Capítulo 12
Dana abrió sus ojos y notó un agradable olor
a comida que llegaba desde la cocina del departamento de Ethan. La noche pasada
se había colado a su departamento luego de tener un altercado con Gabriel y decidió
que lo mejor era dormir en la cama de Ethan. Había sido una noche tranquila, lo
que llamó su atención ya que no había tenido una igual hacía mucho tiempo.
— ¿En qué
estás pensando? —se giró sobre la cama y miró hacia su izquierda.
Ethan
estaba recostado, mirándola con una sonrisa que borró por unos segundos los
pensamientos de Dana.
—Nada —dijo
ella revolviéndose en la cama y estirándose como si se tratara de un gato.
—Al parecer
has dormido bien —dijo sin borrar esa sonrisa de su rostro.
—Muy bien —respondió
rendida, no podía hacer nada para evitar sentirse bien estando a su lado, además
existía el hecho de que no deseaba comenzar el día mintiendo —no tengo nada que
decir y por lo que puedo oler, te has comportando como un buen vampiro
cocinero.
—Puede que
algo esté listo en la cocina —Ethan miró hacia la ventana, haciéndose el
interesante y observando el cielo cubierto de nubes negras — ¿Crees qué es
posible que hoy tengamos un día solo para nosotros?
—No —respondió
Dana de inmediato —me has tenido para ti solo por mucho tiempo, además tenemos
negocios que tratar, hoy deberían llegar la primera carga de armas, no son
muchas cajas pero son delicadas, por lo que llegaran por partes.
—Pero eso será
en la noche.
Ella frunció
el ceño, sin entender lo que quería Ethan.
— ¿Qué estás
tramando?
—Bueno,
dije que te quería llevar al cine ¿no? Hoy sería un buen día.
—No hablas
en serio —dijo sentándose sobre la cama, sorprendida con la idea de Ethan, en
todo momento había pensado que él bromeaba.
—Mi camisa
te queda muy bien —respondió Ethan, sonriéndole de forma coqueta —y no, no
estaba bromeando.
Ella abrió
la boca para responder un rotundo “NO” pero se quedó pensando unos segundos en
su actuar la noche anterior. Instintivamente se había acercado a Ethan a pesar
de repetir mil veces que no lo haría, también recordó como él se preocupó de
ella la noche pasada ante los vampiros. Si bien no le gustaba que decidieran
por ella, Ethan se había preocupado solo de su bienestar, no tuvo ningún
interés egoísta.
El ángel
negro suspiró y flexionó sus piernas para luego apoyar su mentón en las
rodillas, de esa forma podía esquivar la mirada de Ethan.
—Solo te
estoy invitando a ver una película, no es una propuesta de matrimonio.
—Mmm —respondió
ella, sin mirarlo. Para ella era mucho más que una propuesta, era algo íntimo,
salir sin tener un objetivo en particular, sin ir por la vida de alguien. Se
sentía intimidada y un tanto temerosa ¿de qué iban a hablar cuando se quedaran
solos? Aunque en una película no se hablaba.
—Dana,
luces preocupada. No es nada del otro mundo, tranquila.
—No es
sensato, teniendo a varios vampiros detrás de tu cabeza y… a Gabriel tras
nosotros.
—Eso no
importa, los vampiros no molestarán y Gabriel siempre mantiene las distancias,
no es relevante.
Ethan puso
especial atención en el cuello de Dana, que quedó expuesto al mover su cabello
blanco hacia un lado. El vampiro podía notar a la distancia que ella estaba
nerviosa, su yugular se notaba en el cuello, llamándolo para que la mordiera.
Eran tan blanca que con su aguda visión podía notar cada detalle en el cuerpo
de Dana.
Sin poder
controlarse, el vampiro levantó su mano para rozar la mejilla de ella. Era tan
tibia a su tacto, que de alguna forma lo hacía adicto a su piel. Solo se concebía
vivo al poder sentirla. No tener un corazón que latiera había dejado marcadas
en la mente de Ethan, aunque no las quisiera; sentirse vivo era todo un lujo,
sobre todo luego de despertar del mundo donde lo había mantenido Gabriel.
Dana no se alejó,
ni dijo nada, solo cerró sus ojos, disfrutando de la caricia de Ethan.
—Un día me
llevarás a donde viviste ¿está bien? tengo muchas ganas de conocer ese lugar.
Ella no respondió,
solo se mantuvo inmóvil, tratando de concentrarse solo en la caricia de Ethan.
—Aún tengo
sueño —dijo ella cansada —es temprano aun ¿cierto?
—Así es.
—Entonces recuéstate
—abrió sus ojos y miró atenta a Ethan.
—Bien —dijo
él, sin hacerse mayores problemas. Le iba mejor cuando hacia lo que ella decía.
Se recostó
en la cama y no pudo evitar sorprenderse cuando Dana se recostó a su lado,
apoyando su cabeza en el pecho de él, enredando sus piernas con las de él.
Estaba en
la misma posición que había pasado toda la noche, aunque ahora lo hacía de
forma consciente. Luego ella tomó su mano izquierda, recorriendo previamente su
brazo, logrando que él disfrutara con aquella caricia.
