lunes, 25 de marzo de 2013

Un Ángel Caerá - Capitulo 7



Segundo encuentro

Dana estaba sentada en uno de los parques que había cerca de su edificio, observaba cómo la brisa levantaba las hojas de los árboles que estaban volviéndose color marrón. Poniendo especial atención en todas las luces que había cerca de los humanos que caminaban o hacían deporte en el lugar.
Ella como un ángel custodio, no podía ver las almas perdidas cuando estaba observando solo a Ethan, no se les permitía distraerse de su humano, sin embargo, ahora podía encontrarlas a su antojo siendo un ser especial en la tierra; aunque aquellas esferas de colores no se revelaban ante sus ojos, no la reconocían como alguien que podía ayudarlas y eso le favorecía, no tenía tiempo para ese estilo de cosas, además de no ser su trabajo. Ethan era el encargado de ayudarlas.

Su celular comenzó a sonar, pero no quiso contestar, no quería ser interrumpida en su trabajo. Estaba entrenando su vista, no quería tener una recaída como la de dos noches anteriores. Podía asustar a su humano y no estaba en sus planes alejarlo, sino todo lo contrario.
—Qué hermoso –susurró sintiendo como el viento desordenaba su cabello. Volvió a cerrar sus ojos, sintiendo la caricia que la naturaleza le proporcionaba. Nunca en todos sus años de existencia había sentido tal sensación; era feliz por saber el significado de sentir la brisa del viento contra su rostro.
Hace dos noches había tenido su primer y real encuentro con Ethan. No se habían visto desde entonces. Dana estaba planeando todo para que su nuevo encuentro fuera algo más normal y que le permitiera tener acceso a su humano, en un ambiente que no lo llevará a él a pensar cosas que no iban a ocurrir, como que ella iba a terminar en su cama. Dana estaba convencida de que podía manejarse mejor cuando estuviera cerca de él, había entrenado estos días con Adam, quien solo le hablaba sobre el comportamiento que debía tener y los principales cuidados con un hombre que sabía que podía seducir a quien quisiera.
Además de entrenar sobre relaciones sociales, ella siguió con su preparación física, se sentía mucho mejor al ver que su resistencia aumentaba rápidamente. Todo debido a que Gabriel hizo que sus recuerdos volvieran, la había hecho enojar tanto que todo pensamiento que había borrado sobre él había regresado. Sus enseñanzas sobre lucha y sobre diferentes temas que ella había decidido dejar en un rincón de su cerebro, el cual no volvió a traer al presente hasta ahora.
Sin embargo ahora podía luchar con su guía, Adam, quien había mejorado mucho más su trato con ella. La estaba considerando y dejando de subestimar, aunque la seguía llamando pequeña angelito, lo que solo hacía que se enojara y lo atacara con más fuerza.
Dana observó como un hombre, de la edad que aparentaba ella venía hasta donde se encontraba. Buscaba poder entablar una conversación con la hermosa chica que estaba disfrutando del parque con sus ojos cerrados.
Ella sonrió y se puso de pie para retirarse, no quería meterse en problemas; escapar de algún intento de seducción era lo mejor que podía hacer, además tenía que comenzar a poner en práctica su plan.
Caminó rápidamente hasta donde Ethan se debía encontrar a las siete un cuarto, comprando su cena. Dana entró al negocio que vendía diferentes tipos de pasteles además de comida. Al abrir la puerta hizo que sonara la campana de viento metálica llamando la atención de las personas que estaban en la fila para poder pagar.

