“Libertad”
Tomé la mano de Noah, mientras él me sonreía. Iba sentado en la camilla
de la ambulancia. El encargado de la casa de los espejos había llamado a
urgencias.
— ¿Te duele mucho?
—Un poco, pero ya pasará, aun no tengo idea de qué sucedió ahí adentro
–asentí haciéndole creer que tampoco sabía que había pasado, pero aun así mis
ojos se llenaron de lágrimas. Que Noah tuviera pequeños pedazo de vidrio en su
espalda era mi culpa… no pensé que Max actuaria de esta forma –No llores, todo
está bien –dijo presionando más mi mano.
—No tiene que preocuparse –Dijo el paramédico que iba con nosotros –su
novio estará bien en cuanto saquen los restos, no alcanzó mayor profundidad
—asentí ante las palabras de consuelo de aquel hombre.
Llegamos al hospital en unos minutos, donde llevaron a Noah rápidamente
hacia el interior de este, ya que no querían arriesgar a que Noah tuviera
alguna infección después.
Me senté abatida en la sala de espera, sin poder creer aun lo que había
sucedido. Gracias al cielo Noah había reaccionado después de que haya gritado
por ayuda. Hice mis manos un puño por la rabia que sentía por culpa de Max, aun
no podía entender como era capaz de hacer lo que hizo, había demostrado con
creces de que seguía siendo el Monstruo.
Mi celular comenzó a sonar y tensé mi mandíbula, sabia quien era. Saqué
el teléfono de mi bolsillo y contesté, ni siquiera tuve que decir alguna
palabra.
—Te quiero aquí ahora mismo, Teresa y Ezequiel aun esperan…y te
recomiendo que llegues luego, no queremos que le suceda nada más a Noah
¿cierto? –mi boca se secó de miedo ante la posibilidad de que Noah muriera por
mi culpa.
—Ahí estaré.
Cortamos y me puse de pie. Fui hacia donde la enfermera y le pedí que le
explicara a Noah que había tenido un problema el cual debía resolver ahora
mismo. Era hora de obtener mi libertad, costara lo que costara.
Salí del hospital decidida a no seguir soportando este trato, estaba
cansada de vivir así y lo iba a solucionar todo ahora, así mis amigos estarían
sanos y salvos, era hora de adelantarse a mis planes.
Fui hasta un cajero automático y saqué bastante dinero para lo que
necesitaba, luego tome un taxi para poder llegar al centro. No me tomó nada de
tiempo llegar hasta la tienda que necesitaba.
—Sí, necesito una de esas —dije apuntando al mostrador.
—Ya veo, bueno, debe venir en 30 días más ya que se tramitara su permiso
para portar esta arma –lo quedé mirando y negué.
Dejé más de cinco mil dólares en el mesón. Al vendedor se le abrieron los
ojos ante la suma. Bingo.
El señor tomó mi dinero y me pasó el arma. Aquí no había pasado nada, me
dio de regalo las balas, aunque esperaba no necesitarlas.
Tomé de nuevo un taxi y sin que el chofer viera, cargué el revólver. No
tenía idea como disparar pero iba aprender con Max. Mis ojos se llenaron de
lágrimas por estar llegando a este extremo.
El taxi paro al frente del edificio del Gran Hotel. Me bajé y fui directo
hacia el ascensor donde tensé mi mandíbula por todo el miedo que sentía, mis
manos comenzaron a temblar desde que tuve esa arma en mis manos. La frecuencia
de mi respiración se disparó al igual que los latidos de mi corazón; la puerta
del ascensor se abrió exponiendo la oscuridad del departamento.
Llevé mi cuerpo hacia unos pasos más adelante y luego me detuve, sequé
las lágrimas que estaban comenzando a
mojar mis mejillas demostrando la debilidad que me estaba invadiendo; después
seguí hacia mi objetivo.
Solo se encontraba una sombra mirando hacia la ventana, aquí solo habían
dos personas. Él y yo.
Levanté mis manos apuntando con el arma.
—Baja eso ahora mismo, no harás nada más que provocar un alboroto –dijo
de forma relajada, como si esto fuera un juego.
— ¡¿Dónde está Teresa y Ezequiel?! –mi voz salió como un grito por el
miedo y el horror de tener un arma en mis manos.
—Veo que te ha afectado lo de Noah –no se volteó en ningún momento.
— ¡No tenias derecho a hacer aquello!... ¡Eres un Monstruo!
—Lo que digas no cambia sus heridas, las cuales me alegro de que cayeran
sobre él —fruncí el ceño, ese era otro motivo porque me dolía tanto todo esto y
por lo cual quería acabar con lo que sucedía.
—No te importó si me herías con esos vidrios —no hubo respuesta de su
parte pero antes de poder decir algo más, él habló.
—A ti no te importó besarte con Noah —le saqué el seguro al revolver.
—Esto se acaba aquí, has herido a uno de mis amigos, no puedo arriesgar
al resto.
— ¡Basta! –dijo volteándose. No podía ver su rostro –no podrías hacerme
daño con algo tan humano como una bala —sonreí.
