jueves, 7 de marzo de 2013

Un Ángel Caerá - Capitulo 2



Extraña

El sonido de un celular comenzó con la música de The Strokes, Is this it; canción que Ethan había elegido para despertar cada día. Al momento de abrir sus ojos, se dio cuenta que era otra oscura mañana en Chicago, lo que no fue de su completo agrado, le gustaban los días de sol.
Se levantó de un salto de la cama y se dirigió al baño mientras se quitaba su bóxer azul oscuro, quedando desnudo, pensando en todo lo que tendría que hacer hoy. Estiró sus brazos cuando ingresó a la ducha, haciendo sonar los huesos de su cuello, estos últimos días había estado bastante tenso por el trabajo y no encontraba forma de relajarse, ni lo haría, a menos que obtuviera la campaña publicitaria de Nike.

Mientras el agua tibia caía por su rostro hasta recorrer todo su cuerpo, mojándolo por completo, evitó que su cabeza lo llevara a pensamientos que le desagradaban. Sin embargo cada ciertas noches se despertaba con una incertidumbre; recordaba haber soñado algo, pero solo eran imágenes vagas que lo dejaban en una historia sin inicio… ni fin.
Ethan Harris para quien lo viera, era como cualquier hombre que estaba disfrutando del éxito. Tenía dinero, mujeres y fiestas; veinticinco años, era guapísimo a la vista de las mujeres, iba al gimnasio tres veces a la semana por lo que tenía un cuerpo fuerte y marcado, pero eso quedaba para las mujeres que podían conocerlo más… profundamente, a simple vista atraía por sus ojos verdes y profundos, además de su rebelde cabello negro y esa sonrisa característica de un sinvergüenza que destacaba en su blanca piel, sabía usar sus atributos y sin duda estaba disfrutando de lo que la vida le había deparado. Ese era el lado A de Ethan, el que todo el mundo veía, incluso sus amigos comunes y compañeros de trabajo.
El lado B, era el que escondía de toda persona que pudiera juzgarlo y llamarlo loco, desde que había abierto sus ojos cuando era un bebé siempre había visto que estaba rodeado de personas, pero no fue hasta que él aprendió a hablar, que le informó a su madre, Helena Harris,  de las personas con heridas o expresiones frías que estaban rondando en su habitación y resto de la casa; sus padres, ingenuos e ignorantes, pensaron que solo era cosa de niños, sin embargo este comportamiento siguió hasta llamar la atención de su madre, a los dieciocho. Ella decidió llevarlo a un psiquiatra, quien le indicó los medicamentos para evitar estas “ilusiones”
Desde entonces la frecuencia en la que Ethan veía un alma perdida pidiendo su ayuda, había disminuido en un ochenta por ciento, aun no podía escapar del todo, pero sin duda podía vivir solo viendo a un “fantasma”, como los llamaba él, al día o incluso a la semana. Se negaba completamente a pensar que era un problema mental, sino que era más bien una habilidad, solo quería dejar de ver espíritus y aceptaría cualquier mentira para poder llevar una vida normal.
De todas formas, estos dos lados en su personalidad, hacían que su vida se rigiera en diferentes extremos, uno que guardaba solo para él y el otro, que hacía que todo el problema de las almas pasara a segundo plano. Era algo que le había dado resultado. Sin embargo, nada es para siempre.

