martes, 29 de septiembre de 2015

Invitación Peligrosa - Capitulo 11


“Presentación” 

Cuando el sol estaba gobernando en la habitación pude sentir unas manos tibias soltando el agarre que había en mis muñecas, con el cinturón del monstruo. Abrí un poco los ojos y noté que era Tara quien me estaba desatando y además sacando la máscara de mi rostro.
—Lo siento tanto.
No quise decirle nada, además no tenía fuerzas, por lo que al verme y sentirme liberada, solo me recosté cómodamente sobre la cama y seguí durmiendo.
Estaba agotada, cada uno de mis músculos se vino en mi contra y me hacían pasar por cierto sufrimiento al moverme. Era como haber corrido una maratón sin tener un estado físico adecuado y eso lo sabía por experiencia propia, Sophia quiso hacerlo una vez y con Damien le seguimos, claro, ella logró llegar a la meta, nosotros dos nos quedamos en una tienda, agotados, tomando cientos de litros de agua o cualquier líquido que nos pusieran adelante.

—Que dolor –dije después de despertar.
Llevé mis manos a mi cuello, el cual para mi sorpresa, no tenía ninguna marca, lo que me alivió, era un dolor menos.
Miré hacia mis lados y vi que ya estaba atardeciendo. Me traté de poner de pie porque necesitaba algo de ropa, aún seguía desnuda, necesitaba una ducha y además ¡moría de hambre!
Ya de pie me dirigí al baño, me metí como una sonámbula y estuve por un largo tiempo bajo la tibia agua antes de recién comenzar a ducharme. Luego de hacerlo, llené la tina con agua tibia y me quede ahí, mis músculos estaban agradecidos por aquel trato más delicado.
Cerré los ojos sin poder evitar traer a mi mente a Max en el día de ayer. Todo pasó a dolor cuando me arrojó contra el pilar de ese gran salón, sin dudas lo había hecho enojar, pero aun así me fui hundiendo en el agua al recordar como entraba en mi cuerpo con fuerza, había sido demasiado brusco y aun me dolía la cabeza por ese horrible golpe.
Tendría que buscar una manera de escapar, no pasaría más tiempo sufriendo de esta forma.
—En una hora debes estar lista –saqué mi cabeza del agua al escuchar a Max, quien estaba vestido con una camisa blanca y unos pantalones negros, su cabello para mi sorpresa estaba revuelto –Teresa ha insistido en que debemos ir a verlos, al igual que Ezequiel –dijo fríamente para luego salir del baño…alto yo había puesto la puerta con seguro ¿no? ¿Es qué no había ningún límite que respetara?
Salí de la tina y me envolví en la bata para después secar mi cabello, lo hice solo un poco para después irme al armario. Noté que mi cama estaba hecha y había ya un traje encima de ella. Fui hacia este y lo miré.
—No me pondré esto –dije frunciendo el ceño y mirando la falda gris ajustada y una hermosa blusa blanca –esto es para trabajar –me dije.
Tomé la vestimenta y la guardé, en su reemplazo comencé a buscar algo que pudiera sacar de las cajas que contenían mi ropa. No fue difícil encontrar algo.
Unos jeans negros con una camisa ancha, a cuadros, la ajuste a mis caderas con un cinturón a juego, me quedaba bastante bien, no iba a ir vestida formal si hoy era sábado.
Me tomé el cabello en un moño y salí de ahí hacia la sala. Moviéndome lentamente porque mis piernas no estaban en su máxima capacidad, además del hecho que estaba un poco mareada. No me sentía bien.
Max estaba mirando por la ventana, se volteó al verme y frunció el ceño. Debo decir que era muy extraño verlo en este contexto, bajo el techo que pertenecía al Monstruo.
—Eso no fue lo que aprobé –dijo enojado, mirando mi vestimenta.
—Bueno, no soy tu muñeca así que no me vestiré formal un día donde no debo trabajar.
—Elizabeth –dijo molesto.
—Está listo el auto Sr. Max –dijo Tara interrumpiendo, me miró y sonrió.
—Hola Tara –la saludé un poco más alegre al ver un rostro conocido –gracias por lo de hoy en la mañana –no iba a dedicarme a pensar en que me había visto desnuda, sino que solo me concentré en el hecho de que ella había sido la persona que me liberó de ese horrible castigo al que el Monstruo me había hecho pasar.
