viernes, 29 de marzo de 2013

Un Ángel Caerá - Capitulo 9



Almas

Dana dio un golpe certero contra el entrenador humano que le estaba enseñando como defenderse de posibles atacantes. Movimientos que para ella eran lentos y muy poco funcionales, pero que le estaba sirviendo para entretenerse un montón además de grabárselos en su memoria para enseñárselos a Ethan cuando llegara el momento.
— ¿Está bien? –dijo educadamente, mientras el joven, de unos veintisiete años, cabello rubio, ojos verdes y cuerpo marcado, estaba en el suelo solo con una camiseta gris ancha y un pantalón deportivo negro, con su frente y cabello mojados por el esfuerzo que le había exigido su alumna.
—Dios… ¿Quién eres?

—Mi nombre es Dana Cross –dijo ella poniéndose de pie, dejando libre el cuerpo del humano y ofreciendo su mano para que se pusiera de pie.
—Xavier Müller –estiró su mano hacia ella sonriendo, era primera vez que alguien lo tiraba al suelo de un solo movimiento… tantas veces –eres buena.
—Muy buena –salió de entre las demás chicas una mujer que también lucía bastante joven –mi nombre es Cecilia Eider y soy dueña de este magnífico gimnasio.
—Un gusto –dijo Dana estirando su mano y saludando a la castaña, que era más baja que ella, vestía con una blusa blanca que se ajustaba a su cuerpo de igual forma que la falda tubo negra que traía, usaba tacos y lucía muy profesional ante la perspectiva del ángel –qué linda falda –ella se estaba volviendo muy fanática de la ropa, se podía considerar que era bastante vanidosa en el mundo de los humanos.
—Muchas gracias… ponte de pie Xavier ¿Dana, tienes trabajo? –la miró sonriendo.
—No.
— ¿No te interesaría trabajar aquí? eres perfecta, incluso mejor que Xavier, podrías enseñar aun de mejor forma esta clase –Dana se quedó sin saber que responder, miró a su profesor quien sonreía –no sería todos los días, podrías ser compañera de Xavier.
— ¡Sí! –gritaron las demás alumnas, quienes se habían quedado sorprendidas por las hazañas de Dana.
—Yo… no lo sé –nunca en sus planes había estado incluido trabajar en alguna parte, no le desagradaba la idea y le gustaba poder ayudar a los humanos –creo que debería pensarlo.
—No hay problema, cuando vuelvas me dices que te parece ¿sí? –Cecilia sonreía ante la posibilidad de tenerla como profesora de defensa personal.
—Muchas gracias por la oferta –Dana tenía sus mejillas sonrojadas por la emoción.
—Está bien ¡ahora todos sigamos con nuestro camino que aquí se cumplen horarios!
Todos se dispersaron y Dana se dirigió rápidamente hacia las duchas, donde se desvistió feliz y se dio una ducha, pensando en la posibilidad de aceptar.  Se vistió con una sonrisa en su boca y ajustó muy bien su daga en su cintura, cuando salió de los vestidores Ethan la esperaba listo fuera de estos, le sonreía de esa forma que le gustaba a ella y dejándose llevar por la sensación de ser humana por unos segundos, se fue con él.
—Me han ofrecido trabajo como profesora de defensa personal –Ethan la quedó mirando sorprendido.
— ¿No venias a aprender? ¿Cómo es que ahora serás profesora?
—Aun no acepto –dijo cuando salían del gimnasio –y Adam me enseñó muchas cosas.
— ¿Y lo harás? –ella sonrió.
—No lo creo, tengo mis días ocupados… además no quiero distraerme –ella deseaba poder aceptar, sería algo nuevo para ella, pero tendría que pensarlo muy bien, no quería que esto perjudicara su misión en la tierra.
— ¿Y en qué? Has dicho que no tienes trabajo –él abrió la puerta del copiloto para que Dana entrara.
—Emm… bueno.
—Lo siento, estoy siendo demasiado curioso –cerró la puerta, para después guardar los bolsos en el maletero. Se quiso golpear con la puerta trasera por estar comportándose de esa manera con Dana, en cambio ella, sentía como se emocionaba al ver que Ethan quería saber más de su vida.
Cuando él iba a abrir la puerta del auto, escuchó un susurro que lo dejó helado, teniendo la puerta en su mano.
“Ayúdame” Ethan tragó saliva nervioso ante esa palabra, su rostro se puso pálido y sintió que sus brazos pesaban más. Era una voz femenina que lo torturaba desde que él tenía dieciséis años, desde ese entonces siempre le pedía ayuda, pero en esta ocasión solo le había hablado, no se había presentado.
— ¿Estás bien? –a diferencia de Ethan, Dana podía ver claramente a la mujer que traía un vestido azul rasgado, era más bien de un color gris, como si se hubiera hundido en una gran cantidad de cemento, se ajustaba a su cuerpo y caía hasta sus rodillas. Sus ojos eran grandes y azules, llamaba la atención su pálida piel y su cabello marrón. La mujer estaba atenta a Ethan, quien no era capaz de moverse.
Algo le susurraba e Dana no alcanzaba a escuchar desde esa distancia, metiendo frases de ayuda en la cabeza de Ethan. Frunció sus labios al darse cuenta de cómo estaba reaccionando él, no era la mejor forma, así que tuvo que interceder por él.
