Un ángel traicionado - Capitulo 6

Fuego

Arial se removió entre los brazos de Eric, que estaba bastante entretenido evitando que ella se escapara y corriera a donde estaba Lilia con Cheitan.

— ¡Suéltame, maldito! –le dijo por enésima vez, estaba furiosa, jamás se había sentido tan atrapada como en ese segundo.

—Deja de moverte, te harás daño –le advirtió con cuidado, como si ella fuera una niña. No se cansaba de detener sus manos, brazos, piernas, incluso boca –Lilia puede hacerlo bien por si sola.

— ¡Eric! –él cubrió su boca con la mano, bruscamente.

—Debes mantenerte en silencio por unos minutos, tenemos a pequeños demonios sobre nuestras cabezas en esta inmunda alcantarilla.

Arial apoyó sus manos sobre el pecho de Eric, respirando con dificultad. Estaba preocupada por su amiga, jamás la dejaba sola en situaciones como estas.

—No cubras mi boca –dijo ella cuando movió su cabeza a un lado, liberándose de Eric –no me gusta que hagas eso —Su tono más tranquilo sorprendió al Dominacion.

—Claro que no te agrada, no puedes estar un minuto sin hablar –ella no lo miró ni sonrió ante esas palabras, ni siquiera le rebatió con alguna frase típica de ella — ¿Arial? –preguntó él, notando que algo iba mal.

—Déjame en paz ¿sí?

—Ey… no te enojes –dijo Eric, buscando con su mirada los ojos rojos de Arial –si algo sucede, lo percibiré y rápidamente iré a proteger a Lilia ¿de acuerdo?

Arial estaba preocupada, pero no era por ello que su humor cambió drásticamente. Que la hicieran callar y de esa forma solo la hacía recordar a su vida antes de llegar a la protección de Adam y Lilia.

—Suéltame, no iré a ninguna parte –dijo ella, mirando la oscuridad de la alcantarilla.

—No confío en ti. No te soltaré –ella lo miró enojada.

—Tú lo que quieres es toquetearme mientras trato de escapar ¿no? ¡Suéltame! –se removió otro poco, mientras que Eric reía.

—Basta ya, mejor dime algo… ¿Qué harás esta noche? –la pregunta dejó inmóvil a Arial, que lo quedó observando como si él tuviera dos cabezas.

— ¿Por qué? ¿Te quieres portar mal conmigo? –él puso los ojos blanco.

—No, tú sí que eres mal pensada. Tan solo me ha llamado la atención que no sintieras lo que Cheitan iba a hacer como tampoco arriba, cuando casi te atacan en ese callejón. Yo te puedo enseñar  –Eric la quedo mirando, esperando ansioso por una respuesta.

—Eric Sin Apellido ¿me estas invitando a una cita? –él aflojó un su agarre y negó ante lo que ella decía, como si estuviera cansado de las ocurrencias de Arial.

—No, te estoy ofreciendo algo que puede ayudar a tu sobrevivencia si algún demonio te quiere muerta.

—Que cita más romántica, muy bien –dijo ella sonriendo –no tengo nada más que hacer y Lilia puede ir con Adam para explicarle los detalles de esta noche.

—Que no es una cita –él frunció el ceño, pero eso solo la hizo sonreír.

—Deja eso, te volverás más viejo –ella sin problema apoyó el pulgar sobre la piel de Eric y acarició entre las cejas del Dominacion.

Eric se quedó pasmado por unos segundos, tan solo ese detalle lo había dejado desalmado. Tragó saliva con dificultad.

— ¿Me dejarás libre ahora que estoy más tranquila? –preguntó ella, sonriendo y dejando expuesto sus colmillos.

—No –respondió de inmediato él.

—Tú lo que quieres es tenerme abrazada, vamos, di la verdad –jugó Arial, molestándolo.

—Puede ser –Eric la presionó con más fuerza contra su propio cuerpo, sintiendo como el pecho de ella chocaba con el suyo.

Arial no esperaba que el ángel siguiera con su jugarreta, es por eso que se quedó sin habla ante aquel movimiento.

— ¡Muy bien! –Ambos se alejaron cuando sintieron que Lilia venía en camino –ya es hora de que subamos.

Tanto Arial como Eric tenían sus corazones latiendo con rapidez, pero se concentraron en escuchar toda la información que Lilia había recolectado para ellos. Esta última omitió la noticia que involucraba a Azazel, se lo diría primero a Adam, de esa forma sabrían como actuar con Arial.

—Esto no nos ha dado información relevante –dijo Eric cuando se acercaban a la entrada de la alcantarilla –habría que buscar en otros portales.

—Si Ethan está perdido por ser un vampiro ahora –susurró Arial que iba delante de Eric y detrás de Lilia –debería estar en un lugar que le trajera algo de paz ¿no?

—Así Gabriel podría mantenerlo tranquilo –añadió Lilia.

—Pero… debe ser lo suficientemente cercano para obtener humanos –Arial comenzó a pensar en diferentes opciones.

—Su casa es una alternativa –dijo Eric después que las Nephilim no respondieran –queda lejos y se crió en aquel lugar.

Lilia comenzó a subir la escalera para llegar a la superficie, seguida de Arial que antes de poner un pie sobre el escalón miró a Eric, advirtiéndole que no la mirara más de la cuenta.

Eric levantó los hombros, sonriendo.

—Quizás los hermanos Young tiene información sobre… —Lilia no siguió hablando cuando cruzó la entrada y llegó a la calle.

