viernes, 15 de marzo de 2013

Un ángel caerá - Capitulo 4



Vanidad

Ethan golpeaba su lápiz contra el escritorio, mirando como este caía repetitivamente, había estado así hacía más de una hora.
—Yo la he visto –dijo sin poder sacarse de su cabeza a la chica de la mañana. No podía dejar de pensar en su rostro y en esos ojos miel que parecían brillar.
— ¿Qué estas pensando, Ethan Harris? –la chica rubia y mucho más baja que él, lo miraba desde la puerta, ni siquiera la había sentido entrar.
—Mia ¿Qué pasa?

Mia Young era una de los mellizos encargados de manejar la empresa en la cual Ethan trabajaba, se había vuelto una amiga bastante cercana, a pesar de no conocer todos sus secretos, era alguien que Ethan apreciaba. Mia a su vez veía un excelente publicista en él, además de ser un buen amigo, durante este tiempo habían forjado una amistad.
— ¿Estas buscando que te pague horas extras? incluso tu amada nueva secretaria se ha ido ¿estás bien? –se acercó con sus jeans negros y blusa blanca hasta el escritorio y se sentó en uno de los dos pequeños sofás marrón que estaban a centímetros de un mueble de color caoba con líneas blancas, que estaba repleto de fotos, planos, cintas de colores y lápices; Ethan no se organizaba bien en su oficina, se sentía a salvo en ese lugar.
— ¿Qué hora es?
—Más de las nueve –ella negó ante su desorientación — ¿necesitas días libres? Trabajaste como un loco para conseguir a Nike, te mereces un descanso.
—No… todo está bien, ya ha oscurecido –había pasado la hora para medicarse, esas pastillas las mantenía siempre en su departamento, usualmente a esa hora ya estaba en él para poder ingerirlas –ya me debo ir, es tarde.
— ¿Hoy no saldrás? Gaspar dijo que deseaba salir ¿irán juntos?
—No, estoy un poco cansado, solo necesito dormir –Mia hizo una mueca, siempre le gustaba que su hermano fuera con Ethan, se sentía más segura de que no le pasara nada. Era cierto que los tres se llevaban muy bien.
Rápidamente Ethan arregló sus cosas bajo la mirada de Mia, que no dejaba de pensar que había algo mal con su amigo, hacía unas semanas que lo encontraba más agotado de lo normal.
—No estás consumiendo drogas o algo por el estilo ¿no? –Ethan la miró y comenzó a reír, Mia no tenía filtro para hacer preguntas.
—No, solo estoy cansado.
—Tienes esas ojeras desde hace un par de semanas, sabes que te aprecio mucho, pero si llegas a estar metido en algo extraño, no dudes que te subiré hasta la azotea y te haré caer para que mueras ¿entendido?  —él la miró sonriendo, estaba preocupada.
—Solo me ha costado dormir, esto de la campaña me tuvo trabajando mucho, por eso obtuviste un gran cheque ¿no? ahora solo quiero dormir y recuperarme.
—Espero que no me estés mintiendo, me pasó antes… con el tipo que trabajaba en tu puesto, al que llegaste a reemplazar, no era igual de talentoso, pero se metió en lugares que no debía… fue despedido.
—Lo sé muy bien Mia, no tienes que repetírmelo, pero gracias por preocuparte –le cerró un ojo de forma coqueta y tomó su bolso negro, para cruzárselo en el cuerpo.
—Despídete –dijo ella ofreciendo su mejilla. Él sonrió de nuevo y le dio un beso de despedida –nos vemos.
—No te quedes hasta tan tarde ¡y cierra mi oficina! –cerró la puerta y se apresuró en salir del edificio, las luces comenzaban a apagarse y los escalofríos estaban apareciendo de nuevo.

