Capitulo 18
Estaba
esposada, sujetada de los brazos por Ezequiel y otro guardia, en una pista de
aterrizaje privada, mirando el jet que
pertenecía al ex Gobernador, o sea, Alexander Lenardis.
—No hay otra
forma de transportarla, debe ser con él –dijo el chico que hablaba con
Ezequiel.
—No hay otro
avión para dejarla encarcelada como un criminal, a metros de él, tendrá que
irse al lado de su esposo.
—Pero el Sr.
Lenardis fue explicito en sus ordenes, ella debe ir abajo –fruncí el ceño,
molesta.
Lo que sucedía
era que Alexander no me quería tener como acompañante en el avión, sino que
deseaba que viajara en una parte inferior de la nave, pero el que había
disponible, era muy pequeño y no podría irme lejos de mi esposo vampiro.
— ¿Qué está
sucediendo aquí? –me tensé como un elástico al escuchar la voz de Elizabeth.
Alta e
imponente se acercó hasta nosotros, quedó justo al frente de mí, pero ni por
asomo me dio algún tipo de mirada.
— ¿A dónde llevan
a la Gobernadora? –preguntó al chico que conversaba con Ezequiel.
—El Sr.
Lenardis pidió que se la llevara en otro compartimiento, pero este jet no tiene
espacio para dejarla en otro lado.
Elizabeth
frunció el ceño. Note que vestía de traje negro, con una blusa blanca, se veía
espectacular y peligrosa.
—Es la Gobernadora,
se irá sobre un cómodo asiento antes de llegar a una de las celdas. Y si
Alexander tiene algún problema, deberá tomar otro vuelo, si lo desea puede
venir conmigo… y sáquenle esas esposas, no sean ridículos.
Sonreí para mis
adentros, Alex sin duda alguna preferiría mi compañía ante la de su madre y no
porque yo fuera su persona favorita en este momento, sino porque no soportaba
que Elizabeth lo regañara por todo lo que estaba sucediendo.
El Guardia
joven que por su forma de expresarse, era residente de Irlanda, fue hasta
dentro del avión y volvió a los tres segundos después. Durante todo ese tiempo,
Elizabeth ni siquiera me miró.
—Dice que es
mejor que la suban.
—Asunto
resuelto –dijo ella caminando hacia uno de los autos negros que habían a
nuestras espaldas.
Sabía muy bien
que ella estaba haciendo esto solamente porque no soportaba que trataran a
alguien como yo, o sea a la Gobernadora de los vampiros, como una rebelde más. Elizabeth
era muy amiga de los protocolos y apariencias.
Con los
Guardias fuimos hasta dentro del avión, pero antes de poder llegar a los
asientos, Ezequiel y el hombre me soltaron. Me giré a verlos confundida.
—No tenemos
permitida la entrada a ese sector en los aviones de los Gobernadores, nos
iremos en el compartimiento de los pilotos ¿sí? –me explicó Ezequiel.
Asentí, había
olvidado aquello. Hacía meses que no viajaba con Guardias.
Sin preocuparme
mucho me dirigí hacia donde se encontraba Alexander y el resto de los asientos.
Sin duda este jet era más pequeño que los anteriores. Había tan solo cuatro cómodos
sofás blancos. Me senté en el extremo opuesto de donde se encontraba él, no quería
ponerlo de peor humor al ver mi rostro.
Cuando lo vi me
di cuenta de cuánto pesaba y quemaban mis muñecas. Ezequiel no me había sacado
las esposas de plata, es por eso cuando estas sonaron al moverme, pude ver como
Alex se tensaba. Vestía de traje negro, como usualmente hacia cuando trabajaba,
observaba muy atento hacia la ventana, ignorándome.
Al sentarme y
apoyar la cabeza en el asiento, sentí como el cansancio me absorbía. Cristóbal había
bebido de mí, así que estaba agotada, además de que ya no podía esconder mis
pensamientos con tanta facilidad, no después de lo sucedido con esa hada. La había
desconcentrado solo gracias al puente que había creado Cristóbal entre ambas.
Al abrir los
ojos descubrí a mi vampiro observándome, pero un segundo después volvió a poner
atención en la ventana, ni siquiera miraba el paisaje, sabía muy bien que
estaba mirando el vidrio, pensando en todo lo sucedido.
— ¿Alex?
—No, cállate
–dijo empuñando sus manos sobre las piernas –no te atrevas a decir algo,
apestas a Cristóbal, con suerte puedo soportar que estés tan cerca de mí.
Fruncí el ceño,
molesta, pero no quería discutir, tenía tanto sueño. Sin embargo, no pude evitar
informarle y actualizarlo con las últimas noticias que no había deseado saber;
ni siquiera se preocupó por saber lo que había ocurrido mientras estuvimos
separados. Idiota, solo habían sido un par de horas y él se comportaba de esta
forma.
—Oh, lo siento
–susurré con mis ojos cerrados, con mi cabeza en dirección hacia él –de seguro
huelo a él porque me inmovilizó gracias a una estúpida hada y luego comenzó a
tocarme con sus asquerosas manos, mientras me desvestía y bebía de mi… jamás en
mi vida me sentí tan mal. Por un milagro divino pude liberarme y acabar con la
existencia de esa hada, pero Cristóbal no tuvo la misma suerte… lo siento, Sr.
Lenardis, por oler a él, pero estuve tratando de sacar su asqueroso olor por un
largo rato, bajo el agua.
Cuando abrí los
ojos, pude ver como Alexander se dejaba envolver por la furia, pero para mi
sorpresa no dijo nada, no gritó, no me acusó de alguna injuria… tan solo se
puso de pie y salió de mi vista. Pude verlo dirigirse hacia el auto de
Elizabeth y meterse ahí.
Por lo visto
viajaría sola.
Aun era de
noche cuando llegamos a Bari, Italia. Esa ciudad era la indicada para
mantenernos por un día entero antes que llegaran todos con Consejeros y se
realizara el juicio en Roma, como se tenía estipulado.
—Voy a esperar
a Alexander –dije a Ezequiel –no aceptaré ir de inmediato hasta donde queden
esas celdas.
