Demonio
Blanco
En la vida de
una adolescente, cada hecho marca tu vida como si fuera el ultimo día de esta,
sin embargo, una cosa era entrar a un colegio nuevo a principio de año escolar,
a los diecisiete y otra muy diferente era llegar a una nueva ciudad, a un nuevo
colegio, a mitad de año justo después de que tu terapeuta te haya dado el alta.
—Muy bien, Amaya
–dijo Miriam, mi madre. Sentí como mi estómago se revolvió por los nervios –no
debes estar asustada, es tu primer día en el instituto, todos están igual que
tu y ya has pasado por esto ¿no? –asentí.
—Pero ellos se
conocen de antes, lo que es diferente.
—Amaya, tienes diecisiete
años, eres hermosa y debes aprender a manejar estas situaciones –suspiré, sin
quedar tranquila con sus palabras.
Que tu mamá te
diga “hermosa” no significa que lo
seas y menos que te trate de dar ánimos de esa forma, sobre todo con mi forma
de ser, que me impedía ser lo que ella esperaba. Quizás fue muy pronto para
dejar a mi terapeuta.
—Muy bien –sin mucho
ánimo le respondí porque prefería salir del auto antes de tener que seguir
escuchando sus consejos sobre cómo debería sobrellevar esta situación –me iré,
o sino llegaré tarde y no quiero eso –ella me sonrió, aun en su mirada la podía
ver preocupada.
—Espero que te
vaya bien, trata de hacer amigos –asentí y me acerqué para besar su mejilla. Abrí
la puerta para salir, pero Miriam me detuvo, atrapando mi brazo con delicadeza.
—Amaya… —dijo
acercando un papel hacia mi –no seas tan despistada –tomé lo que me ofrecía y
noté que era mi horario. No pude evitar sonreír y sonrojarme por la gran
estupidez que estaba cometiendo.
—Lo siento
–bajé del auto y lo quedé mirando hasta que vi a mamá desaparecer de mi vista.
Estaba en el
Colegio Altair, de la Ciudad Blanca, lugar que quedaba a varias horas de mi
antiguo hogar, que tampoco extrañaba, sin embargo, este lugar era bastante oscuro,
escondido entre bosques y la humedad era horrible. Nos habíamos mudado porque
mi padre, Cristian, era el Jefe de la Unidad de Narcotráficos, bajo su cargo
estaba este lugar y además la ciudad La Luna, de dónde veníamos, era bastante
grande comparada con esta, pero me podía acostumbrar a ello.
Todo este nuevo
proyecto de vida por parte de mis padres, fue definitivo en junio, hace tan
solo dos meses atrás. Tuve que dejar mi colegio, lo que fue bastante difícil ya
que mis notas estaban volviendo a estabilizarse luego del año pasado, curso que
aprobé con mucha dificultad debido a mi comportamiento.
Esperaba que
este lugar no se volviera un infierno, es más, mi esperanzas recaían aquí,
justo en el Colegio Altair, tan solo debía pasar muy desapercibida y no meterme
con nadie, tan solo ir y venir por un par de meses antes de comenzar el último
año y después ir a la universidad. Pan comido ¿no? solo debía controlar mi
carácter y volver a tener la habilidad de comunicarme con otras personas, cosa
que había perdido estos últimos meses, donde me enclaustre en casa para
estudiar.
Levanté la
mirada hacia el camino que me llevaba a la entrada del colegio. Habían muchas
personas a mí alrededor conversando entre ellas, chicos, chicas y todos lucían
como si fueran amigos desde hace ya tiempo, lo que era lógico, en un lugar como
este, lo más seguro es que dejaran la escuela para entrar a secundaria juntos.
Acomodé mejor mi mochila sobre mis hombros, avancé con rapidez hacia la puerta,
con la vista hacia abajo, mirando mis zapatos.
No me gustaba
estar en un colegio privado, pero por lo menos tenía una preocupación menos, la
seguridad era mejor y esperaba que no hubiera problemas tan fácilmente entre
los alumnos. Además el punto extra, el uniforme del Colegio Altair, no era
horrible.
Un blazer azul
oscuro, un suéter blanco con dos líneas verde en el cuello en V que tenia,
además de una blusa blanca con una corbata color vino tinto. Mi falda iba
plisada a cuatro dedos de mi rodilla, de color verde oscuro y negro. No era tan
feo, me agradaba y era diferente al de mi antiguo colegio, lo que ayudaba a
olvidar sucesos del pasado.