—Claro que no, pero esto se acaba ahora –llevé mi manos hacia cabeza,
apuntando a mi sien derecha –Ni tu serías tan rápido –mis lágrimas comenzaron a
caer de nuevo, esto ya no daba para otro día más.
Sin Lizzie no había peligro por parte de Max, así es como funcionaba
esto; Max lo entendía muy bien, además era su sabor favorito en todo el mundo y
me había encontrado luego de siglos sin sentir nada más agradable por haberlo
perdido. No se arriesgaría dos veces.
Cerré los ojos y comencé a presionar el gatillo, para cuando apreté con
toda mi fuerza ya había movido mi mano unos centímetros.
Me quede quieta sintiendo como Max me había estampado contra la pared.
—No, no —dijo en mi oído –Lizzie… —comencé a llorar desesperada, recién
dándome cuenta de lo que sucedía, pero me tenía que controlar o todo se
arruinaría.
Abrí mis ojos y vi que el revólver lo tenía Max, quien lo arrojó a metros
de nosotros. El sonido del disparo me había dejado temblando.
—Déjame ir, déjame libre –lo empujé, tratando de alejarlo pero me era
imposible.
Me deje caer, mis piernas no fueron capaces de mantenerme; Max se inclinó
manteniéndome entre sus brazos.
–Esto acabará así, déjame libre por favor…Max —escuché como volvió a
tomar la pistola, la desarmó y la dejo caer al suelo.
—Esto lo has hecho por Noah –negué.
—Estoy cansada, déjame por favor –comencé a empujarlo — ¿no te das cuenta
que te odio? no me importa si estás celoso o si estás cambiando aunque sea una
milésima, no me interesa….tu no me interesas —sentí como Max se tensó; cerré
los ojos para evitar cualquier demostración que dijera algo diferente a lo que
recién había hablado.
Max se separó de mí, se puso de pie y me quedó mirando.
—Te irás mañana, a primera hora hasta tu antiguo departamento, sin
embargo no te irás de Blake Ltda. Tu sangre sigue siendo apetecible para mí,
las amenazas ya no siguen en pie…felicidades, has logrado lo que deseabas.
Se giró hacia el ascensor y se fue de mi vista como si solo estuviera
despidiendo a cualquiera de sus empleados. Pude ver como sacó la bala del
ascensor y la dejó caer en el piso. Desapareció de mi vista a los cinco
segundos después.
Quedé con mi mirada fija hacia el ventanal de la sala, donde se podía ver
claramente la gran luna que iluminaba toda la oscuridad. Mis ojos se cerraron y
mis lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas mientras mi cuerpo se sentía
más liviano…aquel era el maravilloso sentimiento de libertar.
Esperé unos minutos para poder sonreír y ponerme de pie, sequé mis lágrimas
con naturalidad y sonreí ante mi maravilloso plan, había sido arriesgado pero
sin duda efectivo.
Todo este tiempo fui captando los cambios de Max, se estaba suavizando, no
tenía idea si era porque se estaba acostumbrando a tenerme a su lado o si algo
más estaba ocurriendo en su cabeza, aquello no era algo que iba a comenzar a
pensar o si no me volvería loca; ese era un tema tabú en mi mente, que lo
resolvería más adelante.
Bueno, de todas formas, luego de darme cuenta de aquello, pensé en que si
mi actitud cambiaba tenia altas probabilidades de obtener mi libertad, solo
tendría que ser mas frívola con Max y con…Noah.
Él de verdad me había ayudado a salir de esto a pesar de obtener
antecedentes de mi vida y de hacer que sintiera mariposas en mi estómago; me
sentía culpable de sus heridas, pero estaba segura de que él no moriría, Max no
lo permitiría como tampoco consentiría que yo saliera herida, mi sangre valía
oro y esta vez me estaba salvando el trasero.
Cuando entré con Noah a la casa de los espejos supe que Max estaría
rondando el lugar, era algo obvio, estaba retrasada para la cita con él y sus
padres, así que de seguro me encontró y bueno…debo decir que fui bastante astuta
como para que mi maravilloso plan culminara en la feria, eso fue improvisto,
pero efectivo.
Luego solo tenía que esperar la llamada de Max, estaba claro que estaría
solo aquí en casa, no permitiría que yo lo insultara o hiciera algún espectáculo
delante de sus padres, su orgullo fue mi principal arma.
Después de eso solo me faltó algo de dramatismo, tenía que salvar a mis
amigos eso estaba claro, pero no me iba a suicidar; había mejores formas para
ser libres. Sabía que Max no permitiría por nada en el mundo que mi sangre se
acabara y con eso su sabor favorito, así que solo supe que tenía que presionar
un poco el gatillo, rezando para que este vampiro fuera tan rápido y fuerte
como Superman ¡bingo! Lo era.
Finalmente como guinda de la torta solo lo tuve que herir y destrozar su
mente como si hubiera sido su corazón. Max me había dicho su historia anoche.
Si cualquier otra persona me describiera como le habían roto el corazón una y
otra vez hasta que ya no pudo soportar más habría comprendido todo el dolor que
esa persona pudo llegar sentir al perder a tantas personas, era factible la justificación del vampiro para su
actual comportamiento, pero realmente no me iba a dar el lujo de hacerle pensar
eso, lo que me sirvió bastante al señalarle que seguía valiendo absolutamente
nada para mí.
