martes, 8 de diciembre de 2015

Invitación Peligrosa - Capitulo 25


“Miedo”

–Ella se murió, todos creen que sigo afectado por eso, pero no, ya ha pasado demasiado tiempo como para siquiera recordar su rostro. Yo estaba enamorado de ella cuando era humano, no duró mucho lo nuestro… hasta que ciertos hechos en mi vida me llevaron a una situación extrema, así Ezequiel me salvó y me convirtió, supongo que necesitaba compañía y por eso lo hizo.
Se quedo en silencio unos segundos, yo no dije nada, estaba haciendo todo lo posible para que siguiera hablando, ni siquiera me movía como para que él pensara que estaba hablando solo, yo me estaba haciendo pasar por un mueble más.

 –La Elska Evige que conocí por primera vez fue entre mis primeros años de neófito, cuando te vuelves vampiro toman décadas poder controlar las ansias de sangre si no sabes bien como todo se rige en ese mundo, tanto Ezequiel como yo estamos recién aprendiendo. Ella no duró ni cinco minutos en mis brazos, bebí lo más rápido que pude  ante su aroma, su nombre Ursula
Como impulso llevé mi mano derecha a mi cuello, pensando que pude haber terminado de la misma forma.
 –Al año siguiente encontré a Luciana, no estaba casada y yo me sentía solo, ya que Ezequiel había encontrado a Teresa, la había proclamado como suya y yo quería lo mismo…pero Luciana, no era mi aroma favorito, aun así lo hice, la proclamé como mía por voluntad propia y luego la convertí, aun no me sabia controlar bien para entonces, pero ella también lo quiso, esos dos años, realmente fui feliz, pero no sé qué paso después. Otro vampiro llegó –dijo ahora girándose para verme –cuando eres vampiro sigues con el mismo aroma de humano, un tanto mejorado…digamos que hubo un error entre parejas —fruncí el ceño, entendiendo de que trataba toda esa historia con Luciana –ella no supo qué hacer, aunque pensándolo bien, era una mujer débil, ya que terminó con su vida, aun no entiendo que tenía en la cabeza…
Basura, eso es lo que tenía esa mujer en su cabeza ¿es qué no supo elegir entre los dos?
— ¿Y qué más pasó?
—Estuve solo por varios años hasta que después fueron apareciendo otras vampiros que no tenían pareja –él me volvió a dar la espalda, como si se avergonzara –cada una se fue yendo con su vampiro o humano hasta que me cansé de ser bueno por nada, luego de tres vampiras, no tuve más, solo me dediqué a pasarla bien y beber de las humanas, quienes además aplacaban todas mis necesidades…bueno, hasta que apareciste tu y arruinaste todo.
Me quede en silencio, esperando por más información, pero no dijo ni una sola palabra. Lo que me hizo enojar de verdad al notar de qué se trataba todo esto.
—Eres un cerdo —dije sin poder evitarlo — ¿esa es tu gran historia? ¿Por eso me has hecho pasar por todo esto? ¿Es qué no hay una madre violenta?  ¿O un padre abusivo? ¿Solo fue porque te ha tocado mala suerte en el amor? ¡No eres más que una niñita, Maximiliano Blake! –Me puse de pie y lo empujé con todas mis fuerzas — ¡Eso no es nada! ¡Nada en comparación a lo que he tenido que pasar! Te he tenido que soportar todo porque eres un vampiro y tienes más fuerza, pero eso no te hace superior ni con el poder de dominarme, me has hecho caer de nuevo ¡me prometí que no sería golpeada por nadie nunca más! –Lo miré a los ojos con el odio que solo le dedique a una persona más en mi vida –tuve que soportar a mi padre y luego a ti ¡Y tu eres aun peor! –Él me miró con los ojos bien abiertos, sorprendido –Sal de aquí ¡no te quiero volver a ver! ¡Sal de aquí ahora mismo! Eres una basura ¡Vete!
Le grité con todas mis fuerzas hasta que él se giró y desapareció de mi vista, dejándome helada al ver que él no trató de explicarse, ni siquiera una palabra.
Fui a cerrar la puerta y luego me metí bajo los cobertores, donde comencé a llorar con todas mis fuerza ¡Demonios! ¿Por qué todo esto me tuvo que pasar a mí?