Subí las
escaleras con cuidado de no tropezar, pero al pisar el tercer escalón unas
chicas pasaron a mi lado con tanta rapidez y brusquedad, que me empujaron,
incluso ellas resbalaron, pero lograron equilibrarse y salir del paso, en
cambio yo… yo traté de sujetarme del pasamano pero fue imposible. Era el primer
día y ya escuchaba los apodos que me pondrían por haber caído debido al hielo
de los escalones.
Simplemente cerré mis ojos, esperando a los
golpes que recibiría al nivel de mi espalda y cabeza. Me rendí ante mi mala
suerte.
— ¡Cuidado! —sentí
que unos brazos evitaron que me desplomara, ayudándome a quedar sobre mis pies
nuevamente. Me volteé asustada ante tanto movimiento –casi caes arriba de mi.
No puedo negar
que por unos segundos me quede mirando aquellos ojos verdes tan sorprendentes.
Mi propio héroe por lo visto, irónico, este podría llegar a ser un buen momento
televisivo si estuviera insertada en alguna serie sobre adolescentes.
— ¡Damián! ¿Qué
estás haciendo? ¡Vamos! –él aludido llevó su mano a su desordenado cabellos negro
y sonrió.
—Ya voy –le dijo a un chico alto de cabello oscuro
que lo miraba con una expresión de enojo porque se estaba retrasando — ¿estás
bien? –dirigió sus ojos verdes hacia mí. Tragué saliva sin ser capaz de decir
nada. Él me miró un tanto extrañado –mi nombre es Damián Andrade, estoy en tercero,
por si necesitas algo –dijo estirando su mano hacia mí.
Lo miré sin
entender lo que estaba haciendo, además de que mi corazón estaba yendo a cien
latidos por segundo.
— ¡Damián! –volvió
a gritar su amigo.
—Bien –dijo
bajando su mano –me tengo que ir, que tengas buen día –subió el resto de los
escalones con rapidez hasta llegar a donde su amigo, que le dio un golpe en el
hombro.
— ¡Apresúrate!
Nos están esperando –me sujeté del pasamano nuevamente.
—Demonios –dije
susurrando, de lo cual me arrepentí al ver la mirada asustada de una niña que
me escuchó.
Soy una inútil,
aquel chico guapo y de mi año había sido capaz de ayudarme para así no quedar
con alguna contusión, me había saludado y además se había presentado amablemente
¿y yo lo dejé con su mano estirada? Soy una idiota, me había vuelto en alguien
sin gracia, definitivamente.
Derrotada entré
abatida al colegio sin poder dejar atrás el momento ocurrido hace solo unos minutos.
Miré mis manos y noté que no tenía mi horario. Volví hacia la entrada para ver
si la había dejado caer, pero no había nada.
Miré a mí
alrededor y todos estaban entrando, ya no quedaban demasiados alumnos como para
atreverme a preguntar. Empecé a jugar con mis manos, nerviosa. Sin otro remedio
tuve que entrar y buscar la recepción del colegio, gracias al cielo no me tomó
mucho ya que estaba a unos metros de la puerta principal.
—Buenos días
–dije con voz baja. Había una mujer mayor en el mesón, tomaba de su café.
—Alumna nueva,
buenos días –me sonrió amablemente, lo que me ayudó a hablar un poco más
fuerte.
—He perdido mi
horario de la semana –ella enarcó una ceja.
— ¿Cómo qué lo
has perdido? –tragué saliva incómoda, su actitud ahora era diferente.
—Sí, yo lo perdí,
lo siento —ella bufó cansada.
—Estos niños no
son capaces de hacerse responsable de nada, tu nombre –dijo mirándome
despectivamente.
—Amaya, Amaya Varela.
— ¿Amaya Amaya Varela?
–negué, empezando a jugar con un cordón de mi mochila.
—Solo Amaya Varela
—ella escribió algo en su computador y luego no me dijo nada, hasta que supuse
que estaba imprimiendo mi cronograma. La mujer se fue hacia un mueble y sacó un
papel, la miré aliviada, aun estaba a tiempo de llegar a clases.
