Gobernadora
a tiempo completo
Eran las nueve
de la mañana y seguía observando el mapa. El continente estaba vuelto loco y no
tenía idea de cómo solucionar estos incidentes de rebeldía entre los vampiros
hacia otras especies.
Llevaba 25 años
en el mismo puesto y aun me sentía una principiante. Nunca me imaginé que ser
Gobernadora fuera tan exigente, desearía volver a los primeros años, donde los
demás me ayudaban todo el día para que fuera un proceso tranquilo… lo fue, pero
después de un par de años, todo quedo bajo mi responsabilidad. Lo que era
lógico, ya no necesitaba ayuda en los temas simples, pero dejarme como total
encargada solo hizo que los compromisos aumentaran.
Levante la
vista, desde donde me encontraba podía ver la puerta entreabierta de nuestra
habitación. Estaba a oscuras, probablemente Alexander estuviera durmiendo.
Y yo deseaba
hacerle compañía, pero no podía.
Volví a
observar ese maldito mapa. Los puntos estaban marcados con punteros de colores.
Habían comenzado a aparecer de forma paulatina, pero ahora había sesenta
puntos. Se estaban escapando de mis manos y no sabía el motivo, no había
reclamo ni exigencia que pidieran. Si no sabía lo que deseaban los vampiros, no
sabía cómo solucionar esto. Estaban atacando a otras especies, incluso bebiendo
de ellas… y acabando con una cantidad de humanos considerables, lo que era muy
preocupante.
—Victoria,
podríamos enviar espías otra vez —dijo Ezequiel, observándome.
Era una
reunión en casa, por lo tanto muy privada y solo había vampiros de mi
confianza.
—Eso no
servirá de nada —dijo Lina… que actualmente llevaba su cabello rubio largo, no
sé cómo lograba que esas extensiones lucieran tan naturales. Ahora sin duda
parecía una estúpida muñeca de porcelana creada en París —ya se enviaron varios
grupos y todos los vampiros parecen estar actuando sin tener un motivo alguno,
solo por gozo.
Lina… me
desagradaba hasta el cansancio y nunca me quedaba tranquila cuando estaba en la
misma habitación con Alex, ya que seguía igual de descarada. No encontraba su
maldita pareja eterna y se entretenía poniéndome celosa. Lo que se le daba muy
fácil. De todas formas estaba dentro de mi círculo de confianza debido a lo
leal que es hacia la especie.
—Aun no
llegan noticias de los Licántropos —dije sin levantar la mirada, tratando de
buscar una lógica para el lugar de los ataques —ellos también están
preocupados.
—Claro que
lo están —respondió Ezequiel, quien era mi primer contacto con aquella especie,
debido a su pareja, Mortum.
—Creo que
es mejor descansar, en estas condiciones nadie puede pensar —dijo Raúl, sentado
en el sofá de la esquina.
Era cierto,
llevábamos horas en casa, tratando de encontrar sentido a los recientes hechos.
En un comienzo nos había acompañado Alanna y Anibal, pero luego se retiraron.
Alexander también estuvo con nosotros, pero decidió sin sentirlo, retirarse
luego de dar su recomendación: ir hasta esos clanes y eliminarlos. Cada cierto
tiempo me hacía recordar porque él había sido destituido como Gobernador.
—No es una
mala idea —dije alejándome de la mesa, caminando hacia la ventana. Sería otro día
nublado en Londres, lo que apestaba. Extrañaba el sol —es mejor que se retiren,
recuperen fuerzas y nos encontramos aquí a la medianoche ¿sí?
Todos
gruñeron algo y fueron desapareciendo de la sala. Excepto por una persona.
—Le
preguntaré a Elizabeth, puede que ella sepa algo —miré hacia un lado, mientras Raúl
dejaba su mano en mi hombro.
—Jamás
pensé que se volviera en alguien tan peligroso con los años, Raúl, pero si
puedes comunicarte con aquellos rebeldes de elite, hazlo, aunque no es su forma
de atacar ¿sabes?
—Pero puede
que tenga información, estaré fuera un par de semanas —me iré a verlo por
completo
Seguía
igual que siempre, tenía esas eternas par de canas que no lo hacían lucir más
viejo. Vestía casualmente, lo que lograba hacer que rejuveneciera esos años que
tenía al convertirse en vampiro. Seguía siendo alguien de sonrisa fácil
—Deberías
descansar, beber algo, aprovecharte de tu esposo… disfrutar.
Sonreí, era
imposible no hacerlo con él.
—No soy la
persona favorita de Alex en este momento —me quede en silencio unos segundos,
esperando alguna respuesta, pero no había —ojala tengas suerte, llama si hay
alguna complicación ¿sí?
Él asintió,
se acercó y besó mi mejilla como despedida. Era su tiempo para reunirse con su
pareja, Elizabeth. La madre de Alexander se había vuelto un dolor en mi
trasero. Con el tiempo desapareció, no supimos más nada de ella, pero luego
reapareció, siendo parte de un grupo de vampiros que aun seguían creyendo que
estábamos en siglo I y que debíamos seguir aquellas reglas vampíricas, como también
no relacionarnos con ninguna otra especie… sobre todo de forma amorosa.
