Capitulo 8
Mis ojos se fueron abriendo poco a poco
mientras bostezaba. Pude notar que ya estaba de día, un hermoso día para ser
específicos. Me volteé para ver si estaba acompañada, pero no, la cama estaba
vacía. Creo que esto de que “Alex sacara su otro yo de noche” no estaba
funcionando si no tenía idea como era porque estaba dormida, era bastante
injusto, aunque anoche…lo pase bastante bien, tenía que ser honesta. Como estúpida
marqué una sonrisa al recordarlo.
Me levante y mire la hora en el teléfono que
me había regalado Alex, era más de medio día, cosa que me sorprendió, sabiendo
que no me había dormido tarde anoche y también porque aun mi cabeza me hacia
estar concentrada respecto a cómo me estaba tomando todo y eso se estaba
haciendo demasiado…fácil.
Fui al baño
tratando de no pensar en lo que pasaba, porque no podía hacer nada para
cambiarlo, Alex tenía razón en eso, no había forma de obtener mi libertad de
nuevo y analizando a como estaban yendo las cosas…no era tan malo como
realmente debería ser, sacando la parte de que un vampiro me quería convertir y
no me daba una buena explicación del porque quería hacerlo.
— ¿Victoria?
–me quede quieta bajo la ducha al escuchar la voz de Ezequiel.
— ¡¿Qué
haces aquí?! –me empine un poco para verle la cara, la ducha tenía ese vidrio
que evitaba que se notara más de lo debido, pero era solo una parte, si me
empinaba un poco podía ver claramente el baño y ahí estaba Ezequiel con su
traje de siempre, mirando impaciente —¡¿no ves que me estoy duchando?! –sí,
quizás para los ojos de un humano el vidrio cumplía su función de cubrir todo,
pero no tenía la menor idea si un vampiro podía traspasar esa protección.
—Tranquila… —ahora
se veía sonriente, como si todo esto le causara gracia –no es como si me fuera
a convertir a heterosexual solo por verte –entrecerré los ojos, pero tenía
razón. Gracias al cielo que Ezequiel y Javier eran gay, me daba cierta
confianza que no podría tener si hubieran otros guardias –Solo vine a ver si
estabas bien, porque es tarde…raro en ti levantarte a esta hora y además porque
el Sr. Lenardis preguntó por tu estado y se sorprendió que durmieras aun y
quiso que verificaba que estuvieras aquí.
— ¿Y que no
escape de su mansión/cárcel traspasando a todos sus guardias y luego haber
llegado mágicamente a mi casa? –ladeé un poco la cabeza, esperando su
respuesta. Era imposible escaparse de aquí, no a menos que fuera fuerte y
rápida…muy rápida.
—No me
trates como estúpido, solo cumplo órdenes, así que aquí estoy… —no le respondí
nada, no había nada más que hablar, pero él se quedo ahí, mirando, esperando.
— ¿Qué
sucede? –mi expresión se volvió a confusión y más cuando paso la idea de que el
vidrio no me estaba cubriendo como quería. Mis mejillas me delataban.
—Solo que… ¿ya
sabes lo que vas a vestir hoy? –sus ojos tenían cierto brillo. Ezequiel al
haber arreglado mi guardarropa presentía que quizás, podía jugar a las muñecas
conmigo. Quede unos segundos en silencio, barajando la idea de darle en el
gusto.
—No ¿podrías
buscar algo para mí? ¿Por favor?...además no sé cuando lleguen, bueno Alex dijo
algo relacionado con unas visitas –los ojos de Ezequiel, si es que era posible,
brillaron más –y no sé si debo ponerme lo mismo o algo más formal ¿estaré
presente? –ahora llegaba esa duda, ¿Alex dejaría que alguien supiera que me
tenia?...quizás estaba prohibido tener humanos secuestrados. Deseché esa idea
en un segundo, los vampiros se alimentaban de humanos, dudo que tengan reglas
que nos resguarden.
