzo junto con Leonardo, Vivian y Benjamín. Mi nuevos conocidos eran muy simpáticos y sin duda estaban haciendo reír un montón a Leonardo, pero mi mente estaba en otro lado. Quería tener pronto el tiempo para poder ir a averiguar lo que sucedía realmente en ese salón misterioso.
— ¿Amaya? –me tensé al escuchar aquella voz a mis espaldas. Leonardo de inmediato dejo de reír y miró de mala forma a Damián. Me giré y lo encontré sonriendo, no pude evitar devolverle el gesto, era tan cínico que me sorprendía.
—Damián –me miró confundido al ver que sonreía, pero luego de concentrarme mi expresión se volvió más seria.

—Necesito hablar un minuto contigo.
—Estoy comiendo.
—Solo será un momento –bufé y miré a Leonardo que estaba muy atento a diferencia de Vivian y Benjamín que seguían conversando entre los dos.
—Cuida mis cosas ¿sí? Voy y vuelvo –me puse de pie y fui con Damián hasta la salida de la cafetería — ¿Qué sucede?
— ¿Qué sucede? Me has estado evitando todo el día –tensé mi mordida, quería darle una bofetada por ser un descarado, pero no era el único que podía mentir de esta forma.
—Bueno, supuse que estabas enojado conmigo, no quería discutir.
—Yo tampoco quiero discutir, menos contigo –sonrió al ver que no le estaba gritando o tratando de recordar lo que había pasado ayer y como se había comportado.
—Fue una linda la cita de ayer.
—Que terminó mal ¿has hablado con Leonardo? –sus ojos se entrecerraron ¿es qué acaso estaba tan seguro de que Leo podía tener algo que esconderme? Esto era extraño.
—No hablé sobre el tema.
—Lo sabía, no te atreves a perderlo ¿cierto? –en ese momento dentro de mi cerebro sonó un “clic”
—Es mi único amigo –claro, ahora todo tenía sentido –no me puedo arriesgar a perderlo.
—Me tienes a mí –tragué saliva al sentir un nudo en mi garganta. Damián estaba jugando con mis debilidades, era un manipulador.
—Llegó a mis oídos un rumor –susurré un tanto “apenada” –te vieron con Eve.
— ¿Con Eve? –Su rostro expresaba confusión, no podía creer esto –con ella no hablo desde que sucedió aquello de la manguera.
—Entonces debe ser mentira, lo siento –él me quedó mirando unos segundos.
—Está bien, hay todo tipo de rumores sobre mí, el otro día Leonardo me encaró por el tema de las drogas, ese perro cree que puede andar pidiéndome explicaciones como si nada ¿Quién se ha creído? –Me quede unos segundos sin decir nada –eso es mentira también, no he estado metido en esas cosas desde hace tiempo, como te dije.
—Te creo –sonreí falsamente, sonrisa que hace mucho que no utilizaba, pero que había hecho caer incluso al más manipulador: Andrade –me dijiste que no estabas metido en ello, te creo.
—Me alegro Amaya, estaba preocupado de que le creyeras.
—No me ha dicho nada –aquello lo tomó por sorpresa, por lo visto todo este show era por ser descubierto, pero ahora tenía la misma duda que Leonardo ¿Por qué yo? –le voy a preguntar.
—No, mejor no… solo traerá problemas –me miró sonriendo –me alegro que no sigas enojada.
—Es imposible estarlo contigo realmente, aunque seas un idiota –llevó su mano hasta mis labios y pasó su pulgar por el inferior, pero me alejé, todo tenía su límite –aquí no.
—Bueno, te paso a ver esta tarde ¿sí? Oh mejor aun, puedes ir a leer.
—No, luego del club de lectura estudiaré con Leonardo, tenemos pruebas y se vienen un tanto difíciles, siempre tenemos los exámenes antes que tu –pude notar como tensó su mordida.
—Está bien… nos vemos mañana entonces –se acercó para besarme, pero giré mi rostro y su beso llegó a mi mejilla.
—Nos vemos.
Rápidamente volví con Leonardo y los demás. Todos me miraban un tanto expectantes, pero Leo no me creyó la sonrisa que formé.
Volvimos a la última clase antes de tener que ir al club de lectura, ese era el momento donde necesitaría la ayuda de Leonardo y se lo dije mientras estábamos en clases de arte. Le expliqué cuál era mi plan mientras él escuchaba atento.