Trate de quedarme dormida pensando solo concentrándome en nada, no quería saber de Max y menos quería saber de su historia tan patética. Aquello no le daba derecho de comportarse de esa manera, ni siquiera su historia con Luciana era digna para ser un maldito, ella ni siquiera era su aroma favorito.
Esto era insólito, incluso cruel y desearía con todo corazón que le estuviera pasando a otra chica, no a mí, aunque suene horrible… esto no debería estar ocurriéndome a mí.
Luego de varias horas de estar así, pude rendirme al cansancio, sin saber qué demonios hacer, solo de una cosa podía estar segura, odiaba con todo mi ser a Max Blake y no volvería a permitir que el tomara mi vida o mi cuerpo de nuevo.

El sonido de mi celular provocó que mis ojos volvieran a abrirse, mi estómago rugió por hambre. Me senté y  a tientas busqué mi teléfono.
— ¿Diga?
—Veo que estamos a mano, te he despertado –abrí mis ojos en un segundo.
— ¿Noah? ¿Qué hora es?
—Por lo visto fue bueno llamarte, son las cinco de la tarde –alejé el celular de mi oído y miré la pantalla. Noah estaba en lo correcto — ¿estás bien?
—Si ¿Por qué?
—Tu voz está más ronca ¿estás resfriada? –sonreí triste, mi voz quedó así luego de haber llorado tanto.
—Todo bien, me verás sana y salva para las siete.
—Entonces la cena sigue en pie.
—Sin duda alguna.
—Muy bien, entonces nos vemos en dos horas.
—Nos vemos —ambos cortamos y me levante de un salto.
Me fui directo a la ducha donde me entretuve por bastante tiempo hasta que por fin salí y me arreglé. Sequé y alisé mi cabello, hasta dejarlo como deseaba. Luego me fui al armario y elegí mi ropa, la que tenía en esas cajas.
Sonreí al verme al espejo, era ciento por ciento yo, Lizzie Green, la misma que vivía antes en un departamento en un mal barrio y la que estaba ahorrando cada centavo para irse de este país y recorrer Europa. Arreglé mi gorro rojo de lana y miré mi atuendo.
Zapatos de tacón rojos muy delicados, unos jeans oscuros, una blusa blanca con estampado floreado azul y un blazer del mismo color con líneas rojas en las mangas y cuello. Tomé mi bolso y salí del armario, decidida a tener algo de control en mi vida.
Aunque fuera por un momento y solo una ilusión.
Abrí la puerta y me apresuré para salir hacia el ascensor, nadie me detuvo por lo que llegué y marqué el primer piso para luego irme en un taxi, no quería nada que tuviera que ver con Max Blake.
—Buenas tardes –dijo Thomas sonriéndome.
—Hola, Thom –le di un beso en la mejilla –espero que todo este yendo bien, hoy no tienes que llevarme a ningún lado, me voy en taxi –él me quedó mirando sin decir nada por unos segundos.
—Muy bien –asintió.