Ni siquiera
quería pensar en el hecho de que varios amantes de especies diferentes, fueron
encontrados sin vida. Eso había sido solucionado, aunque aparecía cada cierto
tiempo algún vampiro fanático e ignorante que se creía con el poder de acabar
con la vida del otro.
Fue un caos
aquel tiempo y si bien aquel problema fue anulado en un noventa por ciento, no
lo fue por completo.
Elizabeth
estaba detrás de esos sucesos, pero como no era una participe directa, no podía
mandar a cortar su cabeza… literalmente. Además estaba el hecho de que era la
madre de mi esposo y pareja —a distancia —de Raúl. No era un tema fácil.
—Necesito
vacaciones —dije triste, más al notar que la lluvia comenzaba a chocar contra
la ventana.
Me crucé de
brazos y miré hacia la puerta entreabierta, que me llamaba a descansar. No
podía hacerlo, Alex estaba ahí… y estaba bastante enojado conmigo, aunque no
era del todo mi culpa.
Había
logrado desesperarme en el momento que dio su horrible consejo de eliminar a
todos los clanes que estaban dando problemas, solo hizo que me enojara y le
grite, ante todos… cosa que no sería horrible si no hubiese usado el tono de
“Gobernadora de vampiros”.
Me quedo
mirando dos segundos y luego se fue en silencio.
Solo su
mirada me basto para saber cuánto lo había hecho enfurecer, además como un niño
enfurruñado no me dejaba entrar en su mente.
—Quizás
está en el quinto sueño —dije caminando hacia la puerta. No era como si fuera a
ser exiliada de mi propia cama por un enojo de Alex, si fuera por ello, él no
dormiría conmigo cada tres o cuatro días.
Abrí la
puerta y la cerré con extremo cuidado, sin hacer ruido para un oído humano
normal. Lo malo era que mi esposo es un vampiro.
— ¿Qué hora
es?
Su voz,
demostraba que seguía molesto.
—Siento
haberte despertado —dije de inmediato, caminando ahora sin cuidado hacia la
cama mientras me quitaba la ropa. Un traje incómodo elegido por Alanna, antes
de esta reunión había tenido una con los demás vampiros que se encargaban de la
estrategia.
— ¿Qué hora
es? —volvió a preguntar.
—Más de las
nueve —dije quedando casi desnuda y tomando una camiseta de Alex que usaba como
pijama… nada adecuado para una Gobernadora, según las palabras de Alanna. No me
importaba, eran esos pequeños detalles de libertad que me hacían sobrevivir.
—Bien.
Justo para
cuando me estaba acostando, él escapó de las sabanas.
— ¿Qué
haces? ¿Ahora no quieres dormir conmigo?
—Tengo un
viaje, a Chicago, un tema de negocios.
“Un tema de
negocios” por poco casi lo imite para que escuchara lo pesado que se ponía cuando
usaba ese tono.
—Alex… —dije
con voz cansada, sentada en la cama.
No me miró.
—Lo siento —me
apresuré a decir, nerviosa, enredando mis manos con el dobladillo de su gran
camiseta.
No me miró.
—Si, como
sea, descansa para que tu humor mejore. Vuelvo en tres días.
Me cubrí
bajo las sabanas y lo observé irse hasta el baño para darse una ducha. No le
quite los ojos de encima cuando salió de este, con una toalla azul rodeando su
cadera. Podía ver con claridad como algunas rebeldes gotas de agua se las
habían arreglado para seguir sobre su piel y recorrerla.
Entró al
armario, donde prendió la luz y eligió uno de sus tantos trajes. No tuve ningún
problema para verlo mientras dejaba caer la toalla al suelo y comenzaba a
vestirse. Era tan guapo y atractivo que jamás me cansaría de verlo. Sus músculos
bien definidos, su espalda… me encantaba su mandíbula, tan fuerte y que siempre
aprovechaba de acariciar cuando lo besaba. Ahora tenía muchas más partes
favoritas en el cuerpo de Alex. Simplemente me encantaba más, cada día.
— ¿Dónde están
mis documentos? Ni siquiera está mi pasaporte —preguntó, sin mirarme, un tanto incómodo.
Sonreí.
— ¿Qué me darás
a cambio de esa información? —pregunté sonriendo, recostándome en la cama.
Apoyar mi cabeza en la almohada, fue sorpresivamente reconfortante.
—No estoy
para juegos ¿Los has visto?
—Están en
el tercer cajón, del mueble junto a la puerta. Debes guardar bien tus cosas,
los encontré en el salón. Sabes que entra demasiada gente a la casa, cualquiera
puede tomarlos.
Él me miró
por unos segundos.
—Como usted
ordene, Gobernadora —mis parpados comenzaban a pesar.
—Ya dije
que lo sentía, no estaba para bromas en ese momento.
—No estaba
bromeando —dijo mientras arreglaba su reloj, sigo diciéndole que no debería
usarlo… que ya nadie usa relojes, pero era un vampiro de costumbres —deberían
eliminarlos, esos tipos de vampiros no sirven, nos ponen a todos en riesgo.