—Llamó el Sr. Raúl
hace una hora, ordenó que no te lleváramos a las celdas comunes, tu status dice
que debes estar en un lugar más adecuado –levanté los hombros, realmente no me
importaba a donde me llevaran.
—Como sea, solo
quiero ver a Alex ¿A qué hora debe llegar?
—En una hora
más, es mucho tiempo Victoria –fruncí el ceño ante sus palabras.
—Esperaré lo
que sea necesario, debo exigir algo que solo él me puede dar.
Nadie me dijo
que hiciera lo contrario. Esperamos en uno de los autos negros. Aproveché ese
tiempo para poder seguir durmiendo un poco más. El viaje a Bari duraba más de 4
horas en auto, así que era mejor acostumbrarse a dormir en este lugar.
—Victoria –dijo
Ezequiel, tomando mi brazo con delicadeza –ya están aquí, me ha tomado tiempo
pero él aceptó.
—Necesito un
lugar privado y alejado de oídos sobrenaturales.
Ezequiel
asintió, por lo visto ya lo tenía previsto o Alex le dijo lo mismo ya que nos
bajamos del auto y nos dirigimos a uno o dos kilómetros de la pista, entre los árboles.
La noche estaba oscura, es por eso que no pude notar a Alex, que me daba la
espalda.
—Ahí esta –dijo
Ezequiel, apuntándolo con el dedo –volveré en quince minutos.
— ¿Qué quieres?
–dijo Alex cuando nuestro amigo desapareció. Se giró hacia mí.
—Tengo sed,
Alex.
Pude notar con
claridad como su expresión me decía cuando enojado estaba ante mi petición.
—Mis
alternativas se limitan a ti o pedir un humano –dije de inmediato –me siento
demasiado débil y así no puedo enfrentarme sola ante los Consejeros.
Se quedo en
silencio por unos segundos, fue realmente incómodo.
—No voy a
faltar a mi palabra, no dejaré que mueras.
—Bueno, dudo
que puedas hacer algo ¿no crees? Hasta ahora solo te has preocupado de juzgarme
como lo haría el resto.
—Eso no tiene
nada que ver con lo que te estoy diciendo, Victoria –llevo sus manos hasta los
bolsillos y las escondió ahí –una cosa será cumplir con lo que prometí, pero
otra muy diferente sería aceptar tu traición hacia mí.
—No te atrevas
–dije molesta –ni se te ocurra decir una sola palabra que desdeñe todo lo que
te he dicho en el pasado, estoy cansada de que comiences a basurear lo que
siento por ti.
—Ahora tu eres
la que no entiende –dijo acercándose unos pasos, enojado –no pienso que hayas
elegido a Cristóbal sobre mí, en ese sentido… sé que me amas –lo miré curiosa,
sin saber que estaba pasando ahora ¿Por qué estaba enojado entonces? –pero no
lo suficiente para confiar en mí cuando te digo que te mantendré a salvo
¡arriesgaste tu vida y mucha otras cosas con alejarte, Victoria!
Di unos pasos
hacia atrás cuando vi que se acercaba a mí. Había levantado la voz y ahora
estábamos discutiendo algo en que yo las tenía todas para perder porque él estaba
en lo correcto.
— ¡Mira como
estás ahora! ¡Esposada! –me tensé al sentir sus manos tomar mis muñecas con
demasiada brusquedad.
—Suéltame.
Antes de poder
terminar aquella palabra, Alex rompió las esposas, dejando que cayeran al
suelo. No podía creer lo fuerte que era, las deshizo como si no tuvieran valor
alguno, como si fueran hecha por humanos.
—Ni siquiera te
puedo mirar por más de un minuto sin enojarme, has traspasado todo límite.
—No lo
entiendes –dije dando unos pasos hasta apoyarme en un árbol porque me sentía
cansada, necesitaba de su sangre –pude adquirir pruebas que nadie más tiene,
por favor…
— ¡NO! –gritó
tomado mi mentón y dirigiendo mi rostro hacia sus ojos –no más excusas.
— ¿Y qué harás?
¿Estar enojado de por vida? ¡No puedes! ¿Me dejarás morir? Es la única salida
que tienes porque yo no veo ninguna más, además es imposible que me salves con
tus métodos, así que dime ¿qué piensas hacer?
Me soltó y dio
unos pasos hacia atrás.
—Si es
necesario lucharé con todos ellos y te sacare de ahí.
—Oh, que realista
–dije negando a su idea.
—Tu falta de
confianza me ofende.
Cerré mis ojos
por unos segundos y luego me deje caer, apoyada contra el árbol. Creo que todo
lo transcurrido estos días, comenzaba a afectarme. Para mi sorpresa, sentí los
brazos de Alex rodeando mi cintura, ayudándome a quedar en una posición más cómoda.
—Tengo sed
–dije mirándolo con la esperanza de que aceptara darme de su sangre.
No pude evitar sonreír
al ver como se desabrochaba un poco más su camisa blanca y se sacaba la
chaqueta negra.
—Hazlo –dijo
exponiendo su cuello.
Me acerque a
él, apoyándome en sus hombros, pero no pude evitar rodear su cuello y
abrazarlo. Lo había necesitado con desesperación cuando estuve en ese refugio,
pero aun me sentía molesta porque él ni siquiera preguntó por lo ocurrido allí.
Él no me rodeó
con sus brazos.
—Limítate a
beber ¿no dijiste que tenías sed?
Sus palabras me
molestaron de formas que no puedo describir, es por ello que no tuve cuidado
alguno cuando clavé mis colmillos en su cuello. Fui brusca y tiré de su cabello
para que me fuera aun más cómodo beber de él.
Me tomé todo el
tiempo que necesitaba hasta que me apoyé en el árbol nuevamente, observando a
Alex que abrochaba su camisa blanca. Su ceño estaba fruncido y su mordida
tensa.
—No olvidaré
esto –dijo poniéndose de pie.
—Somos dos.
Sin sentir nada
de cansancio me levanté y comencé a caminar hacia donde estaban los autos.
—Marco dijo que
no me delató ante el Consejo –su mano tomó con brusquedad mi brazo,
deteniéndome.
—Explícate…
tenemos tiempo.
Me giré para
poder verlo y me solté de su agarre. Su desaire le costaría caro, no lo dejaría
pasar, ni siquiera si salíamos libres de esto.