Con ayuda de Thomas tomé el taxi para ir a cenar con Noah, no me costó mucho encontrar uno. Iba bien en el tiempo. Durante el viaje me concentré en ir tranquila, en no pensar sobre estupideces que no valían la pena. En no pensar sobre Max.
— Hemos llegado, señorita –miré el lugar y le pagué al taxista.
Respiré profundamente, estaba siendo libre, sonreí. Por lo visto Max no se estaba mezclando en todo esto ¿me habrá escuchado de verdad en la madrugada? ¿Cuándo lo alejé?
—Y yo pensé que te tendría que esperar –me giré y noté que Noah estaba ahí mirándome con una sonrisa tan agradable –te ves encantadora Lizzie.
—Gracias, tu no luces nada mal –iba casual, igual que yo, me gustaba como se veía.
—Muy bien ¿entremos? Porque muero de hambre.
—Yo igual –dije acariciando mi abdomen.
Avanzamos hasta entrar en el lugar, estaba lleno como siempre, habían bastante hombres en la barra con una cerveza y viendo futbol. Noah había tenido razón, pero realmente era un lugar agradable para pasar el rato.
—Aun me pregunto cómo fue que elegiste este lugar –levanté los hombros sin saber porque lo había elegido –pero no importa, la compañía es increíble.
Alcanzamos una mesa. Noah acomodó la silla para mí, como todo un caballero.
—Supongo que esto lo haces siempre que sales con una chica —dije ante su actitud, pero él sonrió.
—Siempre soy así –dijo sentando al frente mío. Alcanzamos una mesa de la esquina, para no ser molestados por nadie –no es que salga mucho con chicas…no me… —no pude evitar reír a lo nervioso que estaba.
— ¿Por qué estas nervioso?
—Bueno, voy a tener una cita con una chica muy guapa, así que espero no arruinarlo todo –aquello me hizo sonreír.
—Quedamos en que esto no era una cita, sino más bien una cena entre amigos.
—No, en eso quedaste tú en tu mente, lo más probable —llegó una chica con el menú. Nos saludó y dejó la carta en la mesa.
—Bueno…realmente eso es lo que debería ser esto, Noah –él me quedó mirando sin decir nada por unos segundos.
— ¿Eres la novia de alguien? –iba a responder, pero me quede callada, analizando lo que iba a decir.
Yo no era la novia de nadie, no tenia porque responderle que si, Max no me podía seguir manejando a su antojo. Yo no lo aceptaría. Maldito psicópata
— ¿Por qué me estás mirando enojada?
— ¿Cómo? –dije despertando de mis pensamientos.
—Me estas mirando enojada, realmente con odio –Noah me miraba preocupado. No pude evitar sonreír por lo recién sucedido.
—Pensarás que soy una lunática, no era contigo, solo estaba pensando…y yo, no soy la novia de nadie.
— ¿Entonces tengo el camino libre? –quedé pensando en su pregunta.
La verdad era que nunca me había dado el tiempo para este estilo de cosas, la última vez que salí a una cita y tuve novio fue hace  alrededor de dos años y no duró mucho.
—Noah, no creo que este sea un buen momento, lo que paso esa noche…
—No fue nada, lo tengo claro –dijo él sonriéndome –de eso no tengo duda, pero ya te conocí un poco más y me agradas, quiero salir más contigo.
—Pero llevas diez minutos conmigo.
—Sí, pero se puede notar que eres una buena chica…mira, tu solo acepta salir conmigo, lo pasamos bien y sin compromisos ¿no te parece? Solo como amigos.
—Solo como amigos.
—Por el tiempo que lo desees —sonreí, ya sabía de lo que estaba hablando.
—Estás jugando.
—No, solo arreglando mi tiempo libre, tu igual deberías verlo de esa forma.
—Pero a diferencia tuya, yo no tengo tanto tiempo libre, yo soy empleada, no jefe –Noah comenzó a reír por lo que dije.
