sábado, 24 de enero de 2015

Lenardis Amore - Outtake: Gobernadora a tiempo completo


Gobernadora a tiempo completo

Eran las nueve de la mañana y seguía observando el mapa. El continente estaba vuelto loco y no tenía idea de cómo solucionar estos incidentes de rebeldía entre los vampiros hacia otras especies.
Llevaba 25 años en el mismo puesto y aun me sentía una principiante. Nunca me imaginé que ser Gobernadora fuera tan exigente, desearía volver a los primeros años, donde los demás me ayudaban todo el día para que fuera un proceso tranquilo… lo fue, pero después de un par de años, todo quedo bajo mi responsabilidad. Lo que era lógico, ya no necesitaba ayuda en los temas simples, pero dejarme como total encargada solo hizo que los compromisos aumentaran.

Levante la vista, desde donde me encontraba podía ver la puerta entreabierta de nuestra habitación. Estaba a oscuras, probablemente Alexander estuviera durmiendo.
Y yo deseaba hacerle compañía, pero no podía.
Volví a observar ese maldito mapa. Los puntos estaban marcados con punteros de colores. Habían comenzado a aparecer de forma paulatina, pero ahora había sesenta puntos. Se estaban escapando de mis manos y no sabía el motivo, no había reclamo ni exigencia que pidieran. Si no sabía lo que deseaban los vampiros, no sabía cómo solucionar esto. Estaban atacando a otras especies, incluso bebiendo de ellas… y acabando con una cantidad de humanos considerables, lo que era muy preocupante.
—Victoria, podríamos enviar espías otra vez —dijo Ezequiel, observándome.
Era una reunión en casa, por lo tanto muy privada y solo había vampiros de mi confianza.
—Eso no servirá de nada —dijo Lina… que actualmente llevaba su cabello rubio largo, no sé cómo lograba que esas extensiones lucieran tan naturales. Ahora sin duda parecía una estúpida muñeca de porcelana creada en París —ya se enviaron varios grupos y todos los vampiros parecen estar actuando sin tener un motivo alguno, solo por gozo.
Lina… me desagradaba hasta el cansancio y nunca me quedaba tranquila cuando estaba en la misma habitación con Alex, ya que seguía igual de descarada. No encontraba su maldita pareja eterna y se entretenía poniéndome celosa. Lo que se le daba muy fácil. De todas formas estaba dentro de mi círculo de confianza debido a lo leal que es hacia la especie.
—Aun no llegan noticias de los Licántropos —dije sin levantar la mirada, tratando de buscar una lógica para el lugar de los ataques —ellos también están preocupados.
—Claro que lo están —respondió Ezequiel, quien era mi primer contacto con aquella especie, debido a su pareja, Mortum.
—Creo que es mejor descansar, en estas condiciones nadie puede pensar —dijo Raúl, sentado en el sofá de la esquina.
Era cierto, llevábamos horas en casa, tratando de encontrar sentido a los recientes hechos. En un comienzo nos había acompañado Alanna y Anibal, pero luego se retiraron. Alexander también estuvo con nosotros, pero decidió sin sentirlo, retirarse luego de dar su recomendación: ir hasta esos clanes y eliminarlos. Cada cierto tiempo me hacía recordar porque él había sido destituido como Gobernador.
—No es una mala idea —dije alejándome de la mesa, caminando hacia la ventana. Sería otro día nublado en Londres, lo que apestaba. Extrañaba el sol —es mejor que se retiren, recuperen fuerzas y nos encontramos aquí a la medianoche ¿sí?
Todos gruñeron algo y fueron desapareciendo de la sala. Excepto por una persona.
—Le preguntaré a Elizabeth, puede que ella sepa algo —miré hacia un lado, mientras Raúl dejaba su mano en mi hombro.
—Jamás pensé que se volviera en alguien tan peligroso con los años, Raúl, pero si puedes comunicarte con aquellos rebeldes de elite, hazlo, aunque no es su forma de atacar ¿sabes?
—Pero puede que tenga información, estaré fuera un par de semanas —me iré a verlo por completo
Seguía igual que siempre, tenía esas eternas par de canas que no lo hacían lucir más viejo. Vestía casualmente, lo que lograba hacer que rejuveneciera esos años que tenía al convertirse en vampiro. Seguía siendo alguien de sonrisa fácil
—Deberías descansar, beber algo, aprovecharte de tu esposo… disfrutar.
Sonreí, era imposible no hacerlo con él.
—No soy la persona favorita de Alex en este momento —me quede en silencio unos segundos, esperando alguna respuesta, pero no había —ojala tengas suerte, llama si hay alguna complicación ¿sí?
