martes, 8 de diciembre de 2015

Un Ángel Negro - Capitulo 15


Capítulo 15

Dana llegó a la oficina de Ethan para entregarle sus guantes, pero no se encontraban y su secretaria, una chica que habían contratado hace un par de meses atrás, le dijo que él no tenía planeado ir a la oficina aquel día.
El ángel decidió ir hasta el Lucifer, pero tampoco se encontraba ahí. Decidió ir hasta la antigua casa de su vampiro, para ver si se encontraba ahí y para liberar las armas que había conseguido, esta vez le consiguió el auto al ángel caído del club. Sin embargo, cuando llegó hasta allá, tampoco encontró a su vampiro. Aun así decidió seguir trabajando y tomó las armas para llevarlas hasta la mansión de Adam.

Cuando apareció ante la puerta del ángel caído, este la miró sorprendido.
—Pensé que te veríamos en la tarde —dijo dejándola pasar y ayudándola con la caja que traía.
— ¿Ethan no ha venido por acá? —preguntó, mirando a sus lados, esperando encontrarlo.
—No.
— ¿Qué sucede? —Lilia apareció desde las escaleras.
—Nada —respondió el ángel.
A Lilia no le tomó mucho tiempo contarle su encuentro con Arial. Dana por un momento se sorprendió y se alegró porque su amiga se encontraba en buenas condiciones. Sin embargo, sus pensamientos seguían dirigidos a Ethan.
Dana explicó rápidamente los últimos sucesos y las indicaciones para usar las armas.
—Gabriel es un maldito, pero al parecer Ethan puede defenderse muy bien —dijo Lilia, sonriendo.
—Supongo…
— ¿Qué te sucede? —preguntó Adam, extrañado por el comportamiento de Dana.
—No sé dónde se encuentra —dijo un tanto preocupada —hoy salió al trabajo, se le quedo algo en el departamento y se lo llevé hasta su oficina, pero me dijeron que no tenía planeado ir hoy. No está en el Lucifer, ni en su antigua casa.
—Puede que este bebiendo sangre por algún lado.
Dana lo miró con el ceño fruncido. Adam no sabía nada sobre el pacto que Ethan había hecho; no beber de nadie más, solo de ella.
—Es extraño.
—No te preocupes, de seguro no le tomará nada de tiempo para volver a tu lado, ya sabes que está obsesionado contigo —dijo Adam, sonriendo.
Dana no tomó en cuenta sus palabras. Sabía que Ethan se podía defender muy bien, pero por alguna extraña razón, estaba preocupada.
—Vieron el video ¿no? —preguntó al ver que ninguno de sus amigos decía palabra alguna.
—Si —dijo Lilia de inmediato —hemos estado analizando los últimos acontecimientos, ha habido ataques en diferentes puntos del mundo.
—Arial nos dio la pista de que pensáramos en alguien a quien la Luz no podía ver —continuo Adam —hemos llegado a la conclusión de que debe ser alguien de la misma Luz, un ángel.
—Pero no sabemos quién podría ser así de poderoso —respondió Lilia.
—Ethan llegó a esa misma conclusión anoche —ahora el ángel comenzaba a creer un poco más en la hipótesis del vampiro —pero no tiene sentido, no se escapa nadie desde arriba, siempre están visualizando todo.
—Todo lo referente a los humanos, porque tienen sus ojos sobre ellos, pero no así con los demonios y los ángeles —respondió Adam —debe ser alguien poderoso, de todas maneras.
—Y alguien que tenga el apoyo de otros.
— ¿Es posible que un ángel se pueda esconder de la Luz? —Preguntó Dana, tratando de encontrar una respuesta a sus propias hipótesis —yo no había escuchado nada de eso antes.
—No —respondió Adam —aunque, si lo pienso mejor, sé que puedes realizar ciertos ritos para que ciertas personas no te encuentren aunque te busquen por toda la faz de la tierra.
— ¿Se puede? —Lilia sonaba extrañada.
—Sí, Gabriel está protegido de esa forma para evitar a Sebastián, claro, este no tiene idea de ello, además es cosa de la Oscuridad, un ángel no puede llevar a cabo esas artimañas.
Dana frunció el ceño.
— ¿Dónde está Sebastián?
—Lo último que supe —dijo Adam —es que estaba realizando varios exorcismos fuera de la ciudad; últimamente los demonios han estado jugando mucho más con los humanos.