Después de varios minutos de estar bajo la ducha y pensar en mil cosas a la vez, como usualmente hacía, salió de esta. A diferencia de su habitación, su baño era solo claridad, completamente blanco, con las corredizas de vidrio, no se arriesgaría a correr una cortina de baño normal y encontrarse con alguna sorpresa desagradable, ya había pasado por eso, era todo un maestro para evitar situaciones extrañas.
Los baños en sí, no eran de su agrado, trataba de estar el menos tiempo posible en ellos, es por eso que el de su departamento además tenía que ser apto para sus requerimientos.
Tomó la pequeña toalla que había a su lado, ahora ya cubriendo desde su cadera hasta sus rodillas y miró el espejo que estaba al frente de él. Suspiró y sin poder evitar los nervios de cada mañana, pasó su mano por el espejo, encontrándose solo con su reflejo.
Ethan jamás olvidaría cuando tenía dieciséis años y se había encontrado con alguien más a sus espaldas, alguien… que no estaba ahí físicamente, nunca había corrido tan rápido en toda su vida como esa mañana; la mirada de la mujer que esperaba su ayuda, era tan desoladora que había hecho sentir una ola de escalofríos a Ethan. Desde entonces los espejos no eran sus mejores amigos, no le agradaba nada que tuviera reflejos. Era un maniático en este estilo de cosas y lo había aceptado hacía ya años, incluso sus amigos muy íntimos, sabían de estas condiciones.
Al estar seguro que no iba a pasar nada malo, siguió con su ritual de cada mañana. Lavarse sus dientes mirando hacia el lavamanos mientras abría el mueble de un costado, también de color blanco, que tapaba parte del espejo cuando se abría. Tomó las pastillas que habían sido recetadas por el psiquiatra hace ya tantos años, antipsicóticos es lo que necesitaba según todos, incluido él. No perdía sus dosis cada mañana y noche, hacía un par de semanas se la habían cambiado por unas más fuertes, lo mantenían más cansado, estado que no sucedía con las anteriores, pero habían disminuido sus “ilusiones” a una o tres veces por semana, pero lo habían hecho caer en el hábito de fumar.
Salió hacia su habitación donde tenía ordenada su ropa de hoy, para su satisfacción, el día que lo contrataron de inmediato le dijeron que no era necesario usar traje y corbata, solo que llegara semiformal, era una nueva empresa que había comenzado hace tres años, dirigida por jóvenes un poco mayores que él. Ni siquiera las reuniones incluían una vestimenta especial, era su perfecto lugar de trabajo.
Tomó sus jeans oscuros y la camisa gris con rayas negras, se las puso con rapidez, al igual que sus zapatillas deportivas Vans negras, no le gustaban los zapatos. Ya vestido se dirigió hasta la cocina, donde tomó la taza de café que ya estaba preparada por la cafetera programada.
Su cocina estaba complementada por todo aparato tecnológico que lo ayudara a que cocinar fuera más fácil, tampoco era como si supiera hacer algo, todos los días compraba su cena en el mismo negocio, a seis cuadras de su edificio.
Había elegido colores también oscuros para su cocina, no le gustaba cuando algo creaba sombras y los colores blancos de las habitaciones, hacían que se viera un tanto extraño… realmente él se sentía bastante cobarde y evitaba a toda costa tener que exponerse a situaciones incómodas y para él, las sombras en muebles blancos, no eran una opción.
Bebió de su café, concentrándose en la reunión que tenía en un par de horas, esa publicidad tenía que ser suya, la comisión por darle en el clavo a Nike, era bastante alta y no le haría nada mal extender su cuenta bancaria con varios cientos de dólares más. Sin embargo en su mente se cruzaba este extraño sueño de la noche pasada, era similar a otros que había tenido pero no podía descifrarlo.
Ethan había soñado con su ángel custodio desde que era solo un bebé, Dana se había encargado de estar presente en todas las etapas que él le permitió presenciar. Helena, rezaba en las noches con Ethan hasta que tuvo dieciséis años producto de las personas que veía, por lo que hasta esa edad siempre se acordó de su ángel custodio, el problema fue cuando Ethan dejó de recordarlo. Su ángel pasó al olvido y ni siquiera ahora podía entender de qué se trataban los sueños que tenía.
En su memoria se cruzaban árboles en  imágenes muy claras, además de notar como el cielo se volvía oscuro y la lluvia volvía a caer. Era lo único que podía recordar y eso lo frustraba.
—Ya basta –dijo molesto consigo mismo y terminó de tomar su café de un solo sorbo. Rápidamente se dirigió hasta su estudio donde tenía sus dibujos y planos; estos habían terminado de ser pintados y preparados para la exposición de hoy, solo un día atrás.
Ensayó pensando cómo vendería esta publicidad a los dueños por horas en la tarde anterior, necesitaba las palabras correctas para poder convencerlos, ahora estaba seguro que esa campaña sería suya, aun no llegaba la compañía que se negara a que él fuera el publicista encargado de su éxito.
Guardó los bosquejos en el porta planos negros de forma circular que su madre le regaló cuando se graduó y se lo cruzó por su cuerpo. Tomó las llaves de su auto y antes de salir vio la correspondencia que su madre había enviado ayer, era para Diego, su mejor amigo, que no era capaz de comunicarse con su propia madre para saber que aun llegaban cartas a la casa vecina de los Harris. Negó y suspiró al darse cuenta que tendría que pasar a dejárselas. Vivía dos pisos más abajo.