Se sacó el cinturón de seguridad que ella había puesto esta vez y se pasó al asiento del piloto para tomar la mano de Ethan.
— ¿Estás bien? –volvió a repetir, tratando de lucir normal. Parecía ser la hora de decir una parte de la verdad — ¿Qué te dice ella? –los ojos de Ethan volvieron a tener vida y la miró asustado.
“¿Quién eres?” pensó él sobre Dana, sus ojos miel lo miraban brillando como siempre, pero esta vez estaba preocupada.
—Pásate al otro asiento, rápido –dijo un tanto enojado. Ella lo miró asustada, se pasó al otro asiento en un segundo, observando como él cerraba la puerta con fuerza y encendía el motor para después acelerar y salir del estacionamiento con brusquedad –No te podré acompañar a comprar el computador, lo siento.
—Ethan –dijo ella asustada, pensando en qué podía hacer, si volvía a ir a su psiquiatra, le daría unas pastillas peores o podría incluso internarlo, eso a ella no le servía, debía actuar rápido –Ethan –volvió a decir, con voz tranquila, tratando que de esa manera se calmara.
— ¡No digas nada! –Dana abrió sus ojos sorprendida, le había gritado. Tratando de seguir la corriente de su humano, ella se mantuvo en silencio y se puso el cinturón de seguridad mientras que Ethan manejaba como un loco, lo único que deseaba era ir a su departamento y encerrarse en su habitación para que ninguna alma lo distrajera.
Cuando llegaron al estacionamiento del edificio, ambos se bajaron rápidamente y Ethan sacó los bolsos. Quedó mirando a Dana un segundo, pero después solo cerró la puerta trasera, activó la alarma del auto y se apresuró para largarse a su departamento.
Sin embargo, él tenía un ángel que era capaz de hacer cualquier cosa para asegurarse de su bienestar, así que Dana no se rindió. Siguió, manteniéndose a unos pasos atrás de Ethan, tratando de pensar en algún plan para poder ayudarlo, pero no se le ocurría nada y no podía decirle la verdad sobre su identidad.
—Solo mantente en silencio, no quiero saber nada –dijo Ethan cuando estaban en el ascensor. No quería recordar nada sobre la voz en su mente, ni tampoco quería saber porque Dana también la había escuchado.
Mientras que ella sentía que su mente iba a explotar durante el ascensor, quedarse callada y procurar el bienestar de su humano, estaba colapsándola. Ethan era tan inmaduro que prefería hacerse el desentendido sobre el tema y hablar al otro día como si nada hubiera pasado, ella no quería eso, deseaba poder gritarle que dejara de ser un cobarde. Presionó los agarres sobre el bolso, tratando de controlarse, no quería estresar aun más a Ethan.
—Ethan –dijo cuando las puertas del ascensor se abrieron, ella lo siguió sin importarle que no le hablara. Él quería que se alejara, necesitaba un tiempo a solas.
Cuando estaban en la puerta de su departamento, se giró para enfrentarla.
—Quiero estar solo, siento no poder acompañarte a comprar, pero… —Ethan observó los ojos miel que lo miraban brillando, ella estaba pacientemente escuchándolo y acompañándolo mientras la trataba de esta forma –Dana… —dijo apenado por estar en una situación como esta, no quería hablarle de mala manera –esto es algo privado.
—Lo sé –ella seguía mirándolo de esa forma, pero ahora incluso sus ojos se estaban llenando de lágrimas.
¿Quién más podía entender el sufrimiento de Ethan que su ángel custodio? Dana podía saber exactamente como se sentía Ethan, es por eso que se frustraba al saber que él no quería dar la cara a su don y de esa forma poder liberar el gran pesar que llevaba sobre sus hombros. Ella lo comprendía, estaba creada para guiar a los humanos, su mejor arma como ángel custodio era ser empática con Ethan. Podía entender como le dolía escuchar esas voces, como cientos de recuerdos lo atacaban… como podía llegar a sentirse tan solo.
—Yo sé cómo te sientes, no me alejes Ethan, por favor… —Dana sintió como su corazón se oprimía por aquellas palabras, ella deseaba poder decirle toda la verdad, pero sabía que sería inútil. No lo creería y la trataría de loca, no era aun el momento… ella ni siquiera sabía si llegaría el día que pudiera decirle cual era su verdadera naturaleza.
— ¿Quién eres? –Ethan además de sentirse asustado y abatido porque sus pastillas no estaban dando resultado, se sintió desesperado por saber qué pasaba con la mujer que tenía al frente, esos ojos, esa voz que volvía su cabeza al revés.
“Ayúdame…” Ethan se tensó al escuchar la voz de esa mujer en su cabeza de nuevo. Miró a Dana para saber si ella igual la había oído, claro que lo había hecho.
—No tienes que pasar por todo esto solo, déjame ayudarte… Ethan –tomó su mano, casi rogando porque él la dejara entrar a su vida. Si aceptaba, ella podría meterse por completo en su misión, ambos tendrían la esperanza de que su sufrimiento disminuyera.
