viernes, 4 de marzo de 2016

Invitación Peligrosa - Capitulo 37


Engaños

Miré la hora en mi celular, eran las siete y media. De inmediato tomé mis llaves y me dirigí hacia el auto, pero al llegar a la entrada del edificio me encontré con Thomas que me quedo mirando como si estuviera viendo al peor de los monstruos. No me tomó nada saber el porqué.
—Así que has sido tú quien ha llevado a Elizabeth –él asintió — ¿y escuchaste mi autorización en algún momento? –Thomas no dijo nada, solo recordó como había visto llegar a Lizzie…lo que me dejó sin palabras.

En sus recuerdos ella tenía sus ojos rojos por las lágrimas, una expresión que me hizo ver que esto sería realmente difícil.
Pude ver que mis posibilidades de que ella volviera a hablarme o siquiera a mirarme se volvieron nulas. No esperé una respuesta por parte de Thomas, solo me dirigí hacia el auto y me concentre en manejar a toda velocidad hacia el departamento de ella, si estuviera un poco más oscuro me hubiera ido a mi propia velocidad, pero era peligroso.
La llegada comenzó a retrasarse, el tráfico estaba en su hora máxima así que cuando me fijé en la hora pude ver que solo me faltaban quince minutos para llegar a donde Lizzie, sería imposible. Comencé a tocar la bocina desagradablemente, pero no avancé hasta que tuve la posibilidad de virar hacia la derecha, no me servía pero dejaría estacionado ahí el auto, no me daría el lujo de llegar tarde a donde ella me había citado.
No me importó dejar mal estacionado el auto, solo salí y me fui a un callejón donde tuve que ser cuidadoso al momento de salir a toda velocidad de este sin que el ojo humano pudiera descubrirme. No me tomó más de cinco minutos llegar.
El sol se había escondido, dejando un llamativo atardecer con el cielo de color naranja y rojo, producto de la contaminación de esta ciudad. Miré hacia arriba, mis manos se movieron incomodas por no saber qué demonios esperar, pero no era momento de ser un maldito cobarde como lo había estado haciendo desde el comienzo que conocí a Lizzie, era hora de enfrentar lo que estaba sucediendo tanto por ella como para mí.
Avancé hasta pasar por al lado del conserje, el cual ni se inmutó al ver a un desconocido entrando como si fuera un dueño más. En un segundo subí las escaleras y miré la puerta del departamento de Lizzie. Volví a mover mis manos, nervioso por lo que podría esperar por parte de ella.
Cerré los ojos y me concentré en escuchar el latido de su corazón, ella estaba dándome la espalda, apoyada en la pared al lado de la puerta, su aroma inundó mi mente al extremo de nublar mi razón, como siempre lo hacía. Miré nuevamente mi reloj y solo faltaban tres segundos para las ocho de la noche, pero antes de dar un paso hacia la puerta, Lizzie abrió.
Me acerqué inseguro porque no podía leer su mente, en este momento iba a ciegas. Llevé mi mano a la puerta y la abrí completamente. Entré sin dudarlo.
Ella estaba a mi lado, inmóvil solo puse atención a sus sofás.
—Estás con la misma ropa de ayer –sonreí, nunca pensé que escuchar su voz me agradaría tanto, lo que no me gustaba ni un poco, esto del lazo con la Elska Evige me estaba haciendo la vida imposible.
—No tuve tiempo de vestirme –segundo después se escuchó el fuerte golpe de cuando ella cerró la puerta. Me iba a girar para verla, pero ella no me lo permitió.
—No te muevas, no quiero ver tu rostro aún –fruncí el ceño.
— ¿Entonces por qué me has llamado? –sabía que esta no era manera de comenzar las cosas, pero mi comportamiento era algo que no podía controlar.
—Ya veo —me moví para encararla y decirle todo, pero volvió a hablar — ¡no te muevas! –quede pensando unos segundos sin saber que decir, esto se me estaba escapando de las manos, justo como dijo Ezequiel.
— ¿Qué ves? ¿De qué hablas? –sentí como se apoyó en la puerta, cruzando sus brazos.
—Te hice una pregunta y nos has sido capaz de responder, sigues con la misma ropa, supongo que con esa tal Luciana lo has de haber pasado muy bien ¿no? –hice mis manos un puño, no me sentía cómodo si ella me estaba mirando desde atrás.
—Estás equivocada –sin embargo, si no me hubiera desvanecido no sé qué hubiera pasado, no me reconocí del todo en ese momento.
Ella rio amargamente. Sonido que para mi sorpresa, me entristeció.
—No te creo.
—Te estoy diciendo la verdad.
—Ah entonces me retracto, te creo porque como tú nunca me has mentido y jamás me has hecho sentir mal debo confiar en ti absolutamente –comencé a mover mis dedos contra los costados de mis piernas.
—Lizzie…es verdad, no he hecho nada con Luciana, es más, no tengo idea donde está.
—Pobre de ella, esta desamparada, sin su vampiro –comenzó a molestarme su actitud irónica.
—Ya basta —ella bufó.
—No estás siendo divertido en el día de hoy.
—Me voy a girar y veré que tramas –la amenacé.
—Bien, si lo haces será un adiós —tensé mi mordida al escuchar su amenaza.
Demonios, ella sabía jugar.
— ¿Qué pretendes teniéndome aquí?
—Hacer que te sientas mal. No tienes idea lo que provocaste ayer.
—Lo sé.
— ¡No! No lo sabes Max, no tienes idea de lo que provocaste –escuché como hacia rechinar sus dientes.
Quedé en silencio unos segundos hasta que me tuve que rendir un poco.
— ¿Sabes? Yo no duermo, jamás lo he hecho como vampiro.
— ¿Qué? –miré el sofá distrayéndome en otra cosa, como si ella no estuviera ahí.
—Nunca he dormido, siempre me he quedado contigo para observarte mientras duermes —ella suspiró cansada.
— ¿Por qué me dices eso ahora?
—Ayer en la tarde luego de que te fueras y me diera cuenta de que lo hiciste porque no sé qué demonios pasó –ella rio ante mis palabras. Usé todo mi autocontrol para no explotar y decirle que solo escuchara –yo… —esto era humillante, pero me lo merecía –caí inconsciente en un momento, pude sentir por lo que estabas pasando —ella rio suavemente.
—Es gracioso escucharte decir eso…es como si volvieras a darme pinceladas del Max que he estado buscando –fruncí el ceño y traté de mirarla sin entender de lo que hablaba –debo ser sincera Max, aquella vez que me besaste preocupado por mí quede pensando que se repetiría varias veces más, que podría lograr que se quedara ese Max en vez del que estoy viendo…pero no fue así, solo por eso he estado contigo todo este tiempo, al principio quería comenzar una venganza contra ti, romperte el corazón en mil pedazos, pero eso es imposible…tú no tienes corazón.
—Eso es cierto –ella no me respondió nada, por lo que aproveche el momento para saber dónde me encontraba en este juego –Has estado con tu padre.
—Así es.
—Supongo que ya sabes lo de Noah.
—Sí.
— ¿Entonces?
—No le creí a Luke, tu no harías algo así, sé que eres malvado, pero no tenías que mandar a matar a Noah, creo que fue alguien más…quizás estaba metido en problemas — ¿esto era cierto? ¿Ella de verdad no creyó en su padre por mí? Este debería ser el momento cuando yo le digo que la muerte de Noah no fue mi culpa…en parte, porque James fue quien lo asesinó, pero solo por ayudarme, ya que ese humano era un peligro en potencia, ayudó al padre de Lizzie a superar sus serios problemas mentales.
