jueves, 2 de febrero de 2012

L.D - Capitulo 8




Capitulo 8
   
Mis ojos se fueron abriendo poco a poco mientras bostezaba. Pude notar que ya estaba de día, un hermoso día para ser específicos. Me volteé para ver si estaba acompañada, pero no, la cama estaba vacía. Creo que esto de que “Alex sacara su otro yo de noche” no estaba funcionando si no tenía idea como era porque estaba dormida, era bastante injusto, aunque anoche…lo pase bastante bien, tenía que ser honesta. Como estúpida marqué una sonrisa al recordarlo.
   Me levante y mire la hora en el teléfono que me había regalado Alex, era más de medio día, cosa que me sorprendió, sabiendo que no me había dormido tarde anoche y también porque aun mi cabeza me hacia estar concentrada respecto a cómo me estaba tomando todo y eso se estaba haciendo demasiado…fácil.

Fui al baño tratando de no pensar en lo que pasaba, porque no podía hacer nada para cambiarlo, Alex tenía razón en eso, no había forma de obtener mi libertad de nuevo y analizando a como estaban yendo las cosas…no era tan malo como realmente debería ser, sacando la parte de que un vampiro me quería convertir y no me daba una buena explicación del porque quería hacerlo.
— ¿Victoria? –me quede quieta bajo la ducha al escuchar la voz de Ezequiel.
— ¡¿Qué haces aquí?! –me empine un poco para verle la cara, la ducha tenía ese vidrio que evitaba que se notara más de lo debido, pero era solo una parte, si me empinaba un poco podía ver claramente el baño y ahí estaba Ezequiel con su traje de siempre, mirando impaciente —¡¿no ves que me estoy duchando?! –sí, quizás para los ojos de un humano el vidrio cumplía su función de cubrir todo, pero no tenía la menor idea si un vampiro podía traspasar esa protección.
—Tranquila… —ahora se veía sonriente, como si todo esto le causara gracia –no es como si me fuera a convertir a heterosexual solo por verte –entrecerré los ojos, pero tenía razón. Gracias al cielo que Ezequiel y Javier eran gay, me daba cierta confianza que no podría tener si hubieran otros guardias –Solo vine a ver si estabas bien, porque es tarde…raro en ti levantarte a esta hora y además porque el Sr. Lenardis preguntó por tu estado y se sorprendió que durmieras aun y quiso que verificaba que estuvieras aquí.
— ¿Y que no escape de su mansión/cárcel traspasando a todos sus guardias y luego haber llegado mágicamente a mi casa? –ladeé un poco la cabeza, esperando su respuesta. Era imposible escaparse de aquí, no a menos que fuera fuerte y rápida…muy rápida.
—No me trates como estúpido, solo cumplo órdenes, así que aquí estoy… —no le respondí nada, no había nada más que hablar, pero él se quedo ahí, mirando, esperando.
— ¿Qué sucede? –mi expresión se volvió a confusión y más cuando paso la idea de que el vidrio no me estaba cubriendo como quería. Mis mejillas me delataban.
—Solo que… ¿ya sabes lo que vas a vestir hoy? –sus ojos tenían cierto brillo. Ezequiel al haber arreglado mi guardarropa presentía que quizás, podía jugar a las muñecas conmigo. Quede unos segundos en silencio, barajando la idea de darle en el gusto.
—No ¿podrías buscar algo para mí? ¿Por favor?...además no sé cuando lleguen, bueno Alex dijo algo relacionado con unas visitas –los ojos de Ezequiel, si es que era posible, brillaron más –y no sé si debo ponerme lo mismo o algo más formal ¿estaré presente? –ahora llegaba esa duda, ¿Alex dejaría que alguien supiera que me tenia?...quizás estaba prohibido tener humanos secuestrados. Deseché esa idea en un segundo, los vampiros se alimentaban de humanos, dudo que tengan reglas que nos resguarden.
—Bueno…creo que por ahora te puedo ayudar y luego con Javier podemos elegir algo para ti, porque si, tú estarás presente –lucia un poco preocupado al decir lo último, pero aun así sus ojos brillaban de la emoción.
—Bien…entonces ¿me puedes elegir algo de ropa?
—Excelente, porque ayer estabas desastrosa –salió rápidamente del baño y me preocupe de bañarme, no sé que me pasaba pero esta vez me quede más de media hora bajo el agua. Salí con el cabello seco y cubriendo mi cuerpo con una toalla blanca al ver que no estaba la ropa en el baño, quizás Ezequiel tenía algo más importante que hacer, pero al llegar al guardarropa pude notar que no tenía nada que hacer porque estaba todavía eligiendo mi atuendo.