—Tú te debes quedar abajo, vigilando, si alguien llega sigues tu camino, pero me llamas de inmediato, así tendré tiempo de hacer algo, esconderme o actuar ¿sí?
—No creo que esto sea lo mejor ¿Qué pasaría si le dices a la Andrade malvada que no seguirás con su juego? Sería mejor ¿no?
—Porque no me quiero ir de aquí ni seguir con ese tema, quiero tener a la muy perra en mis manos, como ella lo ha hecho conmigo, estoy segura que algo hace ella cuando se va durante el club de lectura, todas estas semanas siempre se retira. No sé qué hará, pero lo averiguaré hoy mismo, tengo buenos instintos y ellos me dicen que debo ir a esa sala hoy mismo.
—No es seguro, esa gente te puede hacer algo, por lo que me has dicho… Amaya, esto se puede volver en un infierno –lo miré un tanto preocupada, tenía razón.
—Es verdad, no me ayudes, no quiero que salgas perjudicado –él bufó negando.
—No me refiero a eso, temo por ti –sonreí por sus palabras.
—Soy más fuerte de lo que te imaginas, además soy astuta, no me ganaran.
—En la confianza esta el error.
—Y el que arriesga no gana, señor Ulloa –él quedo pensando unos segundos.
—Bien, si estás tan segura, comenzaremos a vigilarlos ¿sí?
—Gracias.
La hora de clase la seguimos en bromas, pero llegó el momento donde sonó la campana y con normalidad nos dirigimos hasta la sala donde tenía mi club de lectura. Leonardo tomó su posición habitual al final del salón y yo espere a que Amalia llegara, hoy tocaba un nuevo libro ya que el lunes pasado habíamos comentado otro.
—Buenas tardes a todos –dijo ella sonriendo como si fuera un ángel, la gran cantidad de hombres que habían en este club era por Amalia Andrade. Llegó uniformada correctamente y se dirigió hasta el pizarrón –esta vez iremos más rápido y les dejo este libro para que lo busquemos y leamos ¿sí? –anoto Del amor y otros demonios de Gabriel García Márquez –está en nuestra biblioteca así que pueden ir, como siempre busquen un lugar que les guste para leer… yo haré lo mismo ¿sí? –todos asentimos.
Tomé mi bolso y lo cruce sobre mi hombro, pero cuando iba a buscar el libro, Amalia se acercó hasta donde estaba.
— ¿Cómo van las cosas con Damián? –todos ya estaban saliendo de la sala, menos Leonardo que estaba bastante atrás, no nos escucharía.
—Hola Amalia, tanto tiempo ¿Cómo has estado?
—Lo siento –dijo un tanto abatida –estoy un poco nerviosa, tengo cosas que hacer y Damián gasta mi tiempo ¿Cómo estás?
—Bien y con Damián… bueno, las cosas van paso a paso. Me debiste decir que estaba involucrado en drogas –ella sonrió.
— ¿Ya te lo dijo? Ah, es perfecto, esta confiando en ti entonces, soy fiel testigo de que ha cambiado, me gusta que este a tu lado, gracias.
—No te hago ningún favor, ambas lo sabemos –antes que pudiera decirme algo, su teléfono comenzó a sonar, sonrió al segundo de ver de quien se trataba, de seguro era Simón.
—Me tengo que ir, es cierto que no me haces esto como un favor, las palabras correctas deberían ser, estás haciendo un excelente trabajo y sé que eres lo suficientemente inteligente para no cagarla ¿cierto, Amaya? No quiero ver después que terminas almorzando escondida en el baño.
—Lo tengo muy claro, gracias por esas palabras de ánimos.
—Cuando quieras –sonrió de nuevo y se fue como si fuera la más buena de todas las alumnas.
—Estoy cansada de verle la cara, la quiero en el suelo, llorando de frustración –dije enojada.
—Wow –Leonardo me quedó mirando extrañado –que feas palabras –puso sus dedos en forma de cruz –sal de ahí demonio ¡yo Leonardo te invoco! –no pude evitar reír por cómo me distraía.
—Lo siento, pero estar metida en todo este lio está sacando lo peor de mi… otra vez.
—No quiero que te conviertas en una bruja.
—No… solo quiero tener algo de ella, necesito una simple prueba para ser libre, quiero estar tranquila.
—Bien, mejor vamos a buscar ese libro, hasta a mi me entusiasmó –lo miré y sonreí.
—Gracias por hacer esto.