Él era bueno para ella y corría el riesgo de que se fuera con él. Este era el preciso momento donde lo arreglaba todo diciendo la verdad o me arriesgaba a mentir y salir de todas formas invicto o realmente jodido.
 — ¿Y bien? –preguntó.
—Creo que has hecho funcionar ese cerebro –ella no tendría por qué enterarse de lo que sucedió con Noah o por lo menos de lo que sucedió entre Noah y James.
—Muy bien —su tono de voz cambió –creo que es hora de que te gires –hice mis manos un puño y me giré para poder verla.
Mis manos se relajaron de inmediato, al mismo tiempo que las pupilas de mis ojos se dilataron y la ponzoña en mi cuerpo comenzó a arder de a poco. Lizzie dejaba caer su cabello sobre la camiseta que usaba de pijama, aquella de los Chicago Bulls. Seguí mirándola hacia abajo y pude ver que tenía unas… ¿ligas negras en sus muslos? ¿Qué estaba sucediendo aquí? Sabía muy bien, durante todos estos años, que cuando un hombre se comporta de mala forma o simplemente hace enojar a una mujer, ella no lo premia.
— ¿Qué estás haciendo? –pregunté sin siquiera proponérmelo.
— ¿Te gusta? –sonrió y ahí pude notar los detalles.
Sus ojos estaban tristes y aquel suave maquillaje que había utilizado estaba tratando de cubrir sus ojeras. Aun así lucia hermosa, pero estaba triste. Me acerqué como si estuviera verdaderamente hipnotizado, pero antes de poder estar más cerca de ella, Lizzie levantó su mano, dejándola en mi camiseta donde hizo su pequeña mano un puño.
—Responde ¿te gusta?
—Te ves increíble, mejor que nadie —no pude evitar decir eso, era verdad y además ella estaba muy dolida por lo de Luciana, cosa que estaba demás. Ellas no tenían comparación.
Lizzie sonrió triste.
—Creo que estoy en el deber de demostrarte quien es tu Elska Evige –fruncí el ceño ¿de verdad estaba sucediendo esto?...era lógicamente imposible.
Ella mordió delicadamente su labio después de suspirar.
—No tienes que demostrar nada — ¡demonios! No podía controlar mi maldita lengua cuando ella se comportaba de esta forma.
—Y tu tendrás que darme algo a cambio —fruncí el ceño –no pongas esa expresión, me lo debes.
— ¿Qué es lo que quieres? –la miré desconfiado, siendo que en mi posición debería aceptar todo lo que ella dijera.
Me acerque un poco más a ella para poder sentir su aroma, ella miró a un lado nerviosa, me gustaba el efecto que tenía en ella, era algo realmente agradable.
—Yo… —levantó la mirada para encontrarse con la mía –voy a estar arriba… —eso no me agrado, di un paso hacia atrás, pero ella no me dejo. Me tomó de la camiseta negra y me acerco a su cuerpo –y lo harás porque yo lo estoy pidiendo, harás algo que no has hecho con nadie y yo te retribuiré de la misma forma —la quede mirando sin decir nada, ella me miraba de tal forma que solo podía concentrarme en sus ojos azules.
 Sus pequeñas manos tomaron mi chaqueta, sacándola de a poco desde mis hombros.
—Estoy confundido –dije finalmente. Ella frunció el ceño –me miras de tal forma que creo que estas a punto de estrangularme, pero tus acciones son otras ¿de verdad esto solo se limitara a tener sexo? –ella sonrió.
—No sabes leer mi mirada porque no me conoces realmente. Nunca te has dado el tiempo.
—Eso no es cierto —mi chaqueta cayó al suelo y ella me miró.
— ¿Por qué no hablamos de eso mañana? –di un paso hacia atrás.
—No estás actuando normalmente, tu no dejas conversaciones para otro día –ella bufó, molesta. Siempre tenía esa expresión cuando se comenzaba a enojar.
—Fácil, solo dame esta noche para creer que no eres una de las peores personas que he conocido –evite decir algo que me dejara peor y me rendí.
—Está bien, lo que tu desees, estoy en deuda.
Ella sonrió, pero aquello no era verdadero, parecía como si quisiera llorar en cada segundo, lo que no me agrado. Odiaba cuando ella lloraba, sabía que había sido el causante de casi todas sus lágrimas en este último tiempo, pero simplemente no lo podía evitar, frases y acciones salían de mí, sin notar cuánto daño le podía hacer.
Elizabeth dio un paso hacia mí, pero como instinto me acerque más rápido, no quería que estuviera triste y sabía muy bien cómo lograr aquello.
Me apoderé de su cadera y la atraje a mí para después acercar mis labios a los suyos, ella presionó más su agarre en mis hombros cuando la besé. No entendía mucho aquello, siempre le gustaban mis besos, era una agradable forma de manejarla al principio, luego simplemente me gustó de igual forma que a ella estos besos.
Lizzie subió sus manos a mi cabello para atraerme más cuando me permitió invadir su boca con mi lengua, lo que provoco que avanzara un poco hasta hacerla chocar contra la pared, sacando un gemido de su parte, no pude evitar sonreír.
Me separé de ella porque olvidaba que Lizzie seguía siendo humano, por el momento, así que necesitaba aire para sus pulmones.
—Me gustan tus labios –eso lo había escuchado antes, lo que me agrado volver a oír.
Me acerqué de nuevo a ella y me deleité con su cuello, esta era una de mis partes favoritas de su cuerpo, además que cuando su espalda se arqueaba dejando expuesto su cuello me era el mayor placer poder beber de su sangre.
—Max —dijo en un suspiro. Sonreí al escuchar su voz y lo hice aún más cuando sus manos se fueron a mi camisa y la comenzaron a subir, mis terminaciones nerviosas volvían a revivir cuando ella  tocaba mi piel.
Llevé como instinto mis manos a ese exquisito trasero que ella tenía, era inevitable, me encantaba hacerlo, la acaricié con deseo obteniendo más gemidos por parte de ella, no lo soporté por mucho, la tome de sus muslos y ella de inmediato rodeo mi cadera con sus piernas. La llevé en un segundo a la cama. La recosté mientras seguía apoderándome con ansias de sus labios, pero ella me empujó un poco y sacó mi camisa con rapidez.
Su boca se fue a mi cuello cuando comencé a subir mis manos desde sus piernas hasta su abdomen, donde seguí mi recorrido hasta llegar a sus senos, saqué su camiseta que la hacía ver tan bien y me iba a dedicar a deleitarme con su suave piel, pero ella no me lo permitió.
Me volvió a empujar, pero esta vez más fuerte, así que me alejé y la miré confundido. Lizzie se acercó al final de su cama y quedo sentada, debía decir que de esta perspectiva no tenía ideas muy puras de lo que ella podía hacer conmigo.
—Soy una mujer de palabra.
— ¿Qué estás…? –no tuve que seguir preguntando cuando vi que sus manos se iban al cinturón de mi pantalón y lo comenzaban a desabrochar ¿es que ella iba a hacer lo que pensaba? –Lizzie… —ella me miró y mordió su labio inferior nerviosa.