— ¿Todavía estas en esto? –lo mire sorprendida.
— ¿Ya saliste? ¿Es que tú no te sabes bañar? –Me miro aparentemente enojado –bien, solo que no encuentro una camiseta, era linda, con unos estampados de líneas negras a un lado.
—Oh eso…bueno, lo ocupé ayer ¡lo iré a buscar! –me voltee para salir.
— ¡No! –me quede estática y volví a girar para verlo –jamás ocupas dos veces seguida un atuendo, tú no te darás cuenta, pero tu ropa…cada vez se repone por nueva, no puedo creer que hayas arruinado esa hermosa camiseta ayer, ese suéter sin dudas no iba con aquello.
—Creo que te estás tomando esto a pecho ¿Qué cada vez hay ropa nueva?...ese es un gasto inútil, se lo diré a Alex –su boca se entreabrió a la sorpresa de lo que dije.
— ¡Claro que no lo harás!....además de estar de guardia, yo me encargo de eso…y es mi única entretención luego de estar en la casa.
—Pero…
— ¡No hay pero! —se giró a un estante –ahora… —se empino y saco otra camiseta, pero esta era más como una blusa, color azul con tiras, la caída era más suelta –bien, no elegí nada raro, solo quería esa camiseta de ayer –paso una brisa de tristeza por sus ojos pero luego miro la blusa y era muy linda –bien, toma –me sonrió y quedo esperando.
— ¿Por qué no sales? –enarqué una ceja al ver que no se movía dándome algo de privacidad. Ezequiel solo rodó los ojos y salió en un segundo de ahí, fue verdaderamente un segundo. Me quede nerviosa, no me acostumbraba a eso de que ellos fueran súper rápidos y fuertes.
   Me cambie con rapidez y me miré al espejo, era normal y cómodo, me gustaba. Salí para que uno de mis guardias favoritos vea su creación, pero como se estaba haciendo costumbre, no estaba, había otro vampiro apoyando su espalda en una esquina de la cama.
—Buenas…tardes –dije dudando por la hora que era.
—Hola…eso te queda bien, me alegra que hayas despertado –Alex se veía increíble, nunca me acostumbraría a verlo. Andaba bastante informal, con unas bermudas negras y una camiseta muy apretada a su cuerpo del mismo color.
—De verdad te gusta el negro, debí suponerlo –siempre llevaba algo negro, le quedaba sin duda alguna, además de darle un toque misterioso. Alex rodó los ojos, de seguro mi comentario era en contra de lo que los vampiros eran, como siempre él era el experto.
—Hoy estaré poco en casa –lo miré un poco desconfiada, quizás que iba a ser afuera –tengo que hacer ciertos preparativos para nuestras peculiares visitas, así que solo te informo para que no te metas donde no debes esta vez, no puedo estar siempre a tu lado controlándote –levanté ambos hombros, quitándole importancia, pero inevitablemente recordé cuando encontré esos diarios y me puse furiosa, probablemente debí leer más, pero no me gustaba ver que Alex solo se comporta de esta manera por elección propia.
   Se dirigió a la puerta, sin siquiera decir un adiós, pero mis esperanzas no se fueron cuando se volteo a verme.
—Estaré yendo y viniendo…así que de todas maneras sabré que andas haciendo…no hagas nada que me haga enojar –no le dije nada y salió. La relación de odio y “otra cosa” con Alex era tan rara, porque de noche era como si me pudiera controlar a su manera y yo aceptaba, pero en el día volvía ese resentimiento por quitarme lo que era mío.
   Arreglé la cama, para así no darle trabajo a Francesca y luego bajé a donde ella, sin antes saludar a Javier. Ezequiel estaba ahí y dijo que Alex lo había corrido de la habitación que por eso no estaba cuando salí vestida, pero que luego en la tarde volveríamos a probar otras cosas, para que me viera algo “decente” para la noche.
No tenía la menor idea de quien venía, pero se estaba haciendo bastante trabajo para que Alex tuviera que estar preparando todo para sus invitados. Realmente no tenía ni un poco de curiosidad por estar entre vampiros y creo que en estos días llegaban más y más a mi vida, eso será como estar caminando descalzas en una habitación llena de trampas para ratones.