Él asintió, se acercó y besó mi mejilla como despedida. Era su tiempo para reunirse con su pareja, Elizabeth. La madre de Alexander se había vuelto un dolor en mi trasero. Con el tiempo desapareció, no supimos más nada de ella, pero luego reapareció, siendo parte de un grupo de vampiros que aun seguían creyendo que estábamos en siglo I y que debíamos seguir aquellas reglas vampíricas, como también no relacionarnos con ninguna otra especie… sobre todo de forma amorosa.
Ni siquiera quería pensar en el hecho de que varios amantes de especies diferentes, fueron encontrados sin vida. Eso había sido solucionado, aunque aparecía cada cierto tiempo algún vampiro fanático e ignorante que se creía con el poder de acabar con la vida del otro.
Fue un caos aquel tiempo y si bien aquel problema fue anulado en un noventa por ciento, no lo fue por completo.
Elizabeth estaba detrás de esos sucesos, pero como no era una participe directa, no podía mandar a cortar su cabeza… literalmente. Además estaba el hecho de que era la madre de mi esposo y pareja —a distancia —de Raúl. No era un tema fácil.
—Necesito vacaciones —dije triste, más al notar que la lluvia comenzaba a chocar contra la ventana.
Me crucé de brazos y miré hacia la puerta entreabierta, que me llamaba a descansar. No podía hacerlo, Alex estaba ahí… y estaba bastante enojado conmigo, aunque no era del todo mi culpa.
Había logrado desesperarme en el momento que dio su horrible consejo de eliminar a todos los clanes que estaban dando problemas, solo hizo que me enojara y le grite, ante todos… cosa que no sería horrible si no hubiese usado el tono de “Gobernadora de vampiros”.
Me quedo mirando dos segundos y luego se fue en silencio.
Solo su mirada me basto para saber cuánto lo había hecho enfurecer, además como un niño enfurruñado no me dejaba entrar en su mente.
—Quizás está en el quinto sueño —dije caminando hacia la puerta. No era como si fuera a ser exiliada de mi propia cama por un enojo de Alex, si fuera por ello, él no dormiría conmigo cada tres o cuatro días.
Abrí la puerta y la cerré con extremo cuidado, sin hacer ruido para un oído humano normal. Lo malo era que mi esposo es un vampiro.
— ¿Qué hora es?
Su voz, demostraba que seguía molesto.
—Siento haberte despertado —dije de inmediato, caminando ahora sin cuidado hacia la cama mientras me quitaba la ropa. Un traje incómodo elegido por Alanna, antes de esta reunión había tenido una con los demás vampiros que se encargaban de la estrategia.
— ¿Qué hora es? —volvió a preguntar.
—Más de las nueve —dije quedando casi desnuda y tomando una camiseta de Alex que usaba como pijama… nada adecuado para una Gobernadora, según las palabras de Alanna. No me importaba, eran esos pequeños detalles de libertad que me hacían sobrevivir.
—Bien.
Justo para cuando me estaba acostando, él escapó de las sabanas.
— ¿Qué haces? ¿Ahora no quieres dormir conmigo?
—Tengo un viaje, a Chicago, un tema de negocios.
“Un tema de negocios” por poco casi lo imite para que escuchara lo pesado que se ponía cuando usaba ese tono.
—Alex… —dije con voz cansada, sentada en la cama.
No me miró.
—Lo siento —me apresuré a decir, nerviosa, enredando mis manos con el dobladillo de su gran camiseta.
No me miró.
—Si, como sea, descansa para que tu humor mejore. Vuelvo en tres días.
Me cubrí bajo las sabanas y lo observé irse hasta el baño para darse una ducha. No le quite los ojos de encima cuando salió de este, con una toalla azul rodeando su cadera. Podía ver con claridad como algunas rebeldes gotas de agua se las habían arreglado para seguir sobre su piel y recorrerla.
Entró al armario, donde prendió la luz y eligió uno de sus tantos trajes. No tuve ningún problema para verlo mientras dejaba caer la toalla al suelo y comenzaba a vestirse. Era tan guapo y atractivo que jamás me cansaría de verlo. Sus músculos bien definidos, su espalda… me encantaba su mandíbula, tan fuerte y que siempre aprovechaba de acariciar cuando lo besaba. Ahora tenía muchas más partes favoritas en el cuerpo de Alex. Simplemente me encantaba más, cada día.
— ¿Dónde están mis documentos? Ni siquiera está mi pasaporte —preguntó, sin mirarme, un tanto incómodo.
Sonreí.
— ¿Qué me darás a cambio de esa información? —pregunté sonriendo, recostándome en la cama. Apoyar mi cabeza en la almohada, fue sorpresivamente reconfortante.
