Capitulo 21
Usé toda la
capacidad que mi cerebro me daba para poder controlarme luego de ese beso y de
las palabras que dije.
— ¿Qué
sucede? –Mi respiración estaba acelerada — ¿Por qué te alejas? ¿Es qué tú no…?
—No, estas
entendiendo mal —di un paso hacia atrás sin poder creer que él me estuviera haciendo
esto –Victoria no –tomó mi mano y me acercó a él –Es algo relacionado con
Francesca —fruncí el ceño.
— ¿Qué?
–sacó su celular de su bolsillo trasero.
—Estaba
esperando una llamada sobre el paradero de Francesca porque estamos
desconfiando de ella… — ¿en serio estaba haciendo esto? ¿Ahora? No podía articular
palabra alguna al darme cuenta que Alex me estaba alejando por esto –Solo una
hora Victoria…una hora –bufé sin poder creerlo.
— ¿Una hora?
–él asintió mirándome preocupado, creo que tampoco le agradaba la idea de irse,
pero la llamada era sobre un tema importante. No podía creer que estuviera
aceptando esto.
—Solo una
hora Alex, si te demoras un minuto más, olvídalo –me crucé de brazos y miré
hacia otro lado, esta situación era estúpida.
—Lo prometo —me
quedó mirando sin decir nada hasta que dejo sus manos en mi cadera y me acercó
a él para unir nuevamente sus labios contra los míos. Sin poder evitarlo rodeé
su cuello con mis brazos; mi corazón comenzó a latir con fuerza nuevamente al
sentir como me acercaba a su cuerpo al mismo tiempo que avanzaba hasta apoyarme
en la pared y quedar atrapada entre esta y su cuerpo, pero antes de poder
profundizas un poco más el beso él se separó dejándome completamente
descompensada.
—Eso…fue
cruel –él sonrió y me guiñó un ojo, provocando que me sintiera peor y deseando
que no fuera a ninguna parte.
—Eso es para
que esperes mi regreso –negué sin poder creerlo –no demorare nada y no te
asustes que quedan algunos guardias, no te pasara nada ¿sí? –asentí aun en las
nubes. Alex me volvió a dar otro beso, pero esta vez fue uno pequeño para
después desaparecer ante mi vista.
Miré a mis
lados, pensando en lo que iba a hacer ¿de verdad iba a tener mi primera vez con
Alex? bueno, sería lo “normal” él ha sido el único que me ha enseñado sobre
este tema, él único que me ha tocado de esa forma…y al único que podría responderle
de la misma manera, sí…él era con quien deseaba tener mi primera vez y no me
iba a sentir mal al respecto, aunque me haya secuestrado y separado de mi
familia. Aquel pensamiento me trajo un tanto a la realidad, pero me negué a
rendirme a la pena, hoy no.
Salí del
armario y comencé a recorrer la casa pensando en que podía hacer para matar el
tiempo, deseaba que Alex estuviera aquí mismo, deseaba poder sentir sus labios
de nuevo…volver a sentir su cuerpo. Bien, esos pensamientos no me ayudaban a
calmar mi cuerpo, extrañaba a Alex.
Renové mi
caminata sin sentido por la casa pensando en sí tendría que utilizar alguna
prenda en especial, no tenía la menor idea de lo que podía hacer, además mi
ropa ya no estaba en mi habitación, quede pensando unos segundos y quizás podía
estar en la habitación de Alex, sonreí ante esa idea.
Me dirigí hacia la habitación para poder ir en
busca de algo, pero en el camino me encontré con un nuevo pasillo de la casa,
miré en dirección a la habitación y luego a aquella escalera que no había
notado en mi tiempo aquí.
—No me hará
nada de mal seguir conociendo este lugar –si, sin duda no me haría mal si me
quedaría aquí por un tiempo. Fui tranquila hasta la escalera caracol, estaba
bastante escondida para ser sincera así que mi curiosidad aumento. Subí
lentamente para no asustarme con nada que hubiera ahí, pero sucedió todo lo
contrario.
Era un nuevo
piso, uno pequeño, donde había un nuevo escritorio, lucia como la oficina de Alex
pero más privada. Mi atención se fue hacia las ventanas al mismo tiempo que los
recuerdos de mis padres volvían a mi cabeza, no los había podido olvidar del
todo y era algo que me molestaba, sí, ya no era cómodo ver cómo era mi vida
antes porque me hacía sentir mal, pensar en el sufrimiento que ambos debían
estar pasando por mi desaparición. Suspiré mirando hacia el paisaje que me
brindaba la vista, este lugar estaba en la parte frontal de la casa, no sabía
que había una habitación por este lado.
— ¿Qué
demonios…? –dije notando que algo blanco pasaba rápidamente a unos kilómetros
de la casa, luego volvió a pasar algo más, pero de otro color. Me esforcé para
poder ver de qué se trataba. Mis ojos se abrieron sorprendidos al ver que eran
aquellas pequeñas cosas que se movían con rapidez –autos… —me quedé unos
segundos mirando un poco más y pude ver un bus de transporte pasar ¡Dios Santo!
Era una carretera.
Como reflejo
mis pies corrieron hacia la puerta y poder salir de este lugar. Bajé corriendo
las escaleras para poder llegar a la puerta principal, pero cuando las abrí me
quede helada. ¿Qué estaba haciendo? Fruncí el ceño al notar que mis deseos por
escapar del lado de Alex no se habían ido del todo, aquello me entristeció…no
me quería ir ¿Por qué estaba actuando de esta manera? Suspiré sin encontrar
respuesta, en realidad…me estaba mintiendo, sabía muy bien porque quería salir
de aquí y creo que por nuestro bien, de Alex y el mío, era mejor que saliera con
rapidez.
Antes de seguir con mi cometido, subí a mi
habitación y gracias al cielo las joyas no habían sido tomadas y cambiadas de
lugar, por lo que tomé muchas de ellas y las guardé en mis bolsillos, debería
salir a negociarlas para poder tener algo de dinero.