Dana no podía dejar de mirarse al espejo, estaba siendo vanidosa. Ahora estaba en su nueva y remodelada habitación, mirándose al espejo. Se había sacado su pequeño abrigo azul con bordes rojos en el cuello, mangas y bolsillos,  su blusa blanca con pequeñas flores de color violeta y azul bordadas, sus jeans azules y esa hermosa boina tejida también de color rojo.
—Wow –dijo sonriendo, le gustaba la ropa interior, pero jamás había tenido la necesidad de usarla,  ahora tampoco, pero insistieron en comprarla. Arial y Lilia la llevaron a una tienda especializada en este tipo de ropa.
La tela era tan suave, de color rojo oscuro, no podía dejar de pasar sus manos por sobre la ropa interior. La sonrisa de sus labios era incomparable; el brassier con un encaje solo por el borde superior y con una cinta rosa en el medio se ajustaba bastante, no necesitaba sostener sus pechos ya que los efectos de la gravedad nunca la afectaron en el pasado y ahora solo lo estaba usando por estética. Sus pantaletas suaves como el sostén, también se adherían a su cuerpo, destacando el encaje del mismo estilo que el sujetador, tanto en la parte superior e inferior de este.
— ¿Dana? –dijo Lilia entrando a su nueva habitación.
Sus nuevas conocidas habían comprado un nuevo cubrecama de color violeta con diseños negros de diferentes formas. Unas nuevas cortinas para las ventanas, que combinaban con el resto del lugar; sin embargo, lo que más había encantado a Dana, eran las luces que estaban por toda la pared, tanto al lado izquierdo como detrás de su cama, eso la ayudaba a no sentirse en la oscuridad y agradeció de todo corazón a Lilia y Arial, que se habían encargado de decorar su habitación según sus requerimientos.
—Te dije que el espejo de cuerpo completo era una buena compra ¿Qué haces? –dijo ahora sonriendo, observando curiosa de cómo Dana se miraba.
—Nunca pensé que podría usar algo así –Lilia entró a la habitación, cerrando la puerta para después sentarse en la cama.
— ¿No ocupan ropa arriba? ¿Están desnudos?
—No, solo ocupamos una túnica blanca… no sé a quién se le habrá ocurrido –cuando volviera a su lugar, a la tierra de los ángeles, no iba a usar esa túnica sin gracia, le había agradado enormemente la ropa humana.
— ¿Cómo los cuadros que hay en las iglesias? –Dana se giró y sonrió un tanto sorprendida porque Lilia había estado en una iglesia. Decidió ponerse el resto de su maravillosa ropa que se había sacado solo minutos antes.
—Algo así, pero sin muchos colores, la túnica es muy práctica para quienes tenemos alas –cuando recordó sus hermosas alas, giró su cabeza para ver cómo estaban sus cicatrices –siguen rojas –susurró apenada, las extrañaba.
— ¿Te ha gustado como quedó el lugar?  —dijo observando las luces que estaban encendidas.
—No tengo palabras para agradecer lo mucho que me han ayudado –los ojos violetas de Lilia la observaban orgullosos, a ella le había agradado en un ciento por ciento aquel ángel, era tan entretenido poder enseñarle cosas básica de los seres humanos.
—Disculpa que te pregunte esto Lilia –dijo ahora Dana, ajustándose sus jeans y yendo por la blusa –pero… ¿a nadie le llama la atención el color de tus ojos? –volvió a colocarse su boina roja, le había encantado.
—No, no llaman la atención realmente, si alguien me mira directo a los ojos puede notar el color, pero si pasas por mi lado… no son de un color muy electrizante, además suelen estar más opacados.
— ¿Por tu estado de ánimo? –Dana se sentó a su lado, le agradaba mucho Lilia, era simpática y le sonreía un montón, a pesar que Arial también,  aunque tenía un carácter complicado pero era simpática y la hizo reír muchas veces durante el día, aunque se haya reído de su ignorancia sobre principios femeninos; era alguien que solo había que conocer un poco más.
—Exacto, los de Arial llaman mucho más la atención, cuando éramos pequeñas Adam nos compró lentes de contacto para lucir normales… luego ya no fue necesario, además hay tantas cosas raras entre los humanos, que esto no es nada –dijo apuntando a sus ojos.
Golpearon a la puerta dos veces y esta se abrió, dejando que un cabello como el fuego apareciera con una Arial bastante curiosa.
— ¿Qué están haciendo? –Entró a la habitación y se sentó al otro lado de Dana –tienes mucho que arreglar ángel, compraste mucha ropa que hay que guardar.
—Ustedes la compraron –aclaró Dana, ella solo se había probado cientos de prendas.
Los ojos rojos de Arial  brillaron ante el recuerdo de haber comprado tantas cosas, había sido entretenido, hace mucho que no tenían un día solo para chicas.
—Ya dejaron el último mueble en tu departamento, si que estabas viviendo en una ratonera, aunque tienes linda vista y es un lugar un tanto caro, lo tenías arreglado como si fuera cualquier cosa.
—Era solo lo que necesitaba –aclaró Dana, aunque estaba feliz con todas sus cosas nuevas. Por lo visto Adam tenía razón, el dinero si podía traer algo bueno.
—Claro, pero ahora es mucho más cómodo estar en este lugar ¿no? –Lilia se puso de pie, estaba cansada y ya quería ir a descansar –Arial llamó para que te trajeran algo de comida, supongo que no sabes cocinar y ya almorzamos hace bastante tiempo, así cenas antes de descansar.
—No puedes olvidar esas cosas básicas ¿sabes? Tu cuerpo lo necesita ahora –Arial se preocupó cuando se enteró que el ángel no tenía idea sobre necesidades básicas para sobrevivir, le costaba identificar cuando su cuerpo le exigía comida o ir al baño.
Dana las quedó mirando un segundo, se había asustado cuando le pidieron la dirección de su departamento y todo lo necesario para que trajeran los nuevos muebles y los implementos para dejar el lugar como debía ser. Sin embargo, ninguna de ellas le preguntó el motivo de su ingreso a la sociedad humana, por lo que no tenían idea de Ethan y confió plenamente de las chicas mitad demonio, especie que era asesinada por los de su bando. Había sido prejuiciosa y se sintió mal por ello.
—Bien, estoy muerta y quiero dormir… ahora, Adam me llamó, ya tiene el numero de tu nuevo Iphone  –dijo Arial poniéndose de pie, al lado de Lilia –dijo que hoy no te podría venir a ver, pero que mañana fueras a primera hora para… comenzar con un entrenamiento –aquello tensó a las Nephilim, les había parecido agradable el ángel, aunque no se confiaban por completo, no querían estar escapando de ella la semana siguiente por algún estilo de traición de su parte.
— ¿Bajaste para que él te entrenara? –Dana negó de inmediato.
—Solo necesito defenderme, no todos los demonios son como ustedes.
—Mitad demonio –dijo Arial, aclarando de inmediato su situación –esos seres o los ángeles caídos que se convierten en cualquier cosa… ellos si son de peligro.
—Como Gabriel ¿lo conoces? –Preguntó Lilia –quizás lo viste allá arriba –dijo apuntando con su dedo índice al techo.
—No, no lo alcancé a ver –mintió y ni siquiera le importó, no tenía ganas de explicar su relación con ese demonio vampiro.
—Él es malvado –dijo Lilia, recordando imágenes del vampiro, no tenía escrúpulos.
—No exageres, es entretenido a mí me hace reír un montón ¡Además es tan sexy!
—Pero es un vampiro ¿no? –Dana miró a Arial preocupada.
— ¿Y eso qué? Es guapísimo de todas formas –las dos se rieron bajo la mirada curiosa de Dana –bueno, te dejamos, pronto vendrán a dejar la comida así que estate atenta pequeña angelito –pronto se terminaría acostumbrado a ese apodo con el que Adam la había bautizado.
—Nos vemos, Dana –Lilia se acercó y besó su mejilla. Arial hizo lo mismo, siendo más cautelosa.
El ángel fue a dejarlas hasta la puerta y se despidió con cierta nostalgia, no quería quedarse sola, pero sabía que no había otra solución. Justo en la puerta un chico le dejó una pizza con doble capa de queso, la que pagó gustosa, su estómago nuevamente le estaba pidiendo comida.
Después de que las chicas se fueron y Dana se quedó sola, pudo observar como estaba ahora su sala. Tenía cojines sobre los sofás, cada uno de diferente color; un increíble plasma dispuesto en dirección diagonal a su costado izquierdo, ella quería que el sofá más grande tuviera una vista sin interrupciones hacia las luces de la ciudad. Incluso tenía un reproductor de música con algunos discos que Arial había elegido.
—Dios… —susurró Dana al darse cuenta que hasta su baño estaba completo con todo lo que necesitaría algún día, aunque las toallas femeninas estaban de más, ella no tenía un ciclo de vida como los humanos, su cuerpo en la tierra era como si estuviera en pausa, aunque tuviera hambre y sintiera la temperatura, ahora su cuerpo se regía por un metabolismo, pero su crecimiento… era a paso de tortuga, es por eso que también su cuerpo carecía de cualquier vello que no fuera su cabello y cejas color chocolate, su sistema hormonal era muy diferente al de los humanos.
Dana se sentó en el sofá más grande, con todas las luces prendidas, mirando hacia la ciudad y comiendo de esa exquisita y malvada comida que tenía a su disposición.
—Comida chatarra… interesante –sabía que esto le hacía mal a los humanos, pero ella no sabía cocinar, tendría que ir pronto al único negocio que le aseguraba una buena comida… exactamente al que iba Ethan. Sin embargo tendría que ser mañana, en un horario que no coincidieran.
Aquel recuerdo de su humano, le hizo pensar en las palabras de Arial… “guapísimo” ¿Ethan para ella era guapo y sexy? Jamás se lo había cuestionado, para ella todo ser vivo era hermoso, pero ¿Qué se podía significar sexy? Y a pesar de tener tantos años de estudiar a los humanos, no sabía muchas cosas, sensaciones o sentimientos como por ejemplo.
—No puede ser –dijo mirando todo a su alrededor y viendo como se estaba comportando. Había compartido el día con dos Nephilim y además había comprado un montón de cosas que no necesitaba, pero que la estaba haciendo sentir bien. Estaba pensando si su humano era sexy y cosas que… no debía pensar, esa no era su misión aquí –No, no, no, no… tranquila –estaba cayendo en un ataque de ansiedad, aun no sabía cómo se las iba a arreglar para poder guiar a Ethan, ni siquiera había pensando en enfrentarlo y ahora llevaba su segundo trozo de pizza.
Dana volvió a morder otro pedazo y se quedó pensando de todas formas en su humano, aun su corazón se volvía loco por esa mirada, por primera vez Ethan la miraba solo a ella ¿la recordaría de los sueños?
—Tiene tan mala memoria –dijo negando, era  imposible que la recordara, pero si había llamado su atención, además ¿Qué le habría dicho Emma sobre ella? Ambos la habían reconocido — ¿Sophia? –susurró mirando hacia su lado derecho cuando sintió algo extraño; sabía que ella podría ver diferentes seres en la tierra, aunque los ángeles custodios no estaban entre ellos estaba segura que podría sentir a su amiga –me gustaría que probaras esto –comió de nuevo de su pizza –espero que por hacerlo o porque tenga este estilo de pensamientos sobre Ethan no salgan esas marcas en mi cuerpo… la estoy pasando fantástico, pero los extraño, ven a verme por favor.
Para su sorpresa, su corazón se oprimió al decir esto último y su voz se quebró; sabía que no se encontraba sola, ningún humano estaba solo, pero en ese segundo… se sentía solitaria y deseaba ver una cara familiar.