—No te preocupes, me gustas, te voy a apoyar en lo que crea que es bueno –dijo mientras salíamos de la sala.
—Me dijiste que esto podía ser peligroso.
—Sí, lo sigo pensando, pero si te quedas tranquila haciendo tu maquiavélico plan, te ayudaré –sonreí y antes de girar hacia la biblioteca tomé del suéter a Leonardo e hice que se inclinara, bastante, para poder besar su mejilla.
—Gracias.
Pedimos el libro y luego nos quedamos en la biblioteca unos minutos hasta que decidí que era hora de subir. Con Leonardo nos fuimos hasta que alcanzamos esa escalera que me llevaría a esa horrible sala.
—Recuerda lo que te dije, no trates de detener a nadie, solo sigue tu camino y me avisas.
—Está bien –Leonardo se apoyó al lado de la entrada a la escalera.
Sigilosamente subí cada escalón, para mi suerte no había problema esta vez, no venia nadie. Tenía en mi estómago mil mariposas, presentía que algo bueno iba a encontrar. Sin embargo para cuando llegué hasta la puerta y trate de abrirla, esta se encontraba cerrada.
—Me lleva el…
—Tranquila –casi me dio un infarto al sentir la voz de Leonardo detrás –después dicen que jugar a los ladrones de pequeño no sirve –llevó su mano a mi cabello y saco dos pinches negros que evitaban que mi pelo molestara  mi vista. Sin más los metió en la cerradura y abrió la puerta con cuidado.
—Voy a comenzar a sospechar de ti.
—Vamos, esto lo enseñan hasta en youtube… ahora ve, agradece que tienes un amigo tan habiloso con los dedos –sonrió de tal forma que me sonrojé por su comentario.
Espere a que Leonardo desapareciera y abrí lentamente la puerta. Entré con cuidado y me fije en el suelo y vi la llave de la puerta, aquí había alguien porque la puerta estaba asegurada desde adentro.
Comencé a husmear en todos los cajones que había, encontré alcohol, preservativos y unos papeles que contenían información de algunos alumnos. Busqué mi archivo y en rojo decía “Hija del jefe de narcóticos”
—Demonios –esta gente de verdad me estaban dando miedo, para mi sorpresa al abrir mi carpeta encontré todas las noticias que salieron en el diario sobre lo que hice en antes, no podía creerlo ¿Qué estaba pasando aquí?
Tomé mi celular del bolso y comencé a sacarle fotos a los demás archivos, además de los licores y preservativos. Tomé mi carpeta donde estaba toda la información y la guardé en mi bolso, sabía que podrían encontrarla en internet, pero no quería que gente ajena me tuviera en un archivo.
Cuando estaba fotografiando el bar escuché un ruido extraño, miré mi celular para saber si tenía una llamada perdida de Leonardo, pero nada, el ruido venía desde otro lugar.
Tragué saliva, nerviosa, y me dirigí hasta la puerta misteriosa donde entraban los demás alumnos esa noche de la reunión. Mi corazón latía con fuerza al caminar hasta ella, con mi mano temblorosa por la ansiedad hice girar el picaporte de aspecto antiguo. Al girar mi rostro hacia la izquierda, sentí como un escalofrió recorría mi cuerpo al ver el cuadro donde estaba Damián. Este lugar era tétrico.
—Bien… —susurré cuando la puerta se abrió.
Era un pasillo, con los mismos colores que el resto del salón, pero aquí había más puertas, como si se tratara un pasillo de un hotel. Había alrededor de ocho puertas, este lugar era gigantesco.
Me concentré en el ruido y pude averiguar que venía desde la primera puerta, con cuidado la pase hasta llegar a la que seguía. Al abrirla me quede helada.
— ¿Qué demonios? De verdad es un hotel.
Seguía con esa decoración que tenia terciopelo, en el centro había una cama gigante que se cubría con un cobertor de seda negro. A este lugar venían a tener sexo, de seguro Damián había salido de aquí junto a Eve. Cerdos.
No pude seguir concentrada en que más había ahí, ya que los ruidos de una cama chocando con una pared, eran notorios. Rápidamente le saqué fotos al lugar y después al salir hice lo mismo con el pasillo. Tenía suficiente para poder revelar lo que sucedía aquí al resto del colegio, pero cuando pasé por la primera puerta… no lo aguanté, tenía que ver si mis sospechas eran ciertas.
Con delicadeza abrí la puerta y activé la opción de video en el celular. No podía asomar mi cabeza para ver de quien se trataba, pero si mi mano.
