“Presentación”
Cuando el sol estaba gobernando en la
habitación pude sentir unas manos tibias soltando el agarre que había en mis
muñecas, con el cinturón del monstruo. Abrí un poco los ojos y noté que era Tara
quien me estaba desatando y además sacando la máscara de mi rostro.
—Lo siento tanto.
No quise decirle nada, además no tenía
fuerzas, por lo que al verme y sentirme liberada, solo me recosté cómodamente
sobre la cama y seguí durmiendo.
Estaba agotada, cada uno de mis músculos
se vino en mi contra y me hacían pasar por cierto sufrimiento al moverme. Era
como haber corrido una maratón sin tener un estado físico adecuado y eso lo
sabía por experiencia propia, Sophia quiso hacerlo una vez y con Damien le
seguimos, claro, ella logró llegar a la meta, nosotros dos nos quedamos en una
tienda, agotados, tomando cientos de litros de agua o cualquier líquido que nos
pusieran adelante.
—Que dolor –dije después de despertar.
Llevé mis manos a mi cuello, el cual
para mi sorpresa, no tenía ninguna marca, lo que me alivió, era un dolor menos.
Miré hacia mis lados y vi que ya estaba
atardeciendo. Me traté de poner de pie porque necesitaba algo de ropa, aún
seguía desnuda, necesitaba una ducha y además ¡moría de hambre!
Ya de pie me dirigí al baño, me metí
como una sonámbula y estuve por un largo tiempo bajo la tibia agua antes de
recién comenzar a ducharme. Luego de hacerlo, llené la tina con agua tibia y me
quede ahí, mis músculos estaban agradecidos por aquel trato más delicado.
Cerré los ojos sin poder evitar traer a
mi mente a Max en el día de ayer. Todo pasó a dolor cuando me arrojó contra el
pilar de ese gran salón, sin dudas lo había hecho enojar, pero aun así me fui
hundiendo en el agua al recordar como entraba en mi cuerpo con fuerza, había sido
demasiado brusco y aun me dolía la cabeza por ese horrible golpe.
Tendría que buscar una manera de
escapar, no pasaría más tiempo sufriendo de esta forma.
—En una hora debes estar lista –saqué mi
cabeza del agua al escuchar a Max, quien estaba vestido con una camisa blanca y
unos pantalones negros, su cabello para mi sorpresa estaba revuelto –Teresa ha
insistido en que debemos ir a verlos, al igual que Ezequiel –dijo fríamente
para luego salir del baño…alto yo había puesto la puerta con seguro ¿no? ¿Es qué
no había ningún límite que respetara?
Salí de la tina y me envolví en la bata
para después secar mi cabello, lo hice solo un poco para después irme al
armario. Noté que mi cama estaba hecha y había ya un traje encima de ella. Fui
hacia este y lo miré.
—No me pondré esto –dije frunciendo el
ceño y mirando la falda gris ajustada y una hermosa blusa blanca –esto es para
trabajar –me dije.
Tomé la vestimenta y la guardé, en su
reemplazo comencé a buscar algo que pudiera sacar de las cajas que contenían mi
ropa. No fue difícil encontrar algo.
Unos jeans negros con una camisa ancha,
a cuadros, la ajuste a mis caderas con un cinturón a juego, me quedaba bastante
bien, no iba a ir vestida formal si hoy era sábado.
Me tomé el cabello en un moño y salí de
ahí hacia la sala. Moviéndome lentamente porque mis piernas no estaban en su
máxima capacidad, además del hecho que estaba un poco mareada. No me sentía
bien.
Max estaba mirando por la ventana, se
volteó al verme y frunció el ceño. Debo decir que era muy extraño verlo en este
contexto, bajo el techo que pertenecía al Monstruo.
—Eso no fue lo que aprobé –dijo enojado,
mirando mi vestimenta.
—Bueno, no soy tu muñeca así que no me
vestiré formal un día donde no debo trabajar.
—Elizabeth –dijo molesto.
—Está listo el auto Sr. Max –dijo Tara
interrumpiendo, me miró y sonrió.
—Hola Tara –la saludé un poco más alegre
al ver un rostro conocido –gracias por lo de hoy en la mañana –no iba a
dedicarme a pensar en que me había visto desnuda, sino que solo me concentré en
el hecho de que ella había sido la persona que me liberó de ese horrible
castigo al que el Monstruo me había hecho pasar.
