Capítulo 6
“Entregada”
—Basta…no soy tu juguetito sexual –me
alejé un poco más, pero él fue sacando el cobertor de a poco hasta dejarme desnuda
ante sus ojos, de nuevo.
—Claro que lo eres, además de ser mi
nevera –lo que siguió fue como un impulso, porque estaba oscuro y no podía ver
nada, las cortinas estaban cerradas y lo único que sabía era que tenía al
Monstruo al frente mío.
Ni siquiera me di cuenta cuando mi mano
iba hacia su rostro ¡y le di! ¡Dulce victoria!
—Realmente eso fue patético ¿no te has
dado cuenta que un golpe tuyo no es nada? –se estaba burlando de mi en mi
propia cara. Traté de ponerme de pie, pero no me lo permitió, esto sería igual
que las últimas veces.
No lograba nada, podría luchar, pelear,
pero nada, nada le evitaría entrar en mi cuerpo como si fuera de su propiedad y
yo estúpidamente, estaría disfrutándolo, sin poder evitarlo.
—Bien…hazlo –dije quedándome quieta y mirando
a otro lado.
— ¿Esto es en serio? –Suspiré y no
respondí –así no tiene gracia —no le dije nada –bien, tengo ganas de hacerlo,
así que tendré que provocarte las ganas –se quedó quieto mirándome, mientras un
profundo silencio se apoderaba del ambiente.
— ¿Qué haces ahora? –fue su turno de no
decir nada. Nuevamente tomé el cubrecama para tapar mi cuerpo.
—Green, cuando te he dicho que eras mía
¿no me has creído? te puedo manejar a mi antojo –mis manos se hicieron un puño
en la tela al sentir ese maldito calor nuevamente en mi cuerpo.
—Eras tú, el que me hizo despertar
anoche –se río de mí.
—Claro que era yo —sentí como de un
segundo a otro mi corazón comenzaba a latir con fuerza. Pasé mi mano por mi
cuello un tanto desesperada.
—Para esto –dije al sentir como la
temperatura de mi cuerpo subía.
—No lo sé, te ves bien cuando…
— ¡Cállate! –Dije antes que terminara su
oración –déjame, por favor –dije ya sintiendo como las lágrimas se aglomeraban
en mis ojos.
—Realmente no quiero –dijo pasando su
dedo índice por mi mandíbula, como instinto mi rostro fue en busca de su mano
–por lo visto tu tampoco –se acercó más a mí y pude notar que no llevaba
camisa.
— ¿Estás…estás desnudo? –pude sentir
como estaba a mi lado, tenía sus labios a centímetros, Dios, sus labios ¿Qué
tendrían, que literalmente me volvían loca?
— ¿Tu qué crees? –tomó mi mano y la
llevó a su miembro, el cual estaba bastante duro. Traté de sacar mi mano pero
él no me lo permitió –haz tu trabajo –dijo ahora al frente de mí.
— ¡No es mi trabajo cerdo asque...! –sus
labios, Dios, maldito, sabía que sus labios tenían algún poder porque realmente
mi cabeza daba un giro y él se estaba aprovechando de ello.
Comenzó a moverlos lentamente contra los
míos, solo por la superficie, levanté mi cabeza para poder tener más de sus
labios. Él con su mano hizo que me acercara más a su cuerpo, mientras seguía
haciendo que mi mano se moviera alrededor de su erección, dándole placer de
esta manera.
Gimió contra mi boca y como la estúpida
y enferma mental en la que me convertí, me gustó escuchar aquello, comencé a
mover mi mano por voluntad propia, sentí como sonrió contra mi boca.
—Eso… —mordió mi labio inferior
obteniendo de mí un gemido que no sé qué efecto habrá tenido en él pero comenzó
a devorar mis labios, mientras yo hacía movimientos más rápidos.
Su mano que sostenía mi rostro se alejó
para ir lentamente por mi cuerpo hasta llegar a mi centro, donde comenzó a
entretenerse de tal forma que mi cabeza comenzó a girar y girar, causando que
más gemidos escaparan de mi garganta.
–Green ¿te gusta lo que estoy haciendo?
–Me besó, desconcentrándome bastante y haciendo movimientos más rápidos contra
mi clítoris –Te he hecho una pregunta… ¿te gusta?
