Disclaimer: Ninguno de estos personajes me pertenece, sino a que son de Sthepenie Meyer.
Si no soy yo
Mi frecuencia cardiaca
estaba disminuyendo mientras escuchaba los gritos de mis compañeros. Sentía
como presionaban la herida que habían provocado la bala que me alcanzó. Sin
embargo mis pensamientos no estaban centrados en mí, sino que en mi esposa, en
la mujer que estaba en casa preocupada por sucedía. No pude evitar recordar las
últimas palabras que le había dicho antes de despedirme.
“Los
riesgos de estar involucrado en una guerra son altos, pero no por eso saldré
herido, volveré, no tienes de que preocuparte”
Isabella Swan era mi esposa
por más de tres años, nos habíamos casado cuando cumplimos 18 años. Me había
alistado a los 19 años y ya llevaba dos dentro del ejército de los Estados
Unidos.
“No
lo hagas Edward, no me casé contigo para que pasemos tiempo separados, debes
dejar esto…saldrás herido y si tu mueres, yo lo haré contigo”
Generalmente durante nuestra
relación ella siempre tenía la razón cuando yo tomaba una decisión equivocada,
pero los deseos que tenia por convertirme en un soldado fueron lo suficiente
para convencer a Isabella, mi Bella. Ella accedió antes de que finalmente fuera
aceptado e ingresado así que nos separamos por un tiempo, pero ambos estábamos
enamorados el uno del otro como para que la distancia no fuera un problema en
nuestra relación.
“Quédate
conmigo –dijo suavemente en mi oído”
aquella vez estaba recostada a mi lado, ella yacía desnuda sobre la cama, ¿Por
qué no la había escuchado?
—¡Vamos, Cullen! ¡No se te
ocurra abandonarnos! –puse atención en el rostro que se interpuso entre el cielo
color azul y pude ver como Emmett me gritaba, entre todo el polvo que se estaba
levantando a nuestro alrededor. Nadie dijo que Irak iba a ser tan seco —¡Edward,
responde hermano!
La relación que había creado
con Emmett había sido desde que los dos nos enlistamos en el ejército, desde
ahí que él se había convertido en mi mejor amigo y prácticamente mi hermano. Esa
misma cercanía hizo que conociera a una de las mejores amigas de Bella, Rosalie
Hale.
—¡Hijo de puta! No te vayas
a quedar dormido ¡Rosalie me matará si dejo que el esposo de su amiga se muera!
–trate de sonreír, pero todo mi pecho dolía demasiado. Infeliz, hasta en los
peores momentos bromeaba.
—¡A un lado Emmett! –mi
cuerpo estaba colapsando, lo sabía, pero al escuchar la voz de Jasper sentí la esperanza para sobrevivir. Jasper Hale, el
hermano mayor de Rosalie y quien que nos pasaba por un par de años era el médico
de nuestra sección. El hombre parecía hacer magia para lograr que nadie muriera
en sus manos –Oh, demonios… ¿en qué momento le dieron tantos tiros?
¿Había dicho tiros? Yo había
sentido una bala en mi pecho, nada más.
“—¿Qué
harás si te dan un tiro, Edward? No quiero que nada te haga daño y tú me haces
esto, te quiero de vuelta, debes prometérmelo.
—Lo
prometo…”
Prometer cosas de este
estilo no era nada bueno siendo que tu vida corre peligro cada segundo. Mi
cuerpo comenzó a sufrir los efectos de la pérdida de sangre por lo que mi vista
se nubló, cayendo en la inconsciencia mientras Jasper trataba de salvarme.
“—Necesito
hablar con ella –no podía dejar de verla desde que la conocí, era la alumna
nueva del instituto de Forks, ya todos habían dejado de hablar de ella, pero yo
no podía dejar de pensar en su rostro. Esa mirada tímida, junto con ese sonrojo
tan especial que aparecía cuando alguien le hablaba desprevenidamente. Era
simplemente hermosa.
—No
sé que tanto le ves, tienes una fila de chicas esperando para que les des un
poco de atención y te fijas en la chica nueva, que además no tiene ninguna
gracia.
—Cállate
Black –le di un empujón en el hombro por ser capaz de decir que Isabella Swan
era simple, ella podía ser todo menos una chica simple, era misteriosa y
realmente hermosa, de una forma que no se ve todos los días, ella era especial
e iba a ser mía.
—Deja
de mirarla como si fueras un psicópata, cuando te descubra le darás miedo –fruncí
el ceño molesto.
—¿Y
tú que sabes de ella?
—Es
mi compañera de asiento en química –la envidia comenzó a recorrer mi cuerpo al
saber que él tenía algún contacto con Bella.
—¿Y
porque no me habías dicho nada?
—Porque
no pensé que fuera importante.
—¡¿No
pensaste que fuera importante, Jacob?! Pero si de esa forma puedes comenzar a
hablarle de mi, algo como para tener de base al momento de acercarme a ella.
—Edward,
llevas siete meses hablando de Isabella y no te le has acercado ¿crees que si
digo hará la diferencia?
—No
lo sé, pero supuestamente eres mi amigo y deberías ayudarme en estas cosas.
—¡Es
que no entiendo! No tienes porque interesarte en ella, teniendo a tantas
chicas, además ¿desde cuándo eres tímido?