Las gotas
de la lluvia comenzaron a caer contra el vidrio, obteniendo un agradable sonido
que logró volver más pesados los parpados de Dana, tanto, que ni siquiera notó
que tenía su mano entrelazada con la de Ethan, antes de quedarse dormida.
Lilia
despertó y sus manos de inmediato buscaron a Adam, pero este ya no se
encontraba. Con el ceño fruncido se levantó de la cama y se puso lo primero que
pilló. Se dirigió a la cocina, pero su ángel caído tampoco se encontraba ahí. Luego
fue hasta el gimnasio pero no tuvo mejor suerte. Solo por instinto se dirigió
hacia la biblioteca secreta que tenían en casa, aquella que contenía los
secretos que muchos demonios querían, pero que no podían tener.
Bajo las
escaleras que se encontraban escondidas en el gimnasio de la gran casa y luego
se dirigió por el oscuro pasillo, hasta llegar a un gran salón, de dos pisos,
llenos de estanterías. No fue difícil para la Nephilim encontrar al ángel.
Adam se
encontraba sentado sobre la mesa principal, rodeado de libros. Aún estaba solo
con su pijama, un pantalón azul. Estaba leyendo un libro que se titulaba “Un cielo para todos”
— ¿Qué
haces leyendo eso? —preguntó Lilia, con el ceño fruncido.
—Nada —dijo
él de inmediato, dejado el libro cerrado sobre los otros. Había alrededor de
cincuenta tomos.
Lilia se acercó
sin decir nada, tomo uno de los libros, para luego hacer lo mismo con los
demás. No le fue difícil descubrir que estaba tratando de hacer Adam y se
sintió aún más mal con ella por provocar que él se sumergiera en ese proyecto.
—Adam ¿Esta
es la forma que pretendes llevar a cabo para ayudarme?
El ángel
caído estaba aún un poco dormido, estaba cansado tanto leer y no se encontraba
muy despierto como para encontrar excusas.
—Solo deja
que yo me encargue de ello ¿sí? Incluso tendremos el apoyo de Eric.
—Espero que
no sea lo que estoy pensando, Adam, porque ambos estarían en serios problemas —dijo
Lilia, frunciendo cada vez más el ceño.
—No habrá
problema, solo serán unos segundos, de esa forma podrás verla y despedirte.
Lilia abrió
sus ojos, sorprendida, si bien era lo que ella estaba pensando, que Adam lo aceptara
tan abiertamente la tomó desprevenida.
—Todo el
mundo sabe que está prohibido traer a los muertos de vuelta —dijo Lilia, aun
sin poder creer lo que decía Adam.
—Claro,
pero nosotros no somos todo el mundo, además solo será por un tiempo, Eric
igual nos apoya, él es experto en estos procedimientos, lo hará todo como debe
ser.
—No, Adam —dijo
ella cansada. Se dirigió hasta la silla más cercana y se sentó —esta no es la
forma y no puedo creer que Eric te esté apoyando en esto, es insólito, Arial
puede sufrir ¿no lo entiendes? Es imposible, no podría dejar que hicieras esto,
además ¿Qué sentido tiene? Solo podríamos verla un segundo y luego volveríamos
a estar tristes.
Adam
suspiró, cansado. Su idea le había parecido perfecta para ayudar a Lilia, pero
ahora que ella lo decía, comenzaba a parecerle una estupidez.
—Podría
dolerle —dijo Lilia, mirando hacia el hermoso techo pintado —sacarla de su hermoso
cielo para traerla al mundo donde vivió.
—Es cierto —susurro
Adam, finalmente recostándose en la mesa.
Lilia se
puso de pie y se acercó a Adam, mirándolo de pie mientras él estaba recostado
en la mesa. Podía ver su rostro al revés, notaba con claridad las ojeras bajo
sus ojos.
—No has
dormido ¿cierto?
Él negó.
—Aún es
temprano, Adam, no son más de las ocho de la mañana ¿No tienes hambre? —pregunto
Lilia, sonriendo. Ver cuánto se estaba esforzando Adam por ayudarla había hecho
que abriera los ojos.
No quería
preocuparlo.
—Mejor
vamos a desayunar.
—Pero… —dijo
él, mirando hacia un lado de la gran biblioteca.
—Nada de
pero… ven, conmigo, ahora —tomó de su mano y tiró de él para que lo siguiera.
Adam no
tuvo otra opción que hacer lo que le pedía su Lilia.
Cuando
salieron de la biblioteca un ángel salió de entre los libros. Eric también
estaba ayudando a Adam, pero se mantuvo en silencio cuando entró Lilia. Se sentó
en una de las sillas luego de dejar los libros sobre la mesa.
Su mordida
estaba tensa, todo su cuerpo se encontraba de la misma forma luego de haber
escuchado las palabras de Lilia.
—Arial…
Los ojos
color esmeralda de Eric se llenaron de lágrimas mientras sentía aquel dolor en
su pecho que parecía acompañarlo todos los días.
Dana estaba sentada en una de las cientos de
butacas, esperando que Ethan volviera a su lado. Le había dicho que se
adelantara mientras él le buscaba algo para comer.
—Debe creer
que estoy enflaquecida o algo por el estilo —dijo sonriendo, ya que siempre
buscaba algo para que ella comiera.