Comencé a
pensar en que podía hacer para poder escapar. Alex me había dicho que habían
guardias, pero estaban distanciados, eso significa que aquella mini villa de
casas donde los guardias se hospedaban estaba vacía, así que sin más temor
sobre qué hacer, me fui por uno de los autos que estaban en la parte de atrás
de la casa, ahí también se encontraban todas la llaves colgadas, Javier en su fascinación
por los autos de Alex me había llevado a ver cada uno de ellos.
Salí de la
casa y miré hacia todos lados, me era extraño pensar que no habían los guardias
necesarios para detenerme, me mantenían en constante alerta, aquí algo debía
salir mal ¿no? Entre en el gigantesco garaje y busque en una tabla que estaba
protegida por un vidrio, el cual tenía una llave para poder acceder a las demás
llaves que me permitirían escapar de aquí…por unos momentos, iba a volver, pero
para estar con Alex sin ningún problema tenía que arreglar mi situación con mis
padres y Alex no había sido capaz de darle una verdadera solución, bueno, era
mi turno de jugar mis cartas, esto sería por el bien de ambos.
Rompí el
vidrio con una palanca de metal que había al lado y las llaves quedaron a mi
disposición. Miré todos los autos que ahí se encontraban, ordenados en filas y
con un número en el cemento que me decía que llave tenía que elegir. Sonreí al
ver que auto seria el elegido. Tome las llaves del Jeep Wrangler Sport
2011 y corrí hasta este para entrar sin
dificultad y encender el motor, el carrito de golf que había utilizado antes me
había ayudado como guía, pero no tenía la menor idea de cómo manejarlo.
Presioné el acelerador y avancé de un solo golpe hasta chocar al jaguar negro
que estaba al frente.
—Lo siento
–susurré pensando en que iba a decir Alex cuando viera lo que había hecho con
su auto. Retrocedí para poder tomar la salida, pero choqué el Mercedes negro
que estaba detrás –lo siento –volví a repetir, pero luego de chocar otra vez al
Jaguar negro y al Mercedes negro, pude salir por el camino hacia la entrada del
garaje.
Sonreí al
ver que esto no era tan difícil como creía. Miré a mis lados y no había ningún
guardia, sonreí, esto quizás saldría bien… ¡por favor, Dios! Algo de honor a mi
nombre, esto tenía que ser una victoria definitiva, no lo estaba haciendo por mí.
Presioné el
acelerador hasta el fondo y avancé por el camino de entrada de la mansión
Lenardis, la gran sorpresa vino minutos después cuando llegué a la villa de los
guardias, sonreí al ver que esto estaba completamente vacío. Sin duda alguna Alex les había
dado vacaciones, aunque fueran tres días. Disminuí un poco la velocidad porque
luego siguieron curvas y más curvas, no me quería estampar contra un árbol y
arruinar todo, a este tiempo mis manos estaba sudando y mi frente también
estaba mojada. Me iba a meter en problemas, eso era seguro y ahora lo estaba
pensando seriamente, pero tenía la mejor excusa de todas, así que su perdón no sería
difícil de conseguir.
Pasó
alrededor de una hora cuando pude llegar a la carretera ¡estaba lejísimo de la
casa! Suspiré al notar que tenía una increíble carretera al frente de mis ojos y
para mi suerte, que no pudo ser mejor, vi como un gran transporte pasaba por al
frente del auto y tenía un gran letrero que decía “Concepción” sonreí feliz al
darme cuenta en qué dirección tenía que ir, de seguro hacia mi lado derecho
llegaban a Santiago…esa ciudad no era la indicaba mi objetivo. Gire hacia la
izquierda, lo que me costó, pero no vino ningún auto que me chocara. Adelante
con dificultad al bus de transporte y presioné el acelerador al máximo, me tomaría
alrededor de cinco o seis horas poder llegar a mi ciudad, donde estarían mis
padres, llegaría de noche al parecer o quizás al atardecer.
El viaje se
desarrollo de una forma que mi adrenalina estaba por las nubes, casi choché con
un camión al no frenar con prudencia, pero me salvé. Recé cada minuto, pensando por favor que
alguien me escuchara arriba y me diera más tiempo antes que Alex me encontrara,
entre los autos se le haría muy difícil y no quería encontrarme con un furioso
vampiro antes de cumplir mi objetivo. Si llegaba a oscurecerse le permitiría a
Alex viajar a su propia velocidad sin correr el riesgo de ser atrapado, por lo
que mi corazón latió con fuerza al ver que esto podría salir mal, sin embargo,
aquello no opacó mi alegría al ver el gran letrero que me indicaba que había
llegado a mi ciudad natal.
Volví a
acelerar para llegar pronto a las joyerías, tendría suerte si encontraba alguna
cerca. Sabía que mi suerte sobre chocar otro auto no eran las mismas en el centro
de la ciudad, así que dejé el auto en un estacionamiento, debería guardar
dinero para pagar.
Salí del
auto y luego de horas de haber escapado, me di cuenta que estaba libre. No pude
evitar darme un minuto para sentir como la libertad corría por mis venas, la
forma de sentir la brisa y saber que no habría nadie que me dijera que estaba
haciendo mal. Caminé por las calles sonriendo como una loca, saludaba a las
personas y ellos me respondían un tanto confundidos, sin embargo, este era mi
momento y lo estaba aprovechando al máximo. Muy poco me faltó para estar
saltando como Laura Ingalls por la pradera, ese pensamiento me hizo sonreí,
estaba loca.
Miré a mi
alrededor y sabía muy bien dónde ir, conocía esta ciudad como la palma de mi
mano y entendía a qué lugar tendría que ir, hacia la periferia.
Caminé unos
cuarenta minutos más y pude llegar a mi cometido, este lugar era un tanto
tenebroso, lo que no me agradaba, pero era necesario. Me quedé en una esquina
mirando alguien que luciera sospechoso, no pasó más de cinco minutos cuando un
hombre estaba haciendo lo mismo que yo, mirando a los demás. Se veía de unos
cuarenta y tantos, tenía su cabello largo oscuro y vestía roñosamente, sin
embargo cada vez que alguien pasaba por su lado él les decía algo a su oído, así
que me animé y me acerqué a él, no tenia porque temer, me había enfrentado a un
vampiro…esto no traería mayor problema. Respiré profundo antes de acercarme
más.