Ethan estaba observando qué era lo que podía comprar, ya había comido algo en la oficina, por lo que no tenía muchas ganas de cenar, además tenía sueño, desde hacía dos noches que no dormía bien y era por culpa de la mujer que había conocido en el Lucifer, simplemente cerraba sus ojos en las noches y esos ojos miel se metían en su cabeza sin pedir permiso. Se estaba comenzando a molestar.
Estaba a un segundo de elegir el plato de pollo con arroz cuando un aroma llegó a su nariz. Era dulce. Se giró a ver de dónde provenía tal fragancia, pero se quedó de una pieza al ver esos ojos miel que lo observaban con una sonrisa, incluso parecían brillar.
—Ethan ¿no? –Dana le sonrió aun más y estiró su mano para que él la estrechara.
—Hola, ya me preguntaba dónde te habías metido –Ethan salió de su ensoñación rápidamente y estrechó la mano de aquella hermosa mujer que estaba atenta a él — ¿Cómo has estado? –sin duda se veía guapa incluso con la ropa deportiva que andaba trayendo, marca Nike.
Una camiseta manga corta color berenjena y una falda de tenis color negro. Simplemente ese conjunto no era adecuado para que ella lo trajera puesto, atraía demasiadas miradas. Se notaban las curvas de su cuerpo y su blanca piel quedaba expuesta. Ethan tuvo repentinamente deseos de cubrirla al notar las miradas de los demás hombres en el negocio. Por lo menos el bolso negro que llevaba cruzado cubría su trasero.
—Me he sentido mucho mejor, gracias por preguntar, ahora no sé qué elegir –dijo ella sintiendo como una gota de transpiración que se había formado por los nervios, caía por su cuello. Aunque estaba disimulando de una forma perfecta ya que Ethan no lo notaba. Se giró hacia el mostrador, sentía hambre, pero había tanta variedad que no podía elegir.
—Yo llevaré arroz con pollo, se ve bastante bueno –dijo él, observando el mostrador de nuevo, tratando de que sus neuronas y hormonas se controlaran. No podía comportarse de esa manera, él se negaba a sentirse de esta forma por una mujer.
—Sí, se ve bastante bien –dijo ella, no estando consciente que observaba el reflejo de Ethan en el mostrador. Lucía tan guapo en su mente, con aquel pantalón negro y esa camisa gris.
—Ya sé lo que haremos –Ethan se negaba a seguir teniendo esos ojos en su mente, necesitaba saber de quién se trataba esta mujer — ¿tienes planes para cenar?
—No –respondió ella de inmediato, sabiendo que estaría comiendo sola en su departamento si es que Ethan no hacía lo que ella esperaba — ¿Por qué?
—Hoy te invitaré a cenar, puedes ir a mi departamento –Dana sintió como su corazón comenzaba a latir con fuerza ante la idea de ser invitada a comer, aun no se acostumbraba a tener ese estilo de reacciones en su cuerpo, ya que antes, siendo ángel, nunca había sentido como su frecuencia cardiaca y respiratoria aumentaban solo con una mirada de alguien o al escuchar la voz de Ethan.
Se sentía tan feliz de que él por fin se dirigiera a ella. Ya no era invisible para sus ojos.
—Eso sería perfecto, hace días que estoy comiendo sola, algo de compañía no me haría mal.
—Muy bien –dijo él, sintiéndose satisfecho de poder tener la oportunidad de saber más sobre Dana –esta vez invito yo, dame un minuto.
Dana solo asintió y se fue a sentar en uno de los banquillos que había en la ventana mientras Ethan encargaba dos porciones de arroz con pollo, algo de ensalada y además dos cafés. Ella en cambio se dio cuenta que había roto la cuerda de su bolso al estar tirándola con tanta fuerza por los nervios.
—Cálmate… cálmate –susurraba, observando cómo Ethan pagaba. Miró hacia la ventana, buscando un pedazo de cielo para encomendarse, no quería arruinar todo. Sabía que tenía que ser cuidadosa cuando estuviera cerca de su humano, pero aun no estaba segura de que podría hacerlo, aunque estuvieran en un contexto que no daba la oportunidad para correr peligro –Dios, por favor.
— ¡Muy bien! –Ethan llegó hasta ella con las bolsas en sus manos.
—Muchas gracias, para la próxima pago yo.
Ambos salieron del negocio y Ethan respiraba profundamente, aprovechando para sentir aquel aroma dulzón que tenía su acompañante. Dana observaba hacia un lado, mirando el reflejo de Ethan en los negocios de su costado, se sentía bien al ver que él solo tenía ojos para ella.
— ¿A qué gimnasio vas? –dijo Ethan, buscando un tema de conversación –espero que te sientas cómoda en esa ropa.
—Me siento muy bien, gracias, has hecho una publicidad excelente para Nike, además era cierto, es muy cómoda para poder hacer mis ejercicios –Ethan frunció el ceño al escucharla ya que en ningún momento le había dado aquella información.
— ¿Y cómo sabes que hice esa campaña? –Dana tragó saliva nerviosa al darse cuenta de aquel error, debía controlar su boca.
—Emma me lo dijo el otro día, no sé por qué salió el tema –ella sonrió de nuevo para mostrarse distraída. Adam le había dicho que debía hacer ese gesto con frecuencia cuando viera que había arruinado algo por hablar de más.
—Ya veo, mi amiga tiene una boca muy grande ¿no?
—No –dijo de inmediato –ella te quiere mucho, Diego también habla muy orgulloso cuando se trata de ti, tienes buenos amigos –Ethan la quedó observando solo por un segundo, sintiendo como esas palabras habían llegado más profundo de lo que él esperaba.
—Sí, lo son, aunque a veces hagan que mi cabeza explote ¿los has visto discutir?
—Sí, lo he hecho… pero ambos tienen un carácter muy fuerte ¿no? aun así se nota que se aman mucho –Dana miró hacia adelante sonriendo, pensando en esa pareja y lo mucho que les agradaba.
—Tienes razón, entonces dime ¿a qué gimnasio vas?
—A ninguno –dijo ella caminando desconcentrada, fijándose solo en Ethan –voy a la casa de mi primo, Adam, él me ayuda a hacer algunos ejercicios, no he encontrado un lugar que me guste.
—Hay muchos gimnasios en este sector, yo voy con Emma y Diego a uno que queda a unos minutos de nuestro edificio, podrías ir a ese cuando decidas dejar de entrenar con Adam –Ethan recordó la noche que recién conoció a Dana y de cómo aquel hombre había robado su noche con ella.
—Eso me había dicho ella, aun no conozco mucho el sector así que veré que hago en las próximas semanas.
— ¡Cuidado! –Ethan la tomó del brazo cuando Dana iba a cruzar la calle estando el semáforo en rojo. Ella aun no se acostumbraba a tener que ser cuidadosa cuando caminaba, antes solo tenía que volar.
— ¡Lo siento! –Dijo mirando la expresión preocupada de Ethan –tonta, tonta, tonta –dijo dándose pequeños golpes en su frente. Él la quedó mirando con una sonrisa.
—Debes estar más atenta, sé que puedo desconcentrarte, pero debes ser más cuidadosa –él curvó sus labios formando una sonrisa que hizo que Dana se sonrojara como el color del semáforo. Ethan inconscientemente había dicho la respuesta de la desconcentración de Dana.
—Has salvado mi vida ¿Quién lo diría? –para ella la situación se había vuelto un tanto irónica, siendo que era ella quien había cortado sus alas por llegar a la tierra y salvar a su humano.
—Entonces me debes una ¿no? para la próxima, tú me salvas –dijo inconsciente de cuanto significaban para Dana sus palabras.
—Trato hecho.