—Bueno…creo
que por ahora te puedo ayudar y luego con Javier podemos elegir algo para ti,
porque si, tú estarás presente –lucia un poco preocupado al decir lo último,
pero aun así sus ojos brillaban de la emoción.
—Bien…entonces
¿me puedes elegir algo de ropa?
—Excelente,
porque ayer estabas desastrosa –salió rápidamente del baño y me preocupe de
bañarme, no sé que me pasaba pero esta vez me quede más de media hora bajo el
agua. Salí con el cabello seco y cubriendo mi cuerpo con una toalla blanca al
ver que no estaba la ropa en el baño, quizás Ezequiel tenía algo más importante
que hacer, pero al llegar al guardarropa pude notar que no tenía nada que hacer
porque estaba todavía eligiendo mi atuendo.
— ¿Todavía
estas en esto? –lo mire sorprendida.
— ¿Ya
saliste? ¿Es que tú no te sabes bañar? –Me miro aparentemente enojado –bien,
solo que no encuentro una camiseta, era linda, con unos estampados de líneas
negras a un lado.
—Oh eso…bueno,
lo ocupé ayer ¡lo iré a buscar! –me voltee para salir.
— ¡No! –me
quede estática y volví a girar para verlo –jamás ocupas dos veces seguida un
atuendo, tú no te darás cuenta, pero tu ropa…cada vez se repone por nueva, no puedo
creer que hayas arruinado esa hermosa camiseta ayer, ese suéter sin dudas no
iba con aquello.
—Creo que te
estás tomando esto a pecho ¿Qué cada vez hay ropa nueva?...ese es un gasto
inútil, se lo diré a Alex –su boca se entreabrió a la sorpresa de lo que dije.
— ¡Claro que
no lo harás!....además de estar de guardia, yo me encargo de eso…y es mi única
entretención luego de estar en la casa.
—Pero…
— ¡No hay
pero! —se giró a un estante –ahora… —se empino y saco otra camiseta, pero esta
era más como una blusa, color azul con tiras, la caída era más suelta –bien, no
elegí nada raro, solo quería esa camiseta de ayer –paso una brisa de tristeza
por sus ojos pero luego miro la blusa y era muy linda –bien, toma –me sonrió y
quedo esperando.
— ¿Por qué
no sales? –enarqué una ceja al ver que no se movía dándome algo de privacidad.
Ezequiel solo rodó los ojos y salió en un segundo de ahí, fue verdaderamente un
segundo. Me quede nerviosa, no me acostumbraba a eso de que ellos fueran súper
rápidos y fuertes.
Me cambie con rapidez y me miré al espejo,
era normal y cómodo, me gustaba. Salí para que uno de mis guardias favoritos
vea su creación, pero como se estaba haciendo costumbre, no estaba, había otro
vampiro apoyando su espalda en una esquina de la cama.
—Buenas…tardes
–dije dudando por la hora que era.
—Hola…eso te
queda bien, me alegra que hayas despertado –Alex se veía increíble, nunca me
acostumbraría a verlo. Andaba bastante informal, con unas bermudas negras y una
camiseta muy apretada a su cuerpo del mismo color.
—De verdad
te gusta el negro, debí suponerlo –siempre llevaba algo negro, le quedaba sin
duda alguna, además de darle un toque misterioso. Alex rodó los ojos, de seguro
mi comentario era en contra de lo que los vampiros eran, como siempre él era el
experto.
—Hoy estaré
poco en casa –lo miré un poco desconfiada, quizás que iba a ser afuera –tengo
que hacer ciertos preparativos para nuestras peculiares visitas, así que solo
te informo para que no te metas donde no debes esta vez, no puedo estar siempre
a tu lado controlándote –levanté ambos hombros, quitándole importancia, pero
inevitablemente recordé cuando encontré esos diarios y me puse furiosa, probablemente
debí leer más, pero no me gustaba ver que Alex solo se comporta de esta manera
por elección propia.
