sábado, 14 de junio de 2014

Lenardis Amore - Capitulo 18


Capitulo 18

Estaba esposada, sujetada de los brazos por Ezequiel y otro guardia, en una pista de aterrizaje privada, mirando el  jet que pertenecía al ex Gobernador, o sea, Alexander Lenardis.
—No hay otra forma de transportarla, debe ser con él –dijo el chico que hablaba con Ezequiel.
—No hay otro avión para dejarla encarcelada como un criminal, a metros de él, tendrá que irse al lado de su esposo.

—Pero el Sr. Lenardis fue explicito en sus ordenes, ella debe ir abajo –fruncí el ceño, molesta.
Lo que sucedía era que Alexander no me quería tener como acompañante en el avión, sino que deseaba que viajara en una parte inferior de la nave, pero el que había disponible, era muy pequeño y no podría irme lejos de mi esposo vampiro.
— ¿Qué está sucediendo aquí? –me tensé como un elástico al escuchar la voz de Elizabeth.
Alta e imponente se acercó hasta nosotros, quedó justo al frente de mí, pero ni por asomo me dio algún tipo de mirada.
— ¿A dónde llevan a la Gobernadora? –preguntó al chico que conversaba con Ezequiel.
—El Sr. Lenardis pidió que se la llevara en otro compartimiento, pero este jet no tiene espacio para dejarla en otro lado.
Elizabeth frunció el ceño. Note que vestía de traje negro, con una blusa blanca, se veía espectacular y peligrosa.
—Es la Gobernadora, se irá sobre un cómodo asiento antes de llegar a una de las celdas. Y si Alexander tiene algún problema, deberá tomar otro vuelo, si lo desea puede venir conmigo… y sáquenle esas esposas, no sean ridículos.
Sonreí para mis adentros, Alex sin duda alguna preferiría mi compañía ante la de su madre y no porque yo fuera su persona favorita en este momento, sino porque no soportaba que Elizabeth lo regañara por todo lo que estaba sucediendo.
El Guardia joven que por su forma de expresarse, era residente de Irlanda, fue hasta dentro del avión y volvió a los tres segundos después. Durante todo ese tiempo, Elizabeth ni siquiera me miró.
—Dice que es mejor que la suban.
—Asunto resuelto –dijo ella caminando hacia uno de los autos negros que habían a nuestras espaldas.
Sabía muy bien que ella estaba haciendo esto solamente porque no soportaba que trataran a alguien como yo, o sea a la Gobernadora de los vampiros, como una rebelde más. Elizabeth era muy amiga de los protocolos y apariencias.
Con los Guardias fuimos hasta dentro del avión, pero antes de poder llegar a los asientos, Ezequiel y el hombre me soltaron. Me giré a verlos confundida.
—No tenemos permitida la entrada a ese sector en los aviones de los Gobernadores, nos iremos en el compartimiento de los pilotos ¿sí? –me explicó Ezequiel.
Asentí, había olvidado aquello. Hacía meses que no viajaba con Guardias.
Sin preocuparme mucho me dirigí hacia donde se encontraba Alexander y el resto de los asientos. Sin duda este jet era más pequeño que los anteriores. Había tan solo cuatro cómodos sofás blancos. Me senté en el extremo opuesto de donde se encontraba él, no quería ponerlo de peor humor al ver mi rostro.
Cuando lo vi me di cuenta de cuánto pesaba y quemaban mis muñecas. Ezequiel no me había sacado las esposas de plata, es por eso cuando estas sonaron al moverme, pude ver como Alex se tensaba. Vestía de traje negro, como usualmente hacia cuando trabajaba, observaba muy atento hacia la ventana, ignorándome.
Al sentarme y apoyar la cabeza en el asiento, sentí como el cansancio me absorbía. Cristóbal había bebido de mí, así que estaba agotada, además de que ya no podía esconder mis pensamientos con tanta facilidad, no después de lo sucedido con esa hada. La había desconcentrado solo gracias al puente que había creado Cristóbal entre ambas.
Al abrir los ojos descubrí a mi vampiro observándome, pero un segundo después volvió a poner atención en la ventana, ni siquiera miraba el paisaje, sabía muy bien que estaba mirando el vidrio, pensando en todo lo sucedido.
— ¿Alex?
—No, cállate –dijo empuñando sus manos sobre las piernas –no te atrevas a decir algo, apestas a Cristóbal, con suerte puedo soportar que estés tan cerca de mí.
Fruncí el ceño, molesta, pero no quería discutir, tenía tanto sueño. Sin embargo, no pude evitar informarle y actualizarlo con las últimas noticias que no había deseado saber; ni siquiera se preocupó por saber lo que había ocurrido mientras estuvimos separados. Idiota, solo habían sido un par de horas y él se comportaba de esta forma.
—Oh, lo siento –susurré con mis ojos cerrados, con mi cabeza en dirección hacia él –de seguro huelo a él porque me inmovilizó gracias a una estúpida hada y luego comenzó a tocarme con sus asquerosas manos, mientras me desvestía y bebía de mi… jamás en mi vida me sentí tan mal. Por un milagro divino pude liberarme y acabar con la existencia de esa hada, pero Cristóbal no tuvo la misma suerte… lo siento, Sr. Lenardis, por oler a él, pero estuve tratando de sacar su asqueroso olor por un largo rato, bajo el agua.
Cuando abrí los ojos, pude ver como Alexander se dejaba envolver por la furia, pero para mi sorpresa no dijo nada, no gritó, no me acusó de alguna injuria… tan solo se puso de pie y salió de mi vista. Pude verlo dirigirse hacia el auto de Elizabeth y meterse ahí.
Por lo visto viajaría sola.


