Capitulo 15
Estábamos a horas
de Dublín, nos encontrábamos en el condado de Monaghan, era un lugar donde nos
podíamos esconder y alimentar sin llamar la atención. Según el registro que nos
dejó el vampiro francés, aquí no había rebeldes, pero no podíamos asegurarnos.
Nunca pensé al
llegar a nuestra habitación, que iba a sentirme tan feliz por darme una ducha y
dormir sobre una suave cama, los días anteriores habían sido bastante… rústicos,
cubiertos por esa tienda que Alex había comprado, aunque sin duda había sido
entretenido. Fui feliz cuando eliminamos la tienda y todo lo que usamos, además
de nuestras ropas de deporte, eso había sido un alivio, estaban asquerosas.
Ahora estaba
cubierta por el cobertor blanco y entregándome por completo a Morfeo, justo estaba
por cerrar mis ojos cuando noté que Alexander salía del baño, con su cuerpo
cubierto por pequeñas gotas de agua; usaba solo una toalla blanca para cubrirse.
El sueño se fue por un momento.
— ¿Y bien? –Pregunté
cuando cogió la otra toalla para secarse mejor — ¿Qué haremos ahora? Solo
estamos a un paso de Dublín si vamos a una velocidad normal.
—Buscar a
Amarok.
— ¿Crees qué el
Gobernador de los licántropos nos ayude, sinceramente?
Alexander se
deshizo de la toalla y la tiró al suelo, luego se acercó a la cama y se recostó
a mi lado, desnudo.
—Él es un gran
fan por mantener la paz ¿sabes? Nunca le ha gustado estar en conflicto, claro
que querrá ayudarnos si eso le da un punto con los vampiros y tranquiliza las
aguas con los licántropos rebeldes. Él sigue siendo el alfa en su manada.
Asentí, sin
estar muy convencida.
—Además también
llamaremos a Naida, por lo que tengo entendido, los dos están en el país.
Miré con el
ceño fruncido a Alex, si no fuera porque me había escondido la realidad de
estas especies, podría haber conocido a dichos Gobernadores, pero eran rostros
que no tenían forma en mi mente y solo aumentaban mi preocupación referente a
su honor, podían traicionarnos sin siquiera arrugarse.
— ¿Qué sucede?
—Me habría
gustado conocer a dichos Gobernadores ¿hay alguien más?
Su mano
acarició mi mejilla para ir a mis labios y pasar su pulgar por ellos.
—Claro que las
hay, muchas más, pero solo somos tres especies las que controlan la mayoría… y los
vampiros somos más que todos, por eso controlamos el mundo, de cierta forma.
Negué a sus
palabras, pero no quise comenzar con la misma discusión de siempre.
—Y podemos
confiar en ellos, son Gobernadores, los tres hemos estado por bastante tiempo
creando límites y accesos para mantener la paz.
Cerré mis ojos
un momento, tratando de encontrar algo de tranquilidad, cada vez me ponía más
nerviosa con lo que sucedería en un tiempo más.
— ¿Y cómo es
que ambos están en Dublín? –los dedos de Alex recorrían mi abdomen,
desconcentrándome un poco.
—Porque Amarok
se lo ha pedido a Naida por nosotros, ellos se llevan bastante bien, creo que
tuvieron una relación décadas atrás pero no fue posible, ya sabes… eso se vería
muy mal ante las especies en cuestión y nosotros tampoco podríamos permitirlo,
se unirían en una relación nada profesional.
—Bueno, creo
que no hay tiempo para sentir miedo, no nos queda nada… aunque realmente sigo
pensando que deberíamos pasar por un Centro Proveedor antes y descubrir lo que Cristóbal
quería decir, eso nos daría algo de ventaja, nadie nos podría sorprender.
—Eso será después,
primero nos encargaremos de tu situación.
Apoyé mi cabeza
en su hombro cuando su brazo me rodeó, acercándome a su cuerpo.
—Dublín estará
plagado de guardias vampiros, en busca de ambos.
—Por supuesto,
pero somos mucho más astutos y llegaremos a nuestro objetivo antes.
Mis parpados
volvían a pesar considerablemente, estaba tan cansada que ni siquiera mi
juventud vampírica o la sangre de Alex, me podían mantener de pie.
—También habrá
rebeldes, eso es obvio.
Al pronunciarlo
el cuerpo de Alex se tensó, creo que no estaba tan confiado referente a ellos.
—Los
esquivaremos como sea, además antes de ir a Dublín pasaremos a Dunleer… tengo
una reserva de armas, no iras desprotegida ¿entendido? Son muy fáciles de usar.
—Si –dije de mala
gana, no me gustaba que me refregara en la cara que era una inútil en batallas
de cuerpo a cuerpo –tampoco sabemos si soy buena disparando.
—No es
necesario que les des específicamente en la cabeza, es más rápido si lo haces
de esa manera, pero la plata de las balas se va consumiendo el miembro hasta
acabar con todo el ser, como sucedió finalmente con la mujer de Frederic
LeBlanc.
Lo miré
sorprendida.
—Dijiste que
ella había quedado viva –él hizo una mueca que me dejaba en claro que había
mentido.
—Mentí… no quería
que te sintieras mal, pero vivió lo suficiente para explicar lo sucedido, que
era lo que yo deseaba. Mi error.
No pude hacer
otra cosa que solo negar a su comportamiento.
—Como te
explicaba –siguió diciendo, cambiando de tema para no terminar discutiendo –tan
solo debes ser rápida disparando, sea donde sea, lo inmovilizaras.
—Entiendo.
Esperaba ser
buena en ello, ya que no quería ser una carga si es que debíamos enfrentarnos a
alguien. Eso podría diferenciar entre la vida y la muerte.
Escondí mi
rostro en el cuello de Alex, sintiendo su olor y tratando de escapar de todo
este problema. Por unos segundos el miedo comenzaba a invadirme, pero me
obligaba a recordar las palabras de Alex, no debía demostrar estar asustada… y
tampoco quería hacerlo ante él, así que estaba practicando, cuidando de no
exponer nada de miedo. Me concentré para ser tan fría por dentro como por
fuera, es por eso que de esa forma me quede dormida entre los brazos de mí
amado vampiro.
Mientras
descansaba en la oscuridad de mi mente, una repentina neblina comenzó a rodear
mi mente hasta atraparme por completo. No sabía si estaba soñando o realmente
estaba teniendo una conexión con Cristóbal, sin embargo, su imagen apareció
ante mis ojos.
