jueves, 2 de febrero de 2012

L.D - Capitulo 2



CAPITULO 2

— ¡¿Qué estás haciendo tanto tiempo ahí Victoria?! –no había podido dormir en toda la noche y ahora estaba en el baño escondiendo mis lagrimas. Dudo que mi madre sepa en el lío que me metí ahora.
—Nada, solo estoy un poco mal del estómago –no dijo nada, solo escuché los pasos que me avisaban que se había ido.
Estaba sentada en el suelo, abrazando mis rodillas que las tenía flexionadas a mi cuerpo.
—Necesito un milagro… —escondí mi rostro en mis manos, sin saber que podría hacer para salvar mi trasero.
Ahora solo estaba perdiendo el tiempo, no ganaba nada preocupándome y quedándome sentada sin nada que aportar, así que me puse de pie y limpié mi rostro de toda marca…lo que no funcionó mucho, no paraba de llorar desde anoche. Mis ojos estaban hinchados y rojos, además de las oscuras ojeras.
Fui a mi habitación rápidamente y comencé a mirar a todos lados como si alguien me estuviera mirando ¡no tenía a quien recurrir! ¿Qué pasaba si llamaba a alguna amiga? eso no funcionaria, la podía poner en peligro y menos se lo podía contar a mi padres ¡¿Por qué diablos tuve que ir a fumarme ese maldito cigarro?!
— ¿Hija? –mi padre entró a mi habitación, le di la espalda y me volteé rápidamente, un poco más compuesta.
Lo miré sonriendo, sus ojos oscuros y cabello con canas era lo que más lo caracterizaba, debía decir que había salido más a él que a mi madre.
— ¿Si? ¿Qué sucede? –Él me miró preocupado por un segundo, pero su atención se fue a sus manos, donde traía una caja hermosamente envuelta en un papel violeta y que tenía un rosetón blanco — ¿Qué es eso?
—Si…bueno, un chico llegó con esto para ti, venia de una empresa de encargos.
—Está bien… ¿y? –lo miré extrañada.
—Es para ti —fruncí el ceño, sin entender, no tenia porque llegarme algo. Él rodó los ojos y la dejó sobre la cama –ahí esta –salió de mi vista tan rápido como llegó.
Me apresuré en abrir la caja y al hacerlo me quedé en estado de shock; mi respiración volvió a estar afligida, justo como anoche al ver que había un vestido o algo ahí, pero mi atención no se centró en esto, sino que a la nota y a una pequeña botella, de estas que dan en los viajes de avión, aquellas de licor, pero esta estaba llena de…un liquido rojo, que no tenía ganas de saber a qué sabia.
Tomé la nota con rapidez dentro de mi estado y mis ojos notaron una hermosa letra que solo escribió unas cuantas líneas, que decían:
“Mi querida Victoria…
Preferiría que estuvieras lista en la madrugada, por lo que te mando este ejemplar vestido y bueno…alguna muestra de tu futuro alimento.
Con aprecio.
Alex”
Tiré la nota y casi me puse a vomitar de miedo ahí mismo. Había tenido la esperanza de que en algún momento mi locura había sido tan extrema que me había imaginado todo lo de anoche o que quizás él se había olvidado de mí y que estaría sana y salva mañana por la mañana, pero todo se vino abajo  y ahora ¡tenía que estar hasta vestida para él!...no, eso no iba a pasar, estaba harta, esto no me iba a ocurrir a mis dieciocho años, no ahora.
Tomé la caja, la doble lo que más pude y la fui a arrojar al bote de basura, él no jugaría conmigo, no tenía ni un derecho sobre mí, tampoco me iba  a convertir en su juego personal por el tiempo que a él se le ocurriera.
Mis padres me vieron asombrados por lo que hice, pero no los tomé en cuenta. Me fui a dar una ducha y me pues la peor ropa que encontré en mi armario, ese tal Alex no me vería como él deseaba e iba a luchar todo lo que fuera posible para que él no cumpliera lo que dijo.
Sin embargo todo se fue al caño cuando después del almuerzo llegaron un par de amigas que casi me arrastraron a que aceptara  a salir con ellas y con eso iba un cambio de ropa, que no me agradó.
—Has dejado que te cambie de ropa como yo quiero ¿Qué anda mal? –mire a Laura, que me observaba con una ceja enarcada mientras Ana y Mariana me miraban tan intrigadas como Laura.
—No sucede nada —mi voz estaba cargada de miedo. Trataba de esconderlo de la mejor manera, pero me era difícil.
— ¿En qué momento pensaste que somos tus padres y puedes mentirnos? –Dios, si esto en la noche terminaba mal las extrañaría con todo mi corazón — ¿algo anda mal? –Laura seguía esperando una respuesta decente de mi parte.
Me tomó un minuto darme cuenta que quizás esta sería mi última tarde con ellas, así que… ¡qué demonios que hagan lo que quieran!
—Nada, no pasa nada, solo estoy dejando que me arreglen para que lo pasemos bien hoy ¿sí?...solo háganlo y que no duela mucho –formé una amplia sonrisa en mis labios y solo eso bastó para que las chicas no preguntaran nada y se divirtieran jugando conmigo, sabía que eso lo querían hacer hace mucho.

