jueves, 28 de marzo de 2013

Un ángel Caerá - Capitulo 8



Nephilim

Dana retrocedió varios pasos al ver el cambio de Arial. Había marcas tatuadas de color rojo bajo sus ojos y estos del mismo color brillaban de una forma un tanto tétrica para el ángel. Ahora las uñas de su amiga, se estaban volviendo más largas mientras que sus colmillos se volvían ligeramente más grandes que los normales.
— ¿Es que acaso… eres un vampiro? –Arial sonrió y solo avanzó hasta Dana.
—No sabes cómo odio los secretos, pequeña angelito –sin más se acercó lo suficiente para poder tomar el brazo de Dana y pasar la uña de su dedo índice sobre la piel del ángel, causando que una línea de sangre escapara de sus capilares –solo necesito una gota.

Arial llevó su dedo índice hasta su boca y saboreó aquella gota de sangre para que después sus ojos se volvieran brillantes y de esa forma pudiera ver todos los recuerdos de Dana en una fracción de segundo.
Dana cayó sobre su sofá sin poder creer lo que estaba viendo, cubrió su leve herida con su otra mano observando cómo tenía al frente a una Nephilim al mismo tiempo que sentía que sus labios ardían por haber ansiado el beso de su humano.
— ¡Basta! –gritó enojada. Se puso de pie al ver que Arial la volvía a mirar — ¡Esto es demasiado para un día! ¡Maldita sea! ¡Vuelve a tu normalidad! –Tomó con fuerza a Arial e hizo que se sentara sobre el otro sofá, dejando a una Nephilim bastante sorprendida — ¿es qué acaso esto es una broma? –miró hacia el techo, esperando que Dios la escuchara.
—Dana –Arial no podía creer lo que había visto en los recuerdos de Dana y aun no podía creer lo que estaba viendo. Aquel ángel tenía su carácter y lo manejaba muy bien cuando correspondía, lo mantenía oculto de una forma magistral.
— ¿Harás que Eric baje y me obligue a matarte? ¿Cuándo le grité que nunca me harías daño? ¡Ahora mira esto! –Dijo exponiendo su antebrazo, aun corría la línea de sangre, pero la herida estaba cicatrizada –Por Dios  ¡ahora explícame qué es todo esto! –apuntó a sus ojos, que ahora estaban volviendo a la normalidad. Arial seguía en shock.
—Esto era lo que quería Liam… maldita sanguijuela.
—Dame un segundo, por favor –sintiéndose abrumada Dana fue rápidamente hasta su habitación donde se vistió, eligiendo unos jeans oscuros, una camiseta blanca sin mangas y una sudadera azul con cordones blancos. No se quiso poner calzado porque estaba demasiado ansiosa, así que solo corrió hasta la sala, sin dejar que sus pensamientos la atraparan ante la confusión que estaba viviendo.
Al llegar a la sala, pudo ver que Arial miraba pensativa hacia la ventana mientras estaba sentada en el sofá más grande. Había vuelto a la normalidad y sus ojos ahora brillaban normalmente de ese color rojo, su piel alrededor de estos había vuelto a ser tan blanca como de costumbre.
—Explícame qué ha sucedido –Dana se sentó en la mesa de centro, mirando a Arial de frente.
—Espero que ahora entiendas que no puedes recibir a tus visitas solo con una toalla –ella no puso atención a esas palabras, quería saber qué había pasado con Arial… y sobre todo quería tener tiempo para analizar lo que casi sucede con Ethan.
—Tu piel… mi sangre –susurró Dana.
—Un regalo heredado por mi padre, lo siento mucho –Arial lamentaba haber llegado de esa forma, pero lo que más odiaba en su vida eran los secretos, sobre todo aquellos que la involucraban o que podían influir en su vida de alguna forma –sabes que soy mitad demonio ¿no? –Dana asintió –bueno, de esa forma, con las marcas en mis ojos, soy una demonio por completo y tuve que beber de tu sangre para saber qué estabas tramando.
— ¿Qué? –abrió los ojos asustada por las palabras de Arial. Ella no contaba con que hubiera un ser de esa forma en la tierra — ¿Un demonio vampiro puede hacerlo?  ¿Es que acaso eres eso?
—Claro que no, es algo que tengo yo y mi padre, nadie más.
—No –susurró Dana deseando haber tenido esa información con anticipación para cuidarse de Arial.
—Dana, no soy del bando de los malos, ni de los buenos, tu secreto está a salvo conmigo.
— ¿Quién es Liam y qué quería? –Dana se puso de pie y se acercó hasta la ventana, dándole la espalda, estaba herida por Arial, ella había confiado en esa Nephilim y la había traicionado al descubrir sus secretos de esa forma.
—Es un ex novio, nadie importante, sin embargo es aprendiz de Gabriel, no lo veo hace tres años y llegó a mi departamento como si no hubiera pasado nada entre nosotros –Arial tensó su mordida ante la desfachatez de ese chico –me llamó la atención que preguntara por el ángel que estaba rondando nuestros círculos, por eso le dije que no tenía idea de lo que estaba hablando y corrí hasta acá.
—Para arrebatarme mis secretos.
—Si –respondió sinceramente. Dana se giró y apoyó su espalda en el vidrio, cruzando sus brazos y mirando con enojo a Arial –no te mentiré, no me gustan los secretos y además me preocupé, Adam te dejó a cargo de nosotras, menos mal que vine.
—Así me podías atrapar desprevenida –la acusó.
—Eres antigua Dana, pensé que eras un ángel bebé, pero por lo que he visto no es así, aunque no te han enseñado mucho sobre nuestro mundo, solo has sido una espectadora.
—En mi rango no es necesario aprender de ustedes –hubo un leve silencio entre ambas; Arial se sentía incómoda con lo que había visto, sin embargo, ahora estaba segura de las intenciones de Dana y sabía muy bien que ella jamás las traicionaría.
— ¿Estás enamorada de tu humano? –El ángel estaba molesta por saber que Arial ahora la conocía completamente.
— ¿Ahora le dirás todo a tu amigo Liam? –Arial se cruzó de brazos y la miró sonriendo.
—Si a mí no me traicionan, puedo ser muy leal, eres el ángel de Adam, quien siempre nos ha ayudado, si eres su amiga, también serás la mía. No diré nada, te dije que no me gustan los secretos… solo es eso, ahora espero que me agradezcas.
— ¿Por herirme? –Dana miró la zona donde había extraído sangre Arial y vio que ya no había marca alguna.
–Sanas muy rápido ¿no? –dijo observando hacia donde había ido la atención del ángel.
—No soy humana –Arial respiró profundamente, entendía que estuviera enojada con ella por lo que hizo.
—Lilia me dijo sobre tu discusión con tu superior, Eric, si te digo que me agradezcas es porque casi te besó Ethan ¿no? –no le respondió. Dana aun no entendía muy bien lo que había ocurrido con Ethan –sé muy bien en qué constan los tatuajes que hay en los ángeles, no quiero que caigas por  culpa de un humano, soy en parte de esa especie y sé muy bien que ese Ethan te puede herir, por lo que vi en tus recuerdos es un mujeriego… no te puedes arriesgar de esa forma con él.
Dana volvió a darle la espalda, avergonzada por haber sido débil y permitir que Ethan se acercara tanto a ella.
—Gracias, tendré más cuidado –suspiró y volvió a ver a Arial.
—Muy bien, siento haber descubierto todo de esta forma, pero no había otra opción, sé muy bien que mantendrías todo en secreto, yo no diré nada y eso incluye a Lilia, aunque deberías hablarlo… sé que ella te podría ayudar, te haría bien.
—Creo que por ahora me gustaría seguir manteniendo algunas cosas solo para mí.
—Lo sé, pero con el tiempo verás que guardarse los problemas no es nada bueno, no soy una excelente persona para poder conversar de los líos que puedas tener en tu cabeza, pero Lilia… —Arial sonrió al recordar lo buena que era su amiga –ella si te puede ayudar, además que está metida en algo parecido –se puso de pie, tenía que retirarse para informarle a Adam sobre Liam y Gabriel.
— ¿Ya te vas?
—Si… creo que necesitas un tiempo a solas para averiguar lo que pasó con ese Ethan, ten cuidado Dana –sonrió a como la llamó Arial –para alguien como tú es fácil caer en alguien como ese humano, más si sientes algo especial por él.
—Lo tendré en mente y gracias por no escuchar a tu amigo Liam.
—No es mi amigo, debes tener cuidado, Gabriel es astuto y por lo que leí en tu sangre… ese vampiro te quiere a ti, jamás he visto que no consiga lo que desea, es simpático, pero malvado.
—Lo sé –Arial se acercó a ella.
—Nos vemos, sigue practicando con Adam, mañana los iré a ver para verificar cuánto has avanzado, me sé defender muy bien de los arcángeles, puedes luchar contra mí.
—Gracias, Arial –se despidieron con un beso en la mejilla y  Arial se retiró del departamento, cerrando la puerta.
Dana se quedó sin decir nada, sus ojos solo se llenaron de lágrimas y llevó sus manos a la cabeza. Pensando en lo despistada y lo débil que había sido. Gabriel un demonio vampiro y Arial una Nephilim habían estado demasiado cerca de Ethan, si alguno hubiera decidido atacarlo ella ni siquiera podría haberlo defendido por no llevar su daga.
Cerró sus ojos y se desvaneció apoyada en la ventana, mordió su labio inferior pensando en lo cerca que tuvo a Ethan de sus labios. Siempre se había fijado en los besos de los humanos, llamaban su atención desde que los conoció, aunque nunca se permitió la fantasía de recibir uno y hoy estuvo solo a milímetros de poder sentir la boca de la persona que más amaba en todo el universo.