Aburrida de
esperar comenzó a mirar a sus lados, le era extraño estar en una cita cuando en
realidad nunca había tenido una. Y más raro era aún, que fuera con Ethan. Pudo
notar como las otras personas que iban en parejas sonreían y conversaban
alegremente mientras esperaban la película. Ella hizo una mueca de desagrado,
no se imaginaba siendo tan empalagosa con Ethan, en público ¿Qué pasaría si la
viera algún demonio o enemigo de esa forma? Perdería todo el respeto que había
ganado hasta ahora.
Sin embargo
cuando la cabeza de Ethan apareció entre las personas, no pudo evitar el
impulso de levantar la mano para que supiera donde se encontraba. Se sintió mal
al segundo después, más cuando vio la sonrisa de Ethan.
— ¿Por qué
tienes esa expresión?
—Se me hace
extraño estar así —dijo mientras recibía un montón de cabritas, solo para ella.
Ethan dejó una bebida a su lado.
—Es
completamente normal.
—Lo sé, por
eso…no hago cosas normales.
—Siempre
hay una primera vez, amor —dijo Ethan, tomando su mano y sonriéndole.
Dana lo
miro y no pudo evitar sorprenderse de la paciencia que le tenía Ethan. ¿Era por
qué la amaba? ¿La estaba engañando? No le importó la respuesta, simplemente
presionó, para sorpresa de ambos, la mano de Ethan.
—Ahora
ponte cómoda porque la función va a comenzar.
Los
primeros minutos de la película, Dana no fue capaz de relajarse, pero Ethan le
advirtió que no tenía otra salida ya que en definitiva, tendrían que estar ahí
dos horas y media. Era una película extensa y de acción, por lo que al final,
ella se rindió y comenzó a comer palomitas y beber de su bebida.
Treinta
minutos después estaba riendo sin mayor problema mientras que Ethan no había
tomado atención a nada de lo que sucedía en la gran pantalla. Solo sonreía y
miraba a Dana, muy pocas veces la había visto reír a carcajadas o sonreír por
tanto tiempo.
Al pensar
en ello, encontró que la vida de Dana era la más injusta que había conocido.
Sin
pensarlo otro segundo, se acercó a ella y besó su mejilla, era tan tibia al
tacto de sus labios.
Dana decidió
no tomar en cuenta lo que había hecho Ethan, se empecinó en concentrarse en la
película y poder seguir disfrutando el momento, pero el sonrojo de sus mejillas
no pasó desapercibido para el vampiro.
—Me gusta
cuando te sonrojas, me dan ganas de morderte —dijo él en su oído.
—Detente o
sino me largo de aquí —no se iba a ir, pero sin duda no quería que Ethan
tuviera esos gestos con ella, menos en público —compórtate.
Él se rio
de ella.
— ¿Desde
cuando eres tan pudorosa?
—Desde
ahora, así que cállate —dijo sin mirarlo. Comió más palomitas.
De verdad
que le incomodaba tener esos gestos ante los demás. En el pasado, jamás había
salido a una cita, ni tampoco tenía gestos románticos ante otras personas.
Ethan
cambió de lado la bebida de Dana y luego levantó la única barrera que lo
separaba de ella. Así él se acercó otro poco a ella, para susurrar en su oído.
— ¿Por qué
te pones tan nerviosa?
Ella se giró
a verlo, solo lo tenía a centímetros de distancia.
—Detente,
ahora mismo, puede haber un ser no grato en este lugar y no quiero que me vean
de esta forma contigo.
— ¿Ese es
el problema? —No dejo de mirar los ojos miel de ella — ¿Qué eres demasiado
famosa y malvada en el Inframundo? De esa forma no podrás relajarte nunca, además
¿Qué importancia tiene?
— ¿Me has traído
para hablar o para ver la película?
—Bien,
bien… —dijo él, volviendo a su asiento.
Ella volvió
a mirar hacia la gran pantalla, pero no se podía concentrar, las palabras de
Ethan quedaron grabadas en su cabeza ¿Qué importancia tenia lo que pensaran los
demás? ninguna.
La película
terminó y Dana no pudo evitar reír y disfrutar la función. Ethan no tomó mayor
atención en lo que sucedía ante él, solo se concentró en su acompañante y
disfrutó cada momento que ella parecía estar feliz.
Salieron de
la sala y ella no pudo evitar comentar lo mucho que le había gustado la
película.
—La mejor
parte fue cuando cayeron al lodo, me reí mucho —dijo ella sonriendo, caminando
junto a Ethan.
—Me alegro
que la hayas disfrutado, creo que hasta ahora no te había visto reír con tantas
ganas.
Dana iba a
responder con una frase desagradable, pero Ethan estaba en lo correcto, ella no
reía con mucha frecuencia. Darse cuenta de ello, no hizo más que entristecerla.
— ¿No te
apetece ir a cenar? Aún es temprano, ni siquiera anochece.
—Debemos
volver al trabajo, debemos…
—Nada,
realmente no tenemos que hacer nada, nadie nos obliga a buscar a Gabriel o
descubrir quién está detrás de los demonios que necesitan la Redención.
