martes, 17 de noviembre de 2015

Invitación Peligrosa - Capitulo 14


“Sorpresa”

Me miré en el espejo, estaba lista para un nuevo día de trabajo. Un blusa blanca con un escote decente, falda negra tubo, tacos negros y un abrigo negro, eso era lo del día de hoy, me sentía un tanto incómoda con las medias que llevaba, estas solo alcanzaban mis muslos, no estaba acostumbrada a usar ligas pero no había opción, solo habían de este tipo en el armario.
Max me había dejado tranquila en la noche, pero no sabía si había sido del todo cierto, ya que me costó mucho poder conciliar el sueño, pensando en diferentes momentos, que trato de no recordar.
Salí directo a la sala, ahí estaba Tara anotando en su agenda de cuero negro lo que Max le estaba dictando. Tara esta vez lucía un traje de dos piezas blanco, con diseños negros, lo que me sacó una sonrisa, de verdad le gustaban esos colores. Sus lentes llamaban la atención y estaba anotando muy concentrada, pero cuando me vio me sonrió.

—Lizzie, buenos días –fue como sacarme diez kilos de peso sobre mis hombros, por fin me hablaba como alguien normal.
—Hola Tara ¿Cómo estás?
—Tara –dijo Max llamando su atención, ella asintió y siguió anotando lo que necesitaba que hiciera para él.
Me senté en el brazo del sofá negro a esperar para que bajáramos y llegáramos Blake Ltda. Deseaba llegar pronto, me molestaba estar en este ambiente tan cercano con mi jefe.
—Tú no has desayunado –dijo Max girándose. Me apoyé mejor en el sofá. Lucía muy guapo con su traje negro, con su cabello esta vez correctamente arreglado, como la mayoría de las veces.
—No tengo hambre, comeré algo en el edificio, además vamos retrasados.
—No, hay tiempo, comerás…Tara, encarga algo para que traigan.
—No quiero nada Tara, gracias –ella se quedó detenida mirando a Max.
—Como gustes –dijo él, para después voltearse a la ventana –Tara es todo por hoy, gracias, encárgate de lo que se te ha asignado.
—Sí, Sr. Max, permiso –pasó por mi lado y me hizo una seña de despedida.
—Muy bien, vámonos, solo estamos perdiendo el tiempo aquí –dijo a los minutos de que se fuera Tara. Miré mi reloj y era temprano.
Llegamos al ascensor y decidí que mejor me iba por las escaleras, pero Max me tomó del brazo e hizo que entrara al ascensor. Me quedé a su lado, asustada, esto era tan humillante.
—Toma –dijo cuando todavía faltaban pisos para llegar al primero. Miré y noté que era un nuevo celular –tiene el chip de tu celular anterior, el que rompí cuando fuiste lo bastante estúpida para hacerme enojar –lo miré enojada y tomé el teléfono, guardándolo en mi bolsillo.
Salimos del ascensor en un segundo por mi parte y comencé a caminar hacia la salida, Max iba a mi lado. Pude notar que Thomas nos esperaba con la puerta abierta.
—Buenos días Sr. Max, Srta. Elizabeth.
—Hola Thomas –dije más contenta por tener una cara amigable, pero luego me sonrojé porque ayer casi él me vio desnuda, en un momento post sexo con Max, lo que era denigrante.
—Buenos días –dijo Max sin mirarlo.
Entré primero al auto y luego él. Miré a mi acompañante de reojo, tenía sus ojos fijos en la ventana ¿Por qué el Sr. Ezequiel se tenía que ir de vacaciones ahora? Esto era tan injusto para mí, el trabajo estaba siendo mi escapatoria de Max, pero ahora… no tenía nada.
—Green, te pediré que te calles —dijo con un tono tan desagradable, pero él no podía hacer nada para hacer callar mi mente, así que si no le gustaba, bueno, podría dejarme ir.
Sonreí ante ese pensamiento, sería una buena técnica, hacer que me libere por cansancio
 —Antes, estarías completamente drenada si eso fuera así –miré a Thomas y este miraba al frente haciendo caso omiso a lo que decía Max, era demasiado fiel a su jefe como para que este se alterara por un comentario cruel –Exacto y espero que no te entrometas en eso –dijo ahora mirándome. Fruncí el ceño sin entender –Solo ten cuidado, Green.