Aunque debo agradecer al mismo Max para que todo esto funcionara, que él
no pudiera leer mi mente había sido la clave de mi exitoso plan; él era una
maldito que debía pagar por todas las que me hizo. Ser violada, maltratada y
drenada no era motivo para ser premiado…él tenía que aprender eso, además de
que mi salud mental estaba por el suelo, tenía que escapar de sus juegos antes
de verme verdadera afectada por él, eso sí sería imperdonable para mi, como
persona y como mujer.
Fui hasta el bar que había en la sala y saqué una copa, la que llené con
whisky. Esto tendría que celebrarlo. Tomé mi celular y mandé un mensaje a cada
uno de mis amigos, avisándoles que lo mío con Max había terminado y que no
quería ninguna pregunta. Ellos aceptarían eso, por lo menos durante el tiempo
que me tomara buscar una buena justificación.
Sonreí finalmente al terminar mi trago y me fui a dormir por última vez
en esa comodísima cama. Era hora de enseñarle a Max Blake como tratar a una
mujer, estaba claro que iba a seguirme por mi sangre…y quizás algo más, pero esta
vez seria según mis reglas. Nadie juega con Lizzie Green y sale vivo para
contarlo.
Seguiré trabajando con él, pero con
un nuevo principio, no iba a perder la oportunidad de conocer al
verdadero Maximiliano Daven Blake; había obtenido mi libertad, lo que
demostraba que seguía teniendo poder en mi vida, era hora de volver a
controlarla y averiguar a ese extraño ser que había entrado a mi vida.
Averiguaría realmente de que se trataba este vampiro de ojos rojos.
Abrí mis ojos y sentí mucho movimiento a mí alrededor. Sonreí al notar
que esta había sido la mejor noche de mi vida en este piso. Me senté y vi como
dos mujeres salían de la habitación. Tenían el mismo uniforme que los hombres
de la mudanza. Rodeé los ojos, era obvio
que Max no dejaría que hombres estuvieran rondando por mi habitación mientras
yo dormía.
Me levanté y fui a darme la última ducha en ese maravilloso baño, no pude
evitar recordar ciertas acciones que había hecho en este lugar con Max, así que
decidí salir de ahí rápidamente.
Me vestí con una blusa de mangas
cortas, escocesa de color negro y rojo. Pantalones y negro y zapatillas
deportivas. Me miré al espejo y sonreí. Esta era yo de nuevo y no podía evitar
sentirme feliz por haberle ganado a ese maldito Monstruo que tenía unos labios
que me volvían loca.
Tomé mi bolso antiguo y lo cruce por mi cuerpo, guardando todo lo
necesario. Por último también cogí la caja que quedaba en la habitación y salí
de ahí con una sonrisa de oreja a oreja. Sentí como mi estómago se revolvió al
llegar a la sala, tenía aun miedo de verlo y que evitara que me fuera, mis aprensiones
no estaban por completo erróneas.
Me acerque a él y lo quedé mirando, nuevamente estaba con toda su
atención hacia la ventana, dándome la espalda.
— ¿Aun no puedes leer mi mente? –no me respondió, ni siquiera pude
diferenciar si era una estatua o una… ¿persona? Suspiré, tratando de seguir con
mi actuación –Nos vemos mañana —él se giró cuando me iba a ir.
Me observaba con el ceño fruncido.
—Te comunico que tu amigo Noah está en excelentes condiciones.
—No gracias a ti –él no dijo nada –espero no encontrar ninguna cámara o algo
por el estilo en mi casa. Muy bien, adiós… —me giré para irme, pero Max tomó mi
brazo para detenerme.
—Green —me quedo mirando sin decir nada.
Algo quería decir pero no se atrevía, no tenía idea de lo que podría ser.
—Suéltame, Max –le advertí –tú fuiste quien me dejo ir –frunció el ceño
molesto y me soltó de forma brusca.
—Aun así que te quede claro que sigues siendo mía, solo he dejado que
esto pase para que no hagas alguna estupidez — ¡bingo! Este era momento de ver
sus ojos.
— ¿Por qué?... ¿es qué acaso te preocupas lo que me suceda? –su mirada
cambio de inmediato. No me había dado cuenta lo fácil que era leer a Max por
sus ojos.
—Nos vemos mañana, en el trabajo, quizás esté sediento así que desayuna
—dijo con malas intenciones.
—Allá tu, este es mi día más feliz y nada o nadie lo podrá arruinar. Adiós
–di media vuelta sonriendo por lo que había visto en los ojos de Max.
Fui hacia al ascensor y bajé hasta el primer piso. Al llegar a la salida
pude ver como mi antiguo auto me estaba esperando, sonreí nuevamente. Dejé la
caja en la parte trasera y miré hacia donde Thomas, pero no estaba. Me metí al
auto y sonreí al tocar el volante, había vuelto a ser libre, había recuperado
mi vida y a pesar de que había sido de una forma manipuladora, sobre todo con
Noah, no me arrepentía, era mi vida y la de mis amigos la que estaba en juego.
