“Problemas”
Miré asustada hacia la puerta cuando apareció Max completamente mojado,
desnudo y con pequeñas ramas de árboles y césped pegadas a su cuerpo.
— ¡Se fue por el lago! Hijo de puta.
Cerró la puerta con fuerza y se dirigió hacia el segundo piso. Golpeó con
fuerza la puerta del baño sin decirme nada, por lo visto…algo hice mal porque
estaba enojado o él era tan estúpido que se enojaba conmigo por ser tan lento.
Subí asustada con mi manta, ya vestida con mi pijama hacia el segundo
piso y me quede sentada en la cama mirando hacia la puerta del baño, no quería
mirar hacia ningún lado porque creería que aparecería ese vampiro, aquella
mirada…realmente me asustó, incluso más que cuando vi a Max por primera vez.
Observé hacia el lado y no pude más con el miedo. Corrí rápidamente hacia
el baño y entré sin preguntar.
Max se estaba duchando, así que me senté en el piso, apoyada en la tina
donde Max se estaba duchando con la corrediza cerrada. No quería tener nada
sospechoso detrás de mí, por lo que era mejor ver a los lugares por donde
podría venir aquel vampiro, pero sentí como la puerta de la ducha se abrió.
Max me levantó, agarrándome del brazo para tener que dejar caer mi manta al
notar que me estaba haciendo entrar a la ducha con él.
—Estás asustada –dijo mirándome muy serio.
—Sí, ni siquiera me molesta que me hayas metido aquí ¡con ropa! –Dije
molesta de verdad, pero la mirada de Max me relajó un poco ya que me estaba
sonriendo — ¿Quién era?
—No lo sé, ni siquiera pude diferenciar su aroma…aquel bastardo, si es
que realmente era un hombre y no mujer, no estaba pensando nada en el momento –el
agua comenzó a mojarme toda mientras Max ya estaba limpiando la espuma que
había formado en su cuerpo. Sus manos se fueron a mi camiseta, la cual subió y
sacó cuando levanté los brazos.
—
¡Y ni siquiera pude tenerte por completo! –dijo mirando como quedaba desnuda de
nuevo, no le tomó nada dejarme desnuda otra vez; había roto mi pijama, aunque
haba sido con cuidado en esta ocasión.
— ¿Por qué me estas desnudando? O
mejor dicho ¿Por qué dejo que lo hagas? –él me sonrió.
—Porque sabes que no tuve mi orgasmo –quede pensando, pero no me pude
concentrar en él.
— ¿Es peligroso? –volví al tema del vampiro mientras sentía las manos de
Max en mi cadera.
—No lo sé realmente, corrió muy rápido y eso que yo corro bastante
bien…puedes ser mayor que yo o puede ser un neófito bastante inteligente, pero
sea lo que sea, no se volverá a acercar, así que no te preocupes, además tu
eres mía…solo le tocó disfrutar del espectáculo.
—Verdad, tienes toda la razón –dije empujándolo — ¡Como me encanta estar
teniendo sexo delante de otros, eso es perfecto! –Max me miró molesto y me hizo
girarme, para acercase a mi oreja y morderla mientras me hacía prisionera de su
cuerpo y la pared.
—No creas que estoy muy feliz –dijo mientras sentía su erección contra mi
trasero, provocando que me tensara –no me gusta que vean lo que es mío, pero mi
marca esta por todo tu cuerpo, así que no debes asustarte, cualquier vampiro
que se acerque sabe que eres de otro.
—Max —me quejé de nuevo. Dios, no entendía como este vampiro provocaba
que mi cuerpo reaccionara así ante sus caricias, ahora él estaba acariciando
suavemente mis senos con sus manos.
—Y ahora lo haremos como a mí me gusta –tomó mi cadera y la acercó hacia
él.
Miré hacia atrás y vi como dirigía su pene desde la base para después
entrar a mi cuerpo de una sola estocada. Apoyé mis manos en la pared del baño
cuando él salió de mi cuerpo y entró de nuevo.