—Esta es una
solicitud de tu horario de clases, ahora ve a la oficina de al frente –mis
hombros bajaron desanimada ¿Por qué me pasaba esto a mi? ¿Quién era capaz de
pedir una solicitud para sacar dicho horario? ¡O sea, se imprimen de internet!
— ¿Al frente?
–dije mirando hacia atrás.
—Eso he dicho,
toma –cogí el papel.
—Gracias —Salí
de ahí para luego entrar a la nueva oficina a donde me había enviado, por
suerte me encontré a una mujer más joven, de unos veintisiete años.
—Tienes rostro
de haber sido atacada por la señora Beatriz ¿no? –la miré sin decirle nada, no
podía responderle que esa señora tenía una actitud de ogro y que además parecía
uno.
—Mi nombre es Amaya
Varela –dije pasándole el papel.
—Muy bien
–ingresó algo al computador e imprimió de inmediato lo que sospechaba era mi
cronograma –Aquí tienes…y linda, cambia esa actitud –dijo mirándome amablemente
–o este lugar te comerá.
Tragué saliva,
malditos colegios.
—Gracias –dije
tomando el papel y saliendo de ahí. Miré el pasillo principal y no había nadie.
Excelente. Miré mi horario y tenia matemáticas en la sala 203—C
— ¿C? ¿A qué viene
la letra? —Me giré para preguntarle a la mujer que recién me había atendido
pero ella iba entrando a la oficina de la señora Beatriz, alias la Ogro. Ahí no
volvería jamás.
Comencé a
recorrer el colegio, esto de verdad que intimidaba. Era por completo de madera
oscura, alfombrado, lleno de cuadros famosos. Miré por la ventana hacia al
frente y rápidamente corrí hacia edificio al ver un pequeño letrero plateado
que tenia marcado la letra C. iba treinta minutos atrasada. El tiempo siempre
corre más rápido cuando deseas lo contrario.
Comencé a mirar
todas las salas que estaban ya con sus alumnos adentro, no fue hasta que tuve
que subir al segundo piso para encontrar la maldita sala 203. Tomé aire para
animarme, pero me quede con la mano hecha un puño al frente de la puerta.
—Te recomiendo
que no entres –sentí un balde de agua fría en mi espalda al escuchar esa voz de
nuevo. Miré hacia mi izquierda –El señor Martínez es muy estricto –tragué
saliva nerviosa de nuevo, sin poder formular palabra –mira…haremos algo –pude
ver que estaba con un libro de clases –vamos a decir que mi profesor te pidió
un favor y que te hizo demorar ¿sí? –asentí sin poder volver a recuperar el
habla.
Damián Andrade,
este chico desconocido, tan guapo, me estaba hablando y ayudando de nuevo.
Obviamente tuve que comportarme como una idiota y no responderle nada.
Se acercó a mí,
muy seguro en su caminar y tocó con confianza la puerta. No se escuchaba ningún
ruido en su interior hasta que un caminar llamó nuestra atención.
—Tu sígueme la
corriente –dijo sonriendo, volví a asentir, como si no tuviera la capacidad
para hablar.
Una chica abrió
en ese momento la puerta y abrió los ojos al vernos ahí parados, aunque
sospecho de que realmente abrió los ojos asombrada por el chico que tenia al
lado.
—Damián –dijo
ella con sus ojos grandes, demostrando lo sorprendida que estaba.
—Hola ¿podrías
llamar al profesor Martínez, por favor?
—Claro –dijo
ella con tranquilidad — ¡Profesor! –no tomó más de tres segundos para que el
temible hombre apareciera ante nosotros.
Era bajo,
moreno y con canas, llevaba pantalón de tela negro y una camisa blanca, sin
corbata. Tenía el ceño fruncido y si, parecía terrible.
—Señor Andrade
y –me miró por unos segundos –desconocida ¿Qué sucede?
—Profesor, he traído
a la alumna Varela a su sala, la profesora Abigail nos pidió ir por su libro de
clases, creyó que también estaba en su clase —el profesor enarcó una ceja y yo
comencé a sonrojarme por aquella mentira, creo que Damián era bueno en esto.
—Así que la
confundió, evite mentirle a los profesores señor Andrade. Bien, váyase a su
clase y usted –dijo mirándome muy serio, lo que causó un escalofrió por mi
parte –Señorita Varela, espero que sea buena en matemáticas para no tener que
arrepentirme por dejarla entrar —asentí rápidamente.
