Capítulo 7
“Juegos”
Santo dios, de verdad la tal Mary, que
pensé que sería un buen reemplazo, dejó todo mal en mi computador y además no
encontraba algunos archivos, tendría que llamar a Arthur de informática para
que viniera a recuperar lo que se había perdido, espero que Jennifer me ayudara
en eso ya que era su novio.
Pasé todo el santo día tratando de
arreglar el desastre, por lo que me salvé de ir con Sophia y Jennifer a
almorzar, mi excusa era buena por ahora, aun no se me ocurría nada digno de
credibilidad y el tiempo no estaba de mi lado. Pero todo lo que sucedía en el
trabajo y las chicas no era nada, absolutamente nada comparado con ver entrar y
salir de la oficina al tal Maximiliano Blake, me tenía cansada, cada vez que
pasaba por delante de mí tenía que estar atenta a no mirarlo, lo que no fue del
todo negativo, ya que dupliqué mi rendimiento de trabajo.
Nuevamente eran más de las ocho de la
tarde, por lo menos aun no oscurecía, creo que si tenía que llegar a casa del
Monstruo, desde ahora, me tomaría trabajo extra.
Fui a la sala de fotocopias para pasar
unos papeles que Ezequiel necesitaba, gracias a Dios no era la montaña de la
otra vez o sino terminaría mucho más tarde.
Suspiré mientras pasaba las hojas, al
estar sola me sentía intranquila sabiendo que Sophia y Jennifer no estaban en
el mismo edificio, ya que aunque estuvieran en diferentes pisos me daban cierta
seguridad en días como estos, donde un Monstruo me había capturado. ¿Por qué
era tan tarde? tenía sentimientos encontrados, por un lado deseaba irme de este
lugar desolado, pero llegar a ese frío piso, no me entusiasmaba ni un poco.
—Trabajando hasta tarde otra vez —me
puse rígida al escuchar su voz desde atrás.
—Si –fue lo único que dije, no me quería
voltear. Gracias a Dios pasaba la última hoja. Me volteé y fui directo con la
cabeza baja hacia la puerta –permiso –dije al notar el cuerpo que estaba
interfiriendo en mi camino.
Tensé mi mordida, no era bueno estar
gritándole al hijo del jefe, menos cuando este también era tu jefe. Maximiliano
Blake no era ningún supervisor, sino que era el vicepresidente de Blake Ltda.
Además de manejar la compañía que se encontraba en Londres, y como actividad
extra era acosador de secretarias.
Me tendría que cambiar de trabajo si
esto seguía así, parecía ser acoso sin duda alguna, aunque si lo viera de otra
perspectiva, quizás solo sería un jefe cabrón molestando a su empleada, ya que
él no había hecho nada realmente serio, solo evitar un grito de mi parte la
noche que lo encontré en la oficina de su padre.
Max, como siempre le decía su padre, se
movió y me dejó pasar, fui con el alma colgando en un hilo cuando me tocó ir a
la oficina de mi jefe para dejar los papeles dentro de la carpeta de reuniones.
Cumplí con mi misión, pero me quedé helada al ver que Max estaba sentado
tranquilamente en el sofá, ni siquiera sentí cuando llegó ahí.
—De verdad la hago sentir incómoda, solo
estoy jugando —dijo gracioso.
—Si ¿hay algo que necesite? ahora me
retiraré.
—Te vas tarde ¿siempre te quedas hasta
esta hora trabajando? –negué.
Al mirarlo, pude apreciarlo como había
deseado hacerlo todo el santo día, era increíblemente atractivo, de verdad,
pero se sabía que en esos territorios no había que jugar, él era peligroso. Él
era una invitación peligrosa, técnicamente mi jefe.
— ¿Algún motivo del por qué quiera
llegar tarde a su casa? hoy en la mañana noté que tiene un chofer, mi padre no
le debe estar pagando tan mal –me tensé de inmediato, no tenía excusa aun para
lo que me estaba sucediendo, hoy en la noche moriría pensando en una, si es que
no moría por culpa de ese Monstruo que me estaba esperando.
