LML - Capitulo 17

Capitulo 17

A medida que los minutos transcurrían, mis parpados dejaron de pesar como lo hacían hace un momento atrás. Al abrir mis ojos pude notar que Alex estaba a mi lado, rodeando mi cintura con su brazo. Ahora estábamos en la cama de nuestra habitación y él estaba bebiendo de mi sangre.

Me tensé por completo al saber que estaba tan cerca. Y no era esa sensación agradable que él siempre provocaba, sino que todo lo contrario.

— ¿Qué haces? –dije molesta. Sus colmillos estaban en mi cuello, pero al escucharme se separó de mí, dejando que mi piel se regenerara.

Me alejé de inmediato. Llegando al otro extremo de la cama, mirándolo furiosa.

— ¡¿Qué haces?! ¿Ahora me muerdes dormida? ¿Ni siquiera me podré enterar cuando bebes de mí?

—Victoria –él se sentó en la cama, mirándome con una expresión de preocupación máxima.

—Nada de Victoria.

—No puedes beber de esa forma, sabes que no es sano para los de nuestra especie. ¿Qué pretendías al estar en esas condiciones en público? Debí desintoxicarte, por eso te mordí –cada musculo de mi cuerpo estaba tenso, estaba tan enojada porque él seguía mintiéndome a la cara.

Él no sabía lo que William y Tessa me habían dicho.

— ¿Eso te preocupa? ¿Lo que puedan pensar los demás?

—Claro ¡no está bien! menos en el Centro de Proveedores más grande que tenemos ¿Qué hubiera sucedido si alguien te ve? ¿Alguien del Consejo? –mi alma cayó a mis pies.

—Entiendo. Por un momento pensé que te interesaría saber el motivo de mi comportamiento –su ceño se frunció.

—No es eso lo que quería decir, claro que me preocupa, pero puedo suponer que es debido a toda la discusión que tuvimos.

—No –susurré, tratando de controlarme para no comenzar a gritar — ¿Licántropos? ¿Es en serio, Alexander?

Él quedó inexpresivo, solo pude ver que tensaba su mordida por una fracción de segundo y después se escondía en una máscara de póker que no había visto hace ya mucho tiempo.

—Sin palabras ¿no?

—Nos escuchaste –dijo antes que pudiera seguir reclamándole –cuando estábamos en la sala.

—No, obviamente, me enteré por terceros, lo que fue muy desagradable. Tuve que fingir que estaba enterada de tal noticia.

— ¿William y Tessa? –presioné mis manos sobre el cobertor, enojada.

— ¡No importa quién lo haya dicho! Sigues siendo tú el mentiroso ¿Qué pretendes?

—No te quería asustar más de lo que estabas cuando te convertiste en vampiro.

— ¡Eso fue hace más de un año!  

— ¿Cómo te iba a informar de ellos cuando tu solo pensabas en tratar de seguir con tu vida como humana? No te puedo tratar como un vampiro normal, realmente no te sientes parte de esta especie, tu humanidad sigue intacta Victoria.

Mi cuerpo se relajó en un solo segundo. Esquivé su mirada, triste por sus palabras. Él no era capaz de comprenderme.

—Aun no entiendes que me interesa todo lo que influya en tu vida ¿cierto? –Sonreí triste y miré hacia otro lado, no podía seguir observando sus ojos oscuros tan atentos a los míos  –estoy cansada Alex. Todo lo que está sucediendo es porque no entiendes cuán importante eres tú, para mí. ¿Creíste qué no me importaría que licántropos traspasaran las fronteras establecidas y que tu puesto corre peligro? ¿Qué quizás estén armando algún plan para hacerte caer? ¿De verdad piensas que eso no me importa? Tu mundo es mi mundo ahora y lo entiendo muy bien, eso no significa que me agrade, pero lo mínimo que puedes hacer es informarme, pero contigo no hay caso.

Como un niño al que recién se regaña, me quedó mirando sin decir nada, movía su dedo pulgar sobre la otra mano, como tratando de buscar algo en que concentrarse. Algo que no fuera en el horrible error que había cometido, otra vez.

