sábado, 7 de marzo de 2015

Capitulo 10 - Un Ángel Negro



“Descompensada”

Ethan caminaba junto a Dana, por un oscuro callejón, dirigiéndose hacia donde Adam le había indicado que eran los ataques hacia los demonios que elegían un nuevo camino. No tenía ni un ánimo de seguir los planes de la Luz, ni tampoco de luchar.
Sus deseos estaban concentrados en no dejar escapar a Dana y sin duda alguna evitar que usará sus poderosas habilidades. No eran más que un obstáculo para llegar hasta ella. Siempre que se dejaba llevar por sus capacidades, una parte de ella se iba perdiendo. Esa información se la había entregado Eric, hacia bastante tiempo atrás.
— ¿Solo vamos a investigar? —pregunto él, mirando de soslayo al ángel negro.
Al vampiro le preocupaba que ella no hubiese ido en busca de su antigua Daga, aquella que usaba cuando era un Ángel Custodio. Le había dicho que no era necesario tenerla tan pronto, que con sus habilidades, no habría problema.
—Si tienes miedo, puedo ir sola —respondió ella, metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.

Iba vestida de forma casual, con unos jeans azules y una blusa blanca que dejaba descubierta su espalda y bazos. Las Marcas que había en sus extremidades se veían con claridad. No dejaba de llamar la atención por donde fuera, ya que para los ojos humanos, aquellas Marcas no eran más que tatuajes. Era imposible que no llamara la atención, con aquella belleza única… además estaba el hecho de que lucía como una veinteañera y su pelo era por completo blanco.
Hasta el vampiro se desconcentraba, se dejaba llevar por lo maravillosa que le parecía.
—Me insultas —dijo él, mirando con mala cara a dos hombres que no le quitaban los ojos de encima a Dana.
—Bueno, no te culparía… me pregunto qué pensarías si vieras este mundo como realmente es.
Ethan dejo de preocuparse por los dos humanos y puso más atención en las palabras de Dana.
— ¿A qué te refieres?
—Demonios por todas partes, Ethan, a eso me refiero.
Siguió caminando, un poco más rápido, para alejarse de él. Ethan supo de inmediato que ella no deseaba seguir hablando del tema.
—Bueno, eso irá disminuyendo ¿no? Por algo está la Era de la Redención, de esa forma la Luz podrá superar en números a los Demonios… los podrá derrotar.
Dana sonrió sin que él lo notara.
—Como tú digas, vampiro.
Ethan frunció el ceño. No le gustaba ni un poco cuando Dana usaba ese tono de superioridad, como si ella supiera todos los secretos del mundo y él aun creyera en la magia de la Navidad.
Apresuró su paso para poder alcanzarla, aun le quedaban varias cuadras que recorrer para llegar a su objetivo.
—Hablas como si supieras algo que yo no —dijo, admitiendo lo que era lógico. Él no creía en unicornios, pero sin duda, Dana era una fuente de conocimiento ilimitado.
—Tú no tienes idea de nada, esa es la realidad.
—Explícate ¿no crees que la Era de la Redención funcione?
Dana miró hacia la oscuridad que absorbía el cielo. Nada de estrellas esta noche.
—Ethan, cuando comprendas que nada se define como blanco o negro, te darás cuenta que nunca habrá un equipo ganador.
—Si creyeras en tus palabras, Gabriel seguiría en tu vida ¿no es así?
—No estoy hablando de Gabriel, ese es un tema personal —dijo ella, confundiendo a Ethan —lo que quiero decir es que aunque la Luz consiguiera su objetivo y lograra bajar el número de demonios en el ejercito de Lucifer, no puede interferir en la vida de los humanos, quienes tienen su propio regimiento de demonios.
Ethan volvió a fruncir el ceño, lucia incluso unos años más joven con esa mirada perdida.
— ¿Los humanos?
—Solo te daré un ejemplo para que cómpredas —dijo ella sin mirarlo.
Le costaba seguir el hilo de sus ideas cuando se concentraba en el vampiro que iba a su lado, el  cual la había besado tan intensamente dentro de otras actividades, hace solo unas horas atrás.
—Tu existencia era bastante miserable, aunque trataras de llevar una vida normal. Cuando eras un humano, te estaban consumiendo tus propios demonios… aquellos que ni tanto la Luz o la Oscuridad pueden destruir o potenciar. Si yo no hubiese intervenido directamente como lo hice, habrías terminado de una u otra forma, en las manos de Lucifer.
Ethan se quedó pensando en aquella posibilidad. No era algo difícil de creer, ya que si hubiese seguido por sí solo, Lucifer podría haberlo tenido en sus manos, sin ninguna protección o conocimiento de lo que pasaba.
—Lucifer te quería por tu capacidad de ver almas, no deseaba que pudieras guiarlas ya que de esa forma sus demonios, los poderosos, podían alimentarse de ellas, logrando hacerse más fuerte. Habría logrado alejarte de tu verdadera misión por completo, usándote como un farol en un mar de muertos. Te quería porque llamabas a las Almas Perdidas, así era fácil absorberlas.