—Ella
es compleja, no es como si fuera una de las porristas que te le acercas y sonríes
para que su ropa interior este en el suelo, te digo que Isabella es especial.
—Nunca
has hablando con ella ¿Cómo lo sabes? –dejé de mirar a Isabella y puse mi
atención en el idiota de amigo que tenia.
—¿De
qué se trata esto, Jacob?
—Solo
te estoy haciendo una pregunta… quiero ver si eres capaz de responder.
—Ella
es especial porque no provoca en mí solo el hecho de tener sexo con ella como
el resto de las chicas con la que he estado…
—Que
la lista no es nada pequeña.
—Eso
da lo mismo, quiero conocerla mejor… ella tiene algo que llama mi atención –volví
a mirarla y sonrió cuando le dijo algo esa amiga que tenia, una tal Rosalie.
—Le
gustan los libros, lee en su tiempo libre… —sonreí al ver que se sonrojaba. Me había
descubierto mirándola y sus mejillas se sonrojaron sin poder impedirlo.
—Gracias,
amigo –esa información era lo que me bastaba para acercarme a Isabella Swan”
Abrí los ojos unos segundos,
observando como ahora nos encontrábamos en otra zona y como se podía ver el
movimiento de las astas del helicóptero.
—Vas a estar bien, amigo… ya
lo veras –mire a un lado y Emmett sonreía mientras que Jasper presionaba con
gasas mis heridas. Ya no llevaba mi uniforme, estaba destrozado en la parte
superior.
Me subieron al helicóptero y
mis dos amigos quedaron abajo cuando un nuevo doctor me recibió. Era rubio y tenía
sus ojos claros, sonreí al recordar a mi padre ya que se parecía.
“Estaba
sonriendo como un verdadero estúpido mientras miraba televisión con mi hermana
Alice, que era dos años menor que yo, tenia 14.
—¿Y
esa sonrisa, Edward? –mire a Carlisle, mi padre, quien me miraba curioso ante
la nueva actitud de estos días.
—Nada,
solo consiguiendo lo que quiero.
—¿Alguna
chica en especial? –se sentó en el otro sofá, mirando la película que
observábamos con Alice.
—Isabella
Swan –dijo ella sin despegar la mirada del televisor –la hija del jefe Swan.
—¿La
hija de Charlie? –fue ahí cuando mi padre dejo de mirar la televisión y fijo su
mirada en la mía. Odiaba a Alice.
—Sí.
—Edward
no tienes permitido andar jugando con esa chica, es la hija del jefe de
policía, son una buena familia y no te quiero metido ahí.
—¡Yo
soy de una buena familia también!
—Sí,
pero eres un sinvergüenza –aportó Alice –aun recuerdo cuando Jessica Stanley
vino a hacer un show al llevar meses llamándote, que chica más patética.
—No
quiero que te involucres con Isabella Swan.
—Eso
–dije poniéndome de pie –es muy tarde para evitarlo, además ella tiene algo
especial.
Me
puse de pie y los dejé solos para ir a cocina a buscar algo. Llene un vaso con
leche de chocolate, pensando en mi hermosa Isabella Swan, sonriendo al recordar
cuando se sonrojo al momento que le hable sobre los libros que llevaba en sus
brazos. Sonrojándose completamente, era tan frágil que ni siquiera le pude
hablar mucho para no incomodarle, esa chica me estaba atrapando completamente y
ni siquiera lo estaba intentando”
—¡Cullen! ¡Cullen! –me
llevaban a través del hospital de campaña que había, todo el mundo parecía
correr en este lugar. Haciendo todo lo posible por salvar mi vida, pero yo
simplemente estaba concentrado en recordar mi historia junto a mi hermosa
Isabella, si iba a morir, seria recordándola.
“Salí
de casa en mi Volvo plateado que mi padre me había regalado hace unos meses
para mi cumpleaños. Iba en dirección a la casa de Bella, la había convencido
para que aceptara una cita conmigo, le había costado, pero finalmente aceptó.
Al
llegar a su calle pude ver como de su casa salía Jacob, quien se subió a su
motocicleta y desapareció, llevaba su mochila del instituto puesta. ¿Por qué no
me dijo que iría a la casa de Bella?
Dejé
ese tema en segundo plano cuando no paso ni un segundo de detener el auto
cuando ella apareció en la puerta. Me tomé unos segundos reaccionar ya que se
veía muy guapa. Usualmente ella no aparecía con ropa muy ajustada, pero en este
momento llevaba unos jeans que le llegaban unos centímetros sobre su tobillo,
dejando aquella piel expuesta. Converse negras, las típicas que usaba siempre
durante la semana. En la parte superior llevaba una camiseta verde petróleo que
se ajustaba a su cuerpo, además de usar un cinturón delgado sobre esta, al
nivel de la cadera. Su cabello esta vez lo llevaba suelto y con unas ondas que
no había visto, se veía hermosa.
Desperté
de mi ensoñación cuando comenzó a caminar hacia el auto. Salí de este y me
apresuré para ir a saludarla. Ella se sonrojo al verme y miro hacia un lado.
—Te
ves muy guapa –dije sin siquiera saludarla primero, pero era digno de un
cumplido.
—¿Esto?
–Era imposible que estuviera más sonrojada y si llegaba suceder tendría que
llevarla al hospital –Rosalie me ha dicho que debía arreglarme más, ella ha
creado todo esto –levanto la mirada y sonreí cuando sus ojos se posaron sobre los
míos. Era agradable cuando ella me miraba.