—No tienes nada que decir, no me sorprende –me puse de pie, necesitaba una ducha, relajarme y tratar de que mi cabeza no siguiera abombada. Beber sangre demás apestaba.

Me dirigía al baño cuando Alex se ubicó al frente, interponiéndose en mi camino. Lo miré esperando alguna respuesta, pero me seguía mirándome de esa forma que siempre acababa con mi enojo. La mirada que me hacia entenderlo.

A diferencia del día anterior, donde actué con frialdad como nunca lo había hecho; ahora volví a comportarme como lo hacía habitualmente. Estaba tratando de entender lo que sucedía en su cabeza.

—Alexander Lenardis –susurré, pasando mi mano por su mejilla. Esa expresión atormentada rompía mi corazón.

—No tengo nada que decir, es cierto –dijo bajando su mirada –pensé que era una buena idea, que así no se te haría desesperantemente extraño este nuevo mundo, donde te arrastré.

— ¿Qué voy a hacer contigo? Todas tus ideas son pésimas ¿Cómo no te has dado cuenta de ello? Siempre arruinas todo cuando tratas de protegerme –aquello lo dije sonriendo, tratando de buscar algo de calma entre nosotros. Estaba perdida y no sabía por dónde comenzar para reconstruir todo en nuestra relación.

—Me estoy dando cuenta de ello.

—No, no lo haces porque o si no me dirías todo lo que debería saber y no estarías pensando en que cada verdad que me revelas será la causa de mi escape. Eso es lo que piensas ¿no?

—Sí.

—Bueno, ahora te daré tiempo para que pienses seriamente en todo esto, yo me iré a dar un baño –me alejé de él, pero antes que entrara me habló.

— ¿No estás enojada? –su tono de voz sonaba como si sospechara de mi.

—Claro que lo estoy –dije sin girarme a verlo –pero no obtengo nada al hacer un gran berrinche, contigo ya se me acabaron las ideas para que despiertes de una buena vez.

No esperé a que me respondiera, entré al baño. Me senté en el borde de la tina blanca que había y cubrí mi rostro con mis manos, sintiendo que mi corazón estaba más muerto de lo que ya estaba, estaba perdiendo toda las energías que me quedaban para poder seguir luchando por Alexander.

Estuve más de una hora bajo el agua, tratando de pensar o de distraerme de todos mis problemas. Ya mañana en la noche partiríamos a casa de nuevo, había temas que quería tratar con Alex, que no estaban relacionados con nosotros. Como los Licántropos, quería saber más de ellos y además quería tratar el tema de sus supuestos enemigos.

Cuando salí envuelta en una toalla blanca, en busca de algo de ropa, me encontré con Alexander, sentado en el borde de la cama, justo en el medio. Tenía un cuaderno forrado en cuero en sus manos.

— ¿Qué sucede? –dije mientras buscaba en las bolsas algo que ponerme. Elegí unos jeans y una blusa blanca. De todas formas yo no saldría esta noche y Alex pronto tendría que reunirse con Lina y Marco –antes que te vayas, quisiera hablar algo que descubrí con William, que a todo esto, es muy simpático, completamente de mi agrado y ¡su casa es tan linda!

Busqué algo de ropa interior y después la tiré en la cama para dejar caer la toalla y comenzar a vestirme. No pasó desapercibida la mirada que Alex tenía, recorrió todo mi cuerpo, pero seguí en lo mío.

—Me explicó que el Consejo fue el encargado en traer a Lina para que te proteja –comencé a hablar mientras me vestía –que desde que habían cruzados los Licántropos, temían por tu seguridad. ¿Cómo son Alex, esos seres? –puso atención a mi rostro ante mi pregunta.

—Feroces, son muy fuertes, pero les sigue faltando la capacidad de unirse para sobrevivir, aunque sean en parte Lobos, les falta mucho para tener la dinámica de una manada, siguen creyendo que solo son humanos infectados, cada nueva generación es muy diferente y desunida –su tono de voz no tenia emoción alguna, pero aun así dejó el cuaderno a un lado y se acercó en un segundo a mí, justo para cuando estaba por abotonar la blusa –déjame ayudarte.