Sentía que esto no estaba del todo bien, algo raro estaba ocurriendo, pero no pude articular palabra porque ella llevó su mano a mi miembro, el cual ya estaba bastante duro desde que la vi con esa camiseta que ahora estaba tirada en el suelo. Lizzie bajo mi bóxer y pasó su mano por mi trasero lo que me hizo mirarla sorprendido.
—Después de esto no te debo nada –dijo mientras comenzaba a mover su mano alrededor de mi miembro, provocando que cerrara los ojos y solo me concentrara en su mano. Demonios…sabia esto no podía ser tan bueno, pero nuevamente no seguí pensando en lo que sucedía realmente e hice mis manos un puño cuando sentí que su lengua pasaba por la punta de mi erección.
—Lizzie… —mi voz salió ronca, deseando que se llevara todo a su boca. Me tomó con seguridad desde la base y volvió a pasar su lengua pero por toda mi longitud.
— ¿Mmm? –la miré y me quede con los labios entreabiertos al ver la imagen.
 Lizzie con mi miembro a centímetros de su boca y mirándome con una expresión de cómo si no supiera si lo hacía bien, pero creo que mi rostro le dio seguridad ya que sonrió de una forma extraña y sin previo aviso llevo su boca hacia mi erección.
No me pudo tomar por completo, pero su mano se siguió moviendo al mismo ritmo que su boca, cada tanto sus dientes pasaban con cuidado por todo mi extensión. Tense mi mordida y no lo soporte más. Llevé mi mano derecha y la enredé en su cabello, para después comenzar a embestir su boca, escuche como si ella se quejara un poco pero ¡demonios! no me podía controlar cuando estaba con ella además hace tiempo que no me hacían sexo oral, la última vez fue Emily y sinceramente no tenía comparación.
Miré hacia abajo y seguí moviéndome contra ella disfrutando de la imagen de perder mi miembro en su boca, pero podría estar así por todo el tiempo que yo quisiera…y no quería terminar en su boca, quería hacerlo como se debía.  Ella me miro con la duda en su rostro, pero no deje que hablara. A velocidad vampírica me saque mis zapatos y mis pantalones por completo. Me fui sobre Lizzie haciendo que se recostara, lleve mi mano a sus bragas y me deshice de ellas de un solo movimiento.
— ¡Max! –dijo con un tono que me dejaba claro que no se había asustado sino más bien sorprendido –Espera, eso… —la mire y sonreí.
Ella iba a decir algo, pero no esperé. Besé su ombligo para después pasar mi lengua por su cadera, mordiendo aquel segmento donde se encontraba su hueso sobresaliente.
–Max… –ella me miró y atrevidamente me dio un invitación bastante peligrosa, flexionando su pierna y exponiéndose solo para mí.
La tome de su cadera y la atraje hacia mí, nuevamente siendo recompensado con uno de sus gemidos que iban directo a tensar más de lo que estaba mi miembro. Acerqué mi mano derecha a su espalda y me acerque más a su cuerpo para poder desabrochar su sujetador, ella me miro con una expresión afligida, lo que me agrado. Me deshice de su sujetador negro y lo dejé en el suelo.
 — ¡Max! –dijo más alto.
Sonreí y llevé mi mano a su entrepierna, podía sentir con claridad su excitación lo que aumentaba la mía, pero comencé a jugar con su clítoris moviendo mi dedo pulgar en círculos para después comenzar a besar su sexo, apoderándome de los gemidos y movimientos de Lizzie, haciéndola mía como debía ser.
—Más… —suspiraba mientras su cuerpo estaba ardiendo en llamas. La temperatura de su piel estaba más alta, su respiración estaba agitada al igual que los latidos de su corazón –Max… —se quejó cuando pase mi lengua por su clítoris.
Llevó como reflejo su mano a mi cabello y me acercó más a ella. Seguí haciéndola mía hasta que sus músculos se tensaron y obtuvo su orgasmo.
Me alejé de ella y observé como su pecho subía y bajaba tratando de calmar su respiración. Me miro y sonrió, esta vez fue de verdad, no había pena o algo parecido en sus ojos azules…claro que no iba a estar triste luego del orgasmo que le di.
Lizzie levantó su mano derecha y me hizo una seña para que me acercara, la miré enarcando una ceja para después tomar de su pie y tirar de este para que se acercara a mí, en ese momento me aproxime para besarla.
Me dedique a saborear su cuello antes de volver a sus labios donde ella dejo sus manos en mi rostro, ese era un movimiento que no recordaba y provoco que me tensara. Apoyé mi mano izquierda en su cadera acercándola a un ritmo constante a mí, provocando que gimiera entre besos al sentir mi miembro en su vientre y comenzar a buscar mi objetivo.
—Supongo que debo cumplir mi parte del trato ¿no? –dije recordando lo que ella me había dicho antes, sabía que mi actitud hoy debía cambiar…o por lo menos durante este tiempo, así podría tenerla de vuelta.
Lizzie asintió ante mi pregunta.
—Exacto —me giré y quede recostado en la cama, ella sobre mí.
No pude evitar mirarla un tanto nervioso, estaba rompiendo con todo el ideal o promesa que me hacía pasar cada día convenciéndome que nadie tendría poder sobre mí y parte de esa promesa era no dejar jamás que una mujer este arriba en una relación sexual, aunque suene estúpido.
Ella se acomodó y se sentó sobre mí, frunciendo el ceño y sin comenzar nada aun.
—No quiero así —Lizzie estaba actuando de una forma tan extraña, no estaba siendo distante y no tenía esa mirada de “estoy haciendo algo mal” lo que realmente hacia que quisiera hacerla mía con más ansias, para demostrarle que aunque ella sintiera que no hacia lo correcto no podía controlar su cuerpo ante mí. Me senté al ver que ella se sentaba a un lado.
— ¿Qué sucede? –ella sonrió, se apoyó de mis hombros y se volvió a sentar sobre mí, donde nuestros sexos se rozaron haciéndonos gemir a ambos. Esta posición no me la esperaba, no estaba relacionada con dominación o control, ambos estábamos al mismo nivel, mirando nuestros rostros.
Sonreí excitándome ante la idea, nunca había hecho esta posición y no era por falta de sexo, sino por mis “reglas”.
—Me gusta –dije asintiendo ante la idea de hacerlo de esta manera.
Ella me miro frunciendo el ceño con desconfianza, no la culpaba. Mi comportamiento no era el mejor de todos y era algo que no podía controlar y sinceramente no estaba muy convencido de querer cambiarlo, me gustaba tener el poder, era algo agradable, sin embargo ahora me sentía cómodo mirando los ojos azules de Lizzie.
—Ahí sí –ella levantó la vista, encontrándose con mi mirada. Su pecho chocó con el mío y volvió a sonreír.
—Lizzie —volvió a sonreír de verdad.
—Esto es emocionante, primera vez que hago esto –sin embargo su sonrisa fue siendo opacada por sus ojos, volvieron a estar triste.
—Lizzie… yo –ella negó de inmediato –tú me…
—No —tapó mi boca –no quiero hablar —sus labios se plantaron contra los míos exigiendo ser tomados en atención, así que le seguí la corriente.
