Un Ángel Caerá - Capitulo 18

Estudiar

Dana, cubierta ahora por su cobertor y mirando las luces de su habitación, se acurrucó al pensar en los besos de despedida que Ethan le había dado junto a su puerta. Se sentía tan bien y feliz que prácticamente podía percibir los deseos de su corazón en escapar de su pecho al latir con tanta rapidez. Aun así, sabía que no podía seguir teniendo estos hermosos momentos con su humano, ya que ahora debería concentrarse en los libros que esperaban en casa de Adam; debería aprender más sobre sus enemigos para poder combatirlos y así proteger a Ethan, no iba a dejar que unos demonios acabaran con él, menos uno de los peores que se habría imaginado: Gabriel. Sin embargo, se durmió con una sonrisa en sus labios.

El sonido del timbre hizo que sus ojos se abrieran para descubrir que ya había amanecido y nadie había atacado sus sueños, por lo que su conciencia no se vio atormentada por haber besado a Ethan el día anterior. De un salto Dana salió de la cama para ponerse un suéter que le quedaba ancho e ir a la puerta. Mientras avanzaba fue arreglando su cabello.

— ¿Qué hora es? –dijo notando por las ventanas de su sala que era bastante temprano.

Cuando abrió la puerta se quedó con la boca abierta mirando a quienes tocaban a su puerta.

—Dana –ella miró a su humano con los ojos bien abiertos ante la sorpresa de verlo junto a una acompañante –esta mujer dice que necesita hablar contigo –dijo él con dos cafés comprados.

El ángel se quedó de una pieza mirando a la madre de los niños que ella no había podido ayudar, además de poder observar las dos llamas celestes eléctricas que giraban alrededor de la cabeza de Ethan, provocando que este se molestara, pero que tratara de disimularlo por la mujer que se encontraba a su lado.

Después de no haber dormido nada desde que Dana la había visitado, la madre de Amy y Miguel había ido a la dirección de la extraña mujer que juraba tratar de ayudarla a ella y a sus fallecidos hijos; no pudo soportar otra noche sin saber de qué trataba todo lo que le dijo aquel día, cuando la apuntó con la escopeta.

—Buenos días –dijo el ángel, sonriendo al darse cuenta que la madre de los pequeños había decidido ir donde ella.

—Hola –la mujer esta vez parecía haberse duchado pero aun mantenía una imagen descuidada, su cabello estaba despeinado y el abrigo que llevaba era demasiado ancho para ella, que se mantenía delgada por la pena.

— ¿Dana? –llamó la atención Ethan que no entendía nada de lo que estaba pasando.

—Si –susurró su vecina sin saber que decir — ¿me puedes dar un minuto con ella? Tienes que ir al trabajo ¿no? –él asintió.

Claro que tenía que ir a trabajar, habían quedado el día anterior en que desayunarían juntos porque ella pensaba ir donde Adam para comenzar a estudiar y seguir entrenando, cosa que no había explicado con detalles a Ethan.

Sin embargo, el momento en que Dana pensó salir sin problemas de todo esto, los pequeños, Amy y Miguel, se revelaron, sonriendo a cada lado de su madre que ignoraba, en parte, su presencia.

—Dana ¿es esta la mujer que te amenazó? –dijo Ethan ahora atando cabos y frunciendo el ceño.

La mujer lo miró de mala forma y comenzó a jugar con sus manos, dándole una peor imagen a Ethan, como si eso fuera posible.

—Ethan, por favor –dijo Dana sorprendiendo a Ethan, ya que tomó los dos cafés y lo miró suplicante.

—Está bien, esperaré aquí afuera –él le entregó los café que pensaba compartir con su vecina y que ahora bebería una desconocida.

—Acompáñeme, por favor –Dana tomó del brazo a la mujer que la observó un tanto asustada, ya que aun recordaba lo sucedido en su casa.

Ethan no dejó de mirarla hasta que la puerta se cerró, no confiando en la mujer que estaba en el departamento de su vecina. Se cruzó de brazos, sintiendo que su desayuno se acababa de arruinar.

—He venido muy temprano, no sabía qué hacer, en mi casa han estado sucediendo cosas… —comenzó a decir la mujer que no dejaba de mirar hacia los lados asustada mientras que Dana la guiaba hasta los sofás.

—Bebe un poco –dijo ofreciéndole uno de los cafés que Ethan había traído, mientras que ella rápidamente comenzaba a beber del otro, aun no se sentía tan despierta para poder manejar esa situación.

—Y usted… usted rompió la escopeta en dos –Dana agradeció al cielo que no estuviera Ethan ahí escuchando o no sabría que decir para dejar eso de lado.

—Toma asiento por favor –dijo ella apoderándose de un sofá, al frente de la mujer — ¿Cuál es su nombre?

—Alba –Dana sonrió ante tan lindo nombre, lucía como para alguien dulce y buena, exactamente como debía ser aquella madre que había perdido todo cuando su familia falleció.

— ¡Nosotros movimos las cosas para que te creyera, Ángel! –Dana sonrió al escuchar a Miguel.

—Usted dijo frases que ellos solamente decían cuando estaban con nosotros, en ningún lugar más –dijo Alba sin entender lo que estaba pasando –yo no sabía qué hacer, pero después de que usted se fuera, las luces comenzaron a aprenderse y a apagarse.

— ¡Esa fui yo! –dijo Amy con su voz tan melodiosa, sentándose al lado de Dana –mamá debe creerte, Ángel.

—Además el hecho de la escopeta… —dijo la mujer, sintiendo como el miedo la estaba abordando al tener a Dana al frente de ella.

—El material de esa arma no debía ser muy bueno –se excusó Dana –o el miedo de que usted me disparara pudo haberme ayudado en ese minuto –para la sorpresa del ángel, la mujer solo la quedó observando, indecisa de seguir en el departamento o de volver a su hogar, dejándose rodear por la oscuridad que allí había.

—Y…

— ¿Qué sucedió con su esposo y sus hijos? –Alba miró hacia al lado, tratando de arreglar de forma nerviosa su cabello, como si fuera un tic.

—Entraron a casa a robar, su padre nos defendió y le dispararon en la cabeza… nosotros corrimos al segundo piso, traté de cubrirlos, pero las balas… —la mujer se quedó en silencio unos segundos, mirando atenta a la mesa de centro –ellos murieron desangrados en mis brazos, después me di cuenta que también había recibido un disparo, en un pulmón.

Dana tensó su mordida, sintiendo como la rabia iba apoderándose de ella, sentimiento que no sabía manejar con tanta facilidad.

—Estuve semanas hospitalizada y no pude ir a su funeral –para ese momento la mujer tenía su rostro enrojecido debido a las lágrimas que caían por sus mejillas –los ladrones no fueron encontrados, solo querían dinero para comprar droga.

Los tres, tanto los niños como Dana, dejaban que las lágrimas corrieran por sus rostros, tanto por la pena de haber vivido esa situación, como  por oír aquella historia tan trágica.