Ethan cerró la puerta de su departamento con rabia
“¿Quién fue esa mujer que me alejó de Dana? ¿Sería su novia celosa? ¿Por qué me fui sin averiguar qué demonios había pasado?” esos pensamientos estaban acabando con su cabeza.
Se recostó de un salto sobre el sofá más grande, sin dejar de pensar en lo cerca que estuvo de besar a su vecina.
“¿En qué estaba pensando?” Ethan no podía entender su propio comportamiento.
—Dana Cross –susurró tratando de recordar de dónde demonios había visto sus ojos miel y esa mirada tan profunda que le regalaba cuando lo observaba. Sin embargo él no atacaba de esa forma a las mujeres, solo había cruzado algunas palabras con Dana y no sabía por qué las ansias de besarla habían llegado sin previo aviso.
La mujer era hermosa, nunca había visto a alguien como ella, pero de todas formas encontraba que su actitud había sido extraña. Tenía en su mente las palabras que le dijo ese hombre llamado Gabriel que estaba muy cerca de Dana, solo de recordarlo su sangre hervía ¿es qué acaso estaba sintiendo celos de una mujer que recién había conocido? No, después de muchos años se encontraba con la encrucijada de pensar que algo especial estaba sucediendo.
—No –pasó su mano por la frente, tratando de que su mente lo dejara tranquilo. Él nunca se había topado antes con Dana Cross porque la recordaría, no había forma de buscarla en su memoria porque no la encontraría. De eso se quería convencer él, sin embargo, eso no significaba que se quisiera alejar de ella.
Cerró sus ojos.
“¿Cómo habría sido besarla si no hubiera llegado esa entrometida?”  Tensó su mordida ante la idea de haberla tenido en sus brazos en ese momento. No era como si ella se hubiera resistido, esperaba ser besada por él. Aquello solo aumentó su ego y su mal humor había desaparecido ante la idea de quizás acercarse un poco más a Dana, además desde hace mucho tiempo que no encontraba interesante a una chica. El dolor de cabeza y las luces que ella nombró la noche del Lucifer sin duda era algo que llamaba su atención.
—Muy bien, toda mía entonces –dijo recordando las palabras de Gabriel –tendré que aprovechar –sonrió pensando en la forma de que sus planes del día sábado, incluyeran a Dana.