Era la enésima vez que repasaba sus líneas mientras bajaba por el ascensor y caminaba hasta el departamento de Diego y Emma, sus mejores amigos. Al primero lo había conocido a penas cuando tenía cinco años y luego a la “roba amigos”, como le decía a Emma en un comienzo, que llegó en plena adolescencia, no se habían separado desde entonces. A pesar de que Emma, había alejado a su mejor amigo de él, le tenía mucho aprecio y se había convertido en su verdadera amiga. Ellos eran los únicos que sabían de su secreto, no hablaban mucho del tema, pero cuando eran niños muchas veces tuvieron que ayudarlo cuando llegaba corriendo a sus casas, este era uno de los motivos de ser vecinos en la actualidad, nunca serían capaces de dejarlo solo.
Tocó el timbre dos veces, pero nadie salía, solo podía escuchar unos gritos. Se apoyó al lado de la pared, esperando a que Emma se diera cuenta de que había alguien afuera de su departamento escuchando lo que discutían.
— ¡Pero cómo has podido traer a una desconocida a la casa! –Ethan frunció el ceño al escuchar aquello
“¿Qué había hecho ahora Diego?” pensó Ethan.
—Llego de turno y mira lo que has hecho, esto es imposible –le gritó ella a Diego al otro lado de la puerta.
Turnos, Ethan aun no podía entender cómo era posible que ambos vivieran de esa forma, uno a veces tenía turno de noche mientras el otro dormía en su departamento, o al revés, simplemente debían estar muy unidos como para soportar ese estilo de vida. Ambos le respondían de la misma manera cuando él expresaba estas dudas.
 —No será por más de tres años.
Cada uno estaba terminando su internado de medicina, solo les quedaba este año, aun así discutían bastante por la frustración y ritmo que llevaba su diario vivir.
—Solo unos meses más –susurró Ethan mientras volvía a tocar el timbre. Miró su celular para constatar la fecha, estaban a veinticinco de octubre; comenzó a ver su agenda para entretenerse, pero en ese momento Emma se acercó y abrió la puerta sin siquiera saludarlo, se dirigió de nuevo hasta donde se encontraba Diego, listo con su traje gris, su bata y maletín. Sonrió al darse cuenta que los planes de su amigo eran dejarle un problema de último minuto a Emma.
Emma era una morena de ojos azules, era simplemente hermosa, su cabello llegaba hasta varios centímetros bajo sus hombros y tenía un flequillo que hacía ver su ojos más profundos, adornando ese hermoso rostro, de tez blanca, lo que hacía destacar aun más sus ojos azules; parecía una verdadera muñeca. Al igual que Diego y Ethan, ella acudía al gimnasio, ya sea con su novio o su amigo, dependía del hospital, es por eso que tenía  un cuerpo firme y curvilíneo,  era lo que todo hombre desearía en el mundo, sino fuera por su pésimo carácter. Era una mujer que se guiaba por las reglas, cumplía su palabra y era correcta, muy estricta, pero también muy amable, eso mismo esperaba de los demás, cosa que su novio no hacía habitualmente, siempre cambiaba sus planes y era más espontáneo, es por eso que siempre discutían, pero se amaban, ninguno podría vivir sin el otro.
Diego Benson, más alto que Ethan, quien media metro noventa, cabello castaño muy corto, ojos oscuros, era musculoso y muy pocas veces no sonreía, tenía un corazón de oro y un cerebro increíble, amaba su profesión y lo único que amaba más, era a su novia Emma, a pesar que tuvieran desacuerdos, como el que estaban teniendo ahora.
Ethan atravesó el pasillo de entrada hasta que llegó a la gran sala, la que era iluminada por amplios ventanales por el lado de al frente, exactamente como la suya, pero este departamento parecía un hogar, le gustaba pasar tiempo con los chicos, más que en su departamento, donde se encontraba solo, aunque eso no pasaba seguido, siempre podía conseguir una chica con la que pasar la noche… y no durmiendo exactamente.
— ¡Tu amigo! –Dijo Emma dirigiéndose a Ethan, ya estaba instalada en su pijama color rosa –ha traído a una desconocida de la calle ayer por la noche y ahora me la quiere dejar para que me haga cargo.
—Emma, tenía que ayudarla… la vi en el suelo mientras llovía, ya te lo he dicho mil veces, ahora me debo ir –Diego aun no podía dejar de estar sorprendido por la situación de esa chica, su espalda toda manchada con sangre.
—Hay hospitales –dijo Ethan, confundido por lo que había hecho su amigo, a veces podía ser muy ingenuo –a todo esto, buenos días –dijo sonriendo y sentándose en unos de los sofás violetas, dejó el cojín blanco invierno sobre sus piernas mientras miraba la discusión. Diego y Emma estaban casi tirando chispas de rabia.
—Tú cállate –le dijo Diego a Ethan, sus músculos incluso intimidaba a este último. Se le podía notar las venas en su piel blanca, a nivel del cuello y frentes, estaba furioso.
—Ethan… ven –le pidió Emma –debes verla por ti mismo, esta con una túnica blanca en nuestra habitación de huéspedes –él se puso de pie, sonriendo al escucharla.
—A pesar de que luce bastante tentador ver a una chica solo con una túnica puesta, yo me debo ir, solo te vine a dejar esto –dijo levantando la correspondencia a nivel del rostro de Diego –llama a tu mamá, de esa forma la mía no me envía tus recados.
— ¿Ahora tú me vas a regañar? No me da el tiempo de llamarla –Dijo Diego arrancándole las cartas de la mano a Ethan –lo último que me faltaba –bufó molesto y tiró las cartas sobre el sofá.
—Yo me retiro, espero que el par de doctores no sigan haciendo un berrinche por lo que sucede, se escucha hasta afuera.
Ethan se retiró con una seña que era usual en él. Llevar dos dedos a su frente y despedirse como si fuera cualquier jovencito de una película de milicia. Sin más desapareció de la vista de sus amigos, preguntándose ¿Quién demonios era la chica de la túnica?