Seguía igual de
joven que la última vez, pero sus ojos estaban negros y con ojeras, su piel
blanca como la de un muerto y unos colmillos que se exponían feroces en esa
sonrisa burlona. Su cabello rubio iba desordenado. Vestía bastante casual, con
su chaqueta de cuero, la que siempre usaba, pero estaba mucho más gastada, como
si hubiese luchado con ella un par de veces.
—Mi hermosa
Gobernadora –ante sus palabras sentí que mi cuerpo reaccionaba ante esta
extraña ilusión, no demore en proteger mi mente, no iba a correr riesgos — ¿Así
es cómo se siente la soledad? –dijo observando a su alrededor, era pura
oscuridad.
—No, es así cómo
se siente el rechazo que declaro por ti.
La sonrisa de Cristóbal
fue la que siempre ponía cuando hablaba conmigo, no parecía amenazador… lo que
era aun peor.
—Estas siendo injusta,
no te he tratado mal y me das este recibimiento, ni siquiera estoy enojado
porque hurgaste en mi mente… mi querida amiga hada me dice que eres buena
metiéndote donde no debes ¿hacías lo mismo con Alexander?
Muy bien, no
era un sueño.
—No eres más que
una falsedad, pronto él acabará contigo y no podrás seguir jugando a ser
Gobernador.
— ¿Y quieres
qué sea así? por lo que tengo entendido, te has pasado un excelente descanso
junto a tu esposo ¿no era eso lo qué deseabas? ¿Tenerlo por completo para ti?
Fruncí el ceño,
era cierto que había deseado aquello pero no en ese contexto, no temiendo por
mi vida o por la suya.
No pude evitar
tensarme cuando avanzó unos pasos.
—Te he dado lo
que más deseabas y quieres acabar conmigo, no es algo que me agrade escuchar,
Victoria.
— ¿Cómo has
entrado aquí?
Él sonrió al
escucharme.
—Estuve muy
cerca de entrar en ti antes ¿no? –Lo miré con odio por su falta de respeto –no
te enojes, solo es una broma entre amigos.
—Habla de una
buena vez, solo has venido a entregarme esas sucias palabras que siempre traes,
para que mi desconfianza aumente… ¿Qué hay en esta oportunidad?
—Me insultas
–dijo él avanzando otro poco hasta donde me encontraba –solo he venido a darte
pistas, te he dicho que estarás a mi lado en un tiempo más, pero debo guiarte
porque eres lo suficientemente ingenua como para creer en Alexander Lenardis.
No te culpo, el amor nos hace reaccionar de manera diferente, fuiste testigo de
ello cuando no te mate al tener la ocasión.
No pude evitar reír
ante sus palabras, lo que al parecer le molestó ya que su mirada se volvió
agresiva.
—Tú no me
amarías ni en un millón de años, a ti lo que te atrae es lo que represento.
Me quedó
mirando unos segundos, con el ceño fruncido.
— ¿A qué has
venido, Cristóbal? Confiesa de una buena vez.
Él suspiró
dramáticamente, como si aquello le sirviera de algo.
—Quiero que
saques de tu cabeza la idea de mi, siendo un asesino de vampiros, quiero
igualdad para todos… es por eso que debes visitar algún sótano de un Centro
Proveedor, es mi prueba.
Me crucé
de brazos. No fue hasta ese momento que
me di cuenta que estaba vestida solo con un camisón que no había visto jamás.
El maldito estaba manejando toda la situación.
— ¿Qué prueba?
Terminó de
eliminar la distancia entre nosotros y quedo solo a unos centímetros de mí.
—De mi lealtad
hacia ti, salvaste mi vida, te necesito para manejar a los rebeldes y vampiros…
eres la clave para que esto resulte.
Levantó su mano
y tocó mi cabello.
—Y esta es mi
prueba –susurré, enojada porque él estuviera en mi mente.
Ni siquiera me
di cuenta cuando me acerqué a él y rodeé su cabeza con mis manos y la gire de
tal forma que sus vertebras sonaros, quebrajadas. Cayó al suelo de una forma
horrible, pero sus ojos no dejaban de observarme y sus labios tampoco abandonaron
aquella sonrisa.
Todo a nuestro
alrededor se fue desvaneciendo.
—Dile a tu hada
que no juegue más conmigo, ya que es ella la que siente tu dolor.
La oscuridad se
fue desvaneciendo para dejar todo blanco, fue en ese segundo que todo acabó.
Abrí mis ojos
asustada, miré a Alex, que dormía plácidamente a mi lado. Me acurruqué a su
lado para estar más cerca de su cuerpo. Sus brazos entre sueños me rodearon y
me quede muy quieta entre ellos, sin poder volver a cerrar los ojos.
El día que
saliéramos de todos estos problemas, buscaría personalmente a esa maldita hada
que le daba tanto poder a Cristóbal y acabaría de forma lenta y dolorosa con su
vida. Siempre que pasaba por una conexión con él, me dejaba una sensación de
desamparo que solo Alex podía solucionar, pero ahora dormía y no quería
molestarlo, era mejor estar descansado para lo que nos deparaba el siguiente
día.
Sin embargo, no
tenia sueño, por lo que me acomode sobre mis codos y me quede mirando a Alex,
que dormía tan tranquilo. Era increíble que estuviera con él, siendo que había
sido un psicópata el primer día que apareció ante mis ojos, aunque las semanas
siguientes se había comportado como un patán y los meses después, como un
idiota. A pesar del tiempo que llevábamos juntos, Alex parecía haber rejuvenecido,
sonreía más y no estaba todo el día estresado. Ahora que estaba tranquilo,
varios años se le quitaron de encima, aunque tampoco parecía de 24 años. Supuse
que en la época que vivió como humano, crecían de forma diferente los hombres.
—Quedarse mirando
fijamente a alguien cuando duerme… es realmente raro, incluso para nosotros –abrió
los ojos y me sonrió.
—Que idiota
–dije volviendo a estar entre sus brazos.
—Duerme… —susurró,
volviéndose a quedar dormido.
Decidí no
comentar la situación con Cristóbal, no venia al caso y no entregaba nada
revelador, solo lograría molestar a Alex.
Cuando abrí los
ojos nuevamente, me encontraba sola en la cama. Al girarme pude ver como
Alexander se vestía sin ningún apuro. Al mirar la ventana pude notar que ya
estaba anocheciendo. Habíamos elegido volver a cubrirnos bajo la oscuridad, ya
que estar recorriendo las calles de Dublín de día podría ser más seguro pero también
limitante, si es que debíamos enfrentarnos a algún enemigo, no podríamos
hacerlo, por los ojos humanos.