—Te salvaste esta vez, solo porque vamos
atrasados –dijo Max avanzando hacia mi –vamos –asentí y miré a Tara quien solo
me sonrió nerviosa.
Fuimos los tres al ascensor. Me puse nerviosa
al momento de verlo. Miré de reojo a Max pero él solo negó cansado, sin embargo
Tara me tomó del brazo y me relajé un poco más, creo que a pesar de todo, ella
era alguien en la que podía confiar.
Bajamos en un silencio incómodo, por lo
que deseé hablar y romper el hielo.
— ¿A dónde vamos? –dije mirando a Max,
aun nerviosa, no solo por estar dentro de esta caja de metal, sino por el hecho
de ir a su lado. Esto era surrealista.
—A donde mis padres —me preguntaba si de
verdad ellos eran sus padres ¿los vampiros podían tener bebés? Si era
así…estaba metida en problemas, no estaba usando ningún método anticonceptivo.
Max me miró serio y negó, así que supuse
que estaba respondiendo a mi pregunta.
Ninguno dijo nada hasta que llegamos a
la salida del edificio. El hermoso auto negro nos esperaba, pero sin Thomas dentro.
— ¿Dónde está Thomas? –dije mirando a Tara,
ella observó de reojo a Max, así que supuse que no tenía autorización para
hablar. Que maniático era este vampiro.
—Vamos, me gusta ser puntual —dijo Max
mirándome molesto.
Rodeé los ojos y me despedí de Tara, ya
que ella no venía con nosotros. Max me esperó con la puerta abierta, enarqué
una ceja, pero no dije nada. Entré al asiento del copiloto, por primera vez.
— ¿No puedes seguir una orden, Green?
–dijo mirando lo que llevaba puesto, ya sentado detrás del volante. Odiaba que
me llamara por mi apellido.
—A diferencia tuya, yo trabajo y estoy
todo el día con tacos y vestida formalmente, me canso de ello, así que si estoy
en mi día de descanso, prefiero vestir como a mí me guste –dije mirando hacia
afuera —¿Por qué vamos donde el Sr. y
Sra. Blake?
—Ayer solo fue la presentación general
para todos los vampiros, ahora habrá personas que conozco de verdad.
—Esto es ridículo, pero ahora veo donde
pasas tus noches…de fiesta en fiesta.
—Realmente no en este estilo de
reuniones, me divierto en el estilo de fiestas que tu concurres ¿recuerdas la
primera vez que me viste? La estaba pasando fenomenal.
Al recordar aquella vez sentí un
escalofrió en mi espalda y pensé realmente lo que Max hacía. Ir de pub en pub
bebiendo sangre y teniendo sexo en los callejones.
—Un caballero no tiene memoria –dijo
“gracioso”. Eso no le quedaba, él era malvado, no lo iba a encontrar gracioso
luego de arrojarme contra un pilar de cemento y hacer que mi cabeza casi
explotara.
—Que abras la puerta del auto no te hace
un caballero ¿cierto? –dije aun sin mirarlo.
—Claro, ahora dime, estoy confundido, la
parte de hacer explotar tu cabeza es ¿por qué hice que chocaras contra el pilar
o por qué te hice sentir de una forma magnífica anoche? –lo miré sorprendida.
Podía ser tan descarado.
—Sin dudas abrir la puerta del auto no
te hace un caballero –dije molesta y sintiendo como mis mejillas se sonrojaban
por su desagradable comentario.
—No me encontrabas nada desagradable
anoche ¿no crees?
— ¡Deja de meterte en mi cabeza! –dije
mirándolo molesta –No quieres un espectáculo a donde vamos ¿cierto? –Sonreí al
ver como tensaba su mandíbula –el gran Max Blake no podría tener a su
proveedora bajo control, que mala imagen te ganarías ¿a que si?
—A menos que quieras un hueso roto, no
harías eso –me miró y pude ver como sus ojos se pusieron rojos, no sé si fue
por la rabia o porque tenía sed –ambas…
Me quedé impresionada mirando sus ojos,
nunca los había visto cambiar en vivo. Era increíble, sus ojos negros pasaban a
rojos de una forma lenta, con líneas de color carmesí que se iban multiplicando
hasta cubrir toda su pupila.
—Dame tu mano —lo miré sorprendida.
