domingo, 21 de julio de 2013

L.M.L - Capitulo 11


Capitulo 11

Me removí sobre la cama, girando hasta llegar al cuerpo de Alex. Era nuestro primer domingo en nuestra nueva casa y el último de mis vacaciones. Mañana lunes entraría a clases y estaba bastante nerviosa.
Durante estas últimas semanas, donde habíamos buscado casa, arreglado problemas internacionales sobre vampiros bebiendo más sangre de la debida y aprovechando las noches para reconciliarnos de la última discusión que tuvimos… se había vueltos en mis mejores semanas. Las vacaciones estaban terminando con broche de oro, excepto por el detalle de que Alex no quería que Raúl me pagara los estudios, pero después de decirle que era para evitar problemas con él y su temperamento, decidió callarse y aceptar aquel hecho.

Sonreí al ver que él seguía durmiendo, plácidamente, con su cabello negro desordenado y cubriendo uno de sus ojos. No entendía como se les ocurrió decir en las historias que los vampiros no se movían para dormir y lucían como estatuas. Alex se movía mucho durante la noche, como ahora, que se estaba nuevamente girando, creo que era producto de sus sueños y recuerdos, a los que no me había atrevido a entrar nuevamente.
Mire hacia el techo y luego hacia la gran ventana que había a mi costado derecho.
Después de haber pasado los tres días en nuestra habitación del hotel, pequeña, como decía Alex, nos agradó la idea de poder tener un lugar mucho más reducido que la mansión, ya que realmente no necesitábamos un lugar gigantesco como hogar.
Nuestra actual habitación era la mitad de la anterior, tenía la cama matrimonial con sabanas y cobertores blancos, igual que los almohadones, aunque todos los demás cojines que habían en el suelo eran de colores. Cada uno tenía una lámpara de noche a su lado y al final de la cama había un sofá… que habíamos inaugurado con rapidez cuando verificamos hace una semana que todo estaba en su lugar.
Las paredes eran de color crema y las cortinas eran más oscuras que la pared, con una franja horizontal en la parte inferior que llevaba un estampado floreal crema con fondo verde. Esas las había elegido yo junto a Ezequiel. Más allá de eso, la habitación no tenía. Ahora con Alex compartíamos el armario y me encantaba, porque verlo vestirse era todo un espectáculo, porque antes, al ver dos armarios no podía tener el privilegio de verlo. El baño tenía una tina bastante grande para las dos y además teníamos dos lavados, de esa forma nadie retrasaría a nadie, gran detalle que Ezequiel  había pensado cuando se nos unió a ver las casas.
Me volví a remover en la cama, estirándome como un viejo habito, observando hacia la ventana y viendo que el sol iluminaba el patio y su césped muy bien cuidado, que mandamos a arreglar, con flores y una terraza. Además tenía piscina, esa fue otro detalle de la casa que nos había gustado, era bastante amplia.
En esta habitación no había ningún sistema que nos escondiera de la luz solar, pero después de pensarlo no nos importo ya que íbamos a llevar una vida activa diurna y si no fuera así, o sea, si tuviéramos invitados, como Elizabeth, estos deberían ser atendidos en la mansión.
—Alex… —susurré, tocando su cabello desordenado, pero él solo se giró hacia mí, abrazándome y atrayéndome hacia él.
Sonreí contra su pecho, pensando en lo feliz que me encontraba dentro de nuestra nueva casa. Era normal, para una vida normal que íbamos a empezar. Me agradaba y parecía que no podría dejar de sonreír por días. Sin embargo, mi momento de normalidad, se fue al piso cuando sentí que tenía sed.
—Alex… despierta, hoy en la noche podríamos ir donde Marco, tengo sed –sus parpados se abrieron pesadamente, dejándome ver sus ojos negros y profundos.
—Buenos días –sonreí y besé su pecho marcado.
—Buenos días ¿Cómo has dormido?
—Excelente… esta cama resulto ser muy cómoda, demasiado diría, es tu culpa –me miró por unos segundos — ¿tienes sed? No es necesario que vayamos ¿Por qué no me muerdes?
—No, no es buena idea.
— ¿Por qué? Te ayudará para mañana, cuando vayas a clases… —cuando dijo eso, su sonrisa se esfumo y su mirada se oscureció aun más.
Una cosa es que Alex aceptara que nos mudáramos, que fuera a estudiar y que yo realmente fuera libre, pero otra muy diferente era que la idea le agradara.
— ¿Me iras a dejar? ¿Cómo a una niña? –él sonrió al escucharme.
—No, pero no iras sola, eso lo sabes… —asentí.
Mi seguridad estaba en juego, cosa que encontraba exagerada, pero que no quería discutir, ya había logrado bastante en llegar hasta aquí, así que acepté encantada que Aníbal se haya matriculado en mi universidad, en la misma carrera, con mi mismo horario. Tendría con quien hablar.
— ¿Quieres ir donde Marco entonces? –negué, no me gustaba ir a ese club, pero si quería beber no había otra opción, eso era lo malo de vivir aquí. En Italia, Venecia, había centros de humanos a nuestra disposición, claramente escondidos del mundo.
—No me quiero arriesgar, aquí no estamos rodeados de guardias.
—Realmente eso no es del todo cierto, hay casas a un kilometro a la redonda, con guardias –si, como él decía, no nos gustaba la idea de tener vecinos y como mi querido vampiro puede ser muy cabeza dura a veces, logró obtener todas las casas a la redonda, dijo que después sería un negocio, así que técnicamente nuestros vecinos, eran nuestros guardias.
—Sí, menos mal que alcanzaron a insonorizar la casa, no me habría gustado saber que alguien… nos podría escuchar conversando.
—No seas cínica conmigo, te gustó esa idea solo porque puedes gemir y gritar tranquila, sabiendo que nadie te escuchara –fruncí el ceño y le di un golpe en su hombro por su poco tacto.
—Si quieres que te muerda, muy bien –sin que pudiera decirme algo, clavé mis colmillos en su pectoral izquierdo, el que estaba más a mi alcance.
Un grave gemido salió de su garganta al sentir aquella mordida. De esa forma no era mucho que podía obtener en un corto tiempo, pero nadie me apuraba, así que me quede ahí bebiendo gota por gota, para no manchar las sabanas blancas. Solo bastaba un poco de su sangre para que mi sed se acabara, pero demonios, era tan adictiva que a veces me quedaba más tiempo del necesario, sintiendo ese placer que se expandía por cada célula de mi cuerpo, como si todo se volviera cálido y cada sentido se agudizara aun más. Aquel último detalle solo ocurría con Alex, después de beber de su sangre, mi piel quedaba muy delicada ante el tacto.
—Eso fue… inesperado –dijo mirándome con una sonrisa, de esas que solo se dejaban ver cuando estamos solos y últimamente la está viendo seguido. Las cosas habían mejorado bastante estas últimas semanas.
—Tu sangre… me encanta –pasé mi lengua por los labios, eliminando todo resto.
—Se nota, tus ojos están vidriosos –tomó mi mentón y sus labios comenzaron a recorrer mi mejilla para después llegar lentamente a mi boca.
—Me gusta estar así contigo –susurré.
— ¿Cómo?
—Sin discutir o algo parecido… me estaba agotando Alex –él sonrió.
—No hemos tenido mucho tiempo, en comprar esto, arreglarlo y tú con Ezequiel decorando, no es algo que nos permitiera discutir –fruncí el ceño.
— ¿Crees que ahora…? –él negó.
—No tendrás que agotarte, ya dije que me controlaría, además me agrada que hayas estado ocupada, estos días he estado igual y he llegado de noche, junto contigo –asentí.
Era cierto, todos estos días habíamos estado él por su lado y yo por el mío, nos encontrábamos en la mansión cuando llegábamos de la ciudad, después de cada uno estar realizando diferentes planes. Era ahí donde entraba mi gran, pero gran detalle para estas hermosas semanas que he tenido con Alex… esa asistente que tenia.
¿Pensé que Alanna era absorbente? Menos mal que no tenía a Lina, maldita modelo rusa que lucía siempre guapa e impecable; “Sr. Lenardis” por aquí “Sr. Lenardis” por allá ¡demonios! No me agradaba… pero aun así no se lo había dicho a Alex, seria insólito y no quería quedar expuesta ante mis celos.
—Este domingo lo tendremos solo para nosotros ¿sí? ¿Eres todo mío por hoy? –él sonrió; Alex podía ser muy frio cuando quería, podía guardarse todas sus emociones, pero le encantaba cuando yo me ponía melosa.
—Así es, aunque es una pena que hayan decenas de cajas en nuestro armario y en el primer piso.
—En momentos así es cuando desearía tener empleadas –susurré aun contra sus labios.
—No quisiste comprar todo nuevo, ahora hay que desempacar y si quieres, podemos contratar a alguien.
— ¿Para qué? Si habían cientos de cosas que nos podríamos traer de la mansión y no, no quiero a nadie ajeno a nosotros aquí, este es solo nuestro lugar ¡y ahora! –dije empujándolo para escapar de sus brazos.
— ¿Qué haces?
—Yo me levantaré porque hay mucho que hacer –robé su gran camiseta color verde que estaba en la cama y me la puse.
—No…  aún es temprano y es domingo –dijo tirando su ropa para que pudiera ponérmela, finalmente me la quitó y la tiró al suelo.
—Está bien, no la necesito.
Sin preocuparme me levante y fui a hasta el baño en un segundo, Alex no demoró nada en seguirme.