Era cierto,
Ethan tenía toda la razón, pero Dana no podía estar tranquila sabiendo lo que sucedía
alrededor de ellos.
—A menos
que quieras comer en casa, no tendría ningún problema en preparar algo.
Ella lo
miró sorprendida.
— ¿Desde cuándo
te has convertido en chef? Cuando tú podías alimentarte, ni siquiera cocinabas.
—Eso no
significa que no pueda hacerlo, menos si se trata de ti.
Dana dejo
de mirarlo, la hacía enojar cuando decía ese tipo de frases. Le daba a entender
que él haría todo por ella.
—No, iré a
mi departamento y luego nos reuniremos, para recibir las armas y recorrer
ciertos lugares donde nos puedan entregar información, creo que deberemos
recurrir a otros contactos, peces gordos.
—Creo que
Thomas no es una opción, no se encuentra en la ciudad.
—No hablo
de él —dijo ella cortantemente, apresurando el paso para salir del cine.
—Dana…
—No es
necesario que vengas conmigo, estoy segura que debes tener asuntos que arreglar
en tu trabajo, te he visto muy despreocupado.
—Bueno,
creo que mis prioridades han cambiado.
—Bien,
entonces ve por tu lado.
Ella
comenzó a alejarse de Ethan, con la excusa de ir a eliminar la basura de su
comida. Cuando la tiró al bote de basura, sintió que el vampiro atrapó su mano
y entrelazó sus dedos con los de ella.
— ¿Qué
crees que haces?
—Tomando tu
mano, me gusta tocarte y por ahora me sentiría muy bien si lo hago.
Ella quiso
soltarse, pero el vampiro era fuerte y además… tenía esa sonrisa que la
atrapaba con más facilidad cada día.
— ¿Por qué
no nos das una oportunidad?
Ella miró
hacia los lados, la gente los miraba curiosos. Ambos llamaban la atención,
Ethan con esa mirada profunda y esa sonrisa que robaba las miradas de las
chicas, mientras que Dana hacia exactamente lo mismo con los chicos.
—Este no es
el lugar para hablar algo como esto… suelta mi mano —dijo ella mirando a los
lados.
—No hay
nada malo en tomarte de la mano, anoche tú me tenías atrapado, en serio, no sé
si te vuelves en un pulpo cuando llega la luna, pero siempre me abrazas y
envuelves tus piernas con las mías, como si fuera tu peluche.
Las mejillas
de Dana se sonrojaron en un segundo, incluso comenzó a sentir calor. Todo
debido a la vergüenza que le provocaban las palabras de Ethan.
—Me
aseguraré de que eso no vuelva a ocurrir —dijo ella, con un tono de voz más
bajo, sorpresivamente tímida —si tanto te molesta.
—No he
dicho eso —respondió él, sonriendo, viendo como ella seguía sonrojada —no me
molesta para nada, incluso, me gusta.
Ella lo
miraba, sin encontrar las palabras adecuadas para que esa sonrisa se borrar del
rostro del vampiro, pero no podía encontrarlas. Estaba comenzando a
desesperarse por la actitud de Ethan, tan tranquilo, con esa mirada que le
trataba de decir que solo le importaba ella.
—Siempre
luces muy asustada cuando te digo lo que pienso respecto a ti, debes relajarte más
amor, así solo sufrirás de una crisis nerviosa.
—Deja de
decirme “amor” más cuando no estamos solos.
— ¿Entonces
solo puedo decirlo cuando estemos solos?
—No, ya
basta Ethan, no es gracioso —dijo tratando de soltarse, su mano no podía
escapar del agarre de Ethan.
—Necesitas
relajarte.
Antes que
ella pudiera decir algo, Ethan dio un paso hacia ella y sin más la besó, ante
toda la gente que caminaba a sus lados, quienes ni siquiera se preocupaban de
ellos, más que una par de chicos que no dejaban de mirar a Dana.
Solo fue un
beso que duro unos segundos, él tan solo había unido sus labios a ella y
acariciaba la mano de ella, con el pulgar. Dana no pudo separarse, ni siquiera
lo intentó, ya que le era fácil dar un paso hacia atrás y escapar de los labios
de Ethan, pero le gustaba mucho cuando él la besaba.
Ella estaba
empinando sus pies para poder estar más cerca de él, pero el vampiro se separó
de ella.
—Me gusta
que tu corazón lata más rápido cuando te beso.
Ella se
rindió, solo miro hacia un lado. Se sentía completamente humillada, odiaba
cuando caía tan fácil en Ethan… odiaba cuando él era tan dulce con ella, la confundía,
sobre todo los momentos donde él le mostraba lo lindo de llevar una vida
completamente normal.
—No te
enojes conmigo, solo por amarte.
—Oh ya basta,
ere tan cursi ¿es qué acaso ahora vas a brillar al sol?
—Y tú eres
rara.
A Ethan no
le molestaba que ella le llamara cursi, era con la única que se comportaba de
esa manera.
—Ahora es
mejor que volvamos al departamento, quiero hacerlo contigo antes de salir por
la noche.
Dana se quedó
con la boca abierta y no pudo evitar ponerse más roja cuando unas chicas los
miraron sorprendidas y luego comenzaron a reír. Ethan la dejaba sin fuerzas, no
podía luchar contra su descaro.
