miércoles, 2 de diciembre de 2015

Invitación Peligrosa - Capitulo 22


“Confesiones”

—Eso es imposible –miré a ambos sin entender — ¿tu igual Mathias?
—Así es Srta. Lizzie, pero mi tutor es Patrick Knight —me puse de pie sin entender como estos dos chicos eran capaces de hace algo como esto. Comencé a caminar sin dirección alguna por la habitación –es nuestro deber –lo miré aun más sorprendida.
— ¿Su deber? no me digan que…

—No, no es así –intervino Tara –no es nuestro deber, no es una obligación –miró a Mathias y lo reprendió  con su mirada –le dije que esto era raro, no entiendo como el Sr. Max aceptó esto, pero bueno…
—Dios –dije llevando mi mano a mi cabeza — ¿Cómo no puedo estar más de una hora sin problemas sobrenaturales? –me senté agotada en el sofá, cerrando los ojos hasta que sentí un estilo de escalofríos en mi cabeza, segundo después mi celular comenzó a sonar.
Miré de quien se trataba y no me sorprendió  ver que era Max, contesté porque no tenía ganas de inventar algo para después. La noticia de Tara me había dejado desconcertada.
— ¿Qué sucede ahora? –dije cansada.
—Veo que has sido bastante astuta –me senté rígida en un segundo. Comencé a mirar para todos lados, pensando que estaba en algún lugar, mirándonos, espiándonos como un maldito psicópata.
Tara me miró por unos segundos y entrecerró los ojos por mi actitud.
—No sé de qué estás hablando… —dije tratando de controlar mi voz.
—No te hagas la estúpida, en menos de una hora debes estar en mi departamento ¿has entendido? Nadie juega conmigo Green, nadie –tragué saliva nerviosa y corté.
Miré a Tara y Mathias, ella me seguía mirando sospechosamente hasta que abrió los ojos como platos y se puso de pie, soltando la mano de Mathias.
— ¡Oh Dios mío! ¡Oh Dios mío! –Dijo caminando de un lado a otro –era mentira —me miró enojada. Se llevó una mano a la frente –Dios, hay que pensar algo pronto.
— ¿Qué sucede? –dijo Mathias sin comprender. Ella respondió en un segundo.
—Era mentira que el Sr. Max la había autorizado para que supiera la verdad sobre nosotros –Mathias me miró e hizo una mueca.
—Eso no es nada bueno —ambos comenzaron a pensar algo.
— ¿Qué sucede? ¿Por qué tanto lio? –está bien, Max era un sádico, más cuando alguien lo desautorizaba, pero no era para ponerse locos ¿cierto? no podía ser tan terrible su reacción, aunque pensándolo mejor, si era para preocuparse.
— ¡Ya sé! –Dijo Tara, retomando mi atención –esto es lo que tienes que decir Lizzie, primero, no mientas sobre lo que está sucediendo, ya sabes la verdad, eso está hecho, pero no esperes te tendrá un poco de confianza, el Sr. Max odia cuando es engañado. Creo que ni siquiera podría jugar a monopolio por lo mismo –no entendía nada.
—Una excusa –dijo Mathias, entendiendo a donde iba Tara con todo esto.
—Debes decir que hiciste esto porque querías saber más de él, fácil, su ego no lo dejará pensar más allá, gran defecto del Sr. Max — ¿gran defecto? yo diría uno más de los cientos que tiene.
—Bien –dije pensando en lo que decían, en parte no era mentira, quería saber lo que había tras Max el Monstruo, pero era mera curiosidad, nada más –no veo por qué están haciendo tanto escándalo –ambos se miraron.
—El Sr. Max realmente no le gusta que lo engañen, como dije antes, así que ahora todo avance que pudiste tener con él en algún momento dalo por perdido –me tragué las ganas de reír.
—Para eso debe haber una intención de mi parte y no deseo tener avances con él, se los aseguro –bien, era cierto que quería saber de curiosa lo que sucedía con Max, pero eso no significaba que lo gritaría a todo el mundo, me quedaba algo de orgullo.
—Aun así  avanzaste, el Sr. Max nunca se retracta de nada, aunque esté equivocado –rodeé los ojos. Si Tara supiera lo que me tocó hacer, creo que eso de “nunca” tendría otro significado para ella.
—Bien, creo que mejor me iré para que la Reina del drama no se vuelva histérica –ambos sonrieron por mis palabras.
—Muchas gracias Lizzie, no sé qué habrás tenido que hacer, pero te lo deberé por una eternidad –dijo abrazándome Tara.
Dios, por mi culpa iba a ser una eternidad, literalmente.