—Hola,
muñeca —me tensé ante su voz.
—Hola —él sonrió
al ver que le había contestado.
— ¿Deseas
algo? –abrió disimuladamente su chaqueta y me mostro unas cuantas joyas.
—No, necesito
que me digas quien me puede comprar joyas a un buen precio –necesitaba algo
rápido, por lo que este hombre me sería fácil de convencer –son reales y muy
antiguas –le mostré solo dos anillos.
— ¿Eres
detective? —fruncí el ceño.
—Claro que
no, solo necesito dinero rápido… —jugué con mi brazo nerviosamente, lo que no
pasó desapercibido para él.
—Ya veo —me
miró sonriendo –también sé quién te pueden vender algo de eso –dijo apuntando a
mi brazo con su boca. Recién ahí entendí que creía que era una drogadicta.
—Eso sería
estupendo —él sonrió de manera desagradable.
—Niñita
bonita en barrio bajo —lo miré incomoda, jamás había sido parte de esa clase
social.
—Hago lo que
se puede –él asintió.
—Bien
¿Cuánto por los dos?
—Son
originales —él asintió de nuevo.
—Quédate
aquí –se fue a un par de cuadra hacia abajo y se metió a un callejón, cinco
minutos después volvió a aparecer y esta vez no venia solo, un hombre más
peligroso venia con él.
— ¿Y tú? –me
preguntó levantando el mentón.
—Tengo dos anillos
de oro…antiguos, vienen en mi familia desde hace mucho.
—Cien
–negué.
—Es muy
poco.
—No te daré
más.
—Bueno,
entonces iré a una casa de empeño, no soy estúpida –me giré pero aquel hombre
me volvió a hablar.
—Quinientos
por los dos, no más –me quede quieta, con eso bastaría por ahora.
—Bien, es un
trato.
—Vamos –los
dos se giraron y comenzaron a caminar, los seguí sin decir nada. Esto se podía
poner peligroso y quería que Alex estuviera a mi lado.
Desaparecimos
en el mismo callejón que lo hizo el hombre minutos atrás y entramos a una
pequeña habitación, el olor era asqueroso. El segundo hombre se sentó detrás de
un escritorio y saco un maletín desde un cajón, de donde saco varios paquetes
de dinero.
—Ahí tienes —me
los tiró en la mesa y dejé los anillos en la mesa.
—Debería
cobrarte mucho más pero necesito el dinero —volví a rascar mi brazo de forma
nerviosa para aparentar que estaba con síndrome de abstinencia.
—Puedes
volver cuando lo desees, bonita –asentí y salí de ahí lo más rápido posible, mi
cuerpo entero estaba transpirando. Esto había salido sorprendentemente bien,
era extraño, pero había sido fácil ¿tan rápido era hacer malos tratos con gente
mala?
Fui a una
joyería que era donde mis probabilidades de ganar dinero eran verdaderamente
menores, pero fui de todas maneras. Entré haciendo sonar las campanas de viento
que había en la parte superior de la puerta, un anciano de espalda encorvada
salió desde detrás del mostrador.
—Señorita —por
su voz podría decir que fácilmente este hombre tenía mil años.
—Buenas
tardes.
—Buenas
noches. —me corrigió. Miré hacia la ventana y si, ya estaba de noche, era mejor
que mis expectativas iniciales.
—Buenas
noches –respondí correctamente –vengo para ver si está comprando joyas.
—Oh… ¿Qué
tiene que ofrecerme? –el hombre se sentó en un banquillo y sacó un objeto que
utilizaban los joyeros para ver la calidad del producto.
—Es de mi
familia, hemos estado pasando por malos momentos –él asintió.
—Eso se está
haciendo más común de lo que desearía —llevé mis manos a los bolsillos y le mostré
el par de collares y unos anillos de diamantes que había sacado —Oh creo que no
tendré que utilizar esto –guardo su extraño objeto —esto es ciertamente parte
de una herencia, no podría costear lo que valen ni en sueños señorita, pero
debería ir a joyería Lenardis –abrí mis ojos sorprendida al escuchar cómo se
llamaba la joyería.
— ¿Dónde
queda?
—Está en el
centro de la ciudad, es la más importante aquí por lo menos… y también tienen
unas cuantas en otras ciudades.
—Ya veo.
—Debe estar
cerrada a esta hora –asentí.
—Tendré que
ir mañana, muchas gracias –el señor me entrego las joyas y salí de ese lugar
con rapidez.
Miré a los
lados y supe que ya no había otra salida que ir donde mis padres con lo que
tenia, ellos se encargarían de ir a cambiar las joyas, pero ya no iba a perder más
tiempo de esta manera. Lo más probable es que Alex me estuviera buscando o que más
vampiros lo estuvieran haciendo, así que era hora de ir a casa de mis padres.
Por poco
terminé corriendo para llegar al estacionamiento donde había dejado el auto de
Alex, pagué mi estancia ahí y comencé torpemente con mi recorrido hacia casa.
No podía evitar alegrarme al pensar que podría verlos de nuevo, era algo que había
deseado hace demasiado tiempo.
Gracias a
todos los santos o a quien sea que estaba cuidado de mi durante el transcurso a
casa nada había salido mal, no había chocado a otro auto o una persona, por lo
que era todo un orgullo decir que estacioné sin problema el auto a varias
cuadras de mi casa. Miré hacia atrás y
sonreí al ver una sudadera de Alex, nunca lo había visto con esto, era gigante así
que lo use para cubrir mi rostro con el gorro, aquí era fácil que me
reconocieran. Salí a comprar lápiz, papel y un sobre gigante, así que tenía que
ser precavida, dejé con seguro el auto y caminé por varios minutos para llegar
a la tienda más alejada que había. Cubriendo mí rostro como un verdadero
delincuente compre lo que necesitaba y salí de ahí más rápido de lo que entré.