—Bueno…si, en eso tienes razón, debe ser muy duro trabajar con Blake ¿no? –sonreí, realmente el Monstruo era duro conmigo ¿Por qué tenía que hablar de él ahora? –vi que aquella vez, no te trató muy bien, no es un jefe abusivo ¿cierto? –de inmediato mi cabeza comenzó a recordar todas las veces que Max me había tratado mal, fueron imágenes que pasaron en una fracción de segundo — ¿Lizzie?
—No —dije respondiendo de inmediato –lo siento, quede pensando si había apagado la luz al salir de casa.
—Eso… ¿Dónde vives? –tragué saliva.
—Bridgetport-Chinatown –le dije mi antiguo barrio, impulsivamente decidí que Noah conocería a la Lizzie verdadera.
—Ya veo, luego te iré a dejar entonces –sonreí.
—Seria increíble.
—Eso queda lejos de acá, es peligroso que te vayas sola.
—Gracias Noah y bien ¿Dónde vives tu? –él levanto los hombros.
—En el centro, en un departamento, solo… —sonreí, así era la vida de Max antes. Un soltero ermitaño, aunque seguía de la misma manera pero conmigo a su lado.
Cuando la mesera volvió, tuvimos que elegir algo rápido y en mi caso, sencillo.
—Unas papas fritas, hamburguesa y con una coca-cola –Noah me quedo mirando sonriendo –y aderezo por favor —ella asintió y anotó.
—Lo mismo que ella —la chica se fue con nuestro pedido –menos mal que no eres de las chicas que piden una ensalada.
—Muero de hambre, no podría dejar de comer aunque esta sea una cita… de amigos.
—Me parece un excelente principio de sobrevivencia —sonreí a lo que dijo Noah.
Era inevitable responderle con una sonrisa, él era tan agradable, sus ojos verdes brillantes y esa sonrisa que te daba tan linda o por lo menos eso era lo que yo percibía de él. Quizás era muy mala juzgando a los hombres.
—Bien, ahí vienen –nos trajeron nuestra comida y casi comencé a devorarla, era una gran porción de papas fritas, por eso veníamos seguido antes con Jennifer y Sophia. Creo que por eso había elegido este lugar, era familiar y de mi pasado, donde era completamente libre.
Con Noah comenzamos a  comer y seguimos conversando sobre distintas cosas, pasando el tiempo. Realmente me estaba ayudando a pasar un increíble momento, olvidando todo lo malo que había en mi cabeza.
—Entonces lo que quieres es ir a Europa…he ido a ciertas ciudad, espero que puedas recorrer todo lo que alcances de ese continente –tomé un poco de coca cola y miré a Noah.
—No dudo que hayas ido a Europa.
—Pronto iras tú ¿cierto? –sonreí.
—Debo juntar mucho dinero, pero no estoy lejos –si es que lograba mi libertad pronto.
—Estoy seguro que lo lograrás  –eso esperaba.
—Bien  ¿salgamos a caminar? Esto se está llenando –dije mirando a mi alrededor.
—Muy bien –tomé mi bolso y salimos de ahí. Noah ya había pagado.
Nos fuimos caminando tranquilamente por la calle, ya había oscurecido por lo que las luces  nos daban un cálido ambiente.
— ¿Y qué es de tu familia, Lizzie? –me tensé al escuchar su pregunta. No me agradaba hablar de mis padres.
—Están bien, gracias –él me miró sonriendo.
— ¿Tienes hermanos? –Negué –hija única, no creo que seas familia de Luke Green de Danville ¿cierto? –tragué saliva.
—No, no lo soy, no sé de quién hablas en realidad –inconscientemente comencé a caminar más rápido.
—Oh…bueno, entonces ¿Qué hacen tus padres? –dijo alcanzando mi ritmo, pero me tranquilicé un poco más al darme cuenta que era una conversación normal.
—Cada uno trabaja en lo que puede.
—Que bien —hubo un silencio extraño durante unos pasos hasta que él volvió a hablar —mira –dijo apuntando hacia al frente — ¿vamos? –Sonreí al notar que estaban dando una serie de películas de Tom Hanks –miré mi reloj, eran más de las diez de la noche, temprano aun.
—Está bien –nos apresuramos y alcanzamos a llegar la primera función El Naufrago.