— ¿Lilia? –Arial comenzó a subir rápidamente mientras que Eric suspiro y negó, sabía muy bien lo que sucedía arriba.

Cuando los tres llegaron a la calle desértica fue como si ya no estuvieran en la ciudad a las tres de la madrugada, sino que parecía que el amanecer los rodeo por completo. Tanto Lilia como Arial no podían ver nada.

— ¡Basta! –dijo Eric cruzándose de brazos, sin dejar que sus alas se expandieran. Él podía ver muy bien lo que ocurría en su entorno.

Estaban rodeados de Arcángeles.

— ¡Eric! –dijo uno de ellos, eran cinco.

El que alzó la voz era alto y rubio, de cabello corto, llevaba su armadura y su espada apuntaba hacia las Nephilim que no habían salido preparadas para atacar a arcángeles. Ellas usaban ciertos lentes de contacto que permitían ver dichos seres. Auspiciados por el Mercado Negro, Thomas nunca se los sacaba en su día a día. La luz que emitían estos seres eran demasiado para ellos y por ello debían protegerse.

—Han roto la tregua, no debían tener contacto con demonios… aunque estuvieran acompañadas por ti.

—Les recomiendo en este segundo que escondan sus alas, están molestando a los ojos de Lilia y Arial –dijo él, tranquilamente mientras se ubicaba al frente de ellas.

Los arcángeles obedecieron. En menos de cinco segundos ya toda luz había vuelto a la normalidad, aunque los seres seguían con su ropa y armadura.

— ¿Quién les dio esta orden? –preguntó Eric, sin alterarse.

Tanto Arial como Lilia se quedaron con la boca abierta, jamás habían visto tantos arcángeles juntos.

La pelirroja sacó de inmediato una de sus armas, era una pistola que contenía balas hechas para dañar a dichos seres, habían sido obtenidas de la fundición de armas demoniacas.

Lilia en cambio no tomó ninguna actitud preventiva, a diferencia de Arial ella le tenía más confianza a los seres celestiales y estaba segura de que esto era un mal entendido. Además estaban con Eric, jefe de todos esos ángeles.

—Nadie –respondió el rubio –es una orden que ha quedado antes de que bajaras. Tu mismo la has impuesto Eric, tan solo había que esperar a que se rompiera el trato.

Eric cerró los ojos unos segundos, sintiendo las miradas asesinas de las Nephilim a su espalda.

—Bueno, ya no es así… claramente estoy con ellas, así que nada malo ha ocurrido. Saben que estoy en una misión que involucra mi interacción con seres que están bajo nuestra mirada –había tratado de arreglar lo máximo posible sus palabras, ya que en definitiva estaba diciendo que se debía involucrar con demonios que ellos debían acabar.

El ángel que estaba hablando con Eric frunció el ceño, molesto.

—Las normas dicen que…

—Basta, Caín –lo interrumpió Eric, pero aquel ángel apuntó su arma hacia el Dominacion.

—Que nombre más conveniente –dijo Lilia mirando y sonriendo a Arial, pero esta última estaba demasiado tensa.

El pecho de Arial subía y bajaba, detalle que Eric no dejó de lado. Estaba asustada.

— ¿Qué demonios estás haciendo, Arcángel?

—Ey, Caín –dijo otro de ellos — ¿Qué haces? Es Eric.

— ¡Pudo haberse vuelto en un caído! –respondió el joven Caín mientras se ubicaba en la posición correcta para atacar, enseñanza que había recibido por parte del ángel a cual apuntaba.

Eric no esperó ni un segundo en dejarle claro los términos a Caín. Lo que estaba pronunciando el joven ángel era una falta de respeto y una equivocación.

Las alas del Dominacion se expandieron con rapidez y ni siquiera los demás arcángeles pudieron ver con claridad sus movimientos. Solo sintieron una brisa que llegó a sus rostros, al igual que las Nephilim y después de pestañar pudieron darse cuenta de lo que sucedía. Caín estaba en el suelo, su espada en manos de Eric, mientras que este ni siquiera se había molestado en sacar su arma, que ahora había escondido adecuadamente, haciéndola desaparecer. Era demasiado arriesgado llevarla en su chaqueta.

—Joven Caín, siempre has sido muy impulsivo y uno de los más idiotas dentro de los ángeles. Ahora lo que sucederá… –dijo lentamente, presionando el rostro del ángel en el suelo mientras que los ojos de Arial brillaban de emoción. Aun no dejaba su lado Nephilim –…es que le pedirás disculpas a estas dos señoritas, mientras que ustedes –levantó la mirada hacia los otros cuatro arcángeles –llevaran a los humanos que han dejado inconscientes hasta sus respectivas casas ¿entendido?

—Sí, Señor –dijeron al mismo tiempo. Desaparecieron con rapidez, llevándose a los hermanos Young que dormían contra el viejo muro de un edificio.

— ¿Caín? –Preguntó con un tono de voz molesto –aun no escucho nada.

—Lo siento –dijo de mala gana el ángel. Eric lo soltó.

—No vuelvas a hablarme de esa forma, soy tu superior y aun estas en formación –sus alas seguían expuestas, pero su luz no era molesta para las Nephilim ya que se estaba controlando –como puedes ver mi brazo derecho sigue intacto y sin marcas ¿Soy un ángel caído, Caín?

—No –respondió este, limpiando la suciedad de su rostro.

—Ahora te irás y buscarás demonios que realmente debes eliminar y no unos que están involucrados con la maldita misión para que la balanza este de nuestro lado ¿entendido? –los ojos azules de Caín se abrieron sorprendidos por la revelación que tuvo.