Solo se dejó
guiar por el vampiro mientras bajaban las escaleras mecánicas.
Adam aún
estaba escuchando como Lilia le decía las mil razones para no llamar a Arial,
sin embargo, él pudo notar el brillo en sus ojos ante la posibilidad de
despedirse de su mejor amiga y hermana.
—Lo haría
Eric, él es un experto.
—No es
correcto.
—Estoy
seguro que ella estará encantada, es prácticamente tu hermana.
Ella se sentó
en el sofá del Lucifer, habían pasado
para averiguar cómo estaban las cosas.
—Sabes que
también me preocupo por ella —siguió Adam —si propuse esta idea es porque estoy
seguro que todo saldrá bien.
—Ni
siquiera deberíamos estar pensando en esto, sino en lo que sucede a nuestro
alrededor. Están muriendo demonios injustamente.
Adam negó,
no le interesaba nadie más que Lilia.
—Esa no es
mi prioridad en este momento, además Dana y Ethan están en ello.
—Claro,
pero no podemos dejarlos solos.
Adam
aceptaba que Lilia tenía la razón, pero otra cosa muy diferente era tomar como
primer objetivo algo que no involucraba a su Nephilim.
—No es necesario
que también trabajes en esta misión, ni siquiera quieres hacerlo.
—Arial
murió para que la estúpida Era de la Redención comenzara, no dejaré que algo lo
arruine.
El ángel
caído no tenía nada que decir, ella estaba en lo correcto. Deberían trabajar en
ambas misiones, sin descanso.
—Bien,
bien, solo déjame pensar —dijo Adam tratando de buscar una respuesta a todo lo
que estaba sucediendo —todos dicen que es Gabriel, pero no hay pruebas, ni
siquiera los seres de la Luz han sido capaces de averiguar lo que está pasando
ni quien está detrás de todo esto… los sucesos ocurren en el lugar donde pueden
ascender.
—Eso está a
varios kilómetros de la ciudad, ayer iban a visitarlo Dana y Ethan, pero no
hemos escuchado nada de ellos.
—Bueno,
Dana no es estúpida así que si no fueron hasta allá, algo más importante debió
ocurrir.
Lilia miro
su celular al sentir que vibraba. Era un mensaje de Dana, justo en el momento
correcto.
“Con Ethan saldremos de la ciudad, tenemos que
ir en busca de información.
PD: Gabriel, el nuevo rey de los vampiros, envió
anoche una emboscada. Ethan acabó con todos”
Lilia se lo
mostró a Adam, quien de inmediato frunció el ceño y luego se llevó las manos a
su cara.
—Esto cada
vez tiene color de hormiga, odio cuando Gabriel actúa de esa forma, es igual a
Lucifer, nunca sabes para donde va.
—Quizás
solo está detrás de Dana, ya sabes como es.
—O puede
estar distrayéndonos, incluso, si nos volvemos un poco paranoicos podría pensar
que Gabriel es solo parte del plan de Lucifer para distraernos. Quiere a Dana y
puede estar usando otras técnicas.
Lilia se sentó
en el sofá.
—Esto es un
infierno ¿Qué haremos?
—Gabriel,
rey de los vampiros… —dijo pensativo Adam —puedo suponer a donde va Dana y
Ethan en estos momentos.
— ¿A dónde?
—Lilia estaba confundida.
—Este
planeta tiene muchos seres del Inframundo y todos tienen ideas diferentes, es
igual que los humanos con la religión, hay diferentes líneas… con los vampiros
sucede lo mismo, específicamente con ellos, son el clan más grande, los
encuentras por todas partes.
Ella
suspiro, no entendía nada.
— ¿Qué
quieres decir?
—Que Dana y
Ethan irán a ver a ciertos vampiros que no son parte ni de la Luz o la
Oscuridad, tienen sus propios mandatos y gobierno, sus propias reglas.
La Nephilim
lo miro sorprendida
— ¿No Luz
ni Oscuridad?
Adam
asintió.
—Algunos ni
siquiera creen en un ser superior.
Los ojos de
Lilia se agrandaron.
—Interesante
¿Qué dice Lucifer sobre ello?
—Nada,
mientras sigan siendo seres que beben de seres humanos, él sigue feliz. Ni
siquiera Azazel o Gabriel los molestan.
Lilia negó,
cansada.
—Como sea,
debemos comenzar por lo principal, busquemos a nuestro único contacto seguro
con el Inframundo.
Adam frunció
el ceño, ya sabía de quien estaba hablando.
—Ni
siquiera sabemos si Thomas se encuentra en la ciudad.
—No te
preocupes —dijo Lilia, tomando su teléfono —si no está, llegara en minutos. Me
lo debe.
Espero a
que alguien contestara a su llamado. Solo escucho dos pitidos.
— ¿Lilia? —preguntó
Thomas, con cierto cuidado.
—Thomas
¿Estas en la ciudad? Necesito preguntarte un par de cosas.
Ella
escuchó como él suspiraba al otro lado.
—No estoy
en la ciudad, pero ya sé de qué quieres hablar.