   Llegué a la cocina y pude notar que estaba vacía, espere unos minutos, pero Francesca no apareció, quizás era su día libre o estaba ocupada con todos los arreglos para los famosos invitados. Fui a la nevera y me encargué de comer lo que yo quería, ningún plato raro de Italia que me hacia querer comer más, pero si un rico plato de frutas, el cuales devoré, las extrañabas.
Me tomé mi tiempo en comer para ver si llegaba Francesca, pero eso no ocurrió y me comencé a preocupar por ella, quizás John, el vil guardia que no conocía pero odiaba por estar usándola para beber su sangre no había tenido cuidado con ella o quizás Alex la corrió de la casa, no tenía idea que podía ser, pero me preocupé. Me apresuré en llegar a la puerta principal donde estaba Javier y Ezequiel.
—Tengo una duda –dije al abrir la puerta de sorpresa, de seguro ya me sentían venir — ¿Dónde está Francesca?
— ¿La humana de la cocina? –Javier habló con cierto tono extraño. Asentí –De seguro salió con el Sr. Lenardis ha hacer las compras…para tu alimentación –tuve un momento de sorpresa ¿Alex iba por mi comida igual?
—No —intervino Ezequiel rodando los ojos –estamos a jueves, eso indica que fue sola, además el Sr. Lenardis está ocupado con cosas más importantes ¿Por qué preguntas, Victoria? ¿Quieres algo en especial? –una sonrisa se marcó en mis labios y asentí.
—Ella tiene celular –afirme, sin titubear.
—Sí, pero no debemos dártelo –miré a Javier frunciendo el ceño.
—Es completamente valido que me lo den, ella no hará nada para ayudarme a escapar, pero si me ayudara para relajarme aquí, necesito chocolate…de cierta marca.
—Oh…bueno, no creo que haya problema en eso  —Ezequiel rodó los ojos al escuchar a Javier, pero no dijo nada. Javier saco un celular que se veía incluso más complicado que el mío y luego me dio calmadamente el número. Si mi cabeza funcionaba bien, estaba segura que Alex no había bloqueado el numero de Francesca, era ridículo hacerlo, ella solo me ayudaría a sentirme más cómoda en casa, no ha escapar.
   Me fui al tercer piso, así no me arriesgaba a que nadie me escuchara y marqué el numero, solo pasaron dos tonos para que ella contestara.
— ¿Ciao? –sonreí a su tono, me encantaba.
—Francesca…soy Victoria.
— ¡Srta. Victoria! –su tono era alegre, eso me agrado, ella me hablaba como si se preocupara de mí.
—Necesito un favor Francesca –al decir eso hubo un silencio, no sé si era porque no me había entendido o pensaba que el favor era algo que le costaría su trabajo…o su vida –cigarrillos ¿puedes traerme?
— ¡Cigarrillos!... ¡sí! –casi comencé a saltar ahí mismo, esto se había dado más fácil de lo que había pensado.
—Por favor ¿podrías comprarme?
— ¡Claro Srta. Victoria! –suspiré aliviada.
—Bien, nos vemos, adiós Francesca.
— ¡Ciao!
   La llamada se cortó y por fin mi maldito nombre me traía algo de suerte, esta batalla la estaba ganando y me iba a relajar solo en unos momentos más cuando Francesca llegara, pero por mientras, no tenía nada que hacer.
   Baje las escaleras yendo a no sé donde, Alex me pudo haber llevado a donde fuera, me aburría tanto aquí, no tenía nada que hacer, además ni siquiera tenía una laptop para poder comunicarme con el mundo exterior o solo para ver algo entretenido, aunque no tenia porque necesitarlo, aquí estaba todo, libros, música, películas, televisión, todo lo que Internet me daba, pero yo quería conversar con alguien, no tenía problemas en hacerlo con Javier, Ezequiel y un poco con Francesca, pero aun así, extrañaba a Ana, mis padres, incluso a Laura y Mariana, pero no podía hacer nada para verlos o escucharlos.
Con un suspiro decidí que mejor sacaba esos pensamientos de mi cabeza y mejor me iba a la biblioteca, quizás había algo entretenido que leer ahí, ni siquiera notaria los cuadernos de Alex, eso me haría pasar un mal rato.
   Entré sin problemas, tuve la idea que quizás Alex podía tener esa parte con llave, pero no, lo que si me sorprendió fue que toda la sección de “Yo” había desaparecido por completo, estaba el estante de madera vació. Saqué un libro cualquiera de “Estupideces” y me senté en un sofá. Comencé a leer, pero mi cabeza inició a traer ideas que no quería. ¿Por qué Alex no deseaba que supiera nada? Y ahora los cuadernos habían sido escondidos en Dios sabe dónde, aunque no me interesaba leerlos.