—Max… –dije tratando de formular una frase, pero él entró con más fuerza
provocando que saliera un grito de mi boca y no era de dolor –que te quede
claro te…te sigo odiando.
—El sentimiento es mutuo –dijo para tomar mi cabello mojado y tirar de
él, provocando que arqueara mi espalda –Eso...me encanta tu trasero —dijo para
después darme una nalgada mientras seguía empujando, aun tirando de mi pelo,
gemí con fuerza al sentir su mano contra mi piel con aquella fuerza –te ha
gustado ¿no?...y luego te quejas Lizzie, eres igual a mí.
Volvió a llevar sus manos con fuerza contra mi trasero mientras seguía
entrando en mi cuerpo, tomando mi cabello. Dios, parecía que toda su
frustración con ese vampiro desconocido estaba siendo liberada en este momento y
no me molestaba para nada.
— ¡Max! –me queje llegando a mi orgasmo, estaba muy sensible, pero él no
se detuvo, como era de esperarse.
Apoyé mis manos ante la pérdida de fuerza por aquella sensación de
placer. Max siguió entrando en mí de una forma salvaje, provocando que pudiera
escuchar como su cuerpo chocaba contra el mío, sonido que se intensificaba por
el agua, la cual mojaba cada vez nuestros cuerpos haciendo que se sintiera
diferente.
— ¡Max! ¡Ya! –grité al sentir como mi segundo orgasmo me atacaba.
El vampiro gritó mi nombre y apoyó su mano en la pared, rodeó mi cintura
sosteniéndome para evitar que cayera. Salió de mi interior y luego me giró. Cerró
la llave de la ducha y segundo después tomó una toalla y me la entregó pasando
a secar con rapidez mi cara, lo que me hizo reír y luego me rodeó con ella y
tomó una para él.
—Estas acabando conmigo –dije apoyada en la pared.
—Ven —en menos de un segundo estaba en la habitación –Emm…
Max se puso un pantalón de pijama y luego tomó la toalla para comenzar a
pasarla por mis hombros con cuidado, para seguir con mis brazos y así
sucesivamente hasta secarme por completo y entregarme una de sus camisetas.
Tomé solo mis bragas para cubrirme.
—Emm…Max –lo llamé cuando estaba arreglando la cama. Me sonroje de
sobremanera al darme cuenta de lo que acababa de pasar –gracias.
Él no dijo nada, solo me hizo un gesto con la cabeza y se acostó. Hice lo
mismo, pero no me pude quedar quieta, que haya ayudado a secarme había sido muy
dulce de su parte, aunque hubiera sido su culpa acabar con mis energías al
dejarme seca por tanto placer.
—Debes tener cuidado –él de inmediato se dio vuelta para mirarme ya que
me estaba dando la espalda.
— ¿Y eso por qué?
—Porque si sigues comportándote así dejaré de pensar que eres un maldito
—él sonrió de una forma que me sorprendió, no era con maldad, tampoco de una
forma arrogante. Solo estaba riendo como Max.
—Sé muy bien que me odias, no te preocupes –recorrió con su dedo índice
desde el centro de mi frente hasta terminar en la punta de mi nariz. Fruncí el
ceño y salí de la cama ¿Qué me estaba pasando? – ¿Lizzie?
—No —negué y fui hacia las escaleras, pero Max me tomó y me volvió a
recostar en la cama.
—Lo sé –dijo tensando su brazo que rodeaba mi abdomen –no dejaré que
estés en el primer piso sola ¿Qué sucede si viene aquel vampiro de nuevo? –me
tensé de inmediato, eso no sería nada bueno. Me acercó más a su cuerpo.
—Max, no soy una máquina de sexo, no me presiones.
—Lo sé —me liberó por completo de su agarre.
— ¿Sabes? –Dije girándome –tú no me asustas en general, ya seas un
vampiro y sádico, además de todas las cosas que me hiciste, pero lo que si me
asusta son tus cambios de carácter, debes elegir uno, no puedo con los dos –él
frunció el ceño.
—Muy bien.