—Primero que
todo, estábamos en lo correcto respecto a Cristóbal, quiere acabar con todos…
en el refugio tenía unos explosivos, Marco me los enseñó. Al parecer solo está
llevando a cabo su objetivo de una forma bastante básica, primero quiere acabar
con los más poderosos para luego hacer explotar a los demás.
—Es por eso que
se hizo muy fácil destruir ese lugar –no dije nada sobre ello, le había pedido
que no hiciera explotar el refugio, menos mal nadie salió herido.
—Los rebeldes
no están consolidados como nosotros esperábamos. Pude lograr que su decisión de
atacarse entre vampiros, licántropos y hadas, quedara de lado; esperan que yo
te haga entender sobre la situación de los demás, pero haber explotado su lugar
de reunión, no te deja en una buena posición.
—Creo que
siendo el Gobernador, no estoy muy interesado en qué lugar me tienen.
Lo miré
sorprendida por unos segundos, ni siquiera con todos estos problemas se le habían
bajado los humos.
—Alex, tú no
eres el Gobernador.
Escuché con
claridad como hizo sonar sus dientes.
—Y si siguieras
siéndolo, serias uno muy malo ¿sabes lo qué está pasando bajo esos Centros de Proveedores?
¡Venden seres como esclavos! ¿Sabías de eso, Gobernador? –Ni siquiera me pudo
responder –eso más las explosiones que de seguro Lina ha provocado, en busca de
venganza por Marco, no han ayudado a que las aguas se tranquilicen, solo han
causado mayor odio… pero ninguno de ellos acepta la alternativa que tenga como
mayor probabilidad la muerte de su pareja de toda una eternidad.
—Bueno, ahora
sabemos muy bien a quien apoyas –lo miré sorprendida sin poder entender su
comportamiento.
— ¿Te digo
todas estas atrocidades y tú me respondes de esa manera? ¿No harás nada para
separar al Consejo?
—Te dije antes
que no era fácil, son Gobernadores que alguna vez estuvieron por años en el
poder –negué a sus palabras, era incomprensible.
— ¿Cómo me
dices eso? ¡Te estoy diciendo que están vendiendo personas! ¡No eres más que un
cobarde Alex! –lo mire enfurecida, incluso lo apunte con el dedo cuando seguí
hablando — ¡Ahora lo veo! Temes enfrentarte ante ellos, has soportado todo esto
¿es qué acaso sabias de ese horrible comercio? ¡Es William quien se maneja en
él, junto con otros Consejeros!
—Cuida tus
palabras, Victoria.
— ¡No! –le di
un leve empujón con mi dedo, incapaz de controlar mi furia ¡había matado para
llevarle pruebas de lo mal que estaba todo con el Consejo y él no me escuchaba!
–no cuidaré mis palabras, menos cuando hablas de esa forma ¿es qué no te
importa lo que suceda con ellos? ¡Son rebeldes por motivos justos, Alex!
— ¡No me
importa! –Dijo empujando mi mano para que dejara de apuntarlo –me importan una
mierda, esa es la realidad… ahora solo quiero sacarte de este maldito juicio y recién
ahí ver qué sucede en realidad ¿hay corruptos en el Consejo? ¡No me importa en
este preciso momento si de todas formas ellos serán quienes te juzgaran! ¡Quienes
te pueden llevar a la muerte!
Me quede sin
habla por unos segundos. Alexander solo buscaba poder, pero no sabía qué hacer
con él ¿Cómo demonios había llegado hasta este punto? ¿Es qué tanto le había
afectado la pérdida de sus parejas? ¿Desde cuándo le había dejado de importar
lo que sucedía con su especie?
—No tengo nada
más que hablar con usted, ex Gobernador –dije con una mueca de desagrado.
Le di la
espalda para retirarme de su vista, pero él se interpuso en mi camino.
—Mi prioridad
es mantenerte con vida y si eso conlleva que ciento de vampiros, licántropos o
lo que sea, terminen muertos… no me importará aceptarlo Victoria.
Sostuve su
mirada por un momento. Entendía lo que él quería decir, yo también haría lo
imposible para mantenerlo a salvo, pero Alexander estaba mirando hacia la dirección
equivocada.
—El problema es
que no has pensando que los vampiros que deberían desaparecer no son los
rebeldes, sino los Consejeros… y no me refiero a asesinarlos, sino a
destituirlos, pero al parecer ese tema contigo no se puede hablar. No sabes cuánto
me has decepcionado.
No seguí
observándolo, no podía, no cabía en mi mente que él pudiera hacer oídos sordos
a lo que yo trataba de explicarle. Entendía que quisiera mantenerme con vida,
pero ¿Qué sucedía con todo lo que alguna vez quiso proteger? ¡Nuestros
problemas siempre habían sido porque no podía alejarse de su maldito puesto
como Gobernador! ¿Por qué ahora cuando debía tomar el poder, no lo hacía?
Me frustraba,
era como si todas nuestras discusiones pasadas estuviesen fundamentadas en un
capricho de él, ya que no se tomaba su trabajo en serio.
Me subí al auto
negro con Ezequiel y el Guardia desconocido sin cruzar palabra alguna, por lo
menos ahora me sentía fuerte, no tenía nada que decir sobre la sangre de
Alexander, siempre me dejaba como nueva.
El camino se
llevo a cabo en un silencio incómodo. Fueron unas largas cuatro horas donde
estuve pensando diferentes alternativas para lo que ocurría con mi vida, pero
era inútil. Mi única opción era exponer a los verdaderos traidores y esperar
que la atención se dirigiera hacia ellos, sin embargo, eso no me libraba del
castigo por convertir a Cristóbal… ni tampoco me libraba de los recuerdos, solo
de pensar en que él había bebido de mi, que me había tocado y que además yo había
terminado con la vida de Fay, esa hada maldita, con mis propias manos, era algo
que no sabía manejar de forma adecuada.