Lleve mis manos a su cintura y Lizzie se apoyó en sus rodillas a mis costados, al levantarse a ese nivel sus senos quedaron a mi verdadera disposición. Tomé uno con mi boca, mordiendo suavemente el pezón para poder sentir como ella temblaba ante mis caricias, pero no duró por mucho tiempo ya que cuando rodeó mi miembro en su mano y lo dirigió hacia su entrada, me concentre en poder sentirla.
No me agradaba cuando pasaban tantos días y no podía sentir el cuerpo de Lizzie. Sabía que esto estaba relacionado con el lazo de Elska Evige y el vampiro, sabía que era solo por eso que sentía solo con ella como si mi cuerpo estuviera de verdad caliente, deseoso de tocar con ansias el cuerpo de ella.
Volví a la realidad cuando ella me rodeó por completo, dejándome entrar a su cuerpo. Ambos nos quedamos en silencio por unos segundos, hasta que ella se comenzó a moverse en círculos, ambos siseábamos ante el roce.
—Max –tomó mi cuello y mi cabello para empezar a besarme.
Sonreí y dejé mis manos en sus muslos para guiar sus movimientos. Sus besos eran de verdad intensos, ya que estaban mezclados con sus gemidos, lo que solo me hacía desear romper su cuerpo por embestirla tan fuerte, pero tenía que tener cuidado, ella era una simple humano, frágil. 
Lizzie ahora se movía de arriba hacia abajo, separándose casi por completo de mi para luego volver a bajar con fuerza, gimiendo cada vez más fuerte, lo que me encantaba, así que la ayude con mis manos en su cintura.
— ¡Max! –ella llevo su mano a su cabello y lo movió hacia un lado dejando expuesto su cuello –voy a… —sus movimientos fueron más fervientes, tomando por completo mis sentidos —a llegar…hazlo —no podía creer lo que ella estaba ofreciendo para mí, pero sin pensarlo mucho, comencé a moverla más rápido sobre mi miembro, para que se liberara de su excitación.
El grito de liberación de Lizzie me llevó a desear el mío, por lo que me acerqué a su cuello y deje salir mis colmillos, había extrañado su sangre, nunca podría tener suficiente. La mordí y me deje llevar por el olor de su sangre.
Pude sentir su sangre fluir a través de mis boca, sorbo por sorbo iba a saboreando al mismo tiempo que Lizzie ahora se movía lentamente sobre mi sexo.
—Max no vayas a… —la mordí más fuerte y la acerque a mi cuerpo. Ella se quejó suavemente, dejándome beber su sangre. Era el mejor sabor que podría tener en mi boca. Lizzie siguió moviendo su cuerpo mucho más despacio, pero yo necesitaba más, así que al dejar su cuello cuando obtuve la cantidad necesaria la recosté en la cama e hice que rodeara mi cadera con sus piernas  –Dios…. –seguí embistiéndola, ella tomaba fuerzas y me seguía el paso como siempre. Sus quejidos fueron más audibles que los anteriores.
—Lizzie —dije sonriendo –no tan fuerte… —ella miro hacia un lado, esquivando mis ojos.
— ¡Max! –dijo nuevamente en voz alta, bastante alta.
Tomé sus muslos y me aseguré de que ella se fuera primero. Lizzie me miro y sonrió.
—Tus colmillos —sonreí al notar su expresión.
Me llamo con la mano y nuevamente nos fundimos en un beso apasionado, donde nuestras lenguas se enredaban en busca de superar a la otra, pero su lengua paso suavemente por mis colmillos…lo que provoco que perdiera la razón, cuando ella hacia eso era como si su lengua hubiera pasado directo por mi miembro y no por mis colmillos.
— ¡Dios, Max! –Grito cuando comencé a embestirla con bastante fuerza para poder obtener mi liberación de una manera rápida –Ya… —tensé mi mordida y sentí como los músculos que me rodeaban comenzaron a presionar más y más hasta que ella se liberó al mismo momento que yo.
Ambos alcanzando el orgasmo al mismo tiempo, creo que esto estaba sucediendo por primera vez, no recordaba una anterior. Salí de su cuerpo y me recosté a su lado, ella estaba tratando de recuperar a respiración mientras yo iba sintiendo como desaparecía esa calidad sensación que dejaba un orgasmo.
—Así que no duermes —la miré serio ¿Por qué tocaba ese tema ahora? Arruinando todo el momento posterior al sexo.
—Sí.
— ¿Y por qué me mentiste otra vez? –levanté los hombros tratando de quitarle importancia
—La información…
—Da poder, sí, me lo has dicho —miré su cuello y tenía la marca de los dos colmillos. Lleve mi dedo pulgar a mi boca y lo moje con saliva. Lizzie me miro atenta todo el tiempo. Pasé mi dedo con ponzoña por sus heridas y estas solo esperaron un segundo para ser selladas.
—Gracias por dejarme beber de tu sangre –creo que un gracias ayudaría para que el ambiente estuviera menos tenso. Ella se sentó en la cama apoyando su rostro en sus rodillas. Me quede mirando su espalda, me gustaba, era pequeña y su piel era muy suave.
— ¿Qué hace ella aquí? –su voz cambio de tono, volviendo a estar triste. Supe de inmediato de quien hablaba, Luciana.
—No lo sé, ni me interesa –ella me miró frunciendo el ceño.
—Mientes, ella fue tu amor de humano –la quede mirando unos segundos.
No iba a decirle porque era que ya no me interesaba en nada hacía mucho tiempo y que solo hace dos meses que había vuelto a sentir esa curiosidad y anhelo por algo…o alguien.
—No miento, no tendría por qué hacerlo, si ella me interesara no estaría aquí ¿o sí?
—Supongo ¿Qué leíste en su mente? –quede pensando en eso, no había sido mucho porque me quede casi en blanco al verla.
—Algo sobre redimirse de sus pecados –ella rio espontáneamente, lo que llamó mi atención.
—Un vampiro tratando de redimirse de sus pecados…eso es gracioso.
— ¿Por qué? –ese comentario no me había agradado nada, sacó una Lizzie que no me simpatizo por completo.
—Porque ustedes no tienen alma, además del hecho de ver un vampiro arrepentido de sus actos es imposible.
—Podemos hacerlo –me apoyé en mis brazos –deberías tener cuidado al hablar de eso, es un tema tabú entre los de nuestra especie.
— ¿Por qué? ¿Por qué se pueden sentir heridos? –sí, así era.
—No, simplemente porque no se habla.
—Ese no es un argumento realmente válido –tomé la sabana de su cama y la cubrí un poco para después cubrirme.
—Creo que es hora de conversar…seriamente –ella frunció el ceño.
—No quiero –la miré confundido al verla acercarse y sin más unir sus labios a los míos. Una de sus manos se fue a mi mejilla y pasó su dedo pulgar ¿acariciándome?
Me alejé ante aquel movimiento. Ella rodó los ojos.
—No seas cobarde, vampiro –no pude evitar sonreír al escucharla, habían veces que ella me decía vampiro, donde me agradaba escuchar ese tono en su voz, nada comparado a cuando me gritaba vampiro, casi vomitando la palabra.
—No soy cobarde, solo que no estoy acostumbrado a ese estilo de cosas —ella me quedo mirando unos segundos sin decir nada.
Realmente no podía entenderla cuando no leía su mente y aún seguía bloqueándola porque no escuchaba nada.
—Como digas —se acercó de nuevo y me besó. Lizzie estaba atrevida y relajada…aun con su mirada triste pero esta era la primera vez que estaba así de tranquila. Tomé su cadera y la acerque a mí para nuevamente comenzar a subir la temperatura de su cuerpo.