—Lo siento –volvió a repetir, mirando a las Nephilim y esta vez realmente sintiendo su pesar –no volverá a ocurrir.

Lilia sonrió y asintió a las palabras de Caín, mientras que Arial aun no podía dejar de observar a Eric, tan importante y autoritario con esos arcángeles que querían acabar con ellas. Tuvo que hacer uso de su máxima concentración para no saltar sobre él.

Oh, demonios, contrólate de una buena vez que él también es un ángel, está completamente prohibido. Fue lo único que se repetía una y otra vez Arial.

—Muy bien, ahora vete –las alas de Eric desaparecieron, junto con su ropa normal y volvió a aparecer humano mientras que Caín desaparecía de sus vistas.

—Eso fue impresionante, Eric –dijo Lilia sonriendo y sacando su celular –muchas gracias.

—No hay de que, siento la molestia, es cierto que fui yo quien dio esa orden, pero estos arcángeles nuevos, son todo deseo de lucha y muy poca razón. Gabriel tenía más paciencia con ellos cuando estaba en mi puesto. Podrán ascender a ser guerreros, pero siguen siendo unos niños.

Eric no se dio cuenta de sus palabras hasta que las había dicho, no le gustaba que supieran que había admirado el trabajo de Gabriel. Para su tranquilidad Lilia solo asintió y sonrió.

—Bueno –dijo la Nephilim de ojos violeta –llamaré a Adam para ver dónde está, le comunicaré sobre todo ¿está bien?

—Por supuesto –dijo Eric, pensando en que no era necesario de que fueran los tres con Adam.

— ¿Vienes conmigo Arial? –Preguntó Lilia, pero esta solo negó –bien, nos vemos…

Les hizo una seña de despedida y se fue trotando para llegar pronto a su auto. No pudo evitar sonreír ante la idea de estar esa noche con Adam otra vez, el recuerdo de décadas atrás había provocado cierta nostalgia que estaba tratando de aplacar.

— ¿Qué te sucede? –preguntó Eric cuando Lilia los dejó.

—Nada –susurró Arial, guardando el arma en su estuche.

—Muy bien, vamos en tu auto ridículamente pequeño para comenzar con tu entrenamiento, estoy seguro de que te será de gran ayuda.

Ciertamente Eric quería enseñarle sus armas al enemigo para que se defendiera, pero no podía evitarlo porque no deseaba ver a Arial muerta y después de que casi estuviera bajo tierra dos veces en un día, su preocupación aumento de forma considerable.

Los dos comenzaron a caminar en silencio por las calles de ese barrio apestado de maldad y de demonios. Ninguno decía palabra alguna y eso comenzó a incomodar a Eric, pero no dijo nada. Arial en cambio no podía dejar de pensar en lo increíble que era el ángel que iba a su lado, no lo había tomado con seriedad en los últimos días, pero ahora sin duda se había dado cuenta que él era bastante asombroso y que si quería podría acabar con ella cuando quisiera.

—Ey… —ella frunció el ceño cuando sintió que Eric tiró de su moño  –Caín ya se disculpó, no te preocupes, no te volverán a atacar. Deberías dejar de lucir como Nephilim.

Ella recién se dio cuenta que seguía en ese estado. Con rapidez sus colmillos desaparecieron y todo detalle de ella como demonio se esfumó. Eric sonrió cuando los ojos rojos de ella se fijaron en los suyos.

—Así te ves más guapa –dijo tirando de nuevo de la coleta de Arial.

— ¡Basta! Estoy comenzando a creer que te gustaría tenerme tomada del pelo, pero en otra posición, Sr. Ángel Policía –Eric frunció el ceño.

— ¿Podrías dejar de ser tan descarada? –Ella le guiñó un ojo, pero su actitud había aliviado la preocupación del ángel –y deja de ponerme apodos, Srta. Demonio.

Arial bufó por el triste intento de Eric.

—Sigue participando, me han dado apodos realmente buenos y ese no es uno –dijo desactivando la alarma a su auto.

— ¿Dónde estás? –preguntó Adam mientras observaba la casa de Gabriel, desde el gran portón metálico. Lucía tétrica.

—No, dónde estas tu, eso quiero saber –le respondió Lilia al otro lado de la línea –Cheitan me ha dado cierta información que debemos tratar y no es sobre Ethan.

—No es eso a lo que fueron ¿estás hablando de Cheitan el Guardian? –dijo tomando en cuenta recién lo que había dicho Lilia.

—Sí, un demonio muy interesante en realidad. Kobal nos llevo hasta él, por el alcantarillado, nos proporcionó de su sangre para poder abrir el portal. Fue muy amable, Adam.

A varios kilómetros de distancia el ángel caído se tensó al escuchar aquella descripción. Sabía que las Nephilim tenían a un amigo demonio llamado Kobal, pero nunca lo había visto y por las características que debía tener un bufón, este no debería ser capaz de abrir un portal.

—Kobal nos dijo que Lucifer lo envió, Adam… ¿Dónde estás? No quiero conversar esto por teléfono.

—Vete a casa, yo iré hasta allá, en una hora ¿sí?

Ella rodó los ojos al otro lado de la línea.

—Sí, claro, como usted ordene –se burló Lilia

Antes que Adam pudiera contestarle, ella ya había cortado. El ángel caído negó para luego guardar su celular. Él entendía con claridad que el comportamiento de Lilia era producto del suyo, estaba siendo desagradable a propósito, como si de esa forma los dos salieran favorecidos. Cosa que no era cierta.

