Capitulo 15
Joan y Amalia
me quedaron mirando, la primera lucía molesta como algo obvio ya que me estaba
besando con el chico que a ella le gustaba, pero la segunda me observaba un
tanto sorprendida.
— ¡Qué bien
que te encuentro! –Dijo Amalia, mirándome ahora de forma reprobatoria, de
inmediato recordé cuando me dijo que no me podía atraer Damián –justo estábamos
organizando una fiesta que haremos hoy en la noche, es aquí en el colegio.
—Amalia –ella
subió unos escalones, hasta llegar a donde su hermano — ¿de qué estás hablando?
—Amaya –dijo
ella, alejándose de él para ubicarse al frente mío — ¿te gustaría venir?
—Bien, basta
–la interrumpió Damián –es hora de irnos a clases. De forma brusca y
sorprendente me tomó del brazo para hacerme avanzar hasta que nos mezclamos
entre los demás alumnos.
— ¿Pero qué
te pasa? –Estaba en shock por su comportamiento — ¡Suéltame ahora mismo! –no me
importó que varias personas nos quedaran mirando, no iba a dejar que me tratara
de esta forma.
La expresión
de Damián cambió al momento de ver a Amalia y Joan juntas, era irreconocible,
inclusive me dio un poco de miedo ¿Qué demonios le pasaba?
—No vuelvas a
tomarme de esa manera –no dejé que me dijera nada, solo corrí hasta alcanzar a Leonardo
que me miraba sorprendido por haber gritando al medio del pasillo.
— ¿Estás
bien?
—Solo avanza
¿sí?
— ¿Te hizo
algo? –no le respondí, solo avancé hasta llegar al salón, donde entré sin mirar
atrás y me senté. No podía creer la fuerza con la cual había tomado mi brazo
derecho, sobé esa zona por unos segundos, me había dolido.
—Amaya… —escuché
la voz de Leonardo, pero no podía responderle, solo recordaba cierta escena del
pasado — ¡Amaya! –levantó la voz y movió mis hombros, ahí salí del trance en el
que estaba.
—Lo siento.
— ¿Estás
bien? ¿Qué pasó? –gracias al cielo llegó la profesora de arte, de esa forma
podía evadir sus preguntas. No había explicación que no dejara mal a Damián. Sin
embargo, nos dieron nuestra tarea de hoy y Leonardo siguió preguntando.
—Nada, solo
tuvimos una discusión.
—Pero sobabas
tu brazo ¿es qué te hizo daño?
—Se enojó un
poco, nada que no pudiera controlar, no te preocupes –él frunció el ceño al
escucharme, un tanto sorprendido –me sé cuidar muy bien –sonreí un poco para
poder darle más confianza sobre mis técnicas de defensa, pero no se quedó
tranquilo.
—Sabes que no
tienes porque permitir algo como eso, hablaré con él.
—No hagas
drama por algo pequeño, yo lo solucionaré –él negó de inmediato –Leonardo… —tomé
su mano para que me pusiera atención –si llegó a tener otro problema te lo
diré, así podrás golpear todo lo que quieras a Damián ¿te parece? –él miró
nuestras manos y presionó la mía, pasando su pulgar por mi muñeca.
—Está bien
–retiré con cautela mi mano y sonreí por el gesto que había tenido, hizo que el
mal rato con Damián pasara al olvido.
—Pintar no es
lo mío –dije mirando el set de acuarela que tenía en la mesa.
—Entonces te
puedo ayudar, a mí se me da muy bien, me gusta dibujar, cuando vayas a mi casa algún
día de estos te mostraré lo que he hecho.
— ¿Tan bien
como para dedicarte a ello? –él sonrió y negó a mis palabras.
—No se come
gracias a los dibujos, Amaya.
—Estoy segura
que el señor Pablo Picasso no diría lo mismo o por lo menos su familia –él
negó, pero por lo menos ya no seguía preocupado por Damián.
Después de
las siguientes horas, donde en los dos recreos que tuvimos no me encontré con Damián,
pudimos con Leonardo salir del colegio, hartos de estar en ese lugar. Nos
dirigimos hacia la heladería y pedimos sabores de mora y vainilla, además de
los barquillos para poder hacer los helados en casa. Nos fuimos, él en su moto
y yo en mi auto.