Para cuando
llegamos a Bari, las nubes estaban oscuras y el mar se veía imponente. Este
lugar era hermoso, lo habíamos visitado una vez con Alexander, al día siguiente
de tener nuestra ceremonia hacía más de un año. En este lugar estaban las
instalaciones donde apresaban a quienes habían infligido de forma grave la ley vampírica
por decirlo de cierta forma, aunque no había un reglamento escrito donde decía
que o no hacer para seguir con vida sin que los Consejeros deseen tu cabeza.
Sin embargo,
por lo que me dijo Ezequiel al bajar del auto, mis instalaciones serían
diferentes. O sea, que estaría en un lugar lujoso y cómodo, ya que era la
Gobernadora de los vampiros y sería insólito que me dejaran en una celda, sucia
y oscura.
No me negué
ante tal privilegio. No quería pensar en el hecho de que estas podían ser mis últimas
horas, era un tema que tenía bloqueado, pero que si llegaba a ser cierto…
prefería pasar mis últimos minutos en un lugar cómodo.
La elección de
mi nueva residencia temporal, era un hotel de cinco estrellas, estaba segura que
Alexander estaría feliz ya que le encantaba tener una cama suave donde dormir,
aunque tuviera que mantenerse a varios pisos de distancia. Mis aposentos quedaban en el último piso, la
puerta estaba vigilada por dos Guardias.
Ni siquiera me
fije en los detalles de la habitación, solo me dirigí como una autómata hasta
la cama y me recosté ahí, abrazando la almohada y mirando a un punto fijo,
pensando en que necesitaba un milagro.
Estaba
comenzado a atardecer cuando la puerta se abrió y cerró con brusquedad. Para mi
sorpresa, no fue a Alexander a quien encontré en la puerta, sino que a Raúl.
Alto, canoso y vistiendo un traje gris, me miraba con el ceño fruncido y con
los brazos cruzados.
Me senté en la
cama.
—Te digo de
inmediato que no participaré del juicio, si quieren pueden hacer pataletas,
pero no estaré involucrado en todo esto, me adjudicaré a tal derecho por ser tu
suegro –se sentó a mi lado y dejó su mano en mi hombro –Alex me dijo que
terminaste yéndote con Cristóbal ¿Cómo estuvo eso? ¿Te hicieron daño?
Lo mire
sonriendo, cansada. Era el único que había preguntado eso.
—Me deshice del
hada que jugaba con mi mente, ahora puedo proteger de forma adecuada mis
pensamientos.
Él hizo una
mueca de desagrado.
—Sé que no eres
muy amiga de esos métodos, lo siento –levanté los hombros, quitándole
importancia, aunque aun no lo superaba, ni me arrepentía.
—Alex me dijo también
que tienes pruebas que involucran a ciertos Consejeros en temas bastante
turbios, cuéntame de ello, por favor –lo miré por unos segundos, sopesando en
la opción de decirle todo.
Lo hice.
Le dije todo lo
que había pasado, incluso el plan con Lina para que de esa forma la atención
pasara a otro tema importante. Raúl, asintió y me dijo que era lo mejor, ya que
ir por el conducto regular no iba asegurarnos nada, muchas cosas podían pasar
con pruebas que condenan a gente importante.
— ¿Pero qué
sucederá contigo? Eso es lo principal ¿Qué plan has previsto para salir bien de
todo esto?
Lo mire sin
saber que decir.
— ¿No estarás
pensando en que estarán a favor tuyo, cierto? –negué de inmediato.
—Solo estoy
confiando en que varios de los Consejeros, no puedan tener opinión en mi caso
con las pruebas que expondré.
—Eso no es nada
bueno, Victoria, pueden hacerte daño de todas formas, incluso pueden tomar ese
problema para resolverlo más adelante, después de darte una sentencia.
No tenía nada
que decir a eso.
—Ah Victoria
–dijo cansado –maldito el día en que convertiste a ese chico ¿eh? –no había
rabia en su tono de voz.
—Ni que lo
digas… no quiero morir, Raúl.
Él no
respondió, tan solo me rodeó con un brazo y me acompañó por unos minutos, antes
que se despidiera.
Me quede otro
par de horas sola, pensando en la posibilidad de saltar por la ventana, llegar
hasta el mar y perderme de la vista de todos, pero eso no era factible porque
me encontrarían en una fracción de segundo. Demasiado arriesgado.
Cuando la
puerta se volvió a abrir, pensé que podía ser Ezequiel, incluso Elizabeth, pero
no. Alexander caminó hacia mí, desabrochando unos botones de su camisa y
dejando su chaqueta negra colgando en la pechera.
—Supongo que
has de tener hambre, no bebiste mucho antes –se sentó a mi lado.
— ¿Qué andas
haciendo que recién llegas a esta hora a visitarme? –lo miré con odio, estaba
tan resentida con él, tanto por su comportamiento hacia los demás, como para
conmigo.
—Estoy
arreglando todo para salvar a mi esposa ¿crees qué tendría algo de utilidad
quedarme aquí mirándote, enojado, mientras tú me das sermones? No lo creo
factible Victoria, no pienso estar aquí disfrutando de tus últimas horas con
vida porque eso no será así.
Miré hacia el
piso alfombrado de color rojo oscuro y cogí sin mirarlo, su mano. Alex solo la
presionó.
—No debiste
irte de esa forma.
— ¡Pero lo
hice, así que ya basta! –dije mirándolo enojada — ¡deja de recriminármelo, ya está
hecho!
Soltó mi mano y
se puso de pie, para luego dirigirse hasta la ventana.
—No puedo dejar
de estar molesto contigo.
—Entonces quizás
deberías irte, así te liberas de tal peso –se cruzó de brazos, frunciendo el
ceño… sabía que lo estaba haciendo aunque no pudiera verlo desde aquí.
— ¿Quieres qué
me vaya? –preguntó ahora, girándose hacia mí.
— ¡Claro que
no! muero de miedo, dijiste que solo a ti te podía demostrar dicho sentimiento
y hasta ahora lo he soportado estoicamente, estoy muerta de miedo Alex… —esquive
su mirada –sigues dudando de mi.
—No –lo miré
curiosa –no creo que te hayas ido con él porque estés enamorada o algo por el
estilo, ya te lo dije. Si estoy enojado es porque no confías en que te sacaré
de esto.
— ¿Cómo?
—He hablado con
diferentes Guardias, si esto sale mal para ti… te sacaremos y escaparemos.