Salí del departamento de Tara y me fui hacia el de Max, para mi mala suerte esta vez no demore nada en encontrar uno, pero luego de haber llegado a la zona céntrica, estuvimos más de  cuarenta minutos en el trafico, lo que solo provocó varias llamadas por parte del psicópata numero uno, las cuales no contesté ya que de todas maneras tendría que soportar cualquier cosa que se le ocurriera decirme… o hacerme.
Subí en el ascensor por ir atrasada por más de veinte minutos. Fui directo a la habitación por si pasaba desapercibida, pero al cruzar la sala, escuché su voz.
— ¿Dónde crees que vas? –me detuve y me giré hacia él. Estaba mirando por las ventanas.
—A cambiarme de ropa, ya que quisiera ponerme algo cómodo –dije un tanto nerviosa. Max se volteó y me quedó mirando.
—Recorriste la ciudad vestida así, no creo que te haga mal estar en ella por un par de minutos más –su mirada era fría, no había rabia, ni siquiera excitación. Estaba por completo inexpresivo.
Lo que extrañamente hizo que me sintiera un tanto mal.
—No exageres con esto, solo quería ir donde Tara para darle personalmente la noticia.
—No mientas —su mirada era tan diferente a las que había visto.
—Sigo pensando que estás exagerando ¿es qué solo tú tienes derecho a investigarme? lo siento, quería saber un poco más de mi secuestrador para así aumentarle su ego –me crucé de  brazos, lo que no duró ni un segundo porque los tuve que bajar al ver que él se acercaba.
—No somos iguales, tu eres inferior –lo miré sorprendida ¿Cómo me decía eso?
— ¡Ey! Basta, no tengo ganas de esto –lo miré desanimada, pero él frunció el ceño –Max, estoy cansada, no tengo ánimos de discutir contigo. Lo que pasó es simple, quería saber lo que Tara estaba haciendo para entender en qué andabas metido, nada trágico ni dramático.
—Pero lo hiciste atreves del engaño –rodeé los ojos, que descaro de su parte.
— ¿Qué esperabas? ¿Qué fuera sincera contigo? me tienes secuestrada y además has amenazado a mis amigas ¿Qué quieres de mí? –claramente lo deje sorprendido de nuevo ya que me quedo mirando sin decir nada por unos segundos –Dime qué demonios esperas de mí, yo no…yo no quiero estar así por un tiempo indefinido, me agotas, no soy una persona que discuta a menudo, me fui de casa por lo mismo, así que dime qué es lo que quieres y por qué… —no pude seguir hablando, era imposible siquiera tener una idea en mi cabeza al sentir los labios de Max contra los míos.
Por inercia llevé mis manos a su camisa, donde me aferre con fuerza. Él tenía mi rostro entre sus manos, mientras se apoderaba de mi boca, con suavidad y provocando que ahora mi cabeza volara a un nivel que me era desconocido. ¿Qué estaba sucediendo?
—Max —dije pasmada cuando se separó un poco de mí, lo que me permitió tomar aire y observarlo sorprendida.
—No te puedes quedar callada nunca ¿cierto? –Soltó su agarre y dio unos pasos hacia atrás –saldré.
No sé que fue, pero creo que el mismo se sorprendió por lo que había hecho.
—Ni se te ocurra –dije tomando su brazo cuando pasó a mi lado –tú no eres el único aquí que puede decir cuando… —esto era tan humillante, pero era culpa de ese bastardo y sus labios.
Miré a Max y estaba sonriendo; no le tomó nada avanzar conmigo hasta hacerme chocar contra la pared.
—Tu leíste mi mente cuando estaba con Tara…y no estabas cerca –dije mientras mis manos estaban sobre su camisa. Él rodó los ojos.
— ¿Quieres o no? Porque no me gusta que hables mientras lo hacemos –fruncí el ceño enojada, mi sangre hirvió de rabia.
Lo empujé con todas mis fuerzas pero fue inútil, es más, su cuerpo quedó aun más cerca. Rodeó mi cadera y me acerco a él mientras me besaba.
Rendida llevé mis manos a su rostro tratando de acercarlo. Sonreí al sentir cosquillas cuando él fue hacia mi espalda y bajo lentamente el cierre de mi falda para después ir bajándola despacio hasta que cayó en el suelo, rodeando mis pies.
—Aquí es más adecuado ¿no crees?
No tengo idea del porque dije eso, pero no seguí pensando en ello, ya que él comenzó a desabotonar mi blusa, sin dejar de mirarme, botón por botón, dejando que sus dedos rozaran mi piel.