Eran alrededor de las diez de la mañana y Dana traía puesto un hermoso vestido tejido, con grandes franjas horizontales de color negro y blanco, dejaba sus hombros expuestos y le llegaba hasta mitad de sus muslos. Había descubierto que le gustaba vestir bien y quería probar toda la ropa que Arial y Lilia habían elegido para ella hasta que tuviera que volver a su mundo. No perdía nada probando esas prendas, aunque no le agradaba mucho la idea de usar zapatos, es por eso que aun estaba descalza, preparando su bolso con ropa deportiva para ir hasta donde Adam.
Decidió tomar desayuno y también que ese día tendría que ir por una computadora, no había comprado una con las chicas porque pensó que no la tendría que utilizar, pero necesitaba averiguar algunas cosas y además tenía un plan sobre esa compra.
Mirando desde la ventana con su café decidió relajarse un poco y se concentró para liberar sus alas, estas no rompían su ropa porque se estaba preocupando de que no traspasaran el tejido de ropa humana. Las estiró completamente y sonrió al recordar quien siempre las alababa.
—Quentin… Sophia –susurró pensando en sus amigos, estos últimos días no había tenido tiempo para reparar en el hecho de extrañarlos, seguía estando tan ocupada que su cerebro simplemente priorizaba sus problemas.
Antes de poder deprimirse por la nostalgia que sintió, bebió rápidamente su café y comió su última tostada para ir a lavarse sus dientes, ponerse unos botines negros e ir donde Adam, lo que había ocurrido ayer la terminó animando para seguir entrenando, no iba a volver a pasar por lo mismo. Dana estaba aprendiendo de sus errores como la minoría de los humanos.
Sin embargo cuando abrió la puerta, lista para salir, se encontró con Ethan quien estaba a punto de tocar a su puerta.
—Ethan –dijo ella sorprendida, sintiendo como su corazón se disparaba al verlo. Se había concentrado para no recordar lo que sucedió ayer, se mojaba sus labios cada vez que lo hacía y ver de esa forma tan sorpresiva a Ethan solo hizo que su atención fuera directo a la boca de su humano.
—Hola Dana –él le sonrió, observando lo atractiva que lucía con aquel vestido y el bolso deportivo colgando de un hombro, lo que hacía que esa parte de su ropa bajara levemente, dejando que Ethan o cualquier otra persona viera un poco más de piel – ¿Cómo has amanecido?
—Emm… —ella tragó saliva notando que él vestía con ropa deportiva, era de color azul y llevaba una sudadera del mismo color con líneas blancas en los costados –muy bien, gracias –se concentró para que su cabeza no volara y no terminara comportándose como una idiota –siento lo que sucedió ayer, Arial estaba muy apresurada por traerme una noticia.
—Sí, lo noté –dijo el frunciendo levemente el ceño, si no fuera por esa mujer quizás él estaría preguntándole como amaneció, pero desde su cama –no te preocupes ¿vas de salida?
—Voy a entrenar con mi primo –él sonrió al escucharla, era perfecto que se ejercitara ese día.
— ¿Sabes? A eso venía, Emma y Diego están ocupados y no tengo compañera para ir al gimnasio, podrías venir conmigo ¿no?
— ¿En serio? –ella enarcó una ceja, lo que llamó la atención de Ethan, la encontró más guapa con esa expresión — ¿Qué sucedió con ellos?
—Ocupados con la universidad y sus prácticas, ya sabes, lo típico –realmente él se estaba aprovechando de que sus amigos tuvieran una agenda apretada, en este momento era perfecto –creo que llevarte a un buen gimnasio es mi forma de compensarte.
— ¿Compensarme? –Dana estaba captando de inmediato las intenciones de su humano favorito. Ciertamente no le molestaba que tratara de seducirla, a pesar que se había convencido durante la noche que no caería en ningún juego de Ethan.
—Por lo que hice ayer, no me comporté bien, lo siento. No debí tratar de besarte –besar… como llenaba de curiosidad esa palabra a Dana. Solo al escucharlo su atención fue a la boca de él.
—Está bien, con que no lo hagas de nuevo, todo estará perfecto ¿sí? –sabía muy bien que a pesar de que sus labios se sentían calientes al recordar lo de ayer y que le gustaba que Ethan la tomara en cuenta como mujer, tenía que controlarlo, ella no quería tatuajes en su brazo ni tampoco defraudar a tantas personas.
—Muy bien, lo prometo –ni siquiera tuvo una expresión extraña por estar mintiendo. Solo cruzó su dedo índice y anular detrás de su espalda. Dana volvió a enarcar su ceja y negó, descubriendo por qué él mantenía su mano derecha escondida. Conocía muy bien lo tramposo que podía ser su humano.
—Pero lo del gimnasio no lo tomaré como una disculpa, eso lo necesitaba de antes –Ethan la miró curioso.
—Quiero comprar una computadora, pero… no soy buena en eso y no sé si comprar con o sin internet, no sé nada de ello –Ethan sonrió al escucharla ¿comprar una computadora con internet? ¿De dónde había sacado eso?
—Bueno, aquí hay señal así que solo debes comprar un computador y luego configurarlo para conectarte.
—No sé nada de tecnología –dijo honestamente. Era la primera verdad que le decía a Ethan –con suerte sé manejar esto –buscó en su bolso deportivo y encontró su celular –debo llamar a Adam.