Cuando Dana se fue a dormir, después de haber lavado sus dientes y haberse puesto su nuevo pijama, que estaba compuesto por una camiseta sin mangas de color blanco con bordes negros que tenia estampado en letras grandes y negras “Demons Also Sleep”. Le gustaba como le quedaban los short negros que habían elegido, su pijama había sido un éxito y le encantaba la ironía de la frase.
—Cada vez esto se está haciendo más fácil.
Se acurrucó en su cama, rodeada de luces que la hacían sentirse cómoda y además su cubrecama y sábanas eran muy suaves. Cerró sus ojos, abrazando su almohada y pensando en los ojos verdes de Ethan.
Dana se removió algo inquieta y abrió sus ojos. Dos ángeles muy conocidos la miraban sonriendo. De inmediato Dana se puso de pie y miró en qué lugar se encontraban.
—No sabía que este era tu lugar favorito –dijo Quentin sonriendo, con sus manos en los bolsillos de su túnica.
Estaban en una de las antenas del segundo edificio más alto de Chicago, el Willis Tower. Era de noche y desde esa altura podían ver todas las estrellas brillar sobre sus cabezas. Este lugar le había encantado a Dana desde la fecha de su construcción, en 1970, podía ver toda la ciudad y a todos los humanos del porte de hormigas, caminando y siguiendo con sus vidas mientras ella solo era una observadora.
— ¡Como los he extrañado! –Se puso de pie y se acercó a sus amigos, abrazó por unos segundos a cada uno y los miró emocionada –Sophia… —la observaba con verdadera nostalgia, le hacía falta su sentido del humor.
—Nosotros también, pero hemos estado atentos a lo que has hecho –dijo ella sonriendo.
— ¿Te hiciste amiga de dos Nephilim? No sabía que eso estaba permitido.
—Ni yo –dijo Dana mirando a Quentin, aun se sentía extraña por tener una nueva perspectiva hacia las semi demonios –pero me han ayudado mucho, hoy compré muchas cosas humanas para poder arreglar el departamento.
—Eso está muy bien ¿sabes? –le dijo Sophia sonriendo, había espiado a su amiga en ese momento y le había encantado lo que compraron –debes parecer una humana normal para cuando… converses con Ethan.
—Se vieron –dijo Quentin, recordando los comentarios de Emma hacia Ethan.
— ¡Ha sido increíble! Sus ojos verdes por primera vez se han fijado en los míos, ha sido maravilloso.
—Pero ¿Por qué no le has hablado? –Sophia quería saber si Dana había temido ante su humano.
—No estaba preparada, hay que mentir mucho allá abajo –se sentó en el metal que estaba bajo sus pies, mirando hacia los edificios –no me gusta, pero creo que lo estoy haciendo bien.
—Son cosas que debes hacer ¿sabes? –dijo Quentin sentándose a su lado, al igual que Sophia. Dana suspiró, daría lo que fuera para tener a sus amigos en la tierra.
—Solo no debes permitir que eso te corrompa –aclaró su amiga, pasando el brazo por sus hombros. Eso la ayudó, no se sentía sola.
—Me preocupa Adam, no sé a dónde me podría llevar… ahora quiere que me entrene.
—Debes hacerlo –la animó Quentin –hay cosas abajo que tratarán de atacarte, debes defenderte.
—Una de esas cosas es Gabriel, debes ser cuidadosa, es peligroso.
—Está detrás de ti, Eric me dijo que debías ser astuta, despertar en ese mundo –Dana asintió a las palabras de Quentin.
— ¡Estas siendo muy lenta, Dana! –Sophia soltó a Dana, que la miraba un tanto apenada –ese lugar es como una selva, te comerán si no te defiendes, debes demostrar el carácter que tienes.
—Es verdad –la apoyó Quentin –tú tienes cientos de años y has observado el comportamiento de los humanos, si bien no has sido entrenada no dudo que podrás hacerlo excelente, pero debes actuar rápido.
—Si Adam te dice que debes entrenar, lo harás… ese ángel caído no es de los mejores, pero puedes sacar mucho de su conocimiento. Recuerda por lo que has bajado, proteger y guiar a Ethan –Sophia estaba preocupada de su amiga, temía que perdiera el rumbo o le tomara demasiado tiempo comenzar su plan.
—Tienes la justificación perfecta para poder hablar con Ethan –Quentin sabía que Emma había prestado ropa a su amiga, es por ello que la devolución de esta podía ser crucial para que ella se comunique con Ethan –debes devolverle la ropa a Emma, es así de simple.
—Lo he pensado, mañana hablaré con Adam para crear una historia –se defendió Dana, ella no estaba perdiendo el tiempo en la tierra, sabía cuál era su objetivo.
— ¡Tienes mil opciones! –Sophia le sonrió –ahora solo debes saber utilizarlas…
—Claro que lo haré.
—No te separes de tu daga, es lo único que puedes usar, ya que si aceptas otras armas benditas, sabes lo que pasa ¿no? –ella entendía muy bien las palabras de Quentin, no quería tener marcas en su piel o convertirse en un arcángel.
—Lo tengo claro.
—Ahora, nos tenemos que ir –dijo Sophia poniéndose de pie, junto con Quentin –así descansarás, para mañana tener un buen día, ahora te guías por el sueño.
—Y recupérate, me da pena ver que no tienes tus alas –dijo Quentin, acercándose y dándole un abrazo a su amiga para después desaparecer al frente de sus ojos, antes que Sophia.
—No temas –le dijo a Dana –y por favor no te confundas con él, sé lo que sientes por tu humano, pero recuerda esto… solo eres su guía, no te involucres porque no te quiero perder.
—Sé lo que tengo que hacer, muchas gracias –Dana estaba sorprendida por la molestia que estaba sintiendo, pero de un momento a otro, su amiga Sophia no era la persona que quería ver en ese segundo.
—Me encanta como te queda ese pijama, además de todas las otras cosas que adquiriste –se acercó a ella y la abrazó –tranquila y suerte mañana con Adam, se nota que Eric lo aprecia mucho.
—Adiós Sophia –fue lo único que pudo decirle a su amiga antes que desapareciera.
Dana se quedó observando la ciudad de sus sueños, una brisa bastante fuerte se levantó debido a su humor y su cabello comenzó a desordenarse. Sentía frío y las estrellas habían desaparecido debido a que las nubes estaban reinando el cielo oscuro, su humor había ido en picado y se sentía enojada. Ella sabía lo que tenía que hacer y lo haría desde mañana, no era ninguna pequeña angelito como Adam y las chicas la llamaban, tenía varios años y había adquirido sus alas, las cuales recuperaría pronto.
—Bien, mañana no dejaré que te escapes de mí –susurró mirando las luces de las calles, parecían cientos de luciérnagas ordenadas –y si tengo que practicar con mi daga para defenderme o defenderte, lo haré.
En ese sueño, ella se juró dar lo mejor de sí para que nadie viniera a recriminarle nada. No dejaría que ninguno de los dos estuviera en riesgo.