Con Noah nos reímos en el momento que apareció Wilson, la pelota, aunque tuve que aceptar el pañuelo de él cuando me descubrió llorando por todo lo que pasaba en la película, ya la había visto, pero aun así me emocionaba.
Finalmente nos quedamos viendo dos películas más de Tom Hanks, Forest Gump y El código de Da Vinci no pude aceptar la invitación a ver Ángeles y Demonios porque eran más de las 4 de la mañana.
—Esto ha sido increíble, hace tiempo que no me quedaba viendo tantas películas —dije saliendo del cine.
—Que bien que te han gustado, ha sido entretenido. Bien, ahora te iré a dejar porque es muy tarde.
—No te preocupes, puedo tomar un taxi.
A esta hora me complicaba estar en mi antiguo barrio, no era lo mismo que hace horas atrás. Sería complicado encontrar un taxi para volver al piso de Max.
—Claro que no, vamos, mi auto esta cerca —tomó mi mano y me hizo cruzar la calle, teniendo cuidado con los demás autos –Aquí esta, adelante, Doncella en apuros –tome mi vestido imaginario de los lados e hice una reverencia como se hacía en los tiempos de la antigüedad.
—Muchas gracias, oh, príncipe azul, tiene un hermoso corcel, sin duda alguna –dije al notar su auto.
Subimos y Noah se sabía el camino por lo que no tuve que indicarle nada. Estuvimos conversando alrededor de unos cuarenta minutos más hasta que lleguemos al edificio donde vivía antes.
—Muy bien, te agradezco un montón que hayas venido a dejarme, ha estado demás… —si que había estado demás, siendo que tendría que encontrar algo a esta hora para irme de nuevo al piso de Max, me iba a matar sin duda alguna.
—Ha sido todo un placer pasar estas horas contigo, ni siquiera me di cuenta de cómo transcurrieron –sonreí nerviosa –ahora, que descanses mucho y nos vemos pronto, ahora que tengo tu número.
—Nos vemos entonces –me acerqué y le di un beso en la mejilla para luego salir de su auto.
Entré a la propiedad del edificio y pude ver como el auto partía rápidamente. Volví a salir a la calle tras la extraña mirada que me dio el conserje. Busqué mi celular. Tenía solo una llamada perdida de Max, hace una hora.
Comencé a caminar por esas oscuras calles para llegar a la avenida principal de este barrio y conseguir que un taxi me llevara al edifico de Max. Caminé lo más rápido que pude hasta lograr luego de unos minutos, llegar a la avenida. Estaba desolada, no había nadie caminando a los alrededores, ni siquiera se veía un auto, aunque segundo después pude escuchar como alguien rompía una botella de vidrio a lo lejos, fui retrocediendo paso a paso para poder estar segura que no iba a salir nadie desde algún lado a atacarme.
—Vaya, vaya…. –choqué con alguien detrás mío. Me giré de inmediato y vi a un hombre gigante mirándome con otros dos tipos –pero una princesita como tú no debería andar a esta hora, sola… —pasó su mano por mi mentón, pero alejé mi rostro de inmediato ante su toque.
De esta no me salvaba.
—Déjenme tranquila —di unos pasos hacia atrás. Mecánicamente llevé mi mano a mi bolsillo y marque solo el numero que iba directo a Max sin siquiera pensarlo dos veces, pero aquel hombre, calvo y  gigante tomó mi brazo y saco mi celular.
—Pero si eres astuta —dijo mirando celular – ¿Monstruo? —leyó el nombre que tenia para Max en mi teléfono.
—Creo que el Monstruo no luce como uno ahora ¿no? –se acercó y comenzó a pasar su dedo índice desde mi mentón hacia abajo, pasando por mi cuello hasta llegar al comienzo de mis pechos, sentí como mi corazón latía con fuerza por el miedo.
Cerré mis ojos con fuerza y lo único que pensé fue en que el idiota de Max pudiera leer mi mente ahora y que viniera a sacarme de aquí ahora mismo.