—No te atrevas, recién estoy recuperando
energías, ayer acabaste conmigo.
Sin importarle mis palabras tomó mi
mano, obligándome a estar más cerca de él. Miró hacia donde girar y pasó sus
labios por mi muñeca, despacio. Cerró los ojos y pasó su nariz por mi piel.
Me quedé mirándolo hipnotizada al notar
lo apetecible que parecía ser mi sangre para él, pero sin duda me quedé en
blanco al ver como sus colmillos crecían en una fracción de segundo y se
enterraban en mi piel.
Cerré los ojos y giré mi rostro hacia la
ventana. Era muy distinto cuando Max me mordía como un idiota, como lo hizo
ayer, a cuando me mordía con cuidado, como lo estaba haciendo ahora, donde
hacía que mi corazón latiera más rápido y mi sangre aumentara de temperatura
¿de qué se estaba tratando todo esto?
Segundos después separó su boca de mi
piel, pasando su lengua por donde mordió, dejando mi mano libre. Miré mi muñeca
y no había rastro de alguna herida, por lo que supuse que cuando anoche me beso
el cuello, curó lo que había provocado en la fiesta.
—Es mi saliva –dijo mirándome de reojo
–eso es lo que te cura, si más seguido la ocupo contigo más rápido sanarás, en
ella hay cierta… toxina que ayuda a tu cicatrización —sobé mi muñeca izquierda.
— ¿Hasta cuándo tendré que ser tu
proveedora? –sus manos se tensaron sobre el volante.
—Deja de decir esa palabra, no es
correcta ¿Quién te la dijo?
—La Sra. Blake —él negó molesto.
Ya se me estaba haciendo común siempre
verlo enojado, él era un amargado.
—Teresa siempre hablando demás —suspiré.
—Max, no has contestado mi pregunta…
¿hasta cuando me tendrás así? No puedo pasar mi vida dándote de beber, harás
que muera —me miró sonriendo.
—De algo hay que morir ¿no crees? –lo
miré sorprendida ¿es qué este tipo era tan malo como sospechaba? Aunque su
actitud no era digna de sospecha, claramente era malvado –me temo que si –dijo
ahora mirando hacia adelante.
—No puedes, tu… ¡de alguna forma
escaparé! –una risa sombría escapó de sus labios.
—Green, si solo llegas a pensar en eso
lo sabré y si eres bastante astuta como anoche, sabes quienes pagaran por tus
errores —le iba a decir algo, pero no se me ocurrió nada, él tenía el poder.
No iba a permitir que dañaran a mis
amigas. Que a todo eso, deberían estar locas tratando de llamarme ¿Qué les iba
a decir?
—Eso déjalo a mi cargo, el lunes no
tendrás que preocuparte de nada.
— ¿Qué dirás? Creo que debería saberlo,
siendo que soy la principal involucrada, estás jugando con mi vida Max –él me
miró y rodó los ojos.
—No seas melodramática y ya veras, ahora
solo concéntrate en comportarte, mira que además hoy haré algo por ti –dijo
deteniendo el auto al frente de un edificio.
Abrieron mi puerta, un chico bastante
joven. Salí de ahí aun pensando en lo que Max dijo ¿haría algo por mí?
El chico tomó las llaves de Max cuando
este se las arrojó, pude verlo mejor en ese segundo, se había puesto un saco
color negro y su camisa ahora iba dentro del pantalón, lucia bien…un segundo
después de pensar eso me arrepentí.
Su estúpida sonrisa se marcaba con
suficiencia, curvando sus labios como si supiera cada uno de mis pensamientos,
cosa que no era del todo imposible.
—He pasado mucho tiempo en este mundo Green,
como para decirte que los problemas se solucionan con el tiempo… o a la fuerza
y yo soy un hombre muy poco paciente –dijo mientras subíamos las escaleras y
caminábamos hacia el ascensor, ahí entendí lo que dijo.
—Oh, ni lo pienses –dije deteniéndome y
retrocediendo, pero él agarró mi brazo de manera brusca y me llevó a la fuerza
por el pasillo — ¡para Max! ¡No!
Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero
de un solo movimiento él me hizo entrar en el ascensor. Comencé a gritarle y
suplicarle que se detuviera, pero él me miró un segundo para después presionar
el botón. Las puertas se comenzaron a cerrar y mi corazón parecía estar haciendo
lo mismo, como si en algún momento mi sangre se estuviera deteniendo. Mis
pulmones parecían haberse contraído de tal forma que el aire que inspiraba no
servía de nada.