— ¿Estás
segura que no hay problema con que venga a tu casa? –preguntó cuando bajó de su
moto.
—Claro que
no, además solo estará mi Nana, mis padres llegan más tarde y no tendrían
problema alguno en verte aquí, es más, se alegrarían, hace mucho que no traigo
amigos a casa.
—Bueno, eso
suena excelente –dijo cuando entramos –pero me refería a Damián.
—Bueno, yo no
me rijo bajo las reglas que él pueda tener –claro que no, me regía bajo las
reglas que estaba imponiendo Amalia.
Dejamos
nuestras cosas en la sala y nos dirigimos a la cocina, le dijimos a Nana que
nosotros nos encargaríamos de hacer los helados. Lavamos nuestras manos y nos
sentamos a hacer el primer barquillo.
—Así que no
traes amigos a casa con facilidad…
—Bueno, después
de lo que te conté en la costanera, debes entender que no tengo… amigos –él
frunció el ceño al escucharme –eso es bastante triste.
—Si no
encuentras uno que valga la pena, es mejor no tener ninguno.
—Supongo
–sonreí al ver mi barquillo de vainilla listo, mientras que Leonardo ya comía
el suyo de mora.
—Cuando vayas
a mi casa, te presentaré a mis amigos de allá, estoy segura que te agradarán.
—No necesito
amigos de lastima, gracias –él negó a mis palabras.
—De verdad te
caerán muy bien.
— ¿Por qué? ¿Son
como tú? –me sorprendió ver como se sonrojaba, sonrió nervioso y negó a mis
palabras.
—Será
entretenido, este fin de semana podrías ir, te aseguro que no habrá ninguna
interrupción esta vez.
—Si… bueno,
no creo que sea buena idea, Juliana está un tanto pesada y estoy segura que no
le agradaría verme por allá y no quiero causarte problemas –él volvió a sonreír.
—Juliana es
mi problema, tú no te preocupes de esas cosas.
— ¿Amaya? –Miré
a Nana que estaba mirándonos desde la puerta de la cocina –hay una joven en la
sala, dice que necesita hablar contigo –suspiré al escucharla y asentí.
—Dame un
minuto, Leo, no me demoro nada… tu sigue tomando helado.
—No lo dudes
–dijo un tanto precavido.
Me apresuré
en llegar a la sala. Encontré a Amalia mirando hacia la ventana, aun seguía con
su uniforme así que supuse que venía desde el colegio.
— ¿Si? –dije
llegando a su lado. Me quedó mirando unos segundos –lo del beso…yo…
—No tienes
nada que explicarme, si esos son tus métodos, no es cosa mía, solo no dejes que
te manipule de esa forma, es muy astuto –suspiré cansada ¿métodos? No era
ninguna experta en sacar a chicos de problemas.
— ¿Entonces a
qué has venido? Estoy un poco ocupada.
—Vine a
hablarte de la fiesta, es hoy en la noche y de verdad ayudaría a que fueras, es
en el colegio.
— ¿Por qué
estabas con Joan? –ella sonrió.
—Bueno, hago
mi parte para ayudarte, le estaba diciendo que dejara de molestar a Damián, que
debía hacerse respetar. Solo la estaba engañando para que no sea una piedra en
tu camino, pero debes ir esta noche, entrarías al círculo social de Damián.
— ¿Tu estarás
ahí? –ella negó de inmediato.
—Solo sé
sobre la fiesta porque a Joan se le escapó, es por eso que te invite al frente
de ella, nada del otro mundo, es más, encontrarlos allí ayudó bastante, de esa
forma ella no se podría negar.
—No sé si sea
buena idea, además es un día de semana –ella me quedó mirando, sin decir nada,
pero por su expresión sabia que no le había gustado mi respuesta –está bien,
haré lo posible ¿sí?
No tenía ningún
ánimo de encontrarme con Damián, pero era cierto, esta era una oportunidad para
saber más sobre sus amigos y entender qué demonios pasaba ahí, más rápido seria
si iba a meterme a la boca del lobo, sabría más sobre sus amigos y lo que hace
realmente ahí.