Estuvimos toda la noche teniendo sexo, Lizzie no sintió sueño en ningún momento hasta que los rayos de sol entraron por la ventana, avisándonos de que ya estaba amaneciendo…por mi hubiera seguido sin ningún problema. Ahora ella dormía dándome la espalda, dejando está expuesta. Pasé mi dedo índice por su columna, siempre hacia lo mismo cuando me quedaba en la cama con ella, pocas veces Lizzie sentía el roce o si lo hacía simplemente se movía un poco y seguía durmiendo. Miré hacia la sala donde mi celular comenzó a vibrar, fruncí el ceño por provocar que dejara de tocar la piel de Lizzie.
Salí de la cama y fui a ver de qué se trataba, miré confundido el numero…no lo conocía.
—Con Maximiliano Blake –respondí. Al otro lado de la línea se tomaron unos segundos en responder.
—Hola —reconocí de inmediato esa voz. Miré hacia donde Lizzie que se removió en la cama.
— ¿Qué sucede, Luciana?
—Solo quería saber dónde estabas, he venido a tu departamento para hablar contigo y no te encontré.
— ¿Quién te dio mi numero?
—Tara –llevé mis dedos a las sienes para controlar mi molestia.
Miré hacia un lado y vi que Lizzie me miraba sentada de la cama, tapándose con la sabana.
— ¿Quién es? –exigió saber. No le iba a mentir, desde ahora manejaría las situaciones con ella solo diciendo la verdad.
—Es Luciana —alejé el celular y lo cubrí con mi mano.
— ¿Qué desea? –me tomó unos segundos responder.
—Quiere verme –ella asintió muy concentrada.
—Deberías ir a ver lo que quiere, podrías obtener respuestas –enarqué una ceja.
— ¿Estás hablando en serio o es una broma?
—Sí, hablo en serio ¿Por qué estaría bromeando? –esta situación por lo que sabía no debía ser normal. Que ella deseara que me fuera a ver con otra mujer, era raro –esta es la oportunidad que deberías tomar para saber qué hace ella aquí, tienes que…
—Lo haré —ciertamente tenía razón, pero su insistencia me causó extrañeza –tu irás conmigo –ella negó.
—No quiero volver a ver ese rostro en toda mi vida –asentí comprendiendo, para mí era el mismo deseo que tenía con Noah, pero mi diferencia es que James se había comportado como un buen amigo y lo eliminó antes de que lo hiciera yo –además seguiré durmiendo… —se recostó de nuevo y se cubrió, mirando hacia el suelo con una expresión que no supe entender.
— ¿Sigues ahí? –dije volviendo a hablarle al teléfono.
—Sí, escuche todo —me quede pensativo, no me agradaba ser cortante con Luciana y creo que recién había caído en que ella estaba de vuelta.
—Muy bien, nos vemos en dos horas en mi departamento.
—Bueno –su voz triste hizo que frunciera el ceño preocupándome. Dejé el celular en la mesa y no me fui de inmediato, me fui a recostar nuevamente.
Ella se giró a verme y no me dijo nada, simplemente sus ojos se fueron cerrando quedándose dormida, pero sonrió.
—Antes de que me duerma y te vayas, quiero que hagas algo.
—Siempre deseas algo –ella abrió los ojos y me miró.
—Quiero que me beses y luego me muerdas para que recuerdes quien es tu Elska Evige –no pude evitar sorprenderme ante sus palabras porque la Lizzie que yo conocía no diría algo así…jamás, pero no me molestaba su petición.
—Haré ese sacrificio –sonreí, pero ella se quedó mirando atenta a mis movimientos.
Me acerqué y llegué hasta sus labios, los rocé solo un poco para después atraparlos de forma lenta, mi lengua paso por su labio inferior y luego se unió a la suya, ambas moviéndose de una forma que incitaba a profundizar aún más aquel beso. Sus ojos estaban cerrados, entregándose por completo, si seguía así quizás muy pronto podría comenzar con el proceso de conversión para que ella fuera uno de los nuestros…Elizabeth lo seria aunque no lo deseara, en eso no había discusión.
Como instinto llevé mi mano a su mejilla y por primera vez cerré los ojos cuando la besaba, pero al sentir su piel, en mi mano una lágrima de ella mojó mis dedos. Me separé para saber que ocurría, si había algo que no soportaba era verla llorar, aunque haya sido yo el culpable, jamás me sentía bien cuando veía llorar a Lizzie o a cualquier otra mujer, simplemente por el hecho que no tenía la menor idea que hacer cuando esto ocurría.
—No pasará nada cuando vaya a ver a Luciana –dije sin entender sus lágrimas. Ella asintió y movió su cabello, exponiendo su cuello.
Me acerqué a este y respiré su aroma lo que hizo que mis colmillos crecieran para poder beber de su sangre y así lo hicieron, me deleité con su sangre por unos segundos para luego sanar las heridas.
Ella me miro cansada y sonrió de forma extraña para luego pasar su mano por mi rostro y girarse.
—Buenos días… —se acomodó para dormir y en unos minutos lo hizo.