Feliz recorrí las calles de retorno a mi hogar y no me tomó mucho poder
llegar ya que me fui a la velocidad máxima que permitía estas calles.
Bajé con mi caja del auto y entré a mi edificio, saludé al conserje,
quien me miró extrañado pero no lo tome en cuenta. Subí las escaleras como lo
hacía usualmente, estaba tan acostumbrada que no subiría por ascensor, además
de que podría morir, esa caja de metal realmente estaba que se caía.
Saqué mi llave que guarde durante todo este tiempo en mi bolso y abrí
despacio la puerta para disfrutar el momento. Al entrar suspiré aliviada de ver
que estaba sola. La luz del sol iluminaba todo el lugar, me encantaba que solo
fuera una gran sala con pequeñas divisiones, el sol llegaba a cada rincón. Sin
embargo, fruncí el ceño al notar que no estaban todas mis cosas aquí, es más…habían
sido reemplazadas por otras más nuevas, como la nevera, los muebles y mi cama.
Los sofás se habían mantenido, pero no tenía recuerdos de haber comprado
un plasma que estuviera pegado en la pared. Cerré con fuerza la puerta, frustrada,
yo no quería nada de Max, ni un solo beneficio de su parte.
Dejé mi caja en el suelo de un solo golpe y me senté en mi sofá. Quede
mirando a mi alrededor y me sentí mal porque sentía que se veía mucho mejor que
antes y me estaba agradando.
—Idiota –dije enojada; estaba todo arreglado, no dudo que mi ropa estaba
ordenada hasta por colores.
No seguí gastando tiempo en ver mi departamento, así que tomé mis llaves
y mi bolso. Salí de ahí para ir hacia el hospital, de seguro Noah todavía no
salía, era hora de dejar todo claro para que no corriera más peligros por mi
culpa, no podía seguir viéndolo ya que Max podría actuar de la misma forma,
aunque suene hipócrita y cínica no podría volver a hacer lo mismo con Noah, él no se lo merecía.
Estacioné el auto en el hospital y me dirigí hacia donde había visto a
Noah por última vez. Con la ayuda de una amable enfermera me dirigí a la
habitación donde se encontraba.
Toqué despacio por si había alguien más ahí, pero escuché la voz de Noah diciendo
que entrara. Abrí nerviosa la puerta y fruncí el ceño al ver a Noah mirando
hacia la ventana, pensativo.
—Buenas tardes –dije sonriendo, tratando de seguir con el humor que me
caracterizaba con él.
—Pero si es mi doncella en apuros —cerré la puerta y me acerque a él con
rapidez.
— ¿Cómo estás? –Al verlo realmente me sentí muy culpable por haberlo
metido en esto —Lo siento –tomé su mano y la presioné.
— ¿Lo siento? No seas ridícula…solo te protegí –presioné aun más su mano,
estaba siendo peor que Max –además no fue nada grave, sacaron cada uno de los
pedazos de vidrio y todo quedó como antes, sigo siendo un príncipe de cero
kilómetros.
—Eso veo —él me quedo mirando unos segundos.
— ¿Cómo te fue con Blake? Supongo que ayer no llegaste ¿Qué sucedió? –levanté
los hombros.
—Solo fue un gran regaño, pero nada del otro mundo.
—Me alegro, Lizzie —dijo un tanto incómodo — ¿sigues enojada conmigo? –lo
miré confundida.
— ¿Por qué iba a estar enojada contigo?
Todo lo contrario, me sentía culpable con Noah, pero tuve que utilizarlo
y había sido en cierta parte lo correcto, ya que mis amigos y yo estábamos
libres.
—Porque investigué sobre ti –había olvidado aquel detalle.
—Bueno, realmente me molestó lo que hiciste pero ya está hecho –me senté en la cama. Era el momento –aun así
Noah, creo que no deberíamos seguir viéndonos –él frunció el ceño.
— ¿Y eso por qué?
—Porque bueno, te mentí –dije finalmente –hay alguien más —él me quedó
mirando muy serio.
—Maximiliano Blake —lo miré con los ojos como platos.
— ¿Cómo se te ocurre? el Sr. Blake es mi jefe.
—No soy estúpido, Lizzie –dijo mirando hacia la ventana –el primer día te
vi cuando te fuiste con él. Lucía muy enojado y tu asustada…esos hombres no son
buenos, deberías alejarte –lo quedé mirando con el ceño fruncido.
— ¿Lo sabías? –Me puse de pie muy enojada — ¿y aun así me preguntaste y
actuaste como si no supieras nada?
—Si…fue aun más notorio en la oficina — ¿es qué acaso los hombres tenían
derecho a verme la cara? ¿A engañarme a su gusto?
—Creo que no tengo nada más que hacer aquí Noah, fue un gusto conocerte.
—Lizzie, de él es quien te debes alejar, no de mí, yo soy de los buenos.
—Bueno, pero mentiroso, creo que no eres mucho mejor que Max –no fue
capaz de responderme –que te mejores y no me vuelvas a buscar Noah, adiós.
— ¡Lizzie!
