Capitulo 4
Íbamos
caminando por una avenida que nos daba una hermosa vista de la torre Eiffel.
— ¿A qué hora
llegarán Melisa y Dante? –pregunté sin entender mucho sobre los horarios.
—En una hora,
debemos enviar alguien a buscar sus cosas para que vayan de inmediato al centro
del ejército Francés –asentí. Quería que llegara Melisa, me sentía desprotegida
aquí sola con Oliver, quien no era alguien que conocía –estás nerviosa –asentí.
—Sí, bueno es la
primera vez que vamos a presentar el software —me acerqué a una banca que había
debajo de un árbol y me senté.
—Has pasado mucho
tiempo trabajando con Melisa, debes confiar en lo que has hecho.
—Sí, lo sé, pero
no es como si trajéramos un software para entrar a cualquier computador del
mundo, eso es más simple, esto es más grande y… —miré hacia un lado incómoda.
—Estás
preocupada, lo entiendo, por lo que me dijo Emma, es un tanto peligroso ¿no?
—Muy peligroso,
se nos asignó esta misión y la tomamos hace tres años –él frunció el ceño.
—Pero tú tienes
24…deberías haber salido de la universidad hace un año –sonreí.
—Jamás fui a la
universidad, es una pérdida de tiempo para lo que me gusta.
— ¿Estás
diciendo que todo ese conocimiento lo aprendiste sola? –negué.
—Me enseñaron
lo básico en algún momento, creo que fue mi profesora Cynthia –él enarcó una
ceja.
— ¿Y qué edad
tenias?
— ¿6 o 5 años?
–Él me miró sorprendido –hay muchos más como yo, no te sorprendas.
— ¿Y Melisa?
—Ella es mayor,
ella fue a la universidad y siguió el conducto regular.
—Ya veo ¿y cómo
llegaste a esto? –levanté los hombros.
—Lo típico, me metí
donde no debía a los catorce años y me encontraron los del gobierno, el
pentágono no tiene la seguridad que cree.
— ¿Te metiste
al sistema del pentágono?
—No es la gran
cosa, no creas que soy buena por haber hecho eso…lo que sí es mi orgullo y mi
medalla de presentación a un trabajo, es haber roto la conexión y haber entrado
a la información de nuestro satélite, eso sí fue algo grande –sonreí al
recordar lo emocionaba que estaba ese día, la adrenalina que corría por mi
cuerpo al entrar cibernéticamente a lugares donde no debía entrar –tenía 18
años…de ahí no me dejaron sola, me propusieron trabajar para ellos, lo cual
acepté, la paga es increíble.
—Ten a tus
amigos cerca, pero a tus enemigos aun más cerca, solo es un dicho –su tono irónico
me hizo sonreír — ¿y qué intenciones tenias en entrar al satélite?
—Puff...ninguna,
solo saber que nada me podía parar, podía entrar a cualquier lugar.
— ¿Podías? –asentí.
—Si…bueno, hay
sistemas tan secretos a los que no puedo entrar, los creados por mí.
—Entonces te
has puesto sola una trampa.
—Lo que es
mejor –dije sonriendo –tengo que superarme a mi misma ahora para poder entrar.
— ¿Cuándo niña
te caíste y te diste en la cabeza? –sonreí.
—No, ese fuiste
tú quien ahora busca que lo maten en cada misión.
—No es lo que
crees –rodeé los ojos –no es como si fuera el agente 007, Julie.
—Bueno,
supongo…que el agente 007 jamás diría que es el agente 007 ¿o sí? Conlan, Oliver
Conlan –dije con tono serio, como en las películas.
—Sinclair, Julie
Sinclair deja de burlarte…y mejor sigamos que llegaremos tarde —suspiré. Él me
quedó mirando de tal forma que me puso un tanto nerviosa, ya que su mirada iba
a mi boca, así que decidí cambiar de tema.
—Esto no me
gusta, debería venir otra persona a hablar de mi trabajo.
—No seas
cobarde y débil, saldrás bien de esto, en serio —me dio un leve empujón. Lo
quedé mirando, me había gustado esta conversación, por lo visto Oliver no solo
pensaba con la cabeza inferior de su cuerpo, sino que tenia cerebro.
— ¿Débil? No
fui yo quien quedó atado a una cama, desnudo –reí y me apresuré en alejarme de él,
quien se había quedado estático mirando cómo me alejaba.
Miré como se
llevaban a Oliver, alejándolo de mí. Las lágrimas caían sin darme consuelo,
hasta esa acción lograba dolor.
—Sigue vivo —no
tenía la fuerza para articular palabra alguna, estaba cansada y tratar de
esconderme en recuerdos esta vez fue demasiado difícil, los gritos de Oliver me
lo estaban haciendo casi imposible –no ha sido tanta la carga eléctrica… —no
levanté la mirada al escuchar quien decía eso, no podía salir del shock en el
que me encontraba.