Cuando Dana abrió sus ojos y por primera vez no se desanimó al ver que el día estaba nublado. De un salto se fue a la ducha y se arregló para ir pronto donde Adam, pero antes, tenía que hacer su jugada, tenía que dar el primer paso y dejar de temer. Les demostraría a sus amigos que ella podría realizar su misión, que Ethan no la intimidaría.
Salió del baño lista, con su cabello color chocolate suelto en ondas sobre sus hombros. Había optado por un suéter que dejaba un hombro descubierto, era de rayas anchas de color negro y rojo. Unos jeans negros y unos botines habían completado el conjunto, además de haber elegido una delicada ropa interior que había comprado el día anterior.
Fue hasta la cocina y tomó algo de café mientras guardaba la ropa que Emma le había entregado hace unos días atrás, era hora de devolvérsela.
Miró su nuevo reloj de muñeca, tan delicado como ella con un centro celeste y supo que era hora de salir. Ethan era tan maniático sobre ciertas cosas que había descubierto hace mucho tiempo que siempre salía a la misma hora de su departamento.
Presionó el botón del ascensor con su mano temblorosa, pero se obligó a mantenerse serena, no podía dejarse llevar por sentimientos que no estaban autorizados para los ángeles. Su estómago sentía miles de mariposas, pero no las tomaba en cuenta, agradecía la decisión de no comer nada en el desayuno.
Cuando las puertas se abrieron Dana quedó desilusionada.
— ¿Dónde está? –susurró al ver que no había nadie, Ethan vivía en el piso de arriba, debía estar ahí cuando las puertas se abrieran. Frunció el ceño e ingresó de todas formas, no iba a dejar de seguir con su plan. Sin embargo, sentía que sus puños estaban siendo presionados con mucha fuerza, solo había una justificación para que Ethan no estuviera siguiendo su horario normal y ese era quedarse a dormir en otra casa, con alguna mujer que hubiese encontrado.
Sin perder las esperanzas de que esto resultara, caminó con paso firme hasta el departamento de Emma, tocó el timbre y esperó a que alguien abriera.
— ¡Dile a Ethan que le diga a mamá que me envíe esos chocolates que hizo! –dijo Diego mientras abría la puerta. Su corazón se disparó al verlo, estaba muy nerviosa — ¡no le cuesta nada pasar a mi casa! Esta solo un par de kilómetros de Helena –Dana pudo ver como Emma la quedaba mirando desde adentro, con el auricular del teléfono en su mano. Ante aquella expresión Diego puso atención a quien tenía al frente — ¡Ey! La niña de la azotea.
—Ethan, te dejo –alcanzó a escuchar Dana –ya escuchaste a Diego, tenemos una visita, llama luego –Emma cortó y se acercó hasta ella, junto con su novio la miraban un tanto sorprendidos.
—Buenos días –quería cortar el ambiente tenso que se había levantado entre ellos.
—Dana –dijo Emma ahora sonriendo.
—He venido a dejar la ropa que me prestaste, al igual que el dinero –se fijó en la vestimenta de ambos y por lo visto habían coincidido en sus días libres, ya que ambos estaban con pijama. Diego tenía puesta una camiseta gris y unos pantalones azules, mientras que Emma ahora vestía con un pijama completo de color rosa, dejaba sus hombros expuestos al igual que sus blancas piernas.
—Pasa, pasa –la animó Emma, emocionada por volver a encontrar a esta chica, jamás pensó en que volvería a dejarle las cosas que le prestó — ¿Cómo te has sentido? –ella cruzó la puerta bajo la mirada curiosa de Diego, que aun se preguntaba cómo había sabido su nombre esa noche.
—Muy bien, gracias.
— ¿Desayunaste? –Emma no tenía idea por qué le agradaba Dana, sabía que lucía como una buena chica, pero ella no era tan hospitalaria con las personas que recién conocía. Sin embargo, ahí estaba, ofreciéndole tomar desayuno con ellos  esa mañana.
—No –respondió, caminando hasta la sala.
—Wow, te ves diferente sin esa túnica blanca –agregó Diego, mirándola de arriba hacia abajo, no se había fijado en lo linda que era — ¿me puedes explicar qué demonios fue todo eso? Sabías mi nombre y todo ¿además por qué no querías ir al hospital? –él aun pensaba en por qué aceptó esa condición de la chica cuando la ayudó, lo normal hubiera sido ir a un centro clínico.
—Le temo a los hospitales –respondió sin estar nerviosa, Dana había pensado en crear una historia durante todos estos días, no la iban a encontrar desprevenida otra vez –y la túnica, bueno… no es que vista así normalmente, solo fui a mi última audición.
— ¿Audición? ¿Eres actriz? –preguntó curiosa Emma.
—El intento de una, ya no… cambié de opinión, no me gusta.
—Ahora tiene sentido la ropa –respondió risueño Diego.
—Y respecto a tu nombre, bueno… llevé a mi primo al hospital donde trabajas, no sé si lo recuerdes, moreno, alto, bastante guapo de unos treinta años, Adam Foster es su nombre –Diego trató de recordar, pero esas características no llegaron a su mente.
—Lo siento –se incomodó un poco al no poder recordar a ese paciente.
—Sí, bueno, fue hace unos meses, cuando recién llegué a Chicago.
— ¿Y qué andabas haciendo ayer por estos lados? –el corazón de Dana comenzó a latir con fuerza ante el recuerdo de ese encuentro; los ojos de Ethan se interpusieron en su fantástica actuación.
—Estoy viviendo en este edificio –ambos se miraron sorprendidos por sus palabras –hace un par de semanas había comprado un departamento en el piso de arriba, la casualidad de que fueran mis vecinos me dejó un tanto sorprendida.
—Pensé que vivías en otro lugar –dijo Emma confundida, ese día que estuvieron conversando no había dicho nada sobre vivir cerca de ellos.
—Sí, me mudé solo hace dos días, ha sido agotador es por eso que no pude venir a devolver tus cosas antes –respondió, estirando sus manos con la bolsa que traía la ropa de Emma –aquí está el dinero también –sacó un sobre de su pequeño bolso deportivo que cruzaba su cuerpo –muchas gracias.
—No hay de qué –dijo Emma, aun sorprendida.
—Bueno, creo que esto aclara todas mis dudas –sonrió Diego, entendiendo que sus ideas psicóticas sobre la chica, estaban erradas –llegué a pensar que era una loca psicópata que andaba detrás mío.