—Ellos no se han ido porque usted ha dejado de vivir –la mujer levantó la mirada para observar al ángel.

— ¿Cómo voy a vivir sin mis hijos? He quedado sola ¿no se da cuenta? Si me das alguna solución yo la tomaré, pero no encuentro nada que provoque en mí el deseo de vivir, lo único que quiero es irme con ellos.

Dana quedó observando a esa mujer, sin poder darle una respuesta. Jamás había sentido un dolor como el de ella, no tenía respuesta para poder liberarla de ese sufrimiento. Se quedó en silencio por varios segundos mientras la mujer la miraba esperanzada a que le dieran una salida.

—Yo… yo no lo sé –nadie nunca le había dado ese estilo de conocimiento, Dana solo estaba tratando de comprender la vida humana durante toda su existencia como ángel, pero aquel dolor, aquellos obstáculos que se planteaban a las personas, eso jamás había sido objeto de su estudio.

—Entonces ¿Cómo puedo seguir pensando en vivir?

—Amy y Miguel murieron muy jóvenes –susurró Dana –no conocieron prácticamente nada de este mundo –la mujer la miró sorprendida, aquellas palabras no la animaban para nada –y tú te reencontrarás con ellos cuando mueras, cosa que deseas que sea rápido ¿no? –Alba no le contestó y el ángel solo subió sus pies al sofá, cubriendo sus piernas con el suéter, tomando de su café y sin dejar de mirar a aquella humana.

>> ¿Qué harás cuando mueras y ellos te miren directamente a los ojos y te pregunten por qué no aprovechaste tu vida? ellos no han tenido la oportunidad, pero tú si, sobreviviste a una horrible situación ¿es que eso fue para que sufrieras? No lo creo Alba, tres personas, de tu familia ascendieron antes de tiempo ¿Cómo es que tú sigues viva? Eso debe decir algo, algo bueno, dudo que cualquiera de los tres desee verte sucia, abandonando tu casa y viviendo como si fuera un cuerpo sin vida ¿crees realmente que eso es lo que esperan de ti? ¿Desperdiciar años de hermosa vida para llorarlos?

Dana realmente estaba haciendo esas preguntas para obtener respuestas que ella no podía tener. Pensaba fervientemente que toda esa situación de Alba, debía tener algo positivo y si no era así, ella debía volver a buscar su vida dentro de aquella lúgubre existencia.

— ¡No queremos que viva así! –dijo Miguel asintiendo a las palabras de Dana. Poco servía su apoyo ya que su madre no podía verlo.

—No, no creo que quieran eso –Alba volvió a mirar hacia la mesa.

—Está claro que no será fácil –siguió Dana –pero las recompensas más maravillosas son las que cuesta más alcanzarlas, en este mundo hay personas encargadas a ayudar a otros, aunque cobren dinero por ello.

— ¿Hablas de un psicólogo?

—Creo que ese es el nombre que se usa, solo debes desear salir de donde te encuentras, ya darías el primer paso, por lo menos avanzarías un poco en comparación a estar haciendo nada, dime ¿no sería bueno vivir por los tres? ¿Aprovechar todas esas maravillas que la vida te entrega?

Alba suspiró, como si se estuviera liberando de un peso que llevaba sobre los hombros.

— ¿Quién eres? –confundida no podía dejar de pensar que Dana era una persona demasiado especial.

—Lo has logrado, Ángel –dijo Amy cerrando sus ojos, liberada del mismo peso que llevaba su mamá.

—Por fin… —susurró Miguel, que comenzaba a levitar lentamente, como si estuviera siendo abducido — ¿esto será entretenido? –le preguntó a Dana, quien no pudo evitar sonreír al ver que estaba comenzando a brillar al igual que su hermana. Ambos debían seguir su camino.

—Dicen que es el mejor lugar de todos los universos, mi imaginación no es tan amplia como la de ustedes, pero han de hacerse una idea ¿cierto? –dijo Dana sonriendo, sintiendo como las lágrimas se aglomeraban en  sus ojos.

— ¿Qué sucede? –dijo Alba mirando al ángel sin entender por qué le hablaba al vacio.

—Es el turno de ellos para regresar a casa.

— ¿No me culpan por no haberlos protegido?

—Claro que no –respondió Dana antes que los niños negaran fervientemente –solo la aman demasiado, tanto que no podían irse con su padre porque se preocupaban de usted, preferían estar a su lado que ir al Cielo ¿cree qué la culparían de algo?

La mujer no pudo soportarlo más, simplemente se desmoronó en lágrimas, sin saber qué decir, sin saber qué hacer ya que ella no podía ver a sus hijos como la mujer que estaba en el sofá del al frente decía ver.

Los hermanos se elevaron por la sala principal de aquel departamento, siendo liberados del último asunto pendiente que tenían con su madre. Primero sus dedos comenzaron a volverse luz, del mismo color de sus almas, un celeste eléctrico. Por última vez comenzaron a dar vueltas alrededor de Dana mientras todo su cuerpo se iba volviendo luz. Giraron hasta el techo como si tuvieran súper velocidad hasta que llegaron al lado de su madre, uno en cada costado. Ya sus rostros no podían ser diferenciados detalladamente por aquel color celeste que tenían, eran solo luz, aun así los dos, tanto Amy como Miguel se acercaron a su madre y besaron sus mejillas para después desfragmentarse en millones de pequeñas luces, como si fueran fuegos artificiales hasta que no hubo rastro de ellos.

—Ya se han ido –susurró Alba, sintiendo como sus mejillas ardían de una forma muy agradable.

— ¿Por qué Amy quería tener el corazón del porte de una ballena azul? Esa duda tuve cuando me apuntabas con esa escopeta –la mujer sonrió ante las palabras de Dana, sintiéndose extrañamente aliviada.

—El corazón más grande del mundo solo para quererte a ti, eso es lo que siempre me decía cuando le daba las buenas noches. Siento mucho haberte asustado en mi casa.

—Todo ha salido bien, no te preocupes.

La puerta del departamento se abrió, dejando expuesto a un Ethan sorprendido que tenía fuertemente agarrado el pomo. Estaba esperando encontrar alguna escena tétrica donde aquella mujer muy poco arreglada amenazaba a su hermosa vecina, sin embargo, después de haber esperado unos largos cuarenta minutos, pudo observar como las dos mujeres se encontraban abrazadas. La rubia estaba sollozando casi en susurros mientras que Dana acariciaba su cabello. Al observar la sala se pudo dar cuenta que los niños ya no se encontraban.

Para el alivio de Ethan, no tuvo que esperar otros largos minutos para poder quedarse a solas con su vecina, ya que la mujer se retiró, prometiendo que volvería a visitar a Dana cuando estuviera bien y la viera llena de vida.

—Dudo que eso sea posible –dijo Ethan apoyado en el respaldo del sofá mientras que Dana cerraba la puerta.