Mis manos me
temblaban al pensar en lo que haría y peor era pensar que estaría pensando
Alex, debí traer el celular conmigo, así le habría explicado mi misión. Estoy
segura que no se habría enojado, demonios… ¿Por qué hice todo tan
impulsivamente? Bueno, ese problema sería en otro momento, ahora me tenía que
concentrar a lo que venía.
Volví al
auto y me senté. Agradecí que Alex fuera tan misterioso y tuviera los vidrios
polarizados porque las personas que pasaban cerca, quedaban mirando el auto.
Apoyé el
sobre y el papel sobre mis piernas y comencé a escribir mis explicaciones en la
carta, no iba a quedar como una hija muy decente, pero era mejor eso a seguir
sufriendo por mi muerte, dejarlos pasar por eso era demasiado egoísta.
—Me
encantaría que me dieras una explicación antes de llevarte a casa de nuevo y
encerrarte de por vida –todos los vellos de mis brazos se erizaron al escuchar
esa voz y antes de pudiera controlarlo salté como un gato al que se le arroja
agua y grité aterrorizada. Me giré de inmediato para ver al portador de esa
voz, quien prendió la luz del techo del auto.
—Alex —hice
mis manos un puño al ver su expresión de molestia.
— ¿Sabes? Al
ver el auto aquí fui de inmediato a la casa de tus padres, pero…vi que no
estabas, me llamó la atención –su mordida estaba tensa y notaba que estaba usando
todo su autocontrol.
—Alex…
—Silencio —levantó
su mano al nivel de su pecho para que me callara –luego vengo aquí, luego de
haber recorrido lugares bastante desagradables, siguiendo tu olor y me
encuentro con esto ¿Qué demonios estabas haciendo cerca de narcotraficantes? Y
¿Qué significa esto? –levantó su otra mano y me mostró algunas joyas que había
vendido.
Mi rostro se
sonrojó por completo y me sentí pequeña. Demonios, le había robado y escapado
de su casa. Comencé a llorar avergonzada de mis acciones y por haber preocupado
a Alex.
–No sacas nada
llorando ¡¿Qué pretendes escapando?! ¿Ah? solo me has engañado, no eres nada
diferente a las demás, lo sabia… —se movió hasta quedar sentado en el lugar del
chofer y yo en el copiloto –has sacado joyas que son más antiguas que esta
ciudad y te vas… ¡Arruinando mis autos! –traté de controlar mi llanto para
explicarle, pero era inútil...no podía — ¡Di algo!...esto me servirá para no
darte ninguna libertad ¡Mira bien a tu alrededor Victoria, porque no volverás a
salir de las cuatro paredes que te esperan y necesitaras recuerdos de cómo es
una ciudad! –No sé cómo pero simplemente cuando Alex llevó su mano a la llave
para prender el motor de auto, yo lo detuve dejando mi mano sobre la de él y
negué con mi cabeza, para que no nos llevara lejos de mi casa, no antes de
poder completar mi misión — ¿Qué sucede ahora? –llevé mi mano a su boca y la cubrí
con esta, no quería que siguiera hablando porque me estaba hiriendo, además que
aun seguía avergonzada por lo que hice.
—Yo… —tensé
mi mordida para poder encontrar control en mi cuerpo, deseaba dejar de llorar
para explicarle. Alex alejó mi mano de su boca.
— ¿Tu qué?...
¿seguirás mintiendo? –le pasé la carta que había escrito, realmente casi se la
arrojé contra su pecho. Él la tomó y mi llanto comenzó a disminuir mientras él
la leía.
—Dios, siento
tanto haber sacado y roto tus cosas, pero tenía que hacerlo –él me miró sin
entender nada –Alex, si me escape fue para solucionar el tema de mis padres…y
poder estar tranquila –su ceño se frunció –fui a vender algunas joyas para
dejar algo de dinero…no lo sé… —hice un mohín por sentirme avergonzada de
nuevo, pero Alex levantó mi rostro –iba a volver, sería estúpido que hubiera
escapado y me quedara aquí.
—Hiciste
esto ¿por…nosotros? –no pude evitar sonreír al escuchar el “nosotros” eso había
sido algo nuevo.
—Para quedar
tranquila…no puedo pensar en el sufrimiento de ellos y tú no has encontrado solución
–miré hacia un lado apenada, sabía que había sido una irresponsabilidad salir
de la mansión de Alex sin pensar en nada más, pero solo imaginarme de no llevar
la carga de la pena de mis padres, me aliviaba demasiado.
—Vittoria —alejé
mi rostro de su mano cuando quiso tocarme. Me sentía mal conmigo porque no
debería estar deseando quedarme con Alex en vez de mi familia –yo pensé que te
habías escapado para no volver –sonreí triste.
—Claro que
no, yo no te hubiera engañado para luego escapar Alex –dejó su mano en mi
mejilla e hizo que lo mirara.
—Lo siento, sabes
que no he tenido las mejores experiencias en este estilo de cosas –asentí.
—Debí
avisarte, llevar el celular por lo menos.
—Eso es
cierto —al mirar la expresión de Alex, que ya no estaba enojado me tranquilizó
mucho más –si que te has escapado esta vez.
—Choqué tus
autos.
—Eso no
importa –apagó la luz del techo del auto.
—Y las
joyas.
—Eso es más
importante pero por un valor sentimental ya que muchas son de Elizabeth, así
que iremos por algo más ¿sí? Deja eso atrás –indico él sobre con las joyas.
Hice lo que me pidió y lo miré asustada cuando partió el auto –volveremos
Victoria –mi corazón volvió a latir más tranquilo.
No tengo la
menor idea a donde me llevaba Alex, pero dejé que condujera sin darle
problemas. Me había dicho que volveríamos y le creía.
— ¿A dónde
fuiste en la tarde, Alex? –recordé cuando a mi mente vino el último momento que
había tenido con él. Mordí mi labio sin pensarlo.
—Fue una
reunión rápida sobre John, dicen que lo vieron…además del tema de Francesca.
— ¿Aquí?
—Es difícil
decirlo, porque fue en las fronteras con Argentina.
