sábado, 9 de enero de 2016

Sobrevivientes - Capitulo 2


27, Julio, 3016
SALA DE INTERROGACIÓN.
Inicio de exploración mental Emma Miller
Oficial a cargo: Eva Reed.


Los ojos de Emma se abrieron lentamente por el dolor que sentía en su cabeza. Pudo ver que se encontraba en una amplia sala, iluminada y tan limpia que no pudo evitar quedarse mirando cada detalle. Jamás había estado en un lugar tan blanco y pulcro.
—Buenas noches, señorita Miller.
Emma miró desde dónde provenía esa voz y pudo ver que era el joven que la había apuntado con un arma. Él seguía vistiendo con aquel overol negro, el estampado de la EBE estaba en su pecho.
— ¿Dónde demonios estoy?
—Bienvenida a una de las instalaciones de la EBE.

Ella se sentó en un solo movimiento, atenta a atacar si era necesario. No sabía cómo defenderse, esa era la realidad, jamás tuvo lecciones, pero si tenía que hacerlo para evitar que ese hombre acabara con ella, haría todo lo posible.
—No es necesario que se altere, no tenemos intención de hacerle daño.
Él levantó sus manos, dirigiendo sus palmas hacia ella.
—Soy el teniente Jasper Stone.
Era un joven de tez oscura, no debía tener más de treinta años y por lo que Emma observaba no era alguien que tuviera demasiadas expresiones. Llevaba el cabello negro con un corte militar.
— ¿Y puedo irme de aquí cuando guste?
—Claro que no, ahora usted es parte de nuestras tropas. Estábamos buscándola desde hace mucho tiempo.
Emma no soportó estar sentada, por lo que se puso de pie y decidió que iba a salir de aquel lugar a costa de todo. No le importaba tener que carbonizar a quien fuera para que eso sucediera.
—No se asuste, estamos aquí para ayudarla.
—Si claro, exactamente como lo hicieron con mi hermano.
—Aquello se salió de control, solo queríamos ayudarlo con sus habilidades, aun lamentamos su perdida.
Aquellas palabras fueron como si le dieran un golpe en el rostro. Sus piernas comenzaron a perder fuerza y cayó de rodillas sobre el suelo.
Desde un comienzo Emma se había adherido a la esperanza de que lo volvería a encontrar, que estaba por algún lado o que luego de un tiempo la EBE se había encargado de tenerlo entre sus tropas. Sin embargo, ahora este hombre que la miraba inexpresivamente, le informaba que su hermano había muerto.
Emma estaba sola.
—Por la información que hemos recopilado, usted aún no está enterada ni maneja del todo bien sus habilidades. El objetivo de traerla acá es que usted pueda tener una preparación que se adecue a su persona.
Ella no lo escuchaba, no comprendía nada de lo que decía el Teniente, solo tenía en su mente las palabras que confinaban la muerte Vicente.
—El objetivo es que usted se mantenga en estos establecimientos durante un año para sacar el máximo provecho a sus dones.
El teniente Stone no era nada bueno con las relaciones interpersonales, por lo que se quedó en silencio mientras observaba que Emma lloraba desconsoladamente. No era capaz de comprender lo que sucedía con ella, ya que le parecía obvio que ella ya hubiese pasado por ese periodo de luto.
—La dejaré un momento a solas, hasta que se calme.
Emma levantó la mirada, sus ojos estaban rojos por el llanto desconsolador.
—No, yo no me quedaré en este lugar.
Se puso de pie, sintiendo como la ira recorría su cuerpo. Sin pensarlo levanto ambas manos para acabar con el teniente que estaba ante ella, mirándola como si solo fuera una niña.
—No es recomendable realizar ninguno tipo de descarga en este lugar, será inútil.
Ella no lo escucho, simplemente dejo que las descargas de electricidad salieran de sus manos, pero nada sucedió. Volvió a intentarlo, pero la situación era la misma.
— ¿Qué… sucede? —dijo mirando sus manos.
—Lo siento mucho, pero yo tengo la habilidad de inhabilitar los poderes de otras personas. Mientras yo crea que es adecuado, usted volverá a tener sus dones ¿sí?
Ella negó, sin creer que se había metido en tal problema.
—Si me acompaña, podré mostrarle su habitación.
Emma no entendía como aquel hombre era capaz de expresar alguna emoción. La miraba como si estuvieran conversando cualquier tema trivial.
— ¿Por qué no me dejan ir?
—Porque es importante para poder lograr un avance contra la Estación Lunar, además por lo que tengo entendido usted ni siquiera tiene conocimiento de cierta habilidad que está dentro de usted.
— ¿Qué le hace pensar que si espero el tiempo que usted dice, no los voy a traicionar?