— ¿Y por qué me
tratas de Traidora entonces? ¿Cuándo me encontraste con Lina?
— ¡Porque lo
eres! Te dije que no olvidaría algo como esto, no te perdonaré por escapar.
Eres una traidora ante mis ojos y antes los de quienes te juzgaran, aunque sea
por motivos diferentes.
— ¡Eres
insufrible! –Dije poniéndome de pie, deseando escapar de aquí –nunca me
escuchas.
— ¡No! eres muy
buena acusándome de no hacerlo ¿sabes? Pero nunca te has dado cuenta que tu
tampoco me escuchas ¿no lo entiendes? –Dijo tomando mis brazos de forma
posesiva — ¿Qué habría hecho si Cristóbal te hubiese eliminado en tu pequeña
aventura? ¿Crees qué las pruebas que trajiste de los Consejeros valen tu vida?
¿Crees qué me fue fácil recibirte de vuelta cuando olías a él?
Casi debí
morderme la lengua para no seguir discutiendo, solo mire hacia un lado,
sintiendo como sus manos se seguían aferrando a mis brazos. No tenía
fundamentos para discutirle.
—Tú me acusas
de ser malvado, testarudo y orgulloso, pues bien, tus grandes defectos son que
eres demasiado ansiosa y atolondrada, eres muy joven aun… no piensas las cosas
antes de hacerlas, solo te lanzas, demasiado temeraria para mi gusto. Mírame
cuando te hablo Victoria.
Levanté la
vista, encontrando sus ojos negros.
—No lo
entiendes, yo debía saber, demostrar que…
—No –me
interrumpió de nuevo –no debías, no tenías que hacer nada en ese momento.
Podíamos esperar, tu viste lo que sucedía debajo de ese Centro Proveedor, me
pudiste haber dicho lo que viste ¿piensas que no te habría creído? ¿Me debías
demostrar a mí con pruebas lo que pasaba?
Mi vista estaba
fija en él, en sus ojos, en su ceño fruncido y en como tensaba su mandíbula,
pero no pude evitar observar también sus labios, sus mejillas, el color de sus
ojos.
—Tú nunca me
crees… siempre debo demostrar contigo
todo lo que digo, pienso o siento.
—No me trates
de manipular con esa excusa –dijo de inmediato, fruncí el ceño –podrías usarla
en cualquier momento, pero no en este, si viste algo con Cristóbal y me lo
hubieses dicho, sabes muy bien que te habría creído ¡Ahora los Consejeros saben
que te fuiste con él! ¡Te vieron, Victoria!
—Pero
demostraré que fue por un motivo, no porque este de su lado.
—Lina dijo algo
sobre eso antes –dijo soltando mis brazos –no sé que se traen entre manos, pero
me parece extraño, tu odias a Lina ¿Por qué quieres que te ayude? No me ha
dejado ver nada, dice que esta editando ciertas imágenes para que no quedes en
una posición peor.
No dude ni un
segundo en explicarle con detalles lo que pretendíamos hacer. El rostro de
Alexander se fue desfigurando cuando le dije todo lo que ocurrió en ese
refugio, de cómo hablé con los Rebeldes, la respuesta que tuvieron… el suceso con
Cristóbal y Fay, aquello lo encolerizó tanto que salió de la habitación por
alrededor de treinta minutos. Sin embargo, volvió y me dio la oportunidad de
contarle el resto, como había acabado con la vida de ella y como había
traspasado todo el asco y desagrado que me causaba Cristóbal, a su mente.
Finalmente le dije lo que tanto Marco, Alanna y Aníbal, habían hecho.
Supe por su
mirada que jamás perdonaría a Marco, aunque sus actos fueran justificados.
Aquel vampiro deseaba vengar la muerte de su esposa y estaba segura que Alex lo
entendía, pero tanto su orgullo como ego, eran mayores.
—Hablaré con
Lina, no quiero que todo el mundo te vea prácticamente desnuda, ese es un
privilegio que deseo mantener para mí –dijo más calmado –lo encontraré Victoria
y acabaré con Cristóbal, lo destruiré pedazo a pedazo mientras se seca bajo el
sol y la plata.
Antes que
pudiera decirle algo, su celular comenzó a sonar. Se puse de pie, rápido como
un resorte y contestó. Fue una conversación de tan solo tres segundos.
—Los Consejeros
han llegado, están los siete. El juicio se realizara aquí, no en Roma.
Asentí, había
escuchado a Elizabeth con claridad.
—Te juzgaran
solo seis, Raúl ha dado un paso atrás, no quiere tener nada que ver con esto.
Mi madre en cambio, está segura que has convertido a Cristóbal porque rompió
toda protección que tenía en mi mente, se inmiscuyó en mis pensamientos lo
suficiente para saber todo lo ocurrido.
Asentí, eso era
una posibilidad, la duda era si nos delataría. Alex como si leyera mis
pensamientos respondió a mi incertidumbre.
—Me encaró y
dijo que por mi bien no dirá nada, pero eso no significa que trate de sonsacar
la verdad de tu boca. Me dejó en claro que durante el juicio debo estar lejos
de ti, que no debía decir palabra alguna a tu favor o dirá la verdad. Debo mantenerme
frio contigo y no demostrar mi apoyo por ti.
Me quede
perpleja, había perdido toda oportunidad con Elizabeth, eso era seguro.
— ¿Y por qué no
puedes apoyarme? Eres mi esposo, es lo lógico.
—Porque no
desea que me destituyan cuando se sepa la verdad, quiere… responsabilizarte por
todo, dejar en claro que fui una víctima.
No dije nada,
solo me deje caer por completo en la cama, mirando hacia el techo. No tenía que
decir nada ante la nueva información, yo era realmente la responsable de que Cristóbal
estuviera llamándose Gobernador.
—Raúl no participará,
Elizabeth me quiere muerta, junto al resto de los Consejeros… y no olvidemos a
William.
—Oh, ese me las
pagará también –susurró Alex, más para sí mismo –pero trata de no preocuparte,
solucionaré esto. He dicho que tengo a varios Guardias, entre ellos este
Ezequiel… si es necesario tendrá que apuntar con sus armas a Elizabeth y el
resto para que escapemos ¿sí?