—Puedo hacerlo sola –dije tratando de alejarlo para seguir con lo mío, pero tiró de los extremos de la camisa para después comenzar con su cometido –está bien.

—Muchos integrantes del miembro aborrecen a los Licántropos, yo he conocido a varios, no puedo decir que fueron mis amigos, pero si fueron personas agradables de tener cerca. Hay muchos prejuicios sobre ellos en nuestra especie.

—Pero a ti te caen bien –sus dedos rozaron mi piel –Alex –lo regañé porque sabía lo que estaba intentando, él sonrió levemente y terminó de abotonar mi blusa.

—Algunos, no se puede generalizar, los grupos que hay de licántropos son muy diversos, con diferentes pensamientos, algunos ni siquiera están en manadas, es por eso que no me he preocupado al saber que han cruzado la frontera. Debes entender que no son todos ellos los que buscan tener problemas, solo uno o quizás dos grupos, ellos no representan a la mayoría.

—Me gustaría conocer uno –Alex tensó su mordida –sé que ha de ser difícil.

—Lo es, no cruzan las fronteras establecidas… normalmente –mire hacia un lado al darme cuenta lo cerca que estaba de él –mis conocidos fueron asesinados hace tiempo, cuando tuvimos un gran enfrentamiento entre vampiros y licántropos, sabes de sobra que no nos llevamos bien.

— ¿Hay más seres de los que desconozco su existencia? –él me observó por varios segundos, los que se hicieron eternos.

—Muchos más, incluso sé que aunque soy bastante antiguo, aun no conozco a todas las especies que habitan entre los humanos. Usualmente cada uno vive en ciertos sectores del mundo, de esa forma se evita tener encuentros, por eso las fronteras se han establecido y es por eso que solo hemos visitado ciertos lugares del planeta.

—Sí, supongo que todos los viajes que hicimos tienen sentido –dije un tanto triste, quería saber que más había. Alex me descubrió.

—Dentro de los que respetan las fronteras en la tierra, están las hadas, los gnomos, duendes, seres incorpóreos que realmente circulan por cualquier lugar pero no se ven con claridad, demonios íncubos y súcubos, estos son con quienes nos han relacionado por años, pero nosotros no somos demonios… también existen los ángeles, pero nunca he visto uno, Raúl dice haber sido testigo de ello, pero no lo creo, él miente con gran avidez… –no sé como lo habré mirado, pero obtuve una autentica sonrisa de su parte.

—Imposible.

—Yo solo he visto un par de demonios y hadas, los demás se sabe que existen pero no hemos tratado con ellos.

— ¿Hadas? –mis ojos debieron brillar.

—Pequeñas y muy molestas, no me agradan y solo tuve contacto una vez, hace ya cientos de años. Debes entender que hay muchas especies por ahí dando vuelta, pero que cada una vive tranquila gracias a las fronteras que nos separan ¿sí?

—Alex, no conozco nada… y estoy aquí, a tu lado, acompañándote a gobernar una de las especies de la tierra –él asintió y levantó su mano para atrapar mi mentón con su pulgar.

—Lo sé, vamos a arreglar eso ¿sí? –sabía que él deseaba solucionar todo esto, pero simplemente su palabra ya no estaba teniendo valor, todo lo que me decía podía ser solo un poco de información o quizás una mentira. Había escondido tanto de mi, que me costaba poder confiar plenamente en él como lo hacía en al principio.

Me alejé de él unos centímetros. Alex frunció el ceño ante tal movimiento.

—Solo te estoy diciendo esto porque has pedido ser parte de la realidad que te rodea, si te alejé de ella es porque no quería que colapsaras. Tu conversión fue traumática, diste tu vida por mí, quería ir despacio.

—No, lo que tú querías era mantenerme alejada de todo porque así te sentías más seguro de tenerme a tu lado. No trates de seguir engañándome Alex, eso solo me enfurece aun más porque me subestimas.