—Primero me tienes secuestrada y ahora me hablas en código, no esperes que haga maravillas con eso –dije mirando hacia la ventana.
—Claro que no lo hago, eres una simple humano —lo miré y rodeé los ojos.
Maldito arrogante, sabía que era el tipo de ser que se sentía mal por lo que era y trataba de tirar basura a su alrededor.
¿Tienes algún comentario a esto también o dejarás mi cabeza tranquila, Monstruo?
Noté que su mordida se tensó, pero no hizo nada más, solo miró hacia adelante durante el resto del camino.
Miré la hora y vi que recién eran las siete con veinte minutos. Ni siquiera los guardias deberían estar haciendo cambio de turno aun.
Me despedí de Thomas ya que Max no dijo nada más al bajarse.
—Aun es muy temprano.
—Eso no importa ¿eres una holgazana que llega justo a la hora para no trabajar ni un minuto más? –lo pensé un segundo.
—En realidad si –dije sin poder saludar a don Ernesto porque aun no estaba en su puesto, realmente no había nadie además de la recepcionista que se quedó baboseando al ver a Max.
Metí mis manos a los bolsillos y di un paso hacia atrás, este ascensor era muy diferente a los demás. Sin duda este edificio era gigante, mejor esperaría a Jennifer y Sophia.
—Ni lo creas –dijo Max tomándome del brazo y haciendo que entrara.
— ¡Deja de empu…! —Max me empujó hasta el final del ascensor, mientras plantaba sus labios contra los míos — ¡No! –dije empujándolo pero Max se metió a mi cabeza y una ola de calor paso por todo mi cuerpo.
—Ese no soy yo –dijo mientras bajaba el abrigo de un solo movimiento.
— ¡Aquí hay cámaras! –dije mirando la que estaba en la punta de esta caja metálica.
—Claro que esta desactivada ¿Crees qué me gustaría que un guardia gordo detrás de las cámaras te viera mientras te hago llegar a un increíble orgasmo? –lo quedé mirando enojada, pero a él le importó poco, como siempre, no se inmutaba si no me agradaba lo que hacía o si me gustaba como se comportaba, cosa que nunca sucedía.
Botó su propio abrigo al suelo y después fue levantando mi falda mientras sus labios me atrapaban, sin poder dejar que mi cabeza pensara como se debía ¡estúpidos labios de Max! Siempre me hacía lo mismo, me nublaban toda razón.
Gemí con fuerza cuando sentí su mano en mi entrepierna, rompiendo mi ropa interior, la cual noté que se la guardó en el bolsillo.
— ¡Max! –dije sorprendida ¡no me podía dejar así todo el día!
— ¡Claro que puedo! Y recuerda que aquí soy tu jefe –dijo de nuevo atrapando mis labios, apoderándose del inferior. Rodeó mis piernas con fuerza y me levantó. Envolví su cadera casi por instinto mientras me seguía besando.
¿En qué momento se bajo los pantalones que ahora sentía su erección contra mi entrada.
—Max —dije tomando algo de aire.
—Green, aquí soy tu jefe —dijo jugando conmigo, no entrando a mi cuerpo. Gruñí frustrada.
—Sr. Max ¿ahí sí? –Dije enojada, pero entró en mi cuerpo de una sola embestida –Si… —dije sintiendo como se movía contra mi cuerpo.
—Dilo Lizzie —mordí mi labio al sentir como entraba en mi cuerpo, jamás me podría acostumbrar, era demasiado grande.
Pude notar que faltaba un piso para llegar al de nosotros ¿tan pronto? Max se acercó al tablero y no sé que apretó pero el ascensor se detuvo. Max se comenzó a mover más lento, lo quedé mirando esperando a que lo hiciera más rápido.
—Más —dije moviéndome contra él, pero él detuvo mi cadera.
—Dilo como se debe Green — ¡maldito fetiche que te tenía este maldito vampiro! Pero si no lo decía no iba a obtener lo que quería.
¿Lo qué quería? Demonios, cada día estaba más perdida.