—Pero no
sabemos lo que está pasando, sería demasiado apresurado —abracé la almohada, si
no podría dormir con Alex, sería mi única acompañante
—Como usted
diga, Gobernadora —no me miró al hablar, solo se agachó para abrochar sus
zapatos —si estás tan estresada, deberías tomarte unas vacaciones, te lo he
dicho desde hace dos años, pero no tomas en cuenta mis consejos, ni siquiera
para los más banales. Deberías venir conmigo.
Supe
después que no fui capaz de responderle porque me había quedado dormida, para
cuando desperté, habían pasado horas y horas desde que se había ido.
— ¿Señora
Victoria? —abrí mis ojos, cansada. No había caso, Alanna no cambiaba su forma
de llamarme ¡Yo aún aparentaba tener 18 años! Y como me llamaba, me hacía
sentir mucho mayor, aunque técnicamente ya tenía 44 años.
—Buenas
noches, Alanna —dije sentándome en la cama — ¿Alexander no ha llamado?
—No, pero
me han informado que ha llegado sin novedad.
“Me han
informado” frase que se repetía con frecuencia. No sé cuántos Guardias conocía
Alanna, pero al parecer era a todos ya que siempre estaba bien informada, lo
que me encantaba.
—Según su
agenda —dijo ella, sin darme unos segundos más para despertar —tiene varias
reuniones programadas para esta noche.
—Alanna
¿crees que necesito vacaciones? —ella levantó la vista detrás de esos lentes
que no necesitaba. Lucía bastante profesional, como siempre y no se separaba de
esa agenda que tenía mis minutos programados.
—Por
supuesto ¿pero puede tomarlas? Por nada del mundo.
—Alexander
dice que estoy estresada —mentí, ya que yo misma lo había dicho.
—Es cierto,
no toma unas merecidas vacaciones desde hace cinco años, la última vez que
salieron juntos, fue hace más de dos años, pero solo fueron cuatro días. Eso no
vale como vacaciones.
Flexioné
mis piernas y apoyé mi cabeza en las rodillas, pensando en lo rápido que estaba
pasando el tiempo ante mis ojos. Estos dos últimos dos años se estaban
volviendo en un infierno.
—No puede
hacerlo —dijo ella, llamando mi atención —no puede irse de vacaciones ahora, es
un mal momento.
Lo sabía,
claro que si ¿pero qué sentido tenía todo esto si no podía pasar el tiempo con
Alex? Me había incorporado a esta especie por él ¿Este trabajo había logrado
que él pasara a segundo plano? Demonios.
—Me estoy
volviendo en Alex, cuando siempre le pedía que me diera atención y él solo
decía que debía trabajar. No quiero pasar por otra crisis matrimonial, sobre todo
cuando recuerdo como terminó eso, conmigo en el departamento de otro hombre…
que se volvió en un molesto enemigo —abrí mis ojos asustada y miré a Alanna — ¿y
si me engaña?
Ella
comenzó a reír, sin reparo alguno, simplemente ante mi cara, como si hubiese
dicho lo más imposible en el mundo. Era cierto que me costaba imaginarme,
ahora, a Alex engañándome, pero uno jamás debía poner las manos al fuego por
otro, sobre todo en temas como este.
—Eso es
imposible, el señor Lenardis la ama. Como sea, es mejor que comience a
prepararse porque en una hora más llega el Primer Ministro, se nos informó el
aviso de nuevos ataques, sucedieron anoche. Hay alrededor de 20 humanos
muertos, no sé cómo el Ministro está ocultando esa información a los medios,
pero está haciendo todo lo posible.
Cerré los
ojos por unos segundos, simplemente era imposible pensar en unos días libres,
aunque los deseara con toda mi alma.
—Bien, estaré
lista en un momento. Gracias Alanna —ella asintió y se retiró.
Puse el
reproductor de música para que sonara en toda la habitación, de forma tan
estridente que podía dejar de lado los problemas que me atacaban en este momento.
Me di unos minutos para quedarme recostada, pensando en absolutamente nada.
Solo mirando un punto perdido en la pared y escuchando la voz de la cantante.
Pero sin previo aviso apareció la imagen de Alex en mi cabeza, lo extrañaba y
no me gustaba estar enojada con él.
En estos
años habíamos aprendido lo suficiente como para no enojarnos de verdad por tonterías,
así que lo más probable era que Alex estuviera enojado conmigo por otro motivo,
uno más grave… si es que estaba seriamente enojado.
Salí de la
cama y fui por una ducha mientras la música saturaba mi cerebro. No podía
pensar en nada, habían temas más preocupantes que nosotros, habían personas
muriendo porque no podía atrapar a mis enemigos. Alexander tenía razón en que
estos vampiros no nos beneficiaban, pero no sabíamos nada sobre ellos, ni
siquiera teníamos una foto. Atacaban de forma elegante, solo dejaban a los
muertos en sus casas, sean humanos u otras especies. Incuso habían licántropos
en sus víctimas y tengo entendido que su sangre no es de las más fáciles de
conseguir… nuestros colmillos eran incompatibles con su piel, ya sea en su
forma natural o humana.
Sequé mi
cabello y lo dejé libre, luego me puse un vestido negro de tela y los tacos el
mismo color. Tomé mi celular por si había algún llamado, pero el contador estaba
en cero. Suspiré frustrada, así no me sería fácil concentrarme.