—Yo no…

—Basta –dije levantando mi mano al nivel de su pecho –solo omite tus excusas, lo que has hecho, es algo que no te perdonaré… no hasta dentro de mucho tiempo.

Su mandíbula se tensó, al igual que sus puños, los que marcaba con fuerza.

—No me agrada cuando…

—Alex, en este momento no me importa lo que te agrada o deja de agradar, ahora por favor, quiero que me aclares todos los secretos que has mantenido.

Antes que él me pudiera contestar, el timbre sonó y nuestra conversación quedo desplazada ante la visita anticipada de Lina y Marco. Para mi sorpresa ella esta vez vestía bastante casual, pero de todas formas se veía despampanante. Unas calzas negras que se ajustaba a sus largas y fibrosas piernas, una camiseta blanca que llegaba hasta el comienzo de sus muslos y por ultimo una chaqueta tejida de negro y plateado. Su cabello rubio y corto lo llevaba correctamente peinado. Siempre lucia como una maldita modelo.

Marco me sonrió cuando me vio aparecer en la sala, él vestía con colores más oscuros y con prendas más simples. Solo un pantalón de tela negro y una camiseta con mangas ajustada de color azul. Se veía guapo.

—Hemos venido a ver como está tu resaca, Victoria –dijo Marco sonriendo de esa forma burlona y avanzando hasta el sofá, donde se sentó cómodamente.

Lina pasó por nuestro lado, tan seria y petulante como siempre. Solo hizo un movimiento con su cabeza, como saludó.

— ¿Qué sucede? –Exigió saber Alex –aun falta una hora para reunirnos.

—Te extrañamos ¿no podemos pasar a verte antes? –respondió Marco, pero eso no hizo sonreír a Alex.

—Los dejaré solos –quise salir de ahí para no tener que ver la cara de Lina, pero Alex tomó bruscamente mi brazo para que no me moviera.

—Tú te quedarás, así veras que no te subestimo.

Había sido atrapada por mis propias palabras. Me tuve que sentar en el mismo sofá que Alexander, alejada de él, mirando a Lina que no me dejaba de dar esa expresión desagradable que siempre tenía cuando yo estaba. Era tan obvio que me odiaba, lo bueno era que el sentimiento era mutuo, solo que yo lo disimilaba… creo.

—Con Marco hemos estado pensando en la posibilidad de que no sea necesario salir esta noche. No hemos encontrado nada y se está haciendo poco factible la posibilidad de encontrar alguna pista –ella se apoyó en el respaldo del sofá, cruzando sus piernas y apoyando sus manos sus lados. Su posición era altanera, su cara también lo era y solo deseaba golpearla porque existía la posibilidad de que ella haya estado entre los brazos de Alexander.

—Es cierto, tampoco estoy viendo un avance en ello, quizás lo mejor sea comenzar a averiguar lo que otros vampiros han descubierto. Lo cierto es que en un par de noches no se podrá avanzar mucho –aclaró mi esposo, mirando hacia la mesa de centro, como si esta fuera a darle la respuesta a sus problemas.

—Es por eso que debías estar aquí más de tres días –repuso Lina.

—Pero no se puede –se adelantó Marco –Alex y Victoria deben volver, ella debe seguir con sus clases, recién ha comenzado –lo miré sorprendida, no pensaba que fuera a decir aquello –además de arreglar los cientos de problemas que hay entre ellos.

—Marco –le advirtió Alexander.

—Como sea, salir esta noche no tiene sentido, no si lo hacemos para buscar pistas, hace ya tiempo que debieron ser borradas, incluso para ustedes queridos Holmes –se rió Marco.

—Elemental, mi querido Watson –dije sonriendo, sin poder evitarlo. Solo Marco me devolvió la sonrisa.

—Ir al Centro de Proveedores podría ser una buena opción –aportó Alex.

—Pero aleja de ahí a Victoria, puede causar estragos –me dio una mirada envenenada, pero no la tome en cuenta.