Lilia
sintió como su corazón comenzaba a latir más rápido. Thomas había sido su amigo
durante décadas, incluso habían sido novios. Su traición le había dolido mucho.
El haber estado involucrado en la muerte de Arial era imperdonable, pero le sorprendió
darse cuenta que extrañaba la voz de Tom Tom.
—Entonces
dime lo que sabes —dijo ella, con un tono triste.
—Primero
que todo, si te doy información privilegiada sobre esto, deberás acceder a que
tengamos una conversación.
—No —dijo
ella de inmediato.
—No has
permitido que me explique, Lilia.
Ella miro a
Adam, que la observaba intrigado.
—Solo te
pido un encuentro, para poder decirte todo.
Lilia
estaba moviendo su pie constantemente contra el suelo.
—Lilia… por
favor.
—Dime
primero lo que sabes y luego lo pensare.
Escucho
como Thomas suspiraba, pero no demoro en responder.
—No es
Gabriel quien está detrás de todo esto, su objetivo es mi querida hermana.
Para Lilia
era extraño saber que Dana y Thomas estaban relacionados.
—Estuve
investigando sobre los sucesos en la Montaña del Perdón, pero hay algo que no está
claro, solo pude averiguar que no es Gabriel quien está involucrado en todo
esto.
Lilia miro
a Adam, como si de esa forma pudiera comunicarle todo. No era necesario, él
podía escuchar la conversación.
—La ciudad
no es segura ¿sabes? Decidí tomarme unas vacaciones, solo por un corto tiempo,
manejar los negocios a distancia.
La Nephilim
frunció el ceño. Thomas no le temía a nada.
— ¿Es
peligroso?
—Si están
hasta el cuello con esto, les recomendaría que sean cuidadoso, quien está
detrás de aquellas muertes, es muy astuto.
—Bien,
adiós.
Antes que
Thomas dijera algo más, ella corto.
—Me sigue
sin agradar que él tenga ese poder sobre ti —dijo ella, recordando el trato que
había hecho Adam con Thomas.
—Sí, bueno,
he sido cuidadoso, si he estado preocupado por ti es solo para salvar mi alma.
Aquello
hizo sonreír a Lilia.
—Eres
malvado.
— ¿Estas
bien? —pregunto él, con el ceño fruncido.
—Sorprendentemente
sí, estoy bien —Lilia miró sus zapatos —no es Gabriel.
—Lo
escuche, estamos en problemas, siempre es más fácil culpar a Gabriel.
—Es cierto.
Adam se
acercó a Lilia y se sentó a su lado, rodeándola con su brazo. Ella apoyó su
cabeza en el hombro de él.
— ¿No
dolería? —pregunto Lilia sin previo
aviso.
Adam sabía
exactamente lo que ella estaba preguntando.
—Ni un
poco, Eric lo hará con cuidado, él la ama.
Haber hablado
con Thomas efecto a Lilia mucho más de lo esperado.
Dana iba
por el aire y Ethan por tierra, ambos a una velocidad impresionante, aunque el
vampiro quedaba atrás cuando el ángel se dejaba llevar por sus capacidades.
Ella era súper rápida.
Ambos se
dirigían hacia la ciudad más cercana, para poder ubicar a los contactos de
Dana, debían averiguar que sabían sobre los sucesos en el Inframundo,
necesitaban expandir sus horizontes y Dana sabía exactamente con quien hablar.
Con alguien que no estuviera involucrado en la eterna guerra del bien y el mal.
Les tomo un
poco más de tres horas llegar hasta su objetivo, como los seres del Inframundo vivían
más de noche que de día, no era un problema llegar pasada la medianoche hasta
su objetivo, además no molestarían más que solo unos minutos.
Dana quería
saber que otras posibilidades habían además de Gabriel. El rey de los vampiros
parecía más concentrado en hacerles la vida imposible que en asesinar a
demonios que buscan la Redención, además Lucifer ni siquiera se había aparecido
ante ella para hablar sobre algo que lo conectara.
Dana comenzó
a recordar la conversación que tuvo hace poco con Ethan.
—Si sabemos
que no es Gabriel, no importa —le dijo a Ethan mientras recibían las cargas que
los hombres lobos habían enviado hasta ellos —el verdadero problema sería no
tener una opción b.
—Acéptalo
Dana, tu solo quieres pasar más tiempo a solas conmigo.
En ese
momento habían dejado de hablar, Dana puso los ojos en blanco y luego se dirigió
hacia los otros hombres lobos. Les pidió que pasaran a dejar algunos paquetes
al Lucifer, pero que la discreción
era de suma importancia.
— ¿Por qué
te vuelves tan fría conmigo? Hace unos minutos estabas muy sonrojada y tu boca
no dejaba tranquila la mía —dijo Ethan, cuando se quedaron solos.
Ella le dio
la espalda.
—No seas
imprudente.
Ethan
notaba los hombros descubiertos de Dana, las marcas en sus hombros, lo ajustado
de su ropa deportiva, que dejaba expuesta la zona central de su espalda, lista
para volar si era necesario. Llevaba su cabello blanco en un perfecto moño. Sin
embargo, sus manos temblaban. No era como si tuviera el poder de manejar el
frio o de controlar su propia temperatura.