En realidad me
iba bien en todas las asignaturas desde que volví a concentrarme en los
estudios, además del hecho de que no salía mucho y podía entretenerme en la
escuela, cosa bastante triste, pero práctica a final de cuentas.
–Muy bien,
entre –lo hice con la vista hacia abajo al comienzo, luego miré a todos mis
compañeros. Los asientos estaban en su mayoría ocupados –ahí, atrás –dijo el
profesor indicándome un asiento vacío, al final de la clase, solo era una mesa,
por lo que no tendría compañero o compañera de asiento.
Me dirigí en
silencio, sin mirar hacia atrás. Saqué mi cuaderno, libro y comencé a poner
atención en la clase, bueno…en realidad no pude hacerlo. Realmente estaba
pensando en aquel chico de ojos verdes, Damián. Era encantador, por lo visto tenía
la confianza de los profesores, era bueno mintiendo y además deslumbraba a
chicas.
—Señorita
Varela –desperté de mi sueño cuando el profesor me habló –la he llamado por
segunda vez, dígame el resultado de esta ecuación ¿no quedamos en qué era buena
en matemáticas? De pie –tragué saliva nerviosa y me puse de pie lentamente.
—El resultado
de X es tres séptimos –él sonrió.
—Muy bien, por
lo visto no es una mentirosa como su amigo, el señor Andrade –al decir aquello
un montón de susurros atraparon a los alumnos del salón.
—Él…él –dije
mirando a toda la clase, sintiendo como me sonrojaba –él no, no es mi amigo
–aclaré de inmediato para no dejarlo mal, ni llamar la atención. Era mi
prioridad esta mitad de año que quedaba, pasar desapercibida.
—Muy
bien…debería serlo, ahora asiento –hice lo que dijo y sentí mi rostro a mil
grados de temperatura.
La hora de clase
se sintió una eternidad, pero aun así agradecía que el señor Martínez no hiciera
que me presentara. Estuve todo el tiempo en silencio, anotando lo que
necesitaba de la clase y sin hablar con nadie, creo que no soy una chica a la
que se acercaran fácilmente los demás. El timbre sonó y todos
con rapidez comenzaron a salir del salón.
Estuve todo el
santo día sola, no era capaz de acercarme a nadie, ni una chica y menos a un
chico. Cuando una compañera me miraba amablemente, yo bajaba la vista
sonrojándome. Dios, tendría que aprender a hablar con los demás o si no iba a
quedar como una rechazada por el resto de mi enseñanza, creo que estaba
exagerando en pasar inadvertida.
Tomé mi mochila
por última vez, ya completamente vacía porque había dejado todo en el casillero
que se me había asignado, así que ahora tendría que dejar esta mochila en casa
y venir mucho menos cargada que hoy. Ya más tranquila que todo el resto del día,
me fui hacia la entrada principal para esperar a Miriam, pero mi celular
comenzó a sonar al instante que toqué el cemento del estacionamiento.
— ¿Qué sucede,
mamá?
—Amor, tendrás
que llamar un taxi, no podré ir a buscarte –suspire frustrada –y quédate bajo
un techo, que está lloviendo mucho –miré hacia el cielo y estaba normalmente
nublado.
—Está bien
–dije poco convencida.
Ambas cortamos
y decidí irme caminando para evitar malgastar mi dinero, lo más probable era
que llegara más rápido caminando que esperando a un estúpido taxi en este
estúpido pueblo. Arreglé mi abrigo y me dirigí a la salida del estacionamiento.
Comencé a
caminar tranquilamente mientras escuchaba mi música en el reproductor. Esto era
relajante, ver y sentir como el viento movía todas las hojas y arboles,
mientras iba escuchando una hermosa canción de Keane, Somewhere only we know.
Sin embargo, no todo estaba saliendo como me hubiera gustado.
Una gota cayó
en mi frente provocando que me preocupara al ver que me faltaba todavía mucho
para poder llegar a casa y por lo que había notado en estos pocos días que había
llegado a este lugar, el tiempo era un verdadero asco, además del hecho que
este pueblo tenía una humedad que le hacía horrible a mi cabello rebelde.