El vampiro comenzó a caminar más lento, pensativo. Era cierto que aun seguía viendo las Almas Perdidas, aunque no se dedicaba todo el día a ayudarlas. Sin embargo, si hubiese seguido el camino que llevaba, jamás habría ayudado siquiera a una… incluso, ni siquiera estaba seguro de haber seguido con vida muchos años, ya que las pastillas que estaba tomando no estaban haciendo efecto como en el pasado. Aquel mundo desconocido lo habría absorbido, conjuntamente con sus ansias de vivir.
—Tenías serios problemas antes que yo llegara a tu vida… y no era por culpa de Lucifer o sus demonios, ya que no había ninguno cerca de ti. Solo ocurrió un hecho en tu vida que provocó una cadena de hechos, que te llevaron a hacer tan individualista.
A Ethan no le estaba gustando ni un poco hacia donde iba la conversación.
—Gabriel mató a tu padre para acabar con toda la luz que estaba comenzando a crecer en ti. Lo hizo por razones diferentes, pero logró el objetivo que Lucifer deseaba. Por poco quedas a la deriva.
—Bien —dijo Ethan, deseando acabar con el tema de su pasado — ¿Eso quiere decir que los demonios que cada persona tiene son suficientes para favorecer a la Oscuridad?
Ella se giró hacia él, sin detener su caminata. Sus reflejos eran suficientemente buenos como para caminar de esa forma y no tropezar.
—Con ellos no se favorece a nadie, solo logran que los humanos vayan decayendo por si solos, logrando que el mundo se vuelva en un caos —ella sonrió, de tal forma que Ethan dudó de si aquella idea le desagradaba a Dana, parecía muy entretenida —está en la naturaleza humana, Ethan. La Luz, solo quiere evitar la inminente destrucción, mientras que la Oscuridad desea aprovecharse de las circunstancias, jugando muy sucio.
—Pero eso no tiene sentido —dijo Ethan, luchando por la humanidad —para eso están los Ángeles Custodios ¿no? Para guiar a los humanos.
—Oh a veces te comportas de manera tan ingenua. Ser un Ángel Custodio, es solo el primer pilar de una estratificación de ángeles, que se creen los superhéroes del Universo y solo desean ser Serafines ¿crees que todo esto se limita al planeta Tierra? Solo has visto la punta de iceberg.
Ethan se detuvo, incapaz de comprender la envergadura de las palabras que decía Dana.
—Alto, no puedes decir eso y esperar que siga mi día normalmente ¿crees de verdad que la Tierra caerá en su propia destrucción? ¿Ya está escrito?  
Dana puso los ojos blancos y suspiró.
—No entiendes nada, te acabo de decir que nada es blanco o negro. Nadie sabe lo que pasará con la humanidad, por ahora están cavando su propia tumba con sus guerras y destrucción ¿crees que en el pasado, la Oscuridad trajo las pestes y todas aquellas muertes? Debes saber muy bien que eso no fue así, todo fue hecho bajo la mano del hombre… la Oscuridad solo potenció algunas acciones y se aprovechó de ello, mientras que la Luz, estaba con sus manos atadas por no poder interferir en la vida de los humanos, solo son guías… muy efectivos en algunas ocasiones ¿crees que a Alexander Fleming se le ocurrió por si solo la creación de la penicilina? Nunca lo habría logrado si lo no hubiesen guiado.
Ambos se habían detenido bajo un farol que alumbraba cada dos segundos, estaba defectuoso. Se miraban sin decir nada, cada uno pensando en sus conclusiones.
— ¿Cómo sabes todo eso? —preguntó él, sorprendido.
—No tienes idea de quién soy Ethan y proclamas amarme —dijo ella sonriendo —He sido parte de la Luz y de la Oscuridad, nací como algo parecido a un Nephilim, ahora soy un Ángel Negro y Caído, único en su especie, mi padre es Lucifer… y no tienes idea de quien es mi madre. No sabes nada, vampiro.
—Sé que no deseas ser parte de la Luz o la Oscuridad, que deseas que nadie te moleste… y que aunque digas que no te atraigo, cada vez que te beso cierras tus ojos, lo que es bastante para alguien que no confía en su propia sombra.
Dana lo quedo mirando unos segundos, dejando que aquellas palabras suavizaran el momento. Se había dejado llevar y la conversación se había vuelto demasiado profunda para unos oídos vírgenes como los de Ethan. Además el vampiro estaba en lo correcto y le agradaba escuchar de su boca, lo que pasaba por su propia mente.
—Esta noche eliminaremos unos demonios, espero que sepas manejar bien esa espada.
Ethan estaba vestido con ropa oscura, exactamente como Lilia le había enseñado en sus salidas nocturnas. Su arma estaba en su espalda, aquella que le había regalado el padre de la Nephilim.
—No tengo idea del por qué te dieron esa espada, Ethan, pero es muy poderosa y debes saber usarla.