 — ¿Qué haces por aquí, preciosura? –rodeó con fuerza mi cintura y me acercó a él de un solo movimiento, quedando su rostro muy cerca del mío. Miré hacia un lado sin poder abrir los ojos ante la repugnancia que sentía en este momento, el tipo olía asqueroso –Ustedes –dijo dirigiéndose a sus amigos –se van ahora mismo, esta belleza es solo para mí –traté de moverme para golpearlo con mis manos y salir corriendo de ahí, pero aquel hombre me tenía muy bien sujeta y todo empeoró cuando me comenzó a arrastrar hasta llevarme a un callejón.
Traté de gritar pero me era imposible, tenía la garganta seca de miedo. Abrí los ojos por completo para reconocer a este bastardo luego de quedar viva, si es que lo hacía.
–Eres de las que se quedan calladas ¿no? –dijo tomándome con más fuerza y pasando a llevar uno de mis pechos de forma bruta.
— ¡Max! –salió de mi boca con todo el aire que tenía en mis pulmones.
Desde ahí todo pasó muy rápido. Aquel hombre me tumbó contra el muro y se vino encima mío para después girarme sobre la pared, aplastando mis pechos de forma dolorosa contra los ladrillos. Comenzó a desabotonar mis jeans mientras él hacía lo propio con su pantalón.
Comencé a moverme y a tratar de golpearlo de forma desesperada, pero no alcance a levantar mi mano para irme en contra de su cara cuando todo peso que había sobre mi cuerpo, desapareció.
Abrí los ojos y pude ver que no había nadie detrás de mí, miré a mis lados y tampoco notaba a alguien. Rápidamente arreglé mi ropa y corrí hacia la luz antes que el tipo que estaba encima de mí volviera o aun peor que volviera con sus amigos, quizás eran vampiros… ya nada me sorprendería.
Llegué a la avenida y comencé a correr por al medio de la calle, si no había un taxi me iría corriendo hacia el edificio de Max.
—Lizzie, detente –sentí como su mano en mi brazo me detuvo e hizo que no diera ni un paso más.
Al escuchar su voz solo me derrumbé y comencé a llorar sin poder parar, desesperadamente.
El miedo me afectó sin previo aviso y solo me apoyé en Max que evitó que me cayera. Me tenía sujeta de los hombros mientras mantenía mi frente contra su pecho.
— ¿Lo mataste? –dije entre sollozos.
—Sí, lo maté.
Aquello me causó escalofríos porque sabía que él era peligroso, pero jamás había matado a alguien, sin embargo, no pude evitar sentir cierta satisfacción al saber que no tendría nunca a ese hombre cerca -muchas mujeres estarán agradecidas en realidad– comencé a llorar sin poder controlarlo.
Max sosteniéndome de los hombros evitaba que me derrumbara, pero solo hacía que me sintiera más sola, me estaba manteniendo alejada de él. Era como si mantuviera algún gato enfermo entre sus manos.
—Basta de llorar, ya estás a salvo… —no podía, aunque tratara no podía dejar de hacerlo, las lágrimas salían de mis ojos sin poder controlarlas.
Max marcó el número de alguien en su celular y luego le indicó donde estábamos. Estuvimos al medio de la calle por largos minutos hasta que noté que estaba comenzando a amanecer y un auto negro de este año se detuvo al lado nuestro.
— ¡Srta. Lizzie! –Escuché la voz de Thomas — ¿Está…?
— ¡Thomas, silencio! –le dijo Max con voz dura.
Después me llevó al auto e hizo que ingresara en el. Me fui apoyada en el asiento por completo, envolví mis piernas con mis brazos y seguí llorando, recordando como ese hombre se venía encima de mí una y otra vez.
 –Vamos –Max abrió la puerta y traté de salir, lo pude hacer con su ayuda.
Me llevó hacia el ascensor tomando mi brazo, para no llamar la atención de las personas que había en la recepción, esto le pasaba por vivir en un hotel y no es un departamento como las personas normales, solo había comprado el último piso porque le gustaba que subieran lo que él necesitara.
Llegué a la habitación y Max me dejó sentada en la cama. Me tumbé en ella y seguí llorando con todas las energías que me quedaban hasta que sin darme cuenta el cansancio fue acabando conmigo, causando que mis ojos se cerraran y perdiera de vista a Max que se quedo sentado en la esquina de la cama todo el tiempo.