Dana había estado mirando como los humanos, Diego y Emma, discutían desde hacía ya una hora. Sin embargo su atención se perdió y dio varios pasos hacia atrás cuando vio, por el espacio que le proporcionaba la puerta, que Ethan entraba en escena. Pudo sentir como su corazón latía con una fuerza que no sabía poseer… aun no se acostumbraba a tener un cuerpo humano, se le hizo muy raro tener que ir al baño a orinar y no pudo evitar reír cuando lo hizo, se sentía raro.
Retrocedió tanto que volvió a caer a la cama, donde mordió su lengua para no gritar de dolor. Aun tenía las marcas de sus heridas al nivel de su espalda, estaba segura que se sentiría mucho mejor en un par de horas, estas ya no sangraban.
Miró asustada la puerta esperando encontrarse con Ethan en cualquier segundo, no estaba preparada para decirle lo que era, menos para decirle su misión, era peligroso. Él tenía un carácter muy complicado y sabía que la mandaría a volar en cosa de segundos si se presentaba. Lamentaba tanto que él no fuera capaz de recordar sus sueños, tenía que eliminar esas pastillas para la cabeza que le habían recetado hace años… pero antes, debía salir de aquí e ir por Adam Foster, no tenía idea de dónde buscar pero lo más probable es que su intuición la ayudara, sabía de ciertos lugares en esta ciudad donde se reunían cierto… tipo de ángeles.
— ¡Ya vete! –le gritó Emma enojada; Dana la conocía porque era la humana de Quentin, quien pasaba más de un dolor de cabeza, ella aun recordaba cada noche o mañana, según sea la hora de dormir, de rezar por su ángel custodio. Era la única de los tres que aun recordaba tenerlo.
Dana solo escuchó el sonido de la puerta, un gran y glorioso portazo, digno del final de una horrible discusión. Ella sintió como se formaba un nudo extraño en su garganta, se sentía de una forma que no podía definir al ser causa de que Diego y Emma, que se amaban tanto, discutieran por su culpa. Lamentaba ser una ignorante referente a las nuevas sensaciones y sentimientos que la estaban abordando, no las podía identificar.
Los ángeles están muy conectados con sus humanos, es por ello que las sensaciones desagradables o sentimientos negativos, no son usuales en ellos, no saben del miedo o de la lujuria, son cosas que no se le otorgaron porque podían interferir con sus propios humanos. En el caso de Dana y el resto de los ángeles, jamás habían sentido miedo porque nada los preocupaba de esa forma ya que sabían que si su humano se guiaba por el camino del bien, todo saldría de igual forma. Sin embargo, esa situación no seguía ocurriendo en la tierra, Dana había sido lanzada a un torbellino de nuevas experiencias sin previo entrenamiento como se hizo en el pasado, con otros ángeles.
Su mente volvió a la tierra cuando escuchó unos suaves golpes a la puerta. De inmediato Dana se escondió en la cama, cubriendo la “extraña” vestimenta que traía según los humanos. Ella no sabía nada de moda, ni nunca le había importado, quería agradarles a los demás, sobre todo a Emma, que la había ayudado, pero no sabía cómo.
—Adelante –respondió con un susurro. Cuando Emma abrió la puerta, no esperaba encontrarse a una chica tan hermosa…y con una expresión de absoluto miedo, detrás de las sábanas.
Para los simples ojos humanos, aunque sean femeninos, Dana llamaba la atención, sus grandes ojos color miel eran lo primero que atrapaban además de su cabello del mismo color, su piel blanca lucía muy suave y sin ningún defecto o característica, como tener la nariz un poco torcida o tener cejas pobladas, nada,  su nariz era respingada y sus cejas parecían recién hechas por un especialista, sus labios carnosos y sus dientes perfectos. Su cuerpo seguía con las mismas características, su piel no tenía ni un solo lunar o cicatriz, era muy blanca y solo destacaban sus firmes pechos de un tamaño adecuado y proporcional a su metro setenta y cinco de estatura y a sus cincuenta y ocho kilos de peso, lo mismo sucedía con su trasero. Simplemente había sido creada por ángeles, ninguna definición sería más perfecta.
Emma aun no se podía creer que Diego trajera a esa chica a su departamento, era tan hermosa y esa mirada de niña solo causó una ternura en ella, su enojo se fue de inmediato. Miró a Dana que estaba sentada en la cama, esperando a ser atacada por la loba que cruzaba la puerta. Emma se sintió mal por provocar que la chica se asustara.
—Buenos días, soy Emma… –utilizó su mejor tono y se acercó a la cama, donde se sentó y estiró su mano derecha, la que fue estrechada con fuerza por parte de Dana — ¿Cómo te llamas?
—Dana –respondió de inmediato, Emma se dejó sorprender unos segundos por su hermosa voz.
— ¿Dana… qué más? –ella no sabía que más responder.
“¿Cómo que más?... ¡Un apellido!” Ella necesitaba un apellido y no se le había ocurrido antes de lanzarse del edificio. Miró hacia los lados asustada, hasta que vio un cuadro religioso pintado con óleo, donde destacaba un cruz dorada… justo lo que necesitaba.
—Dana Cross –Emma asintió al saber que por lo menos esta desconocida… tenía nombre y apellido.
— ¿Recuerdas lo que pasó?
—Sí, caí del edifico cuando corté mis alas, necesitaba ser humana –no pasó ni un segundo cuando se arrepintió de decir aquello ¿en qué estaba pensando? ¡La iban a mandar a esas casas donde enviaban a las personas con un trastorno mental!
— ¿Qué? ¿Te caíste de un edificio? ¿Alguien te trató de hacer daño?
—Si –no supo que más responder. Por primera vez Dana estaba mintiendo y no se daba cuenta.
— ¿Qué hacías en ese edificio? ¿Vives ahí? ¿Te arrojaron desde tu departamento?
—De la azotea –dijo Dana sin saber qué más inventar, no tenía la capacidad de mentir y crear historias increíbles… jamás había tenido esa necesidad, pero sin duda había tenido un buen maestro. Ethan Harris jamás en su vida había sido castigado, solo por su capacidad para mentir… aun Dana no podía creer de cómo el Sr. Harris y luego solo su madre caían en sus historias –un gato en la azotea –dijo ella sin poder controlar el pánico que sintió por la mirada de Emma –le tengo miedo a los gatos y caí de la azotea porque vi uno… perdí el equilibrio –ya prácticamente no estaba respirando, su estómago estaba rugiendo y sus manos temblaban, no sabía qué le pasaba.
—Malditos gatos, bueno, yo como Diego soy prácticamente médico, así que ¿me dejas examinarte? Él dijo que tenías unas heridas en la espalda.
—Claro –ella se giró, sin más se deshizo de su túnica con una naturalidad que demostraba que no sentía vergüenza de mostrar su cuerpo; ella no tenía pensamientos de ese estilo, los que podrían tener algunas personas al verla desnuda, a pesar de haber sido el ángel de Ethan, quien tenía una mente muy peculiar ella no se daba cuenta de cómo podía llegar a ser un humano, siempre había visto a personas buenas rodeando a Ethan.
—No puede ser.
Cuando Diego le describió las heridas a Emma, ella se las imaginó tal cual como él las había visto. Sin embargo cuando Dana dejó expuesta su espalda y Emma pudo sacar las gasas que había usado Diego, solo se encontró con dos cicatrices de unos veinte centímetros, tenían un color rojo superficial muy marcado.
— ¿Cuánto te hiciste estas heridas? –preguntó estirando la piel por la parte baja, lo que le provocó dolor a Dana. Podían no lucir como feas heridas, pero por dentro desgarraban su alma.
—Ayer… cuando caí –Dana podía sentir como su frente se perlaba de sudor, tenía demasiadas sensaciones que jamás en su existencia había tenido, estaba abrumada.
—Aquí solo tienes dos cicatrices, nada más ¿te duele? –Emma volvió a tocar.
—Un poco –mintió –pero pasará en un par de horas, no te preocupes –ella se calló cuando Emma le entregó su túnica.
—Bien, esto es extraño, Diego me había dicho que sangrabas anoche.
—Debieron ser solo un par de rasguños.
Sin duda alguna esto llamaba la atención de Emma, pero estaba tan cansada por el turno de noche, que solo quería dormir un poco.
— ¿Tienes hambre?
Dana se quedó pensando, no sabía cuál era la sensación de tener hambre.
—Mira, te puedes quedar a descansar otro poco acá, aun es temprano y los taxis están todos colapsados a esta hora, así que vamos a tomar desayuno, me hablas me de ti y luego te puedes ir ¿sí? –Dana sonrió como si fuera una niña de cinco años recibiendo la última edición de su juego favorito.
— ¡Muchas gracias! –Dijo tomando las manos de Emma –gracias, gracias por tu amabilidad –ella conocía a Emma y sabía que su carácter no era para ser tan buena samaritana… fuera del hospital. Miró al cielo y pensó que esto era ayuda por parte de Quentin, aunque nadie podía interferir en el libre albedrío de los humanos.
—Está bien, tranquila… —alejó sus manos cautelosamente de la chica que tenía al frente –te traeré algo de ropa, medimos parecido ¿no?
—De nuevo, muchas gracias, no me cansaré de decirlo.
Dana siempre había destacado la bondad en algunos humanos, cosa que ya no se veía con frecuencia; le gustaba espiar por las calles cuando una persona ayudaba a otra desinteresadamente, antes se veía con más frecuencia… ya no.