—Tú no llevas nada —dijo él, preocupado.
—No es necesario.
—No quiero que te dejes llevar hacia la Oscuridad ¿deseas eso? Si es así, no me preocuparé, pero de todas formas, debes ser cuidadosa.
Dana sonrió. Jamás en el pasado había tenido un compañero para recorrer las calles. Antes había luchado con Arial y Lilia, pero no era lo mismo ya que sus habilidades estaban dormidas. Cuando era una Nephilim siempre salía de noche, sola, mientras Gabriel dormía. Él jamás le preguntaba hacia donde se dirigía y si lo hacía, no insistía en saber más cuando ella se limitaba a decirle que no debía meterse en sus asuntos.
—No te preocupes por trivialidades, vampiro —dijo ella, aun sin dejar de sonreír.
—Me gusta cuando me llamas de esa forma y sonríes —respondió, caminando hacia Dana.
—No te desconcentres, sigamos con nuestro camino.
Volvieron a retomar el paso, dirigiéndose hacia las Centro de Redención.
—Me pregunto si esto es obra de Lucifer —dijo Dana, dirigiendo su dorada mirada hacia el cielo sin estrellas.
— ¿No es algo obvio? —preguntó Ethan, creyendo que el único interesado en eliminar demonios traidores, era el mismo padre de ellos.
—Sí, pero hay algo que no me cuadra. Debes saber que Lucifer tiene dominio completo de quienes le entregaron sus almas o de los seres nacidos Demonios ¿Por qué habría de eliminarlos cuando la Ceremonia se llevara a cabo si puede percibir la traición en su mundo, el Infierno?
Ethan no dudo en responder.
—Porque tiene un gran ego ¿no? ¿Qué mejor que refregarle en la cara a Dios que su plan no está funcionando?
Dana miro curiosa a Ethan por llamar al jefe de la Luz “Dios”, no muchos lo llamaban así.
—Tienes razón en ese punto, aunque ambos tienen un ego tan grande que no caben en el mismo planeta. Aun así, no puedo dejar de lado la sensación de que estamos pasando algo por alto ¿hay registro de muertes en otros lugares? ¿De quienes ya fueron perdonados? Adam dijo que la Luz no podía ver a los asesinos.
Ethan frunció el ceño, pensativo.
—Pero eso no tendría sentido —dijo el vampiro —Adam también dijo que otros le informaron que hubo un ataque por parte de los demonios de Lucifer en el Centro de Redención que hay en la ciudad, es por eso que vamos hacia allá ¿no?
Dana asintió.
—Recuerda mis palabras cuando digo que aquí hay algo más.
—De todas formas, aún estoy sorprendido de que hayas aceptado esta petición ¿Por qué ahora deseas ayudar a la Luz?
Dana frunció el ceño.
—No estoy apoyando a la Luz, solo no quiero que maten a Demonios que eligieron algo diferente a lo que se les fue impuesto al nacer. Además no quiero que todo el sacrificio y sufrimiento que hemos vivido, no sirva para nada.
No miró al vampiro al decir aquello.
—Ahora podemos recuperar el tiempo perdido ¿no crees? —pregunto Ethan sonriendo.
—No sigas con eso, debemos mantenernos atentos.
Ethan no la escucho, se acercó más a ella y la rodeó con sus brazos, le era imposible no tocarla teniéndola tan cerca. La hizo girar para quedar frente a frente.
—Eres demasiado irresponsable como para tenerte de compañero —dijo ella, apoyando sus manos en los brazos del vampiro, sin empujarlo.
—No te queda nadie a quien elegir, soy yo… o yo —Ethan presiono otro poco para acercarla hasta su cuerpo.
—Eres demasiado confiado ¿sabes? —Dana sonrió, sin dejar de mirar los ojos verdes del vampiro.
Él se acercó otros centímetros, jugando con ella. Solo deseaba ver sus reacciones.
— ¿No te has dado cuenta que todo por aquí es demasiado silencioso? ¿Qué hemos caminado por la calle sin que un auto se cruce?
Ethan la quedo mirando sorprendido. Ella tenía toda la razón.
—No ves ni la mitad de lo que ocurre en este mundo, vampiro —dijo ella sonriendo y dejando que él notara como sus ojos se volvían negros —si no cuidas tu espalda, acabarás muerto cuando te deje solo y todo mi trabajo será por nada.
Él iba a protestar, pero al sentir los suaves labios de Dana contra los suyos, se quedó en silencio. El beso solo duro unos segundos, era una forma cruel de hacerle probar el sabor de ella y luego dejarlo con las ganas de degustarla.
Cuando Ethan abrió los ojos, vio como Dana tenía sus alas extendidas, tan negras y poderosas que no dejarían jamás de sorprenderlo.
—Ahora ve con mis ojos —dijo ella posando su mano en el pecho de Ethan, colándose por la camiseta negra que llevaba y apoyando su extremidad directamente en la piel del vampiro.
Los ojos verdes del vampiro desaparecieron, ahora un carmesí los atrapaba, exactamente el color que los dominaba cuando tenía sed o se dejaba llevar por sus instintos vampíricos. Cuando dejo de enfocar su mirada en Dana y levantó la vista, supo a que se refería ella.