Durante todo este tiempo Dana podría haber aprendido muchas cosas del mundo humano, pero se sentía desvalida al no estar unida como ángel a Ethan, ella estaba hecha para ayudarlo y guiarlo, pero su actual condición la limitaba de sobremanera.
Ethan se giró ante las palabras de Dana y simplemente abrió la puerta. No tenía idea del motivo por el cual lo estaba haciendo, dejando entrar prácticamente a una desconocida en un lado de su vida que pocos conocían.
—Me iré a cambiar –dijo tratando de encontrar algo más de tiempo, no sabía si estaba haciendo lo correcto, pero debía admitir, después  de todo que conocía de alguna parte a Dana Cross.
El ángel se dedicó a hacer algo de café en la cocina mientras Ethan estaba desaparecido, puso atención a la mujer que estaba en la sala. Ella no tomaba en cuenta a Dana, solo estaba concentrada en él, quería su ayuda desde hace años y no se daba cuenta que tenía otra opción solo a metros de distancia. Segundos después el alma cerró sus ojos y se volvió una esfera de color azul.
— ¿Qué haces aquí? –dijo Ethan mirándola con una expresión que no transmitía nada. Se había vestido con otro pantalón deportivo negro y una camiseta azul. Dana sonrió levemente, hace tiempo, años, que no lo veía en su actitud de depresión y era por su culpa, por haber cambiado las pastillas.
—Te preparé café.
—No sé siquiera por qué te dejé entrar, solo quiero dormir –le dio la espalda y fue hasta la sala, mirando por los lados, buscando alguna esfera o persona que no fuera de este mundo. Ethan pudo ver la esfera azul al lado de su mueble, donde tenía algunas fotos. Se giró hacia Dana sintiendo un escalofrió en la espalda –debo salir de aquí, esto está durando más de lo normal.
Dana al ver lo inquieto que estaba solo se acercó e hizo lo que siempre había deseado cuando él estaba en estas condiciones, desde que era un adolescente. Rodeó con sus brazos a Ethan y ella dejó apoyada su cabeza en su pecho, dejándolo atónito.
—Puedes abrazarme si te hace sentir mejor, ella no te hará nada, es un alma –Ethan se quedó quieto, sorprendido por la actitud de Dana.
— ¿Qué haces?
—Mira… solo abrázame, te sentirás mejor –ella se concentró en su humano, en su Ethan.  Se estaba comportando como un ángel ingenuo.
Él un tanto incómodo la rodeó un segundo con sus brazos, pero después la alejó, mirándola extrañado. Si, Ethan aun no estaba preparado para su ángel.
— ¿Por qué no la ayudas? –dijo ella, confundida por el comportamiento de él.
—No soy ninguna clase de psíquico o algo por el estilo, ahora dime ¿Cómo eres capaz de verla? –ella sabía muy bien que para Ethan era primordial averiguar sobre ella, por eso mismo utilizó esa forma para manipularlo.
—Si deseas saber quién soy, deberás ayudar a esa mujer.
— ¿Esta es tu forma de ayudarme? Es muy mala –aquellas palabras llegaron al pecho de Dana, que alguien le dijera a un ángel custodio que era malo ayudando a su humano, era algo terrible, pero que su propio humano le dijera que era pésima guiándolo… era aun peor –además ¿Por qué no la ayudas tú?
— ¡Porque solo te ve a ti como guía! –Le gritó enojada, su orgullo se había roto en mil pedazos por las palabras de Ethan — ¿Por qué eres tan egoísta? Sé muy bien que solo quieres ignorarla para no inmiscuirte en otras vidas además de la tuya –Ethan abrió sus ojos sorprendido cuando ella le dijo aquello –este es un don y deberías usarlo como tal, ayudar a personas que solo te tienen a ti como única salida ¡su única forma de salir del limbo! ¿Crees que es agradable para esa mujer –apuntó a la esquina donde estaba la esfera –estar rondando en este mundo siendo que tiene asuntos pendientes?
—Oh veo que suenas como toda una experta –dijo él burlándose, más bien trataba de mantener su sorpresa escondida. No sabía qué estilo de vecina tenía.
— ¡Estas ya mayor! –le volvió a gritar. Realmente le había afectado que Ethan le dijera lo mala que era ayudando, había cortado sus alas por él y le hablaba de esa forma –no puedes pensar de esta forma, ahora ve y habla con esa mujer, a mí no me escucha.
— ¿Sabes? Creo que lo mejor es que te retires –Ethan se dio cuenta que no estaba hablando con una vieja amiga, sino que era su vecina que conocía hace un par de días… a pesar de que le era irresistible y misteriosa, no iba a permitir que le hablara de esa forma.
— ¿Sabes? –dijo imitándolo. Ethan le había dado donde más le podía doler a un ángel –creo que si no ayudas a esa mujer, haré que vengan más almas perdidas, si hubieras aceptado tu don cuando debías, sabrías que puedes hacer eso, así que elige… la ayudas o tendrás muchas personas que no te dejarán dormir por días ¿quieres de nuevo los susurros en tu mente sin poder controlarlos? Habrá tantas almas Ethan, que no serás capaz de refugiarte en ninguna parte de tu cabeza o piernas de mujeres –él la quedó mirando por unos segundos, ya los ojos miel de Dana, no le eran tan agradables como hace cinco minutos.