   Estuve horas leyendo, eso me entretuvo bastante, pero realmente estos libros se estaba convirtiendo en estupideces, ahora que sabía que los vampiros hacia esto y no lo otro, me quitaban toda ilusión que había tenido, además siempre los estúpidos personajes se enamoraban de la humana, eso tampoco era posible, Alex sería incapaz de amar a quien fuera, incluso a esas mujeres de los cuadernos, estoy segura que las tenia de muñecas, como me estaba tocando vivir a mí. Rodeé los ojos porque no podía dejar en paz esas historias y guardé el libro cuando ya iba a más de la mitad. Iba en dirección a la puerta cuando esta se abrió antes y apareció un completo desconocido, que claramente no era humano.
Era alto, con el cabello hasta un poco más debajo de los hombros, color castaño, su piel era muy blanca al igual que Alex, era alto y se veía de una contextura musculosa.
— ¿Quién eres? –mi corazón sin poder controlarlo se asustó y comenzó a latir más fuerte.
—Estaba verificando donde se encontraba Srta. Victoria –su tono era extranjero, pero no como Ezequiel o como Alex, pero era más conocido que los de ellos. Luego de un segundo noté que el tenia la misma vestimenta de mis dos vampiros favoritos
—Eres parte de los guardias de Alex.
—Del Sr. Lenardis, si –me miro feo, eso no me agrado, lo hizo cuando nombre a Alex por su nombre.
— ¿Y puedo saber cómo te llamas? –no me gustaba ni un poquito, pero por lo menos quería identificarlo. En estos dos últimos días, había pensado que Alex mentía con que tenia a vampiros que “cuidaban” de  mí, pero por lo visto, era verdad. Aunque no serbia de nada que  fuera mentira, no me ayudaba en nada, sabía que Javier o Ezequiel no permitirían que me escapara, eran demasiado fieles a Alex.
—Mi nombre es John, con eso basta –bien, al escucharlo mi corazón comenzó a latir más fuerte, pero no de miedo, sino de rabia.
— ¡Tu! –lo apunté, sin siquiera importarme que era un vampiro que podía matarme en un pestañear de ojos — ¡tú eres el que juega con Francesca! –se vio que lo tome por sorpresa, pero su rostro fue solo inexpresivo luego de otro segundo.
—Ese no es su problema Srta. –sentí la rabia en sus palabras.
— ¡Claro que lo es!...ella no es tu juguete ¡y dejaras de sacarle sangre e ilusionarla sobre convertirla! –me fije a como tensaba su nariz y su mandíbula, me miraba con ganas de matarme ahí mismo.
—Es solo una humana, además usted no tiene ningún mando sobre mí, yo trabajo para el Sr. Lenardis y si a él se le ocurre traer a una humana de mascota como a usted, no me entrometo como él tampoco lo hace sobre mi vida privada ¿escuchó bien? –esto último lo dijo acercándose más a mí, haciendo que ahora el pánico reinara mi cuerpo.
— ¡Aun así!... ¡es malo lo que haces! — ¿Cómo se me ocurrió decir eso?...no tengo la menor idea.
—Le pregunte si ¿escuchó bien? –se estaba acercando peligrosamente a mí, ahí no pude pronunciar palabra.
— ¡John! –escuché la voz firme de Ezequiel. Estuvo a mi lado en un segundo — ¿Qué haces dentro de la casa? –John se tranquilizó y miró a Ezequiel con desprecio.
—Esto verificando donde estaba la humana –su tono era como su rostro, hablaba con asco de los humanos.
—Bueno, sabes que esa no es tu función y no harás más que hacer enojar al Sr. Lenardis, uno, por entrar a la casa, sabes que no le agrada eso y segundo, por hablarle así a la Srta. Victoria, pero si te vas ahora, no le diré nada al Sr. Lenardis –vi a Ezequiel y él tenía una expresión amable.
—No me hables en ese tono, si no fuera porque ustedes hacen mal su trabajo el Sr. Lenardis no habría tenido problema con las demás –me quede sorprendida con lo que dijo, de nuevo había información sobre las otras chicas. Ezequiel se posiciono ahora adelante mío, tapándome la vista.
—Estas solo hablando demás John –la voz de Ezequiel era muy tranquila, pero algo me decía que estaba fingiendo –Tu solo llegaste hace dos años aquí, no tienes idea de nada.