—Eso no es de su incumbencia, por lo
visto no necesita nada más –él tensó su mordida y cerró los ojos, como si se
tratara de concentrar. Para cuando abrió los ojos yo iba hacia la puerta.
—Solo le estoy haciendo una pregunta
–aunque me tratara todo el tiempo respetuosamente, no creía que él de verdad me
respetara, era imprudente y mal educado.
—Bueno, entonces yo le respondo, no es
de su incumbencia, Sr. Blake –él sonrió.
—Me puedes llamar Max.
—Eso no es apropiado, Sr. Blake.
— ¿Es qué acaso te divierte ir contra la
corriente? –Fruncí el ceño sin entender –siempre me lleva la contra, solo estoy
conversando ya que mi comportamiento fue realmente precario días atrás –no pude
evitar sonreír por lo que dijo ¿estaba bromeando conmigo? –eso está mejor, sabe sonreír.
—Lo siento, pero me tengo que ir, que
descanse —me iba a retirar, pero él me volvió a hablar y el teléfono comenzó a
sonar al mismo tiempo. Max se apresuró y contestó desde escritorio del Sr.
Ezequiel.
—Si —dijo cuando contestó –más tarde —
escuchó algo más para luego seguir –si, está aquí, te la paso.
—Es para ti, un tal Thomas —me tensé al
escucharlo ¿Por qué se quedó conversando con él? Me apresuré a ir hacia él y
tomé el auricular.
— ¿Hola?
—Srta. Elizabeth –era Thomas, sin duda.
—Dime, yo ya voy a salir, siento si has
esperado mucho.
—No ha sido ninguna molestia, solo
quería verificar que seguía dentro del edificio y no había escapado.
—No, Tara me dejó en claro que no debía
pasar eso.
—Ya veo, muchas gracias –no sé si estaba
en lo correcto, pero ese agradecimiento
lo estaba diciendo de forma honesta.
—Está bien, nos vemos en treinta minutos
abajo ¿sí?
—De acuerdo –corté y dejé el auricular
en su lugar.
—Elizabeth —dijo Max llamando mi
atención. Realmente no lo hizo, estaba pensando en que tenía que ir a ese lugar
de nuevo y no sabía por qué, pero una ola de calor pasó por todo mi cuerpo, me
estaba volviendo loca –Elizabeth –dijo cambiado su tono, pero después tosió.
—Dígame —él miró la oficina.
— ¿Qué te parece esta oficina? eres
mujer, debes tener mejor gusto que mi padre y yo juntos, últimamente he pensado
que merece una remodelación –debía estar
bromeando y yo me tenía que estar volviendo loca ¿Cómo podía llegar a mi mente
ese sueño que me dejó bastante alterada? Mordí mi labio, nerviosa.
Pude ver como una leve sonrisa se
marcaba en los labios de Max.
—Está bien y no dude que seguro mi gusto
es peor que el suyo —él frunció el ceño.
Me puso más nerviosa, tenía que salir de
aquí rápido.
—Permiso, ya me tengo que ir, me están
esperando.
—Pero Elizabeth —lo miré –con mi padre
queremos cambiar algunas cosas por aquí ¿le parece que ese sofá va bien por
ahí? ¿Es el color adecuado? ¿Si usted fuera nuestro cliente se sentiría bien?
—Nadie se sienta en ese sofá, Sr. Blake,
solo usted y su padre.
—Bien ¿y qué sucede con el escritorio
entonces? –pasó suavemente su mano por
la madera oscura.
Cerré mis ojos al recordar como pasaba
sus manos por mis piernas en mi sueño y como besaba mi cuello sobre el escritorio ¿Qué me estaba
pasando por Dios? Me debía controlar.
—Acérquese —me sonreía como si de alguna
manera tuviera algún poder sobre mí.
Fui como la idiota que descubrí hoy que soy y
me quedé a su lado.
—Toque –tomó mi mano sin previo aviso y
la llevó a la madera. Al sentir su mano lo quedé mirando sorprendida, estaba
bastante fría, aunque la mía igual, ya que la calefacción se había apagado y
hacía mucho frío.