— ¿Qué vamos a hacer? —Preguntó Lilia —hasta ahora, con Adam logramos que instalaran cámaras en todos los puntos de ataque, la idea de tus amigos vampiros fue excelente, pero no queremos esperar a nuevos ataques, de esa forma solo atemorizarán a los demonios para que dejen la Oscuridad.
—Y Lilia tiene planeado conversar directamente con Thomas, es probable que ese Nephilim tenga algo de información, siempre sabe algo.
Dana asintió.
—Es cierto, por alguna razón se fue de la ciudad ¿volverá?
—Si —respondió Lilia —mañana en la noche llega.
—Entiendo, quizás también pase a verlo… debo conversar algunos temas con él —dijo Dana, pensando en la conversación que tuvo con Ethan. Realmente Thomas era su casi hermano, no podía dejarlo tan solo después de que hizo tanto para que ella volviera a recobrar su memoria.
—Eric dijo que nos visitaría hoy en la noche, en el Lucifer —Adam se puso de pie y tomó una de las armas, parecía una ballesta pero más pequeña y cómoda de manejar —puede que él nos traiga algo más de información, ahora que nuestras alternativas de culpables han cambiado.
—Supongo que ahora querrá colaborar más ¿no? —Pregunto Dana —después de ver a Arial, estoy segura que desea ayudar para tener un pase libre a su cielo.
—Creo que estas en lo correcto —dijo Lilia —si bien salió muy deprimido después de ver a Arial, tenía una mirada diferente.
Dana se puso de pie, tenía que llamar a cierto ser, con el cual no quería ser relacionada, por lo que tenía que ser en privado.
—Nos vemos en la noche.
Sin más palabras se despidió de ellos y se fue. En el camino a casa pasó a dejar el auto del barman del Lucifer y luego se fue hasta su departamento, cerró las cortinas y dejo todo lo más oscuro que podía.
—Muy bien.
Marco el número de Ethan una vez más y al no ser contestado, siguió con su nuevo plan. Dana sabía muy bien que Ethan le había mentido, jamás tuvo planes de ir a trabajar, pero no creía por un segundo que no fuera capaz de contestarle el teléfono, no cuando ya habían pasado más de diez horas desde que se había ido.
Dana se sentó en el sofá y sin dudar llevo su muñeca a los dientes y se mordió, logrando sentir bastante dolor esta vez. La sangre cayó por sus dedos, los cuales levantó y movió de tal forma que las gotas de sangre salieron disparadas hacia unos metros de distancia.
Por un momento la sala se oscureció aún más y justo en el medio del sofá del frente, una llama de fuego comenzó a expandirse cada vez más, hasta dar forma a un ser humano.
—Bueno, bueno —se escuchó claramente la voz de un hombre, antes de que se formara por completo su cara.
Lucifer no vestía con su armadura esta vez, sino que llevaba un traje negro. Sus ojos esta vez eran de un color rojo y su cabello estaba más largo; lucia más joven, a pesar de estar metido en tantos problemas.
—Siempre es agradable tener un encuentro familiar ¿no has traído a Thomas?
Dana se puso un pañuelo desechable en su muñeca para que la sangre dejara de escapar de sus venas y luego miro seriamente a Lucifer.
—Tienes una lindo departamento, Dana —dijo él, cruzándose de brazos y piernas.
—Sí, se lo tengo que agradecer a mamá, me dio la suerte para tener dinero.
Lucifer borró toda sonrisa arrogante de su cara y miró a Dana. Jamás aceptaba que ella hablara de su madre ante él.
— ¿De qué quieres hablar, hija favorita? —dijo recuperando su tono burlón.
—Bueno, has de saber que Ethan está desaparecido.
—Oh —suspiró dramáticamente —no estaba enterado de nada, pobrecillo ¿Dónde se encontrara? Quizás comenzó a pensar mejor las cosas y vio los beneficios de alejarse de ti.
Dana sonrió.
—No te preocupes, no me heredaste tu don para alejar a las personas que amas.
La sonrisa de Lucifer se borró.
—Verdad, no amas a nadie —continuo Dana —mejor dime ¿Dónde lo vieron tus espías la última vez?
— ¿Qué te hace pensar que tengo espías detrás de tu novio?