Comencé a tirar de él, pero fue inútil,
parecía una niña con alguna pataleta que trataba de escapar del agarre de su
padre. Max no me dejaba escapar, me tenía muy sujeta a él.
— ¡Haz que pare, haz que pare, por
favor! ¡Max! –me miró por un segundo y negó, pero yo no me rendí, seguí tirando
de él para que me soltara y pudiera detener el ascensor o hacer cualquier cosa
que me dejara respirar de nuevo. Sin embargo mis piernas perdieron la fuerza
que tenían y comencé a temblar.
Fue en ese momento que el ascensor se
detuvo. Miré el dedo de Maxque estaba sobre aquel botón rojo de emergencias y
como después, lentamente se giraba hacia mí, mirándome confundido y sin poder
creer la escena que estaba haciendo. Aun no podía dejar de llorar.
—No puedo creer que te comportes así,
detente –dijo esperando a que lo hiciera, pero no pude.
Con mi rostro cubierto en lágrimas fui
retrocediendo, sintiendo como no era capaz de respirar, sintiendo como me
comenzaba a marear por la falta de oxigeno ¡iba a morir! ¡Iba a morir!
—Basta, Green.
Fue cuando él comenzó a acercarse a mí
que tuve aun más pánico, pero no pude hacer nada, menos cuando sus manos
rodearon suavemente mi cuello y sus
labios se apoderaron de mi justo cuando le iba a gritar que se alejara.
No tenía idea si el necesitaba respirar,
si utilizaba el oxigeno que había aquí, pero sin duda fue un respiro más lo que
me dieron sus labios. Fríos y bastante suaves en comparación a él, se movían
sobre mi boca, buscando algún tipo de respuesta. Solo podía quedarme inmóvil
mientras mis ojos no dejaban de verlo, asustada.
—Es imposible que le tengas más miedo a
un ascensor que a mí –se apoderó de mi labio inferior para tirar de este
mientras que sus manos recorrían mis brazos y después una fue hasta mi cuello,
donde lo recorrió con su dedo índice hasta que llego al primer botón de mi
camisa.
Para entonces mi cuerpo había vuelto a
estar bajo mis órdenes y sus labios que ahora se movían con fuerza contra los
míos, obtuvieron respuesta. Lentamente mis ojos se fueron cerrando mientras que
mis labios se movían contra los suyos.
Estaba siendo tan suave y cuidadoso que
ni siquiera me pude dar cuenta cuando mi camisa estaba abierta hasta la mitad,
dejando expuesto mi sujetador rosa.
—Mmm… broche frontal, muy útil –dijo
abriendo mi sujetador mientras que lo miraba pasmada, sin poder controlar lo
que aquí estaba sucediendo. Simplemente me quedaba en blanco ante las
sensaciones que él me daba.
—No… detente –dije entre sollozos que no
tenían lagrimas. Trate de cubrirme, pero él me detuvo, volviendo a besarme,
pero esta vez en mi cuello, bajando lentamente hasta el comienzo a mis pechos.
Mire hacia un lado, sin poder adquirir
la fuerza para detenerlo, ni siquiera podía saber si realmente deseaba que se
alejara, pero en este minuto, mi pánico por el ascensor se mantenía, en segundo
plano, pero se mantenía.
Tiré de su abrigo cuando sentí que su
mano viajaba al botón de mis jeans.
—No –dije tratando de buscar su mirada.
Los ojos negros que encontré, no fueron los que me causaban estremecimiento
–anoche fuiste muy… brusco, estoy delicada –por una fracción de segundo, solo
eso, fue lo que duró su sorpresa ante mis palabras.
—Es una pena que no hayas venido con esa
falda –dijo para después volver a besar mi cuello y provocar que mis ojos se
cerraran, olvidando completamente donde nos encontrábamos.
Para mi sorpresa, su cuerpo atrapó al
mío contra la pared de metal y después llevó sus manos a mis muslos para
elevarme unos centímetros y obligarme a rodear su cuerpo con mis piernas. Sus
labios no se separaron de los míos en ningún momento, sentía que prácticamente
estaba flotando, incluso cuando esa fricción contra mis piernas hacia que mi
cuerpo quedara a su disposición.