—Sí, muy bien porque no puedo estar segura si un día serás malvado y luego
cambias todo abrazándome en la noche como ahora…o trayéndome comida, hablándome
como si nada pasara.
—Te aseguro que eso no volverá a ocurrir —bufé.
—Demonios, tu eres al revés Max, no entiendes nada.
— ¿Qué hice ahora? –me miró confundido.
—Si te digo eso ¡es para que me expliques tus cambios de humor! Y ahora…
—mis ojos se llenaron de lágrimas –viene un tipo que me asusto de verdad, no
estoy en mi casa como para sentirme protegida y tú me tomas como si solo fuera
un pedazo de carne —las lágrimas comenzaron a caer sin poder controlarlo, por
lo visto estaba un tanto sensible.
—Ey…ey, no llores. Basta. Deja de hacerlo –trató de secar bruscamente mis
lágrimas, pero aleje sus manos.
—No soy una maquina móvil donde puedes meter tu miembro y salir
satisfecho.
—Lo sé, lo sé. No llores –segundo después Max me acercó a él y me abrazó
con una naturalidad que me dejo helada –no eres una máquina, solo es que me
encant… —no siguió hablando y ambos nos quedamos estáticos al darnos cuenta de
lo que estaba diciendo y haciendo.
Dios…santo.
—Muy bien –dije levantando la mirada, no me iba a mover porque me gustaba
estar así. Se mostraba un Max más humano –haremos como que ninguno escucho lo
que dijiste ¿sí?
—Muy bien y tu dejarás de llorar, me pones nervioso cuando lo haces y
termino haciendo cosas que no deseo realmente ¿bien?
—Trato hecho –ambos nos quedamos en silencio y de poco a poco Max me fue
soltando hasta no estar junto a él –no tengo sueño –dije girándome para verlo.
Lo bueno fue que no me dio la espalda.
—Que mal, porque yo sí.
— ¿Qué hacías cuando eras humano?
—Tengo sueño Lizzie — ¡y de vuelta el vampiro desagradable! –Buenas
noches –se giró finalmente dándome la espalda y no me dirigió la palabra por el
resto de la noche.
Al día siguiente desperté y Max no estaba a mi lado. Me levanté un tanto
mareada porque no pude dormir del todo bien. Llegué al comienzo de la escalera
y miré hacia el primer piso.
Estaba leyendo algo en su portátil, parecía escribir también. Me
sorprendió verlo sonreír al leer Dios sabe qué cosa.
—Buenos días –dije cuando llegué al primer piso. Estaba todo temperado,
la calefacción estaba encendida, un puesto en la mesa para que comiera y además
el hervidor estaba con agua hervida, justo para tomarme una reponedora taza de
café.
—Buenos días –siguió escribiendo por lo que no pude evitar ser curiosa.
— ¿Qué haces?
—Converso con Emily, te manda saludos –mi humor se arruinó por completo.
— ¿Y de qué hablan? –él me miró y enarcó una ceja.
—De algo que no te debería interesar Lizzie –Por lo visto había decidido
ser el vampiro malo.
—Muy bien –estúpido vampiro.
Espere que me dijera algo, pero no sucedió nada, siguió mirando su
estúpido computador.
Comí mi desayuno escuchando las teclas que hacía sonar con rapidez, pero
no tuve que permanecer por mucho bajo esa tortura porque mi celular sonó y
corrí por él, me alegré al ver de quien se trataba.
— ¡Sophia! –me recosté en la cama.
—Lizzie ¿Cómo te ha ido? —se escuchaban muchas voces por allá.
— ¿Con quién estas?
—Nathalie preguntó si volviste con Max y si han tenido sexo de
reconciliación –no pude evitar reír ante lo que dijo.
—Dile que esa respuesta es complemente…privada –pude escuchar las risas
del otro lado –traidora me tienes en alta voz.
—Te extrañamos —suspiré.
—Yo igual y solo llevo dos días, me queda toda esta semana.