—Más Sr. Max, quiero que lo haga más rápido —lo quedé mirando a los ojos enfurecida y pude ver como estos se iban tornando rojos y no sé cómo diablos, pero eso solo hizo me moviera contra Max. Cerré los ojos porque sabía que me iba a morder, no lo había hecho hace ya dos días.
—Estás en lo cierto –grité cuando embistió contra mí de nuevo, con tal fuerza que me asusté.
Max comenzó a moverse de una forma para nada humana, ya que entraba y salía con fuerza y demasiada rapidez, por lo que mi corazón ya estaba a punto de explotar. Sentí como se acercaba a mis labios. Mis manos que estaban apoyadas en los brazos del ascensor, dejaron ese soporte para tomar el cuello de Max y acercarlo a mis labios, nuevamente pasé mi lengua por uno de sus colmillos, me di cuenta en ese momento que me gustaba hacerlo y a Max igual, ya que me siguió embistiendo, haciendo que mi cabeza se perdiera. Me siguió besando hasta que silenció con ese beso el grito que salió de mi boca al sentir como ese orgasmo me golpeaba de forma impredecible y acababa con todas mías energías. Todo empeoró cuando Max plantó sus colmillos en mi cuello, bebiendo de mí.
Tomé su mano que sujetaba mi muslo y me aferré a ella.
Dejó de beber y besó mi cuello, de inmediato supe que era para no dejar marcas. Salió de mi cuerpo y me tomó de la cintura, antes que me desvaneciera, Max era un desconsiderado, tenía que trabajar y ahora solo estaba en trance como siempre sucedía cuando tenía sexo con él.
Tomó mi abrigo y me lo pasó. Arreglé la desordenada falda, pensando que iba a estar todo el día sin bragas, eso no era bueno con Max cerca. Me puse mi abrigo y traté de arreglar mi cabello. Me quedó mirando sin decir nada.
—No me voy a desvanecer como ayer, esto fue bastante rápido –dije para que no se creyera el Dios del sexo, pues no lo era, solo era increíble con él porque no había estado con nadie más.
—No lo creas —dijo soltando mi cintura y poniéndose su abrigo –eres la única que queda así, las otras mujeres con las que tengo sexo, no quedan como tú, es porque eres mía.
—Entonces deja de meterte en mi cabeza cuando lo hacemos –él sonrió arrogante para después apretar el botón del ascensor, el cual se movió bruscamente.
Abrí los ojos asustada y me acerqué para tomar el brazo de Max. Me solté al momento de notar lo que estaba haciendo.
—Creo que empezamos con el pie derecho aquí Elizabeth –dijo sonriéndome, para después salir del ascensor –y ese no fui yo, tu cuerpo responde a mí de maneras increíbles –dijo para después entrar a la oficina.
Realmente que fuera en un ascensor o en su departamento, hacerlo con Max me dejaba con las piernas débiles y con la mente en otro lado.
El celular que tenía en mi bolsillo comenzó a sonar, contesté con rapidez, era Jennifer, preguntando dónde me encontraba, le dije que ya estaba en la oficina, que me había arreglado para poder subir el ascensor. Corté, sentándome agotada en la silla.
Max apareció en la puerta.
—Eso te pasa por no desayunar —lo quedé mirando enojada, se veía demasiado cómodo con todo esto, estaba incluso sonriendo, cosa que no hace comúnmente –El sexo generalmente sube el ánimo, está claro que a ti no —odiaba esos malditos labios que estaba observando ahora. Eran ellos, esos labios que me dejaban con ganas de…
Max sonrió y se acercó en un segundo para tomar mi rostro y volver a besarme, lo que esta vez, me relajó.
Como instinto llevé mi mano derecha a su mejilla y acaricié lentamente su piel. Max se separó unos centímetros de mí mientras yo me quedaba helada.
— ¿Qué fue eso? –dijo Max frunciendo el ceño, alejándose de mí.
—No fue nada —dije evitando su mirada y prendiendo el computador –te pediré que me dejes trabajar tranquila —Gracias al cielo no dijo nada, se fue a su oficina.