No lo seguí escuchando solo me fui
de la habitación del hospital. Era el colmo, esto me hacía pensar que tenía
mala suerte con los hombres. ¿Qué pretendía Noah con estar saliendo conmigo si
ya sabía que algo pasaba entre Max y yo? ¿Qué sabia él de Max?
Alto…si Noah lo conocía y sabía que no era bueno ¿El vampiro sabía ya de
Noah? ¿Me estaba escondiendo aun más información? Esto era inaudito.
Me fui al departamento pensando en todas las posibilidades que me estaban
rodeando.
Subí y no tuve ganas de comer nada. Solo quería dormir como hace mucho
que no lo hacía. Ya ni recordaba cómo era dormir normalmente, sin pensar que
algo malo podía suceder porque un vampiro sicópata estaba dando vueltas a mí
alrededor. Cerré las cortinas y me fui a dormir sobre los cobertores.
Comencé a cerrar mis ojos pensando en Max ¿Qué estaría haciendo ahora? De
seguro estaría cogiendo con alguien, ya que no podía descubrirlo.
—Ya era hora de que regresaras, no tengo todo el día para esperarte –abrí
mis ojos de un solo movimiento y me senté.
Max estaba apoyado en la pared, desde donde no lo podía ver si yo entraba
y no miraba hacia atrás.
— ¡¿Qué demonios haces aquí?!
—Vengo a dejarte esto –dijo mostrando unos papeles –recuerda que a final
de la otra semana nos iremos a Rusia –me tensé al escucharlo.
—Yo no iré, el que tiene negocios allá eres tú.
—Pero eres mi secretaria así que no quiero más discusiones ¿Dónde has
estado? –lo quedé mirando, se había cambiado de ropa. Lucía un traje negro con
una camisa blanca y corbata negra. Estaba cubriendo sus ojos con unas gafas.
—Es domingo ¿Por qué no me dejas tranquila? ¿Por qué este vestido así? Y
por ultimo ¿es qué acaso tienes sed? –el bajó sus gafas y pude ver que sus ojos
estaban rojos –dame los papeles –estiré mi mano y dio un paso hacia mí,
entregándomelos –tu itinerario lo había arreglado hace tiempo ¿Qué sucedió? –Me
quedó mirando sin decir nada — ¿Qué te pasa que no dices nada?
—Arregla lo que tienes que ordenar, hay mucho que hacer en Rusia —miré
los papeles.
—Alto… ¿Por qué has cambiado la residencia a una cabaña y no al hotel
como habías ordenado?
—Vivo diariamente en un hotel, no quiero ir a otro lado y estar en uno
también…además en Rusia, los hoteles son un tanto peligrosos –me apoyé en la
cama y lo quedé mirando bastante relajada. Era hora de encararlo.
— ¿Desde cuándo conoces a Noah? –él sonrió.
—Ya veo cual ha sido tu primera actividad como una persona libre.
—Oh lo siento ¿te ha dolido? Perdón, es que como tú no le has provocado
las heridas en su espalda no tienes nada de qué preocuparte ¿cierto? –dije
irónica.
Él me quedo mirando sin decir nada por varios segundos hasta que sonrió
levemente.
—Por la boca muere el pez –se acercó a mi hasta quedar al final de la
cama. Lo quede mirando asustada.
Max tomó mi pie e hizo que llegara a estar más cerca de él.
—No ¿Qué vas…? –dejo las gafas con rapidez a su lado y se subió a la cama
hasta quedar sobre mí. Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Se acerco a mi
oído.
—Mmm…este lugar te ha de traer recuerdos ¿no? –traté de empujarlo por ser
un maldito infeliz, pero no me lo permitió.
Tomó mis manos y las dejó al lado de mi cabeza, provocando que mi
respiración empeorara. Se acercó a mi rostro y pasó levemente sus labios sobre
mi mejilla izquierda, para después bajar hasta mi cuello. Cerré los ojos
esperando su mordida…pero esta nunca llegó. Miré hacia mi lado y Max me estaba
mirando directo a los ojos.
—Esperar será la mejor opción, de una forma exquisita serás mía otra vez
–se acercó un poco a mis labios, lo tenía solo
a milímetros. No pude evitar quedarme mirando su boca, deseando sentir
esos malditos labios –no queremos que mi plato favorito me canse ¿no?
—Me da lo mismo lo que tú quieras –dije mirando sus labios –vete…. –él
frunció el ceño, molesto por mi forma de rechazarlo.
Cerré los ojos, resignada a que no podría hacer nada más para luchar, él tenía
sed y yo era su bebida favorita. Max me tomó de la cadera y me acercó más a él
hasta que sentí sus labios en mi cuello. Pasó lentamente sus dientes por mi
piel.
—La espera valdrá la pena –dijo mordiendo suavemente, sin romper mi piel.
Se alejó sin previo aviso y me quedó mirando –el miércoles haremos un pequeño
viaje.
— ¿De qué hablas? –me apoyé en mis codos para poder verlo mejor.
—Ya has odio, nos vemos mañana en el trabajo espero que llegues a la hora
–se giró para irse, pero con rapidez me puse de pie y lo detuve tomando su
brazo.
—No me vengas con órdenes Max, yo ya no vivo contigo –me quedó mirando
serio.