Tampoco pude dejar mis manos quietas así que me dediqué a sacarle su chaqueta para después desabotonar su camisa con rapidez. No pude evitar sonreír al darme cuenta que era primera vez que lo estaba desnudando.
Él no tuvo problema alguno dejándome hacer lo que yo quería, por lo que se dedicó a besar mi cuello mientras que sus manos iban a mis bragas y las rompía por los costados, haciendo que cayeran al suelo así su mano llegó en un segundo al interior de mis muslos y fue subiendo lentamente hasta llegar a mi centro y comenzar con esas caricias que solo provocaban cierta debilidad en mis piernas.
Aquello fue como un impulso para que me apresura a tratar de abrir su pantalón, lo que se me hizo fácil de cierta manera, nunca pensé que desvestirlo no traería complicaciones.
Max se encargó de lanzar lejos su pantalón. Sus manos rodearon mi cadera y sin otro preámbulo me levanto unos centímetros para que yo rodeara su cuerpo con mis piernas y de una sola estocada, entrara en mi cuerpo.
Escondí mi rostro en su hombro, sintiendo como cada parte de mi quedaba a su disposición, exactamente como siempre sucedía con él. Era tan frustrante y contradictorio lo que él me causaba, ya que el placer que sentía con aquel Monstruo, era único.
 ¡Como odiaba a Maximiliano por provocar esto! ¡Era tan injusto!
—Mucho más adecuado –dijo respondiendo a mi pregunta anterior, sin dejar de moverse bruscamente. Mi trasero chocaba contra la pared, al igual que parte de mi espalda.
—Te gusta que te… —cerré los ojos al percibir como entraba en mi cuerpo. Creo que nunca me podría llegar a acostumbrar a su dimensión, lo sentía por completo –te gusta que te odie... –él sonrió y comenzó a besar mi cuello, mientras me aferraba a sus hombros.
No entiendo porque sus labios causaban estragos en cualquier lugar que los posara, era como si fueran mi mayor debilidad, si no fuera por ellos la primera noche no habría disfrutado nada.
 –Max — gemí sintiendo como nuevamente mi cuerpo se volvía una llama de fuego. En ese segundo, él rodeó mi trasero para moverse más profunda y rápidamente.
Solo bastaron un par de embestidas de su parte para que ambos volviéramos a tener esa sensación que se me estaba haciendo tan conocida. No obstante, Max no se detuvo en ningún momento, ni siquiera cuando mi espalda se arqueó ante el placer que recorría mis fibras nerviosas; tampoco lo hizo cuando mis manos se aferraron a sus brazos y mucho menos cuando él mismo estaba alcanzando el clímax al mismo tiempo que yo.
—Lizzie —se quedó unos segundos observando mis ojos que se mantenían entrecerrados por el cansancio que me había abrumado. Su ceño se frunció, aun manteniéndose dentro de mí hasta que lentamente se fue separando.
No entendía la confusión en su rostro, pero no dije nada y aunque quisiera decirlo, no habría podido.
Mis piernas estaban débiles y tenía la sensación de que algo me faltaba, a pesar de haber alcanzado aquel increíble orgasmo, dos veces. Para mi sorpresa aquella sensación desapareció cuando Max sin previo aviso atrapó mis labios de una forma cuidadosa, sorbiendo mi labio inferior, tentándome de esa forma.
Sin embargo cuando mi corazón volvió a latir desbocado por su culpa, sin tener tiempo de recuperarse por las últimas sensaciones que me había hecho sentir y mientras mis manos subían por su cuello, sentí que una brisa nos envolvía sin previo aviso.
Segundo después, estaba sin sus labios y sentada en la cama de la que supuestamente era mi habitación.
—Llama para que te traigan algo de comer, saldré –dijo desapareciendo, dejándome con mi respiración aun alterada por aquel beso
¿Qué estaba pasando con él?
Me metí bajo los cobertores y me quedé en blanco, mirando hacia la pared de la habitación, esperando que mi respiración volviera a su normalidad.
¿Qué demonios me estaba sucediendo con Max? Esa era la pregunta más frecuente en mi cabeza estos días, era imposible que estuviera dejando de odiarlo, no podía llegar ahí, era una zona que estaba prohibida, además ¿Por qué él ahora estaba actuando de forma diferente? Si tan solo hoy fue un patán conmigo en la oficina.
Negué, escondiendo mi rostro en la almohada, no podía permitirme bajar el nivel de odio que tenía dirigido hacia él.
Necesitaba ayuda, me estaba volviendo loca, si es que ya no lo estaba.