Pronto serian las diez de la mañana y con Alex ya habíamos comenzado a arreglar todo, él estaba en una de las salas más grandes que había elegido como su oficina, no me negué a que la tuviera ya que bastante hacia con aceptar todo este cambio.
—Oh pero que sexy luces así –dijo cuando fui a verlo. Estaba arreglando los libros que tenía en varias cajas, en la librería que había mandado a hacer. Este lugar era más pequeño que el anterior, pero aun así destacaba lo agradable que era.
Nuevamente las paredes estaban llenas de estanterías que estaban siendo llenadas de libros, mientras que en el centro había un sofá amplio, de tres divisiones, color crema; se encontraba al frente del escritorio de vidrio que había, donde destacaba la silla de cuero que estaba en la sala pasada.
—Ja ja, muy gracioso –había elegido algo holgado, ya que aun me quedaba todo por ordenar. Solo estaba vestida con pantalones cortos de mezclillas y la misma camiseta que le había tratado de robar hace un rato atrás. Iba descalza y con el cabello tomado.
—No, de verdad luces bien así –me sorprendió cuando apareció desde atrás y tiró de mi cabello para que lo mirara y pudiera besarme. Como estaba sentada en el sofá mi cabeza quedo apoyada en el respaldo –te está gustando jugar a que eres humana –susurró contra mis labios para después liberarme y seguir guardando libros en la estantería.
—No es eso –me gire hacia él, apoyándome en el respaldo. Observando lo guapo que lucía con sus pantalones claros y su camiseta con cuello, además de líneas azules y blancas horizontales. Sonreí al notar que también estaba descalzo.
—Si quieres, yo puedo seguir ordenando aquí –él negó mientras iba apilando los libros. Sonreí al darme cuenta que él también estaba a gusto, aunque no me lo dijera.
—No es necesario, gracias.
— ¿Dónde has guardado tus di…? –antes de poder terminar mi pregunta, su estúpido celular comenzó a sonar. Mi cuerpo entero se tenso.
—Hola Lina –puse los ojos en blanco y volví a sentarme, dándole la espalda, como él estaba hacia mí con sus libros en la mano –hoy no tenía planeado nada, estoy muy ocupado.
— ¿Esta solo o tiene compañía, Sr. Lenardis? –me cruce de brazos al poder escucharla.
—Estoy con mi esposa ¿Qué sucede?
—Ha habido un problema, con Marco estamos en el Excalibur, sería adecuado que usted se presentara, solo.
—Está bien, iré inmediatamente.
Ambos cortaron y Alex dejó los libros en la caja nuevamente.
—Nos vemos en un par de horas –dijo pasando su mano por mi cabeza, desordenando mi flequillo.
—Nos vemos –susurré antes de que saliera por la puerta.
Negué cansada, pero preferí no decir nada ya que no quería discutir. Me gire sobre el sofá, mirando las cajas que Alex tenia ahí, supuse que si me ponía a ordenar, no pensaría en lo que “Lina” podría decirle a Alex en un club, con Marco, que me desagradaba ahora, no lo había visto desde la última vez, cuando recién llegamos al país.
De un salto llegue a una de las cajas y comencé a sacar los libros para guardarlos en las estanterías, estaban ordenados por alfabeto ahora, así que no estaba traspasando su espacio personal, ya que había clasificado los libros con anterioridad.
—Interesante –dije mirando los títulos tan antiguos que Alex tenia. Nunca me había preguntado porque él tenía tantos libros, muy pocas veces lo vi leyendo ¿los ocupará cuando esta solo? ¿Cuándo no tiene nada que hacer?
Seguí guardando los libros por un rato, leyendo cada título para mantenerlo en mi memoria para cuando necesitara uno de ellos.
—No… —susurré cuando entre uno de los libros más grandes, de algún autor antiguo italiano, cayó uno de esos pequeños libros, forrados en cuero marrón ¡idénticos a los que había encontrado hace ya tanto tiempo y que había dejado pasar por estúpida!
— ¿Victoria? –me tensé al escuchar la voz de Ezequiel. Rápidamente guarde el cuadernillo bajo mi camiseta.
— ¡Por aquí! –lo ajuste a mis pantalones cortos y seguí guardando los libros de Alex como si nada hubiera ocurrido.
—Wow… que bien te ves –dijo apoyado en el marco de la blanca puerta. Vestido con unos jeans claros y una camiseta corta gris. Su expresión curiosa se veía aun mayor al tener su cabello tan corto.
—Me siento cómoda.
—Así lo veo, estas ordenando todo, me han enviado para ayudarte –me apoyé en el mueble.
— ¡No!… no es necesario –dije sonriendo –todo estará listo antes que Alex vuelva –sonreí para no parecer nerviosa, pero no pude dejar de mover mis manos.
— ¿Por qué parece que quisieras ser una esposa abnegada? –reí de forma patética, no podía dejar de pensar en el cuaderno.
— ¡No es eso! Solo que… —comencé a gesticular de forma ridícula –no… ¡ah! Alex ya ha cedido bastante.
— ¿Qué estás haciendo? –Dijo ahora Ezequiel mirándome con los ojos entrecerrados –estás nerviosa, como nunca ¿Qué escondes?
—Nada –dije alejándome de las elegantes estanterías, dando pasos hacia atrás –no…
—Estas escondiendo algo y quiero que me lo muestres.
— ¡No! aléjate –se estaba acercando.
Ni siquiera pude luchar cuando trató de quitarme el cuadernillo, me descubrió de inmediato. Fue humillante.
—Interesante –dijo mirando el cuaderno por encima, leyendo un par de letras para después entregármelo –supongo que se coló en la mudanza ¿no los guardó todos cuando recién llegaste a su vida?
—Si –dije atónita, tomando el cuaderno que me ofrecía — ¿Por qué me lo pasas? Siempre me escondes tanta información como Alex.
—No, yo no estoy autorizado a decir nada, pero si al Sr. Alexander, se le olvida ser astuto y más detallista, bueno… no hay nada que yo pueda hacer ahí –me puse de pie y miré a Ezequiel, feliz.
—Gracias –me empiné y le di un beso en su mejilla –ahora sí, sería feliz si me ayudaras.
—Muy bien, esposa abnegada –dijo de forma burlona.

Nos dedicamos a eso, desvalijar las cajas. El cuaderno lo guardé en el mueble que había en el baño, en mi lavado. Alex jamás se metería ahí.