—Eres un padre muy protector, yo diría que obsesivo, así que no dudo en que sabes muy bien donde lo vieron la última vez.
Lucifer suspiro, esta vez honestamente.
—Me sacas de quicios, de verdad, contigo no puedo jugar a torturarte como con Thomas, siempre lo dejo con un humor negro y tan depresivo que me llega a dar pena, pero tu… tu siempre tienes una respuesta que darme. Me haces sentir orgulloso, por eso eres mi preferida.
—Dame la información que quiero.
Lucifer la miro por unos segundos, notando los detalles que la hacían diferentes. Sus tatuajes, su cabello blanco y ojos miel, ojos que podía llenarse de maldad en cosa de segundos. Era su hija, sin lugar a dudas.
—Sabes que no doy nada gratis.
— ¿Qué quieres entonces? —pregunto ella, cruzándose de brazos, ya no caía sangre de su herida.
—Simple, que te unas a la Oscuridad y que tomes mi puesto.
Por la seria expresión que tenía Lucifer, ella supo que no estaba bromeando.
— ¿Qué? —por un momento Dana dejo de pensar en Ethan —o sea, tenía claro que me querías en la Oscuridad, pero no para tomar tu puesto ¿de que estas hablando?
Lucifer miro hacia sus lados y solo tuvo que chasquear sus dedos para que una cúpula apareciera sobre ellos, una que los protegía de oídos curiosos.
—Para que nadie nos escuche, ni nos vea —dijo aclarando de inmediato.
—Explícate —exigió Dana.
—Debe saber que he tenido cientos de hijos a lo largo de mi existencia —comenzó el señor de los demonios —pero has sido la única que ha adquirido tanto poder y ha realizado barbaridades tan atroces que incluso me sorprendiste, además del hecho que has sido la única que ha hecho temblar a la Luz.
—Ambos sabemos el motivo de eso. En la Luz hay un conflicto de interés con respecto a mi existencia.
—Sí, es cierto —asintió Lucifer —pero eso no quita que los ángeles más poderosos te teman. Hiciste cosas horribles para adquirir el poder que tienes. Luego fuiste entrenada como un ángel, el peor error que pudieron cometer… estúpidos, te dieron incluso más poder del que tenías.
—Y ambos sabemos el motivo de eso, pero no tengo interés de acabar contigo —respondió ella.
Lucifer no respondió, él sabía muy bien que ella si lo intentaba podría darle una pelea justa. No estaba seguro de que acabaría con su existencia, pero si podía meterlo en problemas.
—El Infierno necesita a su Rey —dijo ella —no los dejaría sueltos por nada en el mundo, ni mucho menos tomaría tu lugar por matarte.
—No —respondió él —te estoy entregando voluntariamente dicho trono, Dana.
Ella lo quedo mirando unos segundos, comprendiendo el motivo que tuvo su padre para hacer caer a Gabriel.
—Pensaste que me uniría a ustedes, que seguiría a Gabriel y aceptaría todo lo que tú me digieras ¿no?
—Un hombre tiene que gastar sus últimas opciones.
—Pero no contaste con que me borraran la memoria y apareciera Ethan.
—Ese jodido niño me ha provocado más de una molestia.
Ella lo miro por otros segundos, sin comprender lo que estaba ocurriendo.
— ¿Por qué? —no comprendía esta opción que le daba Lucifer.
—Soy malo, realmente malvado —dijo apoyando su cabeza en el sofá —pero una vez fui un ángel. Yo no le he vendido mi alma a nadie, todos pierden las suyas porque me las entregan, pero la mía sigue intacta, tengo cierta libertad que me diferencia a todos los otros demonios.
—No me digas que estás enamorado de alguna humana.
—Estoy cansado —dijo sorprendiendo aún más a Dana, quien se quedó sin palabras —pero no me puedo ir, como si renunciara a un trabajo. Eso le daría la oportunidad a la Luz de ganar y créeme, no quiero eso.
Dana abrió la boca, sin poder creer lo que estaba escuchando.
—Me agrada la idea de ver el mundo arder —dijo sonriendo.
—Esto se vuelve surrealista, en serio. No puedo creer que estemos hablando de lo maravilloso que seria que murieran cientos de millones de personas y el resto del universo.
—Pero ya me aburrí —respondió sin hacer caso a las palabras de Dana —no tengo ningún candidato, tu eres la única.