—Oh… ¿pero
aun no lo atrapan? –él negó, mientras giraba el auto con el volante, me quedé
mirando como su hombro se marcaba con su camiseta blanca y miré hacia otro lado
antes de ser descubierta.
—No debes
preocuparte, yo te protegeré –no pude evitar sonrojarme, tanto sea por quedarme
mirando más de la cuenta a Alex como también porque esas frases simplemente me
atrapaban.
— ¿A dónde
vamos?
—A la
joyería que tengo acá, tu solo quédate tranquila y descansa que debió ser un día
muy agotador, pero –me miró –no quiero que vuelvas a hacer esto Victoria, te
arriesgaste demasiado y la próxima vez que lo hagas no me importaran las
razones que tuviste –tragué saliva nerviosa y asentí.
Los minutos
que recorrimos con Alex lo hice mirando hacia afuera, mucho más tranquila, hora
estaba mucho más relajada al saber que Alex estaba enterado de todo esto, era
algo que me sacaba un peso de encima.
Miré atenta
hacia afuera cuando Alex frenó el auto, estábamos al frente de una gran
joyería.
—Espérame aquí.
—No, ni loca
me quedare aquí sola…además quiero ver, soy curiosa –él sonrió, por lo visto le
agrado mi respuesta. Bajamos del auto y él se adelanto abriendo la puerta con
algo un tanto extraño, era como una llave…pero era circular y de metal.
—Es una
llave maestra, todas mis adquisiciones tienen un cerradura para que esta llave
pueda entrar, tu tendrás también una llave… –abrió por completo la puerta luego
de marcar unos número –adelante –pasé y Alex prendió las luces.
De inmediato
quede sorprendida al ver tantas joyas juntas, sin duda esta era la mejor
joyería que había visto en mi vida…o televisión.
— ¿Para qué
tienes tantas adquisiciones, Alex? ¿De verdad las necesitas? –él enarcó una
ceja mientras se iba hacia un cuadro. No me agradaba que fuera tan millonario,
me intimidaba.
— ¿De qué
hablas?
—Demasiados
negocios, autos, joyas…es demasiado.
—En algo
debo invertir mi tiempo, se volvería muy aburrida mi existencia si no tuviera
nada que hacer.
— ¿Nada que
hacer? –Me apoyé en el mueble que exponía anillos preciosos –eres el gobernador
de los vampiros, es imposible que no tengas nada que hacer –él me sonrió
mientras se dirigía hacia el cuadro que estaba en la pared de al frente mío.
—Puede ser,
pero soy un tanto hiperactivo, así que solo un trabajo no me ayuda mucho, además
tengo mucho que pagar, necesito estos negocios –no pude evitar reír ante su
descaro.
— ¿Mucho que
pagar? Alex tienes cientos de hombres como empleados, por eso necesitas pagar
tanto.
—Eso no es
tan cierto, solo pago a quienes trabajan en mis adquisiciones, los guardias o
personas que has visto en la mansión son pagados por bueno, ciertos recursos
que llegan de parte de todos los vampiros.
— ¿Impuestos?
–Él rio mientras negaba, pero antes de seguir preguntando mire como introducía
la famosa llave en una de las esquinas del cuadro, recién ahí este se movió y
apareció la caja fuerte –Te van a ver –dije mirando las cámaras.
—No, porque
el sistema de cámaras tiene una excepción conmigo…no me agrada que me conozcan
muchos humanos, por lo que cuando entro aquí con la llave maestra, el sistema
de seguridad se apaga.
—Que cobarde
eres.
— ¿Disculpa?
–metió la mano, donde dejo las joyas que había robado, cosa que provoco que me
avergonzara de nuevo y saco un sobre color mostaza para guardar dinero en el.
—Eres un
cobarde por no crear lazos con tus empleados.
—Mejor no
vayas a ese tema, eres aun muy pequeña para entender —enarqué una ceja.
— ¿Ahora soy
pequeña? –Alex era muy descarado a veces — ¿Por qué no quieres hacer lazos con
tus empleados? Siempre es bueno saber para quien uno trabaja —cerró la caja
fuerte y volvió a mirarme.
—Veras, los
humanos se ven algo propensos al verse atraídos por vampiros, no me gustaría abatir
la vida de alguna mujer…u hombre –dijo haciendo una mueca –porque me tienen
como su amor platónico –lo miré unos segundos sin decir nada hasta que no lo
soporté y me reí a carcajadas, no lo pude evitar.
—Dios santo
–dije tratando de controlar mi risa –eres un arrogante ¿crees qué eres tan
irresistible como para ser el centro de todos tus empleados de por vida? –él no
se rió ni un poco y aun estaba muy serio.
—No estoy
siendo arrogante, no quiero verme expuesto de nuevo a problemas —se dirigió a
la puerta indicándome que nos fuéramos.
— ¿Problemas?
–pasé mis manos por mis mejillas porque sentí que había llorado de la risa.
—Hubo un
tiempo que compartía con mis empleados, tratando de no pecar de arrogancia y
altanería —abrió la puerta del auto para mí. Tuve que esperar a que entrara
para que siguiera con la historia.
— ¿No eres
altanero? Discrepo con eso.
—Deberías
considerar por un minuto que no soy siempre la misma persona que soy contigo.
—Oh muy bien
–asentí –saco lo peor de ti, eso es excelente.
—Victoria —dijo
reprochando mi comentario, le hice una seña para que continuara –bien, veras…eso
fue hace muchos años, estaba soltero igual que ahora o bueno, semanas atrás. Yo
sabía que alrededor de unas cinco mujeres de las que eran mis empleadas, no
solos se sentían atraídas, sino un tanto obsesivas –noté que aun no comenzaba a
manejar así que supuse que lo que me estaba diciendo era algo importante,
además su mirada estaba preocupada, recordando lo sucedido –no hice nada para
dejarles en claro que no me interesaban, encontraba que estaba demás y que
algún día se les pasaría, pero cuando…bueno, conocí a cierta mujer que se hizo
mi pareja –fruncí el ceño.
— ¿Cierta
mujer? ¿Es que no tiene nombre?