Con rapidez me alisté, tenía que aprovechar el tiempo que Max podría estar metido en cualquier otra parte que no fuera cerca mío o en el trabajo, así que me vestí con unos jeans negros y una camiseta del mismo color además de un abrigo verde corto.
Salí del departamento y gracias al cielo que estaba Thomas en el primer piso, por lo que le pedí que me fuera a dejar al Blake Ltda.
— ¿No cree qué va un tanto informal a trabajar? –enarqué una ceja.
—Veo que has sacado el habla –estúpido Thomas que no me había dirigido ni siquiera un hola por voluntad propia, todo a causa de que Max.
—Sabe como son las cosas por aquí –no le respondí, estaba muy enojada con él –de verdad lo siento –lo miré entrecerrando los ojos, menos mal que iba a su lado ya que no podría darle esa mirada si iba detrás suyo.
—Me da lo mismo Thomas, de todas maneras te riges según la paga que te da Max, ahora solo limítate a manejar en silencio, como lo has hecho todos estos días –no me respondió nada.
Durante todo el camino hubo un silencio bastante incómodo hasta que llegamos a Blake Ltda. Donde me apresuré para salir del auto, pero Thomas llegó a mi lado y me tomó de la muñeca. Lo miré sorprendida.
—Srta. Lizzie, de verdad siento no poder hablarle.
—Espero que no seas tan lame botas con Max –me giré sin despedirme y me dirigí hacia el interior del edificio.
De verdad había hecho sentir mal a Thomas, increíble, esto no se podría saber, si Max se llegaba a enterar de ese contacto tan normal entre humanos, donde su chofer me tocaba, ardería Troya…alto ¿Por qué debía importarme lo que enojara a Max? No, esto estaba saliendo muy mal, era hora de buscar soluciones para no dejar que mi cabeza se siguiera confundiendo.
Decidí no tomar en cuenta mis pensamientos poco coherentes y subí al ascensor lo más camuflada posible. Venía a cumplir dos misiones, pero ahora importaba la primera, que estaba por conseguir.
Entré al piso de Jennifer y di gracias al cielo porque no se encontrara en su escritorio, así que entre a la oficina de Emily y la cerré, poniéndole seguro. Cuando me giré a verla, ella sonreía, como si me hubiera estado esperando.
—Hay poco tiempo, Max esta en el edificio — ¿así que aquí era a donde había escapado? No le habría costado nada decirme a donde iba –esperaba que vinieras por dudas ¿estoy en lo correcto?
—Buenas tardes, Srta. Emily –ella me volvió a sonreír.
—No me llames así, no hay razón, si ni siquiera estás trabajando –asentí y me acerqué a ella –toma asiento –lo hice y luego levante la mirada para enfrentarla, ella de verdad que intimidaba.
Parecía realmente una modelo, alta y elegante, sin embargo lucía astuta e inteligente, sin dudas era quien debería estar con Max ahora.
— ¿Qué es lo que deseas, Lizzie? –me llamó la atención la forma a como me llamó, creo que cada vez me sorprendía más cuando alguien del circulo de Max, se dirigía a mi por aquel apodo.
—Necesito que acepte quedarse con Max –ella abrió sus ojos negros sorprendida, pero un segundo después volvió a esa expresión de póker, no dejaba ver sus reacciones por nada en el mundo, solo sonreía amablemente. Siempre tenía la duda de la sinceridad que había detrás de esa sonrisa.
— ¿A qué viene esa petición? –dejó sus manos sobre la mesa, al igual que sus codos. Lucía un tanto intrigada.
—Quiero seguir con mi vida y deseo que él salga de ella –frunció su ceño y se puso de pie para comenzar a caminar lentamente hasta rodearme, los nervios comenzaron a florecer ante el posible peligro que estaba corriendo cerca de este vampiro.
— ¿Sabes lo qué me estas ofreciendo, Lizzie? –su tono fue completamente frio.
—Así es, he visto que usted no es mala, es más, me ayudó, pero creo que hace una pareja perfecta con Max, así que vengo a proponerle un tra...
—No te atrevas a decir ni una sola palabra más –quedo de pie, detrás de su silla. Me miraba enojada –había pensado por un momento que eras la persona adecuada para Max, pero por lo visto, no eres más que otra chica con el correcto grupo sanguíneo –fruncí el ceño sin entenderla.
— ¿Por qué habla así? Usted estaba con Max –ella rodó los ojos.
—Tú misma lo has dicho, estaba y ni siquiera era eso, deja de tratarme de usted Lizzie.
—Por favor, estoy tratando de hacer un trato con usted, yo puedo ayudarla.
— ¡Lizzie! –Esta vez me gritó –no tienes la menor idea de lo que significan tus palabras –me puse de pie enojada.
—Claro que no se qué significa si nadie me ha dado algo de información. Max me tiene atrapada, quiero salir de su lado y tú eras una de mis soluciones –su expresión volvió a ser fría.