—Te salvaste esta vez, solo porque vamos atrasados –dijo Max avanzando hacia mi –vamos –asentí y miré a Tara quien solo me sonrió nerviosa.
Fuimos los tres al ascensor. Me puse nerviosa al momento de verlo. Miré de reojo a Max pero él solo negó cansado, sin embargo Tara me tomó del brazo y me relajé un poco más, creo que a pesar de todo, ella era alguien en la que podía confiar.
Bajamos en un silencio incómodo, por lo que deseé hablar y romper el hielo.
— ¿A dónde vamos? –dije mirando a Max, aun nerviosa, no solo por estar dentro de esta caja de metal, sino por el hecho de ir a su lado. Esto era surrealista.
—A donde mis padres —me preguntaba si de verdad ellos eran sus padres ¿los vampiros podían tener bebés? Si era así…estaba metida en problemas, no estaba usando ningún método anticonceptivo.
Max me miró serio y negó, así que supuse que estaba respondiendo a mi pregunta.
Ninguno dijo nada hasta que llegamos a la salida del edificio. El hermoso auto negro nos esperaba, pero sin Thomas dentro.
— ¿Dónde está Thomas? –dije mirando a Tara, ella observó de reojo a Max, así que supuse que no tenía autorización para hablar. Que maniático era este vampiro.
—Vamos, me gusta ser puntual —dijo Max mirándome molesto.
Rodeé los ojos y me despedí de Tara, ya que ella no venía con nosotros. Max me esperó con la puerta abierta, enarqué una ceja, pero no dije nada. Entré al asiento del copiloto, por primera vez.
— ¿No puedes seguir una orden, Green? –dijo mirando lo que llevaba puesto, ya sentado detrás del volante. Odiaba que me llamara por mi apellido.
—A diferencia tuya, yo trabajo y estoy todo el día con tacos y vestida formalmente, me canso de ello, así que si estoy en mi día de descanso, prefiero vestir como a mí me guste –dije mirando hacia afuera —¿Por qué vamos  donde el Sr. y Sra. Blake?
—Ayer solo fue la presentación general para todos los vampiros, ahora habrá personas que conozco de verdad.
—Esto es ridículo, pero ahora veo donde pasas tus noches…de fiesta en fiesta.
—Realmente no en este estilo de reuniones, me divierto en el estilo de fiestas que tu concurres ¿recuerdas la primera vez que me viste? La estaba pasando fenomenal.
Al recordar aquella vez sentí un escalofrió en mi espalda y pensé realmente lo que Max hacía. Ir de pub en pub bebiendo sangre y teniendo sexo en los callejones.
—Un caballero no tiene memoria –dijo “gracioso”. Eso no le quedaba, él era malvado, no lo iba a encontrar gracioso luego de arrojarme contra un pilar de cemento y hacer que mi cabeza casi explotara.
—Que abras la puerta del auto no te hace un caballero ¿cierto? –dije aun sin mirarlo.
—Claro, ahora dime, estoy confundido, la parte de hacer explotar tu cabeza es ¿por qué hice que chocaras contra el pilar o por qué te hice sentir de una forma magnífica anoche? –lo miré sorprendida. Podía ser tan descarado.
—Sin dudas abrir la puerta del auto no te hace un caballero –dije molesta y sintiendo como mis mejillas se sonrojaban por su desagradable comentario.
—No me encontrabas nada desagradable anoche ¿no crees?
— ¡Deja de meterte en mi cabeza! –dije mirándolo molesta –No quieres un espectáculo a donde vamos ¿cierto? –Sonreí al ver como tensaba su mandíbula –el gran Max Blake no podría tener a su proveedora bajo control, que mala imagen te ganarías ¿a que si?
—A menos que quieras un hueso roto, no harías eso –me miró y pude ver como sus ojos se pusieron rojos, no sé si fue por la rabia o porque tenía sed –ambas…
Me quedé impresionada mirando sus ojos, nunca los había visto cambiar en vivo. Era increíble, sus ojos negros pasaban a rojos de una forma lenta, con líneas de color carmesí que se iban multiplicando hasta cubrir toda su pupila.