Ambos se fueron hasta el edificio que solo quedaba a una cuadra, ingresaron a este sin darse cuenta de que eran observando por Gabriel, que estaba junto a otro demonio de cabello largo color rubio. Los dos observaban al ángel y al humano, desde la azotea de uno de los edificios de la cuadra de al frente.
—Dime Gabriel ¿Cuál es el motivo de no comenzar a convertir al humano? –dijo el rubio que vestía casualmente de jeans y una camisa escocesa de negro y blanco. Se acercó hasta la orilla de la azotea y flexionó sus piernas, sin perder el equilibrio mientras que Gabriel avanzaba hasta quedar a su lado.
— ¿Sabes por qué me convertí en un vampiro, dejando mis alas y abandonando a los ángeles, Liam? –Gabriel usó un tono profundo, sin dejar de ver como Dana sonreía sin darse cuenta de que estaba siendo observada por alguien como él.
—No sé, ilumíname ¡oh! gran señor –dijo Liam cansado del tono superior que utilizaba el vampiro con él. Sin embargo su atención se vio aumentada en Gabriel cuando éste lo tomó con fuerza de la parte posterior de su cuello, enterrándole las uñas en su piel de mármol hasta que un líquido negro comenzó a ensuciar los dedos de Gabriel. Este se acercó hasta al oído de Liam.
—Para no seguir respondiéndole a gente inútil como tú –lo arrojó con fuerza hacia atrás, hasta hacerlo chocar con un muro de ladrillos, rompiendo parte de este –voy a necesitar que visites a Arial.
— ¿Qué? –dijo el joven vampiro, mirando como Gabriel, con su característico abrigo negro, se giraba a verlo.
—Creo que haberte convertido en vampiro hace solo tres años te permite escuchar con cierta agudeza ¿no?
—No he visto a Arial desde que me convertí, no iré a verla ahora.
—Lo harás –dijo asintiendo mientras sentía como sus ojos dorados se volvían rojos por estar de mal humor –no sé qué le dirás a Marisa, no es mi problema, pero tú respondes a mí y como tu creador, harás lo que te ordene ¿has entendido? –Liam se puso de pie.
— ¿Qué quieres de ella? No permitiré que le hagas daño –Gabriel se volvió a girar hacia el edificio, mirando como ya Dana y Ethan habían entrado al departamento de este último.
—Solo quiero algo de información –Gabriel sonrió al ver lo nerviosa que estaba su ángel.
—Ella es astuta, no será fácil, menos cuando llevo tres años sin verla.
—Y súmale que la dejaste por otra mujer, pero debes ser más astuto, no eres tan idiota ¿cierto? –susurró, levantando el cuello de su abrigo cuando sintió que una brisa fría se colaba entre sus huesos. No estaban solos –Es mejor que le demos tranquilidad a estos dos –dijo Gabriel, observando hacia el cielo, esperando de un segundo a otro cualquier ataque, era mejor retirarse.
—Muy bien –Liam de solo veintidós años humanos y tres de vampiro, decidió hacerle caso a su jefe y comenzar a pensar en cómo demonios iba a enfrentar a su ex novia, la mitad demonio y mitad humana, aunque esta última parte era casi nula en Arial, tenía un genio tan complicado desde que la había dejado, que se podía decir que era cien por ciento demonio.
Liam y Gabriel desaparecieron en unos segundos del edificio, dándole algo de privacidad a Ethan y Dana.