—Está todo
listo, la espera en el primer piso —dijo Alanna, entrando por dos segundos
cuando estuve lista.
Apagué la
música y me dirigí hacia la puerta. Alanna ya se había ido cuando salí de la
habitación, pero no me encontraba sola. Al frente estaba Lina, con unos jeans y
una camiseta, iba bastante informal para ser ella.
—Buenas
noches —dije educadamente, para luego cerrar la puerta —La reunión es a
medianoche y a menos que tengas una idea espectacular o me traigas información
de lo que sucede con estos ataques, no tenemos nada que hablar antes
—Pensé que
para eso estabas tú, la Gobernadora ¿no?
Lina era…
desagradable, pero no de la forma que me hacía odiarla como en el comienzo. Era
muy eficaz y siempre estaba ahí cuando la necesitaba para ciertos problemas. No
éramos amigas, pero tampoco la deseaba a miles de kilómetros de distancia, como
en el pasado.
— ¿Qué
sucede, Lina? —dije caminando, alejándome de mi habitación.
—Esa es la
pregunta que iba a hacer —caminó a mi lado, curiosamente, ambas íbamos a un
paso lento — ¿Dónde está Alexander?
—Negocios,
cruzo el charco, tenía que ir a Chicago —dije sin mirarla.
—Bueno,
debo decir que no me interesa tener una reunión con una gobernadora deprimida y
distraída —me detuve de inmediato para mirarla, pero ella no se giró para
verme, solo se detuvo y siguió hablando —todos sabemos que las cosas se han
complicado en este último tiempo y… no nos sirves de nada si tu cabeza esta en
otro lado.
—No tienes
idea de lo que estás hablando.
—Bueno, la
música deprimente se escuchaba en el primer piso y usualmente no es ese estilo
el que escuchas al despertarte.
Hace ocho
meses que esta casa no estaba vacía. Antes de eso, este lugar solo era de Alex
y mío, pero ciertos procedimientos e investigaciones habían logrado convertir
nuestra gran casa en una centro de operaciones, por lo que siempre habían
personas y nuestra privacidad era prácticamente nula.
—No creo
que te hayas dado cuenta —continuo diciendo —porque no has tenido serios
problemas con Alexander, pero todos le damos la importancia necesaria a que
nuestros gobernadores, sea quien sea, sin importar lo estúpidos que puedan
llegar a ser —fruncí el ceño ya que me estaba insultando —tengan una relación
estable con sus parejas… o sino comienzan a decaer, como le pasó a Alexander
cuando no encontraba su pareja.
Me quede
unos segundos en silencio, sorprendida por las palabras de Lina.
—De verdad
que la idea de irme por unos días es
tentadora, pero no puedo.
Volví a
dirigirme hacia la dirección que llevaba a las escaleras.
—Bueno,
entonces luego me cuentas como es tener una relación a distancia, felices lo
cuatro —dijo adelantándome y sonriéndome de esa forma arrogante.
No, Alex no
podría engañarme ¿cierto?
—Idiota —le
dije a Lina, como si aún tuviera quince años.
—Voy a
conseguirte una cita con el soldador, para que arregle esos futuros cuernos.
Iba a
decirle algo más, pero desapareció de mi vista. Estúpida velocidad vampírica. Estúpida
Lina.
Entrée a la
sala donde atendía ciertas reuniones y me encontré con el Primer Ministro de
Inglaterra, Vincent Miller. Seguíamos mezclando a varios de nosotros con los líderes
mundiales, de esa forma teníamos bastante información que nos evitaría ponernos
en riesgo. En el pasado solo Inglaterra tenía un representante vampiro, pero
logré que esa cifra aumentara en un quinientos por ciento. Hace más de una
década, aquello nos había salvado de ser descubiertos ya que un rumor bastante
serio comenzaba a levantarse entre los países y desearon investigar aquellas
sospechosas muertes mundanas que solo dejaban mordidas como pruebas.
—Gobernadora
—dijo poniéndose de pie.
Traía una
carpeta en sus manos, eso nunca podía ser bueno.
—Buenas
noches, Vicent, toma asiento por favor.
Ambos lo
hicimos, nos quedamos uno al frente del otro. Una mesa de centro, de caoba, nos
separaba.
— ¿Necesitas
algo? —Pregunte — ¿un trago?
Era una
pena que no pudiéramos comer, no me negaría a comer cientos de chocolates en
este preciso momento.
—No, muchas
gracias.
—Entonces
dime, ¿tienes algo en esa carpeta que me ayude a saber lo que está sucediendo?
—Así es.
Hemos conseguido una foto, del último ataque. Fue anoche en Withernsea, varios
turistas fueron las victimas… se ha dicho que fue un ataque por parte de cierta
agrupación, los humanos no han tenido problema al creerlo, saldrá pronto en los
noticieros. No pude hacer nada para esconder aquella información, Gobernadora.
Me quede
pensando unos segundos. Culpar a otras personas solo crearía tensión y
problemas entre los humanos, pero en este preciso momento, no podía preocuparme
por ellos también.