—No estoy para juegos ¿Los has visto?
—Están en el tercer cajón, del mueble junto a la puerta. Debes guardar bien tus cosas, los encontré en el salón. Sabes que entra demasiada gente a la casa, cualquiera puede tomarlos.
Él me miró por unos segundos.
—Como usted ordene, Gobernadora —mis parpados comenzaban a pesar.
—Ya dije que lo sentía, no estaba para bromas en ese momento.
—No estaba bromeando —dijo mientras arreglaba su reloj, sigo diciéndole que no debería usarlo… que ya nadie usa relojes, pero era un vampiro de costumbres —deberían eliminarlos, esos tipos de vampiros no sirven, nos ponen a todos en riesgo.
—Pero no sabemos lo que está pasando, sería demasiado apresurado —abracé la almohada, si no podría dormir con Alex, sería mi única acompañante
—Como usted diga, Gobernadora —no me miró al hablar, solo se agachó para abrochar sus zapatos —si estás tan estresada, deberías tomarte unas vacaciones, te lo he dicho desde hace dos años, pero no tomas en cuenta mis consejos, ni siquiera para los más banales. Deberías venir conmigo.
Supe después que no fui capaz de responderle porque me había quedado dormida, para cuando desperté, habían pasado horas y horas desde que se había ido.
— ¿Señora Victoria? —abrí mis ojos, cansada. No había caso, Alanna no cambiaba su forma de llamarme ¡Yo aún aparentaba tener 18 años! Y como me llamaba, me hacía sentir mucho mayor, aunque técnicamente ya tenía 44 años.
—Buenas noches, Alanna —dije sentándome en la cama — ¿Alexander no ha llamado?
—No, pero me han informado que ha llegado sin novedad.
“Me han informado” frase que se repetía con frecuencia. No sé cuántos Guardias conocía Alanna, pero al parecer era a todos ya que siempre estaba bien informada, lo que me encantaba.
—Según su agenda —dijo ella, sin darme unos segundos más para despertar —tiene varias reuniones programadas para esta noche.
—Alanna ¿crees que necesito vacaciones? —ella levantó la vista detrás de esos lentes que no necesitaba. Lucía bastante profesional, como siempre y no se separaba de esa agenda que tenía mis minutos programados.
—Por supuesto ¿pero puede tomarlas? Por nada del mundo.
—Alexander dice que estoy estresada —mentí, ya que yo misma lo había dicho.
—Es cierto, no toma unas merecidas vacaciones desde hace cinco años, la última vez que salieron juntos, fue hace más de dos años, pero solo fueron cuatro días. Eso no vale como vacaciones.
Flexioné mis piernas y apoyé mi cabeza en las rodillas, pensando en lo rápido que estaba pasando el tiempo ante mis ojos. Estos dos últimos dos años se estaban volviendo en un infierno.
—No puede hacerlo —dijo ella, llamando mi atención —no puede irse de vacaciones ahora, es un mal momento.
Lo sabía, claro que si ¿pero qué sentido tenía todo esto si no podía pasar el tiempo con Alex? Me había incorporado a esta especie por él ¿Este trabajo había logrado que él pasara a segundo plano? Demonios.
—Me estoy volviendo en Alex, cuando siempre le pedía que me diera atención y él solo decía que debía trabajar. No quiero pasar por otra crisis matrimonial, sobre todo cuando recuerdo como terminó eso, conmigo en el departamento de otro hombre… que se volvió en un molesto enemigo —abrí mis ojos asustada y miré a Alanna — ¿y si me engaña?
Ella comenzó a reír, sin reparo alguno, simplemente ante mi cara, como si hubiese dicho lo más imposible en el mundo. Era cierto que me costaba imaginarme, ahora, a Alex engañándome, pero uno jamás debía poner las manos al fuego por otro, sobre todo en temas como este.
—Eso es imposible, el señor Lenardis la ama. Como sea, es mejor que comience a prepararse porque en una hora más llega el Primer Ministro, se nos informó el aviso de nuevos ataques, sucedieron anoche. Hay alrededor de 20 humanos muertos, no sé cómo el Ministro está ocultando esa información a los medios, pero está haciendo todo lo posible.
Cerré los ojos por unos segundos, simplemente era imposible pensar en unos días libres, aunque los deseara con toda mi alma.
—Bien, estaré lista en un momento. Gracias Alanna —ella asintió y se retiró.