— ¿Fuiste al doctor luego de ese repentino dolor de cabeza? –dijo Ethan buscando unos platos mientras que Dana observaba los detalles de la cocina. La conocía como la palma de su mano, pero no podía ayudarle a Ethan, dejando expuesta aquella información.
—No ¿te gusta el negro? –dijo ella observando el color de la cocina. Sabía muy bien el motivo de esa elección, pero ella debía crear lazos con Ethan.
—Sí, algo…
—El café esta exquisito –dijo ella dándole el primer sorbo –buen sabor.
—Capuchino vainilla, mi favorito.
—Es muy bueno… —cómo le encantaba probar cosas, lo mejor de ser humana para ella era hacer que sus papilas gustativas tuvieran sabores nuevos.
—Creo que deberías ir al médico, eso no fue nada normal Dana –Ethan dejó los platos y cubiertos sobre la mesa. Había llamado su atención aquel acontecimiento en el Lucifer.
—Lo sé, pero no puedo hacerlo –Dana sentía mariposas en su estómago, no pensaba hablar este estilo de temas con él tan rápido, pensaba que se iba a hacer el desentendido por un poco más de tiempo.
— ¿Por qué no? –dejó las porciones de comida en cada plato y luego fue por un poco de jugo de frambuesa. Ethan no bebía por sus medicamentos.
—Mmm… es complicado –ella no quería hablar de ello tan pronto, no estaba preparado, lo sabía. Caminó hasta la sala, para poder poner atención a la ciudad, le encantaba la vista que daban estos departamentos, era espectacular.
Ethan cuando dejó las servilletas a un lado del plato, se quedó mirando a Dana, como lucía bajo el atardecer.
—Hermosa –susurró sin que ella lo notara, pero en ese momento justo ella se giró para verlo y sonreírle de una manera que dejó a Ethan sin palabras. Estaba comenzando a pensar que no era humana –toma asiento, yo voy y vuelvo –él desapareció con rapidez.
Dana fue hasta su bolso y sacó las pastillas que había conseguido en una farmacia, eran vitaminas, que tenían el mismo color que el medicamento de Ethan. Iba a comenzar con el primer paso, alejarlo de ese veneno que lo hizo distanciarse de ella. Si no hubiera ido a ese psiquiatra no estaría en la tierra ahora.
Guardó las tabletas en el bolsillo de su falda de tenis. Para entonces Ethan ya había regresado, Dana sabía muy bien que había ido a tomar aquella pastilla que evitaba que viera a las almas.
Sin embargo lo quedó mirando sorprendida, hace minutos no había visto que ninguna luz siguiera a Ethan, pero si tenía una esfera color azul, muy brillante, como ninguna vista antes, dando vueltas por su alrededor, siguiéndolo. Ella había notado las diferentes esferas que habían en el departamento, pero lo había dejado pasar, ninguna se centraba mucho en Ethan, solo vagaban en la sala, cocina y por todo el departamento, pero como no sabían que ella no era humana, no se revelaban ante sus ojos, por eso solo veía las luces.
— ¿Son tus padres los de la foto? –ella ni siquiera se había acercado a la foto enmarcada que tenía sobre uno de los muebles de la sala, pero la había visto todos los días, sabía donde quedaba cada cosa.
—Si –Ethan se sentó, sin tomar mayor atención en las palabras de Dana, no quería hablar de un tema que no le agradaba — ¿y en qué trabajas? Diego me dijo algo sobre un premio.
—Sí, eso lo sorprendió mucho ¿sabes? Gané dos millones de dólares con un par de raspes, ahora me puedo dar el lujo de pensar sobre mi futuro.
— ¿Eres actriz? –Dana se sonrojó, nunca se podría haber imaginado sobre un escenario, pero sabía que su actuación hasta ahora iba bastante bien.
—Fui el intento de una, estoy en busca de algo nuevo.
— ¿Tuviste algún rol? –ella suspiró, no había pensando en seguir con su historia de actriz así que no tenía nada preparado. Comió un poco de su plato, estaba incómoda.
—Un par, nada importante ¿y tú? –Ethan tomó de su jugo sonriendo.
—Yo nunca he actuado –ella sonrió apenada, aun sentía que en su estómago revoloteaban mariposas por estar de esta forma con su humano.
—No me refiero a eso, ¿te gusta ser publicista?
—Mucho, aunque cuando era pequeño quería ser médico, como mi padre –ella sabía muy bien sus deseos por entrar a la escuela de medicina. Dana tenía todas sus energías concentradas para que eso ocurriera, así podría ayudar el doble a las personas, pero luego se arruinó todo.
— ¿Y qué pasó? ¿Por qué ahora no te llamo Dr. Harris? –Ethan se quedó un segundo en silencio, pensando en cómo Dana lo había llamado.
—No se dieron las cosas, así de simple, me gusta mucho ser publicista eso sí, creo que este era mi camino original, me va muy bien.
—Estoy segura que te iría bien en cualquier trabajo, eres muy inteligente –Dana presionó con fuerza los cubiertos al darse cuenta de sus palabras. Ella creía fervientemente en lo que dijo, pero no era correcto hablarle así a Ethan.
—Oh… bueno, muchas gracias.
—Es porque tienes tu lado creativo desarrollado, dicen que ese estilo de personas tienen mayor éxito en la vida –se acababa de inventar lo que dijo, pero Ethan asintió, no le molestaba recibir halagos y menos de una mujer tan hermosa como Dana.
—Supongo, aunque ya no creo que sería bueno como médico, solo hay que ver a Emma y Diego, a mi ni siquiera me agrada llegar a un hospital, son tan desagradables.
—Tampoco me gustan, son un tanto escalofriantes –ella no tenia ningún problema con los hospitales, hasta le habría gustado que Ethan trabajara ahí, para poder conocer a otros ángeles, sobre todo a aquellos que llegaban a buscar a los moribundos, según ella habían cientos de mitos sobre ellos. Sin embargo, al estar en un ambiente como ese, hay demasiadas almas rondando, más de lo que Ethan podría manejar con su poca experiencia.