— ¡Qué manipuladora eres! –le dijo enojado y caminando hasta donde estaba la esfera. Dana quedó sorprendida por como la trató, pero no dijo nada, ella sabía muy bien que estaba poniendo al límite a su humano. Si conseguía lo que buscaba, le daba lo mismo como la llamara, además de que estaba influenciado por el enojo y frustración que una manipulación provocaba.
Ethan se acercó hasta la luz, jugando con sus dedos y haciéndolos sonar, estaba nervioso. No hacía esto desde hace diez años y no había tenido mucha práctica en ese entonces, así que respiró profundamente para encontrar algo de paz. Miró a Dana, sintiéndose un asco por demostrar que estaba asustado.
— ¡Bien! –Dijo enojado — ¡Sal de ahí! –la esfera se movió a su alrededor y como una estrella fugaz llegó al otro extremo de la sala.
—Ethan… no grites, se asustan con facilidad, son almas –él se giró para ver a Dana lentamente, observándola como si le hubieran salido tentáculos y dos cabezas.
“¡Demonios! ¿Quién eres? ¿Por qué sabes tanto?... deja de mirarme así” pensó al ver que ella se había calmado y lo miraba un tanto emocionada.
Si ella se hubiera imaginado que él solo necesitaba un par de gritos para reaccionar ante su don, lo habría hecho antes.
—Ella ha estado contigo desde hace años, buscando tu ayuda.
— ¡Claro! Desde los dieciséis, aun recuerdo cuando me asustó en el baño… —él podía reconocer la voz de esa alma, sabía quién era y la había tratado de olvidar y evitar por el resto de su vida.
Dana caminó hasta donde estaba él y tomó su mano, lo guió hacia el alma que revoloteaba asustada al lado del televisor que estaba en la pared.
—Llámala con cuidado, la has dejado de lado tanto tiempo… —a Dana se le llenaron los ojos de lágrimas al darse cuenta de cuánto tiempo había estado privada de libertad aquella alma.
Ethan no quería hacerlo, deseaba sacar a Dana que lo obligaba a hacer todo esto, pero también le estaba causando algo de curiosidad… cosa que sucedía por el intercambio de pastillas que Dana había hecho a espaldas de él.
— ¿Te das cuenta que puedes verla ahora? –Dana sonreía emocionada, sin soltar la mano de su humano, no iba a dejarlo solo en algo como esto. Sería su primera vez… de nuevo, pero ella estaría tomando su mano de verdad – ¿no ves la hermosa luz? Mientras más claras sean, te has de confiar… esas son almas buenas –Ethan la miró con una mueca de confusión, ahora parecía que Dana tenía tres cabezas.
—Bien… —bufó molesto por no tener idea de nada y por no comprender su propio comportamiento, antes no habría hecho esto ni loco –vamos, sal de ahí.
Dana sonrió al ver que el alma salía de detrás del televisor. Ethan no había sido suave, ni tampoco amable, pero no había gritado, eso era un gran avance.
La esfera de luz azul se iba desenvolviendo como una flor de loto, para después alargarse y mostrar su verdadero rostro. Seguía igual de pálida y mal vestida que en el estacionamiento del gimnasio, pero al ver que Ethan la había reconocido… fue un alivio para ella.
—No digas “ayúdame” –le dijo él bruscamente –has repetido eso por mucho tiempo –su corazón latía con fuerza, quería desaparecer de ese lugar y que Dana se encargara de todo, parecía una experta.
“Es tan solo una llamada” dijo ella en sus mentes, como almas no tenían cuerdas vocales como para emitir algún sonido real.
— ¿Cómo que solo una llamada?  —le habló Ethan, confundido.
“Hace una década que espero por esa llamada” ella buscó en el bolsillo de su vestido y le ofreció un papel “Es mi hijo, debes decirle que su madre lo siente”
— ¿Quieres que solo lo llame y le diga que lo sientes? ¿Cómo eso podría liberarte?
“Él me hizo prometer que nunca más lo vería, que no volviera a inmiscuirme en su vida” una lágrima brillante bajó por la mejilla de la mujer.
— ¿Cuál es tu nombre? –dijo Dana, mirando el papel, al igual que Ethan.
Él se sentía como si estuviera soñando y estuviera loco al mismo tiempo. Sin embargo, todo esto le estaba sorprendiendo, no pensó que ella solo necesitaba hacer una llamada, además la mujer que lo había atormentado cuando era un adolescente no lucía tan tétrica en ese momento y tuvo el leve deseo de ayudarla.
Mariel, abandoné a mi hijo cuando escapé por amor con un hombre… solo giramos a la izquierda en el auto y todo se volvió dolor y fuego” la mirada de la mujer se había perdido, recordando cómo había sido su muerte. Ethan sintió escalofríos al escucharla.
—Entonces estás pagando por irte con tu amante y no quedarte al lado de tu hijo.