—Todos te mandan cariños y te quieren de vuelta —sonó un ruido extraño
–bien, ahora estamos solo las dos, Lizzie, alguien me llamo hoy, por eso me
comuniqué contigo.
— ¿Quién?
—Tu papá –quedé helada al escucharla. Me puse de pie y me acerque donde
se encontraba Max con cuidado, él seguía concentrado en su computador.
Fui hasta el baño y me encerré ahí.
— ¿Qué quería?
—Sabes qué día es este fin de semana ¿no? –rodeé los ojos.
—Ni me lo recuerdes, es su cumpleaños, tendré que pasar ese día con él…es
el domingo creo.
—Sí, pero Lizzie ¿has hablando con él?
—No ¿Por qué?
—Suena extraño, no te sabría describir lo que es, pero me llamó la
atención.
—Sí, quizás ahora encuentra una nueva forma para retenerme a su lado.
— ¿Qué? –olvidé que Sophia no sabía nada de Luke y como había arruinado
sus planes en el pasado.
—No, nada, sabes que hablo estupideces cuando ese señor sale en los temas
de conversación.
—Lizzie —dijo apenada.
—No te preocupes, ahora dime ¿están todos bien por allá?
—Si, como te dije, todos te extrañamos. Te traté de contactar antes pero
me fue inútil, no contestabas.
—Mmm…estaba ocupada.
—Me lo imagine –se rio descaradamente de mi –ten cuidado allá ¿sí?
—Si ¿oye? ¿Están de fiesta?
—Sí, acá es más tarde…ya es de noche.
— ¿Y se han juntado todos?
—Si –bufé celosa de Sophia.
—Siempre se juntan cuando no estoy, comenzaré a pensar mal.
—No te preocupes que hemos pensado lo mismo, cuando vuelvas te estaremos
esperando para que salgas con todos nosotros…ya que la última vez, Max Blake te
acaparó solo para él.
—Eso no volverá a ocurrir.
—Bien, volveré con los demás porque estoy en la oficina de Robín y no
huele muy bien. Te quiero mucho.
—Yo igual, nos veremos en unos días.
Ambas cortamos y salí del baño. Miré a Max y él seguía escribiendo,
conversando con Emily. Bajé a terminar mi café y comí unas tostadas que me
preparé. Después de no ver respuesta por parte del vampiro ogro, me fui a dar
una ducha rápida para vestirme y salir de la cabaña.
— ¿A dónde vas? –fruncí el ceño por la pregunta de Max, debería saberlo.
Lo quedé mirando dudosa.
—No me digas que de nuevo no me puedes leer la mente —él miró hacia un
lado enojado. Sonreí, comenzaba a entender muy bien esto de su don conmigo –iré
a conocer un poco, salimos de aquí a las cuatro de la tarde y son las
doce…quiero conocer otro lugar de la cabaña, nos vemos.
Salí del lugar sin mirar hacia atrás. Sonreí cuando ya estaba a varios
metros de distancia. Max no podría leer mi mente porque él era quien se
bloqueaba a mí, no yo a él o sino no tendría posibilidad de saber que pasaba
por mi mente, ahora lo tenía más claro.
Cuando era Max, solamente el Max normal tenía la capacidad de poder leer
mi mente…por eso antes podía hacerlo sin dificultad ya que para él era una
simple humana con la que tenía que tratar, pero por lo visto eso estaba
cambiando, por algo salían los dos Max a jugar, el ogro y el más humano. Me
agradaba este último a pesar de que pudiera leer mi mente.
Bajé al lago por una escalera que estaba un tanto peligrosa porque estaba
resbalosa, pero pude hacerlo solo con unas cuantas caídas, que mi ropa se
ensuciara no me preocupaba, pero acabar en el suelo y que llegara Max si lo
hacía, necesitaba un tiempo a solas. Me senté
en una gran roca. Miré hacia la cabaña, pero no se veía nadie, de seguro Max
seguía escribiéndose con Emily.
¿Qué haría con él? Podía seguir luchando para romper sus barreras y poder
vengarme, pero luego esa idea era demasiado cruel aunque sea Max el principal perjudicado.