Sabía lo que estaba intentando hacer,
solo deseaba humillarme porque era lógico que me estaba encantando lo que
hacía.
— ¡Si…maldita sea si! ¡Y deja de
llamarme como si fuera un soldado, tengo nombre! –mis caderas se comenzaron a
mover contra su mano, queriendo sentir de nuevo esa ola de fuego que recorría
mi cuerpo cuando él provocaba que tuviera un magnifico orgasmo.
—Para –dijo deteniendo mi mano y la
suya. Me tomó de la cadera y me giró, quedando él detrás mío, ambos recostados
–tu pierna –la tomó con facilidad para moverla hacia atrás, hacia él. Luego la
soltó y sentí como la punta de su miembro pasaba a rozar mi entrada –Esta es
una de mis posiciones favoritas –al
decir eso, entró en mi cuerpo de un movimiento.
Gemí al sentirlo adentro, volvió a
impulsarse hacia mí y entró por completo, lo sentía contra mi trasero, dentro
de mi cuerpo, sentía sus manos tocando mis pechos ¡Dios santo! Lo sentía por
todas partes. Tomó mi cadera con fuerza otra vez y se comenzó a mover despacio,
con toda la calma del mundo, volviéndome loca.
—Más rápido —dije quejándome por sus
movimientos tan lentos.
—Aun no, esto se hace como yo deseé
–maldito egoísta.
Apoyé mis manos en la almohada, mientras
sentía como besaba mi cuello, ya sabía que vendría luego, pero por ahora, no me
importaba. Rodeó mi abdomen y comenzó a moverse más rápido ¡gracias a un milagro!
Pero creo que sus movimientos aumentaron demasiado de frecuencia, haciendo que
la cama se moviera levemente.
Por Dios, era un salvaje y estaba
provocando que mi corazón saltara ante las sensaciones que tenía.
—
¿Más? –Me giré incrédula para tratar de verlo
— ¿más? –Mis gemidos eran bastante altos, era inevitable sentirme
sorprendida — ¡Elizabeth!
— ¡Sí! –dije respondiendo.
Fue sorprendente como se movió después,
con una rapidez sobrenatural que me volvió loca, no había hecho eso hasta este
momento. Me aferraba a su cuerpo con sus brazos y embestía mi cuerpo de tal
forma que pensé que iba a morir por el placer que sentía.
—Shh… —dijo burlándose por mis gemidos
tan altos, pero no podía controlar lo que estaba sintiendo ¡¿Por qué tenía que
ser él?! ¡¿Por qué?!
Esa sensación que se me estaba haciendo
tan familiar se formó nuevamente en mi cuerpo, prometiendo un orgasmo
completamente arrebatador.
—Green, tócate —tomó mi mano y la llevó
a mi centro y la empezó a mover, haciendo que me entregara aun más al placer
que sentía ¿es qué este hombre sabía todo truco existente en el planeta?
Segundos después, sentí que seguía
sujetando mi pierna y entrando como deseaba a mi cuerpo, mientras yo seguía
moviendo mi mano. No podía creer lo que estaba sucediendo, estaba a su
disposición por completo, él podía hacer lo que quisiera conmigo.
Grité contra la almohada al sentir
prácticamente de una nueva forma, aquel increíble orgasmo que este Monstruo
estaba provocando con sus habilidades sexuales.
Me mordió, bebiendo de mi sangre
mientras él también llegaba a su propio éxtasis.
—Eres exquisita –dijo separando su boca
de mi cuello, dejándome agotada.
—Lo que tu digas maniático, ahora vete
–dije en un susurro, sintiéndome culpable y asquerosa por haberme sentido tan
bien entre sus brazos, incluso hasta esperaba su mordida.
Traté de meterme bajo el cobertor, ya
que la cama me estaba ofreciendo un agradable descanso ahora estaba agotada.
—No, me quedaré aquí, dormiré junto a ti
–me desperté en un segundo al escucharlo, el siempre se iba.
— ¿Qué haces? ¿Por qué?
—Mmm... —Dijo metiéndose en la cama
–estoy en mi casa, jamás me ha gustado dormir en otras camas, así que ahora que
estoy bajo mi propio techo puedo tenerte a mi completa disposición si requiero
de ti otra vez.
