Capítulo 4
“Dictadura”
—No grites, ni corras ni nada por el
estilo ¿has escuchado? –asentí, sintiendo como mi cuerpo volvía a temblar como
una hoja al viento.
A
pesar de que me soltó, no fui capaz de moverme, no quería verlo, no quería
volver a ver esos ojos rojos jamás en mi vida.
–Voltéate, Green –negué, no quería verlo ¿Cómo
había descubierto mi apellido? –he dicho que te voltees ¿o quieres qué lo haga
por ti también? –tragué saliva nerviosa. Su voz era tan demandante, me
asustaba.
Fui girando poco a poco y me concentré
en ver solo sus zapatos o donde deberían ir estos, no había mucha luz para
diferenciar algo de su figura, tan solo era una sombra; la única luz que
entraba era por la ventana de la sala y eso solo me permitía ver una figura sin
cara.
— ¿No dirás nada? –negué como respuesta,
no quería tener nada que ver con este Monstruo, si menos sabía lo que pasaba
mejor me resguardaba en alguna parte de mi cerebro cuando acercara sus manos.
Era obvio el motivo de su aparición –Veo que esto será más fácil de lo que
pensé –tensé mi mordida al escucharlo.
Comencé a pensar en cualquier cosa que
me distrajera, en algún lugar, algo que me ayudara a escapar de aquí.
–Veo que tu amiga Sophia duerme a unos
metros de nosotros, podríamos llamarla para que salga a jugar ¿no crees?
—No te atrevas –dije tratando de
controlar mi tono de voz.
—Mmm… has sacado el habla otra vez —tomó
mi brazo, lo que aumentó mis temblores –ven –no sé para qué lo dijo, ya que me
tironeó hasta sentarme en el sofá de la sala.
—Suéltame —me moví para que me dejara,
pero lo único que hizo fue soltar mi mano ya que de todas formas se sentó a mi
lado.
—Bien, debes tener dudas así que
adelante, puedes preguntar, tienes el derecho por ser mía, aunque no responderé
todo ahora –dijo tomando mi mentón –quiero que me mires.
Se había sentado de espalda a la
ventana, no podía ver su rostro, no podía diferenciar nada en él. Si mañana
caminaba a mi lado, no podría reconocerlo.
De cierta forma esta vez no había ojos
rojos, suspiré más tranquila, aquello me aterrorizaba. Supuse que ahora eran
negros por lo poco que podía ver.
—Tus ojos —dije para que entendiera a
que me refería. Era lo que más terror me causaba, pero también había una gran
cuota de curiosidad.
—Eso es gracias a ti, al ser mi
proveedora… tu sangre, que es bastante especial para mí, ha hecho que mis ojos
se calmen, por más tiempo del que usualmente estoy acostumbrado –su voz era
extraña, casi como un susurro pero de todas formas imponente.
—Entonces ya no tienes que alimentarte
de más personas –mis manos comenzaron a temblar ante la posibilidad de que él
volviera cada noche para morderme y beber de mi sangre. Sentí nauseas ante esa
idea.
— ¿De otra persona? Si puedo y lo haré,
si elijo tenerte exclusivamente quedarás seca en un par de días y eso ninguno
de los dos lo desea ¿cierto? –Asentí sin entender mucho de lo que estaba
hablando, esto era difícil de creer.
Estaba pensando que esto era una pesadilla,
que de un momento a otro despertaría y vería a mi amiga Sophia durmiendo
tranquila a mi lado.
—Serás mía y el viernes dejaremos eso
claro para todos los de mi especie ¿Sabes lo que soy en realidad?
— ¿Vampiro? –era una ridiculez, un mal
cuento, un tema de Hollywood para ganar dinero. Me sentía estúpida de solo
decir aquello o pensar que él era un ser
sobrenatural que bebía sangre para sobrevivir.
—Así es, te ha tocado la suerte de ser
mía, así que no dejaré que ningún otro vampiro pueda tocarte, pero para ello
hay que dejarle en claro a todos que eres de mi propiedad.