—Adelante, yo espero –cada segundo que pasaba con Dana sentía más curiosidad por ella, le gustaba su forma de mirarlo, sus ojos miel brillaban además le encantaba ver lo nerviosa que se ponía con él cerca.
Dana cerró la puerta y marcó con un poco de dificultad su celular para poder llamar a Adam. Cuando este le contestó le dijo lo que planeaba, él la felicitó porque debía tener alguna conexión con el centro de su misión en la tierra y porque él deseaba tener el día libre, aunque fuera un sábado, estaba cansado por haberse dormido tan tarde, además de que Arial le dijo todo lo que paso en el departamento ayer, él deseaba que el ángel se expusiera, de esa forma sabría cómo defenderse. Para ello no había práctica que él pudiera proporcionarle.
— ¡Excelente! –Dijo Dana como si fuera una niña –No ha tenido problema en que vaya contigo.
—Supongo que ya estás un poco mayorcita para tener tus propios planes ¿no?
—Claro, pero si se realiza una cita con alguien, no es correcto retractarse.
—Tienes razón –dijo él asintiendo –ya tienes una cita conmigo, así que no puedes retractarte –él guiño un ojo y sonrió –vamos, llamé al gimnasio para avisar que iba con una futura clienta.
—Muchas gracias.
Ambos se dirigiendo hacia el ascensor, Dana podía sentir como su estómago era invadido por mariposas, que revoloteaban por la emoción de estar de nuevo con Ethan. Tenía deseos de pellizcarse para asegurarse de que no estaba soñando.
En cambio, Ethan estaba pensando en cosas más… banales, como lo guapa que lucía Dana vestida de esa forma. No podía dejar de poner atención cada ciertos segundos en los hombros del ángel, mirando como también su cuello lucía tan suave, le dieron deseos de besar aquella piel, pero se concentró para no comenzar a pensar con su entrepierna.
— ¿Sucede algo? –dijo ella enfrentándolo al notar como la miraba.
—Luces guapa hoy –de inmediato las mejillas de ella se volvieron rojas y sonrió avergonzada. Aquello hizo que a Ethan le costara aun más contenerse. Sabía que se estaba comportando como un pervertido al pensar en ella de una forma sexual cada segundo que avanzaba, pero se sintió mejor al darse cuenta que solo tenía esos pensamientos para él. Grave error, ya que en su imaginación pasó la idea de atrapar los labios de Dana mientras la acorralaba en ese ascensor. Ella tenía un efecto impulsivo y un tanto extraño en él, pero ese sonrojo y esos ojos brillando lo iban a volver loco muy pronto.
—Gracias –ella volvió a mirar hacia adelante, para dejar de mirar la boca de Ethan. Cerró sus ojos por unos segundos y se imaginó a Eric y Adam, sus miradas hicieron que su mente se calmara. Aquellos dos guías, eran mejor que cualquier ducha fría.
—Iremos en mi auto.
—He pensado en tener uno –dijo ella tratando de buscar un tema de conversación. Las puertas del ascensor se abrieron y ambos salieron –pero no creo que manejar sea lo mío.
—Dicen que las mujeres lo hacen pésimo –dijo él tratando de hacerla picar.
—No tengo la menor idea de si sea cierto, pero si sé que los choques automovilísticos son causados en su mayoría por hombres ¿no?
—Touché  —dijo caminando hacia su auto, no tuvo que decirle a Dana donde lo tenía estacionado, ya que ella sabía muy bien el lugar –dame tu bolso –abrió la parte trasera de su auto y guardó el bolso de ella para después abrir la puerta del copiloto –adelante, señorita –ella sonrió por como la llamó y se sentó.
Rápidamente Ethan llegó al otro extremo y entró en su lugar. Observó que ella no llevaba el cinturón de seguridad.
—Ponte el cinturón, Dana –ella miró a su lado y tiró de éste, pero no pudo hacerlo bien, sin embargo no se rindió y siguió tirando con fuerza –tranquila, no lo vas a arruinar ¿cierto?
—Yo puedo –siguió tirando, pero este no cedió.
—Estoy seguro, solo dame un segundo –él siendo nada de perezoso se acercó hasta ella y cruzó su mano hacia el cinturón, presionó el botón a medida que bajaba el cinturón. Estaba muy cerca de Dana y no desaprovechó la oportunidad. Sus rostros solo estaban a unos centímetros y ella cerró levemente sus ojos al sentirlo tan cerca –solo debes presionar aquí y tirar ¿ves? –trató de parecer casual, como si hiciera esto muy seguido, lo cual lo hacía con otras chicas, pero era la primera vez que solo por sentir ese aroma de Dana tuvo una punzada en su entrepierna y se tuvo que concentrar para no tener una erección en ese mismo momento.
—Veo… —Dana quería que alguien llegara a salvarla, pero sabía que era imposible y a pesar de que la boca de Ethan estaba muy cerca y que deseaba sentir sus labios, miró hacia un lado, buscando escapatoria, no se iba a exponer aun más.
—Y después lo conectas aquí –Ethan bajó la mirada y observó como ahora tenía mejor vista de sus piernas, pero se alejó antes de que sucediera alguna estupidez.
—Ya veo… —dijo ella mirando hacia adelante.
—El gimnasio no queda muy lejos de aquí, es conveniente, no lleva mucho tiempo.
“Gracias a Dios” pensó ella, no sabía cuánto tiempo iba a soportar estar al lado de Ethan. Se bajó un poco su vestido porque notó la mirada que él le había dado.