—No sé si sirva lo que diré –dije girándome hacia Alex, para observarlo –pero puede que haya una conexión entre la muerte de Cathal y los revolucionarios que pueden haber entre los vampiros –Alex frunció el ceño.

—Explícate –me sentí bien, por lo menos no me estaba interrogando del porque yo tenía esa información.

—Bueno, Cathal, era amigo de William, el Consejero. Ayer me comentaba que Cathal no estaba a favor de que tu siguieras al mando debido a que no creen que seas capaz, que tus capacidades mentales han disminuido, que estas roto y no puedes volver a ser reparado porque todas tus parejas te han abandonado –dije con verdadera malicia.

—Wow –Marco me interrumpió, mirándome con el ceño fruncido –eso fue muy duro, estoy seguro que te aprovechaste de descargar ahí ¿eh? –hice caso omiso a su comentario.

—Aun así, Cathal podía estar en contra de tenerte como Gobernador, pero según las palabras del Consejero, era un buen hombre, entonces ahí tuve la idea de que quizás, lo asesinaron debido a algo horrible que escuchó y de lo que no quiso participar. Es por eso que quizás estás mirando hacia lugares equivocados, tu amenaza puede estar dentro de los tuyos.

— ¿Pero como explicas la muerte a manos de un humano? –me sorprendió ver realmente interesada a Lina cuando me hizo esa pregunta.

—Pueden estar utilizando a algún humano, quizás fue una trampa, quizás trataron de crear pánico al traer de vuelta a los Cazadores de Vampiros.

—Muchos “quizás” en tu respuesta –dijo ella, volviendo a apoyarse en el sofá, enredando su mano en el poco cabello que tenia.

—O puede que estén liados, tus rebeldes –dije mirando a Alex –con tus enemigos.

—“El enemigo de mi enemigo, es mi amigo” –susurró él en respuesta, mirando hacia la blanca alfombra.

—Eso puede ser más factible –asintió Lina mientras Marco me miraba sonriendo –habría que salir a averiguarlo con ciertas personas, ya sabes.

—No –aclaró Alex –si es así, creo que ya han de saber que estamos aquí, siempre tienen espías… ya sabes –dijo mirando a Lina que solo frunció el ceño al escucharlo. Aquello no lo entendí.

— ¿Entonces qué? –Marco golpeaba con sus dedos el sofá.

—Déjame pensar –Alex levantó su mirada hacia mi –lo que dices puede tener sentido, pero puede que también estés equivocada. Si es cierto, también podemos pensar que los Licántropos pueden estar involucrados. No han cruzado las fronteras en siglos ¿Por qué ahora?

—O puede que siempre las hayan cruzado ¿Qué te hace pensar que cumplirían tus medidas? –dije sin evitarlo.

—Porque hay un código entre las especies –sonreí por sus palabras.

—Llevas años siendo Gobernador, no creerás que todos son honestos y valerosos para cumplir con una frontera, quizás quieren algo que hay por aquí y por eso han cruzado.

—O hayan usado un distractor para que nos concentremos en las fronteras –dijo Alex ahora mirando hacia detrás mío, a la nada –los guardias que residen aquí se fueron hacia la frontera para resguardarla.

Los guardias que no estaban dentro de nuestro territorio habitual, o sea, cerca de casa, cumplían prácticamente funciones de policías. Se dedicaban a supervisar y registrar que las leyes de los vampiros se cumplieran. Leyes que se concentraban solo a dos: no convertir a humanos, sin que sean tus parejas, ni matar por sangre.

—Esto no está teniendo sentido –dijo Lina —¿Por qué se habrían de unir vampiros con Licántropos y además con humanos?

—Porque todos tienen un objetivo en común: Alexander Lenardis –dije mirando a mi esposo.

—No –dijo Marco –en eso estás equivocada, Viky.

— ¿Entonces?

—Marco tiene razón –la voz preocupada de Alex llamó mi atención. Lo quede mirando, esperando una respuesta –tendrás que dejar la Universidad.