   Salimos a las diez de la noche, lo que indicaba que íbamos a alguna parte primero antes de ir a bailar y ese lugar era la casa de Ana, sus padres habían salido y las chicas habían comprado alcohol. Me despedí de mis padres con un abrazo muy fuerte, lo que los extrañó, pero me desearon buena suerte y que me cuidara. Claramente ellos no sabían la parte del alcohol…ahora lo que más quería era llenar mi cuerpo de este para no saber nada luego de una hora, así evitaría estar tan nerviosa.
   Después de unos minutos íbamos riendo de cualquier tontería mientras Laura y Mariana iban adelante, Ana se quedó conmigo.
—Luces hermosa –Oh, el trabajo de las chicas había sido excelente, no me reconocía, me habían maquillado, arreglado el pelo y puesto ropa que estaba bastante escondida en mi ropero.
—Gracias, hoy es un día para divertirse, ya me aburrí, es como si no hubiera aprovechado nada durante este tiempo —estaba con un tono bastante orgulloso, lo que llamó mi atención.
—Wow…. ¿una nueva Victoria? ¿La ha traído papa Noel para navidad? –una sonrisa irónica se formó en su boca. 
—Ya que iré a la Universidad ¿Por qué no cambiar? –le mentí tanto a ella como a mí para no estropear más mis ánimos.
—Bien, entonces bienvenida… —me dio medio abrazo y me acercó a ella –aunque sabes que a mí no me engañas, sé que algo escondes mi querida amiga –si, de las tres Ana era quien más me conocía, sabia casi todo de mi vida y como era yo, pero lo único que pude hacer fue sonreírle y hacerme la desentendida; agradecí al cielo que las chicas se voltearan y cambiaran la conversación a algo más trivial.
Llegamos a donde Ana y las chicas no perdieron el tiempo, sacaron cosas para comer y trajeron más de una botella, no tenía idea sobre su contenido, pero las dejaron sobre la mesa. No me tomó mucho tiempo encontrar los vasos y ser la primera en abrir una botella, lo que les causó sorpresa, pero Ana me ayudó.
— ¡A celebrar por la nueva Viky! –me sonrió cómplice, ya que sabía que había algo mal, pero que no quería pensar en eso ahora.
— ¡Entonces a celebrar! –gritó Laura y no sé cómo me mandé de un golpe el vaso y ¡Dios!...como quemaba mi garganta.
— ¡¿Qué es esto?! –hice una mueca de asco, mientras las chicas se reían.
—Creo que dentro de todo, la nueva Viky debe aprender a tomar tequila –me dijo Mariana mientras me mostraba los limones, hice una nueva mueca, lo que las hizo reír aun más, pero no me desanimé.
—Está bien –me miraron sonriendo y…lo hicieron. Sal, trago y limón, sal, trago y limón, me lo aprendí de memoria y las chicas me celebraron cada trago que tomé, pero luego de unos cuantos ya no podía diferenciar mucho que estaba tomando.
   Pasaron unas dos horas, donde Ana llamó un taxi que nos fuera a dejar a un lugar, no sé donde quedaba, pero las chicas repetían “¡bailar, bailar, bailar!” cada vez que terminaba de nuevo mi trago.
Nos subimos luego de unos quince minutos de espera y llegamos a un club que no pude ver su nombre y debo decir que de las cuatro, la que estaba en peor estado era yo y me importaba un comino, esta quizás era mi última noche con mis amigas y la iba a disfrutar.