— ¡Por favor, Diego! –dijo riendo Emma. Dana no pudo evitar reír ante las ocurrencias por parte de él, aunque pensándolo fríamente, había sido algo parecido, pero su objetivo era otro: Ethan — ¿Ahora vas al gimnasio? –le preguntó ella, mirando el bolso deportivo que llevaba.
—Sí, con mi primo.
— ¿A cuál vas? –Le preguntó ella mientras que Diego se dirigía hacia la cocina a poner un puesto más, por lo visto su visita se quedaría con ellos para el desayuno –yo voy al Anytime Fitness, es muy bueno, voy con Diego y un amigo.
—No sé, Adam me convenció de ir, debo pasar por su local, él me llevará, recién comenzare hoy.
—Por lo visto tienes tiempo libre, qué envidia.
—Algo así, aun no encuentro algo que me guste hacer.
—Eres joven aun para saberlo, tómatelo con calma ¿y dónde queda el local de tu primo? ¿Cerca?
—No sé si lo conoces, se llama Lucifer es algo así como…
— ¡El mejor lugar donde pasarlo bien! –dijo apareciendo Diego — ¿Qué sucede con él? ¿Vas a salir esta noche?
—No Diego –respondió Emma –solo me está diciendo que su primo es dueño de ahí.
—Wow –volvió a decir él –puedes hacernos entrar entonces ¿no? ¡A Ethan le encantaría!
—Alto alto –dijo su novia –primero que todo, siento recibirte con esta ropa –recién se había dado cuenta de que ambos seguían en pijamas –y segundo, por favor, vamos a comer y luego siguen hablando que estoy muerta de hambre ¿te quedas con nosotros un rato? Así comes algo, no puedes ir sin nada de energías al gimnasio –Dana miró su reloj para demostrar algo de normalidad y asintió.
Los tres se fueron a la cocina y se sentaron, Dana sonrió al ver que había tantas cosas que lucían exquisitas, le había agradado comer y que sus papilas gustativas explotaran en su boca por los pequeños pasteles de Emma.
—Muchas gracias –dijo cuando Diego llenó su taza de agua y mientras Emma le ofrecía un pedazo de torta. Para ella fue inevitable pensar que ambos comían demasiados dulces, aunque lo compensaban con el gimnasio — ¿Quién es Ethan? –preguntó debido a que Diego lo había nombrado.
—Es un amigo nuestro –respondió ella, sentándose en una esquina de la mesa para cuatro que tenían, era blanca de madera, al igual que las sillas –quizá lo recuerdes, ayer te vi en el edificio, era el que iba a mi lado.
—Oh –Dana trataba de que su tono no se alterara o que su lenguaje corporal no delatara lo nerviosa que estaba.
—Sí y le gusta mucho ir al Lucifer, antes íbamos seguido, pero desde hace meses que no vamos los tres, con esto de los turnos y el trabajo de Ethan, no nos queda tiempo –dijo él tomando de su café.
—Ethan es publicista, pero bueno… cuéntanos ¿te ha costado mucho la mudanza? –preguntó Emma, cambiando el tema ya que no tenía mucho sentido hablarle de Ethan a una chica que no lo conocía.
—Algo, es difícil… sobre todo comprar los muebles y cosas por el estilo.
— ¿Todo nuevo? –Diego no pudo esconder su tono de sorpresa –eso debe sumar mucho dinero.
—Sí, es que gane un concurso de raspe –ambos abrieron sus ojos por la respuesta que había dado. Dana no encontraba que fuera un error hablarles de ese premio, además ya había mentido suficiente –esto está muy rico –se llevó otro bocado del pedazo de torta de piña que le habían dejado en su plato –eres muy buena cocinando.
—Gracias –las mejillas de Emma se sonrojaron, cosa que era difícil en su vida diaria, pero su debilidad era la cocina, le gustaba cuando la halagaban.
— ¿Y cuánto ganaste? –Diego no había dejado de pensar en lo que había dicho Dana, que suerte la de ella había sido su primer pensamiento.
—Mmm… dos millones de dólares.
— ¡¿Qué?! ¡Wow! –Dijo él sorprendido –bien, desde ahora serás nuestra mejor amiga ¿cierto, amor? –Emma rió ante las palabras de su novio y después le dio un pequeño golpe en el hombro.
—No bromees, que va a pensar Dana de nosotros después –ella solo sintió mariposas por estar riendo con los mejores amigos de su humano.
—Siento envidia –dijo Diego, sin poder creer aun lo que decía su visitante –pero de la buena, a nosotros aun nos mantienen nuestros padres, aunque debo ser honesto y decir que lo hacen  bastante bien.
— ¿Bastante? Muy bien mejor dicho –lo corrigió su novia.
— ¿Sus padres? ¿No trabajan? –Dana sabía muy bien lo que sucedía en las vidas de ellos, pero debía parecer curiosa.
—Sí, es que aun nos queda un año de internado para poder tener nuestro titulo –aclaró Diego –entonces desde que vinimos a estudiar aquí, hemos pasado por diferentes departamentos hasta que cuando Ethan se graduó y tuvo su trabajo, con el cual gana bastante dinero y se compró un departamento aquí, nosotros decidimos elegir una vivienda cerca de él también.
—Se ven muy unidos –sonrió ella, pensando en los buenos amigos que tenía Ethan, nunca lo habían abandonado y siempre estaban apoyándolo con su habilidad, no lo tachaban de loco, lo que era principal para la vida de él. Dana estaba agradecida.
—Sí, años de amistad, desde que éramos unos adolescentes –acotó Emma, pensando en Ethan y en el motivo de que él ahora estuviera con Helena.
—Yo lo conozco desde que tenía cinco, así que soy más amigo de él que ella –apuntó a la morena y esta solo negó.
— ¿Y tú, Dana? ¿Conoces a alguien de aquí o solo tienes a tu primo? –ella se encogió de hombros.
—Solo él, soy nueva en esta ciudad.
—Eso es difícil, pero por lo menos tienes a tu familia, siempre están ahí cuando los necesitas ¿no? –Diego le pidió a Emma con el plato que le diera otra porción de torta.
—Claro, pero de todas formas puedes avisarnos si tienes un problema o algo así, para eso están los vecinos.
—Deberías conocer a Ethan, es muy simpático, te encantará –era como si a Diego le hubiera aparecido una pequeña ampolleta sobre su cabeza ante tal idea –así vas conociendo personas.
Emma quedó mirando a Diego, ella conocía muy bien a su amigo y sabía que ante Dana, quien era tan bonita, no se iba a contener, ni siquiera aunque se lo pidieran. No quería meter en problemas a su vecina y nueva conocida.
— ¿Si? Eso estaría bien, quizás lo vea algún día en el Lucifer.
“Contrólate, contrólate” se repetía Dana ante la posibilidad de que ellos la llevaran donde Ethan más rápido de lo que pensaba.