—Entonces
he de darle un presente cuando la vea, te ves hermosa… —miro hacia un lado con
su ceño fruncido —¡No es que usualmente no te veas así! solo que…es un cambio
favorable, aunque antes no… —lleve mi mano a mi cabeza ¿Qué demonios me sucedía?
¡Yo no arruinaba citas! –Lo siento.
—Está
bien… —dijo con un tono de voz bajo. Decidido a mejorar durante la cita, abrí
la puerta del auto para que pudiera entrar, lo hizo sin ningún problema. Al
cerrar la puerta aproveche para tomar el suficiente aire y dejar de estar tan
nervioso.
Cuando
ya llevábamos unos minutos de viaje, ninguno había dicho palabra alguna,
prácticamente estaba sudando frio por los nervios que no se iban, pero me
concentré para formular una palabra.
—¿Y
qué hacia Jacob contigo? ¿Alguna tarea de química?
—Sí,
teníamos que hacer un trabajo sobre la creación de diferentes formulas
moleculares, ha sido entretenido.
—Ya
veo…a mi me tocó hacerlo con una compañera, ninguno de los dos ha sido bueno
pintando, han quedado horrible –ella sonrió al escucharme –espero que las
estructuras estén bien.
—Si
quieres te ayudo a pintarlas aun queda una semana para la entrega.
—Eso
sería de gran ayuda, gracias Bella… —ella frunció el ceño al escucharme.
—¿Cómo
sabes ese apodo? –el turno de sonrojarse fue mío.
—Lo
escuche en uno de los pasillos del instituto…
—Ya
veo, yo igual escuche el tuyo –fruncí el ceño, yo no tenía apodo –Eddy ¿no?
–ese fue un golpe en mi estomago –lo escuche de tu hermana menor cuando
caminaba por el pasillo del instituto.
—No
me llames así, mi hermana lo hace para hacer mi vida imposible –ella sonrió,
sin sonrojarse esta vez.
—Muy
bien, Eddy –por lo visto esta cita estaba tomando mejor color”
Aquella vez la llevé a ver
cenar, no quería que viéramos una película porque deseaba aprovechar este
tiempo para conversar con ella, esperar que me diera mas información de su vida
y de esa forma descubrir que había con ella y porque llamaba tanto mi atención.
No fue difícil descubrirlo.
Isabella era una persona
inteligente y hermosa, alguien que se preocupa por sus amigos tanto como por su
familia. Un chica madura que milagrosamente no tenía novio y que no había
tenido en el pasado. No me importaba que los hombres fueran tan ciegos, de esa
forma simplemente ella estaba hecha solo para mí.
De ese entonces ninguno de
los dos se separó, se creó una conexión que nadie pudo romper y eso que hubo
varios intentos por alejarla de mí, pero después de todo ella no tomo en cuenta
los comentarios que llegaban a ella ya que nunca le hice daño mientras
estuvimos juntos.
Aun recuerdo cuando fue
nuestro primer beso, lo había planeado porque la chica no era para nada fácil y
a pesar de que al comienzo era bastante tímida, cada día iba logrando que
confiara más en mí, de esa forma sus sonrisas y bromas iban en aumento,
dejándome deslumbrado por la Isabella que conocía cada día.
“—¿Qué
hacemos aquí? Edward ¡es hermoso! –sonreí al ver que le había agradado el prado
que había descubierto cuando era pequeño.
—Que
bien que te ha gustado, aquí vengo de vez en cuando, en momentos donde no sé qué
hacer…leo un libro o simplemente pienso en mis problemas –ella se giro hacia mí,
con sus manos escondidas en su espalda. Se veía hermosa y simplemente llevaba
unos jeans negros con una camiseta blanca con tiras ¿Qué había hecho Bella
conmigo?
—¿Quién
más conoce este lugar? Quizás pueda llegar alguien –negué ante su pregunta.
—Nadie
conoce este lugar, solo te he traído a ti –era cierto que había preparado este
paseo para ver si tenía la posibilidad de conseguir aunque fuera un beso de
ella, cosa que me traía locos hace días, simplemente no podía dejar de ver sus
labios. Sin embargo, era cierto que nunca había traído a nadie aquí, pero una
chica especial se merecía un trato especial.
—¿Es
cierto? –tomé una de las flores azules que había en el césped y me acerqué a
ella. Bella llevaba su cabello tomado por lo que no fue difícil dejar la flor
entre su cabello.
—Si
–ella se sonrojo de inmediato y pude notar como sus ojos se fijaron en mis
labios. Creo que había llegado el momento.
Lleve
mi mano a su mentón, ella no bajo la mirada como pude haber pensando en cierto
momento. Me acerqué a su rostro y suavemente, con cierto cuidado, la bese.
Dejando que mis labios tocaran los suyos, era un beso superficial pero hizo que
mi cuerpo pesara más y mi deseo por profundizar el beso, aumentara, pero tenía
que ser cuidadoso con ella.
Sin
embargo ese día fue la primera vez que ella me dio una sorpresa. Sus manos fueron
a mi camiseta negra y sin más me acercó a ella para que siguiera besándola,
solo eso fue el detonante.
Enredé
una de mis manos en su cabello mientras que la otra la deje detrás de su cuello
para así atraparla. Ella simplemente dejo apoyadas sus manos en mi pecho,
mientras que mi lengua pasaba por su labio inferior provocando que sus manos
ahora atraparan mi camiseta en sus manos.