Me senté de golpe en la cama al soñar con aquel hombre que se abalanzaba sobre mí. Pude notar que estaba bajo el cobertor y que ahora vestía con pijama.
—Son las dos de la tarde, Tara te traerá algo para que comas –quedé mirando a Max, estaba en el mismo lugar cuando cerré los ojos horas atrás –ahí hay un té para que te tranquilices, eso lo hizo Teresa, ha venido hoy y le he comentado todo…está muy preocupada por ti –todo aquello me lo dijo con cierta indiferencia.
— ¿Cómo llegaste ayer? ¿Me estabas siguiendo? –Max me miró despreocupadamente y se puso de pie.
—No tenía idea dónde estabas, si me llamas telepáticamente no lo hagas con los ojos cerrados y menos sin pensar en el lugar donde estás –me quede de una pieza al escucharlo.
— ¿Yo puedo hacer eso? –dije sin entender nada.
—En estricta palabra no, ya que yo soy quien tiene ese poder, pero sí, es una cualidad que tienes conmigo…ayer debiste estar muy asustada como para dejarme entrar en tu mente de nuevo, ya que ese tipo de comunicación solo debería funcionar si tú fueras vampiro —flexioné mis piernas hasta apoyar mi cabeza en mis rodillas y poder rodear mis piernas con mis brazos.
—Lo de ayer —dije pensando nuevamente en lo que había sucedido.
— ¿Qué hacías en ese barrio?
—Ayer salí con…
—Noah, si, ayer olías a él –lo miré asustada.
—Yo no…
—Lo sé, solo tu ropa estaba con ese olor, además del bastardo que quiso abusar de ti –cuando nombró a ese hombre sentí escalofríos.
—Tú lo…mataste –él asintió sin darle mayor importancia.
—Así es, debo decir que fui compasivo, ni siquiera se dio cuenta.
— ¿Qué hiciste con su cuerpo?
—Lo eliminé…no te diré cómo, eso está demás –asentí. Era mejor saber menos sobre aquello, quería borrarlo de mi mente — ¿y cómo lo pasaste en tu cita? –pude notar que tensó su mordida al hacer esa pregunta, pero aun así parecía tratar de distraerme.
—No te diré cómo, eso está demás –dije repitiendo lo que él me había respondido. Max se puso de pie y miro el té, dándome la espalda.
—Es preferible que te lo tomes rápido —se fue hacia la puerta y desapareció.
Levanté los hombros quitándole importancia a lo que él podía pensar en este momento, exactamente como él lo había hecho conmigo. Tomé todo el té que me había dado Teresa y me acurruqué debajo del cobertor nuevamente, no me costó nada quedarme dormida por segunda vez.
¿De qué era ese té?
 Sentí como alguien movía mi hombro, tratando de despertarme. Abrí mis ojos y me encontré con una muy preocupada Tara.
—No puedo creer lo que te sucedió –dijo abrazándome al segundo de abrir mis ojos. Sonreí al notar su preocupación por mí.
—Ya todo está mejor —ella se separó de mi.
—Estoy feliz que el Sr. Max haya acabo con su vida, era un infeliz –tragué saliva nerviosa por eso.
Tenía sentimientos encontrados, por un lado estaba la alegría y seguridad de que ese hombre no haría daño a nadie más, pero por otro lado, era una vida humana, nadie puede arrebatarlas como si tuviera el poder de juzgar a los demás.
—Traje algo para que comas, ya han pasado demasiadas horas –dejó la bandeja sobre mis piernas cuando me senté en la cama –han estado muy preocupados por ti –asentí.
—Max dijo que Teresa hasta hizo un té para mí –ella frunció el ceño y me quedo mirando.
—La Sra. Blake no ha venido en todo el día —abrí mis ojos con sorpresa.
— ¿Estás diciendo qué fue Max que hizo esto? –ella levantó los hombros haciéndose la desentendida.
—Si El Sr. Max dijo que la Sra. Teresa hizo el té, ha de haber sido así –me quedó mirando sospechosamente así que lo más probable era que estuviera mintiendo para proteger a Max.
—Entiendo… ¿Dónde está él?
—Recién ha salido a donde sus padres, ellos se van mañana, de vuelta a sus vacaciones por lo que me dijo antes de entrar acá –asentí.
—Estás de broma, Max no me hizo el té –dije sin evitarlo, si él había salido no importaba lo que dijéramos.
—No diga nada, que luego le va a leer la mente, yo aprendí a esconder mis pensamientos pero…
—Max ya no lee mi mente –Tara abrió los ojos ante la sorpresa de lo que le decía.
— ¿Es en serio? ¿No es capaz de leer tu mente? –dijo sonriendo ¿esto era una buena noticia?
—Si ¿Por qué sonríes?
—Nadie le ha dicho nada por lo visto –miró hacia un lado, confundida –creo que estaría mal si le digo que él no es capaz de leer su mente porque esta tan confundido que se bloquea ante usted, aunque esa confusión ha de estar en sincronía con la de su Elska Evige como para que su habilidad no siga teniendo efecto, pero yo no le puedo decir eso, Lizzie –fruncí el ceño.
—Primero que todo, me trataste de usted en todo lo que dijiste y fue raro –ella hizo una mueca –segundo, yo no estoy confundida en nada, tengo todo muy claro respecto a Max.
—Como sea –dijo Tara rodando los ojos, sin tomar en cuenta lo que le había dicho –lo peor será cuando den un paso más…se vuelven más dependientes. Es un proceso hermoso los de las parejas, si se quita todo el dramatismo y dolor.
— ¡Él no es nada mío! –dije mirándola enojada –deja de hablar como si yo sintiera algo por Max, no es más que odio lo que me provoca ¿es qué no has estado presente? Has visto como me ha tratado y como ha dejado sus marcas en mi…cómo me ha pisoteado y roto mi habilidad de sentirme segura con lo que yo quiero o pienso, él ha roto todo eso, no se merece ni siquiera mi preocupación –Tara me quedo mirando sin decir nada –y no digas que tiene justificación o algo por el estilo, ya sé toda la verdad.
— ¿Qué? ¿Sabe lo de Luciana? –bufé.
—Su triste historia puede conmover a sus ridículos seguidores, como tú o Teresa, pero no a mí, eso pasó hace siglos atrás, que vaya a utilizar esa excusa con las mujeres que se tira cada noche –sabia que él no se seguía acostando con nadie más porque no habría tenido problemas de refregármelo en la cara pero aun así, lo había hecho en el pasado.