Asentí, sin
poder creer que Alex quisiera encañonar hasta su madre.
Abrí mis ojos
al sentir un peso sobre la cama, a mi lado. Miré a Alex, recostado, apoyando la
cabeza sobre su mano.
—No me pondré
de rodillas para pedirte perdón porque estoy aun muy molesto contigo –dijo sin
dejar de mirarme.
— ¿Pero?
–pregunté, sabiendo que nada malo podía salir de su boca desde ahora.
—Pero lo que
sucedió en ese lugar, aunque hayas ido por voluntad propia, fue horrible… no estás
acostumbrada a ello, lo que me deja aun más atónito por tu habilidad para
defenderte.
—Estaban los
chicos, sin ellos…
—No –me
interrumpió –cuando estuviste con ese bastardo de Cristóbal, inmovilizada…
sobreviviste por ti sola, eso no lo hace cualquiera. Tú aun eres muy joven. Y
eres diferente, tranquila, no buscas eliminar a quien te moleste.
No pude evitar sonreír
ante sus últimas palabras.
—Cualquiera a
tu lado es joven, tienes miles de años Alex –él frunció el ceño –no es que mi
importe –dije ahora sonriendo abiertamente.
Su mano libre
se acercó a mi cuello, fue como por arte de magia pero justo acarició donde
antes Cristóbal había mordido. No pude evitar cerrar mis ojos, ese recuerdo me
daba esas ilógicas nauseas.
—Me encargaré
de él –dijo con un susurro en mi oído –disfrutaré destrozarlo con mis propias
manos, tan solo debo encontrarlo ¿Dónde lo hizo?
Lo miré incómoda,
no era de algo que deseara hablar porque los recuerdos volvían a mi mente.
— ¿Victoria?
—Aquí y aquí
–dije indicándole con mi dedo índice.
Para mi
sorpresa y agrado sentí primero como sus labios se posaban sobre mi piel, justo
donde Cristóbal había mordido la primera vez, justo en mi lado izquierdo. Sus
colmillos traspasaron mi piel con delicadeza, para poder beber de mi sangre.
Cerré mis ojos
y tomé su camisa con fuerza, tirando un poco de él para que se acercara. Aunque
me permití ese regalo por unos segundos, ya que luego lo alejé y lo empujé para
que quedara recostado sobre la cama. Me senté sobre él y mordí de forma brusca
su cuello.
Yo era la que
aun seguía sedienta y molesta con él por humillarme ante los Guardias y Lina.
Las manos de
Alexander atraparon mi cadera con fuerza después de quejarse por morderlo tan
bruscamente. Me dedique a beber de su sangre por unos largos segundos.
—Necesito estar
fuerte para presentarme ante el Consejo –dije ahora sentada sobre él, mirándolo
con una leve sonrisa.
Alex se sentó,
rodeando mi cadera con su brazo, evitando que me separara de él. Traté de
empujarlo con mis manos, pero él era mucho más fuerte.
—No seas tan
brusca –dijo tomando mi mentón y entreabriendo mis labios para luego besarme.
No pude decir
nada ante eso, pero tampoco pude disfrutar demasiado el momento ya que golpearon
dos veces la puerta. Con Alexander nos separamos en un segundo y nos sentamos
sobre la cama, justo para cuando apareció Elizabeth ante nuestras miradas.
— ¿Qué haces
aquí? –le preguntó a Alex.
Vestía con un
nuevo traje de dos piezas, esta vez blanco. Se veía increíble, sin duda alguna.
Llevaba en su mano un portatraje, el que supuse traía mi atuendo para el
juicio.
—Estoy
visitando a mi esposa, obviamente –dijo él, poniéndose de pie.
—Pues la hora
de visita se acabó, en dos horas más debe presentarse ante los Consejeros,
debes ir a prepararte.
—Voy a ir después
–dijo él, cruzándose de brazos, muy decidido, pero luciendo tan infantil,
siempre sucedía lo mismo cuando estaba cerca de su madre.
—Alex –me puse
de pie, acercándome hasta él –es mejor que te vayas.
Él sin
preocuparse porque su madre estuviera ante nosotros, se acercó y me besó. Tuve
que dar un paso hacia atrás porque o sino, por un milagro iba a volver a
sonrojarme como en el pasado.
Cuando
Alexander cruzó la puerta de la habitación, Elizabeth me dirigió la mirada.
—Te traje algo
adecuado para que uses en el juicio, todos deberían tener derecho a morir con
algo de decencia, aunque no se la merezcan.
No pude evitar sonreír,
por lo menos no íbamos a jugar con actitudes cínicas.
—Gracias por
traer esto –dije tomando el traje y dejándolo sobre la cama –si no tienes nada
más que decir, agradecería que te retiraras, no tengo ánimos para discutir
contigo.
—Escúchame
bien, niña –dijo dando un paso hacia mi –confesarás lo que has hecho, no
permitiré que Alexander se vea involucrado en algo como esto –me miró por unos
segundos, sin decir nada, valorándome otra vez –que manera de equivocarme
contigo, pensé que ayudarías a mi hijo, no que acabarías con él... has sido la
peor de todas.
—No tengo nada
que decir sobre ello, realmente te equivocaste conmigo al pensar que seguiría
tus mismos pasos. Ni siquiera me limito a hacer lo que Alexander cree correcto…
si estuvieran bien, no tendrían a la mitad de su especie deseando su cabeza.
Su mandíbula se
tenso.
— ¡Deseo que al
parecer quieres darles! Eres una traidora y pienso acabar contigo, ni siquiera
Alexander podrá protegerte.
Presioné mis
manos con fuerza, sus palabras estaban logrando enojarme.
—Cuida muy bien
las palabras con las cuales te diriges a mí, no olvides con quien estás
hablando. No me has visto enojada, Elizabeth.
—Tenemos algo
en común –dijo ella sonriendo como si hubiese ganado la partida.
—Cuidado –le advertí
–no sabes lo que puede pasar en las próximas horas, quizás todo gire a mi favor
y se haga justicia, entonces seguiré siendo Gobernadora y para ese momento, no
creo que te sea conveniente que yo recuerde tus amenazas.