—Tengo lo necesario para ver quien hace mal su trabajo, y ese eres tú y tu marica de compañero ¿crees que no me he dado cuenta?...los otros serán idiotas, pero yo no –no podía creer como era de desagradable este John, hablar esas cosas al frente de cualquiera. No era como si la relación de mis vampiros favoritos tuviera que ser un secreto, pero Ezequiel y Javier así lo querían. Mi pobre Ezequiel se quedó sin palabras, lo había agarrado con la guardia baja.
— ¿De dónde sacas eso? –salí de atrás de Ezequiel. John algo iba a decir, pero me adelante — ¡No te atrevas a hablarle así como si lo conocieras! ¡No eres más que un simple guardia escondido entre los jardines del patio trasero!... ¡por algo tienen a Ezequiel y Javier en la puerta principal! ¡Es porque son mejores que tú!... ¡así que mejor lárgate de aquí, no eres nada más que un simple vampiro con una mala actitud! –sentí la mano de Ezequiel en mi hombro.
Sabía que su silencio había otorgado a la acusación de John, pero aun así, me dio mucha rabia que lo tratara de humillar. John nos quedo mirando sin decir nada y cuando pensé que estaba siendo mi día de suerte por ganar batallas, John me mostró sus dientes, específicamente sus colmillos.
—Escóndete de estos humana –dijo refiriéndose a sus feroces colmillos –mira que no creo que al Sr. Lenardis le importe perder a una simple y vulgar chica –di un paso para decirle algo, pero note que ahora no estábamos solo los tres y pude ver la cara de pánico de John al ver a…..Alex.
— ¿Qué haces aquí arriba John? –estaba afirmado en el marco de la puerta, con sus brazos cruzados en su pecho y sus piernas también estaban cruzadas, se veía bastante relajado, pero eso mismo lo hacía ver demasiado poderoso.
—Estaba verificando donde estaba su humana Sr. Lenardis, para que no tuviera que pasar algún mal rato –una leve sonrisa se marco en los labios de Alex, pero supe de inmediato que no era de agradecimiento, sino que estaba soportando no perder la paciencia.
— ¿Cómo te has referido a ella John? –seguía en la misma posición, todos en realidad. No corría ni una brisa, ni siquiera me había dado cuenta que yo misma había dejado de respirar.
—Lo siento, es la Srta. Victoria –mi mirada iba como en los juegos de tenis, de Alex a John y de John a Alex. Sentí los ánimos de decirle a Alex todo lo que dijo John ahí mismo, pero sentí el apretón de Ezequiel que me indico que me quedara tranquila.
— ¿Y que ha sido lo último que has dicho? ¿Algo relacionado con que se cuide?... creo que los años me están empezando a dejar sordo ¿no crees, Ezequiel?  –Alex solo miraba a John, era increíble verlo en su faceta de jefe, no me gustaría trabajar para él, ahora veía porque todos lo trataban con tanto respeto.
—Fue mi error Sr. Lenardis, no volverá a pasar, solo que…ella me perturbo –me dio una leve mirada y luego miro hacia abajo. ¡John maldito cobarde!
— ¿Qué te ha dicho? –Alex no me miro, lo que me relajo un poco, recién ahí comencé a respirar de nuevo.
—Se entrometió en mi relación con Francesca –Oh Oh…aquí iba a estar en problemas, Alex me había dicho que dejara ese tema en el pasado.
— ¿Es eso cierto Victoria? –me sorprendió que haya ocupado mi nombre con ese tono, no me agrado, era como si le estuviera hablando a una más de sus empleados.
—Así es…solo velo por la vida de una persona –está bien. Mi actitud de heroína aun no se iba.
— ¿Por qué dices eso? –Alex tenía su mirada concentrada en mí, pero la esquive, para así concentrarme.
—Porque Francesca es una humana y John –casi vomite su nombre de mis labios –la esta drenando de a poco…eso va en contra de todo lo que se conoce –mire a John enojada, aunque estaba segura que mi mirada no lo iba a matar.