—Tienes
frio —dijo abrazándola desde atrás, teniendo cuidado de no tocarla con sus frías
manos.
— ¿Qué
haces? No se te… —se quedó en silencio al sentir como él se separaba de ella
para luego abrir su abrigo y compartirlo con ella.
—Es irónico
que sea yo quien use un abrigo, ni siquiera siento frio.
Dana sintió
lo calentito que era aquella prenda, cubría sus brazos y comenzaba a sentir más
calidez. Sin embargo su corazón no dejaba de latir con fuerza porque contra su
espalda, tenía el pecho de Ethan.
—Me gusta
como tu cuello queda expuesto, cuando te tomas el cabello —dijo él, en el oído
de Dana. Luego se acercó rozo sus labios en la sensible piel de su ángel caído.
—Detente,
alguien puede estar rondando.
Sus
palabras no tenían sentido con sus acciones, ya que sin que Ethan se lo
pidiera, ella apoyo su cabeza en el hombro de él, dejando su cuello aún más
expuesto. Sabía muy bien que efecto tenía en él dejar esa zona a su alcance.
—Tuvimos un
momento muy agradable luego del cine ¿no?
—Ya, para.
Los besos
de Ethan no se detenían, ahora mordía el lóbulo de su oreja.
— ¡Basta! —ella
lo empujo cuando sus alas se expandieron, pero Ethan estaba preparado, la tomó
del pie antes que se alzara lo suficiente y luego la hizo bajar de un solo
movimiento. Era fuerte.
—Bien, solo
uno más.
Antes que
ella pudiera objetar, rodeó su cintura con las manos y la acercó a ella. La
besó.
Dana solo
pudo cerrar sus ojos mientras sus labios se movían con lentitud contra los de
Ethan. Le gustaba besarlo, sin duda alguna y más cuando él lo hacía primero,
como ahora… y como la mayoría de las veces.
Sus labios
eran fríos, pero de alguna forma se volvían cálidos cuando tocaba los suyos,
ella no sabía si era su percepción o si le pasaba algo de su propio calor, al
vampiro. Las manos del él no se quedaron tranquilas, fueron subiendo hasta
apoyarlas en su cuello, para dominar aún más aquel beso.
—Ethan ya —dijo
ella en un momento, dando un paso atrás, con sus mejillas sonrosadas y con sus labios
pidiendo más de Ethan —para… —susurró, mirando hacia abajo, apoyando su frente
en la mejilla de él.
Ethan sonrió,
le gustaba cuando ella se rendía por unos segundos y dejaba esa actitud
defensiva.
— ¿Por qué?
—pregunto él, rozando con sus pulgares el cuello de ella.
—Porque
después haces que no me pueda controlar, ya basta, por favor.
Pidió sin
mirarlo y casi con su susurro de voz. Estaba luchando contra sí misma para no
dejarse llevar, para no seguir besando al vampiro o siquiera para no seguir tocándolo.
—Muy bien —dijo
él sonriendo.
Ahora ambos
iban en busca del plan b, ya que si bien Dana no se había criado con su padre,
lo conocía un poco y le parecía demasiado extraño que él no se hubiese
involucrado directamente en este asunto. Perder demonios era un cosa, que
incluso pasaba constantemente debido a los ángeles que eran la principal causa
de bajas demoniacas, pero si Lucifer se enfrentaba a una traición meditada y en
sus terrenos… y le molestara, el mismo se encargaría de acabar con dicho juego.
Dana lo estaba
sospechando desde que Eric vino con las malas noticias, pero hasta ahora no
tenía ninguna prueba consistente. Aunque el hecho de que Gabriel estaba
concentrado en otros asuntos, era un buen indicio de sospecha.
Pudieron
ver, cerca de las dos de la mañana las luces de la ciudad. Solo pudieron
avanzar unos minutos más hasta llegar a las cercanías del lugar y comenzar a
comportarse como seres humanos.
—Al parecer
hay algún tipo de festival —dijo Ethan, con el ceño fruncido.
Al vampiro
no le gustaba estar rodeando de tantos humanos, le daba sed.
—Así es,
compórtate ¿sí?
Dana y
Ethan entraron a la gran ciudad, sumergiéndose en las luces, las risas y la
sangre. Si bien una festividad era motivo de alegría, también una agrupación de
personas tan grande provocaba que se reunieran muchos demonios, seres del
Inframundo e incluso ángeles, además de todas las almas perdidas que seguían
aferradas a sus seres queridos.
Tan solo al
entrar a la ciudad, Ethan sintió un dolor de cabeza, lo que era inusual en un
vampiro, sin embargo, no demostró nada a Dana.
—Solo son
unos minutos más, si encontramos las calles vacías, podremos avanzar más
rápidamente —dijo ella.
— ¿Cómo
sabes dónde está tu misterioso contacto?
—Digamos
que es un poco trabajólico.
—Pero
tampoco sabes si te ayudará o no —al vampiro no le hacia ninguna gracia hacer
este viaje para ver a una de las fuentes de Dana, usualmente eran personas con
las que estuvo involucrada de alguna forma.
—Porque no
se puede resistir a algo que solo yo tengo.