—Eres pésimo eligiendo candidatos ¿crees que yo haría arder el mundo? porque no es así, me agrada, es más, ni siquiera los humanos me molestan, solo los demonios y los ángeles.
—Tomarás mi lugar, Dana —dijo como si fuera un hecho.
—Deberías dárselo a Gabriel, él es realmente malvado.
Lucifer negó, convencido.
—Gabriel es un pobre demonio, patético y perdido en el mismo Infierno, no sabe qué hacer con tanto poder.
—Yo acabaría con tus demonios para que dejen de fastidiar y la estúpida guerra que tienes con la Luz se termine de una vez.
Lucifer rio, poco le falto para que fueran carcajadas.
—El poder es muy quisquilloso, te darás cuenta cuando seas la Reina del Infierno.
Dana se dedicó a mirar por unos segundos a Lucifer, si bien ambos no eran parecidos físicamente. Su interior era más parecido a Lucifer de lo que podría llegar a ser, es por eso que se había metido en tantos problemas tiempo atrás. Sin embargo, ella había cambiado y él no veía con claridad dicha transformación. Él no tenía esperanza alguna en ella, pensaba que era un demonio más y que teniendo el poder de él, solo le gustaría ver el mundo arder.
Repentinamente llego a ella la imagen de Thomas y las ideas que tuvo segundos atrás, comenzaron a perderse. Podía ser que Lucifer fuera muy orgulloso para aceptar ciertas cosas.
— ¿Por qué no dejaste abandonado a Thomas? Dejaste que se criara en las Puertas del Infierno, lo tuviste bajo tu mirada todo el tiempo ¿no?
Lucifer miro hacia otro lado.
—Ese chico, pudo haber sido realmente un excelente demonio, pero…
—Es demasiado inteligente —siguió Dana —sobrevivió a los peores demonios y luego formó su pequeño imperio al que todos recurren cuando hay problemas.
—Muy inteligente, pero muy blando… además no sabe nada de la vida, a diferencia tuya.
— ¿De verdad somos los únicos con vida?
Lucifer sonrió.
— ¿Desde cuándo el Rey de los demonios habla sinceramente con sus hijos?
Fue el turno de Dana para sonreír.
—Estás realmente viejo —dijo segura. Efectivamente eran los dos únicos con vida.
—Tú nunca fuiste una Nephilim, tu madre no es una humana. Thomas es el único Nephilim que tuve, los demás eran abominaciones de otras demonios.
—Nunca pensé que viviría para verte de esta manera —dijo ella, segura de sí misma —acabado, realmente estás perdiendo ¿no es así? No te preocupes, no le diré nada a mamá.
—Tenías razón cuando días atrás le explicabas el funcionamiento del mundo a Ethan —dijo mirando hacia la oscuridad sobre ellos —Si yo no existiera, si no hubiesen más demonios… ellos acabarían de todas formas con su existencia, se están desmoronando.
—Dime donde esta Ethan —exigió saber ella.
—Fue en busca del Rey de los vampiros, creo que tenían cuentas que saldar. Gabriel mando a cientos de vampiros matarlo.
— ¿Dónde está? —preguntó de nuevo Dana.
—La última vez que supe de Gabriel, estaba comprando una nueva mansión, ya que la anterior se la destruyeron —movió la mano como si le lanzara algo a Dana.
Un papel con una dirección llego a las piernas del ángel negro.
—Al parecer no tenemos nada más que hablar —dijo Dana, poniéndose de pie.
—Exacto, nos vemos —dijo Lucifer, sonriendo.
Desapareció en un segundo.
Dana se cambió por una ropa más cómoda y decidió acabar con el ser que estaba causando la mayoría de sus problemas. Ahora Gabriel había involucrado por tercera vez la vida de Ethan y eso era algo que no pensaba perdonar. Si su vampiro se había perdido tras ir a la casa del demonio, era tiempo de ir a buscarlo y acabar con él de una vez por todas.
Completamente de negro y con una camiseta que dejaba libre parte de su espalda para liberar sus alas Dana subió a la azotea de su edificio, sin ningún tipo de arma, solo necesitaba sus manos y su mente para acabar con Gabriel de una vez por todas. Sus alas se expandieron, negras y poderosas. Se elevó hacia el oscuro cielo y se dirigió hacia la dirección que Lucifer le había dado, sin pensar por un segundo que estaba cayendo en una de las peores trampas que enfrentaría en su existencia.