Se dirigió a la puerta, sin siquiera decir un
adiós, pero mis esperanzas no se fueron cuando se volteo a verme.
—Estaré
yendo y viniendo…así que de todas maneras sabré que andas haciendo…no hagas
nada que me haga enojar –no le dije nada y salió. La relación de odio y “otra
cosa” con Alex era tan rara, porque de noche era como si me pudiera controlar a
su manera y yo aceptaba, pero en el día volvía ese resentimiento por quitarme
lo que era mío.
Arreglé la cama, para así no darle trabajo a
Francesca y luego bajé a donde ella, sin antes saludar a Javier. Ezequiel
estaba ahí y dijo que Alex lo había corrido de la habitación que por eso no
estaba cuando salí vestida, pero que luego en la tarde volveríamos a probar
otras cosas, para que me viera algo “decente”
para la noche.
No tenía la
menor idea de quien venía, pero se estaba haciendo bastante trabajo para que
Alex tuviera que estar preparando todo para sus invitados. Realmente no tenía
ni un poco de curiosidad por estar entre vampiros y creo que en estos días
llegaban más y más a mi vida, eso será como estar caminando descalzas en una
habitación llena de trampas para ratones.
Llegué a la cocina y pude notar que estaba
vacía, espere unos minutos, pero Francesca no apareció, quizás era su día libre
o estaba ocupada con todos los arreglos para los famosos invitados. Fui a la
nevera y me encargué de comer lo que yo quería, ningún plato raro de Italia que
me hacia querer comer más, pero si un rico plato de frutas, el cuales devoré,
las extrañabas.
Me tomé mi
tiempo en comer para ver si llegaba Francesca, pero eso no ocurrió y me comencé
a preocupar por ella, quizás John, el vil guardia que no conocía pero odiaba
por estar usándola para beber su sangre no había tenido cuidado con ella o
quizás Alex la corrió de la casa, no tenía idea que podía ser, pero me
preocupé. Me apresuré en llegar a la puerta principal donde estaba Javier y
Ezequiel.
—Tengo una
duda –dije al abrir la puerta de sorpresa, de seguro ya me sentían venir — ¿Dónde
está Francesca?
— ¿La humana
de la cocina? –Javier habló con cierto tono extraño. Asentí –De seguro salió
con el Sr. Lenardis ha hacer las compras…para tu alimentación –tuve un momento
de sorpresa ¿Alex iba por mi comida igual?
—No —intervino
Ezequiel rodando los ojos –estamos a jueves, eso indica que fue sola, además el
Sr. Lenardis está ocupado con cosas más importantes ¿Por qué preguntas,
Victoria? ¿Quieres algo en especial? –una sonrisa se marcó en mis labios y
asentí.
—Ella tiene
celular –afirme, sin titubear.
—Sí, pero no
debemos dártelo –miré a Javier frunciendo el ceño.
—Es
completamente valido que me lo den, ella no hará nada para ayudarme a escapar,
pero si me ayudara para relajarme aquí, necesito chocolate…de cierta marca.
—Oh…bueno, no
creo que haya problema en eso —Ezequiel
rodó los ojos al escuchar a Javier, pero no dijo nada. Javier saco un celular
que se veía incluso más complicado que el mío y luego me dio calmadamente el
número. Si mi cabeza funcionaba bien, estaba segura que Alex no había bloqueado
el numero de Francesca, era ridículo hacerlo, ella solo me ayudaría a sentirme más
cómoda en casa, no ha escapar.
Me fui al tercer piso, así no me arriesgaba a
que nadie me escuchara y marqué el numero, solo pasaron dos tonos para que ella
contestara.
— ¿Ciao? –sonreí
a su tono, me encantaba.
—Francesca…soy
Victoria.
— ¡Srta.
Victoria! –su tono era alegre, eso me agrado, ella me hablaba como si se
preocupara de mí.