—No sería la primera, pero estoy seguro que en el caso de usted, se dará cuenta de cómo la Estación Lunar ha jugado tanto con usted o el resto de su familia.
Emma miro a sus lados. No había forma de salir de aquella sala, así que el primer paso que considero correcto, fue conocer donde se encontraba, para buscar alguna debilidad y escapar.
—Bien.
Para sorpresa de Emma, el teniente Jasper sonrió, mostrando una blanca dentadura.
— ¡Excelente! Ahora por favor, sígame.
Se giró y comenzó a caminar, sin esperar respuesta de Emma. Rápidamente ella lo siguió, tratando de secar las lágrimas que caían por sus mejillas.
—Debes comprender que este lugar es inquebrantable, así que no podrá crear ningún plan de escape, tenemos personas dedicadas todo el día y noche para que ello no ocurra.
Salieron por la puerta para recorrer un pasillo, Emma pudo notar un par de cámaras.
—Las instalaciones de la EBE en este sector, está a varios metros bajo tierra, es por ello que no somos fáciles de encontrar. Es un lugar gigantesco, donde se construyeron las salas de enseñanza y los salones de entrenamiento, también están las habitaciones. Tenemos alrededor de cincuenta estudiantes, divididos según sus habilidades por diferentes instalaciones de la EBE.
Emma miró sorprendida al llegar al centro del establecimiento. Todo era muy blanco y espacioso. Se dirigieron a un ascensor, donde el teniente marcó el número treinta y dos.
—El resto de la instalación está dirigida para logística y estrategia, además de almacenamiento y hogar para el resto de los miembros oficiales de la EBE.
Comenzaron a bajar. Para Emma era el lugar más amplio y limpio que había visto en toda su vida. Era una infraestructura circular, donde había diferentes pasillos que según el teniente dirigían a otras secciones y a las salas que había nombrado anteriormente.
Salieron del ascensor y se dirigieron hasta uno de los pasillos que llevaba a diferentes habitaciones.
—Por el día de hoy tendrá tiempo de conocer las instalaciones —dijo pasando una tarjeta por el dispositivo que estaba al lado de la puerta —y esta es su habitación, su cena está en su mesa de noche, ya que la hora oficial pasó.
Emma no pudo evitar sorprenderse al ver cuál sería su habitación. Era tan blanca como el resto del lugar, pero había una cómoda cama de plaza y media, una mesa de noche, un escritorio blanco y una estantería con diferentes libros, además de otros dispositivos electrónicos sobre el mueble que contenía ropa.
—Desde ahora deberá usar un uniforme como el mío, pero de color blanco. Todos llevan ese estilo de ropa, así que hay varias prendas.
Emma entró a la que sería su habitación, sin dejar de sentirse en un sueño. Su estómago rugió cuando vio la cantidad de comida que había en la mesa de noche.
—Esta es su tarjeta de identificación y con la que tiene puede pasar a los salones y lugares que tiene permitido según su rango, por ahora solo es una estudiante.
El teniente dejo la tarjeta en la cama y luego se giró hacia la puerta para irse.
—Descanse, señorita Miller, mañana comienzan sus clases. Los horarios están en el dispositivo que está en el mueble.
Emma se quedó sola en la que sería su habitación. Jamás en su vida había siquiera visto esa cantidad de comodidades, pero por el momento solo se limitó a sentarse en la cama y mirar la bandeja de comida como si jamás hubiese visto tal regalo… lo que era cierto.
No dudo en llevarse algo de comida a su boca, un poco de papas, otro poco de carne y verduras. Había una explosión de sabores en ella y más aún cuando probó el jugo que tenía color ámbar.
Sin embargo, mientras comida, las lágrimas no dejaban de escapar por sus ojos. Luego de terminar se recostó en la cama y abrazó la suave almohada que estaba cerca de ella.
Emma no sabía que pensar en aquel momento, estaba en un lugar que solo había soñado, tenía comida, refugio y al parecer ellos sabían todo sobre las habilidades que ella tenía, pero todo dejaba de importar al recordar las palabras del teniente Jasper sobre el fatal final que había padecido su hermano.
—Vicente —sollozó mientras mojaba la almohada con lágrimas —Mamá…
Estos últimos tres años, Emma se había concentrado para no comportarse de esa forma, tuvo una época oscura donde pensó seriamente en rendirse por la vida que estaba llevando, exactamente como lo hacían miles de personas diariamente en el planeta. Cuando estuvo a un centímetro de cortar sus muñecas, vinieron recuerdos de alguien que había vivido peores cosas que ella, pero que había sobrevivido de todas formas.