Esto se estaba
volviendo un infierno ¿Por qué no simplemente nos mataban? Esto acabaría sin
seguir siendo víctimas de la tortura un segundo más, sin la tortura de ver como
hacían sufrir a mi Oliver.
–Llévenla a su
celda —me desataron y llevaron de nuevo a ese lugar que odiaba, pero en
momentos como estos…ni siquiera me importaba, solo quería sentir a Oliver, un
abrazo de su parte, ver su sonrisa de nuevo. Este lugar me estaba matando lenta
y dolorosamente.
—Este lugar me está
matando, lenta y dolorosamente –dije
mirando a los lados, realmente nerviosa.
—No exageres Julie
–Melisa estaba a mi lado, sonriendo ante mis nervios que según ella eran
injustificados.
—Ya nos podemos
ir ¿cierto? –ella levanto los hombros.
—No deberíamos.
—Pero la
presentación ya se ha hecho, hablé, transpiré como si hubiera corrido
kilómetros, tengo hambre y quiero dormir… —miré hacia atrás y vi a Dante con Oliver
mirando atentos a los lados, analizando cada movimiento –me quiero ir Melisa…
—Muy bien Julie,
vete, ya hablaste, yo me hago cargo de estos viejos ¿sí? –la miré emocionada.
— ¡Gracias! –la
abracé y me despedí con un beso en su mejilla. Caminé hacia la salida y Oliver
me siguió de inmediato, le hice una seña de despedida a Dante y crucé la puerta
con rapidez.
— ¿Qué sucede?
–Preguntó llegando a mi lado — ¿ya has terminado? –asentí.
—Sí, Melisa se
encargará por ahora –miré a mis lados.
—Por acá… —dijo
tomando mi brazo e indicándome delicadamente por donde teníamos que ir. Mire su
mano un tanto nerviosa, como me tenía tomada y como me sentía ante su agarre. No
pude evitar recordar el momento cuando estaba atado en la cama, desnudo, con
sus brazos tan fuertes y preparados para lo que fuera.
Cuando salimos
del edificio soltó mi brazo y miró con atención alrededor de nosotros para después
pedir un taxi. Subimos sin ningún problema, Oliver caballerosamente abrió la
puerta para mí, pero su expresión me estaba llamando la atención.
— ¿Te ha pasado
algo? –él negó. Miré al taxista un tanto incómoda — ¿he hecho algo que te ha
molestado? –él sonrió cuando pregunte esto, pero no tenía idea porque lo
abordaba esa expresión de molestia por algo que no sabía.
—Simplemente
deseaba estar en la reunión y así…ver de qué se trata tu software.
—Ooh…
—Dante pudo
entrar.
—Dante es la
pareja de Melisa, quien sabe todo sobre este proyecto, tú no has podido entrar
porque eres prácticamente un extraño…que podría dar información a las personas equivocadas.
—Eso es un
insulto –dijo subiendo su tono de voz levemente –he servido a este país por más
de diez años, en misiones que asustarían hasta una roca ¿y se está desconfiando
de esa manera sobre mi lealtad? –miré al chofer, estaba atento a Oliver y su
capricho.
—Bueno, supongo
que alguien está cansado luego del viaje
y la reunión.
—Lo siento… —dijo
suspirando –es que no estoy acostumbrado a ir a ciegas, de verdad lo siento –su
expresión llamó mi atención, parecía arrepentido, pero no se me olvidaría con
tanta facilidad su momento de ansiedad.
—Sin duda debes
descansar…además no es para tanto, si no te gusta estar a ciegas, bien, se
paciente, quizás más adelante te diga que sucede, pero por ahora no, eres nuevo
y no tienes nuestra confianza.
— ¿Más
adelante? –sonreí.
—Hay que ser
realistas agente 007 –miré hacia la ventana, concentrándome en las luces de los
faroles como pasaban una detrás de la otra –tomará tiempo que cada uno se vaya
por su camino.
—Ya veo…te he
agradado ¿no? lo sabía –no pude evitar reír al escucharlo.
—Dios, tú y tu
ego harán que me ahogue en este taxi.
—Negarlo solo
lo empora aun más –lo miré enojada, este Oliver no me agradaba para nada cuando
sacaba a la luz su lado petulante.
—Tú sí que eres
arrogante, si te he dicho esto es porque tengo la razón, no podré separarte de mí
porque Emma está convencida de que eres bueno en lo que haces, cosa que
realmente no has demostrado porque no ha sucedido nada, pero aun así estoy
atrapada contigo —él sonrió de nuevo, haciendo que mi molestia aumentara.
—Creo que
estaremos bastante tiempo juntos si lo dices de esa manera –nuevamente esa
sonrisa característica en él salió a la luz.