No pude hacer nada para detenerlo cuando
una de sus manos fue hasta mis jeans, desabotonándolos rápidamente. Su mano se
coló entre mis bragas, ni siquiera le importo mi advertencia, anoche me había
hecho daño. Sin embargo, para mi sorpresa, cuando sentí su fría mano en aquella
zona tan íntima, fue cuidadoso.
Tiró de mi labio inferior mientras su
mano se movía contra mis terminales nerviosas.
-Detente –dije separándome de sus labios
–Max, basta –a pesar de que estaba pidiéndole que se alejara, no pude evitar
rodear su cuello y atraerlo hasta mi. Sus labios ahora se apoderaban de oreja.
No sabía si esto era producto de ese
horrible e infernal don que tenía o realmente estaba sintiendo que me derretía
entre sus brazos.
-Solo tú, no estoy interviniendo
–susurró, mientras mi cuerpo se volvía en una llama de fuego y lograba mi
orgasmo por enésima vez en estas horas. Por Dios, terminaría con un serio
problema de adicción.
Esto iba a acabar mal. Más cuando el
maldito vampiro dejó posar los pies sobre el suelo y llevo la mano que tenia
colada hasta sus labios, su lengua recorrió dos de sus dedos y sonrió de una
forma que me dio escalofríos y no de miedo específicamente.
-Mmm –dijo sin borrar esa sonrisa –veo
que ahora estás más tranquila.
Se acercó y abrochó mi sujetador,
abotonó mi camisa y después se acomodó su abrigo para finalmente ser de nuevo
el vampiro malvado que me tenía prisionera, pero era el que me había hecho
subir un ascensor con él, provocando que mi mente quedara en otro lado y no me
diera cuenta que seguimos subiendo hasta llegar a nuestro destino.
— ¿Qué demonios me has
hecho? –dije mirándolo porque solo se quedo ahí parado, sin decir nada. Levantó
los hombros, quitándole importancia a lo recién sucedido.
—Encuentro ridículo que
le temas de verdad a un ascensor...no sé qué te habrá pasado, tampoco me
importa, pero encontraba ridícula tu reacción, así que lo remedié, ahora cuando
estés al frente de un ascensor, subirás conmigo...no con esas inútiles de tus
amigas que no sirven de nada, solo alimentan tu estupidez –tensé la mandíbula
¿subir ascensores con él desde ahora en adelante?
Nunca en estos días
pensé que Max podía hacer algo bueno por alguien, aunque esto no contaba como
una obra de caridad.
—Quitarle la estupidez a
alguien, es hacer algo bueno –dijo caminando hacia el pasillo. Lo seguí de
inmediato —al entrar te irás con Teresa, ella te espera para que cambies tu
ropa –rodeé los ojos, esto no podía ser tan importante ¿por qué querían que me
cambiara?
Llegamos al frente de la
única puerta que había en el pasillo y Max tocó mientras yo miraba hacia abajo,
no tenia vértigo, las alturas no me daban miedo, por lo que tuve tiempo de
admirar la vista que había a nuestro alrededor, pero Max me tomó del cinturón
que llevaba y me tiró hacia él.
Me quede en estado de
shock al ver cómo me llevó ¿es qué seguía creyendo que yo era un estilo de
mascota? Antes de poder decirle algo, la puerta se abrió y Teresa nos recibió
con una gran sonrisa.
Lucía un hermoso vestido
blanco largo, que dejaba libre sus desnudos y pequeños hombros que recibían su
cabello rubio que dejaba caer sobre ellos.
—Max –dijo sonriendo
para abrazarlo.
Ella realmente lo miraba
como si fuera su madre ¿alguien podría llegar a querer a este ser tan
desagradable? Aunque bueno, tampoco creía que ella fuera una blanca paloma,
siendo que permitió que su hijo vampiro me tratara como cualquier cosa. Aquí la
gente estaba loca.
–Lizzie ¿estás mejor?
–asentí tímida al recordar lo rara que se había comportado esta mujer anoche,
me hizo entender de inmediato que ella apoyaba en todo a Max, incluso en su mal
comportamiento –bueno, sígueme antes que entres, Max ven con nosotras antes que
te reúnas con los demás.