—Sé que no debería estar cansada, pero estoy harta –dije dejándome caer en el sofá blanco.
—Estoy seguro que a Javier le hubiera gustado esto –Ezequiel se sentó a mi lado, mirando hacia la gran ventana que daba hacia el jardín.
— ¿Estas bromeando? Me habría regañado, tendríamos que haber comprado todo de nuevo, nos habríamos demorado un montón en elegir las cosas estas últimas semanas –Ezequiel comenzó a reír, pero después de unos minutos se quedó en silencio.
—Ha pasado más de un año y esto no se va, es como si se hubiera ido ayer. Lo extraño, Victoria –apoyó sus brazos en las rodillas, cubriendo su rostro.
—Ezequiel –lo abracé, sin poder evitarlo, sabía que él era muy frio, por eso me sorprendió cuando se quedo tranquilo mientras yo pasaba mi mano por su espalda –te invitaría a comer chocolate y helado para no estar triste, pero nuestra dieta está limitada a sangre.
Por lo menos una sonrisa se marco en su boca.
—Estarás sola otro rato ¿Por qué no vamos a beber algo? –mis ojos se abrieron asombrada ante la proposición de Ezequiel.
— ¿Te quieres ir de copas? Es una pena pero el club de Marco no abre hasta la noche.
—Ese no es el único lugar donde hay humanos para beber ¿sabes? No te aseguro algo tan elegante como el Excalibur, pero hay sangre.
—Ezequiel, eres un atrevido ¡me estas invitando a hacer cosas malas! Sabes que Alex se enojaría –él asintió.
—Es verdad, mejor quedémonos acá –vi por un segundo ese brillo de querer hacer algo entretenido solo para olvidar el pasado. Sus ojos negros me esquivaron.
— ¡De seguro no se dará ni cuenta! Llegamos antes que él y todo estará bien ¿sí? Iré a cambiarme.

Eran exactamente las seis y media de la tarde, y estaba mirando a Ezequiel que seguía sentado en el sofá de la sala.
—Guapa –dijo él al verme.
Había elegido unos pantalones color salmón, con una blusa gris y una chaqueta de cuero, además de unos tacos negros.
— ¿A dónde van? –miré curiosa a Aníbal que nos miraba desde la puerta.
—No saco nada con el cambio de casa, aquí entra quien quiere –dije frunciendo el ceño.
—Lo siento –dijo él, un tanto cohibido.
—Vamos a beber algo –dijo Ezequiel, poniéndose de pie.
—Pero el Excalibur está cerrado aun.
—Tomaremos una opción alternativa –dijo rápidamente mi amigo — ¿vienes?
—Está bien, pero les recomiendo que Alanna no se entere de esto.
— ¡Hecho! –dijimos ambos a las palabras de Aníbal.
Así fue como los tres nos subimos al auto, nuestro nuevo secuaz de chofer mientras que Ezequiel me contaba sobre este lugar. Alex jamás me habría dejado ir, uno porque era inseguro y dos porque simplemente, según Ezequiel, no estaba a la altura.
— ¿No es muy temprano?
—Para nada, Sra. Victoria, ahí no paran en todo el día, las veinticuatro horas por siete días, de lunes a lunes.
—Parece que vienen seguido ¿no?
—Claro –dijo Ezequiel –no hay mucha variedad aquí, todos estamos esperando a que deseen mudarse a Europa de nuevo.
—Sin duda alguna.
—Oh, lo siento, mi vida ya no tiene sentido porque ustedes no tienen más accesos para beber ¡detengan este auto! hay que mudarse a Londres –puse mala cara mientras ellos sonreían.
Lo agradable fue que durante este tiempo los chicos conversaban trivialidades, pero del mundo vampírico; era gracioso escuchar como hablaban mal de los consejeros y sus esposas, como también de otras personas que destacaban en la sociedad de nuestra especie.
—Dicen que la ex mujer del consejero William, esta vuelta loca por el rompimiento, aun no se le quita –dijo Aníbal, sonreí por su comentario.
—Ustedes dos son peores que las chicas para hablar de los demás.
—Como sea, esto lo escuche en boca de otros, pero dicen que hizo un show el otro día, cuando el conejero William y Tessa, estaban en el aeropuerto, se iban de vacaciones, pero no contaban con encontrarse a la ex, Lilith.
—Cualquiera estaría así –aportó Ezequiel –eran almas gemelas, parejas eternas y él se enamoró de alguien más, solo por capricho convirtió a esa humana y mira donde esta ella ahora.
—Tessa es simpática, Ezequiel.
—Sí, pero eso no quita la atrocidad de la que está participando –lo miré sorprendida.
—Ella no le debe nada a la otra mujer, en este caso a Lilith, sino que William a ella. Es una pena, pero el tiempo dirá, cuando William terminé solo porque Tessa tendrá a otra persona, es la ley entre esta especie… y menos mal que es así o sino el crecimiento de la población, sería un descontrol, todos convirtiendo a alguien, no corresponde.
—Si –asintió Aníbal –pero también es difícil esperar por tanto tiempo, yo llevo años siendo vampiro y no pasa nada, quizás me guste alguna humana y la quiera convertir.
—Es verdad, para nosotros no es igual como con tu esposo, él encontró rápidamente a su pareja… que la pierda es otro tema.
—Supongo que es verdad, ha de ser difícil –dije mirando hacia la ventana. No podría imaginarme esperando, siendo día tras día vampiro, a una persona que debería ser mi alma gemela.
Los chicos siguieron hablando sobre otras personas, me enteré de muchas cosas que yo no sabía y que Alex nunca me dijo, pero solo eran chismes, de seguro ni siquiera él estaba enterado.
— ¿Qué es esto? –dije sorprendida al ver que estábamos bastante alejados del centro de la ciudad.
—Bueno, digamos que es el sector alternativo para los vampiros –dijo Ezequiel, aunque frunció el ceño al verme a su lado –no creo que esta sea buena idea.
— ¡Qué va! Ya estamos aquí –dijo Aníbal –además estamos los dos, no la dejaremos sola, será una persona por cada uno y después saldremos ¿sí? Volveremos y no nos descubrirán.
—Me agrada esa idea, vamos.
Dejamos el auto estacionado y después nos dirigimos a una rustica y no muy limpia puerta negra que había al final del callejón entre dos edificios.
—Ezequiel –dije tomándome del brazo de él, nerviosa.
—No te pasará nada.
Solo al abrir la puerta, donde no había guardia alguno, salió como un estilo de humo.
—Esto no puede ser mas tétrico –le susurré a Aníbal que solo negó a mis palabras sonriendo.