Había seres indescriptiblemente horribles por todas partes, arrastrándose, aferrándose a las ventanas de los edificios, a las puertas, en busca de sus dueños… los mismos humanos que residían en sus hogares. Por otro lado, estaban aquellos demonios procedentes del Infierno, moviéndose con cuidado entre las sombras, amorfos, sin dar a conocer sus asquerosos rostros. Sin embargo, más arriba habían cientos de puntos de luz, como si la noche se hubiese iluminado de estrellas… ángeles, todos aquellos seres que se preocupaban porque sus humanos siguieran el camino correcto.
Cuando Dana separó su mano del pecho de Ethan, todos desaparecieron y quedaron solos en una calle desierta, oscura.
—No vuelvas a hacer eso, por favor —dijo él, sintiendo que no deseaba seguir en un mundo lleno de monstruos, aunque él fuera uno.
—Está bien.
Dana no pudo dejarse llevar por el momento y acariciar el rostro de Ethan. Ni siquiera pudo dejar que las palabras que iba a decir Ethan salieran de su boca, ya en aquella peligrosa calle, habían comenzado a llegar invitados.
De un solo movimiento ambos se separaron y miraron a su alrededor. Había cerca de veinte vampiros observándolos en aquella oscura y desierta calle.
— ¿Qué significa esto? —preguntó Dana, dejando que sus alas negras maravillaran a aquellos vampiros que jamás habían visto a un ser como ella.
Uno de ellos dio un paso hacia adelante. Era un ser de cabello rubio, largo y de ojos verdes, su piel era tan blanca como la de Ethan, iba vestido de forma casual, con jeans y camiseta. Dana supo de inmediato que era alguien fuerte y antiguo.
—Mi nombre es Isaías —dijo el vampiro —y se nos ha informado que ese de ahí —apuntó a Ethan —no es más que un vampiro traidor que está trabajando para los ángeles.
Cuando Dana miró a Ethan se dio cuenta que este ya tenía su espada en la mano,  la había desvainado con una rapidez que no dejo de sorprender al ángel caído.
—Nos han enviado a acabar con él, tú no estás involucrada en ello, hija de Lucifer.
Ethan observo a todos los vampiros que los rodeaban. Se encontraban a más de diez metros, pero era una distancia suficiente para poder observar ciertos detalles, como los rostros y si iban o no armados. Sabía muy bien que no sería una pelea fácil.
—Interesante —dijo Dana sonriendo, cruzándose de brazos, sin preocuparse por la cantidad de seres que deseaban muerto a Ethan — ¿Quién los ha enviado, si se puede saber?
—El Rey de los vampiros —respondió el vampiro rubio, Isaías, quien estaba sirviendo como portavoz de aquel grupo.
—A ese demonio lo mate yo misma, así que no puedo creer en tus palabras con tanta facilidad —respondió ella, mirando a Isaías.
—Lo sabemos, pero un nuevo rey ha sido proclamado.
—Puedo imaginar de quien se trata, pero ¿ese nombramiento fue hecho por mi padre? —preguntó ella, solo para obtener más información.
—Efectivamente, hija de Lucifer, el nuevo Rey es el vampiro Gabriel.
—Oh ya veo —dijo ella, sonriendo.
— ¿Y qué pruebas hay de la acusación que se me adjudica? —pregunto Ethan, tan tranquilo como Dana —porque yo solo me he comportado como uno más de ustedes.
—Hay pruebas de tu relación con los ángeles, sobre cómo has estado ayudándolos en sus planes para acabar con nosotros —respondió Isaías.
— ¿Y no tengo derecho a un juicio?
—No, Gabriel ha indicado específicamente que acabemos contigo.
Ethan sonrió y negó a las palabras de Isaías.
—Oh… estás muy equivocado, los han enviado aquí solo para evaluar mis habilidades —dijo con cierto tono de arrogancia que Dana no había escuchado jamás.
La ángel caído, se giró para observar a Ethan, estaba sorprendida por la dureza de su mirada y la inexpresión en su rostro. El dulce vampiro que la estaba abrazando minutos atrás, había desaparecido.
—Y les recomiendo que se retiren, antes que me hagan enojar y acabe con todos ustedes —dijo Ethan.
—O mejor dicho —continúo Dana —antes que yo acabe con todos en menos de tres segundos. Esta calle ya está en precarias condiciones, no quiero dejarla aun peor, serian daños públicos y pago mis impuestos como para mantener la ciudad limpia y ordenada.
Isaías miro a uno de sus compañeros, con el ceño fruncido. Segundo después asintió para que todos comenzaran a atacar a Ethan.
Cuando Dana noto que todos se comenzaban a mover, levanto ambas manos para acabar con ellos de una vez, pero no pudo llevar a cabo sus deseos. Una especie de caja de metal la rodeó de tal forma que no supo qué demonios estaba pasando a su alrededor. Sus movimientos estaban limitados y aunque empujara esa pared de hierro, le era imposible deshacerse de ella. Solo tenía la opción de escuchar lo que sucedía a su alrededor.