No le tomó mucho tiempo llegar hasta la nueva casa de Gabriel, estaba estratégicamente ubicada en un bosque, rodeada de árboles, era mucho más pequeña que la anterior, lo que sorprendió a Dana.
—Muy bien —dijo a metros de la puerta.
Ni siquiera se molestó en tocar o buscar una alternativa más silenciosa para entrar en el lugar, sino que de una patada rompió la puerta, logrando que esta cayera al suelo con un sonido estremecedor. Todo estaba a oscuras, pero al momento de dar un paso a su interior, las luces se prendieron.
Dana se tuvo que cubrir los ojos; algo sucedía con las luces que no paraban de iluminarla, tanto que comenzaban a quemar levemente su piel. Se cubrió rápidamente con sus alas, pero al hacerlo, se quedó indefensa. No supo que había alguien con ella ahí hasta que una mano tocó su cabeza, oscureciendo todo en su mente y llevándose su conciencia con ella.
Se desvaneció, pero unas manos evitaron que cayera al suelo.
—Mi última oportunidad —dijo Gabriel, mientras tomaba en sus brazos a una inconsciente Dana.
Se dirigió hacia la puerta que estaba junto a la cocina y bajo las escaleras, para así llevarla a la verdadera fortaleza que escondía bajo tierra.



Ethan mantenía su cuerpo tenso, sintiendo como las gotas de agua bendita le seguían haciendo daño. Tenía miles de quemaduras en su cuerpo, su piel estaba ennegrecida, mientras que sus alas estaban cada vez perdiendo más plumas rojas. Sin embargo, ya no gritaba de dolor, solo presionaba con mucha fuerza sus dientes y miraba fijamente hacia la puerta, de donde entraba y salía Sebastián.
Lo había trasladado hacia un piso inferior, era como un sótano dentro de un sótano. Desde ahí al parecer Sebastián llevaba a cabo todas sus fechorías; se comunicaba con otros ángeles para idear los planes que acabarían con más demonios que buscaban la redención.
Ethan pudo notar los símbolos que habían escritos en las paredes, todos eran de color negro o rojo. Se podía deducir que era sangre fresca o de mucho tiempo, a Ethan no le tomó mucho tiempo darse cuenta que él no había sido el primero en caer dentro de las garras de Sebastián.
—Debo decir que eres el mejor prisionero hasta ahora —dijo Sebastián, girando sobre la silla que tenía —no has gritado más que un par de horas al comienzo, pero ahora estas muy silencioso. Es agradable trabajar sin escuchar gritos de agonía.
Ethan no dijo nada, se estaba concentrando todo lo posible es mantenerse firme. Lo que era muy difícil, teniendo en cuenta que esa agua que caía, le estaba haciendo cada vez más daño. Al comienzo no pudo evitar sentirse confundido, ya que pensaba que ese estilo de armas no hacía efecto a los vampiros, siempre había confiado en que su peor enemigo era la plata.
—Ha sido muy difícil poder conseguir el agua —dijo Sebastián, sabiendo lo que pasaba en la mente de Ethan —pero tienes razón, el agua bendita no le hace daño a los vampiros contemporáneos, han ido evolucionando, sin embargo, la mezcla con plata, es perfecta para ustedes.
Ethan decidió cubrirse con sus alas. No quería dañarlas, pero cada cierto tiempo las dejaba sobre su cuerpo para que la piel descansara. No tenía mucho tiempo para regenerarse, ya que las plumas caían con demasiada rapidez. No sabía lo que Sebastián le había hecho, pero no podía volver a esconderlas.
—Ya llevas todo un día, por lo visto Dana no te está buscando. Me habría enterado.
Ethan estaba esperando que ella no apareciera por esos lados, no estaba seguro que pudiera ser de ayuda. No quería que se expusiera solo por ayudarlo, ya había hecho bastante por él. Solo deseaba que descubrieran a Sebastián y que acabaran con él de una vez por toda.
El Tronos se puso de pie y se alejó, dejándolo solo a Ethan. No había obtenido respuesta alguna del vampiro y eso solo lograba desesperarlo. Deseaba verlo sufriendo, pidiendo clemencia mientras iba muriendo lentamente.
Ethan trató de tocar las rejas que lo aprisionaba, por enésima vez, pero como sucedía cada vez que lo intentaba, una gran descarga eléctrica atravesaba su cuerpo hasta hacerlo caer de rodillas.