—Dame tu mano —lo miré sorprendida.
—No te atrevas, recién estoy recuperando energías, ayer acabaste conmigo.
Sin importarle mis palabras tomó mi mano, obligándome a estar más cerca de él. Miró hacia donde girar y pasó sus labios por mi muñeca, despacio. Cerró los ojos y pasó su nariz por mi piel.
Me quedé mirándolo hipnotizada al notar lo apetecible que parecía ser mi sangre para él, pero sin duda me quedé en blanco al ver como sus colmillos crecían en una fracción de segundo y se enterraban en mi piel.
Cerré los ojos y giré mi rostro hacia la ventana. Era muy distinto cuando Max me mordía como un idiota, como lo hizo ayer, a cuando me mordía con cuidado, como lo estaba haciendo ahora, donde hacía que mi corazón latiera más rápido y mi sangre aumentara de temperatura ¿de qué se estaba tratando todo esto?
Segundos después separó su boca de mi piel, pasando su lengua por donde mordió, dejando mi mano libre. Miré mi muñeca y no había rastro de alguna herida, por lo que supuse que cuando anoche me beso el cuello, curó lo que había provocado en la fiesta.
—Es mi saliva –dijo mirándome de reojo –eso es lo que te cura, si más seguido la ocupo contigo más rápido sanarás, en ella hay cierta… toxina que ayuda a tu cicatrización —sobé mi muñeca izquierda.
— ¿Hasta cuándo tendré que ser tu proveedora? –sus manos se tensaron sobre el volante.
—Deja de decir esa palabra, no es correcta ¿Quién te la dijo?
—La Sra. Blake —él negó molesto.
Ya se me estaba haciendo común siempre verlo enojado, él era un amargado.
—Teresa siempre hablando demás —suspiré.
—Max, no has contestado mi pregunta… ¿hasta cuando me tendrás así? No puedo pasar mi vida dándote de beber, harás que muera —me miró sonriendo.
—De algo hay que morir ¿no crees? –lo miré sorprendida ¿es qué este tipo era tan malo como sospechaba? Aunque su actitud no era digna de sospecha, claramente era malvado –me temo que si –dijo ahora mirando hacia adelante.
—No puedes, tu… ¡de alguna forma escaparé! –una risa sombría escapó de sus labios.
—Green, si solo llegas a pensar en eso lo sabré y si eres bastante astuta como anoche, sabes quienes pagaran por tus errores —le iba a decir algo, pero no se me ocurrió nada, él tenía el poder.
No iba a permitir que dañaran a mis amigas. Que a todo eso, deberían estar locas tratando de llamarme ¿Qué les iba a decir?
—Eso déjalo a mi cargo, el lunes no tendrás que preocuparte de nada.
— ¿Qué dirás? Creo que debería saberlo, siendo que soy la principal involucrada, estás jugando con mi vida Max –él me miró y rodó los ojos.
—No seas melodramática y ya veras, ahora solo concéntrate en comportarte, mira que además hoy haré algo por ti –dijo deteniendo el auto al frente de un edificio.
Abrieron mi puerta, un chico bastante joven. Salí de ahí aun pensando en lo que Max dijo ¿haría algo por mí? 
El chico tomó las llaves de Max cuando este se las arrojó, pude verlo mejor en ese segundo, se había puesto un saco color negro y su camisa ahora iba dentro del pantalón, lucia bien…un segundo después de pensar eso me arrepentí.
Su estúpida sonrisa se marcaba con suficiencia, curvando sus labios como si supiera cada uno de mis pensamientos, cosa que no era del todo imposible.
—He pasado mucho tiempo en este mundo Green, como para decirte que los problemas se solucionan con el tiempo… o a la fuerza y yo soy un hombre muy poco paciente –dijo mientras subíamos las escaleras y caminábamos hacia el ascensor, ahí entendí lo que dijo.
—Oh, ni lo pienses –dije deteniéndome y retrocediendo, pero él agarró mi brazo de manera brusca y me llevó a la fuerza por el pasillo — ¡para Max! ¡No!
Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero de un solo movimiento él me hizo entrar en el ascensor. Comencé a gritarle y suplicarle que se detuviera, pero él me miró un segundo para después presionar el botón. Las puertas se comenzaron a cerrar y mi corazón parecía estar haciendo lo mismo, como si en algún momento mi sangre se estuviera deteniendo. Mis pulmones parecían haberse contraído de tal forma que el aire que inspiraba no servía de nada.
Comencé a tirar de él, pero fue inútil, parecía una niña con alguna pataleta que trataba de escapar del agarre de su padre. Max no me dejaba escapar, me tenía muy sujeta a él.
— ¡Haz que pare, haz que pare, por favor! ¡Max! –me miró por un segundo y negó, pero yo no me rendí, seguí tirando de él para que me soltara y pudiera detener el ascensor o hacer cualquier cosa que me dejara respirar de nuevo. Sin embargo mis piernas perdieron la fuerza que tenían y comencé a temblar.
Fue en ese momento que el ascensor se detuvo. Miré el dedo de Maxque estaba sobre aquel botón rojo de emergencias y como después, lentamente se giraba hacia mí, mirándome confundido y sin poder creer la escena que estaba haciendo. Aun no podía dejar de llorar.
—No puedo creer que te comportes así, detente –dijo esperando a que lo hiciera, pero no pude.
Con mi rostro cubierto en lágrimas fui retrocediendo, sintiendo como no era capaz de respirar, sintiendo como me comenzaba a marear por la falta de oxigeno ¡iba a morir! ¡Iba a morir!
—Basta, Green.
Fue cuando él comenzó a acercarse a mí que tuve aun más pánico, pero no pude hacer nada, menos cuando sus manos rodearon suavemente mi cuello y  sus labios se apoderaron de mi justo cuando le iba a gritar que se alejara.
No tenía idea si el necesitaba respirar, si utilizaba el oxigeno que había aquí, pero sin duda fue un respiro más lo que me dieron sus labios. Fríos y bastante suaves en comparación a él, se movían sobre mi boca, buscando algún tipo de respuesta. Solo podía quedarme inmóvil mientras mis ojos no dejaban de verlo, asustada.
—Es imposible que le tengas más miedo a un ascensor que a mí –se apoderó de mi labio inferior para tirar de este mientras que sus manos recorrían mis brazos y después una fue hasta mi cuello, donde lo recorrió con su dedo índice hasta que llego al primer botón de mi camisa.
Para entonces mi cuerpo había vuelto a estar bajo mis órdenes y sus labios que ahora se movían con fuerza contra los míos, obtuvieron respuesta. Lentamente mis ojos se fueron cerrando mientras que mis labios se movían contra los suyos.
Estaba siendo tan suave y cuidadoso que ni siquiera me pude dar cuenta cuando mi camisa estaba abierta hasta la mitad, dejando expuesto mi sujetador rosa.
—Mmm… broche frontal, muy útil –dijo abriendo mi sujetador mientras que lo miraba pasmada, sin poder controlar lo que aquí estaba sucediendo. Simplemente me quedaba en blanco ante las sensaciones que él me daba.
—No… detente –dije entre sollozos que no tenían lagrimas. Trate de cubrirme, pero él me detuvo, volviendo a besarme, pero esta vez en mi cuello, bajando lentamente hasta el comienzo a mis pechos.
Mire hacia un lado, sin poder adquirir la fuerza para detenerlo, ni siquiera podía saber si realmente deseaba que se alejara, pero en este minuto, mi pánico por el ascensor se mantenía, en segundo plano, pero se mantenía.
Tiré de su abrigo cuando sentí que su mano viajaba al botón de mis jeans.
—No –dije tratando de buscar su mirada. Los ojos negros que encontré, no fueron los que me causaban estremecimiento –anoche fuiste muy… brusco, estoy delicada –por una fracción de segundo, solo eso, fue lo que duró su sorpresa ante mis palabras.
—Es una pena que no hayas venido con esa falda –dijo para después volver a besar mi cuello y provocar que mis ojos se cerraran, olvidando completamente donde nos encontrábamos.
Para mi sorpresa, su cuerpo atrapó al mío contra la pared de metal y después llevó sus manos a mis muslos para elevarme unos centímetros y obligarme a rodear su cuerpo con mis piernas. Sus labios no se separaron de los míos en ningún momento, sentía que prácticamente estaba flotando, incluso cuando esa fricción contra mis piernas hacia que mi cuerpo quedara a su disposición.