Puse el reproductor de música para que sonara en toda la habitación, de forma tan estridente que podía dejar de lado los problemas que me atacaban en este momento. Me di unos minutos para quedarme recostada, pensando en absolutamente nada. Solo mirando un punto perdido en la pared y escuchando la voz de la cantante. Pero sin previo aviso apareció la imagen de Alex en mi cabeza, lo extrañaba y no me gustaba estar enojada con él.
En estos años habíamos aprendido lo suficiente como para no enojarnos de verdad por tonterías, así que lo más probable era que Alex estuviera enojado conmigo por otro motivo, uno más grave… si es que estaba seriamente enojado.
Salí de la cama y fui por una ducha mientras la música saturaba mi cerebro. No podía pensar en nada, habían temas más preocupantes que nosotros, habían personas muriendo porque no podía atrapar a mis enemigos. Alexander tenía razón en que estos vampiros no nos beneficiaban, pero no sabíamos nada sobre ellos, ni siquiera teníamos una foto. Atacaban de forma elegante, solo dejaban a los muertos en sus casas, sean humanos u otras especies. Incuso habían licántropos en sus víctimas y tengo entendido que su sangre no es de las más fáciles de conseguir… nuestros colmillos eran incompatibles con su piel, ya sea en su forma natural o humana.
Sequé mi cabello y lo dejé libre, luego me puse un vestido negro de tela y los tacos el mismo color. Tomé mi celular por si había algún llamado, pero el contador estaba en cero. Suspiré frustrada, así no me sería fácil concentrarme.
—Está todo listo, la espera en el primer piso —dijo Alanna, entrando por dos segundos cuando estuve lista.
Apagué la música y me dirigí hacia la puerta. Alanna ya se había ido cuando salí de la habitación, pero no me encontraba sola. Al frente estaba Lina, con unos jeans y una camiseta, iba bastante informal para ser ella.
—Buenas noches —dije educadamente, para luego cerrar la puerta —La reunión es a medianoche y a menos que tengas una idea espectacular o me traigas información de lo que sucede con estos ataques, no tenemos nada que hablar antes
—Pensé que para eso estabas tú, la Gobernadora ¿no?
Lina era… desagradable, pero no de la forma que me hacía odiarla como en el comienzo. Era muy eficaz y siempre estaba ahí cuando la necesitaba para ciertos problemas. No éramos amigas, pero tampoco la deseaba a miles de kilómetros de distancia, como en el pasado.
— ¿Qué sucede, Lina? —dije caminando, alejándome de mi habitación.
—Esa es la pregunta que iba a hacer —caminó a mi lado, curiosamente, ambas íbamos a un paso lento — ¿Dónde está Alexander?
—Negocios, cruzo el charco, tenía que ir a Chicago —dije sin mirarla.
—Bueno, debo decir que no me interesa tener una reunión con una gobernadora deprimida y distraída —me detuve de inmediato para mirarla, pero ella no se giró para verme, solo se detuvo y siguió hablando —todos sabemos que las cosas se han complicado en este último tiempo y… no nos sirves de nada si tu cabeza esta en otro lado.
—No tienes idea de lo que estás hablando.
—Bueno, la música deprimente se escuchaba en el primer piso y usualmente no es ese estilo el que escuchas al despertarte.
Hace ocho meses que esta casa no estaba vacía. Antes de eso, este lugar solo era de Alex y mío, pero ciertos procedimientos e investigaciones habían logrado convertir nuestra gran casa en una centro de operaciones, por lo que siempre habían personas y nuestra privacidad era prácticamente nula.
—No creo que te hayas dado cuenta —continuo diciendo —porque no has tenido serios problemas con Alexander, pero todos le damos la importancia necesaria a que nuestros gobernadores, sea quien sea, sin importar lo estúpidos que puedan llegar a ser —fruncí el ceño ya que me estaba insultando —tengan una relación estable con sus parejas… o sino comienzan a decaer, como le pasó a Alexander cuando no encontraba su pareja.
Me quede unos segundos en silencio, sorprendida por las palabras de Lina.
—De verdad que la idea de irme por unos días  es tentadora, pero no puedo.
Volví a dirigirme hacia la dirección que llevaba a las escaleras.
—Bueno, entonces luego me cuentas como es tener una relación a distancia, felices lo cuatro —dijo adelantándome y sonriéndome de esa forma arrogante.
No, Alex no podría engañarme ¿cierto?
—Idiota —le dije a Lina, como si aún tuviera quince años.
—Voy a conseguirte una cita con el soldador, para que arregle esos futuros cuernos.
Iba a decirle algo más, pero desapareció de mi vista. Estúpida velocidad vampírica. Estúpida Lina.

