miércoles, 7 de octubre de 2015

Invitación Peligrosa - Capitulo 12


“Cambios”


Con Ezequiel íbamos caminando por un pasillo que tenía varias pinturas en la pared.
—Te ves hermosa Lizzie —dijo él, regalándome una sonrisa. Me sonrojé rápidamente al escucharlo. Esto era raro, él era mi jefe.
—Gracias —dije tímidamente.
Seguimos caminando un par de pasos hasta que él volvió a hablar.
—Max se ha portado mal contigo, él no debió hacer lo que ha hecho la noche pasada –fruncí de inmediato mi ceño al recordar lo que sucedió.
—Dígale eso a él, parecía que era la única que pensaba que era malvado —tensé mi mordida al darme cuenta de lo que había dicho.
—Ya se lo diré… ahora –dijo abriendo una puerta, donde me invitó a pasar, sin tomar en cuenta las palabras que dije.

Entré completamente desconfiada, como dije antes, Ezequiel era muy amable, pero nunca me subiría a un ascensor con él.
Entró detrás de mí y noté que estábamos en una gran biblioteca. Él se acercó a una mesa que había, tomó una carpeta y un lápiz.
—Necesito que hagas algo por nosotros –lo miré confundida. Abrió la carpeta y habían varios papeles en ella –como te darás cuenta –dijo apoyándose en el escritorio de madera –no somos humanos.
—Claramente me di cuenta de eso –él sonrió.
Creo que James tenía razón, con mi boca no llegaría muy lejos…viva.
—Necesito que firmes este contrato de confidencialidad Lizzie, por nuestra seguridad –asentí rápidamente acercándome a los papeles. Tomé la pluma y comencé a firmar sin ningún problema.
Él era mi jefe y nunca me había tratado mal, no lo metería en problemas jamás, aunque fuera un vampiro.
—Dudo que este contrato haga más que las amenazas que me da Max –dije mientras firmaba.
—Él no es como representa ser —rodeé los ojos, todo el mundo me lo estaba diciendo.
—No aceptaré eso, creo que están acostumbrados a comportarse como desean –firmé el último papel y lo quedé mirando.
—No, no es así, Max no confía en las personas con facilidad.
—Aunque lo hiciera conmigo, aun así ha hecho bastante daño Sr. Ezequiel —me estaba enojando. Odiaba que no viera que él era el malo y que yo era la víctima aquí.
—Sé que no se ha comportado como debe contigo, te sacó de tu departamento y ha hecho otras cosas indebidas.
—Aun así las sigue haciendo –lo miré seria. Él me sonrió, lo que me molestó, todos estos vampiros veían mi situación como una broma.
—No te molestes, es solo que…bueno, me agrada que actúes así, eres fuerte, a Max le costará controlarte.
—No tiene que hacerlo, yo no soy un animal al que debe domesticar Sr. Ezequiel —él volvió a sonreír.
—Tú eres de él, debes comprender eso para que vuelvas a tener tu vida –fruncí más el ceño.
—Es que ese es el problema, yo tengo mi vida, la controlo como deseo, no tengo por qué ser de él, además es un cretino, disculpe, es su hijo, pero lo que está haciendo es imperdonable, no puedo comprender como usted permite esto, yo lo tenía como un hombre intachable —esta vez él sonrió, pero fue más como una mueca, ahí me di cuenta a quien tenía al frente –disculpe señor, no debería estar hablándole así.
—Lizzie, soy tu jefe, pero tú estás con mi hijo, ya hay una relación más cercana entre nosotros.
— ¿Él de verdad es su…hijo?
—No biológicamente, lo convertí hace ya muchos años.
— ¡¿Cuantos?! –dije levantando la voz, sin poder evitarlo ¡Dios santo! Me estaba acostando con una momia.
—Lizzie —dijo ahora riendo ¿él podía leer mi mente? Esperaba que no.
—Usted ¿sabe lo que pienso? –él negó.
—Eres muy fácil de leer y esa facultad solo la tiene Max, no tengo la menor idea del por qué, pero sin duda  se le da más fácil contigo, te puede manejar a su gusto ¿no? –abrí más mis ojos por lo que dijo.
—Algo así —dije como que no quería la cosa.
—Eso es porque estas hecha para él.
—No es cierto, si fuera así, sería algo mutuo y le digo ahora mismo que ese vampiro que está en la sala, no está hecho para mí y si fuera así, me han estafado.
—Por ahora, tú puedes cambiarlo para que sea alguien mejor –me giré molesta, esto era demasiado.