—Ethan –le recriminó Dana –no es el momento para eso, ella ya ha sufrido bastante ¿no crees?
— ¿Sabes lo que creo? Que tú deberías ayudarla ¿Por qué no fuiste con ella? –dijo apuntándola, se sentía un estúpido por estar hablando de esa forma con un fantasma, como les decía él. Si sus amigos lo vieran, no podrían creerlo.
“Los ángeles no son una opción para nosotros”
Dana sintió como palidecía, esa mujer había hablado de más. Ethan frunció el ceño y solo negó, se sentía como si estuviera en alguna pesadilla.
Si esa mujer hablaba sobre la real naturaleza de Dana, todo su plan con Ethan se iría al infierno, literalmente.
— ¿Qué quiere decir con eso? –dijo él mirando al ángel sin entender las palabras del fantasma.
—No lo sé, mejor hagamos la llamada –Ethan la miró sospechosamente, pero decidió que mejor era hacer lo que decía, no quería seguir con todo esto, no quería volver a hablar con algún fantasma. Sus planes para el día siguiente serían ir al psiquiatra y pedir unas pastillas más fuertes.
— ¿De verdad no quieres ver a tu hijo? –él ni siquiera pensó mucho en las palabras que salieron de su boca, solo vinieron recuerdos a su mente que lo hicieron hablar –le prometiste que no volverías a estar en su vida, pero ahora eres un fantasma y no te puede ver, técnicamente no estarías metiéndote en su vida.
— ¡Qué excelente idea! –Dana lo miraba orgullosa, confiaba en que Ethan tenía ese don para ayudar a los demás, él era bueno… no se dejaría influenciar por Gabriel o cualquier otro demonio que lo quisiera para planes maléficos, ella no lo permitiría, mantendría la verdadera esencia de su humano intacta — ¿puedes buscar la dirección?
—Claro, solo hay que buscar una guía telefónica.
— ¡Hagámoslo! –Ethan la quedó observando unos segundos, aun no se podía convencer de lo que estaba pasando, pero sin duda le agradaba ver a Dana feliz, no sabía el motivo, pero era un sentimiento agradable. Lo que él no sabía era que si tener un alma tan pura como Dana era bueno, tenerla cerca y feliz, era aun mejor.
Él fue en busca de la dirección del teléfono mientras que el ángel se quedaba en la sala con el alma. Trató de no pensar en lo que estaba haciendo, esconder sus reales deseos de dejar todo hasta aquí y no volver a dejar que otra alma se metiera en su vida, simplemente escondió al típico Ethan para probar como sería todo esto de ayudar a las almas, estaba experimentando.
—No vuelvas a decir que soy un ángel –le dijo Dana al alma cuando se quedaron a solas –estoy aquí para que él pueda ayudar a más personas como tú.
“Un ángel no debe mentir ¿cierto?” La mujer se sentía asustada por estar al lado de un ser como Dana, pero sabía que no debía presionar a Ethan para que la ayudara, había pasado años esperando esta oportunidad,  ni siquiera estaba convencida en ir con ellos a ver a su hijo, ese no era su asunto pendiente, era una mejor idea que la original, aunque por lo que veía, no tenía otra opción que aceptar lo que el ángel y humano habían planeado.
—Por favor –le pidió respetuosamente Dana –solo quiero ayudar, no digas nada, estas son ordenes que vienen desde arriba.
“Gracias… por hacer que Ethan me acepte” Mariel asintió de forma ceremoniosa. Dana solo sonrió, sintiéndose bien, aun sin poder creer que esto estuviera sucediendo, por fin hacía algo bien con su humano, había sido un gran logro para ella y podría demostrarle a todos los que dudaban de ella que su capacidad era la correcta, que ella era digna de ser un ángel custodio, deseaba que dejaran de subestimarla.
Los minutos pasaban y Ethan ya había conseguido la dirección, pero ahora se había metido en un problema aun mayor por tener la boca tan grande.
“¿Cómo voy a hablarle a ese hombre? Va a llamar a la policía diciendo que un loco vino a darle un mensaje de su madre muerta que lo dejó por irse con su amante”  avanzó hasta donde se encontraba Dana y el fantasma. Ambas lo miraron ilusionadas, traía consigo el papel con la dirección que había conseguido, para su suerte el hijo de Mariel seguía en la misma dirección, dentro de Chicago, quedaba a una hora de donde él vivía.
—No puedo hacer esto ¿Cómo le voy a hablar? –preguntó Ethan sin entender por qué seguía avanzando en este problema. Dana lo quedó mirando, entendiendo su confusión.
—Yo lo haré por ti, ya después si es necesario… podrás hacerlo tú, seré como un experimento para ti, para que veas cómo se hace y cómo reaccionan ¿sí?
—Tienes práctica en esto ¿no? –Dana sonrió, nunca en su existencia había hablado con humanos y recién los estaba comprendiendo desde que bajó a la tierra, sin embargo, ella deseaba ayudarlo y no le importaría hacer esta parte por él, no quería presionarlo. Así podría atraparlo de a poco en el gusto de liberar almas.
—Algo… ¿vamos? –dijo ella mirando a ambos, Mariel y Ethan.