—Esa es la palabra correcta, me alegro que ellos ayuden a los demás, pero ese lugar es uno de los que no pisaría actualmente –Dana sintió como su corazón se oprimía al pensar en Ethan dentro de un hospital, habría hecho tanto si solo hubiera aceptado su don —¿estás bien?
—Sí, solo me quedé pensando en lo horrible que son, tienes razón –volvió a comer y bebió algo de jugo.
— ¿Y tu novio qué opina de que andes en busca de tu futuro? –Dana volvió a tomar de su jugo cuando sintió que la conversación había dado un giro inesperado.
—No… no –ella resopló al darse cuenta que se estaba poniendo nerviosa –yo no tengo novio.
— ¿Cómo es eso? –Ethan no podía creer en sus palabras, pero segundo después su corazón se detuvo ante cierta posibilidad — ¿no te gustan los hombres?
— ¿A qué te refieres? ¿A que me gustan las chicas?
—Sí, es raro que alguien como tú no tenga novio, quizás tienes novia –ella sonrió.
—No, ninguno de los dos… O sea, no tengo novio ni novia.
—Oh ¿estás saliendo de una relación más seria? –Ella negó a su pregunta –estas comenzando a asustarme ¿estás algo loca o algo así?
— ¿Loca? –ella se estaba sintiendo un tanto incómoda por las preguntas de Ethan.
Dana llevaba años observando a los seres humanos y como se desenvolvían entre ellos, como eran capaces de amar y destruir al mismo tiempo a un persona, no le interesaban si era entre mujeres u hombres, simplemente le sorprendía el hecho de que ellos amaran con tal fervor. No creía que los ángeles tuvieran esa característica, ella observaba a Sophia y Quentin, no se comportaban de la misma forma y no sabía si en un momento Sophia dejaría todo por Quentin, como eran capaces de hacer los humanos.
Esas dudas solo hacían que ella misma dudara por Ethan, sentía que lo amaba con toda su alma, que daría su vida por defender a su humano, pero era exactamente esa la diferencia que la hacía dudar. Ella podía decir que amaba a Ethan, pero ese sentimiento solo podía existir porque él era su humano, a quien debía cuidar y guiar, sin embargo no tenía otra señal que indicara que ella sentía pasión por él. Como había dicho Adam, solo podía ser un amor fraternal.
— ¿A qué te refieres con loca?
—Bueno, ya sabes, hay mujeres que están solas y son hermosas porque tienen un carácter complicado –Dana abrió sus grandes ojos miel mientras sentía que su corazón iba a escapar de su pecho.
— ¿Me has dicho hermosa? –Ethan tosió suavemente y sintió que sus mejillas se acaloraban ¿es que acaso estaba avergonzado? Años que no sentía algo así.
—Es algo obvio ¿no? solo debes mirarte al espejo –a ella no le importaba que le dijeran hermosa o cualquier otro atributo, sin embargo, al escuchar a Ethan hablar así, sentía como si se fuera a derretir en cualquier momento. En cambio él tuvo que tensar su mandíbula cuando vio lo atractiva que lucía Dana sonrojada.
—Si me disculpas… necesito ir al baño –él asintió y ella se puso de pie en un segundo, yendo rápidamente hasta el baño bajo la mirada de Ethan que aprovechó esa instancia para recorrer ese cuerpo.
“Ella será mía” pensó él decidido.
Dana entró al baño y se mojó su rostro, estaba toda sonrojada y sentía que sus piernas comenzarían a temblar. Sin embargo se concentró para buscar las pastillas de Ethan en el botiquín que había en la pared.
—Excelente –sonrió al encontrarlas, las cambio con las vitaminas que había comprado –con esto estarás bien Ethan –dijo convencida de sus palabras. Con esto Dana haría que la memoria de Ethan mejorara, además de su percepción de las almas –basta de escapar.
Salió del baño más compuesta y decidida a que tenía que irse pronto, los ojos de Ethan estaban poniéndola nerviosa y hacían que su cuerpo se sintiera extraño.
— ¿Qué estás haciendo? –dijo Dana sorprendía al ver que Ethan sacaba un cigarro y lo prendía. Ella nunca lo había visto fumar después de haberlo probado hace ya diez años atrás.
— ¿Qué cosa? ¿Te molesta? Lo puedo apagar –Dana frunció el ceño cuando sintió el olor del humo, era asqueroso ¿Cómo podían los humanos fumar?
—Qué mal olor –hizo tal mueca que Ethan de inmediato lo apagó — ¿desde cuándo fumas?
—Mmm… hace un par de semanas, tomé el mal hábito cuando me sentí un tanto inquieto por el trabajo.
—Hace pésimo Ethan ¿es qué ahora no cuidas tu salud? –ella lo estaba regañando, no cabía duda. Él la observaba gracioso, nadie lo había regañado por fumar hasta ahora, ya que las nuevas pastillas lo ponían un tanto ansioso, el tabaco lo calmaba.
—Bueno… emm, no sé si te importe mi salud como para que actúes de esta forma.
—Hace muy mal y la gente muere por ello ¿no ves las noticias? Las familias sufren por pérdidas que trae esa cosa ¿y tú lo fumas?
—Bien… bien, tranquila –Dana estaba indignada. Caminó hasta el sofá para tomar su bolso y retirarse.
—Me voy, lo siento, pero no puedo soportar ese olor, es asqueroso –se cruzó su bolso y se dirigió hasta la puerta rápidamente, Ethan la siguió ante el cambio de humor de su invitada.
—Nos estamos viendo –dijo él aun en estado de shock.
—Que estés bien –ella simplemente se fue, sin despedirse de Ethan con un beso en la mejilla por dos razones, su aroma era un asco y además sus piernas aun temblaban y necesitaba escapar de su lado.
—Bueno… —susurró Ethan cuando ella cerró la puerta –puede que esté loca después de todo.