—“Como usted ordene” –dijo Adam, imitando la voz de Lilia y odiándose por comportarse como un idiota con ella.

Caminó enfurruñando sobre todo lo que estaba pasando. Deseaba con todo su corazón atrapar a Ethan y Gabriel para entregárselos a Eric y olvidarse del tema.

—Nunca debí aceptar esto –dijo mirando hacia los lados por si encontraba a algún demonio que cuidara de las propiedades de Gabriel, pero no había nada –Ni Lilia o Arial, nadie, así estaría tranquilo, si estar jugándome la vida por un par de Nephilim y una ángel que no tiene idea que fue tan malvada.

Abrió con una patada la puerta principal y sin más entró a la gran estancia, mirando las escaleras, las salas principales. Sabía que no iba a encontrar nada, pero decidió buscar los trapos sucios de Gabriel, quizás encontraría algo, de todas formas esa casa debía tener más de un demonio que pudiera decirle algo al ángel caído.

Se dirigió hacia el segundo piso, directo hacia donde se encontraba la habitación de Gabriel. No alcanzó a tocar la puerta de dicho lugar cuando una sombra, un poco más alta que Adam, se formó ante los ojos de este último, impidiendo traspasar la puerta. Era un ser oscuro, que levitaba, no tenia piernas pero si un dorso y extremidades superiores humanas, su cabeza era como si fuera un hombre calvo, destacando sus ojos rojos brillantes.

—No tienes permitida la entrada Adam.

—Claro que lo sé, Feicon –era el demonio encargado de proteger la casa de Gabriel, lo habían sometido y cuidaría de dicho lugar a toda costa. No era tan fuerte, sobre todo cuando su alma demoniaca había sido dividida tantas veces para cuidar diferentes propiedades de diferentes dueños –pero ya no puedes hacer nada para evitar que entre.

—Me caes bien ángel caído, has compartido con mi amo, pero no puedes pasar esta puerta.

Adam ni siquiera lo dudó, no estaba de humor y en poco tiempo debía estar con Lilia para hablar sobre algo que de seguro no los acercaría a Ethan. Sacó su Daga y sin ninguna complicación apuñaló a dicho ser de humo para después poder partirlo por la mitad, atravesando el cuerpo incorpóreo del demonio. Dichas heridas solo las podía dar un arma celestial como esa, creada para acabar con energías demoniacas.

—Debes estar bastante ocupado, Gabriel –dijo Adam cuando entró a la habitación de este sin ser interrumpido, ya que con la muerte de Feicon, su amo debía saber que alguien intentaba entrar a sus propiedades.

Gabriel en sí, estaba muy ocupado, observando como Ethan se apoderaba de otra chica humana al mismo tiempo que bebía de su sangre hasta acabar con la vida de esta. Mientras que él se entretenía con otra chica.

Adam entró a la habitación y observó detalladamente las paredes, cortinas, cama, todo de color negro.

—Pero que original –dijo rodeando el lugar. Había convivido lo suficiente con Gabriel cuando ambos eran ángeles para saber que este no tomaba a broma su habitación y que siempre guardaba recuerdos de hechos importantes.

Volvió hasta la puerta y se ubicó en el marco de esta, poniendo en perspectiva el lugar y preguntándose donde estaban los pequeños secretos de Gabriel, a menos que se los hubiera llevado, debían estar en esta habitación.

Adam negó y sonrió a la vez. Se inclinó y comenzó a sacar la alfombra oscura que estaba adherida al piso, dejando expuesta la madera.

—De muy poca clase, Gabriel –susurró Adam –todo negro, hasta la alfombra ¿se habrá unido a un grupo urbano, quizás? –dijo riéndose del demonio que lo estaba metiendo en tantos problemas últimamente.

Se deshizo de la alfombra hasta la mitad de la habitación, luego comenzó a destruir la madera y esta vez fue su turno de quedar sorprendido. Una al lado de la otra estaba cada caja fuerte de color blanco, parecían normales, pero Adam pudo sentir que algo extraño iba con estas, además de ser bastante grandes.

—Mmm… esto va a explotar o de verdad hay algo interesante en una de las cajas.

Sin muchos rodeos rompió la primera que tenía más cerca y frunció el ceño de inmediato.

—No puede ser –susurró tomando uno de los álbumes de foto que había en el interior. Lo abrió y lo primero que vio fue una foto de Gabriel y Dana –estás loco, pobre demonio.

Era cierto que Adam sentía lastima por Gabriel y todo el amor que pudo sentir por Dana, en el tiempo que estuvieron juntos, pero no ponía ese sentimiento sobre sus ansias de proteger a Lilia y Arial. Comenzó a abrir cada caja fuerte y no encontraba más que recuerdos o escrituras de diferentes propiedades, que no les servía de nada, ya que no tenían tiempo de buscar en cada casa del demonio. Sin embargo, cuando abrió la numero decimo tercera pudo encontrar una pequeña caja que contenía un tónico. Adam no sabía para que era pero lo guardó, de seguro era invaluable y en este preciso momento se había vuelto en un ladrón.

Cuando pasó a la siguiente, no pudo evitar poner atención en un suave sonido que sentía muy cerca pero que no pudo identificar, no fue hasta que la última de las cajas fuertes, una que no había sido abierta y ni siquiera descubierta, explotó de una forma increíble, desencadenando a la siguiente y así sucesivamente.

Adam ni siquiera alcanzó a moverse por sí solo cuando una mano lo tomó del brazo y lo lanzo contra la pared. No podía abrir sus ojos por el fuego, pero no sentía que su cuerpo se quemara, las llamas solo lo alcanzaba de forma débil, tanto que no lo dañaban.