—Necesito un
favor Francesca –al decir eso hubo un silencio, no sé si era porque no me había
entendido o pensaba que el favor era algo que le costaría su trabajo…o su vida
–cigarrillos ¿puedes traerme?
— ¡Cigarrillos!...
¡sí! –casi comencé a saltar ahí mismo, esto se había dado más fácil de lo que
había pensado.
—Por favor
¿podrías comprarme?
— ¡Claro
Srta. Victoria! –suspiré aliviada.
—Bien, nos
vemos, adiós Francesca.
— ¡Ciao!
La llamada se cortó y por fin mi maldito
nombre me traía algo de suerte, esta batalla la estaba ganando y me iba a
relajar solo en unos momentos más cuando Francesca llegara, pero por mientras,
no tenía nada que hacer.
Baje las escaleras yendo a no sé donde, Alex
me pudo haber llevado a donde fuera, me aburría tanto aquí, no tenía nada que
hacer, además ni siquiera tenía una laptop para poder comunicarme con el mundo
exterior o solo para ver algo entretenido, aunque no tenia porque necesitarlo,
aquí estaba todo, libros, música, películas, televisión, todo lo que Internet
me daba, pero yo quería conversar con alguien, no tenía problemas en hacerlo
con Javier, Ezequiel y un poco con Francesca, pero aun así, extrañaba a Ana,
mis padres, incluso a Laura y Mariana, pero no podía hacer nada para verlos o
escucharlos.
Con un
suspiro decidí que mejor sacaba esos pensamientos de mi cabeza y mejor me iba a
la biblioteca, quizás había algo entretenido que leer ahí, ni siquiera notaria
los cuadernos de Alex, eso me haría pasar un mal rato.
Entré sin problemas, tuve la idea que quizás
Alex podía tener esa parte con llave, pero no, lo que si me sorprendió fue que
toda la sección de “Yo” había
desaparecido por completo, estaba el estante de madera vació. Saqué un libro
cualquiera de “Estupideces” y me
senté en un sofá. Comencé a leer, pero mi cabeza inició a traer ideas que no
quería. ¿Por qué Alex no deseaba que supiera nada? Y ahora los cuadernos habían
sido escondidos en Dios sabe dónde, aunque no me interesaba leerlos.
Estuve horas leyendo, eso me entretuvo
bastante, pero realmente estos libros se estaba convirtiendo en estupideces,
ahora que sabía que los vampiros hacia esto y no lo otro, me quitaban toda
ilusión que había tenido, además siempre los estúpidos personajes se enamoraban
de la humana, eso tampoco era posible, Alex sería incapaz de amar a quien
fuera, incluso a esas mujeres de los cuadernos, estoy segura que las tenia de
muñecas, como me estaba tocando vivir a mí. Rodeé los ojos porque no podía
dejar en paz esas historias y guardé el libro cuando ya iba a más de la mitad.
Iba en dirección a la puerta cuando esta se abrió antes y apareció un completo
desconocido, que claramente no era humano.
Era alto,
con el cabello hasta un poco más debajo de los hombros, color castaño, su piel
era muy blanca al igual que Alex, era alto y se veía de una contextura
musculosa.
— ¿Quién
eres? –mi corazón sin poder controlarlo se asustó y comenzó a latir más fuerte.
—Estaba
verificando donde se encontraba Srta. Victoria –su tono era extranjero, pero no
como Ezequiel o como Alex, pero era más conocido que los de ellos. Luego de un
segundo noté que el tenia la misma vestimenta de mis dos vampiros favoritos
—Eres parte
de los guardias de Alex.
—Del Sr.
Lenardis, si –me miro feo, eso no me agrado, lo hizo cuando nombre a Alex por
su nombre.
— ¿Y puedo
saber cómo te llamas? –no me gustaba ni un poquito, pero por lo menos quería
identificarlo. En estos dos últimos días, había pensado que Alex mentía con que
tenia a vampiros que “cuidaban” de mí,
pero por lo visto, era verdad. Aunque no serbia de nada que fuera mentira, no me ayudaba en nada, sabía
que Javier o Ezequiel no permitirían que me escapara, eran demasiado fieles a
Alex.