—Esto no tendrá fin —susurró, agotado.


Dana abrió sus ojos sin saber que había ocurrido, su mente estaba confundida y desorientada. Cuando se sentó, pudo notar que estaba sobre una cama, que le era bastante conocida. Llevaba un camisón puesto, el mismo que usaba hace mucho tiempo atrás.
Levanto la mirada y pudo ver como un hombre le daba la espalda, mientras este llevaba puesto solo un pantalón de pijama negro. Tenía una gran espalda, sus músculos se marcaban mientras cocinaba algo. Pudo notar las marcas negras en sus brazos, de alguna forma supo que ella era la responsable de que existieran. Por alguna extraña razón, ella miro sus brazos, esperando encontrar las mismas marcas, pero no había nada, su piel estaba limpia. El ángel frunció el ceño, había asegurado que las tendría.
Justo en ese momento, Dana sintió como algo hacia clic en su mente. Estaba en su departamento, en el que vivió por un buen tiempo, incluso cuando estaba sola.
—Por fin despiertas —dijo aquel hombre, aun dándole la espalda —estaba comenzando a asustarme.
El corazón de Dana dio un vuelco, pero cuando aquel hombre se giró y pudo ver su rostro, por alguna razón sintió una ira incontrolable, aunque solo duró un segundo.
— ¿Gabriel? —preguntó al ver como él estaba cocinando.
— ¿A quién más esperabas? —dijo sonriendo, mirándola como si no hubiese nada más importante.
Dana se sentía confundida. Era cierto, él siendo un ángel había dejado todo por ella y ahora Vivian juntos mientras lidiaba con sus propios demonios en secreto. Tomó su cabello y era de color castaño, como siempre lo usaba para confundir a sus enemigos.
— ¿Tienes hambre? Hice el desayuno.
Gabriel dejo todo lo necesario para ambos en una bandeja y luego se acercó a la cama, donde se sentó, cerca de ella, dejando el desayuno entre ambos.
—Debes comer, has dormido mucho.
Dana lo miro por unos segundos y luego llevo su mano hasta el rostro de él. Gabriel cerró los ojos y sonrió, sorprendiéndola. Ella sentía que desde hacía mucho tiempo que no veía de esa forma al ángel caído.
— ¿Qué sucede? No has dicho palabra —Gabriel tomo la mano de ella, como siempre hacia cuando estaba preocupado por ella.
—Nada, solo tengo un enredo en mi cabeza ¿Qué paso antes de quedarme dormida?
Él levanto los hombros, quitándole importancia.
—Solo estuvimos juntos y luego te dormiste. Vamos, toma un poco de café y come algo para que te sientas mejor.
Dana le hizo caso, como usualmente hacia cuando él pedía algo mientras la miraba tiernamente. Por alguna razón, un pensamiento vino tan rápido como se fue.
“Ethan prepara mejores desayunos”
El corazón de Dana comenzó a latir rápido, pero antes de querer recordar lo que había en su mente, el pensamiento había escapado de sus manos.
—Creo que hoy debo ir a alguna parte —dijo ella, tratando de escapar de la cama.
—Oh no —respondió Gabriel, tomando su mano con delicadeza —hoy no saldrás de acá, amor. Amanecí deseando tenerte entre mis brazos todo el día ¿no puedes darme ese gusto?
Era frecuente que Gabriel se saliera con la suya, siempre lograba manipularla para que Dana hiciera todo lo que él quisiera, excepto los días donde él ya no se sentía tan obsesionado y ella salía a jugar en la noche.
—Está bien —susurro ella, sin entender tampoco el deseo de salir de ahí, ya que no recordaba ninguna pendiente que tuviera con algún demonio y por alguna razón, no sentía los deseos de andar matando demonios, ángeles… o humanos. Sin embargo, tenia deseos de algo y no podía descubrir de qué se trataba, como si añorara algo.
Dana miro hacia la ventana y pudo ver como el sol se colaba por las ventanas. El cielo estaba azul y todo parecía estar iluminado de forma extraña.
— ¿Dana? —ella miro a Gabriel — ¿Te agrada la idea?