Entrée a la sala donde atendía ciertas reuniones y me encontré con el Primer Ministro de Inglaterra, Vincent Miller. Seguíamos mezclando a varios de nosotros con los líderes mundiales, de esa forma teníamos bastante información que nos evitaría ponernos en riesgo. En el pasado solo Inglaterra tenía un representante vampiro, pero logré que esa cifra aumentara en un quinientos por ciento. Hace más de una década, aquello nos había salvado de ser descubiertos ya que un rumor bastante serio comenzaba a levantarse entre los países y desearon investigar aquellas sospechosas muertes mundanas que solo dejaban mordidas como pruebas.
—Gobernadora —dijo poniéndose de pie.
Traía una carpeta en sus manos, eso nunca podía ser bueno.
—Buenas noches, Vicent, toma asiento por favor.
Ambos lo hicimos, nos quedamos uno al frente del otro. Una mesa de centro, de caoba, nos separaba.
— ¿Necesitas algo? —Pregunte — ¿un trago?
Era una pena que no pudiéramos comer, no me negaría a comer cientos de chocolates en este preciso momento.
—No, muchas gracias.
—Entonces dime, ¿tienes algo en esa carpeta que me ayude a saber lo que está sucediendo?
—Así es. Hemos conseguido una foto, del último ataque. Fue anoche en Withernsea, varios turistas fueron las victimas… se ha dicho que fue un ataque por parte de cierta agrupación, los humanos no han tenido problema al creerlo, saldrá pronto en los noticieros. No pude hacer nada para esconder aquella información, Gobernadora.
Me quede pensando unos segundos. Culpar a otras personas solo crearía tensión y problemas entre los humanos, pero en este preciso momento, no podía preocuparme por ellos también.
—Muéstrame esa foto entonces —dije estirando mi mano para que me diera la carpeta —he de suponer que fue en algún balneario o algo parecido como para que ahora hayan fotos ¿cierto?
—Exacto.
Los ataques en el pasado se habían limitado a pequeñas localidades, pero a pesar de que si, Withernsea era pequeña, también era conocida, por eso la cantidad de turistas.
Abrí con cierta ansiedad la carpeta y me encontré con tres fotos, un poco más pequeñas que la carpeta. Mostraba solo a dos vampiros de diferentes ángulos, aunque solo uno era su protagonista.
— ¿Qué es esto? —Pregunté confusa — ¿es que tiene hepatitis? ¿Por qué tiene sus ojos amarillos?
Puse las tres fotos sobre la mesa. Era un vampiro calvo, su piel estaba un poco grisácea, tenía una horrible expresión ya que su boca estaba muy abierta para poder morder a su víctima. Aun así, su piel muerta no era lo que más llamaba la atención, sino sus ojos, de un amarillo enfermo. Todos tenemos los ojos negros o la mayoría… por lo que ese color, no era nada normal.
—Sus colmillos son más grandes —dije notando aquel detalles, llevando mi mano hasta esa característica —sus dientes lucen como de un color gris.
—No sabemos lo que es —admitió Vicent.
—Yo sé lo que no es —dije con cierto alivio —esto no es un vampiro.
Y si no era vampiro, este problema no se limitaba solo a mi jurisdicción, sino a la de todas las especies.
—Muy bien Vicent, muchas gracias por esto. Tenemos mucho que hacer ahora, ve a descansar y mantén esto en secreto.
Cuando recién comencé a ser vampiro, siempre vivía de día, pero desde que me acostumbre a llevar una vida nocturna… entendí lo agotador que era estar bajo el sol y Vicent estaba obligado a vivir así, ya que se regía según la vida humana.
—Buenas noches, Gobernadora.
Me quede sola por un tiempo, analizando las fotos y solo deseando poder mostrárselas a una sola persona… que no estaba aquí.
“Voy a conseguirte una cita con el soldador, para que arregle esos futuros cuernos”
No, no podía dejarme llevar por ese comentario mal intencionado. Alex no… ¡Ah! Demonios, no podía desconcentrarme en estos momentos.
Me dirigí hacia la sala de reunión general, donde había más vampiros de mi confianza, pero esta se encontraba vacía.
— ¿Hola? —pregunté al ver todo vacío, los computadores apagados, los papeles desordenados.
—Su cita de la medianoche fue cancelada, todos comprendieron —dijo Alanna. Me giré a verla, estaba con el ceño fruncido —Lina se acercó hasta mí y me informó de los nuevos sucesos, no nos sirve una Gobernadora que no tiene una vida tranquila con su pareja. Solo tiene tres días, no más, es lo máximo que pude hacer reprogramando su agenda.
—Pero… —dije no muy convencida de esto.
—Hemos invadido su casa, siempre hay vampiros en cada rincón de este lugar, incluso yo me mude a una de las habitaciones para no perder el tiempo… y el señor Lenardis se ha mantenido en silencio, solo observando —dijo un tanto incómoda —pero al parecer tiene varios viajes de negocios a la semana, lo que no sucedía antes.
Claro que él salía con frecuencia, si no le gustaba este lugar. Ya no por lo menos, pero no me decía nada para no preocuparme, lo había descubierto hacia bastante tiempo.
—Su vuelo está listo, tenemos todo preparado —dijo ofreciéndome un pequeño bolso de viaje.
Tomé con fuerza la carpeta con las fotos y rápidamente me dirigí hacia ella, cogiendo el bolso que me ofrecía.