Dana miró su reflejo en la baño y pasó sus manos por sus jeans color caqui que traía, además del suéter del mismo color. Jamás había sentido realmente como era esta ropa y estaba encantaba. Sonrió al ver como lucía.
Realmente el color no le quedaba y la ropa era un tanto ancha, Emma no se arriesgaría a pasarle algo de su hermoso ropero, así que tuvo que rebuscar algo que arriesgaba a perder.
—Bien… no es tu color, pero es algo que te queda –dijo Emma sonriendo, realmente mirando cada expresión que tenía la tal Dana, lucía como si recién estuviera despertando de un coma de mil años — ¿Qué edad tienes?
—Ahmm… —ella tampoco había pensado en una edad, si le decía la real, lo más probable es que se riera, tenía cientos de años humanos y aun no entendía que esos años no la estaban ayudando, se estaba comportando como un bebé, necesitaba a Adam Foster con urgencia –veintitrés –dijo un tanto dudosa, había visto a chicas de esas edades y aseguró que podía estar en ese rango de edad –si, esa es mi edad.
—Te ves más joven, bien por ti… ahora vamos a comer que estoy hambrienta.
—Está bien –avanzó y sonrió al sentir la textura de los calcetines que le habían entregado y de las zapatillas deportivas que le habían pasado.  Cuando Emma la dejó sola por un segundo, aprovechó de sacar la daga de su túnica y guardarla en su pantalón, se sentía incómoda sin ella.
Ambas se sentaron a comer, Emma había hecho unos huevos, además de tener diferentes cosas dulces en la mesa, su hobbie era la repostería, cosa que Diego amaba de ella.
—Prueba estos cupcakes de vainilla –Dana tomó uno y lo mordió, nerviosa de sentir por primera vez un sabor en su boca. Fue como un nuevo amanecer.
Cerró sus ojos cuando sus papilas gustativas tuvieron contacto con ese sabor dulce tan exquisito, podía sentir como se pegaban las chispas de chocolate en su paladar, las que retiró con su lengua. Nunca en su vida había comido… y era lo más maravilloso que jamás había imaginado.
—Wow… parece que te gustó –Emma sonrió emocionada al ver la expresión de su compañera de desayuno, realmente parecía gustarle mucho.
—Es…. Es maravilloso –volvió a morder el panecillo, dejando que el sentido del gusto enviara nuevos sabores en su paladar –Mmm…
—Aquí tienes un poco de café –ella miró la taza un poco reacia al ver que Emma la llenaba. Ethan en las noches tomaba mucho de ese líquido para no dormir y  poder trabajar, sus pupilas se dilataban por el exceso. Sin embargo, se vio tentada a probar lo que su humano bebía.
Tomó un sorbo del café y se sintió desfallecer, ahora sabía el motivo del por qué Ethan era adicto. Era simplemente sabroso y hacía que su cuerpo no tuviera frío en este día.
—Veo que te gusta comer ¿no? –dijo Emma sonriendo al ver que la chica disfrutaba cada cosa que entraba a su boca, si supiera que estaba alimentándola por primera vez le hubiese dado un ataque –mira –se puso de pie emocionada y llegó hasta el horno, donde tenía escondido unos panecillos, los había hecho de un sabor nuevo que no se atrevía a dar a Diego –no sé qué te parezcan estos, los inventé… yo probé uno y me gustaron, pero no sé…
— ¿Puedo? –dijo Dana ilusionaba por sentir un nuevo sabor. Emma se emocionó al ver la actitud de su invitada, ya no la consideraba un estorbo. Dana estaba ciertamente muy emocionada por compartir de esta forma con Emma, pero también estaba contenta por estar distrayéndola, era más fácil que estar inventando respuestas.
—Claro que si, debes ser sincera… no me mientas –Dana frunció el ceño, pensando que la posibilidad de mentir para ella estaba negada… a pesar de haberle mentido a Emma y no haberse dado cuenta. Aun no entendía que no seguía siendo un ángel cualquiera.
—Mmm…. –dijo fascinada de nuevo al sentir ese sabor tan exótico, una mezcla agridulce que hacía que desearas comer más –deberías dedicarte a esto, realmente se te da maravillosamente.
—Eso sería imposible, mi padre me mata… después de haber estudiado tantos años medicina, terminar siendo repostera no es una opción.
—Pero se nota que te hace feliz –Emma miró un poco triste los cupcakes, era cierto que se entretenía mucho más haciendo pasteles que atendiendo pacientes en el hospital, pero no había vuelta a ese tema, su familia jamás le permitiría tomar esa decisión.
—Me alegro que te hayan gustado.
Pudieron seguir tomando su desayuno, Dana probó de todo lo que había en la mesa y Emma estaba fascinada con las maravillosas opiniones que tenían sobre su forma de cocinar. Pasaron alrededor de dos horas en esa dinámica hasta que el cansancio se apoderó de Emma, lo que hizo que Dana pusiera mayor atención a lo que pasaría después.
—Bueno, ha sido un gusto –dijo ya en la puerta del departamento.
—Debes venir a vernos de nuevo, me agradaste mucho –esas eran palabras sinceras por parte de Emma.
—Muchas gracias por tu hospitalidad y siento haber causado tantos problemas ¿sí? No quería que discutieran.
—Oh no te preocupes, con Diego somos así, es como si prácticamente me trajera personas desconocidas todos los días –Dana no pudo evitar reír ante las palabras de su nueva amiga.
—Bueno, adiós y de nuevo, muchas gracias –Emma se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla, le dejó algo de dinero en su mano ya que era obvio que no tenía nada para volver a casa.
—Nos vemos, Dana Cross.
Se quedó mirando como la extraña se metía en el ascensor y observaba un tanto asustada los números, tomó aire y presionó un botón como si fuera todo un reto.
—Extraña, pero agradable –asintió Emma, cerrando la puerta de su departamento y corriendo hasta la cama matrimonial, donde se escondió, deseando que Diego llegara pronto, odiaba estar peleada con él.