— ¡No! ¡Vete! –Dije sentándome sin poder
creer lo que escuchaba –además tengo que trabajar mañana.
—Green, duérmete —me empujó hacia atrás
y arregló bruscamente las frazadas –no es como si fuera a dormir abrazado
contigo, no hago ese estilo de cosas tan…humanas –se volteó dejando un espacio
tranquilizante entre los dos y no habló más.
Mis ojos no se podían cerrar y quería mi
pijama, estaba desnuda al lado de este infeliz. ¿Estaría ya durmiendo? Miré
hacia mi lado y no podía ver nada, miré hacia el otro y estiré mi mano. El
dosel de la cama la cubría por completo, por eso es que no podía ver nada y
estaba tan oscuro, quizás si….
Metí mi mano por una esquina hasta
llegar a la mesa de noche, donde saqué mi teléfono celular, sonreí al ver lo
despistada que era, se me había quedado ahí antes de escapar a mi antiguo
departamento. Me giré un poco y apreté un botón.
— ¿Qué demonios haces? –dijo tomando
rápidamente el teléfono, sin dejarme ver nada.
—Emm…trato de buscar mi pijama –sentí un
leve gruñido de su parte –no es como si me agradara estar desnuda a tu lado.
— ¿Sabes? No tengo ganas de soportar tus
insultos, así que dame un segundo –sentí una brisa que me sobresaltó, pero
segundo después escuche su voz nuevamente –aquí tienes –tomó mi mano y dejo el
pijama en ella –ahora duérmete –volvió a recostarse.
Salí levemente de la cama y me puse con
rapidez las prendas. Pasé mi mano con cuidado por parte de la tela que caía del
dosel. Tomé la punta y la abrí, descubriendo que estaba demasiado oscuro, las
cortinas de las ventanas también estaban cerradas, así que decidí arriesgarme y
corrí hacia ellas, quedaban bastante lejos, pero segundos después pude abrir
una, dejando que la luz de la calle entrara.
— ¿Dónde estás? –dije notando que la
cama estaba vacía. Demonios, había sido demasiado lenta para él, quería ver su
maldito rostro.
— ¿Realmente crees que te dejaría
verme?...para eso tendrás que esperar, además tienes que ir a esa maldita
fiesta –miré a mi lado y podía ver su silueta, apoyado en la cortina, en la
oscuridad –Dame eso –estiró su mano y
pude verla a través de la luz, me quede sorprendida, era muy blanco.
—Te quiero ver, es lo mínimo que me
debes –dije enojada. Rápidamente tomé su mano y lo jale hacia mí, pero no se
movió, es más, me acercó a su cuerpo dejándome apoyada donde estaba él, siendo
atrapada por sus brazos.
Se dirigió cautelosamente hacia la
cortina, lo que me permitió alcanzar a ver hasta su hombro, se notaba que era
fuerte, sus músculos se marcaban no de una forma exagerada, pero si demostraba
que estaba trabajado.
—Ahora —dijo mirándome, sus ojos debían
estar negros porque no los notaba –lo único que estás haciendo con esto, es que
me den ganas de estar dentro de tu cuerpo de nuevo –me quede estática mirando
hacia otro lado, avergonzada ¿es qué él no se cansaba? –Así que mejor vuelve a
tu cama a dormir, ahora –me aleje de él, dando pasos pesados, hasta que algo
apareció entre mis pies, haciendo que tropezara y cayera.
— ¡Auch! –grité apoyada en mis brazos.
—Eso es por tratar de descubrirme –dijo
riendo. Lo que hizo que me hirviera la sangre.
— ¡Maldito psicópata! ¿No crees que
merezca ver quién eres? ¡Estoy con una sombra! ¡Lo único que veo son tus
horribles ojos!
—Green, te lo advierto –me tomó del
brazo y me llevó de volandas a la cama, arrojándome contra ella –sé que mañana
debes trabajar, no quiero acabar con tus energías, no me molestaría nada volver
a beber de tu sangre –me cubrí enojada con las frazadas. Él se recostó a mi
lado –Buenas noches, Lizzie –no le respondí nada, pero sentí como pasaba su
mano por mi columna, provocando escalofríos — ¿Elizabeth?
—Buenas noches, Monstruo –dije para que
me dejara tranquila.