—Perfecto –hubo un silencio cuando él comenzó a manejar, pero ella no iba a desaprovechar ese momento — ¿Ethan? sé que es una pregunta un tanto privada, pero… me diste esa tarjeta ayer, del psiquiatra.
— ¿Quieres saber si estas al lado de un asesino en serie? –Ethan ni siquiera se tensó, lo que esperaba ella, alguna señal que le diera a entender que por lo menos pensaba en el don que tenía – porque no es así, solo la tengo porque es el teléfono del psiquiatra de un amigo, nada más.
—Oh –en ese momento Dana recordó haber cambiado las pastillas de Ethan, de seguro ya estaba desintoxicándose, sonrió emocionada –solo era curiosidad.
— ¿Has vuelto a ver las luces? –si Dana no conociera a Ethan, esa pregunta solo parecería hecha por preocupación o fisgoneo, pero ella llevaba años a su lado y sabía que deseaba saber más de ella, lo que la alegró, no solo se estaba fijando de forma superficial.
—A veces –mientras miraba hacia la ventana no veía muchas esferas de colores, además estaba trabajando en manejarlas, no quería estar viendo todo el día almas que no la reconocían y que no se presentaban para ser ayudadas. Es más, lo más probable era que se alejaran de ella, su alma tenía una luz diferente.
—Quizás deberías ir a un oftalmólogo o algo así.
—No lo creo, pienso que va más allá… pero mejor no hablemos de eso o pensarás que estoy loca –en ese segundo él se volvió más serio, sabía muy bien de lo que hablaba su acompañante.
—Créeme, de todas las personas que puedas tener a tu alrededor, el que menos pensará que estás loca, soy yo.
— ¿Por qué? –se apresuró a preguntar.
—Tengo una mente abierta –dijo ahora riendo, dándose cuenta que estaba hablando de más.
— ¿Ethan? –Lo miró un tanto incómoda –siento como me comporté ayer, no debí hablarte así sobre el cigarro, es solo que hace mal.
—No te preocupes, fue entretenido, hace mucho que no me regañaban.
—Estoy segura que eras un chico mal criado por tus padres, tienes esa cara –él rió al escucharla.
—Un poco, aun lo sigo siendo, me llevó muy bien con mi madre, se llama Helena.
—Emma dijo el otro día que estabas en su casa ¿todo bien?
—Sí, es que llegó de un viaje bastante largo, así que fui a visitarla de improviso –Dana se relajó al saber que nada malo había pasado, le encantaba la madre de Ethan, ella era muy simpática –hemos llegado.
—Wow… de verdad queda cerca ¿Por qué venimos en auto? pudimos caminar –dijo mientras él buscaba un puesto en el estacionamiento.
—Usualmente voy a trabajar luego del gimnasio, así que me ducho acá y luego voy a la oficina.
—Oh, ya veo.
Ethan la ayudó a sacarse el cinturón de seguridad y luego bajaron hasta llegar al gimnasio. Tenía grandes ventanas donde se veía a todos haciendo algún tipo de ejercicios en maquinas, constaba de tres pisos donde entregaban diferentes actividades.
— ¿Con qué vas a empezar? Usualmente uso las máquinas para trotar –dijo él a su lado.
—No me gustan las máquinas ¿no hay un lugar donde enseñen formas de lucha?
— ¿Lucha? –Él la miró sorprendido — ¿estás hablando en serio?
—Sí, no necesito correr por una hora o algo así –ella no iba al gimnasio para trabajar su cuerpo, eso ya era imposible. Dana necesitaba pasar tiempo con Ethan además de seguir entrenando.
—Hay un curso de defensa personal, hay solo mujeres.
—Me parece perfecto, es lo que necesito, estoy sola en esta ciudad y me agrada la idea de poder atacar a quien trate de hacerme daño –ningún humano podría atacarla, ya su entrenamiento había mejorado. Siendo un ángel era más ágil que los simples mortales.
—Bien, primero te llevaré a los vestuarios, debes cambiarte ¿no? –ella asintió.
Ambos se fueron a una gran sala donde había casilleros de colores. Ethan le indicó cual podía usar y le dijo que la esperaría. Sin embargo, solo se quedó apoyado en una fila de casilleros que estaba detrás de Dana, no la podía ver.
—Bien –dijo ella sacándose su ropa, la dobló ordenadamente junto con su ropa interior, quedo completamente desnuda y tomó las prendas deportivas.
Ethan al escuchar esos movimientos, sabiendo que Dana estaba desnuda, se quería golpear contra el casillero para evitar tener pensamientos lascivos hacia ella. Se controló y evitó que sus pies se dirigieran hasta ella para poder espiarla como si fuera un adolescente.
— ¿Ethan? –este abrió los ojos y vio como Dana lo miraba sonriendo con su cabeza levemente inclinada, preguntándose por qué Ethan estaba en esas condiciones.
Él tragó saliva al verla, no tenía para qué espiar. Se veía increíble con su camiseta morada con figuras que dejaba ver su sostén deportivo, mientras que sus lycras negra con una línea también morada que recorría ambas piernas, se ajustaban como una segunda piel.
— ¡Estoy lista! –dijo empuñando sus manos y tomando una posición de defensa básica. Rió ante la expresión de Ethan, sin comprender que no le encontraba gracia a su broma, sino que estaba en shock mirando lo guapa que lucía su acompañante.
— ¿Qué llevas ahí? –dijo apuntando a su pierna. Dana se tensó cuando él indicó su daga, la llevaba bajo la tela al nivel de su pantorrilla.