Las puertas del ascensor se abrieron y salió Ethan con su ego por las nubes, acababa de cerrar la cuenta con Nike y estaba seguro que una gran comisión iría a su cuenta bancaria. Sonrió internamente y entró a su oficina, sin antes dedicarle una mirada seductora a su nueva secretaria, con la que hacía ya tres días se había acostado, en el sofá de su propia oficina… Zoe, era su nombre. Estatura promedio, delgada, blanca con ojos marrones, igual que su cabello, cuidaba su cuerpo a través de su dieta y de diferentes actividades físicas que la mantenían con un cuerpo ejemplar.
—Sr. Ethan ¿Cómo le fue? –sus ojos brillaban por ver al guapo publicista, era tan simpático y extrovertido, era imposible no caer ante sus encantos.
— ¿Cómo crees Zoe? Perfecto como siempre –volvió a dejar expuestos sus blancos dientes, al mismo tiempo que sus ojos se cerraban, siempre sonreía de esa forma… cuando estaba realmente contento y eso pasaba solo con su trabajo.
Se relajó sobre su sillón de cuero y giró un poco para poder ver como las primeras gotas del día comenzaban a caer; el otoño se había adelantado.

Dana miró hacia afuera desde el taxi, ya había dado las indicaciones necesarias para poder llegar donde Adam Foster. Sonrió al pasar por las afueras del edificio donde trabajaba Ethan, esperaba que le fuera bien en la presentación de hoy.
—Srta.… es aquí –dijo el chofer indicándole el lugar que ella deseaba ir. Era un nuevo edificio, un pub/discoteca para ser específicos, por las noches se dedicaban a ir jóvenes a bailar y más de alguno dejarse llevar por sustancias ilícitas, el lugar que ningún ser oscuro pensaría que viviría un ángel, según Dana.
—Muchas gracias —ella pagó con el dinero que Emma le había entregado antes de salir.
En el pasado había escuchado el nombre de Adam Foster, un ángel caído que no había decidido bando alguno, pero de todas formas ayudaba a quien se lo pidiera, no sabía como él podría ser beneficioso para ella, pero decidió seguir las ordenes de Eric y ubicarlo.
— ¿Disculpe? –había un hombre muy alto y musculoso de piel morena y ojos brillantes, que sonrió al ver a la hermosa joven que pedía su atención, dejando expuesta la blanca dentadura que poseía. Vestía con jeans y camiseta negra, que tenía estampado el nombre de local, “Lucifer” de color rosa.
—Aun está cerrado, guapa –ella sonrió por el piropo que ese humano le había dado, jamás pensó en algo extraño. Él la quedó mirando sin vergüenza, sonriendo de una manera perversa al imaginarse a esa chica en situaciones nada decentes.
—Necesito hablar con Adam Foster ¿es eso posible? –sonrió de nuevo, de esta forma logró que el humano la mirara de una nueva forma, vio lo tierna e ingenua que lucía y a pesar de que sus pensamientos poco honestos seguían ahí, su actitud hacia ella había cambiado.
—No sé si quiera hablar contigo –ella pensó unos segundos, debía ganarse la amabilidad de este hombre.
— ¿Cómo te llamas? Yo soy Dana –dijo estirando su mano hacia él.
—Sam –estrechó su mano. Sam ya era un caso perdido, había caído en las redes de Dana –bueno, veré si puedo comunicarme con el Sr. Foster ¿de parte de quien vienes?
—Solo dile que de Eric –el guardia asintió e ingresó al local, dejando expuestas las luces de diferentes colores que se movían al ritmo de la música. Estaban arreglando todo para la noche.
Dana, con la poca paciencia que la caracterizaba también ingresó al antro después de segundos que Sam lo hiciera; se llevó una gran sorpresa al ver la elegancia del lugar, era mejor de lo que esperaba.
El local “Lucifer” estaba ahí desde que todo el mundo tenía memoria, se iba renovando y adecuando a cada década que traía consigo nuevas modas y nuevas exigencias por parte de los usuarios, jóvenes sin control de la noche. Era caro y un tanto exclusivo, no de los mejores, pero sin por donde todos tenían que pasar. Lucifer era parte de la cultura de Chicago.
Dana apoyó sus manos en la orilla del amplio balcón que había, debajo de ella estaba la pista, en el centro estaba una gran barra circular y por las orillas estaba con diferentes sofás, era amplio y mucho más llamativo de lo que ella esperaba. Le llamaban atención las luces y la música, ella jamás había entrado a un lugar de estos… dejaba solo a Ethan cuando iba detrás de mujeres.
— ¡Ey! ¡¿Qué hace alguien como tú aquí?! –ella saltó ante el grito que le dieron. Se giró para ver al portador de ese saludo tan mal educado.
—Buenos días, soy Dana y Eric me ha enviado a buscarte, eres Adam Foster ¿no?
El hombre con rapidez subió las escaleras y se acercó a ella, mirándola precavido. Dana puso atención al que sería su próximo guía. Era de unos dos metros de altura, mientras que su piel morena parecía brillar bajo las luces que había en el lugar. Tenía unos ojos brillantes de color marrón y parecía tener un carácter de los mil demonios, lucía tener unos treinta años. La intimidó un poco. Vestía con jeans negros y una camisa blanca, además de usar una casaca de cuero color negro, se veía peligroso.
—Sam… vuelve a tu puesto –dijo de mala forma al guardia.
—Muchas gracias, Sam –Dana le dedicó una sonrisa y él se dio por pagado, molestar a Adam no era algo placentero.
—Bueno, claramente tienes el rostro de un ángel, pero nada de eso me asegura que no eres un lobo vestido de oveja ¿no?
—Por supuesto, lo siento –ella de inmediato sacó su daga del bolsillo y se la mostró, era su única prueba y evidencia de que participaba de los ángeles.
— ¡Guarda eso! –Adam miró asustado hacia los lados, durante estos eternos años en la tierra, había aprendido que no se debe confiar en nadie.
—Lo siento, es para que confíe en mi palabra –él rodó los ojos y negó por el comportamiento del ángel.
—Si vueles a hacer algo así, yo mismo me encargaré de que Eric te venga a buscar, ahora ven conmigo –se giró y bajó las escaleras, de inmediato Dana lo siguió emocionada porque le dijera que tenía que hacer y la guiara con lo básico, su verdadera emoción estaba en que cada segundo que pasaba con Adam, era un segundo menos para poder estar cerca de Ethan.
—Solo debía verificar tu autenticidad, Eric me avisó anoche que llegarías –ella no tomaba atención a sus palabras, estaba atenta a los sofás color rojo, al bar que estaba al centro del lugar, un chico que jugaba con las botellas sonrió al verla y ella no pudo evitar responderle –atenta, niña –vio como chasqueaba los dedos frente a ella y volvió a tomar atención en Adam.
—Lo siento.
—Entra –dijo de forma brusca, abriendo de igual forma una puerta de metal con una flor de lis al medio. Ella sonrió al darse cuenta que estaba en el lugar correcto y con la persona adecuada para ayudarla.
La oficina tenía un color oscuro, las paredes tenían un color parecido al rojo oscuro, con diferentes signos de protección. Estaba alfombrada también de esa tonalidad; al costado izquierdo de Dana, a un par de metros, se encontraba el escritorio de Adam, mientras que a su costado derecho, había una librería adherida a la pared y un sofá bastante amplio. Al centro había una gran chimenea de ladrillo color rojo.
—Toma asiento –dijo él sentándose detrás de su escritorio, en un sofá negro, pero ella decidió que el sofá más grande… no debía estar muy limpio, así que se dirigió hasta la chimenea, tenía un poco de frío —¿así que enviaste una solicitud? –sus hombros pesaron cuando escuchó esas palabras, había sido tan tonta y poco eficiente.
—No… corté mis alas –Adam comenzó a reír cuando escuchó el camino que había elegido Dana. Años que no escuchaba que alguien llegaba así.
Ella tomó atención en su expresión cuando rio, se veía más joven.
–Por lo menos sabemos que tienes agallas ¿no?
—Eric me dijo que viniera contigo, eres un Principado y puedes ayudarme ¿no? No conozco el lugar y…
—Wooow… para ahí, pequeña angelito –Dana frunció el ceño cuando la llamó de esa forma, no le había gustado, ya que le traía recuerdos innecesario para esta época de su existencia –si no te habrás dado cuenta, no soy ningún ángel.
—Pero la flor de lis está en la puerta, además que en la hebilla de tu cinturón, es el símbolo de los ángeles Principados… tú estás aquí para guiar a los demás hacia Él ¿no?
Adam suspiró y negó ante las palabras de Dana, hace ya mucho tiempo no llegaba un ángel ingenuo a hablarle de cosas que él había olvidado hacía ya décadas. No tenía ganas de soportar miradas extrañas o frases cursis para que volviera al camino correcto.
—Diremos que ya no me dedico a ese tipo de negocios.
— ¿A qué te refieres? ¿Es qué acaso eres un ángel caído? –ella de inmediato sacó su daga del bolsillo, tomando una postura bastante débil si deseaba atacar. Tenía entendido que él podía ser un ángel caído, pero esperaba que Eric la enviara a donde alguien que pudiera ayudarla, así que actuó por instinto.
Adam la analizó y describió que esto no sería trabajo fácil.
— ¿Qué eres tú? ¿No te caíste al cortar tus alas? Lo primero que debes entender es que todo ángel que está en la tierra, es un ángel caído, que se cambien al lado oscuro, ese es otro tema. Ahora deja esa daga y cuéntame cuál es tu rango ¿un Arcángel? ¿Un Principado?... ¿o un Protestade?