Bien, lo que siguió después, no fue mejor a lo que esperaba. Bajamos al subterráneo de ese lugar, donde comenzaba un verdadero laberinto, sus caminos lo suficientemente angostos como para chocar con otros vampiros; si habían muchos y sobretodo de nuestro grupo de guardias.
—Hay incluso habitaciones, por si te quieres divertir de otra forma con tu cena –abrí mi boca sorprendida al escuchar a Ezequiel. Si Alex se enteraba de esto, nos iba a degollar a todos.
—Y también hay otro sector donde solo puedes beber –dijo Aníbal al descubrir mi expresión.
—Muy bien –realmente estaba siendo buena amiga con Ezequiel, que me estaba sorprendiendo con esta conducta, el siempre seguía las reglas.
—Aquí puede haber algo –dijo mi amigo, girando hacia la izquierda y mirando en diferentes pasillos.
— ¿Cómo consiguen a los humanos? ¿Son los drogadictos o algo por el estilo? Sabes que esa sangre hace mal, te deja como si tuvieras resaca y te mareas mucho –Aníbal asintió.
—No es como si… les pidiéramos permiso, simplemente se toma a las personas y luego entran en tal éxtasis que no recuerdan lo que les sucedió –lo miré sorprendida.
—Aníbal, no me pueden ver aquí, no me pueden reconocer, eso es ilegal –él asintió.
—No te preocupes, nadie, aunque te vieran de frente, te reconocerían, están todos concentrados en beber algo y luego salir de aquí.
— ¡Por aquí! –Dijo Ezequiel levantando la mano –esto es tener suerte, llegamos temprano.
—Wow –Aníbal miró hacia un estilo de cubículo pero gigante donde habían dos humanos ahí, con sus ojos vendados, como los que había en el Excalibur. Esto no estaba bien –hay dos, sin ninguna mordida hasta ahora.
— ¿Esto es costoso? –pregunté a Aníbal, que asintió de nuevo, mirando hacia las dos mujeres que ahí se encontraban. Lucían como cualquier persona que veías en la calle caminando a tu lado.
—Sí, pero no te preocupes por eso, eres nuestra invitada –asentí sin estar muy convencida –ahora espéranos unos minutos aquí mismo.
Mis dos vampiros se fueron a mezclar con esas dos humanas que morían de susto pero que comenzaron a ser seducidas por ellos; me sorprendió que Ezequiel tuviera también gusto en las mujeres para beber, pensé que podría ser alguien de su mismo sexo.
Mire a mí alrededor, observando como todas las luces lograban cegarme un poco y ese humo que salía de abajo, no era del todo agradable para mis ojos, picaba. Aun así entre la oscuridad y esa neblina, pude sentir un aroma conocido.
—No puede ser –dije al sentir que había algún humano con aroma a frambuesa. No podía ser el mismo humano, sonreí al saber que andaba alguien con mi sabor favorito. Miré a los chicos y tenían para otro par de minutos más.
Comencé a recorrer los pasillos, en busca de ese olor, pero segundo después me perdí entre tantos pasillos.
— ¿Nueva? –justo en ese segundo el aroma de frambuesa se concentro. Miré a quien me hablaba y quede sorprendida al ver que era el humano de la vez pasada.
—Si –dije insegura ¿no me recordaba?
—Bien, soy el guía de aquí.
—Pero eres humano –él asintió. Pude ver que nuevamente estaba vestido con esa chaqueta de cuero negra, no me fije en los demás.
—Trabajo es trabajo –lo miré sorprendida — ¿Por qué?
—No pensé que tenían humanos como sirvientes.
—Sí, soy de los pocos que hay, de confianza, ya sabes… —asentí de nuevo — ¿no te he visto antes?
—No, lo dudo — ¡demonios! Este chico estaba metido en problemas antes que yo lo mordiera.
— ¿Alguna preferencia? –entrecerré los ojos, tenía una preferencia y era él, lo quería ahora.
—No…
—Sígueme.
Lo hice, sin dejar de mirar su cuello que estaba descubierto. Tenía su cabello rubio corto, igual que antes. Pude ver que ahora llevaba camiseta negra y pantalones negros, no sé porque pero intuí que podía ser para pasar camuflado.
Antes de que él siguiera caminando, ya que quería salir de aquí luego para que Alexander nos descubriera, me metí en el primer cubículo desocupado que había en este oscuro lugar, llamando la atención del humano guía y provocando que retrocediera, entrando a  donde yo estaba.
—Silencio –dije cubriendo su boca con mi mano para que no dijera nada. Sus grandes ojos azules se abrieron asustados –vamos, no es como si esto no te hubiera ocurrido antes, trabajar rodeados de vampiros es un riesgo ¿sabes?
Él comenzó a tratar de empujarme para liberarse, eran movimientos débiles que no lograban nada conmigo. No era una gran luchadora, pero comparada con un humano, era mucho más fuerte que él.
¡Demonios! ¿Cuál era su nombre? ¡Era el mismo humano que me había causado problemas! Me acerque a él hasta poder sentir su olor aun más concentrado. Pasé mi nariz por su cuello, sin descubrir su boca; no sé que me habrá estado diciendo, pero realmente era agradable saber que lo tenía a mi disposición.
—Silencio, no hay nada que puedas hacer –sus manos se aferraron a mi cintura, tratando de empujarme, pero con astucia hice que se inclinara, que cayera por la pared hasta el suelo ¡era muy alto para mí! Tenía que tenerlo a la altura adecuada, él seguía negando, pero no había caso –no te preocupes, seré gentil, ni siquiera lo recordaras –susurré a su oído.
Él comenzó a mover su cabeza pero me senté a horcajadas de él, ahora si inmovilizando su cuello y dejándolo expuesto ante mis dientes.
— ¡Cristóbal! Había olvidado tu nombre ¿no me recuerdas? –sin dejarle tiempo para responder, clavé mis dientes bruscamente, exactamente como no me gustaba, pero no pude evitarlo.
—Detente… —susurró cuando mi mano bajó un poco, liberando su boca, pero fue muy tarde para él.
Seguí bebiendo mientras esa maravillosa sensación recorría mi cuerpo. Me tensé en un momento cuando él llevó sus manos a mis muslos, pero no le di mayor importancia, solo me dediqué a beber todo lo que pude para que finalmente poder saciar mi sed. Retiré mis colmillos unos milímetros para que el veneno entrara y su memoria se borrara.
—Mmm… —dije sonriendo, tan extasiada como hace mucho no lo estaba al beber de un humano –rico –sus heridas se cerraron cuando mi lengua paso por su piel y sus ojos azules se fueron cerrando —¡gracias! –le di un beso en la mejilla, para después tomarlo y dejarlo sentado en el largo sofá rojo que ahí había.
— ¡Viky! –me giré al ver a Ezequiel mirándome con una sonrisa. Me ubiqué al frente del chico, cubriendo su rostro para evitar problemas.
—Ya estás alegre ¿quieres beber más?
— ¡Sí! –Dijo Aníbal, saliendo de atrás de Ezequiel —¡solo un poco más! –sonreí.
—No me molestaría, pero uno más ¿sí? –los dos asintieron y salimos de ese cubículo para buscar más humanos.

Y así fue como aun no eran las diez de la noche y nos habíamos entregado a una juerga de grandes consideraciones. No fue un humano más, seguimos bebiendo de otros. No pudimos parar, no sé si era el ambiente o lo bien que lo pasábamos, pero pronto serian las diez de la noche y me sentía satisfecha de sangre, no bebería de un humano en los próximos… diez días, fácilmente.
—Es hora de irnos –dije mirando a Aníbal que iba cayendo lentamente al suelo, apoyando su espalda en la pared –Ezequiel, ayúdame –este tomó a Aníbal de los hombros para después echarlo sobre su hombro.
—Listo.
—La próxima vez no hay que beber tanto ¿sabes? Mira como está Aníbal.
—Esto ha sido genial, gracias por esto Victoria.
—No te preocupes, ahora vámonos.
Salimos de mi nuevo club favorito y nos dirigimos al auto que seguía donde estaba. Dejamos a Aníbal en el asiento de atrás recostado y después me senté en el asiento del copiloto.
—Espero que Alex no haya llegado, aunque Lina sí que le gusta ocupar de su tiempo  ¿sabes? –Ezequiel comenzó a reír.
—Lina siempre ocupa el tiempo de él, hace años –lo mire curiosa, Ezequiel lucia… ¿borracho? ¿Cómo Aníbal?
— ¿Puedes manejar?
—No ¿puedes hacerlo tú? –rodeé los ojos.
Cambiamos de asientos sin salir del auto y comencé a manejar de nuevo, presionando con mayor fuerza el volante.
— ¿Qué quisiste decir sobre Lina? –Ezequiel recostó su cabeza en el asiento.
—Ella tuvo algo con él, hace tiempo eso sí –lo miré enojada.
—Oh ya veo.
—Pero no debes temer de Alexander –enarqué una ceja al escuchar como lo llamaba –siempre es fiel a sus parejas, solo que Lina puede ser un tanto acosadora y sobreprotectora con él.
—Ya veo –repetí, sintiéndome enojada — ¿estás tan mareado como para decirme otro secreto?
—Ni en tus sueños.