—La fiesta Masquerade –dije recordando aquella invitación. Ahora veía porque
me había llegado ese sobre, este “Vampiro” debía estar involucrado con gente
importante. Eso era una pista.
—Así es, te llegará algo el día viernes,
recógelo con el guardia ¿tienen uno en ese horrible edificio? Tendremos que
cambiarte de residencia, debes estar protegida y eso será en otro edificio, así
que mejor no esperes nada, deberás cambiar de lugar –tragué saliva.
Me iba a cambiar de casa antes del
viernes y ni loca iría a esa fiesta.
–No pienses que te puedes escapar de mi
Green, te puedo encontrar donde estés, ahora que bebí de tu sangre me
perteneces, ya te lo he dicho –me quedé helada ¿él podía leer mi mente? –ahora…
Su voz cambió de tono, convirtiéndose en
una melodía aterciopelada que ahora susurraba en mi oído y provocaba
escalofríos de terror que recorrían mi cuerpo.
Me puse de pie al intuir que esto
comenzaría a tener otro propósito además de entregar información, pero él no me
lo permitió. Tomó mi brazo e hizo que me sentara a su lado de nuevo, incluso
más cerca de él. Cerré los ojos y comencé respirar asustada. No podía pasar de
nuevo por lo mismo.
—No lo hagas, por favor –sentí como se
rió. Era una risa altanera.
— ¿Sabes? eres la primera que me dice
algo así, anoche no te negabas como para que actúes ahora de esta manera –hice
mis manos unos puños, tratando de aguantar los deseos de golpearlo. Él era más
fuerte.
Su mano comenzó a subir por mi rodilla
lentamente hasta el interior de mi muslo. Su tacto era frío y solo estaba
logrando que mi cuerpo temblara por el miedo que me causaba. Tenía ganas de
vomitar por sentirlo de esa forma, era un monstruo y lo deseaba a kilómetros de
distancia. Tuve que recurrir a todo el coraje que tenía para detenerlo, sin
pensar en las consecuencias de ello. Puse mi mano sobre la suya, evitando que
avanzara otro centímetro.
—Cuidado... no me caracterizo por ser un
hombre paciente.
Como
si fueras humano. Fue
el primer pensamiento que vino a mi mente, pero no fui lo suficientemente
valiente como para decírselo a la cara.
—Eres una hipócrita, anoche gritaste y al
final no fue de miedo ¿o me equivoco? –dijo ahora acercándose a mi oído y
mordiendo mi oreja, tirando de esta. Fue como sentir un latigazo de descarga
eléctrica que recorrió mi cuello y mi brazo derecho hasta la mano que sostenía
la suya, deteniéndolo.
Tuve que pensar en una nueva táctica,
para que no se repitiera lo ocurrido la noche pasada. No podía terminar teniendo
sexo con este monstruo psicópata.
— ¿Quién eres? –dije asustada, tratando
de distraerlo para volver a la conversación. Necesitaba tener un rostro en mi
mente — ¿Cuál es tu nombre?
—Eso no lo sabrás hasta dentro de un
tiempo, hasta que pueda confiar en ti –tragué saliva nerviosa. ¿Sería mucho
tiempo? ¿Cuánto más tendría que soportar esto?
— ¿Me vas a matar? –prefería eso a que
me siguiera haciendo… bueno, lo que hacía, torturarme. Miré hacia otro lado, no
quería ni siquiera ver su asquerosa oscuridad.
—No, ahora tengo otros planes para ti
–dijo moviendo la mano que yo sujetaba, llevándola ahora hasta mi mentón y
obligándome a mirarlo.
—No por favor, no me muerdas –se rió
cerca de mi oído, era una risa ronca y me di cuenta de que estaba más cerca que
cinco segundos atrás. Tensé mi mordida, ese Monstruo no debería tener la
cualidad de reír de esa forma.