—Ya veo que no han conversado todo con claridad –la miré enojada.
— ¿Es qué hay más en su historia? –ella negó.
—Hablo de hablar con la verdad, el Sr. Max es muy reacio a decir las cosas con sinceridad, le costó más de un año decirme “Buen trabajo, Tara” con usted es aun peor.
— ¿Me estás diciendo que le tomara tiempo decirme “Buen trabajo”? porque realmente él me ha dejado en claro que soy su simple empleada, con la puede acostarse cuando se le frunce.
—No hables así de ti, no es bueno.
—Para que veas lo que ha provocado tu jefe, no es más que un psicópata y que le quede claro que su confusión vampírica no es más que su cargo de conciencia, que no piense que es algo más de mi parte, porque no es así, él es un obstáculo que deberé traspasar para ser libre…me he topado con problemas como estos antes, no me cansaré hasta quedar libre.
La puerta de la habitación se abrió con fuerza. Me quede helada al ver a Max mirándome enojado.
—Tara, toma esa bandeja y sal de aquí antes que me arrepienta de haberle seguido el juego a Lizzie y te vuelva a despedir por hablar demás –en un segundo Tara estaba yendo hacia la puerta sin decir nada.
Max cerró la puerta y se acerco hacia mí.
—Así que un simple obstáculo ¿no? –me fui moviendo hacia atrás de a poco, con miedo de lo que él me podía hacer – ¿Por qué te alejas? Estabas tan valiente hace unos segundos… —tragué saliva al notar como sus ojos cambiaron de color, volviendo a aquellos ojos carmesí –tengo hambre y esta vez le haré honor a tu petición –de mi boca salió un grito ahogado cuando sacó el cobertor hacia atrás de un solo movimiento.
—Max, no puedes hacer esto después de lo de ayer.
—No me importa –dijo mirándome directo a los ojos — ¿no dijiste que te has topado con problemas como yo antes? –pude ver lo que sentía cuando dijo esa frase.
—Estás loco, no es lo que tú crees –rodeó mi pie izquierdo y me hizo acercarme a él, arrastrándome despacio por la cama — ¿Qué estás haciendo?
—No te debería importar, has dicho que eres mi empleada –lo miré enojada.
—Maldito manipulador, no estés dando vuelta tus propias palabras para quedar como una víctima, no soy estúpida, a mi no me manejaras de esa forma –comenzó a desabotonar su camisa, solo algunos botones — ¿Qué haces? –esto era nuevo otra vez, no iba a morder  mi cuello.
—Lo que deseo ¿no es lo que he hecho siempre?
Solo por algunos momentos estos días pensé que Max estaba siendo un tanto diferente, pero no era así, volvía a tener esa mirada malvada en sus ojos, provocando que escalofríos cruzaran por mi medula espinal como si esta fuera una carretera. Aun así, el miedo no era como el de ayer.
Me había dado cuenta que la primera vez que Max me atacó, había estado asustada, había llorado y luchado por escapar de él, pero aun así ese miedo no se comparaba a lo verdaderamente asustada que estuve cuando ese hombre tocó mi mentón anoche. Pero… ¿Por qué Max volvía a tratarme así? ¿De verdad se veía un tanto afectado por lo que había dicho?
— ¿Qué estás pensando? –dijo enojado al no saber qué estaba pasando por mi mente.
Sabía que él tenía que estar furioso por haber salido con Noah, pero ¿Qué tiene de malo? No había hecho nada, era como haber salido con Sophia o Jennifer, algo más había en Max, sus ojos casi me podía decir lo que pasaba, pero…algo me estaba faltando.
—Lizzie… —dijo esperando mi respuesta, pero al llamarme por mi nombre hizo que pensara aun más, recordando lo que había sucedido hoy en la madrugada “Lizzie, detente” él me había tratado de esa forma incluso luego de haber salido con Noah, después de haber estado tan tarde fuera de este piso.
—Gracias —dije como reflejo al saber lo que estaba sucediendo en su mirada. Max me soltó de inmediato y me quedó mirando sin decir nada –Gracias por haber ido a ayudarme hoy… —no fue capaz de responderme, aun así sus ojos seguían rojos, tenía hambre.
Quede pensando unos segundos en que tenía que darle de mi sangre, iba a saldar mi deuda  con él y además Max no estaría de mal humor lo que me permitiría más libertad. Tenía que comenzar a ser más astuta ahora que él no era capaz de leer mi mente, de todas formas ¿Cuánto más iba a perder?
 –Puedes…beber de mi –los ojos de Max se abrieron aun más, pero segundo después su mirada volvió a ser dura conmigo, de seguro había recordado de que salí con Noah sin su autorización o algo parecido, también pudo haber recordado que su historia solo había causado que lo odiara aun más y que el efecto de compasión, al cual estaba acostumbrado por parte de los demás, nunca llegara.
—Como si necesitara de tu aprobación –volvió a tomar mi pie y terminó de acercarme a él –esta vez, estoy hambriento…tanto de tu sangre como de ti.

Creo que este fue más largo :3 gracias por leer

4 Lectores:

  1. Heee!! Otro! Esto se pone mejor cada vez 3:) jajaja ya sabía yo que no se abriria tan pronto Máx jajajaja.
    Había olvidado lo del intento de violación, /-\ me encantaaa /-\ jajajaja gracias Dani. Difruta con nosotras de esta genial historia producida por ti

    ResponderEliminar
  2. siento que te odio inmensooo lizzie >.< mo de verdad esta le dieron la pastilla de la tontera y el premio de los resentidos mundiales -.-

    ResponderEliminar
  3. Aghhh bueno, Lizzie tiene suerte de haber llamado a Max, o sino lo hubiera pasado demasiado mal!!!
    Por lo menos esta vez le dio permiso de tomar su sangre... y más ;)
    Besos gigantes!!!
    XOXO

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

© Black Butterfly, AllRightsReserved.

Designed by ScreenWritersArena