Amalia no me
dijo nada más y se despidió, diciendo que desearía poder hablar otro poco más
pero tenía cosas que hacer. Cuando la despedí en la puerta, me quedé pensativa
sobre esa fiesta, no me causaba gracia tener que ir.
Al dirigirme
hacia la cocina, encontré a Leonardo reflexivo, tomando de su helado. Me miró
cuando entré y tenía esa expresión preocupada que había aprendido a
identificar.
—No era mi intención,
pero escuché lo que hablabas con Amalia –enarqué una ceja.
— ¿No fue tu
intención acercarte hasta la sala y escuchar conversaciones ajenas?
—Lo siento,
pero esa cercanía con ella es muy extraña… ¿Qué están planeando y por qué
hablaba de Joan como una molestia para ti? ¿Cuál es tu necesidad por entrar al
grupo de Damián? Ellos son muy extraños.
—Es mi novio
¿no? –Dije sentándome al frente de él –debo conocer a sus amigos.
— ¿Y sobre Joan?
¿Por qué es una molestia?
—Está detrás
de él, solo eso… —me miró desconfiado mientras mordía el barquillo.
—No luces
como su novia ¿sabes? –Rodee los ojos por su comentario –y no me refiero a
apariencias y cosas por el estilo, porque cumples con todo lo que el
estereotipo del colegio busca, de cierta forma, pero… los dos no lucen como si
fueran novios –ciertamente este chico era perceptivo.
—Puede ser
porque recién estamos juntos –él negó rápidamente.
—Es algo de
poder… como decirlo –dijo pensativo, dándole otro mordisco al barquillo –no es
correcto ¿sabes? Así es como lo veo.
— ¿No es
correcto? Bueno, yo te pude decir lo mismo de Juliana y tú, no era correcto que
estuvieran juntos.
—Por eso
terminamos nuestra relación, pero ustedes recién están comenzando ¿Qué
escondes, Amaya? –llamó mi atención su tono de voz.
—Estas siendo
paranoico, no escondo nada, Damián y yo nos llevamos bien, tiene un sentido del
humor parecido al mío, es inteligente, simpático, además de ser guapísimo ¿Qué
mejor? –Leo me quedó mirando con el ceño fruncido.
—Pero eso no
basta ¿de verdad es tan superficial tu atracción a él? ¿Sabe de tus muñecas? ¿Lo
conoces más allá del niño educado y correcto que hace ver al resto del colegio?
— ¿Hace ver?
–me llamó la atención sus palabras.
— ¿De verdad
crees que él es así? Se nota que está metido en problemas, que todos se comporten
como ciegos respecto a eso es un tema completamente diferente.
— ¿Qué sabes?
Escúpelo, vamos –quizás esta reunión con Leonardo, más que hablar sobre Juliana,
podría ser fructífera respecto a Damián.
—Nada
realmente, solo es un presentimiento –eso no me servía de nada –pero… bueno, Tobías
es parte de sus amigos ¿no? –no tenía la menor idea realmente, solo sabía que
ese rubio era el novio de Cloe –estuvo metido en problemas el verano pasado y
sé que se fue de intercambio en el segundo semestre, habían rumores de que era
por haber tenido problemas con la justicia.
— ¿Cómo sabes
eso? Eres un chismoso, Leonardo –él sonrió.
—Juliana me
comentaba esas cosas, además piensa Amaya, Damián solo está protegido porque su
familia lleva años en ese colegio, su padre había sido también presidente del
centro de alumnos y créeme… esa familia no es nada normal, que lo aparenten es
otra cosa, mi padre dijo que habían rumores que los involucraban con drogas.
— ¿Qué? –Eso
era imposible — ¿me estás diciendo ahora que los Andrade son narcotraficantes?
—No sé, solo
digo lo que ha llegado a mis oídos –levantó los hombros, negué, eso debía ser
falso.
—Sí, eres un
chismoso, apuesto que te quedabas tardes enteras hablando de los demás con Juliana.
— ¿Cómo lo
estoy haciendo contigo ahora? –sonreí, estábamos haciendo eso, comportándonos
como chismosos.
No supe que
contestarle así que tomé la cuchara de helado y la llené un poco para después
rápidamente ensuciar la nariz de Leonardo. No podía parar de reír, él me hacia
hacer cosas tontas.