—Está bien —dije mirándolo mientras
alejaba mi mano de la suya.
— ¿Le gusta este estilo de madera? —
¡Dios! No me podía concentrar en lo que él decía, solo me quedaba como idiota
mirándolo ¡¿Qué sabia yo de estilos de madera?!
—Si —esquivé su mirada y me fijé en el
escritorio, sentí como se acercó despacio hacia mi –me tengo que ir –dije casi
susurrando.
—Lo sé —cerré mis ojos al sentir su voz
en mi oído. Lo miré ahora que estaba tan cerca, tenía su rostro a centímetros
del mío. Demonios, se veía aun más grande de lo que era, su espalda ancha
parecía ser un muro y sus ojos oscuros no dejaban de verme.
Mis labios estaban completamente secos,
ya que estaba respirando pesadamente por la boca. Hasta había perdido la capacidad
de respirar normalmente. Con cuidado llevó su mano a mi cadera, dejándome entre
el escritorio y él, Dios esto era igual que en mi sueño.
—Me tengo…
—Que ir, lo sé —levanté la vista hasta
quedarme mirando sus ojos negros. Segundo después de pasar a tomar su mano que
sujetaba mi cadera para alejarlo, él me cogió con ambas manos e hizo que me
sentara en el escritorio, con una facilidad impresionante.
—No —dije apenas, palabra que salió como
un débil susurro. Él apoyó su frente junto a la mía, iba a morir por culpa de
esa mirada, me estaba mirando como si fuera su presa y yo no estaba haciendo
nada para dejar de comportarme como una.
—He notado como se pone nerviosa conmigo
cerca, Elizabeth—fruncí el ceño y esquivé su mirada. No me gustaba que fuera
tan arrogante, me recordaba al infeliz de las noches pasadas, maldito Monstruo.
Al pensar en eso me puse helada y me di cuenta
donde estaba y con quien. Lo empujé y me separé de él, bajándome rápidamente
del escritorio. ¿Cómo demonios llegué ahí?
—No —dijo tomando mi mano, evitando que
me fuera. Lo mire y negué.
—No puedo, ni quiero —él me miró
gracioso de un momento a otro, lo que me confundió.
— ¿Por qué no puedes? ¿Es qué acaso le
debes ser fiel a alguien? –me quedé pensando en su pregunta, no, no tenía que
serle fiel a ese Monstruo, pero tampoco quería sentirme una zorra malvada y sin
escrúpulos. No me iba a acostar con mi jefe.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, al
darme cuenta que yo estaba actuando bien con una persona…perdón, con un
Monstruo que ni siquiera conocía o sabía su nombre.
—No llores –dijo fríamente, soltando mi
mano, pero me llamó la atención como se refirió hacia mí, me estaba tuteando.
—Es algo que no sabrás, algo mío, a ti no te conozco, eres raro y me
asustas, así que adiós y no me sigas –corrí hacia la puerta y lo dejé solo.
Menos mal que no se atrevió a seguirme.
Tomé mi bolso dejando el computador prendido y salí corriendo por la puerta de
las escaleras.
No me demoré tanto en llegar a donde
Thomas, todavía estaban corriendo mis lágrimas por las mejillas. Entré sin que
Thomas notara que había bajado de la oficina.
— ¡Srta. Lizzie! no la vi, lo siento
–asentí y sequé mis lagrimas — ¿Está bien? ¿Le han hecho daño? –lo miré como si
fuera el hombre más estúpido en el planeta.
—Estoy secuestrada por tu jefe, un
monstruo del que no conozco su nombre y del que ni siquiera reconocería su cara
si lo viera ¡y me estoy comportando como una persona decente con él! claro que
estoy mal Thomas.
—Lo siento, Srta. Lizzie –no le dije
nada y menos lo haría cuando mi celular comenzó a sonar. Lo tomé y era un
número desconocido.
— ¿Hola? –dije aun con la voz ronca por
tratar de tragar las lágrimas.
—Hoy podrás dormir bien, Green –me quedé
helada al escuchar su voz.