Aun era de noche cuando llegamos a Bari, Italia. Esa ciudad era la indicada para mantenernos por un día entero antes que llegaran todos con Consejeros y se realizara el juicio en Roma, como se tenía estipulado.
—Voy a esperar a Alexander –dije a Ezequiel –no aceptaré ir de inmediato hasta donde queden esas celdas.
—Llamó el Sr. Raúl hace una hora, ordenó que no te lleváramos a las celdas comunes, tu status dice que debes estar en un lugar más adecuado –levanté los hombros, realmente no me importaba a donde me llevaran.
—Como sea, solo quiero ver a Alex ¿A qué hora debe llegar?
—En una hora más, es mucho tiempo Victoria –fruncí el ceño ante sus palabras.
—Esperaré lo que sea necesario, debo exigir algo que solo él me puede dar.
Nadie me dijo que hiciera lo contrario. Esperamos en uno de los autos negros. Aproveché ese tiempo para poder seguir durmiendo un poco más. El viaje a Bari duraba más de 4 horas en auto, así que era mejor acostumbrarse a dormir en este lugar.

—Victoria –dijo Ezequiel, tomando mi brazo con delicadeza –ya están aquí, me ha tomado tiempo pero él aceptó.
—Necesito un lugar privado y alejado de oídos sobrenaturales.
Ezequiel asintió, por lo visto ya lo tenía previsto o Alex le dijo lo mismo ya que nos bajamos del auto y nos dirigimos a uno o dos kilómetros de la pista, entre los árboles. La noche estaba oscura, es por eso que no pude notar a Alex, que me daba la espalda.
—Ahí esta –dijo Ezequiel, apuntándolo con el dedo –volveré en quince minutos.
— ¿Qué quieres? –dijo Alex cuando nuestro amigo desapareció. Se giró hacia mí.
—Tengo sed, Alex.
Pude notar con claridad como su expresión me decía cuando enojado estaba ante mi petición.
—Mis alternativas se limitan a ti o pedir un humano –dije de inmediato –me siento demasiado débil y así no puedo enfrentarme sola ante los Consejeros.
Se quedo en silencio por unos segundos, fue realmente incómodo.
—No voy a faltar a mi palabra, no dejaré que mueras.
—Bueno, dudo que puedas hacer algo ¿no crees? Hasta ahora solo te has preocupado de juzgarme como lo haría el resto.
—Eso no tiene nada que ver con lo que te estoy diciendo, Victoria –llevo sus manos hasta los bolsillos y las escondió ahí –una cosa será cumplir con lo que prometí, pero otra muy diferente sería aceptar tu traición hacia mí.
—No te atrevas –dije molesta –ni se te ocurra decir una sola palabra que desdeñe todo lo que te he dicho en el pasado, estoy cansada de que comiences a basurear lo que siento por ti.
—Ahora tu eres la que no entiende –dijo acercándose unos pasos, enojado –no pienso que hayas elegido a Cristóbal sobre mí, en ese sentido… sé que me amas –lo miré curiosa, sin saber que estaba pasando ahora ¿Por qué estaba enojado entonces? –pero no lo suficiente para confiar en mí cuando te digo que te mantendré a salvo ¡arriesgaste tu vida y mucha otras cosas con alejarte, Victoria!
Di unos pasos hacia atrás cuando vi que se acercaba a mí. Había levantado la voz y ahora estábamos discutiendo algo en que yo las tenía todas para perder porque él estaba en lo correcto.
— ¡Mira como estás ahora! ¡Esposada! –me tensé al sentir sus manos tomar mis muñecas con demasiada brusquedad.
—Suéltame.
Antes de poder terminar aquella palabra, Alex rompió las esposas, dejando que cayeran al suelo. No podía creer lo fuerte que era, las deshizo como si no tuvieran valor alguno, como si fueran hecha por humanos.
—Ni siquiera te puedo mirar por más de un minuto sin enojarme, has traspasado todo límite.
—No lo entiendes –dije dando unos pasos hasta apoyarme en un árbol porque me sentía cansada, necesitaba de su sangre –pude adquirir pruebas que nadie más tiene, por favor…
— ¡NO! –gritó tomado mi mentón y dirigiendo mi rostro hacia sus ojos –no más excusas.
— ¿Y qué harás? ¿Estar enojado de por vida? ¡No puedes! ¿Me dejarás morir? Es la única salida que tienes porque yo no veo ninguna más, además es imposible que me salves con tus métodos, así que dime ¿qué piensas hacer?
Me soltó y dio unos pasos hacia atrás.
—Si es necesario lucharé con todos ellos y te sacare de ahí.
—Oh, que realista –dije negando a su idea.
—Tu falta de confianza me ofende.
Cerré mis ojos por unos segundos y luego me deje caer, apoyada contra el árbol. Creo que todo lo transcurrido estos días, comenzaba a afectarme. Para mi sorpresa, sentí los brazos de Alex rodeando mi cintura, ayudándome a quedar en una posición más cómoda.
—Tengo sed –dije mirándolo con la esperanza de que aceptara darme de su sangre.
No pude evitar sonreír al ver como se desabrochaba un poco más su camisa blanca y se sacaba la chaqueta negra.
—Hazlo –dijo exponiendo su cuello.
Me acerque a él, apoyándome en sus hombros, pero no pude evitar rodear su cuello y abrazarlo. Lo había necesitado con desesperación cuando estuve en ese refugio, pero aun me sentía molesta porque él ni siquiera preguntó por lo ocurrido allí.
Él no me rodeó con sus brazos.
—Limítate a beber ¿no dijiste que tenías sed?
Sus palabras me molestaron de formas que no puedo describir, es por ello que no tuve cuidado alguno cuando clavé mis colmillos en su cuello. Fui brusca y tiré de su cabello para que me fuera aun más cómodo beber de él.
Me tomé todo el tiempo que necesitaba hasta que me apoyé en el árbol nuevamente, observando a Alex que abrochaba su camisa blanca. Su ceño estaba fruncido y su mordida tensa.
—No olvidaré esto –dijo poniéndose de pie.
—Somos dos.
Sin sentir nada de cansancio me levanté y comencé a caminar hacia donde estaban los autos.
—Marco dijo que no me delató ante el Consejo –su mano tomó con brusquedad mi brazo, deteniéndome.
—Explícate… tenemos tiempo.
Me giré para poder verlo y me solté de su agarre. Su desaire le costaría caro, no lo dejaría pasar, ni siquiera si salíamos libres de esto.
—Primero que todo, estábamos en lo correcto respecto a Cristóbal, quiere acabar con todos… en el refugio tenía unos explosivos, Marco me los enseñó. Al parecer solo está llevando a cabo su objetivo de una forma bastante básica, primero quiere acabar con los más poderosos para luego hacer explotar a los demás.
—Es por eso que se hizo muy fácil destruir ese lugar –no dije nada sobre ello, le había pedido que no hiciera explotar el refugio, menos mal nadie salió herido.