—Lo tengo entendido, pero te conviene… —movió su brazo para que lo
soltara y se fue hasta la puerta para después desaparecer.
Caí rendida en la cama ¿De qué se trataba todo esto? ¿Un viaje? Aunque
debo ser honesta y decir que por lo menos no me respondió de forma déspota.
Cerré los ojos pensando en qué demonios me estaba metiendo, estaba
actuando diferente y lo sabía, no era que le encontrara sentido a mi plan.
Querer averiguar más sobre Max, me estaba metiendo en problemas…en unos
bastante serios.
Sin duda estaba siendo mi culpa todo lo que ocurría ahora, desde ahora en
adelante era responsable de lo que sucediera en mi vida. Max me había liberado
y ahora mágicamente me estaba dando opciones o por lo menos, no me estaba
obligando a hacer cosas que no quería.
Desde que Max me había dado ese beso que fue completamente diferente a
los demás, que ahora podía leer sus ojos, que él ya no podía leer mi mente y
que desperté de esa larga siesta de dos días…algo había cambiado, algo que no
podía comprender y quería averiguarlo, por eso seguía en el juego y no corría
lejos de Maximiliano.
Su amenazaba había sido derrocada desde ayer, ahora podía alejarme de él
sin poner en riesgo a mis amigos, pero aun así…no podía irme, algo me estaba
atando a Max y era sin duda alguna pura curiosidad. De esto no podía salir nada
bueno.
El lunes llegó y todo siguió con normalidad, a la hora del almuerzo las
chicas no me preguntaron nada sobre Max, él tampoco se apareció en la cafetería
ya que en la mañana le había informado de mi decisión sobre esa mentira de
tener una relación; su rostro inexpresivo me dio a entender de que le dio lo
mismo. Aquel día llamé solo una vez al hospital para ver como se encontraba
Noah, lo habían dado de alta.
El día martes fue tan monótono como el día anterior, no había nada interesante
que hacer y ese día Max se la había pasado fuera de la oficina en diferentes
almuerzos, ya que la otra semana no se encontraría disponible y quería arreglar
todo ahora para no verse atrapado en almuerzos de negocio cuando regresáramos.
El viaje a Rusia comenzaba el viernes, nuestra estadía se resumía a fin
de semana completo más todo el resto de la semana. No tenía la menor idea de
cómo iba a controlar a Max si decidía volverse por completo en un monstruo;
quizás tenía algo de suerte y no lo veía mucho, dijo que iba solo en plan
profesional, pero algo no estaba cuadrando y era esa cabaña.
—Realmente me molesta no saber lo que estás pensando –me senté bien al
escuchar la voz del mismo demonio.
Max estaba apoyado en la pared, con una pie apoyado en el marco inferior
de la pared, sus brazos estaban cruzados, su cabello desordenado y sus gafas
solo hacían que realmente te desconcentraras por completo.
Hoy no vestía nada muy elegante, sino más bien que unos pantalones de
tela oscura, camisa negra y nada más.
—Debes tener los ojos muy rojos –miré a sus gafas imaginando como podría
tenerlos. Él sonrió de esa forma tan particular que tenia y caminó hacia el
escritorio.
— ¿Te interesa a caso? –apoyó sus manos en la mesa y me quedo mirando. Le
sonreí de vuelta.
— ¿Crees qué debo responder esa pregunta? –Se separó del escritorio e
hizo sonar los huesos de su cuello, moviéndolo con rapidez — ¿es qué acaso estás
tenso? ¿No has comido nada?
—No presiones, Green —me quedo mirando unos segundos, pero al ver que no
obtuvo más respuesta de mis labios, volvió a hablar –vamos… —dijo caminando
hacia el ascensor — ¿has decidido si vendrás conmigo o no?
Ya era miércoles y todo el día me había estado mirando sospechosamente,
como si dudara que fuera a ir. Pero era lo bastante curiosa como para aceptar
su invitación.
— ¿De qué me conviene tu famoso viajecito?
—Es una sorpresa, no lo puedo arruinar –fruncí el ceño, Max no daba
sorpresas porque no le interesaba hacer sentir bien a nadie.
—Entonces que le vaya muy bien, Sr. Blake –escuché un leve gruñido.
Quería saber de qué se trataba esto.
—Elizabeth —dijo advirtiéndome.
—Con ese tono no vas a lograr nada, por lo menos dame una pista —sus
manos se volvieron puños, las presionaba con fuerza, de seguro si su corazón
latiera y corriera sangre por sus venas, sus nudillos estarían blancos, pero no
era así.
—No te acostumbras a esto ¿sabes? Se te acabara la sonrisa con rapidez.
—Pista o vas solo, lo que me imagino que ha de ser muy aburrido para ti,
créeme cuando te digo que no quiero pasar tiempo contigo.
—Es sobre tu Noah –dijo finalmente.
— ¿Qué le hiciste, maldito cobarde? –Dije poniéndome de pie — ¡Dime que
le hiciste, Max!
— ¡Cuida tu boca! –Dijo ahora al frente mío, solo a unos centímetros –y
si quieres saber –sonrió malvadamente –tendrás que venir conmigo, lo tomas o
dejas, allá tu –lo miré enojada y tomé mi bolso.