— ¿Qué? –preguntó ella cuando se quedaron solos.

—Dudo que vuelva a seguir bien, tiene una expresión de dolor puro, no creo que pueda –ella lo miró enojada.

—Tú no tienes idea de muchas cosas, así que mejor deberías mantenerte callado, lucirás más respetuoso y humilde, dos valores que deberías aprender ¿no crees?

—El que debería estar molesto soy yo –dijo observando lo guapa que lucía Dana, solo con ese suéter gigante ¿de dónde lo había sacado? –llevas el suéter de un hombre, además, te bebiste el café que traje para los dos… quizás aprender un poco de educación no te haría mal ¿no crees?

Como un niño se había molestado al ser regañado por Dana, sabía que ella tenía razón, pero de todas formas era demasiado orgulloso para aceptarlo.

—Eres un ingrato, primero que todo este suéter me lo dio Adam –exactamente cuando no tenía ni una sola prenda femenina, aparte de la que Emma le había entregado –y segundo, hay mucho café aquí si quieres, si das de corazón, recibirás el doble ¿no te enseñaron eso? Quizás a ti te falta algo de educación ¿no?

Satisfecha con dejar a Ethan en silencio, se cruzó de brazos, esperando si es que él podía rebatirle, pero no fue así. Su humano se quedó absorto mirando la belleza característica de los ángeles.

— ¿Por qué me miras así? –repentinamente Dana sintió como si estuviera desnuda al frente de Ethan, sensación que por primera vez la avergonzó y sorprendió  de igual modo, ya que técnicamente estaba vestida y nunca había sentido la vergüenza en el pasado. Solo la ansiedad convulsiva en sus primeros encuentros.

—Porque eres hermosa, simpática y buena ¿de qué planeta has escapado, Dana Cross? –él tragó saliva, sintiendo como la temperatura de su cuerpo iba en aumento y se estaba concentrando en su entrepierna. Tenía que salir de ese departamento antes que quisiera atacar a Dana.

—De uno que tú no conoces porque a veces eres muy pesado –su humano le sonrió.

—Te gusta el sarcasmo ¿no? –caminó hasta ella, mirándola con sus ojos verdes en todo momento, como si quisiera apoderarse de los dorados ojos que brillaban por parte de ella.

Se acercó como un depredador y Dana lo sintió, ya que dio unos pasos hacia atrás, pero no alcanzó a escapar de los brazos que rodearon su cintura.

—Yo no uso el sarcasmo contigo, me gusta decirte la verdad directamente, para que cambies lo que te hace un humano con sentimientos feos, cosa que no ayuda a tu alma para nada –Dana no pudo dejar de observar los labios de su humano en todo momento.

— ¿Sabes? Yo sé qué podrías hacer para que no tenga estos sentimientos tan feos, como tú los llamas. Uno de tus besos podría animarme –las manos de ella fueron hasta las mejillas de Ethan.

—No te has afeitado –dijo casi susurrando contra los labios de él.

—Hace un par de días ¿recién lo notas?

—Primera vez que me haces daño con tu barba.

Segundos después comenzó a pasar su rostro por el cuello de ella, haciendo que le diera cosquillas y doliera al mismo tiempo. Una sensación que llamó la atención de ella, jamás había tenído la combinación de ambas.

—Me debo ir a trabajar, ahora estoy atrasado, me quería asegurar de que esa mujer no te había asesinado.

Sin más sus labios se apoderaron de ella, quien rodeó con sus brazos el cuello de Ethan, acercándolo más mientras que las manos de él iban bajando peligrosamente. La lengua de él se unía a la de ella cada vez más fácil, obteniendo como recompensa los latidos acelerados de aquel ángel que se entregaba ciegamente a las caricias de su humano.

Él no pudo evitar lamentarse por llevar su chaqueta puesta, ya que no podía sentir completamente el cuerpo de su vecina que iba sin sujetador. Sin embargo, no pudo desaprovechar la oportunidad que la vida le entregaba y sus manos se apoderaron de forma cautelosa de las caderas de Dana para ir con cuidado hacia su trasero.

Ella dio un respingo al sentir las manos de Ethan en aquella zona, aun así no se alejó ni tampoco se separó de aquel beso que él le estaba regalando. Pero al momento de sentir como Ethan sin previo aviso la empujaba sin separarse de su boca hasta el sofá y la sentaba, tomando con mayor confianza su trasero, provocó que el beso se detuviera y lo mirara sorprendida.

— ¿Qué haces? –dijo sentada en la orilla del sofá mientras que las manos de Ethan ahora estaban en su cadera y él entre sus piernas.

—Besarte ¿no quieres más? –dijo él sonriendo, observando como el pecho de ella subía y bajaba ante aquel intenso momento que ambos estaban teniendo.

—Sí, pero…

Ethan no dejó que ella siguiera hablando, volvió a besarla, tomándola desprevenida.

El ángel no pudo concentrarse en aquella caricia que los labios de su humano buscaban sobre los de ella, es más, ni siquiera pudo cerrar sus ojos. No tuvo que pensarlo dos veces para darse cuenta de lo que estaba sucediendo ahí. Sus manos trataban de controlar las de Ethan que se volvía cada segundo más ansioso por tocarla. Dana podía sentir la lujuria de su humano casi en el aire, pero no fue necesario su séptimo sentido para averiguarlo ya que segundos después sintió como la tomaba desde su espalda baja y la acercaba a su cuerpo, dejándola sentir entre sus piernas como su erección se marcaba en el pantalón.

Ethan ni siquiera se dio cuenta de lo que sucedió segundos después de haber realizado aquel movimiento. Solo cuando abrió sus ojos se dio cuenta de que se encontraba apoyado en la pared que había a un par de metros tras él y Dana estaba mirándolo asustada, apoyada en las grandes ventanas.

— ¡No! –Dijo ella asustada, pasando sus manos por los brazos frenéticamente, mirándolos cada cierto segundo –no puedes ¡no podemos!

— ¿Cómo demonios llegué aquí? ¿Me empujaste? –él ni siquiera movió un brazo, se quedó estático, solo moviendo sus ojos, tratando de encontrar una explicación para tan drástico cambio de escenario.

—Yo no voy a alimentar tu lujuria, si necesitas a alguien, puedes utilizar a tu secretaria, conmigo no –las palabras temblorosas y asustadas que salieron de Dana desconcentraron a Ethan por completo. La miró preocupado.

— ¿Qué dices? –Avanzó hasta el sofá mientras ella lo observaba asustada desde la ventana –yo no…

—Tus manos eran bruscas, así no, no me gusta.

Dana sentía como su cuerpo había aumentado rápidamente de temperatura por las caricias de Ethan; su cuerpo estaba reaccionando de una forma extraña y sabía que era producto de la excitación y placer que le daba Ethan, pero esa información no dejaba de asustarla, más cuando sabía que solo había lujuria por parte de él en ese segundo.