Tampoco podía quedarme mucho tiempo cerca suyo, no tenía tiempo para que Max
dejara de ser un ogro y para ser sincera no tenía ninguna idea sobre qué hacer,
hasta ahora solo estaba disfrutando de tener buen sexo y de poder saber
curiosidades de él, pero nada más y no se me ocurría otro motivo para quedarme
a su lado si es que mi sed de venganza se había esfumado mágicamente.
Él no mostraba cambio alguno y también tenía que ser realista, algo me
estaba pasando con él, algo que no era sano…por nada en el mundo todas las
atrocidades que hizo conmigo estaban pasando a segundo plano, pero me estaba
realmente gustando saber más de su vida, era como un estilo de adicción y creo
que él lo estaba sospechando porque solo me daba migajas sobre su vida, nada
más. Avanzaba un paso hacia él, pero después se comportaba de tal forma que me hacía
retroceder tres pasos.
Mi relación con Max se podía semejar a la destructiva relación entre una
polilla y una ampolleta. Deslumbrada por lo guapo e interesante que podría
resultar me acercaba, pero como una polilla que se aproxima mucho a la luz,
sale quemada… incluso rostizada. Eso no es nada normal y sano.
Tendría que pensar en alejarme, no me gustaba en la persona que me estaba
convirtiendo por tratar de saber más de él y no quería estar jugando al gato y
el ratón por mucho tiempo, que él pudiera leer o no mi mente era interesante, pero
quería algo estable, no cambios de humor cada cinco minutos como lo hizo ayer
por la noche. Eso había sido peligroso e incluso una locura. Ya no me podía
entender, si ya no quería vengarme ¿Qué estaba haciendo al lado de Max?
Estuve por un largo tiempo recorriendo la pequeña playa de piedras tratando
de encontrar alguna solución, lo que se me estaba haciendo muy difícil. Tuve
que entrar a la cabaña cuando mi estómago exigió comida. Max ahora se
encontraba mirando por la ventana.
—Max, creo que deberíamos irnos antes de la hora estimada porque estamos
perdiendo el tiempo, podrías arreglar todo con tranquilidad para la cena de hoy
–él se giró y se apoyó en la ventana. Su mirada estaba triste y lucía un tanto
preocupado — ¿Qué ha sucedido?
—Nada, creo que tienes razón.
Se fue hacia el segundo piso, mis manos picaron al momento que pasó por
mi lado, deseando tomar su mano y preguntarle qué demonios sucedía, pero no lo
hice, no tenía por qué comportarme de esa manera con él.
Que se quedara solo con sus demonios internos, yo ya no me quería mezclar
con él porque mi cabeza no seguiría siendo afectada por sus propios problemas.
Comí algo rápido y luego arreglamos todo para irnos, ninguno decía nada
mientras guardábamos la ropa en el bolso, ni siquiera una mirada y sinceramente
deseaba con todo mi corazón el reproductor de música que Max había roto en el
aeropuerto. Estar en ese silencio incómodo no era nada agradable.
Fui a dejar la llave a la recepción y me gire para dar una última mirada
a esa cabaña que para ser sincera, tenía esperanzas de ver un cambio en Max, a
pesar de que lo hubo solo duró el mismo tiempo que una estrella fugaz.
Suspiré mirando hacia la ventana. Iba sentada en el lado del copiloto y
tenía unos deseos inmensos de gritarle a Max con toda la capacidad que mis
pulmones me permitían, pero parecía que el muro que nos distanciaba en vez de disminuir…había
crecido y no era mi culpa.
—Emily te envió saludos, al igual que Teresa –rodeé mi abdomen con los
brazos, controlando los deseos de decirle que me importaba un comino. A esas
personas no las conocía lo suficiente como para que su saludo me importara.
Max me miró por primera vez luego de un largo tiempo para después fruncir
el ceño molesto.
—No sé qué te pasa cuando bloqueas tu mente –miré hacia un lado, era mejor
dejarlo con esa creencia que decirle la verdad. Creo que mi decisión sobre Max
ya había sido tomada.