— ¿Qué? ¿A qué viene eso? –esto se estaba yendo por un lado que no me estaba gustando para nada.

—Tendremos que irnos de Chile, quizás…

— ¡Ey! –Dije levantando la voz — ¿Qué estás diciendo? Yo no iré a ninguna parte y eso lo sabes.

—Es a los Gobernadores a quienes buscan si tu teoría es correcta –aclaró Lina, ahora con un tono de voz que no había escuchado nunca, como si… estuviera también preocupada por mi –y si no te has dado cuenta, niña, tu eres la Gobernadora de nuestra especie –me retracto, su voz seguía siendo desagradable.

—Pueden eliminar a Alex –aclaró Marco. Esas palabras me dejaron aun más helada –pero realmente la que importa eres tú.

— ¿Yo? –no entendía.

—Yo ya convertí a una persona, no puedo más, ya convertí a mi pareja –dijo el vampiro a mi lado. Lo mire sin entender –tu puedes ser mi pareja, pero sigues teniendo la posibilidad de morder y convertir a alguien más, ese alguien que podría ser un Gobernador.

—Eso no tiene sentido –dije de inmediato –primero que todo, no le haría eso a nadie y segundo, sé muy bien que en el pasado otras de tus parejas han mordido a humanos.

—No –dijo mirándome un tanto incomodo —que se hayan ido con ellos no significa que los hayan convertido Victoria, simplemente se escaparon –susurró Alex.

— ¿Me estas queriendo decir que si yo muerdo a alguien, a quien yo crea adecuado… se volverá Gobernador? –mis ojos se abrían cada vez más ante las palabras que estaba diciendo.

—En formas generales si –aclaró Alex.

— ¿Y qué sucedería contigo? –esta era información completamente nueva.

—Nuestra conexión mental desaparecería y esa otra persona se haría Gobernadora, pero tú te retirarías conmigo.

—Bien, no significa que yo tendría que seguir siendo Gobernadora.

—No –la mirada de Alex era más fría de lo que siempre lucia, sobre todo cuando teníamos compañía –es como cuando Elizabeth me mordió, ella me dejó aquel legado, aunque a diferencia de lo normal, Raúl le entregó la opción de ser Gobernadora… de verdad.

—No solo la esposa de…

—Exacto, por eso ahora ella también es miembro del Consejo –me quede en silencio, pensando en sus palabras.

—Si yo muerdo a alguien, le entregó tu cargo y tu quedas libre ¿así es? –Pude ver como todos se tensaban ante mis palabras — ¡solo quiero entender bien! no es que vaya a morder al primer humano que se me cruce.

—Sí, técnicamente es así –aclaró Alexander, sin mirarme.

—Vaya, un gran detalle que no me habías dicho… tampoco es como si me sorprendiera mucho, siempre me escondes todo –dije cruzándome de brazos.

—De todas formas –siguió Marco –esto puede ser algo realmente grande, la unión hace la fuerza y eso todos lo sabemos. Hace varios años atrás que no tenemos movimiento realmente peligroso, pero si nuestra Gobernadora esta en lo correcto con su hipótesis, tendremos que dar aviso al Consejo para que nos ayuden a protegerlos.

— ¿Ayuden? –dije mirando a Marco.

—Querida, no creas que solo soy el dueño de un Pub de un país sudamericano perdido al fin del mundo –me tensé, aquí me seguían tratando como una niña.

—Marco es como Lina, siempre ha estado cerca para protegerme. No es como si lo necesitara tampoco –aclaró Alex. Ni siquiera lo miré, por lo menos ya comenzaba a decirme cual era la verdad que nos rodeaba.

—Nosotros volveremos en unos días más –dijo Lina poniéndose de pie –mientras tanto lo recomendable es que se resguarden bien –esto lo dijo mirándome directamente –o busquen una nueva residencia, les recomiendo que vengan a Londres, es donde más seguros estarán.

—Comenzaré a hacer ciertas averiguaciones, debemos descubrir si existe esa unión entre especies para derrocarlos –Marco también se puso de pie, pero nos sonrió –lo mejor es que te alejes de la Universidad, Victoria, así podrás estar más segura.