—Está bien, está bien –dijo él cauteloso, sintiéndose un monstruo al ver como los ojos de Dana lo miraban asustados y como ella trataba de cubrirse con sus brazos. Se acercó lo suficiente para poder tocarla.

—Ethan, no brusco… te ves hambriento de esa forma –él sonrió, sintiendo nuevamente como esa mujer hacía que sus mejillas se sonrojaran, avergonzado.

—Lo siento, tú provocas eso, iremos despacio, lo entiendo –sus manos atraparon las de ella para separarlas de su cuerpo y poder entrelazar sus dedos –lo siento ¿sí?

Ella se quedó hipnotizada al ver los ojos de Ethan, ese verde que ahora la miraba con ternura mientras que la apoyaba lentamente contra el cristal, al igual que sus manos entrelazadas, al nivel de la cabeza de su hermosa vecina.

— ¿Ahora luzco hambriento? –dijo atrapándola de todas formas con su cuerpo, pero esta vez ella pudo notar que él seguía con sus ojos más oscuros, incluso vidriosos, pero sabía que estaba atento a las palabras que saldrían de su boca.

—Si –dijo ella, suspirando al sentir como la nariz de Ethan chocaba contra la de ella, jugando, tratando de buscar su boca.

— ¿Y no te gusta?

—Ahora si porque estás observando quien soy, no lo que soy –él sonrió, dándose cuenta de la diferencia que había en esas palabras.

Dana deseaba ver esa mirada hambrienta en él, pero no por su cuerpo, sino por lo que era ella realmente, sería la única forma de saber que no estaba siendo malvada con él al esconderle su verdadera identidad y al mentirle constantemente.

—Ya veo, quien eres –susurró contra los labios de ella –mi Dana.

Fue ella quien finalmente se empinó solo un poco para alcanzar los labios de su humano, esta vez cerrando sus ojos y entregándose a las suaves caricias que él le regalaba. Sus manos entrelazadas caían despacio apoyadas en el vidrio mientras los dos seres de distintas especies se entregaban al mágico momento que proporcionaba un beso.

Tan especial era aquel beso, que Ethan no volvió a recordar el hecho de haber retrocedido metros en menos de un segundo y no haberse dado cuenta de cómo ocurrió.  Tan especial era aquel beso, que Dana ni siquiera se preocupó de su suéter destrozado al nivel de su espalda por haber dejado escapar sus alas sin control para poder alejar a Ethan, de quien las escondió al darse cuenta de lo que había hecho. Tan especial era aquel beso, que ambos solo se entregaron a disfrutar del otro mientras que sus corazones se iban acoplando de una forma única que podían conseguir dos enamorados predestinados.

Ethan salió de la oficina de su jefe, Gaspar, disculpándose por llegar tarde, situación que se estaba haciendo cada vez más frecuente, sin embargo, no podía regañarlo porque sabía quién era el motivo de su atraso, pero de todas formas su seudo empleado dejó de importarle cuando minutos después de haber dejado de hablar con Ethan, apareció Adam sonriendo de forma sospechosa, cerrando la puerta de madera y las persianas de las ventanas.

—Nuevamente llega atrasado tu protegido, Gaspar –Adam, vestido de jeans oscuros y una camiseta verde que se ajustaba a su cuerpo, además de la chaqueta de cuero marrón; se sentó en el sofá y miró al humano de forma altanera. Estaba molesto.

—No puedo controlar lo que hace fuera de esta oficina, además estaba con tu pequeña angelito, todos lo sabemos.

—Exacto –dijo Adam frunciendo el ceño –si logras que llegue puntual, no se quedará perdiendo el tiempo con Dana.

—Mira, ese trabajo es tuyo, no tienes por qué venir a reclamarme eso, además no soy el único aquí ¿Qué sucede con mi hermana? Ella también está a cargo de Ethan ¿sabes?

—Me importa un comino tu hermana cuando tú eres el encargado de esta misión ¿Cuánto tiempo llevas Gaspar? Años cuidado de Ethan, es tu labor, evitar que demonios acaben con él.

—Lo sé.

—No creo que lo sepas, ya que sabes la situación que vivimos hace unos días, con Arial y Lilia ¿no? –Gaspar puso los ojos en blanco, molesto.

— ¿Es mi culpa eso también? Deberías haber mantenido a las chicas fuera de esto.

—Quiero que te vuelvas más astuto, llevas bastante tiempo en la tierra y resulta que ahora estás olvidando lo que te enseñaron de pequeño ¿no? te estás dejando estar, no olvides que tu vida también corre peligro, menos demonios, más posibilidades de vivir ¿No? hazlo por tu hermana al menos.

—No me vengas con sermones Adam.

—Soy mayor que tú, puedo hacerlo, estoy velando por tu existencia también, ustedes son los últimos de una larga generación de humanos que se dedicaban a matar demonios. Tú respondes ante mí Gaspar, sabes que si no fuera por este ángel caído, tú y tu hermana estarían bajo tierra hace años, ya sea de viejos o porque los asesinaron.

—Lo sé –dijo Gaspar, mirando hacia un lado.

Adam lo quedó observando, su humano favorecido por su amistad, no dejaba de parecer un adulto recién abandonando la adolescencia. Sus ojos oscuros, al igual que los de su hermana, resaltaban aquella pálida piel y aquel cabello también negro como la noche, el cual siempre llevaba a un corte adecuado, le hacían pensar que seguía siendo un niño.

—Debiste darte cuenta de Zoe ¿Cómo no lo notaste? Ahora debemos ser extremadamente cuidadosos Gaspar –dijo con un tono más relajado, acercándose hasta el escritorio de su amigo que vestía de traje negro –Zoe no podrá ser despedida o Gabriel se dará cuenta de algo y al final sabrá que estoy metido hasta el cuello en esto, él solo debe saber que yo quiero lo mismo que él  ¿quieres acabar con lo que hemos estado buscando hace veinticinco años?

—Lo sé.

—Esta es la oportunidad que estamos buscando para la redención de muchos, no podemos arruinarla.

— ¡Si lo sé! Tú deberías preocuparte de que Dana se convierta en arcángel pronto Adam, además de que Ethan ya despierte de una vez por todas, que se convierta en el humano que todos estamos esperando, debe servir para las almas como está predestinado ¡no para ser publicista! ¡Me aburro!

—Nada está predestinado, no seas ridículo y Dana se está encargando de ello, a sus métodos, pero lo está haciendo. Ahora se ha ido a mi casa para aprender sobre demonios, eso hace unas semanas no habría ocurrido ¿sabes?

Adam se acercó hasta las ventanas para poder observar hacia la ciudad.

—Dile a tu hermana que tenga cuidado cuando sale de noche, hace unos días casi acaban con ella.

—Sabes que no saco nada diciéndole algo, me dará una patada en las pelotas y seguirá en lo suyo, odia estar escondida.

—Cualquiera odia estar escondido ¿tú no? –Gaspar sonrió con nostalgia.