—Muéstrame
esa foto entonces —dije estirando mi mano para que me diera la carpeta —he de
suponer que fue en algún balneario o algo parecido como para que ahora hayan
fotos ¿cierto?
—Exacto.
Los ataques
en el pasado se habían limitado a pequeñas localidades, pero a pesar de que si,
Withernsea era pequeña, también era conocida, por eso la cantidad de turistas.
Abrí con
cierta ansiedad la carpeta y me encontré con tres fotos, un poco más pequeñas
que la carpeta. Mostraba solo a dos vampiros de diferentes ángulos, aunque solo
uno era su protagonista.
— ¿Qué es
esto? —Pregunté confusa — ¿es que tiene hepatitis? ¿Por qué tiene sus ojos
amarillos?
Puse las
tres fotos sobre la mesa. Era un vampiro calvo, su piel estaba un poco
grisácea, tenía una horrible expresión ya que su boca estaba muy abierta para
poder morder a su víctima. Aun así, su piel muerta no era lo que más llamaba la
atención, sino sus ojos, de un amarillo enfermo. Todos tenemos los ojos negros
o la mayoría… por lo que ese color, no era nada normal.
—Sus
colmillos son más grandes —dije notando aquel detalles, llevando mi mano hasta
esa característica —sus dientes lucen como de un color gris.
—No sabemos
lo que es —admitió Vicent.
—Yo sé lo
que no es —dije con cierto alivio —esto no es un vampiro.
Y si no era
vampiro, este problema no se limitaba solo a mi jurisdicción, sino a la de
todas las especies.
—Muy bien
Vicent, muchas gracias por esto. Tenemos mucho que hacer ahora, ve a descansar
y mantén esto en secreto.
Cuando
recién comencé a ser vampiro, siempre vivía de día, pero desde que me
acostumbre a llevar una vida nocturna… entendí lo agotador que era estar bajo
el sol y Vicent estaba obligado a vivir así, ya que se regía según la vida
humana.
—Buenas
noches, Gobernadora.
Me quede
sola por un tiempo, analizando las fotos y solo deseando poder mostrárselas a
una sola persona… que no estaba aquí.
“Voy a conseguirte una cita con el soldador,
para que arregle esos futuros cuernos”
No, no
podía dejarme llevar por ese comentario mal intencionado. Alex no… ¡Ah! Demonios,
no podía desconcentrarme en estos momentos.
Me dirigí
hacia la sala de reunión general, donde había más vampiros de mi confianza,
pero esta se encontraba vacía.
— ¿Hola? —pregunté
al ver todo vacío, los computadores apagados, los papeles desordenados.
—Su cita de
la medianoche fue cancelada, todos comprendieron —dijo Alanna. Me giré a verla,
estaba con el ceño fruncido —Lina se acercó hasta mí y me informó de los nuevos
sucesos, no nos sirve una Gobernadora que no tiene una vida tranquila con su
pareja. Solo tiene tres días, no más, es lo máximo que pude hacer reprogramando
su agenda.
—Pero… —dije
no muy convencida de esto.
—Hemos
invadido su casa, siempre hay vampiros en cada rincón de este lugar, incluso yo
me mude a una de las habitaciones para no perder el tiempo… y el señor Lenardis
se ha mantenido en silencio, solo observando —dijo un tanto incómoda —pero al
parecer tiene varios viajes de negocios a la semana, lo que no sucedía antes.
Claro que él
salía con frecuencia, si no le gustaba este lugar. Ya no por lo menos, pero no
me decía nada para no preocuparme, lo había descubierto hacia bastante tiempo.
—Su vuelo
está listo, tenemos todo preparado —dijo ofreciéndome un pequeño bolso de
viaje.
Tomé con
fuerza la carpeta con las fotos y rápidamente me dirigí hacia ella, cogiendo el
bolso que me ofrecía.
Para cuando
me bajé del auto y observé el gran edificio donde se encontraba Alexander, no
me arrepentí en ningún momento del viaje espontáneo que acababa de hacer, no me
importó las horas y horas de viaje. Pronto sería mediodía y por lo que tenía
entendido, según Alanna, era que Alex pronto saldría de una reunión.
No estaba
segura de con quien se estaba reuniendo, pero por las conversaciones que hemos
tenido, siempre he relacionado Chicago con un solo hombre, se podría decir que
incluso es un amigo de Alexander… y ese hombre era Maximiliano Blake, un
vampiro legendario que venía de una data tan larga como la de los Vikingos, por
lo que tenía ciertas características vampíricas que nosotros no, como por
ejemplo, su colmillos permanecían escondidos mientras él lo deseara, lo que me parecía
demasiado practico, ya que al tener siempre los colmillos más grandes de lo
normal, nos obligaba a mantenernos serios cuando no estábamos rodeados de
vampiros. Él tenía su pareja, Lizzie,
quien me agradaba bastante ya que el tal Maximiliano era bastante
pedante, pero al parecer ella lo tenía dentro de sus límites.
Entré al
edificio, saludando a la recepcionista y dirigiéndome hacia el ascensor. Subí
hasta el último piso y me dirigí hacia la sala de reuniones, donde esperé
afuera. La secretaria, una señora ya mayor, me dijo que estaban por terminar.