No más de cuarenta minutos fue lo que necesitamos para llegar a casa. Con Ezequiel dejamos a Aníbal en la casa que se le había asignado, junto a dos guardias más, que me miraron sorprendidos por traer así a su compañero.
—Espero que no te hayas metido en problemas –dijo Ezequiel en la puerta de su casa.
—Ya veremos, adiós –le di un beso en su mejilla y después me volví a subir al auto.
Cinco minutos más y estuve en el garaje. Entré a la casa, que tenia la luz de la oficina de Alex encendida y me dirigí hasta ahí, esperando que mi nombre me trajera suerte, como nunca sucedía con mi amado vampiro.
—“Alex ¿Por qué no confías en mi?” –de un salto quede arrinconada en la pared de la sala, mirando hacia donde había salido esa mala imitación de mi.
—Alex –susurré mirando hacia la sombra que había cerca de la ventana — ¿a qué hora llegaste?
—Mmm… mucho antes que tu –se giró a verme ¡Dios! Mis piernas no estaban siendo lo suficientemente fuertes para sostenerme y sabía que era debido a la gran cantidad de sangre que bebí, nada comparado a mis dos amigos guardias, pero era bastante para mí.
—Pensé que iba a tomarte mucho tiempo la reunión con tu asistente –en un segundo estuvo al frente de mi.
— ¡¿Dónde demonios estabas?! Te busque por todos lados –sonreí al ver su rostro, aunque estuviera enojado, siempre me provocaba esa sensación de alivio saber que estaba a mi lado.
—Fuimos a cenar con los Aníbal y Ezequiel, estaba protegida –al escuchar aquello su expresión se relajo bastante.
— ¿Fuiste con ellos? –Asentí — ¿y porque no llevaste tu celular? ¡Me preocupaste, demonios! –me dio la espalda y camino hasta el sofá blanco, donde se sentó.
—Lo siento, no pensé que nos íbamos a demorar tanto, Ezequiel estaba triste, habíamos terminado de arreglar todo y solo se nos paso el tiempo, volando.
— ¿A dónde fueron exactamente a beber? –de nuevo me tensé y más cuando él se giró sobre el sofá para verme.
—Ni siquiera sabía el nombre del lugar, pero no lucia muy lindo, además de ser muy sospechoso.
— ¡¿Te llevaron al Vampire?! Ese lugar ni siquiera es legal.
—Sí, lucia sospechoso y no cumplía las reglas –caminé hasta él y me senté a su lado –no pensé que tenían un nombre tan poco original.
—Hueles a humano ¿es qué no te basto mi sangre esta mañana?
—Solo se dio la oportunidad, ya te dije, no estabas, Ezequiel estaba triste, luego se agregó Anibal… —él me miró con su ceño fruncido —Pensé que no volverías pronto ¿hace cuanto llegaste? –él se acercó hasta mi, solo para pasar su nariz por mi cuello.
— ¿De cuantos bebiste? Tienes un aroma extraño –giré mi rostro para verlo.
—Sé que ese lugar no corresponde para nosotros, pero para la próxima vez, podríamos ir juntos –él volvió a mirar hacia adelante, enojado.
—Te has divertido sin mi –me saqué la chaqueta y la tire en el suelo para después sentarme a horcajadas sobre Alex –tus ojos están muy oscuros ¿de cuantos bebiste? –le di un beso en su cuello mientras sentía que sus manos subían por mis muslos.
—No sé, cinco o seis… creo, Ezequiel me invitó –volví a darle otro beso — ¿Qué hiciste durante mi ausencia?
—Buscarte como un idiota –dijo molesto mientras subía mi blusa gris para tirarla al suelo –después me entere dónde estabas, estuve a punto de ir hasta ahí para traerte de vuelta, pero preferí esperar.
—Has madurado tanto –dije de forma burlona, volviendo a besar su cuello mientras sus manos recorrían mi espalda –estabas esperando que inventara algo y te mintiera ¿no? me has probado, como si no te conociera –roce mis colmillos por su piel.
—Realmente no me está molestando si llegas así –me alejé para verlo.
—Como si necesitara quedar saciada mi sed para tenerme de esta forma –fui desabrochando botón por botón mientras él me miraba sospechosamente –levanta tus brazos –él lo hizo, de esa forma pude sacar su camisa.
—Nunca más, eso fue peligroso, aunque estuvieras con dos guardias, no volverá a ocurrir Victoria –asentí, acercándome a él para poder besarlo.
— ¿Y no me vas a regañar? Con lo mucho que te gusta hacer eso –mis dedos se enredaron en su cabello.
—Mmm… no –lo miré curiosa –tan solo no vuelvas a ir a ahí, no se ve bien ver a la gobernadora en ese lugar –tiró de mi moño hasta deshacerlo. No entendía esta nueva actitud, era un Alex extraño, uno que estaba escondiendo algo.
— ¿Qué me estas ocultando? –dije contra su boca. Recorrí su tórax descubierto con mis manos hasta llegar al cinturón negro — ¿de qué hablaron en esa reunión a la que no pude ir, según tu Lina? –tiré bruscamente y arrojé el cinturón al suelo. Alex me miró con una leve sonrisa.
— ¿Mi Lina? ¿A qué viene eso? –me senté completamente sobre sus piernas, jugando con el botón de su pantalón negro.
—Sé que fue tu ex, por lo menos podrías mantener a tus antiguas novias o calientacamas fuera de nuestro círculo social ¿sabes? No quiero estar pensando que mientras tu trabajas, viendo informes de tus negocios, ella puede estar bajo tu escritorio haciéndote una mamad… —cubrió mi boca con su mano.
—No hables de forma grosera, nunca te ha quedado y no hables estupideces, eso solo puedes hacerlo tu –le di un golpe en su pecho, por idiota –Supongo que Ezequiel hablo demás, nunca se han llevado bien, pero para que estés informada y tranquila, Lina está con Marco.
—Entonces por qué te quería ahí solo.
— ¿Esta es tu forma de estar celosa? Porque es una pena, no estás siquiera enojada –desabotoné su pantalón y comencé a pasar mi dedo índice por su vientre.
—Me han dicho muchas veces que no serias capaz de hacerme daño, no de esa forma por lo menos –sus ojos oscuros se concentraron en la caricia que le estaba dando.
—Si… bueno, no es como si tuvieras que estar celosa ahora.
— ¿Podrías responder mi pregunta? ¿Por qué no fui contigo? –él me miró.
—Gracias por ordenar mis libros –con mi otra mano tiré de su oreja para que dejara de bromear –No hagas eso –dijo prácticamente con un ronquido —Hay cosas tan confidenciales que ni siquiera tu puedes saber, ahora… dejemos de hablar sobre estos temas, ven –tiró del centro de mi sujetador negro, que tenía encaje y transparencia.
—Eres un ment…
—No –interrumpiéndome fue como su boca se unió a la mía, dejando mi cuello inmovilizado al dejar su mano en la parte posterior de esa zona. Me rendí.
No cerré mis ojos, al igual que él, cuando su lengua se envolvía con la mía, de forma lenta y provocándome. Lentamente mis manos bajaron por nuestros cuerpos, colándose bajo sus pantalones de tela, bajando su bragueta y escondiendo mi mano derecha bajo su bóxer.
Aquel beso tan lento y donde se entregaba a mí por completo, solo estaba causando el mismo efecto que beber sangre de algún humano. Aumentar mi temperatura, lo que fue aun más intenso cuando vi su expresión al abarcar su erección con mi mano, frunciendo el ceño y gruñido contra mis labios.
—No te quedes ahí, Vittoria –dijo aun con su ceño fruncido —hay momentos donde te vuelves muy tímida.
—Alex –dije negando con una sonrisa. Con rapidez hice que sus pantalones y ropa interior terminaran en el suelo, pero cuando él quiso quitarme los míos, no lo deje –todavía no.
—Pero… —sus ojos se abrieron con sorpresa cuando me arrodille ante el sofá y deje mis manos sobre sus muslos –Oh, ya veo —sonrió al ver que tomaba su erección con mi mano y después la llevaba a mi boca –Victoria…
Apoyé mi mano libre en su pecho, me gustaba sentir como se removía al sentir tal caricia y sobretodo porque cada vez que le daba sexo oral, tomaba un mechón de mi cabello y pasaba su pulgar por él, nunca he entendido porque le gusta hacer eso.
—Espera… —dijo como siempre, nunca podía dedicarme mucho tiempo a esto ya que Alex siempre se impacientaba.
Dejó sus manos en mis hombros, mirándome de una forma que casi logro intimidarme, aun así no me alejé. Hizo que me recostara en la alfombra blanca y se deshizo de una forma impresionantemente rápida de mis tacos y mis pantalones. Me observó un segundo mientras estaba recostada, aun con mi ropa interior y después se acercó a mí, solo para besarme mientras iba bajando mis bragas.
Seguí acariciando su cuello, enredando mis dedos en su cabello mientras se ubicaba entre mis piernas y sin mayor aviso entraba en mi cuerpo.
— ¡Alex! –me queje un poco al mismo tiempo que mi espalda se arqueo ante tal placer, momento que él aprovechó para deshacerse de mi sujetador.
Mis manos prácticamente se aferraron a su espalda cuando comenzó con ese vaivén que estaba logrando que mi cuerpo se sintiera aun mejor que cuando mordía a un humano.
Alex atrapo mi cadera con una de sus manos para evitar que me moviera mientras que con la otra se apoya en la alfombra, justo al lado de mi cabeza. Esta vez sus embestidas iban lento, sin dejar de mirarme con esos profundos ojos negros.
No pude evitarlo, simplemente tire de su cuello para acercarlo a mí y besarlo mientras que suaves gemidos salían de mi boca, pero él se resistió y solo quedó a milímetros de sus labios mientras el no dejaba de mirar mis ojos.
—Alex –gemí, pidiendo por sus labios mientras seguía moviéndose, presionando su mano en mi muslo, de forma brusca — ¿Qué… sucede? ¿Alex?
—Quiero ver que solo tienes esa expresión conmigo –mordí mi labio inferior cuando el placer iba causando estragos en cada una de mis células.
—Claro que si –volví a acercarlo a mí, necesitaba sus labios –bésame, Alex –solo su nariz se estaba rozando con la mía, no me dejaba poder besarlo — ¡Alex!
— ¿Por qué ocupas tu sensualidad con los humanos? No me gusta, esa parte tuya es solo mía –abrí mis ojos ante la sorpresa de sus palabras.
—No ahora, no, por favor  –pedí rodeando un poco más su cadera con mis piernas. Dejando que mis manos bajaran por su espalda hasta llegar a su duro trasero, pero no fue necesario instarlo a que fuera más rápido, él comenzó a moverse hasta llegar más profundo –Alex…
—Te gusta seducir y ni siquiera te das cuenta –tiré de su cuello, ahora de verdad para poder besarlo, sus labios se movieron con brusquedad sobre los míos, al igual que sus arremetidas se volvieron más violentas, haciendo chocar nuestros cuerpos de tal forma que era el único sonido que se escuchaba en la sala junto con sus besos.
—Alex –me quejé contra su boca, pero él no paraba de moverse y ahora sus manos habían atrapado las mías para dejarlas sobre mi cabeza y así no permitir que lo tocara o hacer que me besara de nuevo — ¡oh! Vamos, no estés enojado… ahora, lo tienes prohibido –sentí como corrientes eléctricas atravesaban a lo largo de mis brazos ante el agarre de Alex al nivel de mis muñecas.
Cerré mis ojos cuando sus besos se fueron a mi cuello, logrando que mi cabeza se nublara ante las anteriores palabras que había pronunciado. Simplemente estaba en sus manos y podía hacer lo que quisiera conmigo.
— ¿Alex? –susurré cuando sentí sus colmillos en mi cuello.
—Tengo sed.
Su lengua recorrió justo donde segundo después clavo su mordida y comenzó a beber como si estuviera sediento mientras mi cuerpo perdía toda fuerza y el ansiado orgasmo recorría cada centímetro de mi cuerpo.
Alex no se detuvo en ningún momento, ni de beber o de mover sus caderas contra la mía. Yo en cambio seguía en algún otro universo, sintiendo como si prácticamente todo a mi alrededor estuviera rodeado de estrellas, como si estuviera flotando. Mis sentidos estaba completamente activos, sintiendo como la piel de Alex se movía contra la mía, como la sangre de mis venas se escapan para llegar a su boca… todo se estaba volviendo fuego.
Los labios de mi vampiro sobre los míos, me hicieron volver a la realidad. Por fin me estaba dando lo que había pedido… y de qué manera. Sin poder mover mis manos, aun encarceladas por las de él, me quede sintiendo como su lengua se movía junto a la mía al mismo ritmo que sus embestidas se volvían más rápidas.
—Solo mía –susurró contra mi boca, no pude evitar sonreír.
Me volvió a besar y esta vez liberó mis muñecas para poder acariciar mi mejilla.
—Te ves hermosa –dijo tomando un mechón de mi cabello –necesito más –salió de mi cuerpo y sin previo aviso hizo que me girara sobre la alfombra. No pude decir nada, aun estaba bajo el sopor que me provocaba Alex al beber de mí.
Apoyé mis manos al lado de mi cabeza, sobre la alfombra mientras que él disponía de mí, tomando mi cadera con sus dos manos y volviendo a entrar a mi cuerpo, dejando sus manos en mi trasero.
Solo cerré mis ojos y deje que entrara y saliera de mi cuerpo a su voluntad, no podía hacer nada, no tenia las fuerza ni las ganas, era como si toda mi piel estuviera extremadamente sensible y su tacto solo me quemara de una forma que era tan agradable que me tenia atrapada. Pronunciaba su nombre, a penas en un susurro, sabiendo que aunque él lograra la máxima sensación mientras hacíamos el amor, no se iba a detener porque Alex, no se cansaba nunca, al igual que yo si no hubiera bebido de mí.
—Victoria –gruñó cuando sus arremetidas se volvieron aun mayores. Rodeó mi cuerpo con sus brazo y me levantó, aun sin salir de mi cuerpo ni detener sus movimientos, solo apoye mis cabeza en su hombro y sentí sus boca exigiendo de la mía mientras alcanzaba su orgasmo al igual como yo lo hacía por segunda vez.
Segundo después Alex me tomaba en brazos y me llevaba hasta nuestra  cama, donde me recostó con cuidado.
—No sabía que tenias tanta sed –dije sonriendo, girándome sobre el cobertor para poder verlo y esperar un poco para que ese agotamiento por perder sangre, se fuera, aun no deseaba dormir.
—Ni yo –pude ver como mantenía su mordida tensa –y aun no se me ha quitado la sed de ti –dijo pasando su pulgar por mi boca.
Me sorprendí por sus palabras. Nunca podría hablar mal de Alex referente al sexo, siempre me dejaba satisfecha y era adictivo, era Alexcoholica, pero esto parecía como si fuera a ser una noche de posible sobredosis de Alex, cosa que sucedía habitualmente, pero no tanto. Sabía que cuando él quería una noche movida, como la que tuvimos la noche pasada, era porque realmente estaba con muchas ganas o porque también estaba muy ansioso.
— ¿Qué te sucede? –Dije con el ceño fruncido –dijiste algo muy raro abajo –esquivó mi mirada — ¿esto es porque bebí de humanos hoy? Lo siento pero estas siendo injusto, tú eres muy seductor con las mujeres de las que bebes y sé que si no fuera porque estás conmigo ahora, harías más que solo morderlas, como antes.
— ¿Cómo antes? Tú no sabes nada –dijo ahora mirándome de nuevo.
— ¿No? ¿Ya olvidaste a la sirvienta loca que tenias en la mansión? ¿Esa que estaba toda mordida y que estaba trastornada por ti? No seas cínico, incluso tengo muy claro que cuando te escapas con Charlotte a beber, no te portabas bien porque estabas en tu proceso de “me mantengo malo ante Victoria” –dije imitando su voz.
—Eso no es cierto, lo primero puede ser pero nunca estuve con otra mujer desde que te lleve a la mansión.
—Eres un cínico ¿sabes? –dije en plan de broma, esto no era algo que me molestara en la actualidad porque sabía que él era solo mío, como yo de él –me conociste cuando era pequeña, muy pequeña como para convertirme y desde ahí me vienes engañando, mientras que yo, ingenua y tonta me mantuve sin siquiera un novio… real, solo pequeñas aventuras –eso lo hizo sonreír.
—Tenia necesidades, las más básicas –lo miré sospechosa.
—Como sea, no tienes derecho a decirme que seduzco a los humanos que muerdo porque tú haces lo mismo, además no es como si me acostara con ellos –él abrió la boca para decirme algo, pero no siguió, estaba atrapado. Yo tenía la razón –solo no me gusta morderlos, sabes que si te dedicas un poco, la sangre sabe mejor ¡a propósito! –dije recordando un gran detalle.
— ¿Qué pasó?
—Adivina a quien vi en ese lugar donde hay muchos humanos.
— ¿En el The Vampire? –Asentí –no tengo la menor idea, si no conoces muchas personas.
— ¡Al humano de la vez pasada!  Ese que causó tantos problemas, Cristóbal, no me reconoció… así que esta todo resuelto, además ¿Qué hacia él ahí? No tengo la menor idea, parece que se maneja en nuestro mundo, era el guía de ese lugar… lo mordí, tiene tan buen sabor que no me pude resistir –el rostro de Alex cambió del cielo a la tierra, no había signo de sonrisa ni nada por el estilo. Incluso retrocedí un poco, cubriéndome con el cobertor
— ¡¿Qué hiciste qué?! ¡Demonios, Victoria!
—Alto ¿Qué sucede? Solo es un humano más ¿Por qué te alteras tanto?
— ¡Dos veces que ya lo has mordido! –enarqué una ceja.
—Alex –tomé su mano, pero él se alejó de mí –no empieces de nuevo ¿sabes? Todo esta paranoia se crea en tu cabeza ¿crees que ese humano tiene algo en especial? Solo tiene buen sabor, tuve la suerte de encontrármelo ahí, nada del otro mundo.
— ¿Qué demonios hacia él ahí?
— ¿Lo conoces? –pregunté sin entender por qué tanta reacción.
—No, solo me molesta porque tiene tu sabor favorito.
— ¡Oh! Eso no es nada –volví a tomar su mano y entrelace nuestros dedos –te prometo que si me lo encuentro de nuevo, no volveré a morderlo.
Alex me quedó mirando unos segundos y después se separo de mí, desapareciendo de mi vista. Me quede quieta en la cama, escuchando como estaba dando vueltas en el piso de abajo para después marcar un número. Comenzó a susurrar, sin poder escucharlo hasta que escuche “Adiós, Lina”
Salí de la cama para irme a dar una ducha y arreglar todo para mañana, pero Alex volvió a la habitación, mirándome serio.
— ¿Qué haces?
—Me iré a dar una ducha, quédate con ese humor tuyo y esas llamadas secretas con Lina –antes de poder dar otro paso, él rodeó mi cintura, besando mi cuello.
—Dije que aun tengo sed de ti.
— ¿En serio? No me importa –realmente eso era una mentira. Tenía mis ojos cerrados sintiendo los besos de Alex en mi cuello, era tan sensible en esa zona.
—Solo llamé a Lina par que investigue a ese humano, no puedes negar que es extraño verlo en esos ambientes, más cuando no debería estar ahí.
—Es… verdad –dije perdiéndome en las caricias de Alex — ¡pero! –Abrí mis ojos — ¿Por qué estas tan ansioso? –sus brazos se tensaron alrededor de mi cintura.
—Mañana es tu primer día de clases.
— ¿Y? yo no estoy tan nerviosa ¿Por qué tu si? –enredé mi mano en su cabello cuando descansó su cabeza en mi hombro.
—El destino juega cruelmente conmigo, no sé qué irá a pasar contigo desde mañana –subió su mano derecha hasta uno de mis pechos, tirando de este y robándose un gemido de mi parte –siento estar un tanto bipolar.
—Para tu suerte –Alex me obligó a avanzar hasta la pared, justo al lado de la puerta del baño –de seguro llegaré muy feliz o muy estresada, tú serás mi único antídoto.
— ¿Entonces saldré ganando? –me giró hacia él y me apoyo en la puerta abierta.
—Absolutamente –dije cuando ya sus labios se dirigieron hacia mí al mismo tiempo que sus manos viajaban por mi espalda hasta llegar a mi trasero y empinarme. Rodeé su cadera con mis piernas y volvió a entrar en mi cuerpo.
— ¡Auch! –gruñó cuando mis dientes se clavaron en su hombro.
— ¿No te gusta ser brusco? –Susurré cuando se movía contra mí, haciendo que mi cuerpo chocara contra la pared –eso te ganas, ahora… hazlo más fuerte.