Los minutos pasaron y una tras otras explotaron, acabando con la habitación y cierta parte de la gigantesca casa de Gabriel, tanto fue así, que el piso se desmoronó y Adam con su misterioso acompañante cayeron directo al primer piso. La casa se estaba incendiando, pero las llamas no llegaban hasta las dos personas sobrenaturales que se encontraban en la que fue la sala de Gabriel.

— ¿Te hice daño? –preguntó Lilia mientras seguía sobre Adam. Las llamas violetas creaban un escudo contra el fuego como si de agua se tratara.

Ella no solía usar su don y mucho menos cerca de Adam porque solía descontrolarse, tanto que más de una vez le hizo daño al ángel caído, quemándolo cuando lo tenía cerca.

—No –respondió él, aun embrujado por ver sus ojos. No la esperaba ahí.

—Debiste decirme que estabas aquí ¿en qué demonios estabas pensando? Ese sonido no dejaba de sonar, era una bomba… oh Gabriel está loco, Adam –dijo ella, ahora mirando hacia su alrededor.

—No debiste venir, además ya basta, tenemos que salir de aquí… no me pasara nada. Lo sabes.

Ella lo observó con cierto rencor, pero antes de que se separara de Adam enojada, este rodeó su cintura ya que estaba sobre él. Había visto el dolor en los ojos de Lilia por sus palabras y no quería seguir discutiendo.

—Lo siento, no es lo que quise decir.

—Suéltame –respondió Lilia, tratando de usar un tono suave –sabes lo que pasa, Adam –miró hacia un lado, sonrojándose.

Adam sabía muy bien el efecto que tenía en Lilia. Estaba tentando a soltarla, pero le  ganaban las ansias de tenerla junto a él, aunque estuvieran rodeados de fuego, en el mismo infierno.

— ¿Qué…? –ella no podía hablar, era la primera vez que Adam se comportaba de esta forma y no lo entendía.

Mientras que Adam no podía sacar de su mente la foto de Gabriel y Dana, ellos habían sido felices pero habían perdido su oportunidad, malas elecciones.

¿Él estaba tomando un camino equivocado también?

El ángel caído se sentó, tomando por sorpresa a Lilia que no se separó de él, dejándose llevar por el momento. Se quedó a horcajadas de Adam mientras que su fuego violeta comenzaba a esparcirse entre los dos, formando una sola llama de fuego demoniaco.

—Adam… —no pudo seguir hablando porque él la interrumpió de nuevo, pero esta vez liberó su cintura, aunque antes de que Lilia se sintiera desolada, Adam tomó su rostro como si la observaba por primera vez.

—Eres tan parecida a ella –dijo observando los labios de Lilia.

— ¿Qué? –preguntó ella, confundida.

Adam no la escuchó, solo estaba pensando en que hacía un par de horas le había jurado a Thomas que no sentía nada por Lilia, se lo había prometido a si mismo día tras día, pero parecía que estaba luchando con una montaña cuesta arriba.

A medida que los segundos pasaban el fuego de Lilia se iba a apoderando del resto, así el incendio comenzó a desaparecer poco a poco hasta que estuvieron rodeados de humo y de madera calcinada.

Lilia se sentía tan cómoda con Adam que no le molestaba quedarse a en esa posición, incluso todo su fuego violeta ahora estaba concentrado en ellos, no hería a Adam ni nada más, pero aun así todo el control que aparentaba tener, se había esfumado hacía minutos, en cuanto Adam la había tocado, es por ello que no soportó seguir mirándolo, tan cerca… era una tortura para Lilia.

La Nephilim rodeó el cuello del ángel caído y lo atrajo hasta ella de una buena vez. Sus labios carnosos se unieron a los de Adam y éste, para sorpresa de ella, no dudo en responder. Fue como suspirar de alivio cuando estaba rodeada de fuego.

Adam volvió a envolver la cintura de Lilia y la atrajo a su cuerpo mientras que buscaba tener contacto con la lengua de la Nephilim, cuando encontró su objetivo un gruñido hizo vibrar su garganta. Fue como volver a respirar y no pudo controlarse cuando la tendió el suelo lleno de cenizas. A ninguno le importó.

Lilia rodeó la cadera de Adam con sus piernas, deseando que nunca acabara ese momento. Sus labios se buscaban con tal placer que le parecía estar recostada en una nube, mientras que Adam sentía que su cuerpo ardía como nunca le había sucedido en el pasado. Ni siquiera con Cyra.

Ese pensamiento hizo que el ángel caído sintiera un escalofrió y se separa de Lilia, jadeante y deseoso por sentir otra vez los labios de la Nephilim.

—Adam –susurró ella, tirando de la chaqueta de él, para que volviera junto a ella. Demasiado tarde.

El ángel caído se separó de Lilia como si tuviera un resorte y comenzó a darse cuenta de lo que acababa de hacer.

—Tenemos que irnos, Lilia –él le ofreció su mano y ella la tomó indecisa. De todas formas se puso de pie, quedándose muy cerca de él por el impulso.

Ambos se dirigieron hasta el auto de Lilia que los esperaba afuera. Ninguno dijo palabra alguna mientras que sus cabezas trabajan al mil por cierto. Lilia se sentía que iba caminando sobre una nube mientras que Adam deseaba volver a tener de esa forma a la Nephilim, sin embargo, no tenía idea sobre lo que iba a hacer ahora con ella.

De alguna forma, Adam pudo entender la reacción que tuvo Cyra al día siguientes de dormir juntos por primera vez.