Dana cerró la puerta de su departamento con demasiada fuerza que provocó que esta rebotara y no se asegurara; luego tiró el bolso en el sofá de la sala, estaba enojada y frustrada. Se sacó su ropa deportiva mientras se dirigía hacia el baño, necesitaba darse una ducha y distraerse, pero cuando sintió el agua tibia decidió cambiarla por agua fría, eso la calmaría mucho más.
Después de quedarse varios minutos bajo el agua, sintiendo como salían suspiros de sus labios por sentir el agua tan fría, decidió salir del baño. Fue en busca de su pijama, pero cuando se dirigía hacia su habitación escuchó un ruido en la sala. Envuelta en una toalla color blanca se dirigió hasta allá.
Se tomó su cabello con una coleta mientras caminaba hasta la sala, donde pudo ver la espalda de cierto conocido, que traía su abrigo negro, como siempre.
—Gabriel… —susurró sorprendida, preguntándose qué hacia él en su sala.
—Oh, deberías aprender a cerrar las puertas Dana –él se giró y se quedó unos segundos observándola, no esperaba encontrarla vestida de esa forma – ¡pero qué recibimiento!
— ¿Qué haces aquí? –dijo ella sin preocuparse de su vestimenta. Dana nunca tomaba atención a los efectos que tenia sobre los hombres y algunas mujeres.
— ¿No crees que debíamos tener nuestro momento para conversar? –los ojos de Gabriel estaban dorados.
—Yo no tengo nada que conversar contigo –él se sacó su abrigo y lo dejó sobre uno de los sofás más pequeños.
—Vamos, no seas así conmigo, por los viejos tiempos ¿no? –Dana tensó su mordida.
—Yo no reconozco nada en ti, eres un desconocido, vete de mi casa por favor.
—Dana… Dana, vamos ¿tanto me odias? –se acercó hasta ella sin dejar de mirar los ojos miel que lo tenían atrapado desde que los había vuelto a ver.
—Sí.
— ¿Es que solo mis alas te podían atraer?
—No te atrevas a decir algo así –Dana cerró sus ojos, tratando de concentrarse por tener a Gabriel cerca, tenía que concentrarse para no confundir al ángel que ella había conocido y al demonio que tenía al frente.
—Solo te vine a ver, luego de que tuvieras un ataque de histeria la noche anterior, me preocupo, como en los viejos tiempos –ella abrió sus ojos para enfrentarlo.
— ¿Qué quieres? Tú no eres capaz de preocuparte por nadie, dime qué haces aquí para que te puedas ir luego.
— ¿Sabes? Te estás comportando como una mala anfitriona –susurró para después girarse y caminar hasta el sofá, donde se sentó. Dana no entendía la afinación que tenía Gabriel por el color negro, ahora vestía con unos jeans y camiseta de ese color –aunque debo decir que te ves increíble y aunque no me creas te he extrañado, pensé que nunca más te volvería a ver.
—Ojala hubieras tenido razón.
—Vamos, no seas mala, no te queda, siéntate –ella lo miró unos segundos y decidió hacer lo que decía, de todas formas él no se iría a ninguna parte hasta decir lo que tenía que decir — ¿Cómo te has sentido en la tierra?
—Bien, cada vez que no te veo.
— ¿Es que acaso sigo sacando el carácter escondido de Dana? –ella se sintió mal por esas palabras, eran ciertas. Siempre en la tierra de los ángeles, Gabriel había provocado que ella actuara diferente, siempre la llevaba hasta el límite en su entrenamiento y con sus palabras.
—Sí, es cierto, siempre sacas lo peor de mí.
—Mientes, se te está dando muy bien… oh Dana, estas mayor.
—Sí, el tiempo pasa –Dana había sido una adolescente con Gabriel, por lo menos eso aparentaba en un mundo como la tierra, pero con los ángeles, eso significaba que ya llevaba varias décadas de existencia –tú también te ves mayor, me pregunto que habría dicho el Gabriel que conocí si me viera hablando con un demonio.
—No le habría importado siendo que estas solo con un toalla puesta –Dana ni siquiera se inmutó por aquel comentario.
—Quiero que te vayas de aquí y me dejes tranquila, tanto a mí como a Ethan –él sonrió al escucharla.
—Lo siento, pero ya no soy un ángel que complace a los demás, debes entender que me veras más seguido de lo que deseas.
— ¿Por qué lo quieres a él? ¿Cómo puedes robar almas?
—Técnicamente no soy yo, es mi jefe, pero… después de todo será Ethan quien proporcionará la ayuda.
— ¿Crees que dejaré que él acepte? Estás loco si piensas eso –él cerró sus ojos por unos segundos, sonriendo y pensando en el futuro de su ángel.
—Mmm… será tan agradable verte involucrada con un demonio, te tragarás tus palabras y no podrás hacer nada, el amor hace que las personas hagan cosas un tanto locas ¿sabes? Debes haberlo notado todos estos años.
— ¿De qué estás hablando?
—Ethan será parte de mi equipo y tú no podrás hacer nada, solo me estoy tomando el tiempo para aprovecharte, pero ya verás cómo termina todo esto.
—Si él se convirtiera en algo tan asqueroso como tú, no tendría otra opción que encargarme de ello, soy su ángel custodio.
—Dejaste de serlo en el momento que llegaste a esta tierra, él ya tiene un nuevo ángel custodio, lo sabes… y pienso fervientemente que no es tan bueno como tú, lo que me hará más fácil poder oscurecer su corazón.
— ¡Basta de hablar de esa forma! No tienes derecho y ahora vete de aquí –Gabriel se puso de pie, para poder acercarse hasta donde estaba Dana. Ella no se movió y quedaron solo a unos centímetros de distancia.
—Me gustará verte caer, mi hermosa Dana –pudo sentir como su corazón se encogía al escucharlo, el Gabriel que ella conocía jamás le habría dicho algo así, aunque sus ojos dorados seguían siendo los de su Gabriel, el que tanto había amado y admirado.
—Te advierto que si sigues con tu plan, deberé atravesar tu corazón para matarte –él curvó sus labios en una sonrisa malvada para después pasar su lengua por sus labios, ansiaba ver de esa forma a Dana.
—Para eso deberás tener un arma que sea digna de un Arcángel o un Principado.
—Haré lo que sea necesario para protegerlo, que de eso no te quepa duda –él volvió a cerrar sus ojos, disfrutando del aroma que lo envolvía y de sus palabras que eran como música para sus oídos.
—Haces que solo desee aun más el corazón de ese chico, me encantará verte con esos tatuajes en tus brazos –Dana puso atención en las extremidades de Gabriel, él aun seguía con sus tatuajes. Aquello la hizo recordar los tiempos en que él era tan bueno.
—Gabriel… —susurró triste por ver en la perdición que se había convertido –has perdido tu alma por algo tan vacío –sus ojos se llenaron de lágrimas –todavía me duele que nos hayas traicionado –su mano sin poder controlarla trató de tocar su mejilla, pero él retrocedió unos centímetros.
—Mmm… dolor, no todos los ángeles pueden entender eso, dame las gracias más tarde por darte un nuevo sentimiento –ella negó al ver cómo reaccionaba el vampiro –quizás me puedas dar un trago de tu sangre, me haría sentir muy bien.
—De verdad lamento esto, pero si sigues comportándote así, tendré que asesinarte –Gabriel se sorprendió por escuchar esas palabras, las decía de una forma tan fría, a pesar de que una lágrima caía por su mejilla izquierda.
—No todos los demonios tienen el privilegio de poder eliminar a un ángel, será un placer hacerlo contigo hermosa, más cuando pueda beber tu sangre mientras la vida se escapa de tus ojos al arrancarte el corazón –con suavidad el acercó su dedo índice hasta la mejilla del ángel, tomó aquella lágrima que estaba por caer al suelo y se la llevó hasta la boca sin tomar en cuenta las suaves punzadas en su dedo por tocarla.