—Quiero que le quede algo claro –dije ahora volteándome a verlo –no espere nada de mi hacia Max, lo único que puedo sentir hacia su hijo es desprecio y él me ha dejado en claro que no le importa lo que yo piense —él rodó los ojos.
—A Max le tomarás bastante trabajo.
—No soy un proyecto de dominación —él negó moviendo su cabeza suavemente de un lado a otro.
—Bueno, cuanto antes veas que eso no es así mejor, es otro concepto el que traemos nosotros, claro…Max tampoco lo comprende muy bien, son el uno para el otro –eso me hizo enfurecer.
— ¡No vuelva a decir eso! me ofende.
—Muy bien, no te alteres, mira que esta reunión es por ti, no la arruinemos –respiré profundamente para tratar de calmarme un poco –bueno, antes de volver Lizzie, te tengo que informar que me iré de viaje…de vacaciones con Teresa, por dos meses –lo miré asustada.
— ¿Maximiliano quedará al mando? –asintió.
—Por eso es que ha venido, es la primera vez que salgo de vacaciones y en la que el personal ve a Max, cuento contigo para que no tengan problemas con él.
—Eso es una tarea difícil, todos creían que venían a supervisarnos –él asintió.
No había tenido tiempo de hablar con Sophia y Jennifer sobre esto, pero sin duda fue un alivio que no fuera un supervisor ya que solo causaba estrés entre todos.
—Max ha vivido por muchos años aquí en Chicago, pero siempre estuvo viajando para manejar todo en Europa, le agrada bastante ese continente —no lo dudo, es hermoso –entonces ya le dije que era hora que apareciera en Blake Ltda. Nunca lo ha deseado, pero espero que tú lo ayudes en todo lo que necesite.
— ¿Tendría otra opción? –sabiendo que Max me obligaría a lo que fuera si no lo ayudaba.
—No —dijo sonriendo –pero espero que lo ayudes de verdad, eres una excelente asistente Lizzie, tú misma debes saberlo si has sido mi secretaria.
—Un poco –Sophia me había ayudado a entrar a Blake Ltda. Y por milagro de alguien había quedado como secretaria del jefe de todo un imperio, aunque ahora no lo veía tanto como una coincidencia.
—Bueno, quiero que te quede algo claro Lizzie –asentí nerviosa, porque su expresión era de seriedad completa –debes ser astuta, en este juego del “uno para el otro” no es tan así como Max te lo ha mostrado, no es él quien tiene el poder, aunque Teresa te podría explicar esto mucho mejor. Dudo que a Max le agrade –de inmediato al decir eso, alguien tocó a la puerta. El Sr. Ezequiel rodo los ojos –Adelante –dijo suavemente.
Entró Max mirando a su padre de una manera que me asustó.
—Si me disculpan, adentro están preguntando por ustedes –dijo mirándome serio.
—Ya vamos, solo estábamos arreglando todo con Lizzie y diciéndole que serás su nuevo jefe por unos meses —me dio escalofríos al ver la sonrisa de Max.
—Eso es cierto, me tendrás que tratar de Sr. Maximiliano, Sr. Max o Sr. Blake.
—Soy lo bastante profesional para diferenciar y omitir en el trabajo lo malvado que eres –maldito bastardo.
Max entrecerró los ojos al escucharme. Esto de que leyera mi mente en parte era bueno, podía insultarlo.
—Muy bien, ustedes dos –dijo Ezequiel –mejor vamos antes que se maten aquí mismo –comenzó a caminar hacia la puerta, lo seguí pero al salir, Max apoyó su mano al frente de mi sin dejarme salir.
Me quedó mirando unos segundos hasta que su padre despareció en el pasillo.
—No creas todo lo que te ha dicho Ezequiel, él es quien sigue las antiguas tradiciones…yo no –dijo finalmente para dejar caer su brazo y darme libertad para salir.
—No lo dudo, no cabe en mi cabeza que seas una persona digna de confiar, eres tan malo como el mismísimo demonio, así que no te preocupes de lo que yo pueda pensar –él sonrió.
—No lo hago –dijo para salir de la biblioteca.
Esperé a que avanzara para ir hacia donde estaban todos. Me tomé todo el tiempo para no llegar, no quería estar en este lugar, quería estar en mi sofá viendo una película tranquilamente, en mi departamento, el que me costó tanto tener.