Se fueron en el auto, los tres, Mariel sentada en la parte de atrás mientras que Dana acompañaba a Ethan en el asiento de copiloto. Ella prácticamente sentía que su pecho iba a explotar de orgullo y felicidad, se sentía tan bien por lo que Ethan estaba haciendo que tenía ganas de llorar. Sin embargo nadie decía nada y él parecía que estaba en trance manejando, se recriminaba todo lo que estaba haciendo, sin poder entender como Dana lo pudo convencer de algo como esto, además se estaba comiendo la cabeza para averiguar quién era realmente su vecina. Nadie le había hablado tan directamente sobre su “problema” como lo llamaba él, sus amigos hacían lo mismo, ignoraban su don y él lo agradecía, no quería que ese asunto manejara su vida porque como dijo Dana, él no quería perder su propia existencia por otros.
Pasaron una hora en silencio hasta que llegaron a la casa del hijo de Mariel, Samuel. Su casa estaba en los suburbios.
—Yo no bajaré –dijo Ethan cuando frenó. Miró a Dana quien solo asintió y se bajó del auto sin ningún problema, confiando en que todo saldría bien. Además lograr en un solo día que Ethan llegara hasta aquí, era todo un logro para ella, se sentía bien consigo misma
“La fe mueve montañas” Pensó ella cuando bajo del auto, se encomendó para que todo saliera bien, el destino y el universo debían estar a su favor, no le agradaba mucho lo que significaba el libre albedrio aquí en la tierra, dejaba muchas cosas al azar.
Mariel la siguió sin decir nada, solo avanzando junto a Dana, como si estuviera levitando. Ethan negaba mirando la escena, parecía que estuviera en una película de terror.
—Saldrá todo bien ¿sí? –animó el ángel a Mariel, sin tener alguna inseguridad en sus palabras, sabía que Dios debía apoyarla. Dana tocó el timbre y esperó a que saliera un hombre, pero en cambio salió un niño de unos tres años vestido con un pijama blanco de algodón –hola ¿está Samuel?
— ¿Papá? –dijo girándose, mirando hacia el interior de la casa.
— ¿Qué haces abriendo la puerta tu solo? –salió un hombre de unos veintitantos años, de estatura promedio, cabello marrón al igual que sus ojos, de piel clara.  Él quedó sorprendido al ver a Dana. Una mujer hermosa en la puerta de su puerta no se veía todos los días — ¿sí?
— ¿Samuel? –él asintió ante la pregunta de la chica de ojos grandes color miel.
Sin más Dana comenzó a decirle todo lo que había pasado, sin involucrar el nombre de Ethan y sin titubear le dijo a Samuel que su madre sentía haberlo abandonado por irse con otro hombre, que lo amaba y que siempre lo había recordado.
Él hombre la quedó mirando como si hubiera visto un extraterrestre, no entendía nada de lo que estaba pasando, pero Dana sonreía de tal forma que no le era concebible que estuvieran haciéndole una broma tan cruel. Se lo pensó unos minutos, dejando tanto a Dana como a Mariel en un estado ansioso, además de Ethan que las esperaba en el auto.
—No sé si esto sea real, pero… la perdoné hace años –él sonrió un tanto extrañado por hablar de esa forma con una desconocida. Era el efecto que producía Dana por ser un alma tan pura, esas energías influían en la capacidad de interactuar con otras personas.
Mariel sonrió al escuchar las palabras que había estado esperando una década, nunca pensó en tener la posibilidad de verlo de nuevo, menos de escuchar su perdón. Sus hombros dejaron de pesar y suspiró, sintiendo después de mucho tiempo que aquel gesto le servía para aliviarse.
—Muchas gracias por escucharme, adiós –Dana sonrió como si fuera una niña exploradora a la que le habían comprado docenas de galletas. Prácticamente tenía que controlar sus alas para que no se expandieran.
Ambas se fueron de la casa, dejando un Samuel muy confundido, pero él terminó cerrando la puerta cuando Dana se metió al auto que la esperaba.
—Lo sabía, te trató de loca ¿no? –dijo Ethan esperando nervioso la respuesta, estaba preparado para tener que ir a golpear al tal Samuel si se iba en contra de Dana por las locuras que le estaba diciendo.
—No, dijo que la había perdonado hace mucho tiempo, no me gritó ni me trató de loca… no todas las personas piensan como tú, menos en esta época donde todo está en transición  –Ethan se giró al ver que Mariel sonreía.
— ¿Y por qué no te vas? –dijo él, esperando que ahora ella desapareciera como lo había visto en un par de películas, que lo hiciera con luces o caminando hacia un lugar con muchos árboles.
“Solo falta una cosa más, volvamos” dijo ella en sus mentes, pensando que le quedaba un asunto pendiente después de tantos años.
Esta vez el regreso estuvo lleno de palabras, Dana le decía lo orgullosa que estaba de Ethan, pero él le recriminaba diciendo que no había hecho nada. Estuvieron así todo el viaje hasta que llegaron al departamento nuevamente.
—Bien… ya estamos aquí ¿Qué más quieres? –dijo Ethan, deseando que esa mujer desapareciera y dejara de aprovecharse de la buena voluntad de Dana y suya.
—Ethan… —Dana tomó su mano sonriendo, para que se tranquilizara. Sabía que le estaba exigiendo mucho, pero parecía que en este día nada saldría mal.
“Muchas más van a venir ahora que has abierto los ojos Ethan, no te alejes de ella… estuve mucho tiempo esperando por ti, no sabes lo importante que eres, no nos abandones de nuevo”
Cuando dijo esas palabras los bordes de su cuerpo comenzaron a brillar de un color azul, su vestido y rostro se volvieron más vivos. Desde el centro de su abdomen comenzaron a volverse del mismo color y Mariel comenzó a brillar como si tuviera cientos de estrellas y como si ahora todo el universo estaba en ella. No se podía diferenciar su rostro con detalle, ni ninguna otra parte de su cuerpo, solo era un conjunto de pequeñas luces.
—Dana… —dijo Ethan retrocediendo y llevándose al ángel con él, se ubicó un paso delante de Dana, protegiéndola de cualquier catástrofe que pudiera ocurría ante ellos.
—Observa esto Ethan –dijo ella con sus ojos brillantes –es por esto que debes ayudar… mira como es liberada gracias a ti.
Mariel se fue desvaneciendo como si una brisa se llevará toda la luz que salía de su cuerpo, llevándosela completamente hasta que todo en la sala volvió a la normalidad, como si nada hubiera ocurrido.
Se quedaron unos segundos en silencio. Dana había cerrado sus ojos y había encomendado aquella alma hacia su paraíso o hacia su próxima lección, eso nadie lo sabía.
— ¡Lo has hecho! ¡No puedo creerlo! –Dijo Dana dando saltos, apoyándose en los hombros de Ethan — ¡Estoy tan orgullosa de ti! ¡Mira lo que has logrado solo en un día! –seguía saltando como si fuera una niña emocionada, tenía que controlar sus alas porque sentía que pronto podrían salir de su espalda y eso sería un grave error, ya que de esta forma Ethan si podía mirarlas.