—No te ayudaré, Max es mi amigo, no lo traicionaría de esa forma jamás, además no tengo ese tipo de sentimientos hacia él. No estás viendo en la dirección que deberías Lizzie –dijo llevando su mano al mentón, pensando. Su cabello rubio brillaba por la luz que se colaba desde la ventana –esto no está saliendo como debería.
— ¿Qué no está saliendo como debería? ¿Cómo tendría que ser? –ella me miró unos segundos y se volvió a sentar, con movimientos delicados.
—Ahora estamos en la misma sintonía, ese estilo de preguntas puedes hacerlas conmigo, pero no vengas a proponerme planes para traicionar a Max –me senté sin entender nada.
—Pero tú estabas durmiendo con él ¿no deberías estar feliz por quererlo para ti? –ella sonrió levemente.
— ¿Por qué habría de querer a Max? –bufé.
—Por la misma razón que eres leal a él.
—Eres difícil de manipular –dijo un tanto cansada — ¿aun no sientes nada por él? –sonreí ante su pregunta.
—Claro que lo hago –ella me miró un tanto sorprendida –desde que lo vi, lo odio, prácticamente me violó, luego me secuestró y me ha tratado de forma violenta más de una vez. Además no me deja salir con mis amigas sin su autorización ¿Cómo responderías tú a eso, Emily? –ella asintió.
—Probablemente ya ni siquiera estaría vivo, pero Lizzie…todo tiene una justificación.
— ¿Has escuchado lo que dije? no, él no tiene perdón ni mucho menos excusa ante lo que ha hecho –ella negó.
—No lo hizo de la manera correcta, opino igual que tú, pero Lizzie, Max hace mucho que no está con alguien luego de Luciana, ella… –Emily se quedó callada sin terminar la frase, miró hacia la puerta, que se abrió delicadamente.
Negué cansada, justo cuando estaba obteniendo información que deseaba, él tenía que aparecer, ni siquiera me tenía que voltear para saber que estaba mirándonos.
—Sal de aquí ahora mismo Lizzie, hay algo que tengo que hablar con Emily –miré a la involucrada y ella solo me sonrió, por lo que supuse que no corría peligro, aunque yo no era quien para poder protegerla.
Me puse de pie y me despedí con una seña de ella para luego girarme hacia la puerta. Enarqué una ceja al ver que Max estaba vestido casualmente, unos jeans y una camisa negra junto a un abrigo del mismo color. 
Pasé por su lado y cerré la puerta. Me sorprendí al ver a Jennifer ya sentada en su escritorio, me miraba sonriendo.
— ¿Todo bien allá adentro?
—Todo excelente…bien, debo subir, luego volveré al departamento no me siento muy bien.
— ¿Estás enferma?
—Más o menos, pero ya pronto me iré y dormiré ¿sí?
— ¿Vendrás mañana? Recuerda que tienes ese almuerzo con Noah.
Lo que dijo hizo que sintiera bastantes mariposas en mi estómago por los nervios que me causaba explicarle a Noah que estaba en una relación con Max, lastima, sería mi primera y última cita luego de mucho tiempo de no haber salido con nadie.
—Sí, lo recuerdo…bien, nos vemos –me despedí de ella con un beso en la mejilla y me dirigí al ascensor.
Subí hasta el piso de Max y al salir me fui directo a mi escritorio para poder sacar el número que necesitaba. Tenía dos planes contra Max y uno ya no había resultado, por lo que no me quedaba otra salida que recurrir a otra persona.
Guardé mi celular en el bolso justo para cuando las puertas del ascensor se abrieron, suspiré al notar que no había nadie. Corrí para aprovecharlo y me quede más tranquila ya dentro de la caja metálica. Irónico.
Me había costado encontrar el número en la agenda del Sr. Ezequiel, jamás había tenido que utilizar aquel contacto porque siempre era ella quien llamaba, pero ahora…bueno, tenía que buscarla para que me ayudara. Teresa Blake era mi segunda opción.
Si no podía irme del lado de Max, tendría que ir averiguando de qué se trataba todo esto de la Elska Evige así podría ir adaptándome o me serviría para encontrar alguna debilidad en él y poder escapar o por lo menos asegurar la vida de mis amigas.
Marqué al número de Thomas y le avisé que ya iba de vuelta, me respondió con un tono de voz mucho más amable que las veces pasadas. Levanté la vista al ver que el ascensor paraba en el piso de Jennifer, mi estómago se revolvió de nervios.
—Veo que sabías que era yo –dijo Max entrando a la caja metálica. Suspiré, cansada.
—Claro, si te vi en la puerta, tendría que ser ciega para no verte —comencé a tratar de manejar mis pensamientos para que él no supiera lo que había hecho, pero solo al tener ese plan…él sabía que escondía algo.
—Así es –dijo apoyándose en la pared –y no me costará nada descubrirlo.
—Ya lo veremos –bajamos en silencio hasta el primer piso.
Rápidamente quise salir de ahí, así que comencé a caminar hacia la salida sin ningún problema hasta llegar al auto negro, donde Thomas me esperaba. No me iba a incomodar por el retorno al departamento ya que Max se iba en otro auto, no tenía idea el motivo del porque lo hacía, pero me quedaba tiempo libre, justo lo que necesitaba.