Pasó más de medianoche y ya había terminado todo, realmente pensé que había sido de esa forma porque todos tenían que ir a buscar algo de sangre, pero aun así, estaba feliz de que todo esto terminara.
Uno, porque ya no estaría rodeada de vampiros y dos, porque estaba cansada de escuchar a Teresa pedirme disculpas por no tener nada para comer, nada para un humano por lo menos.
Mi estómago no estuvo callado en toda la velada y yo moría de hambre, no había comido nada por culpa de que Max acabara conmigo anoche.
Iba junto a él, en el auto, ambos en un rotundo silencio. Max giró por otro lugar y  paró al frente de una estación de comida rápida. Lo miré ilusionada cuando salió del auto diciéndome “Ni se te ocurra hacer algo” con su voz arrogante y mandona. Volvió a los minutos después con unas papas fritas, una hamburguesa y una bebida. Lo miré sorprendida.
—Toma –dijo pasándome la bandeja. No le dije gracias, porque esta era su culpa.
Me fui comiendo las papas con cuidado para no manchar el auto; mi estómago me fue agradeciendo cada caloría que entraba a mi cuerpo. Me daba lo mismo que fuera comida basura, era alimento y yo estaba muerta de hambre.
Llegamos al edificio y Max, me ayudó llevando mi bebida, así no la desparramaba. Fui con mi bandeja de comida rápida hacia el ascensor. Tragué nerviosa al ver la caja de metal, pero Max de un empujón me hizo subir.
Como idiota, porque lo era, me fui bastante cerca de él, muy cerca, al nivel de poder tocarlo. Él no dijo nada, lo que debo decir, agradecí.
Esto era humillante.
Llegamos al departamento y me dejó la bebida al frente de mis ojos, la tomé y me la llevé a la habitación, donde me cambié a  pijama y me recosté en la cama a comer todo lo que me faltaba, quedé verdaderamente satisfecha.
 Me alisté para dormir, siendo que no tenía nada de sueño y luego llevé los restos a la cocina, donde dejé todo en el bote de basura. Miré a los lados, todo estaba en silencio, por lo que supuse que Max había salido, así que aproveche el tiempo para distraerme, fui hasta la sala y encendí la televisión.
Me acomodé en el sofá, recostada y comencé a cambiar canal por canal, hasta que finalmente me quedé en el de caricaturas. Me entretuve bastante hasta que mis ojos se cerraron inesperadamente, creo que después de todo, si estaba cansada.