—Mi celular.
—Pero se puede arruinar ahí.
—No, lo llevó protegido –dijo sin dudar un segundo — ¿vamos?
—Claro.
Ambos se dirigieron hasta el segundo piso donde había diferentes salas. Ethan avanzó hasta donde se daba la clase de defensa personal, pero Dana no lo siguió.
— ¿Dana? –se giró a verla. Estaba estática mirando al grupo de baile que estaba descansando y algunos bailaban un tranquilo vals — ¿Qué sucede? –él frunció su ceño al notar la mirada nostálgica de ella.
—Siempre me ha llamado la atención como ustedes bailan, es realmente hermoso y este tipo de danza lo es aún más, antes siempre me las arreglaba para poder verlos bailar de esa forma.
— ¿Nosotros? –en ese momento Dana salió de la ensoñación en la que se había metido y quiso que la tierra la tragara ante la mirada confundida de Ethan.
—No sé bailar, nada… tengo dos pies izquierdos.
—Eso no puede ser cierto, ven conmigo –Ethan tomó su mano y ella se dejó guiar –una de mis profesoras cuando era niño me obligó a aprender esto, me avergüenza, años que no lo bailo, tú sigue mis pasos.
— ¡No, Ethan! –él rodeó su cintura y la acercó a su cuerpo, tomó bien la mano de Dana y la elevó hasta el nivel de sus hombros.
—Vamos, aquí estas para aprender ¿no? a eso venimos, ahora tranquila –Dana tragó saliva al escuchar lo que le decía su humano ¿Por qué le regalaba esas frases que la dejaban en un estado deplorable?
—No puedo… —él rodeó su cintura por completo, levantándola unos centímetros del suelo.
—Si puedes –comenzó a moverse al ritmo de la música.               
Desde un inicio le costó poder recordar cómo era ese estilo de baile, pero después se concentró en Dana y se movió según la música.
Dana escondió su rostro en el cuello de Ethan, dejando que su aroma la aturdiera.
—Ethan –por primera vez se sentía profundamente avergonzada porque no era capaz de bailar y aquello no ocurría porque no pudiera coordinar sus movimientos, era tan simple como nunca haber intentado moverse al ritmo de la música como siempre había apreciado en los humanos.
— ¿Si?
Ella cerró sus ojos, dejándose llevar por el momento y se imaginó que estaban solo ellos junto con la melodía que envolvía toda la sala, Wiener bonbons op. 307. Como amaba la música Dana, nunca en toda su existencia pudo darse el lujo de imaginarse bailando con Ethan de esta forma.
— ¿Si, Dana? –volvió a repetir cuando ella no le respondió.
Dana pasó suavemente la punta de su nariz por el cuello de Ethan, causándole un escalofrío por todo su cuerpo, lo que hizo que él la separara antes de que todo diera un giro inesperado que él prefería evitar.
—Lo siento –dijo ella mirándolo apenada. Observaron a su alrededor cuando todos los miraban sonrientes y aplaudían por la tierna escena. No había sido un baile profesional ni lo mejor que habían visto en su vida, pero Dana los encantó con su ternura.
—Cuando quieras puedes venir a aprender aquí, si quieres te puedo acompañar –Ethan ni siquiera se dio cuenta de las palabras que salieron de su boca ¿se había comprometido a ayudarla en algo como esto? Si ni siquiera le gustaba el Vals, sus padres lo obligaban a tener ciertas clases cuando era joven porque tuvieron su etapa de querer encajar en la alta sociedad. No le gustaba recordar esos tiempos porque indiscutiblemente llegaba a su mente la imagen de su padre.
— ¿En serio? –Dijo alejándose del centro de la pista con Ethan –eso sería fantástico –Dana no podía creer que él le ofreciera aquello, sabía muy bien la historia de Ethan y como le molestaba hacer cosas que le recordaran a su adolescencia. ¿Podría estar haciéndolo por cortesía? –pero no quiero ser una molestia.
—No lo es –Ethan se quería dar contra una puerta, no se daba cuenta de lo que estaba hablando –vamos a ver tu curso de defensa personal mejor –se sentía extraño, ¿Qué le estaba provocando Dana que no lo hacía pensar con cordura?
Se dirigieron hacia el otro salón donde había un grupo, en su mayoría mujeres, que veía como un hombre les enseñaba técnicas para defenderse.
—Bueno, aquí es… yo iré al primer piso para correr un poco ¿sí? –Dana se giró para ver a Ethan cuando escuchó que se alejaría de ella.
“Demonios… ¿Por qué tiene esa cara?” pensó él al ver la expresión de ella. Dana le causaba tanta curiosidad, sobre todo por las miradas que le regalaba, sin embargo, no podía imaginarse la verdad que escondía detrás de esos ojos.
—Está bien, que te vaya bien –Dana no pudo crear alguna excusa para que él se quedara por más tiempo con ella, debía ser cuidadosa y no forzar la situación, sabía que de a poco iba a conseguir la confianza de Ethan, solo debía ser paciente, cosa que le costaba mucho, siempre había sido un tanto impulsiva por querer todo rápido.
Ethan se alejó mientras ella se giraba para observar cómo eran los movimientos básicos que utilizaban los humanos, información que iba a utilizar para ayudar a Ethan, él debía aprender a defenderse, pero no sabía cuáles eran sus limitaciones como ser mortal. Ella estaba utilizando todo momento para aprender y ayudar a su humano.