Lo miro por unos largos segundos, sin comprender porque en ese momento, justo estando al lado de su Gabriel, no se sentía como usualmente lo hacía. Cada día que vivía con él, era maravilloso, le encantaba enredarse entre los brazos de él, no salir del departamento por días; ella amaba ese departamento de solo un ambiente, donde tenía su cama y la cocina, todo lo hacía sobre esa cama.
Sin embargo, algo sucedía en su interior al mirar a Gabriel, ya no sentía como si su corazón se encendiera al ver aquellos ojos miel, que eran parecidos a los suyos, pero en otro tono.
Los ojos de Gabriel le habían llamado la atención tiempo atrás, cuando por casualidad lo vio mientras caminaba con otro ángel; solo por eso había mirado descaradamente a un ser que había nacido siendo su enemigo.
Al recordar las sensaciones que había provocado en ella Gabriel, no pudo evitar sonreír. Sobre todo cuando comenzó a recordar el momento donde aparecieron las Marcas en su brazo, de por sí ya llevaba las Marcas que le entregaban al ascender entre los ángeles y poder utilizar armas poderosas, donde juraban proteger a los humanos y nunca dañarlos.
La mano de Dana se fue directamente al brazo de Gabriel y acarició las Marcas que ella había provocado en él. Ahora recordaba, había sido muy feliz ese día, cuando el decidió dejar todo por ella. Sin embargo, algo daba vueltas en su cabeza, como si faltara conectar algo en sus recuerdos.
—Estás muy silenciosa y luces preocupada —dijo él, acercándose otro poco a ella.
— ¿No me escondes nada? —pregunto directamente.
Por un segundo, un haz de luz roja cruzo los ojos de Gabriel, pero Dana no lo noto.
— ¿Acaso podría? Siempre descubres todo —respondió sonriendo, moviendo la bandeja para acercarse a ella.
Seductoramente Gabriel bajo el tirante del pijama de Dana, dejando expuesto su hombro derecho y parte el comienzo de sus senos, para después besar delicadamente la piel de ella. Primero su cuello y luego bajando lentamente, provocando que ella cerrara sus ojos.
—Te amo —susurro él, en su oído.
Para sorpresa de Dana, no pudo responderle de la misma forma. Por alguna razón, que la asustaba, no podía responder, es por ello que solo se acercó a él como excusa y lo besó.
Gabriel la tomo de la cintura e hizo que se recostara en la cama, mientras levantaba el camisón semitransparente que llevaba Dana, dejándola desnuda en cosa de segundos. No dejaba de besarla, sorprendiéndola por la necesidad que tenía el ángel caído.
—Te he extrañado —dijo él, mordiendo el lóbulo de su oreja, provocando que ella se estremeciera.
La respiración de ambos se agitó mientras que las manos de Dana recorrían la espalda de Gabriel, sus uñas iban dejando marcas mientras una repentina sed por él iba excitándola cada segundo que transcurría.
En un momento, cuando se miraron, él sonrió de una forma que ella jamás había visto. Dana lo empujo para que Gabriel quedara recostado y con cierta habilidad se deshizo del pijama de él. En un segundo el ángel caído se sentó y atrajo a su pareja para quedar a horcajadas sobre él.
Gabriel rodeo a Dana con sus brazos, besándola intensamente, robando su aliento y logrando que ella se removiera sobre él, deseando que entrara en su cuerpo en ese momento, sin embargo, él deseaba disfrutar por un momento de ella, besando cada centímetro de su piel, esperando lograr que ella le pidiera hacerla suya.
—Dana… —susurro antes apoderarse con su boca de uno de sus pechos, logrando que su espalda se arqueara por el placer que le provocaban sus labios.
Ella no pudo evitar enredar sus dedos en el cabello de Gabriel, instándolo a que siguiera volviéndola loca de placer. Sin embargo, un nombre escapo de su boca, sin que se diera cuenta de su equivocación.
—Ethan —susurro mientras mantenía sus ojos cerrados.
Por un momento Gabriel se quedó helado, pero segundo después cierta ira dominó su cuerpo. Recostó a Dana bruscamente en la cama y sin previo aviso la penetró.
Ella gimió ante aquel acto y luego acerco a Gabriel, tomándolo por el cuello para así poder besarlo mientras él comenzaba a mover su cadera contra la de ella, obteniendo más gemidos por parte de ella, ahogados por sus besos.
—Di que amas —exigió él, moviéndose con más brusquedad — ¡dilo!