Me removí con un dolor de espalda, segundo después escuché unos tacones acercarse a mí.
— ¿Srta. Lizzie? –me senté, abriendo mis ojos. Saqué el cobertor que tenía encima y miré a Tara.
— ¿Qué haces aquí un día domingo Tara? –ella levantó los hombros.
—El Sr. Max me ordenó venir por si necesitaba algo –noté que había un puesto para desayunar.
— ¿Qué hora es?
—Más de las diez, Srta. Lizzie.
—Tara —dije tomando mi cabeza, me dolía, ya que este sofá era un poco duro –deja de llamarme así, por favor, solo dime Lizzie, mira que por lo visto me tocará estar un largo tiempo en este lugar y no me gusta escuchar que me llames de esa forma.
—No puedo de otra manera –rodeé los ojos.
— ¿Vas a tomar desayuno? –ella negó.
—Eso es para usted, lo acabo de terminar —la miré frunciendo el ceño.
—Bien, yo tengo que soportar que me llames señorita y que me hagas desayuno, lo mínimo que puedes hacer es comer conmigo –ella sonrió.
—No creo que exista algún problema en eso –dijo ahora yendo a los muebles y sacando lo que necesitaba. Me acerqué a la mesa color negro y me ubiqué en el puesto que había mientras Tara se sentaba a mi lado. Miré hacia las ventanas gigantes que había en esta sala y llovía de una forma increíble — ¿Qué le sucede? –la miré triste.
—Quiero estar en mi departamento, ahí se escuchaba la lluvia —ella sonrió triste.
—Pero ya pasará, se viene la primavera, así que no extrañará la lluvia porque no habrá –la miré seria. Dejé mis pies sobre la silla y tomé mi tazón con café.
—Eso es un humor cruel –ella asintió. Nos quedamos en silencio unos segundos más, hasta que decidí que iba a aprovechar el tiempo sin Max –Tara ¿Quién era ese chico de ayer? ¿Tu cita? –ella asintió.
—Estamos juntos, ambos estamos preparándonos, yo con el Sr. Max y él con Patrick Knight, mi tío si se puede decir de alguna manera, es el encargado de la revista financiera de los Blake.
—Y esa foto que sacó el viernes ¿para qué era?
—En esa revista se expone a las…a chicas como usted, así queda claro que nadie podrá tomar de su sangre, además de Max Blake.
—Dios, eso es horrible –ella me miró con los ojos bien abiertos.
— ¿Qué nadie más pueda beber de su sangre? –reí.
—Claro que no, es horrible que nos expongan como ganado marcado –pensé de inmediato que mañana compraría una de esas revistas, para ver de que trataba todo esto.
—Así es como son las cosas señorita —rodeé los ojos a como me llamó –la orden es del Sr. Max, no puedo llamarla de otra forma.
—Bueno, entonces trataré de arreglar eso –dije pensando en pedirle que dejara a Tara llamarme como desee. Él me debía bastantes cosas — ¿Qué es de Thomas, Tara?
—Supongo que descansando en su casa.
—No, me refiero ¿Qué pasa con él? ¿También sabe todo esto? –ella asintió.
—Pero él solo es un civil que sabe más de la cuenta, si llega a abrir la boca, no estaría vivo más de unas horas —la miré espantada –pero no se preocupe, Thomas es muy fiel y el Sr. Max confía en él, solo que ahora estaba estorbando un poco, no dudo que volverá a verlo pronto, él es muy agradable.
—Sí y muy fiel con Max.
—Como un perrito ¿no? –sonreí.
—No lo dudaría, su respuesta a todo es “la paga es buena”
—Sí, le pagan muy bien a Thomas  –ella sonrió, fruncí el ceño.
— ¿Es qué a ti no? –ella negó.
—Ya le dije que no recibo paga por esto –la quedé mirando con la boca abierta. Recordaba que me lo había dicho, pero realmente no había tomado atención a sus palabras.
— ¿No recibes nada de dinero y estás un día domingo desayunando conmigo en vez de estar en tu casa comiendo con tu cita? –dije sorprendida. Ella no pudo evitar reír.