Me quede un tiempo más con ella y de mala gana me fui a mi departamento para poder darme una ducha antes de reunirme con Luciana. Llamé a Thomas para que fuera por mi auto que había dejado abandonado y me fui en un taxi a mi departamento, era la hora de jugar al interrogatorio.

Me miré al espejo y arreglé el cuello de mi camisa negra, estaba más formal de lo que este momento lo requería pero no quería que ella me viera como un viejo amigo la distancia era lo más beneficioso para la situación. Quería terminar con esto pronto, miré la hora y eran más de las nueve de la mañana cuando las puertas del ascensor se abrieron. Asentí a mi reflejo, sabía que podría manejar esto, no caería como la vez anterior, no lo haría porque no iba a arruinar más las cosas con Elizabeth.
Fui hasta la sala y la vi, ella me miraba sonriendo dulcemente con su vestido blanco, que se amarraba en el cuello, se veía hermosa.
—Buenos días –mi tono frio borró su sonrisa.
—Buenos días –la invité con una seña para que pasara a la sala a sentarse, ella lo hizo jugando con sus manos, nerviosa –supongo que todo se ha arreglado con tu Elska Evige ¿no? –se sentó y me miro esperanzada por encontrar una respuesta positiva.
Su mente solo pensaba en el momento que estaba viviendo en el presente, analizando cada detalle en objetos o expresiones faciales de mi parte, no me sorprendía, ella siempre había sido así.
—Eso espero –me senté al frente de ella.
—Luces como si fueras a un funeral –sonreí –el negro siempre te ha quedado bien, me es raro verte vestido de esta forma Daven —me tense ante el nombre que utilizó.
—Prefiero que me digas Max, ese nombre es del pasado…cuando ambos éramos muy diferente a los que somos hoy –ella frunció el ceño, confundida.
—Yo soy la misma de siempre, a pesar de su muerte –Su muerte se refería al fallecimiento de su Elska Evige.
— ¿Cómo ha muerto? –ella miró hacia un lado, viendo los cuadros que habían en algunos puntos de la pared.
—Fue hace más de veinte años, él solo se involucró con las personas equivocadas.
— ¿Cómo fue? –ella me miró dolida, aun sufría por la muerte de él, pero pensándolo bien ¿sería capaz de dejar de hacerlo? ese pensamiento me llevó a Elizabeth, así que lo eliminé de inmediato porque no me iba a preocupar por cosas que no habían sucedido, ella estaba tranquilamente en su departamento durmiendo.
Ese si era un pensamiento que me agradaba, me instaban a querer volver pronto a ella.
—No quiero hablar de eso —no fue necesario porque me lo mostro en su mente, lo habían descuartizado.
—Lo siento –ella asintió triste — ¿y qué haces aquí luego de tantos años? ¿Cómo has sobrevivido ante su pérdida? –hice mis puños ante mis preguntas, estaba dejándome expuesto ante mi curiosidad de su retorno.
—Pasó mucho tiempo antes de que bebiera de un humano de nuevo — ¿de nuevo? ¿De qué se alimentaba entonces? Sabía que Elska Evige era el mejor “banquete” que podrías recibir en tu existencia, que luego no sentirías la sangre de los humanos de la misma forma, sin embargo, era nuestro alimento…podíamos alimentarnos de nuestra “pareja” pero sin dejar a los humanos.
—Alto, por lo que tengo entendido debes seguir alimentándote de humanos aunque se vuelvan asquerosos y solo tu pareja sea capaz de saciar tu hambre.
—Sí, pero no puedes beber siempre de ella o él ¿no? –asentí, estamos casi obligados a tener que beber de vez en cuando de otro ser vivo.
—Bien, son mucho mejores los animales cuando estas con tu Elska Evige…son las emociones las que cambian el sabor de la sangre ¿no? –Asentí, eso todo vampiro lo sabía –ahí está, no te interesa otra emoción que no sea la de tu Elska Evige –eso era algo nuevo, no lo sabía.
—Ya veo, entonces, has optado por animales porque sus emociones son nulas al momento de la caza —ella negó.
—No ahora, estuve un tiempo con animales porque no quería sentirme sucia por estar bebiendo de humanos sin que estuviera él esperando por mí, por eso tome la opción de animales –enarqué una ceja.
— ¿Y qué paso?
—Estos años he estado tratando de redimir mis pecados, por eso he vuelto, alrededor de un año me alimenté de sangre humana, ya no sabe asquerosa —miró sus rodillas. Claro que no sabía asquerosa si ya no tenía a su Elska Evige, la pregunta era ¿Cómo sobrevivió a perderlo?
— ¿Cómo sobreviviste, Luciana?
—No lo hice, ya no soy la de antes realmente, él se llevó todo —sin duda era algo depresivo ver a Luciana, me dio lastima, sentimiento que había vuelto hace un mes y medio.
—Aquello que has dicho, sobre redimir tus pecados… —ella asintió.
—Por eso estoy aquí, por ti, sé cuánto daño te he hecho, vengo a ayudarte…tan simple como eso –fruncí el ceño.
—Si vienes a eso quiero saber lo que sucedió la primera noche que te vi –volvió a asentir.
—Bueno….eso lo provoqué yo, lo siento, solo que hacía siglos que no te veía.
— ¿Tienes un don?
—Sí, lo descubrí al poco tiempo de alejarme de ti –me removí un tanto incómodo en mi asiento.
—Ya veo.
— ¿Y tú?... ¿cómo has conocido a tu Elska Evige?
—Se llama Elizabeth –de nuevo esa sensación que me dio hace dos días estaba volviendo a mi ¿es que iba algo mal con ella?
— ¿Y dónde la conociste?
—En un Pub…fue casualidad –sin previo aviso un deseo por salir de este lugar invadió mi mente ¿Qué sucedía?
—No puedo creer que hayas encontrado a una segunda Elska Evige…eso es casi un milagro ¿se parece a la anterior? –negué, no se parecía absolutamente en nada, excepto sus ojos azules, pero Elizabeth era fuerte e independiente, no había como detenerla.
—No, no se parecen —las ansias aumentaron de nivel, deseando que el tiempo avanzara más rápido –si me disculpas, vuelvo en un minuto.
Desaparecí para poder alcanzar mi celular. Marqué al número de Elizabeth, pero ella no contestaba…quizás era muy temprano, en realidad lo era, pero esa sensación extraña estaba atrapando mi cuerpo de nuevo. Volví a llamar, pero no contestaba, ella no tenía el sueño así de pesado, era imposible que no escuchara el sonido de su celular.
—Demonios… —hice de nuevo mis manos en un puño y decidí que mejor la conversación con Luciana llegaba hasta aquí.
Volví a la sala y me sorprendí al ver a James mirándome sonriente.
—Lo siento, no sabía que estabas acompañado, he venido para ver como salió todo con tú ya sabes quién –enarqué una ceja.
—Querrás decir Elizabeth.
—Sí, Lizzie –fruncí el ceño. Nunca me había gustado que él tuviera esa cercanía con ella, a Lizzie le agradaba James –pero me encontré con Luciana…aquí –él estaba detrás de ella, así que me miró abriendo sus ojos más de la cuenta y preguntándose qué demonios hacia aquí con ella en vez de estar con Elizabeth.
—Si…a esto, Luciana deberás irte. Ha sucedido algo, podremos habla otro día ¿sí?
—Pero… –ella se puso de pie.
—He dicho que otro día –tensé mi mandíbula para controlarme.
—Max —se quejó ella, pero James la tomó del brazo y le indicó por donde tenía que irse. Busque mis llaves para poder salir de aquí rápido y ver que estaba pasando.
— ¿Qué sucede ahora? –pregunto James desde el ascensor.
—Nada que te importe, debo salir de aquí –él frunció el ceño, pero no se movió.
—No vengas con secretos Max, dime que sucede –lo miré por unos segundos.
—Algo anda mal…con Lizzie.
— ¿Te sientes raro de nuevo? –Asentí –Dios, maldito lazo, no tenía idea que sucediera esto.
—Déjame entrar al ascensor –él asintió.
—Claro, pero iré contigo, no te vayas a desmayar de un segundo a otro como hace dos días… —no quería que fuera conmigo, pero la idea de chocar el auto y a otras personas no era agradable.
—Bien.