—Mi nombre
es John, con eso basta –bien, al escucharlo mi corazón comenzó a latir más
fuerte, pero no de miedo, sino de rabia.
— ¡Tu! –lo
apunté, sin siquiera importarme que era un vampiro que podía matarme en un
pestañear de ojos — ¡tú eres el que juega con Francesca! –se vio que lo tome
por sorpresa, pero su rostro fue solo inexpresivo luego de otro segundo.
—Ese no es
su problema Srta. –sentí la rabia en sus palabras.
— ¡Claro que
lo es!...ella no es tu juguete ¡y dejaras de sacarle sangre e ilusionarla sobre
convertirla! –me fije a como tensaba su nariz y su mandíbula, me miraba con
ganas de matarme ahí mismo.
—Es solo una
humana, además usted no tiene ningún mando sobre mí, yo trabajo para el Sr.
Lenardis y si a él se le ocurre traer a una humana de mascota como a usted, no
me entrometo como él tampoco lo hace sobre mi vida privada ¿escuchó bien? –esto
último lo dijo acercándose más a mí, haciendo que ahora el pánico reinara mi
cuerpo.
— ¡Aun así!...
¡es malo lo que haces! — ¿Cómo se me ocurrió decir eso?...no tengo la menor
idea.
—Le pregunte
si ¿escuchó bien? –se estaba acercando peligrosamente a mí, ahí no pude
pronunciar palabra.
— ¡John!
–escuché la voz firme de Ezequiel. Estuvo a mi lado en un segundo — ¿Qué haces
dentro de la casa? –John se tranquilizó y miró a Ezequiel con desprecio.
—Esto
verificando donde estaba la humana –su tono era como su rostro, hablaba con
asco de los humanos.
—Bueno,
sabes que esa no es tu función y no harás más que hacer enojar al Sr. Lenardis,
uno, por entrar a la casa, sabes que no le agrada eso y segundo, por hablarle
así a la Srta. Victoria, pero si te vas ahora, no le diré nada al Sr. Lenardis
–vi a Ezequiel y él tenía una expresión amable.
—No me
hables en ese tono, si no fuera porque ustedes hacen mal su trabajo el Sr.
Lenardis no habría tenido problema con las demás –me quede sorprendida con lo
que dijo, de nuevo había información sobre las otras chicas. Ezequiel se
posiciono ahora adelante mío, tapándome la vista.
—Estas solo
hablando demás John –la voz de Ezequiel era muy tranquila, pero algo me decía
que estaba fingiendo –Tu solo llegaste hace dos años aquí, no tienes idea de
nada.
—Tengo lo
necesario para ver quien hace mal su trabajo, y ese eres tú y tu marica de
compañero ¿crees que no me he dado cuenta?...los otros serán idiotas, pero yo
no –no podía creer como era de desagradable este John, hablar esas cosas al
frente de cualquiera. No era como si la relación de mis vampiros favoritos
tuviera que ser un secreto, pero Ezequiel y Javier así lo querían. Mi pobre Ezequiel
se quedó sin palabras, lo había agarrado con la guardia baja.
— ¿De dónde
sacas eso? –salí de atrás de Ezequiel. John algo iba a decir, pero me adelante —
¡No te atrevas a hablarle así como si lo conocieras! ¡No eres más que un simple
guardia escondido entre los jardines del patio trasero!... ¡por algo tienen a
Ezequiel y Javier en la puerta principal! ¡Es porque son mejores que tú!... ¡así
que mejor lárgate de aquí, no eres nada más que un simple vampiro con una mala
actitud! –sentí la mano de Ezequiel en mi hombro.