—Décadas atrás era entretenido salir en las noches a matar demonios que envían los de abajo, pero ya con el tiempo, me di cuenta que no vale la pena, los humanos no lo valen.

—Qué feas palabras, más para lo que deseamos cumplir, la humanidad saldrá favorecida –Gaspar esta vez sonrió honestamente.

—No, solo será una beneficiaria por accidente. Si deseo que haya menos demonios es para poder tener una eternidad en paz o desear acabar con ella cuando yo lo desee, no cuando un monstruo quiera arrebatarme la vida…  y tú, mi querido ángel caído, solo deseas que esto funcione por tus Nephilim, para que no terminen en el infierno por su forma de pensar y por los arcángeles con los cuales han acabado, además de ser hijas de demonios importantes.

—Es verdad –dijo Adam girándose –y no olvides a los rezagados, también deberían tener una oportunidad.

— ¿Rezagados? ¿Cómo tú?

—Claro que no, yo no soy un demonio, solo soy un ángel caído.

— ¿Cómo lo que será Dana? –la mirada de Adam se oscureció ante la posibilidad.

Gaspar miró la mano derecha de su amigo eterno, observando las marcas que había en ella, negras como la oscuridad y marcadas en él a fuego. Aun así si ponía atención en la mirada de Adam, podía saber que las marcas que llevaba en su alma eran aun más dolorosas y crueles que las de sus brazos.

—Exactamente como lo será Dana.

Dana miraba atenta la llave antigua que Adam le había entregado con una sonrisa en la boca. Observó la puerta que había bajo la alfombra en la sala de la mansión de su tutor terrenal, no podía evitar sentir nervios al saber que después de esto, no había vuelta atrás, tendría nuevos conocimientos y nuevas alternativas. Toda acción, tenía una reacción.

—Yo igual quiero que me arrinconen contra una ventana, Lilia –dijo apenada Arial mientras tomaba su cabello rojo como fuego en un moño, para evitar que llegara a su cara. Era su peinado de chica estudiosa, así no se desconcentraba mientras leía libros.

Esta vez la pelirroja llevaba un vestido azul que se ajustaba al nivel de su pequeña cintura por un cinturón negro, unas medias negras y unos tacos oscuros que la hacían ver aun más poderosa.

—A ti te arrinconan contra camas cuando deseas, no seas cínica.

Lilia observó sonriendo a una sonrojada Dana, mientras llevaba su cabello suelto. Sus ojos violetas tan amables como siempre, y que pasaban desapercibidos con la ropa que llevaba. Unos jeans claros y una camiseta de líneas negras y blancas horizontales, además de un suéter violeta, era su conjunto elegido.

—“¡Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios!” palabras de Juan, Lilia, yo no invento, la Biblia lo dice –su amiga y prácticamente hermana, la miró negando.

—Eso se refiere a que…

— ¡A que debo aprovechar todo ese amor que encuentro entre los humanos! Unos se saben mover muy bien ¿sabes?

Dana comenzó a reír sin poder evitarlo, distrayéndose de su misión para solo reír por las palabras de Arial. Un día de estos acabaría con mucho dolor en su barriga por lo mucho que la hacía reír.

—Ambas hablan de más –dijo Dana, sabiendo cómo era la actividad sexual de sus amigas que no habían dudado en comentarle cada detalle de su casi inexistente relación con humanos –basta de bromas, si les dije lo que sucedió con Ethan es debido a…

—A que no sabes identificar las sensaciones de enamorada, así de simple –dijo Arial –para que vayas reconociéndolas, solo son las que Ethan te provoca ¡que tierno! –se apoyó del brazo de Lilia que la observaba sonriendo.

—Habla la experta, no eres más que un personaje, por dentro mueres de amor y romanticismo, pero por fuera te comportas como una zo…

—Basta –dijo Dana mirando de nuevo la puerta en el suelo, era hora de entrar.

Metió la llave que Adam le había entregado y abrió la puerta, encontrándose con una larga escalera.

— ¿Para qué creas tanto suspenso? Vamos, avanza –la animó Arial sonriendo.

Las tres bajaron las escaleras, que eran bastante largas hasta que Lilia se acercó al interruptor e iluminó todo el lugar.

—Esto debe ser una broma ¿es que estoy soñando? –dijo Dana mirando a su alrededor.

Todo era muy claro, tanto como la biblioteca que había en la tierra de los ángeles. Constaba de un gran salón, tan grande como la mansión de Adam, con pilares de mármol, paredes de blanco, al igual que el suelo. Había un gran pasillo que separaba las estanterías que se encontraban por cada costado, guardando cientos de miles de libros. Dana miró hacia sus lados, notando las escaleras en forma de caracol color blanco, que llevaban al segundo piso, desde donde se encontraba también podía ver las estanterías superiores, llenas de libros.

—Adam tiene este lugar mucho antes de haberse decidido a abandonar a los ángeles –aclaró Lilia –él ha escrito la mayoría de los libros, aunque hay otros que el mismo Gabriel le ha entregado.

—Lo más probable que también su amigo Eric le haya dado unos cuantos para aumentar esta increíble colección.

—Imposible –dijo Dana sin poder entender la existencia de aquella gigantesca biblioteca — ¿Cómo es que…?

—Adam le encanta registrar todo los sucesos de la tierra para finalmente ir formando libros –Lilia miró hacia la biblioteca que no había pisado hacía ya años. –después los va guardando aquí.

—Es una gran colección, ¿crees qué toda esta mansión era para Adam? No, es para encubrir este lugar, su biblioteca sagrada.

—Sin duda es sagrada –dijo Dana mirando hacia Arial, que le sonreía — ¿Cómo podré estudiar todo lo que necesito? Será eterno, no tengo ese tiempo.

—Claro que no, la sección de demonología, creada por el mismo Gabriel, está al final hacia la derecha –aclaró Lilia.

— ¿Ustedes conocen bien esta biblioteca? –Dana retrocedió lo suficiente como para sentarse en el último escalón de la escalera, observando agobiada a sus amigas.

—Claro, crecimos aquí, la información te da poder –dijo citando Arial a Adam –nos pasamos décadas estudiando aquí hasta que después decidimos irnos, nuestro querido ángel caído pasaba menos tiempo en casa, aunque de eso último culpo a Lilia, ella lo sigue poniendo nervioso.

—Oh calla de una vez –dijo Lilia, ahora sentándose al lado de Dana –pero es cierto, nos pasamos décadas y décadas estudiando sobre demonios y ángeles, de nuestra historia y de cómo es allá abajo y arriba, luego pudimos tener el entrenamiento adecuado de forma paralela hasta que nos supimos defender.

—Adam creo dos guerreras formidables, decía que ni siquiera allá arriba había alguien como nosotras.

—Ya veo –susurró el ángel, sintiéndose muy pequeña.

—Pero tú solo debes comenzar por lo que te interesa, demonios, y nosotras te ayudaremos ¿te parece? –Lilia pasó su brazo por los hombros de su apenada amiga.