Ella sonrió de
forma altanera, como si estuviera segura de que acabaría conmigo.
—Conmigo no
puedes jugar, Victoria… llevo años en esto.
—Entonces quizás
ha llegado la hora de que te retires.
Pude notar como
esas palabras le habían llegado, aunque no quisiera reconocerlo.
—En dos horas
–dijo para luego retirarse.
Después de que
ella saliera, le tomó unos minutos a Alexander para volver a mi lado. Me
pregunto sobre lo que habíamos conversado, no le agradó saber que su madre sin
duda alguna me quería ver muerta, pero decidimos dejar aquel tema de lado.
Alexander me dijo todos los detalles de cómo actuaríamos si todo salía a favor
del Consejo, así que las dos horas se pasaron volando.
Cuando faltaban
tan solo quince minutos para bajar comencé a vestirme… sola, ya que Alexander
se fue a su propia habitación para arreglarse, me dejo en claro que durante el
juicio debería seguir un papel que dejara conforme a Elizabeth, pero solo por
un tiempo.
— ¿Lista? –Escuche
la voz de Ezequiel a mi espalda –por lo menos te ves increíble.
Elizabeth me
odiaba, pero sin duda alguna tenía buen gusto.
— ¿No crees que
las mangas son demasiado largas?
Era vestido era
color carmesí con detalles en dorador. Era un poco pesado, de mangas anchas…
muy anchas. Cubría hasta mis pies. Se ajustaba al nivel de mi pecho y mis
hombros al descubierto, llegando a un leve escote que no dejaba ver nada demás. Era sobrio,
elegante y… demasiado anticuado.
—Las mangas son
para que no se noten las esposas. Es también muy largo para que tampoco se
noten… las de los pies.
Lo mire
aterrorizada ¿es qué pensaban que era tan fuerte como para acabar con los
Consejeros que estaban protegidos por Guardias? Idiotas, esto era culpa de
Elizabeth… o quizás no, si quería humillarme de esa forma no me habría dado un vestido que
cubriera las cadenas.
—Las pondremos
antes de que llegues al tribunal ¿sí? usaran el que se encuentra aquí.
Mientras
Ezequiel me habla de los detalles, yo me dedique a hacer una trenza que deje
caer sobre mi espalda, para ese entonces ya había entrado otro Guardia
desconocido y me miraba sin dejar pasar detalle alguno.
— ¿Cuál es tu
nombre? Me gustaría saber quiénes serán los últimos rostros que veré si esto
sale mal –no me refería solo a si terminaba muerta, sino mas bien por si nos
volvíamos fugitivos con Alexander.
—Mortum –por su
acento, era de Rusia –a sus servicios, Sra. Lenardis –dijo inclinando levemente
su cabeza.
—Él lleva
muchos años en la Guardia –explico Ezequiel –estaremos los dos a tu lado, a una
distancia prudente mientras te juzgan. Tu testigo está lista y preparada.
—Esperemos que
eso me sirva de algo.
—Y si no es así,
la protegeremos –aclaró Mortum. Bien, ese vampiro alto, musculoso, de cabello
castaño y de ojos negros, me agradaba, aunque no sonreía.
—Es agradable
saber eso.
Bajamos por una
parte diferente del hotel, para no llamar la atención. Para cuando llegamos al
auto y nos acomodamos, Ezequiel me puso las cadenas de plata, cuidando sus
manos con guantes para no hacerse daño.
—Espera un
momento –dijo Mortum, sacándose sus guantes de cuero.
Astutamente le
pidió las cadenas y esposas a Ezequiel y poniendo una mueca de dolor al
quemarse, cubrió estás con aquel cuero para que no me hiciera daño al usarlo.
Fue un movimiento inteligente.
—La Gobernadora
no tiene porque sufrir estos actos de desprecio, aun más cuando su especie la
apoya –lo miré curiosa. Por un momento vi una sonrisa que me dejo aun más
confundida, no estaba segura pero al parecer sus colmillos eran muy pequeños o
inexistentes ¿Qué sucedía?
—Los Guardias
en sí, te apreciamos mucho –dijo Ezequiel, distrayéndome –hemos sido testigos
de cómo te las has ingeniado este último tiempo.
Ninguno dijo
nada luego de aquel momento. Yo me deje sucumbir por unos minutos, deseando que
Alexander estuviera a mi lado, pero nuevamente tendría que enfrentarme a mis
enemigos sola. Debería plantarles cara y ver que sucedía.
Cuando nos
acercamos a la costa, tuvimos que bajar del auto, este no podía llegar tan
cerca de las rocas. Este lugar, junto al mar, bajo el nivel de este, era la
verdadera prisión para los traidores comunes y corrientes. Varios metros bajo
tierra se levantaba un tribunal donde había diez asientos grandes y de roca,
donde se ubicaba cada Consejero… el problema era que solo había siete con vida
y uno se había retirado del juicio para no tener nada que ver.
—Todo saldrá
bien –dijo Mortum cuando bajamos entre las rocas, en aquella oscuridad que nos
proporcionaba la madrugada.
Pronto serían
las tres de la mañana y mi vida estaría en juego.
Llegamos a la
puerta de hierro y Ezequiel la abrió sin problema alguno. Nos sumergimos en la
oscuridad que nos proporcionaba el comienzo del camino y luego llegamos al
pasillo que nos llevaría hasta los jueces.
—Uuff… —suspiré
nerviosa, cargando mi peso en cada pie, como si me estuviera preparando para algún
partido de futbol.
—Tranquila
–dijo Ezequiel tomando mi brazo, presionando un poco para darme fuerzas.
No servía.
¿Dónde estaba Alex? No había presentido que me
pondría tan nerviosa en esta situación.
—Victoria –giré
hacia atrás y no pude evitar sonreír al ver que estaba Alexander mirándome, con
el ceño fruncido. Me apresuré a ir hasta donde él estaba, me era muy incómodo
caminar con mis pies rodeados de cadenas, limitando mis pasos y haciéndome daño
–tranquila.
—No puedes
estar aquí –aun así apoyé mi frente en su pecho y me sentí feliz de poder
sentir sus brazos rodearme –tengo miedo.