Sabía que su
silencio había otorgado a la acusación de John, pero aun así, me dio mucha
rabia que lo tratara de humillar. John nos quedo mirando sin decir nada y
cuando pensé que estaba siendo mi día de suerte por ganar batallas, John me
mostró sus dientes, específicamente sus colmillos.
—Escóndete
de estos humana –dijo refiriéndose a sus feroces colmillos –mira que no creo
que al Sr. Lenardis le importe perder a una simple y vulgar chica –di un paso
para decirle algo, pero note que ahora no estábamos solo los tres y pude ver la
cara de pánico de John al ver a…..Alex.
— ¿Qué haces
aquí arriba John? –estaba afirmado en el marco de la puerta, con sus brazos
cruzados en su pecho y sus piernas también estaban cruzadas, se veía bastante
relajado, pero eso mismo lo hacía ver demasiado poderoso.
—Estaba
verificando donde estaba su humana Sr. Lenardis, para que no tuviera que pasar
algún mal rato –una leve sonrisa se marco en los labios de Alex, pero supe de
inmediato que no era de agradecimiento, sino que estaba soportando no perder la
paciencia.
— ¿Cómo te
has referido a ella John? –seguía en la misma posición, todos en realidad. No
corría ni una brisa, ni siquiera me había dado cuenta que yo misma había dejado
de respirar.
—Lo siento,
es la Srta. Victoria –mi mirada iba como en los juegos de tenis, de Alex a John
y de John a Alex. Sentí los ánimos de decirle a Alex todo lo que dijo John ahí
mismo, pero sentí el apretón de Ezequiel que me indico que me quedara
tranquila.
— ¿Y que ha
sido lo último que has dicho? ¿Algo relacionado con que se cuide?... creo que
los años me están empezando a dejar sordo ¿no crees, Ezequiel? –Alex solo miraba a John, era increíble verlo
en su faceta de jefe, no me gustaría trabajar para él, ahora veía porque todos
lo trataban con tanto respeto.
—Fue mi
error Sr. Lenardis, no volverá a pasar, solo que…ella me perturbo –me dio una
leve mirada y luego miro hacia abajo. ¡John maldito cobarde!
— ¿Qué te ha
dicho? –Alex no me miro, lo que me relajo un poco, recién ahí comencé a
respirar de nuevo.
—Se
entrometió en mi relación con Francesca –Oh Oh…aquí iba a estar en problemas,
Alex me había dicho que dejara ese tema en el pasado.
— ¿Es eso
cierto Victoria? –me sorprendió que haya ocupado mi nombre con ese tono, no me
agrado, era como si le estuviera hablando a una más de sus empleados.
—Así es…solo
velo por la vida de una persona –está bien. Mi actitud de heroína aun no se
iba.
— ¿Por qué
dices eso? –Alex tenía su mirada concentrada en mí, pero la esquive, para así
concentrarme.
—Porque
Francesca es una humana y John –casi vomite su nombre de mis labios –la esta
drenando de a poco…eso va en contra de todo lo que se conoce –mire a John
enojada, aunque estaba segura que mi mirada no lo iba a matar.
—De cierta
forma tienes razón –mire a Alex sorprendida al escucharlo –no por esa estupidez
que acabas de decir, pero si con que no está bien el tema sobre Francesca, ella
es mi empleada y la he visto más desanimada, lo más probable que sea porque le
estas sacando sangre a tu gusto John –su mirada nuevamente se volvió a
concentrar en John –así que creo que bastara con decirte que no lo hagas… —mi
corazón latió de felicidad –por un tiempo –y volví a caer en lo mismo, Alex no
tenia arreglo, a él no le importaba ni un poco las personas –ahora, te
adelantare que no le vuelvas hablar así a Victoria y menos amenazarla porque
ella es mía, sabes que solo tengo que dar un llamado para obtener una
autorización –me giré un poco para ver a Ezequiel ¿De qué diablos estaban
hablando? ¡No entendía nada!
—Si Sr.