—Los rebeldes no están consolidados como nosotros esperábamos. Pude lograr que su decisión de atacarse entre vampiros, licántropos y hadas, quedara de lado; esperan que yo te haga entender sobre la situación de los demás, pero haber explotado su lugar de reunión, no te deja en una buena posición.
—Creo que siendo el Gobernador, no estoy muy interesado en qué lugar me tienen.
Lo miré sorprendida por unos segundos, ni siquiera con todos estos problemas se le habían bajado los humos.
—Alex, tú no eres el Gobernador.
Escuché con claridad como hizo sonar sus dientes.
—Y si siguieras siéndolo, serias uno muy malo ¿sabes lo qué está pasando bajo esos Centros de Proveedores? ¡Venden seres como esclavos! ¿Sabías de eso, Gobernador? –Ni siquiera me pudo responder –eso más las explosiones que de seguro Lina ha provocado, en busca de venganza por Marco, no han ayudado a que las aguas se tranquilicen, solo han causado mayor odio… pero ninguno de ellos acepta la alternativa que tenga como mayor probabilidad la muerte de su pareja de toda una eternidad.
—Bueno, ahora sabemos muy bien a quien apoyas –lo miré sorprendida sin poder entender su comportamiento.
— ¿Te digo todas estas atrocidades y tú me respondes de esa manera? ¿No harás nada para separar al Consejo?
—Te dije antes que no era fácil, son Gobernadores que alguna vez estuvieron por años en el poder –negué a sus palabras, era incomprensible.
— ¿Cómo me dices eso? ¡Te estoy diciendo que están vendiendo personas! ¡No eres más que un cobarde Alex! –lo mire enfurecida, incluso lo apunte con el dedo cuando seguí hablando — ¡Ahora lo veo! Temes enfrentarte ante ellos, has soportado todo esto ¿es qué acaso sabias de ese horrible comercio? ¡Es William quien se maneja en él, junto con otros Consejeros!
—Cuida tus palabras, Victoria.
— ¡No! –le di un leve empujón con mi dedo, incapaz de controlar mi furia ¡había matado para llevarle pruebas de lo mal que estaba todo con el Consejo y él no me escuchaba! –no cuidaré mis palabras, menos cuando hablas de esa forma ¿es qué no te importa lo que suceda con ellos? ¡Son rebeldes por motivos justos, Alex!
— ¡No me importa! –Dijo empujando mi mano para que dejara de apuntarlo –me importan una mierda, esa es la realidad… ahora solo quiero sacarte de este maldito juicio y recién ahí ver qué sucede en realidad ¿hay corruptos en el Consejo? ¡No me importa en este preciso momento si de todas formas ellos serán quienes te juzgaran! ¡Quienes te pueden llevar a la muerte!
Me quede sin habla por unos segundos. Alexander solo buscaba poder, pero no sabía qué hacer con él ¿Cómo demonios había llegado hasta este punto? ¿Es qué tanto le había afectado la pérdida de sus parejas? ¿Desde cuándo le había dejado de importar lo que sucedía con su especie?
—No tengo nada más que hablar con usted, ex Gobernador –dije con una mueca de desagrado.
Le di la espalda para retirarme de su vista, pero él se interpuso en mi camino.
—Mi prioridad es mantenerte con vida y si eso conlleva que ciento de vampiros, licántropos o lo que sea, terminen muertos… no me importará aceptarlo Victoria.
Sostuve su mirada por un momento. Entendía lo que él quería decir, yo también haría lo imposible para mantenerlo a salvo, pero Alexander estaba mirando hacia la dirección equivocada.
—El problema es que no has pensando que los vampiros que deberían desaparecer no son los rebeldes, sino los Consejeros… y no me refiero a asesinarlos, sino a destituirlos, pero al parecer ese tema contigo no se puede hablar. No sabes cuánto me has decepcionado.
No seguí observándolo, no podía, no cabía en mi mente que él pudiera hacer oídos sordos a lo que yo trataba de explicarle. Entendía que quisiera mantenerme con vida, pero ¿Qué sucedía con todo lo que alguna vez quiso proteger? ¡Nuestros problemas siempre habían sido porque no podía alejarse de su maldito puesto como Gobernador! ¿Por qué ahora cuando debía tomar el poder, no lo hacía?
Me frustraba, era como si todas nuestras discusiones pasadas estuviesen fundamentadas en un capricho de él, ya que no se tomaba su trabajo en serio.
Me subí al auto negro con Ezequiel y el Guardia desconocido sin cruzar palabra alguna, por lo menos ahora me sentía fuerte, no tenía nada que decir sobre la sangre de Alexander, siempre me dejaba como nueva.
El camino se llevo a cabo en un silencio incómodo. Fueron unas largas cuatro horas donde estuve pensando diferentes alternativas para lo que ocurría con mi vida, pero era inútil. Mi única opción era exponer a los verdaderos traidores y esperar que la atención se dirigiera hacia ellos, sin embargo, eso no me libraba del castigo por convertir a Cristóbal… ni tampoco me libraba de los recuerdos, solo de pensar en que él había bebido de mi, que me había tocado y que además yo había terminado con la vida de Fay, esa hada maldita, con mis propias manos, era algo que no sabía manejar de forma adecuada.
Para cuando llegamos a Bari, las nubes estaban oscuras y el mar se veía imponente. Este lugar era hermoso, lo habíamos visitado una vez con Alexander, al día siguiente de tener nuestra ceremonia hacía más de un año. En este lugar estaban las instalaciones donde apresaban a quienes habían infligido de forma grave la ley vampírica por decirlo de cierta forma, aunque no había un reglamento escrito donde decía que o no hacer para seguir con vida sin que los Consejeros deseen tu cabeza.
Sin embargo, por lo que me dijo Ezequiel al bajar del auto, mis instalaciones serían diferentes. O sea, que estaría en un lugar lujoso y cómodo, ya que era la Gobernadora de los vampiros y sería insólito que me dejaran en una celda, sucia y oscura.
No me negué ante tal privilegio. No quería pensar en el hecho de que estas podían ser mis últimas horas, era un tema que tenía bloqueado, pero que si llegaba a ser cierto… prefería pasar mis últimos minutos en un lugar cómodo.
La elección de mi nueva residencia temporal, era un hotel de cinco estrellas, estaba segura que Alexander estaría feliz ya que le encantaba tener una cama suave donde dormir, aunque tuviera que mantenerse a varios pisos de distancia.  Mis aposentos quedaban en el último piso, la puerta estaba vigilada por dos Guardias.
Ni siquiera me fije en los detalles de la habitación, solo me dirigí como una autómata hasta la cama y me recosté ahí, abrazando la almohada y mirando a un punto fijo, pensando en que necesitaba un milagro.