—No lo sé –mi tono de voz demostró que no tenía ánimos de empezar una
discusión, pero no pude evitar preguntar algo — ¿Qué harías si un día te digo
que me voy? –las manos de Max apretaron con fuerza el volante.
— ¿A dónde te irías si ya estás en tu departamento? –me acomodé en el
asiento para verlo mejor ahora que había conseguido alguna respuesta de su
parte.
—Si me voy de Blake Ltda.
—Seguirías en la ciudad y siendo solo mía.
—No, no entiendes ¿Qué harías si me voy para siempre de tu vida? ¿Si
escapo?
— ¿Este es tu plan para escapar? Porque dudo que funcione ahora que me
has dicho que deseas escapar.
— ¿Qué harías, Max? –insistí, dejando de lado lo idiota que era.
—Te atraparía y no dejaría que salieras a ningún lado –fruncí el ceño.
—Me secuestrarias de verdad esta vez –él asintió –pero no es bueno que
hagas eso –me miró confundido.
— ¿Específicamente en qué momento me he portado bien contigo para que
creas que debería seguir haciéndolo? –negué. Max tenía un serio problema, en su
interior.
—No porque seas vampiro debes ser malvado y cruel ¿por qué no eres como
el Sr. Ezequiel? Él es bueno –Max rio.
—No conoces a Ezequiel…y te recomiendo que no sigas diciendo que es bueno
–fruncí el ceño.
—Pero conmigo y mis compañeros de trabajo siempre lo ha sido.
—Porque trabajan para él, son productividad para su empresa.
—No te creo —él levantó los hombros quitándole importancia.
—No es como si me importara mucho que me creas –tensé mi mordida.
—Deja de ser tan arrogante Max…de verdad cansas de una forma asfixiante.
—Entonces no preguntes estupideces, así de simple —lo quede mirando y sin
poder evitarlo mi mentón comenzó a temblar.
—Estoy cansada de esto.
—Ponto llegaremos a la estación y podrás seguir ignorándome —miré hacia
la ventana sin decirle nada más.
El resto del viaje fue el peor que he tenido en mi vida. Traté de dormir
para que pasara más rápido el tiempo pero fue inútil, menos cuando Max iba sentado
al frente. Me sentía agotada como la vez que dormí por dos días, como si mi
corazón ya no fuera capaz de soportar todos mis problemas más los de Max,
sentía que me iba a desvanecer en cualquier momento.
Llegamos a Moscú luego de unas horas y ya había anochecido. Con Max esta
vez nos subimos a un lujoso automóvil que nos esperaba y nos llevó al hotel
donde teníamos las reservaciones. Llevaron nuestras maletas hasta nuestras
habitaciones.
— ¿Has pedido dos habitaciones? –me giré hacia él cuando nos dirigíamos
hacia el ascensor.
—Si ¿Por qué?
— ¿Qué sucede si tengo hambre a mitad de la noche? –enarqué una ceja,
siendo verdaderamente sorprendida por su pregunta.
Maldito troglodita.
—Mmm no sé…déjame pensar ¡¿Por qué no vas a buscar alguien a la calle?!
–Dios, aunque me tratara de controlar era inútil evitar enojarse por culpa de
Max.
Entré al ascensor murmurando maldiciones hacia él. Estúpido vampiro. Él
me quedo mirando y sonrió, provocando que me enojara aún más.
—Lo siento, fue inevitable, llevabas demasiadas horas en silencio y no me
habías regañado —se rio suavemente lo que me dejó cansada.
—Te encanta hacerme enojar, solo haces que me canse –me apoyé en el
ascensor con los ojos cerrados. Lo único que deseaba era dormir.
—Recuerda que debes llegar a arreglarte para que tengamos una cena amistosa.
—Lo sé ¿no me puedo excusar? No quiero ir, estoy muerta de cansancio –la
puerta del ascensor se abrió y nos fuimos hacia la derecha, donde estaban
nuestras habitaciones.