—Vete, por favor…
— ¡Dana, te traje…! –ella observó hacia la puerta y se quedó helada al ver que Ethan estaba mirándola con sus ojos verdes bastante abiertos. Sin embargo, Gabriel no le prestó atención.
—Recuerda mis palabras, ese chico tiene el corazón más negro de lo que tu esperas –aquello fue un susurro cerca de su oído
—Lo siento –se apresuró a decir Ethan, pero no se movía, seguía mirando la escena, sorprendido al ver aquel hombre de la noche anterior, ahora tan cerca de Dana que era sospechoso.
—No… está bien –dijo ella –él ya se iba –Gabriel tomó su abrigo y sonrió ante la escena, Ethan y Dana se miraban sin ponerle atención.
—Nos vemos, pequeña angelito –ella ni siquiera lo observó, simplemente dejó que Gabriel se retirara mientras ella no podía dejar de mirar a Ethan.
El vampiro caminó con su abrigo en sus manos hasta llegar al humano, se detuvo, quedando ambos al mismo nivel y sonrió.
—Toda tuya, aprovéchala –sin más se retiró esperando que ese tono oscuro funcionara, dejando a Ethan un tanto confundido.
Gabriel cerró la puerta con fuerza, trayendo a la realidad al ángel y humano.
—Siento haber molestado, la puerta estaba abierta y –ella lo observó unos segundos antes de responderle. A Dana le agradaba dejarse llevar por la ilusión de que él tenía solo ojos para ella, pero tenía muy claro que sus características de ángel llamaban la atención de su humano.
—No te preocupes –se acercó hasta él — ¿Qué sucede?
Ethan puso atención en cómo vestía, solo traía aquella toalla que cubría parte de su cuerpo. Su piel lo llamaba para que la tocara, tuvo que contenerse. Era simplemente perfecta ante sus ojos.
—Pensé que no tenías novio –no sabía de donde estaba sintiendo esa extraña sensación que se podía relacionar a celos, temía de que ella le mintiera, pero los ojos miel de ella le indicaban algo diferente.
 “¿Quién eres?” se dijo para sí mismo, nunca antes había conocido a alguien como Dana, le parecía fascinante, pero al mismo tiempo demasiado misteriosa. Eso no podía ser bueno.
—No lo tengo, Gabriel es solo… —ella pensó un segundo en sus palabras, buscando un término para denominar al vampiro –él ya no es nadie importante.
—Tu ex, entonces.
—Si quieres llamarlo de esa forma –Dana observó la mano izquierda de Ethan, traía consigo una tarjeta — ¿Qué traes para mí?
En ese momento él recordó cual era el objetivo de su visita.
—Recordé lo que me dijiste en el Lucifer, creo que esto te servirá –estiró su mano hacia ella, ofreciendo la tarjeta de su psiquiatra.
—No estoy loca, Ethan –dijo ella mirando aquel papel de suave textura.
Él cerró sus ojos, tratando de controlar las palabras que diría, no se podía concentrar teniéndola  semi desnuda. Le era difícil, su atención se concentraba en los labios color rosa de ella, quería sentir como sería darle un beso.
—Lo más probable es que no, pero te puede hacer sentir bien –el corazón de Dana latía descontrolado, como le agradaba esas miradas de Ethan, pero las palabras que pronunció la entristecieron, ella no quería que él se sintiera mal, no deseaba que esperara de un psiquiatra o de sus medicamentos la solución para sus pesares. Dana simplemente anhelaba que él aceptara lo que era, todo se le haría mucho más fácil.
—Unas pastillas no me harán sentir mejor, solo harán que me duerma y evitarán que pueda ser yo misma.
Aquellas palabras llegaron directo a Ethan, él sabía muy bien que negando lo que podía ver no era el mejor camino, pero le asustaba dejar que esas almas entraran a su vida y acabaran con todo. No iba a permitirlo, sin embargo, la mirada tan profunda que le regalaba Dana, no lo dejaba exento de las sensaciones que le provocaba, nadie antes lo había mirado de esa forma, ni siquiera podía entender como no lo había notado antes.
—Yo te he visto –dijo dejando de lado lo que le provocaba ver a Dana en esas condiciones, tan desinhibida que ni siquiera le había importando que la viera solo con una toalla. Lo que Ethan no sabía era que Dana no sentía vergüenza de su cuerpo ni tampoco tenía una mente corrompida por la sociedad, jamás pensó que podría provocar algo en un hombre por estar cubierta solo con esa toalla.
—Quizás en tus sueños –Ella sabía muy bien que estaba jugando con fuego, no podía revelarse ante Ethan tan pronto, ni siquiera sabía si podría hacerlo en algún momento, sin embargo, las palabras escapaban de su boca sin poder controlarlas. Se estaba comportando de forma impulsiva, como era usualmente –recuerda…
Ethan llevó su mano hasta la mejilla de ella, ya no soportaba las ansias de poder tocarla y eso solo hizo que Dana aumentara sus latidos cardiacos.
—Eres hermosa –en ese momento Dana se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y retrocedió varios pasos para escapar de las intenciones de Ethan, la estaba seduciendo.
— ¿Necesitas algo más? Me debo cambiar de ropa –tensó su mordida y se culpó mentalmente por haber llegado a tal extremo.
—No… nada más –Ethan se giró para retirarse, pero a su mente llegaron las palabras que Gabriel le había dicho, recién en ese segundo se dio cuenta de ellas “Toda tuya, aprovecha”
El vampiro había utilizado aquel tono que ocupaba con los humanos, aquel que provocaba que sus instintos más básicos salieran a brote. Ethan era un simple humano con un don especial, aquel tono oscuro y con malas intenciones, surgieron efecto en él tan rápido como prenderle fuego al césped seco.
Ethan se giró y miró fijamente a Dana. Sin poder controlarse avanzó hasta ella y volvió a tocar el rostro del ángel, pero con ambas manos, dejándola atónita.
— ¿Qué...? –dijo ella confundida.
—Nadie puede mirar de esa forma al otro y esperar que no responda… tus ojos brillan –tan impulsivo como su ángel, Ethan dio el último paso para apoderarse de los labios de la mujer más hermosa que había visto en su vida, la que le regalaba aquella mirada que no podía reconocer y que le causaba la misma sensación de sus sueños, como si la conociera de algún lado y no pudiera recordar el lugar, sin poder encontrar un inicio o final para poder traerla a su memoria.
Dana solo cerró sus ojos al pensar en la posibilidad de que Ethan se apoderara de su boca sin su consentimiento, sin importar nada más que poder besarla, se había entregado en menos de un segundo.
Sin embargo, Ethan sintió como alguien lo tomaba de la espalda y lo alejaba, quedando solo a milímetros de distancia de poder tocar esos labios que llamaban por ser besados.
— ¡¿Qué crees que estás haciendo?! –Arial alejó lo suficiente a Ethan esperando haber llegado a tiempo — ¡Vete de aquí! ¡humano! –Dijo molesta — ¡Chu! ¡Chu! –lo comenzó a empujar para que saliera sin darle tiempo de decir palabra alguna.
Arial cerró la puerta con fuerza y quedó mirando con sus ojos rojos a Dana, que aun se mantenía en shock por lo que había sucedido.
—Bien, no me gustan los secretos –dijo Arial cerrando sus ojos y sintiendo como una ola de calor envolvía su cuerpo para después provocar que bajo sus ojos su piel se volviera de un profundo y eléctrico rojo, para después ir marcando un tatuaje lineal hasta perderse sobre su oreja y cabello.
— ¿Qué está sucediendo? –susurró Dana al ver la marca demoníaca que tenía Arial.