Miré mis cómodos
zapatos, era agradable poder lucir ropa casual y no obligarme a parecer mayor…
ya que al lucir de 18 años, era complejo para dirigir a vampiros mayores. Ahora
lucía de mi edad, era gracioso pensar que en un par de años cumpliría medio
siglo.
Cuando
escuché ruido en la sala —sillas moviéndose—, supe que la reunión había
finalizado. No pude evitar tensarme y ponerme nerviosa. Me puse de pie justo
para cuando abrieron la puerta.
El primero
en salir fue el vampiro Maximiliano, que se quedó de una pieza al verme.
—Gobern… —miró
hacia atrás. No podía llamarme de esa forma ante humanos y obviamente en la
reunión había algunos.
Maximiliano
era alto, unos centímetros más que Alex. Tenía su cabello negro, desordenado;
sus ojos eran del mismo color que su pelo, muy negros… que se volvían rojos
cuando bebía sangre, según Lizzie le cambiaban incluso cuando estaba furioso,
cosa que no era anormal porque tenía un humor de mierda.
El segundo
vampiro en salir, fue Lizzie. Su nombre era Elizabeth, pero nadie la llamaba así
y a mí me desagradaba hacerlo ya que solo me recordaba a la bruja de mi suegra,
así que quedo para siempre como Lizzie. Era mucho más baja que su esposo, blanca
como la nieve y con un cabello tan oscuro como los ojos de vampiro. Tenía las
mismas características vampíricas, por lo que sabía, que su esposo ya que él la
convirtió. Un grupo reducido de vampiros compartían sus similitudes y su
mayoría era familia de Max.
Así pasaba
en diferentes partes del mundo, no todos los vampiros somos iguales… y no había
mucha información sobre cómo era la conexión entre los vampiros y sus parejas,
al parecer también había diferencia en ese sentido. Sin embargo, todos nos
basamos en dos simples principios: beber sangre y encontrar la pareja indicada
para soportar la eternidad.
— ¿Victoria?
—Preguntó asombrada Lizzie, sonrió al
verme —ha pasado mucho tiempo.
Ella era
increíble, una mujer de negocios que se había superado de la tierra al cielo en
el tiempo que estuvo separada de Max, al parecer él era aún más idiota que en
la actualidad.
— ¿Victoria?
Aquella era
la voz que me interesaba. Alexander salió de la sala de reuniones, venía conversando
con una mujer cuando por fin me vio. Se apresuró en llegar a mi lado.
— ¿Estas
bien? ¿Sucedió algo?
Me quede mirando a la mujer que había
acompañado a Alex hasta este entonces. Era guapa y tenía sus mejillas
sonrojadas. Alex tenía ese efecto en la mayoría de las mujeres, porque era
encantador con las humanas, muy diferente era con las vampiras, incluida yo.
—Victoria,
Alexander —dijo Max, mirándonos sorprendidos —pueden usar mi oficina para
hablar, no hay problema.
—Y está
insonorizada —susurro Lizzie, solo para nosotros escucháramos, con una sonrisa
bastante sospechosa.
Con su mano
en mi espalda, Alex me guió hasta la oficina sin cruzar palabra hasta que la
puerta se cerró detrás de nosotros.
— ¿Qué ha
sucedido? ¿Te han hecho daño? ¿Alguien te atacó?
No podía
evitar sentirme alagada con aquella preocupación, pero no fue eso lo que salió
de mis labios.
— ¿Quién
era esa mujer que estaba a tu lado?
“Voy a conseguirte una cita con el soldador,
para que arregle esos futuros cuernos”
“Voy a conseguirte una cita con el soldador,
para que arregle esos futuros cuernos”
“Voy a conseguirte una cita con el soldador,
para que arregle esos futuros cuernos”
Alexander frunció
el ceño, extrañado.
— ¿Qué
estás pensando? —Dijo confundido, al parecer ya no me estaba alejando porque
podía saber lo que estaba pensando — ¿sucedió…algo? ¿Qué hay en esa carpeta?
—Sí y no —dije
finalmente —Si sucedió algo, un nuevo ataque y ahora hay una foto.
—Bien ¿has
venido para que la vea? Eso se puede enviar por correo electrónico, no necesitabas
hacer este viaje.
—Y no —dije
sin tomar en cuenta sus palabras, ya que no era una estúpida referente a la
tecnología como para que dijera eso —no he venido por eso… técnicamente me han
enviado. Me dieron tres días libres y ya he gastado uno en viajar hasta acá.
Al parecer
Alexander entendió que no se trataba de una emergencia política lo que me trajo
hasta su lado ya que sonrió y se dirigió hasta el sofá de cuero, donde se
sentó.
—Muy bien,
adelante ¿Qué tienes que decir? —dijo sonriendo, con bastante arrogancia… lo
que no importaba en este momento, si él quería regocijarse de este segundo, se
lo daría.
—Lo siento,
he estado muy centrada en el trabajo, ya ni siquiera tenemos privacidad.
Deberíamos irnos, a un departamento.
—Entonces estaríamos
con los demás en un espacio más reducido y no podría robarte cuando yo quisiera
—dijo sonriendo.