Durante una hora estuvieron conversando animadamente, donde Dana inventó varias cosas que salieron de forma natural, basándose en historias que había visto a través de sus años como ángel. Después de haber pasado aquel tiempo con ellos se despidió, tenía que ir donde Adam y ya estaba retrasada, su celular había comenzado a sonar, pero no lo tomó a tiempo, por lo que minutos después decidió que era tiempo de retirarse.
El ángel encantó tanto a Emma como a Diego, les parecía simpática y les daba una confianza extraña que ninguno podía explicar. Indirectamente Dana al estar con ellos mientras era ángel de Ethan había provocado una reacción familiar hacia ella por parte de los dos.
Se subió al taxi con su bolso que contenía ropa deportiva para poder entrenar con Adam y se dirigió hasta el Lucifer, quería entregar todo en estos días, debía prepararse para cualquier cosa, Arial y Lilia le habían dejado en claro ayer que no podía seguir indefensa en la tierra.
Le indicó al chofer, que la miraba más de lo adecuado por el espejo retrovisor, donde debía estacionarse. Ella llamaba la atención en el sexo opuesto y ni siquiera se daba cuenta.
Entró al Lucifer después de haber saludado a Sam con un abrazo, quien aprovechó de tenerla en sus brazos más de los segundos adecuados, Dana solo pensó que le había agradado mucho al guardia, siendo que aquel hombre no la estaba abrazando porque tuviera un cariño especial por ella.
— ¿Buenos días? –dijo tocando a la puerta, esperando a que abrieran, pero no sucedía nada, aunque se escuchaba que habían personas en la oficina de Adam.
Dana suspiró y se alejó por unos minutos, yendo hasta el centro del local, donde estaba el mismo chico que se encargaba de los tragos.
—Hola –dijo ella sonriendo, le había llamado la atención desde el primer día que lo vio. Lucía de unos diecinueve años, blanco y con cabello negro que llevaba a la moda, cubriendo su frente con este. Medía alrededor de un metro ochenta, delgado y bastante niño para la visión de Dana. Vestía igual que Sam, con pantalones y camiseta negra, donde destacaba el nombre Lucifer  en color rosa eléctrico, la única diferencia entre ambos es que este escondía sus brazos con una camiseta manga larga.
—Hola… —le dijo mientras limpiaba unas copas. Sus ojos azules la quedaron mirando sin decir nada.
— ¿Hay alguien con Adam? –Él asintió, sin decir otra palabra mientras la seguía mirando como si le estuviera haciendo algún tipo de análisis –mi nombre es Dana Cross –ofreció su mano para él, quien la estrechó sin dejar de mirar sus ojos.
—Soy Isaac  —volvió a su labor con las copas.
—No eres bueno hablando, por lo que sé los barman son especialistas en escuchar las penas de las personas –Dana apoyó su rostro en su mano, que tenía sobre la barra.
—Sí, soy bueno escuchando, no hablando.
— ¡Dana! –se giró ante el llamado de Adam que la observaba desde la puerta de su oficina… junto a Gabriel. Ella suspiró cuando vio al demonio.
—Ten cuidado con ese, no es de confiar –dijo Isaac, dejando sorprendida a Dana ¿hablaba de Adam o de Gabriel?
No tuvo tiempo de preguntarle a Isaac de qué estaba hablando ya que Adam le hizo una seña para que se acercara mientras que Gabriel se alejaba de él y caminaba hacia ella. Se armó de valor y avanzó, ambos se encontraron justo a la mitad de camino que los distanciaba.
Iluminados por las diferentes luces de colores que siempre había en el Lucifer, Gabriel vestido con una camiseta negra y cubierto por una chaqueta de cuero del mismo color, además de unos pantalones que combinaban con el resto de su ropa, sin duda el color de su alma quedaba reflejado en su ropa negra.
—Te queda la ropa humana ¿Qué te ha parecido dejar esa horrible túnica por esto? –dijo mirándola completamente, llamó su atención ya que jamás había imaginado a Dana vestida de esa forma.
—No tengo nada que hablar contigo, sal de mi camino –Gabriel sonrió al escuchar el tono que estaba usando su ángel favorito. No podía dejar de mirarla con esos ojos rojos
“¿Por qué los tiene de ese color?” se dijo ella, Gabriel tenía los ojos dorados usualmente, como los suyos miel, pero mucho más intenso, ahora su mirada estaba marcada por la sed de un vampiro y no volvería a tenerlos completamente dorados hasta que bebiera de sangre humana.
Dana no pudo evitar recordar a Arial, pero se convenció de que no eran lo mismo, ella no era un vampiro que debía beber de sangre humana para sobrevivir.
—Un ángel debe ser comprensivo ¿Por qué me hablas de esa forma? –él sin poder evitarlo llevó su mano hasta la mejilla de Dana, pero cuando sus dedos la alcanzaron, su piel comenzó a quemarse, la retiró de inmediato y solo esperó un segundo para que se regenerara.
—Eres un demonio, mi comprensión no se da a seres oscuros –ella fruncía el ceño, sin poder evitar sentir una gran molestia al verlo; su corazón la hacía recordar todo el dolor que él le había provocado cuando se fue, cuando los dejó… cuando la abandonó.
— ¿Es qué acaso nunca me vas a perdonar? Te llevas muy bien con Adam y él también se alejó de los ángeles.
—Él no me abandonó sin decir palabra alguna sobre ello, además no se ha convertido en un vampiro asqueroso como tú –Gabriel no pudo evitar sorprenderse con aquellas palabras. Sonrió al darse cuenta que solo en un par de días ella ya se estaba armando de valor para dejar florecer sensaciones y sentimientos que los ángeles no conocían –ahora déjame tranquila, solo me estas molestando.
—Es raro sentir ira cuando nadie te alteró en el pasado ¿verdad?
— ¿Qué sabes tú? No tienes sentimientos ni nada, eres un monstruo –sus ojos rojos brillaron al notar que ella lo odiaba. Él se alimentaba de sentimientos como esos.
—Mmm… Dana –dijo cerrando sus ojos, sintiendo lo agradable que era nombrarla de nuevo –cuida a tu humano –abrió sus ojos, ella lo miraba sin poder creer que ese era el mismo Gabriel que ella había conocido antes –disfrutaré esto y me tomaré el tiempo necesario para ver como dejarás de ser pura –se fijó en los labios de ella, rosados y con algo de brillo –así podré tocarte de nuevo y verás lo agradable que puede llegar a ser un monstruo.
—Yo no me dejaré corromper, no soy la que fue débil –él sonrió de nuevo al escucharla.
—Veré esas marcas en tus brazos, pequeña Dana –dijo guiñándole un ojo.
—Vete de aquí… —ella tensaba su mandíbula, controlando la pena que le provocaba escucharlo hablar de esa manera ¿marcas en su piel? ¿Cómo podía desear eso para ella sabiendo a la perdición que se entregaba por tenerlas?
Gabriel se acercó a ella, hasta llegar a su oído. Solo unos centímetros lo separaban de su piel bendita. Cerró sus ojos y respiró profundamente, sintiendo el aroma de Dana… puro e inocente, su aroma favorito. Mojó sus labios con su lengua, pensando en lo agradable que sería clavar sus colmillos en ella.
Dana se quedó quieta, no la intimidaba aquel monstruo que estaba tan cerca de ella, sabía que no podía tocarla ya que se haría daño.
— ¿Sabes por qué tu corazón late con fuerza? ¿Por qué los vellos de tu nuca se erizan al verme? –le susurró, dejando que el aliento de su boca llegara bajo el lóbulo de su oreja.
—Claro que lo sé –Gabriel volvió a respirar profundamente, dejándose inundar por su aroma –es la pena de verte malvado, de ver como de a poco te hundes aun más.
—Mmm… —gruño él de forma masculina, pero aquel sonido no tenía el efecto que causaba en todas las mujeres a las que se acercaba, Dana no era una mujer cualquiera, ella era un ángel –no sabes cuánto me gustará verte caer –no soportó la tentación que era para él aquel ser y mordió el lóbulo de su oreja, provocando que Dana se quedara estática cuando sintió la húmeda lengua de Gabriel en aquella zona tan delicada, pero él se alejó ante la quemazón que provocó en sus labios y lengua la piel de Dana –nos vemos, pequeña angelito.