—Te amo —respondió ella mirando hacia un lado y sintiendo como si un balde de agua fría fuera arrojado a su cuerpo, sin embargo, Gabriel era un experto en manipular sus emociones, por lo que no le tomó mucho tiempo volver a excitarla.
—Mmm… —gemía ella mientras sincronizaba sus movimientos con los de él, deseando poder alcanzar el máximo nirvana en sus brazos.
Dana sentía como su cuerpo estaba alcanzando el máximo clímax que podría alcanzar, aunque no sabía porque diferentes imágenes interferían en su mente y extrañamente eran otras manos las que la tocaban y jugaban con ella tentándola, era otra sonrisa que veía en sus memorias, pero lograban excitarla aún más, por lo que solo cerró sus ojos y se dejó llevar por dichos recuerdos que para ella, eran el mismo Gabriel.
No podía descubrir que eran los recuerdos de Ethan haciéndola suya.
—Dana —la voz de Gabriel la trajo de nuevo al plano donde se encontraba. Los movimientos de él eran más rápidos y profundos, logrando que ahora escaparan leves gritos por parte de Dana, aun así, volvió a cerrar los ojos y se dejó llevar por su propia mente que luchaba por traer sus verdaderos recuerdos.
No fue hasta que en sus memorias alcanzaba el clímax de diferentes formas con un ser que no revelaba su rostro, que logró alcanzar el máximo placer con Gabriel. Para cuando volvió a abrir sus ojos, su propia respiración estaba descontrolada, al igual que su corazón.
—Grandioso —dijo ella sonriendo y mirando a Gabriel, toco su rostro como si tratara de relacionar los recuerdos que acababa de tener con el hombre que la miraba con el ceño fruncido, pero no pudo hacerlo.
Algo no calzaba y menos sentido estaba adquiriendo su vida cuando Gabriel, mirándola enojado la giro sobre la cama y volvió a entrar en el cuerpo de ella.
— ¡Gabriel! —gritó ella sorprendida, al parecer su ángel caído había despertado con un deseo insaciable por ella.
Él la tomó de la cintura e hizo que se apoyara en sus rodillas para poder tener cerca el cuerpo de Dana, el cual beso mientras con sus manos recorría todo su cuerpo.
No se detuvieron durante todo el día, Gabriel no le dio descanso a Dana hasta que acabó con sus energías y se perdió en un profundo sueño.
Gabriel decidió dejar por un momento aquella farsa.

El demonio abrió sus ojos y vio a quien tenía a su lado. Dana estaba exactamente como había entrado la noche anterior a su casa, sus alas negras estaban expandidas en la amplia cama mientras que él cuidadosamente se había recostado a su lado.
—Ethan —dijo él, mirándola y recordando cómo incluso en aquella ilusión que él había creado en la mente de Dana, seguía apareciendo el odiado vampiro.
Una de las nuevas habilidades que había adquirido al ser el Rey de los vampiros, era manipular a libre voluntad la mente de quien él deseara. Exactamente era eso lo que había hecho con Dana y pretendía mantenerla de esa forma el tiempo suficiente, el que fuera necesario para sacar de la cabeza de ella a Ethan y lograr que recordara lo mucho que lo había amado a él.
Necesitaba que ella, por lo menos, olvidara por un momento el odio que le tenía. Debía lograr una lucha justa entre él y Ethan.
Sin embargo, Gabriel desconocía que incluso inconsciente y perdida en su mente, Dana seguía añorando a Ethan.

 Siento la demora!!! es que odio revisar los capitulos :c espero que les haya gustado el capitulo, muchas gracias a todas que siguen la historia, de verdad que han sido constantes ya que las actualizaciones antes eran una mierda xD cada mil meses. Gracias por leer :D

2 Lectores:

  1. Qué pasó
    Lo planearon lucifer y Gabriel
    Y que va a pasar con las alas de ethan
    Nnooooo

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  2. Jesús! Estoy perdía! Que paso!? O: no entiendo jajaja xD a ver.. Que!? Como Danna confío en su padre!? Ay por Dios! Esto esta cada vez peor. :S
    Oh amor mío, Ethan que será de ti? No creo que Sebastián sea tan estúpido de esperar mucho tiempo... a menos de que su plan sea tan estúpido de esperar a que Danna aparesca como para intentar matar la JajajJa que idiota si es ese jajajajaja x'D

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