Los ángeles estaban divididos en tres coros, Dana estaba en el tercero, al igual que Sophia y Quentin; a ese nivel se encontraban los Ángeles Custodios, como Dana, los Arcángeles que luchaban contra demonios y Principados que se encargaban de guiar a los humanos al camino de Dios, ya sea en la tierra como seres no visibles o desde la tierra de sus pares y estaban representados por la flor de lis.
En el segundo coro, se encontraban los Potestades que trabajaban desde las estrellas, con otras especies de un nivel superior a la de los humanos; Virtudes, que son el tipo de ángeles que ayuda con los milagros, además de luchar con seres oscuros que los arcángeles no pueden eliminar y los Dominaciones, aquí se encontraba Eric, vestían con armadura y espada, encargados de guiar y de proteger.
Finalmente en el Primer Coro, a quienes Dana nunca había visto porque eran compañeros de Dios, ahí estaban los Tronos, Querubines y Serafines, todos complementados de sabiduría y conocimientos, pero estos últimos eran los más destacables, ya que los Serafines poseían tres alas, escondían su rostro, eran los encargados del amor, la luz y el fuego, todo ángel esperaba algún día alcanzar ese nivel de conocimiento, sabiduría y sobre todo fe, lo que ayudaba alcanzar sus alas.
—Entonces… dime ¿Cómo obtuviste tus alas? ¿Hiciste algún milagro o algo por el estilo?
—Qué blasfemia… solo Dios puede realizar milagros, Adam Foster –era segunda vez que Dana fruncía el ceño en el mismo día.
—Entonces las obtuviste por fe, nada entretenido, ahora dime ¿en qué rango estás tú?
—Soy un ángel custodio –la boca de Adam se abrió levemente.
— ¡Sabía que había una trampa en esto! ¡Maldito seas Eric! –Gritó hacia arriba, dejando a Dana en shock por el atrevimiento –mira, eres como un bebé rodeada de lobos, no puedo ayudarte, mejor vuelve a donde debes estar.
—No… —ella comenzó a negar de inmediato.
—Ni siquiera sabes usar esa daga, estoy seguro que ni siquiera la has tomado más de dos veces.
— ¡Cuatro! –le aclaró ella.
— ¿Y has matado algún ser oscuro? –de inmediato negó, esperaba nunca tener que hacer algo como eso. Ella no tenía la capacidad de hacerle daño a alguien, ni siquiera se le había pasado por la mente.
El corazón de Dana comenzó a latir con fuerza ante la posibilidad de volver a la tierra de los ángeles sin haber ayudado a Ethan, esa no era una opción, ella había luchado y entregado por completo a esta misión, muchas personas podrían ser ayudadas si Ethan volvía a encontrar el camino, además del hecho que ella podría verlo, saludarlo e intercambiar palabras. No iba a permitir que un ángel caído con pésima actitud viniera a decirle lo que tenía que hacer, menos si  la miraba en menos, era un ángel, pero no era tonta.
“¡No soy ningún bebé!” pensó, decidida a convencer al ángel caído.
— ¡No me iré de aquí a menos que tú me ayudes y me importa un comino si debo venir aquí diariamente a hablar contigo! –sus manos se volvieron puños, no tenía idea de lo que estaba haciendo, ni porque estaba usando ese tono de voz, pero por lo que podía identificar, estaba enojada, por primera vez en sus cientos de años de existencia — ¡no me importa si no comprendes lo que es ser un ángel custodio, pero para nosotros nuestro humano es lo más importante y créeme… si fui capaz de cortar mis alas por él, soy capaz de hacer cualquier cosa!
Adam la quedó mirando unos segundos, parecía una gatita maullando más fuerte, pero sin duda las palabras que dijo calaron en lo más profundo de su latiente corazón. Le recordó cuando él era un joven ángel que se permitió caer en la única prohibición que hay para un ángel custodio… enamorarse de su humano, pero a diferencia de él, esta chica parecía que había elegido actuar y no llevarse el secreto por una eternidad.
— ¿Eric está enterado de que estas enamorada de tu humano? –todas las fuerzas de Dana se fueron abajo por lo que había dicho, incluso dejó caer la daga al suelo.
—Eso… no puedo hablar de eso –dijo rápidamente, lo que hizo sonreír a Adam.
—Te informo que tendrás que aprender a mentir rápido, debes ser astuta y “no puedo hablar de eso” no estará permitido para más adelante.
— ¿Eso quiere decir que me ayudarás?
—Eso quiere decir que…
Antes de que Adam pudiera contestar, la puerta de su oficina se abrió con fuerza tras la patada que recibió. Ahí apareció un hombre un poco más bajo que Adam, vestido con pantalones de color negro y una camisa del mismo color, junto con un abrigo gris. Piel blanca como la nieve y un rostro de niño, de cabello corto y castaño claro.
— ¡Gabriel! –Dana sintió escalofríos al escuchar ese nombre. Se giró a verlo y pudo verificar que era él.
—Gabriel… —susurró mirando sus ojos dorados.
—Dana…
Su corazón latía con fuerza al ver después de tanto tiempo el rostro de su arcángel favorito, amigo y… algo más cuando aun ni siquiera existían los padres de Ethan. Era él… su ángel caído que había elegido el lado oscuro. Él que los había traicionado.
—Tanto tiempo –sonrió, mostrando sus blancos dientes y sorprendentes colmillos de vampiro.