—Amparo, esa
es otra historia –asentí porque no tenía ni un ánimo de escuchar sobre “Amparo”
–bien, ellas al enterarse que bueno, me había unido a ella.
— ¡¿Te
uniste a ella?! ¿Con cuantas personas que has unido? –lo miré aterrorizada, es
que odiaba que hablara de otras mujeres como si fuéramos partes de una lista, sabía
muy bien que esa era mi impresión, pero no me podía pedir que no me preocupara
sobre el tema si lucia exactamente como si coleccionara mujeres.
—Victoria —suspiré
frustrada. No le dije nada más porque quería que me dijera el problema con sus
empleadas.
—Sigue…
—Bueno, a
los días me enteré que las cinco en diferentes propiedades que poseía, se
habían quitado la vida, todas dejaron el mismo argumento –él miró hacia al frente,
pensando en Dios sabe qué –que no
soportaban que estuviera con Amparo…es cierto que es extraño, pero eran vidas
humanas las que se esfumaron por algo tan insignificante, si acepté ser
gobernador, bueno una de las razones es para que la especie humana no
desaparezca –podía notar por su expresión que aun pensaba en ello, lo que
encontraba ridículo, él no tiene la culpa de contratar obsesivas.
—Pienso que
deberías hacer un examen psicológico antes de contratar personas Alexander, no
puedes estar pensando que eso es tu culpa, además es simplemente estúpido. No
puedo negar que si no te conociera y trabajara para ti, me atrajeras de igual forma, pero llegar a ese
extremo…bueno, es realmente sin sentido y no deberías sentirte mal –él me miró
sonriendo.
— ¿Un examen
psicológico? ¿Es en serio?
—Si –mire
hacia al frente para que moviera el auto, pero no lo hizo.
—Victoria —no
lo miré, estaba concentrada en otra cosa que me dijo –Amparo fue hace muchos
años atrás, no deberías comportarte de esa manera.
—Oh…cállate,
no estoy enojada ¿Por qué lo estaría? Mejor conduce.
—Aun es muy
temprano y claro que estas enojada conmigo, me has llamado Alexander —hice mis
manos un puño por haberme delatado, pero era incontrolable llamarlo así cuando
me enojaba.
—Te has
unido a muchas personas…has sido de muchas mujeres, es simplemente injusto, yo
no he sido de nadie, debería tener la misma cantidad de hombres en mi pasado.
— ¡Ja! No
dudo que no lo tengas –dijo espontáneamente. Lo miré sorprendida sin poder
creer lo que había dicho.
— ¿Qué?
¡Alexander Lenardis! Para tu información yo jamás, pero jamás… —antes de
terminar la frase él cubrió mi boca con su mano.
—Lo siento,
no debí decir eso —fruncí el ceño y moví su mano para que no me siguiera
callando –es que debiste tener algún novio antes ¿no? –enarqué una ceja.
—Es extraño
lo que me dices ya que tú mismo me aseguraste que no he tenido a nadie —él bufó
acomodándose aun más en el asiento.
—Bien, me
molesta que hables de esa manera de mi pasado, llevo muchos más años aquí que tú
¿no? No iba a ser casto y puro –lo ultimo lo dijo casi riendo.
—Tienes
razón –dije fríamente, no quería hablar de esto porque me molestaba –mejor
maneja.
—Aun es
temprano, no han de dormir a esta hora ¿cierto?
—No, más
tarde… —jugué con mis manos nerviosa por lo que iba a hacer en un tiempo más,
iba a abandonar a mis padres por este vampiro que tenia al lado, no tenía la
menor idea de lo que me pasaba pero no había vuelta atrás. Estaba segura en lo
que iba hacer –cuéntame eso de los impuestos que dan los vampiros por ti.
—No son
impuestos Victoria, yo no salgo elegido por votación recuérdalo, simplemente es
un cargo otorgado por el gobernador anterior.
—Oh verdad, bueno
¿entonces como lo haces?
—La
agrupación de consejeros que tengo, donde están Elizabeth y Raúl, han creado
durante diferentes años servicios para vampiros, los cuales les va muy bien,
aunque en este país no existe ninguno.
— ¿Y eso
porque?
—Porque no
hay una gran cantidad de vampiros, por eso elegí venir aquí…entre otras
razones.
— ¿Y qué
servicios?
—Bueno, en
Italia no se acostumbra ir a un pub y beber de los humanos, sobre todo con los
vampiros mayores que lo encuentran un tanto…vulgar.
—Tú eres
antiguo y lo has hecho.
—No tan
antiguo –sonreí al ver cómo le molestó el comentario de su “antigüedad” –bueno,
como sea hay centros donde se tienen humanos, preparados para ofrecer su
sangre.
— ¿Y ellos
aceptan?
—Si, como te
he dicho hay muchos humanos que aceptan ser benefactor de un vampiro.
—Ya veo… ¿y
de ese tipo de centros te pagan?
—No me pagan,
sino que se mantiene los establecimientos bajo nuestro mando, hay mucho que deberás
conocer Victoria.
—Mmm…bueno,
como sea –levanté los hombros quitándole importancia. No me gustaba la idea de
mi destino sobre dejar de sentir como mi corazón latía, quería seguir viviendo,
pero aun tenía una confusión por las sensaciones que me estaba causando Alex.
—Sigues
enojada –miré hacia adelante, no quería que me viera molesta por su Amparo
–Victoria… —tomó mi mano y me hizo mirarlo ante su caricia, era la primera vez
que me tocaba así luego de nuestro encuentro en el armario, me dieron nervios
al recordar ese momento y que sucedería probablemente cuando llegáramos a casa
–aun no te he dado las gracias.
— ¿Gracias?
—Por lo que estás
haciendo, renunciando a tus padres –suspiré y alejé mi mano de su agarre. Esto
me hacía sentir mal, pero no tenía idea que me pasaba con él que me estaba
comportando de esta manera.
—Si bueno…um
no quiero hablar de eso Alex.
—Nos preocuparemos
que nunca les falte nada —sentí como mi pecho se comenzaba oprimir ante la idea
de no verlos nunca más, esta sería la última noche –bien, cambiemos el tema –asentí
–Entonces…me llamó la atención hace unas horas como decías que yo era solo tuyo
¿me podrías explicar eso un poco más? –lo miré enojada, estaba jugando conmigo.