—Ohh…es inútil
hablar contigo, Señor Profesional.
No tomé en
cuenta lo que dijo Oliver durante todo el camino, sino que me concentre en
mirar hacia la ciudad. Me sentía incómoda y molesta por ir junto a él.
Esa estúpida
reunión me había puesto más nerviosa de lo que esperé, además las expresiones
de los gobernadores eran sin duda no agradables, no les había gustado la idea y
mucho menos el precio de este; ser controlados por alguien a pesar de que ellos
puedan controlar a los demás, no había tenido su aprobación.
Me bajé del
auto y me apresuré en llegar a las puertas del hotel, simplemente me quería dar
un baño y dormir, estaba cansada. Con
Oliver subimos por el ascensor y luego no tengo ni idea de porque me estaba
acompañando hasta la puerta.
—Bien –me giré
para despedirme. Lo miré extrañada –que descanses, adiós… —abrí la puerta para
poder entrar.
—Woow alto ahí,
¿crees qué te dejare sola? –me volví a girar lentamente hacia él.
— ¿De qué estás
hablando? – Él rodó los ojos y simplemente entró a la habitación — ¡Oliver!
¿Qué haces?
—Mira, me han
dicho que te tengo que cuidar.
—Sí, pero aquí
no pasara nada, estas exagerando, basta.
—Esto está
bien, dormiré en el sofá, aunque podríamos compartir la cama ¿no?
— ¡Oliver! –él
rió sin ningún problema mientras se sacaba su chaqueta negra y se recostaba en
el sofá. Él no podía hacer esto, era estúpido, no quería compartir mi
habitación con él –ya están pagando tu habitación, estás mal gastando los
recursos del gobierno.
—Ohh...ya no
exageres ¿es qué te he puesto nerviosa? –rodeé los ojos, cansada de su actitud.
—Creo que mi
visión sobre ti ha cambiado…de nuevo.
—Muy bien –suspiró
y se puso de pie –te daré unos minutos para que te arregles y estés lista para
dormir, pero no pienses que no haré mi guardia aquí.
—Estás
exagerando –él negó y se fue, devolviéndome mi privacidad de nuevo.
Llené la tina
de agua y me sumergí en ella por un largo tiempo, dejando volar mi cabeza y
sintiendo a cada segundo como mi estómago se iba revolviendo ante la idea de
todo esto, no me estaba pareciendo que fuera algo bueno el proyecto de
comercializar el software. Controlar los misiles de los demás países aun bajo
el control de América, no era algo que saliera de la mente de una persona,
menos de dos, pero ya estaba metida en esto. Seguía con la idea de que esto debió
ser solo para nuestro país, una forma de defensa, como lo habíamos planeado al
principio.
Con Melisa
habíamos pensado en este programa hace años, teníamos la idea de que los países
debían tener la oportunidad de protegerse cuando había una guerra o cuando
algún enfermo que tenía serios problemas psicológicos y deseaba asesinar
cientos de personas.
Los misiles de
hoy en día tiene siempre un control computacional tras ellos, no se pueden
dirigir solo por un control remoto, debe tener programada una trayectoria y es
aquel mandato que nuestro software podía bloquear, sin embargo, el gobierno nos
había obligado a crear una nueva opción dentro del programa, que era manejar
aquel misil para darle una nueva trayectoria, nuestra idea era bloquearla, pero
no darle una nueva línea, ya que las opciones ahora eran dos: desactivar el
misil dejando a todos vivos, y la segunda era desactivar la trayectoria del
misil desactivando a este mismo, pero dándole un nuevo itinerario…pudiendo
herir a más personas.
Melisa me había
pedido que lo intentáramos, que pudiéramos darle ese nuevo código, esa nueva
opción al software, yo no quería, pero sin duda el gobierno se había encargado
de darnos un suculento pago por ello…lo habíamos hecho.
Aceptamos y
creamos la opción de desactivar y dar una nueva dirección al misil, eso es lo
que habíamos creado y sinceramente ya no me parecía un buena idea, menos cuando
cada vez que Emma llamaba era para decir que tuviéramos cuidado, que
mantuviéramos escondido el software…cosa de la que yo estaba a cargo, Melisa me
dijo que solo una de las dos lo haría y que sería yo.
Acepté sin
tener mayores problemas porque no pensé que tendría que preocuparme, pero ahora
al ver las reacciones de esos gobernadores, siendo que era solo de un país, me había
puesto nerviosa. Esto no era una buena idea.
Salí de la tina
rendida, quería dormir y despertar sin tener cargo de conciencia sobre lo que
estaba haciendo. Cubrí mi cuerpo con la tolla y comencé a secar mi cabello,
solo me tomó unos minutos más. Salí del baño y tomé mi pijama, pero cuando iba
a dejar caer la toalla, la puerta se abrió y pude ver como Oliver traía una
frazada en su mano.