—Tú te vienes conmigo –dijo tomando mi brazo y haciendo que retrocediera para ir al estacionamiento –tú, ten más cuidado a la próxima y ve a buscar a Tara ––dijo a Thomas, que abrió los ojos tan sorprendido como yo.
Se había dado cuenta de que me había tocado, pero para mí alivio, no había reaccionado de la forma que había predicho, aunque se haya molestado de todas formas.
–No me escondas cosas, más si sabes que me enojaré –dijo ahora mirándome.
Seguimos caminando hacia el estacionamiento. Max llevaba mi brazo no de una manera brusca, lo que llamó mi atención y aun más cuando no me dijo nada por estar pensando estas cosas.
— ¡No! –Dije deteniéndome –no me subiré a ese auto –Max frunció el ceño.
— ¿Por qué? –no soltó mi brazo y me quedó mirando.
—Eso es demasiado Max, es muy llamativo, es un deportivo, no podría andar en…
— ¿Y qué quieres entonces? — ¿Qué demonios estaba pasando aquí? ¿Por qué Max me estaba preguntando lo que quería?
— ¿Qué…? ¿Qué me vas a hacer? –él enarcó una ceja y me miró extrañado.
— ¿Quieres qué te haga algo?
—No –dije segura –tú nunca preguntas qué es lo que quiero –él me miró por un segundo para después rodar los ojos.
—Muy bien –dijo eso y abrió la puerta, para después lanzarme hacia el asiento del copiloto –si no quieres que te pregunte lo que quieres, entonces bien –cerró la puerta y dio la vuelta en menos de un segundo.
Me quede mirando hacia al frente sin poder decir nada. Me había sentado demasiado rápido y mi corazón latía con fuerza.
Suspiré cuando el miedo comenzaba a disiparse.
—Eres astuta, Lizzie –fruncí el ceño y lo miré.
— ¿A qué te refieres? –él me observó mientras salíamos de Blake Ltda.
—Pensé algo muy distinto de ti cuando salí de casa –“casa” ¿de verdad pensaba qué ese piso solitario era una casa? –Pero has venido a traicionarme con Emily, pensé que la odiabas –miré hacia la ventana.
—No es mi mejor amiga, pero no la odio, a diferencia de lo que siento por ti  –lo volví a mirar.
—No sacarás nada con Emily, ni con nadie de mis conocidos, son leales a mi –rodeé los ojos y volví a mirar hacia la ventana –te estás asustando –no pude evitar sonreír por lo que dijo.
— ¿De verdad me estás diciendo esto? me asustas desde la primera vez que te vi y tengo mis fundamentos ¿no recuerdas la primera noche? –él esquivó mi mirada, lo que me sorprendió.
—No te asustaste cuando ya podías verme.
—Claro que no si me habías hecho pasar por lo peor, además no tenía idea de que tú eras mi violador y secuestrador, fue mayor la sorpresa que el miedo. Te culpo por completo, creo que manipulaste mis sentidos para no descubrir que eras tú el culpable.
—Si lo dices así, suena realmente mal –fruncí el ceño confundida.
¿Por qué Max estaba de buen humor? Había descubierto que quería traicionarlo y además le había escondido mis acciones.
—A mi me pone de buen humor tener sexo, ya te lo había dicho hace tiempo, efecto que no ocurre en ti –sátiro, eso es lo que es Max –puede ser, pero has cambiado el tema.
—Deja de hablar tan relajado ¡Y deja mi mente tranquila! –no me estaba gustando la actitud de Max, no era la que esperaba.
—Actúo así porque solo me has demostrado algo más además de tu traición hacia mí.
— ¿De qué estás hablando?
—Primero que todo, eres exactamente como lo había pensado, no se puede confiar en ti –eso era verdad, él no podía confiar en mí, exactamente como yo no podía confiar en él –y segundo, que estás asustada, lo que me confirma otra hipótesis –me crucé de brazos, lo que Max decía eran lo más obvio del mundo si tienes a alguien secuestrada –Sabes a que me refiero cuando digo “asustada” –no fui capaz de responderle.
Me concentré en mirar hacia afuera. Él no tenía idea de nada y aunque leyera mi mente, él no tenía la capacidad de saber cómo me sentía de verdad.
—Mentira –dijo interrumpiendo mis pensamientos.
—Basta —lo quede mirando furiosa, se estaba extralimitando.
Este Max no me agradaba, ningún lo hacía, pero me era raro verlo de tan buen humor y para peor creo que este era Max realmente.
—Así es, pero tienes la manía de mantenerme de mal humor, así que no me puedes culpar de que solo conozcas ese lado –mis ojos se abrieron asustados. Max no podía estar de tan buen humor, recordando lo que paso el fin de semana o lo que acaba de suceder con Emily.
Su ceño se frunció de inmediato.
—Verdad, tenías que recordarlo, mañana tienes una gran cita ¿no? –De nuevo esas mariposas salieron a revolotear en mi estómago –ten cuidado, Lizzie –su expresión volvió a ser la que siempre veía, malvado o más bien, furioso.
—Tengo muy claro lo que debo hacer.