—Nos vemos –dijo Lina caminando hacia la puerta. Marco nos hizo una seña y después la siguió. Ambos desaparecieron.

Alex se puso de pie y saco su celular el bolsillo de su pantalón negro.

—Alanna –dijo cuando contestaron a su llamada –quiero dos boletos para mañana a primera hora.

— ¿Regresan ya? –pude escuchar que decía.

—Tú solo haz lo que te pido.

—Sí, Sr. Lenardis –negué ante lo antipático que podía ser Alex con sus empleados.

Ambos cortaron y tiró el celular sobre la mesa de centro. Lo miré esperando que dijera algo, pero ni siquiera me observó.

—Iré a darme una ducha.

Caminó hacia la habitación mientras se sacaba su camisa blanca, dejando su amplia espalda al descubierto. Mire hacia otro lado para no concentrarme en lo que no debía.

Me recosté en el sofá, mirando hacia la ventana. Se podían ver las cientos de luces de Londres, sin duda era una hermosa ciudad, pero no quería vivir aquí, no quería vivir escondida, pensando que en cualquier momento alguien nos atacaría, eso era ridículo. Teníamos que pensar en un plan, en algo que nos diera las respuestas que necesitábamos y que sacáramos del juego a nuestros enemigos. Aun así, parecía ser difícil, más cuando no sabíamos quienes eran nuestros enemigos. Algo faltaba en este rompecabezas.

El otro tema que daba vueltas en mi cabeza, era el poder que tenía en mis colmillos. Si yo quisiera podría sacar de sus funciones a Alexander, podría tenerlo solo para mí. Aunque eso estaba fuera de discusión, jamás podría hacerle eso. Yo no era como él, no me gustaba manejar su vida sin que él se enterara de nada.

Aun así, eso me hizo pensar que era imposible que sus antiguas parejas no hubieran mordido antes a alguien, estaba segura que había escuchado algo como eso. ¿Qué habrá hecho Alexander si alguna de sus parejas mordió a un humano? Técnicamente él no tendría que seguir al mando, pero tampoco creo que el Consejo hubiera aceptado a cualquier desconocido como Gobernador.

— ¿Qué vamos a hacer esta noche? –flexioné mi cabeza para observar a Alex que me hablaba, pero me quede inmóvil al ver que estaba en la puerta de la habitación, cubriendo la parte inferior de su cuerpo con una toalla mientras tenía otra pequeña en su cabello. Podía ver como gotas de su cabeza saltaban a su tórax y lo recorrían lentamente.

—Nada –dije recostándome en la cama de nuevo –solo quiero volver a casa.

—Pronto tu sueño se hará realidad, no te preocupes.

Sentí que se alejó de la puerta pero que segundos después caminaba hasta donde yo me encontraba. Apareció en mi plano visual, seguía con la toalla blanca en la cabeza, debo decir que se veía muy guapo.

—Quiero que tengas esto –me senté ante sus palabras para observar mejor lo que tenía en sus manos. Era el cuaderno forrado en cuero que tenía cuando estaba sentado en la cama –debido que no crees en nada de lo que te digo, debes saber por lo menos que no te he elegido por ninguna coincidencia de nombre, sino porque te amo.

Aquello me tomó desprevenida, era tan extraño escucharlo decir esas palabras.

— ¿Qué es esto? –dije tomando el cuaderno y sacando mi ojos de su abdomen marcado.

—Es el primero de muchos, eres la que más me ha hecho escribir ¿sabes? –mis ojos se abrieron al sentir con mis dedos lo números marcados en el cuero.

— ¿Alex?

—Es del año cuando comencé a hablarte, quizás un poco antes –levanté la mirada para encontrarme con la suya. Sin más se inclinó y se acercó a mi rostro, tanto que retrocedí. Él dejó sus manos en el respaldo del sofá, dejándome atrapada con su cuerpo. Aquella toalla blanca que estaba sobre su cabeza, lo hacía ver aun más guapo.