Mi paso se
volvió más rápido para que no mojarme por completo, pero me tensé cuando varios
autos comenzaron a tocar la bocina, aquellos debían ser alumnos del colegio, había
una gran cantidad de ellos que ya poseían un auto, personalmente no me llamaba
la atención tener uno, además de no tener la edad suficiente para obtener uno,
pero al parecer habían bastantes alumnos mayores de edad que tenían licencia.
Mis nervios
sobre las bocinas comenzaron a aumentar más cuando uno de ellos bajó la
velocidad e iba siguiéndome. Mi corazón comenzó a latir con rapidez por la
preocupación de que fuera un psicópata.
— ¡Ey, tú!
–dijo una voz femenina desde el auto. Me detuve y mire hacia adentro. En el
interior de aquel Honda color negro
no había solo una chica, había un chico también.
— ¿Si? –dije
rindiéndome de nuevo a mi timidez.
—Sube, te
mojarás –ella de cabello rubio y liso, que llegaba hasta bajo sus hombros, me
miraba con esos ojos verdes increíbles, su piel acorde a este clima era blanca
como la nieve. A su lado iba a un chico también rubio, de cabello corto con
unos ojos azules, él era más bien pálido y bastante delgado, pero no por eso
feo. Ambos traían el uniforme del Colegio Altair.
—No, muchas
gracias –seguí mi trayectoria para que ellos siguieran la suya, pero ni por
asomo tenían pensado hacer aquello.
— ¡Chica! Sube de
una buena vez –fruncí el ceño por cómo me llamó de nuevo la chica que estaba
manejando — ¡Te vas a mojar! E inevitablemente quedaré preocupada por una
persona que no conozco va caminando en la carretera bajo la lluvia.
—No te
preocupes, estoy bien –bajé la mirada y comencé a caminar más rápido.
—Disculpa que
pregunte, pero… ¿eres sorda o algo parecido? No estás entendiendo –me tense al
escuchar la voz del chico esta vez.
Realmente
hablar con el sexo opuesto se había vuelto algo difícil los últimos meses, me
había retraído hasta ese nivel.
— ¡Oh muy bien!
–dijo la chica y frenó de manera brusca. Se bajó del auto y con velocidad se
ubicó al frente mío.
Era como de mi
estatura y de ultimo año. Me quedó mirando como si de verdad estuviera decidida
a llevarme por las buenas o por las malas.
–Amalia Andrade
–dijo estirando su mano hacia mí. La estreché con desconfianza, más al notar el
apellido que tenía, era el mismo que el chico Damián –él es mi novio, Simón y
te llevaremos ¿entendido? —quedé pensando en su proposición.
La verdad es
que estaba comenzando a llover más fuerte y me estaba mojando, su oferta no
lucía nada de mal. Además de pensar que de seguro ella estaba vinculada con ese
maravilloso chico que me salvó de caer en las escaleras y de que no pudiera
entrar a mi primera hora de clases.
—No hay motivo
para desconfiar —de verdad lucía una buena persona o por lo menos me daba la
impresión de ello.
—Gracias –dije
mirando hacia el suelo. Ella abrió la puerta de atrás para mi e ingresé al auto
–no tenían porque molestarse –dije cuando ella entró y comenzó a manejar. Pude
ver como Amalia sonreía por el espejo retrovisor.
—Eres muy
desconfiada —si, el mundo no estaba lleno de buenas personas y me había topado
con un par de ellos.
— ¿Dónde vives?
–preguntó el chico.
—En el
condominio a la salida norte de Ciudad Blanca
— ¿En serio?
–dijo Amalia volteándose por completo a mirarme, su novio la obligó a que se
fijara por donde iba.
—Si –me
concentré en mis rodillas.
—Eso es genial,
ni siquiera tendremos que desviarnos del camino, vivimos ahí también –mi
corazón latió con rapidez al notar que aquel chico, Damián, también vivía en
ese lugar.
—Entonces ¿Cómo
ha estado tu primer día? ¿Te han molestado por algo? –preguntó el chico.
—No –dije
negando –me perdí al principio, pero… Damián Andrade me ayudó.
—Ya veo –dijo
la chica –ten cuidado, Damián te puede meter en problemas, muchas lo quieren solo
para ellas y actúan como verdaderas fieras cuando se acerca a una compañera –fruncí
el ceño.
— ¿De qué
hablas?