Lenardis, no volverá a ocurrir –di un paso para decir todo sobre como trato a
Ezequiel, pero dos cosas pasaron, Ezequiel me retuvo…otra vez y Alex se
adelanto.
—Y por
ultimo no vuelvas a entrar a la casa, sabes las reglas y recuerda que esta
humana, como la has nombrado tu –en menos de un segundo me sobresalte al ver a
Alex a mi lado –tiene razón, tú no eres más que un guardia del patio
trasero…recuerda eso –mire sonriendo a Ezequiel, que se mantuvo inexpresivo,
pero no importaba ¡Alex lo había defendido!...de una forma, muy, pero muy sutil
–ni una palabra de lo ocurrido aquí ¿esta entendido?
—Si Sr.
Lenardis –John miraba solo a Alex, pero estoy segura que él me hubiera matado
ahí mismo.
—Puedes
retirarte –en un segundo ya no estaba John –y tu igual Ezequiel –el apoyo que
tenia de mi nuevo amigo había desaparecido en menos de un segundo. Alex luego
dirigió su mirada a mi — ¿Qué pretendes? ¿Estar salvando el día con tu ayuda a
Francesca? –Estaba serio, creo que lo había molestado un poco –No es regular
para mi tener problemas con mis empleados y no lo haré ahora por tu culpa.
— ¡No fue mi
culpa!... ¡el tipo trato mal a Ezequiel y eso me hizo enojar!
—Aun así, tú
lo provocaste con ese temita de Francesca, te di la orden de que olvidaras de eso
y mira ahora… —esquive su mirada enojada.
—Como sea,
no permitiré jamás que le hagan daño a alguien y menos olvidarlo así como así.
— ¡Claro! ¡Lo
olvidaba, si estoy hablando con la que iba a ser una excelente doctora! ¡Ayudar
a los demás y toda esa estupidez! –esto no era posible, no podía creer lo que
dijo. Lo mire y sentí como mis mejillas se ponían rojas de rabia.
—Me habrás
quitado eso, pero no me harás cambiar como persona ¡no seguiré tus estúpidas órdenes
Alexander! –él sonrió curvando sus labios, esta vez no causo ningún efecto en
mi más que el querer borrársela con un golpe.
—Eso es por
poco, luego serás bastante sumisa, ya verás… —rodé los ojos enojada y le di la
espalda. Él no me iba a dominar y no me iba a cambiar en ningún sentido.
—Vete al
infierno, espero que choque tu estúpido avión o lo que sea cuando salgas de
nuevo –me cruce de brazos, digna y segura a no ser rebajada por Alex, él no tenía
ningún derecho.
—Bien, que
mal que elegiste eso, porque indica que quieres tu muerte –analicé un segundo
sus palabras y luego me voltee a verlo.
— ¿Qué
quieres decir? –una sonrisa se marco en mis labios por arte de magia.
—Que no
quiero seguir teniendo problemas con el resto de mis empleados, así que vendrás
conmigo, solo tengo que hace un viaje más y estará todo listo…vamos –como si
fuera posible, amplié aun mas mi sonrisa y mi corazón latió con más fuerza y
rapidez al escucharlo, no pude evitar saltar de alegría.
— ¡¿Dónde
vamos?!
wuau... ese John es un desagradable de primera y no me extrañaria ke un traidor a la primera oportunidad ke se le presente...
ResponderEliminardios ese tal Alex (ai ya m volvi lok cn el) puede ser muy conciente, aunque sea de una manera sutil.. y me encanto ke defendiera a Exequiel, se lo merecia xq el es muy fiel a el.. :)
y lo mejor de todo ke ese John se fue cn el rabo entre las piernas, porque antes de ke Vicky sacara el tema de Francesca el ya la abia tratado de una manera denigrante asi ke no se haga el santo y ke ni se excuse cn lo ke dijo xq de ke tiene una mala actitud la tiene.
Ése John me cayó super mal con sus aires de superioridad, y espero pronto Alex lo ubique en otro lado...
ResponderEliminar