—Estás loca, esto no lo vuelvo a hacer.
— ¡Oh! ¡Calla! –decía ella eufórica de felicidad, cubriendo la boca de Ethan con su mano para que no dijera algo que arruinara su humor — ¡eres capaz de tanto! ¡Tenía tanta fe en ti! ¡Ah! no sabes cuan feliz soy gracias a ti.
Sin previo aviso dejó de saltar y quedó mirando a Ethan, todo el día había pensando en hacer algo como esto, pero no sabía cómo ni tampoco lo tenía permitido. Sin embargo, estaba tan feliz que ni siquiera se dio cuenta cuando tiró de la camiseta de él y lo atrajo hasta ella. Toda la situación dio un giro que ninguno se esperaba, dejando de lado todo lo sucedido con Mariel.
Quedaron a centímetros de distancia, situación que Ethan no desaprovechó un solo segundo, no siempre tendría a Dana tan eufórica como ahora. Rodeó la cintura de Dana y la atrajo completamente hasta él para después acercar su rostro hacia ella y rozar sus labios con los del ángel.
Dana sintió como su corazón iba a salir de su pecho, deseaba ser besada… sería su primer peso. No pudo controlarse y se empinó para chocar torpemente con él por ser tan impulsiva, lo que hizo que Ethan sonriera, pero no se alejó. Ella se sonrojó por su torpeza, pero él la tomó de su rostro con una mano y unió definitivamente sus labios a los de ella. Sin desperdiciar otro segundo.
El ángel sintió como todo su cuerpo parecía encenderse y se empinó delicadamente para poder sentir aquel beso de mejor manera. Movió de forma suave sus labios junto con los de Ethan y casi sintió que iba liberar sus alas cuando la lengua de él pasó por su labio inferior. Dana jamás pensó que besar fuera tan natural, no había necesitado algún manual ni tampoco que alguien le indicara como hacerlo, tan solo estaba respondiendo a instintos que no tenía como ángel, sino como la humana mitad ángel que estaba dejándose besar por su humano, al que amaba y por el cual haría cualquier cosa con tal de ayudarlo a encontrar su camino, al que siempre amaría sin importar lo que sucediera.
Ella no se resistió para que el beso fuera más intenso, pero cuando sintió aquel contacto con la lengua de Ethan, ella retrocedió asustada al sentir que su respiración era pesada y que sus ojos pesaban un poco más por estar excitándose tan solo con los labios de su humano.
—Dios… —dijo ella dándose cuenta de que lo había hecho –mi primer beso –sus ojos brillaron de tal forma, emocionada por haber sentido lo que era ser besada. En cambio Ethan la quedó mirando sorprendido.
— ¿Has dicho que es tu primer beso? –él no lo podía creer y si era cierto, se sentía el hombre más afortunado del planeta, aunque segundos después se dio cuenta que si ese era el primer beso de Dana… significaba que nunca había tenido algo más en su vida.
—No debí hacerlo… aunque… —susurró ella pensando en lo sucedido, sentía que sus labios ardían, al igual que todo su cuerpo y sobre todo su rostro. Mojó su labio inferior para tratar de calmar sus ansias de seguir besando, pero cuando lo mordió inconscientemente solo hizo que Ethan quisiera tomarla ahí mismo.
— ¿Qué pasa? –dijo él confundido por la retirada inesperada de Dana y por lo que había dicho, aun no creía que fueran reales esas palabras.
—No pasa nada… solo fue un beso ¿cierto? –comenzó a mirarse sus brazos, tratando de ver si tenía alguna marca, presa de un pánico que solo duró unos segundos al ver que no había nada, seguía siendo pura aunque su cuerpo estuviera subiendo de temperatura por un simple beso. En ese segundo recordó lo que había dicho Adam, con los besos no pasaba nada malo en su piel, fueran donde fueran.
Ethan sonrió al ver la actitud de su compañera,  sin duda era una persona muy extraña, pero eso quedó en segundo plano cuando vio que ella volvía a acercarse, siendo un tanto tímida. Él deseaba tenerla entre sus brazos y cuando escuchó las palabras que salieron de la boca de Dana, sonrió, curvando sus labios de una forma seductora.
—Quiero más –dijo ella  como si hubiera encontrado un oasis en el desierto. Sonriendo feliz por haber sentido los labios de Ethan, no le importaba poder sentirlos de nuevo si nada malo ocurría con sus brazos –Ethan…
—No hace falta pedirlo dos veces –dijo él pensando en que había probado los labios más agradables de su vida, le parecían adictivos, dulces.
Esta vez él la tomó de la cintura, dejando que ella quedara sobre el respaldo de sofá sentada y se ubicó entre sus piernas para después seguir besándola. A Ethan le parecía como si estuviera probando algún caramelo, algo que no podía dejar de sentir en su boca.
Dana esta vez dejó sus manos en la cadera de Ethan y cerró sus ojos, dejándose llevar por las caricias que le daban los labios de su humano. Jamás se habría imaginado como se sentía besar a alguien, no le molestaba en ningún momento sentir como su cuerpo parecía encenderse por las caricias en su espalda que le daba Ethan. Pudo envolverse en tal calor y emoción que un gemido escapó de su boca mientras sus manos sin control alguno se metían bajo la camisa de Ethan, sus dedos parecían arder cuando sintió su piel, necesitaba tenerlo más cerca y ella no entendía el porqué, solo se estaba dejando llevar. Su corazón latía con fuerza, si Ethan subiera su mano al pecho de Dana podría sentir cada latido con claridad, además que su respiración estaba fallando, no sabía por qué lo estaba haciendo, pero se sentía tan bien, era un placer que ella desconocía… un placer prohibido para los ángeles.
Cuando aquel gemido escapó de la boca de Dana, Ethan se acercó más a ella, dejando que sus manos fueran hacia abajo.
Sin embargo, cuando seguían dejándose llevar por sus deseos, la puerta principal se abrió, dejando que dos hombres altos, uno moreno y otro blanco, vestidos de traje interrumpieran la escena. Lucían enojados.
—La puerta estaba abierta –de un salto Dana se alejó de Ethan mirando a los responsables de que su beso se viera interrumpido –Hola Dana, te estábamos buscando y decidí pasar a la casa de tu vecino a preguntar por ti –dijo Adam con su ceño fruncido.
—Tú vienes con nosotros, ahora –dijo Eric, mirando furioso a Dana, quien se iba sintiendo más pequeña cada segundo, teniendo el deseo de liberar sus alas para cubrir su rostro avergonzado mientras que su cuerpo seguía bajo los efectos del éxtasis que un beso de su Ethan había provocado en ella.
“Estoy condenada” pensó al ver la mirada de los tres hombres más importantes en su existencia.