Ya cansada me quedé dormida, luego de
estar una hora nerviosa, esperando por si este infeliz se calentaba de nuevo.
Gracias al cielo no lo hizo. La alarma de mi teléfono sonó y me levanté
asustada mirando de inmediato a mi lado, pero estaba sola. Esperaba poder verlo
ahora que tenía la luz del día a mi favor, pero creo que no habría opción,
tendría que descubrir mañana su rostro, en esa famosa fiesta.
Estuve lista una hora después. Debo
admitir mi culpa al aceptar ocupar uno de esos trajes que estaban en ese
maravilloso armario. Si iba a estar en este lugar encerrada, le iba a sacar
provecho. Elegí aquel de los pantalones de tela anchos color negro, con el
blazer del mismo color y una hermosa blusa de color perla.
Llegué hasta la sala y pude ver que en
la cocina había un puesto listo para desayunar, incluso había café con una
nota. Me acerqué y vi que era de Tara.
“Srta.
Lizzie, Thomas, la espera abajo, este es su desayuno, investigué como le gusta.
Thomas llegará a la hora de su almuerzo a buscarla para llevara a comer si
gusta. Después usted tiene que indicarle la hora para ir a buscarla, no trate
de engañarlo porque el jefe la encontrará y además nos meterá en problemas.
Tara”
Desgraciadamente el maldito desayuno
estaba perfecto. Me lo comí sin poder evitar degustarlo y luego fui a lavar mis
dientes para ir hacia las escaleras y bajar para encontrarme con Thomas. No
podría haber evitado alimentarme, ayer por la noche ese Monstruo había acabado
con mis energías.
—Buenos días, Srta. Lizzie –suspiré,
este chico no me diría jamás Lizzie, sin antes decir señorita.
—Hola Thomas –abrió la puerta de ese
magnífico auto y entré rendida — ¿Cómo has dormido?
—Muy bien… —dijo él arreglando su gorra
y sonriéndome por el espejo retrovisor –señorita —fruncí el ceño.
— ¿Qué sucede?
—Tara me dijo que le diera esto –se
volteó y me pasó una pañoleta.
—No, dime que no –dije sabiendo porque
me pasó esa prenda.
—Si…bueno, se le nota un poco, pronto
desaparecerá –fruncí el ceño y puse la pañoleta color perla en mi cuello para
tapar alguna marca de la mordida, ni siquiera me di cuenta, no era como si
estuviera preocupada todos los días de mi cuello y las marcas que algún vampiro
me podría dejar después de una sesión de sexo desenfrenado.
—No puedo creer que sepas que es un
Monstruo y sigas trabajando para él –comenzó a manejar muy tranquilamente, ni
siquiera cambió su expresión ante mis palabras.
—El jefe nunca me ha hecho nada, soy un
simple empleado como todos, en este gran mundo, así que no soy yo el adecuando
a juzgarlo, no me ha hecho nada más que entregarme una buena paga.
—El dinero hace milagros –dije
concentrándome en mirar a través del vidrio. Estúpido Thomas, el idiota de su
jefe me tenía secuestrada, amenazándome con herir a alguna de mis amigas,
infeliz.
Llegamos a Blake Ltda. Y me bajé sin
despedirme del raro chofer que me había asignado el psicópata de mi
secuestrador. Entré al edificio como siempre y saludé al guardia, para después
quedarme al frente del ascensor, miré la hora y pronto llegaría Jennifer, pero
cinco minutos después llegó alguien a mi lado, quien hizo que un escalofrió
recorriera mi espalda.
No fui capaz de girarme al notar quien
estaba a mi lado, solo tenía que ver de reojo para saber de quién se trataba.
Entró sin decir nada al ascensor y me sonrió curvando sus labios, pero no fui
capaz de mirarlo a los ojos. No volvería a ser capaz de volver a ver los ojos
de Maximiliano Blake, porque luego del sueño que tuve con él, de ese raro
momento de hacía dos días, sería demasiado para mí ya que justo esa noche, el Monstruo
había llegado a mi vida.
— ¿Lizzie? –me giré y sonreí al ver a
Jennifer.
—Hola ¿Cómo has estado?
— ¡Demonios! ¿Cómo has estado tú? –dijo
mirándome asustada.
— ¿Por qué?