Habían pasado tres días desde que subieron del pueblo, con todo lo necesario para abastecerse por otra semana en el tranquilo monasterio. Sin embargo, Adam no había pasado ni un día de tranquilidad desde que Cyra no le dirigió más la palabra. Ahora lo rehuía y si la visitaba, no cruzaban palabras.

—Aquí tienes –dijo él, fríamente, entregando el plato de comida para después retirarse a su habitación.

Cyra lo observó entristecida, jamás había recibido una mala palabra o trato por parte de Adam, pero ahora por su culpa, le dirigía también frases frías. Se sentía mal, él era un monje y ella lo había hecho caer de una forma para nada religiosa. Debía salir de ese monasterio antes que todo acabara mal. Aun así, no se iría sin darle una explicación a Adam.

Cuando la noche cayó sobre aquella zona de Grecia y los monjes se fueron a dormir después de estar horas rezando o haciendo algo productivo por el monasterio, Cyra encontró el momento adecuado para poder preparar sus cosas e ir hasta la habitación de Adam.

Un par de golpes fue todo lo que el ángel caído escuchó y supo que se trataba Cyra, podía sentirla. Le indicó que entrara, ella lo hizo rápidamente.

— ¿Qué haces aquí? –preguntó él, con una frialdad que jamás había usado hasta ahora.

—Lo siento… me voy, no puedo seguir con esto, me duele verte todos los días sabiendo que jamás serás mío por completo –Adam se puso de pie, mirándola confundido.

— ¿De qué estás hablando? Eres tú la que no me dirigía palabra alguna.

—Eres un monje Adam ¿Cómo quieres que te busque? Esa noche fue un error, soy una idiota y me iré al infierno por ello.

El ángel caído no había pensando en la posibilidad del arrepentimiento por parte de ella, no de esa forma por lo menos, ya que se había destrozado el cerebro pensando lo que había hecho mal. Quizás no se sintió bien, quizás fui muy brusco… esos eran los pensamientos del él.

—Claro que no irás al infierno, ahí se va por otro tipo de cosas –dijo Adam sonriendo, no podía evitar que le causara gracia la ingenuidad de la humana –además, que yo sepa no me pusiste una espada en la garganta o en alguna otra parte para que cediera a tus encantos –para la sorpresa de Cyra, él estaba sonriendo, relajado.

—Debo partir Adam, no me puedo quedar aquí otro día más. Tú debes cumplir con…

—No –interrumpió él –tú no tienes idea con lo que debo cumplir. Realmente no tienes idea de quién o lo que soy. Ustedes son muy complicadas, pensé que me odiabas.

— ¡Claro que no! –se adelantó ella, dejando de lado las misteriosas palabras que le dedicó Adam segundo atrás –lo que hicimos fue inmoral, seremos castigados Adam.

—No, eso no es cierto ¿deseas irte? Bueno, me iré contigo si así lo deseas.

El corazón de Cyra comenzó a latir descontrolado, jamás se habría podido imaginar una vida con Adam, menos que él dejara el monasterio por ella.

— ¿Eso es lo qué esperabas escuchar, no? –deseó saber él mientras se acercaba a ella, rodeando la cama hasta quedar a unos centímetros de Cyra.

—No.

—Claro que si –repuso él, tirando de la pañoleta negra que cubría el cabello oscuro de Cyra — ¿Por qué otro motivo vendrías hasta aquí?

—Para despedirme –miró hechizada las manos de Adam que comenzaban a desabotonar su vestido con una facilidad sorprendente. Ella solo se dejaba hacer.

— ¿Y si solo quisiera pasar una noche más contigo? –los ojos de ella se llenaron de lágrimas mientras su ropa caía hasta el piso.

—Mentiste –dijo ella al ver que estaba solo con su camisón blanco y con su corazón desbocado –dijiste que nunca habías estado con una mujer, pero…

—Aprendo rápido.

Adam bajó una tira del camisón hasta que el nudo se deshiciera y los hombros de Cyra quedaran descubiertos.

—Yo no miento –dijo ahora acercándose un poco más e inclinándose para besar la mejilla de ella. La humana solo tenía la vista hacia al frente, pero cuando sintió los labios de Adam sobre su piel, sus ojos se cerraron, permitiendo que él la desnudara por completo.

—Si solo quieres otra noche –susurró ella, buscando la mirada oscura de Adam –no importa, soy tuya porque te amo.

Los ojos de Adam brillaron, jamás nadie se le había entregado de esa forma, nunca nadie le había dicho que lo amaba y mucho menos por una persona por la que parecía sentir lo mismo.

—Y yo a ti –dijo él sonriendo, atrapando por completo la confianza de Cyra, al igual que sus labios.

De pie Adam también quedó desnudo, quería optar por un nueva forma de amar a Cyra y no le costó nada poder levantarla, era mucho más grande que ella. La besó justo cuando sus cuerpos se unieron por segunda vez. Esa sería la primera de muchas noches que pasarían de la misma forma.

—Es mejor que vayas a tu departamento, mañana iré a visitarte –aclaró Adam, justo al frente del auto de Lilia, él tenía el suyo a unos metros de distancia.

—Adam –ella supo de inmediato lo que él quería. Olvidar todo. Lilia se odió por dejar que él la viera triste, con su mentón temblando.

—Ey… es mejor mañana ¿sí?

Ella miró hacia un lado, enojada. Sus ojos se llenaron de lágrimas. ¿Cuántas veces tendría que romperle su corazón para que dejara de amarlo?