Estaba ahora más compuesta que hace segundos atrás, creo que fue aquel beso que me tranquilizó ¿Cómo podía tener tanto poder en mi?

La jornada laboral siguió, Sophia y Jennifer se aparecieron en mi piso, pero solo Max tuvo que salir para que ellas inventaran que necesitaban unos papeles, después de quedar en shock mirándolo por estar en el lugar de Ezequiel.
Era la hora del almuerzo. Feliz podría salir del lado de Max, ya que me había llamado bastante  para darle algunos números, cuentas corrientes, contratos, papeles de negocios con otras empresas, era un lio, le gustaba ver todo y hacer todo por sí solo, “trabajo en equipo” no era algo que supiera hacer.
Tomé mi abrigo, ya que estaba heladísimo, tenía mucho frio, pero de eso podría ser culpable Max y mi pérdida de sangre.
Estaba a punto de marcar a Jennifer para que me viniera a buscar cuando Max salió de la oficina.
—Bueno, creo que es hora de aclarar todo ¿no? –fruncí el ceño, sin entender.
— ¿De qué hablas?
—De… —dijo dando unos pasos hacia mí –tu mudanza, estar dentro de un auto de lujo, mentirle a tus amigos —dijo pasando su mano por mi mandíbula – ¿Cómo mi padre te tuvo tanto tiempo aquí sin hacerte nada, Green? –quité su mano de golpe.
— ¡Porque a diferencia tuya, el Sr. Ezequiel es bueno! –a él le tomó unos segundo hablar.
—En eso tienes razón, vamos –dijo caminando hacia el ascensor –es hora de comprar a tus amigos.
Él me hizo un  gesto con la cabeza, lo cual me indicó que me quería dentro del ascensor. Lo hice sin decir nada, no quería que estuviera de mal humor cerca de Sophia y Jenn.
No avancé mucho en el ascensor porque como idiota necesitaba estar al lado de Max. Ninguno de los dos dijo algo en el transcurso, no podía creer que Max fuera a la cafetería, ahí no se veían jefes y por ahora, él era el jefe máximo.
—No les hagas nada, por favor –dije cuando Jennifer y Sophia estaban comiendo, por sus expresiones estaban un tanto enojadas porque no les había llamado para comer y estaban sorprendidas por ver a Max aquí.
—Hola chicas –dije sentándome en la mesa donde estaba. Max acercó otra silla y se sentó a mi lado, con una sonrisa que casi me deja con la boca abierta, esa sonrisa no era de él.
—Buenas tardes señoritas —dijo mirando a ambas.
—Buenas tardes, Sr. Blake –dijeron a coro.
—Se preguntaran que hago, junto a Lizzie ¿no? — ¿me llamo Lizzie? Me quedé helada al ver como tomaba mi mano y la entrelazaba con la mía ¿esto estaba pasando de verdad? –bueno, se estarán preguntando porque ella ha estado actuando tan raro.
—Si –dijo Sophia, ahora mirándome para después poner atención en nuestras manos, estaba confundida y yo no estaba mejor que ella.
—Ella y yo somos pareja, eso es lo que sucede…le he pedido a Lizzie que no diga nada para evitar problemas, pero luego pensé ¿Por qué? no estamos haciendo nada malo, pero ustedes son sus amigas, personas importantes en su vida, no quiero que les siga mintiendo, por eso he decidido decirles esto, para que Lizzie… —dijo mirándome ¿dulcemente? ¡Santo Dios! ¿Quién era este Max? –No tenga que esconder nada –miré a nuestros lados y todos los empleados nos estaban mirando, ¡Dios!, iba a quedar etiquetada como al ramera que se acuesta con el jefe — ¿cierto, amor? –no pude evitar que saliera un risa de mi parte al escucharlo.
—Lo siento…amor –dije mirándolo, incrédula por su manera de actuar  —solo que estoy tan emocionada porque digas esto al fin –no pude evitar reír un poco, este no era Max y se veía…ridículo siendo así, claramente las chicas no lo verían de esa forma porque ambas lo miraban como si hubiera hecho el acto de amor más grande del mundo.
—Estamos viviendo juntos, para que no se sorprendan de su repentino cambio, era una sorpresa — ¡y qué sorpresa! ¿Cómo iba a responder las preguntas luego? –Con Lizzie nos conocimos hace meses, antes que ella trabajara aquí, en un pub…tuve casi que robarle su número para poder hablar con ella y bueno, cuando lo hice las cosas se fueron dando hasta que nos dimos cuenta que vivir juntos, era mucho mejor.
— ¿Hace meses? –dijo Sophia mirándome. Asentí, ella me iba a matar por no contarle.