—Vamos pequeña angelito, que si antes comienzas, será mejor.

Arial fue la primera en subir la escalera, seguida por sus dos amigas. Dana no podía dejar de observar asombrada hacia el primer piso, mirando como había solo tres mesas en el centro, que tenían lámparas para ayudar a la lectura, además de tener unos cómodos sofás color blanco.

— ¿Se parece a la que hay arriba? –Preguntó Arial mientras seguían avanzando.

—Solo en los colores, la de arriba es infinita –susurró Dana.

— ¿Y te sorprendes de esta? Pensé que nunca habías estado en una biblioteca tan grande.

—Una que exista en la tierra, imposible, por eso me he sorprendido tanto ¿Cómo obtuvo Adam los libros que creó Gabriel?

—Son amigos, ya sabes, se hacen favores… —por la expresión que tuvo Dana, Arial se dio cuenta de inmediato que estaba hablando demás –pero oye, no son íntimos, solo son conocidos del cielo que están en el mismo lugar, cuando tu mortalidad esta en duda no pueden tener muchos conocidos eternos. Adam jamás te traicionaría con Gabriel, eso lo debes saber, un trato entre ángeles es sagrado.

—Supongo, pero Adam ya no es un ángel.

—Yo siempre he pensado que sigue siéndolo, en el fondo de su corazón –Lilia susurró, más concentrada en sus propios pensamiento que en los temas que sus amigas hablaban.

—Adam Foster, todo un misterio ¿no? –dijo Dana, siguiendo a Arial que había girado hacia la derecha, observando los nombre de los libros.

De esa forma comenzó a pasar uno tras otro mientras que Lilia  se apoyaba en la estantería observándolas, pensando si realmente Adam alguna vez dejaría de sentirse como un ángel o su agonía se volvería eterna.

—Muy bien, con eso deberías estar bien ¿no? –Arial miraba a su amiga con los brazos en jarra sobre su cadera, satisfecha de los libros que le había entregado.

—Si –Dana trató de mirar a su amiga a través de los libros, pero se rindió.

—Yo te ayudo –Lilia tomó unos diez libros que Dana tenía.

Bajaron hasta el primer piso y dejaron los libros sobre una de las mesas.

—Bueno, es mejor que comencemos –Arial, trayendo los sofás que estaban en las otras dos mesas, se ubico al frente de Dana –estas serán unas largas horas.

De esa forma las tres se ubicaron de la forma más cómoda para ir leyendo, recordando y explicando a Dana, quien escuchaba atentamente, hacía preguntas de lo que no entendía e iba haciendo anotaciones, ya que se estaba dando cuenta que tenía un nuevo mundo que conocer.

—Bueno, yo las dejaré –dijo Lilia poniéndose de pie, un tanto incómoda.

—Está bien, vete –le dijo Arial tomando otro libro.

—Adiós –dijo Dana haciéndole una seña a Lilia que desapareció rápidamente — ¿Por qué se fue?

—Me sorprende que haya venido, no le gusta recordar los tiempos que pasaba con Adam.

— ¿Lo tiempos? –dijo frunciendo el ceño, sin entender.

—Dame un segundo, tengo hambre –para la sorpresa de Dana, Arial sacó su teléfono celular y llamó a la empleada de la casa para que trajera algo de comida. Le fue inevitable preguntarse, cuanto sabía la mujer que siempre cuidaba de este lugar.

— ¿De qué estabas hablando? –susurró el ángel, sin entender de lo que hablaba.

—Oh pequeña angelito, tienes mucho que conocer sobre la historia de esos dos, no creo que sea la adecuada para decírtelo, no me gustan que me escondan información en secretos, pero yo si los guardo fervientemente, aunque solo te diré que aquí se pasaban todo el día juntos, Adam y Lilia –Arial dejó el libro en la mesa –ya no estoy tan segura de que sean el uno para el otro, han pasado ya muchos años separados, mi esperanza se acaba.

—No sé de que hablas.

—No importa, sigamos, mientras nos traen algo de comer, dime entonces lo que has aprendido.

—Bien, supongo que la cosa es así: los demonios constan de una jerarquía de tres categorías, los superiores, subordinados y legiones infernales.

—Claro, en la primera se encuentra Lucifer, Belzebuth y Astaroth, quienes son Rey, Príncipe y Duque respectivamente.

—Eso ya lo sabía –aclaró Dana –cultura general por decirlo de cierta forma.

—Después vienen los Espíritus Subordinados, ahí hay demonios realmente malos, como dato, te digo que ahí pertenece el padre de Lilia y el mío.

—Entiendo.

—Las Legiones Infernales, último dentro del escalafón, pero que se divide en tres, Legión Infernal donde están los Guerreros, los Torturadores de espíritus buenos como las almas perdidas. Después está la Legión del Mal o Elite, aquí se encuentra Gabriel, solo escuchan la voz de Satanás, son muy peligrosos. Finalmente esta la Guardia Infernal, protegen a los demonios que hemos leído antes

— ¿Y donde califican los otros demonios que vimos aquella noche? ¿Los humanos que son víctimas de demonios?

—De eso, te recomiendo que busques mayor información con el padre Sebastián, es muy simpático y sabe mucho sobre ese tema, lo único que te puedo decir es que mi querido progenitor es un maniático que le gusta ensuciar sangre humana con demoniaca y no me refiero a sus hijos, no… —los ojos rojos de Arial brillaron de forma peligrosa –toma humanos y los hace victimas de experimentos, apropiándose de su conciencia.

—Eso suena horrible ¿Quién se encarga de acabar con él? –Arial sonrió al escucharla.

—Nadie puede, ningún Arcángel se ha podido cargar a mi padre, incluso se dice que Gabriel en sus tiempos de bondad deseo acabar con él, pero que no fue capaz… en estos últimos años he visto como ahora los dos, son mas íntimos ¿sabes?

—Qué monstruo.

—Como sea –la Nephilim se volvió a concentrar –todos los espíritus oscuros que vemos en el mundo no son más que la escoria del infierno, puede ser un asesino que mató a sus hijos o esposa, ese hombre y su maldad se vuelven en demonios, escoria del infierno que si acaba en nuestras manos, no irá a ninguna parte, se esfuma de cualquier existencia posible. Supongo que con Lilia tendremos la misma fortuna.

—Por supuesto que no –dijo Dana sonriendo –imposible, ustedes son eternas y además se han dedicado a eliminar demonios ¿Que eso no puede ser indicio para recibir el Cielo? claro que sí.

—Tú no nos conoces tan bien, no solo hemos eliminado a demonios, sino que también varios arcángeles han caído en nuestras manos, creo que haber asesinado guerreros de Dios nos ha condenado, por eso con Lilia tratamos de aprovechar cada día, aunque ella no tanto.

Dana quedo observando a su amiga Nephilim, imaginándose como asesinaba a cualquier Arcángel con sus manos, acabando con su existencia ¿Cómo podría una persona así acabar en el Cielo? eso no era posible, si no se arrepentían de aquel pecado mortal.