 ¡chicas! ya no nos queda nada :D mañana el capitulo 10 y ya ¡se viene el nuevo capitulo! el 11, para el dia domingo, espero que les guste, que esten disfrutando la historia. Nos vemos, chau chau

11 Lectores:

  1. Áins, estoy tan emocionada que casi doy de brinquitos y bailó de puro gustó por el avance conseguido por Dana con Ethan. Pero igual y casi me da un infarto cuando la puerta se abrió e interrumpió el beso, gracias a la presencia de Diego y Eric...

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    1. aaay me encanta que te metas tanto en la historia, de verdad *-* no pensé que podria suceder con una historia original, con una persona me quedo conforme *-* gracias por leer!

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  2. increibleee......................porfin ethan empezo a ayudar a las almas....siii ....y dana tan feliz por eso.............se besaronnnn....siiiiiiiii

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    1. aaay si, por fin, Dana tiene mucha influencia en Ethan jajaja lo que hace que una mujer sea hermosa xDD bueno, espero verte ini en el siguiente capi :D

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  3. Estoy feliz de que Ethan empezara ayudar a las armas ssssiiii!
    Que momento más incómodo.. Jaja digno de un trágame tierra jaja

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    1. joajoajaoa el final? si, la encontraron infraganti xD

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  4. Genial genial.

    Espero el siguiente.

    Salu2

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    1. ya esta el siguiente, espero que te guste :D gracias por leer!

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  5. ohhh que emoción... espero que no le traiga muchas consecuencias, aunque no pinta nada bien viendo que aparecieron Adam y el mismisimo Eric a interrumpir...esto cada vez es más interesante

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  6. q buen capituloo dana dio su primer besoo y ahora ethan ayudara a las almas :D aunke ese beso tendra consecuancias o.o

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