Bajamos al ascensor y entramos al auto tras la mirada sospechosa de Thomas, preguntándose qué había pasado con “Lizzie” ¿es que todos tenían derecho a llamarla como si fuera su íntima amiga? Demonios.
—Entonces… ¿Qué pasó ayer? –James estaba manejando en dirección al departamento de Elizabeth.
—No le volveré a mentir, me ahorraré problemas.
—Creo que te has dado cuenta de eso tarde ¿y ella te perdonó? –Me miró confundido –hiciste cosas horrenda con ella, es tu Elska Evige, te lo repetí un millón de veces y no me hiciste caso –bufé cansado ¿ahora que le pasaba? — ¿y qué más?
—Me pregunto si estaba involucrado con la muerte de Noah, dijo que no le había creído a su padre.
— ¿Y le explicaste que no fuiste tú? –Negué — ¿no le dijiste que había sido yo quien lo hizo para salvarte el trasero y evitar que ella te odie más por matarlo con tus propias manos? –Negué — ¡Demonios Max! ¿Es qué tienes mierda en tu cabeza?
— ¡No ha sucedido nada! Hasta me dejó beber de su sangre –él me miró aún más confundido y aceleró.
—Estas metido en problemas mi amigo ¿Cómo crees que alguien luego de haber sufrido por tanto tiempo te perdonaría? ¿Por qué ella le creería a un vampiro que la secuestró y no a su padre? –negué.
—Estás equivocado, ella me lo dijo.
— ¡Ella es una experta mintiendo, Max! y es un verdadero talento contigo ya que puedes leer la mente, además de que Lizzie debió aprender a mentir para engañarte.
— ¿Qué estas tratando de decir? –él rodó los ojos.
—Que algo muy malo está sucediendo ahora para que te sientas mal de un momento a otro por ella y que Lizzie te haya dejado  beber de su sangre es la prueba ¿Cómo crees, Max? ¡Eres casi una momia y tu conocimiento en mujeres es nula! Ella no te dejaría hacer eso y menos tocarla siendo que la has desilusionado un millón de veces.
—Ella es mía –dije mirando hacia al frente –por eso es que vuelve a mí –James rio a carcajadas, lo que provocó mis ansias por sacarle su cabeza.
—Ella nunca ha sido tuya, ese es el problema, la has alejado en cada movimiento que has hecho.
—Bueno, anoche no me ha demostró que no quería ser mía —dije arrogante al recordar la noche anterior.
—Como tú digas –James presionó el acelerador, mi ansiedad por verla había aumentado…quizás algo iba mal.