—Lo siento –dijo él, con su ceño fruncido. Aquello terminó de destrozar a Lilia, pero guardó toda emoción que pudiera demostrar su debilidad. No lo estaba haciendo nada bien –Lilia.

—Basta –se aclaró la garganta, pero Adam se acercó y acarició su rostro —¿Qué… hay sobre lo sucedido esta noche?

—Mañana ¿sí? nada cambiará de la noche al día.

Ella se quedó pensando unos segundos en esas palabras, cuánta razón tenía Adam.

—Claro, nada cambia tan rápido.

Adam tenía deseos de poder besarla de nuevo, pero sabía que no se podría controlar si lo hacía. Se acercó a ella como si fuera a hacer, dejándose llevar por un impulso, pero ante los ojos sorprendidos de Lilia, se fue acercando justo cuando sus labios comenzaron a rosarse, solo por una fracción de segundo.

Lilia lo empujó para que se alejara de ella.

—No eres más que un idiota –le dijo molesta –un tipo de cientos de años y un cobarde ¡Adiós! Te escribiré mañana por mensaje de texto con lo que sucedió, no te quiero ver más Adam.

Ella con rapidez subió al auto y partió, dejando solo al ángel caído que deseaba darse contra un poste por haberse permitido besarla en primer lugar.

Arial estaba cruzada de brazos, mirando a Eric con una ceja levantada. Ambos estaban en la habitación de él, ya que no querían que nadie los interrumpiera y mucho menos los descubriera. El pacto secreto entre ambos seguía intacto.

—¡Pestañaste! –le dijo riendo Arial, quien ya le ganaba por enésima vez a Eric.

—No se vale, no dejas de mover tus manos de un lado a otro y ya basta de juegos, no has venido a eso. Nuestro trato era otro.

—Yo no sé nada de eso –dijo Arial mientras se sacaba su chaqueta y dejaba sus armas a un lado, para después recostarse en el suelo.

—Esa es la idea –dijo Eric apareciendo ante la vista de Arial, estaba casi sobre ella pero teniendo cuidado de no tocar su cuerpo, apoyaba sus manos a los costados de la cabeza de Arial –que sientas lo que no puedes ver.

—Si te acercas un poco más podre sentir algo de tu cuerpo que no puedo ver en este preciso momento –ella sonrió y movió sus cejas sugestivamente para después estallar en carcajadas al ver la expresión enfadada de Eric.

—Todo para ti es una broma –dijo sentándose de nuevo –esto podría salvar tu vida, estoy seguro que estás muy apegada a ella, si has matado a muchos seres para conservarla ¿no?

Arial suspiró, entendiendo que era momento de volverse más seria. Se sentó al igual que Eric y asintió.

—Muy bien Sr. Ángel Policía, soy tu nueva alumna ¿sí? ¿Eso querías escuchar?

—Claro que no, si fueras mi alumna no te podría besar ni tampoco aceptaría tu indisciplina –ella no pudo evitar sonreír, menos al ver como brillaban los ojos verdes de Eric.

—Quien lo habría pensado, días atrás jurabas que era la peor Nephilim del mundo y ahora aquí estas. Ustedes los ángeles, hablan mucho sin saber nada.

—Yo no juro en vano, Arial… y jamás dije que fueras la peor del mundo, ese título le corresponde a  Dana, en sus tiempos –Eric se tensó al ver como ella se acercaba, avanzaba como si fuera una leona pronta a atacar.

—Entonces sigues creyendo que soy mala –dijo apoyando sus manos ahora en los hombros de Eric, acercando peligrosamente sus labios al cuello del ángel –quizás deberías demostrarte un poco de maldad, para que hables con fundamento –aquel susurro provocó escalofríos de placer a Eric.

—Sí, bueno, podrías hacer eso otro día ¿no? –Dijo ahora mirándola, teniendo sus labios a centímetros de distancia –Entiendo que estas bien entrenada sobre lucha, pero aun así pude ver como temías de esos arcángeles.

—Tú sí que sabes matar las pasiones de una chica ¿sabes? –dijo dándole un beso corto en los labios y volviendo su lugar –por supuesto que iba a temer de ellos, no me avergüenza decirlo, son poderosos y eran cinco a la vez. Bueno, digamos que soy una chica de costumbres y que puedo con un solo ángel a la vez.

Eric sonrió, captando de inmediato el comentario verde de Arial. Lo curioso era que el Dominacion podía entender con tanta rapidez los dichos de ella, ni siquiera Lilia podía seguir el humor de su amiga/hermana.

—Te cegaron muy rápido Arial ¿Cuántas veces has usado ese poder demoniaco? Sabes que si lo usas con frecuencia, te vuelves más demonio que humana.

—Lo tengo muy claro, pero no me lo has hecho fácil al enviar a muchos Caín detrás mío –Eric no pudo evitar sentirse mal por esas palabras, era cierto.

—Tienes que controlarlo Arial, o se apoderará de ti.

—Si Ton Ton puede ¿Por qué yo no? él tiene más poderes que yo, es hijo de Lucifer –Eric se tensó al escucharla hablar de ese Nephilim.

—¿Cómo conoces todos los poderes que tiene? –preguntó como si fuera algo importante para el aprendizaje de Arial. Ella lo descubrió de inmediato.

—Por todas las noches que tuve sexo duro con él, me hacia levitar ¿puedes hacer eso? Deberíamos probarlo algún día –respondió sonriendo al notar como cambiaba la expresión de Eric –Es broma, ángel celópata. Conocemos a Thomas hace mucho tiempo, no es de mi agrado solo porque es la competencia de Adam, pero si no fuera por ello… —dijo sin completar la frase.