Bajamos el ascensor en silencio hasta el primer piso. Al salir de este
noté como Jennifer se quedaba blanca en recepción, para mi mala suerte justo teníamos
que encontrarnos. Pude notar cuando caminamos que Max estaba muy cerca de mí, a
veces nuestras manos chocaban.
— ¿Te podrías alejar un poco? No tienes que ir tan cerca –sus manos se
hicieron un puño de nuevo, pero no me dijo nada, se alejó.
Sonreí, a Max alguien tendría que traerlo a tierra para que dejara de
andar en las nubes, creyéndose superior a todo y a todos.
Max le sacó la alarma a su magnífico auto y nos subimos, nuevamente para
mi sorpresa volvió a abrir la puerta para que entrara, pero tuvo la misma
respuesta de mi parte.
—Que abras la puerta del auto, no te hace un caballero… —me senté y me
regocijé de alegría al notar que cerraba con más fuerza la puerta, antes no
había tenido esta actitud, no le causaba nada lo que yo podía decir o eso era
lo que yo percibía por lo menos —¿Cuánto nos demoraremos? Me está dando hambre
y no sé si volveré temprano, a mi departamento –hice notar la frase de volver a
mi propio hogar.
—En el camino pasaremos a alguna parte, el viaje es largo.
Ninguno dijo algo por varios minutos, yo estaba tratando de pensar sobre
a dónde nos dirigíamos y por lo que notaba Max estaba ciento por ciento concentrado
en el camino.
— ¿Cómo está Tara? –él me miró de reojo, por un segundo pensé que la
había despedido.
—Feliz por seguir su camino para dejar de ser una desagradable humano
–miré hacia la ventana, aun me sentía responsable de que eso sucediera.
— ¿Y Thomas? –levantó los hombros, quitándole importancia.
—Realmente recién puedo saber que significan tus miradas, por lo que no
sé que significa que muevas solo los hombros, así que agradecería que me
explicaras…con palabras.
Max tensó la mordida, me estaba comportando realmente como alguien
desagradable, pero él se lo merecía.
—Basta Green, si es que no quieres terminar en el maletero.
— ¿Cómo están tus ojos? Quiero verlos –Max me miró y frunció el ceño.
— ¿Qué te hace pensar que puedes dirigir mis movimientos? –sonreí.
— ¿Qué te hace pensar que no puedo hacerlo? –me quedó mirando sin decir
nada por varios segundos mientras seguía manejando. Le mantuve la mirada en
todo momento.
—Creo que conoces a Luke Green ¿cierto? –sentí como mis brazos se
debilitaban y perdía el color en mi rostro.
Negué suavemente.
—No.
—No me digas que…
—No Max, no me hagas eso —mis ojos se llenaron de lágrimas al descubrir
de que se trataba todo esto –no me lleves a Danville.
—Te dije que esto iba relacionado con Noah.
— ¿Por qué nombras entonces a ese hombre?
—Porque es tu padre.
—Max, por favor, volvamos –tomé su mano que estaba en la palanca de cambio
–no hagas esto, por favor.
—Es para que aprendas, te daré una lección muy importante hoy –miró mi
mano sobre la suya, pero no me dijo nada.
— ¿Aprender qué? ¿De qué estás hablando? ¡No hagas esto! –terminé
gritándole, pero él no me hizo caso.
Miré hacia un lado, pensando en que de verdad a Max le gustaba hacerme
daño, era imposible que hubiera otro motivo detrás de esto. No quería ver a Luke
Green por nada en el mundo, era a la última persona que visitaría, ya me
bastaba con verlo solo una vez al año debido a su cumpleaños, ya que si no iba,
me iba a desheredar…bueno, no iba a permitir que todos mis años de sufrimiento
se fueran a la basura cuando Luke estuviera bajo tierra.
— ¿Qué demonios piensas, por qué llevas esa expresión? –Max me miraba
realmente sorprendido.
No tenía idea que expresión estaba dándole, pero sin duda era alguna que
no conocía, la expresión especialmente formada para “Desearía que mi padre nunca hubiera existido” y eso que no conocía la expresión hecha para Suzanne,
mi madre.
—Da la vuelta, por favor –dije mirándolo directo a sus gafas, pensando
que así podría encontrar algo de conciencia, pero no fue así. Él me miró
convencido sobre lo que estaba haciendo, no iba a parar.
—Esto solo lo estoy haciendo por… —no siguió hablando.
Le pedí que me dijera algo pero fue inútil, no me dirigió la palabra en
ningún momento, solo miró hacia el camino por el resto de las horas que por lo
menos no se volvieron tan incómodas porque puse algo de música. No me llevó
mucho dejar de pedirle que parara y concentrarme en el camino hasta que mis
ojos ya no lo pudieron soportar y me quede dormida.
Sentí algo frio en mi mano por lo que abrí mis ojos, Max me estaba
mirando. Ya estaba anocheciendo.
— ¿Llegamos?
—Así es, despierta —me acomodé
mejor y miré a mí alrededor. No estábamos cerca de la mansión de Luke.
—Esta no es la casa –él negó.