—Oh… no, estás
en problemas –se puso de pie con la cuchara llena de helado de mora, pero
cuando estaba rodeando la mesa, me levanté y corrí hasta la sala gritando por
los nervios que provocaba que me siguiera.
Sin embargo,
a pesar de ser muy buena corriendo, no pude parar de reír cuando rodeó mi
cintura desde atrás con su brazo libre, justo al lado del sofá más grande,
donde planeaba defenderme, pero no tuve el tiempo.
Me hizo caer
sobre este, quedando sobre mí y me
inmovilizó con demasiada facilidad. Me miró sonriendo para después pasar la
cuchara por mis mejillas mientras yo no paraba de gritar y de reír, rogándole
que no lo hiciera, pero de todas formas ensució mi cara.
— ¡Leonardo!
–traté de mover mis manos para quitármelo de encima y poder limpiar mi cara,
pero él tomó mis muñecas y las dejó sobre mi cabeza.
—Dulce
venganza, Amaya –respiraba rápidamente por la actividad física, ni siquiera me había
dado cuenta en qué posición estábamos sobre el sofá hasta que la sonrisa de Leonardo
se esfumó y me quedó mirando bastante serio –tienes mi sabor favorito en tus
mejillas.
—Leonardo
–dije llamando su atención, aunque mis ojos ya no estaban atentos a los suyos,
sino que sus labios había captado toda mi concentración. Sonreían prácticamente
por si solos, eran carnosos y su labio inferior llamaba a ser mordido por
alguien más –debemos estudiar, ya se hará tarde.
—Tienes razón
–él asintió con rapidez y se movió para dejarme libre. Podía sentir como mi
rostro estaba todo sonrojado. Él se sentó a mi lado.
—Pero que
sorpresa –me tensé al escuchar esa voz. Me giré y pude ver como estaba Nana con
Damián a su lado; ella me miró como si la hubiera cagado de verdad… lo que había
hecho –pensé que estarían estudiando, no jugando.
—Damián –me
puse de pie, logrando obtener la mayor normalidad que podía alcanzar en una
situación así. No me iba a sentir mal, yo con Damián no teníamos nada en la
realidad — ¿Qué haces aquí? –mi Nana se retiró, sin decir palabra alguna.
—Vine a ver
si podía ser de ayuda a sus estudios –bajó el escalón y se acercó hasta donde
yo estaba –Mora… —dijo mirando mis mejillas, pasó su pulgar por una de ellas y
se llevó el resto de helado que sacó a la boca –no es de mis sabores favoritos,
muy dulce –fruncí el ceño cuando dijo esto mirando a Leonardo, pero aun así
quedé mirando el pulgar que había ido a su boca ¡Eso había sido tan sexy!
—Iré a lavar
mi rostro, vuelvo en seguida.
Con rapidez
fui al baño más cercano y lavé mi rostro para después volver a donde se encontraban,
pero antes de que me pudieran ver, escuché como susurraban, por lo que me escondí
y puse atención.
—Vuelve a
tocarla como lo hiciste en el colegio y date por muerto –pude ver como Leonardo
lo miraba muy enojado, había usado un tono de voz furioso.
— ¿No crees
que te estás metiendo en asuntos que no debes?
—Amaya es mi
amiga y mientras tu estés con ella, será mi asunto –Damián sonrió de forma
arrogante, no me agradó.
— ¿Mientras
este con ella? Date cuenta que jamás tendrías oportunidad contra alguien como Amaya,
no está a tu alcance —abrí mi boca, sorprendida por sus palabras ¿pero quién se
creía que era? –no le gustan los niñitos tiernos.
—Cuida tu boca,
te podrías morder con ella fácilmente.
—Mientras yo esté
por estos lados, tu no la tendrás nunca –Leonardo sonrió.
—Cuando vea
tu verdadera cara, créeme ni aunque le hagas un altar querrá estar a tu lado –Damián
lo quedó mirando unos segundos, sin decirle nada. Era mejor entrar en escena.