—Creo que estarías agradecida si fuera
el tipo de vampiro que se queda tranquilo cuando está satisfecho, pero no soy
así, la gula es mi pecado capital… y la lujuria –se acercó después de decir eso
y pasó su nariz por mi cuello, oliendo. No podía soportarlo.
Negué de inmediato para alejarme de su
nariz. Traté de ponerme de pie nuevamente, pero su brazo rodeó mi cintura por
delante y evitó que pudiera moverme.
—Realmente estás hecha para todas mis
necesidades ¿sabes? Lo que es agradable, encontrar a alguien como tú estaba
fuera de mis prioridades —pasó sus labios por mi oreja haciendo que cerrara mis
ojos. Un escalofrió recorrió mi espalda y brazos, comenzando por mi nuca. Mi
boca se secó y tuve que mojar mis labios con mi lengua.
— ¿Qué tienen tus besos? –se separó de
mi, dándome espacio para moverme. Esa pregunta lo distrajo por completo ya que
se relajó y volvió a apoyarse en el sofá.
—Eso ha sido una sorpresa, eres la única
que responde a ese nivel con mis labios, claramente lo usaste para tu favor
anoche ¿no?
No esperó a escuchar una respuesta de mi
parte, simplemente volvió a llevar su boca a mi oreja, atrapando el lóbulo de
esta con suavidad, incitándome a caer en él otra vez, lo tironeó con sus
dientes, haciendo que mi corazón se acelerara, pero no podía permitir que esto
volviera a suceder.
Me puse de pie rápidamente aprovechando
el espacio que tenía y corrí hacia donde estaba Sophia, sería una maldita
egoísta pero por lo menos seriamos dos para gritar, sin embargo, era demasiado
lenta para el vampiro.
Choqué contra la pared, siendo atrapada
por su cuerpo. Apoyé mi rostro en el frío muro y me traté de mover, pero no fue
muy buena idea, ya que estaba inmovilizada, sentía su cadera al nivel de mi
espalda. Era demasiado grande y se le hacía muy fácil poder manejarme.
—No —susurré antes de que cayera en las
lágrimas de nuevo. Aquel monstruo tomó mis manos y la puso a mis lados, al
nivel de mi cabeza, como si me estuviera controlando la policía.
Sus manos se apoderaron de mi cadera,
subiendo unos centímetros, colándose bajo mi blusa de pijama. Ese tacto solo
logró escalofríos por el terror que sentía, pero por unos segundos una
sensación de calidez recorrió mi cuerpo. Su agarre era firme, no brusco como la
noche anterior, por lo visto se estaba tomando su tiempo, lo que era mucho
peor.
— ¿Sabes qué cuando tratas de escapar me
lo pones más duro? –Apoyó su cabeza en mi hombro y volvió a susurrar –También quieres
esto, pero te daré un descanso ya que no tienes mucha practica en esto.
Mis ojos se cerraron levemente,
sintiendo como una de sus manos recorría mi trasero sin ningún pudor alguno. Donde
tocaba lograba una irradiación de calor que se expandía de mi cuerpo de forma
inexplicable. Mis piernas comenzaron a temblar.
— ¡Cállate maldito asqueroso! –dije con
un tono de voz más alto en comparación al que había utilizado en todo este
tiempo. Era cierto que podía sentirse bien, pero esto no estaba siendo con mi
consentimiento. El Monstruo estaba abusando de mí como la noche pasada.
—Green, te recomiendo que te mantengas
en silencio, no queremos que tu amiga aparezca con el cuello torcido en los
contenedores de basura ¿cierto?
Al escucharlo mis manos perdieron la
fuerza y comenzaron a caer por la pared, pero las suyas adquirieron mayor
fuerza y comenzó a recorrer mi cintura de nuevo. Sus dedos acariciaban mi piel
por sobre el borde de mi pantalón corto. No sabía como mi cuerpo reaccionaba a
su contacto, pero era cierto que la poca fuerza que tenía se iba desvaneciendo
a medida que me tocaba. Mi corazón me traicionaba y ahora latía con fuerza no
por miedo, sino por el placer que causaba ese vampiro en mí. No podía aclarar
si tenía miedo o deseo por él, era como si pensar en ello fuera imposible.