El auto frenó al frente del edificio de Elizabeth. Miré a James preocupado y salí del auto con la rapidez que me caracterizaba, hice lo mismo al entrar al edificio; el conserje era suficientemente mayor para no darse cuenta. Subí las escaleras con los pasos de James detrás de mí y llegué a la puerta correcta.
La quede mirando sin decir nada, estaba concentrado en escuchar el latido del corazón de Lizzie, pero no se sentía ningún ruido aparte del reloj que estaba en la pared de su sala. Me aventé sobre la puerta y abrí esta sin ser cuidadoso, tirándola en el proceso. Miré a mi alrededor y estaba todo normal, todos sus muebles estaban donde lo había visto por última vez.
— ¿Dónde estará? –preguntó James desde la puerta.
Tomé mi celular y marqué su número. Ambos con James miramos hacia la mesa de su cocina. Observé a James preocupado, él se acercó a la mesa donde estaba el celular de Elizabeth, sobre un papel. Tomó la nota, no evito leerla.
Él frunció el ceño y me miró para luego estirar su mano y ofrecérmela. Avancé hasta él y la tomé.

“Nunca podría perdonarte lo que me hiciste y menos lo que le hiciste a Noah, asqueroso psicópata”

Levanté la vista sintiendo como toda la ira iba subiendo hasta mi cabeza. James retrocedió unos pasos y me miró preocupado, pensando en que me desvanecería en cualquier segundo.
Sin previo aviso, no sé cómo por mi cerebro paso la idea de lanzar el sofá de la sala hasta llegar a chocar contra la nevera. Lo hice.
— ¡¿Dónde está?! –grité.
— ¡Max! –gritó James tratando de controlarme. Lo quedé mirando furioso.
—Debe estar con ese infeliz, su padre… —avancé hacia la puerta pero James se interpuso sin dejarme salir.
—No lo hagas.
—Sal de ahí a menos que desees tu cabeza separada de tu cuerpo.
— ¡Esto lo hago por ti, Max! –Di un paso para destrozarlo porque no me dejaba ir por Elizabeth a la mansión de ese bastardo — ¡Max, despierta! Mira lo que has hecho –me empujó, provocando que diera varios pasos hacia atrás –si le haces daño a su padre olvídate de tener otra oportunidad…
— ¡Déjame ir, hijo de puta!
— ¡Max basta! Esto es el fruto de tus acciones —tensé mi mordida al desear descuartizarlo por pedazo.
— ¡Tu mataste a Noah! ¡No fui yo!
—Eso no fue todo y lo sabes, además de que si no lo hubiese hecho yo…tú te hubieras encargado de él ¿no? –lo empujé hasta hacerlo caer en la pared del pasillo del edificio. Avancé con rapidez hasta la escalera — ¡Haz algo bueno por ella, maldito! –Estaba en la mitad de la escalera y miré hacia atrás –déjala ir y quizás tengas una oportunidad con Lizzie –avancé en un segundo hasta donde se encontraba y con mi brazo presioné su cuello, causándole dolor.
—Se llama Elizabeth…y no tienes derecho a llamarla la otra forma.
— ¡Piensa Max! –lo miré, frunciendo el ceño. Me comenzó a doler todo el cuerpo –ya es tarde… —aquellas palabras hicieron que me separara de James –de seguro han pasado horas desde que se fue al aeropuerto…si es que tomó un avión y no un jet o algo parecido, la has perdido, no tienes su celular ni su dirección y su padre jamás te dirá lo que ocurrió con ella. No puedes arriesgarte a matar a su padre solo por estar enojado.
—La puedo encontrar –dije susurrando, pensando en todo lo que él había dicho.
—Déjala ir… —negué retrocediendo hasta llegar al nivel de la puerta de Lizzie. Sabía lo que me decía James, lo entendía, pero solo de pensarlo era como si estuviera pasando por los tres días de conversión otra vez –has hecho bastante, no más…es tu Elska Evige –ella no era mía, nunca lo había sido.
—Vete —dije entendiendo todo lo que estaba ocurriendo.
—No me iré, te puedes quedar inconsciente de nuevo –no sé de qué forma lo habré mirado, pero solo frunció el ceño y desapareció, dejándome solo.

Miré hacia atrás sintiendo todo aquella sensación de que vas cayendo por un precipicio, sensación a la que no debía temer porque era inmortal, pero que en este momento, me estaba aterrorizando. No podía dejar que mis ojos se detuvieran en un solo lugar, miraba cada detalle que no vi antes, algo que me indicara que ella se iría, pero no había nada, simplemente no lo vi venir…o no estaba viendo y escuchando realmente.
“Quiero que me beses y luego me muerdas para que recuerdes quien es tu Elska Evige”

Si hubiera escuchado u observado de verdad, si no me hubiera negado a lo que de verdad ocurría, ella no estaría Dios sabe en qué lugar. Esas palabras eran mi aviso, Lizzie jamás había deseado demostrarme que ella era mi Elska Evige, ya que siempre decía que yo no sabía el significado de aquello.
Tenía que conseguir, obtener la confianza de Lizzie para poder darme el lujo de decir que era mía…sabía esto desde que la vi por primera vez, pero simplemente el hecho de que ella ejerciera ese poder en mi, me asqueaba, sin embargo, ahora solo deseaba que las cosas hubieran concurrido de esa forma.
Miré hacia la cama que estaba desecha. Caminé hasta esta y cogí la almohada para después tomar de un costado la cama y lanzarla hacia la pared con un grito de rabia al ver que todo lo de anoche no había sido cierto, por eso ella quería hablar todo hoy, por eso lucía tan desinhibida y sin esa mirada de culpa.
— ¡Aaaaaaarrrrg! –grité sentándome en el piso, apoyado en la pared. La cama estaba destrozada a mi lado. Tomé la blanca almohada que tenía en mis manos y la lleve a mi nariz. Aun su aroma estaba fresco –Demonios… —dije pensando en todo lo que había hecho.
Desde la primera vez que la tomé sin su consentimiento, cuando la estampé contra ese pilar la noche de la fiesta, cuando bebí de su sangre salvajemente cientos de veces, la forma  tratarla cada día.
—Patético –dije al ver como la almohada se manchaba con una gota de sangre. Como un estúpido llevé mi mano a los ojos y sequé toda lágrima que pudo pensar en salir.
Quería a Lizzie, mi Lizzie de vuelta y no podía…ella se había ido, tanto había sido el daño que le provoqué que ni siquiera aquel lazo entre vampiro y Elska Evige tuvo mayor resultado.
Estaba perdido y no sabía que iba hacer ahora.

¿Qué había hecho?

Aaaah pense que nunca llegaríamos a esta parte wiiii :D Queda solo el epilogo que lo subo de inmediato :D

1 Lectores:

  1. ME ENCANTAAAAA!!!! Por fin se arrepiente de haberla tratado así, solo que esta vez, no puede hacer nada para volver con ella.... ahora si siente el vacío que le deja el no haberla tratado bien desde el principio, el haber besado a Luciana... espero que le duela y que tenga que rogar para encontrarla nuevamente!!!!
    Besos gigantes!!!!
    XOXO

    ResponderEliminar

Con la tecnología de Blogger.

© Black Butterfly, AllRightsReserved.

Designed by ScreenWritersArena