— ¿Cómo lo han hecho? ¿Tan poderosas son? En aquel libro decía que si ustedes usaban mucho sus poderes, su lado demoníaco se revelaba con mayor determinación.

—Así es, Lilia debe tener más cuidado, es mucho más poderosa que yo, pero creo que es debido a su carácter, si sigues un buen camino y recaes en usar tus poderes, el golpe es mayor tanto para tu objetivo como para una. Nuestra alma se ve manchada cuando ocupamos nuestros dones.

—Supongo que es el precio por tener una vida más larga.

—Puede ser –susurró Arial triste.

— ¿Cómo es ese ciclo de que tienen para crecer? En el libro de Nephilim explicaba que crecían cada cierto tiempo.

—Aquel libro lo hizo Adam, basándose en lo que vio a través de Lilia. Crecemos cada cuatro años, pero no es así desde el principio.

—En su herencia genética, su madre traspasa la edad de su límite humano ¿no?

—Exacto, cuando mi madre tuvo una noche de locura con mi padre, a los quince o dieseis años dejó de ser completamente humana. Yo crecí como cualquier persona hasta esa misma edad y después comencé a envejecer mucho más lento y de mejor forma. Técnica y matemáticamente hablando, yo debo tener entre treinta y dos años, pero me veo de diez años menos ¿no?

—Absolutamente, eso mismo pasa con Lilia, pero has dicho que ese libro lo hizo Adam ¿él crió a Lilia?

—A las dos, pero cuando yo tenía más de cuatro años o algo así, a Lilia la tuvo desde que era una bebé.

—No me imagino a Adam cuidando a un bebé, dándole el biberón e hirviendo paños, en esos tiempos.

—Claro que él  no hizo eso, con ninguna de las dos. Lo veíamos cada cierto mes, solo un día y después desaparecía. Después cuando nos volvimos adolescentes, nos comenzó a entrenar, antes solo habíamos estudiado lo teórico.

—Entonces Adam es como el padre de ustedes dos ¿no?

—No, él nos proporcionó un techo, comida, estudios y las herramientas para defendernos de quienes nos deseaban muertas. Por lo cual estaremos eternamente agradecidas, pero no es nuestro padre, para eso se hubiera necesitado otras cosas, como cariño, cuentos en la noche, que nos haya preparado la comida, pero él no hizo nada de eso, lo cual agradezco ¿te imaginas ver de padre a Adam? ¡Con lo bueno que esta! No gracias –aquello lo dijo riendo, relajándose un poco más ante un tema tan complicado para ella.

—Sacando cuentas, tu debiste nacer en…

—1929, en cambio Lilia nació en 1921.

—Impresionante.

—Supongo, pero tú ¿Qué edad tenías para ese entonces? –Dana se sonrojó al sacar las cuentas para ese entonces.

—No tengo la menor idea que edad debí tener en ese entonces, allá arriba el tiempo no corre como acá, menos cuando no tienes a nadie a tu cargo. En esas décadas yo solo me entrenaba y aprendía sobre los ángeles, pero sí recuerdo que en 1860, Gabriel descendió, abandonando a todo el mundo, yo tenía apenas 15 años.

— ¿Y de verdad estabas enamorada de él?

—Sin duda alguna, pero cuando se fue, ya no siguió siendo el mismo. Su alma cambió y con eso mi amor por él.

—Eras pequeña para ese entonces ¿Cuánto llevabas allá arriba?

—Morí a los 15 años, aunque no recuerdo como ni cuando, solo ver a Eric y elegir seguir siendo un ángel, supongo que fui una humana ejemplar ¿no? tenía 15 cuando conocí a Gabriel, para ese entonces él representaba tener alrededor de veinte años. Era hermoso.

—Sigue siendo guapo.

—No, es diferente, no se trata de ser atractivo solamente, él era hermoso, tanto por fuera como por dentro… sin embargo, se volvió oscuridad y terminó cediendo ante Satanás.

—Como sea, dime ¿te ha gustado lo que hay en estos libros? –Dana cerró el que tenía en la mano, dejándolo sobre la mesa –tienes madera para poder salir a cubrir a los demonios con tu Daga.

—Ciertamente esta nueva información es interesante, sobre todo los tipos de demonios que hay y que podrían herir a Ethan si es que Gabriel así lo decide.

—Deberás apresurarte con ese humano ¿o decidirás convertirte en arcángel? Podría ser una buena estrategia para quedarte con nosotros y no volver arriba. Los que he visto tienen unas armas increíbles.

—Sí, las Dagas pasan a segundo plano, se entrega una nueva arma que queda a tu elección, aunque da lo mismo ya que cambian forma, uno tiene poder absoluto sobre esta, puede acabar tanto con demonios como con humanos, es un gran peso que se lleva encima, por eso se reciben las marcas en el brazo izquierdo, para no olvidar la gran responsabilidad que se tiene llevar tal armamento –Arial asintió, había leído sobre aquella información –además de otros dones que se reciben, las alas cambian, te vuelves más resistente, entre otras cosas… te vuelves un guerrero.

— ¿Y ese jefe tuyo? ¿Es un arcángel? –pregunto Arial cautelosa.

—Claro que no, Eric es un Dominación, encargado de entrenar a Arcángeles, ni siquiera quieres saber todas las cosas que puede hacer ¿has luchado antes contra un Dominación?

—No y espero no tener que hacerlo, él se veía muy peligroso.

—Eric es muy estricto –asintió Dana, recordando su entrenamiento con él, a pesar de ser solo espiritual. Él había decidido tomarla como pupila individual.

— ¿También tiene tatuajes?

—Todo Ángel que asciende para tener armas tan poderosa tiene tatuajes en su brazo izquierdo, además de la armadura que te cubre de armas demoníacas.

— ¡Esas son las mías! Un día podríamos comprar algo nuevo para ti, estoy segura que te sentirías más cómoda con una de esas, son maravillosas. Te sirven tanto para demonios como ángeles.

—Prefiero abstenerme de esos juguetes.

— ¿Y ese  Eric no tiene un pasado oscuro? ¿Algún tatuaje en el brazo derecho? –Dana sonrió ante la curiosidad de Arial.

—Claro que no, aunque el otro día me mostró su hombro derecho, tiene unas marcas.

—Pero sigue siendo virgen, qué gracioso –Arial comenzó a reír al imaginarse a Eric, tan grande y peligroso, siendo un ángel casto y puro.

— ¿Por qué estas tan interesada en Eric?  —la Nephilim levantó sus hombros, quitándole importancia.

—Porque es mi enemigo, es mejor conocerlo bien.

—Bueno para que lo conozcas mejor, debes saber que todo ángel que asciende aun más, llegando al nivel de Principado, tiene un tatuaje especial, es una flor de lis.