Estuvimos juntos hasta bastante después de que los primeros rayos de sol llegaron a nuestra ventana. Realmente no descansamos ni yo dormí, pero al beber de Alex, me sentí revitalizada.
— ¿En serio no iras a dejarme? Esperaba que así fuera –dijera cepillando mis dientes. Ya vestida y arreglada. Nos habíamos duchado hace como unas dos horas, pero hace poco habíamos salido.
—Tengo un asunto que tratar, te irás con Aníbal ¿no?
—Así es –dije observando lo guapo que se veía solo con esa toalla blanca rodeando su cadera. Si por Alex fuera, nunca andaría vestido.
—Te ves guapa –dijo entre mis piernas. Estaba sentada sobre el mueble del lavado, sintiendo sus manos recorrer mis piernas.
Había elegido unos pantalones cortos de mezclillas, que eran mis favoritos para estas temporadas, una blusa con escote color negro con pequeños círculos rosa pálido y un blazer gris que tenia sobre la cama. Llevaba mi pelo suelto y liso.
—Gracias –seguí limpiando mis dientes, sin pasta dental porque sabía asquerosa, era lo peor del mundo siendo vampiro.
Mire a Alex que se dirigió hacia la habitación para cambiarse de ropa, que tenia ordenada sobre la cama.
—Te irás antes que yo –dije como que no quería la cosa.
—Sí, tú entras más tarde, Aníbal vendrá por ti –dijo apareciendo ante mi vista. Se estaba poniendo los gemelos de oro en los puños de su camisa blanca que llevaba sin corbata; llevaba además unos pantalones negros. Mí amado Alex no tenía gran variedad de trajes porque no les agradaba mucho, pero odiaba ir a trabajar sin ellos. Era una relación de amor y odio.
—Tan rápido te has vestido –dije bajándome del mueble y enjuagando mi boca.
—Ya debo partir –escupí el agua –no te pongas nerviosa.
—Tu tampoco, aunque acabaste con mis nervios anoche –dije tomando la corbata negra que me ofreció. Me volví a sentar en el mueble y Alex volvió a ubicarse entre mis piernas, pareciera que ese era su lugar favorito — ¿A qué llegarás hoy?
—No lo sé, nunca lo sé –dijo cuando subí el cuello de su camisa y lo rodeé con la corbata.
—Mmm –me concentré en hacer el nudo y después ajustarlo a su cuello, luego arreglé su camisa y lo miré — ¿Qué sucede?
—Nada –se acercó para besarme, pero sus manos se fueron a mi espalda baja, acercándome a él.
— ¡Alex! Es suficiente, te volverás en un sátiro –susurré contra su boca.
—Ya lo soy.
— ¡Ya basta! Me distraerás y no puedo llegar tarde el primer día –se alejó.
—Bien, bien… nos vemos.
Tomó su chaqueta y después desapareció, cerrando la puerta de la habitación. Me quede inmóvil hasta que sentí el auto alejarse. Segundo después salte del mueble y abrí la puertas, desesperada por tomar ese cuadernillo que había tenido que esconder en mi mente también.
—No ha sido tan difícil, después de todo –sonreí, pensando en que no había sido difícil porque Alex se había dedicado a inundar mi mente con su cuerpo y sus caricias.
En la portada del cuaderno, se notaba muy poco, pero estaba el año “1915”
—Eres tan viejo, Alex –dije riendo para después ir casi temblando hasta la cama y sentarme a leer.
Casi con miedo, como si en cualquier momento apareciera Alex para regañarme por lo que estaba haciendo, abrí el cuadernillo para descubrir, ahora a conciencia, lo que mi amado vampiro escribía.
— ¡Sra. Victoria! –cerré el cuaderno de un solo golpe al escuchar la voz de Aníbal. Rápidamente lo guarde en mi bolso que llevaría hoy y salí de la casa, a ver que quería mi nuevo amigo que estaba en un auto negro, bastante pequeño.
— ¿Qué es eso? –dije observando el automóvil.
—El Sr. Lenardis dijo que no debíamos llamar la atención, así que usaremos este auto.
— ¿Por qué vienes tan temprano?
— ¿Temprano? Son más de las nueve y este sector está alejado de la universidad, así que ¡vamos! Se nos hará tarde, Sra. Victoria –rodee los ojos y finalmente verifique si tenía las llaves de la casa una vez y después fui hasta donde Aníbal, sentándome en el lado del copiloto.
—Ten claro que desde ahora me has de llamar Victoria o Viky, me acompañaras todo el día y no es agradable escuchar todo el tiempo llamarme así.
—Está bien… Victoria –dijo con cierto dramatismo que me hizo reír –bien, puede que me acostumbre.
Mire a Aníbal y lucia bastante bien con sus jeans oscuros y una camiseta gris con manchas negras. Se veía… humano y normal.