Los ojos de Emma se cerraron y no se dio cuenta de la cantidad de pequeñas luces que adornaban su habitación cuando la luz principal se apagó; su mente se entretuvo pensando en David.
Esta vez Emma se encontraba sola, caminando por los pastizales. Era su cumpleaños, no era un acontecimiento que se celebrara porque les era imposible, así que ella no se sentía nada mal. Cumplía 10 años.
Habían pasado días desde que no los atacaba una tormenta de polvo, pero, el calor se estaba volviendo infernal, tanto que ya eran las diez de la noche y ella sin poder dormir se había escapado de la choza para caminar bajo el oscuro cielo.
Desde que ella era pequeña siempre había querido descubrir como lucían las estrellas, su madre le relataba como eran, pero esas palabras no tenían sentido para ella. Simplemente no podía imaginárselas.
—No es seguro estar en este lugar y a estas horas, Emma —dijo una voz detrás de ella.
David estaba mucho más alto que ella, su voz había cambiado. Llevaba su cabello rubio un poco más largo de lo común. Tenía solo trece años, pero había crecido mucho el último tiempo.
—Estaba paseando, no ha habido tormentas, quizás ya se hayan acabado —respondió Emma, sin girarse a verlo.
— ¿Qué haces?
—Buscando las estrellas —dijo ella, mirando esperanzada el cielo.
—Eso no ocurrirá, sabes que esta toda esa capa de contaminación que no deja ver mucho a estas horas.
Emma miro hacia los pastizales, sintiéndose desesperanzada.
—Cada mañana esa capa desaparece, puede que ocurra en la noche.
—No, no será así, Emma.
Ella se giró hacia él para increparlo, jamás había discutido con David directamente, si bien no era de su agrado y la exasperaba desde que tenía memoria porque siempre andaba con su hermano, él jamás había sido tan desagradable como lo estaba siendo ahora.
— ¿Qué es eso? —preguntó ella, perdiendo el sentido de sus pensamientos.
David tenía un frasco de vidrio lleno con pequeñas luces revoloteando dentro. Eran luciérnagas.
—No puedo mostrarte las estrellas, pero tengo esto —respondió David, ofreciéndole el frasco.
— ¿Para mí? —dijo tomándolo, sorprendida.
—Feliz cumpleaños, Emma.
Ella lo miro, sin poder creer que David le tuviera un regalo, jamás había tenido uno.
—Ahora debes liberarlas —dijo mirando el frasco.
— ¿Qué? ¿Por qué? —Emma no tenía planeado liberarlas por nada en el mundo, quería tenerlas para verlas brillar todo el tiempo que ella quisiera.
— ¿Te gustaría que te mantuvieran encerrada en un lugar, con muchas otras personas? Lo dudo, libéralas para que puedas verlas.
Emma lo pensó un segundo y con un suspiro de resignación decidió hacerle caso. Después de todo, él tenía razón.
Abrió el frasco y las luciérnagas volaron, deseando escapar de la jaula donde se encontraban. Sin embargo, David, sin que Emma lo viera, movió los dedos de su mano derecha y las luciérnagas formaron una estrella.
— ¡Mira, David! —dijo Emma, apuntando la figura que tenía a un par de metros.
—Eso veo —respondió, sonriendo —algún día veremos las estrellas, Emma.
— ¿Tú crees?
David no le respondió, porque justo en ese momento Vicente corría entre los pastizales llamando desesperadamente a Emma.
— ¡Emma! ¡Emma! —gritó asustado, en busca de su hermana.
— ¡Por acá, Tente! —dijo David, levantando las manos para que Vicente lo viera.
—No le digas Tente, odia que lo llamen así.
—A mí no me dice nada —respondió él, sacándole la lengua a Emma, que lo miró con odio.
— ¡Emma, por Dios! —Su hermano llegó a su lado y la miró con desaprobación —mamá esta histérica, pensando que te pudo suceder algo.
—Solo quería caminar.
Vicente tomó su mano y suspiró, negando por mi comportamiento, pero finalmente sonrió.
—Es mejor que volvamos.
—Feliz cumpleaños, Emma —volvió a repetir David, desordenando mi cabello.
—Deja de hacer eso —respondió ella, malhumorada.
Vicente se despidió de David y los hermanos se fueron caminando apresuradamente hacia su choza.
— ¿Por qué no te enojas cuando él te llama Tente?
Él la miró curioso.
— ¿Quién en la historia de la humanidad podría enojarse con David?
Ella abrió la boca para contestar, pero luego se arrepintió al notar que las palabras de su hermano eran ciertas.
—Como tú digas, Tente…
—Ni se te ocurra —respondió su hermano.