Para cuando me bajé del auto y observé el gran edificio donde se encontraba Alexander, no me arrepentí en ningún momento del viaje espontáneo que acababa de hacer, no me importó las horas y horas de viaje. Pronto sería mediodía y por lo que tenía entendido, según Alanna, era que Alex pronto saldría de una reunión.
No estaba segura de con quien se estaba reuniendo, pero por las conversaciones que hemos tenido, siempre he relacionado Chicago con un solo hombre, se podría decir que incluso es un amigo de Alexander… y ese hombre era Maximiliano Blake, un vampiro legendario que venía de una data tan larga como la de los Vikingos, por lo que tenía ciertas características vampíricas que nosotros no, como por ejemplo, su colmillos permanecían escondidos mientras él lo deseara, lo que me parecía demasiado practico, ya que al tener siempre los colmillos más grandes de lo normal, nos obligaba a mantenernos serios cuando no estábamos rodeados de vampiros. Él tenía su pareja, Lizzie,  quien me agradaba bastante ya que el tal Maximiliano era bastante pedante, pero al parecer ella lo tenía dentro de sus límites.
Entré al edificio, saludando a la recepcionista y dirigiéndome hacia el ascensor. Subí hasta el último piso y me dirigí hacia la sala de reuniones, donde esperé afuera. La secretaria, una señora ya mayor, me dijo que estaban por terminar.
Miré mis cómodos zapatos, era agradable poder lucir ropa casual y no obligarme a parecer mayor… ya que al lucir de 18 años, era complejo para dirigir a vampiros mayores. Ahora lucía de mi edad, era gracioso pensar que en un par de años cumpliría medio siglo.
Cuando escuché ruido en la sala —sillas moviéndose—, supe que la reunión había finalizado. No pude evitar tensarme y ponerme nerviosa. Me puse de pie justo para cuando abrieron la puerta.
El primero en salir fue el vampiro Maximiliano, que se quedó de una pieza al verme.
—Gobern… —miró hacia atrás. No podía llamarme de esa forma ante humanos y obviamente en la reunión había algunos.
Maximiliano era alto, unos centímetros más que Alex. Tenía su cabello negro, desordenado; sus ojos eran del mismo color que su pelo, muy negros… que se volvían rojos cuando bebía sangre, según Lizzie le cambiaban incluso cuando estaba furioso, cosa que no era anormal porque tenía un humor de mierda.
El segundo vampiro en salir, fue Lizzie. Su nombre era Elizabeth, pero nadie la llamaba así y a mí me desagradaba hacerlo ya que solo me recordaba a la bruja de mi suegra, así que quedo para siempre como Lizzie. Era mucho más baja que su esposo, blanca como la nieve y con un cabello tan oscuro como los ojos de vampiro. Tenía las mismas características vampíricas, por lo que sabía, que su esposo ya que él la convirtió. Un grupo reducido de vampiros compartían sus similitudes y su mayoría era familia de Max.
Así pasaba en diferentes partes del mundo, no todos los vampiros somos iguales… y no había mucha información sobre cómo era la conexión entre los vampiros y sus parejas, al parecer también había diferencia en ese sentido. Sin embargo, todos nos basamos en dos simples principios: beber sangre y encontrar la pareja indicada para soportar la eternidad.
— ¿Victoria? —Preguntó asombrada Lizzie,  sonrió al verme —ha pasado mucho tiempo.
Ella era increíble, una mujer de negocios que se había superado de la tierra al cielo en el tiempo que estuvo separada de Max, al parecer él era aún más idiota que en la actualidad.
— ¿Victoria?
Aquella era la voz que me interesaba. Alexander salió de la sala de reuniones, venía conversando con una mujer cuando por fin me vio. Se apresuró en llegar a mi lado.
— ¿Estas bien? ¿Sucedió algo?
 Me quede mirando a la mujer que había acompañado a Alex hasta este entonces. Era guapa y tenía sus mejillas sonrojadas. Alex tenía ese efecto en la mayoría de las mujeres, porque era encantador con las humanas, muy diferente era con las vampiras, incluida yo.
—Victoria, Alexander —dijo Max, mirándonos sorprendidos —pueden usar mi oficina para hablar, no hay problema.
—Y está insonorizada —susurro Lizzie, solo para nosotros escucháramos, con una sonrisa bastante sospechosa.
Con su mano en mi espalda, Alex me guió hasta la oficina sin cruzar palabra hasta que la puerta se cerró detrás de nosotros.
— ¿Qué ha sucedido? ¿Te han hecho daño? ¿Alguien te atacó?
No podía evitar sentirme alagada con aquella preocupación, pero no fue eso lo que salió de mis labios.
— ¿Quién era esa mujer que estaba a tu lado?