Ella
abrió tímidamente su boca para mí y de esa forma pude sentir como su lengua tenía
contacto con la mía. Bella a penas respondía a mi beso, parecía como si fuera
su primera vez, aunque luego de unos segundos ella comenzó a seguir mis
movimientos y se fue convirtiendo en uno de los mejores besos que he tenido”
—¿Qué vamos a hacer? –ahora
escuche alguien que me sacaba de mis recuerdos –no tenemos lo necesario para
poder ayudarlo.
—¡Y una mierda! –Ahora era
una mujer la que estaba hablando –tendremos que improvisar, no es la primera
vez que lo hacemos.
—¡Pero Tanya!
—¡Teniente Denali para ti!
Ahora tu estas bajo mis órdenes y harás lo que diga.
Estaba acabado, morirá a
miles de cientos de kilómetros de Isabella. Ella había tenido razón todo este
tiempo y ahora no podría cumplir con mi promesa. No tenía otra opción, lo único
que me mantenía con un poco de conciencia era ella y si podía ganar más tiempo
de vida solo recordándola, lo haría hasta que mi corazón dejara de latir.
“Lo
que sucedió después fue completamente normal. Con Bella iniciamos un noviazgo
que fue inquebrantable, ninguno de los dos tuvo algún problema con el otro
durante los años en el instituto. Sin embargo luego de graduarnos vino un gran
problema, mi ingreso al ejército y la mudanza de mi familia a Chicago. Mi padre
había decidido que por el bien de Alice lo mejor era que estuviera en un mejor
colegio para que pudiera entrar a una de la mejores universidades de medicina,
es por ello que todos nos iríamos.
—No
me quiero ir –dije cuando estábamos sentados en el prado que había sido nuestro
cómplice durante estos años.
—Yo
tampoco quiero que te vayas ¿es que ya no podremos vernos más? Te amo, Edward
¿Qué haremos? –había barajado cierta posibilidad para tener una solución, pero
no sabía si ella me apoyaría.
—Yo
igual te amo… —no pude evitarlo y la besé, era una de mis obsesiones sentir sus
labios junto a los míos, era demasiado agradable, pero debía ser cuidadoso
porque solo causaba que mis hormonas se encendieran ante aquel contacto.
Isabella
venía de una familia bastante conservadora, ella tenía esas mismas creencias
por lo que… aun no accedía que tuviéramos sexo, más de alguna ves estuve
bastante cerca pero al preguntarle si estaba segura ella decía que no, que no
quera ir contra las “reglas” así que desde que he estado con ella, no he tenido
sexo lo cual ha sido difícil, pero no imposible, como había dicho antes, ella tenía
algo especial para mí, algo que me atraía. Simplemente era un tonto enamorado y
no hacía nada para evitarlo.
—Isabella
–este era el momento, dentro de dos semanas nos mudaríamos y luego yo partiría
al regimiento, tenía que actuar rápido –me amas ¿no?
—Eso
acabo de decir –ella se sentó, mirándome curiosa. También me senté y suspire
nervioso.
—Entonces…cásate
conmigo –Bella abrió sus ojos ante la sorpresa –no hay otra persona que podría
estar en mi mente, no hay otra mujer además de ti, cásate conmigo y de esa
forma ninguno se tendrá que separar del otro… —saqué la pequeña caja de
terciopelo color azul que llevaba hace semanas en mi bolsillo y le ofrecí el
anillo –sé mi esposa…
—Edward…
—sus ojos se llenaron de lagrimas y me ofreció su mano. Mi corazón se disparó
al momento de saber que había aceptado –claro que me casaré contigo –puse el
anillo en su mano y fue ella quien se acerco rápidamente para poder besarme.
Sus
manos rodearon mi cuello y mi cabeza para acercarme más a ella y profundizar el
beso. Debo decir que durante este tiempo, ella se ha convertido en toda una
experta besando, pero en un segundo se separo de mí.
—Mis
padres no me dejaran, somos muy jóvenes y yo he de ir a la universidad, además
de…
—Escapémonos,
nos casamos y nadie podrá evitar que estemos juntos, tú has de seguir con tu
universidad no hay nada de qué preocuparse, lo tengo todo planeado, tus notas
te han de proporcionar becas y mi admisión al ejercito ayudara a que podamos
tener nuestra casa, sin problema alguno.
—¿Has
estado pensando esto hace tiempo?
—Más
tiempo del que puedes llegar a pensar… tú solo confía en mi ¿lo harás? –ella sonrió,
haciendo brillas sus ojos y sonrojándose.
—Sin
duda alguna confió en ti, Edward.
Volvió
a besarme, empujándome hasta caer sobre el césped. Apoyo sus piernas a mis
costados, sentándose sobre mi cadera, lo que no ayudaba nada ante mis ansias de
hacerla mía.
—Bella…
—dije apoyando mis manos sobre su cadera, para separarla de mi. Tenía que ser
precavido, siempre tenía cuidado de ciertas situaciones donde ella causaba que
me pusiera duro, deseando hacerla mía.