— ¿Eres tú? –dije asustada.
—Claro que soy yo, ningún hombre te
llama Green ¿o sí?
— ¡Maldito Monstruo! –su voz se
escuchaba rara por el teléfono.
—No empieces, no estoy de humor, solo te
informo que dormirás tranquila y que hay un paquete en tu cama para la fiesta
de mañana, recuerda que debo mostrarles a todos que eres mía –sin decir nada
más cortó.
—Maldito psicópata —dije cansada
–vámonos Thomas –este asintió y partimos.
Sequé las lágrimas en el camino. Por lo
menos el psicópata se dignó a decirme que dormiría tranquila.
Bajé del auto y no me despedí de Thomas.
Fui a la puerta de las escaleras, me saqué los tacos para llevarlos en la mano
y me dediqué a subir cada escalón. Me quedé más de media hora sentada en uno de
estos cuando llegué al piso del Monstruo. No quería entrar, así que aproveché ese
momento de privacidad, en las escaleras de servicio.
No podía creer que todo esto me
estuviera pasando, necesitaba tener una conversación con ese Monstruo, ¿Qué
esperaba? ¿Qué me acostara para siempre con él? ¿Sin ver o saber nada sobre él?
Como fuera, entendía que mañana podría verlo, pero ¿Qué sucedería después?
Suspiré cansada, solo quería dormir,
además ¿Qué demonios le pasaba a Maximiliano Blake conmigo? Ese tipo si era
raro, pero era tan atractivo que nublaba mi concentración al cien por ciento
¿Qué iba hacer? Aunque dudo que me busque otra vez, con ese espectáculo de
drama que pasó en la oficina del Sr. Ezequiel.
Abrí la puerta de las escaleras y llegué
a ese increíble departamento, siempre me preguntaba ¿Cómo es que no había más
gente aquí?...era el último piso, no había puerta ni nada, llegabas directo
desde el ascensor ¿nadie se equivocaba y llegaba aquí?
Todas las luces estaban prendidas, pasé
por la sala y un olor familiar vino a mí. Miré hacia la cocina y había un plato
con una nota. Me acerqué y tomé el papel que estaba doblado por la mitad al
lado del plato.
“Tienes
que tener hambre, día ocupado” me
quedé con la nota en la mano, era de él, no de Tara o Thomas, para comenzar no
dijo quién firmaba la nota y segundo, me trató de tú, así que tenía que ser él.
Levanté la tapa del plato que estaba
cubierto y había un café con un gran pedazo de tarta de manzana. Dejé mi bolso
al lado y tomé el tenedor, para disfrutar de aquella delicia.
Terminé de comer y dejé todo en el
lavaplatos para después limpiar lo que ensucié en esa tecnológica cocina. Solo
busqué un paño y lava lozas. Fui feliz,
no necesitaba un lavavajillas para un solo plato y una taza.
Tomé mi bolso y me fui a la habitación.
Prendí la luz y suspiré, el psicópata tenía razón, había un paquete en la cama.
Dejé el bolso en esta y vi la caja color violeta, envuelta por un gran lazo
color blanco.
Lo desenvolví sin cuidado y abrí la
caja.
—Esto debe ser una broma –tomé el traje
y lo levanté –no puedo usar algo así, es irónicamente estúpido –suspiré y lo
guardé donde estaba. Fui al armario y dejé la caja en un estante guardada
–idiota… —no pensaba ir así.
Alto, yo no iba a ir a esa fiesta, me
era imposible, no me metería en la boca del lobo, ahí habría más personas como
él, más vampiros. Debía ser realmente peligroso, quizás harían un festín de
humanos. La fiesta Masquerade era una de las fiestas más reconocidas dentro de
la ciudad, había gente importante, tanto sea de un circulo político, como
social y claramente ahora se incluía el circulo vampírico, no me iba a
involucrar con personas peligrosas, ya me bastaba con una. Aunque si no iba ¿él
me obligaría? Además deseaba ver ese rostro de una buena vez.