–Eso, tranquila… te gustará –dijo en mi
oído. No pude responderle, no pude negarme.
Sus manos volvieron a subir, pero ahora
tomó mi blusa azul con tiras de la parte inferior y comenzó a subirla, pasando
lentamente sus manos por mi abdomen. Llevé mis manos a las suyas para
detenerlo. Aferrándome a la gota de dignidad que me quedaba.
–Green —dijo con un tono que me advertía
que lo dejara hacer –compórtate –tuve que dejar caer mis brazos a los lados,
dejando que el recorriera mi abdomen, mis senos, mi piel a su gusto.
Mi cuerpo se estremeció al sentir su
ropa contra mi espalda desnuda y sus manos subiendo desde mi vientre hasta
rodear mis pechos tampoco ayudó a buscar algo de control; de forma tentadora
acariciaba con sus dedos por alrededor de mis pezones, pero en ningún momento
era capaz de tocarlos, estaba jugando, a pesar de que estaba rendida, apoyando
mi frente en la pared y sintiendo como mi cuerpo comenzaría pronto a desprender
humo por el aumento de temperatura. No podía pensar bien, era todo muy confuso.
–Eso, deberías disfrutar más del momento,
tu sangre es aun más apetecible –dijo
cuando se apoderó por completo de mis senos, de forma brusca y presionándome
contra él. Un grito escapó de mis labios, pero él me silenció uniendo sus
labios a los míos.
Era un vil monstruo, pero sus labios era
un tema diferente, no tenía idea que tenían porque hacían que me humedeciera
solo al momento de tocarlos. Eran un estimulador increíble y hacían que me
rindiera a sus caricias.
Me odié al momento que me di cuenta que
me estaba empinando y girando más hacia él para alcanzar sus labios y todo
empeoró cuando sentí su sonrisa contra mi boca.
—Te odio –dije frustrada, alejándome
solo unos milímetros de sus labios, sintiendo como cada vez mi corazón
comenzaba a aumentar sus latidos por minuto al sentir el movimiento de sus
manos sobre mi piel.
—Lo sé –su voz ronca y como siempre con
ese toque de seducción me causaron un escalofrió de excitación. Él sabía que yo
no podía hacer nada para luchar, no sabía que poder estaba ejerciendo sobre mí,
pero estaba logrando atraparme de una forma horrible ya que no tenía escapatoria.
Él se sentía poderoso y lo demostraba en
cada toque lleno de seguridad que sentía en mi piel, quemaba, como si solo él
fuera capaz de que mi cuerpo comenzara a arder bajo sus manos.
Este era el mismísimo demonio tocándome,
iba a ir al infierno por no ser capaz de luchar contra lo que causaba en mí.
–Pero en estos momentos –dijo volviendo a
besarme, apoderándose de mi labio inferior y tirando de el –a nadie le importa
que me odies –esta vez me besó con más pasión, de una forma deliciosa,
dejándome sin aliento –apóyate en la pared y no te portes mal.
Cerré mis ojos, no podía creer lo que
estaba haciendo, estaba aceptando que este infeliz hiciera o deshiciera conmigo
a su verdadero antojo. Esta no era yo, era imposible que estuviera admitiendo
todo lo ocurrido, debía ser un truco del vampiro.
Ahogué un suspiro al sentir sus manos en
mi pantalón corto. Demonios, podía no ser normal que lo aceptara de esta forma,
pero seguía sintiendo de forma agradable lo que hacía conmigo. Era como si todo
en él derrochara sexo y placer a su alrededor.
—Te queda bien este pijama –dijo acariciando
mi cadera, cada movimiento que hacía era lento, cautivándome en cada
oportunidad que le diera.