—Sí, bueno, ambos lo comprendemos, todo esto tendrá su final.
—Tara ¿Para qué te están entrenando? –ella hizo una mueca.
—No es que no desee decirle, pero es confidencial.
—Ya veo, bueno, confidencial o no, tú dijiste que si necesitaba algo te lo dijera ¿no? –Ella asintió muy segura –bueno, necesito que te vayas de aquí ahora mismo y descanses.
—No podría…
—Es lo que necesito, así que Tara…
—Srta. Lizzie.
—Te puedes retirar Tara –ambas nos quedamos mirando sorprendidas al escuchar su voz.
Max estaba apoyado en la pared, justo donde comenzaba la cocina. Miré hacia la ventana al notar que solo llevaba un pantalón de algodón azul, su pijama, dejando su torso desnudo.
—Sr. Max, buenos días –dijo Tara asintiendo levemente. La miré en shock, esta niña era una esclava del vampiro.
—Buenos días Tara, Lizzie –dijo mirándonos a cada una. Nuevamente llamó mi atención al llamarme por mi nombre.
—Ahora que estas aquí, los dos –dije poniéndome de pie –Max, le podrías decir a Tara que me diga Lizzie, estoy cansada de que me trate de señorita.
— ¿Es que no lo eres? –entrecerré los ojos mirándolo enojada –no tengo tiempo para esto, Tara, tienes permitido decirle a Green como ella desee ¿sí? –Dijo cansando y acercándose a nosotras para tomar una carpeta y ponerse a revisar todo al frente de la ventada –Tara, he dicho que te puedes ir –ella me miró sonriendo.
—Nos vemos Srta. Eliz… —le negué con el dedo para que se detuviera –nos vemos, Lizzie.
—Que estés bien Tara, gracias por el cobertor en el sofá –ella frunció el ceño y solo sonrió confundida para después irse.
Tomé mi taza de café y decidí ir a terminarlo a otro lado.
—Termina tu café aquí –negué. No quería estar a su lado –te lo terminarás aquí porque este es el lugar donde se come, no tu habitación como lo hiciste ayer. Tampoco el lugar para dormir es el sofá —todo aquello me lo dijo mirando aun los papeles que tenía esa carpeta.
Cansada me senté donde estaba, en mi ubicación anterior, apoyando mis pies en el asiento.
— ¿Qué les diré a mis amigas mañana? Creo que me deberías decir la gran sorpresa porque hablé con Sophia y…
—Estoy leyendo, espera –frunció el ceño y siguió en lo que estaba. Suspiré y seguí tomando mi café, comí unas galletas y de vez en cuando miraba a Max, que estaba muy concentrado leyendo –Ezequiel sí que te ha atrapado con este contrato, deberías tener cuidado con lo que firmas.
— ¿De qué hablas? –él se giró hacia mí y se sentó en el otro extremo de la mesa, al frente mío.
—Ni siquiera tienes la opción de llamar a un policía si sucede algo —dijo mirándome mientras marcaba una sonrisa.
—No importa –dije resignada –dudo que ese contrato tuviera beneficios para mí.
—Pues los tiene –dijo dando vuelta la hoja –cuando te sientas amenazada, de verdad por mí parte, puedes llamar al número que está aquí –dijo tomando la hoja y mostrándomela.
—Dámela –dije estirando la mano, pero él dejó la carpeta en la mesa e hizo pedazos la hoja. Lo miré con mi corazón latiendo a mil por hora –Pero… —estaba cansada de esto, Max hacía mi vida imposible.
—No te lo daré, estarías llamando a Teresa cada cinco segundos y siempre te trataré mal si llegas a hacer lo contrario a lo que deseo –cerré los ojos y conté hasta diez.
—Bien, tú ganas –dije absolutamente rendida, estaba más que cansada con soportar a Max.
—Lo sé, gané desde que te vi en ese pub…a todo esto ¿sabes que no puedes salir con tus amigas de noche?
— ¿Qué? –Dije enojada —No puedes evitar que salga con ellas…ya has hecho bastante robándote mi vida.