—Claro que no, no nos dejaremos expuestos ¿cierto? –salió del auto y en
menos de un segundo lo vi abriendo mi puerta. Esto no lucía como me lo había
imaginado.
— ¿Expuestos a qué? –él no me dio ninguna expresión que me tranquilizara,
sino que se mantuvo con esa mirada de póker que tenia a veces, pero esta vez
con gafas.
—Ponte de pie luego, no quiero estar en este lugar por mucho tiempo,
además no tenemos que llegar retrasados –fruncí el ceño enojada.
—Deja de hablarme así Max, si es necesario te tendré que explicar cientos
de veces que no tienes para qué utilizar ese tono conmigo –él me quedó mirando
unos segundos sin decir nada, un tanto sorprendido — ¿y ahora a dónde vamos?
Salí del auto y cerré la puerta.
—Ya verás –sin previo aviso rodeó mi cintura y me acercó a él.
—No… —dije mirando hacia un lado, sentía que si me llegaba a rendir ante
Max, todo mi plan se iría al verdadero infierno.
— ¿No qué? ¿Es qué acaso estas pensando que siempre que te toco es porque
te voy a coger? –Fruncí el ceño por su vocabulario y lo traté de empujar
–basta, llegaremos tarde –rodeó mi pierna izquierda y me movió de tal forma que
quede en su espalda, dejando mis brazos en su cuello.
— ¡Max! –Dije soltándome para que me bajara — ¡Bájame!
—Muy bien –dijo dejándome caer, para mi suerte fue de pie –esto lo
haremos así para que no termines a mitad de camino en el suelo –me tomó de la
cintura e hizo que rodeara su cadera con mis piernas.
— ¿Qué haces? —ya no entendía que
estábamos haciendo aquí.
—Solo cállate por unos minutos ¿sí? Ya verás –suspiré rendida, no se iba
a detener hasta que me llevara a donde fuera que tenía pensado hacerlo.
Rodeé su cuello con mis brazos.
—Estás cooperando, eso es algo bueno.
Al terminar de hablar, sin previo aviso me vi avanzando a una velocidad
extraordinaria. Mi cabello se movía hacia adelante como si tuviera el
ventilador más potente detrás de mí, una brisa helada recorría mi cuerpo y una
sensación de vértigo se apoderaba de mí.
Me aferré al cuerpo de Max, asustada por lo que estaba sucediendo hasta
que después de unos segundos, él se detuvo. Mi corazón estaba a mil por
segundo, cosa que era imposible, pero estaba asustada. Seguí agarrada de Max.
—Si no te bajas luego no te quejes –no le di importancia a sus palabras.
Seguí agarrada a él por el susto –Lizzie… —tomó mis brazos y los fue separando
hasta que cedieron al igual que mis piernas.
Lo quede mirando asustada, extasiada y confundida.
Max no me dijo nada, solo miro hacia atrás de mí, tenía el ceño fruncido.
Me giré para observar el objetivo del vampiro.
Estábamos rodeados de árboles, era aquel bosque al frente de la mansión
de mi padre. Podía ver con claridad que había un auto plateado al frente,
estacionado. Había alguien adentro. Sentí como mi sangre ardía al ver que Luke
salía por la puerta a recibir a quien fuera que estuviera en el auto.
Di un paso hacia atrás al notar quien era el hombre que salía del auto.
Max me tomó del brazo para evitar que chocara con algo.
—Es imposible —dije sin poder creer lo que mis ojos veían.
WOOOOOOOOOOOOOW gracias por leer ;) y comentar
MUAJAJAJAJAJAJAJAJ toma tu "pobre Noah" por zorra -.- XD
ResponderEliminarLizzie me enoja U_U
Jajajaja bueno, espero que Lizzie reconozca la verdadera personalidad de Noah... Lo que de verdad quería con ella... Y por lo menos trate de llevarse mejor con Max ;)
ResponderEliminarBesos gigantes!!!
XOXO
Ah joder! Ya recordé jajajaja Dios como Olvidé eso jajajaja xD me encanta el plan DE lizzie. Sé que máx esta cambiando, pero MERECE QUE PAGUE! -.- uno no aprende hasta que entiende lo que le hizo a la otra persona jajajaja me encanta
ResponderEliminarGracias Dani
#PorNavidad2CapitulosIP
me encanto este cap espero ansiosa el prox me encantaria que lizzy cooperara mas con max
ResponderEliminarGuauuuu sabía que odiaba a noah pero no recordaba xq... Ahora se muy bien cual era el motivo... Amo esta historia
ResponderEliminarAsshhh ya me acorde pobre lizzie todod la traicionan
ResponderEliminarSaludos
Ya se van a Rusia??esto esta avanzando rapido entonces, en fin, esa Lizzie tiene sus mañas pero bueno para poder jugar a la par con este vampiro se tiene que agarrar de todas las tacticas buenas o malas que se le ocurran asi que ¡Bravo Lizzie! me da risa porque me acuerdo que antes yo no estaba de acuerdo con sus tacticas, me segaba mi amor por el vampiro, ahora viendo las cosas con mas calma como que me gusta¡¡jajja...por otro lado...Noah, ¿puede alguien golpearlo con algo...no se noquearlo?? no lo soporto¡¡
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