—Interesante –susurró Adam, vestido con unos jeans azules y un suéter gris. Estaba mirando una obra de arte que tenía varios metros sobre la chimenea de su oficina, eran los Querubines de Rafael Sanzio.
—Adam, algún día debes dejar de robar cuadros originales –Adam sonrió al escuchar las palabras de Eric. Su ancestral amigo lo miraba sentado desde su sofá más grande, vestido de un traje gris con camisa azul y corbata del mismo color. Tenía una pierna encima de la otra y su brazo derecho se apoyaba en el respaldo del sofá, lucía como un ejecutivo importante.
—Nadie lo nota, no te preocupes –se giró para ver a Eric, no le gustaba ni un poco cuando los Dominaciones bajaban como humanos para comunicarse con él, menos cuando era Eric –ahora sigamos hablando, has hecho que me despierte muy temprano, pensaba seguir durmiendo después de la llamada de Dana.
—El que madruga, Dios lo ayuda –Adam tensó su mandíbula, Eric se estaba burlando de él y se dejaba expuesto con esa sonrisa burlona que tenía en su boca.
—Eric…
—Ya me escuchaste, quiero que ella ascienda, debes darle cierto curso intensivo y meter en su cabeza que debe ascender, no querrá hacerlo porque dejará de ser su ángel custodio irrefutablemente.
— ¡Oh vamos! Tú eres su guía oficial, tú tienes más influencia en Dana, no yo.
—Tú te manejas de una forma que yo no tengo permitida, puedes ayudar mucho… yo solo haría la parte final.
— ¿Por qué me pides esto? Sabes que no estoy dentro de ninguna misión, ni siquiera sigo siendo un Principado, no me metas en cosas así.
“No voy a jugar con ella”  pensó Adam, él sabía que mantenía diferentes secretos hacia Dana, sucesos que ella debería saber, pero que si le decía, todo su plan se iría abajo, sin embargo, estar maquinando un plan del cual ella desconocía por completo, no era la mejor manera. No era bueno.
—Adam, sabes que estamos hablando de más de un par de almas desamparadas.
—No tengo la menor idea de lo que hablas, por lo que me dijiste querían al chico para que les ayudara a cruzar almas perdidas, así de simple –Eric sonrió al ver la actitud de su amigo, sabía muy bien que se estaba haciendo el desentendido.
—Siempre hay algo más.
—Y yo no quiero saberlo, no participaré en engañarla, además no tengo por qué hacerlo ¿es qué acaso no entiendes que no soy de tu grupo?
—Ni tampoco del de abajo, siempre lo dices, entiendo.
— ¡Entonces deja de joderme la mañana! No participaré en engañar a Dana porque tú no eres capaz de decirle las cosas a la cara.
—Si le digo todo, no querrá ayudarnos, nunca querrá poner en riesgo a Ethan –Adam respiró profundamente, se estaba alterando y no quería llegar a ese extremo.
—Gabriel dijo que ella hace mucho tiempo debió ser un Arcángel ¿Por qué no sería capaz de entender que hay un problema mayor? Para tener ese título debes tener mucho conocimiento y fe.
—Porque por experiencia he notado que los ángeles enamorados son demasiado tercos y que pareciera que volvieran a retroceder en vidas, perdiendo todos sus conocimientos y fe solo por una persona –aquello había sido una puñalada en el corazón de Adam.
—No cuentes conmigo –dijo finalmente –por experiencia propia sé lo que se siente cuando los de arriba juegan contigo como si fueras un peón dentro de un tablero de ajedrez.
—No seas melodramático, no te queda.
—Dile lo que sucede y podrás ver que aceptará –Eric se puso de pie, enojado, no podía seguir perdiendo el tiempo en la tierra, tenía todo un ejército de arcángeles a los cuales entrenar.
—Mira, esto es bastante simple, si he venido a ti es porque quiero que ella entienda de la manera fácil, sabes que Gabriel está detrás de ella y de su humano.
—Por tu culpa –Adam sonrió al darse cuenta que su amigo se estaba molestando.
—No voy a hablar de eso en este momento, solo vine a ti para que ella no saliera herida, pero si quieres que vaya por el camino difícil, muy bien, tenlo en tu conciencia… no creo que te ayude cuando llegue el juicio final.
“Infeliz… que manipulación más básica” pensó Adam mientras tensaba su mandíbula.
—Ella necesita ciertas mejoras para poder realizar su misión en la tierra y si sus alas son más fuertes… sabes lo que sucede –en ese momento Eric dejó abrir sus alas y sin aviso alguno se giró de tal forma que dos plumas salieron en dirección de Adam, demostrando la capacidad que tendría Dana. Adam con rapidez también dejó desplegadas  sus alas y se cubrió, sin dejar que las plumas que envió Eric lo hirieran. Las alas de ambos eran como el acero, lucían livianas como una nube, pero eran resistentes como el mejor diamante del mundo. Ambos ya habían pasado la etapa de arcángeles.
— ¡Jesús, Eric! –Le gritó molesto — ¿Por qué siempre que bajas aquí solo tienes ánimo de jugar?
—Dame un respiro –Eric rió por el poco humor que tenia Adam –ayúdame, no quiero que ella termine muerta en manos de Gabriel, puede que tengan un plan los de arriba, pero principalmente estoy preocupado ¿sí?
—Gracias, por fin hablando con sinceridad –Adam caminó hasta sentarse detrás de su escritorio, ya escondiendo sus alas de nuevo.
—Él la puede matar si no sabe protegerse, si no dejé que se fuera con él en el pasado, es porque espero grandes cosas para Dana, ella será buena e importante… y no llegará a nada si él la asesina.
—Para eso ella no debe seguir pura, de otra forma no la tocará, sabes que Gabriel lucha mano a mano –Eric lo quedó mirando sin decir nada, ese silencio le confirmó que ni siquiera el guía oficial de Dana confiaba en que Ethan se mantuviera lo suficientemente alejado.
—Tú eres el punto medio, he tenido vigilado a Gabriel y tú eres su amigo, sé cuáles son los planes de ese vampiro… debes planear la forma de que ella acepte ser ascendida por el camino más fácil.
— ¡Bien! –No había forma de que alguien se negara a algo que pidiera Eric, podía ser tan insistente que Adam estaba seguro que vendría por él cada mañana –tú ganas, pero sabes que no trabajo gratis.
— ¿Qué más quieres? Le has pedido la daga a Dana.
—Eso tiene un beneficio para ambas partes, quiero que te consigas mi daga, la extraño y esta ayuda que proporciono es bastante amplia como para que me la regreses, sé que la tienen arriba.
—Bien, pero no la podrás usar como un Principado.
—No soy uno, pero lo fui… —Adam levantó su manga izquierda, dejando expuesto sus tatuajes –y estas marcas, me permiten usar armas de ese estilo, no he perdido mi alma como Gabriel –Eric lo quedó mirando unos segundos.
—No me gusta cuando quieres conseguir cosas a través de otras personas.
—En este caso no es solo una “cosa” si no que es mi arma y la quiero, sin ella, no hay trato –Eric bufó molesto.
—Bien, hecho… pero sabes que hay muchas armas allá arriba, así que se demorarán en encontrarla, lo más probable que la tengas cuando Dana obtenga las marcas en su brazo izquierdo por ascender a Arcángel, ese será el cierre de este trato, después seguirás guiándola, pero para obtener tu daga tendrás que lograr esas marcas en su piel.
—Pequeña angelito terminará con sus dos brazos marcados, primero las marcas por usar armas del nivel arcángel y luego… –susurró Adam sin completar la frase, pensando en cómo se sentiría ella.
—Si sigue exponiéndose así ante su humano… tendrás razón.
— ¿Eso está dentro de sus planes? –Adam no quería que ella fuera expulsada del mundo de los ángeles.
—Información confidencial.
—Entonces es un trato.
—Así es –ambos estrecharon sus manos, cerrando un pacto que haría la vida de Dana un poco más complicada.
—Bien, me tengo que ir, quiero hacer algo antes de volver con los principiantes –dijo Eric, caminando hacia la puerta de la oficina.
— ¿A dónde irás?
—Quiero pasar a comer lasaña, sabes que me encanta –Adam sonrió y negó ante sus palabras – ¡Oh, Adam! esas semi demonios que andan con Dana… las criaste bien.
Cuando Eric desapareció de su oficina él pudo sentarse en su sofá, tratando de encontrar paz. Adam cerró sus ojos, tratando de idear algo para que Dana aceptara ser arcángel y mejorara para llevar a cabo su misión.
—Estas en el ojo del huracán, pequeño angelito.