Sus labios se dirigieron a mi cuello,
rozando mi piel con suavidad mientras ahora su mano se colaba por mis
pantalones cortos. Lleve mis manos a las suyas para detenerlo, no deseaba esto,
aunque me hiciera sentir bien.
—Dijiste que no lo harías –susurré asustada ante la idea de que se apoderara de
mi cuerpo de esa manera otra vez.
—Soy muy bueno mintiendo.
Apoye mi frente contra la pared, tirando
más de sus manos para que me soltara.
—Pórtate bien, no quieres que traiga a
tu amiguita ¿no? –ante aquella amenaza deje mis manos a los costados de mi
cuerpo, dejando que sus dedos llegaran a mi monte de Venus, provocando que escalofríos
recorrieran mi espalda.
Después de unos segundos donde mi mente
comenzaba a perderse en el placer que él me provocaba, sus dedos fueron
desatando mi pantalón corto para dejarlo caer. Después fue el turno de mi
blusa, que la saco sin ningún problema ya que levante los brazos cuando me lo
ordenó. Nuevamente me tenia desnuda, pero él estaba completamente vestidos. Me
sentía tan humillada.
—Tu corazón late muy rápido ¿Por qué
sigues llorando? –Dijo ahora en mi oreja, mordiendo el lóbulo de esta –cada vez
te mojas más con mi caricias –llevó su mano de mi cadera hasta mi entrepierna.
No le respondí, solo mantenía mis manos
hecha puños, tratando de controlar el odio y placer que estaba sintiendo. Podía
sentir su cuerpo contra el mío, su ropa áspera arañando mi piel, sus brazos
bruscos rodeando mi piel y sus labios besando mi cuello.
Repentinamente me giró hacia él e hizo
que levantara la mirada. Me tomo de la quijada y dirigió mi rostro hacia él
mientras su mano libre acariciaba mi cuerpo.
—Tu sangre me llama –dijo al mismo
tiempo que veía aparecer esos ojos rojos que me atemorizaban, pero antes de que
un grito escapara de mis labios, su boca se apoderó de la mía, volviendo
aquella expresión de horror en un gemido de placer.
Me apoye en sus brazos cuando su lengua
buscó la mía, pero el beso se detuvo en el momento que sentí uno de sus
colmillos. Fue en ese segundo que aquel monstruo se separó de mí y clavo sus
dientes en mi cuello, nuevamente.
Su mano cubrió mi boca para que no
gritara mientras bebía de mí. Mis piernas temblaron y mis rodillas por un
segundo parecieron no soportarme, es por eso que el vampiro rodeó mi cintura.
Miré hacia el oscuro techo, sintiendo
como mis ojos pesaban como si no hubiera dormido por días.
—Deliciosa –dijo cuando se separo de mí.
Con cuidado me dejo caer sobre el suelo, me quedé ahí apoyada, sintiendo como
mi cuerpo aun ardía por sus caricias.
Aquel Monstruo buscó mi pijama y lo dejo sobre mis piernas,
dejándome en claro que ya podría respirar tranquila, no me haría suya, lo que
para mi sorpresa era relajante y frustrante a la vez ya que mi mente aun estaba
bajo los efectos de sus labios y manos.
—Ni una palabra de esto a nadie, no
quieres encontrar el cuerpo de tu amiga en un contenedor ¿cierto?
Se fue de la casa de Sophia, dejándome
sin varios centímetros cúbicos de sangre e insatisfecha, además de estar
completamente aterrada. Esto era peor que si fuera un psicópata el que me
hubiera arruinado la vida.
Me metí a la cama después de recuperarme,
al lado de Sophia que dormía plácidamente. ¿Qué iba hacer ahora? Por lo visto
era la mascota de algún vampiro ¿de verdad esperaba que me cambiará de hogar?
Mi departamento lo fui llenando con bastante esfuerzo, no era cosa de dejarlo
porque un psicópata, con el cual me estaba acostado y donando sangre, me decía
que tenía que hacerlo… Dios, ni siquiera sabía su nombre.