Pude estar más de dos horas sin conciencia de lo que hacía, estaba lucida, pero con la adrenalina a mil, el alcohol y amigas eran buena combinación. Eso creí por lo menos hasta que mi maldita mente recordó momentos de la noche pasada, exactamente sus ojos, su piel… sus colmillos y con eso me trajo más fuerte el motivo del porque estaba en este estado deplorable, era por el simple hecho de sentir miedo.
— ¡Viky! ¡¿Te sientes bien?! –gritó Ana, que estaba a mi lado, pero la música estaba demasiado fuerte. Le negué y traté de decirle que tenía que ir a casa.
De alguna forma sobrenatural tuve la habilidad de ver la hora en mi reloj y eran las dos quince de la madrugada, estaba atrasada.
Todo se comenzó a mover más rápido a mí alrededor y sin dudas no era por el efecto del alcohol, el pánico se estaba apoderando de mi cuerpo.
Comencé a correr desesperada a través de las personas, estaba lleno para ser un día de semana, aunque fuera verano. Recibí varios insultos por llegar y empujar a los demás, pero no me importó, tenía a mis padres solos en casa y si ese tal Alex no me encontraba, los iba a matar y con eso si que no podría vivir por nada en el mundo.
— ¡Victoria! –Grito Ana tomándome del brazo, mientras estaba a punto de salir del Club — ¿Qué sucede contigo? No te puedes ir así, sola…
—Tengo que llegar a casa… —miré para todos lados. Si Ana antes podía tener alguna duda sobre mi estado mental, ahora si la había convencido sobre mi locura.
—No, no tienes que hacerlo, tus papás te dieron permiso para quedarte en mi casa.
—No… ¡Ana! tu no entiendes ¡tengo que volver a casa! –ella me miró sorprendida, pero solo negó.
—Solo espera aquí un segundo —salió hacia afuera y la seguí, no la iba a dejar sola en la calle sabiendo que la oscuridad de verdad nunca ha sido segura.
Vi que fue a un taxi y luego me llamó, me apresuré en llegar a su lado —Bien, nos vamos a tu casa.
— ¡No! me tengo que ir sola…no quiero que vayas.
— ¡No te dejaré ir sola! –se estaba alterando al ver que no la tomaba en cuenta.
— ¡Debes, por favor! –no sé porque estábamos gritando, pero las personas que pasaban a nuestros lados, nos miraban extraño.
—Dime que anda mal Victoria, por favor —la miré y solo por un segundo, una fracción de segundo pensé en decirle toda la verdad y lo que estaba pasando, que un vampiro…o quizás un maniático obsesivo me quería matar y que si no iba mis padres, ellos iban a pagar por mi —¿Victoria? –pero al ver la preocupación en sus ojos no pude, ella era una buena amiga y si le decía una sola palabra, correría tanto peligro como el que estaban corriendo mis padres en este momento.
—No seas melodramática Ana –la miré frunciendo el ceño, si no resultaba por las buenas, seria por las malas — ¡estas siempre ahí! casi acosándome para que te diga lo que me sucede, ¿no has pensado que no quiero contártelas a ti específicamente? –me quedó mirando con los labios entreabiertos, mientras una brisa desordenaba su cabello castaño.
— ¿A qué te refieres?
—Quiero que te mantengas alejada de mi ¿está bien?... ¡eso quiero que hagas de una vez por todas!... ¡todo el día cerca de mí, me aburres!... ¿por qué no vas a molestar a otra? –solo tuve que ver sus ojos vidriosos para notar que lo había logrado, la había alejado.
Había sido fácil, ya que la sorprendí con mi actitud, yo no era para nada de las chicas que decían las cosas en forma hiriente. Ella dio un paso hacia el taxi y le habló al conductor, para luego dirigirse a mi otra vez.
—Te dejará al frente de tu casa, no te preocupes por nada, ya le pagué…que estés bien Victoria –dio media vuelta y se fue. Entró al club y se perdió entre las personas, tensé mi mordida soportando no soltar ni una lágrima, no lo haría ahora porque era un pésimo momento.