Emma volvió a despertar, pero esta vez aún era de madrugada por lo que la habitación aún estaba a oscuras. Pudo ver claramente las cientos de luces.
Se sentó en un segundo sobre la cama y llegaron a su mente nuevas ideas. ¿Qué había pasado con David durante este último tiempo? ¿Él había sido capturado? Quizás sabía algo sobre el paradero de Vicente.
Rápidamente tomó uno de los dispositivos que el teniente le había entregado y comenzó a investigar de que trataba el lugar. Tenía toda la información que necesitaba para saber del lugar y que cuales eran sus integrantes, aunque solo se limitaba a los estudiantes y docentes.
—David Niemann —susurró, tratando de encontrar algún resultado.
Nada, no tenía nada de información. Sin saber qué hacer, se recostó en la cama de nuevo y miró hacia las luces que había en el techo. Su mente se fue entregando a las luces hasta que pudo relajarse y entregarse a los años de cansancio que tenía en su cuerpo.
Volvió a dormirse.


Emma despertó gracias a un horrible sonido que llegaba a cada rincón de la EBE, era la alarma para despertar y el reloj que había en su puerta en forma de holograma, marcaba las seis de la mañana. Tímidamente tomó sus cosas y se dirigió hacia los baños comunes que había en el sector donde ella se encontraba, estaba separado por hombres y mujeres. Para su sorpresa, encontró varios estudiantes que la miraron con cierta curiosidad, pero ella no se animó a hablar con nadie y agradeció a Dios que nadie le dirigiera la palabra, ya que no sabía que hablar con aquellos extraños, hacía mucho tiempo que no tenía una conversación trivial con otro ser humano.
Era la primera vez que Emma tenía un baño donde ducharse, por lo que se quedó más tiempo de lo permitido bajo la tibia agua que salía de los techos, no se sorprendió por la cantidad de suciedad que salía de su cuerpo, aunque si se quedó mirando por unos largos minutos ante los grandes espejos que habían. No había visto su reflejo tan claramente desde que era una niña, por lo que ver las curvas que había adquirido, el cambio en su rostro y la mirada tan vacía que tenía, la dejaron pensando por un tiempo.
Una segunda alarma comenzó a sonar y ella se apresuró para ir a su habitación y ponerse uno de aquellos overoles blancos que tenía a su disposición. Se dio cuenta que en su mueble también tenía ropa interior y productos de higiene femenina. Le pareció que estaba ante un tesoro.
Dejó su cabello negro suelto y mojado, no tenía mucho ya que la mala alimentación y las precarias situaciones en la que vivía habían logrado que cayera bastante del volumen que tuvo cuando era niña. Hace más de un año había decidido cortarlo, pero creció rápidamente.
Con los dispositivos que le entregaron la noche anterior decidió salir de la habitación. Lo primero que se encontró fue al teniente Stone ante su puerta.
—Buenos días, señorita Miller. Como una excepción por el día de hoy la acompañaré hasta donde se encuentra su docente, luego tendrá que recorrer los establecimientos para reconocer el lugar y poder dirigirse a diferente parte por si sola.
Emma seguía pensando que el teniente parecía un robot.
—Podrá notar que en el establecimiento hay estudiantes de diferentes razas —dijo mientras caminaba.
Nuevamente Emma tuvo que correr para alcanzarlo.
—Puede que se le haga difícil comunicarse con ellos en un inicio, ya que no todos hablan nuestro idioma, pero estoy seguro que le ira perfectamente al momento de aprender otras lenguas, además ellos también aprenden la nuestra.
Ella caminaba en silencio a su lado, mirando cada detalle de los nuevos sectores que estaba conociendo.
—Para llegar a su primera clase, debe tomar el ascensor e ir al piso cinco —dijo mientras presionaba el botón que los llevaría a dicho lugar —de todos nuestros estudiantes, usted es la única que ha tenido una situación bastante precaria en su desarrollo, por lo que sus habilidades físicas, serán un objetivo a largo plazo, primero debe estar en excelente forma física.
Esta vez Emma podía ver que había personas en los diferentes pisos.
—Por ahora recibirá una orientación del lugar. Como hemos notado que tiene dificultad para relacionarse con las personas, hemos elegido a alguien con quien usted se sienta cómoda.
Ella no pudo evitar sonreír, lo que hacía mucho tiempo que no hacía. Le pareció gracioso que el teniente hablara de relaciones personales.
—Que considerados —respondió de forma irónica.
Cuando llegaron al piso que habían marcado y salieron del ascensor, Emma notó que varias personas la miraban. Decidió que mejor era concentrarse en el piso o en las paredes para evitar las miradas que imprudentemente le dirigían.
— ¿De quién se trata? —preguntó ella, para averiguar qué tipo de profesional se haría cargo suyo.
—Ya lo vera.
Caminaron por varios pasillos hasta que llegaron a una puerta. Emma le llamó la atención que estuviera manchada con diferentes colores, como si alguien hubiese simplemente arrojado bombas de pintura a ella. Era el único lugar con tanto color en el establecimiento.
El teniente tocó a la puerta y ambos pudieron escuchar que los hacían pasar. Curiosamente el hombre abrió la puerta con cuidado.
—Le recomiendo que siempre entre con precaución a esta sala, el Sargento practica de forma constante con diferentes pinturas para dominar su habilidad.
Cuando por fin entraron a la sala sin ser manchados con algún tipo de color, Emma notó a un hombre que le daba la espalda y que miraba atentamente un caballete que estaba en blanco.
—Buenos días, Sargento Niemann.
Emma no dio un paso más al escuchar cómo se dirigía al hombre que estaba ante ella y que al escuchar el saludo, se giró hacia ellos.
—Teniente —dijo con una voz fría que Emma no recordaba.
—Señorita Miller, le presento al Sargento David Niemann.