Después de esa conversación ninguno dijo palabra alguna en el viaje de retorno al piso, así que por lo menos fue un alivio no tener que cruzar incómodas palabras con él. Llegamos al hotel y nos fuimos al ascensor. Entré lo más rápido que pude cuando las puertas de la caja de metal se abrieron.
—No tan rápido –Max tomó mi mano, sin dejarme dar un paso más.
Suspiré cansada, pero mi atención cayó en cómo me tenia agarrada Max ¿había tomado mi mano?
—No te pases de lista –al decir esto, cogió mi brazo y me llevó hasta la sala.
—Sabes, si me dijeras, “vamos a la sala” iría, no tienes para que tironearme hasta aquí –me senté cuando me liberó y esperé a que él hiciera lo mismo.
—Lo tendré en cuenta, ahora Lizzie, quiero que me des el número que has sacado, aun no puedo ver de quien se trata, pero sé que sacaste uno de la agenda de Ezequiel — ¡Maldita sea mi cabeza!
—No quiero —él enarcó una ceja, pensando exactamente lo mismo que yo ¿Por qué iba a tomar atención en lo que yo quería? –Hace un rato me preguntaste que era lo que quería, bueno, deseo mantener el número –él me quedó mirando por varios segundos sin decir nada.
— ¿Sabes? –se apoyó en el respaldo del sofá de cuero, dejando un brazo arriba, mientras cruzaba sus piernas de forma masculina, un pie sobre su rodilla –sé lo que deseas hacer con ese número y tengo la sospecha de quien puede ser, te estoy dando la oportunidad Lizzie –me miró fijamente –para no creer en un ciento por ciento que eres una traidora —bufé ante lo que dijo.
— ¿Y que gano yo si quedo bien contigo?
—Libertad —mi corazón comenzó a latir rápidamente –no complemente claro, sino de tener ciertos beneficios que te he quitado –y es así, como mi corazón volvió a su normalidad.
—Es de Teresa —bajé la mirada, cansada de no poder tener ningún secreto.
No tenía nada que ganar o perder si le decía el nombre, él ya lo sabía, como también me había descubierto con Emily, quien para mi sorpresa, había resultado ser una fiel amiga de Max.
—Bien, has hecho lo correcto –se puso de pie para después dejarme sola, sin pedirme el numero. Aun así, no me pude alegrar.
Estaba tan agotada de todo esto que ya sentía que solo estaba luchando para empujar un muro de mil toneladas, era imposible y lo peor de todo, es que además de estar empujándolo, creo que de a poco iba dejando de usar las mismas fuerzas y no sabía si era por cansancio, miedo o simplemente porque estaba loca y estaba siendo afectada por el síndrome Estocolmo. No podía dejar que me atrajera mi propio secuestrador.
Llevé mis pies arriba del sofá y rodeé mis piernas con mis brazos, dejando mi cabeza sobre las rodillas, mirando hacia las grandes ventanas, sintiendo como las lágrimas ahora solo salían silenciosas, sin que ningún sollozo escapara de mi boca.
—Lizzie —la voz de Tara llegó a mis oídos. Sentí como me abrazaba y no pude hacer nada para alejarme, de verdad que estaba muy cansada –Ya todo pasara, ya veras, tranquila… —dijo pasando su manos por mi cabello –tu eres fuerte.
—Ya no puedo más…con esto —Tara me abrazó más fuerte, como si quisiera darme sus fuerzas, pero era inútil, esto ya me estaba sobrepasando.
—Tara —ella se separó de mi al escuchar la voz de Max –necesito que vayas a donde Vladimir, para pedirle los papeles que le había encargado, debes ir a dejárselos a James, él te estará esperando…–hubo un silencio –no te quedes ahí mirando, ve ahora mismo que para eso te llamé –sentí como ella se alejó.
Cerré los ojos justo cuando el sol se iba escondiendo entre los edificios,
–Y tu… —dijo Max ahora tomándome entre sus brazos –deberías dejar de estar haciendo el papel de patética –ni siquiera tenía fuerzas de poder decirle algo –tienes que descansar Lizzie –ni tampoco tuve la capacidad de diferenciar si ese tono de preocupación había sido real o solo en mis sueños.
Sentí como una superficie blanda me recibía, una cama. Mi corazón se aceleró en un segundo cuando sentí que Max me estaba quitando la ropa, pero me tranquilicé al sentir que me estaba poniendo un pijama para después cubrirme bajo el cobertor, luego desapareció para volver junto con una pastilla y un vaso de agua.
—Compórtate —abrí la boca y tomé un poco de agua para poder tragar lo que me haya dado –bien, ahora descansa –las lágrimas salían sin parar, gastando aun más mis energías.
Me había desmoronado y no había nada que pudiera hacer para controlarlo.
—Max— dije a penas con un susurro.
—Dime –sentí su voz al nivel de mi oído.
Sabía que era efecto de la pastilla que Max me había dado, pero ahora sentía como si mi cama fuera una nube y se moviera suavemente de un lugar hacia otro, esto se estaba volviendo relajante.
—No te…vayas.
No tengo la menor idea si se quedo o no, lo único que puedo recordar era como sentía su fría mano tomando la mía. Infeliz, como lo odiaba por darme una pastilla que me hacia decir cosas que no deseaba confesar, pero que de todas formas sentía.
 O_______O pobrecita