Fuimos en silencio por
un pasillo que quedaba a la derecha para subir unas escaleras. Todo aquí era de
madera, pero los muebles o artefactos que habían era bastante modernos, me
agradó la alfombra que cubría el piso, era color vino y parecía como si
invitara a andar descalza todo el día.
Entramos en la primera
puerta del segundo piso y Teresa me mostró un hermoso vestido largo que estaba
sobre una mesa. Miré la habitación, la que en realidad era una oficina, había
un escritorio donde estaba un ordenador y en las paredes tenían amplias
estanterías con libros y archivadores.
Noté que tenía todo un
conjunto de ropa listo para mí, hasta ropa interior. Miré incómoda a Max.
—Les daré un minuto –dijo
ella saliendo del lugar.
Me quedé esperando a que
Max también saliera.
—No voy a salir, cámbiate
rápido –fruncí el ceño.
— ¿Por qué no vas a
salir? No me tienes que ver en todo momento, no me voy a escapar –rodó los
ojos.
—No seas tímida ahora, anoche
pase mi lengua por partes de tu cuerpo que ahora temes mostrar y no tuviste ningún
problema en que lo hiciera –mi boca se abrió al escucharlo, sin poder creer lo
poco caballero y educado que era ¿de dónde había salido este Monstruo?
Enojada comencé a sacar
mi camisa botón por botón, para después deshacerme del cinturón y tirar la camisa
en la mesa. Desabotoné mi pantalón y lo baje mientras sacaba mis zapatillas.
Miré la ropa interior y
esta combinaba con el vestido, se notaba que no servía la ropa que llevaba
puesta. Me incomode ante Max, de nuevo.
—No me voy girar, hazlo,
tenemos un minuto –fruncí el ceño al ver
como se apoyaba en un estante.
Me ubiqué de lado para
que no me viera completamente y comencé
a sacar mi sujetador, miré de reojo a Max pero él me observaba muy
serio.
Me puse el nuevo
sujetador rápidamente, este se abrochaba atrás y no tenía tiras, era color
crema con encaje. Volví a mirar a Max cuando comencé a bajar mis bragas, él
solo miraba mi rostro, así que lo hice rápidamente y me puse unas bragas color
crema que habían para mí.
Tomé el vestido del
mismo tono, me lo puse de abajo hacia arriba y llegaba hasta mis pechos, era
recto y dejaba descubiertos mis hombros y mis espalda. Subí un poco el cierre y
trate de seguir, pero no pude, aunque no tuve que siquiera pedir ayuda porque
ya tenía a Max detrás mío, subiendo con cuidado el cierre. Pude sentir como su
dedo índice recorría mi columna.
—Gracias –dije incómoda
por tenerlo tan cerca. Él no se movió de inmediato, por lo que me giré a verlo
–listo, depravado –él negó sonriendo y
miró los tacos.
Suspire, me subí a ellos
y los ajuste.
—Tu cabello, déjalo
suelto –negué era una molestia tener el cabello en la cara, pero Max en un
segundo llevo su mano a mi moña y la desarmó, lo desordenó un poco con las
manos –ahí sí, vamos, tómame del brazo, estarás así hasta que te lo ordene,
recuerda, quieres los huesos sanos ¿no? –me aferré a su brazo bruscamente.
—Infeliz, me gustaría
romper cada uno de tus huesos y quemar cada trozo de tu cuerpo, y luego bailar
alrededor de la fogata –dije enojada, acumulando todos los insultos que quería
decirle desde hace tiempo.
— ¿Listo? ¿Ya te
desahogaste?
—Si –salimos de la
habitación.
No estaba Teresa, así
que no me preocupé por haberlo insultarlo. Nos fuimos por otra dirección hasta
llegar a unas nuevas escaleras. Me aferré al brazo de Max al ver que había
mucha más gente ahí, no tanta, pero eran alrededor de diez.
Sonreí al ver a Tara,
una cara conocida era algo de ayuda en este momento. Casi me dieron ganas de
vomitar al ver que mi jefe Ezequiel, también estaba, mis nervios subieron hasta
mi garganta.
—Max, hijo –dijo Ezequiel sonriéndole
–hola Lizzie ¿Cómo estás?
—De maravilla, señor, nunca he estado
mejor —dije irónica. Max presionó mi brazo contra el suyo, molesto, pero no me
miró. En cambio su padre rió suavemente.
—Dime Ezequiel, estamos fuera del
trabajo –negué, eso no era nada profesional de mi parte.