Nos dirigimos hablando de cualquier estupidez, además de reírme alrededor de media hora de cómo había terminado la noche anterior. Él se disculpó una y otra vez, pero no era necesario, fue mi objetivo de burlas por un largo rato. Aun así pudimos decir que el día anterior lo habíamos pasado muy bien.
— ¿Está nerviosa? –Lo mire con el ceño fruncido, para que dejara de lado el “usted” — ¿estás nerviosa?
—Realmente no, dudo que sea un gran obstáculo esto siendo que ya me enfrente a toda una sociedad muy exigente de vampiros.
—Es cierto, bueno… ahí esta –dijo apuntando un gran edificio antiguo color rojo, desgastado pero que se veía muy bien; tenia enredaderas cayendo por las partes superiores y una gran cantidad de alumnos entrando por la puerta principal.
Aníbal se estacionó no muy lejos de la universidad y nos dirigimos hacia la entrada.
Seguimos a un montón de chicos, mientras sentíamos diferentes aromas, había gran variedad pero realmente estábamos satisfechos como para haber caído en uno de ellos. Esto no iba a ser tan fácil como creía.
—Damasco, hay muchas chicas con aroma a damasco –dijo Aníbal asintiendo –no lo pasaré tan mal acompañándote por lo visto.
—Cuidado –dije dándole un golpe en su hombro.
Después de escuchar el discurso del rector, nos hicieron ir a nuestras salas correspondientes. Con Aníbal íbamos bastante entretenidos conversando como para habernos preocupado de las miradas por parte de los humanos, no era evidente que éramos de otra especie pero tampoco  pasábamos desapercibidos. Podrían tomarnos como humanos muy guapos con ojos que invitaban a la tentación y pecado, pero más allá, como pensar que bebíamos de ellos, era imposible.
—Nos hemos perdido –dije al ver que seguimos a un grupo equivocado.
—Demonios, por acá –comencé a seguir a Aníbal que empezaba a guiarse solo por el olfato, ya que había encontrado en nuestra jefa de carrera un gran aroma a damasco — ¡aquí es! –dijo después de que la puerta que indicaba se cerrara.
—Toca –lo insté porque no me atrevía. Él me miro un segundo y después asintió.
—Bien.
Después de tocar y que nos miraran con mala cara porque ya habían comenzado a dar las instrucciones más básicas, con Aníbal pasamos a sentarnos al final, sin embargo, nuestra entrada no fue del todo normal.
Cuando iba caminando por el pasillo de la gran sala que disponía las mesas en forma horizontal y escalonada, con varias sillas bastante cómodas, pude sentir como un aroma conocido llegaba a mis sentidos.
—No puede ser –dije cuando vi al chico de ayer, sentado y mirando atento a la jefa de carrera que seguía hablando algo que no me estaba importando.
El aroma a frambuesa llenó mis sentidos y sentí como mis colmillos pedían atravesar su cuello.
— ¿Victoria? –llamó mi atención Aníbal, empujándome para que avanzara.
Fue ese movimiento el que llamó la atención del humano, Cristóbal, quien me miró un segundo para después volver a poner atención a quien hablaba.
¿El humano estaba en mi clase? ¿En qué mundo paralelo estaba viviendo? Alex iba a enfurecer ¿se lo debía decir?