—Te
amo y confió en ti… —me quede helado al escuchar esas palabras. Sus ojos
estaban sobre los míos con una seguridad que nunca había visto –quiero… —sus
mejillas se sonrojaron rápidamente. Se acercó de nuevo a mi rostro hasta que
alcanzo mi oído, donde susurro –quiero hacer el amor contigo… —de solo
escucharla decir aquello fue un detonante.
La
acerqué a mi cuerpo, teniendo cuidado que no se asustara ni nada por el estilo,
había soportado bastante sin ningún contacto físico mayor que podía estar un
tanto ansioso.
Me
separe de sus labios y comencé a besar su cuello, sintiendo el sabor de su piel
y aquel olor de su perfume.
Sus
manos acariciaban mi cabello de tal forma que provocaba escalofríos a través de
todo mi cuerpo. En un momento bajó sus manos hasta poder sacar mi camiseta, no
pude evitar hacer lo mismo con ella, observando cómo sus pechos solo eran
cubiertos por su sujetador blanco… hermosa.
Me
apodere de su piel, besando el comienzo de sus pechos y metiendo mis manos bajo
su sujetador.
—Edward…
—ella enarco su espalda al sentir como la acariciaba. Sonreí al ver la expresión
que tenia, era placer puro ¡por fin!
—¿Si?
–con destreza me deshice de este dejándolo caer a un lado. De esa forma pude
llevar mi boca hasta uno de sus pechos y besarlo mientras que el otro tenía la
atención de mi mano. Instintivamente Bella gemía y se movía sobre mi cadera,
provocando aquella fricción que había extrañado tanto. No era necesario decir
que producto de esta abstinencia de un año y algunos meses ya me tenía
completamente duro.
—Sigue…sigue…
—atrapé con los dientes aquel pezón, tirando suavemente de este y causando que
Bella gimiera más fuerte –Ah… —me acercó más a sus pechos para que siguiera
acariciándola –no puede ser que me haya perdido de esto…durante todo este
tiempo.
—Y
se pone mejor –dije desbotonando su falda por la parte de atrás. Ella
usualmente no usaba este estilo de ropa, pero hoy había salido con mi hermana,
lo que significaba ropa nueva. Al darme cuenta de lo que estaba haciendo me
detuve, decidí que la falda se quedaría.
—¡Edward!
–dijo cuando lleve mi mano a su entrepierna donde la acaricia sobre su ropa
interior. Sonreí al sentir que estaba húmeda.
—Bella,
ya estas mojada… —ella se sonrojo al escucharme, pero no se separó. Sus caderas
comenzaron a moverse sobre mi mano, buscando un mayor contacto.
—Es
tu culpa, siempre provocas esto —¡demonios! Eso solo hizo que mi miembro
prácticamente comenzara a latir por sentirla, pero me tuve que concentrar para
buscar su propio placer, quería que sintiera su cuerpo en llamas por mí.
Esta
vez la tome del trasero y la recosté sobre el césped. Me ubique sobre sus
piernas y seguí con aquella intima caricia sobre su entrepierna hasta que metí
mi mano bajo sus bragas e ingrese uno de mis dedos en su interior, sintiendo lo
mojada que estaba y lo apretada que era.
—¡Dios!
–dijo cerrando sus ojos. Se veía extremadamente sexy recostada en el césped,
con sus senos al aire, sus ojos cerrados y sus mejillas sonrojadas producto de
mis caricias –Edward… —dijo susurrando cuando aumente mis caricias en su
interior, añadiendo otro dedo. Lo que simplemente hizo que Bella aferrara sus
manos al césped.
Me
acerque a ella y la bese, quería que le faltara el aire, pero que aun siguiera
besándome, quería que llegara a sus límites por sentirme.
—Hazlo…
—primero quería que llegar a su orgasmo –quiero llegar contigo adentro –me
detuve por completo al escucharla.
Ella
se apoyo sobre sus codos y luego se santo para poder desabotonar mi pantalón y
bajarlo junto con mi bóxer ¿pero dónde demonios estaba mi tímida Bella?
—Edward…
—dijo cuando tomo mi miembro en su mano. Fruncí el ceño ante tal contacto –sé
cuidadoso –me miro un tanto asustada.
—No
te preocupes…
Volví
a besarle hasta que se recostó en el césped. Baje mis pantalones otro poco para
quedar mas cómodo y guie mi miembro hacia su interior, siendo cuidadoso solo
hice que entrara la punta causando un gemido por parte de Bella, pero a medida
que iba ingresando ella comenzó a quejarse, pero decidí que era mejor hacerlo
rápido para que no se prolongara su dolor.
De
una estocada entre a su cuerpo hasta más de la mitad de mi miembro, hasta que
sentí que su himen era roto. Mi Bella ya no era virgen, gracias a mí. Era
inevitable tener cierto sentimiento de regocijo, ella era completamente mía
ahora.
—¡Edward!
–Gritó cuando el dolor fue mayor –duele…
—Ya
lo sé, amor…pasara, confía en mí –ella asintió con su expresión de dolor
mientras que por mi lado tampoco era mi satisfactorio estar quieto, esperando a
que su cuerpo se acostumbrara ante tal intruso.
Pasaron
un par de minutos cuando termine de entrar completamente en ella, causando solo
un “Mmm…” por su parte, lo que me indico que no le dolía como hace un tiempo
atrás.
—¿Estas
mejor? –ella asintió, aun un tanto temerosa por lo que estaba sucediendo.