Ethan había logrado manejar con bastante habilidad su gran espada, es por eso que no le costó que esta tomara una nueva forma y se transformara en una cárcel para Dana. La había rodeado con su espada, como si su arma se hubiera ensanchado y rodeado a su ángel solo para protegerla. Ahora él estaba de pie sobre dicha caja de hierro, sosteniendo dos pistolas de gran calibre, cargadas con balas de plata.
—Sé muy bien lo que desea Lucifer y Gabriel —dijo ante la mirada atónita de los vampiros.
Todos se habían quedado estáticos ante la maniobra de Ethan.
—Y no dejaré que jueguen con Dana… o conmigo.
Antes que cualquiera pudiera decir una palabra, Ethan comenzó a disparar y fue tan rápido que eliminó a ocho vampiros con una rapidez que ninguno de los seres que se encontraba ahí había visto en toda su existencia.
Saltó de la caja de hierro y se dirigió hacia el primer vampiro que vio… le disparó en el pecho, atravesando el inerte corazón, convirtiéndolo en cenizas. Luego tuvo que comenzar a lugar con los otros que se le vinieron encima.
—Hace mucho que no tenía nada de acción —dijo Ethan sonriendo, dejando que sus colmillos se extendieran mientras sacaba los cuchillos de luna creciente, hechos de plata y compradas en el Mercado Negro de Thomas Santderic.
Estaban modificadas específicamente para que un vampiro pueda herir a los de su propia especie, de esa forma al tomarlas, Ethan no se hería.
—Ha sido una pésima noche para atacarme —dijo Ethan al traspasar la garganta de un vampiro y luego estampar la punta en el pecho de este, logrando que se convirtiera en cenizas, dejando solo un rastro de polvo en el asfalto.
Se inclinó para escapar de un golpe, mientras que giraba en aquella posición para luego atacar las piernas de aquellos que lo rodeaban. Como lo habían rodeado, no le fue difícil deshacer de ellos, cortando en sus extremidades inferiores, para luego girar y cortar sus gargantas.
Varios de los vampiros se quedaron alejados, observando absortos las habilidades de Ethan al ver como sus compañeros caían ante los movimientos infernales de su objetivo.
—Muy bien —dijo Ethan, apuntando a la garganta del vampiro Isaías, presionó un poco para que aquella oscura sangre saliera de su cuerpo —es mejor que hablemos con claridad ¿no lo crees?
Isaías levantó sus manos a modo de rendición.
—No tengo ningún problema en matarlos a todos, pero creo que no es necesario ¿seguirán atacándome? —todos negaron como respuesta —excelente, porque no estoy a favor de matar a quienes considero mis hermanos ¿no es así?
—Nos dijeron que estabas involucrado con la Era de la Redención, que ayudas a los ángeles para que los demonios se unan a la Luz —trató de explicar Isaías —pero además, fue una orden de Gabriel.
—Bueno, podemos decir que entre Gabriel y yo hay conflictos de intereses —dijo mirando hacia donde tenía encerrada a Dana, quien no había dejado de gritar mil improperios por haber quedado atrapada de esa forma —Les recomiendo a todos que desaparezcan de aquí antes que ella se libere de donde esta… es la hija de Lucifer, Princesa de todos los Infiernos. Ustedes me pueden decir quién es más peligroso ¿no? ¿Gabriel o la hija de Lucifer?
—Entiendo —dijo de inmediato Isaías, comprendiendo que no había posibilidad de vida si Dana lograba escapar de donde estaba —solo fue una orden que debíamos cumplir.
—Sin rencores —dijo Ethan sonriendo de manera escalofriante, tanto que varios vampiros dieron un paso hacia atrás —dejemos esto como una anécdota ¿no crees?
—Claro que sí, no hay problema, nosotros nos vamos de aquí.
— ¡Perfecto! —Dijo Ethan, bajando las manos, sin borrar esa sonrisa —y díganle a Gabriel que tendrá que venir por mí personalmente.
Tres segundos después, la calle estaba desierta.
Con paso lento y mientras pensaba en una buena excusa, Ethan se dirigió hacia la caja de hierro y se subió a esta. Apoyó su mano en la empuñadura negra, todo el hierro se volvió color negro y la caja se fue deshaciendo para finalmente formar la gran espada de ónix que pertenecía a Ethan.
— ¡Tu! —le gritó Dana, dando un paso hacia él, que estaba mirándola de pie sobre su propia espada.
Ethan tenía un excelente equilibrio y solo debía apoyar un pie sobre la empuñadura y mantenerse en esa posición. Quedaba en una posición de altura suficiente como para sorprender a Dana por aquella maniobra.
— ¡Eres un traidor! —Dana iba a seguir hablando, pero al verse solo acompañada por Ethan, se dio cuenta que algo raro estaba pasando — ¿Dónde se han ido los demás?
Estaban tan solos como en un comienzo.
— ¿Quién vino a ayudarte?
—Me tienes muy poca fe, hija de Lucifer —dijo él sonriendo de forma amable. De un salto pisó el asfalto, para poder quedar más cerca de Dana —yo los eliminé, no a todos claramente, pero los demás accedieron a retirarse.
—Imposible, tu no… no tienes esas habilidades.
—Oh amor, no me subestimes como lo hizo Gabriel en un pasado.
Su creador lo había mandado a las Puertas del Infierno a entrenar y hacerse más fuerte de lo que jamás podría haber imaginado, era un lugar sin tiempo ni espacio, pero al parecer Gabriel había creído que Ethan no sería capaz de aprender demasiado y lo subestimó. Ahora se había vuelto en alguien imparable, aunque seguía siendo débil ante los ojos de Dana, ya que ella era demasiado poderosa.
Lo que a él le tomó minutos de lucha, a ella le habría tomado solo unos segundos. Pero ese poder que ella tenía dentro de sí misma, se llevaba parte de su eterna alma cuando lo utilizaba. Y eso era algo que Ethan no deseaba para ella.
— ¿Pero quién te has creído, Ethan? No puedes, simplemente no puedes hacer esto ¿elegir mis batallas? ¿Qué estas tratando de hacer?
Ethan la miró sorprendido, no esperaba otro tipo de reacción en ella, pero le llamaron la atención las palabras que estaba usando Dana.
—Por lo que tengo entendido, tu nombre es Dana… no Ethan, además Isaías dejó en claro que no querían involucrarse con la Hija de Lucifer.
— ¡No juegues conmigo! —dijo ella furiosa.
— ¿Jugar? Claro que no.
— ¿Crees que soy estúpida? Me estas manipulando, para que no use mis habilidades.
Ethan suspiró, cansado de tener esta discusión.
—Mira, no tenías que involucrarte en esto ¿Por qué querrías luchar y usar tus súper poderes? ¿Para perjudicar tu alma? No creo que eso sea lo más adecuado.
— ¿Ves? —dijo ella, apuntándolo, como si acabara de encontrar la prueba perfecta para sus acusaciones —no tienes derecho a decidir por mí, te estas comportando como todos los demás.