— ¡Estas muy blanca! ¿Qué rayos estás
haciendo que te estoy saludando con la misma frase de nuevo? –sonreí nerviosa
¿tendría qué ver las mordidas que estaba recibiendo por parte de aquel
Monstruo? Quizás eran muy graves y me tenían en mal estado, aunque toda esta
situación de seguro no ayudaba a mantenerme saludable.
—Debe ser el frio —ella me quedó mirando
unos segundos sin decir nada.
—Bueno, tienes razón, aun no se acaba el
maldito invierno, lindo traje –dijo sonriendo y tomándome del brazo para entrar
al otro ascensor, donde justo iba llegando Sophia, quien solo me dio una mirada
fría.
—Ya me estaba preocupado, ni siquiera
contestas tu teléfono y el de tu departamento dice que está fuera de servicio
–tragué saliva nerviosa ante la mirada fría que me estaba dando Sophia, de
seguro estaba muy molesta.
— ¡Eso es verdad! –dijo Jennifer cuando
entramos las tres para subir. Dios, solo tenía que hacer tiempo para no
contestar aquello, no tenía una idea, no se me ocurría nada –te llamé para
saber cómo estabas y para salir ya que tenías tus días libres, pero no
contestaste.
— ¡Sí! Y… –dijo Sophia –también nos
deberías explicar por qué ya no estás viviendo en tu departamento, Nathalie me
llamó — ¡maldita traidora!
— ¿Te mudaste? –dijo Jennifer soltando
mi brazo y mirándome sorprendida.
—Si…es algo complicado, les diré cuando
almorcemos, tenemos más tiempo.
— ¿Cómo qué no puedes decirnos ahora
porque te mudaste? –dijo Jennifer confundida.
—Eso mismo me pregunto, no nos dijiste
nada Lizzie –entré las dos harían que me diera un ataque cardiaco. Deje de
mirarlas para fijarme en como la luz de
los pisos del ascensor iban subiendo, hasta que paró en el treinta y cinco.
Para mi mala suerte me moví hacia tras
de inmediato al ver quien subió. Me apoyé al final del ascensor. Las chicas me
quedaron mirando nerviosa.
—Sr. Blake –dijo Jennifer saludando.
—Buenos días, Sr. Blake –dijo Sophia a
mi lado.
Él se volteó. Se veía estupendo en su
traje negro, su cabello oscuro peinado y con esa sonrisa coqueta que me daban
ganas de decirle que la dejara de hacer. Yo miré hacia un lado, tratando de
ignorarlo. Me ponía nerviosa recordar aquel sueño.
—Buenos días, señoritas –fruncí el ceño
al escucharlo.
Me recorrió un escalofrió conocido, pero
no pude pensar en nada más ya que Sophia me dio un codazo para que saludara, ni
se preocupó de disimularlo, ya que me di cuenta que Maximiliano Blake me miraba
enarcando una ceja.
—Buenos días, Sr. Blake —dije tensando
mi mandíbula, nerviosa.
—Buenos días, Elizabeth —mis amigas se
miraron entre ellas para después hacer como si nada pasara, pero por mi parte
nuevamente un escalofrió recorría mi columna.
—Nos vemos —dijo Jennifer cuando
llegamos a su piso. Se bajó dejándome con Sophia y aquel hombre, que me ponía
más nerviosa de lo que me agradaría estar.
—Usted –dijo él mirando a Sophia
–trabaja con Vladimir Knight –su apellido hizo que me diera dolor de estómago
¿Knight? ¡Claro! Tara Knight, Vladimir poseía el mismo apellido ¿Serian
familia?
—Así es, señor –respondió ella relajada.
—Este es su piso ¿Por qué no baja? –Ella
me miró de reojo –si ya ha comenzado el periodo donde deberías estar sentada
detrás de tu escritorio –Sophia frunció el ceño.
—Porque iré a dejar a mi amiga, odia los
ascensores y creo que a mi jefe no le molestará que me demore cinco minutos,
hago muy bien mi trabajo –vi como Maximiliano tensó su mandíbula.
—Le recomiendo que baje señorita –tomé
la mano de Sophia completamente asustada. Yo no soportaba estar en un ascensor
sin alguien de confianza ¡y ese hombre no me la daba ni un poco!
—No lo haré, puede hablar con el Sr.