¡chan chan chan! Hola pequeñas mariposas *-* wwiii espero que les haya gustado nuestro Ethan *-* a mi me encanta, supuestamente no iba a poner a nadie para que se lo imaginaran solas... pero por las cosas de la vida llegó a mi una foto y fue el destino, este hombre, Jamie Dornan es mi Ethan *-* espero que les haya gustado, a quien esta leyendo por primera vez la historia, muchas gracias, para quienes la leen otra vez y asi meterse a los personajes, mil gracias tambien por permitir este cambio ;D
Ahora, como no quiero ir a estudiar todavia, ire a contestar los comentarios del capi pasado, las respuestas no llegan a sus correos, sino que quedan debajo del comentario correspondiente.
¡Espero que esten y muchas gracias por leer pequeñas mariposas! Esto es siendo mucho muy entretenido ejjejejje 
 Próxima Actualización: Sábado 9 de Marzo

19 Lectores:

  1. hahhahah se me hace tan facil leer esta historia con los nuevos nombres *__*

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  2. Demonios, Danii eres maravillosa, insisto es como leer algo nuevo y me absorbe de tal manera que casi me da un paro cuando entró Gabriel. Y luego están los chicos (Emma y Diego) me encatarón y me parecen más adecuados que cuando fueron E y R. Y sin dejar de lado a Ethan es un bombón, hasta me lo imagine en la ducha, mmm...

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    1. aaaaaaaaaaay que emocion que te haya gustado. A mi tambien me acomoda mucho mas diego y emma, es agradable :D espero que el otro capi tambien te guste, hay mas de gabriel

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  3. Hello!!!
    La verdad esq pensé q iba a ser muy raro leer esto así pero a sido un paseo agradable, me gusta más así, me es fácil imaginarme a los personajes y este Ethan no esta nada mal.
    Un beso y nos seguimos leyendo!

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    1. hola!!
      me alegro que se te este haciendo facil :D gracias por leer. Yo amo a ethan!! xD

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  4. Hola! Aún acostumbrándome a los nombres.....pero todo va genial, como ya pensaba esta es una historia unica y original.

    Emma? Jaja no es un nombre muy pacífico para rose jaja

    Un beso

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    1. hola!!!
      espero que con los siguientes capitulos se te haga mas facil :D gracias por leer

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  5. Estupendo capitulo...Me encanto Emma, el contraste de su nombre y su personalidad es genial, dulce y fuerte...y Diego un ángel en la tierra, por que a pesar de todo la ayudo...ufff Gabriel te juro que tengo la peor imagen de él, que tan malo puede llegar a ser, un ser que era bueno?...

    Saludos...

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    1. hola!!!
      aaay gabriel es malisimo! no se porque un monton lo amaba antes en fanfiction xDD en fin, espero que te guste el siguiente capi. gracias por leer!

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  6. waoo dani se me hace raro leer esta historia con otros nombres, pero la trama sigue siendo la misma muero por saber mas de gabriel dana y ethan...

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    1. aaah muchas gracias, espero que con los siguientes capitulos se te haga mas facil

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  7. El capitulo antes era bueno, pero ahora es aun mejor. Enhorabuena!
    Oye, siempre se llamaba lucifer el bar?, jajaja yo pensaba que era danubio azul o infierno rojo. Que mal!!!!
    *Anapi*

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  8. tienes razon, es mas divertido y entretenido poder darles a los perosnajes otras caras..por ejemplo Emma..woooa.. y ethan yo estoy enamorada de el (bueno en realidad de JAmie Dornan) el a hecho que le ponga una cara a mi adorado ethan...ya me di cuenta de mi error en la prueba para poder pertenecer al grupo en facebook..."lucifer" en mi defensa debo decir que estaba muy impresionada por gabriel y eso eme distrajo de cualquier otro detalle por obvio que fuera...
    sigo leyendo los capitulos¡¡¡
    saludos¡¡

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  9. Impresionante!!! he tardado mucho en continuar a leer por falta de tiempo y sinceramente me quería tomar mi tiempo para leer con calma todos los capítulos.. He de confesar que me quede media hora (que exagerada soy) leyendo el comienzo pues "se dirigió al baño mientras se quitaba su boxer azul oscuro,quedando desnudo" hizo que mi graannnn imaginación saltara y me lo imaginara a cámara lenta, por supuesto en mi mente se dirigía hacia mi, y no al baño.... Amo a Ethan. Adore como Dana poco a poco ve todos los cambios que hay ahora que es humana... ja ja espero que no le baje la menstruación porque entonces creo que se desmayara ja ja ja. Me voy corriendo al siguiente capitulo

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  10. hola linda nos leemos de nuevo vaya mujer pero que inspirador este cap. sabes cuando era niña solia rezar a mi angel de la guarda siempre fui miedosa pero con el tiempo me fui olvidando como Ethan esa parte me recordo a mi y sabes me gusta pensar que mi angel no me abandona nunca y bueno regresare a rezarle para que me cuide, ahora me he dado cuenta que ellos nunca lo olvidan ni nos desamparan ellos, estan protegiendonos y diciendonos que no hagamos algo mi angel creo que siempre me dice que no haga algo y sobre todo me cuida evitando que haga algo malo, mi arcangel a quien quiero mucho es a san Miguel arcangel el es mi protector siempre le pido que cuide a todos los que quiero. en verdad amo esta historia aunque la lea de a poco me encanta la musica tambien. saludos
    lu537

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