—Muy bien –dije
sentándome en la cama, cubriéndome con la sabana –debemos ir en busca de armas
¿no? –observé hacia todos lados, buscando mi ropa.
—Sigues
durmiendo –dijo Alex sonriendo. Se acercó y besó mis labios por unos segundos,
fue lo necesario para despertar.
Tomé unos jeans
oscuros, una camiseta blanco invierno y un suéter azul, junto a una bufanda
clara. No quería más abrigos o chaquetas, según el hombre del clima en
televisión, dijo que no iba a llover por un par de días. Estaba cansada de estar
tan cubierta cuando ya no sentía frio.
Abroché los
cordones de mis zapatos para no tener problemas cuando avanzáramos y luego tomé
mi bolso pequeño, hasta aquí llegábamos con nuestras amplias mochilas, solos
serían una molestia para el resto del camino si las llevábamos.
—Deberíamos
llegar a Dunleer en una hora o poco menos –asentí y me puse de pie — ¿ya has
despertado?
—Si –dije
empinándome para darle un beso, aunque después tuve que sacar el brillo labial
con mi pulgar.
—Entonces
vamos.
Pagamos en la
recepción y a un par de cuadras nos deshicimos de las mochilas. Llegamos al límite
de la ciudad en cosa de minutos ya que fuimos avanzando a nuestra velocidad
normal entre las sombras. Para cuando llegamos al límite, no nos preocupamos de
miradas indiscretas, solo corrimos con todas nuestras fuerzas. Era excelente no
quedarme atrás cuando de correr se trataba.
Dunleer era sin
duda un hermoso pueblo, amaba el verde que se podía observar en Irlanda y este
lugar era maravilloso, sin embargo, no éramos turistas así que solo me tocó
seguir a Alex entre las sombras hasta dirigirnos al cementerio del lugar.
— ¿Estas
bromeando? –pregunté incrédula cuando se acercó a una cripta bastante grande.
—No hay
curiosos en este lugar, no te burles… —dijo con una sonrisa –aunque últimamente
no se qué les sucede a los chicos humanos, dando vuelta en los cementerios, por
lo menos jamás podrían saquear esta tumba.
Sin problema
hizo girar una figura extraña. Era un árbol, donde se notaba tantos sus
frondosas ramas como raíces, estaba hecho de cemento, como el resto de la gran
tumba.
—Esto es el
árbol de la vida, según los celtas, símbolo que tomaron los vampiros vikingos
para representar a sus parejas eternas ¿Cómo las hacen llamar? –Se preguntó,
tratando de recordar –Elska Evige o
algo así, como sea, uno de esos vampiros hizo la construcción de esta increíble
bóveda.
Lo miré
curiosa, jamás había escuchado algo sobre ello, aunque tampoco era una
sorpresa, tan solo hace unos meses que Alexander estaba confesando realmente lo
que pasaba en este mundo.
— ¿Entonces hay
vampiros aun más viejos que tú? Pensé que eso era imposible.
—Ja Ja –dijo
entrando al lugar, no dude en seguirlo. No fue hasta que bajamos las viejas
escaleras de cemento que recién descubrí de que trataba realmente este lugar.
— ¿No es
posible qué este vampiro te traicione y diga de que trata este lugar?
Alex levantó
los hombros al mismo tiempo que abría otra puerta, esta lucia de metal
impenetrable.
—No lo creo
posible, ya que jamás se involucra en temas como estos… tiene problemas propios
con su pareja.
No sé qué clave
era la que tenia, pero Alex movía su mano con bastante seguridad, haciendo
girar ese árbol de la vida.
— ¿Cuál es la
calve? –pregunté por pura curiosidad. Alex
me miró por sobre el hombro.
—Vittoria.
No pude evitar sonreír,
pero cuando la puerta se abrió, toda mi atención se fue hasta lo que había en
el interior de aquella sala.
—Wow –dije cuando
él prendió las luces.
Había
estanterías llenas de armas y diferentes utensilios para poder asesinar,
torturar… y en definitivas, hacerle pasar un pésimo momento a otra persona.
—Esto es un
poco sádico ¿no?
—Claro que no,
sobretodo cuando esta tu vida en peligro –dijo Alexander, buscando y tomando
armas –estas son para ti.
Hizo que me
sacara el pequeño bolso donde tenía algunas cosas y luego ajusto un cinturón
negro a mi cadera. Lo miré nerviosa, más cuando comenzó a poner diferentes
armas a mí alrededor.
—Esta son
cargas, vamos a ensayar una vez ¿sí? para que cambies y cargues las armas.
No me dio
tiempo de decir nada, tomó otras armas con ajustes que se adherían a mis
piernas, tenía una a cada lado.
—Ey… ¿no crees
qué es mucho? No pasaré desapercibida con esto.
—No estaremos
expuestos a ojos humanos, así que si algún enemigo te ve, estará prevenido con
esto ¿te pesan?
—No –susurré un
tanto intimidada.
—Levanta tus
piernas como si estuvieras corriendo ¿molestan? –Hice lo que me pidió y negué
–ahora saca una a una las armas y vuelve a ponerlas en su lugar.
—No es tan
fácil como creí –dije sacando con dificultad una, era pésima para esto de las
batallas, jamás en mi vida había tomado un arma –en las películas pareciera ser
muy fácil.
Alexander sonrió
pero siguió concentrado en mis movimientos.
—No, así no
–tomó mi mano, deteniéndome –debes moverla unos centímetros hacia atrás, solo
un poco ya que tienen un seguro, no cualquiera podría sacarte esto ¿ves? –Dijo
entregándome el arma –hazlo de nuevo.
Lo hice,
efectivamente fue más fácil.
—Muy bien,
ahora probaras algunos tiros afuera y estamos listos para ir a Dublín.
No pude evitar
sentir miedo, pero no lo miré hasta que me concentré y deje el temor escondido
en algún lugar de mi cabeza.
— ¿Tu llevarás
algo también? –pregunté mirando las demás armas.
—Claro que si,
ahora solo te falta un detalle más.
Tomo un chaleco
antibalas y me lo puso, hizo que me sacara la bufanda y mi suéter. Luego tomó
mi bolso y lo cruzo por mi cuerpo. Sentía que llevaba muchas cosas, pero cuando
lo dirigió hacia mi espalda, me sentí un poco más libre.
—Yo que tu
dejaría esto aquí, pero puede que te sirva para guardar algunas municiones.
