viernes, 2 de marzo de 2018

Frío


Frío

Nos encontrábamos de pie observando como el Doctor se acercaba a Alicia, quien tenía la mirada dirigida hacia nuestra dirección, esperando que alguno actuara de alguna manera. Sin embargo, nadie era capaz de moverse, observábamos como el Doctor avanzaba lentamente hacia ella, quien se encontraba en una silla, maniatada.

-Algo esta mal -susurré, mirando los ojos de ella.
La tristeza y el horror se habían apoderado de su mirada.
-Observen y pongan atención de este ejemplo -dijo el doctor, tomando la cabeza de Alicia y girándola hacia un lado, exponiendo la zona detrás de su oreja derecha, donde había una herida infectada por haberse arrancado la Terminal que iba bajo de nuestra piel -Estas son las consecuencias de abandonar el sistema donde vivimos.
Mis ojos se volvieron a conectar con los de ella. Algo no iba bien en mi interior, al ver su expresión sentía que me esta comunicando algo, de alguna manera desconocida.
-Algo va mal -volví a susurrar, pero nadie me escuchaba ya que estaban todos atentos a como tres enfermeras se acercaban a Alicia, vestidas de un pulcro y blanco uniforme. Todo se veía muy estéril en el escenario, como si fuera un simple procedimiento.
Miré a los demás, pero todos seguían en la misma posición, mirando hacia al frente sin siquiera demostrar alguna expresión en sus rostros.
Fue en ese momento cuando sentí que algo se quebraba en mi pecho. Una sensación que no podía reconocer, pero dolía.
Miré a Alicia y ella no dejaba de observarme, sus rosados labios susurraron mi nombre.
-Leo -dijo de tal forma que solo yo habría notado ese mínimo movimiento en su boca y comprendido lo que decía.
¿Por qué?
Cerré los ojos al sentir un dolor en mi pecho que comenzaba a irradiarse por todo mi cuerpo con cada latido.
-Alicia…
Cuando dije su nombre todo comenzó a tomar color y los recuerdos comenzaron a invadirme. Mi pecho poco a poco fue dejando de convertirse en un cubo de hielo. Miré hacía sus ojos, lo que prácticamente me podía permitir saber lo que ella sentía por mi… y lo que yo sentía por ella.
Los recuerdos llegaron más rápido… risas, besos, abrazos en la oscuridad y manteniendo un secreto que íbamos a dejar atrás. Su mano acercándose a mi rostro, para acariciar mi mejilla. Una caricia, acto que jamás había recibido en mi vida. Su voz pidiéndome que escapemos de esta ciudad, para tener una vida solo los dos, de como iba a lograrlo, extrayéndose la Terminal de su sistema nervioso, para así dejar de ser prácticamente un robot.
-Mi corazón es tuyo, Leo…
Colores, sonidos… mis sentidos vuelven a la vida.
Últimos recuerdos, escenas que van y vuelven comienzan a llegar a su fin. Mi pecho no puede con el dolor que siento por las emociones que llegan una tras otras a este cuerpo defectuoso.
-Primero extraeremos su conciencia para poder eliminarla y luego se reubicará el Terminal en su sistema nervioso nuevamente.
El Doctor se acercó a ella, tomó un estilo de lápiz negro y lo acercó a la zona donde se encontraba el Terminal.
Comencé a empujar a las personas que estaban a mi lado para poder alcanzar el escenario. Nadie reaccionaba a mis movimientos. Eran estatuas con sus ropas grises, exactamente igual a la mía.
El Doctor me miró con una leve sonrisa en su boca mientras una luz se encendía, blanca y brillante, justo cuando extraía la conciencia de Alicia, quien no pudo hacer nada más que quedarse quieta.
No pudo ver como trataba de acercarme a ella, aunque nada habría logrado. El Terminal que llevaba bajo mi propia piel, detectó mi ritmo cardiaco y mi actividad cerebral. No fueron ni siquiera cinco minutos lo que le tomó darse cuenta de que algo iba mal.
Todo comenzó a oscurecerse, la imagen de Alicia fue consumida por una oscuridad que se llevó todos mis últimos pensamientos y recuerdos.
Quienes estaban a mi lado, me rodearon al ver que caía de rodillas, sin dejar de observar ese escenario, donde los ojos de Alicia se cerraban mientras presentaba unas convulsiones, sujetada por aquellas enfermeras, que no dejaron de mirar nunca en mi dirección.
-Alicia…
En ese momento perdí el conocimiento, sin poder retener ninguno de los recientes recuerdos que había alcanzado y que me habían traído de vuelta a la vida.
Todo se volvió negro.


Dos días después

Desperté en una camilla, mirando el logo de Guerra Universal que estaba sobre el blanco techo, era digital y giraba en 3D. Me encontraba vestido con una bata blanca y con una intravenosa instalada en el brazo derecho, donde pasaba algún tipo de suero.
Mi cabeza dolía como si hubiese salido recién de la batalla, pero no recordaba haber estado en una recientemente, ya que la próxima era en una semana.
Me senté con dificultad y esperé a que alguna enfermera se acercara. No pasaron ni siquiera tres minutos cuando una joven de blanco llegó con una sonrisa en su rostro, preguntando como me encontraba.
-Solo con dolor de cabeza, es muy fuerte.
Se acercó a la pared y presionó un botón que no había notado antes. Una bandeja con una jeringa cargada salió de esta y ella cargo al suero que se me estaba siendo administrado.
-Con esto te sentirás mucho mejor, soldado ¿no recuerda nada de lo sucedido?
-No -susurre, sin comprender
-Excelente, solo hubo un problema con la Terminal, pero ya ha sido arreglado. En media hora podrá dirigirse a su habitación. Que se sienta mucho mejor -sonrió amablemente y luego se retiró de la habitación.
Mi uniforme estaba al final de la cama y el dolor de cabeza ya había disminuido casi por completo.
De la camilla apareció el Asistente de Pacientes, que se componía por unas manos metálicas que retiraron la vía venosa y pusieron un pequeño parche para evitar que la gota de sangre escapara a la pulcritud de la cama.
Me levanté y vestí con cuidado, me acerqué a la ventana y pude ver la gigantesca edificación militar, pero me concentré en las tres lunas, distantes la una de la otra… eran hermosas.
-Se pide al paciente que se retire a su habitación -dijo una voz mecánica de los parlantes que se encontraban en las paredes.
Me retiré hasta mi habitación, caminando entre los demás soldados destinados a apoderarse de este planeta y pude ver como unos ojos verdes estaban concentrados leyendo su próxima misión. Tenía un cabello muy negro, como la noche y sus ojos destacaban, su ceño estaba fruncido leyendo la tarjeta sobre su próxima misión.
Ella levantó la mirada y me observó por unos segundos, no sé porque motivo mi boca formó una sonrisa y sentí algo parecido a cuando volvía a Tierra, por un tiempo, esa sensación de estar en mi hogar.
 Pude leer el nombre en su uniforme.
-Alicia Herrera.

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