Knight después, no dejaré a mi amiga –él la miró con ganas de matarla, pero
luego nos dio la espalda.
Sophia me miró sorprendida por la actitud de
aquel tipo. Yo asentí dándole la razón, esto era raro.
Llegamos a mi piso y tanto Maximiliano
como yo nos bajamos.
—Nos vemos Sophia —dije sonriendo, ya
feliz de estar en tierra firme.
—Nos vemos —ella me devolvió la sonrisa
y la puerta del ascensor se cerró.
—Esa amiga suya no debería ser tan
insolente con sus jefes —no lo miré y ni siquiera le dije algo. Solo fui a mi escritorio
y me concentré en ver como estaba todo –Elizabeth, le he hablado, no me gusta
que me dejen con la palabra en la boca.
—Lo siento, señor –dije aun mirando el
computador. Vi como sus manos se hicieron un puño, pero fui salvada por la
campana, cuando Ezequiel Blake llegó al piso.
— ¡Lizzie! ¡Por fin llegas! –Dijo
afligido –recuérdame que te suba el sueldo, no es posible que te paguen lo
mismo que a esa Mary ¡es una inútil! reactualizó todas mis citas, tu organizado
computador quedo muy mal –no pude evitar sonreír, era bueno que reconocieran mi
trabajo.
—No hay problema, veré ahora mismo lo
que sucede Sr. Blake –él sonrió y asintió.
—Hijo –dijo dejando una mano sobre el
hombro de Maximiliano, este solo asintió –no lo sabes, pero tengo a la mejor
secretaria del mundo aquí –miré hacia el computador porque ya sabía que me
estaba sonrojando.
—No lo dudo, me la podrías prestar un
tiempo ¿no crees? –hice caso omiso a eso y me concentre en la pantalla, viendo
que efectivamente Mary había dejado un desastre aquí.
—Claro que no Max, ahora vamos a mi
oficina –Oficina, solo recordé el
sueño donde tenía a ese tal “Max” entre mis piernas, pasando suavemente sus
manos por estas. Mi corazón se aceleró rápidamente, pero la risa de Maximiliano
me hizo salir de mi trance.
—Claro padre —antes de que entraran miré
de reojo a Blake hijo. Él solo me sonrió y me guiñó un ojo cuando cerró las
puertas.
—Voy a morir —dije finalmente, me
estaban pasando cosas demasiado raras en un transcurso de tiempo demasiado
corto.
Leer esta parte me hizo recordar cuanto nos reíamos de que ella no descubriera quien era su torturador personal.
Con eso de la nevera si se paso...muy cierto, en realidad es cómico que tuviera a su torturador tan cerca y no lo hubiera adivinado, no me acuerdo en que capitulo por fin se da cuenta, me da un poco de risa y tambien pena por ella como lucha y se pone toda intensa cuando el acosador empieza a querer ya sabes que...pero como todo se desvanece cuando la besa...justo me acorde como suspiraba cuando el tenia gestos lindos con ella y creia que mágicamente toda su maldad iba a desaparecer...oh ingenua de mi¡¡¡¡
ResponderEliminarEmpiezo a desvariar otra vez, asi que mejor aqui lo dejo...saludos.
Oh vaya!! Recientemente releí invitación peligrosa con Edward y bella y me encanta que saber que la estas escribiendo con tus propios nombres.... Máximiliano me ha parecido algo largo pero "max" realmente me ha fascinado... No puedo decirlo de otra forma ... Te amo por haber inventado una historia tan hermosa como esta... Es que es lo máximo... Un hombre realmente arrebatador, fuerte con que personalidad ... Siempre estuve enamorada de su malhumor Jajajaja y lizzie bueno ella simplemente es fantástica ... Te felicito una vez mas dani!!!
ResponderEliminarEs verdad!!!!! todas ya sabiamos quien era, pero la pobre Lizzie no... ni siquiera le cree a sus sueños...
ResponderEliminarEs completamente un lio que sea de esta forma, aunque menos mal tiene amigas como ellas ;)
Besos gigantes!!!
XOXO
Pobre lizzie la que lr va a dar cuando descubra quien ez su secuestrador
ResponderEliminarEste capítulo me gustó más, el estira y afloja entre estos niños me es muy divertido xD
ResponderEliminarQuiero más! (Ya estoy como Lizzie."más mas") jajaja