Eso no era posible, aunque hasta ahora,
nada estaba en mis manos ¿Cómo podía controlar a un ser terrorífico que ni
siquiera debía existir y que además me proporcionaba un placer que jamás había
conocido?
Cansada cerré mis ojos, sin evitar traer
a mi mente esos ojos rojos, me daban miedo.
Al día siguiente me desperté más tarde,
ni siquiera sentí cuando Sophia se fue. Solo encontré una nota que decía que
desayunara y que nos veíamos mañana en el trabajo, esperaba que estuviera bien
para entonces. Eso mismo pensé yo.
Me fui a casa sin comer nada, allá
tomaría un café o algo por el estilo. Subí los escalones de mi edificio,
utilizándolos para pensar en lo que iba hacer ahora con este vampiro, que no
podía siquiera reconocer su rostro. ¿De verdad esperaba que me cambiara de
casa? Eso era estúpido. Realmente debería estar de camino a la estación de
policía para notificar toda esta situación, ese era un comportamiento normal,
buscar ayuda.
Yo no era suya, no podía entender como
me quedaba callada con una orden suya, aunque puede ser porque amenazaba con
matarme o matar a Sophia, pero aun así no debería agradarme cuando lo sentía
tocándome o entrando en mi cuerpo, haciéndome suya, como si fuera verdad. No
podía entenderlo, era como si mi mente se nublara cuando estaba con él.
Puse la llave en la puerta y al abrirla
me quede en estado de shock.
Mi departamento estaba repleto de
personas, guardando algunas cosas en cajas y deshaciéndose de otras.
— ¡¿Qué demonios pasa aquí?! –grité
desesperada.
Todos se detuvieron y me quedaron
mirando sorprendidos hasta que de entre todos esos hombres gigantes, vestidos
con los mismos jeans claros, las mismas camisetas color celeste con el nombre
de una empresa en la espalda y una gorra azul marino, que también tenía el
nombre dicha inmobiliaria, apareció una mujer, de estatura baja, se veía poco
menor que yo.
Su cabello rojo como el fuego estaba
tomado en un moño que deduje que era para verse mayor, vestía de un traje dos
piezas color negro, su blusa blanca y sus tacos oscuros hacían que se viera muy
importante y más sus lentes que también eran negros, escondían sus ojos verdes.
— ¿Qué mierda hacen aquí? –dije mirando
a la pequeña pelirroja. Pude notar que sus ojos eran grandes, color turquesa
más que verde oscuro.
—Muy buenos días –dijo sonriendo –mi
nombre es Tara Knight y soy la asistente de… —se tomó un minuto –de él, ya sabe
a quién me refiero.
Me quedé
helada ¿de verdad él había hecho esto? ¡Maldito bastardo!
— ¡Bajen todo ahora! Son mis cosas y si
no lo hacen llamaré a la policía –todo quedo en el suelo en un segundo.
— ¡Arriba! –Dijo la pequeña— ¡Les estoy
pagando por sus servicios! –dijo con una voz que llegaba a dar miedo, todos
levantaron las cajas. Me miró y volvió a sonreír –lo siento, pero estamos
recibiendo ordenes, mi jefe dijo que no íbamos a tener problemas y que si
usted, Elizabeth Green, decía algo que fuera contraproducente, él iba a tener
que darle una visita a su amiga Sophia Stone
–me quedé helada al escucharla.
La pequeña, que no tenía idea cuantos
años tenía, me miró sonriendo, ella sabía todo lo que sus palabras
involucraban, ya que hizo una mueca de incomodidad.