Gabriel salió del Lucifer ya con sus labios regenerados y con una sonrisa en su boca. Se metió al auto negro que lo esperaba y miró a su chofer, esa hermosa mujer de piel blanca y cabello negro.
—Me gusta cómo te quedan los lentes –le dijo, aun sintiendo la excitación que provocó Dana en él.
— ¿Por qué demoraste tanto? Sabes que debo ir a trabajar, no pensé que tendría llevarte en el auto, dime qué debo hacer hoy, mi guapísimo jefe me regañará por llegar tarde –él bufó por las palabras de su acompañante.
—Solo debes abrirle las piernas para que se mantenga contento, humanos –ella frunció el ceño y trató de golpear su pecho, pero él la detuvo antes que cumpliera tal atrevimiento –no harás nada, te mantendrás tranquila… nuestro plan se mantendrá en pausa un tiempo.
— ¿Por qué? Esto no le gustará a tus jefes –él rodó los ojos, no se había convertido en un vampiro para seguir estando bajo las órdenes de otros.
—Déjamelo a mí y hazme caso –ella miró como la tenía tomada de muñeca y sintió como su cuerpo comenzaba a reaccionar por aquel tacto.
—Bien, como tú digas –ella se acercó a Gabriel y él de inmediato liberó su muñeca para apoderarse de su cuello y atraerla a él, para así poder sentir sus labios. Era un beso apasionado y brusco, sin ninguna presencia de amor, cariño o respeto, era lujuria pura lo que recorría a ambos seres oscuros. Una humana y un demonio.
—Ahora maneja Zoe, Ethan Harris será nuestro pronto… solo quiero probar cierta fruta prohibida antes.