Alex solo
estaba vestido con unos pantalones negros, una camiseta gris con mangas que se
ajustaba a su cuerpo, por lo que sin problema alguno eligió de aquellos
portadores de armas que se ponen a través de los brazos y que dejan las armas
en su tórax, por el costado. Luego tomó una manopla de hierro, al ver su
expresión de dolor supe que era de plata.
— ¿Eso te hace
doler? –pregunté, acercándome a él.
—Nada fuera de
lo soportable –noté su mano, no me gustaría por nada ser alguien que recibiera
un golpe de él, entre la fuerza de Alexander y la plata de ese objeto, creo que
no habría oportunidad –tu también usaste plata con el trébol que te regaló
Elizabeth –dijo acariciando mi cuello.
Ese collar
estaba a varios kilómetros de distancia, en casa.
—Y tú tienes el
anillo –susurré mirando su mano.
Recién en ese
momento me di cuenta que yo no llevaba absolutamente nada, en cambio Alex si
llevaba el suyo.
—El mío lo deje
en casa –dije de inmediato –no quería perderlo.
—Tú eres mía
con o sin anillo, yo uso el mío solo para dejarle en claro a las demás que soy
tuyo.
Me quede sin
habla ante sus palabras. Él volvió a concentrarse en las armas, eligiendo las
que más le parecían, no fueron más de tres. Una en cada costado de su tórax y otra
en su pantorrilla.
—Parezco
Robocop al lado de tuyo –dije notando las diferencia en cantidad de armas y
protección.
—Vámonos, que
debemos practicar, solo un par de tiros, estoy seguro que lo harás bien.
Por lo menos
alguien confía en que tengo alguna habilidad en la lucha.
—Ey… lo harás
bien, eres una vampiro, si no puedes luchar cuerpo a cuerpo, con tus sentidos podrás
disparar un arma.
—Uhm… —dije
saliendo de aquella bóveda mágica de armas.
Subimos las
escaleras y Alexander cerró la cripta. Luego nos dirigimos a toda velocidad por
el pueblo, hasta que nos alejamos varios kilómetros. Nos detuvimos en el
camino, no se veía nadie. Era cierto que no iba a llover, pero la noche estaba
oscura por las nubes y había un viento que tenia vuelto loco mi cabello.
—Muy bien –dijo
Alex cuando nos detuvimos. Rápidamente tomó un par de piedras y las lanzó a
unos árboles que estaban a metros de nosotros. Quedaron incrustadas en los
grandes troncos –debes disparar en esas piedras, prueba.
Me pasó balas
normales e hizo que cargara las armas, ya que las que usábamos eran de plata.
Me enseñó la primera vez y luego lo tuve que hacer sola. No fue del todo
difícil.
—Ahora dispara,
amor.
Tensa como un
elástico dirigí el arma a mi objetivo, pero antes de siquiera dispara, Alex me
interrumpió.
—Debes levantar
tu brazo a nivel de tu mirada, así te será más fácil. Debes estar derecha, es
muy fácil que el ángulo cambie ¿sí? –me indicó sonriendo, creo que me gustaba
mucho más como profesor de tiro que de lucha.
—Si –dije
sonriendo, encantada.
—Claro que
ahora puedes ser un poco lenta para sacar tu arma, la que tienes aquí es una
Beretta 92FS –puse los ojos en blanco ¿a quién le importaba el tipo de pistola?
–dispara.
Ciertamente si
no hubiese tenido mis sentidos desarrollados gracias a ser vampiro, jamás lo
habría logrado, pero puse toda mi atención en el arma y en el objetivo, disparé
sin ninguna dificultad y di justo a la piedra que tenía en los árboles. Así lo
hice tres veces más.
—Muy bien –dijo
Alex asintiendo –ahora guarda y saca las pistolas, dispararas a dos manos y
objetivos más pequeños –se agachó y tomo piedras mucho más pequeñas y las
lanzó, enterrándolas en los troncos.
—Uhm… —no dije
nada, tenía que hacerlo si o si.
Guardé el arma
que tenía en mi mano y luego esperé a la señal de Alex. Cuando asintió, saqué
las pistolas y disparé.
Fue extraño,
realmente no puse atención en ningún objetivo. Miré hacia al frente y mis manos
fueron automáticamente al nivel adecuado para disparar y dar en el centro de
las piedras. Una reboto hacia algún lado, pero la otra rompió el objetivo.
—Si aprendieras
a defenderte tan rápido como disparas, serias una maquina asesina –dijo
acercándose a mí y besando mi mejilla –es tiempo de irnos. Carga las armas con
balas adecuadas.
Hice lo que me
dijo y después guarde las armas en mi cinturón.
—Escúchame bien
Victoria –se giró hacia mí, su mirada era seria –estas no son tu primera
opción, lo que debes hacer si estamos en peligro, es correr ¿sí? puedes estar
rodeada en un segundo y ahí te será difícil usar las armas ¿entendido?
—Correr, perder
a los posibles captores y estar a salvo, entendido. Pero debes saber que si no estás
junto a mí, me detendré y te buscaré ¿sí?
—No te dejaré
sola –tiró del cinturón para acercarme a él –no llevas la ropa acorde para esas
armas.
—No soy muy
amiga del negro –dije sonriendo y rodeando su cuello con mis brazos –no te
alejes de mi ¿sí?
—Solo debemos
llegar a donde los demás Gobernadores, no temas, amor –sus brazos rodearon mi
cintura y me levantó varios centímetros del suelo para poder besarme. Fue casi
por instinto que mis piernas rodearon su cadera –Uhm… ¿Qué intentas hacer,
Victoria Lenardis?
—Solo besarte
–dije sonriendo.
Nos tomó unos
minutos poder quedarnos tranquilos, pero cuando lo hicimos ya no nos detuvimos.
Comenzamos a correr con total normalidad, o sea, bastante rápido, aunque nos
controlábamos para que las horas siguieran pasando. El comienzo de la noche era
la hora más peligrosa.
Ya habían
transcurrido varias horas cuando recién observamos a kilómetros las luces de la
hermosa capital. No pude evitar sentir cierto escalofrió imposible, que me
indicaba lo asustada que estaba. Envidiaba a Alex, estaba muy relajado.
—Solo será un trámite,
amor –había dicho antes de que partiéramos nuestra carrera.
No estaba tan
segura de ello.