No pude hacer nada para detenerlo cuando una de sus manos fue hasta mis jeans, desabotonándolos rápidamente. Su mano se coló entre mis bragas, ni siquiera le importo mi advertencia, anoche me había hecho daño. Sin embargo, para mi sorpresa, cuando sentí su fría mano en aquella zona tan íntima, fue cuidadoso.
Tiró de mi labio inferior mientras su mano se movía contra mis terminales nerviosas.
-Detente –dije separándome de sus labios –Max, basta –a pesar de que estaba pidiéndole que se alejara, no pude evitar rodear su cuello y atraerlo hasta mi. Sus labios ahora se apoderaban de oreja.
No sabía si esto era producto de ese horrible e infernal don que tenía o realmente estaba sintiendo que me derretía entre sus brazos.
-Solo tú, no estoy interviniendo –susurró, mientras mi cuerpo se volvía en una llama de fuego y lograba mi orgasmo por enésima vez en estas horas. Por Dios, terminaría con un serio problema de adicción.
Esto iba a acabar mal. Más cuando el maldito vampiro dejó posar los pies sobre el suelo y llevo la mano que tenia colada hasta sus labios, su lengua recorrió dos de sus dedos y sonrió de una forma que me dio escalofríos y no de miedo específicamente.
-Mmm –dijo sin borrar esa sonrisa –veo que ahora estás más tranquila.
Se acercó y abrochó mi sujetador, abotonó mi camisa y después se acomodó su abrigo para finalmente ser de nuevo el vampiro malvado que me tenía prisionera, pero era el que me había hecho subir un ascensor con él, provocando que mi mente quedara en otro lado y no me diera cuenta que seguimos subiendo hasta llegar a nuestro destino.
— ¿Qué demonios me has hecho? –dije mirándolo porque solo se quedo ahí parado, sin decir nada. Levantó los hombros, quitándole importancia a lo recién sucedido.
—Encuentro ridículo que le temas de verdad a un ascensor...no sé qué te habrá pasado, tampoco me importa, pero encontraba ridícula tu reacción, así que lo remedié, ahora cuando estés al frente de un ascensor, subirás conmigo...no con esas inútiles de tus amigas que no sirven de nada, solo alimentan tu estupidez –tensé la mandíbula ¿subir ascensores con él desde ahora en adelante?
Nunca en estos días pensé que Max podía hacer algo bueno por alguien, aunque esto no contaba como una obra de caridad.
—Quitarle la estupidez a alguien, es hacer algo bueno –dijo caminando hacia el pasillo. Lo seguí de inmediato —al entrar te irás con Teresa, ella te espera para que cambies tu ropa –rodeé los ojos, esto no podía ser tan importante ¿por qué querían que me cambiara?
Llegamos al frente de la única puerta que había en el pasillo y Max tocó mientras yo miraba hacia abajo, no tenia vértigo, las alturas no me daban miedo, por lo que tuve tiempo de admirar la vista que había a nuestro alrededor, pero Max me tomó del cinturón que llevaba y me tiró hacia él.
Me quede en estado de shock al ver cómo me llevó ¿es qué seguía creyendo que yo era un estilo de mascota? Antes de poder decirle algo, la puerta se abrió y Teresa nos recibió con una gran sonrisa.
Lucía un hermoso vestido blanco largo, que dejaba libre sus desnudos y pequeños hombros que recibían su cabello rubio que dejaba caer sobre ellos.
—Max –dijo sonriendo para abrazarlo.
Ella realmente lo miraba como si fuera su madre ¿alguien podría llegar a querer a este ser tan desagradable? Aunque bueno, tampoco creía que ella fuera una blanca paloma, siendo que permitió que su hijo vampiro me tratara como cualquier cosa. Aquí la gente estaba loca.
–Lizzie ¿estás mejor? –asentí tímida al recordar lo rara que se había comportado esta mujer anoche, me hizo entender de inmediato que ella apoyaba en todo a Max, incluso en su mal comportamiento –bueno, sígueme antes que entres, Max ven con nosotras antes que te reúnas con los demás.