No se veía
molesto, ni siquiera estaba usando ese tono de “yo tenía la razón y tú no”
— ¿No estás
enojado?
—Claro que
lo estoy, no puedo tener a mi esposa cuando quiero. Pero son tiempos difíciles
para todos y entiendo que estés tan ocupada, aunque creo que deberé demostrar
mi enojo de forma frecuente si así obtienes días libres.
—Has estado
viajando mucho últimamente —dije un tanto tímida.
— ¿Crees
que te estoy engañando? ¿Por eso has viajado hasta acá?
—No, pero
todos dicen que… —lo mire de forma ansiosa.
— ¿Quién?
—Lina…
Alex
comenzó a reír como si le hubiese dicho el mejor de los chistes. Lo mire
enojada.
—Lo siento,
pero si en el pasado me hubiesen informado que tú y Lina se volverían amigas,
no le habría creído, en serio.
— ¡No soy
amiga de Lina! —dije a la defensiva.
—Como sea
¿de verdad crees que podría hacerte eso, solo porque no me despedí con un beso
ayer? A veces te comportas como una niña.
—No es mi
culpa que me hayas convertido a esta edad —estaba comenzando a enojarme —además
si crees que fue una tontería venir, bien, volveré hoy mismo y gastare mi último
día en un spa, no me haría nada de mal los masajes de un atractivo humano.
—Alto ahí —dijo
poniéndose de pie y acercándose —no estoy diciendo eso.
—Pensé que
te iba a gustar esta sorpresa.
—Y me ha
gustado, sobre todo al verte celosa de aquella humana, hace tiempo que eso no
pasaba —lo mire, un tanto cohibida —has venido hasta acá, solo para decirme esto…
aunque no te des cuenta, son por estos detalles que eres mucho mejor que yo.
—Alex… —deje
la carpeta con las fotos a un lado, en este momento era lo que menos me
importaba —ya no quiero hacer esto, extraño tener vacaciones y que mi
preocupación más grande sea pensar donde lo haremos.
—Eso suena
como un paraíso —dijo rodeando mi cintura con sus brazos —pero no puedes y no podrás
hasta dentro de mucho tiempo, eres una buena Gobernadora, le agradas a la
mayoría de todas las especies y mandar a los demás se ha vuelto parte de ti,
por eso te eligen una y otra vez los miembros del Consejo. Esto solo es una
mala época, tampoco me gusta porque te roba de mi lado, pero eres la única que
lo puede solucionar.
—Ah ¿Por
qué no puedes ser así de dulce siempre? —dije sonriendo, aunque solo pude
cerrar mis ojos al sentir los labios de Alex en mi oreja.
—Porque
después te acostumbrarías —susurro en mi oído —y no vendrías a buscarme.
—Mmm…
Tiré de su
corbata para poder alcanzar sus labios, que de inmediato me recibieron de forma
cálida. Me encantaba besarlo, jamás me podría cansar de hacerlo, era tan simple
como si fuera adictivo, cada nuevo beso me volvía tan o más loca como el
primero. Amaba la exigencia que había en ellos, la seguridad de ser igualmente
correspondido… lograba hacer que siendo una vampira, me dejara sin aliento.
—Estás pálida
Victoria ¿desde cuándo que no te alimentas?
—Unos días —dije
mirando sus labios, tan tentadores.
—Adelante, bon
appetit.
De pie,
ante mí, se ofrecía para que lo mordiera.
No era un
ofrecimiento que pudiera rechazar. Comencé a quitarle su corbata negra, dejando
el espacio necesario para desabotonar su camisa blanca y dejar aquella zona, su
cuello, libre de obstáculos.
— ¡Alex! —dije
nerviosa cuando me elevó varios centímetros, los necesarios para poder rodear
su cadera y quedar frente a su rostro. Al ser más baja que él, me costaba beber
de su cuerpo cuando ambos estábamos de pie.
—Te
advierto que si bebes de mí, debes atenerte a las consecuencias.
—Una buena
Gobernadora, debe ser flexible con sus súbditos —dije ahora contra su cuello,
acariciando suavemente su piel, con mi lengua.
—Vas a
pagar por eso —dijo presionándome más fuerte contra su cuerpo.
—Mmm…
Antes de
que dijera algo más, enterré mis colmillos en su cuello, sin ninguna suavidad. Tenía
un poco de sed y beber de Alex era perfecto… y más cuando sus manos no se
quedaban quietas. Solos fueron unos segundos los que bebí de él, no quería
abusar.
Me separé
unos centímetros de él y sus labios atraparon los míos, sin dejarme libre, solo
acorralándome contra el escritorio que estaba detrás de mí. Una corriente
eléctrica recorrió mi cuerpo cuando sentí las manos de Alex en el botón de mi
pantalón. Ni siquiera lo desabrochó, solo tiro hacia abajo, llevándose todo con
ello. Me hizo girar para darle su espalda.
—No, no…
detente —dije sin mucha convicción ahora que sus labios estaban en mi cuello —
no podemos aquí, es la oficina de Max.
—A nadie le
importa —dijo llevando su mano hasta mis muslos para ir subiendo hasta su nuevo
objetivo.