Estaba comenzado a atardecer cuando la puerta se abrió y cerró con brusquedad. Para mi sorpresa, no fue a Alexander a quien encontré en la puerta, sino que a Raúl. Alto, canoso y vistiendo un traje gris, me miraba con el ceño fruncido y con los brazos cruzados.
Me senté en la cama.
—Te digo de inmediato que no participaré del juicio, si quieren pueden hacer pataletas, pero no estaré involucrado en todo esto, me adjudicaré a tal derecho por ser tu suegro –se sentó a mi lado y dejó su mano en mi hombro –Alex me dijo que terminaste yéndote con Cristóbal ¿Cómo estuvo eso? ¿Te hicieron daño?
Lo mire sonriendo, cansada. Era el único que había preguntado eso.
—Me deshice del hada que jugaba con mi mente, ahora puedo proteger de forma adecuada mis pensamientos.
Él hizo una mueca de desagrado.
—Sé que no eres muy amiga de esos métodos, lo siento –levanté los hombros, quitándole importancia, aunque aun no lo superaba, ni me arrepentía.
—Alex me dijo también que tienes pruebas que involucran a ciertos Consejeros en temas bastante turbios, cuéntame de ello, por favor –lo miré por unos segundos, sopesando en la opción de decirle todo.
Lo hice.
Le dije todo lo que había pasado, incluso el plan con Lina para que de esa forma la atención pasara a otro tema importante. Raúl, asintió y me dijo que era lo mejor, ya que ir por el conducto regular no iba asegurarnos nada, muchas cosas podían pasar con pruebas que condenan a gente importante.
— ¿Pero qué sucederá contigo? Eso es lo principal ¿Qué plan has previsto para salir bien de todo esto?
Lo mire sin saber que decir.
— ¿No estarás pensando en que estarán a favor tuyo, cierto? –negué de inmediato.
—Solo estoy confiando en que varios de los Consejeros, no puedan tener opinión en mi caso con las pruebas que expondré.
—Eso no es nada bueno, Victoria, pueden hacerte daño de todas formas, incluso pueden tomar ese problema para resolverlo más adelante, después de darte una sentencia.
No tenía nada que decir a eso.
—Ah Victoria –dijo cansado –maldito el día en que convertiste a ese chico ¿eh? –no había rabia en su tono de voz.
—Ni que lo digas… no quiero morir, Raúl.
Él no respondió, tan solo me rodeó con un brazo y me acompañó por unos minutos, antes que se despidiera.