—Sigue…
—retrocedí, sintiendo como sus paredes me envolvían por completo, estaba
demasiado apretada, pero lo suficientemente mojada para que no me doliera
moverme dentro de ella.
Al
entrar de nuevo en su cuerpo ella me miro sonrojada y con un gemido que solo
hizo que comenzara a moverme contra ella, saliendo y entrando con cuidado para
no hacerle daño, hasta que ella me dijera que podía moverme más rápido.
Sus
gemidos se escuchaban a través de los arboles que nos rodeaban en el prado, sus
senos se iban moviendo junto a mis embestidas, era simplemente la mejor vista
que he tenido en toda mi jodida vida.
—Más…más…
—dijo enarcando su espalda. Era demasiado apetecible hacer el amor con Bella,
desde ahora en adelante ella se ha convertido aun más en mi obsesión, era como
estar teniendo sexo con un ángel, corrompiendo a este ser que me había atrapado
–Edward… —dijo entre gemidos.
Como
la amo tanto y deseo que siempre tenga lo que quiera, comencé a moverme más
rápido, sujetándola de su cadera y entrando profundamente, sacando cada vez
esos quejidos ante tal arremetida. En cierto minutos comencé a moverme aun más
rápido ya que sentía que ella estaba próxima a alcanzar su orgasmo, al igual
que yo —¡Edward!
Apoye
mis manos a los costados de su rostro, ubicándome más sobre ella y comenzando a
entrar a su cuerpo frenéticamente, siendo alentado por sus gemidos y por su
rostro que estaba marcado por la expresión del placer.
—¡Ah!
¡Edward! —grito apretando mi miembro al
alcanzar su orgasmo y llevándose consigo mi propia excitación. Apoye mi rostro
en su hombro cuando alcance el clímax de nuestros movimientos –Oh Dios… —susurro
cuando estábamos ambos quietos, yo aun dentro de ella —¿Por qué no me dijiste
antes de lo que me estaba perdiendo?
No
pude evitar reír ante sus palabras y la bese por ser la mujer más maravillosa
que pude tener en mi vida.
—Te
amo…gracias por hacer que me sintiera de esta manera –dijo sonriendo con sus
mejillas sonrojadas.
No
pude decirle nada, simplemente la bese y espere que de esta forma ella
entendiera todo lo que la amaba”
Abrí mis ojos, estaba
cansando y no sabía qué demonios había sucedido. Mire aquel techo blanco y
luego pude ver a una mujer rubia que tenía una bata blanca, supongo que era
medico.
—¿Qué…? –mi garganta estaba
seca y me costó hablar. Ella sonrió y levanto la mano para que no siguiera
hablando.
—Mi nombres Tanya Denali y
soy tu medico, soy parte del ejercito pero debido a la gravedad de tus heridas
hemos tenido que traerte al hospital de la ciudad –ella sonrió amablemente,
pero no entendía nada ¿hospital de la ciudad? Este era territorio enemigo
–tengo unos contactos y han accedido a ayudarme, agradécele a tus amigos que me
pidieron desesperadamente que no te dejara morir.
—¿Qué ha sucedido? –solo recordaba
estar mirando hacia el cielo y luego perder la conciencia.
—Te alcanzaron cuatro balas
enemigas, una había perforado tu pulmón, aquí los cirujanos han tenido una
capacidad sorprendente para poder ayudarte ya que normalmente alguien muere por
tal daño. Has estado inconsciente durante unas semanas, la fiebre no bajaba,
pensamos que ibas a morir, pero gracias a un milagro y a lo fuerte que eres,
has sobrevivido, tus signos vitales se establecieron hace unos días, solo
tenias que despertar.
—¿Y Emmett…y Jasper?
—Ellos siguen luchando,
enviamos recados para que estén informados, pero antes de poder avisar saliste
el estado febril en que te encontrabas, perdimos contacto con ellos, pero es
por un tema técnico. Sé que están bien, no tienes de que preocuparte –me traté
de sentar para poder absorber todo lo que me estaba diciendo la doctora.
—¿Qué pasara conmigo? –ella sonrió
amablemente de nuevo.
—Te irás a casa para
descansar como se debe, durante estos días ha de venir un helicóptero que te
llevar a la central para que te puedas ir –fruncí el ceño, estaba confundido.
—¿Cuánto tiempo dijo que ha
pasado?
—Más de un mes –sentí como
mi estomago se comprimió al pensar en lo que había sucedido.
—¿Mi familia…ellos? –ahí la
sonrisa de la doctora se fue.
—No hemos podido tener
contacto con los demás, las cosas han empeorado… creo que les han llevado malas
noticias.
—Si no hay contacto con los
demás, mi ida a la central solo hará que me lleven a casa en escalas, eso puede
tomar meses… —ella asintió.
—Lo siento mucho, no pude
hacer nada, sabes que cuando no hay contacto nuestras manos están atadas –asentí
mirando hacia las sabanas blancas que me cubrían. ¿Es que Bella y el resto de
mi familia pensaba que estaba muerto?
—Gracias… por salvar mi vida
–ella sonrió de nuevo y me miro ladeando su rostro, era increíble que esta
mujer este ejerciendo dentro del ejército, no lucia tener el carácter para
soportarlo.
—De nada, para eso
estamos…ahora trata de descansar un poco ¿sí? Nos vemos en un rato más.