Él sabía muy bien qué efecto tenía en mí. Entendía mis reacciones como la palma de su mano y por ello Alexander sabía muy bien como manipularme. Sin embargo, algo había cambiado en mí y aunque lo seguía encontrando irresistible, ya no caía en sus juegos tan fácilmente.

Tiré de esa toalla que tenia sobre la cabeza, la que lo hacía ver tan tranquilo y como si no le importara nada. Tan irresistible que me desconcentraba.

—Muy tarde –dije haciendo que el cuaderno chocara contra su pecho. Él me miró sorprendido.

— ¿Qué?

— ¿Crees que así me convencerás de que me amas y que no estás solo interesado por tu querida Gitana? ¿Con palabras que escribiste hace más de un año?

—Victoria… —puse mi otra mano en su boca. Debo decir que eso también fue una excusa para poder tocarlo directamente ¡me tenia nerviosa al estar tan cerca y cubierto solo con una toalla!

—No, cállate… yo no quiero escritos, quiero que me demuestres que me amas. Has hecho tanto daño que un libro no hará que cambie de opinión –me escapé de su trampa, dejándolo con el libro en su pecho.

—Pero te estoy dando algo que…

— ¡Me estás dando un cuaderno donde tienes escrita todas las cosas que me debiste decir a la cara en su momento! –Dije girándome a verlo – ¿no crees que deberías tener la decencia de relatarme tu mismos esos hechos?

Le tiré su toalla contra su abdomen ¡su marcado e irresistible abdomen!

Él me miró enojado, tensando todo su cuerpo, cosa que podía ver en vivo ya que sus músculos se notaban aun más.

— ¡¿Dónde vas?!

—Lejos de ti –dije caminando hacia la habitación, me encerraría ahí hasta mañana y luego nos iríamos a casa, donde tendría más habitaciones donde esconderme de Alex. Sin embargo no alcancé ni siquiera a girarme, en un segundo sus manos atraparon mis brazos, moviéndome de tal forma que nos quedamos mirando.

—No sé qué quieres, no puedo tener problemas contigo y además pensar que alguien te quiere hacer daño –fruncí el ceño.

—No a mí, sino a los dos, daño a los dos. No trates de culparme de esto, yo no soy quien anda buscando tener enemigos.

—Me importa un comino lo que hagan conmigo, me preocupa tu bienestar ¿Cómo no lo ves? –Eso lo dijo mirándome como si me faltara un tornillo por no entender sus palabras –no puedo tener problemas contigo y además tener otras preocupaciones.

—Entonces no debiste casarte en primer lugar ¿no crees? Aunque técnicamente bajo las leyes de la tierra, ninguno de los dos está realmente casado y…

Me hizo callar, pero esta vez no como usualmente lo hacía con un beso, sino que me hizo chocar contra la pared que había detrás de mí y liberó uno de mis brazos para poner su mano en mi boca.

—Basta ¿sí? basta…vas a tener esto –dijo ahora liberándome por completo y dejando su diario en mis manos –porque no podemos pasar ni cinco segundos conversando cuando ya estas enojada, no te puedo hablar ¿sí? quédate con esto, léelo si quieres o no.

Me dejó con su diario en las manos mientras entraba a la habitación y le ponía seguro. Claro, ahora era él quien se encerraba en la habitación mientras me dejaba con sus memorias. Excelente. Esto se estaba yendo a la mierda.

Helloooo lectoras y lectores, espero que no haya sido tan larga la espera, aun no recuerdo cuando subí ultima vez capitulo, pero aquí estamos de nuevo, espero poder subir ahora mas seguido que se me ha aliviando la carga. Nada más que decir, nos quedan pocos capítulos y estos dos cada ver peor, como les dije al principio, que aprovecharan los capítulos melosos porque después ya todo se volvía color de hormiga. Besos y abrazos, ahora me iré a devolver comentarios al capitulo anterior, vayan a ver si respondí el suyo para que tenga sentido esto de devolver comentarios.  Nos leemos en el proximo capitulo ;D