—Como notaras
soy su hermana, bien, te contaré que Damián es muy cotizado entre las mujeres
de ese instituto y mi hermano…tiende a acercase a niñas como tú, no me mal
interpretes, me refiero a chicas nuevas que están perdidas, él es presidente
del centro de alumnos –asentí para que siguiera hablando –chicas de ultimo año te
pueden hacer la vida imposible si te ven muy cerca de él.
—Entiendo –dije
finalmente.
— ¿Y bien?
–Preguntó el chico — ¿has quedado en el curso de Damián o no?
—No, en otro.
—Lamentable…
El resto del
camino Amalia y Simón se fueron hablando de trivialidades mientras yo me
concentraba en mirar el paisaje, hasta que llegamos al condominio llamado Las
Azaleas. Supuse que le habían dado ese nombre por la cantidad de aquellas
flores que había en esta zona. Flores hermosas, sin duda.
—Esa de ahí es
mi casa –era la primera casa de dos pisos, bastante moderna y diseñada por mi
Miriam.
—Tu madre tiene
buen gusto –dijo Amalia –pero tú no te irás directa a tu casa, iras con
nosotros.
—No puedo –mi
tono asustado hizo que ambos se voltearan a verme mientras Amalia ya se había
detenido.
— ¿Te dirán
algo malo? –negué.
—Es que…debo ir
a hacer las compras.
—Entiendo ¡te
acompañaremos! –no pude decir nada.
Ella siguió
manejando hasta que llegamos a un par de cuadras y la casa de los Andrade salió
a resplandecer. Era bastante grande, de color blanco con unos jardines
hermosos.
—Ven –dijo Amalia
ya fuera del auto. Salí de este y seguí a los chicos –debes conocer más gente
de aquí, hay varios chicos y chicas, así haces amigos pronto –asentí.
Entramos a su
casa y por dentro era tan asombrosa como por fuera. Me senté en un sofá
mientras Amalia dijo que se iba a cambiar, Simón se despidió de las dos, dijo
que volvería pronto. Estaba sola en una casa desconocida, así que como toda una
chica valiente, me puse de pie para salir de esa casa, no tenía ánimos de hacer
vida social realmente.
Me dirigí hacia
la puerta y estaba a punto de abrirla cuando una voz provocó que me
estremeciera.
— ¡Ey, tu! –me
volteé de inmediato y pude ver como de la escalera bajaba el mismo chico que me
había salvado de caer.
No era capaz de
hacerlo, no era capaz de responder a su saludo y menos explicar el motivo del
porque estaba aquí, por lo que abrí con rapidez la puerta para salir de ahí
mientras escucha los llamados de Damián.
Corrí con toda
las fuerza que me permitían mis piernas, lo que era bastante ya que era
corredora en mi antiguo colegio, dos años atras. No pasaron muchos segundos
antes de volver a ver mi casa, sonreí satisfecha, estaba a salvo.
Miré hacia
atrás y mi sonrisa se fue por completo, Damián venia corriendo hacia mí, por lo
que corrí aun más fuerte para escapar. Entré a la casa y cerré la puerta,
saludé a mi nana y subí corriendo por las escaleras hasta mi habitación. Arrojé
mi bolso al piso y me saqué el abrigo, estaba empapada. El comunicador en mi
habitación sonó, por lo que conteste sabiendo lo que ocurría.
— ¿Señorita
Amaya?
— ¿Qué sucede?
–mi corazón estaba ahora al nivel de mi cabeza.
—Aquí hay un
joven que necesita hablar con usted.
—Estoy ocupada
en estos momentos, dígale que vuelva después por favor.
—Señorita Amaya…esta
empapado –suspiré, derrotada.
—Está bien,
ahora bajo –tomé mi camiseta negra ancha y mis jeans. Me cambié la ropa mojada
y tomé mi cabello en un moño desordenado.
Bajé las escaleras
luego de unos minutos, mi nana tenía a Damián en el sofá de la sala, junto a
una manta que lo cubriera, tomando un té. Me quedé a varios metros de
distancia.
— ¿Si? –dije
como si nunca hubiera visto a aquel chico.
—Wow…tu si
corres rápido, deberías unirte al grupo de corredores, te iría bien –asentí no
muy convencida — Quería saber ¿Por qué corriste de mi?
—Siento haber
estado en tu casa.