 ¡hola pequeñas mariposas! las he tenido abandonadas u.u es cierto, pero no saben, mi semana ha sido infernal, test todos los días, preparándome para la practica pediátrica con la profe mas cabrona de todas... así que espero que entiendan que no he tenido tiempo.
Espero que les este gustando la historia, le agradezco a cada una por leerla :D espero que estén bien.
 Próxima Actualización: Domingo 17 de marzo, 2013

6 Lectores:

  1. Ahhh, cada vez mas emocionante!!!!!

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  2. Me encanta.
    Dana está experimentando todos lo sentímientos humanos y como que me quedé con el sentimiento de enojo después de que Sophia hiciera sus comentarios y recomendaciones, porque aunque me tranquilice cuando desayuno con Emma y Diego, cuando Dana se encontró con Gabriel me dieron ganas de ahorcarle, a demás estoy ansiosa por que se de otro encuentro entre Dana y Ethan. Dios, creo que estoy peor que Dana con los sentímientos...

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  3. Como te dije ese Gabriel me tienta Dios, excelentes histo.

    Un beso colega

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  4. uuuf al fin pude terminar de leer este cap!! con el sueño y los estudios se me hacia imposible!!! ahora con un poco de tiempo me pongo al dia :D

    nose porq antes estaba tan determinada a q "Dana" no cayera en tentacion, ahora ya no lo se.
    ...q tan malo podria ser?? e.e
    no se, qisas como los cambios de nombre... nose xD
    igual estoy como q qiero y no... a Dana se le bien muuuy pesado!! jaoajo

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  5. Que injusto es el mundo, yo también quiero ser un ángel, primero pueden hacer que les toque continuamente la lotería, luego no tienen que depilarse ni nada... el paraiso. Ya había proclamado mi amor por Ethan unos capítulos atrás, pero creo que también soy una gran pecadora... porque gabriel me incita a hacer cosas perversas y si es con él, mejor que mejor ja ja.

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