—Bueno –dije
sonriendo, estaba nerviosa por lo que había escuchado; ambos se habían
comportado de una forma que jamás imaginé –Ya todo está limpio… ¿puedes venir
conmigo un minuto, Damián? –dije sonriendo, de forma falsa, obviamente, no
quería darle sonrisas a alguien que me había hecho enojar solo hace un par de
horas.
Fuimos hasta
el despacho de mi padre, cerré la puerta para que Leonardo no estuviera
escuchando conversaciones ajenas.
— ¿Qué haces
aquí? –él miró a su alrededor, observando los libros y el escritorio de papá.
—Como dije,
vine a ver si podía ser de ayuda, pero por lo visto… estabas bastante
entretenida ¿no?
—Mira, no
vengas con celos que lo de nosotros no es real, no te confundas.
—Si pides exclusividad,
yo pido lo mismo. Lo que vi en ese sofá, no era para nada un juego –me miraba
molesto, siendo que yo debería ser quien estuviera enojada.
—No sé porque
te estoy dando explicaciones, pero debido a que tienes una mente tan pervertida
y no puedes comprender un juego, debo decirte que nada estaba pasando… Leonardo
es mi amigo, uno que aprecio mucho y no dejaré que por tu culpa, se aleje de
mí.
—Eso no era
un juego.
— ¿Sabes? Ni
siquiera deberías estar aquí, haciendo esta escena de celos, es mejor que te
vayas, estoy enojada contigo por lo que pasó en el colegio –en ese momento él
se tranquilizó y su expresión cambió completamente.
—También
venia a eso, te debo una disculpa, es solo que Amalia me enfurece, invitándote
a fiestas y poniéndote en una situación incómoda, sé que no irás y que…
—Voy a ir –lo
interrumpí –no me incomodó para nada, pero si me molestó mucho por cómo me
tomaste, me dolió Damián.
—Lo siento,
no medí mi fuerza, no era mi intención hacerte daño, no se volverá a repetir.
— ¡Claro que
no! una vez más y olvídate de nuestro trato.
—Lo prometo
–dijo él muy serio, tenía una expresión de arrepentimiento que hizo que mi enojo
disminuyera, era creíble –no tienes para que ir esta noche.
—Claro que iré
–ahora sonreí, si él tenía cosas que esconder y por lo visto Amalia tenía
razón, tenía que ir esta noche a esa fiesta — ¿nuestra misión no es molestar a Cloe?
Bueno, esta será una ocasión perfecta ¿no?
—Sí, pero… no
te gustará el ambiente, te puedes sentir incómoda.
—Créeme que
este colegio me ha adiestrado para manejar situaciones de ese estilo, iré y no
hay vuelta atrás, así que anímate que esta noche será nuestra primera reunión
social juntos –él tensó su mordida al escucharme, notando que no tendría
escapatoria.
—Bien, no
diré nada, estoy a tus ordenes… te lo debo –claro que me lo debía.
—Sí, suma
esto a los puntos que tendrás que obtener para que te disculpe, ahora… mi
amigo, Leonardo, me espera para que podamos estudiar ¿te puedes ir?
—Bien, no me
interesa verle otro segundo la cara a tu amiguito –asentí, aceptando que se
llevaban pésimo y no volvería a dejar que estuvieran cerca otra vez.
Damián se
dirigió hacia la puerta, la abrí para que saliéramos de aquí, pero él llamó mi atención.
— ¿Amaya? –Me
giré para verlo, ya estaba a mi lado –entonces ¿debo sumar puntos para que me
disculpes?
—Claro que sí,
no perdono con facilidad, así que tendrás que esmerarte.
—Muy bien…
esto me agrada –llevó su mano derecha a mi mejilla y acarició mi piel –sin
helado en la cara te ves mucho mejor –tragué saliva nerviosa.
—Que bien,
ahora vamos –me giré para poder avanzar, pero él dejó su otra mano apoyada en
el marco de la puerta, evitando que avanzara. Lo miré enojada por su
comportamiento, pero cuando lo miré ya estaba a escasos centímetros de mi boca
–No…
—Si… —cerró
la puerta de nuevo al mismo tiempo que sus manos rodeaban mi cuello y me
acercaban a sus labios ¡maldito besador!