Subí al taxi y en un segundo el chofer partió. Me fui mirando ausente la calle, pensando en si todo esto estaba pasando de verdad, mi mente me gritaba que no, que era imposible y que llamara a la policía porque un posible psicópata se las estaba arreglando para poder matarme, pero algo me frenaba, no tenía idea que, era estúpido….a cualquier chica que le pasara esto, no estaría actuando como lo hago yo ¡esto era una maldita locura! ¡Ni siquiera yo me entendía! esto no debía ocurrir y no debí dejarme llevar por estúpidos miedo e “ilusiones” ¡Él no era un maldito vampiro! todo lo de anoche debió ser un engaño, alguien que se obsesionó conmigo o algo parecido, que sabía que me podía engañar de esta manera ¡porque lo malditos vampiros no existían!....y ese tal Alex, solo debía ser un lunático que quien sabe lo que quería hacer conmigo.
—Srta. Llegamos –miré asustada al chofer que me miró con el ceño fruncido, lucia preocupado, solo fue ahí que noté que estaba respirando aceleradamente y que tenía mis mejillas mojadas.
Las sequé rápidamente y con bastante esfuerzo abrí la puerta para salir, me tambaleé varias veces y solo di unos pasos para que el taxi desapareciera perdiéndose en las sombras. Me quedé mirando mi casa y no di ni un solo paso al notar lo que sucedía, la puerta estaba entreabierta….Alex había entrado por mis padres.
   Corrí hacia dentro de la casa, pude abrir rápidamente el portón, fue como si por arte de magia todo el alcohol se hubiese ido de mi cuerpo. Abrí la puerta con fuerza y vi como todo estaba desordenado, los sofás estaban en otro lugar, los cajones de los muebles abiertos y arrojados en el piso, con todo lo que tenían adentro, papeles, discos, fotos, también estaban algunas sillas, todo fuera de lugar.
Me saqué los tacos y los arrojé a un lado, mientras avanzaba como si mis pies pesaran más de dos toneladas cada uno. Llegué a la cocina y estaba en las mismas condiciones que la sala, pero fue en ese momento que reaccioné a lo que podría estar ocurriendo, me desesperé y corrí con toda la velocidad que pude hacia la habitación de mis padres.
 Sentía como mis lagrimas seguían escapando y mi cuerpo iba perdiendo toda fuerza debido al miedo de encontrarlos sin ninguna gota de sangre en su cama o completamente destrozados, con sangre en las paredes… ¿Cómo había permitido que esto ocurriera? Si algo malo le ocurría a alguien que amaba, esa no sería culpa de Alex, sería completamente mi responsabilidad por no haber hecho lo que debía hacer.
Después que el pasillo se convirtió en una eternidad, la puerta de la habitación de mis padres estaba cerrada, sabía que solo debía empujar para ver que había pasado con ellos, solo un leve movimiento de mi mano haría que mi vida entera se arruinara o…se salvara de estar el doble de arruinada de lo que ya estaba, pues si estaban durmiendo tranquilamente significaba que solo quedaba encontrarme con Alex, pero si estaban muertos, eso sería aun peor que tener que enfrentarme a un loco/vampiro.  Con toda la poca fuerza que me quedaba abrí la puerta.
Lo primero que vi fue la ventana que estaba abierta, era tan grande que cualquiera podía entrar, la cortina se movía levemente por la brisa que entraba, mi corazón comenzó a latir como si se fuera a salir de mi pecho, pero empujé de golpe la puerta, hasta que chocó con la pared. Tenía los ojos fuertemente cerrados y mis labios formaban una línea recta por la presión, pero me armé de valor para avanzar; abrí lentamente mis ojos para encontrarme con una silueta apoyada en la pared, con una actitud relajada al lado de mi madre mientras ella dormía plácidamente, al igual que mi padre.
— ¡N… —no alcancé a decir  nada cuando ahí pude ver que no era mentira cuando dijo que era vampiro.
   Alex se movió a tal velocidad que tapó mi boca antes que pudiera decir o gritar algo.
—No, dulzura… —estaba apoyada en la pared del pasillo mientras que el mantenía una mano sobre mi boca; la otra manos cuidaba que no me cayera, dejándola en mi cintura.
Negué tratando que no lo hiciera, que no me matara, pero un brillo extraño pasó por sus ojos.
 —Si gritas cuando saque mi mano, en un parpadeo veras a tus padres muertos ¿harás eso? –Negué — ¿lo prometes? –Asentí sin resistirme –muy bien…recuerda que lo has prometido –sus labios pálidos y realmente llamativos, marcaron una sonrisa al ver mis respuestas, tenía que estar realmente enferma para encontrarlo atractivo en un momento como este.