Me quede otro par de horas sola, pensando en la posibilidad de saltar por la ventana, llegar hasta el mar y perderme de la vista de todos, pero eso no era factible porque me encontrarían en una fracción de segundo. Demasiado arriesgado.
Cuando la puerta se volvió a abrir, pensé que podía ser Ezequiel, incluso Elizabeth, pero no. Alexander caminó hacia mí, desabrochando unos botones de su camisa y dejando su chaqueta negra colgando en la pechera.
—Supongo que has de tener hambre, no bebiste mucho antes –se sentó a mi lado.
— ¿Qué andas haciendo que recién llegas a esta hora a visitarme? –lo miré con odio, estaba tan resentida con él, tanto por su comportamiento hacia los demás, como para conmigo.
—Estoy arreglando todo para salvar a mi esposa ¿crees qué tendría algo de utilidad quedarme aquí mirándote, enojado, mientras tú me das sermones? No lo creo factible Victoria, no pienso estar aquí disfrutando de tus últimas horas con vida porque eso no será así.
Miré hacia el piso alfombrado de color rojo oscuro y cogí sin mirarlo, su mano. Alex solo la presionó.
—No debiste irte de esa forma.
— ¡Pero lo hice, así que ya basta! –dije mirándolo enojada — ¡deja de recriminármelo, ya está hecho!
Soltó mi mano y se puso de pie, para luego dirigirse hasta la ventana.
—No puedo dejar de estar molesto contigo.
—Entonces quizás deberías irte, así te liberas de tal peso –se cruzó de brazos, frunciendo el ceño… sabía que lo estaba haciendo aunque no pudiera verlo desde aquí.
— ¿Quieres qué me vaya? –preguntó ahora, girándose hacia mí.
— ¡Claro que no! muero de miedo, dijiste que solo a ti te podía demostrar dicho sentimiento y hasta ahora lo he soportado estoicamente, estoy muerta de miedo Alex… —esquive su mirada –sigues dudando de mi.
—No –lo miré curiosa –no creo que te hayas ido con él porque estés enamorada o algo por el estilo, ya te lo dije. Si estoy enojado es porque no confías en que te sacaré de esto.
— ¿Cómo?
—He hablado con diferentes Guardias, si esto sale mal para ti… te sacaremos y escaparemos.
— ¿Y por qué me tratas de Traidora entonces? ¿Cuándo me encontraste con Lina?
— ¡Porque lo eres! Te dije que no olvidaría algo como esto, no te perdonaré por escapar. Eres una traidora ante mis ojos y antes los de quienes te juzgaran, aunque sea por motivos diferentes.
— ¡Eres insufrible! –Dije poniéndome de pie, deseando escapar de aquí –nunca me escuchas.
— ¡No! eres muy buena acusándome de no hacerlo ¿sabes? Pero nunca te has dado cuenta que tu tampoco me escuchas ¿no lo entiendes? –Dijo tomando mis brazos de forma posesiva — ¿Qué habría hecho si Cristóbal te hubiese eliminado en tu pequeña aventura? ¿Crees qué las pruebas que trajiste de los Consejeros valen tu vida? ¿Crees qué me fue fácil recibirte de vuelta cuando olías a él?
Casi debí morderme la lengua para no seguir discutiendo, solo mire hacia un lado, sintiendo como sus manos se seguían aferrando a mis brazos. No tenía fundamentos para discutirle.
—Tú me acusas de ser malvado, testarudo y orgulloso, pues bien, tus grandes defectos son que eres demasiado ansiosa y atolondrada, eres muy joven aun… no piensas las cosas antes de hacerlas, solo te lanzas, demasiado temeraria para mi gusto. Mírame cuando te hablo Victoria.
Levanté la vista, encontrando sus ojos negros.
—No lo entiendes, yo debía saber, demostrar que…
—No –me interrumpió de nuevo –no debías, no tenías que hacer nada en ese momento. Podíamos esperar, tu viste lo que sucedía debajo de ese Centro Proveedor, me pudiste haber dicho lo que viste ¿piensas que no te habría creído? ¿Me debías demostrar a mí con pruebas lo que pasaba?
Mi vista estaba fija en él, en sus ojos, en su ceño fruncido y en como tensaba su mandíbula, pero no pude evitar observar también sus labios, sus mejillas, el color de sus ojos.
—Tú nunca me crees…  siempre debo demostrar contigo todo lo que digo, pienso o siento.
—No me trates de manipular con esa excusa –dijo de inmediato, fruncí el ceño –podrías usarla en cualquier momento, pero no en este, si viste algo con Cristóbal y me lo hubieses dicho, sabes muy bien que te habría creído ¡Ahora los Consejeros saben que te fuiste con él! ¡Te vieron, Victoria!
—Pero demostraré que fue por un motivo, no porque este de su lado.
—Lina dijo algo sobre eso antes –dijo soltando mis brazos –no sé que se traen entre manos, pero me parece extraño, tu odias a Lina ¿Por qué quieres que te ayude? No me ha dejado ver nada, dice que esta editando ciertas imágenes para que no quedes en una posición peor.
No dude ni un segundo en explicarle con detalles lo que pretendíamos hacer. El rostro de Alexander se fue desfigurando cuando le dije todo lo que ocurrió en ese refugio, de cómo hablé con los Rebeldes, la respuesta que tuvieron… el suceso con Cristóbal y Fay, aquello lo encolerizó tanto que salió de la habitación por alrededor de treinta minutos. Sin embargo, volvió y me dio la oportunidad de contarle el resto, como había acabado con la vida de ella y como había traspasado todo el asco y desagrado que me causaba Cristóbal, a su mente. Finalmente le dije lo que tanto Marco, Alanna y Aníbal, habían hecho.
Supe por su mirada que jamás perdonaría a Marco, aunque sus actos fueran justificados. Aquel vampiro deseaba vengar la muerte de su esposa y estaba segura que Alex lo entendía, pero tanto su orgullo como ego, eran mayores.
—Hablaré con Lina, no quiero que todo el mundo te vea prácticamente desnuda, ese es un privilegio que deseo mantener para mí –dijo más calmado –lo encontraré Victoria y acabaré con Cristóbal, lo destruiré pedazo a pedazo mientras se seca bajo el sol y la plata.
Antes que pudiera decirle algo, su celular comenzó a sonar. Se puse de pie, rápido como un resorte y contestó. Fue una conversación de tan solo tres segundos.
—Los Consejeros han llegado, están los siete. El juicio se realizara aquí, no en Roma.
Asentí, había escuchado a Elizabeth con claridad.
—Te juzgaran solo seis, Raúl ha dado un paso atrás, no quiere tener nada que ver con esto. Mi madre en cambio, está segura que has convertido a Cristóbal porque rompió toda protección que tenía en mi mente, se inmiscuyó en mis pensamientos lo suficiente para saber todo lo ocurrido.
Asentí, eso era una posibilidad, la duda era si nos delataría. Alex como si leyera mis pensamientos respondió a mi incertidumbre.
—Me encaró y dijo que por mi bien no dirá nada, pero eso no significa que trate de sonsacar la verdad de tu boca. Me dejó en claro que durante el juicio debo estar lejos de ti, que no debía decir palabra alguna a tu favor o dirá la verdad. Debo mantenerme frio contigo y no demostrar mi apoyo por ti.