—No, porque no me quiero aburrir –dijo entrando sin decir nada más. Dejándome
sola.
Entré agotada a mi habitación, observé de inmediato los vestidos que
había sobre mi cama, pero no pude dejarme llevar por esa sorpresa, sino más
bien me concentré en la gran habitación que tenía.
—Dios, esto es demasiado —miré hacia atrás cuando sentí los golpes en mi
puerta. Fruncí el ceño y fui a abrir.
—No quiero estar ahí, es demasiado grande para mí solo –reprimí una
sonrisa al verlo molesto.
—Max, esto es gigante —con razón no habían muchas puertas de habitaciones
en este piso. ¡Esto tenía hasta una sala de estar! —Realmente pensé que eran
más pequeñas, pero tienen hasta jacuzzi…me he equivocado –me giré a verlo.
Estaba dejando su maleta sobre la cama —Equivocada o no, vete a tu habitación
porque la empresa ya ha pagado –él levantó los hombros.
—No me importaría devolver el dinero.
—Max, quiero descansar una hora para llegar a esa cena consiente… ¿me dejarías
descansar, por favor? –él frunció el ceño.
—No estaba pensando en seguir teniendo sexo, solo…
— ¿Qué? ¿Me querías hacer compañía? ¿Te sentías solo sin mí? –Reí ante la
idea, pero al ver la expresión de furia de Max quise que la tierra me tragara
–Max, debes estar bromeando.
—No, tienes razón, nos vemos pronto –se fue hacia su habitación sin decir
nada mientras yo deseaba golpearme contra una pared.
—Estúpida, estúpida, estúpida…
Luego de darme cuenta de lo estúpida que había sido, porque por primera
vez Max llegaba a mí por si solo sin desear solo sexo lo que me costó entender
y arruiné el momento, decidí en irme a dar un baño porque estaba muerta de
cansancio y no deseaba ir a esa cena, pero siempre un baño de tina podía
arreglar aquello. Estuve más de media hora en el agua rodeada de espuma y un
olor increíble a lavanda envolvió todo el baño, me encantó. Sequé mi cuerpo y
me puse una bata blanca. Fui a abrir los trajes que estaban sobre mi cama.
—Max —dije negando. No era su maldita muñeca, pero debía admitir que ver
esos hermosos vestidos me subió un poco el ánimo. Esta semana sería bastante
agotadora.
Luego de haber secado y arreglado mi cabello tomándolo por completo en un
moño alto sin dejar caer ni un solo pelo, maquillando con cuidado mi rostro con
tonos suaves, decidí ponerme el vestido negro que dejaba libre mi espalda y
hombros, tenía una hermosa caída hasta cubrir mis pies. Me miré al espejo y
negué, esto era demasiado para solo estar recibiendo el dinero de una
asistente, Max me debía un aumento por arriesgar mi vida sobre estos tacones.
Llamé hacia la habitación de Max, pero no contestó por lo que decidí ir a
verlo a su habitación. Crucé el pasillo y acerqué mi oreja a la puerta, se
escuchaban ruidos extraños. Fruncí el ceño molesta porque no quería ver otra
sorpresa como aquella vez que entré a su oficina, pero no soporté la curiosidad
y abrí la puerta con cuidado.
—Dios —me acerqué a Max quien recién había pateado el mueble que estaba a
su lado — ¿Qué te sucede? –me quedó mirando furioso.
— ¡Nada! –gritó, pero como impulso me acerque a él y tomé sus brazos
tratando de que no evitara mi mirada.
— ¿Cómo que nada? ¿Qué has hecho? –Miré hacia los lados y noté que había
destrozado más de la mitad de la habitación –mírame… ¿estás sediento? –Él esquivó
mi mirada, pero llevé mis manos a su rostro para que me mirara — ¿Max? –sus
ojos estaban negros, aquí algo iba muy, pero muy mal si no era la sed lo que
provocaba esto.
—No me toques —dio un paso hacia atrás mirándome de una forma que provocó
que mis brazos cayeran rendidos.