—Amaya, no hay
problema ¿te has encontrado con Amalia? Es raro como suenan junto sus nombres,
muy parecidos, quizás se lleven bien ¿la viste? –Asentí –no debiste correr así
–me miro un tanto preocupado — ¿Qué harás ahora?
—Hacer mi tarea
–él asintió.
—Eso adecuado,
pero llamé a Amalia y dijo que tenias que ir hacer unas compras ¿quieres qué te
acompañe? Así te ubicas mejor en el pueblo –recordé lo que había dicho su
hermana.
—No es
necesario, gracias…además ya llegará mi mamá.
—Ya veo ¿te
puedo meter en problemas por estar aquí? –dejó su te en la mesa, la manta en el
sofá y dio unos pasos hacia mí, yo retrocedí de inmediato.
—Si –mi voz
salió un poco más segura –gracias por tu ayuda, que estés bien –le dije
despidiéndolo.
—Oh…muy bien,
nos vemos mañana en el colegio entonces,
adiós –se giró y se fue hacia la puerta.
Fui corriendo
hacia la ventana y me quede escondida detrás de la cortina, mirando cómo se alejaba
aquel chico. Realmente se toma el cargo de presidente del centro de alumnos en
serio, ya que se pasó el día tratando de ayudarme. Veremos qué pasará mañana,
no quería estar en contacto con él de nuevo, por lo que dijo su hermana, Amalia.
—Gracias Damián
Andrade.
¡Hello! bueno, comenzamos con el remake de esta historia jajajajaespero subir rapidamente para llegar al final, pero la idea igual es que se adapten a estos nuevos personajes :D ¡Gracias por leer!
Amo esta Historia :') y ya la extrañaba :D AMAYA soy tu fan!!!! :D como amo ha esa chica, y Damian *-* simplemente encantador, estoy tan inmensamente feliz de volver a leer esta historia :D esperare con ansias el próximo capitulo.
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ResponderEliminarWoww raro comentar de nuevo esta historia jaja.
La verdad q no tengo mucho q decir, espero cn ansias el final pero también se q falta un poco para eso y ademas, como tu bien dijiste, la historia se tiene q amoldar a los nuevos personajes.
Como siempre aquí estaremos al pendiente,
Gracias por volver a subir la historia!
Un abrazo y nos seguimos leyendo.
muy bueno!!! a leer
ResponderEliminarDarte las gracias por retomar esta historia . Q razón tienes de que ahora debemos de adaptarnos a los nuevos personajes. Hasta pronto linda.
ResponderEliminaryes! al fin quiero saber como va a terminar esta historia jajja es raro adaptarse a los personajes pero bueno, el tiempo ayuda! :D gracias dani!!
ResponderEliminarme encanto poder leerla nuevamente .......la verdad no recordaba al detalle esta historia........asi que se siente como nueva .......................... tranqui danii la amaremos como sucede con vicky y alex..:)
ResponderEliminarAl leerlo me hizo recordar a Bella y Edward la verdad pero ahora sera a Amaya y Demia es bueno el adaptarnos a los nuevos personajes esta historia me encanto desde el inicio a si que sera super el leerle de nuevo y sobre todo leer su final cuando este llegue .. Dani gracias por esta nueva adaptacion ..
ResponderEliminarOOOOhhhhh, esta historia es muy buena, ahora a adaptarme a nuevos nombres pero no importaaa
ResponderEliminarsee muy buena esta historia la verdad dani es q solo alcanze a leer 3 de tus historiass asi q no habia leido esta pero se q le ira bien la adaptacion xq se ve q tiene buena tramaa asi q relax ademas para kienes leian tendran su tan ansiado final XD :D
ResponderEliminarOhhh.!!! si!!! Cuando leí esta historia la primera vez, me quede a la mitad del primer capitulo y al dia siguiente que quise continuar leyendo ya no estaba :( ¡imagina que casi me infarto cuando leo el prologo! Asi que grite cuando realmete me di cuenta de que si era la historia (en mi casa se me quedaron viedo raro xD), asi que ahora por casualidad me encontre con este blog buscando otra historia.... ¡SOY FELIZ CUAL PERDIZ Y BRICO EN UN PIE DE FELICIDAD! Pasando a otros detalles, es un poco raro leer que tiene personajes propios... pero no perdió su encanto. ¡GRACIAS! Ahora no se como voy a hacer para poder hacer tareas, la escuela y tus historias X.X Eres super genial C:
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