—No estoy diciendo que no salgas con ellas, solo que no irás sola, es peligroso, además me di cuenta que no resistes mucho con unos tragos, no quiero que vayas a casa con cualquier hombre que te invite, te dije que eras solo mía –me quedó mirando como si lo que me estuviera diciendo fuera lo más normal.
—Yo no soy ese estilo de chica Max, esas son las rameras con las que te metes todas las noches cuando sales de pub en pub ¿no? –dije sonriendo arrogantemente porque yo tenía la razón.
Me quedó mirando, con sus ojos entrecerrados y segundos después me removí en mi silla al sentir como una ráfaga de calor pasaba por mi cuerpo, como si fuera un látigo.
—Basta… —dije adivinando que era él — ¡¿Qué demonios haces?! –dije mirándolo enojada al sentir ese placer artificial que él provocaba, me volví a remover en la silla. Él sonrió malvadamente.
—Oh eso…si, debes tener cuidado, lo puedo hacer en el lugar que desee, además que es solo el comienzo –lo miré asustada –eres tan aburrida, Green —dijo negando.
—Ya veo como obtienes tus víctimas en la noche –dije enfrentándolo.
—No, eso solo lo puedo hacer en ti –fruncí el ceño, confundida –verás…lo que sucede es que ¿de verdad crees que te lo diré? –dijo apoyándose más en la silla.
— ¡Es lo mínimo que puedes hacer! No seas un perro Max, ya bastante es soportarte como un demonio.
—No vuelvas a llamarme perro ¿escuchaste? –segundos después lo tenía tomando mi rostro y haciendo que lo mirara — ¿escuchaste? –Lo miré asustada y asentí –muy bien —se alejó de mí y quedó mirando hacia los ventanales.
—Dime.
—No, no te lo diré, mejor te lo demuestro —cerré los ojos con fuerza al sentir como una mano tomaba mi pecho. Me puse de pie enseguida al ver que Max estaba a una distancia que me aseguraba que no era él ¿o sí?
— ¿Qué fue eso? –dije asustada mirando a mis lados.
—Yo –Max se giró y negó al verme asustada –de verdad eres fácil de intimidar…como también eres fácil para excitarte, te puedo controlar de esa manera, aunque no es necesaria, pero bastante útil en ciertos momento, como cuando dudabas de mi identidad, cambiaba tu percepción de mí, así  nunca pudiste darte cuenta a tiempo — ¡Dios! Este vampiro iba a hacer que mi cabeza explotara de rabia.
—Deja de ser un hijo de puta Max… ¡dime lo que sucede! Quiero explicaciones y ahora, tengo cientos de dudas y me las responderás porque por algún motivo es tu obligación ¡así que lárgalo de una vez! –dije dando pasos hacia él, enfrentándolo.
Max me quedó mirando unos segundos hasta que esquivó mi mirada.
—Bien, veremos que duda puedo responder…no confío en ti y un contrato tampoco me ayuda a hacerlo –bufé molesta.
—Estamos igual, pero en mi caso, jamás llegaré a confiar en ti, que te quede claro que eres lo peor que me ha pasado en la vida.
—Sin duda alguna, el sentimiento es mutuo…ahora siéntate —hice lo que dijo en el momento que su mirada se dirigió a mí de una forma furiosa.
Por fin iba a tener respuestas.

Gracias por los comentarios jejeje

3 Lectores:

  1. Bueno bueno...rei como loca con eso de la momia¡¡gracias por el capitulo Dani.

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  2. Ohhh interesante... aunque hay demasiadas cosas que son de mucho interés para Lizzie que, obviamente Max no le va a decir... debió dejarle el número de Teresa... espero que pronto se puedan adecuar el uno al otro, aunque conociéndolos, sé que no lo harán ;)
    Besos gigantes!!!
    XOXO

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  3. No creo wue Max vsya a.contestar sus dudas
    Gracias por el capitulo

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