Fuimos en silencio por un pasillo que quedaba a la derecha para subir unas escaleras. Todo aquí era de madera, pero los muebles o artefactos que habían era bastante modernos, me agradó la alfombra que cubría el piso, era color vino y parecía como si invitara a andar descalza todo el día.
Entramos en la primera puerta del segundo piso y Teresa me mostró un hermoso vestido largo que estaba sobre una mesa. Miré la habitación, la que en realidad era una oficina, había un escritorio donde estaba un ordenador y en las paredes tenían amplias estanterías con libros y archivadores.
Noté que tenía todo un conjunto de ropa listo para mí, hasta ropa interior. Miré incómoda a Max.
—Les daré un minuto –dijo ella saliendo del lugar.
Me quedé esperando a que Max también saliera.
—No voy a salir, cámbiate rápido –fruncí el ceño.
— ¿Por qué no vas a salir? No me tienes que ver en todo momento, no me voy a escapar –rodó los ojos.
—No seas tímida ahora, anoche pase mi lengua por partes de tu cuerpo que ahora temes mostrar y no tuviste ningún problema en que lo hiciera –mi boca se abrió al escucharlo, sin poder creer lo poco caballero y educado que era ¿de dónde había salido este Monstruo?
Enojada comencé a sacar mi camisa botón por botón, para después deshacerme del cinturón y tirar la camisa en la mesa. Desabotoné mi pantalón y lo baje mientras sacaba mis zapatillas.
Miré la ropa interior y esta combinaba con el vestido, se notaba que no servía la ropa que llevaba puesta. Me incomode ante Max, de nuevo.
—No me voy girar, hazlo, tenemos un minuto  –fruncí el ceño al ver como se apoyaba en un estante.
Me ubiqué de lado para que no me viera completamente y comencé  a sacar mi sujetador, miré de reojo a Max pero él me observaba muy serio.
Me puse el nuevo sujetador rápidamente, este se abrochaba atrás y no tenía tiras, era color crema con encaje. Volví a mirar a Max cuando comencé a bajar mis bragas, él solo miraba mi rostro, así que lo hice rápidamente y me puse unas bragas color crema que habían para mí.
Tomé el vestido del mismo tono, me lo puse de abajo hacia arriba y llegaba hasta mis pechos, era recto y dejaba descubiertos mis hombros y mis espalda. Subí un poco el cierre y trate de seguir, pero no pude, aunque no tuve que siquiera pedir ayuda porque ya tenía a Max detrás mío, subiendo con cuidado el cierre. Pude sentir como su dedo índice recorría mi columna.
—Gracias –dije incómoda por tenerlo tan cerca. Él no se movió de inmediato, por lo que me giré a verlo –listo, depravado  –él negó sonriendo y miró los tacos.
Suspire, me subí a ellos y los ajuste.
—Tu cabello, déjalo suelto –negué era una molestia tener el cabello en la cara, pero Max en un segundo llevo su mano a mi moña y la desarmó, lo desordenó un poco con las manos –ahí sí, vamos, tómame del brazo, estarás así hasta que te lo ordene, recuerda, quieres los huesos sanos ¿no? –me aferré  a su brazo bruscamente.
—Infeliz, me gustaría romper cada uno de tus huesos y quemar cada trozo de tu cuerpo, y luego bailar alrededor de la fogata –dije enojada, acumulando todos los insultos que quería decirle desde hace tiempo.
— ¿Listo? ¿Ya te desahogaste?
—Si –salimos de la habitación.
No estaba Teresa, así que no me preocupé por haberlo insultarlo. Nos fuimos por otra dirección hasta llegar a unas nuevas escaleras. Me aferré al brazo de Max al ver que había mucha más gente ahí, no tanta, pero eran alrededor de diez.
Sonreí al ver a Tara, una cara conocida era algo de ayuda en este momento. Casi me dieron ganas de vomitar al ver que mi jefe Ezequiel, también estaba, mis nervios subieron hasta mi garganta.
—Max, hijo –dijo Ezequiel sonriéndole –hola Lizzie ¿Cómo estás?
—De maravilla, señor, nunca he estado mejor —dije irónica. Max presionó mi brazo contra el suyo, molesto, pero no me miró. En cambio su padre rió suavemente.
—Dime Ezequiel, estamos fuera del trabajo –negué, eso no era nada profesional de mi parte.