—Oh ya veo ¿quieres que te perjudique? ¿Eso quieres de mí?
Dana le dio la espalda, sintiendo toda su furia contenida en su cuerpo. Se cubrió el rostro con ambas manos, tratando de encontrar algo de tranquilidad. Odiaba a Ethan por lo que le había hecho, pero si le hacia ese estilo de preguntas, la dejaba acorralada. Era obvio que no deseaba ser perjudicada.
—Dana…
—No digas una sola palabra, déjame sola por unos minutos —dijo ella, caminando y alejándose de él —pero quien se ha creído —susurró, como si él no pudiera escucharla —idiota, mil veces idiota.
—Soy un vampiro, te puedo escuchar —dijo Ethan, varios metros atrás.
— ¡Cállate!
Ella avanzó otros metros, deseando poder alejarse definitivamente del vampiro. Sentía todo su poder fermentando en sus venas, deseoso por poder salir y eliminar un par de vidas. Tuvo que respirar profundo varias veces en los minutos que tuvo para sí misma, era la única forma de mantenerse en calma. Sus manos ardían por acabar con alguien, por dejar que todo en ella fluyera como lo hacía en el pasado.
—Mierda —susurro, descompensada. Deseaba acabar con algo.
Tener un gran poder como el de Dana, obtenido de las peores formas, conllevaba un gran riesgo. Estaba en su naturaleza elegir el camino de la Oscuridad, ahora solo deseaba acabar con algo, sea lo que fuera, no importaba si era demonio o ángel.
—Estás sudando —dijo Ethan ante ella, preocupado.
— ¡Te dije que me dejaras sola! —gritó ella como respuesta.
El vampiro se sorprendió al ver los ojos negros de Dana; cada segundo que pasaba parecían ser más intensos que antes.
—Eh, lo siento, no pensé que te fueras a sentir mal.
Ethan levantó su mano para tocar la frente de Dana, pero quedó a milímetros de su piel ya que ella tomo con fuerza la muñeca de él, presionando cada vez más.
—Tus ojos —dijo él sorprendido, apenas sintiendo dolor en el agarre de ella —tu esclerótica se está volviendo negra, Dana ¿Qué está pasando?
Ella respiraba agitadamente. Hacía años que no pasaba por un episodio como este, donde todo en ella estaba ardiendo por la adrenalina que corría en sus venas. Deseaba luchar, deseaba acabar con alguien.
— ¡Te dije que me dejaras sola, vampiro! —rugió molesta.
—Ey, te estas comportando como hulk, tranquila —dijo Ethan, soltándose del agarre de Dana —dime que está sucediendo contigo.
—No entiendes ¡no entiendes nada! —dijo respirando de forma agitada, tratando de pensar en cómo explicarle su situación a Ethan —es como si… estuviera a un segundo de sentir un orgasmo y me dejaras estancada, tan cerca de sentirlo, pero sin poder experimentarlo ¡Es frustrante! Estaba lista para luchar ¿ahora qué hago con todo esto? ¡Eres un idiota!
—Tus ojos están por completo de color negro —susurró él, tomando las manos de Dana. Esta vez ella no lo alejó.
—Claro, todo en mi esta alterado.
—Vamos, solo debes tranquilizarte ¿podrías esconder tus alas para empezar?
Ella lo miro con odio, pero no estaba equivocado. Hizo lo que le pidió y pudo sentir como sus revoluciones bajaban un poquito.
—Ahora, mírame señorita desquiciada —ella lo miro —amor, vamos, debes tranquilizarte. Prometo no volver a hacer algo como esto de nuevo, pero no puedes excitarte tanto ante la posibilidad de luchar.
Dana iba a decir algo, pero su boca quedo entreabierta. No encontraba las palabras adecuadas.
—Tus ojos negros, son realmente raros, pero me encantan.
Él levantó una mano para acariciar la mejilla de ella, con suavidad. Era impresionante para Dana que esas manos se pudieran mover de esa forma, cuando minutos atrás habían acabado con varias existencias. Sin embargo, la caricia hizo que Dana se desconcentrara de sus propios instintos asesinos.
—Eres un mentiroso, luzco como un verdadero demonio —dijo ella, sintiéndose mal consigo misma. Por su incapacidad para controlarse.
—Un demonio muy sensual —dijo sonriendo — ¿Qué hacías en el pasado para tranquilizarte?
—Matar muchos demonios y ángeles.
—Bueno, eso no es una opción en este momento.
Dana iba a decir su otra forma para calmarse, pero no quería terminar teniendo sexo con Ethan en un sucio callejón.
—Concentrémonos en algo diferente, como… ¿Qué película te gustaría ver mañana? ¿Ah?
—No voy a ir a ninguna parte contigo —dijo ella un poco más tranquila.
—Sí, lo harás. Dime ¿algo de acción, romance? Por lo que te he hecho pasar esta noche, comprare todas las palomitas que desees ¿está bien?
Ella sonrió y negó a sus palabras.
—Me tratas como si fuera una niña.
—A veces te comportas como tal —llevo su mano hasta el cuello de ella y con sus dedos comenzó a acariciar aquella zona tan delicada de Dana y tan atractiva para él —respira profundo, eso te sirve, tus pulmones aun están vivos, no como los míos.
Ella hizo lo que le pidió. Cerró sus ojos y respiro profundamente mientras sentía los dedos de Ethan en la nuca, acariciando y transportándola a otro lugar. Su corazón comenzó a tranquilizarse, ya no golpeaba su pecho.
—Mmm —gimió ella bajito, sintiendo como ahora Ethan se aprovechaba de su estado para acariciar su cadera con la otra mano —bien, creo que estoy mejor.
Cuando abrió sus ojos, Ethan se encontró con el dorado que lo atraía siempre. Había logrado que ella se tranquilizara.
Dana miro sorprendida al vampiro, lo tenía muy cerca y a pesar que siempre tenerlo de esa forma la descolocaba, ahora estaba catatónica por lo que Ethan había logrado en ella. Jamás, en el pasado, alguien podía haberla calmado como lo había hecho su vampiro. No era un mérito menor lo que acaba de hacer… bueno, además estaba el hecho de que antes, nadie había tratado de tranquilizarla en un momento como este.
El ángel negro no pudo evitar pensar en Gabriel. Él jamás había logrado ayudarla en ese sentido, siempre debía desaparecer de su lado para poder entretenerse eliminando a otros seres, luego volvía a sus brazos como nueva, pero con sus manos manchadas de sangre. Él jamás supo manejarla de aquella forma, demostrándole toda la paciencia del mundo y ayudándola a salir de un estado que podía acabar con varios seres del Inframundo, si es que estaba en un mal día.
—Eres un idiota, no lo vuelvas a hacer ¿entendiste? —dijo ella, sin apartar a Ethan.
—Como tú órdenes, pero no te lances a la lucha como si no hubiera nadie más. Para eso estoy yo, úsame, no hay problema.
Ambos se quedaron mirando de forma melosa mientras otro par de ojos se enfocaba en dicha escena.