Eran más de las diez de la noche y mi
celular comenzó a sonar, era Sophia, Nathalie y Jennifer, no le conteste a
ninguna, no tenía excusa para mi repentina mudanza. Gracias al cielo que no
tenía una madre cercana para que me atacara con preguntas.
Ya con mi pijama puesto, fui a observar
por la ventana, no tenía ni un poco de sueño. Abrí todas las cortinas para que
entrara la luz artificial de la calle a la habitación. Miré aquella hermosa
vista, donde había cientos de edificios, con miles de pequeñas lucecitas.
¿Qué demonios iba hacer para mentirles a
las chicas?
Decidida fui a la cama, donde me quedé
recostada sobre el cobertor, mirando al techo. Estaba inquieta, jamás me he
dormido tan temprano y los días anteriores lo hacía porque el Monstruo que me
tenía aquí, acabando con mis energías.
Cerré los ojos para concentrarme en
dormir, pero una suave melodía me empezó a relajar, al darme cuenta de que
había alguien escuchando música clásica me puse de pie de inmediato y avancé
hacia el corredor.
Me quedé en silencio para escuchar de
donde provenía la música, por lo que mi cuerpo por si solo se comenzó a mover
hacia el final del corredor para doblar a la izquierda, podía sentir la plana
alfombra en mis pies, teniendo cuidado de no chocar con algún mueble o hacer
cualquier movimiento que me desconcentrara y me asustara.
No había luz por ese lado, pero no me
importó, era lo mismo estar en la oscuridad o en la luz dentro de ese
departamento. Ningún lugar era seguro.
Me quedé al frente de una gran puerta,
de ahí provenía la música y podría decir que no la estaba escuchando de un
equipo tecnológico, por lo que lograba percibir, alguien estaba tocando el
piano adentro. Tenía que ser…él.
Mis manos se fueron a las puertas y
comencé a tirar de estas. Le había puesto seguro ¿Por qué él tenía la libertad
de librarse de mí cuando yo no podía tener un lugar seguro? ¡Era injusto!
— ¡No seas un cobarde! –Dije moviendo
con fuerza la puerta, pero esta no cedía y la música seguía sonando, infeliz,
le importaba un comino que estuviera aquí afuera — ¡se útil en algo y piensa en
una excusa para mis amigas, Monstruo! –la música paró y fue lo necesario para
salir corriendo de ahí y llegar a la luz.
El minuto de valentía se fue tan rápido
como llegó. Me fui corriendo hacia la habitación y cerré con seguro. Miré hacia
todos los lados, la luz estaba a mi favor aquí. Me metí en la cama y me obligué
a dormir, no me iba a arriesgar a que ese demonio entrara a mi cama.
Dos horas más tarde, mis ojos se
cansaron y pude entregarme a Morfeo.
Al sentir la alarma abrí los ojos
sonriendo, había dormido tranquila,
después de varios días de noches terroríficas. Con mis ojos cerrados no
pude diferenciar si tomaba el celular o cualquier otra cosa, así que me
sorprendió sentir la textura de papel contra mi mano. Desperté de un salto y
acerqué la nota.
“Hasta
el lunes para tus amigas usarás la excusa de que tienes una sorpresa para
ellas, nada más ni nada menos”
Hijo de puta, eso es lo que era este
Monstruo. Me levanté para comenzar un nuevo día de trabajo. Hoy seria la “gran”
fiesta a la que tenía que asistir, maldita fiesta temática, me vería completamente
idiota con el traje que dejó este maldito.
Ya actualicé, ando con poco tiempo pero estoy tratando de actualizar seguido P
Jaaa asi que ya hablo con Max... Y ahora el monstruo no aparece... Será que me va a dar una gran sorpresa en la fiesta??? Yo creo que si!!! ;)
ResponderEliminarBesos gigantes!!!
XOXO
Ese maximiliano es malvado
ResponderEliminarvolver a leer esto es genial 😊
ResponderEliminarEstoy esperando esa fiesta desde hace 3 capítulo creo xD
ResponderEliminarYa la quiero!!!!! Fiesta ven a mi xD