— ¡Adam tiene el símbolo de flor de Lis por todas partes en su oficina! –dijo Arial sonriendo en tal descubrimiento.

—Sí, ese tatuaje queda ubicado donde el ángel decida. Eric también debe tener el suyo por alguna parte, ya que antes de ser Dominacion, debió ser un Principado.

—Interesante ¿Por qué me dices esto, Dana? ¿Quieres que me dedique a buscar por el cuerpo de Eric su flor de lis?

La ángel no pudo evitar comenzar a reír, no se podía imaginar a Eric y Arial juntos, eran agua y aceite, sobretodo porque su amiga era una Nephilim. De todas formas las palabras de ella la hicieron reír, siempre decía bromas con un sentido sexual que para sorpresa de ambas, Dana captaba con rapidez.

Después de haber reído y comentado otros detalles sobre los demonios y ángeles, fueron interrumpidas por la empleada que traía la comida, en una bandeja para los dos seres especiales que había al centro de esa gigantesca biblioteca. Dana esta vez puso mayor atención a la mujer, ya de unos cincuenta años, de cabello que comenzaba a volverse canoso y de grandes ojos marrón. Era pequeña y de caderas anchas, llevaba una uniforme gris con un delantal blanco, las miraba sonriendo, pero aun así, el ángel pudo observar que había algo extraño en aquella mujer, sus ojos eran más profundos que una humana con la misma edad.

Después de ese momento de leve desconcentración, ambas volvieron a meterse a los libros. Ninguna sintió cansancio y volvieron el estudio mucho más entretenido, relacionándolo tanto a Adam como a Eric, incluso Gabriel. No se dieron cuenta que la noche había llegado hacia horas, no fue hasta que cuando Dana miró su celular que vio la hora que era realmente.

—Pronto serás las tres de la mañana, me retiraré por hoy, creo que esto se está volviendo mucho más entretenido. Gracias Arial.

—Entonces vete ya, hoy me quedaré aquí como en los viejos tiempos.

—Nos vemos.

Ambas se despidieron de un beso en la mejilla y después Dana corrió para salir de la biblioteca. Sigilosamente escapó de casa de Adam por la puerta de atrás, sintiendo que su estómago pedía algo de comida, así que decidió que llegaría a cenar, aunque fuera de madrugada.

Miró hacia los lados, observando que en el patio de Adam nadie estaba vigilando. Sonrió satisfecha al darse cuenta que había sido una buena elección romper de forma casi imperceptible su blusa blanca que llevaba, de esa forma cuando sus alas blancas como ningunas se expandieron, no rompió la prenda. Respiró profundamente, sintiendo la maravillosa sensación de liberación al tener sus alas expuestas. Eran grandes y blancas, casi brillaban de lo puras que eran. Dana orgullosa las batió un poco como si estuviera estirando las piernas luego de haber estado sentada tanto tiempo. Sin esperar otro segundo, batió sus alas más fuertes y se elevó al cielo, a metros de altura solo de un movimiento.

Subió lo más alto que pudo para esconderse entre las nubes, disfrutando de los pocos minutos o segundos que tendría volando antes de llegar al edificio donde estaba su departamento.

Dana ajustó el bolso que llevaba en la mano anteriormente, ya estaba en la azotea del edificio, arreglando su cabello mientras esperaba a que Ethan contestara, para su sorpresa si lo hizo, al tercer pitido.

—Quiero cenar ¿te apuntas?

—Son más de las tres de la madrugada.

— ¿Y? ¿No íbamos a disfrutar el momento? –Ethan sonrió, recostado en su sofá, observando calmadamente como varias llamas de diferentes colores rondaban en su casa, aun sin revelarse ante él, aunque lo había pedido más de una vez.

—Bien, pero no me cambiaré de ropa, ya me he puesto el pijama.

—Eso no importa, nos vemos en mi departamento.

No pasaron más de cinco minutos cuando Ethan estaba en la puerta, mirando a una sonriente Dana que también se había puesto su pijama, después de haber guardado secretamente su Daga.

—Buenas noches –sonrió Ethan, feliz de poder ver a Dana por segunda vez.

—Buenas noches.

Él de inmediato tomó de la cintura a Dana, acercándola a él para poder besarla.

—He pedido comida por el teléfono, es mi primera vez.

—Harás que me convierta en un vampiro, viviendo de noche, si comienzas a tener este estilo de vida –ella sonrió, ahora apoyada en la puerta, mirando como Ethan solo estaba con unos pantalones negros de pijama y una camiseta gris que dejaba sus bíceps expuesto, marcados debido al trabajo en el gimnasio.

— ¿Dónde has estado hoy? –susurró sin dejar de observar lo guapa que lucía Dana con su pijama gris, de pantalón corto y camiseta con tiras que dejaban verla de una forma más… expuesta al no llevar sujetador.

Dana observó con sus ojos miel brillando a Ethan, pensando en lo mucho que haría por él. Lucharía con todos los demonios que fueran para mantenerlo a salvo, ella era su escudo y lo protegería de cualquier ser que quisiera acabar con su humano.

— ¿Qué sucede? –dijo Ethan ahora mirándola confundido al notar que no recibía respuesta.

—Quiero que sepas que pase lo que pase en el futuro, siempre habré sido afortunada por conocerte, me has dado una segunda oportunidad que jamás pensé en tener, me devolviste algo que se me había sido arrebatado.

Ethan expiró de forma brusca, sintiendo escalofríos al ver lo honesta que era Dana. Como lo miraba de esa forma que solo ella podía y le decía palabras que jamás había escuchado en otra mujer. Se estremeció al pensar que no deseaba mal para el futuro de ambos, que no quería que nada se interpusiera entre ellos… no quería tener a nadie más que a Dana.

— ¿Quién eres? –dijo él observándola muy serio –has llegado de un momento a otro a mi vida, cambiando todo para bien, creo a veces que has caído del cielo –Dana avanzó unos pasos hasta rodear el cuello de Ethan con una sonrisa que lo dejó en blanco por varios segundos.

—Soy tu ángel custodio –ella sonrió, sabiendo que sus palabras aunque eran lo más cierto que le había dicho a Ethan sobre ella, él jamás pensaría en que son ciertas.

—Ni siquiera me estoy negando a esa posibilidad.

Ambos se fundieron en un beso que duró varios minutos antes de ser interrumpidos por el timbre. Se quedaron conversando y comiendo hasta que el sueño los venció y para sorpresa de Ethan, Dana le pidió que por favor durmiera con ella como lo hizo antes. Su humano encantado aceptó, pensando en que iba a ser una larga noche al tener a su hermosa vecina entre sus brazos.

Si que me demoré en subir capitulo, no lo sintieron realmente, pero bueno xD Espero que les haya gustado, este capitulo es mucho más informativo, ya que antes de cualquier acción, Dana debe saber a quien esta atacando... o defendiendo. Espero que estén bien y muchas gracias a quienes se dan el tiempo de leer y sobretodo a Iria que reviso el capitulo.