Alex apoyó su mano nuevamente a un lado de mi rostro, creo que tenía esa manía o evitaba que me escapara, porque me tenia acorralada –Y bien…puedo notar que tuviste una gran noche, hay olor  a alcohol en cada brisa de tu respiración ¿trataste de evitarme en tus pensamientos? –su voz era irónica, lo que me molestaba… además tenía esa mirada de suficiencia que decía “si, sé que mueren todas por mi”…idiota, él no era nada más que un muerto.
—Como si eso fuera posible —sonrió ante mis palabras, de seguro creyendo que era por él y su lado “seductor” –sabiendo que me tienes amenazada con matar a mis padres si no llegaba aquí.
—Oh y eso que has llegado tarde, toma en cuenta que he sido generoso…siendo que haces perder mi tiempo — ¡maldito, él me tenia aquí obligada!
— ¡¿Cómo puedes… —nuevamente su mano estaba en mi boca, silenciando mis gritos.
—Y nuevamente lo he hecho, has parpadeado y tus padres siguen vivos…creo que te tendré que llevar como un animalito en mi hombro ¿Eso quieres? –negué enojada, con el ceño fruncido, queriendo partir cada hueso de su cuerpo, todo lo que fuera para que muriera lenta y dolorosamente –Sabes que tienes curiosidad por mí, aunque sea un poco…o quizás es bastante y no lo quieres asumir, así que no pongas esa cara, como si te estuviera haciendo lo peor que te pudo haber pasado, créeme, te estoy haciendo un favor –con una fuerza que no sé de donde saque corrí su mano de mi boca de un golpe y lo empujé hacia la pared que tenia detrás.
—Escúchame bien….jamás, pero jamás sentiré algo por ti que no sea odio…así que elimina la curiosidad de tus opciones —él frunció los labios.
—Victoria ¿de verdad piensas que te creeré? –al estar ahí apoyado en la pared, la luz que llegaba de la luna que se colaba por la ventana de la habitación de mis padres, lo hacía ver casi irresistible ¡el maldito sabía que era increíblemente guapo y lo usaba, su piel! casi pareciera como si brillara, mientras que sus ojos se veían muy negros, una sonrisa se marcaba en sus labios, mostrando parte de sus colmillos…y sin dudas su medianamente corto y desordenado pelo, lo hacía ver extremadamente sexy.
—No tendrás otra opción porque es la verdad –siempre digna pensé para mí, pero Alex tenía otros planes ya que su sonrisa se borró y de nuevo con su súper velocidad me acorraló en la pared de mi lado, mirándome a los ojos, sin decir nada.
Ese movimiento provocó que mi corazón latiera con fuerza, más de lo que ya estaba haciendo.
—No te tengo miedo –dije al segundo de tenerme así, tenía que concentrarme en el hecho de que él había amenazado con matar a mis padres.
—No eres indiferente a mí y lo sabes –al hablar, su frío aliento chocó en mi rostro, haciendo que mi piel se pusiera de gallina, esto era raro, pero de seguro era el miedo.
—Oh ya veo…solo eres un vampiro con el ego herido ¿es eso? no has encantado a alguien ¡pobre y triste vampi… —no me dejó seguir hablando, porque puso su mano de nuevo sobre mi boca, lo traté de empujar pero no funcionó, era como empujar un muro.
—Escúchame bien niña….eres mía y no tienes derecho a dar algún reclamo, tus padres están a salvo, es tiempo de irnos y si no te callas, juro que ocuparé otras formas de hacerte cerrar esa boca — ¡estúpida fuerza del estúpido vampiro que me silenciaba en este estúpido momento!
Lo miré con todo el odio que tenia dentro de mí, pero él solo me guiñó el ojo.
—Ahora es tiempo de correr —al decir eso me tomó de la cintura y me levantó hasta dejarme al frente de él –ahora necesito tu colaboración…y sin gritos –lo miré confundida –quiero que rodees mi cadera con tus piernas ¿está bien? quiero llegar rápido —enarqué una ceja esperando que esto fuera una broma — ¿Qué?
— ¿Por qué debo hacer eso? ¿Además por qué por adelante?... ¿no ves que traigo un vestido? –si supiera de donde saqué el valor para hablarle así sabría porque en este momento no era capaz de gritar, ya que mi secuestrador me dice como me quiere llevar.