—Prefiero llamarlo Sr. Ezequiel —él asintió.
Max soltó mi mano y me miró como si me quisiera decir que hacer, pero al final solo negó para él y se fue a hablar con otras personas.
—Está hermosa, Srta. Lizzie.
—Tara, no sabía que estarías aquí, eso es bueno –ella asintió.
—Es por mi padre —miró a ese hombre con cabello largo, que se veía muy serio en el trabajo, pero que ahora reía con otro vampiro –mira, él es Edward Knight –él involucrado me miró y asintió, sonreí nerviosa.
Aquel parecía ser el hermano de Vladimir Knight, pero no tenía el cabello largo o algún parecido, sino que su cabello oscuro lo llevaba correctamente cortado, se veía mayor, incluso parecía tener más edad que el Sr. Ezequiel.
  –Aquel es Patrick Knight.
Él estaba con Teresa conversando y me saludó con una sonrisa, se la devolví exactamente como antes, nerviosa.
—Y él viene conmigo, Mathias Stevens –dijo apuntando a un chico que miraba a los demás nervioso, exactamente como yo –No sé si lo recuerda, es quien sacó la fotografía ayer.
Al mirarlo mejor pude darme cuenta que aquello era correcto ¿para qué era tanto espectáculo? ¿Dónde iba a salir mi foto? Recuerdo que Tara le dio mi nombre a ese joven anoche.
–Y ya conoce a los padres del Sr. Max y ahí está James Staci –ese rubio que ahora lucía un traje completamente negro, estaba apoyado en la pared y ladeó su cabeza para sonreírme y asintió suavemente, no debo decir que su saludo me puso más nerviosa que los anteriores –es amigo del Sr. Max.
—Emily Wright –me quedé helada al verla presentarse.
Aquella mujer con el cabello rubio y largo hasta sus hombros era la jefa de Jennifer y se estaba presentando ante mí con una sonrisa y estirando su mano. La estreché con cuidado, era fría como Max.
 ¡No podía creerlo! ¡Estaba rodeada de vampiros! Y vampiros increíblemente guapos, ella lucía un vestido negro con un escote en “V” que le quedaba fantástico. Esto parecía una fiesta con artistas de Hollywood.
—Un gusto Lizzie –continúo al vampiro.
—Igualmente Srta. Wright –ella sonrió.
—Dime Emily… —la miré nerviosa. Menos mal ella no insistió más y se disculpó para después ir a conversar con James.
—Bueno, es todo, los más cercanos del Sr. Max ¿Necesita algo, Srta. Lizzie? ¿Un trago? –miré a mi alrededor y nadie tomaba nada.
—Tara, estás aquí, no tienes porque seguir con tu trabajo, ve con tu cita tranquila –dije sonriendo, ella se sonrojó.
— ¿Está segura? –asentí.
—Ve –dije empujándola.
Ella me hizo caso y se dirigió feliz hasta donde se encontraba Mathias.
Miré a mí alrededor y fui dando pasos hacia atrás de a poco, quería desaparecer de ahí, pero choqué con un cuerpo que me hizo voltear de inmediato.
—Sr. Ezequiel, lo siento –dije completamente sonrojada.
—Lizzie, acompáñame a dar una vuelta –dijo tomando con cuidado mi brazo y llevándome a un pasillo de la casa.
Muy bien, ahora de seguro era el momento en el cual me despedían.

Que malote es este vampiro.

5 Lectores:

  1. Malote, Malote, pero aún así no la deja ni a sol ni a sombra.... y Lizzie por fin conoce a toda la familia vampira... pero aguantará estar con ellos??? los verá igual??? Y que le dirá Ezequiel?????
    Besos gigantes!!!
    XOXO

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  2. Max es un idiotaaaaa..le odiooo..desgraciado!!! xD

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  3. Asshhhhhh odio a este max
    Pero lo.bueno cuando vendra

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  4. Tengo sentimientos de amodio por estos dos... No sé algo no me convence últimamente con este Máx
    En fin un capítulo increíble como siempre
    Besos!

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  5. Hola. Aún sigues escribiendo?... Leí tu historia hace años jajajaja pero aquí estoy de vuelta. Espero lo sigas haciendo. 🤗 Saludos

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