— ¿Qué te pasa? –no estaba enojado, aunque tuviera su ceño fruncido, más
bien lucia… dolido.
—Te ves hermosa —di un paso hacia él, pero Max se alejó con rapidez –nos
vemos abajo, de seguro ya están por llegar –me sentí realmente enojada ¿es que
no era capaz de confiar un poco en mí?
—Max…dime lo que sucede, no me iré de aquí hasta que confieses.
—Te puedo sacar de aquí —rodeé los ojos.
—Basta –me acerqué y comencé a arreglar su corbata que estaba sin el
nudo. Abroché los botones de su chaqueta mientras él me miraba en cada momento
–dime que sucede, ahora mismo, no puedes hacer como si nada pasara cuando has
destrozado cada centímetro de la habitación, es imposible que no me preocupe.
—No, no lo hagas, no por mí —levanté la mirada. ¿Dónde estaba el Max que
conocía? Sus ojos lucían tan tristes que me preocupó — ¿Están todos bien? ¿Has
herido a alguien? –tragué saliva nerviosa. Él negó — ¿es qué tienes sed? ¿Qué
sucede? ¡Demonios, dímelo! ¡Confía aunque sea un poco, maldita sea! ¡Sigo aquí
y no me dices nada!
—Lizzie, no.
—Dímelo —él dio un paso hacia atrás.
—Adelántate, por favor.
—No hagas esto, confiesa de una vez.
—Nos vemos abajo, estoy bien —se enderezó y su expresión de frialdad
volvió en una fracción de segundo.
Le di la espalda y me fui de esa habitación. Si Max no confiaba aunque
fuera un poco, no era mi problema, yo había estado ahí ofreciéndole mi ayuda.
Bajé por el ascensor y me fui hacia el bar del restaurante que había en
el primer piso de hotel. Esperé mirándome en un espejo, pensando en lo enferma
que tenía que estar para haberme preocupado tanto por Max al verlo de esa forma
¿Qué le había sucedido? Era increíble como solo pareció un niño atrapado en
algo que no podía controlar ¡demonios! Estúpido Max que no me dijo que estaba
pasando, debía ser algo grande.
Pasaron varios minutos para que Max bajara y se fuera directo hacia donde
me encontraba.
—Ahí están –miré hacia donde sus ojos se dirigieron y pude ver a un
hombre, que no era nada de viejo como me lo esperaba y dos mujeres hermosas,
una de cabello oscuro y la otra de un rojizo increíble, ambas estaban a su
lado.
— ¿Quiénes son ellas?
—Sus…damas de compañía, por decirle de alguna forma —abrí los ojos como
dos platos.
— ¿Qué me hace estar al lado tuyo en esta cena? –él frunció el ceño.
—Mi asistente.
—Eso espero Max Blake, no soy la puta de nadie.
—Ten cuidado con lo que dices –se acercó hasta llegar a mi oído –él es
uno de los míos —demonios.
Miré y aquel chico de cabello rubio nos estaba mirando con una sonrisa y
ojos completamente…negros. Era un vampiro.
¡Gracias por leer! :D
Así que ahora Lizzie va a aprender un poco mas de Max.... Espero que le aproveche, y que pueda comprender un poco mas a Max...
ResponderEliminarBesos gigantes!!!
XOXO
Jajajajajja esta historia simplemente es genial, me encanta, y descuida Lizzie, muchas cuando continuamente nos tratan mal espera siempre lo peor, porque cuando estuvimos esperando lo mejor no llegó. Jajajaja ahora...veamos como sigue la historia
ResponderEliminarGracias Dani, muy bonito obsequio adelantado ^-^
Y la magia de la cabaña termino...en fin Max tiene mucho pero mucho en que pensar...supongo el pobre no sabe lo que le pasa (intento no dejarme llevar por el y estar de au parte..pero me gana el impulsovde defendelo) y Lizzie oh!! Esto es solo el principio!!sigo leyendo para ponerme al corriente..pero tengo un poco de miedo de llegar al ultimo capitulo saludos!!atte Aby
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