—Si, a mí sí,
no sig… ¡Ah! —una corriente eléctrica me traspasó por completo al sentir como
su mano recorría de forma tan hábil entre mis piernas. Mi cuerpo se flexiono de
tal manera que quede apoyada con mis codos en el escritorio.
Cuando mire
hacia atrás pude ver la sonrisa triunfal de Alex.
—Ahora te
estas ofreciendo a mí, eres muy hipócrita, Gobernadora —dijo mientras
desabotonaba su pantalón.
No podía
decirle que no.
—Eres una
pésima influencia —dije sonriendo.
Con
Alexander teníamos muchas diferencias, pero todas ellas quedaban de lado cuando
se trataba de sexo. Simplemente éramos el uno para el otro y ya llevábamos tanto
tiempo juntos que era por completo un acto natural, nos conocíamos como nadie.
—Espera,
espera ¡Alex!
Solo cerré
mis ojos y apoyé mis manos en el escritorio, desordenando todo lo que había en
él cuando Alex entró en mi cuerpo. Arrugué varios papeles.
—Mi turno —dijo
para segundo después morderme.
Un gemido
se escapó de mi boca mientras sentía sus dientes. No me estaba mordiendo para
beber de mí, solo mordía con suavidad a la vez que su cadera se movía contra mí,
llegando cada vez más profundo.
—Te extrañe
ayer —dijo ahora, contra mi oído, sin dejar de moverse.
—Eres un
pervertido…
—Y te
encanta —dijo mordiendo el lóbulo de mi oreja.
No pude
evitar sonreír mientras varios gemidos se escapaban de mi boca.
Estuvimos
de esa forma por varios minutos, hasta que ambos alcanzamos aquel maravilloso
nirvana. Nos arreglamos tan rápido como pudimos y nos alistamos para irnos a su
hotel. Nos despedimos de Max y Lizzie para luego encerrarnos en la habitación
que había pagado Alex.
No salimos
de ahí hasta el otro día, cuando debíamos prepararnos para volver.
— ¿De verdad no querías ir a otro lugar? —dije
desnuda, sentada a horcajadas de él y moviendo mi cadera lentamente sobre la
suya.
—No.
Alex rodeó
mi cintura y luego me besó la mejilla justo cuando su erección entraba en mi
cuerpo.
—No sigas
viajando tanto, te extraño cuando no estás conmigo.
—Bueno —dijo
para luego besar mi cuello.
— ¿Qué? —Apoye
mis manos en sus hombros — ¿Cómo tan fácil? ¿Solo debía pedirlo?
—No
hablemos de eso ahora —dijo mirándome de forma lujuriosa.
—Dime —me
removí un poco sobre él, logrando que el cerrara sus ojos.
—Eres
malvada, esto es tortura —volví a hacer el mismo movimiento —bien, realmente
estaba ajustando los últimos detalles para retirarme por un par de meses, sé
que estas ocupada, así que decidí ayudarte en lo que pueda.
Lo miré
encantada, no podía creerlo. Esa era la razón para estuviera viajando tanto
últimamente.
—Gracias al
cielo que te elegí antes que a Cristóbal —dije sonriendo.
—Sigue sin
ser una buena broma, Gobernadora.
Sin más
logró que yo quedara recostada en la cama y él sobre mí.
— ¿Cómo es
que te has vuelto en el esposo perfecto? —pregunté sonriendo.
— ¿Por qué
seguimos hablando? —dijo besando mi cuello.
—Ya sé lo
que puedes hacer, la casa esta tan descuidada últimamente, que podrías
encargarte de limpiarla, todos los días —me mordí el labio para no reír.
Alex se
detuvo por completo y luego me quedo mirando con el ceño fruncido.
— ¿Qué? —Pregunte
—dijiste que me querías ayudar…
No lo pude
soportar más y comencé a reír, imaginando a Alex con un delantal. Aunque si
solo llevara un delantal puesto, seria el perfecto ama de casa.
—Estás muy
graciosa ¿no? —se movió bruscamente contra mí, logrando que mi risa se fuera.
—Es que me
haces feliz —dije acercándolo para poder besarlo —te amo —susurré contra sus
labios.
—Yo también
te amo, Vittoria.
No pude
evitar sonreír, pero un horrible recuerdo vino a mí. Aun no le mostraba las
fotos del vampiro/no vampiro donde aparecía Marco en una esquina, casi
irreconocible mientras la imagen mostraba al ser horrible que bebía de un
humano.
La vida sigue para estos personajes, pobres que se meten en problemas xD Espero que les haya gustado el Outtake ;)
Hola me encanto estuvo muy bueno me gusto mucho gracias por haberlo subido
ResponderEliminarPd: gracias dani por hacerme recordar a alex y a victoria :-)
Ohhh me encantoo... Alex es el esposo perfecto...
ResponderEliminarMaldita Elizabeth que onda esa mujer!! Y Marco!! me caia bien... malditos jajaja
Ese Maximiliano y Lizzie me suenan conocidos... Cx
ResponderEliminarEn fin un hermoso outtake y definitivamente no nos puedes dejar así, más con está pequeña participación de estos nuevos personajes...
Aún que no fuera algo que quieras seguir me ha encantado que los mencionaras.
Saludos tqm