Se fue dejándome un tanto
confundido, no podía dejar de pensar en cómo podía estar mi esposa, mi Bella…
ella debía saber que estaba muerto y ahora no me quedaba nada más que esperar
para volver a casa.
Durante el tiempo que estuve
en el hospital y los viajes que tuve que realizar para poder llegar a casa, no
tuve nada más que hacer que pensar en mi historia con Bella. Como había
salido todo bien cuando le pedimos al
párroco del pueblo que nos casara y como después de un tiempo, tanto los padres
de Bella como los míos, aceptaron nuestro matrimonio.
Para el momento en el cual
yo me tenía que ir al ejercito, ella tenía que entrar a la universidad, así que
gracias al apoyo tanto de Charlie, el padre de Bella, como Carlisle, pudimos
tener una pequeña casa en Forks, ninguno de los dos se quería ir de ahí por un
par de años y Bella viajaba a la universidad sin ningún problema mientras que
yo estaba en mi entrenamiento… esa fue una de mis peores épocas, acostumbrarme
a estar alejado de ella, pero después de todo… lo logre y comencé a conformarme
con verla una o dos veces al mes, donde no éramos capaces de salir de la casa,
con suerte comíamos algo… sin duda no había problemas entre los dos hasta que
me enviaron a Irak, ella se negó durante todo el periodo de preparación
especial, pero al final aceptó con lagrimas en sus ojos.
Me baje del bus que me llevo
a Forks, no pude hacer ninguna llamada a Bella para que no le diera un ataque
cuando me viera por lo que debía ser cuidadoso con su reacción… todo pensaban
que estaba muerto. (***)
Al recorrer las oscuras
calles del pueblo, me encontré con varias personas que me miraban asustados y
luego de explicarles lo que había sucedido, me abrazaban felices de que me
encontraba bien, mayormente eran ex compañeros del instituto.
Al llegar al final de pueblo
y mirar mi casa, sonreí al saber que ahora iba a tener un tiempo de paz. Lo
necesario para volver a ser feliz junto a mi esposa.
—¿Black? –dije mirando la
motocicleta que aun tenia, estacionada a las afueras de la casa. Él se había
distanciado de nosotros cuando yo comencé mi noviazgo con Isabella, lo cual
lamente bastante pero no pude hacer nada ya que nunca se dio la oportunidad
para hablar.
Al no tener llave del portón
no me quedo otra que saltarlo y dirigirme a la puerta trasera de la casa, no
podía ver nada por las ventanas ya que las cortinas estaban cerradas.
Abrí la puerta de atrás y
esta estaba abierta, sonreí al ver lo confiada que podía ser Bella, el pueblo
era tranquilo, pero aun así.
Cuando di unos pasos dentro
de la cocina mire la mesa donde comíamos, habían dos platos con unas copas con
restos de vino. Fruncí el ceño al ver un par de velas que ya estaban apagadas.
Al entrar a la sala sentí
como si arrojaran un balde de agua fría a mi espalda. Pude ver como había ropa
en el suelo, principalmente de hombre y la camiseta azul, favorita de Bella. Me
quede unos segundos sin ser capaz de moverme y ahora escuchando como alguien había
en el segundo piso.
Mi cuerpo de a poco comenzó
a quemarse por la furia que estaba sintiendo. Me gire con rabia hacia las
escaleras y subí como un poseso, mirando como a unos pasos de nuestra
habitación terminaba el camino de ropa tirada en el piso, justo con el
sujetador de Bella.
Avance los últimos pasos que
me faltaba, mientras escuchaba sus gemidos y los golpes que daban la cama en la
pared.
Solo tuve que empujar la
puerta de la habitación ya que no estaba
completamente cerrada y pude ver como estaba Jacob Black y Bella. Ella se
encontraba apoyada en sus rodillas y manos, expuesta ante el perro de Black
mientras este la penetraba con fuerza. No fui capaz de moverme por unos
segundos, solo podía sentir que mis ojos se llenaban de lagrimas.
—¿Te gusta así? ¿Bella?
—¡Sigue Jake, sigue! ¡Más
fuerte! ¡Ahh! –sin mas él la tomo de sus caderas y la giro, dejándola recostada
sobre nuestra cama para seguir jodiendola como si fuera una verdadera puta…lo
que de verdad era ahora que lo pienso mejor.
Ella se aferro a su espalda,
apoyando su rostro sobre el hombro de Black y pude ver como su rostro se volvió
blanco al ver que yo estaba presenciando aquello. No fue capaz de decir nada y
Jacob no se daba cuenta por lo que seguía penetrándola como si nada, gimiendo
ante sentir a mi esposa.
Lo que sucedió después fue
lógico. Al tener el poder de mi cuerpo de nuevo, avance a pasos agigantados
hasta tomar por el hombro a Jacob y lanzarlo hacia el suelo, hasta hacer que
chocara contra el armario. Lo siguiente se salió de mis manos.
Comencé a golpear a Jacob en
el rostro, dándole los mejores puñetazos en su rostro mientras que la imagen de
él jodiendo a mi esposa no salía de mi cabeza, quería matarlo, quería arrancarle
su nariz y hacerlo desangrar para evitar que pudiera seguir respirando.
—¡Edward! –escuche luego de
unos minutos donde Bella salió del shock en el que se encontraba. Ella aun
desnuda trató de separarme de Jacob —¡para, lo vas a matar! –sus palabras me
hicieron despertar de la furia en la que me encontraba.