Al entrar a la
ciudad no nos detuvimos, debíamos llegar hasta el Castillo de Dublín, que era
usado por estas criaturas durante la noche, sin ningún problema. Lo que era
impresionante ya que ese lugar tenia seguridad, además de ser un centro
turístico de la ciudad, pero Alexander me había confesado que usaban la parte
inferior para no tener problemas, a nadie le molestaba. Se usaba cada año para
restaurar los tratados.
—Mira, si llega
a suceder algo, el Castillo Dublín es nuestro punto de reunión… nunca se sabe
cuando nos podemos separar, tu solo debes ir hasta allí ¿sí?
Me detuve al
escuchar esas palabras de Alex, aquello no estaba en el plan.
—Es por si algo
sucede, no que vaya a pasar –aclaró de inmediato, alentándome a avanzar, pero
gracias al cielo que me detuve antes sus palabras ya que pude ver con claridad
cuando levante la mirada, que no estábamos solos.
Sinceramente no
sabía que esperar al momento de ingresar a la ciudad, teníamos claro que iba a
ser complicado, pero dudo que Alexander hubiese previsto que estaríamos
rodeados de vampiros y licántropos. No teníamos idea cuál bando nos deseaba en
este preciso momento.
—Por lo menos
no hay humanos, punto a nuestro favor –dijo Alexander con un tono tan relajado
que me era imposible de creer ¿es qué estaba acostumbrado a esto? –ahora veras
porque es tan entretenido ser Gobernador, amor mío.
La luna se dejó
ver entre las nubes mientras que el viento desordenaba mi cabello, dejándome
ver con claridad lo que sucedía. Tanto los asquerosos licántropos con su fauces
abiertas, babeantes, con su pelaje asqueroso y ojos penetrantes, comenzaron a
dejarse caer por los edificios, bajando por las paredes de cemento y
deseándonos muertos.
—Tu camina de
espalda ¿sí? yo me encargaré de los que vengan y tu de los que nos quieren dar
una emboscada por atrás, eso te dará tiempo.
Mis ojos no
dejaban de observar como los otros seres, como nosotros, vampiros, se dejaban
caer por los techos con tan solo un salto. No tenían problemas para caer sobre
sus pies. Vi una sonrisa en más de uno… esto estaba saliendo mal, pésimo.
— ¿Victoria? Concéntrate,
eres la Gobernadora de estos vampiros, superior a los licántropos y has bebido
de mí un centenar de veces, tu poder está sobre ellos, incluso sobre varios de
miembros del Consejo, no temas.
No le creía,
pero asentí para que estuviera tranquilo. Saqué las armas, dejando el miedo de
lado porque no servía de nada ¿Cómo íbamos a salir de aquí para llegar al
Castillo Dublín? No tenía la menor idea, pero no iba a dejar que un asqueroso
licántropo con sus horrendas garras hiriera a mi Alex.
—Es tiempo de
jugar, amor.
Solo alcancé a
observar unos segundos a Alexander, era tan rápido que ni siquiera mis ojos
alcanzaban a observar sus movimientos. Todo el entrenamiento que había usado
conmigo, no era más que juego de niños para él.
Demonios, no sabía
cómo íbamos a salir de esta. Yo no era como él.
Me giré y
comencé a disparar a cualquier cosa que se moviera, me importaba muy poco si
confundía a un licántropo con un vampiro o con un humano. Solo comencé a
caminar hacia atrás, como si estuviera en trance y a sentir cada movimiento.
Incluso sentí que le disparaba a quienes estaban en los techos.
Las luces de
los edificios poco a poco comenzaron a encenderse. Los humanos nos habían
escuchado.
Pero eso no los
detuvo. Por lo menos no a Alex y a nuestros enemigos, ya que cuando tuve que
cargar de nuevo las armas, sentí un golpe en mi rostro que me hizo caer y
arrastrarme por la calle.
— ¡Victoria!
–escuché el rugido de Alexander, pero no lo tomé en cuenta.
Me levanté en
un segundo y deje caer las armas para sacar otra. El vampiro que me golpeó no
alcanzó a dar otro paso cuando le dispare en su garganta, justo para que la
plata comenzara a comérselo vivo. No pude evitar sonreír al ver su dolor.
Sin embargo no
pude ver su rostro por un segundo más, había tres licántropos que se dirijan a
por mí. Creo que estaba entendiendo a Alexander cuando se refería a lo
entretenido que podía ser esto. No tenía sangre para que mi adrenalina corriera
por mi cuerpo, pero algo me estaba activando de una forma que jamás pensé. No sabía
si habían sido las palabras de Alex o eliminar a estos seres.
—Buenas noches
–dije justo cuando elimine a uno, le disparé justo en la frente.
El segundo
salto hacia mí, le alcancé a disparar en el brazo izquierdo. Sin embargo, no
tuve tiempo suficiente para poder liberarme del tercero. Cayó sobre mí con
fuerza, haciendo que perdiera mi arma, saltó a metros de mi mano.
No sé qué fue
lo que ocurrió conmigo, pero mi mente se nubló por completo al ver que ese
asqueroso perro podría acabar conmigo. Mis manos enfurecidas hasta su hocico,
cuando estaba sobre mí, reteniéndome. Su cerebro quedo expuesto ante mi cuando abrí
tanto su fauces que escuche como se quebrajaban los huesos en mis manos.
Fue esa
facilidad de acabar con ese licántropo que me demostró lo que realmente
sucedía. Eran neófitos, todos y cada uno de esos seres no eran nada más que
bebes comparados a nosotros y aun más a Alex. Por unos segundos tuve la
oportunidad de verlo, estaba sobre un licántropos, decapitándolo con sus
propias manos para después disparar de esa misma altura a uno de los vampiros
que venía por él.
Para cuando las
sirenas comenzaron a tocar, Alexander vino por mí, sin embargo no pudimos
cruzar palabra alguna.
— ¡Corre! –me
gritó cuando otro licántropo se cruzo ante él, pero no pude hacer lo que me pedía.
Me acerqué a
mis armas para cargarlas, estaba en ello cuando sentir que unas garras me
tomaban del cabello y me lanzaban a varios metros hasta chocar contra el
edificio. Sin embargo, siendo un vampiro, el dolor debía ser realmente fuerte
para sentirlo, es por ello que me puse de pie para enfrentar a mi enemigo de
una buena vez.
—Debes correr,
Gobernadora –dijo un joven vampiro que apareció al lado del licántropo –solo
queremos al vampiro que nos ha sometido por tanto tiempo.
Ni siquiera me
dediqué a gastar una palabra con ellos, fui tan rápida que no esperaron las
balas de plata que atravesaron sus cerebros.