—Vamos a ver… —susurré concentrada, tratando de enfocar la cámara. Como el pasillo era un tanto oscuro, no notarían que la puerta estaba un poco abierta, menos si esos gritos eran de verdadero placer, estarían en un mundo paralelo, donde tener sexo en un colegio dentro de una sexta, era normal.
Miré la imagen que se veía en el celular y sonreí. Había dado en el clavo y más me lo aseguro cuando mi querida amiga Amalia comenzó a llamar a Simón mientras este la tenía sobre sus manos y rodillas, sujetándola de sus nalgas y penetrándola un tanto salvaje, ella aun mantenía la falda de su uniforme. Pude ver que tenía sus manos atadas a la cama. Demonios.
— ¡Simón! ¡Más! –dijo entre sollozos, mi boca se abrió al ver como él le daba una nalgada que me dolió hasta mi ¿Quién lo hubiera dicho? Simón se veía tan tranquilo.
—Cállate –siguió penetrándola como si no hubiera un mañana, pero decidí que era momento para retirarse.
Guardé el video y sonreí triunfal. Cerré la puerta dando gracias a Dios por haberme dado esta intuición, si la hubiera utilizado antes, nada de esto hubiera ocurrido, pero ya estando aquí, no había nada que hacer. Cuando guardé el video vi que tenía una llamada perdida de hace un segundo.
—Mierda… —era de Leonardo.
Corriendo salí del pasillo y alcance a cerrar la puerta para quedar mirando el cuadro de Damián cuando sentí que alguien más entraba al lugar. Desde aquí no se podían escuchar los gritos de Amalia, solo un leve ruido que daba la cama al chocar contra la pared.
—Amaya –me giré al escuchar la voz de Damián. Esto no pudo haber salido peor.
Frunció el ceño de inmediato, pero me tragué los nervios y me concentré, había pasado por cosas peores.
—Te estaba buscando, fui al bosque, pero no estabas… pensé que te encontrarías aquí.
— ¿Ah, sí? ¿Y me estabas buscando con Leonardo? Lo vi a un par de metros de la escalera.
— ¿En serio? Ah… le dije que vendría sola, después de todo me dijo lo que temías.
— ¿Qué te dijo?
—Que te había visto entregando droga –él frunció el ceño y cerró la puerta. Me tensé –no quiero volver a hablar con Leonardo, no le creo.
— ¿No? –se giró un tanto sorprendido.
— ¿Debería creerle?
—Claro que no, sabes que no es así –guardé mi celular en el bolso — ¿Qué hacías con tu celular?
—Leonardo me estaba llamando, le dije que no quería hablar con él.
—Si quieres puedo arreglar eso.
—No, yo me manejó con él, gracias –sonreí, tratando de calmar mis piernas que estaban por temblar.
—Entonces –dijo acercándose a mí de forma seductora — ¿para qué me buscabas?
—Solo quería… hablar contigo.
— ¿Ah, sí? ¿Sobre qué? –sus ojos verdes me miraban de una forma extraña.
—No quería que te fueras enojado o pensaras que yo lo estaba, solo eso –tenía miedo, estaba demasiado cerca y sabia que no tenía buenas intenciones.
—Yo sé de una manera para que mi enojo se vaya –sonreí y traté de alejarme de él al sentirme acorralada, pero su mano sobre mi cintura evito que diera otro paso.
— ¿Qué haces? –Su agarre aumento de presión –Damián, no –dije cuando sus labios se acercaron a mi cuello.
—Amaya, no me hagas sufrir más —mordió el lóbulo de mi oreja y eso hizo que me alterara. Lo empujé y me alejé.
—He dicho que no ¿es qué no te quedó claro la vez pasada? –él tensó su mordida, estuve a un segundo de gritarle todo lo que sabía, pero me arrepentí a tiempo, no podía arruinar esto.
—No, no lo he entendido –se acercó sin más hasta mí y me rodeó con sus brazos, empujándome hasta que me hizo caer sobre el sofá.
— ¡Para, Damián! ¡No quiero! –me tenia atrapada, ni siquiera podía darle una patada para que dejara de tocarme. Con fuerza su agarre subió a mi cuello para que pudiera verlo.
— ¿Crees que soy idiota? ¿Qué eres la primera que ronda por aquí buscando algo de información? –sin más metió su mano a mi bolso y saco la carpeta con mi información. No pude moverme, me quede helada por lo que dijo — ¿de verdad crees que no me iba a dar cuenta de tu cambio? –sin más atrapó mis labios dándome un beso que no respondí, trataba de mover mi rostro para que no siguiera.