Me quede perpleja, había perdido toda oportunidad con Elizabeth, eso era seguro.
— ¿Y por qué no puedes apoyarme? Eres mi esposo, es lo lógico.
—Porque no desea que me destituyan cuando se sepa la verdad, quiere… responsabilizarte por todo, dejar en claro que fui una víctima.
No dije nada, solo me deje caer por completo en la cama, mirando hacia el techo. No tenía que decir nada ante la nueva información, yo era realmente la responsable de que Cristóbal estuviera llamándose Gobernador.
—Raúl no participará, Elizabeth me quiere muerta, junto al resto de los Consejeros… y no olvidemos a William.
—Oh, ese me las pagará también –susurró Alex, más para sí mismo –pero trata de no preocuparte, solucionaré esto. He dicho que tengo a varios Guardias, entre ellos este Ezequiel… si es necesario tendrá que apuntar con sus armas a Elizabeth y el resto para que escapemos ¿sí?
Asentí, sin poder creer que Alex quisiera encañonar hasta su madre.
Abrí mis ojos al sentir un peso sobre la cama, a mi lado. Miré a Alex, recostado, apoyando la cabeza sobre su mano.
—No me pondré de rodillas para pedirte perdón porque estoy aun muy molesto contigo –dijo sin dejar de mirarme.
— ¿Pero? –pregunté, sabiendo que nada malo podía salir de su boca desde ahora.
—Pero lo que sucedió en ese lugar, aunque hayas ido por voluntad propia, fue horrible… no estás acostumbrada a ello, lo que me deja aun más atónito por tu habilidad para defenderte.
—Estaban los chicos, sin ellos…
—No –me interrumpió –cuando estuviste con ese bastardo de Cristóbal, inmovilizada… sobreviviste por ti sola, eso no lo hace cualquiera. Tú aun eres muy joven. Y eres diferente, tranquila, no buscas eliminar a quien te moleste.
No pude evitar sonreír ante sus últimas palabras.
—Cualquiera a tu lado es joven, tienes miles de años Alex –él frunció el ceño –no es que mi importe –dije ahora sonriendo abiertamente.
Su mano libre se acercó a mi cuello, fue como por arte de magia pero justo acarició donde antes Cristóbal había mordido. No pude evitar cerrar mis ojos, ese recuerdo me daba esas ilógicas nauseas.
—Me encargaré de él –dijo con un susurro en mi oído –disfrutaré destrozarlo con mis propias manos, tan solo debo encontrarlo ¿Dónde lo hizo?
Lo miré incómoda, no era de algo que deseara hablar porque los recuerdos volvían a mi mente.
— ¿Victoria?
—Aquí y aquí –dije indicándole con mi dedo índice.
Para mi sorpresa y agrado sentí primero como sus labios se posaban sobre mi piel, justo donde Cristóbal había mordido la primera vez, justo en mi lado izquierdo. Sus colmillos traspasaron mi piel con delicadeza, para poder beber de mi sangre.
Cerré mis ojos y tomé su camisa con fuerza, tirando un poco de él para que se acercara. Aunque me permití ese regalo por unos segundos, ya que luego lo alejé y lo empujé para que quedara recostado sobre la cama. Me senté sobre él y mordí de forma brusca su cuello.
Yo era la que aun seguía sedienta y molesta con él por humillarme ante los Guardias y Lina.
Las manos de Alexander atraparon mi cadera con fuerza después de quejarse por morderlo tan bruscamente. Me dedique a beber de su sangre por unos largos segundos.
—Necesito estar fuerte para presentarme ante el Consejo –dije ahora sentada sobre él, mirándolo con una leve sonrisa.
Alex se sentó, rodeando mi cadera con su brazo, evitando que me separara de él. Traté de empujarlo con mis manos, pero él era mucho más fuerte.
—No seas tan brusca –dijo tomando mi mentón y entreabriendo mis labios para luego besarme.
No pude decir nada ante eso, pero tampoco pude disfrutar demasiado el momento ya que golpearon dos veces la puerta. Con Alexander nos separamos en un segundo y nos sentamos sobre la cama, justo para cuando apareció Elizabeth ante nuestras miradas.
— ¿Qué haces aquí? –le preguntó a Alex.
Vestía con un nuevo traje de dos piezas, esta vez blanco. Se veía increíble, sin duda alguna. Llevaba en su mano un portatraje, el que supuse traía mi atuendo para el juicio.
—Estoy visitando a mi esposa, obviamente –dijo él, poniéndose de pie.
—Pues la hora de visita se acabó, en dos horas más debe presentarse ante los Consejeros, debes ir a prepararte.
—Voy a ir después –dijo él, cruzándose de brazos, muy decidido, pero luciendo tan infantil, siempre sucedía lo mismo cuando estaba cerca de su madre.
—Alex –me puse de pie, acercándome hasta él –es mejor que te vayas.
Él sin preocuparse porque su madre estuviera ante nosotros, se acercó y me besó. Tuve que dar un paso hacia atrás porque o sino, por un milagro iba a volver a sonrojarme como en el pasado.
Cuando Alexander cruzó la puerta de la habitación, Elizabeth me dirigió la mirada.
—Te traje algo adecuado para que uses en el juicio, todos deberían tener derecho a morir con algo de decencia, aunque no se la merezcan.
No pude evitar sonreír, por lo menos no íbamos a jugar con actitudes cínicas.
—Gracias por traer esto –dije tomando el traje y dejándolo sobre la cama –si no tienes nada más que decir, agradecería que te retiraras, no tengo ánimos para discutir contigo.
—Escúchame bien, niña –dijo dando un paso hacia mi –confesarás lo que has hecho, no permitiré que Alexander se vea involucrado en algo como esto –me miró por unos segundos, sin decir nada, valorándome otra vez –que manera de equivocarme contigo, pensé que ayudarías a mi hijo, no que acabarías con él... has sido la peor de todas.
—No tengo nada que decir sobre ello, realmente te equivocaste conmigo al pensar que seguiría tus mismos pasos. Ni siquiera me limito a hacer lo que Alexander cree correcto… si estuvieran bien, no tendrían a la mitad de su especie deseando su cabeza.
Su mandíbula se tenso.
— ¡Deseo que al parecer quieres darles! Eres una traidora y pienso acabar contigo, ni siquiera Alexander podrá protegerte.
Presioné mis manos con fuerza, sus palabras estaban logrando enojarme.
—Cuida muy bien las palabras con las cuales te diriges a mí, no olvides con quien estás hablando. No me has visto enojada, Elizabeth.
—Tenemos algo en común –dijo ella sonriendo como si hubiese ganado la partida.
—Cuidado –le advertí –no sabes lo que puede pasar en las próximas horas, quizás todo gire a mi favor y se haga justicia, entonces seguiré siendo Gobernadora y para ese momento, no creo que te sea conveniente que yo recuerde tus amenazas.
Ella sonrió de forma altanera, como si estuviera segura de que acabaría conmigo.
—Conmigo no puedes jugar, Victoria… llevo años en esto.
—Entonces quizás ha llegado la hora de que te retires.
Pude notar como esas palabras le habían llegado, aunque no quisiera reconocerlo.