Espero que les este gustando la historia, gracias por leer ;)

8 Lectores:

  1. OoO me ah encantado de verdad estoy ansiosa de leer el siguiente capitulo

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  2. Sip confirmado eres una excelente escritora me esta gustando mucho esta historia

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  3. Pobre Emma pero lo bueno es que ya vio a David.
    A yo quiero a un David tambien

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  4. Me encanto
    Todavía no veo la trama
    Ebe son buenos o malos
    Dsvid que hace con ellos
    Por fin lo encontró
    Sigue sigue

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  5. Quiero seguir leyendo
    A quienes seran los buenos
    Estoy con una gran interrogante
    De que pasara

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  6. A quee Vicente esta muerto no lo creo podre de Emma ella seguia con lo teoria de q podria estar en EBE aa David que haces con ellos gracias por el capitulo como siempre excelente

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  7. Jesucristo! O.o demonios! David es teniente?! O.o jo-der... Me está encantando la trama, anda sigue Tocaya, siguenos sorprendiendo a todas con tu genial mente.
    Gracias y nos leemos en el próximo /-\

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  8. Jesucristo! O.o demonios! David es teniente?! O.o jo-der... Me está encantando la trama, anda sigue Tocaya, siguenos sorprendiendo a todas con tu genial mente.
    Gracias y nos leemos en el próximo /-\

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