—Prefiero llamarlo Sr. Ezequiel —él
asintió.
Max soltó mi mano y me miró como si me
quisiera decir que hacer, pero al final solo negó para él y se fue a hablar con
otras personas.
—Está hermosa, Srta. Lizzie.
—Tara, no sabía que estarías aquí, eso
es bueno –ella asintió.
—Es por mi padre —miró a ese hombre con
cabello largo, que se veía muy serio en el trabajo, pero que ahora reía con
otro vampiro –mira, él es Edward Knight –él involucrado me miró y asintió,
sonreí nerviosa.
Aquel parecía ser el hermano de Vladimir
Knight, pero no tenía el cabello largo o algún parecido, sino que su cabello
oscuro lo llevaba correctamente cortado, se veía mayor, incluso parecía tener
más edad que el Sr. Ezequiel.
–Aquel es Patrick Knight.
Él estaba con Teresa conversando y me
saludó con una sonrisa, se la devolví exactamente como antes, nerviosa.
—Y él viene conmigo, Mathias Stevens
–dijo apuntando a un chico que miraba a los demás nervioso, exactamente como yo
–No sé si lo recuerda, es quien sacó la fotografía ayer.
Al mirarlo mejor pude darme cuenta que
aquello era correcto ¿para qué era tanto espectáculo? ¿Dónde iba a salir mi
foto? Recuerdo que Tara le dio mi nombre a ese joven anoche.
–Y ya conoce a los padres del Sr. Max y ahí
está James Staci –ese rubio que ahora lucía un traje completamente negro, estaba
apoyado en la pared y ladeó su cabeza para sonreírme y asintió suavemente, no
debo decir que su saludo me puso más nerviosa que los anteriores –es amigo del
Sr. Max.
—Emily Wright –me quedé helada al verla
presentarse.
Aquella mujer con el cabello rubio y
largo hasta sus hombros era la jefa de Jennifer y se estaba presentando ante mí
con una sonrisa y estirando su mano. La estreché con cuidado, era fría como
Max.
¡No podía creerlo! ¡Estaba rodeada de
vampiros! Y vampiros increíblemente guapos, ella lucía un vestido negro con un
escote en “V” que le quedaba fantástico. Esto parecía una fiesta con artistas
de Hollywood.
—Un gusto Lizzie –continúo al vampiro.
—Igualmente Srta. Wright –ella sonrió.
—Dime Emily… —la miré nerviosa. Menos
mal ella no insistió más y se disculpó para después ir a conversar con James.
—Bueno, es todo, los más cercanos del
Sr. Max ¿Necesita algo, Srta. Lizzie? ¿Un trago? –miré a mi alrededor y nadie
tomaba nada.
—Tara, estás aquí, no tienes porque
seguir con tu trabajo, ve con tu cita tranquila –dije sonriendo, ella se
sonrojó.
— ¿Está segura? –asentí.
—Ve –dije empujándola.
Ella me hizo caso y se dirigió feliz hasta
donde se encontraba Mathias.
Miré a mí alrededor y fui dando pasos hacia
atrás de a poco, quería desaparecer de ahí, pero choqué con un cuerpo que me
hizo voltear de inmediato.
—Sr. Ezequiel, lo siento –dije
completamente sonrojada.
—Lizzie, acompáñame a dar una vuelta
–dijo tomando con cuidado mi brazo y llevándome a un pasillo de la casa.
Muy bien, ahora de seguro era el momento
en el cual me despedían.
Que malote es este vampiro.
Malote, Malote, pero aún así no la deja ni a sol ni a sombra.... y Lizzie por fin conoce a toda la familia vampira... pero aguantará estar con ellos??? los verá igual??? Y que le dirá Ezequiel?????
ResponderEliminarBesos gigantes!!!
XOXO
Max es un idiotaaaaa..le odiooo..desgraciado!!! xD
ResponderEliminarAsshhhhhh odio a este max
ResponderEliminarPero lo.bueno cuando vendra
Tengo sentimientos de amodio por estos dos... No sé algo no me convence últimamente con este Máx
ResponderEliminarEn fin un capítulo increíble como siempre
Besos!
Hola. Aún sigues escribiendo?... Leí tu historia hace años jajajaja pero aquí estoy de vuelta. Espero lo sigas haciendo. 🤗 Saludos
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