—En dos horas –dijo para luego retirarse.
Después de que ella saliera, le tomó unos minutos a Alexander para volver a mi lado. Me pregunto sobre lo que habíamos conversado, no le agradó saber que su madre sin duda alguna me quería ver muerta, pero decidimos dejar aquel tema de lado. Alexander me dijo todos los detalles de cómo actuaríamos si todo salía a favor del Consejo, así que las dos horas se pasaron volando.
Cuando faltaban tan solo quince minutos para bajar comencé a vestirme… sola, ya que Alexander se fue a su propia habitación para arreglarse, me dejo en claro que durante el juicio debería seguir un papel que dejara conforme a Elizabeth, pero solo por un tiempo.
— ¿Lista? –Escuche la voz de Ezequiel a mi espalda –por lo menos te ves increíble.
Elizabeth me odiaba, pero sin duda alguna tenía buen gusto.
— ¿No crees que las mangas son demasiado largas?
Era vestido era color carmesí con detalles en dorador. Era un poco pesado, de mangas anchas… muy anchas. Cubría hasta mis pies. Se ajustaba al nivel de mi pecho y mis hombros al descubierto, llegando a un leve escote que  no dejaba ver nada demás. Era sobrio, elegante y… demasiado anticuado.
—Las mangas son para que no se noten las esposas. Es también muy largo para que tampoco se noten… las de los pies.
Lo mire aterrorizada ¿es qué pensaban que era tan fuerte como para acabar con los Consejeros que estaban protegidos por Guardias? Idiotas, esto era culpa de Elizabeth… o quizás no, si quería humillarme de esa  forma no me habría dado un vestido que cubriera las cadenas.
—Las pondremos antes de que llegues al tribunal ¿sí? usaran el que se encuentra aquí.
Mientras Ezequiel me habla de los detalles, yo me dedique a hacer una trenza que deje caer sobre mi espalda, para ese entonces ya había entrado otro Guardia desconocido y me miraba sin dejar pasar detalle alguno.
— ¿Cuál es tu nombre? Me gustaría saber quiénes serán los últimos rostros que veré si esto sale mal –no me refería solo a si terminaba muerta, sino mas bien por si nos volvíamos fugitivos con Alexander.
—Mortum –por su acento, era de Rusia –a sus servicios, Sra. Lenardis –dijo inclinando levemente su cabeza.
—Él lleva muchos años en la Guardia –explico Ezequiel –estaremos los dos a tu lado, a una distancia prudente mientras te juzgan. Tu testigo está lista y preparada.
—Esperemos que eso me sirva de algo.
—Y si no es así, la protegeremos –aclaró Mortum. Bien, ese vampiro alto, musculoso, de cabello castaño y de ojos negros, me agradaba, aunque no sonreía.
—Es agradable saber eso.
Bajamos por una parte diferente del hotel, para no llamar la atención. Para cuando llegamos al auto y nos acomodamos, Ezequiel me puso las cadenas de plata, cuidando sus manos con guantes para no hacerse daño.
—Espera un momento –dijo Mortum, sacándose sus guantes de cuero.
Astutamente le pidió las cadenas y esposas a Ezequiel y poniendo una mueca de dolor al quemarse, cubrió estás con aquel cuero para que no me hiciera daño al usarlo. Fue un movimiento inteligente.
—La Gobernadora no tiene porque sufrir estos actos de desprecio, aun más cuando su especie la apoya –lo miré curiosa. Por un momento vi una sonrisa que me dejo aun más confundida, no estaba segura pero al parecer sus colmillos eran muy pequeños o inexistentes ¿Qué sucedía?
—Los Guardias en sí, te apreciamos mucho –dijo Ezequiel, distrayéndome –hemos sido testigos de cómo te las has ingeniado este último tiempo.
Ninguno dijo nada luego de aquel momento. Yo me deje sucumbir por unos minutos, deseando que Alexander estuviera a mi lado, pero nuevamente tendría que enfrentarme a mis enemigos sola. Debería plantarles cara y ver que sucedía.
Cuando nos acercamos a la costa, tuvimos que bajar del auto, este no podía llegar tan cerca de las rocas. Este lugar, junto al mar, bajo el nivel de este, era la verdadera prisión para los traidores comunes y corrientes. Varios metros bajo tierra se levantaba un tribunal donde había diez asientos grandes y de roca, donde se ubicaba cada Consejero… el problema era que solo había siete con vida y uno se había retirado del juicio para no tener nada que ver.
—Todo saldrá bien –dijo Mortum cuando bajamos entre las rocas, en aquella oscuridad que nos proporcionaba la madrugada.
Pronto serían las tres de la mañana y mi vida estaría en juego.
Llegamos a la puerta de hierro y Ezequiel la abrió sin problema alguno. Nos sumergimos en la oscuridad que nos proporcionaba el comienzo del camino y luego llegamos al pasillo que nos llevaría hasta los jueces.
—Uuff… —suspiré nerviosa, cargando mi peso en cada pie, como si me estuviera preparando para algún partido de futbol.
—Tranquila –dijo Ezequiel tomando mi brazo, presionando un poco para darme fuerzas.
No servía.
 ¿Dónde estaba Alex? No había presentido que me pondría tan nerviosa en esta situación.
—Victoria –giré hacia atrás y no pude evitar sonreír al ver que estaba Alexander mirándome, con el ceño fruncido. Me apresuré a ir hasta donde él estaba, me era muy incómodo caminar con mis pies rodeados de cadenas, limitando mis pasos y haciéndome daño –tranquila.
—No puedes estar aquí –aun así apoyé mi frente en su pecho y me sentí feliz de poder sentir sus brazos rodearme –tengo miedo.
—Tranquila, amor –se inclino a mí y sus labios se unieron a los míos. Me empiné para poder seguir besándolo por unos segundos más.
Cuando nos separamos pude notar que el poco brillo que tenía en mis labios, lo habían manchado. Levanté mis manos para poder limpiarlo.
—Mmm… cuero ¿Quién hizo esto? –dijo mirando a Ezequiel y Mortum. El primero indico con un dedo al creador de esta magnífica protección de mis muñecas –Gracias, significa mucho para nosotros.
Lo miré sorprendida, Alexander agradeciendo algo era tan extraño como ver un duende verde dar vuelta alrededor de tu cabeza, o sea, imposible.
Mortum nos miraba sorprendido, como si estuviera viéndonos por primera vez.
—Ya es hora –dijo Alex –no temas, ya sabes lo que te dije sobre ello.
Asentí, muerta de miedo.
Mi ansiedad comenzó a aumentar cuando Alexander se dirigió a donde se encontraban los demás. Mis Guardias se ubicaron a mis costados, rodeando con suavidad mis brazos. Antes de que pudiéramos ir hasta donde estaban los Consejeros, pude notar como Mortum marcaba algo en su celular. Lo mire confundida, pero él solo sonrió y volvió a inclinar su cabeza. Antes que pudiera preguntar algo, comenzamos a caminar.
Había llegado el momento de enfrentar al Consejo. De aquí saldría viva, muerta o… viva con un gran escándalo y persecución. No me agradaba ninguna de las dos últimas opciones.