—Tranquila,
amor –se inclino a mí y sus labios se unieron a los míos. Me empiné para poder
seguir besándolo por unos segundos más.
Cuando nos
separamos pude notar que el poco brillo que tenía en mis labios, lo habían
manchado. Levanté mis manos para poder limpiarlo.
—Mmm… cuero
¿Quién hizo esto? –dijo mirando a Ezequiel y Mortum. El primero indico con un
dedo al creador de esta magnífica protección de mis muñecas –Gracias, significa
mucho para nosotros.
Lo miré
sorprendida, Alexander agradeciendo algo era tan extraño como ver un duende
verde dar vuelta alrededor de tu cabeza, o sea, imposible.
Mortum nos
miraba sorprendido, como si estuviera viéndonos por primera vez.
—Ya es hora
–dijo Alex –no temas, ya sabes lo que te dije sobre ello.
Asentí, muerta
de miedo.
Mi ansiedad comenzó
a aumentar cuando Alexander se dirigió a donde se encontraban los demás. Mis
Guardias se ubicaron a mis costados, rodeando con suavidad mis brazos. Antes de
que pudiéramos ir hasta donde estaban los Consejeros, pude notar como Mortum
marcaba algo en su celular. Lo mire confundida, pero él solo sonrió y volvió a
inclinar su cabeza. Antes que pudiera preguntar algo, comenzamos a caminar.
Había llegado
el momento de enfrentar al Consejo. De aquí saldría viva, muerta o… viva con un
gran escándalo y persecución. No me agradaba ninguna de las dos últimas
opciones.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah ya no quedan nada mas que dos capitulos ;) espero que este les haya gustado. Gracias a todos sus comentarios en el capitulo anterior, me alegro que les haya gustado el capitulo *-* me encantan sus teorias y de como han aprendido a valorar las acciones de Victoria, que es lo que más a tomado tiempo jejje
Uuuhh!!! que miedo!
ResponderEliminarRealmente no se que podra pasar ! D:
Ahhhh corran por su salud mental q Danii es una experta aniquilandola!!
ResponderEliminarPos me mato jaja valió la pena esperar despierta.
No, no, no... esa Elizabeth es una arpía, ella quiere a mi Victoria muerta y no es solo por proteger a Alex. Que ese cuento se lo compre una ingenua q yo nop. Mira q mientras leía el capi me surgio en la cabeza una nueva teoría sobre Raúl. Y es que mira q después del debate de face, me dejaron pensando. Ya veré si estoy en lo cierto o solo es mi loca cabeza desesperada por saber el desenlace de todo este embrollo. Por lo menos siento que no me equivoque con la madre y mira que si Lina termina ayudando a Victoria, me va terminar cayendo medio bien la tipa esa :P
Ah por cierto que le debo una disculpa al gobernador por no haber creído en él. Tiene razón en lo que dice acerca de la confianza, así que lo dejaré en un empate, los 2 tienen su parte de razón.
Presiento que el guardia les va a ayudar a los rebeldes a entrar, van a llegar y se va a poner re bueno.
Nada mas de pensar que le quedan 2 capis a la historia, hace que me duela mi corazón. Por un lado quiero para "ayer" la siguiente actualización, pero por otro me quiero saborear los últimos momentos de expectación que me generan estos Lenardis del demonio jaja.
¿Qué pasará? ¿Qué pasará? Ahora solo nos toca esperar.
Gracias por subir el capi hoy Dani, con todo y tus bromas XD Haces que la espera sea más divertida.
Un abrazo y nos seguimos leyendo!!!!
Wooooo feroz capitilo. Me dejaste al borde de la cama todo el rato querian saltar y gritar xD. Como siempre nunca desepcionas Dani. Genial el capitulo y a la espera de otro. Ya quiero saber que pasara!!! Nos vemos
ResponderEliminaruuuuuuuuuuuuu me gustooooo muchooo
ResponderEliminaresta buenisimo espero el otro con ansiedad
Rayos¡¡¡¡¡ no se como te las arreglas para hacer esto siempre, dejarme con el jesus en la boca, bueno por lo menos si muere ya sabe que paso por la mete de Alex... (es broma obvio no quiero que muera) pero si tengo que decir que me sorprendió su forma de reaccionar y ahora hasta lo entiendo, esta enojado por la poca confianza de ella en sus planes de escape, pero al menos no descofia de ella en lo referente a Cristobal, no se entiendo lso dos puntos de vista, para el lo mas importante es sacarla a ella de ese rollo con vida, para ella seguir viva pero viendo también por el bien de su especie, sigo manteniendo que ella sera una gran gobernadora una vez esto termine.
ResponderEliminarElizabeth, no se si habrá algo mas detrás de que ella quiera mantener a Alex fuera de esto, porque aun no sabemos como ella se entero si no fue Marco quien el aviso, estoy paranoica por que hasta de Raul desconfio, y de ese guardia tambien, asi que espero a leer el otro capi por que de verdad estoy volviendome loca imaginandome todos los posibles escenarios, que nerviosssss¡¡¡¡¡
Que capitulo.... me encanta que Alex haya dejado de lado su enojo para tratar de darle apoyo y ayudar a victoria, que hermosura, ya quiero saber como va a terminar esta maravillosa historia :O felicitaciones dani gracias
ResponderEliminarDTB
Amooo esta historia y ame este capitulo
ResponderEliminarme parece que Elizabeth debe calmarse un poquito y apoyarla y dejar de ser tan psico! Jajaja le deben bajar los humos a esa mujer! Raul por el otro lado es un pan de Dios! (: Me encanta! Y me encanta la relacion de Alex y Vicky espero que todo salga bien y estoy bastante deprimida por saber que ya solo quedan 2 caps. ):
Gracias por subir los caps Dani estoy esperando con ansias el prox :D
ya quiero elproximocappitulo....
ResponderEliminaramoa a Alexxx me encantooooo ...
Wwaaayyyyy cuantas cosas pasaron aqui. Cuanto amor pero lo que MAS me tiene nerviosa y ansiosa es esos caps que vienen donde se desarrollará el juicio. Ayy ese juicio Dios mioo, Victoria NO puede morir porque si ella muere; Alex se va con ella, el lo dijo en un capitulo anterior, no soportaria mas vida sin ella.
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