 ¡hola pequeñas mariposas! Bueno, aqui les traigo el nuevo capitulo, ya mañana subo el otro ¡no nos queda nada! :D espero que esten bien y muchas gracias por leer ;D

12 Lectores:

  1. Estoy tan intrigada, porque insistir en que Dana sea un arcángel y que sea Adam quién la convenza...

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    1. aaay ya veremos que sucede con eso *-* gracias angie por comentar!

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  2. Wow cada vez se pone mejor!!!!! me encantó el capitulo!!!!!

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  3. Me ha gustado mucho el cap y espero el que sigue cada vez se pone mejor y mejor jajaja y eso me gusta esta historia esta super interesante ... y los personajes me han encantado por completo

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  4. Dios cuanta intriga... Porque es de vital importancia de que dana sea un arcángel .....? Dios

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  5. Eso de que traten cosas a escondidas de Dana, no va a traer nada nuevo, cuando se entere fijo que será demasiado tarde. Quedan un sinfín de dudas sobre el porque de ser un arcángel, antes ella quería ser eso, cuando estaba "arriba" con Gabriel, pero luego eligió ser un custodio, no se si eso tendrá nada que ver, a lo mejor su destino era ser arcángel, por eso aprende tan rápido las técnicas de lucha y demás... pero bueno, no me voy a adelantar a los hechos...

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  6. esa conversacion entre Eric y Adam siempre me deja metida XD

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