—Mejor
volvamos al tema anterior.
—No, vamos, te
has hecho la desentendida todo este tiempo ¿me lo podrías repetir?
—Alex basta,
a menos que quieras hablar de tu espectáculo con Charlotte ¿no? Hablemos de
eso, es interesante.
—Mejor no
–dijo negando y prendiendo el motor, pero yo no quería irme todavía. Desde que
se había ido lo había extrañado y a pesar de sentirme cómoda con él aun no me
sentía con la confianza de hacer lo que quisiera con él. Lo que era muy
diferente.
— ¿Alex?
—Victoria,
no ha ocurrido nada con Charlotte y sabes que no importó… tú eres la que me...
—No —dije
negando –no es eso –después de lo sucedido hoy realmente me había atrapado con
esa frase “no me interesa besar otros
labios que no sean los tuyos” ¡Dios! ¿Es que aquello había sido real?
— ¿Qué
sucede entonces? –estaba sonrojada como un tomate, no me atrevía a tomar la iniciativa
ante un simple beso.
—Nada –negué
sin atreverme a dar el primer paso –mejor vamos a mi casa para esperar
tranquilos ¿sí? –él enarcó una ceja, mirándome curioso por mi comportamiento.
—Dime que
sucede ¿me escondes algo más?
—No, claro
que no…vamos.
—Victoria,
dime lo que sucede, no debes esconderme nada, si deseas decirme algo debes hacerlo,
aunque tú no escondes nada –dijo sonriendo –ahora dime que pasa –lo quedé
mirando por unos segundos ¿Cómo demonios iba a avergonzarme por desear besarlo?
Habíamos hecho…realmente él me había hecho cosas más increíbles que un simple
beso en los labios.
—Bien, no es
que quiera decirte algo, sino mas bien hacer –él frunció el ceño sin entender,
pero cuando vio que me acercaba a él sonrió. Gracias a Dios no dijo nada.
Tuve que
tener cuidado para no perder el equilibrio, pero me acomodé mejor para poder besarlo.
Él sonreía arrogantemente, odiaba cuando hacia esto, pero bueno…Alex era así. Apoyé
mi mano en su pierna porque no sabía cómo acercarme más a él, simplemente Alex
no estaba ayudando.
—Así no debe
funcionar –dije molesta por ver que tenía que hacer todo el esfuerzo.
—Lo sé, pero
me agrada ver como tú tomas la iniciativa — iba a responder que era cruel de su
parte hacerme pasar por esto, pero su mano llegó a mi cuello y con suavidad se
acercó a mí.
Agradecí con
toda mi alma el gesto, pero me dio más seguridad para eliminar la distancia que
había entre nosotros y unir mis labios a los suyos, lo deseaba tanto. Mis
labios se movieron en los suyos, los cuales eran suaves y provocaban que
quisiera seguir besándolo; no me tomaron muchos segundos para acercarme más a
él y que el beso que comenzó tan dulcemente se volviera más…pasional, más
cuando sin pensarlo o controlarlo mi lengua se unió a la suya, dejando salir un
pequeño gemido de mi boca, me acerqué tanto a él que ya no era capaz de
apoyarme bien, lo que hizo que mi mano resbalara y tocara cierta parte de su
anatomía que lo hizo gruñir.
Me separé de
él como un saltamontes y lo miré aterrorizada, jamás había hecho ¡ay Dios, jamás
había tocado…!
—Victoria —me
miró un tanto gracioso y excitado ¡Oh Dios! De seguro estaba roja como un
tomate.
—Lo siento, yo…
—estaba avergonzada a más no poder. Este tiempo he sido muy desinhibida con
Alex, pero siempre respecto a enfrentarme a él, sin embargo, al llegar a ese
nivel, al que estábamos actualmente no era mucho mi aporte, no tenía idea de
nada en ese campo y simplemente me avergonzaba.
—Calla —no
dijo nada más. Me tomó del brazo e hizo que saliera de mi asiento y quedara
arrodillada, dejando cada pierna al lado de las suyas, para después volver a
besarme, no me negué en ningún momento.
Nos besamos
por largos minutos que hicieron que mi corazón se volviera loco y que estuviera
más nerviosa que antes ya que estaba…bueno, sentada sobre él.
—Alex —me
separé de él al ver que mi cuerpo estaba respondiendo ante sus labios, lo
quería por completo en este momento, pero sabía que no podía ya que…bueno,
estábamos en un auto. Miré sus ojos que estaban más negros de lo usual y no
pude evitar dejar escapar mis pensamientos.
— ¿Qué me estás
haciendo? te extrañé estas horas –él sonrió satisfecho de mis palabras, lo que
me molestó, él sabía lo que causaba en mi. Le di un pequeño golpe en su pecho.
—Es como
debería ser Victoria —suspiré apenada de que él no me respondiera de la misma
forma, pero creo recordar lo enojado que estaba y que me haya buscado, tenía
que haber extrañado mi presencia; además me cuidada de John o de cualquier
vampiro que pusiera sus ojos sobre mí.
—Creo que
deberíamos ir —él asintió, pero antes de que me pudiera separar de él, me
acerco de nuevo y volvió a besarme, de una forma más intensa, dejándome sin
palabras ante aquel movimiento y por poco acabando con mi corazón y mi razón.
—Alex —me moví
un poco sobre él y al notar lo que estaba haciendo, me sonrojé y me separé de
él. Creo que la valentía de hoy en la tarde se había esfumado por completo, a
pesar de que tenía muy claro lo que iba a ocurrir esta noche –deberíamos irnos.
—Sí, es una
buena idea –sonrió y me ayudó a sentarme nuevamente.
Nos fuimos a
mi casa y quedamos estacionados en el mismo lugar que antes. Mis manos no
dejaban de moverse y Alex me miraba preocupado. Mi estómago dolía de nervios y
pena, la seriedad del asunto volvió con todo su esplendor, acabando con mi
convicción y mis ganas de hacer esto. Estaba acabando conmigo.