La empuje hasta hacerla caer
en el suelo y camine con las mismas ganas de golpear su rostro, pero al ver su
mirada asustada hizo que me detuviera o si no me arrepentiría por el resto de
mi vida.
—Tú… tú estabas muerto –dijo
con lágrimas en sus ojos.
—¡Solo un par de meses te
bastaron para ir a joder con el primero que llegaba! –ella no pudo decirme
nada. Sentí que mi corazón se comprimía ante el dolor que sentía, solo quería
morir.
—Edward…yo…
—No te puedo decir nada…me
das asco –no podía seguir en esa habitación otro momento, menos cuando ya sentía
que las lagrimas de rabia iban a escapar de mis ojos.
Salí de la habitación
mientras ella gritaba mi nombre, cuando estaba por salir de la casa ella estaba
ya en su bata, pidiendo que no saliera de la casa.
—No… por favor –dijo
llorando.
—Regálate a quien desee,
adiós…
Salí de la casa y corrí
hasta saltar el portón, dándole una patada a la moto de ese infeliz que estaba
inconsciente en la habitación.
Aquella noche la pase en
casa de Rosalie, a quien casi se le cayó el pelo al verme, diciendo que todos
pensaban que había muerto. Ella no me dijo nada cuando le dije porque estaba
recurriendo donde ella, simplemente me dejo quedarme en la habitación de
huéspedes.
No pude dormir nada,
simplemente pensaba una y otra vez en lo que había sucedido ¿Cómo pudo superar
mi muerte tan pronto? ¿Por qué estaba con Black?
¡Aaah! Quería arrancarme el
cabello por la rabia, quería matar tanto a Isabella como a Black, era un idiota
por estar pensando en ella todo este tiempo ¡quizás me había engañado mientras creía
que estaba vivo! No podía dejar de llorar por la frustración de no acabar con
su vida, quería que Black muriera y no volver era a tocar a Bella, mi Bella… ¿Cuántas
veces habían estado juntos? ¿Ella lo amaba? ¿Cómo fue capaz de hacer aquello?
No podía perdonarla, aunque creyera que estaba muerto… mi corazón se había
destrozado por ella y no había forma de repararlo.
Al día siguiente desperté y
no pude hacer nada más que salir de ese pueblo para volver a luchar como lo había
hecho meses atrás, no quería volver a
saber de Isabella… después de todo, ella había muerto para mí.
—Dile que arreglaré todo
para el divorcio –dije a Rosalie que me miraba con tristeza.
—Deberías hablar con ella,
no puedes volver a combate de esta forma.
—Gracias por todo, adiós –ni
siquiera tome en cuenta lo que decía.
Al salir de su casa sentía
como mi cuerpo pesaba más de lo que debía y como mi cabeza no podía dejar de
pensar en ella siendo feliz con ese desagraciado, en cómo fue capaz de
apoderarse de ella como si fuera una cualquiera, sin ser capaz de tratarla como
se debía.
Mis ojos se llenaban de lágrimas
al sentir esa rabia en mi corazón y no poder hacer nada para poder remediarlo.
—¡Edward! –escuche su voz
detrás mío cuando caminaba por la calle hacia la estación –por favor…
Me gire y ahí estaba, tan
hermosa como siempre pero marcada por otro hombre, con quien había dormido y
con el cual se había entregado. No pude decirle nada, solo la quería insultar
–Por favor… —dijo de nuevo con sus ojos llenos de lagrimas –yo pensé que
estabas muerto…luego él llegó un día a casa para darme el pésame.
—Para… —lo había meditado
durante todo este tiempo. Bella no era así, ella no hubiera dormido con alguien
tan rápido luego de mi muerte, simplemente era imposible —¿crees que soy
estúpido? ¿Crees que Rosalie te ayudo con tu excusa? Solo ver su cara de
sorpresa y el tono que uso cuando me dijo que ustedes estaban juntos desde mi
muerte, tan falso como tu compromiso hacia mí.
—Pero yo te amo
—¡Cállate! No vuelvas a
pronunciar esas palabras y deja de mentir ¿desde cuándo estas con él? –sus ojos
color chocolate me miraron llenos de lagrimas.
—Te extrañaba tanto…pero tú
seguías en esa maldita guerra.
— ¡Nada mejor que acostarte
con Black para acabar con tu soledad ¿no?¡
—Shh… no hables tan fuerte
–dijo mirando a los lados, solo había un matrimonio en la vereda de al frente,
mirando sorprendidos la escena –vamos a casa, podemos hablar.
—¡Suéltame! –Dije cuando
toco mi mano –no me vuelvas a tocar, no quiero volver a verte y déjame
tranquilo antes de que te nombre de maneras que no te gustaran.
—Edward, yo te amo, por
favor no nos hagas esto –eso colmo mi paciencia. La tome del mentón con fuerza
para que no siguiera hablando.
—No… yo fui quien te amo,
quien no se acostó con nadie mientras estaba alejado de ti, quien siempre te
estuvo esperando, no vuelvas a decir que me amas porque sabes que odio las
mentiras –sin más deje su mentón haciendo que cayera en el suelo, pero no sentí
nada al verla en ese estado –luego hablaras con mi abogado.
—¡No, Edward!
No la seguí escuchando y me
fui hasta alcanzar el primer bus que me sacara de este lugar y volver donde
podía estar tranquilo… lejos de ella.
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