—Lizzie estaba bastante afectada con todo esto, de esconder nuestra relación, yo se lo había pedido, pero ya no hay nada que hacer —miré a Jennifer y ella me observaba en estado de shock –lo siento por provocar que ella les mintiera, de verdad.
Lo miré con los ojos bien abiertos, Max de verdad parecía como si lo sintiera ¡Dios santo! Denle un Oscar a Max Blake, por premio al mejor actor. Él se giró a verme y sonrió, curvando sus labios, maldito, se estaba riendo por lo que dije. Apretó más mi mano que estaba entrelazada a la suya, supe que tenía que decir algo.
—Es verdad, todo lo que dijo chicas, no tienen por qué alarmarse, siento mentirles, pero como él dijo, me lo pidió, era complicado, recién iba a trabajar aquí, ya que estaba en Europa, pero Max decidió que mejor es ir sin mentiras por la vida ¿cierto, cariño? –dije mirándolo y sonreí como él lo hacía.
Max me miró sonriendo y de nuevo me movió con su agarre en mi mano y me dio un corto beso en los labios que me tomó desprevenida, él sabía que sus labios tenían algo raro, no podía hacerme eso.
—Wow… —dijo Sophia mirándonos y llamando mi atención –ya veo porque actuaron raro en el ascensor la semana pasada.
—Así es —dije asintiendo.
—Iré por algo para que comas –dijo Max poniéndose de pie, lo quedé mirando aun en shock.
— ¿Fue a buscar algo para que comas? –Dijo Jennifer despertando de donde estuviera  — ¿Acaba de hacer eso? –preguntó susurrando.
—Sí, es muy atento –dije viéndolo como iba a comprar algo.
Todos miraban a Max y a mí, demonios ¿en qué me metió?
—Lizzie, tu… —dijo Sophia confundida, no la culpo, el viernes había llorado como una magdalena pero ya tenía la historia perfecta con esto.
—Sophia, siento haber llorado el viernes y haberte mentido...estaba mal porque no quería seguir jugando a las escondidas con Max.
—Lizzie —dijo Jennifer – ¡Oh Dios! ¡Ya lo hiciste por primera vez! –luego miró a Sophia por unos segundos y al ver que no hubo una reacción de sorpresa volvió a mirarme –claro, siempre ella sabe todo primero.
—No –dijo Sophia –yo no sabía nada, Lizzie me inventó una historia…oh no lo puedo creer –dijo ahora entrando en la emoción de Jennifer, creo que haber aclarado lo que pasó el viernes, ayudó a que confiara más –Lizzie…Dios, no pareces secretaria, pareces una ejecutiva con esa ropa —dijo mirando el abrigo de género, no me había dado cuenta de la marca de esto.
— ¿Cuál es tu secreto? debes invitarnos porque hay muchas explicaciones que nos debes entregar –dijo Jennifer
— ¡Cuando Nathalie se entere querrá morir! –dijo Sophia asombrada.
Traté de sonreí, ella había caído, pensé que le quedaría la duda, pero por lo visto nada de nada.
Max llegó en ese momento dejando mi bandeja al frente de mí. Noté que era mi comida favorita, lasaña. Sophia sonrió al notar lo que Max pidió, estúpido, de seguro estaba quedando como un Dios ante mis amigas, ahora veía porque dijo “es hora de comprar a tus amigas” ¡Monstruo!
—Amor ¿estás bien? –dijo Max sonriéndome. ¡Que deje de llamarme así! Él no era de esa forma, se sentía raro.
—Todo bien –maldito bastardo. Max me miró serio por una fracción de segundo.
—Esto es increíble –dijo Jennifer, llamando nuestra atención –Lizzie te has enamorado por fin –casi se me revolvió el estómago al escuchar decir aquello ya que de todo lo que sentía hacia Max, lo que menos pasaba por mi cabeza era algo relacionado con amor.

Ya, de vuelta con todo para subir capitulos :D

3 Lectores:

  1. Bueno, de verdad se merece un Oscar... aunque es lindo que por fin haya inventado algo para que ellas no sospecharan.... aunque eso tiene sus ventajas para él, no????
    Besos gigantes!!!!
    XOXO

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  2. Jajajaj súper actoraso y las otras ni sospechan nada

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  3. Gosh! Hace tanto que leí esta historia... pero definitivamente me sigue causando estres xD
    Este capítulo me gustó bastante... me agrada que Lizzie y Máx se comuniquen.
    Saludos!

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