Pasé de ellos y
me dirigí hacia donde estaba Alexander, no podía encontrarlo por ninguna parte,
pero antes de desesperarme vi su perfil mientras acababa con dos vampiros sin
dificultad alguna.
— ¡Alex! –le
grité, debíamos irnos de aquí, esto estaba pareciendo una emboscada mucho más
compleja de lo que esperábamos.
— ¡Corre,
ahora! –Me respondió cuando me observó, pero no podía irme sin él — ¡te
seguiré!
No me
importaron sus palabras. Comencé a avanzar hacia él, acabando con todas mis
municiones de plata, las armas iban cayendo a mis lados, una tras otra después
de ser cargadas, recibí varios golpes pero no fueron suficientemente fuertes
como para tirarme al suelo o hacerme algún daño.
— ¡Eres una
testaruda! –dijo cuando acabe con el vampiro que él estaba tratando de eliminar
–debemos irnos, rápido… corre, iré detrás ¿sí?
Recién en ese
momento comenzamos a escapar del lugar, ya que no faltaba mucho para que se
agruparan más vampiros y licántropos para acabar con nosotros. Sin embargo, ese
no era nuestro mayor problema. No habíamos avanzado ni siquiera diez cuadras
cuando pudimos ver que a nuestros lados aparecieran nuevos vampiros, vestidos
de traje negro y que nos miraban sin atacarnos mientras corríamos. Nos tuvimos
que detener, habíamos llegado a otra zona residencial.
—Gobernador
–dijo un hombre dando una pequeña reverencia –debemos apresar a su traidora.
—No debes
apresar a nadie, no han visto nada –aclaró Alex, presionando con fuerza sus
manos, formando unos puños que dejaban en claro que cualquier movimiento iba
terminar de pésima forma.
—No podemos dejarlos
ir, el Consejo ha ordenado que… —no terminó la frase, le disparé en la cara.
Realmente las
armas y yo nos llevábamos demasiado bien, lo que no era nada bueno.
—Mataré a quien
se atreva dar un paso hacia nosotros –dije muy seria.
—Ya han
escuchado a la Gobernadora –me apoyó Alexander.
No nos tomaron
en cuenta, eran alrededor de cinco que teníamos rodeándonos y todos al mismo
tiempo se lanzaron hacia nosotros. Dos contra mí y tres por Alexander.
Para mi
sorpresa pude esquivarlos con bastante rapidez, sin embargo, cuando quise
disparar, no me fue posible hacerlo, ya que estaba atrapada contra los muros.
Comencé a moverme hacia cierta dirección, tratando de escapar de esos vampiros.
Solo pude disparar a uno que estaba sobre Alexander.
Luego todo se comenzó
a transformar en una persecución, ya que Alex llegó a mi lado y tomó mi brazo
para que corriéramos. En un momento hizo que lo adelantara.
—Corre, iré
tras de ti, no te detengas Victoria o si no me dificultaras todo ¿sí?
—Bien.
—Escóndete,
ellos no quieren mi cabeza.
Al mirar hacia
atrás pude ver que habían muchos más guardias que venían por nosotros. Claro
que no querían su cabeza, sino la mía. Incluso pude ver a un par de licántropos
que volvían a la carga, arremetiendo contra algunos guardias.
Hice lo que
Alexander me dijo. Corrí, corrí y corrí… hasta que no escuché ningún ruido más.
Fue en ese momento que me detuve y observé que estaba sola.
“Escóndete” esa fue la orden de Alex
pero no podía dejarlo en ese lugar solo. ¿Qué haría si me encontraban o si iba
por Alex? Solo iba a ser un obstáculo, necesitaba cargar las armas de nuevo.
Corrí sin
pensarlo hacia la primera puerta que estaba en la oscuridad, baje unas
escaleras y la rompí. Entre al edificio y me quede en silencio, tratando de
escuchar algo, pero solo pude percibir pasos en la parte superior.
Me arrodille y
comencé a cargar todas mis armas a medida que mis ojos se acostumbraban a la
oscuridad. Debía volver por Alexander, era cierto que los Guardias no le harían
daño, pero esa misma política no usaban los rebeldes, debía ir por él.
—Que hermosa
sorpresa.
Mi cuerpo se
tensó por completo al escuchar la voz de Cristóbal. Me puse de pie lista para
poder correr o asesinarlo, pero las luces se prendieron, encandilando mis ojos.
—El olor a
sangre siempre atrae ¿fue tu primera opción atravesar esta puerta?
Verlo fue como
si un balde de agua fría cayera sobre mí, como si un escudo me rodeara y me
volverá frívola ante los ojos negros de ese vampiro.
— ¿Qué
significa esto?
—Una pequeña
trampa, funcionó… para mi sorpresa –dijo sonriendo, tenía una voz amable, la
misma que recordaba –solo debíamos acercarte a un Centro Proveedor,
Gobernadora.
— ¿Entonces
todo esto es para que me muestres lo que hay aquí?
Él frunció
levemente el ceño. Fue en ese momento que repare un poco más en él. Vestido de
negro por completo, todo un personaje. Era extraño, pero siempre había
encontrado que el negro le quedaba a mi Alexander, a nadie más… y eso era al
comienzo porque ahora sinceramente el color lo hacía ver más vivo y no menos
peligroso.
—Me vas a
disculpar, pero debo ir por mi esposo –dije girándome hacia la puerta.
Me importaba un
comino Cristóbal, no iba a perder tiempo con él cuando Alexander estaba en
peligro.
—Él está muy
bien, son sus Guardias, recuerda. Solo desean tu muerte por traición, la
noticia se ha desparramado como un virus entre los vampiros.
Era cierto, si
de algo podía estar segura era que esos Guardias no estaban en busca de su
cabeza, sino de la mía, los rebeldes no bastarían para acabar con ellos, eran
profesionales.
—Los Consejeros
estaban esperándolos, no han descansado Victoria, no sabían por donde
llegarían, pero han atestado la ciudad con sus Guardias, los mandaron a llamar
de todos el mundo, creo que incluso tu amigo Ezequiel esta por acá.
Me gire hacia Cristóbal,
esta vez me observaba serio.
—Debes entender
Victoria, ellos no son tu salvación, quieren tu cabeza. Solo serás una pareja
más para Alexander y para todos los demás, no sentirán tu perdida.
— ¡Oh, basta de
habladurías! Tu eres muy idiota, en serio ¿crees que por alguna razón te hare
caso? Te falta mucho Cristóbal, en serio.
Llevé mi mano
hasta el pomo de la puerta para poder escapar de aquí, necesitaba ver a
Alexander.