—Oh…si lo noto y veo que no es el que te regalé, aunque te queda mucho mejor por lo que he visto… —en un segundo mis mejillas se calentaron, sabía que estaba roja. El vestido que las chicas habían elegido era bastante corto, era negro y un poco brillante, nunca me había puesto algo así, pero era mi última noche, además ellas me lo habían regalado para mi cumpleaños recién pasado. Aquellos pensamientos me recordaron el motivo de mi altanería…quizás era el efecto del alcohol — ¿Victoria? ¿Podrías moverte para este milenio por favor?
—No lo puedo creer, el vampiro tiene modales –él rodó los ojos y respiró pesadamente, creo que se estaba enojado. Como advertencia mi cerebro me trajo el recuerdo de anoche, cuando presionó mi brazo con tanta fuerza que lo hacía parecer un simple palillo.
Lo miré pensativa y me rendí ¿Cómo podía escapar de un vampiro? Suspiré sin tener esperanzas.
 –Esta bien, pero aleja tus manos de lugares donde no deben estar –él rodó los ojos de nuevo y me hizo una seña con la mano para que me acercara y apresurara.
—Tu pierna derecha –exigió, lo miré desconfiada, pero él se veía seguro en lo que pedía ¡estoy loca, es un vampiro! claro que esta seguro, no era enemigo para él –Victoria… —me puse nerviosa, pero lo hice.
Lentamente levanté mi pierna derecha y él la tomó como si nada y la dejó sobre su cadera, haciendo que me acercara demasiado a él y casi haciendo que me cayera, pero él me tomó por la espalda evitando cualquier accidente.
—Cuidado… —lucia concentrado, no sé porque tanto –si te llegas a caer ahora y trato de evitarlo no me controlaré y te sacaré una extremidad solo por accidente, así que concéntrate –lo miré sin decir nada y asentí.
El resto fue con mayor facilidad, solo tomó mi pierna izquierda e hizo que pasara por su cadera, mientras mis brazos rodeaban su cuello y su pecho quedaba junto con el mío. Estaba demás decir que estaba más que nerviosa e incómoda.
–Mírame… —me moví un poco para verlo –Estas tiesa, relájate un poco, no es como si te fuera a violar aquí –lo miré con los ojos como platos, lo que lo hizo sonreír –Solo quiero decir, que es un largo viaje, ponte cómoda o no será agradable, aunque no es como si me importara, solo te lo digo porque es algo obvio –fruncí el ceño.
—Idiota… —él me movió un poco sobre él, mi rostro se volvió de color rojo fosforescente, si es que ese color existía.
—No me trates de idiota, ahora silencio y apóyate más relajada que me pones incomodo, no podré correr con facilidad —no dije nada, solo le hice caso y me apoyé en su hombro y me relajé dentro de lo que se podía, apoyando mi cabeza en su hombro, no sé cómo pero él se movió solo un poco y pude tener la ultima vista de mis padres, eso hizo que mi corazón se partiera en dos –Hora de irnos.
—Adiós… —fue lo único que salió de mi boca antes de sentir como el viento daba en mi espalda, por el miedo me aferré a Alex, que me tenía muy segura entre sus brazos. Cerré los ojos para no marearme, todo se movía a una velocidad que jamás pude imaginar.

4 Lectores:

  1. uwajajajajajj
    esta vicky ... no puedo creer ke tengas los cojones para acerle frente a tu vampiro/loco/secuestrador xD
    aunque claro los tragos ke te exaste encima te dieron todo el coraje ke no tenias buena y sana ¿cierto?
    jkajakajkajk se ke te basaste en esta istoria para crear IP pero aun asi... encuentro un poco mas tetrica esta :/ xq no se lo ke pasara mas adelante, cn Ed y Bells es facil... pero cn personajes no conocidos no puedo decir lo mismo x)

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  2. Con…aprecio.
    Alex"
    siempre recuerdo esa frase!!!!
    aun se las da de malo, pero de apoco va sacando su lado de gatito xD
    —Ooohh ya veo…solo eres un vampiro con el ego herido ¿es eso?...no has encantado a alguien…¡pobre y triste vampi… —

    oh! vicky ... si supiera q le dio justo en el clavo joajajoao !

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  3. Oh!! Así que nos salió rebelde la chica, espero eso no la meta en muchos problemas...

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  4. Es un cabron malvado pero con estilo jaja, y aunque lo quiera odiar no se puede

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