—Alex —lo
miré nerviosa cuando tenía un nudo en mi garganta.
—Dime si
necesitas que haga algo –por lo visto él notaba como me encontraba, lo que agradecí
de todo corazón. Sin decirle nada me pasé al asiento de atrás, el tampoco sin
preguntar hizo lo mismo. Me acerque a él y quede apoyada en su hombro derecho,
Alex me abrazo cuando las lágrimas comenzaron a escapar de mis ojos sin poder
hacer nada. Esto era de verdad difícil, aferré mis manos a su camiseta por el
dolor ante la idea de lo que iba a suceder.
—Esto es lo
que haremos –pasó sus dedos pulgares por mis lágrimas para secarlas –yo iré,
dejaré la carta sobre la mesa con el dinero, solo necesito que me vean y
decirles adiós en un segundo, dejaras el auto encendido y con tu rapidez me
tomarás y nos iremos ¿sí?
—Como tú
desees Victoria.
—Ahora solo
haz algo, abrázame fuerte ¿sí? –me miró por unos segundos sin decir nada, para después
tomar mis piernas y quedar como una niña llorando, apoyándome en su pecho y
llorando en silencio.
—Lo siento,
por hacerte pasar por esto, pero no es como si fuera pan de cada día que
alguien se vaya con un vampiro —asentí tratando de dejar las lágrimas de lado,
pero era imposible.
—Lo sé.
—Te prometo
que no es una mala opción lo que estas eligiendo, me encargaré de eso –asentí sin
decirle nada, no quería hablar más de eso porque estaría aclarando lo que
pasaba por mi cabeza y aun no estaba preparada para eso. Sabía lo que quería y
deseaba ahora, eso era todo.
Pasaron
alrededor de dos horas más, donde las luces de mi casa se fueron apagando
paulatinamente y estuve segura de que ya era hora cuando Alex me informó que
sus respiraciones eran pausadas, lo que indicaba que ya estaban durmiendo.
Salimos del
auto y me sorprendió que al avanzar hacia la casa, Alex tomara mi mano y entrelazó sus dedos a los míos. Lo miré
sin poder evitar una sonrisa. No nos tomó nada llegar al portón.
—Ven –él con
astucia me tomo en sus brazos y saltó la cerca hasta quedar al frente de la
puerta.
—Esto me
trae recuerdos –dije tratando de tranquilizarme.
—A mi igual —se
acercó a la puerta y rompió la cerradura de una forma sigilosa. No lo habría
notado si no lo hubiera visto hacerlo –bien, toma –me pasó el sobre que no tenía
idea cuando dinero tenia y la carta que había escrito para mis padres –debes
ser rápida, solo nómbrame e iré por ti ¿sí?
—Si —di un
paso hacia la puerta, pero antes de entrar Alex tomó mi mano y se acercó a mí
para darme un corto beso en los labios.
—Gracias —mi
corazón se partió, debía ser sincera y decir que estaba dividida, tenía unas ansias
de quedarme aquí con mis padres, pero también deseaba dejar todo claro con
ellos e irme junto a Alex, además que en realidad no tenía otra opción, él se
encargaría de tenerme a su lado a toda costa.
Empujé la
puerta suavemente y esta se abrió sin ningún problema. Miré como mi casa estaba
intacta, todo estaba en su lugar, miré hacia atrás y ahí estaba Alex esperando.
Me saqué mis sandalias y las dejé en el suelo para poder caminar sin hacer
tanto ruido. Crucé toda la sala, mirando por última vez estas paredes, viendo
en la cocina las cientos de veces que comí en familia, notando como en las
habitaciones de huésped habían dormido mis amigas cuando se quedaban aquí;
llegué a mi habitación y sin poder evitarlo entré. Estaba exactamente como la había
dejado, pero en mi escritorio de estudio estaba mi foto y una vela encendida.
Mis ojos se llenaron de lágrimas al pensar en el dolor que estaba provocando.
Dejé al lado
de la vela la carta y el dinero. Salí de
mi habitación hasta encontrarme con la de mis padres, que estaba al frente.
Ambos dormían plácidamente, sin embargo, mi madre tenía su ceño muy marcado y
se movía…como si estuviera soñando algo malo, una pesadilla. Me acerqué un poco
más y estuve varios minutos mirándolos para recordarlos por toda mi vida, no
quería que el tiempo fuera borrando la imagen que tenia de ellos.
No lo pude
evitar y simplemente pasé mi mano por el cabello negro de mamá. Hice un mohín y
mordí mi labio inferior para no llorar.
—Lo siento —susurré
antes de dar unos pasos hacia atrás, fue en ese momento que ella abrió sus ojos
soñolienta y me vio, de inmediato despertó asustada y me miró como si aun
estuviera soñando –Adiós… —me giré para irme con rapidez hacia el pasillo.
— ¡Victoria!
–gritó, pero no podía enfrentarla y explicarle todo.
—Alex
–susurré cuando ella se levantó de la cama. De inmediato sentí como unos brazos
me rodeaban y una brisa desordenaba mi cabello. Luego vi como en un segundo ya
estaba en el auto y este partía con rapidez.
Miré a mis
padres que habían salido de la casa a ver a donde me había ido, pero Alex fue más
rápido y solo los vi un segundo más cuando el auto aceleró tan rápido que me
alejó de ellos definitivamente…hasta que no pude ver más sus rostros.
—Adiós —susurré.
:O
ResponderEliminarke triste, pobre vicky, kreo ke yo estoy en una disyuntiva parecida.. aunque claro mi novio no es un vampiro... :/
kajakajakajka
i love you Alexander lenardis!!!
team Alex!!!
es cierto ... Victoria da y deja más cosas x estar con Alex, pero Alex está prometiendo demasiado!!
ResponderEliminarserá capas de cumplir todo lo q dice??
**Kathy **
Doloroso pero necesario
ResponderEliminarEs tan dificil decir adios a esos que mas amas que te deja un mal sabor de voca, y ese Alex tan tierno y comprensivo que entendio por que hizo todo esto vicky
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