—De cierta forma tienes razón –mire a Alex sorprendida al escucharlo –no por esa estupidez que acabas de decir, pero si con que no está bien el tema sobre Francesca, ella es mi empleada y la he visto más desanimada, lo más probable que sea porque le estas sacando sangre a tu gusto John –su mirada nuevamente se volvió a concentrar en John –así que creo que bastara con decirte que no lo hagas… —mi corazón latió de felicidad –por un tiempo –y volví a caer en lo mismo, Alex no tenia arreglo, a él no le importaba ni un poco las personas –ahora, te adelantare que no le vuelvas hablar así a Victoria y menos amenazarla porque ella es mía, sabes que solo tengo que dar un llamado para obtener una autorización –me giré un poco para ver a Ezequiel ¿De qué diablos estaban hablando? ¡No entendía nada!
—Si Sr. Lenardis, no volverá a ocurrir –di un paso para decir todo sobre como trato a Ezequiel, pero dos cosas pasaron, Ezequiel me retuvo…otra vez y Alex se adelanto.
—Y por ultimo no vuelvas a entrar a la casa, sabes las reglas y recuerda que esta humana, como la has nombrado tu –en menos de un segundo me sobresalte al ver a Alex a mi lado –tiene razón, tú no eres más que un guardia del patio trasero…recuerda eso –mire sonriendo a Ezequiel, que se mantuvo inexpresivo, pero no importaba ¡Alex lo había defendido!...de una forma, muy, pero muy sutil –ni una palabra de lo ocurrido aquí ¿esta entendido?
—Si Sr. Lenardis –John miraba solo a Alex, pero estoy segura que él me hubiera matado ahí mismo.
—Puedes retirarte –en un segundo ya no estaba John –y tu igual Ezequiel –el apoyo que tenia de mi nuevo amigo había desaparecido en menos de un segundo. Alex luego dirigió su mirada a mi — ¿Qué pretendes? ¿Estar salvando el día con tu ayuda a Francesca? –Estaba serio, creo que lo había molestado un poco –No es regular para mi tener problemas con mis empleados y no lo haré ahora por tu culpa.
— ¡No fue mi culpa!... ¡el tipo trato mal a Ezequiel y eso me hizo enojar!
—Aun así, tú lo provocaste con ese temita de Francesca, te di la orden de que olvidaras de eso y mira ahora… —esquive su mirada enojada.
—Como sea, no permitiré jamás que le hagan daño a alguien y menos olvidarlo así como así.
— ¡Claro! ¡Lo olvidaba, si estoy hablando con la que iba a ser una excelente doctora! ¡Ayudar a los demás y toda esa estupidez! –esto no era posible, no podía creer lo que dijo. Lo mire y sentí como mis mejillas se ponían rojas de rabia.
—Me habrás quitado eso, pero no me harás cambiar como persona ¡no seguiré tus estúpidas órdenes Alexander! –él sonrió curvando sus labios, esta vez no causo ningún efecto en mi más que el querer borrársela con un golpe.
—Eso es por poco, luego serás bastante sumisa, ya verás… —rodé los ojos enojada y le di la espalda. Él no me iba a dominar y no me iba a cambiar en ningún sentido.
—Vete al infierno, espero que choque tu estúpido avión o lo que sea cuando salgas de nuevo –me cruce de brazos, digna y segura a no ser rebajada por Alex, él no tenía ningún derecho.
—Bien, que mal que elegiste eso, porque indica que quieres tu muerte –analicé un segundo sus palabras y luego me voltee a verlo.
— ¿Qué quieres decir? –una sonrisa se marco en mis labios por arte de magia.
—Que no quiero seguir teniendo problemas con el resto de mis empleados, así que vendrás conmigo, solo tengo que hace un viaje más y estará todo listo…vamos –como si fuera posible, amplié aun mas mi sonrisa y mi corazón latió con más fuerza y rapidez al escucharlo, no pude evitar saltar de alegría.
             — ¡¿Dónde vamos?!

2 Lectores:

  1. wuau... ese John es un desagradable de primera y no me extrañaria ke un traidor a la primera oportunidad ke se le presente...
    dios ese tal Alex (ai ya m volvi lok cn el) puede ser muy conciente, aunque sea de una manera sutil.. y me encanto ke defendiera a Exequiel, se lo merecia xq el es muy fiel a el.. :)
    y lo mejor de todo ke ese John se fue cn el rabo entre las piernas, porque antes de ke Vicky sacara el tema de Francesca el ya la abia tratado de una manera denigrante asi ke no se haga el santo y ke ni se excuse cn lo ke dijo xq de ke tiene una mala actitud la tiene.

    ResponderEliminar
  2. Ése John me cayó super mal con sus aires de superioridad, y espero pronto Alex lo ubique en otro lado...

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

© Black Butterfly, AllRightsReserved.

Designed by ScreenWritersArena