Ethan quiso
decir algo más, pero el dolor de cabeza aumentaba. Demasiadas personas cerca de
él, no podía soportar bien el hecho de la sed natural en él y ver todos esos
seres que supuestamente no deberían ser vistos, menos por un vampiro.
— ¿Estas
bien? —preguntó Dana mientras se mezclaba entre las personas para seguir
avanzando.
—Si ¿Cuánto
falta?
—No mucho —dijo
ella, con su ceño fruncido, sospechando de la actitud tan tranquila por parte
de Ethan, no era de los que aguantara mucho tiempo en silencio o con sus manos
quietas.
Ethan
miraba a su alrededor, viendo como los humanos ignorantes seguían un montón de
carros alegóricos, sin darse cuenta de los seres que tenían a su alrededor.
Cuando
cruzaron a la calle de al frente, Ethan pudo notar como un vampiro tenia
acorralado a un joven, del cual bebía. Tuvo que mojarse los labios con su
lengua al sentir que se le hacía agua la boca.
—Bien, creo
que desde acá puedes ir más rápido ¿sí? —Dana se metió a un callejón sin
esperar a Ethan, dejo que sus alas se extendieran y se elevó en una fracción de
segundo hacia el oscuro cielo.
Gracias a
su vista vampírica, no tenía problemas para poder ver por dónde iba Dana, así
que la siguió sin dificultad, aunque, no transcurrió mucho tiempo cuando pudo
ver que ella se detenía sobre la azotea de un gran edificio.
Ethan llego
en cosa de segundos a la puerta del edificio, pero se quedó inmóvil al ver a
una chica solitaria caminando a un par de metros. La calle estaba desolada.
—Solo será
un bocado —dijo para sí mismo —no tomara ni un solo segundo.
Corrió en
un segundo hacia la chica, que lo miro sorprendida, pero no gritó, solo se quedó
quieta mientras Ethan la llevaba a la oscuridad. El vampiro descubrió sin aviso
alguno su cuello y cubrió los ojos de ella para que no lo mirara; no estaba
siendo delicado como las veces anteriores, sino que ahora quería tomar lo que
necesitaba.
Enterró sus
dientes en la piel de aquella muchacha, que ni siquiera grito o lucho para
liberarse de él. Bebió sin consideración. Era cierto que no había pasado mucho
tiempo desde que se había alimentado, pero desde que había entrado a esta
ciudad su sed había aumentado el doble.
—Gracias —susurró
antes de desaparecer, sin siquiera constatar el estado de la mujer.
Se
reencontraron en el último piso del edificio. Dana lo esperaba con el ceño
fruncido.
—Lo siento,
tuve un contratiempo —dijo él para justificar su demora — ¿ya hablaste con tu
contacto?
—No, te
estaba esperando —los ojos de Dana se abrieron de forma repentina y luego se
acercó hasta Ethan —eres un tramposo, vampiro —pasó bruscamente su pulgar por
el mentón de Ethan —no es bueno que te vean con sangre de vampiros en los
labios.
Ethan la
miró confundido, no estaba entendiendo nada. Él no había mordido a un vampiro.
Ella se
giró y se dirigió hacia la puerta de una oficina. El nombre estaba en una placa
plateada.
— ¿Quién es
Alexander Lenardis? —pregunto él.
Dana abrió
la puerta, pero se giró hacia él.
—Hasta lo
que sé, es el gobernador de los vampiros… te explicaron que no todos son Luz y
Oscuridad ¿no?
Antes que
Ethan pudiera negar lo que ella decía, otra voz llego hasta ellos.
—Déjame
corregirte, Alexander es el ex gobernador de los vampiros.
Ethan se giró
para ver a la dueña de esa voz.
—Mi nombre
es Victoria Lenardis, gobernadora de los vampiros y esposa del que se encuentra
al otro lado de esa puerta.
Ethan
sintió que su muerto corazón caía al suelo. Aquella mujer era a quien había
mordido hacía solo unos minutos.
Taraaaaaaaaaaa habra un leve cameo de nuetros gobernadores preferidos, me gusta esto de unir historias jajaja, pero ya veran que gracias a la participacion de Alex y Viky, si bien es corta, es muy fructifera para los protagonistas de UAN ya que saben que nuestros gobernadores son muy buenos investigando :D Ahora les dejo un adelanto del proximo capi (si, me porte mal y estuve escribiendo un monton jejejej)
— ¿Adam? —Pregunto
ella al ver que una sombra se acercaba hasta la cama mientras la luz seguía
aumentando, tanto, que comenzó a iluminar toda la habitación — ¿Qué…?
Antes que
alguien pudiera seguir diciendo algo, una figura comenzó a formarse gracias a
la luz que liberaba el símbolo en la alfombra.
ooowww por fin llegara la aparicion de nuestra querida y entrañable Arial. ¡Saludos y comenten para ver que aun quedan lectores por esto lados! ojaoa
Aaaaaahhhhhhhhhhhhhh
ResponderEliminarIncreible van a salir victoria y alexander
Que va a pasar con lo posesivo de alexander
Cuando se entere de que su victoria sirvio de alimento
Duper regresa arial
Algo me dice que es una sorpresa quien esta detras de las muertes