“Voy a conseguirte una cita con el soldador, para que arregle esos futuros cuernos”

“Voy a conseguirte una cita con el soldador, para que arregle esos futuros cuernos”

“Voy a conseguirte una cita con el soldador, para que arregle esos futuros cuernos”

Alexander frunció el ceño, extrañado.
— ¿Qué estás pensando? —Dijo confundido, al parecer ya no me estaba alejando porque podía saber lo que estaba pensando — ¿sucedió…algo? ¿Qué hay en esa carpeta?
—Sí y no —dije finalmente —Si sucedió algo, un nuevo ataque y ahora hay una foto.
—Bien ¿has venido para que la vea? Eso se puede enviar por correo electrónico, no necesitabas hacer este viaje.
—Y no —dije sin tomar en cuenta sus palabras, ya que no era una estúpida referente a la tecnología como para que dijera eso —no he venido por eso… técnicamente me han enviado. Me dieron tres días libres y ya he gastado uno en viajar hasta acá.
Al parecer Alexander entendió que no se trataba de una emergencia política lo que me trajo hasta su lado ya que sonrió y se dirigió hasta el sofá de cuero, donde se sentó.
—Muy bien, adelante ¿Qué tienes que decir? —dijo sonriendo, con bastante arrogancia… lo que no importaba en este momento, si él quería regocijarse de este segundo, se lo daría.
—Lo siento, he estado muy centrada en el trabajo, ya ni siquiera tenemos privacidad. Deberíamos irnos, a un departamento.
—Entonces estaríamos con los demás en un espacio más reducido y no podría robarte cuando yo quisiera —dijo sonriendo.
No se veía molesto, ni siquiera estaba usando ese tono de “yo tenía la razón y tú no”
— ¿No estás enojado?
—Claro que lo estoy, no puedo tener a mi esposa cuando quiero. Pero son tiempos difíciles para todos y entiendo que estés tan ocupada, aunque creo que deberé demostrar mi enojo de forma frecuente si así obtienes días libres.
—Has estado viajando mucho últimamente —dije un tanto tímida.
— ¿Crees que te estoy engañando? ¿Por eso has viajado hasta acá?
—No, pero todos dicen que… —lo mire de forma ansiosa.
— ¿Quién?
—Lina…
Alex comenzó a reír como si le hubiese dicho el mejor de los chistes. Lo mire enojada.
—Lo siento, pero si en el pasado me hubiesen informado que tú y Lina se volverían amigas, no le habría creído, en serio.
— ¡No soy amiga de Lina! —dije a la defensiva.
—Como sea ¿de verdad crees que podría hacerte eso, solo porque no me despedí con un beso ayer? A veces te comportas como una niña.
—No es mi culpa que me hayas convertido a esta edad —estaba comenzando a enojarme —además si crees que fue una tontería venir, bien, volveré hoy mismo y gastare mi último día en un spa, no me haría nada de mal los masajes de un atractivo humano.
—Alto ahí —dijo poniéndose de pie y acercándose —no estoy diciendo eso.
—Pensé que te iba a gustar esta sorpresa.
—Y me ha gustado, sobre todo al verte celosa de aquella humana, hace tiempo que eso no pasaba —lo mire, un tanto cohibida —has venido hasta acá, solo para decirme esto… aunque no te des cuenta, son por estos detalles que eres mucho mejor que yo.
—Alex… —deje la carpeta con las fotos a un lado, en este momento era lo que menos me importaba —ya no quiero hacer esto, extraño tener vacaciones y que mi preocupación más grande sea pensar donde lo haremos.
—Eso suena como un paraíso —dijo rodeando mi cintura con sus brazos —pero no puedes y no podrás hasta dentro de mucho tiempo, eres una buena Gobernadora, le agradas a la mayoría de todas las especies y mandar a los demás se ha vuelto parte de ti, por eso te eligen una y otra vez los miembros del Consejo. Esto solo es una mala época, tampoco me gusta porque te roba de mi lado, pero eres la única que lo puede solucionar.
—Ah ¿Por qué no puedes ser así de dulce siempre? —dije sonriendo, aunque solo pude cerrar mis ojos al sentir los labios de Alex en mi oreja.
—Porque después te acostumbrarías —susurro en mi oído —y no vendrías a buscarme.
—Mmm…
Tiré de su corbata para poder alcanzar sus labios, que de inmediato me recibieron de forma cálida. Me encantaba besarlo, jamás me podría cansar de hacerlo, era tan simple como si fuera adictivo, cada nuevo beso me volvía tan o más loca como el primero. Amaba la exigencia que había en ellos, la seguridad de ser igualmente correspondido… lograba hacer que siendo una vampira, me dejara sin aliento.
—Estás pálida Victoria ¿desde cuándo que no te alimentas?
—Unos días —dije mirando sus labios, tan tentadores.
—Adelante, bon appetit.
De pie, ante mí, se ofrecía para que lo mordiera.
No era un ofrecimiento que pudiera rechazar. Comencé a quitarle su corbata negra, dejando el espacio necesario para desabotonar su camisa blanca y dejar aquella zona, su cuello, libre de obstáculos.
— ¡Alex! —dije nerviosa cuando me elevó varios centímetros, los necesarios para poder rodear su cadera y quedar frente a su rostro. Al ser más baja que él, me costaba beber de su cuerpo cuando ambos estábamos de pie.
—Te advierto que si bebes de mí, debes atenerte a las consecuencias.
—Una buena Gobernadora, debe ser flexible con sus súbditos —dije ahora contra su cuello, acariciando suavemente su piel, con mi lengua.
—Vas a pagar por eso —dijo presionándome más fuerte contra su cuerpo.
—Mmm…
Antes de que dijera algo más, enterré mis colmillos en su cuello, sin ninguna suavidad. Tenía un poco de sed y beber de Alex era perfecto… y más cuando sus manos no se quedaban quietas. Solos fueron unos segundos los que bebí de él, no quería abusar.