 ¡Hola a todas! lectoras y lectores, si, comenzaré a saludar asi desde ahora porque me acabo de dar cuenta que hay lectores. Bien, en fin, nuevo capituloooo, no pueden decir que me despreocupo de esta historia jejeje espero que les haya gustado, estaba bastante entusiasmada con él, pero al revisarlo ya no jajaja en fin, quizas porque ya sabia lo que estaba pasando, no como cuando escribo porque ahi me voy sorprendiendo de lo que va pasando por mi mente.  No tengo nada mas que decir, espero ¡por favor! que comenten, de verdad, estoy en shock, fui a darme una vuelta a los primeros comentarios y habian 36 :O ahora con un milagro pasamos los diez, sino voy a empezar a pensar que nadie lee o algo por el estilo, eso deprime.
Besos y abrazos ¡que esten bien! 

12 Lectores:

  1. ProbAbdo desde el iPod si se puede comentar :)

    ResponderEliminar
  2. Por dios ! Esto es mucho para mi salud mental. Debo admitir que estoy empezando a sentír algo muy feo por Cristobal . Siento que lo odio me cae horrible y NO ENTIENDO NADA . Amo a Alex por dios ! Espero que Vicky no lastime a mi Alex porque la voy a ir a buscar y le voy a dar una muy buena patada ! Gracias dani por tu dedicación ! Subiste capítulo muy seguido y creo que todas las lectoras de LML esperamos siempre una nueva actualización . Mil besos y mucha inspiración para el siguiente capítulo .
    Eve T.

    ResponderEliminar
  3. Hola querida escritora XD
    La verdad q muy divertido hoy, con todo y q casi no salió mi Alex. Muy interesante el lugarcito aquel, como q me los imaginaba a los 3 y me dio mucha risa, sobre todo cuando por fin salieron de ese lugar.
    Mi Vicky q hoy se tuvo q aventar su maratón de cama con Alex ufff yo la envidio y siiii yo creo q le tiene q comentar a Alex q Cristobal esta en la universidad, ese tipo no me da buena espina.
    Mientras leía el capitulo mi cerebro empezó a maquinar una teoría, q estoy segura no es la acertada pero bueno medio te la voy a decir, nada más para sacármela de la cabeza. Creo q ese Cristobal va a causar problemas porq algo tiene q ver cn la maldición, digo me puse a pensar y Alex dice q Victoria siempre lo ha dejado por un humano y resulta q este tipo tiene una sangre irresistible para Victoria, tan solo ahora q lo vio se le descubrieron los colmillos y ya lo quería morder. Probablemente me estoy haciendo telenovelas mentales pero bueno, eso me vino a la cabeza y ya esta. Ahora solo queda ver q va a pasar en realidad y muero de la curiosidad por ver q contiene ese diario!!!!!
    Gracias por el capitulo y como siempre un beso y nos seguimos leyendo.

    ResponderEliminar
  4. Hola Danii :p
    OMG Cristobal esta en la clase de Victoria??? Alexander enloquecera!!
    Se le va a ir la cabeza y se la va a llevar a la mansion arrastras para que se aleje de ese humano/ira a la universidad y le matara por estar en todas partes jajajajaja
    MAs vale que Lina y Cristobal se mantengan alejados de Alex y Viki ¬¬ ahora que estan relativamente bien... :/
    Me ha encantado como siempre ^^
    un besooo

    ResponderEliminar
  5. Oh, vamos a ver si ahora guarda el comentario (sigo siendo nula en los blog's XD)

    Por trabajo he decir que tuve que leer tres capítulos seguidos, así que no sufrí tanto de la sequía jajjajaja. Simplemente de infarto cada uno de ellos, y este último, woooo Cristóbal, como alguien dijo por ahí, me recuerda a Noah, tiene toda la pinta de ser un peón para poner en Jaque a la reina, y en consecuencia al rey. O bueno, también puedo creer que simplemente Vicky tienen muy mal karma (y ni pensar en el de Alex XD). Excelentes capítulos y buena parte de mi lectura de vacaciones, antes de comenzar nuevamente el trabajo u.u...
    Saludos y éxito en el comienzo de tu nuevo semestre =)

    ResponderEliminar
  6. Me encanto este capítulo espero con ansias el próximo besos sos una grossa Danii

    ResponderEliminar
  7. holitas Dani, adorable capitulo, me encanta este Alex celoso y tierno, pero sigue con sus secretos, comparto la duda con moni, pero algo me dice tambien que Lina tiene mucho que ver con este Cristobal, con eso de que tiene muchos enemigos que no comprten su manera de gobernar, ademas de que el aroma de este es su favorito, sera talvez que algun gitano fue el que hecho la maldicion y tenia el mismo aroma???
    Mucha suerte en los estudios... un abrazo

    ResponderEliminar
  8. mmm cristobal......que pint quii mmm no se que pensar pero va a causar problemas.....Alex si que estaba nervioso jajajja pobre vicky hahaha.....me encanta anibal.....ojala y vivky se porte bien y no beba de ese humano.

    ResponderEliminar
  9. Para iniciar ése mentado Cristóbal no me está gustando nada y me da mala espina al igual que la zorra de Lina. Alex se pondrá furioso y paranoico con eso de que es compañera de clase del tarado. Sólo se que Viky no la tendrá fácil.

    ResponderEliminar
  10. wow me encanto! me gusta que cristobal se involucre, hace todo mas interesante... aunque me gustaria saber porque no queria que lo mordieran y Alex me tiene fascinada el es tan liiindo... y ya quieron saber que descubre viky en ese diario... la cosa se pone interesante...
    ;D sigue asi dani
    felicitaciones DTB

    ResponderEliminar
  11. Hay guapa este cristobal me trae mala espina, sera un dolor en el trasero para mi alex, a demas con su famoso olor a frambuesa que rabia... Por otro lado esta el diario ese famoso librito muero por saber que hay escrito en el.
    a mi me gusto mucho el capitulo comienza la historia ha abrirse un poco
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  12. Dios...!!!! ese cristobal está en todos lados.
    Espero esa Lina parece que sera un problema tambien, aunque no tanto como Cristobal!!

    muy bueno el capi!!

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

© Black Butterfly, AllRightsReserved.

Designed by ScreenWritersArena