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah ya no quedan nada mas que dos capitulos ;) espero que este les haya gustado. Gracias a todos sus comentarios en el capitulo anterior, me alegro que les haya gustado el capitulo *-* me encantan sus teorias y de como han aprendido a valorar las acciones de Victoria, que es lo que más a tomado tiempo jejje

9 Lectores:

  1. Uuuhh!!! que miedo!
    Realmente no se que podra pasar ! D:

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  2. Ahhhh corran por su salud mental q Danii es una experta aniquilandola!!
    Pos me mato jaja valió la pena esperar despierta.
    No, no, no... esa Elizabeth es una arpía, ella quiere a mi Victoria muerta y no es solo por proteger a Alex. Que ese cuento se lo compre una ingenua q yo nop. Mira q mientras leía el capi me surgio en la cabeza una nueva teoría sobre Raúl. Y es que mira q después del debate de face, me dejaron pensando. Ya veré si estoy en lo cierto o solo es mi loca cabeza desesperada por saber el desenlace de todo este embrollo. Por lo menos siento que no me equivoque con la madre y mira que si Lina termina ayudando a Victoria, me va terminar cayendo medio bien la tipa esa :P
    Ah por cierto que le debo una disculpa al gobernador por no haber creído en él. Tiene razón en lo que dice acerca de la confianza, así que lo dejaré en un empate, los 2 tienen su parte de razón.
    Presiento que el guardia les va a ayudar a los rebeldes a entrar, van a llegar y se va a poner re bueno.
    Nada mas de pensar que le quedan 2 capis a la historia, hace que me duela mi corazón. Por un lado quiero para "ayer" la siguiente actualización, pero por otro me quiero saborear los últimos momentos de expectación que me generan estos Lenardis del demonio jaja.
    ¿Qué pasará? ¿Qué pasará? Ahora solo nos toca esperar.
    Gracias por subir el capi hoy Dani, con todo y tus bromas XD Haces que la espera sea más divertida.
    Un abrazo y nos seguimos leyendo!!!!

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  3. Wooooo feroz capitilo. Me dejaste al borde de la cama todo el rato querian saltar y gritar xD. Como siempre nunca desepcionas Dani. Genial el capitulo y a la espera de otro. Ya quiero saber que pasara!!! Nos vemos

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  4. uuuuuuuuuuuuu me gustooooo muchooo
    esta buenisimo espero el otro con ansiedad

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  5. Rayos¡¡¡¡¡ no se como te las arreglas para hacer esto siempre, dejarme con el jesus en la boca, bueno por lo menos si muere ya sabe que paso por la mete de Alex... (es broma obvio no quiero que muera) pero si tengo que decir que me sorprendió su forma de reaccionar y ahora hasta lo entiendo, esta enojado por la poca confianza de ella en sus planes de escape, pero al menos no descofia de ella en lo referente a Cristobal, no se entiendo lso dos puntos de vista, para el lo mas importante es sacarla a ella de ese rollo con vida, para ella seguir viva pero viendo también por el bien de su especie, sigo manteniendo que ella sera una gran gobernadora una vez esto termine.
    Elizabeth, no se si habrá algo mas detrás de que ella quiera mantener a Alex fuera de esto, porque aun no sabemos como ella se entero si no fue Marco quien el aviso, estoy paranoica por que hasta de Raul desconfio, y de ese guardia tambien, asi que espero a leer el otro capi por que de verdad estoy volviendome loca imaginandome todos los posibles escenarios, que nerviosssss¡¡¡¡¡

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  6. Que capitulo.... me encanta que Alex haya dejado de lado su enojo para tratar de darle apoyo y ayudar a victoria, que hermosura, ya quiero saber como va a terminar esta maravillosa historia :O felicitaciones dani gracias
    DTB

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  7. Amooo esta historia y ame este capitulo
    me parece que Elizabeth debe calmarse un poquito y apoyarla y dejar de ser tan psico! Jajaja le deben bajar los humos a esa mujer! Raul por el otro lado es un pan de Dios! (: Me encanta! Y me encanta la relacion de Alex y Vicky espero que todo salga bien y estoy bastante deprimida por saber que ya solo quedan 2 caps. ):
    Gracias por subir los caps Dani estoy esperando con ansias el prox :D

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  8. ya quiero elproximocappitulo....
    amoa a Alexxx me encantooooo ...

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  9. Wwaaayyyyy cuantas cosas pasaron aqui. Cuanto amor pero lo que MAS me tiene nerviosa y ansiosa es esos caps que vienen donde se desarrollará el juicio. Ayy ese juicio Dios mioo, Victoria NO puede morir porque si ella muere; Alex se va con ella, el lo dijo en un capitulo anterior, no soportaria mas vida sin ella.

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