Hola pequeñas mariposas ¡quienes se esten pasando por aqui! joajoajoa ya vamos en el capitulo 7, no nos queda mucho para actualizarnos y saber que esta sucediendo con estos personajes. espero que les este gustando y gracias a quienes se dan el tiempo de leer esta historia con los nuevos personajes y ademas de comentar ;D abrazos!

7 Lectores:

  1. OMG,jajaja ,ains, casi me da un paro cardíaco, Dana es tan inocente. Y quería agarrar a Gabriel y hacerlo cachitos y al come-chicas ponerle un par de bofetadas para que despabile

    ResponderEliminar
  2. ohh dana pobre cualquiera cae con ese bombon de ethan jajjaja....y gabriel.....que malooooooo.....

    ResponderEliminar
  3. Pobresilla la cacharon con las manos en... Ethan jejeje o mas bien los labios.

    Salu2

    ResponderEliminar
  4. Jajja
    Dios ese Gabriel, me tiendo en problema a nuestra querida Dana..

    ResponderEliminar
  5. AHHH OMG, morí, definitivamente he muerto, que besooo... aunque Gabriel debe estar haciendo algo tambien conmigo porque solo tengo pensamientos oscuros ja ja ja... me quedooo con los dos ja ja ja

    ResponderEliminar
  6. ohhhhhhhhh genial gabriel q maloo como atormenta a la podre dana :(

    ResponderEliminar
  7. Arial super sayagin xD
    q son buenos los cap de esta historia siempre me qedo asi .-. xD

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

© Black Butterfly, AllRightsReserved.

Designed by ScreenWritersArena