Gabriel observaba con atención como Ethan había logrado que ella se calmara, no estaba en sus planes que pudiera lograrlo, ni siquiera estaba considerado el hecho que él pudiera atrapar a Dana de esa forma. Sin duda había subestimado demasiado a su aprendiz. Sin embargo, no dejaba de mirarlos, notando la capacidad que tenía Ethan sobre Dana. Él jamás pudo hacer algo parecido en el pasado… aunque ahora que lo recordaba, tampoco lo había intentado. Siempre miraba hacia un lado cuando Dana tenía aquellos deseos de sangre desbordantes, que lo sorprendían y aterrorizaban a la vez.
El nuevo Rey de los vampiros cerró sus ojos y dejó que las llamas lo transportaran a otro lugar.

Ethan miró hacia la azotea de uno de los edificios que había hacia su derecha. No dudó por un segundo de quien era el espectador que los estaba vigilando.
—Gabriel ahora se ha vuelto más poderoso —dijo Ethan —siendo el rey de los vampiros.
—Es una suerte que yo sea amiga de unos de sus enemigos, que resulta también ser un rey.
Ethan la miro confundido.
— ¿De quién se trata?
— ¿De quién más? El Rey de los Licántropos —dijo ella tranquilamente, sin alejarse de Ethan, que la tenía tomada de las manos.
—Aquí no hay licántropos —dijo un tanto inseguro Ethan.
—Eres un vampiro bebé, debes saber que los licántropos no están ante los ojos de los vampiros… no muchos saben de su existencia o paradero en esta ciudad, todos coinciden que viven cerca de los lugares donde hay montañas. Son seres de la Oscuridad como los vampiros, pero a diferencia de ustedes, no se alimentan de humanos… y en su mayoría no tienen relación alguna con Lucifer.
—Entonces pueden estar optando por el camino de la Luz.
—No lo creo, aunque todo es posible.
— ¿Y por qué deseas conversar con el rey de los licántropos? —Pregunto un tanto curioso Ethan —no creo que se vaya a enfrentar a Gabriel para ayudarte.
—No, pero debes saber que los licántropos tienen las mejores armas para acabar con los vampiros.