—¿Si no fuera por ello… qué? –quiso saber él, lo que hizo reír a Arial.

—Si no fuera por ello sin duda alguna dejaría que me hiciera levitar –Eric frunció el ceño. Ella estaba encantada con lo fácil que caía en sus juegos –Tu eres muy ingenuo. De verdad crees que soy una loca desenfrenada que no tiene límites y que devoro a todos los hombres ¿no?

—Bueno, eres bastante deslenguada –se trató de excusar Eric.

—Del dicho al hecho hay mucho trecho y para que tu sepas solo he tenido dos hombres en vida. Uno fue por amor y el otro por curiosidad –respondió ella, relajada.

—Supongo que Liam fue por amor ¿no? –preguntó cauteloso Eric, sin poder evitar sentir ciertos celos.

—¿Por qué te podría interesar eso?

—Porque presiento que pasaremos mucho tiempo juntos antes de que vuelva a mi puesto. Quisiera saber más de ti ¿tú no deseas saber sobre mi? –ella sonrió de forma maliciosa.

—Oh Ángel Curioso, tengo mis métodos para saber detenidamente sobre ti.

—No dejaré que bebas de mi Arial –ella se levantó de hombros, poco le importaba, ella podía seguir buscando en las memorias de él sin beber otra gota de su sangre –responde a mi pregunta.

—Sí, él fue mi primer amor, bastante tarde, pero no llamé la atención de los humanos hasta que tener los ojos rojos fuera algo normal “excéntrico”, pero para entonces yo ya era bastante rencorosa… finalmente conocí a Liam y me atrapó, el único humano que se puede dar dicha atribución.

—Pero termino siendo un vampiro, uno que Dana mató.

—Las vueltas de la vida, no sabes que será de ti en una semana más ¿no? él decidió que una semana me quería, pero a la otra deseaba a una vampira. Consecuencias de traerlo a mi mundo.

—Fue un idiota –aclaró Eric, para sorpresa de ambos –las vampiras son demonios por completo –se trató de justificar, pero ya se había ganado una sonrisa melosa de Arial.

—Sí que fue un idiota, terminó muerto por su elección… dos veces, la segunda vez ya no se pudo levantar de entre los muertos.

—¿Y el otro quien fue? –Arial sonrió por la curiosidad de Eric.

—La curiosidad mató al gato Eric ¿de verdad quieres saber?

Él realmente deseaba no estar interesado por ello, pero ahora que Arial estaba respondiendo tan relajada sus preguntas, no podía evitarlo.

—Te digo si tu confiesas lo que hiciste para ganarte esas Marcas –dijo indicándole con su cabeza el hombro derecho.

—¿Qué Marcas? –quiso distraerla, ya que estaba con una camiseta y eso hacia lucir su brazo derecho puro como ningún otro, mientras que el izquierdo tenia las Marcas por usar armas poderosas.

—¡Estas! –dijo ella acercándose rápidamente a su lado y levantando la camiseta. Eran Marcas diferente a las del otro brazo, incluso a las de Dana y Adam. Cada ángel era único. Las de Eric eran tres semi elipses, nada más. Arial no se resistió y le dio un corto beso en dicha zona.

—No hagas eso –dijo Eric, cubriendo su hombro y distanciándose un poco de Arial.

—¿Por qué no? –ella supo que no le molestaba el beso, sino más bien el lugar que había elegido.

—Porque fueron provocadas por pecados Arial, son por cosas malas.

—¿Te enamoraste? –preguntó ella, sabiendo la respuesta, pero no le molestaba asegurarse aun más.

—Sabes que no. Hubo un tiempo que me deje envolver por otros placeres mundanos, como el alcohol… y los juegos.

—Y las drogas, para ser honestos he probado más que tu, pero cuando fuiste un rebelde yo no pensaba en nacer aun ¿cierto? Tres placeres, tres Marcas, es irónico que por tener sexo te llenen el brazo de Marcas ¿será por cada orgasmo que tienen? Quizás eres muy sensible y no durarías nada en una noche. Puede que seas eyaculador precoz, Eric –dijo ella fingiendo como si fuera la peor noticia del mundo, tratando de distraerlo ya que no quería incomodarlo con sus preguntas sobre las Marcas.

—Deberías averiguarlo, podrías probar con tu mano o boca, esas tácticas no dejan Marcas en mi brazo.

Las mejillas de Arial en un segundo se volvieron rojas como su cabello y ojos, mientras que Eric sonreía triunfal.

—¡No se vale! –Le respondió ella –tu no deberías responder nada, te estás acostumbrando muy rápido a la tierra, Ángel Depravado.

—Lo siento –dijo sonriendo y para sorpresa de Arial, él se acercó y besó sus labios por unos segundos para después alejarse. Ella se quedo pasmaba por aquella acción tan tierna en él. Disimuladamente tuvo que esconder  su mano tras su cuerpo para poder presionar con fuerzas sus dedos, tenía que quitarse la estúpida sonrisa de sus labios y recordarse que esto era temporal.

—Es mejor que comencemos con tu entrenamiento.

—No tan rápido –dijo él sonriendo –primero quiero que me digas ¿Quién fue el otro?

Bueno, siempre hay una forma de arruinar los momentos. Pensó Arial.

—Fue Gabriel.

Si hay errores, lo siento, tengo sueño. Ya no quedan muchos lectores por aquí, pero como dije en el grupo, la historia seguirá, pero... no creo que suba frecuentemente, no hay mucha motivación por estos lados.