— ¡No! –le grité. Con brusquedad separó mis piernas — ¡no! ya basta.
—Oh, pobre Amaya, pasando por lo mismo dos veces ¿esperas qué tu amigo te busque? Dudo que pueda ayudarte con la puerta cerrada –comencé a golpearlo, pero no podía hacerle daño, mis brazos perdían fuerza por el miedo –esta vez no hay arma que te ayude.
— ¡Amalia! –grité tratando de buscar cualquier tipo de ayuda.
— ¿Mi hermana? ¿Crees qué te ayudara? Tiene mucho tiempo aun para seguir con su noviecito. Además ella misma hizo que llegaras hasta aquí ¿de verdad creíste que ella no sabía nada? Por favor, vivimos bajo el mismo techo, pero creo que el plan falló ahora que sabes todo, no te sirve actuar de estúpida… ¿creerme sobre lo que te dijo Leonardo solo porque era yo? Amaya, tú misma me has enseñado que eres más astuta que eso, te has delatado sola por este nuevo comportamiento.
—Por favor… déjame –su rostro estaba muy cerca del mío.
—Mmm ¿Por qué lo lamentas tanto? Si solo nos has faltado muy poco para hacerte mía –pasó su lengua por sus labios –me encanta que seas de sangre caliente y que no dudes cuando quieres algo –volvió a besarme mientras su mano viajaba por mi cuerpo hasta mis bragas.
— ¡Para, para! –decía contra sus labios, pero me mordió con fuerza haciendo que gritara de dolor.
—Esto pudo haber sido muy placentero para ti ¿sabes? Pero mira, me has descubierto y ahora debo cobrar lo que quiero antes de tiempo, además de dejarte muy claro que desde ahora no serás nada más que mi puta personal. Te tendré en mi mano y con eso a tu padre, así no sacaremos a la policía de encima –lo miré sin creer lo que me estaba diciendo.
—Por Dios ¿Quién eres?
— ¿Sabes lo conveniente que es tener en la palma de la mano a la hija del jefe de narcotráfico? Luego si lo hubiera logrado por las buenas solo habría tenido que manipularte para que me entregues datos y así mantener el negocio de mi familia en paz, ahora tendré que amenazarte.
— ¿Crees qué no iré a la policía? –era un idiota, sin embargo, no podía creer que él me estuviera haciendo esto. Todo había sido una actuación ¡como fui tan tonta! Siempre desconfié de él hasta que caí, incluso Amalia me lo advirtió.
— ¿Y qué les dirás? ¿Qué te violé? Créeme… esto está siendo grabado y no te ves en condiciones de estar sufriendo, menos cuando todos saben que eres mi novia –sonrió con suficiencia –Cloe tenía razón después de todo, me dijo que caerías como cualquier otra, pensé que podrías ser más inteligente, pero no… eres simple y ordinaria, de esa forma seguirás bajo mi control y bajo mis órdenes.
— ¡Hijo de puta! –le grité frustrada.
—Ahora solo quiero lo que debió ser mío hace mucho tiempo, si que tienes autocontrol –metió sus manos bajo mis bragas –esto debió haber sido tan diferente, Amaya –susurró en mi oído. Me quede inmóvil, no podía hacer nada, estaba perdida, ni siquiera tenía fuerzas –si hubieras seguido mi juego –comenzó a besar mi cuello y a subir mi suéter –no serás más que mi puta, pudiste haber sido mi favorita.
— ¡¿A quién vienes a tratar de puta?! –mi alma volvió a mi cuerpo cuando escuche la voz de Leonardo.
Él tomó a Damián desde el hombro y lo alejó de mí. Con rapidez me puse de pie y arreglé mi ropa. Leonardo le dio un puñetazo que hizo que chocara contra el bar, para después darle un golpe en su abdomen, provocando que gritara de dolor. Leo perdió el control, comenzó a patear a Damián y a darle otros golpes en su rostro, sin dejar que se recuperara.
Corrí hasta donde Leonardo y lo tomé del brazo para que se detuviera.
— ¡Date por muerto, perro! –le grito Damián con su rostro manchado por la sangre. Me giré a verlo, me daba asco.
Me agache y metí mis manos en sus bolsillos, saque lo que necesitaba y lo arroje a su lado, eran papelillos de marihuana. Saqué mi celular y tome algunas fotos.