Ethan la quedo mirando, nada contento con irse a meter en la boca del lobo. Si las cosas se complicaban, él sería el primero en caer.

aaaaaaaaah debo ser castigada. Que Lucifer venga de su reino y me lleve con el para ser su eterna reina jajajajja... uuff pero que ingrata. no he subido hace mil, he tenido este capitulo hace mas de un mes, pero no habia podido editarlo. Ya esta, ahora comence mi internado y las cosas se complican :s veremos que resulta de todo esto :p gracias por su paciencia y por sus comentarios ;)

7 Lectores:

  1. Gracias Dani por darnos este cap y mas cuando estas muy ocupada con tu residencia se te agradece enormemente ... Entrando ya en el cap me ha gustado mucho veo que Dana realmente no quiere estar sin Ethan eso esta mas que obvio xq si ella quisiera bien puede tenerlo alejado de ella .. pero pues lo ama aunque ella misma se lo niegue pero no se hasta que punto eso sea bueno o sea malo tanto para Dana como para Ethan aveces da entender Ethan que esta muy seguro de Dana y de lo que siente ella por el e igual no debe estar equivocado pero no todo puede ser como parece Dana en cualquier momento puede cambiar ella no es cualquier ser y que eso no se le olvide a Ethan aveces parece que se le olvida por momentos .. No me gusto lo que le hizo a Dana se que la quiere proteger pero no debe decidir por ella ella sabe bien lo que hace y lo que no debe hacer y no debe interferir asi Ethan es lo que pienso... nos hemos dado cuenta de que tiene muchas habilidades y que bueno Dana ya pude dejar de pensar de una manera diferente el, se pude defender solo sin que ella este a su lado todo el tiempo .. por otro lado Gabriel ya se ha dado cuenta y ya sabrá que hará de ahora en adelante creo yo ... pero si creo que Dana baja mucho la guardia cuando esta con Ethan y eso puede traer consecuencias mas adelante...

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  2. Holaaaa Dani!!!
    Jummmm este vampiro cada vez me enamora más, me gusta que Dana caiga poco a poco sin darse cuenta. A veces ese ángel me pone de malas por lo testaruda q es pero me digo "calma aquí esta su Ethan para ubicarla"
    Quiero saber que esta planeando Gabriel, cuando un hombre ya no tiene nada que perder...
    Ethan todo super matón, a mi mente vino la imagen de Alucard del anime hellsing (muy bueno por cierto), creo q él nos va a dar una gran sorpresa y es más fuerte de lo que todas pensamos.
    Muchas gracias por el capitulo Mariposa y no te preocupes el deber es primero y lo importante es q le eches ganas a la carrera.
    Un beso y nos seguimos leyendo!!!!

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  3. Hola el capitulo estuvo muy bueno me gusto mucho lo que esta pasando gracias por subir el capitulo estuvo muy genial gracias dani :-)

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  4. Hola Dani! Ahora que empezaron las clases (llora intensamente) que mejor que leer esto ����
    Me encantó el capítulo y ver la faceta protectora y tierna de Ethan. Cada vez me conquista más ese vampiro jajaja
    Muchas graciaaas por el capítulo!

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  5. Wow gracias Dani
    Me.encanroble capítulo, aunk me mortifica k Dana siga comparando a uno con el otro hasta ahora la balanza es a favor de ethan un vampiro muy sobre protector pero e encanta k Danna vea cuan poderoso es, y me encantó más la espada wow impresionante
    Y ahora vas a meter hombres lobo me encabtan
    Espero no tardes mucho

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  6. Hola nena no me he pasado por aqui extraño a mis angeles y demonios. Nos seguimos leyendo

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  7. Hola nena no me he pasado por aqui extraño a mis angeles y demonios. Nos seguimos leyendo

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