—No estoy aquí
para apresarte, estoy solo y te esperaba, debes ver algo ¿sabes? Antes de irte.
Lo miré
confundida, realmente deseaba saber lo que había debajo, pero por otro lado
estaba Alexander, necesitaba verlo.
—Puedes elegir
lo que desees, te esperare por cinco minutos en la planta de abajo.
Desapareció de
mi vista en una fracción de segundo. Abrí la puerta para salir, pero por alguna
razón mis pies no avanzaron.
Por un tiempo
me quede en blanco, sin escuchar nada más que los pasos en el piso superior.
No podía seguir
con la duda, Alexander tenía al Consejo a su favor y yo deseaba desenmascararlos
ante mi esposo.
—Lo siento
–susurré, esperando que realmente los Guardias no le hicieran daño a Alexander.
Él era fuerte y era su Gobernador, yo era la traidora, la que debía pagar con
mi vida.
Cerré la puerta
y seguí a Cristóbal tan rápido como había desaparecido.
Bajé las
escaleras y pude ver como en la planta inferior había luz. No fue nada difícil
verificar que el vampiro que había junto a unos libros de registro, estaba
muerto. El piso era bastante pequeño, tenía diferentes jaulas o celdas. Todas
ocupadas.
Al llegar a
dicho piso, no pude avanzar por el pasillo, al final se encontraba Cristóbal,
solo. Sin embargo, mi atención se centró en los seres que estaban atrapados en
las jaulas.
— ¿Sabías qué
en el mundo todos los empresarios, exportadores, importadores, delincuentes del
mercado negro de cada país y que trabajan la plata, son vampiros?
Negué sin dejar
de mirar a la primera hada que veía en mi vida. Era una chica, parecía una
adolescente, estaba desnuda, dejando expuestas sus marcas en su cuerpo. Tense
mi mordida, sus alas estaban adheridas a su espalda. Cuando nuestros ojos se
cruzaron, sus alas se fueron desplegando, separándose de su piel. No eran muy
grandes, pero eran hermosas.
— ¿Me estás
diciendo que hay prisioneros bajo cada Centro Proveedor?
—No todos
–explicó Cristóbal –no los que tienen los licántropos u otros vampiros.
Me acerqué a
donde estaba el vampiro muerto y tomé uno de los libros de registros.
— ¿Cuáles son
sus cargos? –pregunté, observando los nombres de quienes estaban ahí, pero no
estaban registrados, tan solo decía la cantidad de hadas, vampiros y
licántropos.
— ¿Cargos? Es
ahí donde está el problema Victoria, son esclavos de vampiros con dinero. Uno
de estos seres, cuesta millones que ni siquiera tú has gastado cuando sales de
compras con tu querido vampiro. Fueron capturados por ser diferentes o
supuestamente traidores.
Tiré el libro
sobre el vampiro muerto, se estaba descomponiendo de a poco, de seguro no era
tan joven, como tampoco muy viejo.
Me acerqué a
una celda donde estaba un chico, unos años mayor que yo, usaba unos viejos
harapos y también tenia marcas en su piel, era un vampiro. Tomé el candado que
aseguraba la puerta, pero este quemo mi piel.
— ¡Ah! –dije
alejándome, el chico me miro con unos ojos tristes.
—Como te iba
diciendo –siguió Cristóbal –los vampiros ocupan mucha plata, sobre todo para
las celdas, es la debilidad de las tres principales especies.
— ¿Para las
hadas también? –dije dándole una leve mirada a la chica.
—Plata y Oro
combinado, son más quisquillosas, incluso para sus debilidades.
—Alexander no sabe de esto –dije de inmediato,
tratando de justificarlo.
—Es posible,
pero no ha hecho bien su trabajo si miembros del Consejo juegan a vender
esclavos como tiempo atrás.
Me quede en
silencio, no podía rebatir eso.
—Si vas a abrir
estas celdas –dijo mostrándome muchas llaves –tendrás que abrirlas todas,
Victoria y no me refiero solo a este centro.
Asentí, no
importaba que fuera mi enemigo, esto no podía seguir ocurriendo.
—Informaré de
esta situación a Alexander –dije justo para cuando Cristóbal me lanzó las
llaves.
Comencé a abrir
cada celda. Los prisioneros fueron saliendo poco a poco hasta que todos fueron
liberados. Los seguí cuando subieron las escaleras, detrás mío iba Cristóbal.
Sin duda alguna podría haberle disparado, pero no deseaba que los prisioneros
me atacaran y mucho menos deseaba matarlos a ellos cuando los había liberado
hacía diez minutos.
—Debes venir
conmigo –dijo Cristóbal cuando salimos a la oscuridad de la noche –no tienes
salida Victoria.
Lo miré con
desprecio, me alejé de él unos pasos, deseando encontrar a Alexander en
cualquier segundo. Cosa que sucedió, pero no de la forma que esperaba.
Los prisioneros
salieron de nuestro campo visual, pero en su lugar llegaron los Guardias, con
los Consejeros. Me tensé al ver a Elizabeth y Alexander juntos.
—Victoria –dijo
Cristóbal tomando mi brazos, deteniéndome –no caigas, acabaran contigo.
— ¿Por qué
habría de creerte?
—Porque yo si
tengo que sacar algo de provecho contigo viva, ellos no, no les importas.
Observé a
Alexander que me miraba confundido, a su lado estaba el resto de los
Consejeros. Pude identificar a dos personas que vestían diferentes, supuse que
eran Amarok y Naida, al parecer el Consejo había llegado antes a ellos. Todos
me miraban de forma hostil.
—No –escuche la
voz de Alex con claridad –no te atrevas, Victoria.
—Guardias –dijo
Elizabeth, mirándome con furia en los ojos –aprésenla.
— ¡No! –Dijo
Alexander, levantando la voz –ella vendrá sola.
No tenía
salida, el plan de Alexander era demasiado arriesgado. Ahora teníamos los
testigos, sin duda alguna, pero todos hablarían a favor del Consejo. Creo que había
llegado la hora de ser realmente valiente.
Me solté del
agarre de Cristóbal y lo miré con odio, el nivel de desagrado que me causaba
ese vampiro era infinito. Sin embargo, él tenía razón en más de un punto y yo
deseaba saber más de lo que escondía el Consejo para poder utilizarlo a mi
favor.
—Ahora,
Victoria –dijo Cristóbal.
En ese momento
pude notar que detrás nosotros habían más licántropos y vampiros que hace un
rato atrás.