— ¡Eeey! –Dije
sujetando mi toalla para que no hubiera algún accidente — ¡sal de aquí!
— ¿Todavía no estás
lista? –Cerró la puerta y caminó un poco hasta llegar al medio de la habitación
–ha pasado más de una hora, lindas piernas –bajé un poco más mi toalla que llegaba
a la mitad de mis muslos. Mi rostro estaba todo rojo por la vergüenza
—Demonios –tomé
mi pijama y camine hacia la puerta del baño –eres un idiota –antes de poder
llegar a mi objetivo, Oliver rápidamente dio unos pasos hacia mí y tomó mi
toalla desde mi espalda y la arrancó dejándola en el piso — ¡No! –Grité
tapándome con mi ropa y girando para verlo, pero Oliver camino hacia mí y terminé chocando contra la
pared — ¿Qué haces? –logré cubrirme con mi ropa lo bastante como para que no
viera nada, pero era demasiado tarde…ya había visto todo –basta –quería
alejarlo con mis manos pero era imposible, ya que si lo hacía dejaría caer la
prenda que cubría mis senos.
—Ahora estamos
a mano ¿no? –miré hacia un lado al ver como se acercaba.
—Aléjate, le diré
a Emma.
—Claro que no
lo harás, porque yo le diré que me dejaste amarrado a la cama… desnudo.
—Basta, Oliver —me moví aun contra la pared para escapar y
entrar al baño, pero él dejo su mano al lado de mi cabeza –dijiste que eras
profesional en tu trabajo –fruncí el ceño molestándome de a poco.
—Lo era, pero me
has hecho las cosas difíciles —no entendí lo que me dijo.
—Pero si solo
ha sido un día ¿Qué estás diciendo? Ya aléjate, me estas poniendo nerviosa —llevó
su mano a mi mentón y me hizo verlo a sus ojos. ¿Qué estaba ocurriendo aquí que
Oliver tenía esta actitud? –Oliver… —estaba completamente sonrojada,
sintiéndome intimidada por la forma en que me tenía, además sus ojos no le
daban escapatoria a los míos y su cercanía estaba acabando conmigo, mi cuerpo
estaba reaccionado de la peor forma –no
es gracioso, muévete…
— ¿Qué harás si
no lo hago? No puedes mover tus manos –acercó su rostro hacia el mío, pero su
actitud tan arrogante me cansó por lo que no pude controlar lo que hice.
— Te crees muy
astuto ¿no? –Dejé caer mi ropa y lo empujé –a mí nadie me intimida, agente 007
–lo alejé bastante para poder tomar mi ropa y entrar al baño sin darle
oportunidad de decir nada –Dios… —dije sentándome en el suelo. ¿Qué demonios había
sido eso? Estúpido Oliver con sus juegos. Abrí mis ojos lista para poder
vestirme y enfrentarlo sin avergonzándome.
Abrí mis ojos
al sentir la luz de la luna en mis ojos. Me removí inquieta al sentir como mi
cuerpo respondía luego de la agitación que provocaron los gritos por llamar a Oliver.
Tosí tratando de relajar mi garganta, pero solo incitó aun más dolor.
Levanté con
cuidado mi cabeza y mi corazón saltó al ver que había una bandeja con comida y
agua. Avancé casi arrastrándome para
poder alcanzar un poco, el hambre ya era demasiada como para ser caprichosa, mi
estómago sonaba y mi cuerpo comenzaba a tener respuestas ante la falta de
comida. Bebí del agua rápidamente, refrescando tanto mi garganta como mi
cuerpo.
Busqué por cada
rincón de la bandeja la nota de Oliver, pero por lo visto Irina no estaba de
turno esta noche, ya que no había nada o quizás…Oliver estaba muy mal o algo
peor pudo haber sucedido.
Me levanté con
toda la fuerza que me quedaba y comencé a golpear la pared de mi lado, llamando
y gritando el nombre de Oliver, pero mi voz no salía de mi boca como
verdaderamente deseaba, solo eran susurros.
—Oliver… —sentía
que todas mis fuerzas y convicción ante nuestro trato con Oliver, iban
desapareciendo. Lo quería a mi lado para que fuéramos felices sin tener que
escapar de los cerdos que nos buscaban, quería mi vida de vuelta –Oliver… —mis
piernas ya no me pudieron sostener y caí bruscamente en el suelo, volviendo a
mis sueños…a mis recuerdos, volviendo a pensar en mi esposo.
En un rato más habrá un nuevo capitulo, por el que no subí ayer por quedarme leyendo jejeje
mmmmm
ResponderEliminarquede con ganas de mas sube pronto plis! esta bueno :D
Ufff estos 2 o se matan o se casan... ohh espera eso ya lo hicieron jaja.
ResponderEliminarTe leo en el siguiente Danii!