—Damián —dije
contra sus labios, tratando de alejarme, pero cuando me acorraló de nuevo entre
la puerta y su cuerpo, no pude seguir luchando, era una maldita chica
adolescente sin voluntad, entregada a mis hormonas.
Apoyé mi
cabeza en la puerta mientras nuestros labios se movían lentamente el uno sobre
el otro. Mis manos se aferraron al suéter de su uniforme, tirando de este
cuando su lengua tuvo contacto con la mía… ¡Por Dios! Éramos tan buenos
besando.
Mi
respiración cada segundo comenzaba a ser más errática y como si estuviera
hipnotizada llevé ahora mis manos a su cabello, tirando de este suavemente. Damián
mordió mi labio inferior, lo que sorprendentemente me hizo despertar de la
ensoñación en la que estaba, ya que recordé cuando desee morder el labio de Leonardo.
—Basta –dije
empujándolo y tomando aire, sabía que debía estar sonrojada producto de este
beso.
— ¿Gané
puntos para ser perdonado? Con un beso así, creo que si ¿no? –sonreí al
escucharlo, Damián era un caso perdido. Lo miré y mi atención volvió a su boca,
tenía sus labios levemente hinchados, ni siquiera quería saber cómo estaban los
míos.
—Te debes ir,
además ya basta de besarme de esa forma, no es correcto, lo de nosotros es un
juego ¿sí?
—Quizás –dijo
sorprendiéndome –o quizás no deje de hacerlo –ahí entendí que se refería a los
besos –ahora ¿gano puntos por irme?
—Sí, ganas,
vete —él abrió la puerta y antes de salir volvió a unir nuestros labios, pero
esta vez fue corto y bastante tierno, para mi sorpresa –te ves hermosa cuando
tus ojos brillan excitados.
—Basta –le di
un golpe en su hombro –vete… — ¡que se vaya antes que me haga caer ante la
tentación que eran sus labios!
Ambos salimos
del despacho de papá hasta llegar a la sala, donde solo se despidió con un Hasta luego de Leonardo y se fue. Miré a
mi amigo que ya tenía un cuaderno afuera y lucía un poco molesto.
—No fue mi
intención, pero alcancé a escuchar lo que hablaban –dije mientras sacaba mi
cuaderno de matemáticas y mi calculadora –Gracias… —le respondí antes de que
dijera cualquier cosa –Nunca he tenido un amigo que me defienda, pero no debes
meterte en problemas, Damián no es para nada peligroso.
—De todas
formas, para que no le queden dudas –sonreí.
—Bien, ahora…
ecuaciones ¿no?
La tarde se
pasó en completo estudio, omitimos el tema de “Jamás tendrías oportunidad con alguien como Amaya” ya que eso había
sido algo incómodo, Damián no debió decirlo, idiota. Realmente fueron unas
horas entretenidas, incluso Leo conoció a mis padres, pero no se quedó a cenar
con nosotros, ya que debía ir con su padre, no le gustaba dejar que cenara solo,
su mamá llegaba más tarde.
— ¡Pero qué
tierno! –Dijo mamá cuando los tres estábamos comiendo –me agrada Leonardo, es
lindo y se ve un buen muchacho.
—Es cierto, conocí
a su padre hace unos días, buena familia, todo lo que tienen es a través de
esfuerzo de generaciones, luce un buen chico… para que sea tu amigo –aclaró Cristian,
mientras comía y me miraba de forma sospechosa.
—Si… bueno,
es un excelente amigo.
Después de
comer le pedí permiso a mis padres para ir un tiempo a una “reunión” que habría
en el colegio, que llegaría antes de la una de la mañana. Ya había hecho mis
deberes, por lo que no se negaron a fuera, solo tenía que volver temprano.
Me saqué el uniforme
y lo dejé en el lavado, preparé mis cosas para mañana y me vestí con ropa
normal. Solo unos jeans oscuros, una camiseta blanca con estampados y mi casaca
de cuero. Tomé las llaves del auto y me despedí de mis padres.
Era hora de
ver con quien se codeaba Damián, veremos que tan peligroso puede ser como para
que Amalia me este chantajeando para sacarlo de ahí.
Quizás pueda subir otro más tarde tambien :D
haaay noo esos besos serán la perdición de amaya... maldito y sexy damian !!
ResponderEliminar