Era tiempo de
cambiar los planes.
—Vámonos –dije
mirando a Cristóbal.
No miré atrás
los primeros segundos que comencé a correr lejos de Alexander, pero cuando
llevábamos varias cuadras y una batalla se liberó detrás nuestro, no pude
evitar asegurarme si él estaba luchando bien.
No lo estaba
haciendo.
Fue rodeado de
Guardias mientras sus ojos no abandonaban los míos. Me detuve, queriendo ir por
él y decirle que jamás funcionaria un juicio con Consejo, pero la mano de Cristóbal
tomó mi brazo y me hizo correr tras él de nuevo.
Nuevo capiiiitulo, creo que quedan como tres... creo. Este ttuvo bastante accion, espero que haya quedado decente :( sino, lo siento jajaja ¡gracias por tooodos los comentarios del capitulo anterior, besos y abrazos! :3
Ahhhhhhh mi Dios, matarme ahora!
ResponderEliminarHola Dani.
Jodida mierda, ahora si el capitulo merecía una palabrota jaja Me sorprendió Victoria toda a lo Lara Croft o a Alice Abernathy, toda una patea traseros. Alex, mi pobre gobernador va a estar muy triste y se va a sentir traicionado pero espero q sepa ver a través de todo y se de cuenta q su esposa esta intentando salvarse y desenmascaras al consejo. Mira yo se que muchas piensan q Elizabeth no tiene q ver con la traición a Alex pero yo sigo pensando q si. A mi manera de ver ella ganaba dinero con los esclavos y en realidad no le hacia daño a Alex porq lo q no te afecta no te daña y además es una miembro del puñetero consejo q se la vive en Inglaterra codeándose con todos esos despiadados, me fió más de Raul porq él si se la pasa con Alex y Victoria. Ahhhhh mi vikingo tiene problemas con su pareja jaja me gusto que indirectamente los ayude awww mi chocovampiro <3
Uffff espero q Victoria ayude a todos los esclavos y q se joda a Cristobal, q si bien si hizo algo bueno por los q están encadenados eso no le exonera de las cosas malas q ha hecho.
Por favor Dani actualiza lo más pronto q puedas q ahora si me dajaste así o_O quiero más jaja.
Muuuuuuchas gracias por el capi, como siempre te superas a ti misma jaja.
Un abrazo y n os seguimos leyendo!
PERO QUE DEMONIOS PASO???'?'?'''''NO¡¡¡¡¡¡X QUE TE VAS VICTORIA¡¡¡¡¡
ResponderEliminarQuedo genial el capitulo. Pero WTF!!!!! Porq se va victoria!!! Cristobal maldito. Y elisabeth malditaa.
ResponderEliminarHe quedado para adentro con el capitulk
Oh no! Pobre Alex :( seguro quedo devastado! Muy buen capitulo!
ResponderEliminarporque!!! estoy que lloro, como es posible que todo se descontrole en un par de minutos, porque vistoria se fue... porque!!!! :( pobre alex :'( tiene que estar devastado, no es justo.... este capitulo me dejo con el corazon a mil :S espero el proximo con ansiaaas!! gracias dani
ResponderEliminarDTB
OH por dios!!!!! ya queda tan poco para el final. Y ya quiero saber que pasara con Victoria...
ResponderEliminarLa verdad ya no se que pensar de Victoria si darle la razon o no o si su plan de irse asi fuese a funcionar o no ?? porque al irse con el tipo ese prácticamente para el consejo ha confirmado que es una traidora .. pero mejor leere de nuevo porque este cap si que me ha dejado sin habla .. me encato la parte de que el vikingo tiene problemas con su pareja jajajaja
ResponderEliminarEstoy speachless con todo lo acontecido en este capi. Waaoo cuantas cosas sucedieron. Estoy con Victoria en la decision que tomó yendose con Cristobal. Muuuyyy ansiosa x que llegue el prox capi.
ResponderEliminarMY GODNESS!! QUE PASA! jajaja
ResponderEliminarme encanto este capitulo en serio! creo que es uno de mis favoritos! Creo que era necesario que Vicky viera lo que sucedia en los centros de proveedores! Creo que era igual de necesario que se haya ido con Cristobal pero me da mucha mucha pena que Alex haya tenido que presenciarlo! ): Ellos deben estar juntos pero hay demasiadas cosas entre ellos!... de todas maneras VICKY&ALEX forever! ajajaja :D
Queeeeee!!!!!!????? Ay madre conociendo a Alex se imaginara lo peor , pero hay q entenderla un poco el consejo no es lo q aparenta e incluso sodpecho de Elizabeth en eso de los esclabos y el gato confia mucho en su madre, y no sabe todo lo q hacen a sus espaldas y lo dejan a el como responsable de todo.... he comenzado a cambiar mis teorias aunq quiero la cabeza de Cristobal en algo tiene razon .... gracias por el capi Dani mariposa
ResponderEliminarGENIALLL DANI...una capi lleno de emociones e informacion.....aparecieron hasta el vikingo jejeje.......... vicky y alex luchando por un fin me encanto la clase de disparos muyy util para vicky.......sus miedos totalmente razonables y alexxx mmm dudo mucho aun de su poder de ayudarla porq el es casi igual que elizabeth.......la ley por sobretodo.....el final una emboscada pero porfin vicky saco su lado luchador jajaja ya era hora ......... me imagine la situacion y wuauuuu ...............esclavos muy tipido del muyyy JUSTO consejo .....debian tener su guardado... esa aparicion de alex con elizabeth mmmmm como se imagino que vicky se entregaria tan facilmente sin pruebas ni formas de defenderse ..yo la apoyo totalmente que busque pruebas ......pero de ley alex pensara lo peor o SERA que esta vez me sorprende ......me muero por saber el final impactante que tendra esta historia.
ResponderEliminarDuroooooo!! Muchas emociones juntas pa este capi. Como seguira?
ResponderEliminarMe encanto el capitulo estubo muy bueno espero el otro con ancias
ResponderEliminarEstoy sin palabras no se que sentiir, en primer lugar nome gusta queVictoria se haya ido con Cristobal y en segundo creo que hiso lo correcto porque asi esta salvando su vida pero entonces mi pobre Alex queda desvastado hayy noo Dany porque cambias todo asi nomas porque si jajaja tan agusto que estabamos enla luna de miel no se solo queda esperar el proximo capitulo y que haya algo de claridad en este asunto que esta cada ves mas complejo....
ResponderEliminarespero anciosa otra actualizacion :$ glup....