5 Lectores:

  1. OMG OM JODIDA G...
    Mujer tu me quieres matar T.T...
    LO amooo...
    POR DIOS LIZZIE hasta yo me doy cuenta que te hace cosquillas por el jakjaksjs.

    PD: TE ODIO NOAH y ya recuerdo algunas cosaa por culpa de el -.-...

    Cuando tendremos dos cap? Lo merecemos por ser naviidad?

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  2. Ohhhh en serio???? Bueno, ahora que sabe que Emily no la ayuda, le falta Teresa ;)
    Jummm cuando quiere Max puede ser hermoso, pero Lizzie no ayuda poniéndose a la defensiva :S
    Besos gigantes!!!!
    XOXO

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  3. Pobre lizzie la veo con ganas de suicidarse

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  4. Jajajajaja apoyo a Hilda! Jajaja cuando la leí por primer vez dije que lizzie terminaría suicidándose de no ser porque conozco mas o menos el final JURARIA que esta tipa del desespero por Máx se mataría de la forma más efectiva VENENO TIAS! VENENO! JAJAJAJ en serio! Sigo sin saber quien diablos es Noah! Voy a llorar D:
    Necesito esta historia, Dios! De a pedazos siento que me volveré loca JajajaJ
    Tocaya de Navidad regalanos dos capítulos venga, shí? 2 shi!?
    #PorNavidad2CapitulosIP jajajaja empezaré un movimiento xD

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  5. Hola te he seguido desde que este fic están en fanfiction como Edward y bella de personajes que pasó con el resto de la historia por favor respondeme

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