—Lo siento, no hay nada que usted pueda
hacer para evitar lo que ocurre… ahora –dijo tomando mi brazo y sacándome de mi
propio departamento, mientras hizo una seña a los trabajadores para que
siguieran en su trabajo –Usted debe ir a esta dirección –me entregó un papel
que estaba en su agenda —la esperan ahí, le tomarán las medidas y luego se
dirigirá aquí… aunque –nuevamente sonrió de una forma desagradable –no tiene
que preocuparse de nada, un auto la está esperando abajo con su chofer, él es
muy agradable, la llevará donde necesite ir ¿entendido? –La quedé mirando
asustada, esto se estaba descontrolando por completo –Señorita Elizabeth, ha
sido un gusto.
—Dime Lizzie, por favor –me estaba
incomodando que me tratara de otra forma.
—No puedo, son ordenes de mi jefe, usted
es alguien importante para él –rodeé los ojos.
¿Quién diablos se creía el Monstruo?
Tendría que verle la cara antes que cualquier cosa, ni siquiera sabía cómo era.
Lo había tocado, lo había sentido, pero ni siquiera podría reconocerlo si
pasaba por mi lado.
–Elizabeth,
le recomiendo que acate las ordenes, él es bastante exigente y todo lo que
dice, lo cumple –suspiré rendida, no permitiría que esto se saliera más de mis
manos y dañara a Sophia.
—Está bien –ella sonrió.
—Fue un gusto Elizabeth –asentí, aun incómoda
por toda esta situación. Dio media vuelta y se dirigió a mi departamento,
cerrando la puerta.
Baje escalón por escalón como si llevara
una mochila de cien kilos en mi espalda, me sentía miserable, realmente ya no
me sentía como Lizzie Green, sino como una desconocida que había perdido su
vida ¿Cómo había llegado hasta este punto? ¿Qué estaba ocurriendo en mi vida?
mierda, esta ya ni siquiera era mi vida en realidad.
Llegué al primer piso y salí de mi
edificio, sin saber si volvería a entrar. Noté que mi auto no estaba en el
lugar de siempre y en cambio había un Jaguar
XJ 2014 color negro… demonios, ese auto lo habíamos mirado con Damien un
día, habíamos quedado con la boca abierta por lo poderoso que lucía ese
automóvil.
La puerta se abrió y casi me dio un ataque al
ver que salía alguien de ahí ¿podría ser qué…?
— ¿Elizabeth? –dijo un tipo alto.
Me sonreía mostrando una hermosa hilera
de dientes color blanco brillante, su
sonrisa era reluciente y perfecta, aunque lo hacía ver más niño, no
podía suponer la edad que tenia pero sin duda era joven, moreno y con unos ojos
miel muy lindos. Vestía con un traje negro, camisa blanca, corbata oscura y una
gorra del mismo color. Se acercó hasta quedar al frente mío. Seguía con su
sonrisa.
—Mi nombre es Thomas Scott y soy su
chofer hasta que el jefe diga lo contrario –dijo estirando su mano hacia mí. La
tomé con desconfianza, pero luego de unos segundos pude notar que este chico
por lo menos sería más agradable que Tara y aquel bastardo.
Bueno bueno, por lo visto siguen gustando de este vampiro vikingo jajaja estan locas xD
Me encantaaaa!!! claro que me sigue gustando.. aunque es un bruto con Lizzie... es demasiado autoritario y da miedo... es completamente Sexy ;)
ResponderEliminarBesos gigantes!!!
XOXO
Jebus¡¡¡¡¡¡ no me acordaba de la asistente, pero ahora la recuerdo totalmente...bajita y aparentando ser mayor...en fin, debo decirte que me encantan los nombres que les diste Tara y Thomas, aun sigo teniendo problemas con el nombre de Max...pero me acostumbrare.. sigo agradeciéndote por decidirte a publicarlo.
ResponderEliminarHaaaa odio cuando amenaza
ResponderEliminarPobre be... digo lizzie y ya aparecio la enana
Me en canta es genial espero terminarla me gustan los nombres
ResponderEliminarMás personajes! Esto se esta poniendo bueno! Cada vez es más fácil verla como Elizabeth y no como la otra xD
ResponderEliminarNext