—Ahora veremos quién será mi puta ¿no? –le di un golpe en sus testículos que provoco un grito que no se escucho en ningún lado, simplemente tuvo la expresión de dolor. Me alegré.

Bajamos las escaleras con Leonardo, cada escalón iba perdiendo más fuerzas. Él tuvo que sostenerme del brazo hasta que llegamos al estacionamiento, mi vista estaba nublada y me sentía pésimo.
—Ven, Amaya… —con su ayuda llegué hasta mi auto –tus llaves –sin preguntarme metió sus manos en mi bolso y sacó el llavero. Abrió la puerta de copiloto y me sentó –vamos, despierta, no pasó nada… no alcanzó a hacer lo que quería, mírame –tomó mi rostro en sus manos e hizo que me fijara en él — ¿tienes algo para atraparlo? Yo voy a testificar, no te preocupes.
—Mi celular –rápidamente buscó en mi bolso y me quedó mirando confundido.
— ¿Una nota de voz? ¿Eso tienes? –lo mire confundida y tomé el celular en mis manos.
—No puede ser… —acepté la opción de guardar que apareció luego de salir de la cámara y después apreté play para que comenzara.
Después de unos segundos con Leonardo nos quedamos mirando sin poder creer lo que tenía en mis manos.
— ¿Cómo es posible? ¿Tenias planeado esto? –susurró sorprendido.
—De seguro él marcó la opción cuando saco mi carpeta de archivos del bolso, Dios… esto es perfecto.
—Ya estás recuperando el color, menos mal –abracé a Leonardo de inmediato.
—Gracias, gracias ¿Cómo entraste?
—Ya viste como abrí la puerta, no fue nada difícil –dijo sacando de su bolsillo mis pinches –Para eso están los amigos ¿no? –volví a abrazarlo.
—Es hora de destruir a esos bastardos y comenzaremos con Damián.

Leonardo me llevó hasta la estación de policía, donde se encontraba por casualidad mi papá, le dije todo lo que había pasado, no me importó sentir vergüenza ni nada por el estilo. Le mostré la nota de voz y Cristian cada segundo que escuchaba se iba volviendo más rojo de la rabia, con Leonardo y unos policías lo tuvimos que detener, quería atravesar la cabeza de Damián con una bala, no me habría molestado si eso sucedía, pero papá no podía ir preso.
Luego de haberlo calmado, le explicamos todo lo que pasaba con la droga y el Sr. Andrade. Le advertí a Leonardo que no dijera nada sobre Amalia, ese era un tema que arreglaría personalmente y no faltaba mucho para cierto evento que había en el colegio, antes de que saliéramos de vacaciones. Ese sería mi broche de oro para vengarme por lo que me hizo pasar.
Leonardo fue escoltado hasta el colegio, donde pudo volver a su casa en su moto. Lo obligué a que aceptara, no quería que le hicieran daño y Damián podía llamar a sus matones rusos.
Recibí el regaño de mi vida al estar a solas con Cristian, me decía que había demorado mucho en decirle todo el tema de las drogas. Acepté cada dicho en silencio, no podía mezclar a Amalia en todo esto.
Papá envió a uno de sus subalternos en búsqueda de Damián por intento de violación, además de narcotráfico. Ahora comenzaba todo el papeleo con el juez, también advertí a mi padre sobre el hecho de que ese hombre era padre de Tobías, quien estaba metido en drogas al igual que su hijo.
Cuando llegamos a casa, tuve que explicarle todo a mamá, quien se vio horrorizada. Sin embargo con Cristian la tranquilizamos, todo iba a salir bien.

Ahora estaba en mi habitación, guardé en una memoria USB el video de Amalia y sonreí. Querría ver su expresión, sabía que ella sería la primera en dar el paso buscando venganza. Me tenía que preparar, las cosas no mejorarían, incluso todo lo contrario. Por eso mismo llamé a mis tíos de Roma, tenía que explicarles todo lo que había sucedido, necesitaba de su ayuda.

¡hellooooo! Primer capitulo del dia..... Damián arruinó todo ¿que opinan? ya nos acercamos a donde quedamos wiii o sea como a un capítulo del final ajjajaja si, me falta un par hojas para terminar esta historia cuando la retire de fanfiction :3  

1 Lectores:

  1. Yo sabiaaa ...damian era un.hijo de putaa ...estoy en.shock ... Quiero maaas xd

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