Me separé unos centímetros de él y sus labios atraparon los míos, sin dejarme libre, solo acorralándome contra el escritorio que estaba detrás de mí. Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo cuando sentí las manos de Alex en el botón de mi pantalón. Ni siquiera lo desabrochó, solo tiro hacia abajo, llevándose todo con ello. Me hizo girar para darle su espalda.
—No, no… detente —dije sin mucha convicción ahora que sus labios estaban en mi cuello — no podemos aquí, es la oficina de Max.
—A nadie le importa —dijo llevando su mano hasta mis muslos para ir subiendo hasta su nuevo objetivo.
—Si, a mí sí, no sig… ¡Ah! —una corriente eléctrica me traspasó por completo al sentir como su mano recorría de forma tan hábil entre mis piernas. Mi cuerpo se flexiono de tal manera que quede apoyada con mis codos en el escritorio.
Cuando mire hacia atrás pude ver la sonrisa triunfal de Alex.
—Ahora te estas ofreciendo a mí, eres muy hipócrita, Gobernadora —dijo mientras desabotonaba su pantalón.
No podía decirle que no.
—Eres una pésima influencia —dije sonriendo.
Con Alexander teníamos muchas diferencias, pero todas ellas quedaban de lado cuando se trataba de sexo. Simplemente éramos el uno para el otro y ya llevábamos tanto tiempo juntos que era por completo un acto natural, nos conocíamos como nadie.
—Espera, espera ¡Alex!
Solo cerré mis ojos y apoyé mis manos en el escritorio, desordenando todo lo que había en él cuando Alex entró en mi cuerpo. Arrugué varios papeles.
—Mi turno —dijo para segundo después morderme.
Un gemido se escapó de mi boca mientras sentía sus dientes. No me estaba mordiendo para beber de mí, solo mordía con suavidad a la vez que su cadera se movía contra mí, llegando cada vez más profundo.
—Te extrañe ayer —dijo ahora, contra mi oído, sin dejar de moverse.
—Eres un pervertido…
—Y te encanta —dijo mordiendo el lóbulo de mi oreja.
No pude evitar sonreír mientras varios gemidos se escapaban de mi boca.
Estuvimos de esa forma por varios minutos, hasta que ambos alcanzamos aquel maravilloso nirvana. Nos arreglamos tan rápido como pudimos y nos alistamos para irnos a su hotel. Nos despedimos de Max y Lizzie para luego encerrarnos en la habitación que había pagado Alex.
No salimos de ahí hasta el otro día, cuando debíamos prepararnos para volver.
 — ¿De verdad no querías ir a otro lugar? —dije desnuda, sentada a horcajadas de él y moviendo mi cadera lentamente sobre la suya.
—No.
Alex rodeó mi cintura y luego me besó la mejilla justo cuando su erección entraba en mi cuerpo.
—No sigas viajando tanto, te extraño cuando no estás conmigo.
—Bueno —dijo para luego besar mi cuello.
— ¿Qué? —Apoye mis manos en sus hombros — ¿Cómo tan fácil? ¿Solo debía pedirlo?
—No hablemos de eso ahora —dijo mirándome de forma lujuriosa.
—Dime —me removí un poco sobre él, logrando que el cerrara sus ojos.
—Eres malvada, esto es tortura —volví a hacer el mismo movimiento —bien, realmente estaba ajustando los últimos detalles para retirarme por un par de meses, sé que estas ocupada, así que decidí ayudarte en lo que pueda.
Lo miré encantada, no podía creerlo. Esa era la razón para estuviera viajando tanto últimamente.
—Gracias al cielo que te elegí antes que a Cristóbal —dije sonriendo.
—Sigue sin ser una buena broma, Gobernadora.
Sin más logró que yo quedara recostada en la cama y él sobre mí.
— ¿Cómo es que te has vuelto en el esposo perfecto? —pregunté sonriendo.
— ¿Por qué seguimos hablando? —dijo besando mi cuello.
—Ya sé lo que puedes hacer, la casa esta tan descuidada últimamente, que podrías encargarte de limpiarla, todos los días —me mordí el labio para no reír.
Alex se detuvo por completo y luego me quedo mirando con el ceño fruncido.
— ¿Qué? —Pregunte —dijiste que me querías ayudar…
No lo pude soportar más y comencé a reír, imaginando a Alex con un delantal. Aunque si solo llevara un delantal puesto, seria el perfecto ama de casa.
—Estás muy graciosa ¿no? —se movió bruscamente contra mí, logrando que mi risa se fuera.
—Es que me haces feliz —dije acercándolo para poder besarlo —te amo —susurré contra sus labios.
—Yo también te amo, Vittoria.
No pude evitar sonreír, pero un horrible recuerdo vino a mí. Aun no le mostraba las fotos del vampiro/no vampiro donde aparecía Marco en una esquina, casi irreconocible mientras la imagen mostraba al ser horrible que bebía de un humano.

La vida sigue para estos personajes, pobres que se meten en problemas xD Espero que les haya gustado el Outtake ;) 

3 Lectores:

  1. Hola me encanto estuvo muy bueno me gusto mucho gracias por haberlo subido
    Pd: gracias dani por hacerme recordar a alex y a victoria :-)

    ResponderEliminar
  2. Ohhh me encantoo... Alex es el esposo perfecto...
    Maldita Elizabeth que onda esa mujer!! Y Marco!! me caia bien... malditos jajaja

    ResponderEliminar
  3. Ese Maximiliano y Lizzie me suenan conocidos... Cx
    En fin un hermoso outtake y definitivamente no nos puedes dejar así, más con está pequeña participación de estos nuevos personajes...
    Aún que no fuera algo que quieras seguir me ha encantado que los mencionaras.
    Saludos tqm

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

© Black Butterfly, AllRightsReserved.

Designed by ScreenWritersArena